AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sombras en la noche ~ Lissander
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Sombras en la noche ~ Lissander
I've got a dream when the darkness is over
We'll be lyin' in the rays of the sun
But it's only a dream and tonight is for real
You'll never know what it means
But you'll know how it feels
It's gonna be over…
We'll be lyin' in the rays of the sun
But it's only a dream and tonight is for real
You'll never know what it means
But you'll know how it feels
It's gonna be over…
~~
Últimamente me he sentido deprimido, con baja autoestima y sin muchos ánimos para pensar en lo que será de mí en un futuro. Por el momento me limito a viajar de ciudad en ciudad de pueblo en pueblo como cualquier artista de teatro, tratando de dejar atrás recuerdos tormentosos, que me han mantenido en vela las últimas semanas. Luzco ojeroso, pálido y con falta de apetito. Lo que me preocupa hoy día, es confiar en mi capacidad como actor. Sé que soy excelente sobre el escenario y que me muevo como auténtico pez en el agua. Pero a últimas fechas nada parece tener sentido. No me gusta y me siento incómodo, pero nada puedo hacer por el momento. La tristeza me tiene bien sujeto con sus garras. Es ésa clase de noches en las que te sientes fuera de lugar y que no perteneces a ningún sitio. Que simplemente existes por existir y que sólo formas parte de un sistema, de una sociedad. Que vives porque respiras, porque comes y porque has tenido suerte de no haber perecido bajo las garras de algún vampiro, o licántropo, que ha sido más fuerte, ágil y veloz que tú.
Suspiro.
Mientras voy caminando cabizbajo bajo la tenue luz de los faroles apostados en las callejuelas medito sobre lo que escuché la otra noche sobre algunos asesinatos en el centro de la ciudad, donde murió mucha gente. No es de sabios conocer que fue obra de alguna mente enferma, que busca crear conflictos entre las diferentes razas. Y yo me pregunto: ¿Qué habría sido de mí, si por azares del destino me hubiera encontrado en ése justo lugar a la hora en que ocurrió todo? ¿Alguien me habría extrañado? Lo dudo… soy esa clase personas que pasa desapercibida, y que a nadie le importa. De Aleksandr no he sabido absolutamente nada las últimas semanas. Tal vez y ya tenga algún chico nuevo con el cuál entretenerse y al cuál le diga las mismas cosas que a todos los demás. Quisiera ser como cualquier chico normal, que va a tomar café, ir a fiestas o reuniones de jóvenes de mi edad y olvidarme de todo. Pero no puedo. He vivido demasiado tiempo sólo, que creo que me convertiré en un ermitaño de apenas veintiún años. ¿Qué será de mí? Ni yo mismo lo sé…
Pateo una pequeña botella de ron que se me ha cruzado en el camino. Simplemente voy vagando por una de las aceras más concurridas del centro, buscando en qué entretenerme. He decidido caminar para estirar un poco mis músculos; tanto tiempo estar sentado en el sofá de mi apartamento centrando mi vista hacia ningún punto en particular, me tiene entumido y somnoliento.
Sigo pateando la botella, hasta que finalmente se atora con un pequeño estuche negro, un par de metros más adelante. Levanto la vista, dándome cuenta de que es un artista callejero que toca el violonchelo. Es inevitable no recordar aquellos tiempos, en los que perderme horas y horas tocando violín en mi cuarto, era mi pasión. Hay alguna gente alrededor, deleitándose con la melodía. Sonrío y me acerco para formar parte del grupo. El artista es muy bueno. Sonríe a pesar de que su rostro ya se ha cubierto de arrugas y sus manos expertas, cubiertas de callos, se deslizan con maestría sobre las cuerdas. Tiento mis dedos, por dentro de la bolsa de mi pantalón. Ya he perdido los míos. Otra pérdida… ¿Cuántas más deberé sufrir?
Una vez finalizada la melodía, la gente se apresta a dejar algunos billetes y monedas, dentro de aquel estuche forrado de terciopelo verde. Hago lo propio, dejando apenas algunos centavos, pues no tengo más. Me despido del sujeto, y decido continuar mi camino, ya con algo de esfuerzo porque en escasos minutos, la gente ha abarrotado la acera. Apenas me doy cuenta de que estoy parado justo enfrente del hermoso teatro que tantas noches me ha visto actuar. La gente parece emocionada - caminando, casi corriendo - pues un dependiente del lugar, ha salido a colocar un afiche con la próxima puesta en escena: “Mcbeth” Aquella obra a la cual había invitado a Alexander…
Suspiro por segunda ocasión, colándome por el callejón que está justo al lado d l teatro. Ahí por donde los actores solemos entrar al inmueble pasando desapercibidos. Los camerinos están apostados justamente hacia la izquierda y al fondo, y es ahí a donde me dirijo para enclaustrarme unos momentos antes de irme hacia mi casa. Escondido bajos unos tablones de madera en una esquina del piso, se encuentra un tesoro preciado para mí. Mi preciado violín que es el único objeto de valor que poseo, y al cuál he dejado abandonado por tanto tiempo. El artista callejero me ha recordado que mi segunda pasión es la música y ésta noche, por extraño que parezca, siento la imperiosa necesidad de perderme un poco entre sus cuatro cuerdas. Sacándole con sumo cuidado, lo contemplo casi extasiado. Por obvias razones está desafinado, pero nada que un oído experto no pueda solucionar.
Colocando las tablas en el mismo sitio para evitar sospechas, me levanto dispuesto a salir. Con mi violín y el arco en mano. De nueva cuenta en el callejón, busco la zona más apartada y oscura del mismo, para tomar asiento en un par de cajas de madera que alguien dejó olvidadas. Tomando una buena bocanada de aire, cierro los ojos para concentrarme y pensar en cosas maravillosas que me traigan felicidad. Así es como la musica va fluyendo poco a poco, inundando cada rincón de aquél lúgubre lugar.
Suspiro.
Mientras voy caminando cabizbajo bajo la tenue luz de los faroles apostados en las callejuelas medito sobre lo que escuché la otra noche sobre algunos asesinatos en el centro de la ciudad, donde murió mucha gente. No es de sabios conocer que fue obra de alguna mente enferma, que busca crear conflictos entre las diferentes razas. Y yo me pregunto: ¿Qué habría sido de mí, si por azares del destino me hubiera encontrado en ése justo lugar a la hora en que ocurrió todo? ¿Alguien me habría extrañado? Lo dudo… soy esa clase personas que pasa desapercibida, y que a nadie le importa. De Aleksandr no he sabido absolutamente nada las últimas semanas. Tal vez y ya tenga algún chico nuevo con el cuál entretenerse y al cuál le diga las mismas cosas que a todos los demás. Quisiera ser como cualquier chico normal, que va a tomar café, ir a fiestas o reuniones de jóvenes de mi edad y olvidarme de todo. Pero no puedo. He vivido demasiado tiempo sólo, que creo que me convertiré en un ermitaño de apenas veintiún años. ¿Qué será de mí? Ni yo mismo lo sé…
Pateo una pequeña botella de ron que se me ha cruzado en el camino. Simplemente voy vagando por una de las aceras más concurridas del centro, buscando en qué entretenerme. He decidido caminar para estirar un poco mis músculos; tanto tiempo estar sentado en el sofá de mi apartamento centrando mi vista hacia ningún punto en particular, me tiene entumido y somnoliento.
Sigo pateando la botella, hasta que finalmente se atora con un pequeño estuche negro, un par de metros más adelante. Levanto la vista, dándome cuenta de que es un artista callejero que toca el violonchelo. Es inevitable no recordar aquellos tiempos, en los que perderme horas y horas tocando violín en mi cuarto, era mi pasión. Hay alguna gente alrededor, deleitándose con la melodía. Sonrío y me acerco para formar parte del grupo. El artista es muy bueno. Sonríe a pesar de que su rostro ya se ha cubierto de arrugas y sus manos expertas, cubiertas de callos, se deslizan con maestría sobre las cuerdas. Tiento mis dedos, por dentro de la bolsa de mi pantalón. Ya he perdido los míos. Otra pérdida… ¿Cuántas más deberé sufrir?
Una vez finalizada la melodía, la gente se apresta a dejar algunos billetes y monedas, dentro de aquel estuche forrado de terciopelo verde. Hago lo propio, dejando apenas algunos centavos, pues no tengo más. Me despido del sujeto, y decido continuar mi camino, ya con algo de esfuerzo porque en escasos minutos, la gente ha abarrotado la acera. Apenas me doy cuenta de que estoy parado justo enfrente del hermoso teatro que tantas noches me ha visto actuar. La gente parece emocionada - caminando, casi corriendo - pues un dependiente del lugar, ha salido a colocar un afiche con la próxima puesta en escena: “Mcbeth” Aquella obra a la cual había invitado a Alexander…
Suspiro por segunda ocasión, colándome por el callejón que está justo al lado d l teatro. Ahí por donde los actores solemos entrar al inmueble pasando desapercibidos. Los camerinos están apostados justamente hacia la izquierda y al fondo, y es ahí a donde me dirijo para enclaustrarme unos momentos antes de irme hacia mi casa. Escondido bajos unos tablones de madera en una esquina del piso, se encuentra un tesoro preciado para mí. Mi preciado violín que es el único objeto de valor que poseo, y al cuál he dejado abandonado por tanto tiempo. El artista callejero me ha recordado que mi segunda pasión es la música y ésta noche, por extraño que parezca, siento la imperiosa necesidad de perderme un poco entre sus cuatro cuerdas. Sacándole con sumo cuidado, lo contemplo casi extasiado. Por obvias razones está desafinado, pero nada que un oído experto no pueda solucionar.
Colocando las tablas en el mismo sitio para evitar sospechas, me levanto dispuesto a salir. Con mi violín y el arco en mano. De nueva cuenta en el callejón, busco la zona más apartada y oscura del mismo, para tomar asiento en un par de cajas de madera que alguien dejó olvidadas. Tomando una buena bocanada de aire, cierro los ojos para concentrarme y pensar en cosas maravillosas que me traigan felicidad. Así es como la musica va fluyendo poco a poco, inundando cada rincón de aquél lúgubre lugar.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I had a dream when the night ended
We play between snowy cottons of God
But it was only a dream and this night is real
Nobody knows what felt
Nobody knows if comply
But now that I remember
Why did it end?
~~
We play between snowy cottons of God
But it was only a dream and this night is real
Nobody knows what felt
Nobody knows if comply
But now that I remember
Why did it end?
~~
Otra noche más en Paris, otro final para un capítulo de su nueva vida, que no sabía cuando había comenzado, y ni siquiera sabía hacia donde se dirigía lo que podría llamar su historia, esa noche, aquel joven doctor se sentía perdido. Quizás se equivocó cuando llego a París, pudo haber sido un error salir de Asís después de todo, ¿Quién sabía si podía vivir allá, tranquilo, escondiéndose de los inquisidores? ¿Quién dijo que él no sería capaz de ocultarlos a él y a su hermana? La verdad pudo intentarlo, pudo correr ese riesgo un tanto menor y no venir a una ciudad donde abundaban diversas razas peligrosas, donde las garras de la muerte quieren arrancarte el alma de un zarpazo, donde vivía con el inmenso temor y la angustia de no poder cuidar de lo único que amaba en todo el mundo. ¡Maldita ciudad! Pensó muy en sus adentros, mientras que sus puños se cerraban con infinita impotencia dentro de la acobijada tela del abrigo negro que portaba. Esa iba a ser otra noche más, como la de ayer, y la de antier… ¿no?
A veces pensaba que nadie le entendería nunca, que nadie podría ponerse en sus zapatos, ni siquiera Eris, que era la más cercana a él. Se preguntaba si la soledad se había enamorado tanto de su ser, que no iba a despegarse nunca, y no porque fuese un amante del amor y la compañía, en realidad nunca se había enamorado, sino más bien, porque siempre había sido así, desde que tenía uso de memoria, Lissander siempre fue un joven asiduo a ella, no tuvo amigos en el colegio que le recordaran en la calle, no tuvo amigos en la universidad a los que abrazar como colegas o con los que buscase trabajar, él siempre fue él, se tuvo a él, y siempre salió adelante él. Era desde hace un año que las cosas habían cambiado, y ahora pensaba por y para dos, pero, nada de eso era relevante esa noche.
Las botas negras de cuero que calzaba, producían un seco sonido al caminar por aquella acera, sus pasos no tenían prefijado un camino, quizás llegaría a casa pronto, quizás no, no le importaba mucho que digamos, quería y ansiaba despejar su mente, lo necesitaba tanto como necesitaba respirar. Y por cosa de Dios, tal vez, llegó a una multitud de personas reunidas en lo que parecía ser un semicírculo, pudo escuchar un juego de hermosos sonidos desde la distancia, pero iba tan cargado en sí mismo que lo ignoro, hasta ese instante que no tuvo más remedio que oírlos, pues ni sus pensamientos se aclaraban debido a la armónica tonada.
Pudo entonces moverse entre los que estaban y pudo ver las caras de los responsables, varios señores mayores haciendo algo que se notaba que amaban, era sencillamente espectacular, eso no se veía en Asís, los músicos allá se dedicaban a las orquestas, y a sus conservatorios, pero nada más, en París se podía verles tocar en plazas, inundando el ambiente gratamente de melodías de antiguos músicos y hasta propias y originales. Su faz se adorno con una suave sonrisa, ellos se notaban tan divertidos, tan placenteros, mientras sus manos en común acuerdo con sus arcos, danzaban gráciles sobre las cuerdas dando a relucir aquellas hermosas notas. Se sentía la emoción que ellos transmitían, él podía sentirla.
Unas monedas salieron de sus manos y cayeron por acción de gravedad en uno de los sombreros, el de violonchelista sino se equivocaba, pudo en ese instante apreciar el sonido tan seductor de ese instrumento más de cerca, ese, sobre todas las cuerdas era su favorito, grave, varonil, sublime, y al mismo tiempo agudo, siempre tan misterioso. No estuvo mucho tiempo allí que el necesario, se retiro y continuó su caminar errante, escapando de aquella pequeña dimensión donde se había encontrado y sentido diferente por primera vez en mucho tiempo, para ahora volver a su realidad, cargar consigo mismo hasta llegar a casa, si es que ese era el camino, sino, pues se tardaría un poco más, ¿Importaba acaso?
