AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las vueltas de la vida [Privado]
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Las vueltas de la vida [Privado]
¿Qué demonios le pasaba? Esa era la pregunta clave últimamente en la mente de Alain, una que no dejaba de darle vueltas en la cabeza y por tanto interrumpía su paz, no dejando espacio para ella ni un solo segundo y todo eso gracias a la joven de sus sueños que después de tantos años había encontrado finalmente.
Los primero días intento tratarla de una manera correcta pero le era imposible estar en paz a su lado y por eso regreso a sus andanzas, a la búsqueda de mujeres que le distrajeran su mente de pensamientos inservibles e inútiles.
Esa noche en particular iris a ver a una cortesana que le conocía bastante bien; ella había sido su compañera en más de una ocasión, sin mencionar que era sumamente hermosa al punto de tener a cualquier hombre a sus pies y eso era algo que le divertía a Alain observar en ella, esos dotes que poseía para hacer enloquecer a cualquiera solo que con él las cosas eran un poco diferentes.
Algunas ovaciones ella ya había ido al hogar de Alain pero en esta particular ocasión, prefería verle en otro sitio, uno bastante retirado para que la mirada de reproche de Ivana no se clavara en é cada vez que se toparan después.
Ese detalle, el de tener que salir de su propio hogar le provocaba sentirse el hombre más idiota del mundo, dejandose dominar y afectar por la simple mirada de color verde de la niña aquella que estaba en su hogar, porque no era más que eso, una niña que se hacía pasar por su doncella.
Alain se alisto por la tarde y después de evadir todo lo que pudo a Ivana, salió en su carruaje para ir a recoger a su acompañante esa noche.
De aquella hermosa mujer le agradaba el hecho de que podía hablar con ella y que le diera su punto de vista o lo que creía ella misma; eso era algo que le volvía peculiar y apreciada para él, después de todo no podía hablar con todas las mujeres que se le atravesaban en el camino.
Un rato después de andar, el carruaje se detuvo y la portezuela se abrió para que la rubia entrara ayudada por uno de los hombres que acompañaba a Alain. Inmediatamente le sonrío y le beso la mano de manera cortes.
– Al fin, una mujer con quien verdaderamente puedo estar comido y hablar sin que termine desear lanzarme algo – señalo entonces un lugar a su lado y aguardo a que se sentara para que el carruaje se pusiera de nuevo en marcha.
Los primero días intento tratarla de una manera correcta pero le era imposible estar en paz a su lado y por eso regreso a sus andanzas, a la búsqueda de mujeres que le distrajeran su mente de pensamientos inservibles e inútiles.
Esa noche en particular iris a ver a una cortesana que le conocía bastante bien; ella había sido su compañera en más de una ocasión, sin mencionar que era sumamente hermosa al punto de tener a cualquier hombre a sus pies y eso era algo que le divertía a Alain observar en ella, esos dotes que poseía para hacer enloquecer a cualquiera solo que con él las cosas eran un poco diferentes.
Algunas ovaciones ella ya había ido al hogar de Alain pero en esta particular ocasión, prefería verle en otro sitio, uno bastante retirado para que la mirada de reproche de Ivana no se clavara en é cada vez que se toparan después.
Ese detalle, el de tener que salir de su propio hogar le provocaba sentirse el hombre más idiota del mundo, dejandose dominar y afectar por la simple mirada de color verde de la niña aquella que estaba en su hogar, porque no era más que eso, una niña que se hacía pasar por su doncella.
Alain se alisto por la tarde y después de evadir todo lo que pudo a Ivana, salió en su carruaje para ir a recoger a su acompañante esa noche.
De aquella hermosa mujer le agradaba el hecho de que podía hablar con ella y que le diera su punto de vista o lo que creía ella misma; eso era algo que le volvía peculiar y apreciada para él, después de todo no podía hablar con todas las mujeres que se le atravesaban en el camino.
Un rato después de andar, el carruaje se detuvo y la portezuela se abrió para que la rubia entrara ayudada por uno de los hombres que acompañaba a Alain. Inmediatamente le sonrío y le beso la mano de manera cortes.
– Al fin, una mujer con quien verdaderamente puedo estar comido y hablar sin que termine desear lanzarme algo – señalo entonces un lugar a su lado y aguardo a que se sentara para que el carruaje se pusiera de nuevo en marcha.
Alain Vial- Realeza Italiana
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 15/01/2014
Re: Las vueltas de la vida [Privado]
Obviamente no era todo lo que había contado sobre la mesa de su dormitorio.
La noche anterior, tras subir del espectáculo que dio sobre el escenario, subió a su habitación para encontrársela echa un desastre. No es que tuviera todas sus ganancias ahí en ese cuarto, pero algo tenía como: objetos de valor, algunos francos, joyas de poco valor pero que algunos clientes le habían regalado. Para cuando volvió, nada de sus “valerosas” pertenencias, habían desaparecido. Eso le había dolido más que perder 1000 francos ganados en una semana o en menos. Terpsichore tenía su lado sensible y meramente tenia odio en su interior para cuando utilizaba el sexo para sus propósitos. Toda inocencia pastoril y sumisa había desaparecido con el tiempo hasta convertirse en el tipo de persona que era.
