Who Are You? (Privado Revie)

Desperté con el primer rayo de sol que golpeó mi rostro, acunada entre las patas de Münze, envuelta en mi capa forrada de color negro, bajo una carpa gitana, que los sinti me habían proporcionado… ya en otras ocasiones nos habíamos encontrado, quizás más al sur, pero era un campamento en el que conocía a muchos y siempre prestaban la mejor hospitalidad…

Tallé mis ojos, mirando de solsayo a Münze, quien dormía como si estuviese muerta, me giré para incorporarme y me di cuenta que la mayoría de ellos todavía estaban en el interior de sus casas de campaña… me levanté en silencio y musité a Münze que se quedara quieta, no era mi intención despertar a nadie… Me quité la capa dejándola sobre el lomo de la yegua y caminé hacía donde ellos comían… una enorme pila de trastos se levantaba frente a mi… pero tenían agua, probablemente acarreada del Sena el día anterior… así que manos a la obra, tomé un poco de la sosa que ellos usaban y la diluí en agua… comencé a lavar los trastos de toda la comuna, poco después de una hora intensa, bajo el escrutinio de la mirada de Münze acabé…

Regresé con ella… mi compañera de viaje, mi amiga y confidente… -Vámonos Bella- le dije mientras tomaba la capa y ella se ponía en pie; pero cuando me giré en los talones pude ver a dos sintisas de las más viejas mirándome –Como te vas después de haber lavado todo…- me dijo una de ellas, yo sonreí en silencio encogiéndome de hombros –No, no…- dijo la otra con un movimiento exagerado de brazos –Quédate niña, tienes que desayunar, y después vemos si el día es bueno para que empieces un viaje…- me lo dijo como una orden, pero con la ternura de una madre –Disculpe… quedé de ver a alguien por la ladera del rio- mentí, pero no quería hacerlas sentir mal –Bueno niña- dijo la primera de las señoras –Regresa para la hora de la comida… o si no podéis, después, estaremos aquí una temporada…- asentí con la cabeza como si me hubiesen regañado y brinque sobre el lomo desnudo de Münze, quien comenzó a trotar de inmediato.

Salimos del campamento, me sentí especialmente desgastada, habían tomado toda mi energía, el cansancio me hizo presa tan solo llevábamos un par de horas camino a París, y todavía tomaba un día completo más llegar hasta allá… se escuchaba un riachuelo que sin duda se uniría más adelante al Sena, pero ahora se dedicaba a golpear piedras, mientras el viento tocaba una melodía con las hojas de los arboles… no sé si la naturaleza confabulaba en mi contra, pero comencé a sentir mucho sueño…

Bajé de Münze cerca de una sombra, -Necesito dormir hermosa…- le dije, y ella asintió dando la vuelta y comenzando a pastar despreocupadamente… rara era la ocasión en que ambas dormíamos, ella cuidaría mi sueño… así que acomodé la capa y me dispuse a dormir, poco tiempo después no sabía nada de mí.

De pronto sentí el belfo de Münze golpeándome y sus estridentes relinchidos llenando el aire, me incorporé como pude, y frente a nosotras había un hombre alto, sobriamente vestido… con un aura distinta, con un lado tan claro como el de la yegua y otro más oscuro que el de un vampiro, un choque tan ecléctico que me deja callada… veo como ese hombre alto como un roble y una mirada oscura se comienza a acercar a mi… la valiente de Münze se esconde detrás de mi… y yo me limito a guardar silencio... Su presencia está a menos de un metro de mi…

Volar, atravesar el viento a toda velocidad, luego plaear desde lo alto precipitándose hasta los profundos abismos como el rayo atravesando la celosía que divide el cielo de mar.  El ave de nuevo es reptil marino, que desciende ya suavemente hasta incubarse un momento en el vacío acuático, solo un instante de inercia antes de volver a impulsarme hacia afuera.  Una energía poderosa y atrayente brilló en mi consciencia como una gema que hubiese estado yaciendo en el suelo desde hace siglos esperando el ojo de algún errante.
Mi cuerpo todo es ahora una sola columna que empuja hacia arriba, soy una espada que corta la barrera entre el agua y el aire y de nuevo emerge al reino de la horizontalidad. Poner los pies en la tierra y caminar como hombre, porque esa energía que he presentido parece humana.

Podría volar a tu encuentro, bienaventurada energía, pero he de caminar hasta ti como un hombre, paso a paso para acostumbrarme de nuevo a la tierra.  Yo que no tengo forma por que puedo tomar cualquier forma que imagine, anhelo un cuerpo humano. Yo, innombrable, quiero y no quiero ser llamado de nuevo entre los hijos de Adam.