Sin embargo, como si por obra de ese Dios omnipotente se tratase, unos cuantos pasos después de haber dejado la alegría de un ensamble, se vio obligado a detenerse, es como si algo, una fuerza que no conocía le detuviera en seco, su oído le indicó el lugar, y sus orbes azul cielo se volvieron hacia la derecha para atender hacia aquel emisor, la oscuridad arropaba el callejón, pero de esta un alma tenue dejaba salir un sutil canto al alma, uno más sutil y delicado, uno que no se comparaba en nada con el anterior, un sonido que era etéreo e invisible ante muchos, pero ante el oído y corazón de un músico, no podía ser de nadie más que de un experto. Se preguntó entonces si entrar allí era lo mejor, si podía ser una sirena aquel ejecutante y ser la presa perfecta al caer con tan hermosa carnada, pero, mucho antes de que hablara su cordura, aquel cuerpo se desplazó como el mosquito más tonto de la manada, siguiendo la luz que quizás le lleve a morir.
Y allí, al final de aquellas paredes angostas, sentado en unas cajas, se encontraba un joven que con gran habilidad le daba vida al instrumento, fue la luna, madre del manto nocturno la que prestó la suficiente luz como para que aquel brujo pudiese verle en medio de las sombras, no quería interrumpirlo, la verdad, es que Lissander no podía hacerlo aunque lo intentase, su rostro se mostraba apacible, sus orbes, esos que siempre tenían una expresión de seriedad y hasta de dureza, exploraban aquel movimiento de muñeca y brazo, sintiendo la tonalidad y expresión de aquel, sintiendo sus emociones, las que buscaba transmitir.
Por desgracia, su torpe pie tratando de retroceder se toparía con una botella rota y fue inevitable el crujir chillón del vidrio, que le hizo de inmediato clavar su mirada en el presente personaje, - Perdóneme joven, yo… solo escuchaba su música. - Le diría con suavidad en su voz de barítono, sus manos se habían salido de su abrigo para extenderse un poco frente a su torso y poder acentuar aquel gesto. - Lo siento, es usted excelente, no tenía intención alguna de interrumpirle, ¿podría disfrutar un poco más de su talento? - Le indicaría con calma, volviendo a colocar sus manos en los bolsillos, y mirándolo tratando de demostrar que no pretendía nada más, esperando ansioso que eso le convenciese. Olvidándose por un momento de su desconfianza, olvidando que podía ver su aura y saber si estaba en presencia de un depredador, olvidándose incluso que estaba en un callejón oscuro y que tenía las de perder si era atacado…
Y todo lo olvidó, por una suave tonada en las sombras de la noche…
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I've got a dream 'bout an angel on the beach
And the perfect waves are starting to come
His hair is flying out in ribbons of gold
And his touch has got the power to stun
I've got a dream 'bout an angel in the forest
Enchanted by the edge of a lake
His body's flowing in the jewels alive
And the earth below is starting to shake
And the perfect waves are starting to come
His hair is flying out in ribbons of gold
And his touch has got the power to stun
I've got a dream 'bout an angel in the forest
Enchanted by the edge of a lake
His body's flowing in the jewels alive
And the earth below is starting to shake
~~
Mis dedos se deslizan con naturalidad por aquel cuarteto de cuerdas, transportándome con su suave melodía a un mundo cargado de paz y serenidad. ¡Dios sabe cuánto extrañe a mi inseparable compañero, relegándolo a un sucio y oscuro rincón del camerino! Haciéndome de su compañía únicamente cuando mi estado de ánimo desfallece, sintiendo la imperiosa necesidad de resguardarme bajo su cobijo. Mi único amigoen tiempos difíciles, que nunca me reprochará nada, ni cuestionará mi forma de actuar y de pensar. Simplemente se limita a que yo lo tome entre mis manos dándole vida, cuando la inspiración llega desde dentro hacia afuera.
Termino de tocar mi primera pieza musical haciendo una pequeña pausa para retomar energías. La falta de costumbre hace que mis dedos estén un poco torpes haciéndome el trabajo un poco más difícil de lo normal, pero nada que no pueda superar. Saco un pañuelo dela bolsa de mi abrigo para limpiar mis ojos, pues algunas lágrimas han querido hacer acto de aparición. Ya he llorado lo suficiente las últimas semanas, no sé hasta cuándo van a parar, cuando dejaré de sentirme miserable, pero ésta noche quiero olvidarme del agobio, de la tristeza y de la frustración de sentirme utilizado, aunque sea unos instantes. Éste pequeño tiempo es regalo de mí, para mí.
Cierro los ojos, pensando cuál será mi próximo momento especial y como si mi plegaria hubiese sido escuchada por los mismos ángeles, las notas van saliendo una por una, de las notas cortas a las largas, de las graves a las agudas, y así sucesivamente; como si mi mano fuese guiada por una fuerza sobrenatural. Se trata del nocturno de Chopin. Una pieza que tantas horas de práctica y dolores de cabeza me dio años atrás, pero una gran satisfacción el día en que pude completarla a pesar de que mis dedos sangraban.
Estoy tan concentrado en lo que hago, que no me percato que alguien ha irrumpido en el callejón, acercándose con cautela hasta donde estoy. Si no es por el ruido de una botella rodar sobre el pavimento, seguiría inmerso y completamente extasiado… Una figura enfundada en un abrigo me habla de una manera cortés, disculpándose por su interrupción. No sé de quién se trate, no lo conozco, nunca lo he visto en mi vida. No sé cuáles son sus intenciones (cabe resaltar, que los últimos días, Paris se ha vuelto un hervidero de asesinatos y robos a diestra y siniestra) pero si mi instinto no me engaña, y si sus palabras son ciertas, no tengo nada que temer. De cualquier modo siempre cabe la posibilidad de escapar, utilizando “mi don” así que, por el momento me limito a observarlo por breves instantes de pies a cabeza, decidiendo qué hacer, pues ha dicho que es su deseo seguir disfrutando de mi talento.
Mi talento…
Siendo un actor de teatro, estoy acostumbrado a toda clase de elogios, pero nunca tan directos y enfocados hacia mi interpretación musical. Carraspeo un poco pues me ha caído de sorpresa. Me siento un tanto avergonzado, pues me ha pillado en una actividad que casi siempre mantengo oculta a ojos de propios y extraños, ya que siempre he pensado que no soy tan bueno tocando el violín. Ni el mismo Aleksandr Scriabin sabe que mi segunda pasión en la vida… Y tal vez nunca se entere.
–Muchas gracias, caballero. Es usted muy amable.
Me levanto del banquillo, agradeciendo discretamente con una breve inclinación de cabeza, invitándole a que tome asiento en el banquillo de madera que está al frente y a mi derecha. No es el mejor sitio del mundo para dar un pequeño concierto para una sola persona – al igual que el sitio, que está rebosante de desechos de escenografías y algunos otros trastos - pero como ésta noche parece estar saliendo de los cánones, cualquier cosa puede suceder, pues extrañamente me siento necesitado de compañía. Quizás se trate de un extraño, pero “ese extraño” se está tomando un tiempo valioso en presarme un poco de su atención, que siempre es de agradecerse.
–No soy tan bueno – Me apresuro a decir, no atreviéndome a mirarlo de frente. Me siento cohibido y más vale ponerle sobre aviso, pues no soy el artista que todo el mundo esperaba, sólo soy un aficionado amante de la buena música –. Espero no decepcionarle-. Acomodo mi violín entre mi hombro y el cuello, para continuar con la pieza que había dejado inconclusa.
Termino de tocar mi primera pieza musical haciendo una pequeña pausa para retomar energías. La falta de costumbre hace que mis dedos estén un poco torpes haciéndome el trabajo un poco más difícil de lo normal, pero nada que no pueda superar. Saco un pañuelo dela bolsa de mi abrigo para limpiar mis ojos, pues algunas lágrimas han querido hacer acto de aparición. Ya he llorado lo suficiente las últimas semanas, no sé hasta cuándo van a parar, cuando dejaré de sentirme miserable, pero ésta noche quiero olvidarme del agobio, de la tristeza y de la frustración de sentirme utilizado, aunque sea unos instantes. Éste pequeño tiempo es regalo de mí, para mí.
Cierro los ojos, pensando cuál será mi próximo momento especial y como si mi plegaria hubiese sido escuchada por los mismos ángeles, las notas van saliendo una por una, de las notas cortas a las largas, de las graves a las agudas, y así sucesivamente; como si mi mano fuese guiada por una fuerza sobrenatural. Se trata del nocturno de Chopin. Una pieza que tantas horas de práctica y dolores de cabeza me dio años atrás, pero una gran satisfacción el día en que pude completarla a pesar de que mis dedos sangraban.
Estoy tan concentrado en lo que hago, que no me percato que alguien ha irrumpido en el callejón, acercándose con cautela hasta donde estoy. Si no es por el ruido de una botella rodar sobre el pavimento, seguiría inmerso y completamente extasiado… Una figura enfundada en un abrigo me habla de una manera cortés, disculpándose por su interrupción. No sé de quién se trate, no lo conozco, nunca lo he visto en mi vida. No sé cuáles son sus intenciones (cabe resaltar, que los últimos días, Paris se ha vuelto un hervidero de asesinatos y robos a diestra y siniestra) pero si mi instinto no me engaña, y si sus palabras son ciertas, no tengo nada que temer. De cualquier modo siempre cabe la posibilidad de escapar, utilizando “mi don” así que, por el momento me limito a observarlo por breves instantes de pies a cabeza, decidiendo qué hacer, pues ha dicho que es su deseo seguir disfrutando de mi talento.
Mi talento…
Siendo un actor de teatro, estoy acostumbrado a toda clase de elogios, pero nunca tan directos y enfocados hacia mi interpretación musical. Carraspeo un poco pues me ha caído de sorpresa. Me siento un tanto avergonzado, pues me ha pillado en una actividad que casi siempre mantengo oculta a ojos de propios y extraños, ya que siempre he pensado que no soy tan bueno tocando el violín. Ni el mismo Aleksandr Scriabin sabe que mi segunda pasión en la vida… Y tal vez nunca se entere.
–Muchas gracias, caballero. Es usted muy amable.
Me levanto del banquillo, agradeciendo discretamente con una breve inclinación de cabeza, invitándole a que tome asiento en el banquillo de madera que está al frente y a mi derecha. No es el mejor sitio del mundo para dar un pequeño concierto para una sola persona – al igual que el sitio, que está rebosante de desechos de escenografías y algunos otros trastos - pero como ésta noche parece estar saliendo de los cánones, cualquier cosa puede suceder, pues extrañamente me siento necesitado de compañía. Quizás se trate de un extraño, pero “ese extraño” se está tomando un tiempo valioso en presarme un poco de su atención, que siempre es de agradecerse.
–No soy tan bueno – Me apresuro a decir, no atreviéndome a mirarlo de frente. Me siento cohibido y más vale ponerle sobre aviso, pues no soy el artista que todo el mundo esperaba, sólo soy un aficionado amante de la buena música –. Espero no decepcionarle-. Acomodo mi violín entre mi hombro y el cuello, para continuar con la pieza que había dejado inconclusa.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I had a dream where flying over the dreams of humanity
And the perfection of your hand, keeping me in the sky
I saw smiles to gift
And I saw you dancing in the middle of infinity.
I had a dream where, you are the lily
And I, you sea
Floating to in my arms and
I hugged you, looking never end.
~~
And the perfection of your hand, keeping me in the sky
I saw smiles to gift
And I saw you dancing in the middle of infinity.
I had a dream where, you are the lily
And I, you sea
Floating to in my arms and
I hugged you, looking never end.
~~
Sus ojos se quedaron clavados en él, buscando su mirar, centrándose en los ajenos, y por supuesto, escuchando sus palabras, para su sorpresa aquel joven no se asustó y no quiso entrar en el pánico que cualquiera entraría, si por la situación se guiaba cualquiera persona pensante, sería totalmente normal que corriera, gritara o se pusiese a la defensiva como mínimo; pues creía aquel doctor que todos en Paris estaban conscientes de lo peligroso que se estaba volviendo todo, y aun así, aquel joven no se había alertado, bueno no demasiado, eso decía mucho de él, y eso el primogénito Arcalucci lo había notado.
Ante sus palabras de agradecimiento por el elogio ya dicho, aquel hombre de rubios cabellos se limitaría a dedicar una suave sonrisa y a responder a dicha reverencia, y luego tomando el banquillo que este le había ofrecido, se acercaría dejando ver su cuerpo con mejor facilidad y sentándose podría degustar más cómodo de aquel espectáculo, el joven a continuación haría gala de su humildad, disculpándose antes de empezar a tocar, quiso decirle que no le decepcionaría, porque solamente con el sentimiento de la primera pieza, aquel brujo se había percatado de que tenía un talento hermoso en sus manos, oídos y corazón, porque un músico sin el último de estos tres requisitos, dejaría de serlo, a pesar de su habilidad con el instrumento.
Y eso fue lo último que supo de sí…
Se recostó mucho mejor sobre el banquillo, la música que salía nota a nota de aquellas cuerdas, se desplegaba en el eco del callejón, y en la fría brisa invernal, que ahora le llevaba el sonido a sus oídos, cual caricia de seda, cual canto sublime de ángeles y serafines. Lissander inconsciente, cerraría sus ojos, se dejaría llevar por la tonada, dejándose a completo merced de ese muchacho, si este era un vampiro, podría intentar morderle, si era un hombre lobo, podría fácilmente disfrutar de ese festín, quizás un fantasma podría poseer su cuerpo, o un poderoso brujo, hechizarlo hasta morir.
Pronto volvería a verle, no pasaría más de un minuto, pero alcanzaría a ver el final de la canción cuando sus manos a la par del arco, jugasen valientes para emitir las últimas notas, sin lugar a dudas, era el talento de aquel chico lo que le tenía tan impresionado y con la guardia baja, porque le hacía recordar aquella parte de él que había olvidado y descartado: su amor a la música.
Se levantaría y aplaudiría al joven con ese toque casual que siempre usaba para tal cosa, no le importaba si creían que era un loco, por aplaudir en un callejón. - Es usted… excelente caballero. - Dejaría de aplaudir para extender su mano hacia el interlocutor. - Mi nombre es Lissander, un gran placer conocer a un músico como lo es usted. - Si accedía a tomar su mano, aquel muchacho inclinaría la cabeza hacia adelante por respeto y como agradecimiento por tan sublime acto, a un total desconocido como lo era él.
- ¿Podría conocer su nombre? - Es cuando guardaría un silencio expectante, buscando esos ojos azules tan cálidos como el mismo tono al amanecer, a aquellos místicos verdes que poseía el violinista, deseando gustoso saber su nombre, sin explicarse e ignorar por completo el porqué de ese proceder…
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
But I don't see any angels in the city
I don't hear any holy choirs sing
And if I can't get an angel
I can still get a boy
And a boy'd be the next best thing
The next best thing to an angel
A boy'd be the next best thing...
I don't hear any holy choirs sing
And if I can't get an angel
I can still get a boy
And a boy'd be the next best thing
The next best thing to an angel
A boy'd be the next best thing...
