AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
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Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
– Te lo digo mi niña, ese color no te sienta bien. ¿Por qué no mejor te colocas el vestido beige? Ese te queda precioso – la mujer, ya entrada en años, se acercó lentamente hasta el guardarropas donde hurgó hasta encontrar la prenda a la cual hacía referencia. Sabía muy bien que el término “niña” no le aplicaba pero siempre la había llamado así y nada podría cambiar ese hecho. La morena le sonrió afectuosamente pero negó con la cabeza. Ya se había calzado el de color azul oscuro, tenía la joyería, los zapatos y el sombrero listos, no cambiaria todo aquello solo porque a Clara se le antojaba otro color para la noche. – Me retrasaría si aceptara tu consejo – se acercó y deposito un rápido beso en la mejilla de la mujer – la próxima vez más vale que opines antes de que este lista – bromeó, luego apretó suavemente su mano a modo de despido y abandonó la habitación. Caminaba rápidamente, como si en verdad tuviese alguna cita o compromiso cuando en realidad solo quería abandonar un rato la propiedad. Adoraba la compañía de Clara, tanto como la de su hija, pero estaba sedienta y eso siempre complicaba las cosas. En su apuro olvidó tomar la capa pero no quería regresar, al fin y al cabo el frío no la dañaría y el vestido resultaba lo suficientemente pesado como para poder aparentar frente a los humanos.
El coche le esperaba fuera. Los caballos de tiro se encabrillaron ligeramente al acercárseles pero se calmaron ante el suave toque del cochero. Ella le saludo con la cabeza –Sera mejor que se quede con ellos – le indicó al notar que el hombre se disponía a correr a su lado para abrirle la puerta y ayudarle a subir – Como ordene Madame ¿A dónde nos dirigimos? - preguntó calmando a los caballos – Al centro – contestó ella sin florituras para luego acomodarse en el mullido asiento.
Se encontraban pasando por la zona de los restaurantes cuando hizo que el coche se detuviera. En realidad no es que tuviese un destino preelegido, simplemente esperaba y observaba, atenta a que algún lugar le resultara tentador para probar un poco de suerte y resulto que un restaurante lo consiguió. Despidió al cochero pidiéndole que no la esperase, no sabía cuánto demoraría en regresar a su casa y no sería justo que el hombre estuviese allí toda la noche, además nada significaba el volver a pie. Esperó hasta que el coche desapareció en la oscuridad de la noche para ingresar al local escogido.
Se trataba de un restaurante relativamente grande destinado a parisinos de mediano presupuesto pero no por eso menos limpio o agradable que uno de altos estándares. El olor a comida llegó hasta sus fosas nasales entremezclado con los demás efluvios. Caminó lentamente por entre las mesas hasta una alejada de la entrada. – Buena noche Madame, para esta noche tenemos ternera a las finas hierbas acompañada de… - – Con una copa de vino tinto bastará por ahora - interrumpió al joven mesero quien con un inclinación se apresuró a cumplir su deseo. Se concentró entonces en estudiar el lugar y a sus habitantes temporales. Una pareja en el fondo, evidentemente en plan “conquista”, llamó su atención. Olían de maravilla, en especial el joven. Les miraba fijamente, imaginando la mejor manera de abordarles, cuando una voz interrumpió sus pensamientos.
Última edición por Daphne Landry el Mar Sep 03, 2013 7:46 pm, editado 1 vez
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
-Parece un poco pálida - dije hablándole a la mujer como si la conociera antes de estirar una de las sillas y ocupar asiento frente a ella, jalando del brazo a la delgada jovencita que me acompañaba, la cual cayo en mi regazo con una risita nerviosa a la par de que grandes y obscuros ojos de ciervo observaban el lugar con cierto pánico.
- Señor esto es impropio, nos van a echar - dijo ella aunque no se movió hasta que jale una silla para ella.
- Te preocupas demasiado querida - sonreía de forma condescendiente hacia ella, la pobre criatura no tenía más de 20 años pero las duras jornadas de trabajos habían envejecido prematuramente sus rasgos, no había lugares blandos en su cuerpo, ni la suavidad que tanto atesoran las señoritas de buena familia en sus manos, era una mujer curtida en las desventuras de una vida de pobreza, y por ello mismo era perfecta para darme lo que buscaba.
Una vez Fleur estuvo acomodada en su propio asiento regrese mi atención sobre la distinguida mujer, que en realidad era más de lo que su delicada apariencia revelaba, era un depredador, como yo, un monstruo nocturno por cuyo aspecto resultaba fácil adivinar que se encontraba de cacería, buscando algo de color para sus mejillas cada vez más pálidas.
- Espero que no le incomode la compañía, se veía tan solitaria que no pude evitar acercarme - la mayoría de nosotros evitaba llamar la atención, asique confiaba en que se abstendría de armar un escándalo en un sitio público como aquel - Le prometí a mi amiga Fleur que podría probar todas las exquisiteces que deseara, si usted lo desea y es gentil con ella me gustaría invitarle a que nos acompañe luego a beber algo - ofrecí con disimulo, ella no parecía la clase de depredador agresivo que necesitaba matar violentamente a sus víctimas y Fleur estaría bien siempre y cuando consumiese previamente lo suficiente para reponer sus fuerzas.
- Señor esto es impropio, nos van a echar - dijo ella aunque no se movió hasta que jale una silla para ella.
- Te preocupas demasiado querida - sonreía de forma condescendiente hacia ella, la pobre criatura no tenía más de 20 años pero las duras jornadas de trabajos habían envejecido prematuramente sus rasgos, no había lugares blandos en su cuerpo, ni la suavidad que tanto atesoran las señoritas de buena familia en sus manos, era una mujer curtida en las desventuras de una vida de pobreza, y por ello mismo era perfecta para darme lo que buscaba.
Una vez Fleur estuvo acomodada en su propio asiento regrese mi atención sobre la distinguida mujer, que en realidad era más de lo que su delicada apariencia revelaba, era un depredador, como yo, un monstruo nocturno por cuyo aspecto resultaba fácil adivinar que se encontraba de cacería, buscando algo de color para sus mejillas cada vez más pálidas.
- Espero que no le incomode la compañía, se veía tan solitaria que no pude evitar acercarme - la mayoría de nosotros evitaba llamar la atención, asique confiaba en que se abstendría de armar un escándalo en un sitio público como aquel - Le prometí a mi amiga Fleur que podría probar todas las exquisiteces que deseara, si usted lo desea y es gentil con ella me gustaría invitarle a que nos acompañe luego a beber algo - ofrecí con disimulo, ella no parecía la clase de depredador agresivo que necesitaba matar violentamente a sus víctimas y Fleur estaría bien siempre y cuando consumiese previamente lo suficiente para reponer sus fuerzas.
