La noche del búho (Le due maschere della notte Prt.III)

Recuerdo del primer mensaje :

La hermosa catedral de Notre Dame... esa enorme estructura hecha por hombres para un Dios que ni si quiera tenian la certeza de su existencia, prueba misma de que los hombres debe aferrarse algo superior para aclarar las dudas y los misterios que como organismos jamás aclararemos -Como nos gusta soñar- pense dentro de aquel mar de ironias que bortaban mientras caminaba por los largos y frescos pasillos que conformaban el interior de aquel recinto donde pobres, ricos, prostitutas se unían hombro con hombro -¡Que hipocrita es la sociedad humana!, quizás en algún futuro no muy lejano la corte y yo nos encarguemos del mundo- sentí como mi risa callada y queda resonó en aquellas esquinas donde reposaban con caras tristes y dolorosas cientos de virgenes y martires cuya mirada era resaltada por las miles de velas que estaban a sus pies y como los colores que disimulaban los ropajes de aquellas figuras eran ensuciadas por las manos desesperadas de la gente que suplicaba su ayuda hincada y arremolinada bajo sus altares.
No era dificil confundir a las que aún seguían solteras, todas pedían la invocación de San Antonio para que llegara el amor que dificilmente una figura que ni respiraba ni sentia iba a poder otorgarles algo que ellas mismas debían buscar o mejor irse de religiosas para no ser dejadas por su falta de.... fisicos perfectos.
Era sin duda todo un espctaculo venir a este tipo de lugares, aqui y allá se podia ver lo vulnerable e influenciable que podía ser la sociedad, ahora entendía porque se creáin cosas tan ilogicas como lo que el Estado Vaticano les maneja y lo que nosotros en la enciclopedia continuamos publicando -Con razón no fui sacerdote, antes del sermón seguro me estaria riendo de sus caras de credulos-negue con la cabeza marcadamente como cuando s habla con nosotros mismos -Solo estoy haciendo este sacrificio por la Corte, solo por ella- me encogi de hombros a unos pasos de llegar a la sacristia, alli me di el tiempo suficiente para ladear la cabeza de lado a lado, de una manera tan discreta para no levantar sospechas, pero vi que no era necesario todos estaban metidos en sus sufrimientos y en sus rezos que ingenuamente se los decían a figuras de porcelana, madera, oro o arcilla y que un misero humano habia posado para darle la forma que estaban viendo.
La puerta de la sacristia estaba abierta especialmente para mi, había tenido la opprtunidad de hablar con el Sacerdote principal de este recinto, aún no sabía cual era el objetivo de mi visita, sin embargo no dudaba en quien era yo y a que grupo lideraba, podía que mi Corte le cayera mal pero sería interesante el trato que tendrá que surgir a partir de esta noche, por supuesto tenía en cuenta que el no era el Santo Pontifice pero sin duda aquel parroco era quién más lo influencia a ser cosas un poco fuera de los protoclos estabelcidos por su Dios y siendo su territorio quizás quiera hacer por ella algo más que le valdrá el reconocimiento y un puesto más cerca de la silla santa o lo que sea eso no me interesa mucho -Bonita idea le venderé- sonrei victorioso mientras esperaba allí de pie a que alguién me recibiera, persona que no tardo mucho, era sin duda uno de esos niños que echan a parder muy tempranamente con ideas teologicas sin fundamento, era un niño de alrededor de ocho años, cabello castaño claro, corto, ojos verdes y tez morena que me llevo hasta donde se encontraba el Padre Frollo, como él me dijo, caminando rápido como el ritmo de un niño llegamos a una sala tranquila, con escritorio grande, cientos de papeles y un crucifijo de oro encima de él, todo los demas muebles eran de un fino color marmoleado incluyendo las paredes que se distiguían de toda aquella blancura por los cuadros de la pared de más martires y de los decorados en forma de cruz que eran parte de la pintura del lugar.