~~
Parpadeo un par de veces para obligarme regresar a la realidad y darme cuanta donde estoy parado. Me perdí tanto en aquella interpretación de la pieza musical, que salí de mi pequeño trance, apenas escuché las palabras del hombre que me había encontrado por casualidad en el callejón. Mi corazón latía con fuerza bombeando la sangre con rapidez, haciéndome sentir calor, a pesar de que la temperatura es muy baja. Siempre me ocurre lo mismo cuando comienzo a tocar el violín. Soy un apasionado de lo que me gusta hacer cuando me encuentro solo y en mi espacio vital, así de sencillo; sólo que ésta vez, tengo público. Una pequeña gran diferencia. No suelo ser tan abierto con la gente a menos que conozca a la persona, pero… ¿Qué más da? Nadie va a morir ésta noche por romper con mis propias reglas. El muro invisible que siempre existe entre los demás y yo, tiene algunas fracturas. Me llevará un poco de tiempo resanarlas.
–Sí, si… -Digo titubeante mientras cierro los ojos para frotarlos un poco – Muchas gracias a usted por poner atención a la música-. Coloco el violín y el arco en una sola mano para extender la que me queda libre y responder a su cortesía –. Maloney, Joshua Maloney, señor, para servirle-. Aún sigo nervioso por la presencia de Lissander – ahora ya sé su nombre – y aunque no es mucho mayor que yo – al parecer - trato de ser cordial. La primera impresión es la que cuenta y no quiero parecer mal educado. Es lo menos que puedo hacer por su fina atención.
Ahora que la puerta trasera se ha abierto (un trabajador ha salido para seguir apilando cosas inservibles en el montón de chatarra que hay afuera) y la luz de los enormes candelabros que cuelgan del techo del teatro, es que puedo apreciarlo con mayor detenimiento. En un rápido análisis me confirma que nunca antes le había visto. Su rostro particular me sería difícil olvidarlo. Definitivamente debe ser extranjero. Por obvias razones evitare ser curioso y preguntar algo que no es de mi incumbencia, es sólo que no siempre recibo halagos por mi pequeño gran pasatiempo con tal entusiasmo. En el monasterio – de donde escapé- nunca nadie me dijo nada al respecto, sólo se limitaban a escuchar la música de violín en la consagración, como verdaderos autómatas, salvo aquel párroco que… Bien, No vale la pena mencionarlo porque lo único que deseo es olvidarme de él y de su rostro porcino de dientes podridos.
–Es usted un amante de la música por lo que puedo apreciar – Habiéndose hecho un silencio que duró algunos minutos, decido dar el siguiente paso para intentar socializar. –No es un violín fino, pero fue un regalo de una persona especial para mí, por eso lo cuido tanto y por eso decidí aprender hace algunos años- –Acaricio un poco la parte lisa y suave del mango – Ha estado guardado por un tiempo, pero hoy me ha pedido a gritos que no me olvide de él-. Una pequeña risita se me ha escapado sin querer, obligándome a bajar la mirada una vez más, mordiéndome el labio inferior en claro síntoma de nerviosismo. Simulo quitarle un poco de polvo que se ha acumulado entre la madera y las cuerdas, soplando un poco, sólo por no tener algo mejor que hacer, mientras mi pie izquierdo se rehúsa a quedarse quieto sobre el pavimento.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
But you're not, you're not lily in my arms
You're not who hold my hand when flying
I'm not who you see dancing
I'm not the sea that you want to hug you
So, who am I?
Then who are you?
¿... And why you're not be here?
~~
La música era muy importante para aquel doctor, el piano principalmente, era el instrumento que siempre había encontrado interesante y hermoso, sus múltiples años estudiándolo de pequeño le dieron muchos frutos a la hora de ejecutarlo, nunca fue malo, pero tampoco fue el más destacado, él simplemente era bueno, porque estudiaba y amaba lo que hacía, sus manos tenían las condiciones, y desarrolló el oído musical agudo que era necesario para tocar, es por eso que aquel violín del joven le traía muchas cosas al presente, le permitía una evocación de su pasado en una que otra participación en la orquesta de Asís, y así, sus estudios y su infancia. Es por ello que prestaba atención, la melodía de las cuerdas siempre le fue de gran atractivo para él, a pesar de que ejecutar alguno de ellos nunca fue de su agrado.You're not who hold my hand when flying
I'm not who you see dancing
I'm not the sea that you want to hug you
So, who am I?
Then who are you?
¿... And why you're not be here?
~~
- No agradezcas nada. - Le indicaría con suavidad en su voz, tomando su mano sin dudarlo para saludarlo y pronunciar. - Doctor Lissander Arcalucci, para servirle de igual modo. - Daba su título de doctor primero porque si el joven podría necesitar algo de él en ese ámbito, ya con aquel pequeño y privado concierto, se había ganado al menos una consulta gratis, el primogénito de aquella familia no era adicto al dinero y buscaría ayudar a cualquiera, en todo caso, pensaría que le pagaron por adelantado.
Escucharía entonces como un buen hombre saldría del teatro a apilar otras cosas y dejaría que la luz del lugar le diera mucha más forma al joven con el que hablaba, era un chico bien parecido, de facciones suaves, pero al mismo tiempo varoniles, la nariz perfilada hacía destacar su rostro y ni hablar de su cabello. Fue en ese momento en el que se concentraba en su apariencia que se pondría a pensar en una pregunta importante, ¿Por qué él estaba detallando al recién conocido Joshua? Pero como una pregunta lanzada al pensamiento, nadie dio una respuesta en su mente, eso fue muy extraño, pensó para sí mismo. En todo caso, sus palabras le trajeron de vuelta.
- Si, amo la música clásica, tu forma de tocar me llevó a mis años de pianista, debo agradecerte por eso. - Le indicaría al joven, metiendo sus manos en los bolsillos de su abrigo, más por vergüenza de mostrarlas, que por el frío que hacía, llevaba tanto tiempo sin tocar que sentía que sus manos no eran dignas de rosar la madera de los tonos blancos y semitonos negros. - Pues, debo decir que usted aprendió demasiado. - Le mostró una suave sonrisa en aquellos labios finos, para luego reír con el comentario de los gritos del instrumento. - Creo que he sentido los gritos de mis dedos, así que puedo entender su violín. - Seguiría la tónica de aquello que el joven decía y se limitaría a ver como sacudía el polvo del mismo, mientras volvía a quedarse en cierta forma embobado, pero… ¿Por qué?
- ¿Y trabajas en este teatro, señor Maloney? - Señalaría la puerta aun abierta del lugar con un ademán de su mano, complementando con su mirada que se dirigiría hacia ese lugar y voltearía a verle de nuevo, ya aquel hombre se había marchado, pero se había olvidado de cerrarla, quizás fue por más cosas, quizás simplemente lo olvido, por ahora, estaba expectante de su respuesta, aunque estaba ahí parado, a la luz residual del teatro, en un callejón oscuro, observando a un joven violinista que acababa de conocer y que le hacía preguntarse, ¿Por qué mierda él estaba allí y por qué mierda no quería marcharse?
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I've got a dream 'bout a boy in a castle
And he's dancing like a cat on the stairs
He's got the fire of a prince in his eyes
And the thunder of a drum in his ears
I've got a dream 'bout a boy on a star
Lookin' down upon the rim of the world
He's there all alone and dreamin' of someone like me
I'm not an angel but at least I'm a boy
And he's dancing like a cat on the stairs
He's got the fire of a prince in his eyes
And the thunder of a drum in his ears
I've got a dream 'bout a boy on a star
Lookin' down upon the rim of the world
He's there all alone and dreamin' of someone like me
I'm not an angel but at least I'm a boy
~~
Doctor Lissander Arcalucci, ahora comprendo el por qué se me hizo desconocido desde un principio. Debe ser italiano. No sería cosa de extrañarse, pues París, es una ciudad muy atrayente para cualquier ciudadano del mundo. Yo mismo soy un claro ejemplo. También soy un inmigrante pues he viajado desde Irlanda, pasado por Alemania, Inglaterra y finalmente hasta ésta hermosa ciudad, de la cual me he enamorado por completo, pues aquí me siento tranquilo, en paz.
–Sus palabras me halagan, doctor –No estoy en posición de llamarle por su nombre aún – Es muy gratificante saber, que todavía hay personas como usted y como yo, que apreciamos la buena música. Una música que nunca morirá, pues seguirá viva mientras haya alguien dispuesto a poner alma, vida y corazón en ello. – Aquí estoy yo, comenzando a hablar como todo un apasionado. Mi mayor debilidad – o mi gran virtud – según sea el caso. Lo importante aquí es, que no quiero verme demasiado individualista hablando solamente de mí. Él ha dicho que gusta de tocar el piano (Se me ha revuelto un poco el estómago y mi corazón ha dado un vuelco al escuchar tal confesión, pues me hace recordarlo) y que por tal motivo entiende mi proceder. “Entre artistas nos conocemos y reconocemos” dice el dicho. El sonido envolvente de mi violín le hizo acercarse. Ya todo tiene sentido.
–Así es, trabajo aquí, en el teatro – Contesto de manera tenue a su pregunta – Soy… actor. – Bajo la mirada y carraspeo. Siempre me ha dado vergüenza platicar acerca de mi profesión. No porque me avergüence como tal, sino que hablar de mi vida privada, no es mi fuerte-. –Llevo un par de años aquí, tratando de abrirme fortuna. Es difícil, más no imposible. No tanto como ser doctor y pianista al mismo tiempo –. Bromeo soltando una risilla casi imperceptible –. Hablando en serio… - Mis ojos vuelven a clavarse en la puerta que ha quedado abierta. Estoy seguro de que el trabajador ha pensado que voy a entrar en cualquier momento, como todas las noches para ensayar un poco. Pero no puedo simplemente despedirme del Doctor y decirle: Bien fue un placer, ahora debo irme. Adiós…
No. Me siento en la necesidad de corresponder a su atención.
Desafortunadamente no tengo un centavo en la bolsa para ofrecerle ir a tomar un café, pues la renta de mi pequeño departamento siempre me deja seco. Podría invitarle a salir a caminar un rato para seguir hablando de música, pero la idea es muy descabellada. Hace demasiado frío como para aventurarse y las calles no son muy seguras en estos tiempos de invierno. La gente parece estar más desesperada que de costumbre y los asesinatos y robos están a la orden del día.
–… Hay un piano de cola dentro del inmueble.
Carraspeo. No estoy seguro de querer decir lo que tengo en la punta de la lengua. Tengo prohibido – en general todos lo tenemos - permitirle el paso a toda persona ajena al mismo, porque ya otras ocasiones se han suscitado problemas graves. De cualquier modo, mi instinto me dice que el Doctor no es la clase de hombres que suelan aparecer en las páginas de los diarios matutinos en la sección de: SE BUSCA PELIGROSO DELINCUENTE.
–Se utiliza únicamente para las presentaciones estelares. – Doy un par de pasos hacia la puerta, tomándola por la perilla – O cuando un invitado importante quiere venir a recrearse un poco para lograr inspiración, como todo artista desea-. No puedo dejar de sentirme triste al decir esto último, pues me hace evocar bellos momentos que ahora son parte de algo que jamás volverá a suceder-. ¿Aceptaría una humilde invitación al interior? – Finalmente me decido a invitarle, ya no hay marcha atrás. – El piano también necesita estirar las teclas y sacarse el aburrimiento de encima-.Sonrío de manera apacible, invitándole con un gesto de la mano a que acepte pasar-. Sólo… guárdeme el secreto. Le guiño el ojo de manera cómplice.
–Sus palabras me halagan, doctor –No estoy en posición de llamarle por su nombre aún – Es muy gratificante saber, que todavía hay personas como usted y como yo, que apreciamos la buena música. Una música que nunca morirá, pues seguirá viva mientras haya alguien dispuesto a poner alma, vida y corazón en ello. – Aquí estoy yo, comenzando a hablar como todo un apasionado. Mi mayor debilidad – o mi gran virtud – según sea el caso. Lo importante aquí es, que no quiero verme demasiado individualista hablando solamente de mí. Él ha dicho que gusta de tocar el piano (Se me ha revuelto un poco el estómago y mi corazón ha dado un vuelco al escuchar tal confesión, pues me hace recordarlo) y que por tal motivo entiende mi proceder. “Entre artistas nos conocemos y reconocemos” dice el dicho. El sonido envolvente de mi violín le hizo acercarse. Ya todo tiene sentido.
–Así es, trabajo aquí, en el teatro – Contesto de manera tenue a su pregunta – Soy… actor. – Bajo la mirada y carraspeo. Siempre me ha dado vergüenza platicar acerca de mi profesión. No porque me avergüence como tal, sino que hablar de mi vida privada, no es mi fuerte-. –Llevo un par de años aquí, tratando de abrirme fortuna. Es difícil, más no imposible. No tanto como ser doctor y pianista al mismo tiempo –. Bromeo soltando una risilla casi imperceptible –. Hablando en serio… - Mis ojos vuelven a clavarse en la puerta que ha quedado abierta. Estoy seguro de que el trabajador ha pensado que voy a entrar en cualquier momento, como todas las noches para ensayar un poco. Pero no puedo simplemente despedirme del Doctor y decirle: Bien fue un placer, ahora debo irme. Adiós…
No. Me siento en la necesidad de corresponder a su atención.
Desafortunadamente no tengo un centavo en la bolsa para ofrecerle ir a tomar un café, pues la renta de mi pequeño departamento siempre me deja seco. Podría invitarle a salir a caminar un rato para seguir hablando de música, pero la idea es muy descabellada. Hace demasiado frío como para aventurarse y las calles no son muy seguras en estos tiempos de invierno. La gente parece estar más desesperada que de costumbre y los asesinatos y robos están a la orden del día.
–… Hay un piano de cola dentro del inmueble.
Carraspeo. No estoy seguro de querer decir lo que tengo en la punta de la lengua. Tengo prohibido – en general todos lo tenemos - permitirle el paso a toda persona ajena al mismo, porque ya otras ocasiones se han suscitado problemas graves. De cualquier modo, mi instinto me dice que el Doctor no es la clase de hombres que suelan aparecer en las páginas de los diarios matutinos en la sección de: SE BUSCA PELIGROSO DELINCUENTE.
–Se utiliza únicamente para las presentaciones estelares. – Doy un par de pasos hacia la puerta, tomándola por la perilla – O cuando un invitado importante quiere venir a recrearse un poco para lograr inspiración, como todo artista desea-. No puedo dejar de sentirme triste al decir esto último, pues me hace evocar bellos momentos que ahora son parte de algo que jamás volverá a suceder-. ¿Aceptaría una humilde invitación al interior? – Finalmente me decido a invitarle, ya no hay marcha atrás. – El piano también necesita estirar las teclas y sacarse el aburrimiento de encima-.Sonrío de manera apacible, invitándole con un gesto de la mano a que acepte pasar-. Sólo… guárdeme el secreto. Le guiño el ojo de manera cómplice.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Where are you? Why cannot see you?
