AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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- Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
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- Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
El crujir de la hojas secas y el seco sonido de percusión en aquella tierra polvorienta, marcaban sus pasos al caminar una melodía rítmica de un camino un errante, pero con un objetivo final muy bien precisado. Sus botas de cuero negro calzaban sus pies, llevando entre ellas rastros de tierra y hasta lodo, y quizás alguna que otra plantita con espinas que se haya adherido a la tela de aquel calzado, nada importante o de que preocuparse. Esa noche la ropa no iba a ser detallada por la sociedad, no hubo nadie que estuviera de testigo para verlo entrar al bosque, no había nadie en ese instante para verlo caminar dentro de él, y mucho menos vería a alguien dentro… no aún.
La brisa fría que arropaba aquel bosque intentaba abrazarle con esas garras etéreas, de verdad que lo intentaba, pues desde que había entrado, no había dejado de soplar, como si alguien intentase advertirle de algo. Más, el abrigo que llevaba encima era lo suficientemente grueso para cubrirlo bien de cualquier resfrío posible, después de todo, era de una tela negra con botones en gris, que llegaba hasta las rodillas con un corte recto, las mangas hasta sus muñecas, donde comenzaban a verse una tela del mismo tono, pero diferente grosor, eran guantes, unos muy cómodos, cabe destacar. Lo único que la brisa alcanzaba a mecer con su potencia, era ese rubio cabello que nacía de su cabeza, los que caían al frente de sus ojos, y uno que otro que danzaba sobre esta por estar algo largo.
Su caminar le llevaría a una parte profunda del bosque, al noreste desde donde entro, estaba rodeado de unos seis árboles frondosos que extendían sus ramas unos nueve metros en las alturas, era un claro, pues había un tronco seco y caído, ya sin ramas y con varios pedazos cortados, solo quedaba madera podrida del mismo, podría decirse, - Malditos leñadores… - Se escucharía decir con suavidad en esa grave voz, a la naturaleza no debían tratarla así, si quitabas algo, debías devolverle algo, pero muy pocos practicaban eso en la actualidad, es por eso quizá que la misma madre naturaleza cobraría venganza contra los seres humanos en un futuro, o quién sabe, capaz con la sola existencia de no-muertos y brujos, como él, ya estaba empezando su perfecto plan vengativo contra la humanidad.
Se sentaría en el cadáver del árbol, y aquellos azules orbes subirían hasta las ramas para explorar un poco lo que tenía a la mano, varios animales ya reposaban allí apacibles, disfrutando de aquella hermosa noche nubosa, algunos frutos ácidos, bayas, arbustos de flores silvestres, y unas que otras ramas secas, que bonito lugar había escogido. Hasta la luna esa noche coordinaba para dar todo un ambiente de serenidad y espera, pues se había vuelto un punto blanco en el manto nocturno, los luceros y estrellas no estarían a su disposición esa noche, pues había muchas motas grises de algodón que se paseaban a esa hora, ya casi era media noche.
Cerraría los ojos por dos segundos, y al abrirlos, una media sonrisa se dibujaría en esos labios finos de su rostro, todo ser que estuviese cerca sería detectado por él, ¿Cómo? Digamos que él mismo se delatara y gritará su presencia, solamente por elegir estar vivo.
Ya él estaba listo, ahora, solo quedaba esperar que la muerte le fuese a visitar.
La brisa fría que arropaba aquel bosque intentaba abrazarle con esas garras etéreas, de verdad que lo intentaba, pues desde que había entrado, no había dejado de soplar, como si alguien intentase advertirle de algo. Más, el abrigo que llevaba encima era lo suficientemente grueso para cubrirlo bien de cualquier resfrío posible, después de todo, era de una tela negra con botones en gris, que llegaba hasta las rodillas con un corte recto, las mangas hasta sus muñecas, donde comenzaban a verse una tela del mismo tono, pero diferente grosor, eran guantes, unos muy cómodos, cabe destacar. Lo único que la brisa alcanzaba a mecer con su potencia, era ese rubio cabello que nacía de su cabeza, los que caían al frente de sus ojos, y uno que otro que danzaba sobre esta por estar algo largo.
Su caminar le llevaría a una parte profunda del bosque, al noreste desde donde entro, estaba rodeado de unos seis árboles frondosos que extendían sus ramas unos nueve metros en las alturas, era un claro, pues había un tronco seco y caído, ya sin ramas y con varios pedazos cortados, solo quedaba madera podrida del mismo, podría decirse, - Malditos leñadores… - Se escucharía decir con suavidad en esa grave voz, a la naturaleza no debían tratarla así, si quitabas algo, debías devolverle algo, pero muy pocos practicaban eso en la actualidad, es por eso quizá que la misma madre naturaleza cobraría venganza contra los seres humanos en un futuro, o quién sabe, capaz con la sola existencia de no-muertos y brujos, como él, ya estaba empezando su perfecto plan vengativo contra la humanidad.
Se sentaría en el cadáver del árbol, y aquellos azules orbes subirían hasta las ramas para explorar un poco lo que tenía a la mano, varios animales ya reposaban allí apacibles, disfrutando de aquella hermosa noche nubosa, algunos frutos ácidos, bayas, arbustos de flores silvestres, y unas que otras ramas secas, que bonito lugar había escogido. Hasta la luna esa noche coordinaba para dar todo un ambiente de serenidad y espera, pues se había vuelto un punto blanco en el manto nocturno, los luceros y estrellas no estarían a su disposición esa noche, pues había muchas motas grises de algodón que se paseaban a esa hora, ya casi era media noche.
Cerraría los ojos por dos segundos, y al abrirlos, una media sonrisa se dibujaría en esos labios finos de su rostro, todo ser que estuviese cerca sería detectado por él, ¿Cómo? Digamos que él mismo se delatara y gritará su presencia, solamente por elegir estar vivo.
Ya él estaba listo, ahora, solo quedaba esperar que la muerte le fuese a visitar.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/09/2013
Edad : 33
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Nuevamente el sol daba el paso a las criaturas nocturnas de emprender sus tan esperados caminos hacia la superficie, retomar lo que la noche anterior dejaron pendiente, o simplemente hacerles buscar nuevos he intrigantes desafíos. Ciertamente ese noche en particular se hallaba en calma, quizás hasta demasiado silenciosa, lo cual solo era señal del peligro que acechaba en cada rincón de aquel misterioso bosque, que regocijaba a las mas extrañas almas que se abrían paso a diario en el, sin imaginar, ni por un segundo, lo que serían capaces de averiguar, y descubrir; claro, si lograban salir de ahí con vida.
Leonor comenzó a salir de su hogar con tranquilidad, un paseo era mas que bienvenido en ese momento, el estirar sus piernas, sintiendo la tierra bajo sus pies, amaba la libertad de no tener que llevar calzado, y a pesar del frío que se dejaban sentir con creces esa noche, ella solo caminaba con un suave y liviano vestido, mientras sus cabellos eran elevados una y otra vez por el viento que le azotaba suavemente el rostro, todo en ese momento era paz para ella, pues al encontrarse tan distraída no logro darse cuenta de lo cerca que estaba del próximo desafortunado que se transformaría en su cena.
Caminó con suma confianza hasta divisar entre un grupo de árboles, o lo que quedaba de ellos, a un joven, el cual para sorpresa de ella no se veía perdido, ni mucho menos asustado
¿Acaso el, estaría consiente del riesgo que corría? Al parecer no.
La vampiresa centro sus ojos en el cuerpo ajeno, justo al momento en que la brisa se alzo nuevamente, regalandole una suculenta muestra del dulce aroma de su sangre, lo que vendría después sería simplemente la ley de la vida, sus instintos afloraban y ya no tendría manera de luchar contra eso, y tampoco deseaba hacerlo, menos cuando se le presentaba una oportunidad tan irresistible como la que estaba presenciando justo frente a ella.
Decidió hacerlo un poco mas divertido para ambos, por lo que contuvo el aliento por unos segundos, así la sed no comenzaba a controlarla tan rápidamente, y sin dudarlo mas, apareció desde las sombras ubicándose justo frente a el, a la par que apoyaba su fino cuerpo contra el magullado tronco de un imponente árbol.
- Buenas noches, Monsieur - le saludó con una cálida sonrisa en sus labios, claramente no demostraba ser una amenaza, he incluso lograría verse hasta desprotegida ante los ojos de cualquiera.
- ¿Se encuentra perdido? - agregó aquella pregunta, frunciendo ligeramente los labios, denotando una sombra de preocupación en su rostro. Luego de esto abandono su lugar y dio temblorosos pasos hacia el extraño, deteniéndose siempre, a una distancia prudente, y solo al encontrarse ahí, levanto su mirada para encontrarse con los profundos ojos de el.
- Lamento llegar a importunarle de esta manera, pero pensé que necesitaba de ayuda. - la joven no estaba segura de la reacción que podría tener, pero se encontraba preparada y lista para arremeter contra el, mientras sus ojos se paseaban con lentitud por el rostro que le observaba con la curiosidad a flor de piel.
Simplemente sintió que aquella iba a ser su noche de suerte, puesto que no se sentía débil producto de la sed, por lo que volvió a respirar, dejándose embriagar por el aroma que desprendía, y el calor que emanaba del el, permitiendo que sus sentidos se despertaran y para la desgracia ajena, el solo terminaría siendo un sabroso bocadillo nocturno.
Leonor comenzó a salir de su hogar con tranquilidad, un paseo era mas que bienvenido en ese momento, el estirar sus piernas, sintiendo la tierra bajo sus pies, amaba la libertad de no tener que llevar calzado, y a pesar del frío que se dejaban sentir con creces esa noche, ella solo caminaba con un suave y liviano vestido, mientras sus cabellos eran elevados una y otra vez por el viento que le azotaba suavemente el rostro, todo en ese momento era paz para ella, pues al encontrarse tan distraída no logro darse cuenta de lo cerca que estaba del próximo desafortunado que se transformaría en su cena.
Caminó con suma confianza hasta divisar entre un grupo de árboles, o lo que quedaba de ellos, a un joven, el cual para sorpresa de ella no se veía perdido, ni mucho menos asustado
¿Acaso el, estaría consiente del riesgo que corría? Al parecer no.
La vampiresa centro sus ojos en el cuerpo ajeno, justo al momento en que la brisa se alzo nuevamente, regalandole una suculenta muestra del dulce aroma de su sangre, lo que vendría después sería simplemente la ley de la vida, sus instintos afloraban y ya no tendría manera de luchar contra eso, y tampoco deseaba hacerlo, menos cuando se le presentaba una oportunidad tan irresistible como la que estaba presenciando justo frente a ella.
Decidió hacerlo un poco mas divertido para ambos, por lo que contuvo el aliento por unos segundos, así la sed no comenzaba a controlarla tan rápidamente, y sin dudarlo mas, apareció desde las sombras ubicándose justo frente a el, a la par que apoyaba su fino cuerpo contra el magullado tronco de un imponente árbol.
- Buenas noches, Monsieur - le saludó con una cálida sonrisa en sus labios, claramente no demostraba ser una amenaza, he incluso lograría verse hasta desprotegida ante los ojos de cualquiera.
- ¿Se encuentra perdido? - agregó aquella pregunta, frunciendo ligeramente los labios, denotando una sombra de preocupación en su rostro. Luego de esto abandono su lugar y dio temblorosos pasos hacia el extraño, deteniéndose siempre, a una distancia prudente, y solo al encontrarse ahí, levanto su mirada para encontrarse con los profundos ojos de el.
- Lamento llegar a importunarle de esta manera, pero pensé que necesitaba de ayuda. - la joven no estaba segura de la reacción que podría tener, pero se encontraba preparada y lista para arremeter contra el, mientras sus ojos se paseaban con lentitud por el rostro que le observaba con la curiosidad a flor de piel.
