AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Conociendo lo desconocido. |Desmond Allighari|
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Conociendo lo desconocido. |Desmond Allighari|
Nunca pensaba antes de hacer las cosas, por lo mismo, siempre solía verse en medio de líos , problemas, inconvenientes o mal entendidos. Pero más que preocuparse por aquello, le gustaba, darle un tanto de emoción a su vida, era el pilar fundamental para despertar el día a día y no estar solamente entre la corona de su rey y las obligaciones que debía mandar a alguien más.
¿Vida fácil? Ella no la conocía y no esperaba hacerlo tampoco.
Se daba paso entre las calles parisinas de momento que una melodía ahogaba sus pensamientos a cada tic-tic-tic que marcaban sus tacones contra el frío asfalto del suelo; No le importaba nada más que solo un paseo nocturno, quizás ver a un vagabundo que le contara la historia de su vida, de como llego allí o que se burlara de su estruendoso peinado.
Aunque siempre se quejaba por lo mismo, sus ayudantes le hacían el trabajo hasta antes de que ella despertara; Su cabello amanecía de esa forma; Realmente alto, bien formado y de formas diferentes dependiendo de como estuviese el día.
"Menuda jodería, una perdida de tiempo en todo esto"... Esas eran las típicas palabras que mascullaba siempre que se veía al espejo y que su cabeza comenzaba a doler de forma permanente.
Entro por unos de los callejones más oscuros de la ciudad, asomo su cabeza antes de su cuerpo; Solo buscaba soledad y allí parecía estarlo.
Levando los falsos de su vestido adelantando el camino hasta la negra sombra que dejaba una de las casas más antiguas y grandes de la ciudad. Siempre la quiso comprar, recorrerla por dentro o simplemente conocerla. ¿Hoy era la noche perfecta, no?
Sobre el pórtico de esta dejo sus tacones, le incomodaría de seguro en un lugar tan antiguo como el que iría a visitar.
La puerta dejo un horrible sonido mientras se abría y mucho más al cerrarla a sus espaldas; Estaba todo completamente oscuro; Pero la oscuridad jamas le causo miedo, solo sospechas. Por lo mismo, en instinto a la curiosidad que la embargaba comenzó a dar cortos pasos, con sus brazos extendidos a cada lado, tocando extremo a extremo de las paredes que la rodeaban en lo que parecía un pasillo interminable.
Al final de este se hallaba una escalera, en mal estado o eso suponía por la sinfonía de crujidos que esta dejaba cuando sus pies descalzos le tomaban forma para subir.
Ya sobre el segundo piso, su vista se agudizo un poco más. La luz de la luna le dejaba ver entre los huecos de ese techo en mal estados; Un par de alcobas, un comedor a lo lejos y en el fondo de lo que era un nuevo pasillo, parecía reconocer la habitación del baño. Por extraño que sonara, ese lugar fue el más llamo su atención.
Volvió a caminar a ciegas hasta llegar a ese lugar; La luz de los faroles daba justo por la pequeña ventana iluminando el estrecho cuarto de baño; Giro su cuerpo sintiendo como su vestido se rasgaba con una madera suelta de la pared y su reflejo se veía contra un espejo trizado.
Su cabello, enorme y alto, fue lo primero que pudo ver con claridad; Luego, como segundo, noto su rostro entre todos esos adornos- Pero que carajo... -Extendió sus manos y comenzó a sacar uno a uno los accesorios que hacían ver voluminoso su oscura cabellera.
Al pasar largos y silencioso minutos logro lo que deseaba, dejar suelta esta melena que llegaba casi hasta sus caderas. Ahora si, ahora parecía una chica cualquiera, de clase baja, como esas que la solían maquilla y servirle el desayuno por las mañanas.
El ruido ensordecedor de la puerta cerrar en el piso inferior, la hizo cerrar de golpe la puerta del baño, se cargo sobre la misma y tomo aire, para que su corazón dejara de latir como un loco- Mierda, mierda, mierda- Susurro para ella, esperando que solo el viendo hubiera movido esa puerta.
¿Vida fácil? Ella no la conocía y no esperaba hacerlo tampoco.
Se daba paso entre las calles parisinas de momento que una melodía ahogaba sus pensamientos a cada tic-tic-tic que marcaban sus tacones contra el frío asfalto del suelo; No le importaba nada más que solo un paseo nocturno, quizás ver a un vagabundo que le contara la historia de su vida, de como llego allí o que se burlara de su estruendoso peinado.
Aunque siempre se quejaba por lo mismo, sus ayudantes le hacían el trabajo hasta antes de que ella despertara; Su cabello amanecía de esa forma; Realmente alto, bien formado y de formas diferentes dependiendo de como estuviese el día.
"Menuda jodería, una perdida de tiempo en todo esto"... Esas eran las típicas palabras que mascullaba siempre que se veía al espejo y que su cabeza comenzaba a doler de forma permanente.
Entro por unos de los callejones más oscuros de la ciudad, asomo su cabeza antes de su cuerpo; Solo buscaba soledad y allí parecía estarlo.
Levando los falsos de su vestido adelantando el camino hasta la negra sombra que dejaba una de las casas más antiguas y grandes de la ciudad. Siempre la quiso comprar, recorrerla por dentro o simplemente conocerla. ¿Hoy era la noche perfecta, no?
Sobre el pórtico de esta dejo sus tacones, le incomodaría de seguro en un lugar tan antiguo como el que iría a visitar.
La puerta dejo un horrible sonido mientras se abría y mucho más al cerrarla a sus espaldas; Estaba todo completamente oscuro; Pero la oscuridad jamas le causo miedo, solo sospechas. Por lo mismo, en instinto a la curiosidad que la embargaba comenzó a dar cortos pasos, con sus brazos extendidos a cada lado, tocando extremo a extremo de las paredes que la rodeaban en lo que parecía un pasillo interminable.
Al final de este se hallaba una escalera, en mal estado o eso suponía por la sinfonía de crujidos que esta dejaba cuando sus pies descalzos le tomaban forma para subir.