My arms miss you
My lips want to kiss you
… only you.
I had a dream, and you are in
But not now, so…
why you are gone?
~~
My arms miss you
My lips want to kiss you
… only you.
I had a dream, and you are in
But not now, so…
why you are gone?
~~
Era muy cierto lo que aquel relator del joven Maloney contaba, Paris era una ciudad atractiva, inmensa, y con un potencial y belleza extraordinario, estaba bien manejada por sus dirigentes para la época, no podía negarlo, pero si alguien nunca se llegó a preguntar, ¿Sabían estos dirigentes la gran población de seres sobrenaturales que poseía? ¿El peligro que eso concernía? Lissander desconfiaba hasta de los mismos brujos con los que compartía tener “poderes”, porque la magia era una sola, pero los dueños de la misma no eran los mismos, las personalidades variaban, y hasta en algunos, la magia se hacía dueños de ellos. Pero aquel a quién ni siquiera el aura le había leído, aquel del callejón que con el canto sublime de unas cuerdas le había atraído, de aquel joven, no desconfiaba.
Quizás fue la música, sí, eso era. ¿No?
- Definitivamente es gratificante, no había encontrado músicos tan dedicados y tan buenos en esta ciudad… - Le diría mirando hacia el violín, y recordando a aquellos que tocaban unos cuantos metros hacia atrás, los del grupo de cuerdas, ellos también merecían su crédito. - … hasta hoy. - Le sonreiría y buscaría mirar a sus ojos fijamente, encontrar a alguien que tuviese esa pasión como él, le era muy bueno, le hacía salir de los temas diarios de su día a día, la medicina y la brujería. - Cuando caminaba hacia acá, estaba un grupo de cuerdas, excelente, me entretuve un rato, es más, Sr. Maloney, pero usted debe tocar con ellos, son tan buenos como usted. - Otra vez le halagaría, sin pensarlo mucho, o meditarlo demasiado, es la verdad, era lo que pensaba y sentía, ¿Si era tan buen músico, porque no estaba con otros buenos músicos? Seguro tendría muchos amantes de aquel arte tras de ello, y seguramente con esto, una fortuna.
Quizás fue su buen hablar, sí, seguramente eso era. ¿No?
Su atención sería captada de nuevo cuando respondiese a su interrogante, si trabajaba en el teatro, pero no como músico, sino como actor. ¡Vaya! Eso le sorprendía, tener un don tan innato como la actuación y desarrollarlo, aparte la dedicación que pide un instrumento principal como el violín, era increíble, muchas personas se dedicaban a un solo instrumento porque tomaba demasiado tiempo, el arte para aquella época en Paris era un trabajo de tiempo completo, si querías ser alguien, debías trabajar por ello, ese era su sorpresa, ya quedaban muy pocos como el joven Joshua. - Sorprendente, es actor también… - Le diría dejando la frase al final en el aire, reprimiendo el querer halagarlo de nuevo, sería estúpido hacerlo, es estúpido hacerlo, ¿Por qué pensaba si era o no estúpido? ¿Qué pasaba con él? - No, no es tan difícil como parece. - Reiría suavemente con su broma. - Tuve que dejar el piano por años, pues la medicina demanda mucho tiempo. - Y la brujería también, esa fue otra razón de alejarse de aquel arte, pero no iba a mencionarlo.
Quizás fue su impresionante capacidad multifacética, sí, definitivamente eso tenía que ser. ¿No es así?
“Hablando en serio…” Escucharían sus oídos humanos, volviendo rápidamente aquella faz risueña en una seria y totalmente centrada en lo que diría a continuación, por su cabeza pasaron muchas opciones de lo que seguiría a decir, de “Soy un vampiro, voy a comerte.” A algo como “Me tengo que desvanecer.” Fue ese preciso instante, en ese preámbulo que recordaría que no había analizado su aura y que podría ser de todo menos humano, entonces justo cuando iba a hacerlo, el joven hablo y dijo algo que no se esperaba, esa opción no apareció en la lista posibilidades que ideó su mente. - ¿Un piano? - Su sonrisa se amplio y lo dijo como si le hubiese hablado de la gloria, inmediatamente quiso responder, pero se quedo pensando por un segundo… - (¿Me está invitando…?) - Y luego, poco después le hablaría del uso que tenía el piano y de que solo personas especiales elegidos por la directiva del teatro podían tocar, eso le hizo sentir especial, pero al mismo tiempo como un idiota, él no era ningún invitado especial, era un colado, bueno, lo sería si aceptaba… cosa que… - Si, acepto. - Le diría dando unos pasos tras de él, hacia la puerta. - Su secreto está a salvo conmigo. - Le mostraría una mirada pícara y una sonrisa maliciosa, correspondiendo así al guiño del joven. - Tu guíame, que yo te seguiré… -
Quizás… fue la invitación, eso fue, estaba seguro, eso tenía que ser, no había más… Pues no había más razones, solo opciones. ¿Era tan difícil? Solo quería saber: ¿Por qué su corazón no dejaba de latir tan fuerte?
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Say a prayer in the darkness for the magic to come
No matter what it seems
Tonight is what it means to be young
Before you know it it's gone
Tonight is what it means to be young
Before you know it it's gone
~~
No matter what it seems
Tonight is what it means to be young
Before you know it it's gone
Tonight is what it means to be young
Before you know it it's gone
~~
La noche cubre mis inseguridades con su velo y permite que sea capaz de recibir aquellos halagos sin incomodarme demasiado. Me siento estúpido porque seguramente aquel Doctor estará pensando cómo puedo ser actor con una personalidad tan cohibida. Pero al actuar no siento vergüenza alguna, simplemente me entrego a mi personaje y cuando recibo los aplausos casi siempre estamos en grupos. No son aplausos sólo a mí, sino para mis compañeros también, para el grupo por haber entregado días y horas a los ensayos y haber podido presentar una obra a la altura de nuestros espectadores.
Siento que mi invitación ha estado fuera de lugar. Un hombre elegante como él y con sus estudios, jamás se prestaría para entrar a un teatro en un horario no permitido. Seguramente tiene una reputación que proteger y el ser sorprendido, irrumpiendo el teatro principal de París a altas horas de la noche, no es algo que haya pasado jamás por su cabeza. Estoy a nada de retractarme, de disculparme e improvisar algún otro plan pero el doctor me sorprende con aceptando enseguida y con una incomprensible emoción. Tardo unos segundos en componerme y dar crédito de lo que acaba de suceder pero acabo sonriendo también.
-Es la primera vez que voy a colar a alguien al teatro, Doctor.- Doy media vuelta cruzando el umbral con pasos lentos y miro por encima de mi hombro sólo para comprobar que verdaderamente estuviera siguiéndome el paso. Aún mi cabeza cree que estoy siendo víctima de alguna especie de broma. –Espero que no me esté mintiendo al decir que guardará el secreto, en serio no quiero ningún problema con la administración del teatro.- Aquel señor es conocido por su mal temperamento. Además, todos los actores que se han metido en problemas con él, han acabado desempleados. Un solo rumor empezado por aquel magnate, tiene la capacidad de recorrer todo París en tiempo record y no quiero, bajo ningún concepto, ser víctima de aquel tipo de descrédito.
Pasamos rápidamente por el pasillo de camerinos. Los primeros eran pequeños en tamaño, no más de diez metros cuadrados y, cuando las obras exigían una gran cantidad de actores, en ellos nos atiborrábamos de cuatro a cinco. Era una verdadera locura, unos corrían para entrar en escena, otros acababan de salir de escena y se apuraban para el cambio de vestuario o algún retoque de maquillaje. Chocarse con algún perchero repleto de trajes y vestidos era pan nuestro de cada día y, ni qué decir presenciar a alguno con ataque de pánico. La aristocracia parisina era implacable, y un solo error en tus líneas podría bien sumirte en la miseria. Los camerinos del fondo, por otro lado, eran amplísimas suites llenas de lujo y confort. En uno de aquellos… Mi mirada se desvía sin siquiera poder evitarlo y contemplo su interior vacío por aquella ventanita circular. D repente, y como si se tratase de algún espectro, allí estaba él sonriéndome e invitándome a pasar con un elegante movimiento de su mano. Sacudo mi cabeza… Sí, en aquel camerino había conocido a Aleksandr Scriabin.
-El piano se guarda detrás de los telones.- Me obligo a distraerme conversando de cualquier cosa para evitar que la tristeza se apodere de mi alma. He llorado lo suficiente y es inhumano que me siga torturando de aquella manera. –Es un hermoso Érard hecho con madera de palisandro.- Aquellas palabras nunca se iban a ir de mi cabeza. Yo nada sé de pianos y lo poco que he aprendido ha sido gracias a aquel hombre, el pianista ruso cuyo nombre me duele recordar. –Y está aquí.- Detengo mi andar ubicándome junto a una tolda de tela que cubre toda la superficie del piano y regreso a mirarlo. El área detrás del escenario y los telones es algo oscura, pero la poca luz de luna que se cola por las pequeñas ventanas alumbra precisamente el sitio donde se encuentra el piano por lo que espero no se le dificulte tocarlo.
-La acústica aquí atrás no es muy buena, así que descuide que nadie lo escuchará.- Vuelvo a sonreír emocionado por toda la situación y me acuclillo cerca de una de las patas del piano para levantar la tolda. -¿Podría ayudarme, Doctor? Verá qué hermoso es.-
Siento que mi invitación ha estado fuera de lugar. Un hombre elegante como él y con sus estudios, jamás se prestaría para entrar a un teatro en un horario no permitido. Seguramente tiene una reputación que proteger y el ser sorprendido, irrumpiendo el teatro principal de París a altas horas de la noche, no es algo que haya pasado jamás por su cabeza. Estoy a nada de retractarme, de disculparme e improvisar algún otro plan pero el doctor me sorprende con aceptando enseguida y con una incomprensible emoción. Tardo unos segundos en componerme y dar crédito de lo que acaba de suceder pero acabo sonriendo también.
-Es la primera vez que voy a colar a alguien al teatro, Doctor.- Doy media vuelta cruzando el umbral con pasos lentos y miro por encima de mi hombro sólo para comprobar que verdaderamente estuviera siguiéndome el paso. Aún mi cabeza cree que estoy siendo víctima de alguna especie de broma. –Espero que no me esté mintiendo al decir que guardará el secreto, en serio no quiero ningún problema con la administración del teatro.- Aquel señor es conocido por su mal temperamento. Además, todos los actores que se han metido en problemas con él, han acabado desempleados. Un solo rumor empezado por aquel magnate, tiene la capacidad de recorrer todo París en tiempo record y no quiero, bajo ningún concepto, ser víctima de aquel tipo de descrédito.
Pasamos rápidamente por el pasillo de camerinos. Los primeros eran pequeños en tamaño, no más de diez metros cuadrados y, cuando las obras exigían una gran cantidad de actores, en ellos nos atiborrábamos de cuatro a cinco. Era una verdadera locura, unos corrían para entrar en escena, otros acababan de salir de escena y se apuraban para el cambio de vestuario o algún retoque de maquillaje. Chocarse con algún perchero repleto de trajes y vestidos era pan nuestro de cada día y, ni qué decir presenciar a alguno con ataque de pánico. La aristocracia parisina era implacable, y un solo error en tus líneas podría bien sumirte en la miseria. Los camerinos del fondo, por otro lado, eran amplísimas suites llenas de lujo y confort. En uno de aquellos… Mi mirada se desvía sin siquiera poder evitarlo y contemplo su interior vacío por aquella ventanita circular. D repente, y como si se tratase de algún espectro, allí estaba él sonriéndome e invitándome a pasar con un elegante movimiento de su mano. Sacudo mi cabeza… Sí, en aquel camerino había conocido a Aleksandr Scriabin.
-El piano se guarda detrás de los telones.- Me obligo a distraerme conversando de cualquier cosa para evitar que la tristeza se apodere de mi alma. He llorado lo suficiente y es inhumano que me siga torturando de aquella manera. –Es un hermoso Érard hecho con madera de palisandro.- Aquellas palabras nunca se iban a ir de mi cabeza. Yo nada sé de pianos y lo poco que he aprendido ha sido gracias a aquel hombre, el pianista ruso cuyo nombre me duele recordar. –Y está aquí.- Detengo mi andar ubicándome junto a una tolda de tela que cubre toda la superficie del piano y regreso a mirarlo. El área detrás del escenario y los telones es algo oscura, pero la poca luz de luna que se cola por las pequeñas ventanas alumbra precisamente el sitio donde se encuentra el piano por lo que espero no se le dificulte tocarlo.
-La acústica aquí atrás no es muy buena, así que descuide que nadie lo escuchará.- Vuelvo a sonreír emocionado por toda la situación y me acuclillo cerca de una de las patas del piano para levantar la tolda. -¿Podría ayudarme, Doctor? Verá qué hermoso es.-
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I don't know you, but I feel you
I don’t know you, but I miss you
¡Answer me! ¡Please!
Are you real? Or You don't exist?
~~
I don’t know you, but I miss you
¡Answer me! ¡Please!
Are you real? Or You don't exist?
~~
¿Por qué simplemente no dejaba de latir?
Lo quería, en ese momento, lo quería y daba gracias al cielo porque aquel joven no podía detectar los fuertes bombeos de sangre en su pecho, sentía en sus adentros como un tambor gigante retumbaba, marcaba el tiempo como si de una marcha se tratase… “bom, bom, bom”, fuerte, claro, preciso, en sus oídos podía escucharlo, y sentía de cierta manera que aquel joven también podía escucharlo. Cabe aclarar que él no estaba nervioso, no sudaba las manos como acostumbraba a hacerlo cuando tenía un examen importante, no se quedaba mudo en medio de la nada cuando no encontraba que decir, y mucho menos temblaban sus dedos a la hora de hacer algún movimiento. Él no estaba así. Era algo más, algo diferente…
- Palabra de doctor que lo haré, señor Maloney. - Le diría con amabilidad, poniéndose su mano derecha en el pecho, exagerando un poco y sonriendo suavemente, pues, estaba algo emocionado, un piano, después de tanto…
Caminaba a cada paso detrás del joven, observando y detallando todo lo que podía ver, las paredes, objetos a su paso y hasta esos camerinos por los cuales cruzaron, llamó mucho su atención la cantidad de ropa que había allí, mucha para poder contar, de todos tamaños, colores, y hasta olores, sin dudas un actor capacitado puede hacer mucho con su cuerpo y sus emociones, cualquier papel, con la utilería adecuada eran armas a su disposición. Llegó un momento en que caminando por un pasillo, se detuvo el joven delante de una puerta y pudo este observar a través de la ventanilla, Lissander se limitó a detallar aquello, y antes de preguntar algo, aquel lanzó un comentario al aire que no tenía nada que ver con aquel salón, por eso solo se limitó a responder lo que este pedía.
