AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Aprender o morir [Ángel]
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Aprender o morir [Ángel]
Educar y criar a Ángel, ese debía ser uno de los mayores retos con lo que se había enfrentado durante sus años como inquisidor como si él fuera la mejor persona para hacerlo… a los que decían que si solo tenía algo para decirles… tonterías.
La realidad no debía ser otra si no que no encontraban a nadie más que les sirviera para sus fines; lamentablemente no podía negarse, de nuevo las desventajas de tener que "obedecer" las ordenes divinas eran esas y aunque él se negara a decirlo o siempre que escuchara los comentarios sobre la verdad oculta, todo había sido por la madre de la joven aquella.
Astor aún sonreía cuando recordaba a aquella mujer y todas las noches que paso a su lado, había sido divertido, bastante divertido o al menos lo fue durante el tiempo que les toco convivir debido a las misiones que compartían en común y en las cuales aquel vinculo de compañerismo-confianza-sexo se había desarrollado. Detestaba por el grato recuerdo que poseía de ella y de su despedida, recordar cuando recibió la carta que anunciaba que estaba muerta y que bajo su cuidado tendría a la hija de ella. Primero había creído que todo aquello era una broma de mal gusto pero cuando observo aquel cuerpo inerte y frío, que no guardaba nada de la mujer que antes había sido fue que no pudo evitarlo y termino por aceptar cargar con Ángel.
Si bien desde el inicio le brindo su apellido y todas los cuidados a su alcance, nada de afecto surgió entre ellos; su indiferencia del uno por el otro les llevaba ahora a que cada quien viviese por su lado aún topandose de vez en cuando en la misma casa. Ambos eran simplemente demasiado diferentes pero a la vez compartían algo más que la madre de Ángel y amante de Astor se había llevado a la tumba, motivo por el cual nunca en la vida sabrían que eran padre e hija no solo de titulo sino en la realidad.
El inquisidor permanecía recargado en el tronco de un árbol, llevaba ya un buen rato ahí esperando la llegada de su discípula e hija adoptiva, aunque para ninguno de ellos les hiciera la menor gracia ese truco tan desagradable de la inquisición.
- Toda una "dama" - menciono para si en lo que comenzaba a reír para él y los árboles. El lugar en el que se encontraba ahora era una claro, el sitio perfecto para probar parte de las habilidades de su “hija” la cual aún no llegaba a la reunión, cosa que al inquisidor le daba exactamente igual pues si no hacía acto de presencia podría irse a buscar algo más divertido que hacer que tener que ser niñero.
Se alejó del árbol para estirar su cuerpo disponiendo a abandonar el claro cuando una serie de pasos llego hasta sus oídos y gruño de molestia.
Su aprendiz había llegado y el olor se lo confirmo, que mala fortuna tenía pues ahora debía esperar a la Ángel para su "entrenamiento".
– Llegas tarde… – dijo con tono fuerte al verle aparecer – la próxima vez que pienses llegar tarde, no pienses si quiera en venir mocosa.
La realidad no debía ser otra si no que no encontraban a nadie más que les sirviera para sus fines; lamentablemente no podía negarse, de nuevo las desventajas de tener que "obedecer" las ordenes divinas eran esas y aunque él se negara a decirlo o siempre que escuchara los comentarios sobre la verdad oculta, todo había sido por la madre de la joven aquella.
Astor aún sonreía cuando recordaba a aquella mujer y todas las noches que paso a su lado, había sido divertido, bastante divertido o al menos lo fue durante el tiempo que les toco convivir debido a las misiones que compartían en común y en las cuales aquel vinculo de compañerismo-confianza-sexo se había desarrollado. Detestaba por el grato recuerdo que poseía de ella y de su despedida, recordar cuando recibió la carta que anunciaba que estaba muerta y que bajo su cuidado tendría a la hija de ella. Primero había creído que todo aquello era una broma de mal gusto pero cuando observo aquel cuerpo inerte y frío, que no guardaba nada de la mujer que antes había sido fue que no pudo evitarlo y termino por aceptar cargar con Ángel.
Si bien desde el inicio le brindo su apellido y todas los cuidados a su alcance, nada de afecto surgió entre ellos; su indiferencia del uno por el otro les llevaba ahora a que cada quien viviese por su lado aún topandose de vez en cuando en la misma casa. Ambos eran simplemente demasiado diferentes pero a la vez compartían algo más que la madre de Ángel y amante de Astor se había llevado a la tumba, motivo por el cual nunca en la vida sabrían que eran padre e hija no solo de titulo sino en la realidad.
El inquisidor permanecía recargado en el tronco de un árbol, llevaba ya un buen rato ahí esperando la llegada de su discípula e hija adoptiva, aunque para ninguno de ellos les hiciera la menor gracia ese truco tan desagradable de la inquisición.
- Toda una "dama" - menciono para si en lo que comenzaba a reír para él y los árboles. El lugar en el que se encontraba ahora era una claro, el sitio perfecto para probar parte de las habilidades de su “hija” la cual aún no llegaba a la reunión, cosa que al inquisidor le daba exactamente igual pues si no hacía acto de presencia podría irse a buscar algo más divertido que hacer que tener que ser niñero.
Se alejó del árbol para estirar su cuerpo disponiendo a abandonar el claro cuando una serie de pasos llego hasta sus oídos y gruño de molestia.
Su aprendiz había llegado y el olor se lo confirmo, que mala fortuna tenía pues ahora debía esperar a la Ángel para su "entrenamiento".
– Llegas tarde… – dijo con tono fuerte al verle aparecer – la próxima vez que pienses llegar tarde, no pienses si quiera en venir mocosa.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/04/2013
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Re: Aprender o morir [Ángel]
Seguramente me habría olido al estar caminando y caminando por el prado hasta perderme en los extensos bosques que se expandían después de los sembradíos de Paris. Hacía tiempo que no me divertía cazando sobrenaturales. En las ropas de cuero que llevaba ahora mismo, estaba impregnada la sangre de varios licántropos, quizás no debería de contárselo, no vaya a ser que se ofenda –ríe por aquel pensamiento- … ai…-suspiré mientras andaba por aquella senda oscura, las nubes cubrían una luna que estaba bastante lejos de estar completa, creo que había pasado ya la luna llena y todo aquel que se encontrara embrujado bajo esa luna, estaría a salvo hasta nuevo aviso. No estaba dispuesta a sacrificarme pues era joven y quería seguir siendo una mortal que llevaba a la muerte a los que se llamaban…. “inmortales”
Estando quieta unos segundos, pensé en darme la vuelta e ir de nuevo a la mansión de los Gilmerië en donde estaba de infiltrada, si, estaba y ahora estaba más que preocupada. Habían formalizado una boda, ya lo sabíamos, pero teníamos que ocuparnos de que nada se interpusiera hasta que cierto día llegara... ¿Podríamos dedicarnos a pasear como infieles en aquel ambiente? No lo sé si eso era cierto o no, pero como Astor y yo, estábamos muy limitados. Yo más que él por ser menor y su protegida. Estaba en desventaja, pero siempre alguna que otra vez, le sacaba de sus casillas, y eso, no tiene precio alguno. Me hace tanta gracia que no puedo evitar quedarme mirando a la vena que sobresale de su cuello, aquella que está siempre en evidencia y que siempre está a punto de explotar.
Me rio al pensar en eso, pero algo esconde él que no quiere decirme. Encojo mis hombros y comienzo a caminar nuevamente, continuando aquel sendero de pinos y árboles en donde se pegaban los unos con los otros, formando un pintoresco paisaje. Es agradable pasear a altas horas de la noche, en un lugar en donde nadie está presente y solamente dos conocidos, nosotros, Astor y yo misma, Ángel, nos quedaremos quizás para un entrenamiento. Siempre salgo satisfecha de los ejercicios que Astor me encomienda o cualquiera que me manda la iglesia. Al fin llegue, vi como Astor se quejaba mientras ponía mis brazos en jarras. A veces se ponía bastante pesado cuando él era el que llegaba tarde….siempre o bueno, de vez en cuando.
-Si llego tarde es porque me entretuve en el puto camino ¿Vale? No es culpa mía que los de tu calaña estén en pleno celo o con ganas de armar la marimorena a altas horas de la noche….-Cruce los brazos sobre mi pecho lentamente, procurando que mi mirada se cruzase con la de Astor, a ver qué cara ponía. Por el momento no ponía ninguna, pero vi como siempre aquella sonrisa socarrona que siempre ponía. Déjalo, era inútil hablar con él. Era como hablarle a una pared. Suspire como rindiéndome, pero claro, aun no me rendiría y le sacaría aún mas de sus casillas. Era simplemente uno de mis pasatiempos.