Keneu- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
Giró sus ojos con hostilidad justo para ver como un vampiro y una humana invadía su mesa. Podría reconocer aquel gesto como una descortesía, sin embargo la curiosidad de saber que pretendía aquel ser sobrepaso por mucho el impulso por defender su espacio. Varió su expresión a una amable e intrigada para luego sonreír abiertamente ante la inocencia de la pobre chica quien se sentó en el asiento que le ofrecían con expresión turbada. Daphne escuchó en silenciosa observación al vampiro mientras éste se explicaba.
Algunos segundos después apareció el mesero con su copa de vino. Evidentemente la joven Fleur tenía razón pues el mesero, que había estado atento a la escena, ahora le miraba reprobatoriamente. – ¿Desean ordenar algo más? – peguntó con seriedad. La morena permaneció en silencio un segundo más para luego completar la orden de la mesa pero sin quitarle los ojos de encima al vampiro – Si, tráiganos el plato más costoso que tenga, una botella de vino y dos copas – despidió al mesero con un movimiento de su muñeca sin molestarse en preguntar a sus acompañantes si estaban o no de acuerdo con el pedido. Luego tomó entre los dedos de la mano derecha la copa de vino recién servida y la agitó frente a sí pero sin probarla.
– Encantada de conocerte Fleur – comentó con dulzura apartando por fin la mirada del vampiro – Y como veras la promesa de tu amigo no ha sido en vano. Podrás comer todo lo que desees, solo tienes que decirnos que se te antoja y listo – chasqueó los dedos de la mano izquierda con la última palabra ocasionando que la chica se sobresaltara ligeramente. Entonces una sonrisita malvada se le escapó. Tan dulce y joven. Tan apetitosamente vulnerable. Debía encontrarse bajo algún influjo, nadie sería tan tonto como para no percibir el peligro en ese momento y aún así la humana solo permaneció sentada donde estaba.
Tamborileó los dedos de la mano libre sobre la mesa antes de volver su atención de nuevo hacia el vampiro – Por supuesto que su presencia no me incomoda Monsieur. Como usted bien lo ha expresado estaba aquí sola – confiaba que el tono entre irónico y juguetón no se le escapara – De hecho esperaba que ocurriese algo inusual, tal vez que alguien interesante y prometedor apareciese frente a mí y ¡helo aquí! – inclinó la copa suavemente como si brindase por él.
El mesero apareció nuevamente y, tras una silenciosa indicación de Daphne, colocó frente a Fleur un plato de comida. Luego llenó las copas adicionales y dejó la botella sobre la mesa. – Entonces Monsieur… perdón, pero no creo haber escuchado su nombre – una breve pausa antes de continuar – Agradezco su generosa invitación. Por supuesto que me encantaría poder compartir una copa, o tal vez dos, con ustedes – nuevamente la sonrisa maliciosa se posó sobre sus labios – pero ¿Sería tan amable de definirme exactamente qué significa para usted el que sea “gentil”? – algunas ideas corrían por su mente. El juego ya había empezado sin importar, en realidad, las condiciones que el vampiro quisiera o no imponer. Después de todo fue él quien se atrevió a acercársele y, porque no, podría resultar siendo una velada de la que los dos salieran altamente satisfechos.
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
Me limite a sonreír prolongando el instante en que debiese responder sus cuestionamientos. Fleur observaba la comida ante ella totalmente abstraída haciendo un esfuerzo admirable por no salivar sobre el plato, pero conteniendo sus evidentes deseos de devorar los alimentos como un perro bien entrenado que a pesar de la fuerzas de sus instintos no se arroja sobre el codiciado trozo de carne hasta que su amo se lo permite.
- No te preocupes por nosotros, come con confianza mi dulce Fleur - ella no necesito más incentivo para empezar a comer, usando las manos sin ningún pudor a pesar de que los cubiertos relucían junto al plato. Era por ello mismo que la había escogido entre tantas posibles presas, aquel pequeño placer de ingerir alimentos que para muchos allí era tan común para ella era una dadiva casi divina, algo que sus sentidos gozaban en una intensidad que un paladar acostumbrado a manjares de aquel tipo jamás apreciaría porque al igual que prolongar la sed hace más dulce el momento de tomar el precioso liquido vital, el hambre hace incluso de un trozo de pan una exquisitez.
Aparte de su rostro un mechón de sus cabellos antes de que acabase siendo accidentalmente llevado a su boca con el resto de los alimentos, a este punto aun sentía fascinación por los humanos, me gustaba experimentar a través de ellos las cosas que como vampiro me estaban vetadas, no obstante no dejaba de inquietarme si el tiempo me arrebataría también aquello ¿Me volvería un monstruo insensible como lo fue mi maestro? ¿Era eso lo que los años nos hacían? ¿Arrancaban nuestra humanidad poco a poco como pétalos arrojados al viento hasta que sólo nos quedaba una única manera de sentir, un único placer apenas alcanzable a través del dolor ajeno, un dolor provocado por uno? Quería creer que mucho antes de que eso ocurriera yo mismo me expondría a la luz del sol, o al abrazo tempestuoso de las llamas, sin embargo también creía en el monstruo que moraba en mi interior, un reflejo de Bar-Abba.
- Fleur tiene una ardua jornada mañana, me gustaría que se encontrase en optimas condiciones - no podía decir algo tan directo como "no la mates" con tantos testigos alrededor y menos con Fleur al lado, la chica era confiada y estaba dispuesta a correr ciertos riesgos por un poco de comida distinta al guisado de papas de su madre, el cual era más agua hervida que otra cosa, pero como cualquier humano apreciaba su vida lo bastante para correr en el momento en que percibiese algún peligro. - Disculpe si en cambio yo no he mostrado toda la cortesía que debiera, en especial al no presentarme correctamente - me puse de pie para hacer una reverencia hacia la mujer - Keneu, es ese el único nombre al que respondo - sonreí con tanta galantería como me era posible, consiguiendo que Fleur dejase por un momento de engullir como si la comida fuese a desaparecer mirándome con brillantes ojos que relucían aun más con el rubor coloreando sus mejillas.
Regrese a mi asiento tomando un trago del vino que estaba servido, no me apetecía dar más explicaciones sobre mi nombre o mi persona, pues era un hombre sin pasado, me conformaba con el presente, uno que no admitía mañanas o ayeres, sólo el hoy, un presente siempre cargado de tantos placeres como fuese posible providenciar.
- No te preocupes por nosotros, come con confianza mi dulce Fleur - ella no necesito más incentivo para empezar a comer, usando las manos sin ningún pudor a pesar de que los cubiertos relucían junto al plato. Era por ello mismo que la había escogido entre tantas posibles presas, aquel pequeño placer de ingerir alimentos que para muchos allí era tan común para ella era una dadiva casi divina, algo que sus sentidos gozaban en una intensidad que un paladar acostumbrado a manjares de aquel tipo jamás apreciaría porque al igual que prolongar la sed hace más dulce el momento de tomar el precioso liquido vital, el hambre hace incluso de un trozo de pan una exquisitez.
