AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Corre o camina, al final todo termina || libre
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Corre o camina, al final todo termina || libre
Claro de sol que anuncia un nuevo día. El tiempo ha pasado para mejor y peor ya que mi esposa murió y no estaba más a mi lado haciéndome compañía, el maldito destino en su juego cruel e irónico me la arrancó de la peor forma, en manos del peor sujeto del mundo, aquel tipo que es solo una escoria y merece la muerte. Aunque era mejor si ambos morían, porque verles a los dos juntos en la cama en aquel acto tan íntimo que solía compartir con mi mujer, ahí estaban las respuestas de por qué ella ya no quería que la tocará en el lecho matrimonial, estaba claro, ella se revolcaba con aquel tipejo.
Aquello me repito cada día, tarde y noche, cuando me cruzo con alguna mujer y esta me mira en forma coqueta, acepto su “seducción” solo para llevármela a la cama y dejarla al día siguiente, no me interesa nada de amores porque las mujeres son unas víboras interesadas. El trabajo es todo lo que me quedaba, gracias a mi experiencia con los de la clase noble de la ciudad parisina, algunas de aquellos caseríos me han contratado para diversos trabajos, sobre todo en los que puedo usar mi fuerza “bruta”, tal como dijo aquella rubia, así que por el momento estaba mejor de lo que solía estar.
Caminé por las calles sin rumbo fijo, era un fin de semana cualquiera y no tenía intención de trabajar en las zonas de los ricos quería algo de aire puro, lejos de la contaminación de esos estirados. El camino se vuelve más boscoso, más terroso con el aroma a la naturaleza a lo rústico, es lo que más me gusta esa sensación de libertad; camino por el lugar hasta cruzarme con una caravana gitana que venía del este para visitar a algunos parientes, al menos eso era lo que me dijeron aquellos hombres mientras una mujer me servía un plato de frejoles y pan, de lo poco que tenían me brindaban, me trataban como uno de su tribu y aunque era claro que no lo era porque ante ellos yo era completamente diferente.
Mi altura superaba la de ellos al igual que la corpulencia, entre risas acepte la invitación, mientras ellos cantaban y unas mujeres corrían a una de las tiendas asustada, acompañada de dos jovencitas, al ver que mi miraba iba a la conmoción de las mujeres uno de los hombres que al parecer era el jefe de aquella caravana me explicó que al parecer una de las jóvenes había tenido una pesadila y como todos son familia ahí, familia de convivencia, es normal que se preocupen por los integrantes más cuanod tienen un pasado doloroso o tormentoso. Me quedé callado unos minutos y entonces opte por dejar un comentario quizás me echarían de ahí patadas pero ya no importaba nada, desde la muerte de Andy mi ex esposa
–Por qué no simplemente hacen que se enfrente a aquello que le hace tener pesadillas, su verdadera realidad, funciona, creamen– terminé la comida y dejé el plato dejándolo a un lado para retomar mi camino como si no hubiera pasado nada, hasta que aquel hombre me pidió que trabajara para él unos días, que en algunas de sus carretas estaban dañadas por el peso junto al paso del tiempo y que necesitaba alguien que le ayude con ello a encontrar la madera adecuada y le asista con la reparación, acepte con el pago de comida, alojamiento durante los días que esté trabajando y sobre todo con unas pocas monedas, con eso mantendría mi pequeña casa, por ello me quedé y con el primer carromato que se iniciaría sería con el de él y de su señora acompañado del de su “hija” la cual era la que tenía los sueños, o como yo la llamaba, La loca.
“Las mujeres son solo para usar en revolcones”
Aquello me repito cada día, tarde y noche, cuando me cruzo con alguna mujer y esta me mira en forma coqueta, acepto su “seducción” solo para llevármela a la cama y dejarla al día siguiente, no me interesa nada de amores porque las mujeres son unas víboras interesadas. El trabajo es todo lo que me quedaba, gracias a mi experiencia con los de la clase noble de la ciudad parisina, algunas de aquellos caseríos me han contratado para diversos trabajos, sobre todo en los que puedo usar mi fuerza “bruta”, tal como dijo aquella rubia, así que por el momento estaba mejor de lo que solía estar.
Caminé por las calles sin rumbo fijo, era un fin de semana cualquiera y no tenía intención de trabajar en las zonas de los ricos quería algo de aire puro, lejos de la contaminación de esos estirados. El camino se vuelve más boscoso, más terroso con el aroma a la naturaleza a lo rústico, es lo que más me gusta esa sensación de libertad; camino por el lugar hasta cruzarme con una caravana gitana que venía del este para visitar a algunos parientes, al menos eso era lo que me dijeron aquellos hombres mientras una mujer me servía un plato de frejoles y pan, de lo poco que tenían me brindaban, me trataban como uno de su tribu y aunque era claro que no lo era porque ante ellos yo era completamente diferente.