-Ehm…y dime, ¿Qué se supone que me vas a enseñar hoy? –Encogí de nuevo mis hombros mirándolo con una interrogante en mis ojos, con los brazos aun cruzados sobre mi pecho y mis ropas de cuero -….Espero que no más al escondite y con puñales a la intemperie, porque sabes que odio eso a sabiendas de que tengo buena puntería….-Por algo la señorita Gilmerië sabe manejar el arco a la perfección si fui yo misma quien le enseño.
Estando quieta unos segundos, pensé en darme la vuelta e ir de nuevo a la mansión de los Gilmerië en donde estaba de infiltrada, si, estaba y ahora estaba más que preocupada. Habían formalizado una boda, ya lo sabíamos, pero teníamos que ocuparnos de que nada se interpusiera hasta que cierto día llegara... ¿Podríamos dedicarnos a pasear como infieles en aquel ambiente? No lo sé si eso era cierto o no, pero como Astor y yo, estábamos muy limitados. Yo más que él por ser menor y su protegida. Estaba en desventaja, pero siempre alguna que otra vez, le sacaba de sus casillas, y eso, no tiene precio alguno. Me hace tanta gracia que no puedo evitar quedarme mirando a la vena que sobresale de su cuello, aquella que está siempre en evidencia y que siempre está a punto de explotar.
Me rio al pensar en eso, pero algo esconde él que no quiere decirme. Encojo mis hombros y comienzo a caminar nuevamente, continuando aquel sendero de pinos y árboles en donde se pegaban los unos con los otros, formando un pintoresco paisaje. Es agradable pasear a altas horas de la noche, en un lugar en donde nadie está presente y solamente dos conocidos, nosotros, Astor y yo misma, Ángel, nos quedaremos quizás para un entrenamiento. Siempre salgo satisfecha de los ejercicios que Astor me encomienda o cualquiera que me manda la iglesia. Al fin llegue, vi como Astor se quejaba mientras ponía mis brazos en jarras. A veces se ponía bastante pesado cuando él era el que llegaba tarde….siempre o bueno, de vez en cuando.
-Si llego tarde es porque me entretuve en el puto camino ¿Vale? No es culpa mía que los de tu calaña estén en pleno celo o con ganas de armar la marimorena a altas horas de la noche….-Cruce los brazos sobre mi pecho lentamente, procurando que mi mirada se cruzase con la de Astor, a ver qué cara ponía. Por el momento no ponía ninguna, pero vi como siempre aquella sonrisa socarrona que siempre ponía. Déjalo, era inútil hablar con él. Era como hablarle a una pared. Suspire como rindiéndome, pero claro, aun no me rendiría y le sacaría aún mas de sus casillas. Era simplemente uno de mis pasatiempos.
-Ehm…y dime, ¿Qué se supone que me vas a enseñar hoy? –Encogí de nuevo mis hombros mirándolo con una interrogante en mis ojos, con los brazos aun cruzados sobre mi pecho y mis ropas de cuero -….Espero que no más al escondite y con puñales a la intemperie, porque sabes que odio eso a sabiendas de que tengo buena puntería….-Por algo la señorita Gilmerië sabe manejar el arco a la perfección si fui yo misma quien le enseño.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/10/2013
Re: Aprender o morir [Ángel]
Para ambos era complicado verlo, pero hasta en el carácter que poseían eran bastante parecidos; Astor siempre se había dicho que debía ser por el hecho de que ella le hubiese visto durante la mayor parte de su vida, aunque seguramente si es que existía otro mundo después de ese, la madre de Ángel debía de reír de ambos y de la manera en la buscaban escudar las cosas obvias y las realidades de la vida.
Siempre que miraba a aquella joven frente a si le era imposible no pensar en su madre, esa inquisidora que sin duda alguna era de las mejores. Una terrible perdida sin duda alguna.
– Culpar a los de mi raza por tu inutilidad, sabes que esa no es excusa mocosa, así que no me vengas con pretextos como ese que bien sabes como matar a alguien como yo. O es que la vez que te deje en los bosques en luna llena no fue suficiente… – una sonrisa burlona apareció en los labios del licántropo. Recordaba perfectamente aquel entrenamiento contra licántropos cuando la inquisidora era aún una chiquilla. Días antes de la luna llena le había guiado a los bosques y abandonado allá, le había dado una orden… Sobrevive… y ella lo había cumplido, cuando después de la luna Astor había ido a recogerle encontrando a una Ángel más joven maldiciendo en su dirección y con algunos cadáveres de licántropos a su alrededor – y deja de decir groserías o cosas que no debería una señorita que nunca terminaras por salir de casa – no era que estuviera contento con tener que darle a su falsa hija a algún hombre, pero si esperaba que llegara el día en que pudiera tener paz y tranquilidad sin necesidad de verla y recordar cosas que prefería dejar en el pasado.
– ¿Acaso no es obvio lo que entrenaremos hoy? – le miro fijamente, esperando que con eso captara lo que él quería decir, pero a carencia de eso suspiro llevando una mano hasta su barbilla para rascarse un poco – Pues como he visto que has perdido practica contra los licántropos… entrenaras contra mi. Si quieres puedes usar los puñales, hagamos interesante “hijita” – le gustaba decirle de esa forma porque sabía que a ella no le agradaba que le llamara burlonamente de esa manera, pero si iban a entrenar era la forma perfecta de hacerle enojar – o dime, dejamos el entrenamiento y ¿Te buscamos marido? – una risotada escapo de sus labios y se acercó más a ella – anda dime… ¿Qué haremos hoy? – esperaba que aquello fuese suficiente para hacerle molestar lo suficiente, sino tendría que terminar por atacarla primero y eso era algo que siempre le parecía aburrido.
Siempre que miraba a aquella joven frente a si le era imposible no pensar en su madre, esa inquisidora que sin duda alguna era de las mejores. Una terrible perdida sin duda alguna.
– Culpar a los de mi raza por tu inutilidad, sabes que esa no es excusa mocosa, así que no me vengas con pretextos como ese que bien sabes como matar a alguien como yo. O es que la vez que te deje en los bosques en luna llena no fue suficiente… – una sonrisa burlona apareció en los labios del licántropo. Recordaba perfectamente aquel entrenamiento contra licántropos cuando la inquisidora era aún una chiquilla. Días antes de la luna llena le había guiado a los bosques y abandonado allá, le había dado una orden… Sobrevive… y ella lo había cumplido, cuando después de la luna Astor había ido a recogerle encontrando a una Ángel más joven maldiciendo en su dirección y con algunos cadáveres de licántropos a su alrededor – y deja de decir groserías o cosas que no debería una señorita que nunca terminaras por salir de casa – no era que estuviera contento con tener que darle a su falsa hija a algún hombre, pero si esperaba que llegara el día en que pudiera tener paz y tranquilidad sin necesidad de verla y recordar cosas que prefería dejar en el pasado.
– ¿Acaso no es obvio lo que entrenaremos hoy? – le miro fijamente, esperando que con eso captara lo que él quería decir, pero a carencia de eso suspiro llevando una mano hasta su barbilla para rascarse un poco – Pues como he visto que has perdido practica contra los licántropos… entrenaras contra mi. Si quieres puedes usar los puñales, hagamos interesante “hijita” – le gustaba decirle de esa forma porque sabía que a ella no le agradaba que le llamara burlonamente de esa manera, pero si iban a entrenar era la forma perfecta de hacerle enojar – o dime, dejamos el entrenamiento y ¿Te buscamos marido? – una risotada escapo de sus labios y se acercó más a ella – anda dime… ¿Qué haremos hoy? – esperaba que aquello fuese suficiente para hacerle molestar lo suficiente, sino tendría que terminar por atacarla primero y eso era algo que siempre le parecía aburrido.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/04/2013
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Re: Aprender o morir [Ángel]
-Bien…¿Has terminado? –Suspira-…La verdad, ya tengo suficiente con los caprichos de los invitados que van a venir dentro de poco a la mansión Gilmerië y ahora tú, te la pasas de tocapelotas para variar –Después, esto de estar infiltrada como una puta chacha me está hartando, bien la inquisición podría haberme dado un puesto más importante como los que le daban a mi madre….-suspiro quedándose de brazos cruzados, se dio la vuelta, sonríe-…Además, tu entrenamientos apestan ya a demasiada rutina encima…
Le mira por encima del hombro-…¿Por qué no te casas tú con alguno de esos mariditos cursilones de los cuales me quieres endiñar? –Fue sacando una daga de su manga derecha para lanzarla hacia Astor y darle en la diana a un chacal, a un gitano que pretendía robarle - ….Seguro que has olido a ese gitano…que casi te roba…-frunció el ceño, fue hacia el joven que estaba colgado de la daga sobre la corteza. Tomo en la mano lo que tenía el gitano y era una cajita cuadrada, pequeña, justo para un anillo.
