AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Baile de los Hielos Nacientes - Apertura
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miri
El Baile de los Hielos Nacientes
Mantener contentos a los súbditos y a las amistades de los mismos. Eso debía aprender todo monarca que quisiera permanecer y perdurar en el poder. Valentino de Visconti bien lo sabía, y por lo mismo ideó una instancia en la que la diplomacia y los rostros rebosantes del recreo predominaran por sobre las posibles disputas que pudieran tener los poderosos. Un baile, ¿qué mejor? Obtendría con dicho evento el favor de los rusos por revivir sus tradiciones ante el orden mundial, y además el de todos aquellos que por su valiosa sangre influyeran en el poder de sus respectivos países. El Zar haría que los problemas que los acaudalados que pudieran tener previo al baile parecieran demasiado pequeños como para mencionarlos en medio de la celebración, y así, de alguna forma también los borraría él. El Baile de los Hielos Nacientes, así se llamaría, dándole la bienvenida al invierno.
Había invitado Duques, Condes y nobles; incluso aquellos de naturaleza contraria a la suya. Muchos pensaron que el que danzaran seres como inquisidores, vampiros, cazadores y licántropos en un mismo inmenso salón generaría una bomba de tiempo, que no asistirían o que simplemente no interactuarían unos con otros, pero Valentino no pensó así. Él no se sorprendió cuando llegaron las cartas confirmando la asistencia de dichas figuras, ni tampoco los demás miembros de la realeza. La verdad era que todo ellos entendían algo: que personas nobles e ilustres de la realeza se utilizaban entre sí para mantener sus privilegios en lo alto, sin importar qué tan diferentes fueran. Así se constituía el permanente baile de los opulentos.
Los invitados estaban por llegar. Ni con los sirvientes vistiéndolo para la gran noche el Zar se quedaba tranquilo. A pesar de la calidad de la vestimenta, le resultaba excesivamente incómoda y no podía quedarse quieto. La más fiel y antigua de sus criada, Marianne, estaba perdiendo la paciencia.
—Majestad, si no cooperáis conmigo el baile habrá terminado para cuando estéis listo. —reclamaba la mujer mientras intentaba acomodar la parte superior del traje. Era ella la única de sus sirvientas que tenía la confianza suficiente para regañarle. Era un privilegio que se había ganado por haberlo cuidado desde su nacimiento.
—Lo siento, Marianne. Sé que suelo acudir a bailes y a fiestas, pero eso de ser anfitrión… —tragó saliva Valentino al mismo tiempo que levantaba una de sus manos para que su criada ajustara la manga— …no lo sé. No sé si ajusta conmigo. Es todo.
La mujer de edad alzó una ceja entre la burla y la indignación.
—¿Y de qué se supone que vais a estar preocupado? Vos solamente tenéis que mantener bien ajustado vuestro antifaz y demostrar las habilidades de bailarín que os destacan. La comida, la música, eso dejádnoslo a nosotros. —apretó la camisa de Valentino un poco más fuerte de lo normal, causándole un desequilibrio que por poco lo botó del banco sobre el cual estaba de pié. — ¿Veis lo que me hacéis hacer? No creí que llegaría a decir esto, pero vuestra majestad estáis aún más extraño que de costumbre.
—Es vuestra imaginación, Marianne —dijo Valentino para disuadir a su servidora de seguir insistiendo. Qué equivocado estaba.
—¿No será que entre las invitadas hay una soltera que os quita la calma? —habló con picardía la mujer sin dejar de atender los últimos detalles del atuendo del Zar, como hilos sueltos y cosas así.
De inmediato a Valentino llegó la imagen de Nathaly, aquella joven que había conocido durante el último baile al que había acudido en Francia no precisamente danzando. ¡Qué mujer más necia y negligente! Por poco la había salvado de un vampiro hambriento y a los cinco minutos ya había nacido en ella nuevamente el afán de meterse en problemas, como si se hubiera estado burlando de su intención de mantenerla a salvo. Y si como si hubiera sido poco, lo había encarado para que revelara lo que escondía tras su antifaz, eso que iba mucho más allá de un rostro joven que no concordaba con los años vividos. En resumen, ella se había comportado tan impulsivamente, pero a la vez de una forma tan auténtica, que el licántropo no había conseguido permanecer indiferente.
Valentino sonrió sin retenerse, faltándole poco para reír. Todo aquello era una cruel ironía. Nadie lo sacaba de quicio como ella.
—Puede que sí, Marianne, pero no de la manera que imagináis —habló el mancebo sin dar más detalles al respecto. Marianne tampoco se los pidió.
—No os conoceré yo —pronunciaba satisfecha la fémina mientras arreglaba el cuello del atuendo— Ya, ahora concentrémonos en terminar esto. Vuestros invitados están llegando, ¿los escucháis? Le sacarán brillo al palacio.
—Decidme, Marianne. ¿Está presentable el salón? No tuve la oportunidad de inspeccionarlo yo mismo. Todo lo dejé en manos de los organizadores —preguntó el zar queriendo cerciorarse de que todo saliera bien.
Le faltó poco a la señora para burlarse de ese comentario, pero entendió que aquellos comentarios debían ser propios de la inseguridad del primer baile como Zar. Ella sí había tenido la oportunidad de apreciar el salón al encargarse de los tapices y cortinajes.
—Vaya que sí, Señor. Es todo un sueño. —suspiró como quinceañera enamorada— Ya está bien. Coopere conmigo para que luzca como el Zar que es. Verá que cuando vaya a recibir a sus invitados, brillará como un sol.
