Persiguiendo la Inmortalidad [Adrianne Trevillette]

por **Emhyr Van Emreys** Lun Ago 16, 2010 5:16 pm

No llevar ni dos días en París, y ya parecía que Emhyr le había cogido el truco a aquellas calles por las que caminaba.

Creer que su francés era malo, hizo que al principio se echará atrás a la hora de atreverse con al gente, y de empezar sus pequeños espectáculos ambulantes, donde el sonido de la guitarra española y la magia absurda inundaba las calles atrayendo a todo tipo de público de cualquier clase. Pero no, la lengua no le complico las cosas, incluso su leve acento se dejaba llevar entre el sonido de aquel idioma que incluso podía disimularlo. Lo que no disimulaba su extranjería, eran sus facciones orientales, incluso su ropa, a pesar de ser humildes y no llamar mucho la atención, no era lo que precisamente vestían en París, ni los más pobres.

Sería fácil sobrevivir en aquel entorno, donde con un simple truco de cartas ya llamaba la atención al más insensato, que por creer la buena suerte y en la diosa fortuna, se dejaba los bolsillos apostando con cada uno de los truco que beneficiarían al desterrado. Donde el leve sonido de su guitarra, y aquella melodías desconocidas para muchos, le daban para comer un día más, aunque parecía que en París el hambre no iba a hacer su problema como en muchos otros lugares, aquí parecía que a todo el mundo le sobraba.

Había llegado la hora, otro día más, en el que la nocturna había desterrado al día, y a pesar de estar en verano, la temperatura no era tan alta como en las tierra de Andalucía, último hogar fijo de Emhyr.

La noche, el llamado momento de la melancolía por algunos, pero allí y siguiendo el rumor, no era así, sino era el momento de la vulnerabilidad, del peligro, y de lo oculto. Aunque para algunos mortales era la hora en la que podían saciar sus vicios sin que otros lo estuviesen vigilando.

Para Emhyr era la hora de su búsqueda, ya que, el objetivo de viajar hasta París era encontrar su obsesión particular y aquella que le había dejado cicatrices en su piel, y dejado con vida sin explicación alguna. Vampiros, era lo que ha Emhyr tanto le llamaba la atención en su pequeño mundo sobrenatural, era algo curioso que debía descubrir aunque su vida estuviese en juego, y esa ambicionada inmortalidad.

Avanzada las horas hacia que en él, el cansancio se apoderase. Otra noche más sin éxito, y otra noche más para dormir al raso, y nuevo a colarse en el aquel cementerio. Él sabía perfectamente porque pasaba sus noche en el último lugar, en el que cualquiera pisaría el pie por supertición. Al menos si él no los buscaba, ellos daría con él. Era míticas las historias donde decía, que criaturas sobrenaturales siempre se refugiaban en lugares muertos, o solitarios. ¿Qué mejor lugar que un cementerio?

por **Adrianne Trevillette** Mar Ago 17, 2010 9:02 am

Había recibido la noticia sin ninguna tristeza. La última mujer de la familia de mi madre, había recibido una puñalada en su costado izquierdo, el cual le había provocado la muerte. Mi tío me lo había contado, explicándome que había sucedido hacía un par de días y que esa misma mañana iban a trasladar su cuerpo a París por voluntad de sus sobrinos. Es decir, mis hermanos. Hacía tanto que no sabía de ellos... No entendía bien por qué habían dejado de hablarme. Entendía que mi padre no quisiera volver a saber de mí, puesto que al fin y al cabo arruiné la última oportunidad de casarme con un hombre bien. Sin embargo, mis hermanos eran otra historia.
Con la muerte de esta tía, se cerraba el círculo hasta ahora abierto de mi familia materna. Mis abuelos habían muerto hacía años, y también mi madre, la cual falleció después de dar a luz a mi hermana pequeña. La única que quedaba era mi tía, que había perdurado hasta hacía un par de días. No tuvo descendencia, así que aquella generación ya había desaparecido.

Pedí permiso a mi tío Bernard para salir un poco antes de la perfumería y poder acudir al cementerio. Realmente no me apetecía mucho salir, pero quería dar mi último adiós a aquella mujer arrogante y fría que tantos disgustos me había dado. Busqué el lugar de su tumba, siguiendo las indicaciones que Bernard me había dado. La encontré, pero no derramé ni una sola lágrima. Me agaché junto a la tumba, cavada en el suelo y cubierta por una piedra rígida y vieja. Pasé la mano por la inscripción de la tumba y leí con aspereza. Èline Lauvert. El apellido de soltera de mi madre me pilló desprevenida. Resultaba extraño que estando ante la tumba de mi tía, tan sólo pudiese pensar en mi madre. La recordaba con cariño, y recordaba sin duda la alegría y el amor que me tenía. A ella sí la echaba de menos, al contrario que al resto de mi familia. Espero que ahora, al menos, descanses en paz, pensé mirando por última vez la tumba. Me ajusté el último botón de mi camisa color crema que me llegaba hasta la mitad del codo. Llevaba una falda rojo oscuro hasta el suelo, y un corsé camuflado que ajustaba mi vientre y levantaba mi busto, el cual se asomaba por entre los botones de la camisa. Me retoqué el peinado, semirecogido, y decidí que no pasaría mucho más tiempo allí. En realidad sólo había ido por cumplir, pero no sentía nada por aquella mujer que yacía ahora inerte bajo la tierra. No había hecho ningún bien a mi familia, y de hecho, había sido una de las impulsoras de mi huida a París, cuando mi padre me dijo que debía abandonar Metz, mi ciudad natal, por el deshonor que había causado a mi familia.

