A donde vaya, quizá no me encuentres.... ~Desmond Allighari~

por **Mikhaeila/Dharian** Jue Mayo 23, 2013 4:32 pm

Apenas si había tomado el tren y las horas habían pasado con calma y tranquilidad, el viaje había pasado sereno y sin percances. Había vuelto de visitar a sus primos en el norte de España y ya quería volver a casa. Estaba sentada en uno de los vagones observando el paisaje que pasaba ni muy rápido ni muy lento, mientras desviaba la mirada de a ratos largos al libro que tenía entre manos, dejándome llevar por la fantasía y el surrealismo de la novela. Deje escapar un pequeño suspiro y volví a mirar por la ventana.

-Quisiera estar ya en casa- susurré. Pero sabía que primero dormiría un par de noches en el hotel al norte para luego regresar a casa. Tenía una reunión importante a la cual asistir en el hotel y había empacado mis mejores galas para quedar bien ante la elitista sociedad. Pero mis padres me habían asegurado que podría divertirse tranquilamente los días previos a la reunión, por lo que acepté, encantada. El paisaje seguía pasando y cambiante, se transformaba en campos y pequeños pueblos, viendo los rostros de las personas a lo lejos y sus labores.

Dejé el libro a un costado y me dediqué a pensar con la vista perdida en el infinito por un par de minutos, sabiendo que otra vida ocurría en el transfundo del tren. Ya era entrada la tarde y enseguida surcaría bella y altiva la luna creciente, con una vida nueva ya comenzada. Decidí ir al vagón central donde sabia se estarían desarrollando bailes y celebraciones de poca monta, entre las personas de una sociedad baja-media. Aunque odiaba la división social tan marcada, siempre me divertía riendo y viendo las maravillas de la gente de hoy en día. Caminé tranquila hasta el salón y escuchaba las risas entrecortadas. “Seguro algún mago estará haciendo alguna presentación, o algo parecido” se imagino.

Crucé el umbral de la puerta de cobre con facilidad y me inmiscuí dentro, sigilosa como la gatita que era, para instalarme en uno de los rincones donde no había tanta gente. El salón estaba bastante lleno y las risas abundaban, los hombres reían y bebían, otros tan solo observaban y las mujeres chismoseaban entre ellas. Odiaba esta actitud tan hipócrita pero me quedé callada, observando.

Unos niños, gitanos a su parecer, jugaban con fuegos y cartas entreteniendo a sus espectadores. Uno de ellos se me acercó sonriente, guiándome hacia donde muchos podrían verme. Algunos guardaron silencio. “Dios, por qué a mí” me ruboricé, bajando la mirada pero manteniendo la cabeza alta. Escuché algunos murmullos y sonreí.

Sabía que varios hombres me encontraban atractiva pero odiaba ser el centro de atención. El niño morocho me entrego un par de cartas para dividirlas, para luego acercarse a otro hombre para que este eligiera una carta. –Sopla el mazo antes de que se lo lleve a aquel caballero de allá.- me dijo en un susurro, lo cual hice, desviando la mirada al caballero.

Me quedé mirandolo mientras el niño iba hasta el. Debía de admitirlo: secreto y discreto, bastante apuesto. Ya era adulto pero seguía manteniendo su atractivo, la barbilla lo hacía aun más misterioso. No podía distinguir sus ojos por la oscuridad reinante en el vagón pero por sus ropajes, se notaba que era un viajero andante. Me gustaba eso. “Seguro conoce a estos niños más que yo” pensé. El niño volvió e hizo una amable reverencia hacia mí, lo que me complació, e hice lo que ninguna mujer se atrevería, no en esta sociedad.

Le di un beso en la mejilla sucia y le tome de la mano dulcemente. Era solo un niño que no pasaba los 5 años de edad, fácilmente. Era pequeño y de ojos vivaces, verdes. “Exótica combinación, mi niño”. Lo miré a los ojos. Nos comunicamos secretamente. El sabía que yo no era lo que aparentaba ser, no lo juzgaba ni él a mí. Era un secreto que el quizá nunca recordaría pero que quedaría en su corazón de niño infante. –Gracias por elegirme.- Le susurré, a lo que él respondió, con su vocecilla eternamente joven- Nada es… Lo que parece ser- y salió corriendo feliz, dejándome a mí volviendo a mi lugar y evitando las chismerías de las señoras.

por **Desmond Allighari** Miér Jul 10, 2013 2:40 pm

"La luna trina en los bosques,
iluminando con su aura las almas en pena,
llorando con ellos la pérdida del amor,
mientras juega con los sentidos del cazador."

A veces cuando la luna cae precoz de su tiempo y el amanecer se torna rojo, comienzo a pensar que tal vez los astros buscan alejarse de lo ocurrido en la noche anterior y aquella noche ocurrieron ignominiosos actos que para muchos serían simplemente una de las más burdas y atroces masacres que llegarían a presenciar en su vida, y… yo solo lo sé, por que estuve allí. El lobo pensaba aquello mientras una señora un poco regordeta, de vista algo obtusa y superficial lo observaba, a la vez que él pasaba a su lado buscando su lugar en primera clase. Estaba cansado y quería dormir tranquilamente, tal vez esas eran por mucho, las razones por las que descuidadamente compre aquel boleto, poco importándome que mi cara fuera una de las más reconocidas en Francia, la mala fama te seguía a cualquier lugar, y un hombre sin honor como aquel en el que me había convertido para sobrevivir, era fácil de descifrar.