Tenía en cuenta que no iba a quedar con un pobretón, sino con alguien de la misma calaña que aquel ladrón que en sus primeros días de debut entre aquellos peces gordos de la realeza, ella se había fijado en alguien que terminaron por ser seducidos por ambas opiniones. Hacía mucho tiempo de que aquello paso y dentro de varios minutos y horas, volvería al ruedo con los de la misma calaña. ¿Por qué se extrañaba? Simplemente encontraba aquello incomodo pero el trabajo era el trabajo.
Estaba esperando sentada en un café mientras se tomaba un delicioso té de manzana. Al menos le calmaba los nervios, pero entonces vio a aquel hombre que noches atrás le pidió verla dentro de unos días….Hoy precisamente. Terminaba el té, se limpiaba las comisuras de sus labios lentamente, suspiro, se miró en el espejito que traía consigo y vio que el recogido de su moño estaba bien atado, sin destrozos. Cuando vio de reojo a uno de los sirvientes del conde, solamente suspiro con altivez, guardo su espejito “mágico” y después termino por levantarse, encaminarse hacia el carruaje y subir para darse cuenta de que ahí estaba el susodicho.
- Por dios, debe de tener el día siempre demasiado atareado ¿no? –Dijo mientras se sentaba en aquel asiento al lado de…no se acordaba como se llamaba -…Me recordáis vuestro nombre ¿Por favor? Tras ver tanto de vuestro ego la otra noche en el burdel, eclipsaba alguna que otra palabra sincera de vuestra parte…-Dijo mientras acariciaba las cortinas de aquellas ventanas de aquel carruaje, giro su mirada para verle con firmeza y demostrar que le mostraba algo de atención –Dígame… ¿Qué servicios quiere que le preste para esta velada? –Su mirada celeste se clavaba en el cuerpo ostentoso que lucía el caballero que la acompañaría en esta velada, o lo que durara con ella encima o debajo de ella.
La noche anterior, tras subir del espectáculo que dio sobre el escenario, subió a su habitación para encontrársela echa un desastre. No es que tuviera todas sus ganancias ahí en ese cuarto, pero algo tenía como: objetos de valor, algunos francos, joyas de poco valor pero que algunos clientes le habían regalado. Para cuando volvió, nada de sus “valerosas” pertenencias, habían desaparecido. Eso le había dolido más que perder 1000 francos ganados en una semana o en menos. Terpsichore tenía su lado sensible y meramente tenia odio en su interior para cuando utilizaba el sexo para sus propósitos. Toda inocencia pastoril y sumisa había desaparecido con el tiempo hasta convertirse en el tipo de persona que era.
Tenía en cuenta que no iba a quedar con un pobretón, sino con alguien de la misma calaña que aquel ladrón que en sus primeros días de debut entre aquellos peces gordos de la realeza, ella se había fijado en alguien que terminaron por ser seducidos por ambas opiniones. Hacía mucho tiempo de que aquello paso y dentro de varios minutos y horas, volvería al ruedo con los de la misma calaña. ¿Por qué se extrañaba? Simplemente encontraba aquello incomodo pero el trabajo era el trabajo.
Estaba esperando sentada en un café mientras se tomaba un delicioso té de manzana. Al menos le calmaba los nervios, pero entonces vio a aquel hombre que noches atrás le pidió verla dentro de unos días….Hoy precisamente. Terminaba el té, se limpiaba las comisuras de sus labios lentamente, suspiro, se miró en el espejito que traía consigo y vio que el recogido de su moño estaba bien atado, sin destrozos. Cuando vio de reojo a uno de los sirvientes del conde, solamente suspiro con altivez, guardo su espejito “mágico” y después termino por levantarse, encaminarse hacia el carruaje y subir para darse cuenta de que ahí estaba el susodicho.
- Por dios, debe de tener el día siempre demasiado atareado ¿no? –Dijo mientras se sentaba en aquel asiento al lado de…no se acordaba como se llamaba -…Me recordáis vuestro nombre ¿Por favor? Tras ver tanto de vuestro ego la otra noche en el burdel, eclipsaba alguna que otra palabra sincera de vuestra parte…-Dijo mientras acariciaba las cortinas de aquellas ventanas de aquel carruaje, giro su mirada para verle con firmeza y demostrar que le mostraba algo de atención –Dígame… ¿Qué servicios quiere que le preste para esta velada? –Su mirada celeste se clavaba en el cuerpo ostentoso que lucía el caballero que la acompañaría en esta velada, o lo que durara con ella encima o debajo de ella.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: Las vueltas de la vida [Privado]
Un pesado suspiro salió de sus labios al escuchar aquellas palabras por parte de ella. Algunas veces creía que confiaba demasiado en las mujeres y como prueba estaba la manera en la que ella le hablaba ahora, como su ambos fuesen iguales y por ese motivo fue que Alain le miro con seriedad.
– No tan atareado como tu linda que mira que tener que servir a otros de la manera en la que tu lo haces es verdaderamente atareado – le mostró una sonrisa un tanto burlona. Debía hacerle recordar la posición en la que estaba ella y que no osara dárselas de lista o saldría muy mal parada de aquella situación en la que se encontraba.