-Chan, chan cha chan….-Reia-…Chaaan chan cha chaaan…-Ángel comenzaba a burlarse de Astor, riendo lentamente con la cajita en la mano y mientras entonaba una canción de boda. Rio, mirándole y haciendo bailar la cajita - …¿Quién es la afortunada, eh campeón? –sonríe lentamente, abrió la caja, y vio el precioso anillo. Se quedó anonadada. Inmediatamente, se vio a ella misma con un vestido blanco, invitados y demás cosas, pero eran cosas que por su carácter no iba a pasar. Cerró la caja y seguramente, evitando escuchar algún que otro comentario de Astor, estaba metida en sus pensamientos pesimistas de que no encontraría un marido que le correspondiera.
-…-No dijo nada, le dio de vuelta el anillo a Astor, se dirigió hacia el gitano que aun pataleaba para que lo bajaran, quito el arma del árbol-…Pobre ser vivo…-Dijo con pena.
-Si! Gracias puta…-Dijo a Ángel aquel gitano, pero en menos que canta un gallo, Ángel le rebano en diagonal todo su torso con la daga, aplasto con el pie y el tacón de la bota la cara de aquel gilipollas-….Me refería al árbol, subnormal…
Le mira por encima del hombro-…¿Por qué no te casas tú con alguno de esos mariditos cursilones de los cuales me quieres endiñar? –Fue sacando una daga de su manga derecha para lanzarla hacia Astor y darle en la diana a un chacal, a un gitano que pretendía robarle - ….Seguro que has olido a ese gitano…que casi te roba…-frunció el ceño, fue hacia el joven que estaba colgado de la daga sobre la corteza. Tomo en la mano lo que tenía el gitano y era una cajita cuadrada, pequeña, justo para un anillo.
-Chan, chan cha chan….-Reia-…Chaaan chan cha chaaan…-Ángel comenzaba a burlarse de Astor, riendo lentamente con la cajita en la mano y mientras entonaba una canción de boda. Rio, mirándole y haciendo bailar la cajita - …¿Quién es la afortunada, eh campeón? –sonríe lentamente, abrió la caja, y vio el precioso anillo. Se quedó anonadada. Inmediatamente, se vio a ella misma con un vestido blanco, invitados y demás cosas, pero eran cosas que por su carácter no iba a pasar. Cerró la caja y seguramente, evitando escuchar algún que otro comentario de Astor, estaba metida en sus pensamientos pesimistas de que no encontraría un marido que le correspondiera.
-…-No dijo nada, le dio de vuelta el anillo a Astor, se dirigió hacia el gitano que aun pataleaba para que lo bajaran, quito el arma del árbol-…Pobre ser vivo…-Dijo con pena.
-Si! Gracias puta…-Dijo a Ángel aquel gitano, pero en menos que canta un gallo, Ángel le rebano en diagonal todo su torso con la daga, aplasto con el pie y el tacón de la bota la cara de aquel gilipollas-….Me refería al árbol, subnormal…
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/10/2013
Re: Aprender o morir [Ángel]
De manera aburrida se llevo ambas manos a la nuca mientras ella soltaba sus quejas de siempre sobre que no le daban misiones lo suficientemente importantes. Siempre había sido igual, comparada en contra de su madre e intentando demostrar que podía ser tan buena como ella; si bien Ángel era excelente, Astor siempre creía que su madre lo había sido mucho más, pero eso era solo porque le molestaba la actitud de su hija.
– Si no te dan otras misiones es porque no te las mereces, así de simple querida hija – fingió un bostezo – sigues siendo una inútil a pesar del tiempo que ha pasado, eres un desperdició de entrenamiento – le miro sacar la daga y se mantuvo inmóvil, solo para aquello surcara cerca de él – quiero que termines con uno de ellos porque es obvio que como inquisidora no lograr hacer nada, así que veremos si es que de esposa puedes servir.
Se había percatado claro del gitano, pero había olvidado completamente el anillo que cargaba hasta que Ángel paso a un costado suyo y se giro a mirarle.
– Eso no te incumbe – dijo justo antes de que ella le tomara entre sus manos y Astor soltara un gruñido – Te he dicho que no es de tu incumbencia maldita mocosa… – cruzó los brazos una vez que le escucho aquella tonada de boda, era inútil ya que intentara ocultar las cosas y que le dijera que no era nada, finalmente ella debería enterarse tarde o temprano de la situación – La afortunada es la mujer que ha estado viviendo en casa poco después de que tu te fueras a ser la chacha de los Gilmerië – sabía que eso le hacía rabiar, así que solo le sonrío. No creía tener que darle grandes explicaciones, al menos no hasta que Ángel debiera volver a casa que para eso seguramente faltaba mucho tiempo, lo que sí era algo que debía hacer, era hablar con su prometida.
Las cosas con Corinne eran realmente peculiares, todo había iniciado meramente como un accidente y con la promesa de no dejarle sola y a su suerte, solo para que después las cosas terminaran en un compromiso y ahora… ahora resultaba que esta enamorado de ella. Pero eso no le parecía algo que debiera discutir con su hija.
Miro en dirección a Ángel que le había devuelto el anillo solo para después ir a desquitar su molestia con aquel gitano y Astor termino por reír.
– Siempre gran creativa y original al momento de matar gente… – se acerco entonces a ella y observó al hombre – lastima que ya no podrá guiarnos a donde se encuentra el verdadero entrenamiento y deberé seguir el rastro de su aroma – dio una patada al hombre que para ese punto estaba inconsciente y seguramente en pocos minutos muerto – de hecho, no es entrenamiento… es una misión – miro entonces a los ojos a Ángel y no pudo evitar pensar nuevamente en su madre – este hombre tiene cambiaformas para diversión personal, los enloquecía lentamente y hacía que no pudieran volver a su forma humana. Son extremadamente salvajes y a lo que sabemos son muchos. ¿Estas lista?
– Si no te dan otras misiones es porque no te las mereces, así de simple querida hija – fingió un bostezo – sigues siendo una inútil a pesar del tiempo que ha pasado, eres un desperdició de entrenamiento – le miro sacar la daga y se mantuvo inmóvil, solo para aquello surcara cerca de él – quiero que termines con uno de ellos porque es obvio que como inquisidora no lograr hacer nada, así que veremos si es que de esposa puedes servir.
Se había percatado claro del gitano, pero había olvidado completamente el anillo que cargaba hasta que Ángel paso a un costado suyo y se giro a mirarle.
– Eso no te incumbe – dijo justo antes de que ella le tomara entre sus manos y Astor soltara un gruñido – Te he dicho que no es de tu incumbencia maldita mocosa… – cruzó los brazos una vez que le escucho aquella tonada de boda, era inútil ya que intentara ocultar las cosas y que le dijera que no era nada, finalmente ella debería enterarse tarde o temprano de la situación – La afortunada es la mujer que ha estado viviendo en casa poco después de que tu te fueras a ser la chacha de los Gilmerië – sabía que eso le hacía rabiar, así que solo le sonrío. No creía tener que darle grandes explicaciones, al menos no hasta que Ángel debiera volver a casa que para eso seguramente faltaba mucho tiempo, lo que sí era algo que debía hacer, era hablar con su prometida.
Las cosas con Corinne eran realmente peculiares, todo había iniciado meramente como un accidente y con la promesa de no dejarle sola y a su suerte, solo para que después las cosas terminaran en un compromiso y ahora… ahora resultaba que esta enamorado de ella. Pero eso no le parecía algo que debiera discutir con su hija.
Miro en dirección a Ángel que le había devuelto el anillo solo para después ir a desquitar su molestia con aquel gitano y Astor termino por reír.
– Siempre gran creativa y original al momento de matar gente… – se acerco entonces a ella y observó al hombre – lastima que ya no podrá guiarnos a donde se encuentra el verdadero entrenamiento y deberé seguir el rastro de su aroma – dio una patada al hombre que para ese punto estaba inconsciente y seguramente en pocos minutos muerto – de hecho, no es entrenamiento… es una misión – miro entonces a los ojos a Ángel y no pudo evitar pensar nuevamente en su madre – este hombre tiene cambiaformas para diversión personal, los enloquecía lentamente y hacía que no pudieran volver a su forma humana. Son extremadamente salvajes y a lo que sabemos son muchos. ¿Estas lista?
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Aprender o morir [Ángel]
-Exacto puedes olerle y averiguar donde tenemos que atacar o me tienes que llevar a entrenar…-suspiro mientras se agachaba para ajustarse un poco las botas, se las había desatado un poco y cuando estuvo lista, comenzó a caminar lentamente, pero algo la molestaba en su pierna-…hum? –suspiro profundamente, frunciendo el ceño mientras observaba un corte minúsculo en su pierna-…Joder…-Ni siquiera habían empezado la noche y ya había salido herida por algún lado-…Ese gitano se las ha apañado para hacerme un corte…-miro el cadáver que ya no hacía falta prestarle demasiada atención.