-Ahora te estás pudriendo y los gusanos vendrán a merendarse tu carne. Nadie más que yo, a la que decidiste echar de tu vida como una mancha negra sobre un lienzo blanco, va a venir a verte. Has muerto siendo una vieja loca y ni siquiera sabes quién te ha matado. Seguro que alguien se cansó de tí y buscó acabar con tu miserable e inútil existencia. No moveré ni un dedo para saber quién fue, vieja asquerosa. Por mí te puedes morir.

Terminé de hablar, aún pisando la tumba de la mujer. Repentinamente, me dí cuenta de que había alguien detrás de mí. Noté una presencia y supe que había alguien que me había escuchado hablar. Y ese alguien era humano, o al menos eso decía su olor.

por **Emhyr Van Emreys** Mar Ago 17, 2010 6:32 pm

-Vaya. -Un silbido siguió a aquella simple palabra que Emhyr pronuncio al escuchar el pequeño discurso de la joven. -Se nota todo el cariño que la tenías... eh...

Emhyr dejo la frase sin terminar mientras metía sus manos en los bolsillos de aquella chaqueta vieja y larga, y de extraños bordados en el borde de las mangas, y cuello, aquella chaqueta que daba a enteder que él no era de allí.

-...È-Èline Lauvert. -Pronunciando cada sílaba lentamente y arrastrandola, mientras entrecerraba los ojos leyendo la sepultura, de nuevo se volvio hacia ella tras pasar a su lado. -¿Se pronuncia así, no? En general en francés se me da bien, pero los nombres según el lugar, aunque se escriba igual se pronuncia distinto.

Una sonrisa cortés se dibujo en sus labios, extrañamente Emhyr estaba demasiado simpático, no mostro desconfianza ni malicia como era normal en él. Debía de ser que con un simple vistazo, además de darse cuenta que tenía delante de él una jovencita de porte bien atractivo, ella no era ninguna criatura inmortal o al menos aparentemente no lo parecía.

No era demasiado pálida, sus ojos no tenían esa frialdad tan extraña como ellos. a Emhyr solo le quedaba realizar su comprobación de siempre para asegurarse que ella no era un vampiro.

-Ups, perdone señorita, si me he entrometido en sus asuntos. También me di cuenta que aquí en París teneís reglas diferentes de cortesía y ¿cómo se dice? Mmm... -Sus ojos disimularon el despiste mientras tocaba su barbilla con gesto pensativo, unos segundos pasaron, y aquel extranjero chasqueó los dedos como si hubiese encontrado la clave. -... Distancia, si, los franceses no les gusta mucho las cercanías, es decir, el trato cercano. Creaís un pequeño circulo a vuestro alrededor que los demás respetan.

Ahora, si, un brillo de malicia se cruzo en la mirada de Emhyr. Para quitarse sospechas debía de atraer la joven, debía de hacerlo mediante el don del orador, no solo avergiuaría si ella era inmortal o no, sino también podría sacar más cosas de ella. Como era habitual, la mente del que sobrevive en la calle siempre busca argucias para sobrevivir, incluso el encontrar una conversación para matar la simple soledad era algo muy apreciado para el que, como Emhyr, era un Buscador o Trotamundo.

-Disculpeme de nuevo, madame, no me presente, soy Emhyr Van Emreys.

Con aquella labia propia de él, Emhyr le ofreció la mano para que ella la dispusiese para que se la besara como es habitual.

por **Adrianne Trevillette** Miér Ago 18, 2010 4:30 am

Efectivamente, había alguien detrás de mí. No necesité oír su voz para darme cuenta de que era un humano de sexo masculino. Me giré y lo ví. Mi instinto no había fallado. Un individuo alto, de piel semioscura y de rasgos del este estaba de pie junto a mí. Me quedé mirando unos segundos, intentando no pronunciar un descortés "¿qué?". Silbó y se burló de mis palabras, pero lo hizo utilizando la segunda persona del singular.
-No os conozco, tratadme como tal, pues. -dije con el ceño fruncido, más bien extrañada que molestada por su falta de educación.

Se acercó un poco a mí, y leyó el nombre de la tumba que estaba pisando. Hizo un chiste sobre su apellido.
-Su apellido tambien es el mío, monsieur. Al menos el segundo. Y sí, se pronuncia Lauvert. -dije con exagerado acento francés.

Dí un paso adelante, acercándome a él y dejando de pisar la tumba de mi familiar. En soledad, no me hubiera importado pisar su cadáver y triturar la cabeza de su esqueleto, pero con alguien mirando delante, no me agradaba en absoluto; debía mantener las formas.
Desconfiaba totalmente de aquel hombre que estaba ante mí, pero no pude evitar soltar una risita cuando se rió de la cortesía francesa. Después, volví a mi semblante serio y le ofrecí la mano para que él me saludara.
-Mademoiselle Trevillette -dije, sin hablar de mi nombre. Seguía siendo un desconocido.- Y decidme, monsieur Van Emreys, ¿qué hace un solitario como vos a estas horas de la noche en un lugar como este? ¿Quizá husmeando en la vida de los demás porque la propia es demasiado aburrida?