Mi altura superaba la de ellos al igual que la corpulencia, entre risas acepte la invitación, mientras ellos cantaban y unas mujeres corrían a una de las tiendas asustada, acompañada de dos jovencitas, al ver que mi miraba iba a la conmoción de las mujeres uno de los hombres que al parecer era el jefe de aquella caravana me explicó que al parecer una de las jóvenes había tenido una pesadila y como todos son familia ahí, familia de convivencia, es normal que se preocupen por los integrantes más cuanod tienen un pasado doloroso o tormentoso. Me quedé callado unos minutos y entonces opte por dejar un comentario quizás me echarían de ahí patadas pero ya no importaba nada, desde la muerte de Andy mi ex esposa
–Por qué no simplemente hacen que se enfrente a aquello que le hace tener pesadillas, su verdadera realidad, funciona, creamen– terminé la comida y dejé el plato dejándolo a un lado para retomar mi camino como si no hubiera pasado nada, hasta que aquel hombre me pidió que trabajara para él unos días, que en algunas de sus carretas estaban dañadas por el peso junto al paso del tiempo y que necesitaba alguien que le ayude con ello a encontrar la madera adecuada y le asista con la reparación, acepte con el pago de comida, alojamiento durante los días que esté trabajando y sobre todo con unas pocas monedas, con eso mantendría mi pequeña casa, por ello me quedé y con el primer carromato que se iniciaría sería con el de él y de su señora acompañado del de su “hija” la cual era la que tenía los sueños, o como yo la llamaba, La loca.
Gastón T. Larrousse- Humano Clase Baja
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 15/02/2015
Re: Corre o camina, al final todo termina || libre
La vida es un sin fin de círculos que en algún momento se entrelazan y comienzan de nuevo, arillos juntos que solo te hacen dar vueltas pero que te permiten ver la vida en todas direcciones posibles, 360º de posibilidades que conlleva alegría, tristeza, molestia, traición y perdón. Todo eso se ofrece, pero solo algunos lo toman, varios prefieren permanecer estancados solo en una y vivir en línea recta, aquellos que se sienten vacíos y sin saber como alimentar el alma.
Aishe formaba parte de una comunidad llena de círculos, aprendió a complementarse con ellos, aprendió a mirar todo aceptarlo así; el campamento gitano ofrecía una variedad inimaginable de historias, condiciones, elementos y aquello lo hacía tan único y especial, aunque a ojos ajenos solo pareciera un circo lleno de personas inadaptadas, fenómenos, ladrones y personas sin valor alguno para una sociedad bien establecida.
Pasó la mañana dentro del bosque recolectando madera -aunque en realidad solo fué a perder el tiempo un rato entre la maleza- aquella libertad tan alcance de sus manos, el aroma de la hierba mojada por el rocío congelado sobre ella, el sonido preservado de la naturaleza sin la violencia de los murmullos humanos, el ajetreo de la ciudad, el aroma putrefacto de la misma, nada de aquello que violaba la imagen pura y tranquila de los bosques, de ese lugar al que llamaban hogar.
Regreso al campamento con un poco de leña para las fogatas, cubierta con la capa que cubría su negra melena y resguardaba su cuerpo del frío, cubierta, toda cubierta... excepto los pies, llevaba las zapatillas en una mano, descalza como siempre, sin importar que tan ruda fuera la intemperie ella prefería ir descalza sobre la hierba. Una vez que salió del bosque y el suave pasto se convirtió en la tierra mezclada con grava, detuvo su andar para colocarse nuevamente las zapatillas notando a orillas del campamento a un extraño, alguien ajeno a ese lugar arreglando una de las carretas del esposo de Martya y se quedó mirándolo mientras acomodaba nuevamente la madera sobre su espalda.
La pequeña voz de Latia -la hija mas pequeña de Martya- la sacó de aquella visión arrastrándola a la realidad nuevamente cuando sus pequeñas manos fueron a parar a las propias jalándola hacia la tienda mas cercana de donde Martya salió con mirada cansada. Minutos mas tarde Aishe salió de la tienda con la mirada baja, Kendra solía tener una especie de terrores nocturnos sin importar la hora que fuera, y eso solo alteraba a sus demás hermanos e incluso a sus padres. Tomó una bota de piel lleva de agua, un pedazo de pan y siguiendo las ordenes de Rikkon -el esposo de Martya- se acercó al extraño que trabajaba en la carrera ofreciéndole lo que llevaba -Me han pedido que revise si todo va bien con usted, supongo que tiene sed así que le traje esto - extendió su mano que sostenía la bota de agua sonriéndole cálidamente a aquel hombre.
Aishe formaba parte de una comunidad llena de círculos, aprendió a complementarse con ellos, aprendió a mirar todo aceptarlo así; el campamento gitano ofrecía una variedad inimaginable de historias, condiciones, elementos y aquello lo hacía tan único y especial, aunque a ojos ajenos solo pareciera un circo lleno de personas inadaptadas, fenómenos, ladrones y personas sin valor alguno para una sociedad bien establecida.
Pasó la mañana dentro del bosque recolectando madera -aunque en realidad solo fué a perder el tiempo un rato entre la maleza- aquella libertad tan alcance de sus manos, el aroma de la hierba mojada por el rocío congelado sobre ella, el sonido preservado de la naturaleza sin la violencia de los murmullos humanos, el ajetreo de la ciudad, el aroma putrefacto de la misma, nada de aquello que violaba la imagen pura y tranquila de los bosques, de ese lugar al que llamaban hogar.
