AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sombras en la noche ~ Lissander
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Sombras en la noche ~ Lissander
Recuerdo del primer mensaje :
I've got a dream when the darkness is over
We'll be lyin' in the rays of the sun
But it's only a dream and tonight is for real
You'll never know what it means
But you'll know how it feels
It's gonna be over…
We'll be lyin' in the rays of the sun
But it's only a dream and tonight is for real
You'll never know what it means
But you'll know how it feels
It's gonna be over…
~~
Últimamente me he sentido deprimido, con baja autoestima y sin muchos ánimos para pensar en lo que será de mí en un futuro. Por el momento me limito a viajar de ciudad en ciudad de pueblo en pueblo como cualquier artista de teatro, tratando de dejar atrás recuerdos tormentosos, que me han mantenido en vela las últimas semanas. Luzco ojeroso, pálido y con falta de apetito. Lo que me preocupa hoy día, es confiar en mi capacidad como actor. Sé que soy excelente sobre el escenario y que me muevo como auténtico pez en el agua. Pero a últimas fechas nada parece tener sentido. No me gusta y me siento incómodo, pero nada puedo hacer por el momento. La tristeza me tiene bien sujeto con sus garras. Es ésa clase de noches en las que te sientes fuera de lugar y que no perteneces a ningún sitio. Que simplemente existes por existir y que sólo formas parte de un sistema, de una sociedad. Que vives porque respiras, porque comes y porque has tenido suerte de no haber perecido bajo las garras de algún vampiro, o licántropo, que ha sido más fuerte, ágil y veloz que tú.
Suspiro.
Mientras voy caminando cabizbajo bajo la tenue luz de los faroles apostados en las callejuelas medito sobre lo que escuché la otra noche sobre algunos asesinatos en el centro de la ciudad, donde murió mucha gente. No es de sabios conocer que fue obra de alguna mente enferma, que busca crear conflictos entre las diferentes razas. Y yo me pregunto: ¿Qué habría sido de mí, si por azares del destino me hubiera encontrado en ése justo lugar a la hora en que ocurrió todo? ¿Alguien me habría extrañado? Lo dudo… soy esa clase personas que pasa desapercibida, y que a nadie le importa. De Aleksandr no he sabido absolutamente nada las últimas semanas. Tal vez y ya tenga algún chico nuevo con el cuál entretenerse y al cuál le diga las mismas cosas que a todos los demás. Quisiera ser como cualquier chico normal, que va a tomar café, ir a fiestas o reuniones de jóvenes de mi edad y olvidarme de todo. Pero no puedo. He vivido demasiado tiempo sólo, que creo que me convertiré en un ermitaño de apenas veintiún años. ¿Qué será de mí? Ni yo mismo lo sé…
Pateo una pequeña botella de ron que se me ha cruzado en el camino. Simplemente voy vagando por una de las aceras más concurridas del centro, buscando en qué entretenerme. He decidido caminar para estirar un poco mis músculos; tanto tiempo estar sentado en el sofá de mi apartamento centrando mi vista hacia ningún punto en particular, me tiene entumido y somnoliento.
Sigo pateando la botella, hasta que finalmente se atora con un pequeño estuche negro, un par de metros más adelante. Levanto la vista, dándome cuenta de que es un artista callejero que toca el violonchelo. Es inevitable no recordar aquellos tiempos, en los que perderme horas y horas tocando violín en mi cuarto, era mi pasión. Hay alguna gente alrededor, deleitándose con la melodía. Sonrío y me acerco para formar parte del grupo. El artista es muy bueno. Sonríe a pesar de que su rostro ya se ha cubierto de arrugas y sus manos expertas, cubiertas de callos, se deslizan con maestría sobre las cuerdas. Tiento mis dedos, por dentro de la bolsa de mi pantalón. Ya he perdido los míos. Otra pérdida… ¿Cuántas más deberé sufrir?
