No Te Vayas Nunca De Mi Lado

por **Mikelangelo Van Dort** Miér Ago 14, 2013 10:14 pm

"Y ahí lo tienes encerrado en casa, temblando como un niño, sellando las ventanas, para no ver, ni escuchar, sentir, notar la vida estallando fuera. Por miedo a sentir miedo fue a la cama, como una oruga se escondió y envuelto entre las mantas se durmió, hizo humo el sueño y se olvidó del mundo por miedo a despertar.
Aún sigue dormido. Pasaron los inviernos y aún sigue escondido, esperando que tu abrazo
le inocule la vacuna y elimine el virus del miedo y su locura."

¿Qué más podía pasar?... Si yo la amaba en toda su totalidad, me conquistó terriblemente... ¿Terrible?...Si aveces era terrible, sentir este amor tan fervientemente, me quemaba la piel, al igual que el carmesí poderoso del cual se alimentan mis labios... Nunca dejaré de amarle, nunca, nunca... -Pronunciaba Mikelangelo en sus cuatro paredes de manicomnio, tomando sus rubios cabellos-

La casa me rodeaba en la cabeza, las imágenes eran adormecedoras, se deformaban ante mi mirada.. mis ojos, sentía que los tenía rojos, rojos de desgaste y cansancio... es cierto, no me había alimentado en semanas... estaba desorientado, y sentía que mi cabeza iba a explotar..
¿Ansiedad?, ¿Dolor?, ¿Locura?, ¿Soy acaso un desquiciado? -se preguntaba a si mismo-
Necesitaba salvarme de algún modo, pero no podía.. no encontraba la forma, mi rostro pálido reflejado en el brillante caoba del calvicordio de la sala de estar...
Me posé algo retorcido sobre la pared, tocando el terciopelo con mis dedos bajando lento por el cortinaje rojo...

¿Qué pasaría si ella estuviese aquí en este minuto?... -pensaba tortuosamente- ¿Tendría el valor para besarle, para decirle cuánto la amo, para tocarle una canción? -mis manos tiritaban- ...¿Podría lograrlo?...¿Podría concretarlo? -se preguntaba todas estas cosas a voz alta-
Me di las fuerzas por entender mi estado de locura de la noche, necesitaba alimentarme, necesitaba tocar música.. y necesitaba de ella. Mas todo en mi estaba paralizado, apenas podía moverme, mis cuerpo temblaba, mi cabeza bombardeaba todo tipo de pensamientos, incluso en la locura de destruir los instrumentos o de destruir las pautas musicales, botar la tinta de la mesa, y tirar los sillones...
Pensaba viéndome muerto a lado de aquel árbol en dónde le vi por primera vez, le sentí su aroma por primera vez, viéndome descuartizado, con mis hojas de pauta en un brazo y con mi pluma en la otra, escuchando el ruido de violines sin control aún estando muerto y descuartizado, como un vaivén de imágenes arrebatadas en mi cabeza...

-Me corrí de la pared, cayendo en el sillón, revolcandome en mi mismo- ...Y entonces me acordé del sexo, de cuando hacemos el amor, de cuando la veía transpirar... bajo mi encanto de ilusión, mi rostro pálido, duro como el mármol, mis ojos sin pupila, blancos... era la insanidad consecuente de mis torturas, ella estaba muerta, y yo seguía introduciendo mi pene en su vientre, la vi.. muerta en ilusión... -sentía que el sillón iba a darse vuelta y me cubrí con mis grandes manos mi rostro, me pasé a rasguñar, ni lo noté, ni lo sentí- ...solo sentía en ese momento el placer propiciado de aquél cadáver que era invadido por mi miembro viril.