Regreso al campamento con un poco de leña para las fogatas, cubierta con la capa que cubría su negra melena y resguardaba su cuerpo del frío, cubierta, toda cubierta... excepto los pies, llevaba las zapatillas en una mano, descalza como siempre, sin importar que tan ruda fuera la intemperie ella prefería ir descalza sobre la hierba. Una vez que salió del bosque y el suave pasto se convirtió en la tierra mezclada con grava, detuvo su andar para colocarse nuevamente las zapatillas notando a orillas del campamento a un extraño, alguien ajeno a ese lugar arreglando una de las carretas del esposo de Martya y se quedó mirándolo mientras acomodaba nuevamente la madera sobre su espalda.
La pequeña voz de Latia -la hija mas pequeña de Martya- la sacó de aquella visión arrastrándola a la realidad nuevamente cuando sus pequeñas manos fueron a parar a las propias jalándola hacia la tienda mas cercana de donde Martya salió con mirada cansada. Minutos mas tarde Aishe salió de la tienda con la mirada baja, Kendra solía tener una especie de terrores nocturnos sin importar la hora que fuera, y eso solo alteraba a sus demás hermanos e incluso a sus padres. Tomó una bota de piel lleva de agua, un pedazo de pan y siguiendo las ordenes de Rikkon -el esposo de Martya- se acercó al extraño que trabajaba en la carrera ofreciéndole lo que llevaba -Me han pedido que revise si todo va bien con usted, supongo que tiene sed así que le traje esto - extendió su mano que sostenía la bota de agua sonriéndole cálidamente a aquel hombre.
Aishe Barrul- Gitano
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Fecha de inscripción : 26/08/2015
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Re: Corre o camina, al final todo termina || libre
El fuego crepitaba lentamente pero con rauda fuerza con la madera seca acompañado de los acordes de unas guitarras y extraños sonidos que al parecer formaban música, mis manos no las alejé de la madera vieja analizando el tipo de daño que tendrían y como me lo suponía ya estaban más que desgastadas, habían sido devoradas por polillas y la humedad había acrecentado el daño interno, en cualquier momento se quebraría. Hable con el hombre y este con un rostro más que preocupado y sonriente ¿por qué sonreía? No tenía la menor idea, aunque luego entendí con el abrazo que me dio, daba gracias que al menos no se partiera cuando estuviera andando si no en aquel momento en que llegaba. Envió a un pequeño y a otro más grande a buscar maderas en tallos gruesos para poder tallarlos hasta la altura y grosos adecuado que necesitaba. Se adentraron al bosque mientras seguía en lo mío, revisar las ruedas y pulirlas un poco así como el resto de las uniones del carromato.
Al momento llegó aquel muchacho con una rama de árbol grande que ha caído, observé con ojos y manos lo que había conseguido –Servirá para las uniones, de esta podré sacar dos o tres siquiera– miré al muchacho todo feliz, aun no entiendo porque todos son felices ahí. Rodé los ojos quitándome la camisa para ir por una hacha y comenzar a contar en los pedazos que necesitaría.
Uno a uno fui contando de aquel tronco seco y viejo, hasta que quedaron en la medida casi requerida, ahora tendría que limarla y pulirla hasta llegar a la forma correcta. Sería un trabajo muy cansado. Apenas me quité el sudor de la frente cuando una voz interrumpió mis pensamientos, si me gustaba estar ocupado para no pensar en la traición de aquella mujer que se hacía llamar “esposa mía” y más aun con aquel ser despreciable, no, negué en el momento en el que alcé la vista y vi a aquella mujer traerme algo de comer, enarque una ceja incrédulo, ya no me fio de ninguna mujer, la observé en silencio con aquella sonrisa
“Todas te sonríen así pero son solo unas viles traicioneras”
Me repetí aquello una y otra vez antes de extender mis manos y aceptar aquel pedazo de pan y el agua. Lo primero que tome de un tajo fue aquella bota, estaba muy sediento de tanto trabajo. La miré y le di el pan de nuevo –No he terminado, así que el pago de comida será cuando termine mujer, solo pido agua mientras talló los ajustes para los carromatos. Además sabrá dios que le habrás puesto– carraspee extendiéndole la bota vacía y el ceño fruncido, no me fiaba de mujeres jóvenes prefería mil veces la comida de mujeres mayores o ancianas porque sabía que ellas lo hacían de buena voluntad pero las jóvenes, no, ellas eran unas arpías.
Al momento llegó aquel muchacho con una rama de árbol grande que ha caído, observé con ojos y manos lo que había conseguido –Servirá para las uniones, de esta podré sacar dos o tres siquiera– miré al muchacho todo feliz, aun no entiendo porque todos son felices ahí. Rodé los ojos quitándome la camisa para ir por una hacha y comenzar a contar en los pedazos que necesitaría.