Una vez finalizada la melodía, la gente se apresta a dejar algunos billetes y monedas, dentro de aquel estuche forrado de terciopelo verde. Hago lo propio, dejando apenas algunos centavos, pues no tengo más. Me despido del sujeto, y decido continuar mi camino, ya con algo de esfuerzo porque en escasos minutos, la gente ha abarrotado la acera. Apenas me doy cuenta de que estoy parado justo enfrente del hermoso teatro que tantas noches me ha visto actuar. La gente parece emocionada - caminando, casi corriendo - pues un dependiente del lugar, ha salido a colocar un afiche con la próxima puesta en escena: “Mcbeth” Aquella obra a la cual había invitado a Alexander…
Suspiro por segunda ocasión, colándome por el callejón que está justo al lado d l teatro. Ahí por donde los actores solemos entrar al inmueble pasando desapercibidos. Los camerinos están apostados justamente hacia la izquierda y al fondo, y es ahí a donde me dirijo para enclaustrarme unos momentos antes de irme hacia mi casa. Escondido bajos unos tablones de madera en una esquina del piso, se encuentra un tesoro preciado para mí. Mi preciado violín que es el único objeto de valor que poseo, y al cuál he dejado abandonado por tanto tiempo. El artista callejero me ha recordado que mi segunda pasión es la música y ésta noche, por extraño que parezca, siento la imperiosa necesidad de perderme un poco entre sus cuatro cuerdas. Sacándole con sumo cuidado, lo contemplo casi extasiado. Por obvias razones está desafinado, pero nada que un oído experto no pueda solucionar.
Colocando las tablas en el mismo sitio para evitar sospechas, me levanto dispuesto a salir. Con mi violín y el arco en mano. De nueva cuenta en el callejón, busco la zona más apartada y oscura del mismo, para tomar asiento en un par de cajas de madera que alguien dejó olvidadas. Tomando una buena bocanada de aire, cierro los ojos para concentrarme y pensar en cosas maravillosas que me traigan felicidad. Así es como la musica va fluyendo poco a poco, inundando cada rincón de aquél lúgubre lugar.
Suspiro.
Mientras voy caminando cabizbajo bajo la tenue luz de los faroles apostados en las callejuelas medito sobre lo que escuché la otra noche sobre algunos asesinatos en el centro de la ciudad, donde murió mucha gente. No es de sabios conocer que fue obra de alguna mente enferma, que busca crear conflictos entre las diferentes razas. Y yo me pregunto: ¿Qué habría sido de mí, si por azares del destino me hubiera encontrado en ése justo lugar a la hora en que ocurrió todo? ¿Alguien me habría extrañado? Lo dudo… soy esa clase personas que pasa desapercibida, y que a nadie le importa. De Aleksandr no he sabido absolutamente nada las últimas semanas. Tal vez y ya tenga algún chico nuevo con el cuál entretenerse y al cuál le diga las mismas cosas que a todos los demás. Quisiera ser como cualquier chico normal, que va a tomar café, ir a fiestas o reuniones de jóvenes de mi edad y olvidarme de todo. Pero no puedo. He vivido demasiado tiempo sólo, que creo que me convertiré en un ermitaño de apenas veintiún años. ¿Qué será de mí? Ni yo mismo lo sé…
Pateo una pequeña botella de ron que se me ha cruzado en el camino. Simplemente voy vagando por una de las aceras más concurridas del centro, buscando en qué entretenerme. He decidido caminar para estirar un poco mis músculos; tanto tiempo estar sentado en el sofá de mi apartamento centrando mi vista hacia ningún punto en particular, me tiene entumido y somnoliento.
Sigo pateando la botella, hasta que finalmente se atora con un pequeño estuche negro, un par de metros más adelante. Levanto la vista, dándome cuenta de que es un artista callejero que toca el violonchelo. Es inevitable no recordar aquellos tiempos, en los que perderme horas y horas tocando violín en mi cuarto, era mi pasión. Hay alguna gente alrededor, deleitándose con la melodía. Sonrío y me acerco para formar parte del grupo. El artista es muy bueno. Sonríe a pesar de que su rostro ya se ha cubierto de arrugas y sus manos expertas, cubiertas de callos, se deslizan con maestría sobre las cuerdas. Tiento mis dedos, por dentro de la bolsa de mi pantalón. Ya he perdido los míos. Otra pérdida… ¿Cuántas más deberé sufrir?