Aparte de su rostro un mechón de sus cabellos antes de que acabase siendo accidentalmente llevado a su boca con el resto de los alimentos, a este punto aun sentía fascinación por los humanos, me gustaba experimentar a través de ellos las cosas que como vampiro me estaban vetadas, no obstante no dejaba de inquietarme si el tiempo me arrebataría también aquello ¿Me volvería un monstruo insensible como lo fue mi maestro? ¿Era eso lo que los años nos hacían? ¿Arrancaban nuestra humanidad poco a poco como pétalos arrojados al viento hasta que sólo nos quedaba una única manera de sentir, un único placer apenas alcanzable a través del dolor ajeno, un dolor provocado por uno? Quería creer que mucho antes de que eso ocurriera yo mismo me expondría a la luz del sol, o al abrazo tempestuoso de las llamas, sin embargo también creía en el monstruo que moraba en mi interior, un reflejo de Bar-Abba.
- Fleur tiene una ardua jornada mañana, me gustaría que se encontrase en optimas condiciones - no podía decir algo tan directo como "no la mates" con tantos testigos alrededor y menos con Fleur al lado, la chica era confiada y estaba dispuesta a correr ciertos riesgos por un poco de comida distinta al guisado de papas de su madre, el cual era más agua hervida que otra cosa, pero como cualquier humano apreciaba su vida lo bastante para correr en el momento en que percibiese algún peligro. - Disculpe si en cambio yo no he mostrado toda la cortesía que debiera, en especial al no presentarme correctamente - me puse de pie para hacer una reverencia hacia la mujer - Keneu, es ese el único nombre al que respondo - sonreí con tanta galantería como me era posible, consiguiendo que Fleur dejase por un momento de engullir como si la comida fuese a desaparecer mirándome con brillantes ojos que relucían aun más con el rubor coloreando sus mejillas.
Regrese a mi asiento tomando un trago del vino que estaba servido, no me apetecía dar más explicaciones sobre mi nombre o mi persona, pues era un hombre sin pasado, me conformaba con el presente, uno que no admitía mañanas o ayeres, sólo el hoy, un presente siempre cargado de tantos placeres como fuese posible providenciar.
Keneu- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
La vampiresa enarcó una de sus cejas y miró entre asombrada y divertida no solo la forma en cómo la humana apuraba la comida del plato, sino como la miraba el vampiro e, incluso, el tierno gesto de retirarle el mechón de cabello de su boca. Evidentemente él apreciaba la bolsa de sangre que compartía su mesa. Era interesante ver como los jóvenes entre los suyos solían irse hacia los extremos: o completa e irracionalmente malvados o absurda y patéticamente sensibles. Ella no escapaba de tal clasificación. A pesar de tantos años aún sentía una punzada compartida al mismo tiempo de vergüenza y satisfacción por aquellos días de total desenfreno. La locura la tomó en los brazos y ella se abandonó gustosa, regodeándose en el sufrimiento, la decadencia y la muerte. Sin embargo ahora creía que era justo lo que necesitaba para poder encontrar su lugar en el mundo. De no haber desfogado toda su furia y frustración en esa temprana etapa probablemente no estaría sentada en esa mesa en París.
Inclinó la cabeza en señal de asentimiento ante la respuesta del apuesto vampiro, confirmando a su vez que no se había equivocado: él no quería que la matase. Los vampiros que no mataban a sus víctimas no eran inusuales, lo inusual era que consiguieran superar la culpa por alimentarse antes de que esta les obligara a terminar voluntariamente con su propia existencia. Aún no sabía que desearle al que tenía en frente, no le conocía lo suficiente como para pronosticarle éxito o fracaso en su empeño, sin embargo podía ceder a su petición si con eso ganaba un rato de entretención con su compañía. No necesitaba matar, solo le gustaba, por lo cual podía prescindir del pequeño placer por uno que pudiese resultar mucho mayor.
Observó complacida como el vampiro se levantaba y se presentaba mediando una reverencia. Una sonrisa se extendió por el rostro de la Daphne quien valoraba los modales y se sentía satisfecha porque él hubiese tenido la deferencia de ponerse de pie. La humana, por su parte, se encontraba francamente deslumbrada por la encantadora sonrisa masculina. Definitivamente esa debía ser una excelente estratagema cuando de conseguir alimentalmente se tratase. No se debía subestimar el poder de la seducción. Esperó hasta que Keneu tomó asiento antes de hablar nuevamente – Un hombre sin apellido. Nada común, debo admitir, aunque bastante intrigante. Soy Daphne Landry, a su servicio Monsieur – levantó la copa y la inclinó ligeramente hacia Keneu. Luego miró a la humana sentada a su lado – Anda querida, come con tranquilidad. Te prometo que él permanecerá justo frente a ti hasta que termines – le animó con tonó irónico al notar que la muchacha continuaba mirando fijamente al vampiro.
– Bien Monsieur Keneu, acepto los términos de su propuesta sin embargo ¿le importaría comentarme un poco lo que tenía planeado? – miró nuevamente a la humana. Podía escuchar con total nitidez el fuerte corazón latir acompasadamente. Resultaría todo un espectáculo presenciar el método de alimentación de un chupasangre piadoso, o tal vez no. En todo caso valía la pena arriesgarse – Claro que si no había pensado en esos “detalles” puede permitirme sugerirle que hagamos uso del depósito del restaurante, estoy segura de que no me costara mucho persuadir al dueño para que acceda – propuso antes de levantar la copa y tomar solo un pequeño sorbo de vino. Resultaba ser una bebida con gran cuerpo y sabor, si ella hubiese sido mortal le habría podido tomar el gusto de inmediato, ahora, sin embargo, solo se trataba de un brebaje que podía ingerir pero que resultaba insípido y aguado al ser comparado con su alimento habitual.
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
Las palabras de la vampira lograron inquietar a Fleur quien ahora me miraba como si me hubiese arrancado una máscara y ahora le mostrase la faz de un demonio con cuernos que se arqueaban en espiral, sólo volví a sonreírle al tiempo que tiraba de ella besando sus labios que al inicio se mantuvieron firmes y renuentes a mi contacto, pero que cuando lamí se abrieron como lotos bajo la caricia de la luna. No dude en aceptar su rendición invadiendo su boca con mi lengua, empujando fuera de ella cualquier pensamiento sensato.
Requirió bastante de mi autocontrol separarme de la joven sin que esto fuera para subirla sobre aquella misma mesa y poseerla de todos los modos posibles, Fleur no podía competir con la vampira en belleza, pero ella era una hembra con suficiente fuego en sus venas para compensar sus carencias.
- Sera divertido - le asegure aun tan cerca que mis labios rozaban los suyos - confía en mí - una promesa vana, incluso si Landry había accedido a ser "gentil" no tenía garantías de que respetaría su palabra y se contendría una vez que tuviésemos a la joven humana a solas y donde sus gritos no pudiesen ser oídos.
