Una oportunidad inmejorable [Privado] | La caída del Príncipe

La vampiro y su protegida habían llegado finalmente al hogar de Saskia. Benelope ya se había enterado de lo sucedido entre ella y Violante, confiaba en que despreciara a su creador como muchos neófitos lo hacen, y aprovecharía ese importante factor para usarla a su beneficio. Benelope y Hadewish comprendían que tener a Saskia de su lado volvería su grupo más fuerte, los poderes de Hadewish fueron primordiales para localizar a Saskia, descubrir su relación con Violante, así como saber acerca de la orden a la que pertenece como bruja que fue antes de la violación a su persona e intimidad.

Dios, que canalla había sido Violante y cada que Benelope pensaba en el príncipe actual al que conoció y de quien se enamorara le generaba un desprecio mayor. Las Van Dussel esperaban una visita rápida y a su anfitriona con buena respuesta y cordial. Aunque estaban preparadas a una reacción ofensiva así como la firme decisión de destruirla sí resultaba ser un estorbo, ya sea poniéndose del lado de Violante o querer ser ajena a la cruzada. Sin embargo, los espíritus le habían afirmado a Hadewish que lo despreciaba quizás más que Benelope, ya lo comprobarían.

Atravesaron las rejas sin mayor problema en una violación al espacio de la baronesa y tocaron a la elegante puerta con una confianza de quien se conoce de años. Una mujer alta de cabello largo, lacio y oscuro las recibió, tenía la piel fría y su corazón no latía. Hadewish la contempló con interés, todos los Van Dussel sabían que era Homosexual y Benelope esperaba que no se enamorara en la cruzada pues tendría que matarla también. Aquella mujer sin lugar a dudas era Saskia, la neófita de Violante.

A la compañía no le intereso el motivo por el cual ella hubiera abierto la puerta, quizás poseía telepatía... sea como fuere ella había abierto. —Así que usted es Saskia Bornago, baronesa de Italia, la más afamada perfumista de París, vástaga y amante de mi esposo... Violante Vilhjálmur— dijo en un tono reprendedor, totalmente agresiva pues de ese modo su anfitriona demostraría sus sentimientos para Violante, era la forma más fácil de brincar los clásicos rodeos de las conversaciones.

Saskia se encontraba en su mansión, el sol comenzaba a declinar en el horizonte y los primeros luceros de la noche empezar a brillar, ella no necesitaba contemplarlos para saber que estaban allí, aunque un sentimiento de añoranza le araño el alma – “saudades” - susurró - si es que los muertos la tienen –  se dijo con un cierto tono de tristeza y reproche. Cerró los ojos intentando imaginar el cielo con sus variaciones de colores al volverse cada vez mas frio, mas oscuro y en esa majestuosa atmósfera el diamantes mas codiciado y antiguo, Venus, señalando su posición de preponderancia en el escenario celeste, - así eras tu – se dijo con amargura, entretanto seguía interpretando una melodía en el piano, recordando aquella época en que caminaba por las calles a plena mañana, riendo y disfrutando de los dorados rayos del que ahora se había convertido en su  asesino, - no, ese no es tu asesino... - reflexiono – Violante lo es – dijo con voz cavernosa y cargada de rencor.

Pieza Musical Interpretada por Saskia:

Mantenía los parpados apretados mientras sus pupilas se dilataban entrando en una especie de  trance, un sueño, los movimientos oculares eran veloces, al igual que al dormir. Sus delicados dedos se desplazaban con maestría por las teclas de marfil del piano, la música que emanaba del  instrumento era un deleite que producía en sus sirvientes una especie de éxtasis en el lapso que  la   escuchaban. En esos momentos ella se convertía en un ángel a quien amaban, aunque luego se volviera un demonio, egoísta y caprichosa.  En su mente un sin fin de imágenes  se sucedían una tras otra con  la misma cadencia que la música que interpretaba, en ellas pudo distinguir una  mujer de bella estampa, - vaya  que es bonita – se dijo, sonriendo con malicia – claro, comparada con cualquiera, menos conmigo – dijo jactanciosa como siempre. Su risa cristalina, juguetona y contagiosa se expandió por el salón de música, las imágenes continuaron llegando hasta ella, empapadas por los sentimientos que provenían de ese ser que cada vez se encontraba mas cerca de la puerta principal. Saskia, dejó de tocar y sus parpados se abrieron como si despertara de un sueño tranquilo – mmm... así que sabes quien soy – se dijo sonriendo y mordiendo su labio inferior, en su mente habían quedado marcada una frase que la desconocida le diría.