Había invitado Duques, Condes y nobles; incluso aquellos de naturaleza contraria a la suya. Muchos pensaron que el que danzaran seres como inquisidores, vampiros, cazadores y licántropos en un mismo inmenso salón generaría una bomba de tiempo, que no asistirían o que simplemente no interactuarían unos con otros, pero Valentino no pensó así. Él no se sorprendió cuando llegaron las cartas confirmando la asistencia de dichas figuras, ni tampoco los demás miembros de la realeza. La verdad era que todo ellos entendían algo: que personas nobles e ilustres de la realeza se utilizaban entre sí para mantener sus privilegios en lo alto, sin importar qué tan diferentes fueran. Así se constituía el permanente baile de los opulentos.
Los invitados estaban por llegar. Ni con los sirvientes vistiéndolo para la gran noche el Zar se quedaba tranquilo. A pesar de la calidad de la vestimenta, le resultaba excesivamente incómoda y no podía quedarse quieto. La más fiel y antigua de sus criada, Marianne, estaba perdiendo la paciencia.
—Majestad, si no cooperáis conmigo el baile habrá terminado para cuando estéis listo. —reclamaba la mujer mientras intentaba acomodar la parte superior del traje. Era ella la única de sus sirvientas que tenía la confianza suficiente para regañarle. Era un privilegio que se había ganado por haberlo cuidado desde su nacimiento.
—Lo siento, Marianne. Sé que suelo acudir a bailes y a fiestas, pero eso de ser anfitrión… —tragó saliva Valentino al mismo tiempo que levantaba una de sus manos para que su criada ajustara la manga— …no lo sé. No sé si ajusta conmigo. Es todo.
La mujer de edad alzó una ceja entre la burla y la indignación.
—¿Y de qué se supone que vais a estar preocupado? Vos solamente tenéis que mantener bien ajustado vuestro antifaz y demostrar las habilidades de bailarín que os destacan. La comida, la música, eso dejádnoslo a nosotros. —apretó la camisa de Valentino un poco más fuerte de lo normal, causándole un desequilibrio que por poco lo botó del banco sobre el cual estaba de pié. — ¿Veis lo que me hacéis hacer? No creí que llegaría a decir esto, pero vuestra majestad estáis aún más extraño que de costumbre.
—Es vuestra imaginación, Marianne —dijo Valentino para disuadir a su servidora de seguir insistiendo. Qué equivocado estaba.
—¿No será que entre las invitadas hay una soltera que os quita la calma? —habló con picardía la mujer sin dejar de atender los últimos detalles del atuendo del Zar, como hilos sueltos y cosas así.
De inmediato a Valentino llegó la imagen de Nathaly, aquella joven que había conocido durante el último baile al que había acudido en Francia no precisamente danzando. ¡Qué mujer más necia y negligente! Por poco la había salvado de un vampiro hambriento y a los cinco minutos ya había nacido en ella nuevamente el afán de meterse en problemas, como si se hubiera estado burlando de su intención de mantenerla a salvo. Y si como si hubiera sido poco, lo había encarado para que revelara lo que escondía tras su antifaz, eso que iba mucho más allá de un rostro joven que no concordaba con los años vividos. En resumen, ella se había comportado tan impulsivamente, pero a la vez de una forma tan auténtica, que el licántropo no había conseguido permanecer indiferente.
Valentino sonrió sin retenerse, faltándole poco para reír. Todo aquello era una cruel ironía. Nadie lo sacaba de quicio como ella.
—Puede que sí, Marianne, pero no de la manera que imagináis —habló el mancebo sin dar más detalles al respecto. Marianne tampoco se los pidió.
—No os conoceré yo —pronunciaba satisfecha la fémina mientras arreglaba el cuello del atuendo— Ya, ahora concentrémonos en terminar esto. Vuestros invitados están llegando, ¿los escucháis? Le sacarán brillo al palacio.
—Decidme, Marianne. ¿Está presentable el salón? No tuve la oportunidad de inspeccionarlo yo mismo. Todo lo dejé en manos de los organizadores —preguntó el zar queriendo cerciorarse de que todo saliera bien.
Le faltó poco a la señora para burlarse de ese comentario, pero entendió que aquellos comentarios debían ser propios de la inseguridad del primer baile como Zar. Ella sí había tenido la oportunidad de apreciar el salón al encargarse de los tapices y cortinajes.
—Vaya que sí, Señor. Es todo un sueño. —suspiró como quinceañera enamorada— Ya está bien. Coopere conmigo para que luzca como el Zar que es. Verá que cuando vaya a recibir a sus invitados, brillará como un sol.
***
Las puertas del Palacio de Invierno se abren.
Los invitados ingresan.
Las escaleras los reciben.
Pasteles y aperitivos frescos sobre la mesa.
Los músicos entonan sus canciones de vals.
Los sirvientes ofrecen licores rusos en bandejas de plata.
Las luces destellan sobre las cabezas de quienes ingresan.
El frío del invierno parece haber quedado afuera.
Y el Baile de los Hielos Nacientes puede comenzar.
OFF: Desde este momento se da inicio a la etapa de la introducción (31 de Agosto al 7 de Septiembre), en donde cada uno posteará su llegada. El mínimo de post por persona es 1; si no, puede postear después, pero se entenderá que llegó tarde, es decir, el post no tiene efecto retroactivo. Si bien el mínimo es de un post, puedes postear la cantidad que quieran hasta que se termine el plazo de este primera etapa para comenzar con la segunda. Recuerden que todas las etapas y sus temáticas están indicadas aquí.