Mas, escuchaba sus gemidos en mi mente, de hecho hasta en mis oídos físicamente eran completamente audibles, pero era un ser completamente inerte, sin vida, sin amor, sin alegría, sin chispa, sin calor, duro, reseco... solo contenía una ilusión...
De pronto me senté con las pupilas como dilatadas, las ojeras más que sobresalientes... ¿Cómo era eso posible?...
Le hice el amor a un muerto, e incluso concluí que era más poderoso sentirlo en mi mente, como el acto mismo.
Me senté al piano, intenté mover mis dedos -estaban entumecidos, más los estiré de igual forma como si fuese con dolor, toqué una tecla, y me dolió la audición, inmediatemente llevé una de mis manos a mi oído. Toqué una vez más y me caí del asiento sin previo aviso-

Me quedé ahí, doblando mis rodillas y llevando mis manos a afirmarse sobre ellas.. y entonces mis lágrimas salieron. Un flashback transformado como si yo fuese un niño presenciando tranquilamente la muerte, en forma de una mujer seduciéndome, dándome besos en la boca, y tocando mi cuerpo, suavemente, estimulando mi miembro, mientras que escuchaba a la mujer gemir, y exitarse a cada roce que ella me daba, y yo permanecía quieto mirando sus suaves movimientos, su voz en la brisa... una voz baja y sensualmente asesina.

Desvié la mirada intentando buscar olvidar aquellos flashbacks, como si quisiera inyectarle a mi pupila un calmante con una jeringa.

Escuché la puerta a lo lejos.. como un fuerte golpe contra mi hogar, dirigí mi mirada de inmediato... y apagué las luces artificiales, rápidamente. Me quede en un rincón oscuro, pensando y rogando por que la habitación no se percate de mi silueta... ni mi sombra, ni mi posición, ni mi miedo, ni mis lágrimas, ni mi soledad....

Entonces la puerta se abrió... aquella sombra se volvió casi como la luz del sol, esa de la cual vivo eternamente condenado a evitar... pero no, no quería evitarla, yo la adoraba, la adoré y la adoraré...

Era Leonor.. su voz resonó, ensordeció mis oídos....preguntándome si podía cruzar el umbral...

por **Leonor Daxmins** Sáb Ago 17, 2013 8:50 pm

¿Cuantas torturas...
cuantos lamentos se deben soportar antes de alcanzar la serenidad...
la paz y eso tan extraño...a lo que llaman felicidad?

Esta sería la última vez, ya estaba cansada, agotada siempre de lo mismo, la soledad inundando cada despertar, y anochecer en el cual te encuentras lejos de mis brazos, los cuales continúan esperándole cada día...ingenuos, una realidad inventada, buscando así un consuelo entre tanto dolor, un susurro al viento que se empeñaba en continuar con .."vida", así me encontraba yo en ese momento, tan intranquila... tan mentalmente destructiva hacia mi propio ser interior, esperando quizás algún alivio, algo... alguien para calmar mi tortuosa existencia...

Deambular se me había vuelto un vicio, caminar sin sentido ni destino claro, ni mucho menos trazados, era solo un desahogo, nada mas... no buscaba mas tampoco, si podía darme el lujo de caminar sin temor, y en paz, aunque sea por algunos minutos, me sentía recompensada.
Mis pies apenas rozaban la superficie terrestre, avanzando seguros y libres... desconociendo realmente hasta donde mis impulsos me llevarían.

Existía un lazo... mas allá del incorruptible amor, que ambos sentíamos, aquel lazo fraternal que nos uniría por siempre, el mismo que ahora me ayudaba a dar con su paradero, deteniéndome en seco frente a una gran puerta, me encontraba afuera de su refugio, su instituto, su casa... y el estaba adentro, podía sentirle, es mas, podía escucharle, quizás no con la claridad que hubiera deseado, ya que sus pensamientos cambiaban dramáticamente una y otra y vez, regalándome imágenes tan macabras como obscenas, todas las mismo tiempo, y aquello era un dolor de cabeza constante, que de haber sabido como, lo habría evitado, pero era imposible, su mente gritaba, con dolor y pesar, al igual que su alma... nuestras realidades no eran tan diferentes después de todo...

Lleve mi mano derecha hasta el picaporte de la puerta principal, me temblaba horriblemente, temía el recibimiento que pudiera recibir por parte de el, y así, lentamente mi seguridad se fue desplomando... mi mano tambaleaba, incapaz de seguir el rumbo hasta darme el paso definitivo a mi destino, el cual se encontraba tras las paredes del lugar, que ahora solo albergaban sufrimiento.