– Decirte mi nombre nuevamente – se río – ¿Eres tonta o te haces? bien sabes mi nombre así que más te vale que lo recuerdes que con una vez que te lo haya dicho debe ser suficiente para que lo recuerdes – le tomo del mentón e hizo que le mirara – o es que acaso eres tan inútil como para no recordar un nombre… seguramente debe ser eso – le soltó de manera brusca – ustedes las cortesanas, la mayoría por lo menos solo sirven para abrirse de piernas a cualquiera que les pague. Pensé que eras diferente a esas Terp y que eras capaz de ser un poco más inteligente que la mayoría pero ya veo que no, son contadas aquellas con las que realmente se puede tener una charla decente – si su palabras herían o no la sensibilidad de la fémina que estaba ahí con él le daba lo mismo. El carruaje había comenzado a avanzar y tenía como destino un pequeño restaurante poco conocido ya que era nuevo. Un conocido de Alain era el dueño y solo por eso era que asistía a aquel lugar de manera tan casual.
Le miro de arriba a abajo después de que preguntara sobre los servicios que él estaba buscando y suspiro.
– Solo quería que me hicieras compañía durante una cena pero quizás sea demasiado complicado para tu pequeño cerebro de mujerzuela que solo espera que la desnuden – le sonrío – aunque ahora que lo pienso eso no sería tan mala idea, después de todo, para eso estas aquí – se recargo ligeramente en uno de sus brazos, sin despegar la mirada de aquella imprudente mujer.
– No tan atareado como tu linda que mira que tener que servir a otros de la manera en la que tu lo haces es verdaderamente atareado – le mostró una sonrisa un tanto burlona. Debía hacerle recordar la posición en la que estaba ella y que no osara dárselas de lista o saldría muy mal parada de aquella situación en la que se encontraba.
– Decirte mi nombre nuevamente – se río – ¿Eres tonta o te haces? bien sabes mi nombre así que más te vale que lo recuerdes que con una vez que te lo haya dicho debe ser suficiente para que lo recuerdes – le tomo del mentón e hizo que le mirara – o es que acaso eres tan inútil como para no recordar un nombre… seguramente debe ser eso – le soltó de manera brusca – ustedes las cortesanas, la mayoría por lo menos solo sirven para abrirse de piernas a cualquiera que les pague. Pensé que eras diferente a esas Terp y que eras capaz de ser un poco más inteligente que la mayoría pero ya veo que no, son contadas aquellas con las que realmente se puede tener una charla decente – si su palabras herían o no la sensibilidad de la fémina que estaba ahí con él le daba lo mismo. El carruaje había comenzado a avanzar y tenía como destino un pequeño restaurante poco conocido ya que era nuevo. Un conocido de Alain era el dueño y solo por eso era que asistía a aquel lugar de manera tan casual.
Le miro de arriba a abajo después de que preguntara sobre los servicios que él estaba buscando y suspiro.
– Solo quería que me hicieras compañía durante una cena pero quizás sea demasiado complicado para tu pequeño cerebro de mujerzuela que solo espera que la desnuden – le sonrío – aunque ahora que lo pienso eso no sería tan mala idea, después de todo, para eso estas aquí – se recargo ligeramente en uno de sus brazos, sin despegar la mirada de aquella imprudente mujer.
Alain Vial- Realeza Italiana
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 15/01/2014
Re: Las vueltas de la vida [Privado]
Ah, ya recordaba.
Alain vial, un conde francés que buscó sus servicios la otra noche al terminar su espectáculo sobre el escenario. Si pretendía herirla u ofenderla o que terminara llorando a sus pies, iba listo. Solo un suspiro salió de sus labios replicando como le molestaba aquella muestra de ego. Del bolso que trajo consigo, saco un abanico el cual comenzó a mover para otorgarse un poco de aire pues el ambiente parecía estar algo cargado -….Bueno….Alain…A la cortesana que no es sumisa no se entrega porque sí, siempre tienes que conquistarla….-Suspiro para mirar por la ventana mientras el carruaje iba en marcha, sonriendo con tranquilidad aunque volvió su mirada hacia el interior-….y por lo tanto tener fe en ti mismo conlleva a no tener miedo…-No pretendía ser grosera, pero no iba a arrodillarse a sus pies de inmediato, no iba a hacer de sumisa pues era una mujer que no ha obtenido un pasado bonito, ni siquiera muchos hombres la deseaban del todo y algunos se ponían nerviosos con tan solo mirarla a los ojos. Era algo ridículo y es más, sentirse solo un objeto para los ojos ajenos, cuando ella quería que apareciera un príncipe…o alguien como aquel que la salvo hace tiempo, tener una familia, hijos, salir del burdel hacia una vida mejor….pero su futuro no lo veía demasiado claro. Solo podía acatar órdenes y más órdenes y llegaría el día en que no podrá aguantar mucho más.
Noto que estaba aún en el carruaje, yendo aun hacia el restaurante y que tenía a Alain a su lado esperando seguramente alguna respuesta que la pusiera en la horca -…seré una cortesana, pero puedo asegurarte que soy diferente a las demás….-suspiro sintiéndose con tensión en el cuello, una mano fue a acariciar aquel cuello, intentando mientras buscar las palabras que concordasen -…..Todas ya han aceptado su vida de cortesana mientras que otras aun sueñan por salir de él y tener una vida mejor….-le miro de reojo para ver si la estaba escuchando-…pero muchas acaban muertas, con extraños mordiscos en el cuello, heridas con extrañas marcas y con rastros de sangre seca por sus cuerpos, otras mutiladas por abusos de clientes sádicos y descuidados, pero eso apenas importa en esta sociedad ya que al parecer el hombre domina a la mujer….y la verdad, me parece algo machista en cualquier caso…-Si quería compañía, se la iba a dar y de la buena.