Ya sobre el segundo piso, su vista se agudizo un poco más. La luz de la luna le dejaba ver entre los huecos de ese techo en mal estados; Un par de alcobas, un comedor a lo lejos y en el fondo de lo que era un nuevo pasillo, parecía reconocer la habitación del baño. Por extraño que sonara, ese lugar fue el más llamo su atención.
Volvió a caminar a ciegas hasta llegar a ese lugar; La luz de los faroles daba justo por la pequeña ventana iluminando el estrecho cuarto de baño; Giro su cuerpo sintiendo como su vestido se rasgaba con una madera suelta de la pared y su reflejo se veía contra un espejo trizado.
Su cabello, enorme y alto, fue lo primero que pudo ver con claridad; Luego, como segundo, noto su rostro entre todos esos adornos- Pero que carajo... -Extendió sus manos y comenzó a sacar uno a uno los accesorios que hacían ver voluminoso su oscura cabellera.
Al pasar largos y silencioso minutos logro lo que deseaba, dejar suelta esta melena que llegaba casi hasta sus caderas. Ahora si, ahora parecía una chica cualquiera, de clase baja, como esas que la solían maquilla y servirle el desayuno por las mañanas.
El ruido ensordecedor de la puerta cerrar en el piso inferior, la hizo cerrar de golpe la puerta del baño, se cargo sobre la misma y tomo aire, para que su corazón dejara de latir como un loco- Mierda, mierda, mierda- Susurro para ella, esperando que solo el viendo hubiera movido esa puerta.
Aletza Lohman- Realeza Rumana
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Localización : Donde haya música, allí estará
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Re: Conociendo lo desconocido. |Desmond Allighari|
Conociendo lo desconocido.
❛❛ Tal vez la luna fortalezca mi cuerpo, tal vez el vino alivie mi espíritu, tal vez la esperanza forje mi puño, pero es tu amor.... solo tu amor lo que me mantiene con vida ❜❜
► Otoño, Francia 1803. ►Callejones. ► 12:00 a.m. ► Aletza Lohman. ► Encuentro Inesperado. ► El cuervo. |
“Tal vez la luna fortalezca mi cuerpo, tal vez el vino alivie mi espíritu, tal vez la esperanza forje mi puño, pero es tu amor.... solo tu amor lo que me mantiene con vida.”
“…Y a lo lejos sonaba una melodía… cuernos y marcha al compás, escudos y el choque de espadas tronaban a la par, y al final 4 estallidos de pólvora entonaban el cantar, una oda de muerte fatua de verdad; mas entre tanto lodo, sangre y lagrimas, una joven mujer se acercaba sin más, muchos la creían ángel, otros demonio, pero todos sabían que aquella dama de capa escarlata voraz, no era más sino la muerte, aquella que siempre te va a encontrar.”
Diario de Desmond Allighari
El lobo malherido terminaba de escribir en su diario, mientras acostado en el catre de aquella gran habitación recordaba el rostro del cuervo, aquello lo exaltaba, no podía entender cuando aquel vampiro había jurado como misión su muerte. Recapitulo entonces su triste y fallida misión, la cual no había sido más que una trampa donde por poco termina su vida. Una bala se alojaba en su hombro, ya negro por la pólvora que había quemado su piel al contacto, ligeras heridas cortantes en su espalda habían convertido su blanca camisa en una ahora de tono escarlata que con el tiempo adoptaba un vino tinto añejo que recordaba la muerte. La respiración del lobo que al llegar era agitada pronto se calmaba y él mismo quedo inmóvil, en un sueño alerta. Si bien había escapado con vida, el cuervo seguía rondando los alrededores en su búsqueda, y en aquel momento… solo por esta vez, el lobo tenía miedo. El tiempo se hacia eterno, incluso a la madrugada el lobo sentía como las horas, los minutos y hasta los segundos marcaban con dolor y angustia su cuerpo, sin embargo tantas heridas lo dejaron exhausto rápidamente y el lobo se desmayó. Pronto perdió la noción del tiempo, apenas se despertaba un par de veces al día en aquella escabrosa y abandonada casa en la cual su instinto lo había llevado. Cuando tuvo fuerzas recorrió la casa, y en busca de comida o agua fue a la vieja y desgastada cocina, que estaba tan vacía como su estomago. La esperanza lo había abandonado y volviendo a la habitación arrebato de la vieja cama la sabana llena de sangre y la coloco en la bañera que esta dispuesta en el centro del baño, no pudo más que suspirar y sin saber lo que ocurriría aquella noche se recostó en la bañera perdiéndose de sus propios sentidos, olvidándose por un momento del mundo… Había decidido que mañana iría al mercado a robar algo para comer, y con ese pensamiento durmió tranquilamente toda la tarde.
De pronto los sonidos le despertaron, observo hacia la ventana que no podía ver y encontró un haz de luna cruzando el suelo, el aroma del cuervo pronto llego a su olfato, la esencia iba y venía torturándolo, encerrándolo en el ansia de encontrar su muerte tempranamente contra un vampiro que aprovecharía la debilidad de su cuerpo. De pronto el crujir agudo de la puerta principal abriéndose lo despertó de su pesadilla y el aroma de una mujer atravesó sus sentidos, el lobo solo podía preguntarse quien sería aquella polizón que en mal momento decidió entrar en la casa equivocada. Se levanto de la bañera con las fuerzas que aún le quedaban, agudizó sus sentidos y pudo sentir como la mujer entraba en la casa, su olor fino y adornado se hacia más claro cada vez y el peligro se sentía menor, después de pocos segundos deduje que se trataba de una dama de alta sociedad, inocente de los peligros del mundo, tal vez aburrida de las responsabilidades de su riqueza o nombre, todo lo normal. Cuando volvía a mi eterno mundo de descanso, recostado sobre la fría bañera sentí como se acercaba más y más hacia donde me encontraba, de pronto el olor del cuervo interrumpió a la par el sonido de sus pasos, y cuando menos pensé me encontré con su espalda mientras otros pasos recorrían la parte externa del lugar. La puerta se cerró súbitamente chillando un cacofono sonido que de seguro había escuchado el cuervo. La observe casi con rabia, pero tuve que calmarme y pensar rápido, de pronto escuche su voz… solo era una niña para mí. Suspire y en un par de segundos me encontré contra su espalda, sentía como el calor emanaba de su cuerpo contra el mio, su esencia recorrió mi mente por milésimas de segundo y decidido la tome. Con mi mano derecha cubrí su boca impidiendo que algún sonido pudiera salir de su boca, con mi brazo izquierdo asegure su cadera contra la mía y paso a paso me dirigí hacia la bañera.