Se levantó del taburete, caminó hacia el vestíbulo, se encontró con una de sus doncellas y la detuvo – Priscila, dile a Gaspar que disponga de los preparativos para una velada importante, pronto llegarán unas viejas amigas – , la mujer inclinó su cabeza en señal de respeto y asentimiento, estaba por seguir su camino hasta la entrada cuando volvió a detenerla, - por cierto, que preparen las dos habitaciones de invitados mas lujosas, no se todavía si desearé pedirles que se queden o las echare – sonrió con malicia – pero es bueno estar preparada – se acercó a la mujer, acarició el rostro de la joven, sintió su calor, la sangre latir en sus venas y tubo deseos de beber de ella, pero su maestro le había inculcado bien y aunque lo odiara, sabía que en lo que concernía a la enseñanzas recibidas, él,  no se había equivocado.

Llegó a la entrada en el momento que alguien llamaba a la puerta, - [color=#ff0000]han llegado[/color] – pronunció en un susurro, dándose la vuelta y mirando a la sirvienta quien corrió al interior del área de servicio a cumplir las ordenes impartidas por la Baronesa. Se demoró unos segundos antes de abrir, lo primero que vio fue  a la mujer de sus visiones y a su acompañante, hizo una inspección rápida con el rabillo del ojos, sopesando a cada una de las mujeres que esperaban - mmm... nada mal, podría ser un buen juguete – pensó, refiriéndose a la bruja que acompañaba a la vampiresa, un brillo frio se dejó percibir en sus pupilas.

Sonrió de lado al escuchar la frase que anteriormente repitiera en su mente, - a si es, soy la Baronesa de Italia, bienvenidas a mi humilde morada – no hizo caso a las palabras venenosas o que por lo menos la nosferatu,  intentaba que pareciera como una ofensa – No me molesta que me digan que fui la amante de un príncipe o de un emperador, no es un insulto, si sería que me hubieran abandonado – dijo mirándola a los ojos, maliciando el impacto de sus palabras – y ese delito no perdono, ni al que lo haya cometido contra mi persona o contra otra mujer – terminó la frase, clavando sus ojos azules en los de Benelope, dejando que su mirada pasara de altanera a una dulce y afectuosa – por eso, mi señora, es un placer tenerla en mis dominios -.

Sí, el Palazzo era una edificación majestuosa. Hadewish estaba maravillada con éste. Su familia nunca había sido rica, nunca tuvo un lujo de habitar en una casa como en la que Benelope y ella estaban por visitar. Aunque no lo demostraba la bruja estaba emocionada, a diferencia de Benelope ella ya había visto a Saskia y su belleza la había abrumado, no estaba nerviosa pero si ansiosa por conocerla y verla de cerca.

Cuando tocaron fue ella misma la que abrió, Hadewish se sorprendió por las palabras de Benelope pero no tanto como las almas se mantenían junto a Saskia, almas arrebatadas de una vida que amaban, inocentes o despiadados que perdieron la vida ante la vampiro en esa maldición que era la inmortalidad. La bruja sabía lo difícil que había sido para Saskia aceptar su nueva naturaleza por lo que si su maestra fracasaba en su intento Hadewish se encargaría de la situación.

La anfitriona respondió de una forma elegante y a la vez agresiva. Hadewish vio sonreír a Benelope y esperaron que Saskia les invitara a ingresar; por lo mientras, la bruja liberó sus pensamiento, no estaba segura de los poderes de la baronesa pero era consciente de que los pensamientos podían fácilmente ocultarlos a los Neófitos, mas ella no lo consideró necesario, de hecho le pareció indispensable para el movimiento que podría hacer en el tablero de ajedrez que ya se había montado en el Palazzo Bornago.