Una vez finalizada la melodía, la gente se apresta a dejar algunos billetes y monedas, dentro de aquel estuche forrado de terciopelo verde. Hago lo propio, dejando apenas algunos centavos, pues no tengo más. Me despido del sujeto, y decido continuar mi camino, ya con algo de esfuerzo porque en escasos minutos, la gente ha abarrotado la acera. Apenas me doy cuenta de que estoy parado justo enfrente del hermoso teatro que tantas noches me ha visto actuar. La gente parece emocionada - caminando, casi corriendo - pues un dependiente del lugar, ha salido a colocar un afiche con la próxima puesta en escena: “Mcbeth” Aquella obra a la cual había invitado a Alexander…
Suspiro por segunda ocasión, colándome por el callejón que está justo al lado d l teatro. Ahí por donde los actores solemos entrar al inmueble pasando desapercibidos. Los camerinos están apostados justamente hacia la izquierda y al fondo, y es ahí a donde me dirijo para enclaustrarme unos momentos antes de irme hacia mi casa. Escondido bajos unos tablones de madera en una esquina del piso, se encuentra un tesoro preciado para mí. Mi preciado violín que es el único objeto de valor que poseo, y al cuál he dejado abandonado por tanto tiempo. El artista callejero me ha recordado que mi segunda pasión es la música y ésta noche, por extraño que parezca, siento la imperiosa necesidad de perderme un poco entre sus cuatro cuerdas. Sacándole con sumo cuidado, lo contemplo casi extasiado. Por obvias razones está desafinado, pero nada que un oído experto no pueda solucionar.
Colocando las tablas en el mismo sitio para evitar sospechas, me levanto dispuesto a salir. Con mi violín y el arco en mano. De nueva cuenta en el callejón, busco la zona más apartada y oscura del mismo, para tomar asiento en un par de cajas de madera que alguien dejó olvidadas. Tomando una buena bocanada de aire, cierro los ojos para concentrarme y pensar en cosas maravillosas que me traigan felicidad. Así es como la musica va fluyendo poco a poco, inundando cada rincón de aquél lúgubre lugar.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Fly away little bird
Fly away to a better place
Where you will soar through the sky
In the wide open space
Fly away to live out all your hopes and dreams
Enter the real world
Of wondrous things
Fly away to a better place
Where you will soar through the sky
In the wide open space
Fly away to live out all your hopes and dreams
Enter the real world
Of wondrous things
~~
– No soy parisino, Lissander, soy inmigrante Irlandés. Salí de mi patria para buscar fortuna. Allá no había nada para mí. - En verdad nunca lo hubo, ni lo habría. Huir de aquel infierno fue lo mejor que me pudo haber pasado. Nada me ata a aquellas tierras, ya nada me ata a aquel pasado. Los tragos amargos, los malos y tristes recuerdos, poco a poco los voy olvidando.
– Aquí es donde quiero estar, donde me siento como en casa. – Seguimos caminando pausadamente mientras íbamos contando un poco de nosotros en el trayecto. Lo normal en estos casos, supongo. No soy muy sociable y desconozco las “reglas” fundamentales cuando vas caminando por una estrecha callejuela a media luz, con un hombre al cuál acabas de conocer.
– Pensé que eras italiano por tu apellido, y por tu acento. Ahora me lo acabas de confirmar. ¿De Asís? No conozco tu patria, pero debe ser muy hermosa. Algunos de los grandes empresarios con los que solemos tratar después de las funciones lo han comentado. Debe ser cierto… – Detengo mis pasos al oírle mencionar que nunca ha presenciado una puesta en escena, mucho menos conocido a un actor.
– Creo que te has estado perdiendo de algo fantástico, y no lo digo por el simple hecho de que no hayas conocido a algún actor con anterioridad, lo digo por el espectáculo en sí. ¡Una vez se apagan las luces y el acto comienza, te transportas a un mundo completamente diferente! ¡Es mágico! –Hablar sobre lo que me gusta hacer me apasiona, y cuando empiezo, no hay poder humano que pueda pararme.
-Un actor debe trabajar toda su vida, cultivar su mente, desarrollar su talento sistemáticamente, ampliar su personalidad; nunca debe desesperar, ni olvidar este propósito fundamental: Amar su arte con todas sus fuerzas y amarlo sin egoísmo. Un buen actor es un hombre que ofrece tan real la mentira, que todos participan de ella. Y eso es lo que quiero hacer, lo que quiero proyectar ante público: ¡Fuerza, pasión, envida, coraje! todo un caleidoscopio de emociones.