Allí fui dejado por aquel simpatico infante que se retiro sonrojado al poner la mano en su cabeza dejandome de nueva cuenta de pie frente a una silla de filos dorados enfrente de ese escritorio gigantesco, no pude evitar hacer gestos y soltar suspiros pensando en que todo ese lujo era probablemente de la limosna mientras los otros fieles daban su dinero sin reprochar, sin darse cuenta de la verdadera finalidad -Solo me queda esperar al Padre Frollo- dije con fingida grandeza y entonces la puerta se abrio pra dar paso a la figura de aquel hombre ya algo viejo y canoso con mirada no tan santa pero presencia imponente -Su ilustrisima- realice una reverencia algo llena hipocresia que seguramente sus ojos claros que se quedaron viendoe fijamente notaron, cerro la puerta y continuo con la faz fria y seria con la que todo mundo me había descrito.

-Pobre idiota- pensé mientras observaba con lujo de detalle cada movimiento que aquel anciano realizaba en su afán de hacerse notar entre los que allí estábamos presentes –Como si esa pequeña mujercita tuviera realmente el interés en un decrepito anciano que además de todo es el hipócrita más grande que he podido conocer, dirigir la iglesia parisina, juzgar a otros de herejes y el es un alquimista… la alquimia sino mal recuerdo es considerada como herejía- sonríe con una mueca discreta pero algo torcida –Quizás de eso me pueda valer cuando ya no le necesite… el desastre del teatro y la ingenuidad de este tonto beneficiarán a la Corte y ayudará a cubrir los verdaderos intereses que hay detrás de la nueva ilustración- asentí cortésmente cuando la mirada, si es que hay algo de ello detrás de la máscara de Rorschach recayó en mi, con esto le indicaba que estaba en lo correcto, a veces pero solo a veces ese miserable demente me resultaba listo y útil a mis fines y así seguirá hasta que encuentre quién pueda suplirlo… quizás al que llaman Zodiaco o la joven Bertinelli, parece que sabe lo que hace –Bella e inteligente- susurré, esperando no fuese escuchado –Bueno algo como ella no se encuentra fácilmente en estos días- concluí sin reparar en que Jean Claude finalmente había accedido.
De inmediato escuche los pasos apurados de Rorschach y los tacones de la chica haciéndole eco mientras se dirigían a la puerta –Ya sabes lo que debes hacer Rorschach, haz bien tu trabajo… igual que siempre- ordene sin verle una última vez –Y sin jugadas o sorpresas… entendido- el hombre no contesto, abrió la puerta y la cerró de un solo golpe –Lo tomaré como un sí- finalice arqueando la ceja y observe a Jean Claude detenidamente –Ha caído- celebre para mi mismo –Disculpa a este hombre- trate de justificar a Rorschach –Siempre actúa de la misma manera… aunque no siempre fue así- las miradas se cruzaron y se mantuvieron fijas, sosteniéndose de la otra largo tiempo –Ese miserable termino demente en parte por su pasado, en otra por lo que sucedió con un colega suyo… el único amigo que él ha tenido- suspire –Hubiera respetado esa amistad, es decir para que el chaval no se quedase solo pero… ¡ah! Supo tanto de mi y de la Corte que le calle, pero aún sin lengua seguía siendo una amenaza y bueno tuve que sacrificarlo al final… el fin justifica los medios así que lo mate por el bien de los Búhos- observe el crucifijo, no le pedía perdón, no creía en esa figura como algo santo, para mí no había Dios pese a las evidencias de los demonios sobrenaturales que habitaban París, pese a que el objetivo de esta misión era aprovecharse de las circunstancias de un vampiro y un humano para sacar provecho –Y algún día no muy lejano Rorschach tendrá el mismo y fatídico destino- regrese la vista al anciano -¿Sabes?... dentro de su locura tiene un poco de cordura, sospecha de lo que hice… pero es ingenuo y como él hay miles, encontraré un buen sustituto- el semblante del padre permanecía justo igual que segundos atrás, confusión, preguntas y un porqué de que a él estaba confiando se asomaban por sus ojos cubiertos de ojeras -Mea culpa Padre, Mea culpa- cerré mi puño y lo puse sobre mi pecho dándole ligeros toques, en símbolo de un acto de perdón según la creencia, dictaba –Considérelo una confesión que permanecerá en secreto según sus sagradas leyes- le mire duramente y después esboce una sonrisa –Trato hecho- estreche su mano mientras me levantaba de la silla –Que así sea y que todo esto beneficie a ambas instituciones- asentí –Créame que nadie nos traicionara…. Ni usted a mí, ni yo a usted, ni nadie a nosotros dos- a partir de esa noche mi alma volvía al cuerpo, ya me veía saliendo a plena luz del día, con el dinero suficiente para mis lujos y para los idiotas que promulgaban la enciclopedia, sin Fantasma de la ópera de París y su escándalo por el cazador, sin iglesia y con el domino completo sobre todo el país.