Hadewish expresó en su mente su admiración por la belleza de la baronesa y sus promiscuos deseos de estar con ella. No silenció sus deseos carnales sino que los intensificó, la mirada seductiva de la bruja a su anfitriona afirmaba lo que su pensamiento clamaba. Hadewish había regresado no hace mucho de su encuentro con Keyla Van Zuiverheid y aunque no pensaba en el buen momento que pasó con ella, si evocó un encuentro sexual. En su mente decía –Sí, soy homosexual–.

Dejó que su mirada recorriera descaradamente la belleza de la bruja, y por un momento el recuerdo de su época de bruja, la entristeció y le provocó un enorme sentimiento de envidia y furia, al fin de cuentas ella solo había deseado dedicar su vida - corta o larga - a su pasión mas importante, los perfumes. La sombra en sus ojos, como llegó revoloteando y oscureciendola por un breve segundo, así de veloz desapareció. Volvió a sonreír a su invitadas y giró para dirigirse al interior del vestíbulo donde una tímida Priscila se acercaba presurosa a tomar los abrigos de las señoras.

- El cochero bajará las pertenencias de las damas y las demás doncellas las acomodarán donde les he indicado – dijo con una voz que rayaba en la ternura – luego vuelve que necesitaré de ti – la pequeña doncella, sonrió ruborizada y tembló casi imperceptiblemente. Saskia la observó divertida, siempre le había agradado esa jovencita,  - me agrada mucho – caviló, tensó su mandíbula al recordar que no tendría nunca una hija a quien enseñar su pasión y tuvo que disimular para que la frustración no fuera notada por los presentes. Pensaba enseñarle todo lo que sabía sobre los perfumes para que cuando el paso del tiempo provocara sospechas con respecto a su eterna juventud, la pondría al frente de su pujante industria. Hizo un movimiento de su mano llevándola a sus cabellos como despejando su frente de un mechón rebelde que no existía, intentaba  alejar los pensamientos sobre su futuro, - todo por tu maldita intromisión, Violante – meditó, mientras intentaba sostener la sonrisa y dirigirse a la sala de te.

Los ventanales de la coqueta sala daban a un hermoso parque con estanque, la noche caía y pudo hacer correr las pesadas cortinas  abriendo la cristalera,  deseaba salir a la terraza a sentir la briza nocturna, ya habían pasado varios meses de su nacimiento como una vampiresa pero aun extrañaba sus caminatas por el jardín botánico, sus salidas a comprar los productos que necesitaba para la fabricación de sus esencias, se preguntó como no iba a odiar a un hombre que egoístamente había tomado una decisión tan trascendente sin siquiera preguntarle. Suspiró, mirando el exterior por la puerta de cristal, se dio vuelta apoyando su espalda en el ventanal, el frío del cristal no le provocó ninguna sensación, y eso la frustró, - ¿alguna vez me acostumbraré a este cuerpo? – se dijo mentalmente.

Dejó la seguridad que le daba la puerta  y el exterior nocturno, para invitar a las damas a sentarse en elegantes sillones de terciopelo color sangre. Volvió sus ojos a su doncella personal, para que trajera tres copas, mas las dos botellas de cristal que tenía en su despacho. Sus ojos relampaguearon al quedar a solas, - pues bien – dijo sin rodeos - me gustaría saber cual es el motivo de ésta sorpresiva visita  - miró a Benelope que por un leve segundo le pareció haberla visto con anterioridad en una tienda de libros muy interesante.