Me parecía extraño encontrarme a un hombre solo, aunque lo cierto era que más extraño debería haber resultado para él encontrarme a mí allí. Era una mujer sola, joven y en un lugar solitario. Cualquier persona pensaría que era una dama desprotegida, puesto que nadie podía adivinar que bajo aquel aspecto débil y frágil se encontraban ocultos la fuerza y agilidad de un lobo joven.

por **Emhyr Van Emreys** Miér Ago 18, 2010 10:18 am

Mientras Emhyr tomaba su mano, escuchaba sus palabras.
Cortesmente sonrio, mientras besaba su mano, notando lo calida y suave que era su piel, comparada con la de las manos de él, curtidas por el trabajo.

Tardo un buen momento en soltarla, ya que sus ojos examinaba su piel rápidamente. No era dura, ni fría como el hielo, y podía apreciarse los leve poros que la piel humana poseía.

Tras soltarsela, suspiro con, medio alivio y medio decepción, una decepción que se plasmo efímeramente en su tez.

-Llámeme, Emhyr, simplemente. No me va mucho eso que me llamen "monsieur" o por mi apellido.

Encogió sus hombros, y de nuevo metió sus manos en los bolsillos.

Echando una mirada hacia atrás, con sus ojos castaños señalo a una zona del cementerio donde podía verse una funda de tela para una guitarra española, una manta y algunos pocos objetos a su alrededor, es decir, como un pequeño campamento; todo ello, presidido por una estatura petrea, de una mujer sentada sobre un sepulcro, que, con rostro velado, descubría su rostro lacrimoso.

-Mi vida no puede ser aburrida, madame, miles de cosas nuevas que hacer, miles de maneras que buscar para sobrevivir. Simplemente al día a día. -Pauso. -No todos los días se puede llevar uno algo de comer a la boca, ni dormir en un lugar caliente y agradable. Aunque no siempre fue así...

Con aquella última frase Emhyr pareció un momento esta perdido en alguna clase de pensamiento o recuerdo.
Él no había elegido vivir de aquel modo, aunque a pesar de todo le vió su parte positiva y su espíritu aventurero se hizo más grande. Él era un exiliado de su propio vida, desterrado de todo aquel futuro para el que había nacido, y todo por la traición y la ambiciones de otros. Aunque parecía todo aquello haberse quedado en un pasado en un sueño vivido en la infancia y a inicios de su adolescencia, donde los palacios de la que había sido la antigua Constantinopla acogía a su familia.

-Creo que tengo derecho, a poder dormir, aunque sea en un cementerio ¿no?

Dijo tras salir de su pequeño trance.

por **Adrianne Trevillette** Miér Ago 18, 2010 6:09 pm

Observé como pasaba un buen rato escudriñando mi piel, gesto que me pareció incluso descortés. Pero al parecer, aquel hombre podía poseer muchas cosas menos cortesía, o eso me hizo pensar al pedirme que no lo llamara monsieur. Desde luego, no era de clase alta; eso era algo que saltaba a simple vista. Pero ahora me había aclarado que tampoco pertenecía a una clase media entre la aristocracia y la mala vida, como era mi caso.
-De acuerdo, lo llamaré Emhyr, si así lo deseáis -dije fiel a su petición.
De nuevo, volvió a hacer eco de su condición social, señalando una casa improvisada que parecía llevar a cuestas cada día, en busca de un lugar al que pertenecer. La vida de un mochilero, supongo, y además, había una guitarra. Aquel instrumento me llamó la atención. Alcé una ceja.
-Oh, lo siento. Pensé que estábais paseando, que sólo eráis uno de esos locos que transehuntan los cementerios en busca de algo sobrenatural -dije con una risita nerviosa.- No imaginé que estuviéseis buscando refugio.
Por un momento, me dio un poco de pena. Lo acogería con gusto en mi casa, pero además de que mi tío lo echaría a patadas después de echarme a mí, apenas lo había conocido. Oh, mi vena tierna estaba saliendo a la luz. Cómo odiaba aquella parte. En ocasiones había llegado a pensar que estaba más cómoda bajo mi forma lobuna, porque no tenía que soportar mi carácter enamoradizo y solidario. Demasiado penoso, quizás.
Volví la vista hacia el instrumento y le sonreí.
-Bueno, veo que puesto que este es vuestro destino esta noche, no tenéis intención de abandonar este lugar, y yo tampoco tengo ninguna prisa por marcharme. ¿Qué tal si hacéis más amena la velada dedicándome algunos acordes?
Volví a maldecir mi extrema confianza, mi inocencia impoluta y sin remedio. ¿Por qué había dicho eso? Quizás estaba demasiado segura de mí misma, y sabía que no podía pasarme nada. Aunque desconfiaba de él, sí confiaba en mí, así que no tenía por qué suceder nada malo. Pasaría una noche distinta al resto en aquel lugar, tan sólo unas horas, quizás, y volvería a mi mundo semihumano.

por **Emhyr Van Emreys** Jue Ago 19, 2010 10:33 am

-Refugio, más bien esta será mi estancia en París, hasta que me echen de aquí, encuentre algo mejor o... simplemente em marche a otro lugar porque ya encontre lo que busque aquí.