Cuando termino de hablar, su mirada celeste se quebró al observar a través de una de las ventanas del carruaje como la gente de los bajos fondos se acercaba al embellecimiento del carruaje para poder arrastrarse por él, mendigando algo de comida o algunas monedas para poder llevarse algo de comer a la boca, pero que cruel era el destino. Ella ahora estaba sentada en ese carruaje, no haría ninguna trastada, se quedaría quieta y aun abanicándose, cerró las cortinas de aquel carruaje para no seguir viendo la crueldad que había en el mundo. Ella, gracias a Dios no estaba en esa vida. Tenía un sueldo lo bastante alto como para poder vivir decente, tenía una casa en mitad de los bosques pero lejos de las miradas de otros que pudieran llevarla a la ruina, tenía un gato blanco que bueno, no era suyo realmente, pero venía a hacerla compañía todas las noches cuando ella volvía del burdel, o cada día o tarde en las que ella tenía días libres.
-Dime Alain, si gustas, podemos emplear algún tema de conversación fuera del desprecio y la sumisión de la mujer hacia uno más agraciado….-Sus palabras no eran voraces, sino apaciguadas, no mostraban ningún ímpetu de querer ofender al Conde si es que la susceptibilidad estaba del lado de Alain durante todo el dia.
Alain vial, un conde francés que buscó sus servicios la otra noche al terminar su espectáculo sobre el escenario. Si pretendía herirla u ofenderla o que terminara llorando a sus pies, iba listo. Solo un suspiro salió de sus labios replicando como le molestaba aquella muestra de ego. Del bolso que trajo consigo, saco un abanico el cual comenzó a mover para otorgarse un poco de aire pues el ambiente parecía estar algo cargado -….Bueno….Alain…A la cortesana que no es sumisa no se entrega porque sí, siempre tienes que conquistarla….-Suspiro para mirar por la ventana mientras el carruaje iba en marcha, sonriendo con tranquilidad aunque volvió su mirada hacia el interior-….y por lo tanto tener fe en ti mismo conlleva a no tener miedo…-No pretendía ser grosera, pero no iba a arrodillarse a sus pies de inmediato, no iba a hacer de sumisa pues era una mujer que no ha obtenido un pasado bonito, ni siquiera muchos hombres la deseaban del todo y algunos se ponían nerviosos con tan solo mirarla a los ojos. Era algo ridículo y es más, sentirse solo un objeto para los ojos ajenos, cuando ella quería que apareciera un príncipe…o alguien como aquel que la salvo hace tiempo, tener una familia, hijos, salir del burdel hacia una vida mejor….pero su futuro no lo veía demasiado claro. Solo podía acatar órdenes y más órdenes y llegaría el día en que no podrá aguantar mucho más.
Noto que estaba aún en el carruaje, yendo aun hacia el restaurante y que tenía a Alain a su lado esperando seguramente alguna respuesta que la pusiera en la horca -…seré una cortesana, pero puedo asegurarte que soy diferente a las demás….-suspiro sintiéndose con tensión en el cuello, una mano fue a acariciar aquel cuello, intentando mientras buscar las palabras que concordasen -…..Todas ya han aceptado su vida de cortesana mientras que otras aun sueñan por salir de él y tener una vida mejor….-le miro de reojo para ver si la estaba escuchando-…pero muchas acaban muertas, con extraños mordiscos en el cuello, heridas con extrañas marcas y con rastros de sangre seca por sus cuerpos, otras mutiladas por abusos de clientes sádicos y descuidados, pero eso apenas importa en esta sociedad ya que al parecer el hombre domina a la mujer….y la verdad, me parece algo machista en cualquier caso…-Si quería compañía, se la iba a dar y de la buena.
Cuando termino de hablar, su mirada celeste se quebró al observar a través de una de las ventanas del carruaje como la gente de los bajos fondos se acercaba al embellecimiento del carruaje para poder arrastrarse por él, mendigando algo de comida o algunas monedas para poder llevarse algo de comer a la boca, pero que cruel era el destino. Ella ahora estaba sentada en ese carruaje, no haría ninguna trastada, se quedaría quieta y aun abanicándose, cerró las cortinas de aquel carruaje para no seguir viendo la crueldad que había en el mundo. Ella, gracias a Dios no estaba en esa vida. Tenía un sueldo lo bastante alto como para poder vivir decente, tenía una casa en mitad de los bosques pero lejos de las miradas de otros que pudieran llevarla a la ruina, tenía un gato blanco que bueno, no era suyo realmente, pero venía a hacerla compañía todas las noches cuando ella volvía del burdel, o cada día o tarde en las que ella tenía días libres.
-Dime Alain, si gustas, podemos emplear algún tema de conversación fuera del desprecio y la sumisión de la mujer hacia uno más agraciado….-Sus palabras no eran voraces, sino apaciguadas, no mostraban ningún ímpetu de querer ofender al Conde si es que la susceptibilidad estaba del lado de Alain durante todo el dia.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: Las vueltas de la vida [Privado]
Y ahí estaba, vaya que recordaba su nombre aquella mujer pero claro parecía ser que quería hacerse del rogar cuando en realidad no era importante para nada. Mujeres como ellas iban y venían, podían ser asesinadas o usadas de las maneras mas crueles posibles hasta dejar sus preciosos rostros prácticamente irreconocibles, eso era algo que ella parecía estar olvidando, o tal como Alain lo pensó desde que se volviera a encontrar con ella, la juzgo demasiado inteligente cuando en realidad su mundo se resumía a abrir las piernas y gemir.
