¿Qué podría hacer? [privado]

por **Melanya Boyarskaya** Vie Jun 28, 2013 8:07 pm

Hoy me sentía extraña. No podía calificar mi estado como mal humor, pero tampoco estaba como de costumbre. No sabría decir que me estaba pasando y lo odiaba. Me desagradaban muchas cosas como el maltrato, pero lo que más odiaba era no saber lo que siento o el por qué de mis repentinos cambios de humor.
A decir verdad, dicho sentimiento me apareció cuando llegué a París. En Rusia, si me sentía mal me sentía mal porque sabía que no llegaba al nível que mi padre me exigia, porque me sentía inútil y sentía como mi padre me odiaba con cada día más y que el único bien que le podría ofrecer era casarme con alguien que le podría pagar un buen precio por mi.
Ahora, ¿estaba satisfecha conmigo misma? Había sido útil para mi padre, al menos económicamente... ¿pero estaba realmente feliz? ¿Estaba satisfecha con lo que tenía? Por suerte el marido que me habían buscado era buen hombre, entrado en años, pero era humilde y me trataba bien puesto que le recordaba a su difunta esposa, o por lo menos esa es la sensación que yo tengo. Si vivía bien, ¿de que me podía quejar? Quizás el problema residía que no me sentía realizada como persona...
Hoy tenía la intención de pasearme únicamente por el jardín de la casa que ahora habitaba, pero sin darme cuenta había acabado en casi el centro de París... era un caso perdido, debía de vigilar más mientras divago en mis pensamientos puesto que siempre que lo hago me muevo cual sonambula y acabo en la otra punta de París.
Suspiré mientras posaba mi mirada en un banco libre de la calle. Me apetecía sentarme y mirar a los transeuntes que pasean. De seguro que si se lo contaba a alguien me tacharía de loca, pero me hacia gracia como las personas se mueven de un lugar a otro y intentar adivinar a donde se dirigen o si realmente tienen prisa o no.
Mientras observaba a los demás pensaba que podría hacer en el transcurso de la noche. Me apetecía tocar el piano, pero para ello debería volver a casa... por otra parte, desde un principio no quería irme más allá de mi casa, quizás debería volver de verdad pues ni siquiera había quedado con mi querido primo para poder pasear o ir a un sitio nuevo que él me enseñaría.