Le sonrió como si nada, despreocupado del futuro que le deparaba. Siempre tenía ese ingenio de buscar otra salida si las primeras opciones no funcionaban.

De repente le pareció escuchar un chasquido, en el cementerio, y eso le hizo pensar a Emhyr en el enterrado, el cual, ya había esquivado unas cuantas veces para poder estar allí.

La voz de ella hizo que él se volviese a sus cosas, en particular a su guitarra.

-La verdad agradezco la compañía, y con tal de no perderla. No sabeís lo aburrida que puede llegar a ser a veces la soledad.

Un gesto agradecido y simpático se hizo en su tez, mientras se acercaba a su guitarra y se sentaba entre sus cosas. Apartándolas le hizo un pequeño hueco a ella para que se sentase a su lado.

-Bueno, alegremos este cementerio. Que parece que aquí solo hay tristeza.

De nuevo sonrio, y luego carraspeó pensando tomando la guitarra, dio unos cuantos acordes asegurandose de que estaba afinada.

-El enterrador nos matará. -Aquello último lo murmuró más para sí que para ella.

Y deslizando los dedos con énfasis entre las cuerdas, comenzó a tocar la primera melodía que se le ocurrió, no sabía porque pero sería por su última residencia en el que aquella melodía le proporcionó los suficientemente recuerdos para que su mente se marchase a un lugar donde el calor del sol y la brisa suave del mar se mezclaba con el olor nocturno del jazmín de las biznagas, así Emhyr se dejo llevar por su propia música hasta que el pellizco doloroso de una cuerda partida hiciese que una nota mal sonante retumbará, y la sangre levemente se deslizará por unos de sus dedos.

-¡Vaya! Me costará bastante sustituirla. Se acabo la guitarra por esta noche.

por **Adrianne Trevillette** Vie Ago 20, 2010 10:25 am

Aquel hombre me desconcertaba por completo. Primero, me pidió que me sentara con él, y después comenzó a mirar a su alrededor como si esperara que alguien acudiera a verlo. Comencé a desconfiar de aquel hombre con apariencia de pobre y callejero. Parecía como si esperase una señal. No había nadie cerca de nosotros, pero él parecía buscar más compañía. Me senté junto a él, y antes de comenzar a tocar la guitarra, volvió a cometer otro gesto que me desconcertó. Susurró algo que no supe entender bien, algo así como "el enterrador nos matará". ¿Estaba medio chalado aquel individuo? ¿O más bien era un asesino con piel de cordero? Por si acaso, me posicioné en alerta, a la espera de que cometiera un nuevo fallo o diera una pista de su naturaleza mental.

Dejando atrás ese tema, comenzó a tocar la guitarra tal y como le había pedido. Una melodía preciosa, y bien interpretada, aunque quizá falta de emoción. Tenía pintas del este, supuse que de su lugar de origen. Me gustaba aquella música, capaz de ensimismar a una persona en medio de un cementerio solitario, pero no podía dejar de mantenerme alerta debido a su extraño comportamiento.
De repente, una de las cuerdas de la guitarra se rompió por la mitad. Pero no fue eso lo que me incomodó, ni lo que hizo que me llevase las manos a la nariz, tapándola con fuerza, sino que fue la leve gota de sangre que emanó del dedo de Emhyr lo que me nubló la vista, y por supuesto, el instinto.

Me levanté y me aparté de él unos metros, intentando no parecer excesivamente llamativa.
-No soporto la sangre -mentí.- Me mareo al verla, lo siento.
Me aparté un poco más, e intenté controlarme. Dentro de mí, una burda batalla se libraba; no estaba en mi forma lobuna, así que una pelea cuerpo a cuerpo sería desconcertante y poco justa, pero tampoco podía evitar mordisquear la zona sangrante y lamer el líquido viscoso que me estaba cegando por completo.
-Soy demasiado joven -murmuré. Lo era. Era un licántropo muy joven, con apenas un par de años de vida como lobo. Odiaba que en mi forma humana se mezclaran mis instintos lobunos, y también el comportamiento, pero... ¿qué podía hacer?

-Tápate la herida, por favor. -él me miró sin comprender.- Creo que tengo que marcharme.-le dije completamente vuelta de espaldas a él.

por **Emhyr Van Emreys** Sáb Ago 21, 2010 6:01 pm

Dejando la guitarra a un lado, Emhyr miro su reacción sorprendido.
Sentado y aparentemente tranquilo permanecio, a pesar de que sus músculos se tensarán casi instintivamente, sin motivo aparente.
Al principio comprendió aquello de la sangre, sabía que había personas tan delicadas que no soportaban la sangre, así que rápidamente con su misma chaqueta cubrió su dedo y presionó esperando a que la sangre dejase de emanar. Era un simple rasguño, así que en unos segundos dejaría de sangrar.

-No mires entonces, es solo un pequeño arañazo no sangra mucho, parará en segundos.

El gesto de Emhyr era serio, y su voz sonaba suave y tranquilizadora, no quería que ella se marease o algo por el estilo.

