Visitando a las más bellas flores [Adelaide]

por **Javier Moraru** Mar Jul 16, 2013 1:39 pm

Seguía el camino de los adoquines, sucios e irregulares desde hacia horas, no tenia donde ir ni donde volver, de forma que no se fijó mucho hacia donde iba a parar. El olor intenso de las flores, hizo que se parara en seco y cambiara su rumbo en pos de ese dulce y embriagador olor que inundaba el lugar hasta que encontró el origen: El jardín botánico.
Asombrado ante tal magnitud de jardines y estructuras, se acercó a ver mejor el lugar. Había edificios con copiosos arcos de metal que soportaban todo de placas de cristal que brillaban al sol, haciendo de aquello, un sitio mágico que prometía un lugar caluroso y agradable para tumbarse a hacer una buena siesta.
Se adentró en los jardines, admirando las plantas, las flores y los arboles que adornaban el lugar creando un ambiente tranquilo en que los pájaros y los murmullos de la gente eran el único sonido presente. La gente escrutaba acusadora al niño sucio y mal vestido que admiraba todo su alrededor ajeno a todo.

Al llegar al gran edificio de cristal, pegó la nariz en una pared, admirando las exóticas flores que se cultivaban. Al intentar entrar le pidieron un pequeño pago, que, a pesar de ser irrisorio, el no podía pagar. Sin ganas ni tiempo de renunciar a poder oler y dormir entre las flores de colores, se transformó en un pequeño tigre que con algunas dificultades, se introdujo por un agujero y accedió al recinto por el cual empezó a pasear. Al rato, empezó a perseguir algún que otro insecto que habitaba el lugar, y terminó irrumpiendo un receso donde damas de alta alcurnia, descansaban sentadas en los bancos, asustandolas con sus rugidos juguetones.

El pequeño tigre:

por **Adelaide of York** Mar Jul 23, 2013 7:51 pm

La tarde transcurría tranquila en el calor del jardín botánico cubierto de un techo en cristal tipo invernadero que mantenía una agradable temperatura en el salón de té donde Camille, otras doncellas y yo tomábamos un refrescante jugo de frutas tropicales traídas del centro mismo de la exhibición. Conversábamos sobre la realeza y los diferentes personajes de esta en Francia e Inglaterra. La tarde pasaba rauda pero aburrida mientras ellas suspiraban por Lords que me eran aún desconocidos. Me iba a poner de pie cuando una cosa peluda salió de un grupo de plantas rugiendo precariamente, lo dudé un instante hasta darme cuenta de que era algún tipo de felino, luego noté que era un tigre. Aunque mi repulsión ante los gatos no es del todo desconocida este me pareció torpe y adorable gruñendo en un fatuo intento aparente de asustar algo. Me reí y me acerqué al felino peludo que parecía un tigre en miniatura.

Algunas doncellas gritaron, otras hicieron un sonido de sorpresa y mis ojos azules se fijaron en los también azules del tigre en miniatura. Camille salió despedida detrás del diván donde un segundo antes estaba sentada y no pude evitar reír suavemente. Me puse de pie y paso a paso me acerqué a él lentamente con un panecillo en las manos (igual que como atraes a un perro callejero) me puse de cuclillas haciendo que mi vestido de tafetán sonara como un montón de hojas de papel arrugándose mientras se recogía al tocar el suelo. Con un gesto delicado y amable extendí la mano con el panecillo hacia él viéndolo con dulzura, era hermoso…