Fueron caminando por aquella zona en donde tenía ganas de parar un momento, así como le gustaba tanto fastidiar a Astor, se paró en el sitio, sentándose sobre la madera de un tronco tirado y se vio la herida que tenía en la pierna-….esto dejara cicatriz…-suspiro lentamente, cogiendo un pañuelo y limpiándose un poco aquella herida que le habían hecho sin ella darse cuenta. En realidad, no sabe porque o cuando se la hizo, lo que sabía es que estaba ahí, en su pierna y no podría remediarlo sino limpiar un poco la sangre de la pierna y ya.
…Dos días antes…
Ángel estaba cocinando esa noche de urgencia un ungüento para el primo de la señorita Gilmerië, aquel que había venido para la boda de su señorita, pero ahora estaba cocinando un ungüento para aquel que se llamaba Julián. Aquella persona no dormía por las noches así que ella le estaba preparando con hierbas medicinales una bebida para dormir, bien recetada entre los médicos que aún se dejan influenciar por la medicina herbal. Iba a dárselo cuando volviera a la habitación de este que estaría esperándola – Porque a mi…-murmuro para si en su soledad en la cocina, suspiro, apoyo un codo sobre la encimera esperando a que hirviera el agua y así que la esencia se soltara. Tenía sueño y estaba a punto de conseguir la máxima puntuación en las marcas de la semana, una vez más soñó con tener el premio a la mejor “alumna” de la semana, pero eso pensó que iba a ser un sueño raro e inalcanzable, como lo de tener pareja.
-Suspira y las hierbas parecen estar preparándose a soltar su esencia como ella estaba esperando-
….De vuelta a la actualidad…
Mientras Ángel había recordado lo que hizo hace dos noches, esto le parecía una pesadilla comparado con lo que hizo la otra noche, que fue, al ver terminar aquellas hierbas hervir, las filtro por un colador consiguiendo la esencia necesitada y mezclado con agua, surgiría el efecto requerido. Había conseguido hacerle dormir y ella sin darse cuenta, había caído a su lado, quedándose dormida y acurrucada en el que intentaba hacer dormir. Se había sentido agusto, como si hubiera sido acurrucada por unas alas angelicales en donde no había peligro alguno. Pero al despertarse en la cama ajena, solo pudo recibir risas y burlas provenientes de Julián…a lo que dicha persona se llevó un bofetón por haberse despertado con un “¿Qué Dorothea? ¿Mala noche?”
-¡AAGH! Diablos! Cuanto…-Parpadeo al ver que había vuelto a la realidad, Astor estaba a su lado y ella sentada aun ese tronco, se miró la herida y vio que ahí estaba, que no había desaparecido pero que no sangraba más. Miro a Astor, se sonrojo y bajo los brazos tras haberlos levantado para gritar de ira.
Fueron caminando por aquella zona en donde tenía ganas de parar un momento, así como le gustaba tanto fastidiar a Astor, se paró en el sitio, sentándose sobre la madera de un tronco tirado y se vio la herida que tenía en la pierna-….esto dejara cicatriz…-suspiro lentamente, cogiendo un pañuelo y limpiándose un poco aquella herida que le habían hecho sin ella darse cuenta. En realidad, no sabe porque o cuando se la hizo, lo que sabía es que estaba ahí, en su pierna y no podría remediarlo sino limpiar un poco la sangre de la pierna y ya.
…Dos días antes…
Ángel estaba cocinando esa noche de urgencia un ungüento para el primo de la señorita Gilmerië, aquel que había venido para la boda de su señorita, pero ahora estaba cocinando un ungüento para aquel que se llamaba Julián. Aquella persona no dormía por las noches así que ella le estaba preparando con hierbas medicinales una bebida para dormir, bien recetada entre los médicos que aún se dejan influenciar por la medicina herbal. Iba a dárselo cuando volviera a la habitación de este que estaría esperándola – Porque a mi…-murmuro para si en su soledad en la cocina, suspiro, apoyo un codo sobre la encimera esperando a que hirviera el agua y así que la esencia se soltara. Tenía sueño y estaba a punto de conseguir la máxima puntuación en las marcas de la semana, una vez más soñó con tener el premio a la mejor “alumna” de la semana, pero eso pensó que iba a ser un sueño raro e inalcanzable, como lo de tener pareja.
-Suspira y las hierbas parecen estar preparándose a soltar su esencia como ella estaba esperando-
….De vuelta a la actualidad…
Mientras Ángel había recordado lo que hizo hace dos noches, esto le parecía una pesadilla comparado con lo que hizo la otra noche, que fue, al ver terminar aquellas hierbas hervir, las filtro por un colador consiguiendo la esencia necesitada y mezclado con agua, surgiría el efecto requerido. Había conseguido hacerle dormir y ella sin darse cuenta, había caído a su lado, quedándose dormida y acurrucada en el que intentaba hacer dormir. Se había sentido agusto, como si hubiera sido acurrucada por unas alas angelicales en donde no había peligro alguno. Pero al despertarse en la cama ajena, solo pudo recibir risas y burlas provenientes de Julián…a lo que dicha persona se llevó un bofetón por haberse despertado con un “¿Qué Dorothea? ¿Mala noche?”
-¡AAGH! Diablos! Cuanto…-Parpadeo al ver que había vuelto a la realidad, Astor estaba a su lado y ella sentada aun ese tronco, se miró la herida y vio que ahí estaba, que no había desaparecido pero que no sangraba más. Miro a Astor, se sonrojo y bajo los brazos tras haberlos levantado para gritar de ira.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
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Re: Aprender o morir [Ángel]
El olor de la poca sangre que había salido del corte llego antes a Astor y solo pudo reír cuando Ángel lo noto.
– Tienes mala condición, ya no eres capaz ni de impedir que te hagan una herida tan ridícula como esa. Luego vienes y dices que no necesitas más entrenamiento cuando no sabes defenderte ni de un simple gitano que no sabe ni como causar verdadero daño – era simplemente ridícula la idea de que aquella chiquilla que tanto se había esforzado en entrenar, dejara que semejante tontería le sucediera y peor aún en su presencia. Sin nada más que decirle que aquello comenzaron a avanzar en búsqueda del hombre a quien estaban realmente buscando.
La inquisición no estaba interesada en el sujeto en si, sino en todos aquellos cambiaformas que en determinado momento pudieran escapar de aquella casa en la que sabían que se encontraban y fueran a crear estragos a las calles de París; eso sería muy malo si llegaba a suceder. Con un suspiro se detuvo y cruzo los brazos para mirar a su hija, quien se había detenido y se quejaba de la cicatriz que le dejaría la herida aquella.
– Deja de ser tan infantil, es solo una herida y no se te va a caer la pierna por eso. Tenemos una misión que cumplir y apurate que quiero terminarla lo más pronto posible para no tener que ver tu molesta cara o escuchar tus ridículas quejas – así era, nunca iban a ser capaces de llevarse bien sin importar que sucediera. Ángel no presto atención a sus palabras, ni siquiera había reaccionado y por eso, volvió sobre sus pasos para ponerse a un lado de ella y reír. Tenía la mirada perdida, estaba soñando despierta y eso no era nada usual en ella, ni demasiado prudente debido a la situación en la que se encontraban.
Le dejo hasta que volvió al presente y aquel sonrojo apareció en sus mejillas.
– ¿Lindo sueño? – termino por reír más abiertamente y después le miro con algo más de severidad – No puedes estar soñando despierta cuando estamos en medio de una misión, terminaran matándote y ya sabes que no te defenderé si es que estas en tus tonterías – miro un pequeño sendero que se veía más adelante – muévete, ya estamos cerca de la casa – olfateo el aire un poco – los perros están detectandonos también así que más vale que te prepares de una buena vez – las advertencias estaban dadas, ahora todo dependía de ella.
Caminaron hasta aquel sendero, comenzando a atravesarlo hasta que llegaron a una zona repleta de matorrales y más allá una casa, su destino. Se detuvieron ahí, escuchando los sonidos a su alrededor pero solo existió el silencio y repentinamente, ladridos. La verdadera misión estaba por iniciar.
– Tienes mala condición, ya no eres capaz ni de impedir que te hagan una herida tan ridícula como esa. Luego vienes y dices que no necesitas más entrenamiento cuando no sabes defenderte ni de un simple gitano que no sabe ni como causar verdadero daño – era simplemente ridícula la idea de que aquella chiquilla que tanto se había esforzado en entrenar, dejara que semejante tontería le sucediera y peor aún en su presencia. Sin nada más que decirle que aquello comenzaron a avanzar en búsqueda del hombre a quien estaban realmente buscando.
La inquisición no estaba interesada en el sujeto en si, sino en todos aquellos cambiaformas que en determinado momento pudieran escapar de aquella casa en la que sabían que se encontraban y fueran a crear estragos a las calles de París; eso sería muy malo si llegaba a suceder. Con un suspiro se detuvo y cruzo los brazos para mirar a su hija, quien se había detenido y se quejaba de la cicatriz que le dejaría la herida aquella.
