Las vueltas que da la vida (PRIVADO) Rikkert

Bazyl se despertó esa mañana con los ruidos de los golpes que un mensajero propinaba a su habitación. Tras llegar a Paris hacía una semana rentó una pequeña habitación con un lavabo y cocina, lo mínimo necesario, ¿para qué quería algo más si no lo iba a poder disfrutar con nadie?

Saltó de la cama un poco mareado, la noche anterior había estado trabajando y por ser cortés no había negado las bebidas que le ofrecía el hombre que lo había contratado. No recordaba a que hora había llegado a casa pero el dolor de cabeza le indicaba que no había dormido suficiente. Abrió la puerta y el malhumorado mensajero depositó en su mano una carta lacrada y tras un escueto "adiós" se marchó.

El mensaje era breve, se le necesitaba en una fiesta para ofrecer sus servicios esa misma noche. El precio que le pagarían era elevado y Bazyl al no tener nada mejor que hacer decidió acceder a ir. El resto del día se lo pasó aseándose y preparándose para la ocasión, tenía que dar una buena impresión.

Unas horas mas tardes, cuando la luna se hizo dueña del cielo, se fue caminando hacia la gran mansión. Su jefe esa noche iba a ser un noble de la realeza inglesa que según había podido entender las otras veces que había estado con él, quería alardear ante sus amigos del poder y del dinero que tenía.

Entró al lugar y rápidamente pasó desapercibido ante la gran cantidad de personas que allí había. Mirando de un lado a otro decidió que lo mejor para comenzar la noche sería tomar un whisky y tras tomar el vaso se puso a buscar al anfitrión con una sonrisa.

La noche había comenzado y no sabía las vueltas que iba a dar la vida...

Aquella noche en particular, fui invitado a una fastuosa cena, para celebrar un aniversario de uno de los más altos rangos de la realeza Inglesa. Estoy tentado a declinar la oferta, porque habrá decenas de cuellos apetitosos que me antojaría probar, y de ésta manera, ponerme en peligro. Soy lo suficientemente experto en controlar mi sed por el néctar, de cualquier modo, y habiendo dejado de alimentarme unos meses atrás, me da inquietud de poder sucumbir ante el instinto.

Desde que soy lo que soy, desde que tengo que beber sangre humana para subsistir, no he tenido una noche de completa tranquilidad. En mi mente se revuelven los recuerdos, uno tras otro, sin que puedan darme unos segundos de tregua. Nunca he tenido mi conciencia tranquila desde que las sombras me han cobijado como un hijo de la noche eterna. De cualquier modo, muy en el fondo, aún quedan atisbos de humanidad en mí ser.

Humanidad.
Curiosa palabra.
¿En verdad queda algo humano en mí?

Niego con la cabeza mientras arreglo mi elegante atuendo frente al espejo de cuerpo completo que tengo delante. No puedo dejar de sonreír ante lo que ven mis ojos. Yo mismo me encuentro encantador, la vanidad me puede, ya que es uno de mis más grandes defectos. Es un pensamiento completamente Narcisista, pero ¿a quién le importa? Debo verme lo suficientemente atractivo para cualquiera que ose posar sus ojos en mi persona. El relacionamiento es primordial para poder continuar con mi modus vivendi, y dado que asistirá gente adinerada con la cuál puedo hacer jugosos negocios…

Finalmente termino de arreglar el corbatín, salgo de mi habitación para bajar las escaleras de mi residencia, mientras un par de criados me esperan con mis pertenencias personales. Demás está decirles que no necesito abrigarme para cubrirme de las inclemencias del tiempo. Son simple humanos que trabajan para mí y los cuáles no saben nada de mi condición de vampiro. Es mejor así, mientras menos sepan, mayor tiempo conservarán sus preciadas vidas.

**

El carruaje espera afuera. Abordo sin mayor preámbulo, dejándome llevar por las estrechas callejuelas, que van dando paso a un camino menos transitado y más amplio. Voy dejando el centro de la ciudad, inmerso en mis pensamientos, regalándome una amplia sonrisa.  Sé lo que quiero ésta noche y lo obtendré al modo y precio que sea.

–Hemos llegado – me indica el cochero desde la parte alta del carruaje. Un segundo individuo,  desciende por un lado del mismo para abrirme la puerta. Le doy las gracias con una breve inclinación de cabeza, al momento de indicarle que deben esperarme afuera para cuando decida volver. Subo los escalones que anteceden a la entrada principal de la mansión. Otro criado recibe mi abrigo y de inmediato me adentro a aquel maravilloso mundo de la fastuosidad.

Mi mente, mis ojos, se pasean por todos los recovecos del lugar. Me percato de gente con la cuál estoy familiarizada, otras a las cuáles estoy observando por primera vez, y… aquel aroma a sangre comienza a llenar mis fosas nasales. El dulce aroma del elixir de la vida. Ésta noche será distinta a las demás, estoy seguro de ello.