por **Javier Moraru** Miér Jul 24, 2013 10:04 am

Perseguir a un bichito que es veinte veces más pequeño que tu, que encima vuela errante y tiene colores verdosos viviendo en medio de las plantas, no es nada fácil pero aun así Javi lo intentaba. Lo hacia más que nada porque tampoco tenia nada mejor que hacer, ni nadie con quien jugar, así que era eso mejor que nada. Y así se había metido en un buen lío, o al menos eso parecía, porque todo de mujeres, colores y volantes se agitaban arriba y abajo chillando de forma bastante molesta.
Confuso y asustado, Javi erró de un lado a otro sin saber donde ir o que hacer. Todo lo oía aumentado a causa de su condición animal y empezaron a dolerle los oídos a causa de los gritos. Pegó las orejas a la cabeza y corriendo fue a esconderse en el único sitio que ahora estaba libre de personas: debajo la mesa.
El mantel sofocaba el ruido y olía a comida, cosa que hizo que su estomago rugiera, esperó hasta que se calmó el ambiente y asomó la cabeza curioso. Si habían traído comida, de seguro que estaba encima de la mesa, así que tendría que intentar subirse o tirar del mantel hasta hacerlo bajar.

Javier al ver a la mujer acercarse, volvió a medio esconderse bajo la mesa, sin saber que quería acercándose así de repente. Su aura era simple y clara, era humana y no tenia malas intenciones, casi se diría que tenia miedo del pequeño niño metamorfoseado. Pero este dejo de estar pendiente de todo eso a la que vio lo que se le ofrecía.
"Pan!"
Con ímpetu y alegría, se tiró encima de aquel preciado bocado que le regalaban, arrancándolo de las manos de esa mujer de una forma que se podría cualificar de agresiva si no fuera porque ni siquiera rozó las manos de la chica, cuando tomó el pan y se alejó casi al mismo tiempo, en una reacción instintiva.
"Mmm... Esta blandido y caliente. ...cia tempo que no comia... un pan tan bueno"
Los pensamientos del niño se fueron dispersando a media que comía concentrado aquella exquisitez, tomándola entre sus patas delanteras y ladeando la cabeza para poder ir cogiendo trozos sin dejar de hacer ruidos satisfactorios.

por **Adelaide of York** Vie Sep 20, 2013 4:32 pm

Vi al pequeño animal acercarse en un movimiento rápido y fugaz, me alejé de forma inconsciente de él, la mesa y el mantel soltando una exhalación profunda por la impresión de un movimiento que apenas me fue visible. Mientras tanto las damas detrás de mí soltaban chillidos y hablaban entre ellas, su francés era apenas audible pero estaban hablando de lo osada (cosa mal vista entre las damas) que era yo al darle comida a una bestia callejera en medio de un lugar tan sagrado para las mademoiselles de París. Me acerqué de nuevo a la mesa, levanté el mantel de nuevo con un gesto delicado con el afán de no perturbar a la criaturita, comía como si jamás hubiera probado bocado, recordé a algunos de los niños de los hogares de Yorkshire cuando les llevábamos algo de comida en navidad, las pobres criaturitas metían la cabeza en sus platos de madera hasta casi lamer el fondo.

Un hombre (aparentemente un guardia) entró tratando de averiguar lo que sucedía, su francés era más burdo, sus palabras salían como atropelladas mientras una de las doncellas me señalaba, o mejor, señalaba al tigre pequeño debajo de la mesa. Miré al guardia de forma severa y aparentemente funcionó porque no se acercó ni un paso hacia la mesa y en cambio salió de la sala prometiendo que volvería, varias damas salieron detrás de él rehusándose a quedarse en la misma habitación que “Une sale bête” (una bestia sucia), yo por mi parte e ignorando a las “Mademoiselle Ville“ (señoritas de ciudad) tomé otro panecillo y lo escondí detrás de mí, estirando la mano para tratar de alcanzar al animal que aunque parecido a un gato casero (felino que desprecio profundamente, sobre todo si es una bola de pelos Angora que se adueña de los sofás) tiene un aire salvaje, bello e infantil.

-Ven pequeño, no te haré daño, lo prometo-decía pensando en llevármelo a casa, un animal tan bello podría ser una mascota adorable. El equilibrio entre un polisón, un corsé y demás cosas hizo que terminara casi de cabeza debajo de la mesa, ambas manos se movieron inconscientemente al frente para amortiguar la caída y el panecillo voló hasta golpear el lado contrario del mantel, alguien gritó detrás de mí y de nuevo escuché la voz del guardia entrando, esta vez con un acompañante…

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