Simplemente sintió que aquella iba a ser su noche de suerte, puesto que no se sentía débil producto de la sed, por lo que volvió a respirar, dejándose embriagar por el aroma que desprendía, y el calor que emanaba del el, permitiendo que sus sentidos se despertaran y para la desgracia ajena, el solo terminaría siendo un sabroso bocadillo nocturno.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/10/2012
Edad : 33
Localización : La casa de la Esperanza
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Una sonrisa, dulce, cálida, suave, y muy rara media sonrisa se dibujo en el rostro de aquel doctor, esos labios finos denotaban una alegría extraña, como si estuviese complacido totalmente de lo que acababa de descubrir… o aparecer. Pudieron sus orbes azules detallar a aquella mujer rápidamente, era hermosa cabe destacar, de un rostro tan tierno, seguramente esculpido con gran amor por parte de Dios, pues era pura belleza y seducción; en todo caso, aquel joven contestaría a su saludo con la misma chispa asertiva que ella usaba para saludarle. - Muy buenas noches para usted, damisela. - Le diría con esa voz tan varonil que poseía, sobre todo conservando la media sonrisa de sus finos labios y con una amabilidad, siempre admirable en él, pero para cualquier incauto lector: ¿Por qué reiría aquel muchacho, si se había topado con la muerte?
El frío viento volvería arreciar, deslizando sus garras invisibles por los dos ahora desconocidos, moviendo las ramas de los árboles, dejando caer las hojas débiles a este. Su mano izquierda entraría entonces al bolsillo correspondiente de aquel lado de su cuerpo, necesitaba resguardarse un poco más del frío, y su mano diestra se iría entonces a esa barba incipiente de su mejilla izquierda, porque le agradaba la sensación del guante con su piel y esos vellos, era… ¿interesante? Podría decirse que sí, ya habían pasado casi un minuto desde su saludo y aun no contestaba su pregunta, pero es que aquel de apellido Arcalucci no era de los que respondían rápido e impulsivo, además, ¿Cuál era la prisa? Estaba seguro de que ninguno de los dos, acabando de encontrarse, se irían a ningún lado.
- No estoy perdido señorita, muchas gracias por preocuparse. - Le contestó con suavidad, para luego darse cuenta de que estaba descalza aquella dama, eso solo podía indicar una cosa: el pez, si había mordido el anzuelo. - No se disculpe hermosa dama, dígame, ¿Usted vive cerca? ¿Necesita algo en que pueda servirle? - La vería muy bien, sus gestos, su cuerpo, su mirada, su boca, su muy detallada y pálida aura vampírica, todo lo detallaría, porque era obvio, desde que le saludo y esos celestes orbes avistarían tal espécimen, él ya sabía que aquella chica era una vampiresa, y a pesar de tenerla tan cerca, no sentía miedo alguno, él era un brujo, un ser humano con poderes, y ella no podía saber eso, porque aunque pudiese ver el aura de él, vería la de un humano normal, muy calmado.
En cualquier caso, Lissander no subestimaba a la bestia, porque aunque su anzuelo fue perfecto, estaba cazando a un cazador innato, y el no era más que una presa para ella, más ella, no sabía que era una presa para él. ¿Irónico, no? El gato creyendo que tenía acorralado a un indefenso ratón, y el ratón, queriendo cazar al no tan indefenso gato.
El frío viento volvería arreciar, deslizando sus garras invisibles por los dos ahora desconocidos, moviendo las ramas de los árboles, dejando caer las hojas débiles a este. Su mano izquierda entraría entonces al bolsillo correspondiente de aquel lado de su cuerpo, necesitaba resguardarse un poco más del frío, y su mano diestra se iría entonces a esa barba incipiente de su mejilla izquierda, porque le agradaba la sensación del guante con su piel y esos vellos, era… ¿interesante? Podría decirse que sí, ya habían pasado casi un minuto desde su saludo y aun no contestaba su pregunta, pero es que aquel de apellido Arcalucci no era de los que respondían rápido e impulsivo, además, ¿Cuál era la prisa? Estaba seguro de que ninguno de los dos, acabando de encontrarse, se irían a ningún lado.
- No estoy perdido señorita, muchas gracias por preocuparse. - Le contestó con suavidad, para luego darse cuenta de que estaba descalza aquella dama, eso solo podía indicar una cosa: el pez, si había mordido el anzuelo. - No se disculpe hermosa dama, dígame, ¿Usted vive cerca? ¿Necesita algo en que pueda servirle? - La vería muy bien, sus gestos, su cuerpo, su mirada, su boca, su muy detallada y pálida aura vampírica, todo lo detallaría, porque era obvio, desde que le saludo y esos celestes orbes avistarían tal espécimen, él ya sabía que aquella chica era una vampiresa, y a pesar de tenerla tan cerca, no sentía miedo alguno, él era un brujo, un ser humano con poderes, y ella no podía saber eso, porque aunque pudiese ver el aura de él, vería la de un humano normal, muy calmado.
En cualquier caso, Lissander no subestimaba a la bestia, porque aunque su anzuelo fue perfecto, estaba cazando a un cazador innato, y el no era más que una presa para ella, más ella, no sabía que era una presa para él. ¿Irónico, no? El gato creyendo que tenía acorralado a un indefenso ratón, y el ratón, queriendo cazar al no tan indefenso gato.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/09/2013
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
“Come in close, because the more you think you see,
the easier it'll be to fool you."
the easier it'll be to fool you."
Admirable en su totalidad era la seguridad que desprendía del hombre, el cual sin reparos, contestó con una calma digna de estar entablando una conversación con el mas cercano de la familia, cada pregunta que salió de los labios de la vampiresa, quien cada ves sentía como la curiosidad brotaba en si misma.
Su mirada era segura, no dudaba en mantener los ojos fijos en los azules de el, escuchando con atención sus palabras, dedicándole algún movimiento de cabeza, mientras recordaba respirar con tranquilidad, finalmente el lugar ya estaba plagado del aroma ajeno.
Se decidió y regalandole una sonrisa, acorto un poco mas la distancia entre ambos cuerpos, mientras se acomodaba un rebelde mechón de cabello que caía por su rostro, ubicandolo suavemente tras su oreja, movimientos de incomodidad, independiente de su naturaleza, Leonor guardaba muchos gestos humanos, aquella "humanidad" que debía desaparecer luego de su conversión, se aferro a ella y no la abandonó, era, precisamente eso por lo cual aún no se tachaba como un monstruo, sin mas.
Quizás la respuesta mas oportuna y sincera por parte de ella, a la última pregunta del extraño, debería haber sido "Sirvete, a ti mismo", aquel macabro pensamiento, le hizo soltar una ligera risita, dando a su rostro un semblante aún mas tierno, y sabia que debía aprovecharse de eso.
- Si monsieur, vivo muy cerca de este lugar - era la verdad, aunque no daría lugares específicos, se permitió ser sincera con esa respuesta al menos.
- Es bueno saber que no está perdido- "Así nadie lo buscará" , pensamiento instantáneo que se creo en su cabeza - La gente acostumbra a venir aquí, y luego no saben como regresar a sus hogares, el bosque...- suspiró, mientras su mirada recorría lentamente el paisaje a su alrededor, esperando que el hiciera lo mismo - ...Es muy engañoso. - le dijo con su voz rebajada hasta casi un murmuro, el cual quedó flotando mientras su atención, recaía nuevamente en su "cena".
Sin embargo, había algo de el que comenzaba a dejarse entrever, no hizo las típicas preguntas acerca de su aspecto, su escasa vestimenta, ni nada parecido, simplemente se quedó ahí, hablándole con total naturalidad. La joven comenzó a caminar, rodeandole de manera sigilosa, como acechándole, deteniéndose tras su espalda, lo cual podría haber significado un grave error para el.
- ¿y Usted, es de por aquí? No recuerdo haberle visto antes. - le comentó, mientras se acercaba, plantándose a una distancia que de levantar su mano, rozaría su hombro, sentía como si jugara con la comida, sabía que eso no era correcto en lo absoluto, pero lograba percibir una extraña sensación, algo que le atraía al joven, ¿curiosidad? ¿O solo era la sed que comenzaba a golpearla? No estaba segura, pero si estaba dispuesta a descubrirlo, sin importar las consecuencias de sus actos.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Edad : 33
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Las emociones lo eran todo para muchos, y nada para otros, podían ser pasos a un precipicio, o grandes aletazos hacia el cielo, podían al mismo tiempo ser la mismísima escalera al infierno, o un camino fulgurante al paraíso, las emociones podían hacerte útil para muchas cosas o inútiles para tantas otras. Lissander Arcalucci comprendió todo esto desde muy pequeño y sabía perfectamente el poder controlar aquellas emociones, sabía cuando desbocarlas, cuando tragarlas, condensarlas, y hasta simplemente calmarlas, sin que nadie lo notara, no era problema de nadie, al fin y al cabo. Es por eso de que aquella mujer percibía esa infinita calma del joven, porque sencillamente no tenía miedo, no tenía porque tenerlo, el entró allí, no había espacio para la cobardía.
Él respondió a esa sonrisa, con una corta en sus finos labios, es lo más que aquel muchacho sonreía, no porque no podía, sino porque no había provocado nada en él que regalase una sonrisa completa y sincera. Se dio cuenta de lo que aquella joven hizo, acortó el espacio con delicadeza, muy bonito, podría pensar él, y hasta podría decirle que es una excelente táctica disfrazar aquella acción con la seducción de su hermosa sonrisa, pero eso no funcionaría con él, no porque no la encontrara atractiva la sonrisa, sino porque no fue al bosque a buscar el amor o una mujer, fue al bosque por otras razones.
- Que bien que viva cerca de aquí, es hermosa la fauna y flora de este lugar. - Le diría con suavidad en su voz, siempre mirándola, detallándola, estando tan atento a sus gestos, a sus palabras, a sus facciones que parecía un enamorado con su amada, siendo hasta algo loco el ejemplo de este escritor, pero realmente aquel doctor no la perdería de vista, su presa, su cazador, estaba allí, perderlo no era una opción. - Concuerdo con usted, el bosque puede ser misterioso, pero es en lo que no conocemos donde esta lo atractivo, ¿No lo cree? - Preguntaría con perspicacia, siempre clavando su mirar en ella, siempre al pendiente de sus divinos orbes, y de los movimientos de su boca.
- No, no lo soy, vengo de muy lejos. - Se levantó del tronco, alargando él la distancia entre sus dos cuerpos, dándose la vuelta tan pronto diera los dos pasos, ahora caminando de espaldas un poco más, para llegar a metro y medio como máximo, tampoco pretendía salir corriendo, pero a tan corta distancia sería presa fácil, y esa noche, el no tenía ganas de creerse el papel de ratón, o de “cena”. - ¿Podría saber este humilde caballero que hace usted tan sola por este bosque tan oscuro y… engañoso? - Usaría su propia palabra en su contra, mientras sus dos manos entraban en sus bolsillos correspondientes a cada lado.
Respiraría el puro aire de aquel lugar, inundado del aroma a tierra húmeda y disfrutaría del paisaje, que ahora tenía como cereza del pastel a esa joven que ni el nombre conocía…
Él respondió a esa sonrisa, con una corta en sus finos labios, es lo más que aquel muchacho sonreía, no porque no podía, sino porque no había provocado nada en él que regalase una sonrisa completa y sincera. Se dio cuenta de lo que aquella joven hizo, acortó el espacio con delicadeza, muy bonito, podría pensar él, y hasta podría decirle que es una excelente táctica disfrazar aquella acción con la seducción de su hermosa sonrisa, pero eso no funcionaría con él, no porque no la encontrara atractiva la sonrisa, sino porque no fue al bosque a buscar el amor o una mujer, fue al bosque por otras razones.
- Que bien que viva cerca de aquí, es hermosa la fauna y flora de este lugar. - Le diría con suavidad en su voz, siempre mirándola, detallándola, estando tan atento a sus gestos, a sus palabras, a sus facciones que parecía un enamorado con su amada, siendo hasta algo loco el ejemplo de este escritor, pero realmente aquel doctor no la perdería de vista, su presa, su cazador, estaba allí, perderlo no era una opción. - Concuerdo con usted, el bosque puede ser misterioso, pero es en lo que no conocemos donde esta lo atractivo, ¿No lo cree? - Preguntaría con perspicacia, siempre clavando su mirar en ella, siempre al pendiente de sus divinos orbes, y de los movimientos de su boca.