– ¿Conquistarla? Pero preciosa, a ustedes las conquista una leve cantidad de monedas y a las más soñadoras palabras de libertad y una vida mejor que realmente nunca va a llegar. La mayoría son unas ilusas así que no me vengas con la idea de conquistar que para eso existen otra clase de mujeres, no como tu o tus compañeras – suspiro cansado de eso, no le estaba entusiasmando aquella charla por lo que pensaba seriamente en regresarla de donde la saco y nunca más volver por ella.
Las palabras de la prostituta aquella entonces cambiaron sus intenciones, pues finalmente parecía estar entrando en la idea de Alain. Él no deseaba su cuerpo, solo unas cuantas palabras que sacaran a Ivana de sus pensamientos y que le ayudaran a distraerse de otros asuntos en los que no estaba para nada interesado. Como siempre le pedían demasiado a alguien que jamás mostró interés alguno en ser conde.
– ¿Diferente? Yo te veo igual a todas – entonces una risotada salió de sus labios al caer en cuenta de que ella era una de aquellas que aún esperaban en ser liberadas por algún hombre, ser amadas y que nadie recordara a que se dedicaban antes –Sabes bien que esos son solo sueños y que nada va a cambiar, no aparecerá alguien que milagrosamente les salve y de aparecer, seguramente las usara y les dejara peor de lo que antes estuvieron, en esas situaciones, muertas y con marcas en el cuerpo sería mejor que las encontraran – sus palabras podrían parecer duras y carentes de empatía con aquella mujer, pero era nada más que la verdad. Si después de eso quería seguir pensando en que en la vida existía algo mejor para ellas, adelante, ese no sería su problema al final – Así es el mundo además y si no quieres vivir en este mundo machista entonces deberías dejar de ofrecerte a los hombres para ganar unas cuantas monedas.
Era ridícula la idea que pasaba por la mente de la mujer, pero era precisamente eso lo que le llamaba la atención ligeramente a Alain de ella.
– Podemos hablar de lo que sea, mientras me mantengas entretenido, así que sorprendeme hermosa – el carruaje se detuvo entonces frente a un restaurante, que aunque no era la gran cosa, era justamente a donde se esperaría llevar a una acompañante como ella. Alain descendió del carruaje y le ofreció la mano a Terp, esperando que ella la tomara para bajar – Aquí será donde pasaremos nuestra agradable velada, así que ojalá sea del agrado de la dama de los sueños infantiles – y tras decir eso, hizo una seña para que el carruaje se fuera mientras que ellos entraban en el establecimiento.
El lugar estaba bastante despejado, existía pocos consumidores a esas horas y la mayoría eran justamente hombres como Alain que llevaban a compañeras fuera de lo usual. Para él no existía mejor lugar como ese, en el que no importaba que fuera reconocido mientras pudiera reconocer a otros y arruinarles sus estancias, así como en otros encuentros usar esas informaciones en su contra.
– ¿Conquistarla? Pero preciosa, a ustedes las conquista una leve cantidad de monedas y a las más soñadoras palabras de libertad y una vida mejor que realmente nunca va a llegar. La mayoría son unas ilusas así que no me vengas con la idea de conquistar que para eso existen otra clase de mujeres, no como tu o tus compañeras – suspiro cansado de eso, no le estaba entusiasmando aquella charla por lo que pensaba seriamente en regresarla de donde la saco y nunca más volver por ella.
Las palabras de la prostituta aquella entonces cambiaron sus intenciones, pues finalmente parecía estar entrando en la idea de Alain. Él no deseaba su cuerpo, solo unas cuantas palabras que sacaran a Ivana de sus pensamientos y que le ayudaran a distraerse de otros asuntos en los que no estaba para nada interesado. Como siempre le pedían demasiado a alguien que jamás mostró interés alguno en ser conde.
– ¿Diferente? Yo te veo igual a todas – entonces una risotada salió de sus labios al caer en cuenta de que ella era una de aquellas que aún esperaban en ser liberadas por algún hombre, ser amadas y que nadie recordara a que se dedicaban antes –Sabes bien que esos son solo sueños y que nada va a cambiar, no aparecerá alguien que milagrosamente les salve y de aparecer, seguramente las usara y les dejara peor de lo que antes estuvieron, en esas situaciones, muertas y con marcas en el cuerpo sería mejor que las encontraran – sus palabras podrían parecer duras y carentes de empatía con aquella mujer, pero era nada más que la verdad. Si después de eso quería seguir pensando en que en la vida existía algo mejor para ellas, adelante, ese no sería su problema al final – Así es el mundo además y si no quieres vivir en este mundo machista entonces deberías dejar de ofrecerte a los hombres para ganar unas cuantas monedas.
Era ridícula la idea que pasaba por la mente de la mujer, pero era precisamente eso lo que le llamaba la atención ligeramente a Alain de ella.
– Podemos hablar de lo que sea, mientras me mantengas entretenido, así que sorprendeme hermosa – el carruaje se detuvo entonces frente a un restaurante, que aunque no era la gran cosa, era justamente a donde se esperaría llevar a una acompañante como ella. Alain descendió del carruaje y le ofreció la mano a Terp, esperando que ella la tomara para bajar – Aquí será donde pasaremos nuestra agradable velada, así que ojalá sea del agrado de la dama de los sueños infantiles – y tras decir eso, hizo una seña para que el carruaje se fuera mientras que ellos entraban en el establecimiento.