- No le haré nada, se lo aseguro, pero debe saber que ha llegado al lugar equivocado durante un momento que podría poner en peligro su vida. Guarde silencio unos momentos por favor, no haga que el cuervo nos mate a los dos. – susurre a su oído dejándola en la bañera.
No quería soltarla pero no tenía ninguna otra opción, así que tan pronto la solté, lleve mi índice a mi boca, rogándole de esta forma que guardara silencio. Suspire por la impotencia de la escena y cubrí su cuerpo con mi chaqueta rasgada dejando ver la gran mancha de sangre que se encontraba en ella. Pronto me di cuenta que tal maniobra había lesionado mi lesión y mientras me recostaba sobre ella tapándome con la sabana sucia, no tuve más remedio que presionar la herida. La mire sobre mi hombro – Todo pasara pronto, se lo prometo, pero le ruego que por un momento confié en mi, sé que ninguno de los dos quiere morir en este lugar.- le susurre terminando la frase con una sonrisa.
“…Y a lo lejos sonaba una melodía… cuernos y marcha al compás, escudos y el choque de espadas tronaban a la par, y al final 4 estallidos de pólvora entonaban el cantar, una oda de muerte fatua de verdad; mas entre tanto lodo, sangre y lagrimas, una joven mujer se acercaba sin más, muchos la creían ángel, otros demonio, pero todos sabían que aquella dama de capa escarlata voraz, no era más sino la muerte, aquella que siempre te va a encontrar.”
Diario de Desmond Allighari
El lobo malherido terminaba de escribir en su diario, mientras acostado en el catre de aquella gran habitación recordaba el rostro del cuervo, aquello lo exaltaba, no podía entender cuando aquel vampiro había jurado como misión su muerte. Recapitulo entonces su triste y fallida misión, la cual no había sido más que una trampa donde por poco termina su vida. Una bala se alojaba en su hombro, ya negro por la pólvora que había quemado su piel al contacto, ligeras heridas cortantes en su espalda habían convertido su blanca camisa en una ahora de tono escarlata que con el tiempo adoptaba un vino tinto añejo que recordaba la muerte. La respiración del lobo que al llegar era agitada pronto se calmaba y él mismo quedo inmóvil, en un sueño alerta. Si bien había escapado con vida, el cuervo seguía rondando los alrededores en su búsqueda, y en aquel momento… solo por esta vez, el lobo tenía miedo. El tiempo se hacia eterno, incluso a la madrugada el lobo sentía como las horas, los minutos y hasta los segundos marcaban con dolor y angustia su cuerpo, sin embargo tantas heridas lo dejaron exhausto rápidamente y el lobo se desmayó. Pronto perdió la noción del tiempo, apenas se despertaba un par de veces al día en aquella escabrosa y abandonada casa en la cual su instinto lo había llevado. Cuando tuvo fuerzas recorrió la casa, y en busca de comida o agua fue a la vieja y desgastada cocina, que estaba tan vacía como su estomago. La esperanza lo había abandonado y volviendo a la habitación arrebato de la vieja cama la sabana llena de sangre y la coloco en la bañera que esta dispuesta en el centro del baño, no pudo más que suspirar y sin saber lo que ocurriría aquella noche se recostó en la bañera perdiéndose de sus propios sentidos, olvidándose por un momento del mundo… Había decidido que mañana iría al mercado a robar algo para comer, y con ese pensamiento durmió tranquilamente toda la tarde.
De pronto los sonidos le despertaron, observo hacia la ventana que no podía ver y encontró un haz de luna cruzando el suelo, el aroma del cuervo pronto llego a su olfato, la esencia iba y venía torturándolo, encerrándolo en el ansia de encontrar su muerte tempranamente contra un vampiro que aprovecharía la debilidad de su cuerpo. De pronto el crujir agudo de la puerta principal abriéndose lo despertó de su pesadilla y el aroma de una mujer atravesó sus sentidos, el lobo solo podía preguntarse quien sería aquella polizón que en mal momento decidió entrar en la casa equivocada. Se levanto de la bañera con las fuerzas que aún le quedaban, agudizó sus sentidos y pudo sentir como la mujer entraba en la casa, su olor fino y adornado se hacia más claro cada vez y el peligro se sentía menor, después de pocos segundos deduje que se trataba de una dama de alta sociedad, inocente de los peligros del mundo, tal vez aburrida de las responsabilidades de su riqueza o nombre, todo lo normal. Cuando volvía a mi eterno mundo de descanso, recostado sobre la fría bañera sentí como se acercaba más y más hacia donde me encontraba, de pronto el olor del cuervo interrumpió a la par el sonido de sus pasos, y cuando menos pensé me encontré con su espalda mientras otros pasos recorrían la parte externa del lugar. La puerta se cerró súbitamente chillando un cacofono sonido que de seguro había escuchado el cuervo. La observe casi con rabia, pero tuve que calmarme y pensar rápido, de pronto escuche su voz… solo era una niña para mí. Suspire y en un par de segundos me encontré contra su espalda, sentía como el calor emanaba de su cuerpo contra el mio, su esencia recorrió mi mente por milésimas de segundo y decidido la tome. Con mi mano derecha cubrí su boca impidiendo que algún sonido pudiera salir de su boca, con mi brazo izquierdo asegure su cadera contra la mía y paso a paso me dirigí hacia la bañera.
- No le haré nada, se lo aseguro, pero debe saber que ha llegado al lugar equivocado durante un momento que podría poner en peligro su vida. Guarde silencio unos momentos por favor, no haga que el cuervo nos mate a los dos. – susurre a su oído dejándola en la bañera.