Mas que ofenderla las palabras de Saskia habían ayudado a Benelope a catalogarla, evaluarla y asegurarse a la vez de ser la mujer indicada, ser una aliada y no una enemigo. Realmente no quería matarla, no quería armar una matanza en el palazzo Bornago, no quería ver a Hadewish asesinar con crueldad a la servidumbre como ya era su modo operandi, no, por lo que suspiró antes de entrar. Las forasteras fueron conducidas hasta un salón elegante e invitadas a sentarse, ellas acataron la invitación sin dejar de mirar a su anfitriona. —Es muy gentil de su parte ofrecer asilo a mujeres a quién recién conoce, hemos viajado desde los Países Bajos para venir a verla— inició Benelope al tiempo de que cruzó la pierna y se acomodó en el reconfortante sillón. —Antes de continuar quiero hacer algo que Violante no hace, pedirle disculpas por mi falta, fui una impudente en mi entrada y presentación. He comprobado que es usted una dama hecha y derecha lo que le aplaudo— continuó haciendo una reverencia desde su lugar y sonriéndole, luego se percató de que ella la miraba como si ya la hubiera visto en algún lugar. –¿Será acaso que ha frecuentado a Crystall?– caviló antes de continuar, Benelope nunca había visto a Crystall pero Hadewish sí y ella le había afirmado que eran idénticas.

—Mi nombre es Benelope y ella es Hadewish, pertenecemos al clan de los Van Dussel al norte de Países Bajos. Cuando era mortal, hace más de 200 años fui la esposa de Violante y procreamos un hijo, Viktor Van Wijs. Violante era hijo de Iván IV Vasílievich y Anastasia Románovna Zajárina, Zar y Zarina de Rusia. Los Van Dussel somos un clan de brujas por lo que mi hijo heredó los poderes de la familia, un día mi hijo manifestó el poder frente a su abuelo y él aterrado quiso darle muerte, Violante se interpuso y se enfrentaron a muerte lamentablemente Anastasia se interpuso entre ambos y Violante no pudo frenar la espada matándola, matando a la persona que más quería después de mí...— Benelope hizo una pausa y recordó todo, como si lo viviera en esos momentos, se entristeció por unos instantes pero así como le invadió ese sentimiento así de fácil lo deshecho, no podía darse el lujo de sentir lastima por Violante, no por él.

—Viajamos a los Países Bajos y una noche Violante se marchó prometiéndome regresar luego de arreglar el problema con el Zar, temíamos que nos buscara para asesinarnos, mas nunca regresó... hasta que un día supe de él, ya como una inmortal. Todavía enamorada de él lo fui a buscar, pensando que podía ese ser al que amé, ese hombre que lo dio todo por mí y quien cambiara con tal de hacerme feliz. Pero ese hombre había muerto, era como si un espectro se hubiera apoderado de Violante... no hace falta que te lo describa él te ha hecho algo imperdonable... ¿o acaso amas tu maldición?— le preguntó analizando las expresiones que su anfitriona pudiera manifestar.

—Su existencia sólo trae dolor y maldiciones. Benelope y yo lo hemos seguido y oído de otros todas las desgracias que él deja a su paso. Dime Saskia, ¿después de volverte lo que eres ahora siguió comportándose como un caballero?— interrumpió la bruja luego de estar callada desde que llegaron, a diferencia de Benelope, Hadewish no reparaba en el hecho de las formalidades, no le interesaba  si se trataba de un rey o un muerto de hambre, para los ojos de la bruja todos eran iguales, todos salvo Benelope. Sus ojos indiscretos no mostraban admiración a su anfitriona, a penas un vislumbro de respeto, sólo se trataba de una mujer más, otra víctima del malvado y desgraciado príncipe, pero Hadewish no sentí ninguna clase de lastima para con Saskia, no como lo sentía para con Benelope, no para la perfumista caprichosa que gustaba de crear magníficos perfumes así como encamarse con cuanto hombre se le antojara. Al menos, eso lo había escuchado de las almas que vivían en la misma perfumería, de almas que se hallaban en esa misma estancia donde se celebraba la inesperada reunión; los espíritus eran los ojos de Hadewish, los ojos que de la verdad de la única y absoluta verdad. En eso creía ella.