Thala no era una mujer común, no era de aquellas que ante la primera amenaza salí corriendo despavorida y temblando como una niña asustada.
Por el contrario, lo dicho y hecho por Roschach le resultaba claramente fascinante, excitante, eso que se llama violencia era para Thala cualquier ingrediente perfecto en hombre de verdad.
A pesar de sentirse sofocada por aquella mano forrada que estrujaba su cuello con fuerza, ella se limitaba a morder su labio inferior como una señal de placer, lo dicho en un principio ella no era una dama más del montón.
La duda le asaltaba y pronto pensó a que se referiría el hombre enmascarado con infierno y con demonio, tras unos segundos de a análisis profundo de esas palabras que se repetían como ecos ensordecedores, las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar... el infierno se igualaba al teatro de Paris, demonio... a él... a The Phantom.
Saboreo en su imaginación el momento cúspide en que ese ser tomará entre sus garras a Jean Claude, que la trataba peor que aún esclava, peor que a una criatura de circo, recordó de uno en uno los momentos en que tuvo que hacer cosas atroces obligadamente con tal de mantener su libertad, con tal de hacer callar el secreto que noche tras noche le quitaba la paz y el sueño, la noche en que Zodiaco apareció y la suya a la fuerza.
El corazón ardía de rabia, al final ni siquiera Zodiaco podía hacer algo por desaparecer al padre farsante de la faz de la tierra y ella menos, sería inmediatamente señalada y quemada en la hoguera al día siguiente del acto oprimido durante ese tiempo.
-Pero una mano extraña....- murmuro casi para sí -Nadie sospecharía, no podrían decir que fui yo, que fue Zodiaco o los dos... estaríamos muy lejos de aquí- finalmente su voz intencionalmente intensa y provocativa callo.
Se acomodo su vestido, se encargo de que volviera a estar en su sitio y con una sonrisa hipócrita dibujada en su boca, fue acercándose hasta Roschach -Oh... mi querido cazador- le tomo por el cuello de manera inofensiva -No soy una mujer que se intimide... digamos que... me encanta el peligro- estando el de espaldas era para ella mas fácil prenderse del cuello masculino y susurrarle al odio seductoramente -Aunque me focino la manera en que me amenazaste de muerte, lo tomaré como un cumplido guapo- soltó un suspiro -Ahora quiero que sepas que tu propuesta no me es del todo indiferente, por años he esperado una propuesta como esta y no soy tan estúpida como para desperdiciarla...- se aparto de él y comenzó a dar unos pasos -Jean Claude me debe mucho.... y tiene que pagar caro y que mejor saldo de deudas que su propia vida- finalmente quedo frente a frente, cara a mascara, mirada oculta a mirada perversa -Como dicen por allí, cría cuervos y te sacaran los ojos- dijo ella -Soy un lindo pajarillo negro, un cuervo que decendera a los infiernos para ser un pacto con el demonio- le jalo de los ropajes acercarlo a pocos centímetros de su perfilado y terso rostro -No te molestes en matarme o en amenazarme... conozco las reglas de estos juegos, por lo menos de hombres como tú- lo empujo sutilmente y detuvo su mirada un momento en la puerta cerrada de la sacristía, Lorenzo y Jean Claude estaban adentro todavía -Que aprovechen su ultimo brindis por algo que jamás ocurrirá- asintió con la cabeza y dando media vuelta se dirigió a la salida con Roschach por detrás.