- Va a conseguir que nos echen - dijo por fin Fleur con una suave risita que pese a que escondía cierta renuencia me demostró que aun estaba lo bastante cautivada para acceder a un juego que como mínimo era inusual.
- ¿Quien? Ese camarero de hace rato, con apenas una mirada mía se iría chillando de regreso a su rincón - dije consiguiendo sacarle una risa más natural afianzando mi confianza en que ella participaría sin necesidad de usar algún otro truco para forzar su colaboración. - ¿Acaso no me crees? Entonces debería demostrártelo - me puse de pie una vez más pero esta vez para rodear la mesa y aproximarme a Daphne - Soy un hombre intimidante después de todo, ¿no esta de acuerdo? - interrogue a la vampireza - un canalla que se aprovecha de las señoritas y luego despacha a plomo en dramáticos duelos a sus ofendidos parientes - deslice mis dedos por la desnuda piel de su cuello, consciente del peligro, ella era como una leona salvaje que arrancaría mi brazo si la provocaba, aquello sin embargo en lugar de desalentarme hacia que sintiese mayor deseo de traspasar los tácitos limites - ¿Y ustedes bellas damas que harán para evitar que las rapte y las lleve a ese prometedor deposito que fue mencionado antes ? - Fleur rió traviesamente mientras sus ojos mostraban un brillo ansioso ahora que sacaba un juego que resultaba interesante para ella - Oh! mis dulces doncellas, ¿Quien acudirá en su rescate de mi ruin persona? - mis dedos se deslizaron mucho más abajo llegando a la frontera impuesta por la tela de su escote, era probable que también resultase asesinado esta noche, pero aquellos sedosos montículos bien valían el riesgo.
Requirió bastante de mi autocontrol separarme de la joven sin que esto fuera para subirla sobre aquella misma mesa y poseerla de todos los modos posibles, Fleur no podía competir con la vampira en belleza, pero ella era una hembra con suficiente fuego en sus venas para compensar sus carencias.
- Sera divertido - le asegure aun tan cerca que mis labios rozaban los suyos - confía en mí - una promesa vana, incluso si Landry había accedido a ser "gentil" no tenía garantías de que respetaría su palabra y se contendría una vez que tuviésemos a la joven humana a solas y donde sus gritos no pudiesen ser oídos.
- Va a conseguir que nos echen - dijo por fin Fleur con una suave risita que pese a que escondía cierta renuencia me demostró que aun estaba lo bastante cautivada para acceder a un juego que como mínimo era inusual.
- ¿Quien? Ese camarero de hace rato, con apenas una mirada mía se iría chillando de regreso a su rincón - dije consiguiendo sacarle una risa más natural afianzando mi confianza en que ella participaría sin necesidad de usar algún otro truco para forzar su colaboración. - ¿Acaso no me crees? Entonces debería demostrártelo - me puse de pie una vez más pero esta vez para rodear la mesa y aproximarme a Daphne - Soy un hombre intimidante después de todo, ¿no esta de acuerdo? - interrogue a la vampireza - un canalla que se aprovecha de las señoritas y luego despacha a plomo en dramáticos duelos a sus ofendidos parientes - deslice mis dedos por la desnuda piel de su cuello, consciente del peligro, ella era como una leona salvaje que arrancaría mi brazo si la provocaba, aquello sin embargo en lugar de desalentarme hacia que sintiese mayor deseo de traspasar los tácitos limites - ¿Y ustedes bellas damas que harán para evitar que las rapte y las lleve a ese prometedor deposito que fue mencionado antes ? - Fleur rió traviesamente mientras sus ojos mostraban un brillo ansioso ahora que sacaba un juego que resultaba interesante para ella - Oh! mis dulces doncellas, ¿Quien acudirá en su rescate de mi ruin persona? - mis dedos se deslizaron mucho más abajo llegando a la frontera impuesta por la tela de su escote, era probable que también resultase asesinado esta noche, pero aquellos sedosos montículos bien valían el riesgo.
Keneu- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
La puesta en escena avanzaba y se hacía cada vez más interesante. La joven humana se sobresaltó por las palabras dichas por la morena, quien, sin el más mínimo asomo de recato había manifestado sus planes al vampiro. No se trataba de un error, por supuesto, quería saber que tan sometida estaba aquella alma al encanto del hombre frente a ella y que maniobra utilizaría éste para evitar que la noche se le fuera al traste. La respuesta a su pregunta resultó ser más física de lo que esperaba. El vampiro se atoró descaradamente en los labios de la humana. Una mirada de complicidad acompañó toda la escena. Distracción: esa era la clave. Daphne llevó hasta sus labios la copa. Era evidente que no se trataba de ningún sacrificio para el vampiro.
Esperó y escuchó. Aquello era mejor que ir al teatro. El la tranquilizaba mientras ella se relajaba y desplazaba su preocupación al hecho de que les pidieran retirarse del lugar por una conducta impropia. ¡Pobre e inocente chiquilla! Este pensamiento la sobresaltó, no porque desconociera que podía llegar a sentir simpatía por el ganado, sino por lo diferente que sería si estuviese con su creador, durante los primeros años. Entonces si aplicaría, literalmente, aquello de “pobre chiquilla”. Incluso ahora, su imaginación volaba a una velocidad sobrehumana, ideando métodos para divertirse a costas de la integridad física y mental de la humana. No, ahora estaba segura, o lo más segura que podía llegar a estar en su presencia. De hecho tenía mucha suerte que le resultase más interesante el vampiro.
Keneu se incorporó y se acercó hasta su lugar. Daphne solo levantó ligeramente la mirada, intrigada por lo que pretendía. – No podría estar más de acuerdo Mesié, es usted sumamente intimidante – comentó mirándole fijamente con expresión divertida, luego miró a Fleur, le sonrió y le guiño un ojo, dándole a entender que todo se trataba de un juego. Y así era, solo que con un matiz que la chica no llegaba a percibir – La pregunta es si estas “señoritas” dejaran que se aproveche usted – la mano de él hizo contacto con su piel. ¡Pero qué osado! Sin embargo el gestó, en lugar de molestarla, solo la animó a continuar con el numerito. Ahora quería saber hasta donde llegaría aquel oscuro ser que pretendía perdonar una vida humana pero que se arriesgaba a ponerle las manos encima a alguien que bien podría aniquilarlo.
La mano libre se desplazó sobre la mesa y aterrizó con suavidad sobre la de la humana que reía traviesamente encantada con la idea que le planteaba el vampiro. Al parecer no era tan inocente como Daphne había pensado. – Que dices Fleur, ¿permitimos que nos rapte y se aproveche de este par de dulces doncellas o nos convertimos en el predador y le raptamos nosotras a él? Entre las dos podríamos someterle y hacer que rogara por clemencia – su tono era juguetón, su mirada lasciva secundaba sus palabras. En su mente empezó a formarse otra idea, una que no estaba muy alejada de sus palabras.