Las puertas del Palacio de Invierno se abren.
Los invitados ingresan.
Las escaleras los reciben.
Pasteles y aperitivos frescos sobre la mesa.
Los músicos entonan sus canciones de vals.
Los sirvientes ofrecen licores rusos en bandejas de plata.
Las luces destellan sobre las cabezas de quienes ingresan.
El frío del invierno parece haber quedado afuera.
Y el Baile de los Hielos Nacientes puede comenzar.
OFF: Desde este momento se da inicio a la etapa de la introducción (31 de Agosto al 7 de Septiembre), en donde cada uno posteará su llegada. El mínimo de post por persona es 1; si no, puede postear después, pero se entenderá que llegó tarde, es decir, el post no tiene efecto retroactivo. Si bien el mínimo es de un post, puedes postear la cantidad que quieran hasta que se termine el plazo de este primera etapa para comenzar con la segunda. Recuerden que todas las etapas y sus temáticas están indicadas aquí.
- La música:
- Exterior del Palacio de Invierno (Noche):
- Interior del Palacio de Invierno:
- Salón San Jorge (En donde bailaremos):
- Para el deleite de vuestros paladares:
- Bebestibles:
Palacio de Invierno | Apertura | Noche
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 27/02/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El Baile de los Hielos Nacientes - Apertura
Cosas más raras se habían visto entonces en el baile.
Posaba las manos sobre la bella cara de su acompañante, para que la mirase fijamente a los ojos -…Dissy…Fíjate en el dedo..-puso el dedo delante-….-No dijo nada, no parecía seguirlo y solamente asistió, mirándola, haciendo el “típico” gesto ruso para invitar a bailar a una bella dama como lo era su acompañante. Lentamente comenzaba a sacarla a bailar con la primera pieza que sonaba de una manera magnifica, comenzaba a acompañar a Desari hacia la pista de baile, con la mano en alto hasta que ambos se colocaron en pose inicial para el baile. De algún modo tendría que estar equivocado, pero buscando con la mirada a aquella persona que era la misma copia de Desari, en el baile, no fue capaz de verla, solo vio a la mujer morena que de nuevo esta le miro y él desvió el rostro hacia la dulce y cálida mirada de Desari.
Estaba en calma. Nada de ponerse nervioso y enseguida noto como sus pies se movían fluidamente por la pista de baile, agarrando con suavidad la cintura de Desari, acercándola más a él - A pesar de haber bebido de más, mantienes tu equilibrio para la danza…- mostro su cumplido con una de esas sonrisas que ponía, una esforzada, pero no era por estar incomodo, simplemente no solía acostumbrar a sonreír, no era una faceta suya y no sabía cómo Desari tenía cierto afecto hacia él aun siendo como era con ella, algunas veces torpe en sus vocablos, algunas veces él mismo metía la pata hasta el fondo en cosas que no recordaba solamente por la lejanía de los años.
No tenía buena memoria, habían pasado muchas cosas desde que se habian separado años atras. No sabia si lo estaba haciendo bien, el compas se le estaba yendo de los pies y su cabeza estaba comenzando a pensar, a taladrarle con un leve "tic tic" pero el mismo siguio como un maestro los pasos de nuevo, al compas en compañia de Desari, vueltas, agarres, giros de nuevo en el sitio, ellos dos se acoplaban junto a los demas que comenzaban a bailar al igual que ellos dos. Hacia tiempo que no se divertia tanto, miraba a su acompañante, estaba radiante, pero comenzo a escuchar susurros de curiosos cerca de ellos, no les hizo caso, el seguiría en el baile que al parecer aún no habia cometido ningun acto torpe. Torpeza. Aquello le pondria nervioso y le haria perder una de sus siete vidas, literalmente, pocas veces bailaba, pero ya por lo que podia experimentar, no era tan dificil.
-Dissy, ¿Estas sedienta? -se quedaba mirandola fijamente a los ojos, suspirando profundamente ya que el aire comenzaba a faltar por su parte. Habia tenido una sustraccion de energias al llegar a Rusia, se habia recuperado pero aun habia alguna que otra secuela. Estaba convencido de que su acompañante estaria mas que de acuerdo en hacer una pausa -...Esos..vestidos...-acercaba el oido al ajeno-...Hacen que respires la mitad...-mostro preocupacion en la voz, separandose del oido ajeno para mirar a esos ojos azules que le quitaban el aliento-....Mirar a tus ojos es solamente un lujo que muy pocos pueden...-murmuro tranquilo. Deseaba tener mas palabras con ella, pero solamente su consciencia se lo impedia-Creo que será mejor una pausa...-mostro desigualdad a que el baile estuviera en marcha, su acompañante habia tomado demasiado licor y ahora él se ocuparia de su proteccion. Habia parado el baile, de reojo vio algo rojo moverse cerca de él, pero igualmente, el tomo la mano de Dissy, para llevarla a tomar un descanso-...Creo que debo estar por lo menos hoy sobre ti..-murmuro, pero notó que su mano se solto, para despues casi bufar, no giro su rostro, simplemente tomo la mano de ella y ahora era "Sueltame" "oiga!" de una manera un tanto educada, desconocida y con un tono dulce y atractivo. Se había parado para aclarar las cosas con "Dissy", pero de inmediato giró su rostro para ver a "Dissy" y solo se encontró con algo que no esperaba. Era aquella mujer que habia visto.