Observaron las calles, todas lucían extremadamente vacías, ninguno de los dos teatros daría funciones esa noche tras las ordenes de la policía, a lo lejos los casquetes de un caballo se escuchan aproximándose, entre la neblina que se dispersa una carreta oscura deja verse finalmente -Debo hacer algo antes de ir al infierno- pronto abrió la portezuela del vehículo y una pequeña sonrisa indiscreta salió de sus labios -Hagamos esto más interesante...- miro fijamente al cazador que permanecía con las manos dentro de su gabardina -¿Que te parece si... un búho cae esta misma noche?- guiño un ojo ante el gesto de aprobación que había hecho el cazador en silencio -Bien, este es el plan... volveré aquí por Lorenzo... no sé, tu amo me cayo terriblemente mal, que deseo sea el primero en morir, después lo llevaré al teatro, tu comenzarás una pelea mientras tanto con el demonio que una vez exaltado sus instintos pedirán a gritos inquietantes muerte y sangre entonces nos dará lo que tanto deseamos y nosotros le daremos lo que el desee para acabar de una buena vez con el malnacido cazador- suspiro aliviada -Nos vemos allá... creo que será buena idea llevar ciertas pruebas extras a nuestro favor y yo las tengo...- subió al carruaje evadiendo preguntas de cualquier tipo, al final de la noche del búho Thala sería completamente libre.

Después de aquel brindis con vino, para cerrar aquel trato sombrío, Lorenzo se retiro y el sacerdote solo se quedo, ante el crucifijo de oro él se hinco, en silencio oro y suplico y también dentro de todo celebro, a su Dios el milagro de ese tentador trato agradeció y cuando finalmente toda oración concluyo del suelo se levanto.
Una enorme sonrisa su rostro decoro, estaba feliz de que una posibilidad del abarcar al papado a sus manos llego, se imaginaba ya en el Vaticano ordenando apresar a todo gitano y cobrarse una a una todas las cosas malas que a raíz de su atraco en un pasado su vida habían arruinado, tambien se vio inventando reforma que permitieran tener más dominio sobre las personas, ya se planteaba una idea de cómo lograr que el oscurantismo viniera de vuelta.
Con los minutos esfumándose, por la puerta de la sacristía decidió asomarse, ya era tarde y pocos fieles seguían a Dios implorándole, sabía entonces que era el momento de guardar su sotana y reconciliar el sueño con su cómoda almohada.
Las cosas puso en orden dentro de una lujosa caja, metió tambien allí su reliquia sagrada, aquella bajo la cual alquimista se hacía llamar, mas de pronto el seguro de la puerta creyó escuchar, alguien la puerta intento cerrar... con rápido caminar a la perilla se intento aproximar pero las luces de las velas de una en una se comenzaron a apagar.
La perilla intento girar, nervioso las manos le tendían a resbalar y entonces una vela se encendió detrás y con ella una silueta en muro se comenzó a dibujar << No voltees, aún no te quiero hacer pagar, no hasta que terminemos de hablar... por tus crímenes e intenciones la justicia te castigara, ¿creíste que de mi te ibas a ocultar? >>- al sacerdote es voz se le hacía familiar, pero no lograba ubicar un rostro o una época en especial -¿Quién eres?- se escucho tímido al preguntar y entonces la silueta de apoco se empezó a acercar –Dios... ahora que hice para que me enviaras este mal- él lo sabía pero todas sus pecaminosas acciones quería ignorar.

-No voltees, aún no te quiero hacer pagar, no hasta que terminemos de hablar... por tus crímenes e intenciones la justicia te castigara, ¿creíste que de mi te ibas a ocultar? – allí entre la oscuridad, aquella que callada en un testigo secreto se iba formar, cubría mi sigiloso andar, el paso de un hombre que solo un poco de justicia fue a reclamar –Así que aquí estas, mi querido o mi odiado Jean Claude, el más fiel de los siervos de Satán- en palabras roncas y graves casi rasposas se formulaba mi hablar -¿Creíste que nunca te iba encontrar?... ¿Qué nunca tu pasado iba a volver para recordar pacíficamente cosas del ayer?- el negar de la noche que poco a poco cubría todo sin ambages ni reproches, se escondía el hombre que tras los prejuicios intento ensuciar mi nombre -¿Qué sucede?- pregunte y entonces un silencio procede -¿Por qué no te justificas en el nombre de Dios como siempre?