El lugar estaba bastante despejado, existía pocos consumidores a esas horas y la mayoría eran justamente hombres como Alain que llevaban a compañeras fuera de lo usual. Para él no existía mejor lugar como ese, en el que no importaba que fuera reconocido mientras pudiera reconocer a otros y arruinarles sus estancias, así como en otros encuentros usar esas informaciones en su contra.
Alain Vial- Realeza Italiana
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Fecha de inscripción : 15/01/2014
Re: Las vueltas de la vida [Privado]
Muy bien, aunque pensaba que era casualidad. Si acepto la compañía o en lugar de eso, todo se había amañado para que ella pudiera estar con Alain y que pudieran probarla de sus “otras” habilidades. Muchas cosas habían pasado desde que Cesare fue a visitarla a su humilde casita en el campo. Más que visitarla, la descubrió que vivía ahí, creyéndola algún tipo de bruja que atraía a los hombres a su pena de muerte, pero no, en ella descubrió un potencial oculto y que por ello, ella se convirtió en algo más que una prostituta a la que aspirar, pero ella esperaba, si no cometía ningún error, poder al menos que lo que le tocaba hacer, fuera el empujoncito que esperaba para poder salir de la vida que llevaba hasta ahora. Terpsichore echo una rápida mirada al local en donde comerían.
– Muy pintoresco –Solo pudo decir eso. Saco de su bolsito de mano el esbozo del emblema del restaurante en el que estaban, detrás, unos garabatos de cómo sería el restaurante en donde tenía que vigilar a cierta persona que llegaría, según el reloj de pared dentro de quince minutos. Tiempo suficiente para poder ir al tocador y salir – Iré al tocador, espero que no te incomode…-Mostro una voz calmada, guardando el trozo de papel antes de darse la vuelta y observar a Alain – Enseguida te alcanzaré…-Dijo obsequiándole con un escueto guiño en el ojo para después poder dirigirse hacia los lavabos de señoras, parecía que este lugar era frecuentado con personas del rango de Alain que al parecer venían con señoritas más jóvenes incluso que ella misma. Obviamente tenía que ser escondida ¿pero también de los que tenía que satisfacer?
El restaurante no tenía más de doce ventanas a cada lado. Se podía ver un hermoso patio interior con plantas exóticas y un hermoso y cuco pozo en el que al lado había una figura de una aguadera con sus enaguas y su guijarro de cerámica. La pintura estaba desgastada, pero en el patio se podía observar el brillo de los azulejos y de los adoquines. Brillando con hermosos colores azules y rojos, tonos verdes botella en lo que era los azulejos. Si mal no recordaba, parecía más una obra arquitectónica de un extranjero español o de Europa del sureste. Una vez tuvo un cliente en el burdel que en lugar de pasar la noche entre sabanas, este solo quería la compañía de Terpsichore, quería alguien con quien hablar, hasta le enseño un poco de cultura referente a la arquitectura. Aunque hasta ahí era adonde ella llegaba en su cultura, pero estaba preparada para más…aprendizaje y los baños tampoco estaban mal.
Volviendo a sacar el esbozo pudo ver a trasluz las letras escritas con cera de limón, indicando el sitio en donde se sentaría exactamente su objetivo, un tal lord Bermunt el cual se decía que había cometido herejía y algunos rumores de asesinato a su recién esposa. Ella no tendría que hacer nada, tan solo vigilar al sospechoso, ver como se comportaba frente a las mujeres y si había indicios de alguna muestra de ira corporal o alteración nerviosa podrían dar con él y meterlo en el calabozo hasta que pudiera soltar alguna confesión. Daba igual ahora. Nada pasaría hasta que no se presentara – Parece ser la mesa cinco…-Susurro mirando el lugar señalado. Suspiro y guardo todo en el bolso de nuevo, se arregló un mechón de su cabello y en cuanto se disponía a salir del lavabo de señoras, pudo reconocer a algún que otro “monitor” que estaba para arreglar lo que ella estropeara. Chisto.
Parece ser que Alain era el único que la creía una verdadera prostituta…sarcásticamente hablando en realidad. Lo era, lo había sido durante toda su vida desde que la adopto la maître del burdel. Pero ahora estará viviendo otra etapa si lo hacía bien. Salía ya por la puerta del lavabo y el reloj marcaba tan solo diez minutos más. Solo faltaban cinco minutos y el mesero que paso por delante de ella era obvio que sabía quién era. Gregorio. Un alto inquisidor.