- No, no lo soy, vengo de muy lejos. - Se levantó del tronco, alargando él la distancia entre sus dos cuerpos, dándose la vuelta tan pronto diera los dos pasos, ahora caminando de espaldas un poco más, para llegar a metro y medio como máximo, tampoco pretendía salir corriendo, pero a tan corta distancia sería presa fácil, y esa noche, el no tenía ganas de creerse el papel de ratón, o de “cena”. - ¿Podría saber este humilde caballero que hace usted tan sola por este bosque tan oscuro y… engañoso? - Usaría su propia palabra en su contra, mientras sus dos manos entraban en sus bolsillos correspondientes a cada lado.
Respiraría el puro aire de aquel lugar, inundado del aroma a tierra húmeda y disfrutaría del paisaje, que ahora tenía como cereza del pastel a esa joven que ni el nombre conocía…
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
...Do you see one place where hide you?
Al parecer solo era cosa de tiempo, finalmente siempre la presa comienza a sentirse amenazada, de lo contrario ¿por que se aleja, o es que solo busca volver todo mas divertido?. Aquellos pensamientos deambulaban por la mente de la joven, uno a uno comenzaba a encajarlos, intentando descifrar el misterio que se le presentaba justo frente a sus ojos, a medida que el hombre comenzaba a proteger su espacio, ¿se sentía incomodo, inseguro?, sabía que algo tramaba, pero no deseaba utilizar nada sobre el, al menos por el momento, hallaría la manera de hacerlo por sus propios y "mortales" métodos.
No se acercaría nuevamente a el, al contrario, se aproximó hasta donde anteriormente se encontraba sentado, ubicándose con gracia sobre el tronco, recogiendo sus piernas quedando estas dobladas hacía su pecho, haciendo que el sencillo vestido le cubriera hasta los pies, cayendo sutilmente por los costados de su cuerpo. Al igual que el, movimiento que realizara, fijaba sus ojos en los ajenos, en su presencia, haciendo un forzado intento de mantenerse fuera de los pensamientos ajenos, aunque tuvo un fallo, y "escucho" su última duda.
Volvió a dibujar una sonrisa en sus labios, pero esta vez mas ligeramente, como si acabara de descubrir algo importante, transmitiendoselo a el por medio de su mirada.
- Leonor...ese es mi nombre -respondió con voz dulce y cantarina, a la no formulada pregunta, mientras se daba el lujo de desviar su mirada hacian las copas de los árboles, perdiendole de vista unos segundos, ella no acostumbraba a mentir, por lo que sostener la mirada de el mientras estaba a punto de hacerlo, no era una posibilidad.
- Había olvidado mis modales al no presentarme con usted, Monsieur - le comentó, llenando innecesariamente sus pulmones con el puro oxigeno que les regalaba la naturaleza, pestañeando rápidamente antes de clavarle nuevamente los ojos.
- ¿Podría conocer el suyo? - le preguntó, inclinado la cabeza hacia el costado izquierdo, esperando alguna respuesta, o aguardando la que en ese momento le interesaba.
Leonor no estaba segura de por que aún no intentaba nada contra el, quizás era aquello que lo componía y lo volvía tan insoluble frente a lo que estaba intentando con el, pero no habían testigos, las miradas curiosas no tenía cabida en el lugar, y el silencio aberrante de la noche, se encargaría de ahogar cualquier grito de auxilio naciente de la garganta del hombre.
Exhaló hondamente permitiendo a sus extremidades inferiores volver a estirarse hacia adelante, absorbiendo nuevamente la frescura y frialdad del suelo, el cual se cubría de hojas secas y quemadas por la helada que caía, haciendo que los pies de la vampiresa produjeran aquel sonido típico, al verse quebradas por estos.
- ¿Que está buscando aquí? Dudo mucho que su paso por este lugar sea solo por un simple impulso o deshago. - agregó, mientras sus palmas se apoyaban tras su espalda acariciando la madera húmeda, sosteniendo su frío cuerpo, ahora volteado completamente hacia adelante. La casería estaba tardando mas de lo normal, aunque por una extraña razón no se establecía como una molestia, y al parecer para su acompañante tampoco, ya llegaría el momento de retomar lo que la llevo hasta el.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Aquel juego de sonrisas complicitas seguía de nuevo, el caballero y la dama, el brujo y la vampireza, devolviéndose sonrisas con mensajes ocultos, que quizás ninguno de los dos entendían bien, pero ahí estaban, dos grandes gatos pensando que el otro era un ratón, vaya ironía. Lissander, el gato humano, y quizás más propenso a ser el ratón, yacía alejado de ella por metro y medio, muy poco a decir verdad, observándola detenidamente cuando ella se presentó, y él, ni quería saber su nombre, la duda si cruzó por su mente, pero no la hizo porque ¿para qué conocer el nombre del objeto que iba a estudiar? Era irrelevante esa información, no perdía el tiempo haciendo preguntas innecesarias.
Lissander Cornelio Arcalucci no era un joven que hiciera cosas por hacer, todo tenía un fin, un objetivo, una meta. Por ello, tenía una linda y maliciosa media sonrisa en sus labios, una que no denotaba sorpresa, porque él supuso desde hace mucho que esos seres tenían habilidades sobre naturales, por ello, solamente anotaría en su agenda mental una más de ellas. La telepatía.
Leonor, la gata vampira, que seguro si era una cazadora innata, estaba reposando en el tronco que él dejo atrás, se veía tan dulce y tierna allí, esa mujer era hermosa en definitiva, y si no estuviera muerta y con una maldición encima, quizás y solo quizás, mostraría un poco de cortejo hacia ella, pero eso sería totalmente loco, ¿encontrar a una mujer hermosa en un bosque a tan altas horas de la noche? Tenía que ser un fantasma, un vampiro, o un licántropo. Y él ya sabía lo que ella era, desde el primer momento en que la vio.
Escucharía entonces su excusa para justificar el haberse presentado, y su posterior pregunta, y solamente dejaría pasar el tiempo, hasta que hiciera la segunda pregunta, una que le hizo dar dos pasos más hacia atrás, pasos cortos, sintiendo y escuchando el crujir de aquellas hojas secas, sin dejar de verla a ella. - ¿Por qué no me lo dice usted, señorita Leonor? - La retaba, y lo hacía porque le parecía divertido, ya era hora de empezar a sacar las garras, quería que supiera que no era una tonta cena, él no se dejaría comer fácilmente, así como asumía desde ya que cazarla a ella, no iba a ser cosa fácil, es más, sería seguro muy difícil y capaz no lo conseguiría, pero le parecía tan divertida la idea, que no dejaría de intentarlo.
- ¿Qué estoy buscando? Le tengo que decepcionar, señorita, no estoy buscando nada… - Le sonreiría de vuelta, con sus manos en los bolsillos, a una distancia de casi dos metros, con aquellos ojos azules clavados en los de ella, pendiente de cada acción, cada movimiento, respiro, absolutamente todo aquel brujo lo vería. - … porque ya lo encontré. - Y es en ese preciso instante, que su voz se escucharía como un murmullo grave, como todo un barítono, bien opaca su voz, especialmente para ella, suponía que lo escucharía, y si eso era así, mucho mejor.
¿Qué haría Leonor Daxmins? ¿Continuar jugando con aquel plato volátil de comida, o simplemente lanzarse a por un bocado?
Lissander Cornelio Arcalucci no era un joven que hiciera cosas por hacer, todo tenía un fin, un objetivo, una meta. Por ello, tenía una linda y maliciosa media sonrisa en sus labios, una que no denotaba sorpresa, porque él supuso desde hace mucho que esos seres tenían habilidades sobre naturales, por ello, solamente anotaría en su agenda mental una más de ellas. La telepatía.
Leonor, la gata vampira, que seguro si era una cazadora innata, estaba reposando en el tronco que él dejo atrás, se veía tan dulce y tierna allí, esa mujer era hermosa en definitiva, y si no estuviera muerta y con una maldición encima, quizás y solo quizás, mostraría un poco de cortejo hacia ella, pero eso sería totalmente loco, ¿encontrar a una mujer hermosa en un bosque a tan altas horas de la noche? Tenía que ser un fantasma, un vampiro, o un licántropo. Y él ya sabía lo que ella era, desde el primer momento en que la vio.
Escucharía entonces su excusa para justificar el haberse presentado, y su posterior pregunta, y solamente dejaría pasar el tiempo, hasta que hiciera la segunda pregunta, una que le hizo dar dos pasos más hacia atrás, pasos cortos, sintiendo y escuchando el crujir de aquellas hojas secas, sin dejar de verla a ella. - ¿Por qué no me lo dice usted, señorita Leonor? - La retaba, y lo hacía porque le parecía divertido, ya era hora de empezar a sacar las garras, quería que supiera que no era una tonta cena, él no se dejaría comer fácilmente, así como asumía desde ya que cazarla a ella, no iba a ser cosa fácil, es más, sería seguro muy difícil y capaz no lo conseguiría, pero le parecía tan divertida la idea, que no dejaría de intentarlo.
- ¿Qué estoy buscando? Le tengo que decepcionar, señorita, no estoy buscando nada… - Le sonreiría de vuelta, con sus manos en los bolsillos, a una distancia de casi dos metros, con aquellos ojos azules clavados en los de ella, pendiente de cada acción, cada movimiento, respiro, absolutamente todo aquel brujo lo vería. - … porque ya lo encontré. - Y es en ese preciso instante, que su voz se escucharía como un murmullo grave, como todo un barítono, bien opaca su voz, especialmente para ella, suponía que lo escucharía, y si eso era así, mucho mejor.
¿Qué haría Leonor Daxmins? ¿Continuar jugando con aquel plato volátil de comida, o simplemente lanzarse a por un bocado?
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
...And now, who is the prey?
El escuchar el tono de su voz, aquella firmeza que transmitía, y cuando se encontró con lo predecible de que la revelación de su nombre no paso ni por un segundo desapercibido para el, solo un pensamiento golpeó en la mente de Leonor - No es un humano cualquiera - Anteriormente no se encontraba del todo segura, mas ahora si, y para suerte de ambos, aquello era un condimento, que solo volvía mas interesante y tentadora la situación que ambos compartían.
Tal y como el esperaba que lo hiciera, al nombrar con claridad su nombre en la mente, la vampiresa le escucho, y fue en ese momento que decidió no volver a salir de su cabeza, era una ventaja para ella, sin considerar el echo de que el también tenía sus trucos bajo la manga, independiente que no los mostrara a aún la luz, por obvios motivos, todo perdería su esencia y el misterio sería descifrado demasiado pronto, había tiempo, toda la noche, claro; si el lograba mantenerse con vida.
Esta vez la sonrisa que le regaló fue mas sombría, formando un intenso brillo en sus ojos, se estaba mostrando mas frente a el, sabía que el joven ya conocía su naturaleza, ¿para que seguir ocultándose mas?. Lentamente comenzó a levantarse, sin dar siquiera un insignificante paso hacía el, manteniéndose casi inmóvil ante la distancia.
- ¿Como espera que conozca su nombre, Monsieur Lissander Cornelio Arcalucci? - pregunto con su voz llena de sarcasmo, y aún así haciéndolo de manera encantadora, regalandole una ligera reverencia con su cabeza.
Sus ojos bailaban por el cuerpo ajeno, el cual a pesar de la diminuta distancia, se mantenía sereno aunque alerta, no la perdía de vista, al igual que lo hacía ella por su parte, la historia había dado un vuelco inesperado para Leonor, ahora no solo ella era la cazadora, tenía frente a sus ojos a su presa, observando con un grato asombro como el intentaba compartir su espacio, que por ende ella se empeñaría en mantener solo para si misma.
Sus labios volvieron a separarse, mientras liberaba un suspiro lleno de ansiedad, y daba un corto paso hacía adelante, hacia el, quien aún suponía su "cena de medianoche".
- ¿Ya lo encontró?... - preguntó fingiendo sorpresa, mientras aguardaba un pestañeo, para avanzar a una velocidad digna del sonido, ubicándose a centímetros del rostro ajeno, permitiendo que uno de sus fríos dedos rozara el cuello de el, podía sentir la palpitante yugular, la cual se vio ligeramente acelerada, sentía su calor, la vida que lo componía y sosteniendo sus azules ojos, continuó.