- un leve suspiro por mi parece ser percibido, el viejo se encuentra intranquilo, sé perfectamente que un miedo le invade por dentro y entonces se regocijan mis adentros, donde el joven que alguna vez fue implorarle consuelo, ese que ya no existe más que en mis recuerdos, se llena de dicha y contento, al saber que al fin se está haciendo justicia por su propio tormento –Tu y yo nos conocimos hace ya un tiempo, era un cazador fracasado que como un siervo católico acudía a ti en busca de consuelo, era aquel joven que llego a la parroquia de Milán, aquel ¡quemado del rostro que hasta ti llevo el sacristán!- el impulso pudo más y me fue imposible no exclamar –Ese hombre que en plena ceremonia, frente a ese altar, con prejuicios y enfrente de la gente empezaste a juzgar… por su testimonio de lo que acaba de pasar, de un loco lo quisiste acusar… ¡Por tu culpa la gente me empezó a rechazar y entonces lo perdí todo, mi riqueza… mi hogar- entre dientes intentaba que las palabras pudieran pasar, salir de mis labios y que por allí sus oídos trasportaran los remordimientos a sus demonios alados –Estaba herido Jean Claude, y nadie en su casa me quiso aceptar, las heridas se comenzaron a infectar y tuve que partir en busca de un nuevo lugar, donde nadie me conociera…. Donde nadie haya tenido a ese ceremonia asistencia…  allí tuve que renacer, mi rostro me vi obligado a esconder y una sola finalidad me mantuvo de pie ante la adversidad, que un día todos, tu y el fantasma caro iban a pagar lo que se encargaron de destrozar… entonces el cielo me favoreció y te encuentro hoy, en París, viviendo en el mismo país- finalmente mis pasos llegaron justo a su espalda, el sonido de una daga desenvainada irrumpió en aquella sala –Tengo ojos y oídos que sigilosos han seguido de cerca tus caminos y sé que detrás de esta sotana está escondido un alquimista de mente malsana que busca desesperadamente ocupar el lugar del papa, una nueva institución planteas colocar en vez de iglesia y para ello te has aliado con una secta… estaba escuchando todo tras la puerta- entonces confesé.
-Entonces cuando el clero jamás has pertenecido, tus instintos se mantienen activos… aunque cautos pero nunca reprimidos, ese mujer… Sarah, la gitana debe ser un deseo puramente carnal… un impuro deseo que te está quemando el interior, una maldita tentación que cuanto antes quites del camino será mejor… ¡Que impuros son los deseos! ¿no?- entonces un brazo rodeo su cuello, tome la fuerza suficiente para aproximarlo a mi cuerpo y allí, a mi completa merced, la daga se poso muy cerca de su arrugada piel ,el filo amenazaba con recorrer su garganta –Te he de decir que yo también estuve tentado a una infamia, se lo que es luchar contra los más atroces sentimientos del alma, lo que es borrar de tu mente una imagen violenta y mortal, donde el miedo de poder cometer tal brutalidad… pero esos pensamientos fueron el resultado de mis miedos ante tu propis maldad… yo sería incapaz- entonces decidí quitarme la máscara de la faz y obligar a Jean Claude a mirar atrás –No soy como tú, yo seré quién te matará, la inquisición y la policía pronto vendrán, sobre aviso ellos ya están de la escoria que eres en realidad- le solté con brusquedad y luego del brazo con fuerza le volví a tomar –No Jean Claude, a ninguna parte irás sin antes haber visto la faz que tú me condenaste a cargar… todo hubiese sido diferente quizás si hubieses tenido un minuto de bondad, probablemente estas cicatrices no estarían marcadas en todo mi cuerpo permanentemente, asi que para mí la mejor venganza para ti, será que lleves esta imagen en tu mente por siempre- la respiración de ambos se hizo más agitada, una mirada de horror era reflejada en el momento mismo que vio en mi la huella del fuego marcada, un alarido intento expulsar de su alma completamente aterrorizada pero fue en vano todo intento de expulsar palabras –Y te diré otra cosa, solo una más… -le amenace con la daga –Gracias a ti estoy condenado a morir…. ¿Cómo?, eso jamás te lo voy a decir pero supongo que el día que perezcas, allá en el infierno te lo habrán de decir- entre las sombras nuevamente mi silueta se desvanecía lentamente y él, el falso alquimista a quién al diablo servía quedo atento por si algo allí se movía, empezó a golpearse con puños cerrados la cabeza y a decir cosas sin aparente coherencia, supongo que de sus atrocidades pasadas empezaba a tomar consciencia.
Abrió los ojos en el instante que mi voz se oyó resoplar en toda la habitación –Mea culpa- eran lo que en susurros decía mi oración, entonces un grito de él salió y pasos forzados y rápidos de aquella sala salía, pase un breve instante en tomar una decisión… finalmente el de ir tras de él fue el ganador.