—Yo sé que has matado... sé que la mujer que Violante y tu enterraron se llamaba Christine así como el hecho de que era madre de dos y también sé que Violante lo sabía mucho antes de que accidentalmente la matarás... él pudo haberte detenido mas no lo hizo— los cabellos de Hadewish le cayeron sobre los hombros conforme hablaba y empezó a jugar con ellos, su voz clara y concisa era un poco tajante y agresiva pero cierta lo que era lo más importante. —Nosotras destruiremos a Violante para que no vuelva a hacer ningún daño a otros, ¿preguntas a cual es el motivo de nuestra visita? Queremos saber si serás nuestra aliada, queremos que colabores en la caída del príncipe— lo había dicho, ahora Saskia debía comprenderlo ya no hacía falta que Hadewish prosiguiera, su anfitriona seguramente había deducido ya que existían dos caminos, aprovechar la oportunidad o librar una batalla contra ellas defendiendo a un monstruo.

—Actualmente Violante vive engañando a su segunda creación, la desafortunada Ainara— a diferencia de todas las demás, Hadewish respetaba a esa bella mujer, ya la había tratado sin que ella supiera sus intenciones, era inocente y estaba completamente enamorada del príncipe, no, estaba cegada y confiada de que le sería fiel, y aunque muchos la veían ingenua, para Hadewish no lo era, Ainara representaba una inocencia que debía salvar y lo haría. —Pero como bien supondrás ya la engañó con otra mujer...— la bruja mantenía un semblante serio, pensar en lo que Violante le había hecho le enfurecía, realmente le enfurecía.

La anfitriona caminó con indiferencia por la habitación mientras las dos invitadas tomaban asiento, tenía todo planeado para cuidarse de posibles embrujos,  ataque y cualquier sorpresa que intentaran hacer. No era tonta como para ignorar que los entes que  deambulaban por la mansión eran propensos a soltar la lengua, pero ella tenía a su fiel nigromante Galia y de ella recibiría toda la información que esas energía  hablaran de mas. Miró con desconfianza a la bruja, a  ella no le caía del todo mal, pero tampoco bien, - ¿será que fui bruja? – pensó, mientras intentaba concentrarse en lo que la otra mujer le comentaba.  - Benelope – se dijo mentalmente, escuchó con interés todo lo que ella le contara, - así que  pertenecen a la nobleza, como yo – sonrió levemente, no era que le interesara mucho, pero era difícil encontrar en esos día personajes de esas características teniendo en cuenta que la mayoría terminaba con la cabeza en una cesta.

Su mente divagó por sus recuerdos cuando la esposa de Violante le comentó como había muerto la madre de su mentor, quiso tener compasión por él, pero volvió a llenar su corazón de rencor, no solo la había convertido sino que era tan cobarde como para no habérselo contado – hija mía – recordó con sorna,  las palabras de aquel que hacía tiempo que no veía.

Pudo notar que muy en el fondo esa mujer no era otra cosa que una despechada, su esposo se había mandado  a cambiar y ahora venía a crearle un flor de espectáculo, rió mentalmente divertida al pensar la bronca que aquella mujer le echaría  a su amado padre vampírico cuando lo encontrara, y ella quería disfrutar en primera fila y si era posible llevarse un souvenir, - con un poquito de sus cenizas me conformo – pensó mientras servía tres copas de las botellas traídas por su doncella, no pudo evitar un leve temblor por la risa que le provocaba imaginarse tremenda escena. El cristal de la botella tintineó en la copa mientras la llenaba. Cuando estuvieron servidas se acercó a sus invitadas, una contenía un liquido de color verdoso de tonalidad fuerte y algo lechosa, el otro era color de la sangre, menos denso y cristalinos. Se paró delante de ellas y les extendió la copa, - ¿un aperitivo? - no era nada que debieran temer solo una copa de Absenta para la bruja y una variación de la misma bebida pero con sangre, ya que de no ser así ellas no la podrían tomar. La forma de mantener fresca la sangre era un secreto que Saskia se llevaría a la tumba, pensar en ello la hizo sonreír – que ironía, ¿acaso no estoy muerta? -. No sabía si lo tomarían,  pero despreciarlo sería una falta demasiado grave si buscaban el apoyo para la causa.