Sin darme cuenta voy caminando dándole la espalda a la calle que tenemos por delante, caminando al revés, observando a mi acompañante de frente. No sé qué cosas estarán pasando por su mente; sólo espero que no piense que soy un completo fanático. ¡Un auténtico loco que se mueve mucho al caminar, como si estuviese en una pequeña obra improvisada con un único espectador como público asistente! Pero no puedo evitarlo, cualquier sitio es como un escenario para mí, en cualquier parte puedo” transformarme” en cuestión de segundos, literalmente.
–Te has perdido de grandes cosas. Pero estás de suerte. En dos semanas estrenamos. Es tu oportunidad de ver buen teatro. – Lo señalo con ambos dedos índices, mientras regreso a la “normalidad” caminando a la par que él. De pronto me siento entusiasta, con buen ánimo. Aquella melancolía que sentí en un principio se disipa, dejando salir al verdadero yo. Al chico alegre y entusiasta.
–Perdona si parezco demasiado volátil siempre me sucede lo mismo. Es inevitable… ¿No te ha ocurrido alguna vez? Tú sabes, cuando te sientes en confianza y presientes que nadie va a juzgarte, ni a señalarte por hacer lo que te gusta-.Ser actor es mal entendido en muchas ocasiones. La gente inculta, la gente que no sabe más que proferir injurias contra los demás por ir en contra de los buenos modales y las buenas costumbres, simplemente se limita a señalarte como la peor de las escorias, por fomentar el pecado, pero ser actor va mucho más allá de lo que creen. – Ya he hablado mucho en éstas dos cuadras. – Bromeo – ¿Podrías contarme un poco más de ti, aparte de ser doctor, amante de la buena música y de que eres italiano? – le sonrío de manera cordial – ¿Has venido por alguna razón en especial o simplemente estás de paso, conociendo la ciudad?
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Touch the sky, feel my soul
When you fly, I fly
When you go, I cry
Fly little bird, fly…
Fly in the darkness night
~~
When you fly, I fly
When you go, I cry
Fly little bird, fly…
Fly in the darkness night
~~
Muchas historias convergían en Paris, muchas formas de vida, muchas profesiones, era demasiado por aprender, estudiar, conocer, quizás esa fue una de las razones por las que quiso irse de Italia, se sentía hasta cierto punto limitado, encapsulado, más por su pasado, por sus poderes, por su familia, que por otras razones tontas. Además, después de una venganza según sus manos y su sentido de la justicia, lo mejor era huir, no quería ponerse en riesgo y mucho menos poner en riesgo a la única persona en todo el mundo que le importaba, Eris, su hermana menor. Por eso, se sintió muy identificado con sus palabras, sobre todo con aquel final “Allá no había nada para mí”, en su mente, el respondió para sí mismo “En Asís, para mí tampoco”, y se limito a escuchar y observar.
Luego de aquello, pudo ser partícipe de todo lo descriptivo a un actor, fue una clase de historia de la actuación para principiantes, si podía ponerle un nombre, era obvia la pasión que sentía aquel joven a su arte, se notaba desbordante en sus palabras, y a cada concepto y argumento, aquel muchacho de ojos azules solo limitaba a sonreír y asentir, no sabía mucho al respecto, pero no quería interrumpirlo, no podía, no quería que un comentario tonto de su parte borrara aquella facción en su rostro, una que no tenía cuando lo encontró en el callejón, y una que le sentaba muy bien, su cara se veía esplendida de ese modo. - Si, si me ha ocurrido. Me esta sucediendo ahora, creo. - Respondería casi por despiste unos segundos después de escucharle la interrogante, se había perdido en sus palabras y en el joven que había olvidado que aquel paseo también tenía una conversación, algo de receptor y emisor, estaba muy distraído, y al darse cuenta, trato de enfocarse, él no era así. - Y sí, me encantaría ir al teatro, sería algo nuevo para mí, y estoy dispuesto. ¿De qué será la obra? - Pregunta interesado, tratando de tapar de que la invitación al teatro había sido lanzada mucho antes de lo que ya había respondido.
¿Qué mierdas te pasa Lissander? Podría escuchar decirle Eris muy en el fondo, como una vocecita en su consciencia, o como un reproche de sí mismo manifestado de aquella manera. Por supuesto que él aun no sabía la resolución a esa interrogante.