- Estoy un poco ansioso, llevó mucho tiempo sin tocar uno… - Diría, hasta escuchar la información que este le daría sobre el instrumento, cosa que le hizo sorprenderle, ¿Sabía aquel de pianos también? - Que bueno que sabes de pianos también. - Le diría suavemente, con un tono de sorpresa en sus palabras. - Yo no sé nada de maderas, y de cual es mejor o peor, si está afinado, y suena bien, es un buen instrumento. No soy tan exigente. - Terminaría con aquello justo cuando detendrían la caminata en el lugar donde se hallaba el “Érard de madera de palisandro”, como había dicho el joven Joshua, detrás de los telones, cubierto de un protector contra el polvo y el agua, ahí yacía el instrumento, ahí yacía aquel por el cual sus dedos metafóricamente gritaban de emoción.
Más, desviaría por un momento aquellos orbes hacia todo el lugar, estaba realmente oscuro, muchas sombras se escapaban de la poca luz que ahogaba con manos tersas las sombras del lugar, la luna no era un cuerpo con luz propia, desgraciadamente, porque era un hermoso satélite que daba el ambiente perfecto a muchas escenas, y seamos sinceros… ¿Tocar piano a la luz de la luna? Sin duda era esa reina del manto nocturno la primera que recibiría las alabanzas de sus dedos en el piano, no dudaría en hacerlo por prestarle a ese brujo su tenue brillo. Saldría de su trance para escuchar el llamado del actor, que le pedía ayuda con la tela del piano, cosa que no dudo en hacer, se dirigió al otro extremo y comenzó a halar a la par del chico, tratando de imitar lo que hacía para no dañar ni el cobertor, ni el que estaba siendo protegido.
- De verdad, muchas gracias por hacer esto… - Diría, aun quitando aquel pedazo de gruesa tela, clavando en él los cristalinos orbes azul claro, que se condensaban más en un azul cielo de amanecer por la poca luz que tenían, eran brillantes, como si tuviese magia en ellos, pero era efecto de aquel lugar.
Sin dudas, se había olvidado de todo, del palpitar unísono y fuerte de su corazón, de la marcha que sentía en sus adentros, y de aquel singular pensamiento que terminaba siempre en una pregunta, solamente con avistar la hermosura de la música lo había olvidado… ¿o no?
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I've got a dream when the darkness is over
We'll be lyin' in the rays of the sun
But it's only a dream and tonight is for real
You'll never know what it means
But you'll know how it feels
It's gonna be over
Before you know it's begun
We'll be lyin' in the rays of the sun
But it's only a dream and tonight is for real
You'll never know what it means
But you'll know how it feels
It's gonna be over
Before you know it's begun
~~
La expresión en el rostro de Lissander al ver el piano, me arrancó una pequeña sonrisa. Se le veía tan contento que por un momento olvidé que estábamos rompiendo unas cuántas reglas que podrían poner en riesgo mi trabajo. Pero lo entiendo a la perfección. No siempre se pueden tener éstas oportunidades, y si tienes un hermoso piano enfrente, debes aprovechar. El día de mañana puede ser demasiado tarde. Además… un poco de adrenalina no le va mal a nadie. Sobre todo cuando piensas que ya nada vale la pena y estás tratando de encontrar un motivo para seguir adelante. Mi trabajo tendría que ser un aliciente más que efectivo, pero el haber perdido el cimiento principal del por qué hacer las cosas, me limita todo el tiempo. Esto pasa desgraciadamente cuando entregas tu vida a otra persona, olvidándote de ti mismo, y cuando ésa persona en cuestión se olvida de ti, no es tan fácil volver a encontrar el camino correcto.
–Adelante, doctor – le invito a que tome el asiento, mientras vuelva echar una última mirada hacia afuera para cerciorarme de que efectivamente estamos solos. Las butacas están vacías, y los pasillos desiertos iluminados a media luz. El velador llegará un poco más tarde. Siempre a la misma hora, por él no me preocupo. Mi pequeño reloj de bolsillo marca las diez menos diez. No llegará sino hasta una hora y media después. Tenemos tiempo de sobra para un pequeño concierto improvisado.
Acondicionando una caja de madera, que en sus tiempos mozos fue parte de una escenografía muy elaborada, tomo asiento justo en frente del piano. No quiero interrumpir ni entorpecer lo que sea que tenga planeado tocar. Le escucharé atentamente tal y como hizo conmigo, dándole su tiempo… Curioso es, como el juego de luces juega con tu vista y con tu imaginación. Al verle ahí, alumbrado por los tenues rayos de luna, haciendo que su rostro se vea más azulado y anguloso de lo que en verdad es, me imagino que es un ser mágico, etéreo. Un personaje sacado de algún libro de literatura.
Es apenas que me doy tiempo para observarlo con detenimiento. Es un poco más alto que yo – eso sin duda alguna – sus ojos son muy azules, mismos que hablan por sí mismos pues dicen que son las ventanas del alma (Estoy comenzando a creer que el doctor debe ser una buena persona) su cabello rubio, su mandíbula un poco cuadrada con barba de días, que le dan un aire intelectual << Claro que es un intelectual Joshua, es médico ¿qué esperabas? >> un personaje singular sin duda alguna… Pero lo que más me ha gustado, es su sonrisa franca. Una sonrisa como la suya, sólo la he podido encontrar en un par de personas más, que desafortunadamente, ya no se encuentran en éste mundo.
–Yo también suelo ponerme nervioso al tocar el violín – Digo en un susurro apenas audible – Y cuando estoy a punto de salir al escenario con la localidad de boletos vendida en su totalidad – Es un comentario solamente, no una crítica. Pues lo veo un tanto inquieto, que quizás sean alucinaciones mías – ¿Sabe lo que hago para relajarme? Es algo muy sencillo – le sonrío – Inhalo y exhalo, inhalo y exhalo. Con los ojos cerrados… le invito a seguirme en el ejercicio para que se sienta más cómodo, poniéndole el ejemplo. -Es muy fácil, inténtelo.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I see now…
You are my dream, and I…
And I, I’m in your dreams, too?
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You are my dream, and I…
And I, I’m in your dreams, too?
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El piano era hermoso, su cuerpo de madera tenía unas curvas perfectas, tallado con la delicadeza de varios ángeles de seguro, el color negro azabache, profundo y etéreo, era resaltado por la blanca y tersa luz de luna, quién acariciaba su superficie proporcionándole un poderío singular comparado a las sombras que danzaban detrás de esos viejos telones. Aquel interno cuerpo de madera, inmenso, lleno de tornillos y cuerdas metálicas eran el alma del piano, que manejada a manos de un nigromántico pianista, podían ser alegría, tristeza, intriga, vida, muerte y hasta resurrección; y el secreto yacía en los dedos. ¿Mágico, no?
Su cuerpo se iría hacia la tapa del piano, la abriría con cuidado, para que saliese mejor el sonido de allí, y luego se sentaría en el banquillo correspondiente, en la punta del mismo, con la espalda erguida, y las manos en forma de cúpula sobre las teclas, su pierna derecha un poco atrás, y la izquierda adelante, cuidando que su pie rosara el pedal con suavidad, sin presionarlo. Ahora sus orbes fueron los que se quedarían estancados en aquel juego de rectángulos blancos y los minúsculos negros, se perdería en ellos, como si se tragasen su mente, o como si estuviese en un estado de hipnosis, era increíble que la forma y colores de las teclas le diera una cantidad tan exacta: dos años, un mes, diez días, veintidós horas y cincuenta y nueve minutos sin tocar su amado instrumento, era mucho decir, estaba nervioso, por primera vez en tanto tiempo, estaba muy nervioso, los dedos los sentía de gelatina, y la pierna tenía el célebre impulso de temblar, casi no podía controlarlo, hasta que aquella voz que le acompañaba le sacaría de aquel trance y le haría verle de vuelta.
Un poco alejado de él, estaba el joven violinista, sentado en lo que parecía ser una caja, le hablaba dándole consejos sobre cómo controlar sus nervios, él solo mostraría una suave sonrisa, impulsada más por los mismos nervios que por su consejo, pero eso no le dejaría empezar a inhalar y exhalar como aquel decía, lentamente, suave, pausado, sintiendo como el aire cruzaba desde su diafragma hasta la parte superior de sus pulmones, llenándose entero de aquel vital oxigeno, y luego dejándolo ir lentamente, sentía como metafóricamente con aquel acto, dejaba fluir su seguridad, y vaciaba el miedo de su organismo. Se secaría las manos con el abrigo, pues estaban un poco sudadas, y las volvería a colocar sobre el cuerpo del instrumento, - Gracias. - Le indicaría con especial tono para que escuchase, volteando el rostro para ver las teclas, entrando enseguida en un nuevo dilema: ¿Qué iba a tocar?
Es entonces cuando Dios, o el universo, o hasta la luna, conspirarían para hacerle recordar una vieja obra que amaba, le encantaba a su madre, y fue una de las primeras que llegó a dominar cuando alcanzó un cierto nivel. Inhalaría hondo, y sus dedos se dispondrían a seguir sus pensamientos, cada nota, cada silencio, cada vez que pisaba el pedal para postergar el sonido, o para cortarlo sublimemente, hacía que su cuerpo se alejará de un nerviosismo estúpido y entrase en un mundo de seguridad y plenitud, en un refugio de sí mismo. Sus orbes se mantenían cerrados, vislumbraban las teclas en su interior, su cabeza estaba hacia arriba, mientras el vaivén de sus dedos le decían a su cuerpo en qué dirección moverse, siendo la inercia de una emoción la que lo llevase que por la voluntad de su pensamiento.
El vals se titulaba “Yo no te olvidaré”, y ni le pregunten por el autor, no lo recordaba; esa obra tenía ese aire de una melancolía alegre, como si el compositor se alegrase al extrañar a esa persona, por los multiples recuerdos que este le traía, una contrastante manera de sentirlo, si se aferraba a ese sentimiento de no volver a tener a la persona amada.
Lissander al cabo de terminar esa tonada, dejaría de presionar el pedal para que el sonido culminase, abriría lentamente aquellos orbes color amanecer, los cuales voltearían directo hacia donde se suponía estaba Joshua, guardaría silencio por dos o tres segundos más. - ¿Qué tal? - Preguntaría curioso con un tono de bajo perfil en su voz, tratando de clavarse en su mirada, a pesar de que el velo de sombras del lugar le hacía un poco difícil aquella acción.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
It's all we really got tonight
Stop your cryin' hold on
Before you know it it's gone
Tonight is what it means to be young
Tonight is what it means to be Young…
Stop your cryin' hold on
Before you know it it's gone
Tonight is what it means to be young
Tonight is what it means to be Young…
~~
Sus dedos se deslizan con suavidad en las teclas del piano. No es una melodía con altibajos fuertes, de ninguna manera acelerada, sino todo lo contrario. Una pieza musical para relajar la mente, y el espíritu. Suave, clara, fina… No conozco al autor de tan hermosa pieza, pero al cerrar los ojos puedo percibir o más bien imaginar el estado de ánimo de aquel que se inspiró para su creación y que ahora misma utiliza las manos de Lissander para transmitir toda una serie de sentimientos desbordados… Siempre me ha gustado el sonido del piano, pero nunca tuve tal inquietud, en primera, porque la familia era demasiado pobre para darse esos gustos, y en segunda, porque mis dedos no nacieron con la gracia para ser pianista. No es que los considere torpes, simplemente en mí nació el gusto por el violín, independientemente de la forma en que haya aprendido.
– Es muy bueno tocando el piano doctor – Cuando la pieza terminó abrí mis ojos y sonreí aplaudiendo en el proceso – Nunca la había escuchado, pero reconforta descubrir nuevas cosas día con día. ¿Por qué ha escogido ésa pieza en particular? – Espero no ser demasiado entrometido al formularle la pregunta. En mi caso, toco o más bien escojo la melodía de acuerdo al estado de ánimo en el que me encuentre. Estoy completamente seguro de que Lissander debió haber notado una profunda tristeza en aquel par de pieza que toqué. Y yo pude percibir alegría, gusto… Un toque nostálgico cargado de emoción. Muy contradictorio, pero cierto, o quizás ya me estoy volviendo loco y veo cosas donde no las hay. – ¿Podría deleitar al distinguido público, con una segunda interpretación? –Sonrío de medio lado. Disto mucho de ser distinguido. Soy solo un muchacho de clase media baja que trata de abrirse paso por el mundo, que no ha tenido la oportunidad de los más favorecidos, socialmente hablando.
Mientras se decide por el siguiente número, me levanto con tranquilidad, rodeando el piano, delineándolo con un dedo, como si quisiese quitarle algo de polvo acumulado. La verdad es que me es inevitable no recordar una noche de verano, que tuve el atrevimiento e irresponsabilidad de sentarme sobre la cubierta, ganándome una severa reprimenda por aquel acto “salvaje” y disparatado. Aquella noche en la cual me sentí el más inferior de todos, un don nadie sin modales, sin clase. << Así son los golpes de la vida Joshua, debes aprender de ellos >> sin embargo el último de esos mismos golpes, fue el más fuerte, el más letal de todos, y por el cuál es que me encuentro en tal estado de ánimo, que quisiera desaparecer de la faz de la tierra.
–Usted sí tiene un don innato – No es un simple cumplido, es la honesta verdad – Sus manos… Simulo estar tocando un piano inexistente, haciendo mover mis dedos con rapidez - Parecen tener vida propia. El piano y usted parecen complementarse a la perfección. Son como un bisturí, que va cortando cada nota por el exacto punto…
Después de atreverme a verle a los ojos mientras sigue interpretando, me quedo callado. He sido un completo irreverente. Lissander guardó absoluto silencio mientras me dejaba tocar el violín y yo no he tenido el tacto para hacer lo mismo. Soy un completo estúpido que no sabe qué hacer cuando está nervioso. Opto por regresar a mi lugar y quedarme ahí quietecito observando a mi recién conocido y extraño acompañante. Le ofreceré mis más sinceras disculpas una vez que la oportunidad se presente…
– Es muy bueno tocando el piano doctor – Cuando la pieza terminó abrí mis ojos y sonreí aplaudiendo en el proceso – Nunca la había escuchado, pero reconforta descubrir nuevas cosas día con día. ¿Por qué ha escogido ésa pieza en particular? – Espero no ser demasiado entrometido al formularle la pregunta. En mi caso, toco o más bien escojo la melodía de acuerdo al estado de ánimo en el que me encuentre. Estoy completamente seguro de que Lissander debió haber notado una profunda tristeza en aquel par de pieza que toqué. Y yo pude percibir alegría, gusto… Un toque nostálgico cargado de emoción. Muy contradictorio, pero cierto, o quizás ya me estoy volviendo loco y veo cosas donde no las hay. – ¿Podría deleitar al distinguido público, con una segunda interpretación? –Sonrío de medio lado. Disto mucho de ser distinguido. Soy solo un muchacho de clase media baja que trata de abrirse paso por el mundo, que no ha tenido la oportunidad de los más favorecidos, socialmente hablando.