No quería soltarla pero no tenía ninguna otra opción, así que tan pronto la solté, lleve mi índice a mi boca, rogándole de esta forma que guardara silencio. Suspire por la impotencia de la escena y cubrí su cuerpo con mi chaqueta rasgada dejando ver la gran mancha de sangre que se encontraba en ella. Pronto me di cuenta que tal maniobra había lesionado mi lesión y mientras me recostaba sobre ella tapándome con la sabana sucia, no tuve más remedio que presionar la herida. La mire sobre mi hombro – Todo pasara pronto, se lo prometo, pero le ruego que por un momento confié en mi, sé que ninguno de los dos quiere morir en este lugar.- le susurre terminando la frase con una sonrisa.
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Desmond Allighari- Licántropo Clase Media
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Re: Conociendo lo desconocido. |Desmond Allighari|
Su mirada en el espejo ser perdía cual infante buscaba entre la multitud la mano fraternal que le daba la solución a su pequeño problema, el no perderse entre extraños.
Eso buscaba ahora, el no perderse... Aunque si bien la comparación la llevaba a un final unido, ella solo no quería perderse entre lo que tenia en mente y lo que estaba afuera.
Solo eran cuatro paredes en mal estado, las que le daban protección de lo que fuese que ahora le acompañaba dentro de esa casa abandonada.
Son esos momentos en los que hace retrospectiva y piensa ¿Por qué he entrado? ¿Que hago acá? Una duquesa, con el vestido rasgado, los cabellos revuelto y descalza en una de las casas, mas roñosas de París. Perfecto, linda forma de morir, de ser atacada o asaltada por un par de rufianes que quizás solo entraban a embriagarse en uno de los lugares más recónditos, donde nunca encontrarían a alguien como ella, pues... ¿Que debía hacer ella allí?.
Pero se vio silenciada cuando intento gritar tras la sorpresa de una mano masculina que sellaba sus labios con firmeza, intento correr lejos, pero sus caderas estaban aferradas al pecho de este mismo sujeto que la tenia prisionera de sus fuertes brazos.
Puso resistencia, como la chica terca que era, revoloteo sus pies, sus manos se movían con desenfreno hasta caer en cuenta que solo ella era culpable de su destino, se busco entrar en un lugar solitario y jamas pensó tener visita en el cuarto de baño abandonado.
Presiono sus labios contra los mismos y cerro sus ojos mientras una lagrima recorría por su mejilla hasta humedecer sus labios, el joven hablaba, mientras ella se veía un manojo de nervios que no lograba socavar con exactitud lo que el intentaba explicarle; Recién en el ultima linea de su frase se conecto y guardo la calma. No del todo, pero hizo caso de sus peticiones ¿Un cuervo? Bien, eso era raro, pero siempre al hallarse con un loco, se debía asentir y dar la razón, jamas llevarle la contraria.
Su cuerpo ahora se hallaba contra la porcelana fría de la cual estaba compuesta esa bañera, sus ojos cerrados y las manos cerradas en puño con todas sus fuerzas. Tomaba grandes bocanadas de aire, esperando que ese chico no la volviera a tocar, que se alejara una vez que la tenia tendida en esa posición.
Pero cómo los cuentos de hadas no existen, y ella no contaba con mucha suerte su nuevo acompañante se posaba sobre ella dentro de esa diminuta bañera, donde claro estaba, no cabían dos personas y mucho menos si se contaba lo fornido extrañamente grande que era este tipo.
Gruño levemente en cuanto la situación se torna un tanto incomoda escuchando un par de ruidos sobre la planta inferior, allí recién ella cayo en cuenta que quizás él, no era su mayor peligro, quizás la cosa, o la persona de la que él huía era de lo que ahora ella también debía huir.
Él sacaba una chaqueta sucia y rasgada, sus ojos se abrieron de par en par cuando una mancha de sangre fui lo primero que pudo notar en esta prenda poco sutil, lo vio de reojo y cuando estaba a solo de segundos de soltar un grito para alejarlo de ella, el nuevamente cubrió sus labios pero de forma mas adecuada indicando que guardara el silencio que antes le había pedido.
Cerro los ojos, frunció los labios y giro su rostro en dirección contraria a la suya, mientras lo escuchaba hablar, quería que el momento pasara rápido, que ambos no se dieran cuenta cuando ya estaban fuera de peligro, para poder tomar parte de huida y alejarse de esa casa.
Lo escuchaba hablar con atención, sin chistar, sin demostrar facciones en su rostro que le enseñaran a él que le entendía o que simplemente le estaba poniendo atención a sus dichos, solo se que inerte bajo su cuerpo sintiendo como parte de su propio torso se humedecía de forma extrañaba; Con ambas manos sobre el pecho de este anónimo lo alzo la distancia necesaria para ver esa herida abierta que comenzaba a soltar la sangre necesaria como pata manchar el vestido que ella traía -Joder... Esta herido... -Mascullo casi sin voz en sus dichos, pero gesticulo tan bien sus labios que sabia que el podía entender lo que ella intento denotar en sus palabras de preocupación, algo extraña, pero preocupada por el al fin y al cabo.
Bajo una de sus manos hasta el torso de ese chico; Dentro de la realeza, ella se destacaba por tener esos dotes de sanación, de ayuda a otros, por lo que alzando sus cejas, intento hacerle entender que esto le dolería solo un poco; Impuso presión sobre esa herida, cortando el flujo de su sangre quedándose en completa inmovilidad para así, no seguir movimientos precipitados, mismos que el evitaba para que ese supuesto "Cuervo" no les siguiese..
Eso buscaba ahora, el no perderse... Aunque si bien la comparación la llevaba a un final unido, ella solo no quería perderse entre lo que tenia en mente y lo que estaba afuera.
Solo eran cuatro paredes en mal estado, las que le daban protección de lo que fuese que ahora le acompañaba dentro de esa casa abandonada.
Son esos momentos en los que hace retrospectiva y piensa ¿Por qué he entrado? ¿Que hago acá? Una duquesa, con el vestido rasgado, los cabellos revuelto y descalza en una de las casas, mas roñosas de París. Perfecto, linda forma de morir, de ser atacada o asaltada por un par de rufianes que quizás solo entraban a embriagarse en uno de los lugares más recónditos, donde nunca encontrarían a alguien como ella, pues... ¿Que debía hacer ella allí?.