- ¿Vino a buscar la muerte acaso? Felicidades, llegó al lugar indicado - susurró con la voz sumamente calmada, y retrocedió nuevamente, a no mas de un metro, aguardando su reacción, esperando que supiera seguir ese juego, aquel que había iniciado desde que había aparecido junto a el, la casería...acababa de comenzar.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
El primogénito Arcalucci estaba feliz, una sonrisa completa se mostraría en aquellos finos labios que adornaban su rostro, una que podría hasta resultar en una corta risa, estaba feliz, extrañamente aquel se sentía feliz. Es maravilloso, pensaba, y seguramente ella lo leería, esperaba que sí, porque con una ventaja como la telepatía no dudaría en usarla lo más posible. Pero, ¿hasta qué punto ella podía? Limites, eso quería saber, y a eso fue después de todo, a cazar. Sí, porque un humano, siendo presa, también podría ser depredador. - Tiene un bonito sarcasmo, señorita Leonor. - Le diría elogiando su hablar, una clásica muestra de que él también podría hablar ese acento: el sarcasmo.
Entonces, escucharía su pregunta, una tonta, a su parecer, pero que ahí estaba, y cuando en su mente se formulaban las palabras para responderla, la chica apareció frente a sí, entrelazando sus miradas por un instante, sintiendo su frío dedo en la yugular, pudo su cuerpo responder con un escalofrío masivo que recorrió desde su cabeza hasta la punta mas ínfima de sus pies, y a los dos segundos, se retiró. Estaba siendo cuidadosa. Él no se asustó con aquello, mas bien, disminuyo la sonrisa amplía que pudo ella degustar al principio del momento, para colocarla más sublime, pero no menos interesante, cada cosa con su intención, cada momento guardaba su fin, cada palabra llevaba a su meta.
- Si, esta en lo cierto, vine a buscar a la muerte, ¿La conoce? - Estaba siendo igual de sarcástico que ella, más, los dos tenían en claro que la muerte allí, era ella, y que ya habiendo descubierto aquel velo de “inocencia” de parte de los dos, las cosas se hacían más fáciles de manejar. Menos mentiras, más bromas, más diversión, eso siempre creía. Cuando dos seres sabían la verdad de cada uno, las cosas se hacían más sencillas. - (Ups) -, pensó, ella no sabía qué era él, ¿O sí, señorita Leonor? E internamente ella avistaría una sonrisa, una en su mente, y una en su rostro, ¿Por qué negársela si seguramente estaba dentro de él?
Ahora tocaba prepararse a lo que ella hiciera, poner su mente en blanco y ejecutar las acciones conforme vayan pasando, no a ser un imprudente atacante, él no era así, más bien era todo lo contrario y por algo se había preparado muy bien para ese encuentro, ya todo estaba listo. Los dos seres sobrenaturales preparados en aquella noche fría, ya pasada de las doce, esperando uno el movimiento del otro, o quizás no, ya él había hecho el suyo, sus piernas se separaron un poco, y aguardó.
La sonrisa se transformaría a una seria linea levemente doblada en un borde, sus cejas se irían hacia sus ojos, afincando más su seriedad, su mirada era fría y calculadora, como el mismísimo hielo del color de sus iris, y su cuerpo se llenaría de aquella adrenalina tan embriagante como el dulce vino.
- (Las damas primero…) -
Entonces, escucharía su pregunta, una tonta, a su parecer, pero que ahí estaba, y cuando en su mente se formulaban las palabras para responderla, la chica apareció frente a sí, entrelazando sus miradas por un instante, sintiendo su frío dedo en la yugular, pudo su cuerpo responder con un escalofrío masivo que recorrió desde su cabeza hasta la punta mas ínfima de sus pies, y a los dos segundos, se retiró. Estaba siendo cuidadosa. Él no se asustó con aquello, mas bien, disminuyo la sonrisa amplía que pudo ella degustar al principio del momento, para colocarla más sublime, pero no menos interesante, cada cosa con su intención, cada momento guardaba su fin, cada palabra llevaba a su meta.
- Si, esta en lo cierto, vine a buscar a la muerte, ¿La conoce? - Estaba siendo igual de sarcástico que ella, más, los dos tenían en claro que la muerte allí, era ella, y que ya habiendo descubierto aquel velo de “inocencia” de parte de los dos, las cosas se hacían más fáciles de manejar. Menos mentiras, más bromas, más diversión, eso siempre creía. Cuando dos seres sabían la verdad de cada uno, las cosas se hacían más sencillas. - (Ups) -, pensó, ella no sabía qué era él, ¿O sí, señorita Leonor? E internamente ella avistaría una sonrisa, una en su mente, y una en su rostro, ¿Por qué negársela si seguramente estaba dentro de él?
Ahora tocaba prepararse a lo que ella hiciera, poner su mente en blanco y ejecutar las acciones conforme vayan pasando, no a ser un imprudente atacante, él no era así, más bien era todo lo contrario y por algo se había preparado muy bien para ese encuentro, ya todo estaba listo. Los dos seres sobrenaturales preparados en aquella noche fría, ya pasada de las doce, esperando uno el movimiento del otro, o quizás no, ya él había hecho el suyo, sus piernas se separaron un poco, y aguardó.
La sonrisa se transformaría a una seria linea levemente doblada en un borde, sus cejas se irían hacia sus ojos, afincando más su seriedad, su mirada era fría y calculadora, como el mismísimo hielo del color de sus iris, y su cuerpo se llenaría de aquella adrenalina tan embriagante como el dulce vino.
- (Las damas primero…) -
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
"Welcome to my world, the game is about to start..."
Complicidad, era precisamente esa palabra la que abarcaba a punto y casi a la perfección todo lo que acontecía ahí, el intercambio de miradas, siempre fijas en el ser que se tenía en frente, movimientos cuidadosos y sutiles. No existían errores ni pasos en falso, ya que después de su retirar las vendas que cubrían hace unos minutos sus ojos, era todo o nada, y hasta el mas minúsculo desacierto, se transformaría en una desventaja sumamente importante, ya sea para el brujo o la vampiresa.
Por primera vez, durante su estadía en el lugar, la joven le permitió a el escuchar una risa sincera y cargada de aquel sarcasmo que ambos comenzaban a manejar de manera inteligente y desafiante.
- La conozco, Lissander, tanto como me conozco a mi misma - agrego, mientras sus brazos se doblaban hacia su cuerpo, hasta posar ambas manos juntas sobre su pecho, con un cariño hacia su propia persona. Leonor se sentía cómoda con su naturaleza, ella la escogió y no se encontraba arrepentida en lo mas mínimo. Técnicamente durmió en brazos de la muerte, y lamentablemente para el hombre, regreso con ella de la mano, y estaba dispuesta a hacer que el la presenciara cara a cara.
Simplemente se dedico a escuchar; tanto sus pensamientos como sus palabras nacidas de sus labios, si uno era silenciado rápidamente el siguiente tomaba su lugar, demasiadas palabras rondaban por su mente, hasta que finalmente se vieron esfumadas y solo quedo ahora en la mente de ella la incitante frase "Las damas primero…".
Eso era todo lo que esperaba, y hasta un poco mas ¿Realmente quería comenzar a jugar con ella, aún conociendo su "secreto"? - *Muy valiente, he increíblemente imprudente...* - pensó en voz alta, incluso permitiendole a el, escuchar aquel pensamiento con total claridad, y aprovechando esto, se acomodo velozmente a su lado, poniendo una palma abierta sobre el pecho ajeno, levantando la mirada hasta el, regalandole una juguetona sonrisa.
- Tienes razón, las damas primero... - murmuró en voz baja, justo en el momento en que su brazo empujaría el cuerpo de el, lanzándole con suma precisión hasta uno de los árboles que decoraban el lugar, el cual se encontraba a casi cinco metros de ella, aquel fue su primer movimiento, sin un mínimo de esfuerzo, solo confirmando y disipando cualquier duda que podría quedar en la mente del brujo.
Estaba consiente que sería tan fácil como acercarse, acorralarlo con sus brazos y terminar con su vida, pero no lo hizo, simplemente por que sintió desafiada, y deseaba corresponder de la misma manera. El llego hasta ahí a buscarla, y la encontró, claramente en un momento preciso, en el cual la vampiresa necesita aquellas distracciones.
- No eres como yo, tampoco eres un hijo de la luna... tal vez... -dejo la frase en el aire, si era aquello que tenía en mente sería una grata sorpresa, y ver que era capaz de hacer, al no acostumbrar cruzarse con aquellos que poseían sus capacidades, la emocionaba aún mas, mientras esperaba impaciente su respuesta.
- Sin duda, ambos ocultamos una parte importante de nosotros en nuestra presentación ¿No lo crees? - comenzó a tutearlo, con la misma naturalidad que desprendía su mirada, sus ojos alertas al igual que su cuerpo, mientras sus pies se acomodaban en el suelo, estaba tanteando terreno, y para suerte de los dos, tenían bastante.
Dos pasos específicamente, dos pasos que la acercaron de forma casi imperceptible hacía el cuerpo que aún permanecía lejos de ella. Le buscaba, sabía que aquella atracción era mutua, mas no era atracción física o vulgarmente carnal, no, aquello era algo mas haya, diversión, curiosidad por el desenlace de aquel inesperado encuentro.
- Tu turno, no esperes que vaya por ti. - le amenazó, aún manteniendo una dulce sonrisa en sus labios, mientras lamía uno de sus colmillos, estaba dispuesta a dejar que se defendiera, o que incluso contrarrestara su anterior ataque con uno por parte de el, todo era bienvenido, excepto una cosa, el ya era su presa, y ella no iba a dejarlo escapar.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Aquella joven sonreía, y le contagiaba la sonrisa, hablando con tu enemigo, ¿Qué bonito, verdad? En un mundo retorcido y paralelo, aquello sucedía tan perfecto y natural, dos enemigos cazándose a morir, hablando como los mejores amigos del mundo. Pero no, ese no era un mundo paralelo, era Paris, los años 1800, invierno, y ellos se estaban peleando como dos enemigos que eran, dos razas que se odiaban desde tiempos remotos, y que una buscaba comida, y la otra buscaba, bueno, Lissander no era un humano cualquiera que buscaba venganza, él quería algo más de ella.
Es entonces que escucharía como contestaba a su sarcasmo, haciendo que disfrutara de aquello, era tan bizarro, tan extraño, que le gustaba y no sabía porque, aunque sabía lo que venía, donde estaba y el peligro que corría. Sabía que ella atacaría en el preciso instante que se cansara de hablar, lo hizo así la primera vez, y esta era la segunda, aquel muchacho no dejaría que volviese a pasar otra vez, no era de aquellos que se enamoraban de la piedra con la que tropezaban. Él no. Por tanto justo después de haber incitado a la provocación de un ataque por su parte, vería entonces de nuevo esa impactante velocidad, en un segundo desaparecía, y es allí donde comenzaba la acción que planeo todo el día, sus manos salieron del bolsillo, la diestra abierta, y la izquierda cerrada. ¿Por qué? Ya lo verás mi querida Leonor.
Ya aquella cazadora estaba al frente suyo en el siguiente segundo, con su mano en el pecho de aquel. Que rápida. Pensó, pero el brujo ya había acomodado sin pensar mucho sus manos justo al frente en el pecho de la chica, sin hacer contacto alguno, la izquierda cerrada y la derecha abierta, ella hablaba y el al mismo tiempo, formulaba un hechizo en su boca, casi con un grito: - ¡Rückwärts! - Bendita oportunidad, el empujón de la chica dio en el blanco que ella quería, justo en su pecho, haciendo que se fuera hacia atrás sin control alguno, pero, ¿Qué pasó con lo que él hizo?