-¿Quien eres tu?-Mostro algo de confusión, la mujer que era igual que Desari, lo miraba con la misma confusion que él. Nada pasaba, los demas seguian bailando y ellos dos parados cerca del uno del otro, a varios centimetros lejos de cada uno, cerca del aparador donde habia meseros con bandejas de comida, con pequeños aperitivos para entrar en calentamiento. Pero nadie de los dos estaba hambriento en esos momentos. Algo habia comenzado a pasar. Una historia, unas lineas, un cuento de irse a dormir que no se habia relatado, ahora, en solo una noche....Iba a hacer acto de presencia...y el sonido de una copa de cristal cayendose al suelo, fue lo que saco del shock a Keith. Miró a Desari, vio la copa rota en el suelo, se acerco a ella, lentamente-...Desari...-comenzó-...tranquila...-susurro comenzando a tomarle las manos para ver si tenia algun corte, pero no, todo estaba en orden.
Posaba las manos sobre la bella cara de su acompañante, para que la mirase fijamente a los ojos -…Dissy…Fíjate en el dedo..-puso el dedo delante-….-No dijo nada, no parecía seguirlo y solamente asistió, mirándola, haciendo el “típico” gesto ruso para invitar a bailar a una bella dama como lo era su acompañante. Lentamente comenzaba a sacarla a bailar con la primera pieza que sonaba de una manera magnifica, comenzaba a acompañar a Desari hacia la pista de baile, con la mano en alto hasta que ambos se colocaron en pose inicial para el baile. De algún modo tendría que estar equivocado, pero buscando con la mirada a aquella persona que era la misma copia de Desari, en el baile, no fue capaz de verla, solo vio a la mujer morena que de nuevo esta le miro y él desvió el rostro hacia la dulce y cálida mirada de Desari.
Estaba en calma. Nada de ponerse nervioso y enseguida noto como sus pies se movían fluidamente por la pista de baile, agarrando con suavidad la cintura de Desari, acercándola más a él - A pesar de haber bebido de más, mantienes tu equilibrio para la danza…- mostro su cumplido con una de esas sonrisas que ponía, una esforzada, pero no era por estar incomodo, simplemente no solía acostumbrar a sonreír, no era una faceta suya y no sabía cómo Desari tenía cierto afecto hacia él aun siendo como era con ella, algunas veces torpe en sus vocablos, algunas veces él mismo metía la pata hasta el fondo en cosas que no recordaba solamente por la lejanía de los años.
No tenía buena memoria, habían pasado muchas cosas desde que se habian separado años atras. No sabia si lo estaba haciendo bien, el compas se le estaba yendo de los pies y su cabeza estaba comenzando a pensar, a taladrarle con un leve "tic tic" pero el mismo siguio como un maestro los pasos de nuevo, al compas en compañia de Desari, vueltas, agarres, giros de nuevo en el sitio, ellos dos se acoplaban junto a los demas que comenzaban a bailar al igual que ellos dos. Hacia tiempo que no se divertia tanto, miraba a su acompañante, estaba radiante, pero comenzo a escuchar susurros de curiosos cerca de ellos, no les hizo caso, el seguiría en el baile que al parecer aún no habia cometido ningun acto torpe. Torpeza. Aquello le pondria nervioso y le haria perder una de sus siete vidas, literalmente, pocas veces bailaba, pero ya por lo que podia experimentar, no era tan dificil.
-Dissy, ¿Estas sedienta? -se quedaba mirandola fijamente a los ojos, suspirando profundamente ya que el aire comenzaba a faltar por su parte. Habia tenido una sustraccion de energias al llegar a Rusia, se habia recuperado pero aun habia alguna que otra secuela. Estaba convencido de que su acompañante estaria mas que de acuerdo en hacer una pausa -...Esos..vestidos...-acercaba el oido al ajeno-...Hacen que respires la mitad...-mostro preocupacion en la voz, separandose del oido ajeno para mirar a esos ojos azules que le quitaban el aliento-....Mirar a tus ojos es solamente un lujo que muy pocos pueden...-murmuro tranquilo. Deseaba tener mas palabras con ella, pero solamente su consciencia se lo impedia-Creo que será mejor una pausa...-mostro desigualdad a que el baile estuviera en marcha, su acompañante habia tomado demasiado licor y ahora él se ocuparia de su proteccion. Habia parado el baile, de reojo vio algo rojo moverse cerca de él, pero igualmente, el tomo la mano de Dissy, para llevarla a tomar un descanso-...Creo que debo estar por lo menos hoy sobre ti..-murmuro, pero notó que su mano se solto, para despues casi bufar, no giro su rostro, simplemente tomo la mano de ella y ahora era "Sueltame" "oiga!" de una manera un tanto educada, desconocida y con un tono dulce y atractivo. Se había parado para aclarar las cosas con "Dissy", pero de inmediato giró su rostro para ver a "Dissy" y solo se encontró con algo que no esperaba. Era aquella mujer que habia visto.
-¿Quien eres tu?-Mostro algo de confusión, la mujer que era igual que Desari, lo miraba con la misma confusion que él. Nada pasaba, los demas seguian bailando y ellos dos parados cerca del uno del otro, a varios centimetros lejos de cada uno, cerca del aparador donde habia meseros con bandejas de comida, con pequeños aperitivos para entrar en calentamiento. Pero nadie de los dos estaba hambriento en esos momentos. Algo habia comenzado a pasar. Una historia, unas lineas, un cuento de irse a dormir que no se habia relatado, ahora, en solo una noche....Iba a hacer acto de presencia...y el sonido de una copa de cristal cayendose al suelo, fue lo que saco del shock a Keith. Miró a Desari, vio la copa rota en el suelo, se acerco a ella, lentamente-...Desari...-comenzó-...tranquila...-susurro comenzando a tomarle las manos para ver si tenia algun corte, pero no, todo estaba en orden.