Uno a uno fui contando de aquel tronco seco y viejo, hasta que quedaron en la medida casi requerida, ahora tendría que limarla y pulirla hasta llegar a la forma correcta. Sería un trabajo muy cansado. Apenas me quité el sudor de la frente cuando una voz interrumpió mis pensamientos, si me gustaba estar ocupado para no pensar en la traición de aquella mujer que se hacía llamar “esposa mía” y más aun con aquel ser despreciable, no, negué en el momento en el que alcé la vista y vi a aquella mujer traerme algo de comer, enarque una ceja incrédulo, ya no me fio de ninguna mujer, la observé en silencio con aquella sonrisa
“Todas te sonríen así pero son solo unas viles traicioneras”
Me repetí aquello una y otra vez antes de extender mis manos y aceptar aquel pedazo de pan y el agua. Lo primero que tome de un tajo fue aquella bota, estaba muy sediento de tanto trabajo. La miré y le di el pan de nuevo –No he terminado, así que el pago de comida será cuando termine mujer, solo pido agua mientras talló los ajustes para los carromatos. Además sabrá dios que le habrás puesto– carraspee extendiéndole la bota vacía y el ceño fruncido, no me fiaba de mujeres jóvenes prefería mil veces la comida de mujeres mayores o ancianas porque sabía que ellas lo hacían de buena voluntad pero las jóvenes, no, ellas eran unas arpías.
Gastón T. Larrousse- Humano Clase Baja
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 15/02/2015
Re: Corre o camina, al final todo termina || libre
Frunció el ceño ofendida ¿que insinuaba? Aishe era una de esas mujeres extrañas que prefería la soledad a la compañía, sin embargo, era amable, educada dentro de los parámetros y posibilidades. Refunfuñó un poco parándose firme frente al hombre recibiendo la bota de agua vacía que éste le regresaba -Rikkon está seguro de que acabará el trabajo, y nuestro código es este, brindar alimento y refugio a quien lo pida, aunque la gente piense lo contrario - desvió la mirada, girando el rostro hacia la casa rodante de madera antes de regresar la mirada un tanto furica hacia el hombre -Además ¿que insinúa? - y allí estaba el espíritu salvaje e indomable de la gitana.
Se agachó para dejar la bandeja sobre la tierra, no sin antes arrancar un pedazo de la hogaza de pan llevándoselo a la boca -Usted se lo pierde - pronunció con el bocado ocupando su boca, por lo que las palabras salieron amontonadas, tragó saliva y engulló el alimento -Le recomiendo que no lo deje mucho tiempo sobre la tierra, o alguno de los perros se lo comerá - inclinó la cabeza un poco, en algo parecido a una reverencia, sarcástica y burlona pero educada al fin, no le agradaba que la marcaran como algo que no era.
Se giró sobre sus talones, decidida a marcharse de allí, tenía muchas otras cosas que hacer que quedarse allí con alguien que, sin conocerla, la repudiaba; pero eso no formaba parte de la personalidad de Aishe, ella no se doblegaba ni permitía que pasaran sobre ella, ni bien dio un paso cuando volvió a girarse para enfrentarle -¿Sabe algo? podría al menos fingir, aceptar ese gesto de buena gana y cuando no lo vean, tirar la comida, cosa que tampoco esta bien, no es como si tuviéramos demasiado, pero al menos los perros lo agradecerían - y allí estaba ella, sin poder controlar ese carácter, sin poder mantener la boca cerrada.
Se agachó para dejar la bandeja sobre la tierra, no sin antes arrancar un pedazo de la hogaza de pan llevándoselo a la boca -Usted se lo pierde - pronunció con el bocado ocupando su boca, por lo que las palabras salieron amontonadas, tragó saliva y engulló el alimento -Le recomiendo que no lo deje mucho tiempo sobre la tierra, o alguno de los perros se lo comerá - inclinó la cabeza un poco, en algo parecido a una reverencia, sarcástica y burlona pero educada al fin, no le agradaba que la marcaran como algo que no era.
Se giró sobre sus talones, decidida a marcharse de allí, tenía muchas otras cosas que hacer que quedarse allí con alguien que, sin conocerla, la repudiaba; pero eso no formaba parte de la personalidad de Aishe, ella no se doblegaba ni permitía que pasaran sobre ella, ni bien dio un paso cuando volvió a girarse para enfrentarle -¿Sabe algo? podría al menos fingir, aceptar ese gesto de buena gana y cuando no lo vean, tirar la comida, cosa que tampoco esta bien, no es como si tuviéramos demasiado, pero al menos los perros lo agradecerían - y allí estaba ella, sin poder controlar ese carácter, sin poder mantener la boca cerrada.
Perdona la tardanza
Aishe Barrul- Gitano
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Fecha de inscripción : 26/08/2015
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Re: Corre o camina, al final todo termina || libre
El trabajo dignifica al hombre, es lo que siempre te llegan a decir, al menos como para mantener tu mente ocupada de cosas innecesarias, pero cuando más logras querer estar de lleno en lo que haces, aparecen molestias que lo único que quieres es verte estallar en cólera para reírse, lástima que eso no pase así, que lo que buscan sea más temerario de lo que se pueden imaginar.