A las dos horas de iniciado el viaje empecé a tener un mal presentimiento, observe a través de mi habitación en el tren como las personas pasaban y observaban extrañadas mi recinto temporal, no tan lejos se encontraba aquella dama regordeta, con sus ropajes de alta sociedad y su clásico gesto de superioridad, en aquel momento se estaba quejaba con la seguridad abordo. Un hombre flaco y espigado, con una nariz bastante característica empezó a mirar hacia mi puerta, el otro más pequeño y con un barriga mas grande que sus años, tomaba atenta nota de las sospechas de la dama. El lobo empezó a ponerse nervioso, no lo podía evitar, sus instintos lo hacían cada vez más paranoico y con cada nueva misión realizada era un paso más a ser reconocidos como verdadero asesinos en las diferentes ciudades que visitábamos. Tengo que irme - pensaba el lobo, mientras recogiendo las pocas posesiones que traía consigo, se alistaba para salir del cuarto en pocos segundos- Joder- exclamó contra el destino y abriendo la puerta empezó a caminar hacia los vagones de segunda clase, estaba solo a 20 metros de la puerta que separaba ambos lugares, lo tenia que lograr, confiaba en que lo haría. La puerta profirió un agudo e incomodo sonido mientras se cerraba, el guarda flaco y espigado empezó a caminar hacia mi, sentía como sus pasos se acercaban con mayor velocidad a los míos, de pronto cuando estaba a una corta distancia se detuvo, igual lo hice yo por un par de segundos, volteé hacia atrás y vi como analizaba de pies a cabeza mi abandonada habitación. Seguí caminando, sabía que no encontraría nada allí, sonreí mientras pude, por que un cacófono sonido salió de su boca.
- Alto ahí – Vocifero enfadado el hombre tras de mí, comenzando nuevamente su marcha hacía mi posición.
- No lo creo, tengo que ir a un lugar… - Exclame casi en susurro mientras comenzaba a correr.
El hombre comenzó a perseguirme, sus largas piernas le ayudaron a acortar la distancia pero cuando entramos a segunda clase, su largo tamaño le impidió seguirme entre las personas que enfadadas comenzaron a alegar con él. Aproveche entonces para sacarme mi chaqueta y continuar hacía los vagones donde se encontraban las personas más pobres de Francia o aquellas cuya raza no era aceptada por los caucásicos dictadores.

Pronto me vi envuelto en un juego gitano, una de sus marañas para enredar a la gente noble y honrada robándoles lo poco que tenían, mientras sus pequeños los entretenían con diversos trucos, ellos me conocían y aunque los niños me veían como un potencial objetivo, los mayores temían su muerte bajo mis garras, sin embargo al lado contrario observe a una joven dama, estaba tan embelesada y enternecida por los pequeños, que poco se dio cuenta como le habían robado el dinero. Suspire enojado y fui en busca del intrépido ladrón, desapareciendo de la vista de todos para cuando termino el show. Cuando lo encontré, me devolvió aquello que había robado, su mirada temerosa pero con rabia la sentía hasta la médula. De pronto llegó uno de los pequeños, y observando como tomaba aquello que había robado corrió hacia mi pierna pegándome con toda su fuerza. Por un momento el lobo se enojo y levanto su mano contra el pequeño, pero una voz acallo su instinto.
- No, por favor es solo un pequeño que no entiende mucho de la vida- Exclamo con los ojos llorosos el joven gitano- Es mi hermano, máteme a mi, pero perdónelo…- Una lagrima bajaba por su mejilla sucia.
- ¿Hoy no comeremos entonces? – Pregunto el pequeño, al escuchar a su hermano y dejándome de golpear se sentó en el piso frustrado, mientras tocaba su abdomen que rugía con más fuerza que sus anteriores golpes.
Solté al joven y tomando la bolsa con el dinero de la dama me aleje, solo volteé para darles lo que me quedaba de la paga después de comprar el boleto de primera clase, aquel dinero me traía mala suerte y a decir verdad, ya era un hombre rico.
- No lo malgasten y no vuelvan a hacer una estupidez en mi presencia - les grite desde lejos mientras lo tiraba a las manos del joven gitano.
- Gracias - dijo al abrir la bolsa y encontrar tal cantidad de dinero – Que su Dios se lo pague – recalco antes de que desapareciera de su vista.

Encontré rápidamente a la dama y acercándome hacia ella desde la espalda, toque su hombro.
- Buenos días, hermosa joven – Exclame, mientras detenía nuestros pasos - Esto es suyo, por favor no confié en…- afirmaba mientras observe al gordo guarda acercándose hacia mi dirección con la vista en la libreta. Sin pensarlo dos veces empuje a la joven hacia el baño, entrando con ella y cerrando con seguro- No, le haré nada malo - Susurre mientras cubría su boca – solo deme un momento para explicarle…

A donde vaya, quizá no me encuentres.... ~Desmond Allighari~

A donde vaya, quizá no me encuentres.... ~Desmond Allighari~

Re: A donde vaya, quizá no me encuentres.... ~Desmond Allighari~