Mientras en el atrio todos oraban, bajo la penumbra de las imágenes sacras escondía todo rastro de mi cara, de mi cuerpo ataviado de traje y capa, en todos lados buscaba y el eco de mis pasos se escuchaba, solo ellos, el suelo de brillante azulejo, con diminutos cuadros negros en medio, la campana y unas escaleras de madera que conducían hasta la parte más alta de la catedral se daban cuenta de la locura en la que había caído preso el infame rufián que insistía en esconderse en la santidad –No lo harás Jean Claude- dije desde atrás, el hombre pendía de un pilar, entre las gárgolas de piedra, que a todo París observaban quietas, el anciano al vacio pretendía arrojarse para que la gente de justicia terrenal y divina no pudiese enfrentarse.

Y entonces el regreso, el anciano a eso jamás aposto, por muerto con el paso del tiempo él lo dio y jamás por el oro ante su Dios, creyó que había hecho el bien en aquella ocasión y en sus adentros no perdió el momento de desahogar su coraje eterno en contra del cazador, estirpe que siempre odio y que da la muerte de su pequeño hermano siempre culpo.
El rostro descubierto le horrorizo, por fin su obra maestra hasta él se presento y fue un terrible error, entonces él se pregunto ¿si esa fue la razón por la que la alquimia jamás funciono, será por eso que a su hermano la vida nunca le devolvió? –Por Dios- exclamo y un quejido de su boca escapo –Yo… no sabía lo que hacía, tienes que creerme Leviathán, pero por ti siempre pedía- él sabía que mentía, por un momento llego a su cabeza que el cazador le mataría, pero por dentro sentía una gran alegría de que siempre la suerte le favorecía -¿La policía y la inquisición vendrán aquí a quitarme mi posición?- una sonrisa en su rostro se dibujo –En ese caso déjame despedirme de Dios- parece que al final ni siquiera el aspecto le inmuto, ni la culpa le torturo, podía fingir que latente estaba su sufrir y tras la distracción de su rival de ocasión por la puerta salió y de uno en uno los escalones subió, en busca del campanario partió y cuando a la cúspide llego una voz lejana le torturo << Mea Culpa >> incontables veces le repitió y por taparse los oídos opto.
Las telas de sus ropajes no callaban aquellos alaridos que sonaban culpables -¡Oh beata María!- rezaba como si estuviese en la sacristía –Tu sabes quién soy yo y porque me dedicado a esto con devoción, tu sabes perfectamente que pesar de todo yo confió en Dios, de esta voz y de esta culpa sálvame por favor- ni siquiera la falsedad omitía en su oración, la voz acrecentaba y el miedo poco a poco empapaba su alma –Mi culpa no es, si he obrado mal- gritaba pues la voz de su conciencia el tono elevaba -¡Líbrame beata María de este pasado cruel, que Dios sea el único juez,  destruye a Leviathán, que pruebe el fuego de Luzbel!- entonces en suelo se dejo caer y su mirada contemplo de París su anochecer –Ten piedad de él y ten piedad de mí, has que ambos dejemos de sufrir... en mis manos deja al cazador morir- fue la última oración a decir y poniéndose de pie, cayó en la cuenta de que allí ya no había más puertas, que era aquel arco la única ventana abierta –¡Destrúyelo tú o en mi fuego ardera!- exclamo triunfal cuando la voz de debajo de la máscara se escucho por detrás, no respondió nada más y espero el momento justo para reclamar –Dios castigara a los malvados y los enviará al pozo del fuego… por eso lo hice… por eso decidí humillarte, todo tu linaje no es más que escoria humana, ningún cazador a mi hermano salvo y eso  es ¡pecado mortal!- una pequeña cuchilla salió de su escondite –Quizás sea por eso que mi alquimia no funciona… una vez muerto Leviathán las cosas habrán de mejorar y mi pobre bebé al fin regresará- cuando la espada trato de empuñar, la piedra caliza comenzó a colapsar y la muerte de Jean Claude no se hizo esperar, un alarido solo se pudo escuchar, el malvado de todos sus crímenes pago al final, cuando la piedra se fragmento y su cuerpo desde Notre Dame cayó, la gente se aproximo, el bullicio anuncio que la noche del Búho fallida y trágicamente termino… ¿Cómo será entonces de la batalla de las dos máscaras de la noche su conclusión?