Permaneció quieta, mientras él desplazaba la mano hacia su escote, permitiéndole el toque durante algunos segundos, para luego levantar la mirada y lanzarle una sonrisa malévola - ¿Está usted tan ansioso porque empiece el drama Monsieur? – se trataba de una pregunta retorica, por supuesto. Soltó la copa con delicadeza y, con esa misma mano, cubrió la del hombre, la cual se encontraba en el límite entre su piel y la prenda que cubría lo que debía ser cubierto. Con suavidad movió la mano de él un poco más abajo, manteniéndolo sobre la ropa pero haciendo que palpara parte de su seno. – Que así sea – apartó entonces las dos manos de sí, esta vez utilizando la fuerza necesaria para evitar que él pretendiera mantenerla en donde estaba, pero no lo suficiente como para dañarle.
– Esta decidido entonces – manifestó con una enorme sonrisa que iluminó su rostro pero que no dejaba entrever sus colmillos. Se colocó de pie y se tomó un segundo para mirar de frente a Keneu antes de inclinarse hacia Fleur y tomarla por el brazo con gentileza, como si de una vieja amiga se tratase – Vamos querida, seamos las canallas esta noche. Aprovechémonos de este gentil caballero, bebamos su néctar y disfrutemos de sus sonrisas que estoy segura de que no tendremos que batirnos luego en duelo con ningún familiar que reclame su inocencia perdida – la chica se paró, riendo emocionada y anclándose al brazo de la morena, quien les guió sin vacilar hasta el mostrador del fondo donde un hombre entrado en años revisaba algunos números escritos en un papel.
- Bonne nuit Monsieur – no tenía que ser un genio para adivinar que se trataba del dueño del lugar. Sus ropas le delataban, además de la prominente barriga y el hecho de que supiera leer y que le interesase lo que parecía ser un inventario. – ¿En qué puedo ayudarle Madame? – le molestó el ser interrumpido pero no podía darse el lujo de ser descortés con un cliente, menos aún si la susodicha vestía de forma tan elegante. Soltó a Fleur y se adelantó un poco – Mis amigos y yo nos preguntábamos se sería posible que nos enseñara el depósito de su restaurante. Vera tenemos una apuesta y es indispensable que demos una mirada para poder decidir quien ha ganado – la sonrisa encantadora deslumbró por un momento al hombre pero no fue suficiente para que accediera a tan poco común petición – Lo siento Madame, solo el personal puede acceder al depósito. Si quiere usted puede preguntarme que desea saber y así yo pueda ayudarles a … - la frase fue interrumpida por el tono imperante y mandatorio de la morena – Dame la llave del depósito – fue solo un susurró que esperaba la humana no escuchara, pero con eso bastó. La llave apareció en un instante en la mano del hombre quien se la entregó a Daphne sin mediar palabra pero mirándola con ojos ausentes, como si no estuviese seguro de lo que hacía. Ella, por su parte, solo dio media vuelta y sonriendo satisfecha le ofreció la llavecilla a Fleur – Después de ti querida – .
Esperó y escuchó. Aquello era mejor que ir al teatro. El la tranquilizaba mientras ella se relajaba y desplazaba su preocupación al hecho de que les pidieran retirarse del lugar por una conducta impropia. ¡Pobre e inocente chiquilla! Este pensamiento la sobresaltó, no porque desconociera que podía llegar a sentir simpatía por el ganado, sino por lo diferente que sería si estuviese con su creador, durante los primeros años. Entonces si aplicaría, literalmente, aquello de “pobre chiquilla”. Incluso ahora, su imaginación volaba a una velocidad sobrehumana, ideando métodos para divertirse a costas de la integridad física y mental de la humana. No, ahora estaba segura, o lo más segura que podía llegar a estar en su presencia. De hecho tenía mucha suerte que le resultase más interesante el vampiro.
Keneu se incorporó y se acercó hasta su lugar. Daphne solo levantó ligeramente la mirada, intrigada por lo que pretendía. – No podría estar más de acuerdo Mesié, es usted sumamente intimidante – comentó mirándole fijamente con expresión divertida, luego miró a Fleur, le sonrió y le guiño un ojo, dándole a entender que todo se trataba de un juego. Y así era, solo que con un matiz que la chica no llegaba a percibir – La pregunta es si estas “señoritas” dejaran que se aproveche usted – la mano de él hizo contacto con su piel. ¡Pero qué osado! Sin embargo el gestó, en lugar de molestarla, solo la animó a continuar con el numerito. Ahora quería saber hasta donde llegaría aquel oscuro ser que pretendía perdonar una vida humana pero que se arriesgaba a ponerle las manos encima a alguien que bien podría aniquilarlo.
La mano libre se desplazó sobre la mesa y aterrizó con suavidad sobre la de la humana que reía traviesamente encantada con la idea que le planteaba el vampiro. Al parecer no era tan inocente como Daphne había pensado. – Que dices Fleur, ¿permitimos que nos rapte y se aproveche de este par de dulces doncellas o nos convertimos en el predador y le raptamos nosotras a él? Entre las dos podríamos someterle y hacer que rogara por clemencia – su tono era juguetón, su mirada lasciva secundaba sus palabras. En su mente empezó a formarse otra idea, una que no estaba muy alejada de sus palabras.
Permaneció quieta, mientras él desplazaba la mano hacia su escote, permitiéndole el toque durante algunos segundos, para luego levantar la mirada y lanzarle una sonrisa malévola - ¿Está usted tan ansioso porque empiece el drama Monsieur? – se trataba de una pregunta retorica, por supuesto. Soltó la copa con delicadeza y, con esa misma mano, cubrió la del hombre, la cual se encontraba en el límite entre su piel y la prenda que cubría lo que debía ser cubierto. Con suavidad movió la mano de él un poco más abajo, manteniéndolo sobre la ropa pero haciendo que palpara parte de su seno. – Que así sea – apartó entonces las dos manos de sí, esta vez utilizando la fuerza necesaria para evitar que él pretendiera mantenerla en donde estaba, pero no lo suficiente como para dañarle.
– Esta decidido entonces – manifestó con una enorme sonrisa que iluminó su rostro pero que no dejaba entrever sus colmillos. Se colocó de pie y se tomó un segundo para mirar de frente a Keneu antes de inclinarse hacia Fleur y tomarla por el brazo con gentileza, como si de una vieja amiga se tratase – Vamos querida, seamos las canallas esta noche. Aprovechémonos de este gentil caballero, bebamos su néctar y disfrutemos de sus sonrisas que estoy segura de que no tendremos que batirnos luego en duelo con ningún familiar que reclame su inocencia perdida – la chica se paró, riendo emocionada y anclándose al brazo de la morena, quien les guió sin vacilar hasta el mostrador del fondo donde un hombre entrado en años revisaba algunos números escritos en un papel.