Mientras se decide por el siguiente número, me levanto con tranquilidad, rodeando el piano, delineándolo con un dedo, como si quisiese quitarle algo de polvo acumulado. La verdad es que me es inevitable no recordar una noche de verano, que tuve el atrevimiento e irresponsabilidad de sentarme sobre la cubierta, ganándome una severa reprimenda por aquel acto “salvaje” y disparatado. Aquella noche en la cual me sentí el más inferior de todos, un don nadie sin modales, sin clase. << Así son los golpes de la vida Joshua, debes aprender de ellos >> sin embargo el último de esos mismos golpes, fue el más fuerte, el más letal de todos, y por el cuál es que me encuentro en tal estado de ánimo, que quisiera desaparecer de la faz de la tierra.
–Usted sí tiene un don innato – No es un simple cumplido, es la honesta verdad – Sus manos… Simulo estar tocando un piano inexistente, haciendo mover mis dedos con rapidez - Parecen tener vida propia. El piano y usted parecen complementarse a la perfección. Son como un bisturí, que va cortando cada nota por el exacto punto…
Después de atreverme a verle a los ojos mientras sigue interpretando, me quedo callado. He sido un completo irreverente. Lissander guardó absoluto silencio mientras me dejaba tocar el violín y yo no he tenido el tacto para hacer lo mismo. Soy un completo estúpido que no sabe qué hacer cuando está nervioso. Opto por regresar a mi lugar y quedarme ahí quietecito observando a mi recién conocido y extraño acompañante. Le ofreceré mis más sinceras disculpas una vez que la oportunidad se presente…
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I don’t know how
But, I know, you are here…
In somewhere…
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But, I know, you are here…
In somewhere…
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Suspiró. Si, aquel joven suspiraba aliviado por el comentario del buen músico, llevaba tanto tiempo sin tocar alguna pieza que sencillamente lo que dijo le hizo tranquilizarse en medio de toda su ansiedad, pensó en muchos detalles de su interpretación, como notas fallidas, o el mal uso del pedal, hasta por un momento pensó que se había adelantado en el tiempo establecido por la canción, era muy exigente con el piano, y como si se tratase de una audición, quería agradar. Después de todo, aquel violinista le agradó con su instrumento. - Gracias, de verdad, es un halago viniendo de usted. - Le diría el joven, haciendo una reverencia calmada allí sentado, luego volvería al asiento y escucharía su siguiente pregunta, ¿El por qué de la pieza? La verdad, no se había puesto a pensar, simplemente vino a su mente y la tocó.
- La escogí porque fue la última que toque hace muchos años, a mi madre, a ella le gustaba mucho ese vals. - Le diría, recordando que ese fue el sentimiento que le impulso tocarla, y más a sentirla y a transmitirla. - Se titula, Yo no te olvidaré, creo que muestra una contradicción emocional en su melodía y su nombre, me gusta por ese contraste, podría decirse. - Le comentaba la evaluación propia de la pieza porque eso quizás podía interesarle, si fue un buen músico, pudo transmitir sus emociones, sino, simplemente fueron dedos traviesos y habilidosos que pisaban teclas al descuidado tiempo de una partitura memorizada. Él pudo sentir lo que él transmitió con su violín, esperaba por su parte haber hecho lo mismo.
- ¿Distinguido público? - Reiría por lo bajo por aquella broma, no por la parte de distinguido, sino por lo de público. - Lo haré porque usted lo hizo. Y por favor, no me diga doctor, no estoy ejerciendo medicina en estos momentos. - Le aclararía con amabilidad, mientras volvía a concentrarse en el piano, buscando en su mente una partitura, una melodía, porque, estaba totalmente desactualizado de piezas nuevas y no recordaba bien muchas que estudió en sus años de estudiante.
Entonces, pondría el primer dedo de su mano derecha, el pulgar, en el Do central, su dedo meñique, llamado quinto dedo en un lenguaje de pianistas, alcanzaría el Do, de la siguiente octava, su mano izquierda se posicionaría en la primera octava de la clave de Fa, para entonces, acentuando la izquierda con un acorde de tres notas, comenzaría a tocar la melodía de la parte derecha, alternándose con la mano izquierda. Esta vez, no cerraría sus ojos como la primera vez, esta oportunidad se centraría en las teclas, sus manos y el pedal, porque no quería equivocarse, era una pieza que le gustaba tocar y que era de absoluta concentración. Llamada "La vals d'Amelie", aquel joven danzaba sobre la madera del instrumento, para permitir que su hermoso sonido rebotase en todo el ambiente.
Vería al joven caminar alrededor del piano, y vería que movía los labios para hablar, su respuesta fue bajar la intensidad del sonido, para poder escucharlo, tampoco pretendía ignorarlo o reprenderlo como haría cualquier músico, ese no era su estilo, además, Lissander estaba consciente de que lo habían colado a un teatro, tocaba un piano que no era suyo, y estaban escondidos detrás de unos telones viejos por obra e idea de aquel actor, no estaba en posiciones de reclamar absolutamente nada. Más bien, aun tocando la mitad de aquel vals, respondería. - No me creo con un don innato, más bien me creo el resultado de mucho trabajo. - Le contestaría y seguiría hasta terminar la pieza con ese sublime final, postergando un poco el sonido con el pedal, le encantaba aquello. - Es una analogía extraña, la del bisturí, pero, gracias. Así como un violinista usa sus dedos para marcar en el arco las notas, los pianistas usan los suyos para presionar las teclas. - Le diría, añadiendo un poco su talento con el violín, no le gustaba ser muy halagado y no devolver el gesto.
- ¿Qué tal si hacemos un dueto? - Buscaría su mirar con una sonrisa suave en su rostro, quizás aquello podría ser el perfecto agradecimiento por el gesto que tuvo el joven de invitar un completo extraño a un teatro solitario, a mitad de la noche, y que aparte, conoció en un callejón oscuro. Sonaría loco, pero, qué bueno que aquel joven se arriesgo a invitarle, Lissander necesitaba el sentimiento de la música en su vida, y gracias al joven Maloney, lo había recuperado.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Let the revels begin
Let the fire be started
We're dancing for the restless and the broken-hearted
Let the revels begin
Let the fire be started
We're dancing for the desperate and the broken-hearted
Let the fire be started
We're dancing for the restless and the broken-hearted
Let the revels begin
Let the fire be started
We're dancing for the desperate and the broken-hearted
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La pieza le recordaba a su madre. Su madre… El corazón se me encogió. ¡Por Dios que estaba con los sentimientos a flor de piel! Cualquier cosa, por más insignificante que ésta pareciera, me hacía sentir flotar en un mar profundo de tristeza. Mi madre, aquella mujer que me dio las bases para convertirme en el hombre que soy, ya no está más conmigo. Ya no está a mi lado. El cielo sabe cuánto la extraño y cuánto me hace falta. No hay día en que su recuerdo no me hinche el pecho de amor y de sufrimiento por no poder abrazarla y besarla… Respingo un poco al momento en que Lissander me indica que no le llame más Doctor, de una manera amable, pero sin ser grosero. Estaba más que claro que no estaba ejerciendo medicina, ni curando a algún enfermo, pero lo hice más por respeto que por otra cosa: “Se educado Josh, la primera impresión es la que cuenta”
Cuánta razón tenía mi mamá…
– ¿Un dueto dices? – Me atrevo a tutearlo por fin, mientras aspiro aire por la nariz para tranquilizarme. La voz serena de Lissander es como un arrullo para mis oídos. Me es imposible no sonreír ante tal petición. ¿Cómo negarme, si la velada improvisada estaba resultando de lo más maravillosa?–. Por supuesto que sí. –Me levanto con tranquilidad para tomar mi preciado tesoro, que yace encima de un viejo librero de utilería – Aunque debo advertirte que nunca he hecho tal cosa. Trataré de seguirte el ritmo y no desfallecer en el intento de hacer un buen dueto. Pero… algo me dice que los dos vamos a sorprendernos.
Al momento de pasar por detrás de Lissander, una extraña luz me sorprende. Me quedo ahí estático, observando sus hombros. ¿Qué cosa estaba sucediendo? Aquella luz que despide colores morados y lilas me deja boquiabierto. Ahora mismo puedo recordar un acontecimiento de mi niñez, donde pude percibir algo parecido. En aquel momento creí que la persona que me veía a lo lejos se trataba de un ángel, porque: ¿Qué otra cosa podía ser si no un ser celestial? Sin embargo con el pasar de tiempo y el descubrimiento de mi extraño Don para cambiar de forma, comprendí que tenía habilidades diferentes. Quizás fue algo tan traumaste y misterioso para mí, que lo escondí muy profundo, hasta ahora… ¿Por qué tendría que aparecer ésta noche? ¿Qué fuerza poderosa me habría obligado inconscientemente a dejar escapar aquel miedo de mi infancia?
Opto por quedarme de pie, a un costado suyo, tratando de encontrar, de recordar alguna melodía que los dos pudiésemos conocer. No se me ocurre ninguna. Tengo un boqueo mental que espero no dure más allá de unos segundos, mismo que me produce un ligero dolor de cabeza. Ya no es ahora el simple hecho de ver luces extrañas brotando de Lissander. Ahora es un aroma muy peculiar. No se trata de un aroma de colonia. Es algo sumamente diferente, difícil de explicar, pero estoy completamente seguro que ambas cosas están relacionadas. Sólo espero no estar volviéndome loco. Aún más de lo que ya me encuentro.
–Bien… Se me ocurre una bella pieza – Masajeo un poco mis sienes para tranquilizarme. No quiero fallar. No ahora -. Canon en D ¿Lo conoces? – Un largo y pronunciado suspiro ha salido por mí boca. Ruego en Dios que me diga que sí, porque mi mente se encuentra en estado bruto para hilar las ideas con mayor claridad. No se me ocurre otra idea más sensata que aquella. << Actúa como si nada pasara o terminará por abandonarte por actuar como un auténtico loco >> Creo que he percibido un ligero asentimiento de su parte. Dando por hecho que es un sí, coloco mi violín en posición haciendo la cuenta verbal del clásico: Uno, dos y tres.[/b]
Cuánta razón tenía mi mamá…
– ¿Un dueto dices? – Me atrevo a tutearlo por fin, mientras aspiro aire por la nariz para tranquilizarme. La voz serena de Lissander es como un arrullo para mis oídos. Me es imposible no sonreír ante tal petición. ¿Cómo negarme, si la velada improvisada estaba resultando de lo más maravillosa?–. Por supuesto que sí. –Me levanto con tranquilidad para tomar mi preciado tesoro, que yace encima de un viejo librero de utilería – Aunque debo advertirte que nunca he hecho tal cosa. Trataré de seguirte el ritmo y no desfallecer en el intento de hacer un buen dueto. Pero… algo me dice que los dos vamos a sorprendernos.
Al momento de pasar por detrás de Lissander, una extraña luz me sorprende. Me quedo ahí estático, observando sus hombros. ¿Qué cosa estaba sucediendo? Aquella luz que despide colores morados y lilas me deja boquiabierto. Ahora mismo puedo recordar un acontecimiento de mi niñez, donde pude percibir algo parecido. En aquel momento creí que la persona que me veía a lo lejos se trataba de un ángel, porque: ¿Qué otra cosa podía ser si no un ser celestial? Sin embargo con el pasar de tiempo y el descubrimiento de mi extraño Don para cambiar de forma, comprendí que tenía habilidades diferentes. Quizás fue algo tan traumaste y misterioso para mí, que lo escondí muy profundo, hasta ahora… ¿Por qué tendría que aparecer ésta noche? ¿Qué fuerza poderosa me habría obligado inconscientemente a dejar escapar aquel miedo de mi infancia?
Opto por quedarme de pie, a un costado suyo, tratando de encontrar, de recordar alguna melodía que los dos pudiésemos conocer. No se me ocurre ninguna. Tengo un boqueo mental que espero no dure más allá de unos segundos, mismo que me produce un ligero dolor de cabeza. Ya no es ahora el simple hecho de ver luces extrañas brotando de Lissander. Ahora es un aroma muy peculiar. No se trata de un aroma de colonia. Es algo sumamente diferente, difícil de explicar, pero estoy completamente seguro que ambas cosas están relacionadas. Sólo espero no estar volviéndome loco. Aún más de lo que ya me encuentro.
–Bien… Se me ocurre una bella pieza – Masajeo un poco mis sienes para tranquilizarme. No quiero fallar. No ahora -. Canon en D ¿Lo conoces? – Un largo y pronunciado suspiro ha salido por mí boca. Ruego en Dios que me diga que sí, porque mi mente se encuentra en estado bruto para hilar las ideas con mayor claridad. No se me ocurre otra idea más sensata que aquella. << Actúa como si nada pasara o terminará por abandonarte por actuar como un auténtico loco >> Creo que he percibido un ligero asentimiento de su parte. Dando por hecho que es un sí, coloco mi violín en posición haciendo la cuenta verbal del clásico: Uno, dos y tres.[/b]
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
If a lay here…
If a just lay here…
Would you lay with me?
And just forget the world…
~~
If a just lay here…
Would you lay with me?
And just forget the world…
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Todo iba bien, perfecto, quizás mucho mejor de lo que esperaba, aunque, no sabía aun porque se preocupaba tanto si hablaba de buena manera, si el joven le miraba o sonreía o si le agradaba la pieza, eran cosas totalmente idiotas a su pensamiento, no era común que el primogénito de su familia estuviese pendiente de esas cosas. Él no era así. La siguiente pieza que el joven tocó, un vals suave y apasionado, relataba a su parecer, lo sutil que era la parte inicial de un vals, un baile tan lleno de respeto y elegancia, que luego cambiaba con un poco de intensidad, y se volvía hasta apasionado, eso es lo que sentía, la armonía de la parte central de la canción le hacía nutrirse de aquello, desencadenar cierta pasión vacía, porque aquel muchacho, no conocía lo que era aquel sentir.
En todo caso, alejaba esos pensamientos con lo siguiente que dijo, su idea.