Luego de aquello, escucharía como le preguntaba con interés más de él, y sinceramente, todo lo que él describió era todo lo que todos podían saber de aquel Arcalucci, pues, ¿Qué más podría contar? “Bueno, soy brujo, práctico ilusionismo, soy muy bueno en ello, también puedo ver el aura, hacer varias cosas, crear barreras y hasta puedo invocar muertos, fascinante, ¿pero dime, como es la actuación en sí?” ¿Quién iba a mencionar algo así? Nadie en su jodida vida, y eso le estreso un poco, porque era delicado responder, y también era delicado no responder. - Mmmm… - comenzaría murmurando aquello, porque, estaba buscando en su cerebro las palabras para poder responderle sin mentirle o sin notarse como mentiroso. - Creo que ya definiste todo de mí. - Sonreiría suavemente, observándolo y tratando de aquello calmara su intriga. - No soy mucho más que eso que acaba de describir, soy una persona simple. - Le acotaría con total calma, estresarse no sería necesario, ni siquiera útil, por tanto, mejor se controlaba. - Asís no tenía nada para mi, así como tu patria tampoco tenía algo para ti. Vine a vivir plenamente, y a desarrollarme, junto a mi hermana menor. - No era ningún secreto, el omitir que escapaba de inquisidores italianos que dieron caza a su madre y padre, no era mentir, era protegerse, bueno, eso pensaba.
- ¿Y ha logrado su meta? Es decir, ¿Ha conseguido sus riquezas? - Seguían caminando mientras avanzaban, aun no conocía el local o el puesto ambulante al que se dirigían, se limitaba a seguir su calmado paso mientras disfrutaba del momento, era agradable tener una conversación distinta a la magia, con Eris, o de las afecciones de sus pacientes, estaba saliendo de la rutina, y eso era bueno, ¿Pero hasta que punto lo era? No entendía porque, pero aquella pregunta atormentaba un poco su cabeza, incitando mucha intriga en sí mismo.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Through the dark clouds and over the rainbows
Fly away to destinations unknown
Fly away to discover yourself
And embrace what you find
Fly away to create
An otherworldly kind
A kind of yourself that you never knew
Fly away to destinations unknown
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And embrace what you find
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An otherworldly kind
A kind of yourself that you never knew
~~
Me siento sorprendido al escuchar que Lissander tiene algo más en común conmigo aparte de la música, aunque no es de sorprenderse que París atraiga la atención de propios extraños por ser una ciudad multifacética, que abre las puertas a todo aquel dispuesto a aventurarse entre sus calles y callejuelas; aunque la duda me asalta: Lissander es doctor ¿Cómo es posible que su patria le haya dejado la puerta abierta para salir por ella? ¿La situación en Italia es tan mala? ¿O es esa clase de hombres que están en constante aprendizaje y por eso ha cambiado su residencia, viajando miles de kilómetros? Y encima, no estaba solo, sino con su hermana menor… Sigo caminado, escuchándole con atención, observando de vez en vez al frente para divisar el pequeño café que será nuestro próximo anfitrión.
– La única riqueza que he obtenido en París, es la de espíritu – respondo directo y sincero – Yo actúo por pasión más que otra cosa. Incluso lo haría si no me pagaran – me encojo de hombros – Aunque necesito ganar dinero para sobrevivir. Era verdad, no podía vivir solo por amor al arte – Soy una persona sencilla Lissander, que no busca cosas materiales ni obtener una posición económica ventajosa por ser actor. Y en caso dado de que la suerte me sonría, seguiría siendo el mismo. No me vería perdiendo el piso, ni aparentando ser alguien que no soy. – suspiro – Ahora respondiendo a tu pregunta. Estamos montando una adaptación de: “El lazarillo de Tormes” yo seré Lázaro de Tormes… Y estoy nervioso… Porque seré el único actor sobre el escenario. Será mi primera vez.