Su hechizo fue simple, un hechizo de movimiento, el mismo hacía que el objeto al que era lanzado se fuese hacia atrás gracias a que una energía invisible lo llevará hacia esa dirección, como si de un fuerte viento se tratase, pero no era viento, era la energía del lanzador que hacía eso real, y con la fuerza con la que lo lanzó, la alejaría máximo unos cinco metros hacia atrás, unos cuatro, si lograba resistirse afirmándose al suelo. Más, eso no fue todo, su mano izquierda contenía un frasquito de cristal fino tapado con un corcho, el mismo poseía dentro un liquido purpura, este era un poderoso alucinógeno creado con los hongos y plantas que recolectó el día anterior en el pantano, justo cuando conoció a la cortesana. Soltaría el frasco, justo en el momento en que lanzó el hechizo, siendo llevado por aquella energía que lanzó en contra de su presa, rompiéndose gracias a su hechizo por la potencia y la cercanía del mismo, derramando en la trayectoria sobre la vampira aquel purpureo y muy mal oliente liquido.
¿Cómo estaba tan seguro de acertar? Aquella mujer poseía una velocidad que él ni en sueños lograría tener, eso es verdad, pero para poder atacarle, debía frenarse, y es allí cuando la precisión del médico brujo entraba en juego, dándole el tiempo justo para poder contraatacarle, estaba tan cerca de las dos manos, que era casi imposible fallar, aun con su velocidad de por medio, considerando el hecho de que el primogénito Arcalucci no pensó el movimiento, ya lo tenía programado, las horas de práctica en la mañana sirvieron de algo después de todo.
Lissander se iría contra el árbol como la chica previó, no pudo evitar golpear su espalda contra la fría y tiesa madera, pero nada grave, ni siquiera una muestra de dolor en su cara, sus orbes la verían nuevamente, a la distancia que estuviese, clavando esos fríos azul hielo en ella volcando su rostro en una muy seria y centrada expresión, estaba seguro que el apenas comienzo de la cacería solamente era un preámbulo de toda aquellas cartas que los dos guardaban bajo la manga. - Perdona el perfume, es que, olías algo mal Leonor. - Le diría jugando con ella, de nuevo con aquel sarcasmo con el que se habían empezado a tratar. El alucinógeno que preparó estaba especialmente hecho para atacar a los sentidos principales, la vista, el olfato, y el oído, contenía varias especies de hongos, y algunas plantas especiales, con el fin de mermar por un buen rato aquellas cualidades que ellos poseían. Y todo gracias al súper olfato que ellos poseían, pues, así lograse milagrosamente esquivar aquel líquido, ya apestaba en su dirección, y una sola aspirada, y listo, se abría la puerta a un mundo de colores y fantasías. Lo único es que ahora tenía un límite de tiempo, dos horas, si en dos horas, no lograba acabar con ella, entonces se las vería completamente difícil.
Quizás ahora estaban en igualdad de condiciones, ella no podría seguir bien su aroma, el olor pútrido del alucinógeno no lo permitiría, su visión ya no sería totalmente nítida y sus oídos no estarían tan agudizados, cualquier sombra, movimiento, sería alterado, su mente lo vería de tal forma, lo que le daba a él un muy buen inicio para su meta principal: ella.
Es entonces que escucharía como contestaba a su sarcasmo, haciendo que disfrutara de aquello, era tan bizarro, tan extraño, que le gustaba y no sabía porque, aunque sabía lo que venía, donde estaba y el peligro que corría. Sabía que ella atacaría en el preciso instante que se cansara de hablar, lo hizo así la primera vez, y esta era la segunda, aquel muchacho no dejaría que volviese a pasar otra vez, no era de aquellos que se enamoraban de la piedra con la que tropezaban. Él no. Por tanto justo después de haber incitado a la provocación de un ataque por su parte, vería entonces de nuevo esa impactante velocidad, en un segundo desaparecía, y es allí donde comenzaba la acción que planeo todo el día, sus manos salieron del bolsillo, la diestra abierta, y la izquierda cerrada. ¿Por qué? Ya lo verás mi querida Leonor.
Ya aquella cazadora estaba al frente suyo en el siguiente segundo, con su mano en el pecho de aquel. Que rápida. Pensó, pero el brujo ya había acomodado sin pensar mucho sus manos justo al frente en el pecho de la chica, sin hacer contacto alguno, la izquierda cerrada y la derecha abierta, ella hablaba y el al mismo tiempo, formulaba un hechizo en su boca, casi con un grito: - ¡Rückwärts! - Bendita oportunidad, el empujón de la chica dio en el blanco que ella quería, justo en su pecho, haciendo que se fuera hacia atrás sin control alguno, pero, ¿Qué pasó con lo que él hizo?
Su hechizo fue simple, un hechizo de movimiento, el mismo hacía que el objeto al que era lanzado se fuese hacia atrás gracias a que una energía invisible lo llevará hacia esa dirección, como si de un fuerte viento se tratase, pero no era viento, era la energía del lanzador que hacía eso real, y con la fuerza con la que lo lanzó, la alejaría máximo unos cinco metros hacia atrás, unos cuatro, si lograba resistirse afirmándose al suelo. Más, eso no fue todo, su mano izquierda contenía un frasquito de cristal fino tapado con un corcho, el mismo poseía dentro un liquido purpura, este era un poderoso alucinógeno creado con los hongos y plantas que recolectó el día anterior en el pantano, justo cuando conoció a la cortesana. Soltaría el frasco, justo en el momento en que lanzó el hechizo, siendo llevado por aquella energía que lanzó en contra de su presa, rompiéndose gracias a su hechizo por la potencia y la cercanía del mismo, derramando en la trayectoria sobre la vampira aquel purpureo y muy mal oliente liquido.
¿Cómo estaba tan seguro de acertar? Aquella mujer poseía una velocidad que él ni en sueños lograría tener, eso es verdad, pero para poder atacarle, debía frenarse, y es allí cuando la precisión del médico brujo entraba en juego, dándole el tiempo justo para poder contraatacarle, estaba tan cerca de las dos manos, que era casi imposible fallar, aun con su velocidad de por medio, considerando el hecho de que el primogénito Arcalucci no pensó el movimiento, ya lo tenía programado, las horas de práctica en la mañana sirvieron de algo después de todo.
Lissander se iría contra el árbol como la chica previó, no pudo evitar golpear su espalda contra la fría y tiesa madera, pero nada grave, ni siquiera una muestra de dolor en su cara, sus orbes la verían nuevamente, a la distancia que estuviese, clavando esos fríos azul hielo en ella volcando su rostro en una muy seria y centrada expresión, estaba seguro que el apenas comienzo de la cacería solamente era un preámbulo de toda aquellas cartas que los dos guardaban bajo la manga. - Perdona el perfume, es que, olías algo mal Leonor. - Le diría jugando con ella, de nuevo con aquel sarcasmo con el que se habían empezado a tratar. El alucinógeno que preparó estaba especialmente hecho para atacar a los sentidos principales, la vista, el olfato, y el oído, contenía varias especies de hongos, y algunas plantas especiales, con el fin de mermar por un buen rato aquellas cualidades que ellos poseían. Y todo gracias al súper olfato que ellos poseían, pues, así lograse milagrosamente esquivar aquel líquido, ya apestaba en su dirección, y una sola aspirada, y listo, se abría la puerta a un mundo de colores y fantasías. Lo único es que ahora tenía un límite de tiempo, dos horas, si en dos horas, no lograba acabar con ella, entonces se las vería completamente difícil.
Quizás ahora estaban en igualdad de condiciones, ella no podría seguir bien su aroma, el olor pútrido del alucinógeno no lo permitiría, su visión ya no sería totalmente nítida y sus oídos no estarían tan agudizados, cualquier sombra, movimiento, sería alterado, su mente lo vería de tal forma, lo que le daba a él un muy buen inicio para su meta principal: ella.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
"Keep your eyes open, I have more surprises for you..."
Se aferró como pudo ante aquel contraataque del brujo, el cual fue bastante asertivo, he inteligente. La joven sabía que podría llevarse sorpresas, mas era precisamente lo que buscaba; hacer que el hombre que tenía frente a ella terminara por sacar las garras, y dejara de lado aquella falsa hospitalidad, y se dedicara al juego que ya estaba en pleno desarrollo. Ninguno de los dos poseía alas, ni aureolas, eran dos cazadores en ese momento, jugaban con la mente que tenían en frente, disfrutaban de aquello, la maldad de ambos cuerpos afloraba por sus poros, así como su ansiedad de acción, y la intriga de no saber que esperar.
¿En que podría terminar aquello? ¿Alguna catástrofe en el bosque? ¿O sencillamente uno de ellos dos no saldría con vida de su encuentro? ...Muchas dudas, pero solo los minutos irían respondiendo a cada una de ellas, ahora simplemente podría preocuparse del presente, de lo que debía hacer para llevar el ritmo de su enfrentamiento. Leonor estaba consiente de su ventaja sobre el, y con mayor razón debió permanecer mas alerta, pero cometió el error de confiarse, adelantando sus movimientos hasta el, fue una idiotez y claramente pagaría por eso.
Se inclinó rápidamente luego de verse arrastrada, observando con atención el cuerpo que se hallaba ahora, bastante mas alejado de lo que planeaba, hasta que sus palabras, y el penetrante olor nauseabundo inundaron todo a su alrededor, haciendo que se llevara instintivamente el antebrazo a su rostro, cubriéndose la boca y su nariz.
- Maldito brujo -comentó casi en un imperceptible susurro solo para si misma, balanceando su cabeza, buscando despejarla, mientras sentía y a la vez, comprendía los efectos de la poción que había sido derramada sobre su cuerpo. Era como si volviera a ser humana, sus ojos perdían miles de detalles del entorno, de pronto el aroma del brujo desapareció, aunque ciertamente podría volver a caparlo, pero debía concentrarse; y en esos momentos, solo se sentía muy confundida. Era como si todo a su alrededor diera vueltas, marcando cada cosa de manera sumamente fuerte y bastante diferente a lo que recordaba.
Observo tras de si un árbol y se vio en la obligación de correr, ocultándose tras el, mientras apoyaba su espalda en el, y llevaba ambas manos a sus oídos, apretando con fuerza los ojos. Extrañas sensaciones humanas, que la desorientaban, incluso hasta crearle la falsa ilusión de necesitar el aire; por lo que solo dió un hondo respiro, aunque se sintió asqueada por el aroma, y no repitió aquello. Sabía que no podía quedarse ahí por mucho tiempo, por lo que se obligo a incorporarse, apoyando su palma en la rugosa corteza y de pronto pensó en su hogar. No estaba segura de los poderes del hombre, quizá todo su entorno corría peligro, y ella no permitiría eso. Usando su fuerza, la cual claramente no fue afectada, empujo primeramente el árbol que servía de escondite, haciendo que este formara una reacción en cadena, y si bien uno de ellos caía sobre su contrincante, pues mejor para ella, el joven debería hacerse a un lado. El plan resultó como esperaba, ambos quedaron en una especie de trampa bastante amplia, donde tenían el espacio para hacer de las suyas sin dañar mas el bosque. Finalmente se hayan en su territorio y no permitiría que el, ni nadie, dañara el lugar que tanto apreciaba.
Se acomodo a la distancia que aún mantenían, y le observo fijamente, lo estaba analizando, mas no realizaría ningún movimiento apresurado, aunque se concentro nuevamente y detuvo su respiración, el efecto del alucinógeno no entraría con tanta fuerza, y de igual manera no se mantendría por el tiempo que el esperaba, si ella no lo aspiraba.
Al parecer el brujo había olvidado que el aire no era fundamental para ella, podía pasar fácilmente horas sin respirar, y frente a su poción era exactamente lo que haría. Estaba muerta, su cuerpo soportaría carecer de ciertas cosas, y el respirar, era una de ellas.
No le dijo nada, esperaba a que el se diera cuenta por si solo, su poco experiencia con vampiros le jugo en contra, pero de seguro tendría mas trucos bajo la manga ¿No?
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Vampiros, siempre tan confiados, siempre tan ególatras, pensando que son los cazadores perfectos se fían tanto de sus poderes que piensan que tienen el mundo ganado, como si fuese un mercado gratis para ellos, y no, Lissander era humano, era brujo y no dejaría que lo dientes de aquella creatura lo tocasen, después de todo fue con la intención de retar a un juego a la muerte, y no se iría allí siendo vástago de ella, se iría de allí siendo el dueño de ella, la conquistaría, la sodomizaría y le demostraría a aquella joven que no todo el tiempo era la cazadora, y que el depredador podría resultar ser una clara y débil presa.