– Deja de ser tan infantil, es solo una herida y no se te va a caer la pierna por eso. Tenemos una misión que cumplir y apurate que quiero terminarla lo más pronto posible para no tener que ver tu molesta cara o escuchar tus ridículas quejas – así era, nunca iban a ser capaces de llevarse bien sin importar que sucediera. Ángel no presto atención a sus palabras, ni siquiera había reaccionado y por eso, volvió sobre sus pasos para ponerse a un lado de ella y reír. Tenía la mirada perdida, estaba soñando despierta y eso no era nada usual en ella, ni demasiado prudente debido a la situación en la que se encontraban.
Le dejo hasta que volvió al presente y aquel sonrojo apareció en sus mejillas.
– ¿Lindo sueño? – termino por reír más abiertamente y después le miro con algo más de severidad – No puedes estar soñando despierta cuando estamos en medio de una misión, terminaran matándote y ya sabes que no te defenderé si es que estas en tus tonterías – miro un pequeño sendero que se veía más adelante – muévete, ya estamos cerca de la casa – olfateo el aire un poco – los perros están detectandonos también así que más vale que te prepares de una buena vez – las advertencias estaban dadas, ahora todo dependía de ella.
Caminaron hasta aquel sendero, comenzando a atravesarlo hasta que llegaron a una zona repleta de matorrales y más allá una casa, su destino. Se detuvieron ahí, escuchando los sonidos a su alrededor pero solo existió el silencio y repentinamente, ladridos. La verdadera misión estaba por iniciar.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Aprender o morir [Ángel]
No podía más que seguir el hilo a Astor. Él tenía razón y tenía que concentrarse en la misión en la que estaban si no quería morir tal y como le conto su tutor que parecía conocer bien a su madre. Ojalá hubiera conocido a su madre ya que fue ese por el que decidió ser lo que es ahora. Para ser como ella más que nada y ahora se daba cuenta de que tenía que ponerse en forma si no quería que le hirieran de nuevo. Asintió a las palabras de Astor, en silencio seguramente como él querría que estuviera.
–Deberíamos todos…no solo yo..-Aquello lo dijo por él y aunque solo fuera su tutor, se llevaran como el perro y el gato en la mayoría de las ocasiones aún se preocupaba demasiadas veces por él cuando él estaba fuera y a ella le dejaba estudiando o algo similar. Sobre todo cuando había misiones de buscar a vampiros. Ahí Ángel se quedaba por orden directa de la Iglesia, no por órdenes de Astor -¿Sabes que son o quién hay?-Pregunto con lentitud mientras preparaba el moquete de pólvora, buscaba algún arma que se pudiera arrojar contra alguien, pero se mantuvo cauta y esperando a la respuesta de Astor.
Mientras ella estaba a la espera, se acercó hasta donde estaba Astor, fijándose en aquel grupo de personas que parecían tener varias manadas de perros, algún que otro lobo, pero estos los tenían como con collares – Yo he visto esos collares…-Dijo susurrando al oído de Astor- Se utilizan para que los licántropos no puedan transformarse nada más que en lobos y no poder volver a su forma humana mientras lleven el collar...-Se quedó pensando en si estaban contra una amenaza mayor pero estaba segura que algo estaba inquietándola de sobre manera.
No es que me haya puesto uno de esos, pero los vi en otra misión..-Un empujón recibió de repente de uno de los compañeros que habían llegado para respaldarles, frunció el ceño, pero otro torpe la empujó haciendo que ella saliera del escondite de donde estaban escondidas –¡Aaahg! –Grito sin poder evitarlo para después chocar contra una baqueta, varias armas que había en el suelo y finalmente contra la corteza de un árbol que hacía de apoyo para varias maderas.
Quienes la habían empujado sin querer, habían pensado en ir a despertarla después de que la vieran todos rodar colina abajo hasta donde colisiono, pero nadie fue a socorrerla, ahí se quedaron pendientes de si los que iban a capturar esa noche se dieron cuenta de lo que paso con Ángel, esperaron diez minutos hasta que finalmente, dos hombres delgados pero que parecían estar en forma, vestidos con ropas de cuero y hebillas por el torso con dos dagas metidas en sus fundas justo a media altura de la espalda. Todos estaban aún pendientes de lo que hacían, hasta que finalmente el que era más alto de los dos, observó bien a la mujer -…Imposible que sea ella…-Aquel tipo recordó lo mucho que había hablado Samael y su amo de aquella joven de seis años que había sido devuelta con los inquisidores -…Han pasado 12 años mujer...y el tiempo no ha pasado en balde-Dijo mirando a Ángel de pie mientras esta estaba en el suelo -…Tú…llama a Samael –Aquel desconocido rio-…Dile que tenemos lo que busca…-Termino por ser ayudado por el otro hombre tras coger en peso el cuerpo inconsciente de Ángel y terminar por llevárselo lejos de la vista de los inquisidores.
Estaban los gitanos ayudándoles también en la búsqueda de Ángel y de nuevos siervos, dispuestos a ser las nuevas ofrendas, sacrificios para los señores que gobernaban aquellas tierras, y principalmente, para servir al Clan de los Ventrue.
–Deberíamos todos…no solo yo..-Aquello lo dijo por él y aunque solo fuera su tutor, se llevaran como el perro y el gato en la mayoría de las ocasiones aún se preocupaba demasiadas veces por él cuando él estaba fuera y a ella le dejaba estudiando o algo similar. Sobre todo cuando había misiones de buscar a vampiros. Ahí Ángel se quedaba por orden directa de la Iglesia, no por órdenes de Astor -¿Sabes que son o quién hay?-Pregunto con lentitud mientras preparaba el moquete de pólvora, buscaba algún arma que se pudiera arrojar contra alguien, pero se mantuvo cauta y esperando a la respuesta de Astor.
Mientras ella estaba a la espera, se acercó hasta donde estaba Astor, fijándose en aquel grupo de personas que parecían tener varias manadas de perros, algún que otro lobo, pero estos los tenían como con collares – Yo he visto esos collares…-Dijo susurrando al oído de Astor- Se utilizan para que los licántropos no puedan transformarse nada más que en lobos y no poder volver a su forma humana mientras lleven el collar...-Se quedó pensando en si estaban contra una amenaza mayor pero estaba segura que algo estaba inquietándola de sobre manera.
No es que me haya puesto uno de esos, pero los vi en otra misión..-Un empujón recibió de repente de uno de los compañeros que habían llegado para respaldarles, frunció el ceño, pero otro torpe la empujó haciendo que ella saliera del escondite de donde estaban escondidas –¡Aaahg! –Grito sin poder evitarlo para después chocar contra una baqueta, varias armas que había en el suelo y finalmente contra la corteza de un árbol que hacía de apoyo para varias maderas.
Quienes la habían empujado sin querer, habían pensado en ir a despertarla después de que la vieran todos rodar colina abajo hasta donde colisiono, pero nadie fue a socorrerla, ahí se quedaron pendientes de si los que iban a capturar esa noche se dieron cuenta de lo que paso con Ángel, esperaron diez minutos hasta que finalmente, dos hombres delgados pero que parecían estar en forma, vestidos con ropas de cuero y hebillas por el torso con dos dagas metidas en sus fundas justo a media altura de la espalda. Todos estaban aún pendientes de lo que hacían, hasta que finalmente el que era más alto de los dos, observó bien a la mujer -…Imposible que sea ella…-Aquel tipo recordó lo mucho que había hablado Samael y su amo de aquella joven de seis años que había sido devuelta con los inquisidores -…Han pasado 12 años mujer...y el tiempo no ha pasado en balde-Dijo mirando a Ángel de pie mientras esta estaba en el suelo -…Tú…llama a Samael –Aquel desconocido rio-…Dile que tenemos lo que busca…-Termino por ser ayudado por el otro hombre tras coger en peso el cuerpo inconsciente de Ángel y terminar por llevárselo lejos de la vista de los inquisidores.
Estaban los gitanos ayudándoles también en la búsqueda de Ángel y de nuevos siervos, dispuestos a ser las nuevas ofrendas, sacrificios para los señores que gobernaban aquellas tierras, y principalmente, para servir al Clan de los Ventrue.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
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Re: Aprender o morir [Ángel]
No le presto atención real a las palabras de Ángel. Astor tenía perfectamente en claro sus obligaciones, no era tan estúpido como para preocuparse por una carga como ella, aunque en realidad se sintiera siempre con la necesidad de protegerle o mantenerle lo más a salvo que pudiera, se lo debía a la madre de ella más que a nadie en el mundo.
Ignorando las palabras de su hija, camino, sin responderle a sus preguntas y enfrascado únicamente en que debían terminan esa misión lo más pronto posible si es que quería que regresar a casa pronto y alejarse de ella lo más que pudiera.