Finalmente me arme de valor, y rodee el seguro con mis dedos, y fue en ese momento cuando cientos de recuerdos embargaron poderosamente mi memoria, podía verlo a el con total claridad, disfrutando de una compañía que no era la mía, lo veía en otros brazos, recibiendo la protección que yo no pude entregarle, lo veía feliz... pero no conmigo, y fue entonces cuando me pregunté ¿que estoy haciendo yo aquí?...

Retrocedí, dándole la espalda a todo, dispuesta para regresar por donde vine, arriesgándome a no volver a verle nunca mas... no era lo que quería, nunca fue así, mas bien fue la injusticia y la envidia, la encargada siempre de separar, aquel camino que debíamos recorrer juntos.

En ese momento cuando mis fuerzas se encontraban destruidas frente a mi, me asaltaron nuevas visiones... eran suaves, casi como una melodía que aparecían resonando en mi cabeza, pero con total naturalidad... eramos nosotros, juntos, hace bastante tiempo, podía notar la vida aún en mis enrojecidas mejillas, mientras sostenía su mirada, y mi diminuta mano estaba firmemente entrelazada a la suya, nuestros cuerpos desnudos y libremente unidos, como si hubiéramos nacido para estar juntos... ¿en que momento eso cambió?... tal vez jamas lo hizo.

No podía irme así como así, necesitaba saber que ocurrió, eso era todo, ya me encontraba tan cerca, no podía arrepentirme ahora, y con este simple pensamiento en mente, abrí la puerta, quedándome en el umbral de esta, sin saber si podía avanzar, mientras mis ojos le buscaban en la obscuridad, sabía que el ya había notado mi presencia, quizás desde mucho antes de que me encontrara ahí, mis piernas tambalearon al primer paso que dí dentro del lugar...

- *Mikelangelo...* - pronuncié alto y claro su nombre en mi mente, ya que la verdad no me salía en voz... - Soy yo...se que no debería estar aquí... -hice una pausa, aguardando a que la presión en mi garganta se desvaneciera- ...Pero no puedo irme así como así... necesito tu verdad... puedo pasar?

La pregunta quedó flotando en la gran habitación, donde el aún se encontraba oculto, mas no estaba segura de por que lo hacía, quizás mi presencia no era bien recibida, o mas bien se encontraba tan sorprendido como yo, de que haber aparecido en su hogar por mis propios medios, y eso era todo por que había memorizado su aroma, el mismo que en ocasiones era capaz de sentir en mi, no tenía dudas al seguirlo.

No aguante la espera y sin dudarlo entré, encontrando su desprotegido cuerpo sumido en lo que no podían ser mas que horrendas pesadillas, intente ser cauta con todo, pero me fue imposible, y acorte corriendo la distancia que nos separaba, arrodillándome cuando finalmente llegue a su lado, no podía creer su estado, se veía ido, desgastado, como si hubiera sido abandonado por su razón...

- Mi amor...- susurré en voz baja, sintiendo como me quitaba un enorme peso de encima, mis brazos se extendieron de manera protectora hacia el, rodeándolo con suma emoción, mientras mis labios liberaban un contenido suspiro, haciendo que mis ojos se humedecieran al instante, mi cuerpo no podía creer el verse unido al suyo nuevamente...
- Por favor reacciona, mírame...ya estoy contigo...- le afirmé dejando que mi abrazo se hiciera mas fuerte, mas aprensivo, llevando una mano hasta su cabello, acariciándole con suavidad, mis ojos se cerraron y lentamente mi respiración fue bajando su intensidad, debía relajarme a mi, para que de esta forma fuera capaz de entregarle a el mi paz, esa que solo se me producía al tenerlo junto a mi, dos almas que se regocijaban, luego de haber estado distantes, y sumamente perdidas.