- Bonne nuit Monsieur – no tenía que ser un genio para adivinar que se trataba del dueño del lugar. Sus ropas le delataban, además de la prominente barriga y el hecho de que supiera leer y que le interesase lo que parecía ser un inventario. – ¿En qué puedo ayudarle Madame? – le molestó el ser interrumpido pero no podía darse el lujo de ser descortés con un cliente, menos aún si la susodicha vestía de forma tan elegante. Soltó a Fleur y se adelantó un poco – Mis amigos y yo nos preguntábamos se sería posible que nos enseñara el depósito de su restaurante. Vera tenemos una apuesta y es indispensable que demos una mirada para poder decidir quien ha ganado – la sonrisa encantadora deslumbró por un momento al hombre pero no fue suficiente para que accediera a tan poco común petición – Lo siento Madame, solo el personal puede acceder al depósito. Si quiere usted puede preguntarme que desea saber y así yo pueda ayudarles a … - la frase fue interrumpida por el tono imperante y mandatorio de la morena – Dame la llave del depósito – fue solo un susurró que esperaba la humana no escuchara, pero con eso bastó. La llave apareció en un instante en la mano del hombre quien se la entregó a Daphne sin mediar palabra pero mirándola con ojos ausentes, como si no estuviese seguro de lo que hacía. Ella, por su parte, solo dio media vuelta y sonriendo satisfecha le ofreció la llavecilla a Fleur – Después de ti querida – .
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
Fleur se apropio de la llave sin saber que era quizás su destino el que sostenía entre sus dedos, ella río musicalmente mientras habría el depósito y se aventuraba a su obscuro interior, su fragilidad, lo incierto de su suerte, sólo hizo que la viese más bella y más radiante, un tipo de atractivo que en otro tiempo hubiese sido suficiente para hacerme pensar en tonterías románticas y soñar con llenar mis días de aquel sonido tan bello, quizás por eso me atreví a detener a la vampira afianzando su brazo con la suficiente fuerza para retenerla, pero no para hacerle daño, aproxime nuestros cuerpos, inclinándome hacia ella como si pretendiera susurrarle algo indecorosos o un secreto intimo de un amante, en cambio lo que dije fue...
- Déjala que viva, por la mañana no seremos más que un sueño irreal, un delirio febril que olvidara en poco tiempo - Bar-Abba estaría en estos instantes burlándose de mi desde el infierno, yo prefería imaginarlo consternado maldiciéndome por mancillar su legado siendo un sentimental, en cambio sabía que no era así, el debía disfrutar de saber cuan horrible era el peso de su regalo, que cada noche me obligaba a olvidar los rostros y los nombres de tantos humanos, de su calor, sus risas ... sus gritos. A veces era afortunado, a veces no había consecuencias ni nada de lo cual arrepentirme, otras veces... otras hacia esta clase de cosas, invitaba a monstruos a mi vida y la marca de sus actos quedaba gravada en mi alma tal y como la de mi maestro permanecía siempre en mi.- Te compensare - le dije acariciando su mejilla con mi nariz en tanto me mostraba risueño y dejaba que el deseo se reflejara en mis pupilas, al menos en eso no era falso, era débil ante la belleza femenina, incluso una belleza obscura que prometía tanto placeres como horrores indescriptibles.
A pesar de ello no le temía, era otra cosa que mi maestro se llevo consigo, él se llevo a un muchacho temeroso del mundo, de la vida, entonces le mostro a ese chico que existían peores horrores que la muerte, le mostro el dolor y la desesperación e hizo que supiera que nada podía ya dañarlo más de lo que estaba. No... nada podía dañarme, estaba demasiado roto para que fuese posible quebrarme un poco más.
- Divirtámonos esta noche - me incline un poco más hacia ella rozando se pálido cuello con mis labios - y seamos buenos amigos al alba...
- Déjala que viva, por la mañana no seremos más que un sueño irreal, un delirio febril que olvidara en poco tiempo - Bar-Abba estaría en estos instantes burlándose de mi desde el infierno, yo prefería imaginarlo consternado maldiciéndome por mancillar su legado siendo un sentimental, en cambio sabía que no era así, el debía disfrutar de saber cuan horrible era el peso de su regalo, que cada noche me obligaba a olvidar los rostros y los nombres de tantos humanos, de su calor, sus risas ... sus gritos. A veces era afortunado, a veces no había consecuencias ni nada de lo cual arrepentirme, otras veces... otras hacia esta clase de cosas, invitaba a monstruos a mi vida y la marca de sus actos quedaba gravada en mi alma tal y como la de mi maestro permanecía siempre en mi.- Te compensare - le dije acariciando su mejilla con mi nariz en tanto me mostraba risueño y dejaba que el deseo se reflejara en mis pupilas, al menos en eso no era falso, era débil ante la belleza femenina, incluso una belleza obscura que prometía tanto placeres como horrores indescriptibles.
A pesar de ello no le temía, era otra cosa que mi maestro se llevo consigo, él se llevo a un muchacho temeroso del mundo, de la vida, entonces le mostro a ese chico que existían peores horrores que la muerte, le mostro el dolor y la desesperación e hizo que supiera que nada podía ya dañarlo más de lo que estaba. No... nada podía dañarme, estaba demasiado roto para que fuese posible quebrarme un poco más.
- Divirtámonos esta noche - me incline un poco más hacia ella rozando se pálido cuello con mis labios - y seamos buenos amigos al alba...
Keneu- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
Algunos de los trabajadores del restaurante miraron recelosos al trío mientras una de las mujeres, la más joven y desaliñada, abría la puerta del depósito. Sin embargo ninguno haría nada más que mirarles, sus razones tendría el dueño para aprobar tan inusual incursión y no valía la pena gastar energía ni esfuerzo en intentar razonar con semejante cabeza dura. La vampiresa, por su parte, sonreía en abierta satisfacción de ver como la joven ingresaba por voluntad propia en la oscuridad del depósito. Al parecer las dos se encontraban igual de impacientes aunque con motivaciones ligeramente diferentes. Era joven e ingenua y al mismo tiempo se le veía reseca y cansada, como prácticamente todas las jóvenes de escasos recursos que luchaban día a día por una tajada de pan. El hambre no le era desconocida como tampoco la miseria. La diferencia es que ella no había entregado cualquier cosa por un plato de comida caliente, siempre prefirió el trabajo duro, largas jornadas tras las cuales terminaba con las manos sangrantes y apenas lo suficiente en su mesa como para no morir, literalmente, de inanición. La joven, por el contrario, vendería su alma al diablo por un poco de ternera y la sonrisa lasciva de un rostro apuesto. No había manera alguna de que le generara respeto o cariño.