Cuando estuvieron cerca del lugar donde estaban sus presas, fue que opto por prestarle atención a la joven que se situaba ahora a su lado.
– Collares especiales – sonrió con molestia. Era increíble la manera tan estúpida en que trataban de mantener a los licántropos como sus mascotas, aunque más que mascotas, debían ser utilizados como armas o defensa contra todo aquello que amenazara a quienes estaban detrás de todo aquello – pues entonces esto se pondrá más interesante de lo que espere en un principio – estaba por darle algunas indicaciones a Ángel cuando otro grupo de inquisidores llego y ella termino cayendo colina abajo. Un gruñido salió de la garganta del inquisidor; era inconcebible que apenas minutos antes le hubiese dicho que se mantuviera alerta y ahora estuviera completamente expuesta, poniendo en peligro no solo su vida sino toda la misión que se estaba llevando a cabo – Mocosa estúpida – el grupo completo de inquisidores se quedo esperando para ver que era lo que sucedía pero Astor se mantenía impaciente, aguardando porque no notaran a su hija en aquel lugar. Eso claro, no sucedió.
Una vez que dos hombres llegaron hasta ella, la molestia se volvió mucho mayor y pese a que todos le dijeron que debía aguardar y asegurarse de que la misión no estaba expuesta, solo se limito a lanzarles una mirada.
– La misión ya esta expuesta, hagan lo que deban y acaben con todos – puntualizo antes de desaparecer por otros lugares, siguiendo el aroma de Ángel y esperando que no fueran a llevársela. Perderle de vista cuando apenas había tenido 6 años, fue suficiente como para que él supiera que no debía apartar su vista o sus sentidos demasiado tiempo de ella. Por eso, ahora se encontraba esperando el momento oportuno para recuperar a la joven, mientras que de un instante a otro pudo escuchar los sonidos de una cacería que comenzaba.
Ignorando las palabras de su hija, camino, sin responderle a sus preguntas y enfrascado únicamente en que debían terminan esa misión lo más pronto posible si es que quería que regresar a casa pronto y alejarse de ella lo más que pudiera.
Cuando estuvieron cerca del lugar donde estaban sus presas, fue que opto por prestarle atención a la joven que se situaba ahora a su lado.
– Collares especiales – sonrió con molestia. Era increíble la manera tan estúpida en que trataban de mantener a los licántropos como sus mascotas, aunque más que mascotas, debían ser utilizados como armas o defensa contra todo aquello que amenazara a quienes estaban detrás de todo aquello – pues entonces esto se pondrá más interesante de lo que espere en un principio – estaba por darle algunas indicaciones a Ángel cuando otro grupo de inquisidores llego y ella termino cayendo colina abajo. Un gruñido salió de la garganta del inquisidor; era inconcebible que apenas minutos antes le hubiese dicho que se mantuviera alerta y ahora estuviera completamente expuesta, poniendo en peligro no solo su vida sino toda la misión que se estaba llevando a cabo – Mocosa estúpida – el grupo completo de inquisidores se quedo esperando para ver que era lo que sucedía pero Astor se mantenía impaciente, aguardando porque no notaran a su hija en aquel lugar. Eso claro, no sucedió.
Una vez que dos hombres llegaron hasta ella, la molestia se volvió mucho mayor y pese a que todos le dijeron que debía aguardar y asegurarse de que la misión no estaba expuesta, solo se limito a lanzarles una mirada.
– La misión ya esta expuesta, hagan lo que deban y acaben con todos – puntualizo antes de desaparecer por otros lugares, siguiendo el aroma de Ángel y esperando que no fueran a llevársela. Perderle de vista cuando apenas había tenido 6 años, fue suficiente como para que él supiera que no debía apartar su vista o sus sentidos demasiado tiempo de ella. Por eso, ahora se encontraba esperando el momento oportuno para recuperar a la joven, mientras que de un instante a otro pudo escuchar los sonidos de una cacería que comenzaba.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Aprender o morir [Ángel]
La noche podria describirse como densa, pesada o posiblemente llena de aventuras que estaban por venir. En su buena ventura, Ángel podría sobrevivir, pero por otro lado, quizás no fuera asi. No supo cuanto tiempo estuvo inconsciente, pero aun sentía sus cincos sentidos estar dormidos.
A la vista de los acontecimientos, todo pensaron que todo estaba perdido, pero Astor, quien dirigía con firmeza el rastro de Ángel, pues era seguido por los que la dejaron expuesta y al mismo tiempo a la misión que deberían de haber mantenido en secreto. Los gitanos estaban alrededor de hogueras, dentro de un campamento que había sido decorado con esmero, con estandartes de pesada tela roja ribeteado con pasamanería de un intenso dorado. La insignia de una enorme “V” en plata alrededor de varios símbolos que en su totalidad, eran siete. Dentro de aquel campamento había personas que no eran normales. Estaba protegido con guardias de brillante armadura roja y dorado, soldados resguardando siete tiendas iguales pero cada una con un símbolo distinto. Del interior de una de ellas, salió aquel esperado muchacho pálido y escurridizo que servía nada más y nada menos que a Sade, líder del Clan de los Ventrue y proveedor de secretos preciosos. Pero no verían al líder. Solamente a la serpiente que le hacia el trabajo sucio.
Aquellos que habían cogido a Ángel de donde la encontraron, caminaban como pedro por su casa, pensando que iban un par de gitanos a ser recompensados por una gente tan asquerosamente rica, pero ¿Ningún vampiro cumple sus promesas, verdad? En cuanto Samael se acercó a la pequeña mesa de mármol que había en el centro del campamento, viendo como depositaban a Ángel medio muerta y él sintiéndose orgulloso de su triunfo. En un instante, hizo aparecer un puñado de monedas de oro que hicieron que los gitanos abrieran los ojos de par en par, pero en cuanto deshizo aquella ilusión, los ojos de cada gitano estaban justo en la palma de Samael, escuchando placenteramente los gritos de los gitanos al descubrir que ya no verían jamás, pero le resultaba un estorbo. Samael se consideraba alguien demasiado educado para seguir escuchando alaridos de gente tan inferior. Mandó quemar a aquellos dos gitanos después de que les quitaran las ropas de cuero otorgadas para pasar desapercibidos.
Ahora tenia que encargarse de su querido Ángel, la cual dormía placenteramente sobre aquella mesa de mármol –Pronto te reunirás con quien en realidad perteneces….-Murmuro con la mirada altiva, acariciando los suaves cabellos dorados de Ángel, oliendo el aroma de su piel sin pudor alguno, sintiendo como sus colmillos al igual que la excitación de su pantalón, requerían tomar de ella, pero Samael no tomaría lo que era de su amo. Jamás nadie debe tomar algo que sea propiedad de su amo. Terminó por alejarse de aquella mesa tras dar la orden de que la llevaran al interior de la tienda, que la pusieran en la cama para que despertara en un lugar acomodado y no entre musgo y tierra.
A la vista de los acontecimientos, todo pensaron que todo estaba perdido, pero Astor, quien dirigía con firmeza el rastro de Ángel, pues era seguido por los que la dejaron expuesta y al mismo tiempo a la misión que deberían de haber mantenido en secreto. Los gitanos estaban alrededor de hogueras, dentro de un campamento que había sido decorado con esmero, con estandartes de pesada tela roja ribeteado con pasamanería de un intenso dorado. La insignia de una enorme “V” en plata alrededor de varios símbolos que en su totalidad, eran siete. Dentro de aquel campamento había personas que no eran normales. Estaba protegido con guardias de brillante armadura roja y dorado, soldados resguardando siete tiendas iguales pero cada una con un símbolo distinto. Del interior de una de ellas, salió aquel esperado muchacho pálido y escurridizo que servía nada más y nada menos que a Sade, líder del Clan de los Ventrue y proveedor de secretos preciosos. Pero no verían al líder. Solamente a la serpiente que le hacia el trabajo sucio.
Aquellos que habían cogido a Ángel de donde la encontraron, caminaban como pedro por su casa, pensando que iban un par de gitanos a ser recompensados por una gente tan asquerosamente rica, pero ¿Ningún vampiro cumple sus promesas, verdad? En cuanto Samael se acercó a la pequeña mesa de mármol que había en el centro del campamento, viendo como depositaban a Ángel medio muerta y él sintiéndose orgulloso de su triunfo. En un instante, hizo aparecer un puñado de monedas de oro que hicieron que los gitanos abrieran los ojos de par en par, pero en cuanto deshizo aquella ilusión, los ojos de cada gitano estaban justo en la palma de Samael, escuchando placenteramente los gritos de los gitanos al descubrir que ya no verían jamás, pero le resultaba un estorbo. Samael se consideraba alguien demasiado educado para seguir escuchando alaridos de gente tan inferior. Mandó quemar a aquellos dos gitanos después de que les quitaran las ropas de cuero otorgadas para pasar desapercibidos.