Pero se vio silenciada cuando intento gritar tras la sorpresa de una mano masculina que sellaba sus labios con firmeza, intento correr lejos, pero sus caderas estaban aferradas al pecho de este mismo sujeto que la tenia prisionera de sus fuertes brazos.
Puso resistencia, como la chica terca que era, revoloteo sus pies, sus manos se movían con desenfreno hasta caer en cuenta que solo ella era culpable de su destino, se busco entrar en un lugar solitario y jamas pensó tener visita en el cuarto de baño abandonado.
Presiono sus labios contra los mismos y cerro sus ojos mientras una lagrima recorría por su mejilla hasta humedecer sus labios, el joven hablaba, mientras ella se veía un manojo de nervios que no lograba socavar con exactitud lo que el intentaba explicarle; Recién en el ultima linea de su frase se conecto y guardo la calma. No del todo, pero hizo caso de sus peticiones ¿Un cuervo? Bien, eso era raro, pero siempre al hallarse con un loco, se debía asentir y dar la razón, jamas llevarle la contraria.
Su cuerpo ahora se hallaba contra la porcelana fría de la cual estaba compuesta esa bañera, sus ojos cerrados y las manos cerradas en puño con todas sus fuerzas. Tomaba grandes bocanadas de aire, esperando que ese chico no la volviera a tocar, que se alejara una vez que la tenia tendida en esa posición.
Pero cómo los cuentos de hadas no existen, y ella no contaba con mucha suerte su nuevo acompañante se posaba sobre ella dentro de esa diminuta bañera, donde claro estaba, no cabían dos personas y mucho menos si se contaba lo fornido extrañamente grande que era este tipo.
Gruño levemente en cuanto la situación se torna un tanto incomoda escuchando un par de ruidos sobre la planta inferior, allí recién ella cayo en cuenta que quizás él, no era su mayor peligro, quizás la cosa, o la persona de la que él huía era de lo que ahora ella también debía huir.
Él sacaba una chaqueta sucia y rasgada, sus ojos se abrieron de par en par cuando una mancha de sangre fui lo primero que pudo notar en esta prenda poco sutil, lo vio de reojo y cuando estaba a solo de segundos de soltar un grito para alejarlo de ella, el nuevamente cubrió sus labios pero de forma mas adecuada indicando que guardara el silencio que antes le había pedido.
Cerro los ojos, frunció los labios y giro su rostro en dirección contraria a la suya, mientras lo escuchaba hablar, quería que el momento pasara rápido, que ambos no se dieran cuenta cuando ya estaban fuera de peligro, para poder tomar parte de huida y alejarse de esa casa.
Lo escuchaba hablar con atención, sin chistar, sin demostrar facciones en su rostro que le enseñaran a él que le entendía o que simplemente le estaba poniendo atención a sus dichos, solo se que inerte bajo su cuerpo sintiendo como parte de su propio torso se humedecía de forma extrañaba; Con ambas manos sobre el pecho de este anónimo lo alzo la distancia necesaria para ver esa herida abierta que comenzaba a soltar la sangre necesaria como pata manchar el vestido que ella traía -Joder... Esta herido... -Mascullo casi sin voz en sus dichos, pero gesticulo tan bien sus labios que sabia que el podía entender lo que ella intento denotar en sus palabras de preocupación, algo extraña, pero preocupada por el al fin y al cabo.
Bajo una de sus manos hasta el torso de ese chico; Dentro de la realeza, ella se destacaba por tener esos dotes de sanación, de ayuda a otros, por lo que alzando sus cejas, intento hacerle entender que esto le dolería solo un poco; Impuso presión sobre esa herida, cortando el flujo de su sangre quedándose en completa inmovilidad para así, no seguir movimientos precipitados, mismos que el evitaba para que ese supuesto "Cuervo" no les siguiese..
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Re: Conociendo lo desconocido. |Desmond Allighari|
“La piel de una mujer es fría, tersa y fuerte, es la inconclusa imperfección de un trabajo dejado a medias, es la común ordinariez de la incompleta fusión de las almas… por que un día fueron uno y no dos, por que una vez vivieron ambos en el mismo cuerpo. Sin embargo tan vulgar falla, se transforma en la cálida, suave y fina manta que abraza con cariño y amor entrañable el corazón del hombre, que tranquiliza su alma y alimenta a caricias su espíritu que se cree indómito. “
El joven lobo descansaba sobre el cálido cuerpo de la dama, sus pensamientos desvariaban mientras el dolor se adueñaba de su cuerpo, aquel dolor para él, era ya bastante común, después de todo servir al ejercito y ser mercenario era un trabajo arriesgado, del cual lo menos que se esperaba eran heridas de guerra. Sin embargo por un momento dejo las preocupaciones, se olvido del dolor, se olvido del cuerpo, se olvido de la fría e incomoda bañera en la cual no cabían los dos escondidos, entonces miro a la dama y volvió a sonreírle sin conocer la razón de por que lo hacía, se puso nervioso ante tan improvisado acto y sus mejillas tomaron el color de un tomate, volteo nuevamente la mirada, haciéndose el tonto, tratando de evadir culpa alguna por su sonrisa, y cuando pudo calmarse volvió a mirarla, después de todo pensaba que si era el día de su muerte, lo mejor que podía era disfrutar del panorama que proporcionaba la belleza de esta mujer. Sin embargo los ruidos de un ser subiendo la escalera le arrebataron sus anteriores pensamientos y lo llevaron de nuevo al estado alerta en el que se encontraba, la mano de la mujer sobre la herida empeoraba el dolor, sin embargo al presionarla salía mucha menos sangre y la regeneración del licántropo se aceleraba conforme a ello. Cerro los ojos y dejo caer el peso de su cuerpo, ahora toda su concentración, toda su energía había sido derivada a su olfato, a sus oídos, tratando de asegurar el lugar, intentando adelantarse a los movimientos de tan temido enemigo.