Repentinamente, su gesto serio y preocupado, cambio, frunciendo su ceño le miró extrañado cuando ella dijo "soy demasiado joven". Era extraño que hubiese dicho aquello, y que ahora parecesiese querer huir.

No era un vampiro, estaba bien claro, su piel y su forma de comportarse no daba señal de que lo fuese. Un vampiro suele ser, más tardió dando señales de su senectud, además si lo fuese, él no estaría allí tan tranquilo; de nuevo estaría sintiendo aquella sensación hipnótica que se mezclaba en una dolorosa tortura, con un placer extraño que debilitaba dejandote casi sin vida. Llevádote al borde de aquella oscuridad abismal, donde tu aliento se contiene luchando por sobrevivir una día mas entre el mundo vivos.
Emhyr sospechó que aquella chica no era normal, debía de tener algo, aunque que podía decir que era normal si él mismo no lo era, y no solo por su modo de comportarse sino por el don concedido por su madre... la hechicería.

Sentando continuó presionanado la herida, que ya ni sangraba y en su piel parecía invisible. Eso era lo malo de las heridas en las manos, sangraban mucho para lo poco que era.

-No te marches... Aun... -Dijo mientras se levantaba enseguida, pareció aquello un ruego mas que una petición. Emhyr se sentía demasiado solo desde que llegó allí a pesar de que se había relacionado con bastante gente, pero esa gente solo era un vinculo con su fachada de circo andante en su pequeño espectáculo diario, donde lo poco que ganaba era suficiente.

por **Adrianne Trevillette** Lun Ago 23, 2010 5:22 am

El hombre me pidió que no me marchara, y ciertamente no me habría importado quedarme, de no ser por el accidente de la cuerda. Aún vuelta de espaldas a él, me mantuve quieta esperando a que, como él dijo, la herida dejase de sangre. Cuando supe que ya no había peligro, aparté las manos de mi nariz, y pude respirar hondo. Aún quedaba el olor en el aire, pero era minúsculo. Recordé lo que me decía Frank tan a menudo.
Era joven, muy joven, un licántropo con muy poca edad. Y eso me pasaba factura, aunque yo me empeñase en ignorar las consecuencias. Volví junto a Emhyr, y me senté a su lado, de nuevo.

-Disculpad este altercado, por favor. Me pongo muy mal con la sangre -al parecer, aquella excusa había sido creíble. Era lo mismo que decía cuando en la perfumería sucedía algo así con algún cliente, y al fin y al cabo allí siempre funcionaba, puesto que me habían colocado aquel carácter en mi personalidad-. Ya no podré seguir disfrutando de vuestra música, así que... espero que tengáis un as escondido en la manga para poder continuar la velada.

Había algo en él que llamaba mi atención, algo quizá fuera de su aspecto poco corriente y de su más que extranjero acento, algo que se escapaba a mi instinto y a mi propia manera de ver a las personas. ¿Un humano un poco tarado? Quién sabe.

por **Emhyr Van Emreys** Lun Ago 23, 2010 9:53 am

-Es normal, sé que hay personas que son mas sensibles a estas cosas.

Emhyr al ver que ella volvía junto a él sentándose, él la imito, a su lado. Emhyr rió al escuchar aquello de "escondido en la manga", e hizo el gesto de tirar de sus mangas para mostrarle que tenía nada escondido; solo sin querer pudo mostrar unas cuantaws cicatrices en las muñecas de algo parecido a unas mordidas, algo carente de importancia para él.

-Mas que en la manga, en los bolsillos y esa bolsa. No creo que sea aun hora de que la música se acabe. -Sonriente subio sus mangas hablo mientras metía sus manos en los bolsillos, buscando algo. -Aunque no se, si le aburrirá una música un poco mas lenta.

Una caja mas o menos pequeña saco de su bolsillo, estaba superficialmente estropeada, como si se hubiesen cortado trozos de madera de otros elementos y se hubiesen unido con simples clavos, pero a pesar de ellos existía homogeneidad en los dibujos representados parecían una naturaleza oriental, y una riqueza en su tipo de madera que no la convertía en algo pobre o corriente.

Emhyr la abrio, y saco un extraño mecanismo de metal y lata, con una manecilla.

-Aquí tengo dos melodías... -Comenzó a hablar mostradole ambas cosas en ambas manos abiertas. -...Puede elegir por cual empezar a oír, aunque no lo parezcan funcionan.

♪Caja de dibujo oriental

♫ (Mecanismo pequeño de metal)

por **Adrianne Trevillette** Mar Ago 24, 2010 1:57 pm

Aquel humano de piel oscura y sonrisa amable sonrió ante mis palabras. No le había importado el cambio de tema tan brusco que había tomado en nuestra conversación.
Cuando me mostró sus muñecas con sarcasmo para demostrarme que no guardaba nada bajo la camisa pude ver unas cicatrices que asomaban, sobresaltando blanquecinas a causa del negror de su piel. ¿Qué era aquello? No parecían de licántropo, puesto que ni de lejos era tan pequeña la mandíbula de un lobo. Pero tampoco parecía un simple gato. Quizá sería el mordisco de un humano, o de un... ¿vampiro? Lo dudaba. Eran pocos los humanos que se dejaban mordisquear por los seres inmortales. Tan sólo las cortesanas que no tenían más remedio y alguna que otra desgraciada que tenía que ofrecer su sangre a los concubinos de Satán. Pero aquel hombre no parecía ser esa clase de sádicos humanos a los que les complacen los juegos morbosos y el sadomasoquismo. ¿Sería entonces un condenado al que le perseguía la mala suerte? Probablemente algún vampiro se había aprovechado de él sin piedad alguna. No lo sabía. Lo que tenía claro era que aquello no eran cicatrices leves, y en su momento debieron dolerle mucho. Me guardé aquel irónico as en mi mange y pensé que después le preguntaría sobre ello.