Un dueto de piano y violín, algo que sin duda constituía una hermosura en cuestiones musicales, pues, el piano tenía la amplitud completa de las escalas musicales a su disposición, y el violín, a pesar de tener su rango definido, ser mayoritariamente agudo le daba la capacidad de ser siempre el brillo y el centro de atención muchas veces en las composiciones orquestales, es quizás por eso que en muchos casos era el portador de la melodía, la base suprema de cualquier armonía. Básicamente, el piano podía servir para todo, y a pesar de que el instrumento del joven no tenía tanta amplitud, se destacaba en cualquier estilo, agregando la sublimidad, alegría o brillo según se necesitase. Lissander recordaba un poco de aquella teoría, y a pesar de sentirse aun algo torpe en aquel grande de madera, trataría de adaptarse a su respuesta.
No le fue tan descabellada la idea para el actor, el joven la tomó bien y supo apreciarla y responder positivamente, él si había hecho algo así una vez en comparación con el otro, recordó, que una de sus tareas aprendiendo piano fue ser el acompañamiento de varios estudiantes de violín en sus recitales, y efectivamente, era más que todo seguir el ritmo, porque el piano acompañaba la melodía, que era el violín, y por tanto, por leyes antiquísimas de la música, debía resaltar mucho más. - Creo que es al contrario, yo te seguiré. - Diría el joven calmadamente, mientras le detallaba tomar el violín y todo lo que a continuación haría para posarse a un lado suyo y hablarle de la pieza “Cannon en D”, y con aquel nombre fue directo al archivero de partituras empolvadas de su mente y trató de buscarla, sentía que sí, pero al mismo tiempo que no, era algo complicado de explicar, por tanto confió un poco en el sí… - Si, la conozco. - Es lo que respondería, sintiendo que rosaba una mentira, para esperar el justo tiempo de medida y comenzar a tocar.
Comenzaría a oír el violín, sus manos se ubicarían en las teclas y presionarían unos acordes lentamente, como si fueran todas redondas de cuatro tiempos, valga la redundancia, pero suave, para sí la armonía calzaba, fue entonces que inconscientemente comenzaría, sentiría el tiempo y lo llevaría con un pie, mientras el otro se iba al pedal para prolongar el sonido. Sus orbes se irían hacia el joven y luego hacia las teclas, estaba concentrado y trataba de seguirlo y andar a la par, los primeros compases salieron algo torpes, sintió que estaba siendo un total desafinado, pero luego se volvió uno con la música, y al sentir esto, sonrió y le dio aquel gesto a su compañero de dueto, dándose cuenta de que la poca luz, y el contraste con la tostada piel del joven, su estilo al tocar, y sus rasgos físicos le hacían ver como uno de esos muñecos de porcelana que giraban sobre una base y recitaban una música determinada, debido a sus engranajes, realmente Joshua Maloney se veía imaginario, como sacado de un cuento, algo que no había visto nunca antes, no podía creerlo, pero aquel joven lo notaba… ¿hermoso?
Lo siguiente que supo de si mismo fue que no podía dejar de tocar, estaba hasta un poco emocionado por como lograba unirse al violín de esa manera tocando el piano, era obvio que había química entre los dos músicos, musicalmente hablando, claro, nada más que eso, se repetía internamente, y eso le intrigaba un poco, pero le agradaba. Fue al terminar con aquel fino acorde postergado, que se levantaría, posaría una mano en su estomago, y otra recta a su costado y reverenciaría al presente, para luego aplaudir. - Definitivamente nos sorprendimos, pero es usted excelente. Gracias por la paciencia. - Sonreiría a modo de juego, expectante por su opinión.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
If you're on your own in this life
The days and nights are long
When you think you've had too much of this life to hang on
Well, everybody hurts sometimes
Everybody cries
And everybody hurts sometimes
Hold on, Hold on…
The days and nights are long
When you think you've had too much of this life to hang on
Well, everybody hurts sometimes
Everybody cries
And everybody hurts sometimes
Hold on, Hold on…
Ésta última melodía me ha dejado tocado. Tocado en lo más profundo de mi alma, estoy a punto de… Muchas cosas. Ganas de reír, de llorar, de salir corriendo por la puerta y no mirar atrás. No sé por qué me siento tan vulnerable, si me juré a mí mismo que saldría adelante y dejaría de llorar por los rincones como un colegial. Es sólo que me he transportado a cientos de lugares diferentes al momento de tocar y cuando abro los ojos y regreso a la realidad, me siento más solo que nunca. Sin embargo no lo estoy. Lissander está ahí conmigo y éste simple hecho me relaja, de una manera extraña me reconforta. A veces la “ayuda” llega a ti cuando menos lo esperas y de quien menos lo imaginaste. Nunca me imaginé que ésta noche terminaría haciendo un dúo de violín y piano… ¡Ah! la vida y sus caminos misteriosos.
–Gracias a ti Lissander – De repente siento frio no sé por qué, tengo la piel de todo el cuerpo erizada – Todo esto ha sido tan mágico… Tú ahí en el callejón apareciendo de la nada, el sonido de las cuerdas rompiendo el silencio, enseguida los aplausos y por último tú al piano… Dime que no estoy alucinando, que no estoy soñando.-. Parpadeo un par de veces antes de continuar-. Nunca lo imaginé en verdad, nunca de los nunca…
He tenido que mirar hacia abajo, porque algunos de mis dedos están trastocados. Me ha salido un poco de sangre pero enseguida las heridas vuelven a sanar. No quiero que Lissander se dé de lo extraña que resulta todo aquello, por lo que llevo la mano hacia la espalda para ocultarla deliberadamente, fingiendo que nada pasa. Soy un actor, fingir se me da bien algunas veces. Sólo algunas…
–¿Desearías tocar alguna pieza más? – No quiero parecer desconsiderado, ni que Lissander piense que quiero deshacerme de él. Pero el tiempo se ha ido como agua entre las manos. El velador ya no tarda nada en hacer acto de aparición y con ello, la inevitable despedida. De lo contrario ya podría considerarme desempleado; y para ser sincero, no quiero que la noche termine tan rápido, al menos no así, con un simple apretón de manos diciendo aquellas palabras que tan bien tengo aprendidas: “Fue un placer haberle conocido. Espero que volvamos a coincidir en otra ocasión”
No… Quiero darle algo de sentido a mi vida. Intentarlo por lo menos ésta noche.
Mucho depende – claro está – de que él desee quedarse un poco más de tiempo, porque al ser doctor, pudiese ser que su estadía tenga que ser corta o que esté lo suficientemente cansado como para pensar en retirarse, que sería lo más lógico. La vida de todos aquellos que se dedican al sector de la salud es sumamente ocupada. No es de sabios conocer ésta clase de cosas. Hasta un Don nadie como yo lo sabe.
–O bien… -Estoy tratando de hilar ésa idea que tengo en la punta de la lengua, para no tartamudear al momento de hacerle la sugerencia – Si no tienes algo más importante que hacer, podría invitarte a tomar un café. –Habiendo dicho esto último, me sujeto del piano. Las piernas me tiemblan. ¡Nunca en la vida me había atrevido invitar a nadie a ninguna parte! Técnicamente es mi primera vez. La primera vez que soy yo quien da el primer paso y la primera vez que tengo algo de dinero en los bolsillo que puedo gastar en lo que yo quiera. – Si quieres, claro… No es obligación y… Simplemente es ir a tres cuadras…
Ahí estaba yo tratando de aparentar calma y ser dueño de la situación. Nada más alejado de la realidad. << ¿Podrías dejar de temblar? Pensará que estás completamente loco! ¡Contrólate! >> De pronto no sé qué hacer con mi cuerpo. No lo sé… No sé si quedarme quieto donde estoy, caminar un poco, tararear una canción, silbar, afinar las cuerdas por centésima vez… ¡Odio sentirme como un completo tonto inexperto, que quiere jugar al hombre de mundo!
–Gracias a ti Lissander – De repente siento frio no sé por qué, tengo la piel de todo el cuerpo erizada – Todo esto ha sido tan mágico… Tú ahí en el callejón apareciendo de la nada, el sonido de las cuerdas rompiendo el silencio, enseguida los aplausos y por último tú al piano… Dime que no estoy alucinando, que no estoy soñando.-. Parpadeo un par de veces antes de continuar-. Nunca lo imaginé en verdad, nunca de los nunca…
He tenido que mirar hacia abajo, porque algunos de mis dedos están trastocados. Me ha salido un poco de sangre pero enseguida las heridas vuelven a sanar. No quiero que Lissander se dé de lo extraña que resulta todo aquello, por lo que llevo la mano hacia la espalda para ocultarla deliberadamente, fingiendo que nada pasa. Soy un actor, fingir se me da bien algunas veces. Sólo algunas…
–¿Desearías tocar alguna pieza más? – No quiero parecer desconsiderado, ni que Lissander piense que quiero deshacerme de él. Pero el tiempo se ha ido como agua entre las manos. El velador ya no tarda nada en hacer acto de aparición y con ello, la inevitable despedida. De lo contrario ya podría considerarme desempleado; y para ser sincero, no quiero que la noche termine tan rápido, al menos no así, con un simple apretón de manos diciendo aquellas palabras que tan bien tengo aprendidas: “Fue un placer haberle conocido. Espero que volvamos a coincidir en otra ocasión”
No… Quiero darle algo de sentido a mi vida. Intentarlo por lo menos ésta noche.
Mucho depende – claro está – de que él desee quedarse un poco más de tiempo, porque al ser doctor, pudiese ser que su estadía tenga que ser corta o que esté lo suficientemente cansado como para pensar en retirarse, que sería lo más lógico. La vida de todos aquellos que se dedican al sector de la salud es sumamente ocupada. No es de sabios conocer ésta clase de cosas. Hasta un Don nadie como yo lo sabe.
–O bien… -Estoy tratando de hilar ésa idea que tengo en la punta de la lengua, para no tartamudear al momento de hacerle la sugerencia – Si no tienes algo más importante que hacer, podría invitarte a tomar un café. –Habiendo dicho esto último, me sujeto del piano. Las piernas me tiemblan. ¡Nunca en la vida me había atrevido invitar a nadie a ninguna parte! Técnicamente es mi primera vez. La primera vez que soy yo quien da el primer paso y la primera vez que tengo algo de dinero en los bolsillo que puedo gastar en lo que yo quiera. – Si quieres, claro… No es obligación y… Simplemente es ir a tres cuadras…
Ahí estaba yo tratando de aparentar calma y ser dueño de la situación. Nada más alejado de la realidad. << ¿Podrías dejar de temblar? Pensará que estás completamente loco! ¡Contrólate! >> De pronto no sé qué hacer con mi cuerpo. No lo sé… No sé si quedarme quieto donde estoy, caminar un poco, tararear una canción, silbar, afinar las cuerdas por centésima vez… ¡Odio sentirme como un completo tonto inexperto, que quiere jugar al hombre de mundo!
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I want to see you be brave,
For us… Now…
In the future, you and me…
Are one…
~~
For us… Now…
In the future, you and me…
Are one…
~~
Desde hacía varios minutos no había caído aquel joven doctor en que tenía muchas dudas de muchas cosas sobre esa noche. Desde hacía varios minutos, había olvidado la completa actitud desconfiada hacia la humanidad. Desde hacía tan solo unos minutos, se perdió en los brazos maternales de la madre que le vio crecer: la música, y no fue solo eso, se perdió en compañía de alguien, de un joven, del cual solo conocía su nombre y profesión. Fueron tan solo unos pocos minutos que se había permitido, un callejón, una botella rota, unas cajas de madera, la luna, un violín, y ahora, un piano, un dueto y habían pasado las horas. Podría acotar con toda seguridad, que la magia que podía verse en el mundo de aquellos dos personajes, no era nada comparada con la que ellos mismos, sin querer, saber, y creer, crearon.
Ante el agradecimiento de Joshua, solamente se limitó a sonreír, él, por su parte, sintió mucho con aquellas canciones, conectó, realmente se conectó con lo que hacía, dejando parte de aquella infancia y adolescencia que había abandonado en su interior, y salieron a flote gracias a un violinista salvavidas. - Yo tampoco imagine nada de esto, creía olvidado todo este pequeño mundo que se esconde tras estas paredes… De nuevo, muchísimas gracias, señor Maloney. - Se retiraría del piano, a un costado, y haría una reverencia completa hacia él, era respeto y gratitud, en demasía de esta última. Fue luego, cuando alzó su mirada al joven que se quedo casi atónito cuando este le preguntó si quería otra pieza, ¡Por el amor de Dios! Podría pasarse toda la noche tocando, haciendo música hombro a hombro con aquel muchacho, no se aburriría, era tan versátil el sonido de aquellos instrumentos que no iba a si quiera pestañear si sucediera aquello.
- Bueno… - Sonreiría suavemente ante una sublime afirmación, volviendo casi de inmediato al piano, rosando las teclas y tocando varios juegos de acordes muy piano, con la intención de que el mismo monstruo de madera le hablase, le dijera cual tocar, cual emplear, si la tristeza de un Vals o una Romanza, o el toque danzarín de un Allegro, la verdad muchas piezas ahora fluían en su cerebro, muchas notas, y quizás tocaba casi todo lo que le viniese a la mente, para escucharse y elegir, antes de participarle al joven su decisión, que quizás sería la famosa danza húngara, si, esa sería perfecta, brillante, dando alegría a esas oscuras cuatro paredes, y al viejo telón, sería una buena decisión, pero, eso jamás saldría de su boca o sus dedos, y menos de su pensamiento, porque, la voz de su interlocutor hablaba, y sus azules orbes color hielo serían los que buscarían sus palabras.
Le invitó a tomar un café…
Casi, casi se escapa un “oh…” inconsciente de su boca, pero, Lissander era demasiado precavido para caer en esa idiotez, más bien, transformaría su rostro en un sutil gesto, una mirada apacible y una cálida sonrisa, ante sala de su respuesta, era una invitación, claro estaba, pero, no sabía cómo tomarlo, y no entendía en sus adentros porqué debía tomarlo de alguna manera exagerada a lo que era, ¿No podría ser una simple invitación casual? Si, si podía serlo, no quería pensar nada más, pero, ¿Porque sentía en sus adentros que había algo más? Las dudas volvieron a ahogarle, nublaban de su mente y por un instante, bajaría aquel rostro varonil hacia las teclas del piano, buscando una respuesta entre el blanco y negro. Cerraría tapa de las teclas con cuidado, y rosaría la madera con sus dedos un segundo, solo uno, justo antes de levantarse, dar cortos pasos hacia donde estaba y recostarse del piano. - Bueno… - Comenzaría diciendo aquella voz de barítono que poseía, - Me temo que no es posible, señor Maloney… - Estaba totalmente serio, su faz se había convertido en algo muy distinto a lo que le había mostrado al actor hacía tan solo medio minuto…
- … a menos que me deje a mi invitarle el café, me temo que se lo debo por todo el rato que me ha regalado a manos de este gran amigo… - Tocaría la madera negra de aquel piano, y sonreiría, porque los recuerdos que había tomado esa noche, no los iba a olvidar nunca. - ¿Entonces? ¿Me indica el camino hacia las tres cuadras? - Reiría por lo suave y lo vería fijamente a los ojos, había asumido un sí, porque no pensaba aceptar no como respuesta, era lo menos que podía hacer después de todo. Aquel joven le había devuelto el amor a la música, y él solamente pretendía regalarle un café… ¿Estaba bien aquel trueque, verdad?