Keith Lanington- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: El Baile de los Hielos Nacientes - Apertura
El alma que hablar puede con los ojos,
también puede besar con la mirada.
Gustavo Adolfo Bécquer
No me di cuenta del momento preciso en el que aquel regalo del Zar había llegado hasta mi mano, le tome de manera desprevenida y solo hasta que sentí algo extraño en la mano fue que preste atención real, la cual no duro mucho tiempo pues mis pensamientos junto con mi mirada se poso de nuevo en Valentino. No podía creer realmente que todo eso estaba pasando… es decir ¿Cómo pensó en invitarme? El ya había visto la clase de peligros que solía correr e incluso le dije que no permitiría que escapara fácilmente a mis preguntas y ahí estaba él, extendiendo una invitación a mi ser curioso por descubrir más de sus secretos
El Zar volvía a hablar y esta vez sentí una punzada en el pecho que mi rostro no pudo evitar. Valentino estaba invitando a todos a bailar aquella pieza y desee poder ser capaz de apartar mi mirada de él, porque algo dentro de mi me hacía sentir enferma y eso era solo de pensar en verlo bailar con cualquier mujer.
Que ingratas eran mis sensaciones; una vez ya le había visto bailar con otra mujer, pero en ese momento él era simplemente un desconocido para mi, alguien que deseaba llamar la atención de cuantos estuvieran a su alrededor y ahora estaba ahí, mirando cada uno de sus movimientos que antes habían pasado inadvertidos para mi.
En un segundo, uno que me pareció sencillamente un sueño mis ojos se encontraron con los de Valentino y su mano se levanto en mi dirección. Mis pies permanecieron estáticos en su lugar y creí sinceramente que mis ojos me estaban dando una mala pasada y que la joven con quien él esperaba bailar estaba cerca de mi, así que moví la cabeza de un lado a otro pero solo fui capaz de encontrarme con la mirada de otras joven que me observaban de manera fija y cuchicheaban entre ellas. Algunas hablaban de manera más descarada de mi y creo que ese ha sido el único momento en el que me he arrepentido de ser como soy.
Casi todos los comentarios expresaban preocupación porque el Zar escogía a una desconocida para el primer baile y mi mente comenzó a decirme que si todas esas personas se enteraban de la realidad de mi persona, entonces él estaría en problemas.
¿Que esperaba el Zar? Acaso las advertencias que pudo recibir después de haberme llevado a casa después de que nos conocimos ¿no habían sido las suficientes para alejarlo de mi mala compañía?
Volví la mirada al lugar donde antes había estado enfocada, pero él ya no estaba ahí; se estaba acercando cada vez más a mi con paso firme, la mirada fija y aquella mano que me invitaba a tomarle.
Sabía que si no tomaba su mano, alguien más debería hacerlo y aunque fuera lo correcto para él dejarle solo, alejarme y no volver a mirarle jamás, mi corazón me pedía lo contrario. Fue de esa manera como di un paso al frente y eliminando aquella cara de sorpresa le sonreí, para después estirar mi mano y tomar la suya.
Solo necesite sentir la calidez que transmitía su mano y su mirada para olvidarme de todo. De que no era correcto, de que las personas pensarían mal del Zar… nada de eso me importaba realmente a mi, lo único importante en mi mente era él y nada ni nadie más. Camine a su lado, existiendo solo nosotros dos para mi y una vez que estuvimos frente a frente me alegre de haber asistido.
Entre abrí los labios, tenía demasiadas cosas que preguntarle, demasiado que decir pero con una simple seña me hizo guardar silencio. Era sencillamente increíble como podía ser capaz de afectarme tanto, pero me alegraba que lo hiciera, en momentos como ese era justo lo que yo necesitaba.
Me era absolutamente imposible dejar de mirar aquel par de ojos que estaban fijos en mi y su cercanía se sentía bien. Mis ojos buscaban en los suyos un propósito, una razón para que ambos estuviéramos así.
- Valentino… - iba a comenzar a decir algo en contra de sus deseos pero simplemente no pude hacerlo y en cambio guarde silencio. El momento me parecía demasiado perfecto.
también puede besar con la mirada.
Gustavo Adolfo Bécquer
No me di cuenta del momento preciso en el que aquel regalo del Zar había llegado hasta mi mano, le tome de manera desprevenida y solo hasta que sentí algo extraño en la mano fue que preste atención real, la cual no duro mucho tiempo pues mis pensamientos junto con mi mirada se poso de nuevo en Valentino. No podía creer realmente que todo eso estaba pasando… es decir ¿Cómo pensó en invitarme? El ya había visto la clase de peligros que solía correr e incluso le dije que no permitiría que escapara fácilmente a mis preguntas y ahí estaba él, extendiendo una invitación a mi ser curioso por descubrir más de sus secretos
El Zar volvía a hablar y esta vez sentí una punzada en el pecho que mi rostro no pudo evitar. Valentino estaba invitando a todos a bailar aquella pieza y desee poder ser capaz de apartar mi mirada de él, porque algo dentro de mi me hacía sentir enferma y eso era solo de pensar en verlo bailar con cualquier mujer.