La voz de la mujer no se callaba, no cesaba en sus alaridos acompañada de una postura de “autoridad”. Como si ello me importara en algo, mascullaba molesto con el solo hecho de oírla hablar, arrojé las herramientas poniéndome de pie dando dos zancadas a donde estar la mujer tomándola del brazo zarandeándola –¿Por qué ustedes tienen que meterse en todo? Acaso les gusta arruinar la tranquilidad de un hombre– la suelto maldiciendo a los cielos por aquella prueba, si era eso seguro que había fallado miserablemente.
Tomé asiento en un viejo tronco que estaba por ahí cerca frotándome el puente nasal, en busca de una calma que ya había perdido –Acaso no sabes lo que significa “palabra”, el que alguien quiera tener compromiso de su palabra dada, talvez para mujeres como tu eso no tenga un gran significado y por eso sus palabras no valen, no tienen valor alguno, pero para mí, sí. Mi paga fue dada por comida y alojamiento, pero aún no he terminado la tarea de hoy y aun así tú quieres que coma cuando no cumplo con lo que he establecido– la miraba con furia contenida que poco a poco se iba liberando.
Debía calmarme por aquella mujer sería la hija o pariente de alguno de los residentes y sería desafortunado para mi. Tomé el pan del suelo partiéndolo a la mitad, dos perros estaban cerca y una de las mitades lo volví a partir a la mitad, con un chiflido los perros se me acercaron a comer los pedazos de pan en bocados largos. –Satisfecha, han comido seres más hambrientos que yo, seres que necesitaban comida más que yo, dos seres que estaban a punto de morir de hambre. Espero que al menos esto abra tu poco entendimiento y comprendas que solo debes traer agua nada más– me puse de pie volviendo trabajar en aquel tronco cortando los desniveles y quitando en algo las asperezas.
La voz de la mujer no se callaba, no cesaba en sus alaridos acompañada de una postura de “autoridad”. Como si ello me importara en algo, mascullaba molesto con el solo hecho de oírla hablar, arrojé las herramientas poniéndome de pie dando dos zancadas a donde estar la mujer tomándola del brazo zarandeándola –¿Por qué ustedes tienen que meterse en todo? Acaso les gusta arruinar la tranquilidad de un hombre– la suelto maldiciendo a los cielos por aquella prueba, si era eso seguro que había fallado miserablemente.
Tomé asiento en un viejo tronco que estaba por ahí cerca frotándome el puente nasal, en busca de una calma que ya había perdido –Acaso no sabes lo que significa “palabra”, el que alguien quiera tener compromiso de su palabra dada, talvez para mujeres como tu eso no tenga un gran significado y por eso sus palabras no valen, no tienen valor alguno, pero para mí, sí. Mi paga fue dada por comida y alojamiento, pero aún no he terminado la tarea de hoy y aun así tú quieres que coma cuando no cumplo con lo que he establecido– la miraba con furia contenida que poco a poco se iba liberando.
Debía calmarme por aquella mujer sería la hija o pariente de alguno de los residentes y sería desafortunado para mi. Tomé el pan del suelo partiéndolo a la mitad, dos perros estaban cerca y una de las mitades lo volví a partir a la mitad, con un chiflido los perros se me acercaron a comer los pedazos de pan en bocados largos. –Satisfecha, han comido seres más hambrientos que yo, seres que necesitaban comida más que yo, dos seres que estaban a punto de morir de hambre. Espero que al menos esto abra tu poco entendimiento y comprendas que solo debes traer agua nada más– me puse de pie volviendo trabajar en aquel tronco cortando los desniveles y quitando en algo las asperezas.
Gastón T. Larrousse- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 15/02/2015
Re: Corre o camina, al final todo termina || libre
Observó a aquel hombre ponerse de pie, acortar la distancia entre ellos en algo parecido a una ola de cólera, el aura que emitía era obscura, densa y sofocante; la gitana dio un paso atrás respirando profundo, jalando con dificultar el aire. Aquello la abrumaba.
Cerró los ojos en una mueca de dolor cuando la mano del hombre se aferró a su brazo, sin embargo no dijo nada, logró acompasar su respiración y abrió con lentitud los ojos color avellana -No es mi culpa que usted tenga un enjambre de emociones que nublan su tranquilidad - fijó la mirada en la ajena -Yo solo atendí a la petición de quien ha sido como mi padre, si usted tiene alguna problema con ello ¡por favor! sea mi invitado y dígale - jaló el brazo cuando sintió que disminuía la fuerza del agarre, el tono en su voz ya no era dócil.
Miró como dos hembras -una gris y lactante, otra café no tan flaca- se acercaban moviendo el rabo pero con las orejas gachas cuando aquel las llamó con un chiflido. Resopló y giró los ojos en blanco ante sus palabras y lo miró desafiante en cuanto le escuchó intentar ordenarle -Es verdad que ellas quizás tengan mas hambre que usted, pero ¿a punto de morir? lo dudo - Aishe siempre repartía parte de su porción de alimentos con los perros de la caravana, a veces con los mismos, otras con los que encontraba, nunca con todos -o si no ella no comería nada- pero sabía que eran autosuficientes, la gris era la madre de varios de allí y ellos a su vez se hacían responsables de buscarle comida -Y también estoy consciente de que son, por mucho, mas agradecidos que usted ante los actos desinteresados - la perra lactante se fue inmediatamente después de engullirse el pan, la café se acercó a la gitana moviendo el rabo y con las orejas erectas, se paró en las traseras y se apoyó en la cadera de la morena.
