Y el ratón fue mas valiente que el león[Privado]

por **Mara Kennie D'Argouges** Vie Mayo 24, 2013 12:17 am

"Levántate una y otra vez hasta que los corderos se conviertan en leones"

Noche especial, cielo estrellado, luna en lo más alto. Bestias despiertas para realizar los más desastrosos actos, mientras la oscuridad de aquel día oscuro los protegía, de las miradas curiosas, de la luz, de la calidad, de su muerte instantánea. Muchas bestias rondaban todos los rincones de parís, Francia y el mundo. Diferentes nombres le habían puesto mientras los años pasaban, hasta que los siglos se hacían presentes, en algunos lugares se habían convertido en dioses, lo cierto era que existían, aunque algunos trataban de mantenerlos como simples leyendas, cuentos que viejos locos contaban a sus nietos para hacerse más interesantes, pues la vejez era cruel y poco a poco todos se olvidaban de ti.

-Vamos a llegar tarde…- se quejo ella con un leve puchero un sus labios. Que hermosa se veía en su pequeño vestido, un vestidito muy sencillo para lo que estaba acostumbrada. Esa noche había dejado atrás los armazones y las faldas pomposas a un lado. La habían vestido con un traje rojo, con un encaje en la parte del cuello, el cual también tenia al final de aquellas largas mangas que daban una forma de campana. El encaje era simplemente hermoso, con varios detalles que ella se podría quedar mirando por horas. En la parte delantera estaba dividido por dos líneas blancas que llegaban hasta la unión de la falda, adornando el final con un lazo blanco. La falda tenía una caída que terminaba con un bordado blanco, pero solamente por adelante, atrás caída normal, con una cinta que procuraba mantenerla siempre en su lugar. La dama de compañía, una señora de unos 30 años, buscaba caminar como la chiquilla se lo pedía, pero le era imposible mantener el paso de aquella energética mujercita.

Deseaba que tuviera cuidado con el borde de su vestido, pues era blanco y había mucho polvo y barro, pero a la niña no le importaba, si se dañaba, podía comprar diez de esos. Cuando le prometían algo, debían cumplirlo, era muy difícil que pudiera cambiar de opinión, esta vez su padre le había prometido dejarla ir al circo para ver una de sus funciones, como cazador que era sabía que era un lugar peligroso, así que tal vez esa sería su única oportunidad de poder ir a apreciar a aquellos interesantes humanos. Había estado en el circo gitano, pero no era un circo como el que la habían llevado. Benlovio no había podido asistir, pero eso no importaba, prefería tener a su lado una dama que a él, pues este era demasiado protector y eso hacia chocar y entrar en discusiones y no quería dañar su velada.

Tenía las mejillas rosadas, su cabello perfectamente arreglado en un moño, con algunos traviesos mechones en su rostro, pero que le daban una apariencia muy infantil y linda. Su cuerpo estaba caliente, así que la señora –acostumbrada a su tacto frio cuando se levantaba- se sentía un poco extrañada de sentir su calidez. Se había alimentado ya, parecía una humana cualquiera, nadie parecía molestarlas ni verlas extrañas, solamente algunas personas que le miraban de forma tierna, pero de resto todo parecía común. Ahora solamente quedaba disfrutar la función de esa noche.

por **Amadeo VanderHoeven** Miér Mayo 29, 2013 4:30 pm

“Con la llegada de la noche se abre el mundo de en sueño tanto con pesadillas como veladas difíciles de presenciar en el día. Un mundo de encantos, seducción y malicia.”

Caminaba con suma calma, no se sentía tanto frio esta noche pero notaba como la punta de mi nariz estaba congelada, suspiraba de forma pesada y salía un humo blanquecino que se disipaba hasta dejar de ser visible. Aquella brisa tan típica de los callejones de Francia me recordaba cuando tuve que vivir en ellos, por lo que me asqueaba, ¿Por qué recorría esos lugares? Si ahora tenía claro que no debía estar expuesto a aquellos aromas, paisajes, ni nada. Simplemente me inspiraban, sacaban en mí los pensamientos más oscuros, tristes y nostálgicos de mi vida, de forma extraña, ya que, pase muchos años intentando huir de ellos.

El sufrimiento creo que fue el primer indicio de querer ser artista, para expresar lo horrendo de forma hermosa sin que nadie realmente lo entendiera, nadie jamás entendería lo que quería representar en mis cuadros, sin embargo, no me importaba se me hacía divertido él ver como los demás intentaban darle un significado, significados alegres basándose en sentimientos y emociones que pensaban eran comunes en mí. Muñecas corrompidas pero que usaban hermosos vestidos que reflejan para mí como veo a las niñas, atrapadas en un destino que no es dirigido por ellas pero que los demás veían como una simple muñeca que representaba la infancia entre juguetes finos, encajes y la dulzura típica de un niño, sin tomar en cuenta las grietas que hice en su rostro o su sonrisa vacía, ni siquiera las decoraciones de encajes en su cuello y muñecas cual cadenas que usan los condenados. Pero mi diversión no era muy grande, por mi edad no era muy reconocido solo algunos pocos de las clases altas habían logrado ver mis escasas pero perfeccionadas pinturas en visitas o muestras a las cuales me gustaba asistir.

Me verían por mucho tiempo como el niño de 15 años con un talento que fue pulido por grandes artistas pero jamás nadie sabría que detrás de toda aquella fachada infantil había un hombre de ya 19 años, mortal, cuya sangre corría por sus venas como en las de cualquier otro humano pero la gran diferencia la hacia la sangre inmortal que por tanto tiempo ingerí. Detuvo mi tiempo, pero no sabía por cuanto seria de esa forma, muchas veces temía despertar en un cuerpo viejo, enfermo y sin capacidades de levantarse debido a la edad.