Sin embargo, varias voces empezaron a disipar el silencio tan abrumador que se vivía hasta ese entonces, al parecer su jefe los llamaba y aquel día, sin importar la terquedad de su enemigo casi victorioso, debía atender dicho llamado. Sentí como sus dientes rechinaban, su respiración torpe y brusca, pero al final solo un suspiro de resignación, para mi suerte, parecía ser que aquel hombre había perdido mi rastro y ante el inoportuno llamado, al cual no debía hacer caso omiso, se había resignado al fin, a darme unos días más de vida. Durante unos minutos, después de que se fueran me mantuve en silencio, esperando quizá despertar de este sueño donde mi mala suerte me había hecho una buena jugada, y esta vez yo salía vencedor ante el destino incierto. Claro, era verdad que estaba cansado, herido y que probablemente mi cuerpo tardara unos días en regenerarse, mas sin embargo estaba con esta nueva dama, recuerdo mi sonrisa ante los pervertidos pensamientos que en pocos segundos transcurrieron por mi mente cuando al fin me di cuenta de la posición en la que estábamos. El lobo estaba casi muerto, su cuerpo no daba para más, se intento levantar nuevamente, pero no pudo, así que se acercó un poco más a la dama, coloco su rostro contra su hombro, y tomando fuerzas exclamo en susurro a su oído.
- Pronto estaremos a salvo, ya que sea el amanecer podremos salir de este tétrico lugar, y nuestros rostros una vez más serán desconocidos para el otro.
Terminando de decir esto y por la gravedad de la hemorragia que había sufrido, el lobo cayo sobre ella, su cuerpo inerte de movimiento durmió recostado sobre la cálida piel de la dama, en una posición por demás incomoda, pero que le generaba la confianza y la paz, que solo las mujeres podían brindar. Pronto amanecería y el cuervo estaría bastante lejos, tanto para así poder volver a cualquiera de sus guaridas aún más secretas y tomarse un tiempo para sanar sus heridas, reflexionar sus errores y no volver a caer en las artimañas y estratagemas de su brutal e insolente enemigo.
El joven lobo descansaba sobre el cálido cuerpo de la dama, sus pensamientos desvariaban mientras el dolor se adueñaba de su cuerpo, aquel dolor para él, era ya bastante común, después de todo servir al ejercito y ser mercenario era un trabajo arriesgado, del cual lo menos que se esperaba eran heridas de guerra. Sin embargo por un momento dejo las preocupaciones, se olvido del dolor, se olvido del cuerpo, se olvido de la fría e incomoda bañera en la cual no cabían los dos escondidos, entonces miro a la dama y volvió a sonreírle sin conocer la razón de por que lo hacía, se puso nervioso ante tan improvisado acto y sus mejillas tomaron el color de un tomate, volteo nuevamente la mirada, haciéndose el tonto, tratando de evadir culpa alguna por su sonrisa, y cuando pudo calmarse volvió a mirarla, después de todo pensaba que si era el día de su muerte, lo mejor que podía era disfrutar del panorama que proporcionaba la belleza de esta mujer. Sin embargo los ruidos de un ser subiendo la escalera le arrebataron sus anteriores pensamientos y lo llevaron de nuevo al estado alerta en el que se encontraba, la mano de la mujer sobre la herida empeoraba el dolor, sin embargo al presionarla salía mucha menos sangre y la regeneración del licántropo se aceleraba conforme a ello. Cerro los ojos y dejo caer el peso de su cuerpo, ahora toda su concentración, toda su energía había sido derivada a su olfato, a sus oídos, tratando de asegurar el lugar, intentando adelantarse a los movimientos de tan temido enemigo.
Sin embargo, varias voces empezaron a disipar el silencio tan abrumador que se vivía hasta ese entonces, al parecer su jefe los llamaba y aquel día, sin importar la terquedad de su enemigo casi victorioso, debía atender dicho llamado. Sentí como sus dientes rechinaban, su respiración torpe y brusca, pero al final solo un suspiro de resignación, para mi suerte, parecía ser que aquel hombre había perdido mi rastro y ante el inoportuno llamado, al cual no debía hacer caso omiso, se había resignado al fin, a darme unos días más de vida. Durante unos minutos, después de que se fueran me mantuve en silencio, esperando quizá despertar de este sueño donde mi mala suerte me había hecho una buena jugada, y esta vez yo salía vencedor ante el destino incierto. Claro, era verdad que estaba cansado, herido y que probablemente mi cuerpo tardara unos días en regenerarse, mas sin embargo estaba con esta nueva dama, recuerdo mi sonrisa ante los pervertidos pensamientos que en pocos segundos transcurrieron por mi mente cuando al fin me di cuenta de la posición en la que estábamos. El lobo estaba casi muerto, su cuerpo no daba para más, se intento levantar nuevamente, pero no pudo, así que se acercó un poco más a la dama, coloco su rostro contra su hombro, y tomando fuerzas exclamo en susurro a su oído.
- Pronto estaremos a salvo, ya que sea el amanecer podremos salir de este tétrico lugar, y nuestros rostros una vez más serán desconocidos para el otro.
Terminando de decir esto y por la gravedad de la hemorragia que había sufrido, el lobo cayo sobre ella, su cuerpo inerte de movimiento durmió recostado sobre la cálida piel de la dama, en una posición por demás incomoda, pero que le generaba la confianza y la paz, que solo las mujeres podían brindar. Pronto amanecería y el cuervo estaría bastante lejos, tanto para así poder volver a cualquiera de sus guaridas aún más secretas y tomarse un tiempo para sanar sus heridas, reflexionar sus errores y no volver a caer en las artimañas y estratagemas de su brutal e insolente enemigo.
Desmond Allighari- Licántropo Clase Media
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Re: Conociendo lo desconocido. |Desmond Allighari|
Eran esos momentos en los cuales pensaba en porque pasaban las cosas, pero con completa sinceridad, aveces creía haber hecho algo mal en su vida, pues siempre se hallaba contra problemas y mas problemas ¿Que había hecho? No tenía ni la más jodida idea, pero algo muy malo debió haber sido, quizás en el pasado, en una vida pasada, o algo de lo que jamás llego a darse cuenta. La realeza aveces la llevaba a hacer cosas que no quería, tratar mal a personas que no lo merecen, pero el imponer respeto la lleva a forzar un carácter fuerte y algo hijueputa para ser sincera, lo sabía, ahora lo sabía, por lo que se obligaba a pensar que todo aquello lo merecía.