Posó delicadamente la mano sobre la cabeza del animal y con semblante serio y mirada sombría si un paso al frente rozando el flanco del hombre en cuestión -Sepa bien que comprendo mas de lo que usted nunca podrá, y que no vengo a recibir ordenes de usted ni de nadie, el río queda camino abajo... - se inclinó hacia el frente y tomó la bota de cuero que aún tenía agua -... puede ir usted mismo a servirse agua cuando este sediento - le dio la espalda decidida a alejarse de allí.
Cerró los ojos en una mueca de dolor cuando la mano del hombre se aferró a su brazo, sin embargo no dijo nada, logró acompasar su respiración y abrió con lentitud los ojos color avellana -No es mi culpa que usted tenga un enjambre de emociones que nublan su tranquilidad - fijó la mirada en la ajena -Yo solo atendí a la petición de quien ha sido como mi padre, si usted tiene alguna problema con ello ¡por favor! sea mi invitado y dígale - jaló el brazo cuando sintió que disminuía la fuerza del agarre, el tono en su voz ya no era dócil.
Miró como dos hembras -una gris y lactante, otra café no tan flaca- se acercaban moviendo el rabo pero con las orejas gachas cuando aquel las llamó con un chiflido. Resopló y giró los ojos en blanco ante sus palabras y lo miró desafiante en cuanto le escuchó intentar ordenarle -Es verdad que ellas quizás tengan mas hambre que usted, pero ¿a punto de morir? lo dudo - Aishe siempre repartía parte de su porción de alimentos con los perros de la caravana, a veces con los mismos, otras con los que encontraba, nunca con todos -o si no ella no comería nada- pero sabía que eran autosuficientes, la gris era la madre de varios de allí y ellos a su vez se hacían responsables de buscarle comida -Y también estoy consciente de que son, por mucho, mas agradecidos que usted ante los actos desinteresados - la perra lactante se fue inmediatamente después de engullirse el pan, la café se acercó a la gitana moviendo el rabo y con las orejas erectas, se paró en las traseras y se apoyó en la cadera de la morena.
Posó delicadamente la mano sobre la cabeza del animal y con semblante serio y mirada sombría si un paso al frente rozando el flanco del hombre en cuestión -Sepa bien que comprendo mas de lo que usted nunca podrá, y que no vengo a recibir ordenes de usted ni de nadie, el río queda camino abajo... - se inclinó hacia el frente y tomó la bota de cuero que aún tenía agua -... puede ir usted mismo a servirse agua cuando este sediento - le dio la espalda decidida a alejarse de allí.
Aishe Barrul- Gitano
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Fecha de inscripción : 26/08/2015
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Re: Corre o camina, al final todo termina || libre
Siempre había tenido problemas con tratar a las mujeres y hasta cierto punto no importaba en realidad ello, era nulo el interés que sentía hacia aquellos seres, gracia a la maldición de una de ellas, una que terminó por arruinar lo poco que había en mi mostrando que todas son iguales al final, cortadas con el mismo cuchillo.
La vocecilla con el porte de la mujer solo hizo que riera fuertemente, quizás para muchas habría sido considerado eso como un buen derechazo pero para alguien como yo que estaba a acostumbrados a tantos golpes y más duros, solo puedo reír por el intento, cuantas veces no habían gritado esa palabrita de “emociones” “sentimientos” “ofuscación”, solo eran palabras sin sentido ya en la vida –¿Emociones? Cierto olvido que para las mujeres– con un tono de desprecio me refiero a ella –siempre meten esa estupidez de “emociones” incluso para traicionar y matar, para ustedes les es fácil hablar de ello pero no se ponen en el lugar del otro ¿usted lo hizo? No, que va, porque no le importa solo hacer lo que usted quiera, es lo que siempre hacen y luego lo llaman “hacer lo mejor” si supiera realmente–
Realmente debía tomarlo con calma, pero por el mero hecho de estar hablando con una mujer me enojaba por los recuerdos que solían venir a mi memoria, por eso simplemente las uso y luego las desecho tal como lo hacen ellas, –Tras su sonrisas no hay ningún acto desinteresado mujer, siempre piensan con maldad ustedes– tenía que volver a mantener mi cabeza ocupada o de lo contrario terminaría peor todo ello, lo sabía, por eso con una enorme bocanada de aire volví a alisar los que usaría como eje para la rueda de aquel carromato –Gracias por la información cuanto tenga hambre y sed iré a beber del rio es mejor que recibir de manos ajenas algo que puede resultar caro, además no se sabe qué clase de embrujo puedan usar las mujeres al final– tomar otro pedazo de madera y pulirlo hasta tener la forma correcta toma tiempo, pero ayuda.