Se encontraba a punto de seguir a Fleur cuando la fría mano del vampiro la detuvo. Aquel movimiento la sorprendió nuevamente pero se abstuvo de cualquier señal de hostilidad a pesar de que le ofendía un poco tanta temeridad. Escuchó y observó, permitió que él le tocara nuevamente como si de viejos amigos, o amantes, se tratase. – Por supuesto que me compensaras, mon ami, tengo toda la intención de que sea esta una noche memorable, pero el que lo sea para los dos depende solo de ti – no estaba segura si se trataba de un consejo o una amenaza, tal vez tenía un poco de ambas. Por momentos le resultaba avasalladora la personalidad de aquel ser. Era oscuro y al mismo tiempo luminoso. Tan satisfecho por tan insignificante criatura, pretendiendo protegerla y al mismo tiempo lo suficientemente trastornado como para ofrecerla a un ser que probablemente quisiera desollarla.
– Vivirá – sentenció inclinando ligeramente la cabeza – y nosotros nos divertiremos… nada más puedo prometer pues no le conozco aun lo suficiente, Monsieur keneu, como para asegurar que nuestros caracteres nos permitan seguir apreciando la compañía del otro en la mañana – giró entonces la cabeza hasta que sus labios quedaron a escasos milímetros de los de él – sin embargo nada perdemos con intentarlo- con un rápido y sutil lengüetazo repasó los masculinos labios y luego, casi sin esfuerzo, se soltó del agarre y siguió a Fleur hacia la oscuridad del depósito.
La chica esperaba adentro, observando curiosa los estantes llenos de víveres que les rodeaban iluminados por la tenue luz de una ventanita. – Encantador y acogedor, el lugar perfecto para sucumbir ante los encantos de tan gallardo caballero ¿no lo crees querida? – mientras hablaba se aproximaba a la joven quien ahora se retorcía las manos con creciente inquietud – No estarás arrepintiéndote ¿verdad? – tocó el rostro caliente con el dorso de la mano sintiendo como su sed se incrementaba gracias al jugoso palpitar que sintió contra su pétrea piel mientras la joven negaba tímidamente con la cabeza. – Es tan apuesto y está tan dispuesto a satisfacernos… ¿Qué le harías tu mi quería Fleur? – preguntó rodeándola, quedando detrás de ella y apoyando las manos sobre sus hombros mientras miraban las dos al joven, una con curiosidad, ansiedad y deseo, la otra con malicia y lujuria – Pues… no lo sé – la vampiresa soltó una carcajada ante la indecisa respuesta antes de darle un casto beso en la mejilla a la joven – Te diré entonces lo que le haría yo. Primero me encargaría de aliviar un poco la carga de tanta ropa, permitiría que mis ojos se complacieran con la visión de ese torso desnudo bañado bajo la luz de la luna… sin tocar… solo observando – las manos de la vampiresa recorrieron los de la joven sin dejar de mirar a Keneu. Podía escuchar como los latidos de aquel humano corazón se aceleraban, como la respiración se hacía más profunda y rápida. Rodeó la pequeña cintura con una de sus brazos para luego desplazar la muñeca hacia arriba donde esperaban unos senos pequeños y turgentes. Un gemidito escapó de los labios de la joven pero no hizo ningún movimiento para apartar aquel toque. A la vampiresa no le atraían las mujeres, al menos no en un sentido sexual, pero el poder despertar aquellas sensaciones le hacían sentirse poderosa. - ¿Quieres saber que haría a continuación? – le susurró al oído a Fleur antes de mordisquear suavemente el lóbulo consiguiendo un nuevo gemido. Sin embargo sus ojos seguían posados sobre Keneu, haciéndole saber que era de él, en realidad, de quien esperaba una respuesta.
Se encontraba a punto de seguir a Fleur cuando la fría mano del vampiro la detuvo. Aquel movimiento la sorprendió nuevamente pero se abstuvo de cualquier señal de hostilidad a pesar de que le ofendía un poco tanta temeridad. Escuchó y observó, permitió que él le tocara nuevamente como si de viejos amigos, o amantes, se tratase. – Por supuesto que me compensaras, mon ami, tengo toda la intención de que sea esta una noche memorable, pero el que lo sea para los dos depende solo de ti – no estaba segura si se trataba de un consejo o una amenaza, tal vez tenía un poco de ambas. Por momentos le resultaba avasalladora la personalidad de aquel ser. Era oscuro y al mismo tiempo luminoso. Tan satisfecho por tan insignificante criatura, pretendiendo protegerla y al mismo tiempo lo suficientemente trastornado como para ofrecerla a un ser que probablemente quisiera desollarla.
– Vivirá – sentenció inclinando ligeramente la cabeza – y nosotros nos divertiremos… nada más puedo prometer pues no le conozco aun lo suficiente, Monsieur keneu, como para asegurar que nuestros caracteres nos permitan seguir apreciando la compañía del otro en la mañana – giró entonces la cabeza hasta que sus labios quedaron a escasos milímetros de los de él – sin embargo nada perdemos con intentarlo- con un rápido y sutil lengüetazo repasó los masculinos labios y luego, casi sin esfuerzo, se soltó del agarre y siguió a Fleur hacia la oscuridad del depósito.
La chica esperaba adentro, observando curiosa los estantes llenos de víveres que les rodeaban iluminados por la tenue luz de una ventanita. – Encantador y acogedor, el lugar perfecto para sucumbir ante los encantos de tan gallardo caballero ¿no lo crees querida? – mientras hablaba se aproximaba a la joven quien ahora se retorcía las manos con creciente inquietud – No estarás arrepintiéndote ¿verdad? – tocó el rostro caliente con el dorso de la mano sintiendo como su sed se incrementaba gracias al jugoso palpitar que sintió contra su pétrea piel mientras la joven negaba tímidamente con la cabeza. – Es tan apuesto y está tan dispuesto a satisfacernos… ¿Qué le harías tu mi quería Fleur? – preguntó rodeándola, quedando detrás de ella y apoyando las manos sobre sus hombros mientras miraban las dos al joven, una con curiosidad, ansiedad y deseo, la otra con malicia y lujuria – Pues… no lo sé – la vampiresa soltó una carcajada ante la indecisa respuesta antes de darle un casto beso en la mejilla a la joven – Te diré entonces lo que le haría yo. Primero me encargaría de aliviar un poco la carga de tanta ropa, permitiría que mis ojos se complacieran con la visión de ese torso desnudo bañado bajo la luz de la luna… sin tocar… solo observando – las manos de la vampiresa recorrieron los de la joven sin dejar de mirar a Keneu. Podía escuchar como los latidos de aquel humano corazón se aceleraban, como la respiración se hacía más profunda y rápida. Rodeó la pequeña cintura con una de sus brazos para luego desplazar la muñeca hacia arriba donde esperaban unos senos pequeños y turgentes. Un gemidito escapó de los labios de la joven pero no hizo ningún movimiento para apartar aquel toque. A la vampiresa no le atraían las mujeres, al menos no en un sentido sexual, pero el poder despertar aquellas sensaciones le hacían sentirse poderosa. - ¿Quieres saber que haría a continuación? – le susurró al oído a Fleur antes de mordisquear suavemente el lóbulo consiguiendo un nuevo gemido. Sin embargo sus ojos seguían posados sobre Keneu, haciéndole saber que era de él, en realidad, de quien esperaba una respuesta.