por **Mikelangelo Van Dort** Vie Ago 23, 2013 11:48 pm

Mi inconciencia comenzaba a olvidarse poco a poco, déjandose morir en aquellos brazos, que en una rapidez invisible, llegaron hasta a mi, para rodearme como a un niño... Los brazos de Leonor, suaves y livianos me estaban conteniendo mientras, que con pesar alcé la vista hasta ella, quedando cercano a sus labios, mis ojos captaban cada uno de los movimientos producidos por ellos al hablar... "Mi Amor"..."Mírame"..."Estoy contigo..", frases que penetraban en interior, lentamente, como una cura para aquel Virus Del Miedo que me envolvía...
La luz de esas escondidas de mi tormento, había llegado a alumbrarme, quemándome en el calor imposible de unos brazos, que dopaban completamente a mi locura, dejándole muerta en si misma. El amor de mi vida y no vida, estaba por fin junto a mi, tan palpable como las lágrimas que nos mojaban a ambos en nuestros rostros de mármol. Su abrazo dejó a sueltas mis músculos, y aún sin voz, sabría que al hablar podría quebrarme enseguida, me refugié en ella como nunca antes me había refugiado en alguien, la verdad es que lo sentí casi como una instancia nueva, y placentera tal vez..

Mis ojos estaban completamente pálidos.. ¿Habeís mirado alguna vez los ojos de un niño perdido? ..de aquel niño que con el miedo poseyendo de todas sus acciones, se refugia en si mismo, arrinconado en un espacio entre la vida y la muerte? Miradle a él entonces, encontrando el único refugio que no era ficticio ni producido masoquistamente por él mismo. Era su bella Leonor.

Mi alma estaba hecha trizas, y mi corazón sin vida, con el deseo de palpitar hasta reventar, la emoción de tener a la mujer de mis adoraciones cerca mío, en un abrazo infinito era suficiente para hacer nacer el deseo de latir en mi interior, como un arma de guerra apunto de atacar...
Yo la acerqué hasta mi pecho en silencio, con mis ojos cerrados, asesinados por la pasión del sentir, de su abrazo, la incliné a mi regazo, mirándole con las lágrimas de hielo sobre mi rostro. La casa a mi alrededor había cesado de girar bruscamente, la oscuridad dejó de ser una prisión y comenzó a suavizar mi piel. No me di cuenta tampoco en que momento pude mover mis brazos para acurrucarla en mi regazo o en que momento, la presión de mi cerebro comenzó a bajar, moviéndose cada vez con mas lentitud, pasando por un proceso de calma. Lo que era inevitable, es que no podía dejar de mirar sus bellos ojos con lágrimas de cristal, si las mías eran de un espeso hielo, las de ella eran tan suaves como el cristal, finas e incorruptibles. Las besé.

Mis sentidos, y todos los movimientos de mis músculos comenzaron a ablandarse a cada minuto que pasaba, como si me hubiesen reactivado el cuerpo, me hubieran devuelto a la vida con una especie de carga eléctrica. Mis venas, no las veía.. no veia el color, ni la textura suave de éstas, necesitaba alimento, necesitaba que un líquido tocara mis labios... yo sé que debía ser caliente, y no frío como mi propia sangre.. pero ella estaba allí aguardada en mis brazos y me incliné con inercia hasta su cuello, mordiéndola y como inyectándole una anestesia, al igual que era exactamente eso, lo que me estaba inyectando a mi mismo. Algo de anastesia, para prevalecer hasta el momento en que encuentre sangre caliente para alimentarme.

Mis labios tocaron aquel frío elixir que reactivó mi sistema nervioso, y comencé a experimentar el regreso de tener el control sobre mi propio cuerpo. Su blanca piel había quedado manchada, mientras saqué silenciosamente un pañuelo bordado con mi nombre, de mi camisa, rodeado con una cinta roja, con forma de flor de lis, y le limpié dedicadamente su fino y brilloso cuello, su cabeza había quedado con soltura hacia atrás, mientras bebía de ella y mis colmillos aun sobresalientes, quedaron asi mismo sin moverse, más manchados de la sangre de su mujer. Tomé suavemente su nuca, enredando mis dedos en sus cabellos, allegando su rostro al mío para mirarle a mis ojos que aún estaban pálidos....