Que ingratas eran mis sensaciones; una vez ya le había visto bailar con otra mujer, pero en ese momento él era simplemente un desconocido para mi, alguien que deseaba llamar la atención de cuantos estuvieran a su alrededor y ahora estaba ahí, mirando cada uno de sus movimientos que antes habían pasado inadvertidos para mi.
En un segundo, uno que me pareció sencillamente un sueño mis ojos se encontraron con los de Valentino y su mano se levanto en mi dirección. Mis pies permanecieron estáticos en su lugar y creí sinceramente que mis ojos me estaban dando una mala pasada y que la joven con quien él esperaba bailar estaba cerca de mi, así que moví la cabeza de un lado a otro pero solo fui capaz de encontrarme con la mirada de otras joven que me observaban de manera fija y cuchicheaban entre ellas. Algunas hablaban de manera más descarada de mi y creo que ese ha sido el único momento en el que me he arrepentido de ser como soy.
Casi todos los comentarios expresaban preocupación porque el Zar escogía a una desconocida para el primer baile y mi mente comenzó a decirme que si todas esas personas se enteraban de la realidad de mi persona, entonces él estaría en problemas.
¿Que esperaba el Zar? Acaso las advertencias que pudo recibir después de haberme llevado a casa después de que nos conocimos ¿no habían sido las suficientes para alejarlo de mi mala compañía?
Volví la mirada al lugar donde antes había estado enfocada, pero él ya no estaba ahí; se estaba acercando cada vez más a mi con paso firme, la mirada fija y aquella mano que me invitaba a tomarle.
Sabía que si no tomaba su mano, alguien más debería hacerlo y aunque fuera lo correcto para él dejarle solo, alejarme y no volver a mirarle jamás, mi corazón me pedía lo contrario. Fue de esa manera como di un paso al frente y eliminando aquella cara de sorpresa le sonreí, para después estirar mi mano y tomar la suya.
Solo necesite sentir la calidez que transmitía su mano y su mirada para olvidarme de todo. De que no era correcto, de que las personas pensarían mal del Zar… nada de eso me importaba realmente a mi, lo único importante en mi mente era él y nada ni nadie más. Camine a su lado, existiendo solo nosotros dos para mi y una vez que estuvimos frente a frente me alegre de haber asistido.
Entre abrí los labios, tenía demasiadas cosas que preguntarle, demasiado que decir pero con una simple seña me hizo guardar silencio. Era sencillamente increíble como podía ser capaz de afectarme tanto, pero me alegraba que lo hiciera, en momentos como ese era justo lo que yo necesitaba.
Me era absolutamente imposible dejar de mirar aquel par de ojos que estaban fijos en mi y su cercanía se sentía bien. Mis ojos buscaban en los suyos un propósito, una razón para que ambos estuviéramos así.
- Valentino… - iba a comenzar a decir algo en contra de sus deseos pero simplemente no pude hacerlo y en cambio guarde silencio. El momento me parecía demasiado perfecto.
Nathaly Rilke- Humano Clase Alta
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 15/10/2012
Localización : Yo aqui tu donde??
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El Baile de los Hielos Nacientes - Apertura
[...]
Volteo al cielo y siento que estas ahí,
en el aire que respiro,
en cada rayo de sol y de luna
mi todo, mi mundo entero.
Anónimo
Volteo al cielo y siento que estas ahí,
en el aire que respiro,
en cada rayo de sol y de luna
mi todo, mi mundo entero.
Anónimo
Impresionante.
Siempre recordaría las sonrisas que Adrik esta noche le regalaba. Antes, desde que se conocieron muy pocas veces había sonreído y reído en alto, como en estos momentos, en que parecía perdido en la entonación de su propia risa. Ante cada gesto de felicidad de él, no podía mas que reírse también ella, alegre. Todo y que mas que alegre, Adrik parecía querer molestarla y las sonrisas las usaba como la retirada perfecta ante cualquier regaño de Danna. La que se encontraba con interrupciones de conocidos y otros miembros de la realeza constantemente por lo qual tuvo que aplazar el momento de hablar seriamente con él y regañarle por su comportamiento. Uno no debía molestarte con un alfiler y menos cuando hablaba un rey. Pero hasta finalmente la escena del alfiler le había hecho gracia, terminando ella también por reír en voz baja, mal mirando a Adrik sumamente divertida.
La ausencia es al amor como el viento es al fuego,
apaga a los pequeños amores
pero hace crecer a los grandes.
Roger de Bussy-Rabutin
apaga a los pequeños amores
pero hace crecer a los grandes.
Roger de Bussy-Rabutin
Tras el dulce brindis que compartieron, en donde en ningún momento dejaron de beber de la esencia del otro. Se encontraron rodeados por muchos conocidos y curiosos. La mayoría de las gentes, conocidos de Danna, ya que los conocidos de Adrik se quedaban lejos de ellos, conocedores de que si el joven mantenía a la bella dama contra él, solo quería indicar que era suya y no deseaba interrupciones de quienes le conocían.
Entre saludos cordiales y breves charlas, Danna se recostaba en él agradeciendo de tenerlo de vuelta, al menos por esta noche a su lado. Él le daba fuerzas con su sola presencia y con aquellos ojos que la contemplaban con posesividad, provocando que su corazón se estremeciera de dolor, en pensar en perderlo de nuevo. Gracias a él, a su contacto permanente y compañia seguía en su papel de duquesa cuando lo único que ansiaba más era finalmente poder hablar con él.