La sensación de miedo recorría cada parte de su cuerpo, erizaba su piel por lo completo, mientras su vientre se contraria para reprimir ese grito de ahogamiento que guardaba en su garganta, no era una miedosa, pero se hallaba bajo el cuerpo de un extraño, huyendo de quizás que cosa. Quizás y solo quizás, eran los buenos quienes lo seguían y él era un maldito fugitivo, un delincuente que intentaba huir de la justicia como muchos otros con los que se había encontrado en el pasado, fingían ser buenos para luego llegar con la sorpresa bajo el brazo.
Un enorme dolor se marco contra su espalda y un gemido afloro de entre sus labios, su ceño se frunció luego que el puente de su nariz se arrugara en forma de desagrado, mientras, mientras él sonreía... Las posibilidades de esa sonrisa eran infinitas, que lo motivaba o movía, ella no lo sabía por lo que frunciendo mucho mas el ceño giro su rostro en otra dirección, al parecer el peligro había pasado y él se relajaba sobre ella, mientras el silencio se hacía sepulcral entre ambos, las cuatros y cohibidas paredes de ese cuarto de baño comenzaban a hacerse un tanto incomodas con ese desconocido.
Puso atención a los dichos que se nombraban a ella y no evito resoplar por lo que más llamo su atención "Ya al amanecer" Osea, ya era de noche, ¿Acaso debía pasar la noche en vela junto a él? Y pensaba, esto jamás se lo creerán entre sus amistades, una duquesa pasando la noche sobre una tina sucia de una cosa abandonada, con su vestido rasgado y los cabellos revueltos casi cómo si se hubiera agarrado a pelear con alguien más.
-¿Enserio esperas que me quede aquí por toda la noche? No, no... Yo me voy... ¿Te puedes mover?- Pero las palabras se tiraban al aire, al parecer que se dormía contra su cuerpo y mayores movimientos no lograba hacer, era menuda, no tenía más fuerza de la que antes imponía y no resultaba para nada; Refunfuño contra su oído y con su mano presionando esa herida que antes sangraba, la retiro llevándola contra la espalda de ese extraño hombre, daba suaves golpes sobre la misma para poder moverlo, pero no lograba nada- Hey, despierta- Murmuro nuevamente, ahora perdía el aire bajo su peso y sus manos lo movían con mucha mas firmeza sin tener respuesta alguna a ese esfuerzo innecesario.
La sensación de miedo recorría cada parte de su cuerpo, erizaba su piel por lo completo, mientras su vientre se contraria para reprimir ese grito de ahogamiento que guardaba en su garganta, no era una miedosa, pero se hallaba bajo el cuerpo de un extraño, huyendo de quizás que cosa. Quizás y solo quizás, eran los buenos quienes lo seguían y él era un maldito fugitivo, un delincuente que intentaba huir de la justicia como muchos otros con los que se había encontrado en el pasado, fingían ser buenos para luego llegar con la sorpresa bajo el brazo.
Un enorme dolor se marco contra su espalda y un gemido afloro de entre sus labios, su ceño se frunció luego que el puente de su nariz se arrugara en forma de desagrado, mientras, mientras él sonreía... Las posibilidades de esa sonrisa eran infinitas, que lo motivaba o movía, ella no lo sabía por lo que frunciendo mucho mas el ceño giro su rostro en otra dirección, al parecer el peligro había pasado y él se relajaba sobre ella, mientras el silencio se hacía sepulcral entre ambos, las cuatros y cohibidas paredes de ese cuarto de baño comenzaban a hacerse un tanto incomodas con ese desconocido.
Puso atención a los dichos que se nombraban a ella y no evito resoplar por lo que más llamo su atención "Ya al amanecer" Osea, ya era de noche, ¿Acaso debía pasar la noche en vela junto a él? Y pensaba, esto jamás se lo creerán entre sus amistades, una duquesa pasando la noche sobre una tina sucia de una cosa abandonada, con su vestido rasgado y los cabellos revueltos casi cómo si se hubiera agarrado a pelear con alguien más.
-¿Enserio esperas que me quede aquí por toda la noche? No, no... Yo me voy... ¿Te puedes mover?- Pero las palabras se tiraban al aire, al parecer que se dormía contra su cuerpo y mayores movimientos no lograba hacer, era menuda, no tenía más fuerza de la que antes imponía y no resultaba para nada; Refunfuño contra su oído y con su mano presionando esa herida que antes sangraba, la retiro llevándola contra la espalda de ese extraño hombre, daba suaves golpes sobre la misma para poder moverlo, pero no lograba nada- Hey, despierta- Murmuro nuevamente, ahora perdía el aire bajo su peso y sus manos lo movían con mucha mas firmeza sin tener respuesta alguna a ese esfuerzo innecesario.
Aletza Lohman- Realeza Rumana
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Re: Conociendo lo desconocido. |Desmond Allighari|
Durante poco tiempo el lobo cayo placidamente dormido contra el cuerpo contrario, sintió por primera vez y en mucho tiempo la tranquilidad y el cobijo que el calor del cuerpo de una mujer pueden proporcionar. Aunque nunca lo admitiera el lobo se sentía triste, solo y muchas veces aburrido de aquella vida que aunque de lejos pudiese parecer fácil, se habia convertido en la agonía en vida de siempre estar cerca de la muerte y jamás ser aceptado por tan cruel amante. Y Depronto una ligera ave cruzó el firmamento, tan majestuosa como una princesa, tan elegante como el más fino oficial de caballeria, tan voraz como la misma naturaleza que la había creado, el lobo quedo fascinado, y por un momento no se dio cuenta de que estaba atrapado en su subconsciente... Cuando al fin lo descubrio, encontró un mundo diferente, lleno del color que le faltaba a su gris realidad, encontró miles de aromas diferentes todos al metalico edor de la sangre, encontró una esperanza... No podría decir ni yo mismo, la alegria de Desmond al imaginar nuevamente que un mundo así era posible, fuera de todo el peligro, y de toda la maldad, parecía idílico y en su mismo sueño el lobo se sentía un poco patético, pero si bien es cierto que el cielo es azul y el mar inmenso, aquel hombre, aquel lobo queria enamorarse.