...Junté mi frente con la de ella entre mis jadeos, entre el proceso de mi recuperación, la miré con recelo, recelo de el amor que le tengo, de ese amor que se disfrutaba propiamente solo, y que aveces me dejaba de lado, y todo lo que me componía como ser, se arraigaba a el amor que yo le tenía a esta mujer. Le sujeté firme del cuello, por detrás mirándola en silencio hasta que me salieron las siguientes palabras, en jadeos y susurros con esfuerzo:

-Eres lo único que le da sentido a esta vida, eres lo único que me hace querer cambiar el rumbo de las cosas, hacia un rumbo eterno, sin fin. Eres la mujer que mi alma adora, que mi corazón nombra, que a mi juicio tortura, que a mi mente aprisiona, que a mi música rinde homenaje, que me hace correr y correr hasta tu paradero, a encontrarte.. tal y cual lo has hecho tu misma ahora. Eres la musa de todas mis letras, el sueño de mi sueño, la vida y la muerte adjunta, eres mia...y es por eso que...necesito que me respondas ahora...no volveré a dejarte jamás, al igual que no quiero que tu me abandones jamás, ni que te abandones al exterminio...
Quiero ser tuyo, y quiero que seas mía, completamente. Solo con la libertad de estar a mi lado. De estar conmigo. Y amarme. Yo te amo por los siglos de los siglos, siendo siempre asi...-la acerco un poco más a mi regazo mientras ambos aún, no podíamos detener esas lágrimas que ahora parecían ser tan inocentes- ...Leonor Daxmins....-acaricié a lo largo su brazo hasta llegar a su mano, introduciendo el anillo que tenía en mi puño arraigado, como el tesoro mismo, desde que me instalé en ese aquel vago rincón-
...¿Quieres casarte conmigo?, ¿Quieres permanecer, prevalecer, al lado de este loco que te ama? ¿Del loco del cual te has enamorado y has entregado tu vida, y tu muerte?, ¿De este hombre hecho bestia, pluma, música, viento y tormento?

...Leonor Daxmins, ¿Quieres ser la esposa de Mikelangelo Van Dort?...-

Finalicé con una sonrisa sincera, nacida desde lo profundo de mis palabras, de mi alma sosteniendo la suya en aquel preciso momento, con mi llanto recorriendo mi mejilla, la gota detenida sin querer caerse todavía...
Esperando... el comienzo de la más grande melodía... la del Amor.

por **Leonor Daxmins** Jue Ago 29, 2013 3:09 pm

Mi mente comenzó a perder la noción del tiempo por completo, no estaba segura de cuanto había pasado desde el momento en que llegué hasta el nuevamente, sintiendo así que era como recuperar mi propia luz, esa que se hacía cada vez menos perceptible sin su presencia, sin esa melodía única que lograba hacer volar mi espíritu, liberándolo así de las torturas terrenales que debía soportar a diario. El era todo lo que necesitaba, todo lo que adoraba, lo que deseaba, lo que amaba con todas mis fuerzas, lo que me daba esa fuerza, que ni yo misma era capaz de hacer renacer, esas ganas de mantenerle así por siempre contra mi cuerpo, sosteniéndolo en su propio tormento, siendo esa conexión a la realidad, para mi.. todo era el.

Permití que su cuerpo se acostumbrara lentamente a mi abrazo, respondiendo cuando con debilidad me acurruco el mismo en su regazo, y yo sin soltarle en ningún momento, al contrario, cada movimiento entregado, hacía que mi cuerpo despertara, regalandole una caricia, en la cual sentía que mi piel quemaba al rozar con la suya, esa emoción incontrolable, que se demostraba por la tiernas lagrimas que cubrían mis mejillas, al igual que las de el, todo ese amor desbordante que se dejaba entrever por cualquier angulo que se le observara, un amor impenetrable, esa unión que muchos desean, pero muy pocos son capaces de alcanzar, no existían errores, el destino entrelazó nuestros caminos, y he aquí el por que.