Las enfervorizadas palabras de la bruja, solo le hicieron pensar que debía estimar mucho a su amiga, pues no veía mas que por sus ojos. La mirada de Saskia centelló de solo recordar a la pobre mujer que ella había matado. Era verdad, no había sido su intención, menos aun sabiendo que tenía hijos, los cuales ella mantenía desde que se enterara de su existencia. Una sombra pasó por sus bellos ojos azules y se quedó allí, - ese ínfimo detalle, según Violante, es lo que no le perdono y menos ahora enterarme que él lo sabía perfectamente y que podría haberme ¿detenido? - Saskia había girado para tomar su copa, se la llevaba a la boca en el momento en que las palabras de la bruja le hacían ver la realidad, el liquido tembló dentro del cristal derramándose unas gotas en su vestido, frunció el entrecejo y sus labios se curvaron en una mueca de disgusto, sus colmillos habían crecido peligrosamente y tuvo que controlarse para no caerle como un rayo a la hechicera, si poco le agradaba, ahora su disgusto era peor. Pero la ira como llego se disipó, - no es el problema el mensajero sino el mensaje – caviló mientras arqueaba  levemente la columna hacia tras y se enderezaba.

Cuando la bruja hablo de lo que pretendían hacer y preguntaba por su postura ella la enfrentó mirándola a los ojos, - me importa muy poco si él le es infiel a su nueva mujercita, pues en todo caso es a Benelope, aquí presente, a quien ha faltado mas el respeto que a esa cría – dijo con cierto desprecio al referirse a la segunda vástago de su maestro. Caminó acercándose aun mas, - si no me equivoco, los espíritus que recorren ésta mansión te habrán dicho que no es amor lo que me une a Violante, mas bien el espanto a lo que me ha condenado, así que pueden contar conmigo – dijo sin darle mayor importancia que fuera capaz de saber cosas que parecían imposibles de adivinar.

Se acomodó en un sillón y levantando su copa,  propuso un brindis – por el comienzo de la caída, de nuestro amado Príncipe Violante... Querido... Púdrete en el infierno – dijo mientras apresuraba su copa hasta dejarla vacía y lamer sus labios de forma sensual, entrecerrando sus parpados.

Muchas veces a Benelope le parecía que Hadewish era muy atrevida, que iba más allá, que tomaba imprudentemente la iniciativa; muchas veces había hablado con ella sobre eso pero no funcionaba, además de poderosa, Hadewish era indomable y Benelope temía que la bruja se volviera incontrolable y terminara siendo un peligro no solamente para otros, sino también para ella misma. Pero ya no importaba nada, le había dicho todo a Saskia, o al menos casi todo, sinceramente Benelope creyó que Hadewish revelaría el nombre de la última amante de Violante. Benelope suspiró, lo que su esposo había hecho era imperdonable para ella, ¿cómo pudo haber tomado el cuerpo de la que prácticamente es su hija, su sangre? Pero Benelope no lo diría, no se lo contaría a Saskia.

Ella hizo el brindis como la formalidad que era, percibió que era sangre lo que contenía su bebida pero no le daba confianza, ya había bebido sangre en copas y había sido contraproducente, Benelope prefería mil veces beber de un cuerpo vivo, con una sangre espesa y cálida, en vez de arriesgarse a una convulsión. Por otra parte, Hadewish bebió con elegancia y Saskia con confianza haciendo que Benelope se diera cuenta de que el elixir no le haría daño pero no suficiente confianza para que ella bebiera, y aunque eso representara una ofensa para su anfitriona no bebería. Dejó la copa en la mesa ante la mirada fulminante de Saskia. —Saskia nosotras no somos como tú, nosotras somos minuciosas. Es por eso que me atrevo a decirte... ¿cómo es que confías en dos personas que dicen matarán al vampiro que te dio el don oscuro... cómo es que crees que soy realmente la esposa de Violante?— los gestos de Benelope se endurecieron encarando a Saskia, a ella no le interesaba si se ofendía sino que realmente haría lo que se le pidiera y no las traicionara.