Sin embargo como la vida, los sueños no son solo de color rosa, menos cuando la oscuridad y las pesadillas nublan la mente de quien sueña. Una tela oscura de gran envergadura cubrió pronto el cielo y tan hermosa ave cayó al suelo precipitadamente, como si necesitase del mismo sol para poder sobrevivir. Entonces Desmond se dio cuenta del mismo peligro, y pudo olfatear en el aire a la misma muerte y la misma venganza, tenia miedo... aunque quisiera parecer fuerte, era tan débil como siempre lo había sido, depronto sintió aquel mismo dolor que aplastaba poco a poco su corazón. Entonces una lagrima se derramo por la mejilla del gran lobo que ahora tenia miedo como un niño, que ahora sentía su propia y endeble humanidad. Un fuerte dolor logro abstraerlo por un segundo de su nuevo mundo, y el lobo se encontro sangrando nuevamente sobre la bañera por unos segundos antes de caer nuevamente en su sueño, aquel raro fenómeno era más que obligado por su mismo inconsciente que no quería que aquel, viese la misma realidad, sin antes antender a su propia alma. Y fue allí, en pocos segundos, en los cuales despertó al mismo sueño sosteniendo la maravillosa ave entre sus manos, aquella majestuosa ave se había convertido en un hermoso pero débil colibrí...
Por un momento todo en la mente de Desmond se había vuelto negro, y sus pensamientos se anulaban al solo crearse, pero depronto el frío mismo que entraba en forma de ventisca por aquellas paredes mal construidas y ya viejas, y el dolor de su herida indirectamente causado por la dama bajo él, le hicierón despertar. Su cuerpo estaba agitado, sentía miedo al despertar y al tan solo verla se levanto rapidamente cayendo de la bañera contra el suelo. El no recordaba en ese momento todo lo que había sucedido, y sin embargo se acerco a ella, sin saber la razón, sin conocerla, algo dentro de sí mismo lo empujo contra la desconocida. Con cada paso recordaba más y más, todo lo sucedido...
- Hola - Exclamo, sin saber que más decir... el lobo nunca fue bueno con las palabras, y tampoco tuvo mucho tiempo para practicarlas con las chicas, en realidad jamás había tenido tiempo de platicar con ninguna mujer, despues de todo desde joven se habia dedicado a la guerra - Soy... Soy Desmond - su voz sonaba quebrada, por lo cual trató de aclararla - disculpe todo, no soy buen hombre, tampoco malo, pero aquellas personas son tal vez lo peor de este mundo - sonrio nervioso al ver sus ojos.
El lobo cojió una vieja y desmembrada cortina y la apreto la herida, para evitar que saliera más sangre de su cuerpo, estaba esperando a que se fuera o se quedara, pero no aguantaba las ganas de seguir hablandole, y con un atisbo de valentía, volvió a acercarse.
- Disculpeme por todo, nunca corrió peligro, Puede irse si así lo desea, yo debo quedarme hasta que amanezca, pero antes.. - suspiro - queria decirle que es usted muy bonita...
Sin embargo como la vida, los sueños no son solo de color rosa, menos cuando la oscuridad y las pesadillas nublan la mente de quien sueña. Una tela oscura de gran envergadura cubrió pronto el cielo y tan hermosa ave cayó al suelo precipitadamente, como si necesitase del mismo sol para poder sobrevivir. Entonces Desmond se dio cuenta del mismo peligro, y pudo olfatear en el aire a la misma muerte y la misma venganza, tenia miedo... aunque quisiera parecer fuerte, era tan débil como siempre lo había sido, depronto sintió aquel mismo dolor que aplastaba poco a poco su corazón. Entonces una lagrima se derramo por la mejilla del gran lobo que ahora tenia miedo como un niño, que ahora sentía su propia y endeble humanidad. Un fuerte dolor logro abstraerlo por un segundo de su nuevo mundo, y el lobo se encontro sangrando nuevamente sobre la bañera por unos segundos antes de caer nuevamente en su sueño, aquel raro fenómeno era más que obligado por su mismo inconsciente que no quería que aquel, viese la misma realidad, sin antes antender a su propia alma. Y fue allí, en pocos segundos, en los cuales despertó al mismo sueño sosteniendo la maravillosa ave entre sus manos, aquella majestuosa ave se había convertido en un hermoso pero débil colibrí...
Por un momento todo en la mente de Desmond se había vuelto negro, y sus pensamientos se anulaban al solo crearse, pero depronto el frío mismo que entraba en forma de ventisca por aquellas paredes mal construidas y ya viejas, y el dolor de su herida indirectamente causado por la dama bajo él, le hicierón despertar. Su cuerpo estaba agitado, sentía miedo al despertar y al tan solo verla se levanto rapidamente cayendo de la bañera contra el suelo. El no recordaba en ese momento todo lo que había sucedido, y sin embargo se acerco a ella, sin saber la razón, sin conocerla, algo dentro de sí mismo lo empujo contra la desconocida. Con cada paso recordaba más y más, todo lo sucedido...
- Hola - Exclamo, sin saber que más decir... el lobo nunca fue bueno con las palabras, y tampoco tuvo mucho tiempo para practicarlas con las chicas, en realidad jamás había tenido tiempo de platicar con ninguna mujer, despues de todo desde joven se habia dedicado a la guerra - Soy... Soy Desmond - su voz sonaba quebrada, por lo cual trató de aclararla - disculpe todo, no soy buen hombre, tampoco malo, pero aquellas personas son tal vez lo peor de este mundo - sonrio nervioso al ver sus ojos.
El lobo cojió una vieja y desmembrada cortina y la apreto la herida, para evitar que saliera más sangre de su cuerpo, estaba esperando a que se fuera o se quedara, pero no aguantaba las ganas de seguir hablandole, y con un atisbo de valentía, volvió a acercarse.
- Disculpeme por todo, nunca corrió peligro, Puede irse si así lo desea, yo debo quedarme hasta que amanezca, pero antes.. - suspiro - queria decirle que es usted muy bonita...
Desmond Allighari- Licántropo Clase Media
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