Bazyl miraba de un lado a otro, en medio de una conversación en la que era participe junto a otros tres hombres había sentido un escalofrío que lo había estremecido de arriba a abajo. Sabía que algo pasaba a su alrededor pero no atinaba a ver de qué se trataba. Mirando a Jules, el hombre que tenía a su derecha y que había mantenido un anterior affaire , le pidió que si podían tomar un poco el aire. El hombre estaba decidido a tenerlo para él en su cama y no dudó en caminar a su lado hacia uno de los balcones.

Por su parte el oso no paraba de ponerse cada vez mas nervioso, los pelos de su nuca se erizaron cuando tras un par de minutos en el balcón se giró y creyó ver una sombra. Solo había una posibilidad, ¿sería él? ¿qué quería después de tantos años?

Su rostro se puso pálido de tal manera que Jules lo miró preocupado y seguidamente observó el lugar hacia donde estaba dirigida la mirada del cambiaformas.

-Bazyl, ¿estás bien? Parece que has visto un fantasma.

"Si Jules supiera..."

-Tranquilo, solo necesito un poco de agua...¿Puedes traerme un vaso, por favor?-

Una sonrisa radiante fue suficiente para convencer al hombre que rápidamente se perdió entre la multitud.

Bazyl llevó las manos a sus sienes y las masajeó mientras miraba de nuevo la oscuridad del jardín, tenía que calmarse y no dejarse llevar por los nervios.

Estaba empezando a calmarse cuando de nuevo los pelos de su nuca se erizaron y esta vez intentó ignorar esa sensación mientras se repetía interiormente:

"No es nada, es solo una sensación tonta, sigue mirando al jardín y respira hondo."

Tomo una copa de Champán por mera cortesía. Finjo beber un poco, mientras mis pasos me van encaminando hacia ningún lado en particular. Simplemente quiero ser un espectador de toda la socialité reunida para tan magno evento. Todos ríen, beben, degustan los deliciosos bocadillos acomodados pulcramente sobre las mesas apostadas cercas de los inmensos ventanales de la mansión. Todo parece marchar a la perfección pero de inmediato mi vista se fija en una preciosa chica que no parece tener más allá de las dieciocho primaveras. La flor de la edad y la cuál parece ser su primera salida en sociedad. Se le nota nerviosa, sonriéndole a un joven que le susurra cosas al oído. Ella se sonroja de inmediato y toma un sorbo de su copa. Ese rubor en sus mejillas no hace otra cosa más que desearla en todos aspectos. Debo beber de ella cueste lo que cueste. Pero a su debido tiempo, y quizás la conserve con vida, no lo he decidido aún. Hoy me siento extrañamente complaciente, de buen ánimo.

Deposito la copa – que sigue completamente llena – sobre una mesa que lleva un delicado mantel de seda con finos bordados a mano. Definitivamente el dueño tiene un excelente gusto. Le haré una visita apropiada en cuanto me entreviste con él, que espero, no tarde más allá de unos días.

Sigo caminando con lentitud en la primera planta (al parecer la mansión cuenta con un par de pisos más arriba) observando a cada uno de mis posibles víctimas de ésta noche. Ninguno parece llamarme la atención más allá de lo normal. Nada significativo salvo una melena pelirroja que se ha perdido tras una puerta que lleva hasta las terrazas. Sonrío de medio lado con malignidad y le sigo los pasos abriendo lentamente la puerta para salir.

No parece tener clase, sino todo lo contrario, parece ser una cortesana que va acompañado a un viejo senil que ya parece tener todos los claros síntomas de haber bebido más de la cuenta, sin duda alguna terminará con más alcohol del que pueda resistir, y si no muere en el acto, terminará siendo vilmente ultrajado de sus pertenencias. Ella será la elegida de ésta noche. No porque me importe demasiado el destino del viejo decrépito, sino porque puedo y quiero deshacerme de esa vulgar mujerzuela aprovechada.

Giro un poco el rostro hacia un costado…

Un aroma familiar inunda mis fosas nasales. ¿Sería posible que…? No. Ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez que le vi. Desde que decidió alejarse de mi lado… el muy ingrato. Se tensa mi mandíbula apenas vislumbro a un joven que me da la espalda. No necesito verle el rostro para saber que se trata de Bazyl. Mis manos se contraen en un puño, me siento molesto y a la vez ¿expectante?

La emoción termina en cuanto ordeno mis ideas. Si Bazyl está ahí es porque ha aceptado el ofrecimiento de algún cliente. Un maldito y apestoso cliente. Maldita sea su estampa y maldito yo por sentir esto por dentro. No sé si acercarme y echar por la borda su plan o...

Bazyl seguía nervioso, no se le iba la sensación de ser observado y eso no le gustaba. Se puso a mirar al jardín cuando una caricia en un brazo lo hizo salir de su ensoñación dando un salto y llevando su mano a una daba que llevaba en el cinturón escondida. Jules había regresado con un vaso de agua, se le notaba preocupado y al oso le parecía adorable ver su mirada de preocupación.

-Bazyl cuéntame por favor que te pasa, casi me clavas la daga.