—Él fue tu creador y así como me sucedió a mi, mi maestro me despojó de la vida cuando no lo quería, en contra de mi voluntad y sin embargo, no puedo aunque lo deseé con toda mi alma matarlo. A mi me arrebató a mi hijo, lo que más amaba después de Volante y no me vengué... a ti que te quitó... ¿qué es lo que te provoca tanto odio, después de todo tus perfumes ahora son perfectos, ¿qué te robo?— le dijo y se levantó. Caminando a un lugar que le facilitara tomar ventaja en un ataque si fuera necesario, sí Saskia representaba una amenaza la matarían tal como lo harían con Crystall Van Wijs una vez se arreglara la situación con Saskia. —Nosotras no nos arriesgaremos a que nos traiciones Saskia... si esto lo tomas como una amenaza, tómalo así, nosotras lo tomamos como una prevención pero no lo dudes, somos capaces de destruirte si representas una amenaza— sentenció con una voz fría.

La miró con descaro, en verdad estas invitadas la estaban fastidiando, como lo había hecho su creador, -¿que es lo que me hace odiarlo?- dijo en voz baja y meditándolo, dejando la copa en la mesa de arrimo y clavando sus ojos en la vampiro.  - Es que acaso no has respondido tu sola a tu preguntas  - le dijo con voz calmada pero con cierto tono de reproche, - a ti por lo menos te dejó un hijo -  le contestó, - a mi me quitó esa posibilidad, - su mirada se dirigió a un pequeño cuadro de una niña de cabellos rubios y mirada serena – Nouvel – pensó con tristeza, recordando a la pequeña que hacia unas semanas muriera junto a su amiga Galia – ademas, ¿de que me sirvió el don? Solo fui un capricho, me convirtió para supuestamente salvarme o ser su amante, no contó con que no me gusta ser juguete de nadie – cruzó los brazos sobre su regazo, podía ver como el vampiro estaba nervioso, los pensamientos eran confusos, y apresurados, se rió mentalmente por que al final de cuentas ella no la atacaría, no era ese tipo de seres, no le gustaba luchar, ni matar, - para eso ay asesinos a sueldo – pensó, mientras intentaba contener un bostezo, - esto esta muy aburrido – caviló mientras se incorporaba con gracia y caminaba hasta el balcón abierto donde la brisa nocturna acarició su piel helada.

- ¿que como se si puedo confiar en ustedes? No eres la única que tiene una bruja a su disposición y sus premoniciones son muy acertadas – rió mientras tocaba las cortinas de terciopelo

Miró hacia el jardín donde una dama de noche abría sus bellos pétalos y dejaba disfrutar de su especial perfume. Pensó en la pureza de aquella flor y en la de su pequeña niña que ahora descansaba bajo tierra. Suspiró antes de darse la vuelta y enfrentar a las dos invitadas, - ¿traicionarlas? No tengo por que hacerlo, ya no tengo que perder, como tampoco que ganar y si las ayudo es solamente porque me fastidia ese engreído – inclinó la cabeza y contempló el vestido que portaba Benelope, observó su belleza,-  Libraire Wijsheid – dijo mientras la seguía contemplando – así se llamaba la librería donde vi a una mujer muy parecida a usted –  se llevó una mano a la barbilla como si pensara, - mmm... si definitivamente, el señor Van Wijs es un espécimen del que me gustaría probar su sangre – dijo sonriendo maliciosamente y deseando fastidiar a la mujer.

No esperó la reacción de la vampiresa, - no me preocupa que me amenaces y tampoco lo tomo como tal, ¿crees que tu eres mas poderosa que yo? No te conviene confiarte, no es el mas poderoso el que gana, sino el mas inteligente y astuto – la observó de arriba a bajo con marcado desprecio – a demás ya te he dicho, no tengo que perder, todo lo que me interesaba esta bajo tierra – Se llevó la mano al camafeo en donde un mechón del rubio cabello de su pequeña Nouvel era lo único que le quedaba de unos días de plena felicidad – solo intenta no aburrirme, detesto las personas que no hacen mas que hablar de si mismas – Apoyó su espalda en el marco del ventanal y contempló a la bruja con detenimiento – ¿y cual es el plan?- .