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
- Una idea tan encantadora que no puedo menos que acatarla - reí bajo mientras me desprendía de las capas de ropas masculinas que traía encima, por lo general prefería que las manos suaves de una joven me desnudaran, pero estaba disfrutando ver las manos de la vampira trabajar sobre el sensible cuerpo de Fleur, a quien por supuesto no arrebataría de ella solo por un capricho. Las piezas cayeron y se acumularon junto a mis pies hasta que mi pecho quedo completamente expuesto, sin embargo conserve los pantalones ya que mi intención no era la de apresurar nada. - Si Fleur no está interesada en saber, yo si - me aproxime a ellas tomando una de las cálidas manos mortales para guiarla hasta mi fría piel -¿En verdad sólo piensas mirar? - interrogue a Daphne reprimiendo una sonrisa para ocultar mis colmillos.
Aunque la temperatura de mi cuerpo debería haberla alarmado Fleur no grito ni intento huir, por el contrario sus dedos empezaron una tímida exploración, inseguras al inicio no tardaron en volverse más atrevidas, trazando el contorno de mis músculos congelados en el tiempo, la textura aterciopelada de mi piel eternamente joven. Cada caricia inflamaba mi ego así como otra parte más tangible de mi anatomía.
Quizás fuese a causa de su mirada depredadora, o aquella creciente molestia en mis pantalones lo que impulso mis actos, siguiendo los obscuros deseos que se fraguaban en mi interior, una de mis manos acaricio suavemente la mejilla de la mujer inmortal. Su suavidad no tenía comparación, una piel como aquella simplemente no se podía describir con palabras, apenas adorar con caricias.
Contra mi mano su rostro parecía sumamente delicado, imposiblemente pálido, donde sus ojos y labios destacaban, los primeros intensos e hipnóticos, mientras lo segundo clamaban por ser besados, labios como aquellos eran imposibles de ignorar. Me incline atrapándolos bajo los míos mientras la mano que antes la acariciaba se había deslizado hasta su nuca para evitar que escapase de mi beso.
Aunque la temperatura de mi cuerpo debería haberla alarmado Fleur no grito ni intento huir, por el contrario sus dedos empezaron una tímida exploración, inseguras al inicio no tardaron en volverse más atrevidas, trazando el contorno de mis músculos congelados en el tiempo, la textura aterciopelada de mi piel eternamente joven. Cada caricia inflamaba mi ego así como otra parte más tangible de mi anatomía.
Quizás fuese a causa de su mirada depredadora, o aquella creciente molestia en mis pantalones lo que impulso mis actos, siguiendo los obscuros deseos que se fraguaban en mi interior, una de mis manos acaricio suavemente la mejilla de la mujer inmortal. Su suavidad no tenía comparación, una piel como aquella simplemente no se podía describir con palabras, apenas adorar con caricias.
Contra mi mano su rostro parecía sumamente delicado, imposiblemente pálido, donde sus ojos y labios destacaban, los primeros intensos e hipnóticos, mientras lo segundo clamaban por ser besados, labios como aquellos eran imposibles de ignorar. Me incline atrapándolos bajo los míos mientras la mano que antes la acariciaba se había deslizado hasta su nuca para evitar que escapase de mi beso.
Keneu- Vampiro Clase Alta
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Re: Al final, después de todo, no somos tan distintos [Keneu]
La morena observó sonriente como el vampiro desnudaba su torso. Jum, allí si había algo que apreciar. La respiración acelerada de la humana le confirmó que no era la única con aquella opinión. Pobre Fleur, estaba tan embelesada que ni siquiera intentó moverse cuando él se les aproximó. Luego, dócil como un gatito hambriento, permitió que Keneu guiara su mano hasta el bien formado pecho masculino. – Mirare, un poco… después ya veremos – contestó sonriendo abiertamente para luego soltar a Fleur, que ansiosa recorría y exploraba con su mano la fría carne preternatural. Sus ojos puestos en los del vampiro, el latir y el calor de la humana llamándola, el deseo oscuro y feroz creciendo en su interior. Entonces él la tocó y besó, atrapándola por la nuca y obligando a la humana a quedar atrapada entre los dos pétreos cuerpos. Un gemido escapó de los labios de Fleur mientras su timidez se desvanecía. Atrapó el cuerpo masculino en un abrazó mientras le aplicaba sus dulces y tiernos labios sobre el cuello. La vampiresa, mientras tanto, devolvía el beso con intensidad. Sentía la mano de él atrapándola mientras sus curvas chocaban contra las de la humana. Cuanto descaro, cuanta decadencia. Los tres cuerpos parecían estar entrelazados, cada cual con su propia entretención.
Riendo por lo bajo Daphne finalmente separó los labios y se zafó del agarre, apartando con delicadeza la mano de él. – Que poco cortés ha sido, Monsieur, al obligándome a faltar a mi palabra – bromeó apartándose medio paso mientras la humana se volvía para mirarle – y además dejando en la espera a la hermosa Fleur. Anda linda, no te detengas, es más, permíteme ayudarte – y con rápidos movimientos se encargó se deshacer los pocos nudos que mantenían el vestido de la humana en su lugar. La tela se deslizo con lentitud hasta el suelo, ofreciendo a los dos inmortales una vista completa de la anatomía de la joven. Demasiado delgada para considerarla saludable, pero aún así la morena no podía negar que tenia cierto encanto. Un leve rubor tiñó las mejillas ¿vergüenza tal vez? La vampiresa rio nuevamente antes de tomar la mano de Fleur y acercarla hasta el evidente bulto en los pantalones de Keneu – confío en que nos compensara por sus errores o… ¿me equivoco? – las palabras fueron apenas susurradas pero se escucharon perfectamente claras. Mientras hablaba la vampiresa obligaba a la mano humana a masajear con suavidad el miembro de Keneu. Tan cerca y tan lejos. Soltó un gruñido muy bajito. Era este un juego peligroso y sin querer en realidad estaba cayendo victima de su propio invento.
La joven estaba lista, no necesitaba ningún tipo de percepción especial para notarlo, pero seguía sintiéndose intimidada. Tal vez por la completa desnudez mientras su “compañera” permanecía vestida. Un poco reacia abandonó la mano, dejando que prosiguiera la joven sola con el masaje, mientras ella se alejaba un par de pasos y empezaba a soltar los cordeles de su propio vestido con lentitud. – Dos mujeres hermosas en una sola noche. Debe considerarse afortunado, Monsieur –
Daphne Landry- Vampiro Clase Alta
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