El oso tomó el vaso de agua e intentó pasar por alto lo pasado.

-Tranquilo Jules solo me perdí en mis pensamientos, no es nada y gracias por el agua.-Se acercó al muchacho y tras dejar el vaso en una pequeña mesa de su derecha le dio un casto beso en los labios.

"Estos labios están demasiado calientes y duros, no son como los de él..." "¿Por qué no paro de pensar en él?"

Intentó olvidar el tema y siguió hablando animadamente con Jules de cosas banales hasta que cuando su mirada se desvió hasta un rincón lo vio entre las sombras. Ahora no había dudas, él estaba aquí, en la fiesta.

"¿Habrá visto el beso?"

Ya se ha dado cuenta de que soy yo, y he visto ese intento de beso a aquel cliente al cuál quiero reventarle la cabeza. Pero no voy a darle el lujo de hacerle ver qué estoy rabiando. Simplemente me voy a limitar a fingir que bebo de mi copa y que lo que acabo de presenciar no me afecta en lo absoluto. Si hay algo que sé hacer a la perfección, es aparentar calma, que mi rostro permanezca impasible ante cualquier eventualidad. Así soy yo y así seré hasta el final de mi existencia. Doy unos pasos más hacia el lado contrario, poniendo distancia entre la parejita y yo. Observando el paisaje nocturno que se presenta ante mis ojos. En verdad digo no la realeza. Bastos jardines circundan la residencia, bellamente adornada para el magno evento.

Un par de sorbos más a mi copa, girando sobre mis talones para centrar mí vista en el maldito infeliz de Bazyl que continúa haciendo lo que mejor sabe hacer. ¡Maldito sea la hora en que terminé enrollándome en una relación con un cortesano! ¿Dónde tenía yo la cabeza aquella noche que decidí darme una oportunidad? Quizás la soledad me jugó sucio, quizás no y simplemente esté buscando absurdos pretextos para justificarme; de cualquier modo no se puede regresar sobre la senda andada. No puedo cambiar el pasado, pero sí el presente y quizás el futuro. Entre Bazyl y yo no pueden funcionar las cosas como lo haría cualquier pareja normal. Los dos somos seres que aprecian su libertad, y no están dispuestos a cambiar el modo de vida  en el que se desenvuelven por más lazos fraternos que hayamos sentido el uno por el otro.

No puedo negar que me gusta su compañía, que me gusta lo meloso que puede llegar a ser, pero odio con todas mis fuerzas que en su cerebro solo exista la palabra sexo. Si bien me considero bastante abierto al respecto, respeto mis tiempos, cosa que él parece no entender, y que haya sido éste punto el que me haya obligado a buscar la compañía de aquella dama, urdiendo el plan para que nos encontrara en la cama hiriendo de ésta manera su orgullo masculino.

Le quiero pero soy un bastardo misántropo que no puede ofrecer más allá de lo que puede dar. Siempre le dejé en claro a Bazyl que intentaría doblegar mis principios y mi orgullo. Nunca lo he logrado para ser honestos, pero me reconforta el hecho de haber sido totalmente honesto con él, y que él mismo haya aceptado las condiciones del “contrato” pues nunca hubo nada oculto bajo el sol…

–Muchas gracias – le digo en un susurro apenas imperceptible al camarero que ha rellenado mi copa de champán. Mi vista pasa de Bazyl, aun joven que ha entrado a la terraza en solitario, y de éste a Bazyl, que al parecer sigue con el mismo jugueteo. No dudo que en cualquier momento se pierdan entre los oscuros matorrales y ofrezca su cuerpo, como si de cualquier bocado se tratase.

Bazyl seguía hablando con Jules mientras sentía un peso en su nuca, sabía que estaba siendo aun observado y eso no le estaba siendo bastante bien. Su acompañante empezaba a molestarse y eso que Jules era el hombre con más paciencia que conocía pero en este caso le daba la razón. Cuando este estuvo harto tomó a Bazyl de su mentón y lo
hizo mirarlo.

-En pago a tu falta de concentración me vas a hacer la mejor felación que hayas hecho a todo el mundo, ahora, detras de ese arbol-Esas palabras surtieron su efecto y dio casi un brinco, lo miró a los ojos y sabiendo que no tenía opciones asintió siguiendole al lugar escogido.

En su interior deseaba que hubiera sido Rikkert el que le hubiera hecho el pedido, sentir sus besos así como sus caricias pero siendo consciente de que el vampiro lo miraba, cuando se arrodilló frente a Jules y sacó su miembro del pantalón se dijo que al menos le iba a dar un buen espectaculo a su expareja.

"Lengua arriba, abajo, chupa, succiona" Se repetia para sí mismo mientras lo hacía, en parte era una rutina, ya lo hacía sin pensar pero cuando a su mente llegaron los recuerdos de cuando estaba con Rikkert se empezó a emplear mas a fondo y los gemidos de jules empezaban a ser mas audibles. ¿Habría firmado su sentencia de muerte?