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Everybody hurts
Take comfort in your friends
Don't throw your hand Oh, no
Don't throw your hand
If you feel like you're alone, no, you are not alone
If you're on your own in this life
The days and nights are long
When you think you've had too much of this life to hang on
Take comfort in your friends
Don't throw your hand Oh, no
Don't throw your hand
If you feel like you're alone, no, you are not alone
If you're on your own in this life
The days and nights are long
When you think you've had too much of this life to hang on
~~
Dios ésa seriedad en su rostro. Algo en él cambió, eché todo a perder. El alma se me va al piso en cuanto le escucho decir con total calma: “Me temo que no es posible, señor Maloney” Quise que en ese mismo momento la tierra me tragara. Quise ser gota de lluvia para filtrarme por la misma y no regresar a la superficie nunca más. Lissander me estaba diciendo que no… Claro. Estaba bien claro que lo único que aquel hombre joven deseaba, era tocar, simplemente eso. Apreciar la buena música, interactuar un poco y luego salir la puerta trasera para continuar con su vida. Así debían ser las cosas ¿no? Somos dos completos extraños que han tenido la fortuna de cruzarse por cuestiones del tan llamado “destino” ¡Tonto de mí al haberme atrevido a hacerle tal clase de invitación! Qué absurdo haber traspasado la línea que dice claramente: Éste es tu espacio, no cruces. No te atrevas a ir en contra del sistema…
- … a menos que me deje a mi invitarle el café, me temo que se lo debo por todo el rato que me ha regalado a manos de este gran amigo…
Bajo la mirada y niego con la cabeza. No hay ser más estúpido y miserable que yo. Siempre me adelanto a los hechos, hago conjeturas, siempre pienso lo peor de lo peor. Comienzo a pensar que mi actitud no es para nada positiva y que por tal motivo las malas vibras me detectan a decenas de quilómetros a la redonda. Soy un blanco fácil, así de sencillo. Si sigo manteniéndome con ésta actitud derrotista, me irá peor. << Tonto, tonto, tonto >>
Tratando de regresar a la realidad, suspiro. Una gran bocanada después y enseguida ordenar las ideas. Ya mi acompañante a ha aceptado la invitación siempre y cuando sea él quien pague, haciéndome ver que de ésta manera estamos en igualdad de circunstancias. Yo le dejé tocar el piano y lo colé como un ladrón al teatro, ahora debe corresponderme el favor, siendo él quien cargue con los gatos. No estoy acostumbrado a “cobrar” los favores, pero siento que Lissander está siendo atento y que detrás de sus palabras no se esconde nada más. Nada oculto.
– E-Está bien, es un trato y… Disculpa si he cortado de manera abrupta, sucede que… -Me acerco un poco para hablarle en tono bajo – El velador no tarda en venir y si nos encuentra aquí, ya te imaginarás el desastre que puede ocurrir. El dueño es un verdadero energúmeno que no aceptaría ninguna clase de explicación y terminaría por echarme. No puedo… permitirme el lujo. El teatro es mi pasión, lo único que… –Comienzo a hablar como auténtico merolico. Mala señal, será mejor que me calle de una vez. –Hay que cubrir el piano y dejar todo tal y como estaba antes de nuestra llegada para no levantar sospechas.
Habiendo hecho lo propio, con un simple gesto le indico que me siga. Violín en mano y con un polizonte abordo, nos aventuramos a tratar de salir tras bambalinas. Es prioritario llegar a mi camerino y dejar a buen resguardo mi instrumento, que es lo único de valor que poseo. Pero para ello, debemos sortear algunos pasillos por donde aún deambulan empleados que trabaja de noche para darle mantenimiento al inmueble. Todos nos conocemos, todos me conocen, si me encuentran caminando por aquí, acompañado de Lissander, comenzarán las preguntas incómodas y tendré que inventarme muchas mentiras y… no me gusta mentir.
–Iremos hasta mi camerino, guardaré el violín y de ahí hacia la puerta por donde entramos ¿De acuerdo? Bien, sígueme… No estamos muy lejos. Es por éste mismo pasillo. La primera puerta a la derecha. - A hurtadillas llegamos sin ninguna clase de contratiempos. Abro la puerta y le indico que pase. Una vez estamos dentro cierro poniéndole el seguro por dentro. No quiero sorpresas ni visitas inesperadas. No quiero que descubran mi escondite secreto y un día me encuentre con la triste noticia de que me han sustraído mi hermoso violín. – Es una pena que tenga que recurrir a éstas medidas desesperadas, pero mi casa no es sitio seguro y aquí… Bueno. Acomodo el instrumento con suma delicadeza, volviendo a colocar las maderas del piso. – Parece que ya todo está bien, ahora si podemos ir por ese café con tranquilidad.
Me levanto del suelo. Lo miro por breves instantes antes de abrir la puerta. Ahora su aura ha cambiado de color, yendo del amarillo al naranja simultáneamente. ¡Qué cosa más extraña! Nunca me había topado con un hombre que pudiera cambiar su estado de ánimo con tanta rapidez. Definitivamente Lissander es un hombre distinto a todos los que he conocido hasta el momento. Tan solo han sido algunos minutos en su compañía y ya puedo irme haciendo una idea clara de su “posible personalidad” Parpadeo un par de veces antes de regresar a la idea original. Ahora si me atrevo a abrir, asomo mi cabeza por el marco de la puerta para cerciorarme de que tenemos libre la ruta de escape.
–Pasillo despejado.Digo en un tenue susurro. Y tal y como entramos, salimos a aquel callejón donde nos encontramos. Respiro aliviado, porque todo ha salido bien y no hemos sido descubiertos.–¡Qué suerte! – Recargo mi espalda en la puerta, ya completamente tranquilo -. –El café… si… Vamos por él. Saliendo del callejón tendremos que doblar hacia la izquierda y caminar las tres cuadras que te he mencionado. Las tengo contadas – Le sonrío con sinceridad mientras subo el cuello de mi abrigo, porque el frío ya arremete con fuerza. Ése humo que sale de las alcantarillas augura que la temperatura seguirá disminuyendo.
- … a menos que me deje a mi invitarle el café, me temo que se lo debo por todo el rato que me ha regalado a manos de este gran amigo…
Bajo la mirada y niego con la cabeza. No hay ser más estúpido y miserable que yo. Siempre me adelanto a los hechos, hago conjeturas, siempre pienso lo peor de lo peor. Comienzo a pensar que mi actitud no es para nada positiva y que por tal motivo las malas vibras me detectan a decenas de quilómetros a la redonda. Soy un blanco fácil, así de sencillo. Si sigo manteniéndome con ésta actitud derrotista, me irá peor. << Tonto, tonto, tonto >>
Tratando de regresar a la realidad, suspiro. Una gran bocanada después y enseguida ordenar las ideas. Ya mi acompañante a ha aceptado la invitación siempre y cuando sea él quien pague, haciéndome ver que de ésta manera estamos en igualdad de circunstancias. Yo le dejé tocar el piano y lo colé como un ladrón al teatro, ahora debe corresponderme el favor, siendo él quien cargue con los gatos. No estoy acostumbrado a “cobrar” los favores, pero siento que Lissander está siendo atento y que detrás de sus palabras no se esconde nada más. Nada oculto.
– E-Está bien, es un trato y… Disculpa si he cortado de manera abrupta, sucede que… -Me acerco un poco para hablarle en tono bajo – El velador no tarda en venir y si nos encuentra aquí, ya te imaginarás el desastre que puede ocurrir. El dueño es un verdadero energúmeno que no aceptaría ninguna clase de explicación y terminaría por echarme. No puedo… permitirme el lujo. El teatro es mi pasión, lo único que… –Comienzo a hablar como auténtico merolico. Mala señal, será mejor que me calle de una vez. –Hay que cubrir el piano y dejar todo tal y como estaba antes de nuestra llegada para no levantar sospechas.
Habiendo hecho lo propio, con un simple gesto le indico que me siga. Violín en mano y con un polizonte abordo, nos aventuramos a tratar de salir tras bambalinas. Es prioritario llegar a mi camerino y dejar a buen resguardo mi instrumento, que es lo único de valor que poseo. Pero para ello, debemos sortear algunos pasillos por donde aún deambulan empleados que trabaja de noche para darle mantenimiento al inmueble. Todos nos conocemos, todos me conocen, si me encuentran caminando por aquí, acompañado de Lissander, comenzarán las preguntas incómodas y tendré que inventarme muchas mentiras y… no me gusta mentir.
–Iremos hasta mi camerino, guardaré el violín y de ahí hacia la puerta por donde entramos ¿De acuerdo? Bien, sígueme… No estamos muy lejos. Es por éste mismo pasillo. La primera puerta a la derecha. - A hurtadillas llegamos sin ninguna clase de contratiempos. Abro la puerta y le indico que pase. Una vez estamos dentro cierro poniéndole el seguro por dentro. No quiero sorpresas ni visitas inesperadas. No quiero que descubran mi escondite secreto y un día me encuentre con la triste noticia de que me han sustraído mi hermoso violín. – Es una pena que tenga que recurrir a éstas medidas desesperadas, pero mi casa no es sitio seguro y aquí… Bueno. Acomodo el instrumento con suma delicadeza, volviendo a colocar las maderas del piso. – Parece que ya todo está bien, ahora si podemos ir por ese café con tranquilidad.
Me levanto del suelo. Lo miro por breves instantes antes de abrir la puerta. Ahora su aura ha cambiado de color, yendo del amarillo al naranja simultáneamente. ¡Qué cosa más extraña! Nunca me había topado con un hombre que pudiera cambiar su estado de ánimo con tanta rapidez. Definitivamente Lissander es un hombre distinto a todos los que he conocido hasta el momento. Tan solo han sido algunos minutos en su compañía y ya puedo irme haciendo una idea clara de su “posible personalidad” Parpadeo un par de veces antes de regresar a la idea original. Ahora si me atrevo a abrir, asomo mi cabeza por el marco de la puerta para cerciorarme de que tenemos libre la ruta de escape.
–Pasillo despejado.Digo en un tenue susurro. Y tal y como entramos, salimos a aquel callejón donde nos encontramos. Respiro aliviado, porque todo ha salido bien y no hemos sido descubiertos.–¡Qué suerte! – Recargo mi espalda en la puerta, ya completamente tranquilo -. –El café… si… Vamos por él. Saliendo del callejón tendremos que doblar hacia la izquierda y caminar las tres cuadras que te he mencionado. Las tengo contadas – Le sonrío con sinceridad mientras subo el cuello de mi abrigo, porque el frío ya arremete con fuerza. Ése humo que sale de las alcantarillas augura que la temperatura seguirá disminuyendo.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Fly, little bird, fly…
I see you in the earth
When you come to me…
Anyday…
~~
I see you in the earth
When you come to me…
Anyday…
~~
Estaba atento, a él, a la conversación, al momento. Estaba atento a sus gestos, sus palabras, su sonrisa, todo era raro, extraño, quizás la emoción de lo que vivió, la música y el sentimiento adjunto a ella le hicieron desbordar aquella atención en el joven actor, solo quizás fue eso. Quería convencerse de que sí, de verdad, muy en el fondo quería eso, aunque no lo demostrase. Vería aquella cara larga ante su primer comentario y luego de un suspiro, su respuesta positiva, escucharía sus palabras en la cercanía, sintiéndose un poco incomodo, nunca había tenido a alguien tan cerca de él para hablarle, escucho todo lo que dijo, hasta el cambio crucial de tema, que le provocó una suave sonrisa, y de inmediato, hizo lo que tocaba hacer, a su lado, para terminar más rápido.
Lo siguiente a eso, seguirlo por la parte interna del teatro, llegar al camerino, ver guardar su instrumento, todo aquello en silencio, Lissander no tenía muchas ganas de hacer preguntas al respecto, no era su problema, y él no era un imprudente, no debía meterse en lo que no le importa, por tanto simplemente se limitó a sonreír con suavidad y luego, a seguirlo hasta la salida, o entrada, que daba al callejón, el silencioso, oscuro y místico lugar donde había conocido a ese personaje tan particular. Ya ahí, sentía el cambio de temperatura, las gélidas garras del invierno rosarían sus pieles aun bajo aquellos abrigos gruesos, si ponían algo de atención, hasta el vapor de sus bocas se notaría, era un cruel invierno en Paris.
- Pues, adelante. - Le diría al joven, para inmediatamente empezar la caminata hacia tal lugar, no conocía ese café tan cercano al teatro, o quizás si lo paso por alto cuando iba hacia allá, no lo sabía, para ese momento iba muy cargado de preocupaciones que ahora no tenía, la música las había descargado. Se sentía realmente pleno. Empezaría a caminar junto al joven por las calles parisinas, pensando en que podría decir ahora, que tema de conversación, pensamiento, cualquier cosa, no sabía que decirle, no quería caminar en silencio hasta el café, tomarlo e irse, ese no era el punto, se supone que debía darle un grato momento a cambio del momento que el actor le permitió vivir. Lissander se quedaba pensante, viendo la acerca de piedra pulida, buscaba en su mente, y esa era su típica expresión cuando lo hacía.
- ¿Es nuevo acá en Paris, sr Maloney? ¿O es de acá? - Preguntaría curioso, volviendo su mirada a la del joven, tratando de ser amable y cordial, cuidando sus modales como siempre lo hacía. - Yo soy nuevo, tengo aproximadamente un mes que llegué de Asís, en Italia. - Le contaría, aun si aquel no preguntara, no tenía problemas con hablar de sus raíces, después de todo, eso le seguiría hasta el día de su muerte. - Ahora que lo pienso, nunca he conocido a un actor, y mucho menos nunca he ido a una obra de teatro, no sé cómo es esa experiencia. - Le diría mientras observaba el camino, realmente se sentía como si anduviera con una súper estrella, pues los actores eran afanados a su trabajo en su mayoría, hasta egocéntricos y divos, pero, aquel muchacho violinista era diferente, algo se lo decía muy en el fondo.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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