Ahora tenia que encargarse de su querido Ángel, la cual dormía placenteramente sobre aquella mesa de mármol –Pronto te reunirás con quien en realidad perteneces….-Murmuro con la mirada altiva, acariciando los suaves cabellos dorados de Ángel, oliendo el aroma de su piel sin pudor alguno, sintiendo como sus colmillos al igual que la excitación de su pantalón, requerían tomar de ella, pero Samael no tomaría lo que era de su amo. Jamás nadie debe tomar algo que sea propiedad de su amo. Terminó por alejarse de aquella mesa tras dar la orden de que la llevaran al interior de la tienda, que la pusieran en la cama para que despertara en un lugar acomodado y no entre musgo y tierra.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
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Re: Aprender o morir [Ángel]
Estúpida mocosa aquella que debía mantenerse encerrada entre cuatro paredes. Pese a que él mismo le había entrenado, siempre creyó más conveniente que se quedara en alguna otra de las facciones, nunca espero que fueran a ponerla en la de los soldados, con el pretexto de que su madre había sido una gran inquisidora y que ella también lo sería. Tonterías. Ángel se parecía a su madre en la habilidad, pero era demasiado tonta y segura de si misma como para parecerse a ella y pertenecer a los soldados. Ahora que estaba en manos enemigas y que toda la misión estaba expuesta, tenía muchos más motivos para mantenerla apartada. De aquel incidente se enterarían los altos mandos y esperaba que de una vez por todas la dejaran en la facción de los bibliotecarios o tecnólogos, lejos de los campos de batalla.
A medida que avanza siguiendo el rastro de la joven podía escuchar el aumento de los sonidos de aquella batalla que se desarrollaba. Los inquisidores debían terminar con todos los que se encontraran en aquel lugar, pero Astor estaba cada vez más alejado, hasta el centro del campamento, el lugar donde estaban los verdaderos enemigos y a donde habían arrastrado a la tonta de su hija. Cuando descubrió en donde se encontraba, permaneció oculto en la oscuridad, aguardando para ver que era lo que sucedía antes de lanzarse por ella. Algo que les diferenciaba también era que aunque Astor era impulsivo, no se arriesgaría por ella de manera tan estúpida, cosa que Ángel solía hacer por algunos cuantos.
Comenzaba a desesperarse de ver a los gitanos y a un hombre que juraba conocer, estar solamente observando a la inconsciente inquisidora. Justo cuando creyó que era la oportunidad de salir y recuperarla, gritos le alertaron para que se ocultara una vez más. Noto como entonces el sujeto que parecía ser el líder se apresuraba a alejarse, atraído probablemente por los sonidos en el campo de batalla. Segundos después de que desapareciera en la oscuridad, pudo ver a un par de hombres que cargaban a Ángel en dirección a otra carpa y a ellos, los siguió, aprovechando que los sonidos cada vez más cercanos de la pelea distraían a todos.
Conforme se acercaba, los soldados salieron de la carpa y antes de que dieran advertencia alguna de su presencia, termino con ambos de movimientos veloces y certeros. Tomo a cada uno del brazo y de esa manera ingreso en la carpa, dejándoles en cualquier lugar y caminando hasta la improvisada cama sobre la que estaba Ángel.
– Despierta inútil – dijo con voz firme, mientras que su mano llegaba hasta el hombro de la joven.
A medida que avanza siguiendo el rastro de la joven podía escuchar el aumento de los sonidos de aquella batalla que se desarrollaba. Los inquisidores debían terminar con todos los que se encontraran en aquel lugar, pero Astor estaba cada vez más alejado, hasta el centro del campamento, el lugar donde estaban los verdaderos enemigos y a donde habían arrastrado a la tonta de su hija. Cuando descubrió en donde se encontraba, permaneció oculto en la oscuridad, aguardando para ver que era lo que sucedía antes de lanzarse por ella. Algo que les diferenciaba también era que aunque Astor era impulsivo, no se arriesgaría por ella de manera tan estúpida, cosa que Ángel solía hacer por algunos cuantos.
Comenzaba a desesperarse de ver a los gitanos y a un hombre que juraba conocer, estar solamente observando a la inconsciente inquisidora. Justo cuando creyó que era la oportunidad de salir y recuperarla, gritos le alertaron para que se ocultara una vez más. Noto como entonces el sujeto que parecía ser el líder se apresuraba a alejarse, atraído probablemente por los sonidos en el campo de batalla. Segundos después de que desapareciera en la oscuridad, pudo ver a un par de hombres que cargaban a Ángel en dirección a otra carpa y a ellos, los siguió, aprovechando que los sonidos cada vez más cercanos de la pelea distraían a todos.
Conforme se acercaba, los soldados salieron de la carpa y antes de que dieran advertencia alguna de su presencia, termino con ambos de movimientos veloces y certeros. Tomo a cada uno del brazo y de esa manera ingreso en la carpa, dejándoles en cualquier lugar y caminando hasta la improvisada cama sobre la que estaba Ángel.
– Despierta inútil – dijo con voz firme, mientras que su mano llegaba hasta el hombro de la joven.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Aprender o morir [Ángel]
La inútil le había escuchado perfectamente, había estado consciente lo suficiente como para saber dónde se encontraba. Era muy cómodo estar haciéndose la dormida mientras te llevaban al interior de la base del enemigo, sentía como Astor le despertaba con suavidad y le diría de todo si no se calmaba. Él estaba calmado, pero sentía o tenía la intuición de que estaban siendo vigilados. Abrió los ojos con normalidad – He estado consciente todo el rato Astor…-murmuro cerca de él – Estamos rodeados de guardias del loco de Samael para ahora poder salir intactos…-suspiro- Te has arriesgado demasiado por mi…-Desvió la mirada, resoplando y solamente tuvo una oportunidad antes de que les atraparan. Abrazo a Astor alrededor de su cuello, estrechándolo contra su cuerpo.
–Gracias…-Se separó rápidamente tras susurrarle aquello, tosió y ahora tendría que concentrarse de verdad. Ella sabía por dónde se movían y sabía de la media sordera de Samael – Samael tiene los sentidos agudizados ya que es un vampiro, pero tiene los sentidos medianamente agudizados, es decir, oye, siente, mira, gusta y huele la mitad de lo que debería siendo vampiro. Él sufre de la izquierda, así que si salimos por la izquierda, sin ser vistos, tendremos una oportunidad de salir de aquí antes de que me convierta en vampiro y me entreguen a quien tú y yo sabemos Astor…-susurro todo aquello en confidencialidad que ella sabía que le tendría desde el momento en que le dijo aquello. Se levantó con agilidad y fue colocándose nuevamente todo su armamento, sus fundas con sus pistolas y las pistolas de su madre, el único recuerdo que tenia de ella. Ya acabando de vestirse se hizo el moño mejor y entonces asintió mostrando que estaba preparada para salir de aquel campamento lleno de muertos.
Ángel saco la cabeza con lentitud para vigilar que estaban alejados los guardias que supuestamente la vigilaba, pero los vio en el suelo y solo rodo los ojos suspirando, volvió a meterse para hacerle señas a Astor de que siguieran adelante. Quería salir, no quería ver a aquella persona que la mantuvo encerrada hasta que dieron con ella finalmente. Lo paso fatal y si se pensaban en que iba a pasarlo nuevamente mal, lo llevaban claro. Acompañado solo por su fe, su determinación, y su crueldad, Sade no dudará en usar cualquier método a su alcance para acabar con tal amenaza, para volver a tocar las hebras doradas de Ángel, para hacerla suya una vez más, para hacerla su vampira. Una vez se lo dijo, y volvería a por ella, despojándole de todo lo que ella amaba en realidad.
Entre una de ellas, Astor, que a pesar de que era un descorazonado chulo y bruto, había sido su tutor, casi un padre para cuando nunca tuvo uno en realidad. También estaba aquel cazador que había conocido como sirvienta en casa de los Gilmerië, pero de todas maneras, ella desconocía si ese cazador manifestaba los mismos sentimientos por ella como ella por él.
–Gracias…-Se separó rápidamente tras susurrarle aquello, tosió y ahora tendría que concentrarse de verdad. Ella sabía por dónde se movían y sabía de la media sordera de Samael – Samael tiene los sentidos agudizados ya que es un vampiro, pero tiene los sentidos medianamente agudizados, es decir, oye, siente, mira, gusta y huele la mitad de lo que debería siendo vampiro. Él sufre de la izquierda, así que si salimos por la izquierda, sin ser vistos, tendremos una oportunidad de salir de aquí antes de que me convierta en vampiro y me entreguen a quien tú y yo sabemos Astor…-susurro todo aquello en confidencialidad que ella sabía que le tendría desde el momento en que le dijo aquello. Se levantó con agilidad y fue colocándose nuevamente todo su armamento, sus fundas con sus pistolas y las pistolas de su madre, el único recuerdo que tenia de ella. Ya acabando de vestirse se hizo el moño mejor y entonces asintió mostrando que estaba preparada para salir de aquel campamento lleno de muertos.