Parece que no solo Terpsichore se había levantado con el pie izquierdo - Oh vaya....-Una de las cuerdas del bolso de mano parecia haberse desilachado y al parecer se salio del patrón, dejando cojo las tiras del bolso, se le cayó el abanico y en cuanto iba a recogerlo, se le cayó un pequeño espejo que tambien llevaba en el interior. En el reflejo pudo ver que su objetivo habia llegado momentos antes de lo previsto. Lo tenía enfrente y se reincorporo como dama inocente frente al caballero que le recoge sus pertenencias caidas - Oh! que torpe...-Dijo con disimulo. Pudo ver que Bermunt tenia su espejo y su abanico de alta costura, regalo de un diseñador francés. Ambos se miraron por unos segundos y Terpsichore sonreia con dulzura -Muchas gracias por ser atento a mis pertenencias....el abanico es apreciado...-Asi, Bermunt, impresionado por su belleza, le devolvió sus pertenencias mientras lo recogia con el pañuelo de seda rosa que siempre llevaba consigo - Bueno...un placer...-Lo ultimo que dijo antes de una reverencia e irse hacia donde se encontraba Alain - ¿Puedo aún disponer de tu compañía? -Pregunto algo distraida mientras metia sus cosas en el bolsito y dos camareros la sentaban en la mesa con Alain. El espejo no le hizo falta pues usó el reflejo del cuchillo para poder ver, que su objetivo en efecto, se sentaba en el lugar correspondido al esbozo.
– Muy pintoresco –Solo pudo decir eso. Saco de su bolsito de mano el esbozo del emblema del restaurante en el que estaban, detrás, unos garabatos de cómo sería el restaurante en donde tenía que vigilar a cierta persona que llegaría, según el reloj de pared dentro de quince minutos. Tiempo suficiente para poder ir al tocador y salir – Iré al tocador, espero que no te incomode…-Mostro una voz calmada, guardando el trozo de papel antes de darse la vuelta y observar a Alain – Enseguida te alcanzaré…-Dijo obsequiándole con un escueto guiño en el ojo para después poder dirigirse hacia los lavabos de señoras, parecía que este lugar era frecuentado con personas del rango de Alain que al parecer venían con señoritas más jóvenes incluso que ella misma. Obviamente tenía que ser escondida ¿pero también de los que tenía que satisfacer?
El restaurante no tenía más de doce ventanas a cada lado. Se podía ver un hermoso patio interior con plantas exóticas y un hermoso y cuco pozo en el que al lado había una figura de una aguadera con sus enaguas y su guijarro de cerámica. La pintura estaba desgastada, pero en el patio se podía observar el brillo de los azulejos y de los adoquines. Brillando con hermosos colores azules y rojos, tonos verdes botella en lo que era los azulejos. Si mal no recordaba, parecía más una obra arquitectónica de un extranjero español o de Europa del sureste. Una vez tuvo un cliente en el burdel que en lugar de pasar la noche entre sabanas, este solo quería la compañía de Terpsichore, quería alguien con quien hablar, hasta le enseño un poco de cultura referente a la arquitectura. Aunque hasta ahí era adonde ella llegaba en su cultura, pero estaba preparada para más…aprendizaje y los baños tampoco estaban mal.
Volviendo a sacar el esbozo pudo ver a trasluz las letras escritas con cera de limón, indicando el sitio en donde se sentaría exactamente su objetivo, un tal lord Bermunt el cual se decía que había cometido herejía y algunos rumores de asesinato a su recién esposa. Ella no tendría que hacer nada, tan solo vigilar al sospechoso, ver como se comportaba frente a las mujeres y si había indicios de alguna muestra de ira corporal o alteración nerviosa podrían dar con él y meterlo en el calabozo hasta que pudiera soltar alguna confesión. Daba igual ahora. Nada pasaría hasta que no se presentara – Parece ser la mesa cinco…-Susurro mirando el lugar señalado. Suspiro y guardo todo en el bolso de nuevo, se arregló un mechón de su cabello y en cuanto se disponía a salir del lavabo de señoras, pudo reconocer a algún que otro “monitor” que estaba para arreglar lo que ella estropeara. Chisto.
Parece ser que Alain era el único que la creía una verdadera prostituta…sarcásticamente hablando en realidad. Lo era, lo había sido durante toda su vida desde que la adopto la maître del burdel. Pero ahora estará viviendo otra etapa si lo hacía bien. Salía ya por la puerta del lavabo y el reloj marcaba tan solo diez minutos más. Solo faltaban cinco minutos y el mesero que paso por delante de ella era obvio que sabía quién era. Gregorio. Un alto inquisidor.
Parece que no solo Terpsichore se había levantado con el pie izquierdo - Oh vaya....-Una de las cuerdas del bolso de mano parecia haberse desilachado y al parecer se salio del patrón, dejando cojo las tiras del bolso, se le cayó el abanico y en cuanto iba a recogerlo, se le cayó un pequeño espejo que tambien llevaba en el interior. En el reflejo pudo ver que su objetivo habia llegado momentos antes de lo previsto. Lo tenía enfrente y se reincorporo como dama inocente frente al caballero que le recoge sus pertenencias caidas - Oh! que torpe...-Dijo con disimulo. Pudo ver que Bermunt tenia su espejo y su abanico de alta costura, regalo de un diseñador francés. Ambos se miraron por unos segundos y Terpsichore sonreia con dulzura -Muchas gracias por ser atento a mis pertenencias....el abanico es apreciado...-Asi, Bermunt, impresionado por su belleza, le devolvió sus pertenencias mientras lo recogia con el pañuelo de seda rosa que siempre llevaba consigo - Bueno...un placer...-Lo ultimo que dijo antes de una reverencia e irse hacia donde se encontraba Alain - ¿Puedo aún disponer de tu compañía? -Pregunto algo distraida mientras metia sus cosas en el bolsito y dos camareros la sentaban en la mesa con Alain. El espejo no le hizo falta pues usó el reflejo del cuchillo para poder ver, que su objetivo en efecto, se sentaba en el lugar correspondido al esbozo.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: Las vueltas de la vida [Privado]
Apenas había desaparecido la joven prostituta para dirigirse al tocador cuando supo que la noche no llevaría a nada productivo. Se repaso en su mente varias veces que era lo que termino por hacerle acudir a ella y decidir llevarla a un sitio como aquel, nada decente cruzo su mente. Un suspiro salió de sus labios al percatarse del terrible error que cometió al creer que aquella prostituta sería una buena compañía para la cena y una charla. Debía regresarla inmediatamente a donde fue por ella y nunca más en la vida pensar si quiera en su nombre. Lo más probable era que la molestia que generaba en su interior pensar en Ivana le llevara de manera errónea, a juzgar a los demás. Para ese punto, nada de lo que había pasado para llegar a ese momento importaba realmente, sino que ahora deseaba alejarse de la presencia de la fémina lo más velozmente posible.