- Señor Sachid, es todo un placer encontrarle por aquí - Saludó Danna en una leve reverencia al último joven que intentaba acaparar su atención.
El joven le tomó la mano, yendo a besársela cuando quedándose mudo, con la vista fija a sus espaldas, enseguida soltó su mano y balbuceando una apenas entendible escusa se alejó como cordero que avista al feroz lobo y huye, salvando su vida. Danna intuyendo el porqué, se giró a sus espaldas, donde Adrik la mantenía contra su cuerpo agarrada por la cintura.
- Adrik, todo esto es realmente innecesario… - Replicó ella, tragándose sus propias palabras al caer en aquella oscura mirada. Durante unos segundos se quedó sin respiración, totalmente atrapada. Parecia revivir de nuevo aquella primera noche, aquel primer encuentro de ambos, en donde en el bosque la tomó y domó solo con una oscura mirada. Se parecia a esa mirada, y a la vez una totalmente distinta. Ahora la miraba con posesividad, y un brillo apacible, lleno de ternura y calma, con el que sosegaba su corazón.
Adrik sin decir más, la tomó de la mano y sorteando cualquiera que quisiera interrumpirles, la llevó a la pista del baile, en donde el Zar y su pareja de baile junto algunas otras más, mecían sus cuerpos al celestial ritmo de aquella excepcional primera pieza.
Primera pieza del baile.
- Querido, con William en las Américas…hiciste ya bastante -Le dijo negando la cabeza, en un ademan serio que poco le duró al ver la sonrisa inocente que le dedicó. Sin poderlo remediar esbozo ligeramente una sonrisa en sus labios. Si a algo debía de estar de acuerdo con él, era en mostrarse celoso tras el gran número de caballeros que la habían saludado interrumpiéndoles. De ser lo contrario, ella también se encelaría y poco habría tardado en llevárselo lejos de todo y todas, donde nadie pudiera interrumpir nada de lo que sucediera entre ellos.
Correspondiendo a la reverencia aceptó el baile, en donde de una forma posesiva se encontró siendo arrimada y pegada al cuerpo ajeno. Sintiendo su frialdad y él su calidez, empezaron a danzar al son de la música, meciéndose con lentitud siempre manteniendo la mirada fija el uno en el otro, sin ser conscientes más que de uno y el otro y el compás de sus cuerpos. En ningún momento perdía la dulce sonrisa de sus labios. Aún no podía creerse estar aquí con él. Intentaba sobreponerse a la calidez de su corazón, a la sensación de volar cuando se encontraba a su lado, pero le resultaba imposible. En su ausencia solo se había reafirmado lo que sentía por él. Le amaba como el pájaro ama volar, como el pez ama el agua, sin la cual no puede vivir. Él era la parte restante de su corazón. Porque hasta a la luz, le falta oscuridad.
Balanceándose, dejándose llevar por él en muchas ocasiones, se encontró adorando aquella canción que se le hacía desconocida, pero la que parecía conocer tan bien Adrik. Perdiéndose un momento observando el baile de las parejas vecinas, solo atinó a sonreír a lo que decía Adrik, cuando al volver la mirada a él sintió como la tomaba de la cadera y la alzaba al aire, girando con ella, hasta devolverla al suelo. Su corazón tartamudeaba, no se había esperado aquello y con aquella mirada asustada, le miró retomando de nuevo la lenta melodía.
Frunciendo los labios, antes de cometer alguna imprudencia de decirle lo que pensaba de él en ese momento, sin pararse a analizar la risa de este de felicidad en cuando la alzó. Risa que se grabó en su corazón con sorpresa. Alzada en el aire pudo ver su rostro y aquella sonrisa, había parecido un niño en una de sus travesuras. ¿Cuánto hacia que no se sentía así? Mostrándose molesta con él, tras escucharle repetir lo que decía la gente sobre ellos dos, rindiéndose sonrió, dejando de lado el gran susto en el que se había encontrado instantes antes. – Quizás tienen razón, y hacemos una pareja encantadora – Afirmó ella sonriendo dulcemente, dando vueltas junto a él, sintiéndose aún vigilada por miradas ajenas, que tras el espectáculo anterior no dejaban de chismosear entre ellas.
Los chismes serian grandes al llegar a Escocia de nuevo. En el baile muchos conocidos se habían acercado, reconociendo a Adrik como un noble importante de la ciudad Rusa, lo que sin duda haría volar la imaginación, y en cuando llegara a Escocia, que solo era cuestión de tiempo, se volvería a hablar de él como el prometido de la duquesa. La misma situación que se dio en la fiestas del lobo en Escocia, hacia meses, donde tras presentarse con él como su acompañante les falto tiempo a las jóvenes y no tan jóvenes ociosas para reinventar sobre ellos todo y más de lo que pudieron. Finalizando los molestos chismes en cuando Adrik no regresó de nuevo.
El baile es el ritmo del corazón.
El tiempo en sus brazos pasaba rápido, apenas habían empezado que demasiado pronto la música empezó a descender, indicando la llegada del final de la pieza musical con que el Zar había abierto la temporada de vals en las tierras gélidas de Rusia. Negada a dejar que el momento entre ellos dos diera su fin, siguió junto a él meciéndose cada vez más lentos hasta que terminó recostada en él por completo. Con su cabeza apoyada en uno de sus hombros, hipnotizada por completo por su aroma y el contacto íntimo que en las últimas notas se reflejó en el baile, con piel contra piel, deseó que nunca terminara aquella noche.