Su contraataque dio en el blanco, la hizo retroceder una distancia suficiente, y aparte, la poción pudo invadir sus fosas nasales, contaba con el súper olfato de ella y contaba con esas dos horas que tenía por la poción, ignorando por completo que la joven no necesitaba de aire puro como él, estaba muerta, y que el alucinógeno se había reducido a una sola hora, ese fue su error, no estudiar más, pero aun así, pensando que tenía las dos horas, no pretendía bajar la guardia, pues, aturdirla tampoco le garantizaba que ella iba ceder ante sus habilidades. Él no sería como ellos, no se fiaría de todo, es por eso que ese perspicaz médico ya tenía una estrategia de reserva, como siempre.
La chica uso su fuerza superior para mover varios árboles y hacer una especie de cuadrilátero; quería limitarlo, y vaya error, pensó en sus adentros, a pesar de que seguro ella podría leer sus pensamientos, limitarlo a él, era limitarse ella misma, y le ahorraba mucho de la estrategia que ya tenía planeada. Su sonrisa no pudo ser más amplia, su mirada, no pudo ser más gustosa, ningún árbol le alcanzo, porque la chica estaba tan aturdida que no midió la distancia y solamente causó el efecto en cadena que buscaba. Lo lastimoso era que había despegado esos árboles de la madre tierra, aquella que les daba esos nutrientes y vida a ellos, ¿pero cómo iba a saber alguien como ella sobre la vida si estaba muerta?
Estaba parado recto en aquel lugar, sus piernas se arqueaban, y sus pies estaban bien fijos al suelo, preparado, atento, era su energía la fluía con libertad por cada rama de su cuerpo, se sentía fuerte y dominante, porque había acortado mucho de los poderes de la vampira, y se había dado él una ventaja, que tenía que aprovechar ahora. Por tanto le miró fijamente con aquellos orbes azules tan retadores, aun estando a unos ocho metros de distancia, - Unsichtbar. - Pronunciaría en silencio y rápidamente sería cubierto por su invisibilidad, un hechizo ilusorio que acostumbraba a usar para engañar su posición, pero, eso no lo fue todo, también había bloqueado su olor, y el sonido que podría producir, desplegando una ilusión que potenciada por el alucinógeno en ella, reducía la fuerza y energía que demandaba el hechizo, porque aun creándolo débil con la mitad de su energía, aquella joven lo creería por completo, todo en ella estaba alterado, estaba usando su ventaja muy bien.
Lo que restaba por hacer era algo que no pensó nunca usar, porque no conocía las habilidades vampíricas de su contrincante, hasta ahora, y ¿Qué mejor forma de demostrar superioridad que regresando su propia medicina? - (Encuéntrame.) - Sería su voz la que se escucharía en la cabeza de la chica, la telepatía que ella usaba la estaba enviando en su contra, sin pensarlo dos veces, la hacía caer en su propio juego mental, ahora él bloqueaba su mente, aislando cualquier tipo de pensamiento propio, quedándose en blanco, tal como la primera vez, todo sería contestado con un impulso ya estudiado, atacaría, defendería o contraatacaría sus movimientos, claro, si es que de verdad llegaba a encontrarlo, porque, al final de todo, se estaba paseando por el cuadrilátero con una sonrisa en su faz, y siempre observando a su presa, la hermosa y poderosa cazadora.
Su contraataque dio en el blanco, la hizo retroceder una distancia suficiente, y aparte, la poción pudo invadir sus fosas nasales, contaba con el súper olfato de ella y contaba con esas dos horas que tenía por la poción, ignorando por completo que la joven no necesitaba de aire puro como él, estaba muerta, y que el alucinógeno se había reducido a una sola hora, ese fue su error, no estudiar más, pero aun así, pensando que tenía las dos horas, no pretendía bajar la guardia, pues, aturdirla tampoco le garantizaba que ella iba ceder ante sus habilidades. Él no sería como ellos, no se fiaría de todo, es por eso que ese perspicaz médico ya tenía una estrategia de reserva, como siempre.
La chica uso su fuerza superior para mover varios árboles y hacer una especie de cuadrilátero; quería limitarlo, y vaya error, pensó en sus adentros, a pesar de que seguro ella podría leer sus pensamientos, limitarlo a él, era limitarse ella misma, y le ahorraba mucho de la estrategia que ya tenía planeada. Su sonrisa no pudo ser más amplia, su mirada, no pudo ser más gustosa, ningún árbol le alcanzo, porque la chica estaba tan aturdida que no midió la distancia y solamente causó el efecto en cadena que buscaba. Lo lastimoso era que había despegado esos árboles de la madre tierra, aquella que les daba esos nutrientes y vida a ellos, ¿pero cómo iba a saber alguien como ella sobre la vida si estaba muerta?
Estaba parado recto en aquel lugar, sus piernas se arqueaban, y sus pies estaban bien fijos al suelo, preparado, atento, era su energía la fluía con libertad por cada rama de su cuerpo, se sentía fuerte y dominante, porque había acortado mucho de los poderes de la vampira, y se había dado él una ventaja, que tenía que aprovechar ahora. Por tanto le miró fijamente con aquellos orbes azules tan retadores, aun estando a unos ocho metros de distancia, - Unsichtbar. - Pronunciaría en silencio y rápidamente sería cubierto por su invisibilidad, un hechizo ilusorio que acostumbraba a usar para engañar su posición, pero, eso no lo fue todo, también había bloqueado su olor, y el sonido que podría producir, desplegando una ilusión que potenciada por el alucinógeno en ella, reducía la fuerza y energía que demandaba el hechizo, porque aun creándolo débil con la mitad de su energía, aquella joven lo creería por completo, todo en ella estaba alterado, estaba usando su ventaja muy bien.
Lo que restaba por hacer era algo que no pensó nunca usar, porque no conocía las habilidades vampíricas de su contrincante, hasta ahora, y ¿Qué mejor forma de demostrar superioridad que regresando su propia medicina? - (Encuéntrame.) - Sería su voz la que se escucharía en la cabeza de la chica, la telepatía que ella usaba la estaba enviando en su contra, sin pensarlo dos veces, la hacía caer en su propio juego mental, ahora él bloqueaba su mente, aislando cualquier tipo de pensamiento propio, quedándose en blanco, tal como la primera vez, todo sería contestado con un impulso ya estudiado, atacaría, defendería o contraatacaría sus movimientos, claro, si es que de verdad llegaba a encontrarlo, porque, al final de todo, se estaba paseando por el cuadrilátero con una sonrisa en su faz, y siempre observando a su presa, la hermosa y poderosa cazadora.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Run, run .... as if your life depended on it. But do it, around from me.
Sabía que a pesar de que su pequeño plan había dado resultado, aún se encontraba en desventaja, el brujo sabría, al igual que ella, aprovechar cada oportunidad, y si ella realizaba un movimiento, el por su parte también atraparía aquel, para responderle de la misma manera, sin perder el hilo de la pelea, que acababa de comenzar. Se correspondían mutuamente, una mirada cómplice, una sonrisa llena de maldad dibujaba en ambos rostros, ya no existían ratones asustadizos; solo dos cazadores, buscando la mejor manera de intimidar a quien tienen en frente.
Sus ojos se mantuvieron sumamente concentrados en los azules de el, fijos como si se viera hipnotizada por ellos, mientras en su interior luchaba contra la poción que traía encima, algo sumamente difícil, ya que solo un poco de esta, había causado estragos en su sistema. A pesar de todo, Leonor se mantenía firme, y no pensaba mostrar debilidad alguna frente a el, tampoco lo pensaría, debía confiar en sus habilidades, que ciertamente, en momentos como estos la ayudarían enormemente. Mantenía sus pulmones cerrados, no deseaba ayudar al hechizo ajeno a adentrarse mas en su interior, y terminara por confundirla por completo, o que el tiempo de estar así se prolongara mas de lo que esperaba. Solo se concentraría en no volver a respirar.
De pronto un nuevo y desconcertante movimiento por parte de su contrincante. La inmortal fue testigo de como el desaparecía frente a sus propios ojos, pero esta consiente, dentro de todo que no se trataba mas que de una ilusión, aunque su mente la forzara a pensar que todo era real, debía ser "realista".
Escucho su desafiante voz en la cabeza, y luego solo silencio, se encontraba ahí de pie, siendo prácticamente acechada por el brujo, quien al parecer disfrutaba de eso. Era un juego, y se supone que así deben ser. La joven solo se relajo y pensó en algo que pudiera serle de ayuda, su cabeza daba vueltas y su alrededor no paraba de sufrir algunos cambios.
- Lo haré - susurró en voz alta, para que el pudiera oírla, le respondía, quería seguirlo, aunque con su visión alterada, y encima el siendo totalmente invisible para sus ojos, era muy complicado.
Difícil, pero no imposible, la vampiresa dio algunos pasos hacía adelante, casi arrastrándolos, sintiendo como las plantas descalzas de sus pies, rozaban la tierra del lugar. Fue en ese momento que surgió una idea en su cabeza, y sin estar segura de que fuera a resultar, la pondría en marcha. En cosa de segundos comenzó a correr a una velocidad que sin dudad, haría un tanto mas complicado que los ojos de Lissander la detectaran, pero no era eso lo que esperaba, si no que el viento que producía en su acelerada carrera, comenzaría a levantar polvo, el cual se volvería mas intenso, casi formando una especie de neblina dentro de su improvisado campo de batalla, rodeandola tanto a ella, como a su rival. Cuando se vio envuelta en este, ladeo su rostro hacía el centro, sin duda todo aquel polvillo debería delatar la silueta ajena, podía ser invisible, pero no desmaterializarse, para suerte de Leonor, el no era un fantasma. No se detuvo y continuo, ahora solo debía esperar.
Aunque debía mantenerse alerta, si bien, podía atacarle de vuelta, y como siempre se debe, ella tenía una carta bajo la manga, al igual que el, reglas básicas que se debían tener en cuenta, y poco a poco, comenzaría a comprender el estilo del joven, buscando siempre seguir su chispa, su encanto, finalmente no era nada personal, aún.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
La inteligencia humana era algo impresionante, podía hacer tantas cosas que ni ellos mismos conocían sus límites, podía hacer cálculos matemáticos, y sacar probabilidades, predicciones, podía idear cosas nuevas, innovar, mejorar, podía almacenar información, aprender a realizar labores, podía educar a su cuerpo, dominarlo y con la perspicacia necesaria, dominar a otros, la mente humana era muchísimo más amplia de lo que cualquiera podría inclusive definir. Y aquel joven se daba cuenta de aquello, esa noche invernal en Paris, contra uno de los mejores depredadores de la raza humana, estaba aprendiendo, tomando notas, consejos, detalles, todo absolutamente todo estaba siendo aprendido por él, porque… “la práctica hace al maestro”, ¿no?
Aquella vampira aun conservaba la imaginación y la inteligencia de un ser humano, a pesar de haber perdido su humanidad el día en que se convirtió en lo que era; Lissander la detallaba, estudiaba, incluso tan de cerca que ella ni siquiera lo imaginaba, había pasado al lado suyo, la había observado y precisado en detalle, incluso escucho cuando contestó en voz alta a su pensamiento, y pudo percatarse de algo que antes ni se le había pasado por su mente, la muerte esa noche, Leonor, había dejado de respirar… ¡Maldita vampira! Quiso pensar, pero no lo hizo, no podía delatar su pensamiento, él no era como la histérica de Eris, por ello siguió su caminata hasta la esquina inferior derecha del cuadrilátero improvisado, aguardando allí. Olvidando por completo el hecho de que ya su alucinógeno no funcionaría a cabalidad, y de que el tiempo había sido reducido a quién sabe cuánto, ahora no podía calcularlo porque no se dio cuenta de cuánto había aspirado.
En cualquier caso no se preocuparía, no le daría mente, aprovecharía todo el tiempo que pudiese, tal como estaba previsto, por ello ignoró, y aguardo.