Recordar la palabras de la mujer solo hacen que me enfurezca má –Entender, entender, como si pudieran hacerlo si lo hicieran no harían todas esas cosas que hacen, no serían tan engreídas y serían serias, pero no. Solo son un monto de putas que fingen ser damas, al menos la de los burdeles cobran, deberían hacerlo el resto, seguir su ejemplo– la imágenes en mi cabeza de quien fue mi esposa y aquel que dice ser pariente mio vuelve a mí, realmente necesito refrescar la cabeza.
El anciano me ve molesto y con una mano en el hombro trata de calmarme, realmente el modelo de la pieza no está saliendo y solo arruino pedazos de madera –Maldición, regreso luego–. Tal como dijo aquella mujer, fui por la senda hacia abajo a buscar el río para meter mi cabeza y enfriarla completamente.
La vocecilla con el porte de la mujer solo hizo que riera fuertemente, quizás para muchas habría sido considerado eso como un buen derechazo pero para alguien como yo que estaba a acostumbrados a tantos golpes y más duros, solo puedo reír por el intento, cuantas veces no habían gritado esa palabrita de “emociones” “sentimientos” “ofuscación”, solo eran palabras sin sentido ya en la vida –¿Emociones? Cierto olvido que para las mujeres– con un tono de desprecio me refiero a ella –siempre meten esa estupidez de “emociones” incluso para traicionar y matar, para ustedes les es fácil hablar de ello pero no se ponen en el lugar del otro ¿usted lo hizo? No, que va, porque no le importa solo hacer lo que usted quiera, es lo que siempre hacen y luego lo llaman “hacer lo mejor” si supiera realmente–
Realmente debía tomarlo con calma, pero por el mero hecho de estar hablando con una mujer me enojaba por los recuerdos que solían venir a mi memoria, por eso simplemente las uso y luego las desecho tal como lo hacen ellas, –Tras su sonrisas no hay ningún acto desinteresado mujer, siempre piensan con maldad ustedes– tenía que volver a mantener mi cabeza ocupada o de lo contrario terminaría peor todo ello, lo sabía, por eso con una enorme bocanada de aire volví a alisar los que usaría como eje para la rueda de aquel carromato –Gracias por la información cuanto tenga hambre y sed iré a beber del rio es mejor que recibir de manos ajenas algo que puede resultar caro, además no se sabe qué clase de embrujo puedan usar las mujeres al final– tomar otro pedazo de madera y pulirlo hasta tener la forma correcta toma tiempo, pero ayuda.
Recordar la palabras de la mujer solo hacen que me enfurezca má –Entender, entender, como si pudieran hacerlo si lo hicieran no harían todas esas cosas que hacen, no serían tan engreídas y serían serias, pero no. Solo son un monto de putas que fingen ser damas, al menos la de los burdeles cobran, deberían hacerlo el resto, seguir su ejemplo– la imágenes en mi cabeza de quien fue mi esposa y aquel que dice ser pariente mio vuelve a mí, realmente necesito refrescar la cabeza.
El anciano me ve molesto y con una mano en el hombro trata de calmarme, realmente el modelo de la pieza no está saliendo y solo arruino pedazos de madera –Maldición, regreso luego–. Tal como dijo aquella mujer, fui por la senda hacia abajo a buscar el río para meter mi cabeza y enfriarla completamente.
Gastón T. Larrousse- Humano Clase Baja
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 15/02/2015
Re: Corre o camina, al final todo termina || libre
Las respuestas de aquel hombre al que Rikkon había tenido a bien contratar solo lograron molestarla ¿por que se lo tomaba tan a pecho? quizá por que realmente le molestaba cuando las personas daban por sentado que todos eran iguales.
Se alejó de allí sin decir palabra, se fue sendero abajo con las perras siguiéndole de cerca, moviendo el rabo en espera de una caricia, mismas que repartía en forma de pequeñas palamaditas en la cabeza cuando se repegaban a sus enaguas.
Necesitaba refrescarse, sacarse aquello de la cabeza o solamente estaría de mal humor el resto del día. Llegó al río, dejó las sandalias y se acercó al río, caminó hasta que el agua le cubrió las rodillas y su falda se infló antes de quedar empapada y pegársele a las piernas. Comenzó a hacer pequeños círculos con las manos dentro del agua y a tararear una melodía de cuna que recordaba sin saber exactamente de donde pero que le tranquilizaba, a pesar de que la ponía nostálgica.
Estuvo dentro del río por quien sabe cuanto tiempo, perdió la noción, tenía los ojos cerrados, sus manos acariciaban con suavidad la superficie cristalina del río, hasta que un crujido la sacó de su ensimismamiento, giró el cuerpo y se encontró con quien menos esperaba, resopló y giró los ojos en blanco -.¿Usted? - preguntó mas en un murmullo que no pretendía ser escuchado. Lo vio con intensiones de meterse al río, se giró nuevamente para darle la espalda -Ni piense que me iré de aquí, así que si tanta es su urgencia por refrescarse, aprenda a convivir - no le agradaba la idea, pero no cedería ante alguien como él.
Se alejó de allí sin decir palabra, se fue sendero abajo con las perras siguiéndole de cerca, moviendo el rabo en espera de una caricia, mismas que repartía en forma de pequeñas palamaditas en la cabeza cuando se repegaban a sus enaguas.