De sus bolsillos sacó una pequeña cajita, mitad madera y mitad metal. Me quedé sorprendida observando aquel pequeño instrumento que el hombre sostenía entre sus manos.
-¿Algo para hacer música, quizás?
A modo de respuesta, abrió ambas cajitas y me preguntó cuál quería oír. Elegí el pequeño mecanismo de metal, y él comenzó a hacer sonar las notas. Un músico callejero, al parecer. No poseía un violín, ni tampoco un piano, y mucho menos una bonita arpa. Sin embargo, parecía ser un enamorado de los instrumentos de calle, los más extraños y más fáciles de construir con objetos que puedes encontrar en cualquier desguace de metal.
La música que emergía de aquella pequeña cajita era suave, dulce y sin duda, envolvente. Era un sonido casi sordo, solitario y polítono, agradable de escuchar. Sin embargo, el ambiente empezaba a ser de lo más extraño. Empecé a sentir que el lugar en el que estaba no era el mejor para una noche otoñal, y al fin y al cabo me encontraba sola con aquel individuo, que tocaba en una cajita salida de su bolsillo una música tétrica. Por un instante que nunca reconocería, dudé de mi seguridad. Pero conocía mis posibilidades. Sin embargo, el ambiente comenzaba a ser siniestro.

-¿Siempre eres así? Quiero decir... ¿siempre invitas a las damas que conoces y las hipnotizas con tu música? ¿Eres una especie de flautista de Hamelin mujeriego?

por **Emhyr Van Emreys** Mar Ago 24, 2010 5:48 pm

Emhyr observo en todo momento silencioso, como la joven elegía la música para aquella ocasión.

La melodía extraña y algo lugubre desperto a la nocturna, pero no todo era oscuridad en aquella melodía ya que la melancolía se reflejaba en casa nota que parecía danzar con cada pétrea y languida efigie.

-Si invito a alguien suele ser para negociar, no para deleitarme con su compañía. -La voz de Emhyr daba a notar que no bromeaba. -Y no creo que me haga falta mi música para hipnotizar a las damas, las atraería de otro modo.

Aquello último hizo que le sonriese con un poco de picaresca mientras fijaba sus ojos a los de ella largamente, luego carraspeó mientras agachaba estos y se puso un poco mas serio.

-Mi soledad ha sido la que le ha solicitado por azar esta noche, no suelo tener mucha compañía, y me parecía la suya agradable. Soy mas bien solitario.

No sabía porque, pero el ánimo de énfasis de Emhyr se estaba calmando, debía de ser por culpa de la noche o por la melodía, todo ello junto le hacía sentirse relajado y ser más reflexivo.
Además, no sabía porque, pero a pesar de que sabía por su actitud que ella desconfiaba totalmente en él, su compañía le era agradable, y seguía agradeciendolo.

-¿A qué se refieres con lo de "eres así"? ¿Cómo me ve? ¿Cómo piensa que soy?

por **Adrianne Trevillette** Dom Ago 29, 2010 12:46 pm

Los modales de aquel desconocido empezaban a disgustarme. Le había soltado un piropo, quizás un cumplido, diciendo que su música era hipnótica y capaz de hacer que yo misma me olvidase de que había acudido al cementerio tan sólo para comprobar que el cuerpo de mi odiada tía yacía ahora muerto bajo la tierra. Su música había conseguido alejarme de aquellos pensamientos, devolverme a la vida más íntima y precisa que me pertenecía; recordar por qué estaba en París y qué estaba haciendo con mi vida. Sin embargo, él no pareció habérselo tomado de esa manera. Más bien pareció ofenderme, o eso entendí yo cuando me contestó con una voz áspera y unas facciones serias que él no necesitaba de la música para atraer a nadie, y si invitaba a alguien era para negociar.
Pasé por alto el hecho de que me había dicho no necesitar de su música. Bien, ¿cuál sería entonces su manera no visible de hacer que una mujer se le acercara? La desconocía. Su simpatía, hasta ahora encantadora, se había esfumado. Decidí preguntarle al respecto más tarde. Sin embargo, después volvió a su carácter normal, al que yo había conocido, aunque poco podía contar sobre él. Dijo que mi compañía era agradaba. Pues no lo parece, quise decirle. Al menos, no a ratos.

Después, volvió a interrogarme sobre a qué me refería con ser de ese modo.
-No lo decía de un modo malévolo ni mucho menos. Tan sólo me refería al hecho de que somos dos completos desconocidos en una noche otoñal en medio de un cementerio. Es inusual. Perdona si no estoy acostumbrada a vivir este tipo de situaciones a diario, pero así es.