Ahora es cuando vería la inteligencia de Leonor en acción, la joven comenzaba a moverse a toda velocidad, pero no con la intención de darle un golpe, sino más bien levantaba una poderosa cortina de polvo en todo el lugar, sin lugar a dudas aquello le sorprendió, y si pudiese verla a los ojos, le entregaría la sonrisa maliciosa que le había dado todo el rato, porque es exactamente esa provocativa media línea curva en su boca la que tenía en ese preciso momento. Esperaría a que la cortina se levantara por completo y ella se detuviera para observar, en el preciso instante en que comenzara a hacer aquello, pronunciaría… - Schatten. - Y en aquella cortina comenzaría a aparecer sombras, siluetas de él, una tras otra, distanciadas por un tanto una de cada una, en distancias irregulares de ella, si destruía una, aparecería otra, era un hechizo en cadena producido por su propia cortina de polvo, también le agregaría un efecto de sonido, como si de pisadas se tratase.
Más, él no se quedaría quieto esperando ser golpeado por la suerte de la joven, él comenzaría a moverse, y no hacia cualquier lado, hacia él único lugar que ella no podría ver, y donde el polvo no le alcanzaría para delatarle, se iría hacia arriba, escalando el tronco del árbol, que no era de mucho grosor, el suficiente como para subir rápido y sentarse allí arriba, aun conservando su invisibilidad, y viendo los movimientos de la única sombra que si podía moverse, la de ella.
- (Esperaba más de una raza… ¿Superior? Tsk…) - Hasta eso podría escuchar ella en su pensamiento, el chasqueo de su lengua en tono de burla, fue lo único que pensaría, y volvería a ese estado de paz mental donde se concentraba solo en ella, ¿Ahora qué haría la que dictaba ser una cazadora jugando con su alimento? ¿Qué idearía para salir de aquello? Lissander ya trazaba el siguiente paso de su estrategia, bueno, ya estaba trazado, estudio por algo, y ese algo era vencer a la muerte en su propio juego, ¿Extraño, no es así? No, diría que más bien, era bizarro.
Aquella vampira aun conservaba la imaginación y la inteligencia de un ser humano, a pesar de haber perdido su humanidad el día en que se convirtió en lo que era; Lissander la detallaba, estudiaba, incluso tan de cerca que ella ni siquiera lo imaginaba, había pasado al lado suyo, la había observado y precisado en detalle, incluso escucho cuando contestó en voz alta a su pensamiento, y pudo percatarse de algo que antes ni se le había pasado por su mente, la muerte esa noche, Leonor, había dejado de respirar… ¡Maldita vampira! Quiso pensar, pero no lo hizo, no podía delatar su pensamiento, él no era como la histérica de Eris, por ello siguió su caminata hasta la esquina inferior derecha del cuadrilátero improvisado, aguardando allí. Olvidando por completo el hecho de que ya su alucinógeno no funcionaría a cabalidad, y de que el tiempo había sido reducido a quién sabe cuánto, ahora no podía calcularlo porque no se dio cuenta de cuánto había aspirado.
En cualquier caso no se preocuparía, no le daría mente, aprovecharía todo el tiempo que pudiese, tal como estaba previsto, por ello ignoró, y aguardo.
Ahora es cuando vería la inteligencia de Leonor en acción, la joven comenzaba a moverse a toda velocidad, pero no con la intención de darle un golpe, sino más bien levantaba una poderosa cortina de polvo en todo el lugar, sin lugar a dudas aquello le sorprendió, y si pudiese verla a los ojos, le entregaría la sonrisa maliciosa que le había dado todo el rato, porque es exactamente esa provocativa media línea curva en su boca la que tenía en ese preciso momento. Esperaría a que la cortina se levantara por completo y ella se detuviera para observar, en el preciso instante en que comenzara a hacer aquello, pronunciaría… - Schatten. - Y en aquella cortina comenzaría a aparecer sombras, siluetas de él, una tras otra, distanciadas por un tanto una de cada una, en distancias irregulares de ella, si destruía una, aparecería otra, era un hechizo en cadena producido por su propia cortina de polvo, también le agregaría un efecto de sonido, como si de pisadas se tratase.
Más, él no se quedaría quieto esperando ser golpeado por la suerte de la joven, él comenzaría a moverse, y no hacia cualquier lado, hacia él único lugar que ella no podría ver, y donde el polvo no le alcanzaría para delatarle, se iría hacia arriba, escalando el tronco del árbol, que no era de mucho grosor, el suficiente como para subir rápido y sentarse allí arriba, aun conservando su invisibilidad, y viendo los movimientos de la única sombra que si podía moverse, la de ella.
- (Esperaba más de una raza… ¿Superior? Tsk…) - Hasta eso podría escuchar ella en su pensamiento, el chasqueo de su lengua en tono de burla, fue lo único que pensaría, y volvería a ese estado de paz mental donde se concentraba solo en ella, ¿Ahora qué haría la que dictaba ser una cazadora jugando con su alimento? ¿Qué idearía para salir de aquello? Lissander ya trazaba el siguiente paso de su estrategia, bueno, ya estaba trazado, estudio por algo, y ese algo era vencer a la muerte en su propio juego, ¿Extraño, no es así? No, diría que más bien, era bizarro.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Show me all you got, it's now or never...
Sin duda el plan que había ideado en un momento de rápida acción, estaba dando resultado, pero como era de esperarse también el brujo se vio beneficiado al momento que fue capaz de usar el mismo para su ayuda personal ¿Quien lo diría? Al igual que ella, el podía volverse muy predecible. ¿Cuando comenzaría a atacarla directamente? Excelente pregunta, pero con una respuesta bastante borrosa aún. Su tenso encuentro podría durar por horas, o simplemente unos cuantos minutos mas, nadie podía saberlo con exactitud, mientras que ambos daban una sorpresa tras otra, mostrando lo mas destacable de su raza, compartían muchas cosas, pero solo eran separados por una muy fina linea, llamada "vida".
El hombre se había movido hasta un árbol un tanto mas alejado de ella, mientras los ojos de la chica intentaban dar con el entra la niebla provocada por su propio cuerpo, en la cual comenzaron a aparecer sombras, una, dos, tres... de pronto perdió la cuenta. Su impulso de ataque se activó, y esperando que la suerte estuviera de su lado, se lanzó contra una, propinándole un zarpazo, que de seguro le hubiera volado la cabeza a su rival; pero no fue así, y tanto ella como el brujo vería como el blanco de su ataque se desvanecía dando paso a una nueva silueta. - Mierda- pensó con molestia, frunciendo el ceño, hasta que comprendió la base de su hechizo: Ilusión.
Su enemigo podía jugar con la mente de una forma un poco diferente a la de Leonor, pero lo hacía al fin y al cabo, ahora dependía de ella si se dejaba engañar o no, claramente no, y buscaría la manera de volver a doblarle la mano a su ilusionista contrincante.
Su posición fue nuevamente serena, observaba a su alrededor con los pies clavados al suelo, sintiendo la tierra bajo los mismos, por un momento cerro su mente a todos, los sonidos, las sombras, las distracciones y se concentro en su objetivo, era capaz de sentir su presencia, su aroma aún estaba en el aire, pero mezclado de manera grotesca con la poción que mantenía sobre ella, pero no estaba funcionando en su totalidad, como al menos el esperaba que pasara, puesto que la vampiresa no lo aspiró por completo.
Los ojos inmortales se cerraron por dos segundos, escuchó su voz nuevamente en la cabeza, estaba cerca, ¿pero donde? ...
Debía concentrarse, dejando que sus instintos cazadores la guiaran. Su cuerpo era cálido y aquellas sombras no emanaban esa vida, ese calor, que de seguro el si. En conclusión, el ya no se encontraba en el cuadrilátero; aún así mantenía visión sobre ella, fin de su tiempo, volvió a abrir rápidamente sus ojos: Los árboles. La sonrisa que había perdido minutos atrás se dibujó nuevamente en sus labios, ahora la pregunta era ¿Como sabría con exactitud en cual se encontraba? Nuevo desafío.
Intento formular algo rápido, sabía que comenzaba a perder ventaja sobre el, y darse el lujo de planear algo muy elaborado; no era opción. Por ende sus manos tomaron protagonismo, estirándose hasta el suelo, tomando algunas piedras, lo hizo con ambas, de manera sumamente veloz y dando un giro las lanzó contra los proveedores de aire puro. Aguardando que su mano se viera iluminada y lograra golpear al brujo con alguna. No podía permanecer por siempre oculto, invisible ¿O si?
Finalmente aquello no importaba, y solo buscaba, necesitaba un error de el. Un quejido, un suspiro de alivio; lo que fuera ayudaría a Leonor a dar con su paradero. Solo esperaba que aquella noche que los había reunido, de manera tan impensable y caprichosa, conspirara a su favor.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
El ilusionismo era un tipo de magia basada en el engaño a los sentidos de los oponentes, era el tipo de magia que necesitaba una mente creativa de parte del hechicero, que pudiese usar su entorno, su persona, y que aun sin conocer a su adversario, pudiese usar su propia mente como un arma. Y aquel joven hechicero e ilusionista, comprendía el concepto básico de ello, es por eso que en aquella batalla, con cada paso, movimiento, hechizo, conocía más y más a la vampira que tenía por contrincante esa noche. Claramente, no se espero encontrarse con ella, no se espero si quiera tener la suerte de enfrentarse a una, pero se preparó tanto para un encuentro con un no-muerto como ella, como con un licántropo. Para su suerte, la dama sería el primer objeto de estudio en su lista de aprendizaje sobre las razas de la ciudad de Paris. Para suerte de ella, sería su primer y último intento tratando de comérselo a él. Le demostraría que a pesar de su condición humana, no era precisamente presa sencilla.
Claro, ella tampoco era un depredador sencillo…
Sus sombras se empezaron a desvanecer, al igual que la misma cortina que polvo que había creado aquella inmortal, eso era de esperarse, esa cubierta no iba a durar mucho, y él lo sabía, el juego de sombras fue solamente eso, un juego. Ahora es que vendría la mejor parte, lo presentía, ya bastaba de tanto juego de miradas insinuantes, quizás unos buenos puños y unas buenas patadas solventaría el conflicto de quién sería comido. O quizás no. No lo sabía, pero le carcomían las ganas de averiguarlo.
Su observación dictaminó el siguiente movimiento de la chica, estaba muy quieta para su gusto, eso solo decía que intentaba sentirlo, gracias a la poción que le aplicó, eso tendría un diez por ciento de probabilidades de acertar, sus sentidos estaban muy disparejos, si intentaba aspirar su aroma, tragaría más del alucinógeno que dejo de respirar y que yacía aun en su ropa, y sí intentaba oírlo, escucharía más el viento o sus propias pisadas que cualquier otra cosa, eso sin hablar de su borrosa y alterada visión. Es por ello que se preparó para lo que sea, aquella de nombre Leonor Daxmin seguro idearía usar su velocidad en algo, como con la cortina, o usar la fuerza bruta como con los árboles, por tanto hizo lo que cualquier ilusionista haría en su caso: alejarse.
Se bajaría del tronco cuando aquella empezase a recoger piedras compulsivamente, porque entendió de inmediato lo que se avecinaba si se quedaba allí. Aun siendo invisible e inaudible, se protegía con el hechizo que usó unos minutos atrás, se alejaría lo suficiente de aquel improvisado campo de batalla para poder observar las piedras surcar el aire a toda velocidad hacia los árboles que les rodeaban, los dos escucharían el eco sonoro de un golpe poderoso estrellarse contra la madera, es más, la potencia de su brazo haría que se enterrasen las piedras en los árboles, y ella escucharía aquello tan exagerado, como si su oído fuese parte del árbol en sí, en cambio él, solamente escucharía en “TUM”, preciso y fuerte que se produjo. Fue una buena idea la de Leonor, pero tal como la cortina de polvo, más dada a la suerte que otra cosa.
La invisibilidad desaparecería de su cuerpo, mantenerla por mucho tiempo consumía energía constante, y ya llegó al punto que no podía andar gastando a diestra y siniestra su poder sin ninguna necesidad, estaba tapado por el mismo cuadrado de troncos que ella hizo, por tanto, lo mejor era lo que hacía. Conservar su poder y usarlo en la justa medida. Es ese concepto de batalla que hizo descartar la idea de sacar las piedras de los árboles y lanzárselas con la misma velocidad que ella las lanzó, era factible, quizás un golpe seguro y pudiendo causar mucho daño, pero, no, era un hombre de ciencia, sabía que su velocidad podía permitirle escapar, y esa sí que no era una opción.