Ángel saco la cabeza con lentitud para vigilar que estaban alejados los guardias que supuestamente la vigilaba, pero los vio en el suelo y solo rodo los ojos suspirando, volvió a meterse para hacerle señas a Astor de que siguieran adelante. Quería salir, no quería ver a aquella persona que la mantuvo encerrada hasta que dieron con ella finalmente. Lo paso fatal y si se pensaban en que iba a pasarlo nuevamente mal, lo llevaban claro. Acompañado solo por su fe, su determinación, y su crueldad, Sade no dudará en usar cualquier método a su alcance para acabar con tal amenaza, para volver a tocar las hebras doradas de Ángel, para hacerla suya una vez más, para hacerla su vampira. Una vez se lo dijo, y volvería a por ella, despojándole de todo lo que ella amaba en realidad.
Entre una de ellas, Astor, que a pesar de que era un descorazonado chulo y bruto, había sido su tutor, casi un padre para cuando nunca tuvo uno en realidad. También estaba aquel cazador que había conocido como sirvienta en casa de los Gilmerië, pero de todas maneras, ella desconocía si ese cazador manifestaba los mismos sentimientos por ella como ella por él.
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
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Re: Aprender o morir [Ángel]
– Me he arriesgado demasiado únicamente porque cierta idiota decidió caerse y ser capturada. Como si estuviéramos en el mejor sitio para que te capturaran. Si querías morirte solo me lo hubieras pedido, con gusto te retorcería el cuello cualquier día de estos; es mucho mejor que estar atrapada en este lugar y tu lo sabes mejor que nadie – Algunas veces creía seriamente que ella había olvidado todo lo vivido en su secuestro pero eso no era de su incumbencia, si era tan estúpida como para dejarse atrapar nuevamente no aparecería para salvarle nuevamente, dejaría que aquel maldito vampiro hiciera con ella tanto como deseara – Además ya sabía yo donde estábamos – dijo sin más, sin muestra de preocupación real – Saldremos de un modo u otro.
No respondió al abrazo, aquellas no eran la clase de cosas que haría y mucho menos que esperaba que Ángel hiciera. Igual le permitió que se acercara y se alejara cuando ella creía que era conveniente. Escucho con atención lo que su hija adoptiva le decía, confiaba en ella en ese aspecto porque aquel tiempo presa de ese grupo de vampiro debió darle algo de conocimiento sobre cada uno de los malditos.
– Pues entonces vamos, no podemos quedarnos mucho más tiempo aquí ya que todos los demás se enfrentan con quienes deben y a ti debemos alejarte lo más posible de este lugar. Si ese maldito ha regresado tal y como te dijo, corres mucho más peligro que antes. Tu inutilidad llega a niveles insospechados y es capaz de que tu misma corres en dirección a él – dudaba eso en demasía pero le era necesario soltar aquella sarta de ofensas antes de terminar saliendo sin cuidado alguno para reventarle la cara a cualquier vampiro que se pusiera enfrente.
Espero detrás de ella, cubriendo su espalda en todo momento hasta que ambos salieron de aquel lugar y comenzaron a andar tal y como su hija le había indicado por la izquierda. A lo lejos los sonidos del enfrentamiento se escuchaban avanzar en dirección a ellos, como si de manera milagrosa estuvieran ganando aquel encuentro. Astor sabía que no era así, hasta que el líder de aquel grupo no estuviera muerto al igual que la maldita pelirroja y el sujeto que siempre le acompañaban, nada estaría bien. Astor nunca había olvidado a aquel trío durante la misión de rescate de Ángel y sabía que nunca en la vida los olvidaría.
No respondió al abrazo, aquellas no eran la clase de cosas que haría y mucho menos que esperaba que Ángel hiciera. Igual le permitió que se acercara y se alejara cuando ella creía que era conveniente. Escucho con atención lo que su hija adoptiva le decía, confiaba en ella en ese aspecto porque aquel tiempo presa de ese grupo de vampiro debió darle algo de conocimiento sobre cada uno de los malditos.
– Pues entonces vamos, no podemos quedarnos mucho más tiempo aquí ya que todos los demás se enfrentan con quienes deben y a ti debemos alejarte lo más posible de este lugar. Si ese maldito ha regresado tal y como te dijo, corres mucho más peligro que antes. Tu inutilidad llega a niveles insospechados y es capaz de que tu misma corres en dirección a él – dudaba eso en demasía pero le era necesario soltar aquella sarta de ofensas antes de terminar saliendo sin cuidado alguno para reventarle la cara a cualquier vampiro que se pusiera enfrente.
Espero detrás de ella, cubriendo su espalda en todo momento hasta que ambos salieron de aquel lugar y comenzaron a andar tal y como su hija le había indicado por la izquierda. A lo lejos los sonidos del enfrentamiento se escuchaban avanzar en dirección a ellos, como si de manera milagrosa estuvieran ganando aquel encuentro. Astor sabía que no era así, hasta que el líder de aquel grupo no estuviera muerto al igual que la maldita pelirroja y el sujeto que siempre le acompañaban, nada estaría bien. Astor nunca había olvidado a aquel trío durante la misión de rescate de Ángel y sabía que nunca en la vida los olvidaría.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 232
Fecha de inscripción : 22/04/2013
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Re: Aprender o morir [Ángel]
Un puñetazo fue otorgado a uno de los inquisidores compañeros que la empujaron dejándola en evidencia conforme llegaron a su punto de encuentro. Estaba permitido eso sí, pero con un cierto límite, para Ángel había cruzado el límite y al ver aquello del puñetazo un nova más de la inquisición que estaba para visionar el trabajo de los inquisidores degrado a Ángel a bibliotecaria durante dos meses hasta que no supiera comportarse y poder compartir el trabajo entre todos. Ángel solamente quería cargarse a aquel obispo que estaba con ellos esa noche, si no fuera por Astor, vale, no estaría viva pero eso no era razón para que le quitaran del puesto de soldado a pasar a ser una rata de biblioteca.
Seguramente Astor se estaba mofando de ella, sentía la sangre hervir queriendo coger al obispo y masacrarlo con su bastón de madera. Ángel no dijo nada. Ella se quedó muda y mirando hacia el suelo como señal de sumisión ante su superior. Pero lo que hizo después fue darle la espalda. En la inquisición tenía fama como otros inquisidores de rebelde, de no acatar las órdenes siempre de sus superiores, pero Ángel, siendo la hija de tales especímenes salió como salió. Nadie diría nada aun, nadie sabría nada y así se quedaría hasta que la muerte llegara a la puerta del santuario que había en las montañas.
De lo que estaba seguro que ahora podría irse a su casa si quisiera. Prácticamente estaba relegada de la misión en la que estaban….y solo porque a un imbécil de sus compañeros se le ocurrió empujarla, que llamara la atención fuera secuestrada y encima se llevara una reprimenda por un superior….No se atrevería a mirar hacia delante como la Ángel que siempre pensó que era. ¿Debería de buscar la muerte en vez de la humillación? No estaba segura de lo que había en aquel campamento, pero como recordaba, durante estos cinco minutos que no podía asimilar su degradamiento del rango estaba aún intentando su cuerpo se estremecía con tal de saber el miedo que aparecería al estar en aquella presencia tan….fría.
z de la humillación?
Seguramente Astor se estaba mofando de ella, sentía la sangre hervir queriendo coger al obispo y masacrarlo con su bastón de madera. Ángel no dijo nada. Ella se quedó muda y mirando hacia el suelo como señal de sumisión ante su superior. Pero lo que hizo después fue darle la espalda. En la inquisición tenía fama como otros inquisidores de rebelde, de no acatar las órdenes siempre de sus superiores, pero Ángel, siendo la hija de tales especímenes salió como salió. Nadie diría nada aun, nadie sabría nada y así se quedaría hasta que la muerte llegara a la puerta del santuario que había en las montañas.
De lo que estaba seguro que ahora podría irse a su casa si quisiera. Prácticamente estaba relegada de la misión en la que estaban….y solo porque a un imbécil de sus compañeros se le ocurrió empujarla, que llamara la atención fuera secuestrada y encima se llevara una reprimenda por un superior….No se atrevería a mirar hacia delante como la Ángel que siempre pensó que era. ¿Debería de buscar la muerte en vez de la humillación? No estaba segura de lo que había en aquel campamento, pero como recordaba, durante estos cinco minutos que no podía asimilar su degradamiento del rango estaba aún intentando su cuerpo se estremecía con tal de saber el miedo que aparecería al estar en aquella presencia tan….fría.
z de la humillación?
Ángel Gray- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 25/10/2013
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