Necesitaba refrescarse, sacarse aquello de la cabeza o solamente estaría de mal humor el resto del día. Llegó al río, dejó las sandalias y se acercó al río, caminó hasta que el agua le cubrió las rodillas y su falda se infló antes de quedar empapada y pegársele a las piernas. Comenzó a hacer pequeños círculos con las manos dentro del agua y a tararear una melodía de cuna que recordaba sin saber exactamente de donde pero que le tranquilizaba, a pesar de que la ponía nostálgica.
Estuvo dentro del río por quien sabe cuanto tiempo, perdió la noción, tenía los ojos cerrados, sus manos acariciaban con suavidad la superficie cristalina del río, hasta que un crujido la sacó de su ensimismamiento, giró el cuerpo y se encontró con quien menos esperaba, resopló y giró los ojos en blanco -.¿Usted? - preguntó mas en un murmullo que no pretendía ser escuchado. Lo vio con intensiones de meterse al río, se giró nuevamente para darle la espalda -Ni piense que me iré de aquí, así que si tanta es su urgencia por refrescarse, aprenda a convivir - no le agradaba la idea, pero no cedería ante alguien como él.
Aishe Barrul- Gitano
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 26/08/2015
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Re: Corre o camina, al final todo termina || libre
El viento iba azotando todo el lugar y solo se podía apreciar la tan calmada naturaleza con, era todo silencioso y pacífico, al menos hasta que la voz ajena muestra que ello es solo una equivocación.
Con el ruido y la voz que emana la orden y desagrado me quedé en seco mirando a aquella que había despertado mi enojo nuevamente.De todos los males que pueden ocurrir, volver a encontrarme aquella mujer, debía calmarme o simplemente estallaría. Miré a sus ojos por unos segundos para ignorarla por unos momentos mientras caminaba alejando un poco metiendo por completo la cabeza al río por unos minutos; el agua fría comenzaba a tranquilizar mi cabeza hasta tenerla en un sentido más “accesible”. Saque la cabeza mirándole a los ojos, aun las gotas caían frente a mis ojos y fue entonces que solté una carcajada.
Caminé unos cuantos pasos lejos de la mujer alzando la mano en muestra de “no te preocupes mujer”, pero antes de alejarme lo suficiente fui capaz de dejarle saber mis intenciones –Me quedaré de este lado y no te trataré, además el embrujo de las mujeres, el tuyo, no es tan poderoso como para hacerme perder la cabeza y atacar, así que tranquila porque tampoco quiero convivir con mujeres como tú– el recuerdo de quien se suponía había hecho los votos eternos volvía a atormentarme para dejar una sonrisa de rencor y odio –Esas palabras deberías decírtelas tu mismo, ya que al parecer no pueden convivir con nadie, pero aun así no te preocupes prefiero evitar a personas como tú que arruinarme la vida ya que solo sirven para eso, para destrozar a las personas, relájate serpiente engañosa conviviré contigo lo suficiente como para ignorarte–
En mi rostro el dolor de recordar aquello me estaba matando, tanto así que quería destrozar todo completamente, nuevamente la cabeza estaba ofuscándose y debía volver a meterla por más tiempo en el agua a menos así estaría más fresca y ligera.
Con el ruido y la voz que emana la orden y desagrado me quedé en seco mirando a aquella que había despertado mi enojo nuevamente.De todos los males que pueden ocurrir, volver a encontrarme aquella mujer, debía calmarme o simplemente estallaría. Miré a sus ojos por unos segundos para ignorarla por unos momentos mientras caminaba alejando un poco metiendo por completo la cabeza al río por unos minutos; el agua fría comenzaba a tranquilizar mi cabeza hasta tenerla en un sentido más “accesible”. Saque la cabeza mirándole a los ojos, aun las gotas caían frente a mis ojos y fue entonces que solté una carcajada.
Caminé unos cuantos pasos lejos de la mujer alzando la mano en muestra de “no te preocupes mujer”, pero antes de alejarme lo suficiente fui capaz de dejarle saber mis intenciones –Me quedaré de este lado y no te trataré, además el embrujo de las mujeres, el tuyo, no es tan poderoso como para hacerme perder la cabeza y atacar, así que tranquila porque tampoco quiero convivir con mujeres como tú– el recuerdo de quien se suponía había hecho los votos eternos volvía a atormentarme para dejar una sonrisa de rencor y odio –Esas palabras deberías decírtelas tu mismo, ya que al parecer no pueden convivir con nadie, pero aun así no te preocupes prefiero evitar a personas como tú que arruinarme la vida ya que solo sirven para eso, para destrozar a las personas, relájate serpiente engañosa conviviré contigo lo suficiente como para ignorarte–
En mi rostro el dolor de recordar aquello me estaba matando, tanto así que quería destrozar todo completamente, nuevamente la cabeza estaba ofuscándose y debía volver a meterla por más tiempo en el agua a menos así estaría más fresca y ligera.
Gastón T. Larrousse- Humano Clase Baja
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 15/02/2015
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