En el camino ensayo los rostros, los cuerpos que he inventado para mi, ¿con cuál he de encontrarte?  Con que rostro recibirte, brujo o bruja.  Mi anhelo aun no te mira al rostro pero ya te siente cerca. Te busco a ti, que caminas por la senda de la Sabiduría y a cada paso que doy nuestro encuentro se vuelve inevitable.

Mi olfato estuvo esperando percibir un aroma específico, algo que delatara a la persona que destilaba la energía que vine siguiendo desde lejanas tierras, de nuevo a esta mágica ciudad de París.   Sin embargo lo que percibí en el aire fue el fuerte aroma de los inciensos que provienen del campamento gitano.   ¡De ahí proviene ese gran poder!  Ahí despertó… ¿Dónde más, sino en los dominios de su hermano Epoch?  ¿No era como un regalo del cielo?  Aún no podía palparle aunque estiro los sentidos tan lejos como puedo, hay un halo que cubre su esencia.  Sin embargo ya me imagino ante una poderosa hechicera.  Si está entre los gitanos es más probable que sea una bruja… debe ser.  Así compongo finalmente el rostro con que habré de mirarle y me encamino a ella. Ahora percibo el aroma del agua...

Ya mis pasos me llevan cerca del campamento, pero aun antes de llegar le siento, como si viniese a mi encuentro.   Percibo su olor más claramente  cuando llego al margen del río. Sigo el camino del agua hasta que doy con ella. He descubierto que mi intuición no estaba errada, solo que para mi sorpresa no es una anciana maestra, sino una hermosa joven la fuente de aquel increíble poder.  No esta sola...

(* se coloca frente a ella, mirándole, sin decir nada, se acerca simplemente, naturalmente, sonriendo, como quien encuentra a una entrañable amistad perdida hace mucho mucho tiempo. Con paso seguro, pero con suavidad de ave, para no espantar a la dama ni a su noble acompañante voy acortando distancias hasta estar a centímetros de distancia. )

Quisiera guardar silencio y no quebrantar este instante en que nuestras miradas se encuentran pero el ansia de conocerle apremia.

- Mi señora me ha llamado sin palabras, y a su encuentro he venido. Yo soy el espíritu de Gaia. He venido a averiguar el nombre de quién me invocó.

Se colocó frente a mí, su mirada me recorrió y un escalofrío le acompañó, sentí como mi espalda se arqueaba, sin decir nada, se acercó simplemente, naturalmente, sonriendo, como quien encuentra a una entrañable amistad perdida hace mucho mucho tiempo.

Sentí su caminar parsimonioso, delicado, como si viera el miedo en mis ojos, o en los de Münze, le seguí con la mirada, mientras el cielo se tornaba oscuro por las nubes de tormenta, aquella que mi mente creaba al sentir su cercanía… la valerosa Münze dio vuelta y se refugió tras un árbol viendo todo “Como un animal de casi 1000 kg puede tener miedo…”, mi mirada penetró la oscuridad de la suya, perdiéndome en un rio como el que navega Caronte en el purgatorio mismo… me sentí atrapada en esa mirada… cerrando las manos comenzó a llover, con calma, mojando apenas nuestras ropas…

- Mi señora me ha llamado sin palabras, y a su encuentro he venido. Yo soy el espíritu de Gaia. He venido a averiguar el nombre de quién me invocó.-

Dijo certero y calmado, más su expresión facial podría asustar a cualquiera… le observé en silencio, mientras la lluvia arreciaba y nuestras ropas iban mojándose…

Descalza, como dormía, y sin la capa caminé hacia él, sobre el riachuelo que era lo único que nos separaba… “yo no le había pedido nada a mi madre Galla” (Perdón el romanismo, pero en latín me gusta menos…) sentí como mis faldas se mojaban irremediablemente, mientras pisaba las piedras de aquel río…

Estaba tan cerca de él, que todos mis sentidos podrían apreciarlo, sobre todo su olor, ese aroma que me embriagó tan pronto lo sentí… sentía que me sacaba más de 50 centímetros desde mi cabeza, pero no me intimidó, acostumbrada estaba, él solo era más alto que él promedio…

Toqué su mejilla con mi mano empapada, mientras el cabello caía sobre mi frente… -Yo…- musite sin dejar de tocarle –Yo no he pedido a mi madre ningún guardián…- coloqué la otra mano en la correspondiente mejilla, y mi mirada terminó de sumergirse en él… sentí que el agua que bajaba por el riachuelo aumentaba su cauce por la lluvia, pero no hice caso…

-Yo no os he llamado caballero…- dije bajando el rostro, -más he pedido a Galla que me mostrara…- me quedé callada, como un sepulcro… -No puedo creer que vos sois…- no terminaba de decir la frase, cuando el cauce crecido del río me hizo perder el equilibrio, tratando de llevarme con su fuerte corriente.