“Uno de mis más grandes miedos es el tiempo al que he burlado de forma descarada siendo un simple humano.”

Luego de caminar mucho rato por los callejones escuche una música, alegre sin duda que invitaba a los niños tanto como adultos a acercarse, “El circo, El circo, venid a visitar el circo.”. Les ofrecían un mundo de diversión con simples palabras y los padres sin poder evitarlo llevaban a las pequeñas bestias que exigían que les compraran de todo. Aunque… sí que es una forma descarada de decirles, hasta el día de hoy he actuado como un malcriado y los demás siempre me han dado en el gusto, pero quería aprender a valerme por mi mismo, ya que, aunque aquellos protectores tuvieran la eternidad para cuidarme deseaba saber que se sentía correr el riesgo de caer nuevamente.

Había ido a un circo gitano una vez y sin duda tuve pesadillas, entre más me acercaba a las luces, colores y gente me sentía más en una pesadilla, lo cual me llevo a adentrarme al circo, mis cuadros estaban inspirados en mis pesadillas, en mi inconsciente el cual quería comprender para vivir en paz.

La gente empujaba y acabe por entrar de forma rápida, mi cuerpo delgado y algo pequeño paso desapercibido hasta que llegue a sentarme en alto, en las gradas que daban directamente al escenario de aquel circo esperando a que empezara el espectáculo. Tal como el teatro pero menos formal, más infantil y fantasioso pero una obra a la cual siempre le había temido, al parecer le temía a los payasos o algo por el estilo. En alto divise a una niña pequeña desde donde estaba, con el tiempo luego de codearme de tantos seres de piel fría sentía que podía reconocerlos con la mirada, esa forma angelical que encierra una bestia la cual me parecía hermosa se había hecho común para mí, buscaba su compañía, sentir su piel fría, pero ya no el ser como ellos ante mis ojos no era ni una condena ni una bendición, solo una forma de existencia aunque el Señor Kerevan me había dejado claro que para el eran simples seres de carne y hueso pero sin lo más importante, un alma.

Camine entre la gente paralelamente a ella, no me acercaría si no que quería que ella notara mi presencia, parecía una muñeca pero seguramente tenía mucha más edad de la que aparentaba, me senté cerca de ella y note la mirada de la mujer mayor que la acompañaba de la cual no me había percatado en un principio. Antes de decir una palabra las luces comenzaron a volverse cada vez más tenues por lo que levante la mirada y la dirigí a el escenario donde aparecía un hombre con una barriga un poco grande y un sombrero de copa. Jamás había visto un ser así tan joven y aunque podría estarme equivocando mi curiosidad como siempre era más grande que cualquier otro pensamiento o instinto.

“Parecida a la muñeca de mi cuadro, pero tus colores son más vivos que los de mi muñeca aun así me pregunto si tienes un alma como la que yo quise darle.”

por **Mara Kennie D'Argouges** Miér Jun 19, 2013 2:50 pm

Alguien le miraba, bueno, todos en algún momento llegaban a fijarse en ella y con curiosidad fijaban sus ojos en la pequeña vampiro, pero no como aquella mirada, llena de un sentimiento extraño. Dejo salir un leve suspiro mientras su nana seguía a su lado, como la fiel leona que debía ser, pero ella estaba consciente, que al lado de mara, la pequeña que aparentaba menos de 12 años, era la más peligrosa de las dos. La función había comenzado, el hombre gordo con un gracioso sombrero, dado la bienvenida a aquella función, pronto llegaron los payasos, animando a los niños a reír y a los padres también.

Sus ojos se quedaron un rato viendo el bigote del hombre, ladeo la cabeza, un poco inexpresiva, detallando a un nivel superior lo que sucedía a su alrededor, sus ojos pronto se toparon con aquellos curiosos que habían estado vigilándola con descaro, frunció levemente el ceño, irritada de ver los ojos llenos de secretos de aquel ser humano, que debería ser como los demás, pero que simplemente no lo era.

El miedo, la frustración y la angustia lleno por unos momentos el cuerpo de la joven vampiro, tal vez era un cazador que gracias a los años y tal vez un don innato reconocía sus enemigos, pero era muy joven, se veía demasiado joven para poder ser uno de aquellos hombres, sacudió la cabeza, sin descartarlo totalmente. Volvió su vista a los payasos, encontrando graciosos sus expresiones exageradas por aquellas pinturas que llevaban en su rostro. La música era otra cosa que distraía a la pequeña Mara, sus oídos parecían no saber a qué instrumento poder cuidado, ella deseaba separarlos a todos para inspeccionar la perfección de la melodía, pero al llegar a uno se distraía y perdía el hilo del otro, después de unos momentos se rindió y simplemente disfrutaba las melodías que se unían y movían al compas de una noche alocada.

La insistencia del contrario, del desconocido la comenzaba a irritar, era un elemento que no se podía unir al lugar, todos estaban entretenidos con la actuación de cada uno de los integrantes del circo, pero aquel joven no, el estaba atraído por algo aun mas bizarro a nivel natural. Mara se harto y fijo su mirada en el –Sea un poco más discreto por favor…- susurro las palabras, centrando sus energías en ellas, las hizo vibrantes y poderosas, todo con el objetivo de hacerlas llegar a su destino, aquel joven humano que comenzaba a irritarla, pues no dejaba serla por al menos una noche, una niña normal.

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