Fue dirigido de manera cortes hasta una mesa donde lo más prudente era aguardar a que regresara su acompañante y darle la mala noticia. Para él claro, no era mala, era la mejor idea que le cruzara por la mente desde que decidiera que salir con ella sería una buena opción. Le importaba nada lo que ella fuera a decir o pensar, prefería mil veces estar cerca de Ivana y escuchar sus reproches que permanecer un segundo más en presencia de aquella prostituta. Su mente comenzó a divagar acerca de la chica de los hermosos ojos que viera por primera vez en un sueño, aquella de quien ahora no podía alejar los pensamientos. En su mente, se planteaba que la próxima vez que saliera a cenar, la llevaría a ella pese a que todos la creyeran únicamente una doncella más de su hogar.
No se percato del momento en que su acompañante de la noche había regresado hasta que su voz irrumpió en los pensamientos del conde. Alain dirigió su mirada en dirección a ella y sonrío apenas.
– Lo siento, estaba pensando en otra cosa pero lo mejor será que no se ponga cómoda – le miro con gesto sereno pero firme – Creo que ha sido un error traerla a este sitio y me siento terriblemente apenado – en eso mentía – pero debemos marcharnos justo ahora, en este preciso instante – no espero a ver la reacción de ella, simplemente se levanto y le estiro la mano, aguardando que la prostituta la tomara y pudieran salir de aquel lugar después de que él mismo diera algunas excusas sobre la rápida escapada de aquel lugar. Salían cuando diviso un poco más allá de donde los dejara el carruaje; con solemnidad escolto a la prostituta, abrió la puerta y la hizo subir – Lamento no poder estar más tiempo con usted, pero tengo asuntos que atender – le guiño el ojo antes de cerrar la portezuela y dar indicaciones al cochero de que la llevara al sitio donde antes pasaron por ella. Alain deseaba andar un rato a solas, ya regresaría de alguna u otra manera a su hogar o pasaría la noche en el hotel que sabía se encontraba cercano.
El carruaje se puso en marcha y el permaneció ahí, la noche definitivo había dado un vuelco inesperado, mientras tanto en su mente, solo existía ya la chica de los ojos absorbentes y los reproches.
Fue dirigido de manera cortes hasta una mesa donde lo más prudente era aguardar a que regresara su acompañante y darle la mala noticia. Para él claro, no era mala, era la mejor idea que le cruzara por la mente desde que decidiera que salir con ella sería una buena opción. Le importaba nada lo que ella fuera a decir o pensar, prefería mil veces estar cerca de Ivana y escuchar sus reproches que permanecer un segundo más en presencia de aquella prostituta. Su mente comenzó a divagar acerca de la chica de los hermosos ojos que viera por primera vez en un sueño, aquella de quien ahora no podía alejar los pensamientos. En su mente, se planteaba que la próxima vez que saliera a cenar, la llevaría a ella pese a que todos la creyeran únicamente una doncella más de su hogar.
No se percato del momento en que su acompañante de la noche había regresado hasta que su voz irrumpió en los pensamientos del conde. Alain dirigió su mirada en dirección a ella y sonrío apenas.
– Lo siento, estaba pensando en otra cosa pero lo mejor será que no se ponga cómoda – le miro con gesto sereno pero firme – Creo que ha sido un error traerla a este sitio y me siento terriblemente apenado – en eso mentía – pero debemos marcharnos justo ahora, en este preciso instante – no espero a ver la reacción de ella, simplemente se levanto y le estiro la mano, aguardando que la prostituta la tomara y pudieran salir de aquel lugar después de que él mismo diera algunas excusas sobre la rápida escapada de aquel lugar. Salían cuando diviso un poco más allá de donde los dejara el carruaje; con solemnidad escolto a la prostituta, abrió la puerta y la hizo subir – Lamento no poder estar más tiempo con usted, pero tengo asuntos que atender – le guiño el ojo antes de cerrar la portezuela y dar indicaciones al cochero de que la llevara al sitio donde antes pasaron por ella. Alain deseaba andar un rato a solas, ya regresaría de alguna u otra manera a su hogar o pasaría la noche en el hotel que sabía se encontraba cercano.
El carruaje se puso en marcha y el permaneció ahí, la noche definitivo había dado un vuelco inesperado, mientras tanto en su mente, solo existía ya la chica de los ojos absorbentes y los reproches.
TERMINADO
Alain Vial- Realeza Italiana
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Fecha de inscripción : 15/01/2014
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