Tuve que regresar de mis pensamientos, concentrando mi atención en el, aún se hallaba resguardado en nuestro abrazo, pero fui consiente cuando comenzó a inclinar mi cabeza hacía atrás, desnudando mi cuello y ciertamente sabía a lo que venía eso, por lo que el sentir sus colmillos rasgando mi piel no me sorprendió, aunque no contuve el pequeño jadeo que escapo de mis labios, percibiendo como la sangre comenzaba a derramarse, siendo atrapada por los labios ajenos, sirviendo de revitalizante para su debilitado cuerpo, y por una extraña razón, aquello también me despertaba a mi, logrando simplemente que mis terminaciones nerviosas, y mis extremidades cobraran vida, cerré mis ojos lentamente y deje mi cuerpo a merced de sus brazos permitiendo que me sujetara mientras terminaba de alimentarse, para luego dibujar una leve sonrisa en mis labios al sentir como se preocupaba de limpiar mi piel.

De pronto sus dedos se enredaron en mi cabello, y logre percibir el cariñoso impulso de mi rostro contra el suyo, por lo que descanse de igual forma mi frente sobre la de el, permitiendo a mis ojos abrirse nuevamente, encontrándome con los ajenos, los cuales me observaban con una atención única, estaba segura que esa mirada encerraba mucho mas, haciendo imposible despegar mis pupilas de ellos, en ese momento me sentía tan vulnerable como encantada por el hombre frente a mi, y comenzaba a escuchar con sorpresa y emoción sus siguientes palabras, las cuales penetraban en mi ser, y hacían regresar las lagrimas a mis ojos, solo que esta vez por una razón muy diferente.

Mantuve el silencio, escuchando su pregunta en mi mente una y otra vez "...Leonor Daxmins, ¿Quieres ser la esposa de Mikelangelo Van Dort?...", abrí lentamente mis labios, entre un leve sollozo que no cesaba, pero manteniendo mi rostro emocionado a la vez, y decididamente, limpie con mis dedos mis mejillas, tomando un largo aliento que me dio el empuje a comenzar con mi respuesta.

- Mi amado Mikele... tu sabes que mi existencia, mi alma, mi amor, mi vida y muerte, te han pertenecido siempre, por sobre todo, pese a nuestras distancias y nuestros dolores...yo pertenezco a tu lado - le dije en un susurro, solo recalcando lo que ambos conocíamos a la perfección-
- Siempre he sabido volver a ti, por que es el único camino que me provoca deseos de recorrer, así como a ti amor mío, te convertiste en mi razón de permanecía en este mundo, derrocando la lógica, la cual afirma que para todo existe un final, pero no, eso no rige aquí, por que yo te amo, y lo hago con toda mi alma, con un corazón que vibra dentro de mi pecho, solo por estos sentimientos que danzan en mi, al escuchar tu voz y tu música... -suspiré, llevando una mano hasta su rostro, acariciándole con ternura- Al sentirte de esta forma, deseando que nada ni nadie te separe jamas de mi. Eres mi todo amor... -le dije con total sinceridad, sintiendo el deslizar de su mano hasta la mía, notando como introducía el anillo, que solo era un nuevo comienzo en nuestra historia-
- Y acepto, te acepto a ti Mikelangelo Van Dort como mi esposo, ahora y por toda la eternidad que viviremos juntos, yo permitiendo que seas tu mi única vida y felicidad, el despertar de mi pasión, y mi perdición - le aseguré, sintiendo como una última lagrima rodaba por mi rostro- ...Y tu dejando que sea yo tu inspiración y quien ilumine para siempre tu obscuridad. -

Observé su rostro, esa hermosa y tenue sonrisa que dibujaban sus labios, sabia claramente que podría perderme en el una y otra vez, y solo deje que pasara, mis ojos se centraron en los que ahora veía como propios, mis brazos subieron hasta rodear de forma mas posesiva su cuello, inclinando mi rostro nuevamente hasta el, dejando que su dulce aliento, mezclado aún con la sangre, acariciara mi piel, disfruté de verle y sentirle mio, aproximando mis labios lentamente, haciéndolos fundirse con los suaves de el, lo besé como hace mucho tiempo deseaba.

- Jamas volverás a estar solo mi vida... - le aseguré con voz entrecortada, sosteniendo su mirada, mientras mi cuerpo se acomodaba por completo contra el suyo, descansando en los únicos brazos que se convertirían en mi hogar, dos almas enamoradas volviéndose una sola, un destino escrito, una eternidad compartida.

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