Dieron las últimas notas y así, entrelazados entre sí, hielo y fuego siguieron unidos.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 592
Fecha de inscripción : 27/05/2013
Edad : 32
Re: El Baile de los Hielos Nacientes - Apertura
En su mente aún se estaba preguntando por qué había ido ahí, ni siquiera había investigado quienes iban a estar, ¡Es que no había pensado en nada! Sólo vio la oportunidad de hacer lo que quería y la tomó, por eso nunca hacía nada sin meditarlo antes, porque generalmente todo lo salía mal, no sabía como era que lo lograba, suponía que tenía mal karma o algo por el estilo, era lo que tenía que pagar por no querer ir a casa y refugiarse en los brazos de alguien que quizá no la quería, pero que le daría la estabilidad económica y posición social que tampoco necesitaba, sin embargo para los ojos de los demás era completamente indispensable.
Mantuvo la copa entre sus dedos y observó el líquido no le llamaba la atención siquiera perderse en aquello, no había razón para probarlo, seguramente se veía patética y ahora entendía por qué debía llevar un antifaz, a lo mejor así nadie le reconocía y de ese modo no tendría que lidiar con que todos la recordaran con aquellos gestos que definitivamente no tendrían porque estar en una fiesta, suspiró y logró que las cortinas le cubrieran un poco, no quería interrumpir, y tampoco quería ser la única que no bailara en aquél lugar, era algo sencillo, un poco más de tiempo y entonces huiría, seguramente nadie había captado su presencia y era algo de lo más normal así que podría marchar sin ningún contratiempo, o eso era lo que pensaba.
Estaba anonadada observando como el lugar se iba llenando poco a poco con los invitados, aquellos mismos que empezaban a formar una gran masa para poder bailar a un tiempo, era fantástico, debía decirlo, sin embargo su capacidad para coordinar era pésima. Salió de sus pensamientos hasta que encontró a un hombre delante de ella -Mucho gusto, monsieur- hizo una leve reverencia y en cuanto un mesero pasó a su lado dejó la copa intacta sobre la charola de plata que el hombre portaba -Gabrielle Valois, para servirle- contestó observándolo a través de aquél antifaz -¿No bailará? Parece que están sumamente divertidos- miró el salón seguramente en un par de segundos más ya no cabría un solo alfiler -La verdad es que yo no sé bailar...- quizá se estaba adelantando un poco a las cosas pero era mejor así antes de que se viera en la pista de baile por no haber podido decir que "no".
Mantuvo la copa entre sus dedos y observó el líquido no le llamaba la atención siquiera perderse en aquello, no había razón para probarlo, seguramente se veía patética y ahora entendía por qué debía llevar un antifaz, a lo mejor así nadie le reconocía y de ese modo no tendría que lidiar con que todos la recordaran con aquellos gestos que definitivamente no tendrían porque estar en una fiesta, suspiró y logró que las cortinas le cubrieran un poco, no quería interrumpir, y tampoco quería ser la única que no bailara en aquél lugar, era algo sencillo, un poco más de tiempo y entonces huiría, seguramente nadie había captado su presencia y era algo de lo más normal así que podría marchar sin ningún contratiempo, o eso era lo que pensaba.
Estaba anonadada observando como el lugar se iba llenando poco a poco con los invitados, aquellos mismos que empezaban a formar una gran masa para poder bailar a un tiempo, era fantástico, debía decirlo, sin embargo su capacidad para coordinar era pésima. Salió de sus pensamientos hasta que encontró a un hombre delante de ella -Mucho gusto, monsieur- hizo una leve reverencia y en cuanto un mesero pasó a su lado dejó la copa intacta sobre la charola de plata que el hombre portaba -Gabrielle Valois, para servirle- contestó observándolo a través de aquél antifaz -¿No bailará? Parece que están sumamente divertidos- miró el salón seguramente en un par de segundos más ya no cabría un solo alfiler -La verdad es que yo no sé bailar...- quizá se estaba adelantando un poco a las cosas pero era mejor así antes de que se viera en la pista de baile por no haber podido decir que "no".
Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Re: El Baile de los Hielos Nacientes - Apertura
Doy por terminada la etapa de apertura. Muchas gracias a todos por participar.
Tercera Etapa - Temas Grupales(3)/En pareja(2) (hasta el 23 de Octubre): Aquí grupos de a dos o de a tres personajes máximo crearán su propio tema dentro del Palacio de Invierno, el cual tendrá que tener al costado del título el nombre de los personajes que lo componen (aparte del que abre el tema) y además “El Baile de los Hielos Nacientes”. Un caso; si Valentino de Visconti es el que abre el tema, un ejemplo de nombre de tema sería así:
Parece que el vals no alegra los corazones [Danna Dianceht][El Baile de los Hielos Nacientes]
Tercera Etapa - Temas Grupales(3)/En pareja(2) (hasta el 23 de Octubre): Aquí grupos de a dos o de a tres personajes máximo crearán su propio tema dentro del Palacio de Invierno, el cual tendrá que tener al costado del título el nombre de los personajes que lo componen (aparte del que abre el tema) y además “El Baile de los Hielos Nacientes”. Un caso; si Valentino de Visconti es el que abre el tema, un ejemplo de nombre de tema sería así:
Parece que el vals no alegra los corazones [Danna Dianceht][El Baile de los Hielos Nacientes]
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 27/02/2013
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