Tomé aire, parecía disgustada, aunque no lo estaba. Simplemente odiaba los malos modales. Era un hombre extraño, eso desde luego, y estaba perdiendo la confianza que todavía no se había ganado.
-No pienso que seáis de una manera. Lo poco que he podido ver hasta ahora de vos me dice que sois un nómada que viaja en busca de que la vida le dé alguna oportunidad. Y por lo que veo aún no la habéis encontrado.

Sopesé mis posibilidades. Si había algún momento de preguntar por lo que él había dicho antes, era ese.
-Antes habéis dicho que sólo invitáis a las personas para negociar. Bien, ¿qué tenéis que negociar conmigo, pues?

por **Emhyr Van Emreys** Dom Ago 29, 2010 5:01 pm

Levantando sus ojos, los dirigió directo a los suyos una sincera disculpa. Emhyr no tenía la intención de ofenderla. A veces su lengua quedaba suelta y sus modales se esfumaban, y no sabía que ofendía. Una torpeza por su parte. Debía de ser la vida de la calle.

-No os disculpeís, el que se debe de disculpar soy yo. Perdonad si os hecho llevaros una mala impresión, solo preguntaba por mera curiosidad. -Un instante pauso sus palabras, que parecía pensarselas previamente. -Sin ánimo de ofenderos, pero me sois muy curiosa. Cualquier dama no se hubiese atrevido a acercar a alguien de la calle como yo. -De nuevo alzo sus ojos buscando los de ella. -Además teneís un extraño aura, algo atrayente.

Una sonrisilla algo avergonzada se le escapo, luego escucho su pregunta y su sonrisa avergonzada se convirtio de nuevo en una algo pícara.

-Bueno, no os invite a negociar, solo deseaba compañía y saciar mi curiosidad. Pero si deseís negociar, podemos negociar; y para ello, os tendría que ofrecer algo para pediros algo a cambio. Es de vuestra elección, podeís pedir lo que queraís, pero recordad que tendreís que darme algo a cambio.

Emhyr, no es que fuese un casanova, a veces torpe, ya que sus modales y su extraña manera de ser echaba atrás a más de una. Por ello con aquella joven intentaba ser moderado, no le importaba ser galán con ella, pero ella tenía algo extraño que quería descifrar, o al menos es lo que le parecía, y eso la hacia apetecible.

por **Adrianne Trevillette** Vie Sep 03, 2010 2:18 am

Él se disculpó, y entonces intenté volver a tenerlo en una posición neutral en la que todavía no estaba decidido cuál sería su lugar. Sentía ganas de alejarme de allí, sabía que no tenía por qué quedarme, pero algo me decía que iba a suceder algo. Estaba en completo peligro en cualquier noche que estaba con desconocidos; en cualquier momento podía aparecer un vampiro y no sería muy fácil descubrir qué clase de ser era yo.

-¿Curiosa? Bueno, pude que sí, puede que sea una persona demasiado inconsciente de lo que puede suceder a su alrededor, pero curiosa es un adjetivo que quizá nunca hubiese utilizado al hablar de mí misma -le respondí ante su misiva. El comentario que siguió a sus palabras me hizo gracia, y así lo hice ver. Reí con dulzura, antes de continuar hablando- Oh, monsieur, me temo que no ha sido así. Habéis sido vos quien se ha entrometido en mi noche. Yo tan sólo venía a despedir a un familiar, y habéis acabado llamando mi atención.

Sonreí ante aquel hombre. Después me habló sobre lo que le había preguntado. Sí, al parecer tenía algún tipo de objetos que le gustaba intercambiar.
-No pretendo negociar con nadie, monsieur. Lamento si no voy a poder ser una fuente de ingresos para vos, pero me temo que no tengo nada que ofrecerme y dudo que vos tengáis algo para mí. -dije con una sonrisa pícara- De cualquier manera, decidme, si no es muy atrevido, ¿qué hacéis para ganaros la vida?

por **Emhyr Van Emreys** Lun Sep 06, 2010 6:43 pm

-Os definió como curiosa, por decir destacable, porque no podría definir exactamente lo que mi instinto me dice respecto usted.

Emhyr comento aquello tranquilamente. Era cierto aquello, ella emanaba una energía extraña, excepcional. Como brujo, había desarrollado esa intuición al igual que se había enriquecido del conocimiento del mundo.

Por un instante silencioso, pareció reflexivo, recordo por un instante como de modo similar, su instinto se había separado, pero este caso era diferente. Ella no era un vampiro, ni estaba hipnotizandolo de algun modo y aquello lo tranquilizo.

Emhyr sonrió divertivo, ante la sonrisa pícara de ella.

-Repito, "no os invite a negociar", no es mi intención. Solo saque el tema, porque me pareció que usted estaba interesada. Y la verdad pienso que podría ofrecerle mis servicios, lo que no puedo adivinar si os podria o no satisfacer.

Un guiño pícaro le dedico, luego dedico su atención al siguiente tema.

-Como podeís adivinar, básicamente uso mi guitarra y vivo de la caridad de la gente, además de que echo la ventura. Pero no vine a París buscando un modo de prosperar, intentando buscar un modo para ganarme la vida mejor, podria decirse que otro interes me mueve, podría llamarse que soy una clase de "Buscador".