Miraría hacia donde estaba la chica, sin llegar a verla por obvias razones, pero sonriendo detenidamente, solo era cuestión de… respirar. - ¿Polvo y piedras es como atacan los vampiros? Patético… - Lo diría, suave, calmado, como si no estuvieran separados por más de diez metros, pero ¿Por qué? Fácil, era aburrido jugar con la mente sin usar las palabras, aquel juego de gato y ratón le gustaba, y tal como los felinos con su presa, una pata iba detrás de la otra, un paso detrás del otro, una mirada asesina, detrás de la otra, y por supuesto, al final, el zarpaso que arrancaba la vida de un cuerpo mortal... o inmortal.
¿Quién daría aquel golpe?
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Let the beating of your heart be my guide...
the life and dead.
the life and dead.
Un movimiento jugado al azar, eso estaba claro, y lo sabía a la perfección, se encontraba consiente que podía ser o no efectivo, pero al parecer la suerte en este caso, no estaba su favor, en lo mas mínimo. Por el contrario y extrañamente recaía mas en su contrincante, que en si misma, que ironía. Debía seguir ingeniándoselas para terminar con aquel inocente juego que mantenían, puesto que ninguno de los dos se había atrevido a reducir tanto la distancia para dar un golpe, un ataque certero y directo, sin nada mas de por medio, solo sus propias fuerzas, sin exagerarlas.
Escuchó de manera un tanto estrepitosa el sonido que vino luego de su lanzamiento tan improvisado, pero de el, nada.
Al parecer aquel ratoncito se volvía cada vez mas esquivo frente a ella, jugueteaba con sus alterados sentidos, claramente aprovechando lo que había sido fruto de su elaborada poción, la cual se encontraba aún fresca sobre la ropa de la joven. Ciertamente de no haber sido tan tímida con su cuerpo, se habría desnudado sin problemas, y así se liberaría de aquello, y podría respirar con libertad, captando de inmediato el aroma ajeno y embestirlo sin nada de por medio. Pero eso era solo un plan, que sencillamente, no se animaría a llevar a cabo.
Existían demasiados distractores en el aire, demasiados ruídos, pero todos y cada uno de ellos, tan diferentes he incomprensibles como el anterior. Era eso lo que mantenía mas tensa a Leonor, el haberlo oído...¿o no?. Que mas daba, en cualquier caso debía averiguarlo, por lo que se volteo rapidamente encontrandose para su sorpresa con una nueva silueta, la cual tenía esa chispa que buscaba, esa vida que emanaba, una silueta, la silueta de su rival, la cual se encontraba bastante aleja, como levemente borrosa para sus desarrollados ojos. Se veía sereno, mientras le regalaba sus nuevas palabras cargadas de sarcasmo, ante las cuales la vampiresa solo atinó a sonreír.
- Debería estar bebiendo de ti, pero por alguna razón...-dejo sus palabras en el aire, las pronunció seguras hasta un punto que sintió que no era necesario explicarle nada mas. El estaba ahí buscando una pelea digna, y eso era lo que ella buscaba darle, y no dejaría que sus pensamientos la distrajeran.
Miles de impulsos la recorrieron, podría tomar impulso, haciendo que sus pies prácticamente la hicieran volar hasta su objetivo; el. O por otra parte, comenzar a jugar con su mente, solo debía centrarse en los azules ojos ajenos para comenzar con eso, pero lamentablemente la distancia que mantenían, y su visión afectada, eran puntos en contra.
Existían diferentes formas de acercarse, pero las analizaba, y una a una se encargaba de desecharlas. Su oponente era ingenioso, y sabría responder, por ende simplemente opto por algo un poco mas simple.
Los pies de la joven se quedaron firmes contra la tierra, que suavemente comenzaba a descender, producto de la cortina creada anteriormente. Se mantuvo firme, y no esperaba ser ella quien arremetiera contra el cálido cuerpo ajeno. Por el contrario, lo esperaba, quería ver que grandiosas ideas rondaban en la mente de su adversario. Aquel brujo que comenzaba a regalarle una noche llena de sorpresas, producto de un encuentro; tan excitante como inesperado.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
- Tsk, tsk, tsk, tsk… - Repetiría mientras negaba con su cabeza lentamente, y su mirada se clavaba en la ajena aun a tan larga distancia. Sus brazos se cruzarían y sus orbes azuleos se cerrarían con suavidad, sí, se dejo a merced de la chica, y ella no lo aprovecho, por tanto, no pudo ejecutar su trampa de calcinarla cuando le tocase, o de electrocutarla, eso ultimo no lo había decidido, lo que sí, es que iba a freírla viva si alcanzaba a poner sus garras en él. Para su sorpresa, no sucedió nada, ella le detectó con dificultad, y se quedó allí, aguardando, cosa que no hizo más que provocarle una amplitud en su sonrisa. - ¿Dónde está la vampira que me habría atacado sin piedad? - Preguntaría al viento. - ¿Miedo, señorita Daxmins? - Una risita corta y hasta burlona saldría luego, para abrir los ojos y alcanzar su cuerpo con su mirada.
Ya era hora.
En sus años de estudiante, para entender la mente de los pacientes leyó varios libros de psicología, unos cuantos que explicaban mucho sobre cómo mantener en calma a personas que estaban literalmente temiendo por su vida, y confiándole a un total extraño su cuerpo, eso era algo que no todos podían hacer, algunas personas desarrollaban fobia a los doctores, y era totalmente entendible. Comprendió que un área calmada para los pacientes, les daba mayor confort y confianza, pero que no debía caer en demasiado silencio, porque estudios habían comprobado que el silencio podía activar un sentido nervioso en la persona, los pensamientos azotaban y hacía desarrollar una paranoia natural a lo que pudiese suceder. El silencio era bueno para el estudio, el pensamiento, la inspiración, pero en demasía era muy peligroso, y es allí, en sus años de estudiantes que diseño un hechizo comprendido a base de aquello: Silencio.
Puro, acechante y paradójicamente armónico, el joven hechicero desplegaría su energía sobre aquella joven, él práctico mucho su hechizo sobre animales en el bosque, y un par de veces sobre ciertos humanos sin que lo notasen, los resultados habían sido excelentes. Su boca pronunciaría aquello con total naturalidad, como si el alemán fuese su lengua nativa. - Schweigen. - Y la oscuridad se hizo, la joven no podría ver nada, oír nada, olfatear nada, tocar nada, ni siquiera podría probar algo aunque se lo metiese en la boca, ¿gritar? Tampoco, ella no escucharía sus gritos, la había sumergido en una atmosfera donde solo existía ella, donde no había nada más, aunque se chocase contra un tronco caminando a ciegas, no sentiría el golpe, porque sus sentidos estaban engañados completamente.
Él, por su parte, se quitaría de allí y se colocaría sobre otro árbol, no sería tan iluso de quedarse allí, bueno, la ilusa era otra, literalmente hablando. Aquel joven podía verla desde afuera, y podía en su mente, mantener la ilusión, cosa de que si ella buscaba leer su pensamiento, solamente se encontraría con más oscuridad y vacío. Nunca había usado tal hechizo con un ser sobre natural, pero le resultaba excitante, macabramente excitante, porque no solamente los hacía rebajar al nivel de un humano, sino que los hacía sentirse inútiles a pesar de estar toda llena de habilidades, aquel hechicero la estaba sometiendo, llevando siempre la ventaja sobre ella.
Lissander Cornelio Arcalucci vería detenidamente a aquella gata, ¿Ahora que iba a hacer? Porque él jugaba en serio, poniendo las cartas sobre la mesa, aunque si somos sinceros y reales, no podría verlas aunque estas hablaran y le diesen una bofetada. Él lanzaba uno de sus Ases bajo la manga, ¿Y ella, que guardaba?
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Si juegas con sangre, ¿Te puedes quemar?
Just find your own light, don't breathe, don't walk...
now open your eyes.
Observaba sus gestos, cada uno a la par que intentaba burlarse de su actuar. Fijaría sus ojos en los de el, con serenidad, ni una pizca de ira en ellos, aún teniendo presente su instintos de caza. Ya nada importaba, sencillamente se mantenía ahí, aguardando ¿Masoquista? Si, al parecer lo estaba siendo, puesto que podría haberse evitado cualquier problema, y desaparecer del lugar, pero no, esa maldita curiosidad, y lo terca que era aveces le impedía abandonar la pelea, aunque se encontrara en desventaja, frente a las ilusiones ajenas. ¿Miedo? No, no sentía miedo en lo absoluto, aunque no contesto a lo siguiente, solo negó con su cabeza delicadamente, siendo testigo de como el se entregaba esperando algún ataque por parte de ella, el cual jamas se vio concretado.
Ladeaba la cabeza, sin estar segura de lo que realizaba el brujo, sabía que podía esperar un ataque por parte de el, acercarse y atacarla finalmente. Pero por el contrario, fue un ataque silencioso, a distancia, y sumamente extraño. Leonor poco a poco comenzó a verse a si misma envuelta bajo una capa de obscuridad absoluta, el silencio se hizo, y sus ojos dejaron de diferenciar, hasta que finalmente no lograba ver nada, prácticamente se sentía amordazada y cegada, todo a causa de un hechizo, una ilusión bastante tortuosa.
Por un momento, aunque sin notarlo dio un paso hacía adelante, nada, no sintió absolutamente nada, y no pudo negar que aquello era fascinante, el jugaba con su mente, y ella en vez de espantarse, estaba recibiéndolo con sus brazos abiertos.
- ... - Abrió sus labios, buscando articular alguna palabra, pero simplemente no escuchó nada, y poco a poco empezaba a entender el poder de la ilusión que tenía sobre ella.
Sabía que el estaba observándola, esperando quizás que se descontrolara, o entrara en un cuadro de ansiedad incontrolable pero, pasó todo lo contrario, su cuerpo se relajó, y sus brazos cayeron, sus ojos independientemente de encontrarse apagados, se cerraron, y un suspiro inaudible nació de su boca.
- *¿Que esperas para matarme?* - murmuró para la mente de su rival, acompañado hasta con una risa, que el sería capaz de escuchar libremente. ¿Se estaba dando por vencida? ¿Acaso era todo para ella, y no deseaba continuar con mas? Por supuesto que no, todo lo que estaban pasando juntos se le hacía fascinante... realmente fascinante.
Aunque ni ella misma estaría preparada para lo que azotaría su mente, mientras esta le daba la oportunidad de recordar acontecimientos de su vida. De pronto se hizo la pregunta. ¿Cambiaría algo el echo de que desaparezca?. La vampiresa simplemente sentía que su estancia era tan poco importante, ya que ni siquiera podía pensar en algo o alguien que la mantuviera en tierra. Hasta que como por arte de magia a su mente llegó aquello que la despertó, y detuvo su flaqueza. Pensaba en su mejor amigo, al cual le había prometido estar siempre junto a el, cuidándolo, tal y como se cuida a un hermano... ¿Le estaba fallando ahora? Si, lo hacía, y no podía permitírselo, no mas. Y con ese seguro pensamiento en su obscura mente, volvió a dirigirse al brujo.
- *Entiendo que uses esto contra mi, después de todo eres un simple humano, probando sus juegos.* - le dice con voz suave, casi susurrando una a una las palabras, sin esperar respuesta, aunque sabía que no la obtendría, solo recibía obscuridad. Mientras tanto su cuerpo volvía a tensarse, listo para recibir lo que fuera, a pesar de todas las consecuencias del actuar ajeno.
Realmente si la hubiera encontrado en otro momento, en un pasado que Leonor no deseaba recordar; habría estado feliz de que el joven Lissander acabara con ella, pero no ahora, ella había echo una promesa, y no pensaba romperla por nada del mundo. No permitiría que el ganara, no iba a dejarse dominar, mucho menos entregarle una victoria que no le pertenecía. Tenían tiempo, y había mucho que entregar todavía, por ende la palabra "Rendirse" está deliberadamente prohibida.
Leonor Daxmins- Vampiro Clase Media
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