Sus últimas palabras se tiñeron del misterio por un instante.

por **Adrianne Trevillette** Mar Sep 07, 2010 4:31 pm

Me gustó lo que comentó. Una parte de mí siempre estaría oculta a visión de los humanos corrientes; de hecho, así debía ser. Pero me gustó el tono con el que lo dijo, como si le molestara no poder descubrir aquello que era imposible. Pero por otro lado, también eso me decía que a él no le había pasado desapercibido que yo no era una mujer normal como el resto; tenía algo que las demás no tenían. Sí, un ser peludo dentro de mí, pensé con ironía.

Sin embargo, sus siguientes palabras fueron a mí a quien sorprendieron e hicieron preguntarme con qué clase de tipo estaba hablando.
-¿Buscador? ¿qué buscáis, pues? ¿Qué tiene París que no tengan las demás ciudades?

Me interesaba su respuesta; probablemente, yo podría contestar a la perfección aquella pregunta. La verdadera pregunta sería qué no tenía París. Todo en él era perfecto, y más aún cuando podías hacer todo lo que quisieras sin miedo a la represión, al rechazo, y sobre todo, a la palabrería.

por **Emhyr Van Emreys** Mar Sep 07, 2010 6:35 pm

Emhyr se puso algo serio, aunque el aire soñador y misterioso era mas latente. Deviando su mirada a su brazo algo descubierto y lleno de cicatrices de mordidas, se lo toco un instante y luego tiro de la manga para ocultar.

-Busco quimeras de la noche,... Quimeras, que solo el loco o el soñador puede alcanzar, y no se en cual de aquellos dos nombrados podría ser mi perfil, señorita.

Emhyr recordo que las mordidas no le dolieron en absoluto, no las sintió hasta que su quimera particular le dejo misteriosamente con vida, para no volver.

Podría ser que el trance tan agradable en el que lo sumía era el principio de aquella extraña cruzada que le había traído hasta alli.

-Puede que me tome por loco, o por superticioso, pero seguido por el rumor. Voy tras esas quimeras que me darán el deseo de la vida eterna, la inmortalidad.

Emhyr volvió su mirada a ella, con suavidad encontro sus ojos con los de ella. Seguro que huiría pensando que él era un loco que iba tras los mitos, tal vez la asustase solamente. Pero Emhyr sabía que el mito era tangible, y que criaturas inmortales de muchos tipos existían.

-Sería capaz de hacer un pequeño sacrificio por obtener la inmortalidad, el que fuese...-Susurro muy bajito. -Solo por conseguir que me devuelvan mi identidad, quien soy. Puede que usted no lo comprenda, pero en mi vida a mi me lo han arrebatado todo, incluso quien soy realmente.

por **Adrianne Trevillette** Miér Sep 08, 2010 9:55 am

En un principio no comprendí las palabras de aquel extraño y cada vez más misterioso joven, pero después me temí lo peor. Era uno de esos humanos que conocían el secreto de la existencia de seres sobrenaturales, e iba en busca de lo que para ellos era el más preciado y valioso don: la inmortalidad.

-No juegues con fuego, Emhyr -dije sin evitarlo. Sabía que no convenía desvelarle nada, a pesar de que podía ayudarlo en muchos aspectos. Yo no podría otorgarle la inmortalidad, pero sí la longevidad. Empecé a detectar el pulso cada vez más fuerte, y los latidos corrían deprisa. Alto, Adrianne. Respiré. No vas a hacerle daño.- Veo que no eres de los que ocultan nada -dije señalando a su muñeca- No busques algo que sabes que pudes encontrar, Emhyr. No tienes ni idea de lo que estás hablando. -mientras hablaba, me acercaba cada vez más a él, sin poder evitarlo, mostrándole mi cara más sombría. Estaba enfadada. Era uno de esos seres que amaban a los vampiros, que buscaban obtener su poder a cualquier precio- Dices que lo has perdido todo, ¿crees que dejándote morder por uno de esos despreciables seres vas a arreglar algo? -me dí cuenta de que estaba hablando como si ambos supiéramos de qué. De hecho, así era. No quería más eufemismos. Él conocía a los vampiros, pero no sabía qué clase de ser era yo, así que yo jugaba con ventaja- Será exactamente igual, sólo que tendrás una eternidad para lamentarte. Eres como todos, capaces de vender su alma al diablo por una utopía que no existe. ¿Alguna vez le has preguntado a alguno de ellos cómo se sienten? Quizás te digan que es fantástico, pero dime, ¿te sentirías bien después de años sin ver la luz del sol, alimentándote de seres inocentes y perdiendo el control de lo que fue tu vida? -conforme iba hablando, el tono de voz iba subiendo. No era consciente de ello, pero tampoco me importaba.- Al final acaban pudriéndose en su absoluta soledad, muertos de asco, y pidiendo a gritos que alguien le prenda fuego a su casa para acabar con ese infierno. No busques algo que no te satisfacerá, amigo.

Esperé su respuesta, consciente de que había excedido la confianza, pero era lo mínimo que podía hacer. Las cicatrices en su muñeca me decían que ya lo había intentado otras veces. Estúpidos humanos.

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