Voy frotándome las manos, porque a pesar de que mis manos están cubiertas por guantes, el frío es demandante. Mientras nos vamos aproximando pienso en todos aquellos compañeros de profesión que han olvidado el motivo principal, y han terminado en el arroyo inmundo de las “citas pagadas” después de las funciones. Mi mente regresa por breves instantes a la figura del pianista que me arrastró tal grado de catarsis, que estuve a nada de perderme por la inexperiencia. Sacudo la cabeza para disipar recuerdos funestos y concentrarme en el presente. En una compañía que camina a la par conmigo, arrancándome ésta noche de las garras de la soledad.
– Es un establecimiento pequeño- Trato de ir ambientando a Lissander, antes de poner un pie dentro, cambiando un poco el giro de la plática.[/b] –Pero el ambiente y café es exquisito. La dueña ya me conoce y siempre que me ve llegar, me recibe con un café irlandés, cortesía de la casa –sonrío porque es la clase de detalles que disfrutaría cualquier individuo, además me hace sentirme como si estuviese en casa, aunque sea un poquito. Un pequeño pedazo de mi patria tan añorada – Dice que le recuerdo mucho a un hijo ya fallecido… Pero vamos, pienso que te va a gustar el sitio. No creo que sea la clase de lugares a los cuáles estés acostumbrado a frecuentar, sin embargo, estarás convidado a regresar.
Yo no he conocido demasiada gente en mi vida, salvo dos sectores de población: Los pobres que luchan por vivir mejor – como yo – o los muy ricos, que nunca han sentido lo que es no tener nada que llevarse a la boca. No sé a qué clase pertenezca Lissander, pero se le nota bien vestido y educado. De pronto me siento inseguro de haber hecho la elección correcta. Confío en que sabrá apreciar lo acogedor y limpio del café, quedando atrapado de inmediato como yo en un ambiente tranquilo y bohemio, como la primera vez que entré hace algunos meses ya.
– La única riqueza que he obtenido en París, es la de espíritu – respondo directo y sincero – Yo actúo por pasión más que otra cosa. Incluso lo haría si no me pagaran – me encojo de hombros – Aunque necesito ganar dinero para sobrevivir. Era verdad, no podía vivir solo por amor al arte – Soy una persona sencilla Lissander, que no busca cosas materiales ni obtener una posición económica ventajosa por ser actor. Y en caso dado de que la suerte me sonría, seguiría siendo el mismo. No me vería perdiendo el piso, ni aparentando ser alguien que no soy. – suspiro – Ahora respondiendo a tu pregunta. Estamos montando una adaptación de: “El lazarillo de Tormes” yo seré Lázaro de Tormes… Y estoy nervioso… Porque seré el único actor sobre el escenario. Será mi primera vez.
Voy frotándome las manos, porque a pesar de que mis manos están cubiertas por guantes, el frío es demandante. Mientras nos vamos aproximando pienso en todos aquellos compañeros de profesión que han olvidado el motivo principal, y han terminado en el arroyo inmundo de las “citas pagadas” después de las funciones. Mi mente regresa por breves instantes a la figura del pianista que me arrastró tal grado de catarsis, que estuve a nada de perderme por la inexperiencia. Sacudo la cabeza para disipar recuerdos funestos y concentrarme en el presente. En una compañía que camina a la par conmigo, arrancándome ésta noche de las garras de la soledad.
– Es un establecimiento pequeño- Trato de ir ambientando a Lissander, antes de poner un pie dentro, cambiando un poco el giro de la plática.[/b] –Pero el ambiente y café es exquisito. La dueña ya me conoce y siempre que me ve llegar, me recibe con un café irlandés, cortesía de la casa –sonrío porque es la clase de detalles que disfrutaría cualquier individuo, además me hace sentirme como si estuviese en casa, aunque sea un poquito. Un pequeño pedazo de mi patria tan añorada – Dice que le recuerdo mucho a un hijo ya fallecido… Pero vamos, pienso que te va a gustar el sitio. No creo que sea la clase de lugares a los cuáles estés acostumbrado a frecuentar, sin embargo, estarás convidado a regresar.
Yo no he conocido demasiada gente en mi vida, salvo dos sectores de población: Los pobres que luchan por vivir mejor – como yo – o los muy ricos, que nunca han sentido lo que es no tener nada que llevarse a la boca. No sé a qué clase pertenezca Lissander, pero se le nota bien vestido y educado. De pronto me siento inseguro de haber hecho la elección correcta. Confío en que sabrá apreciar lo acogedor y limpio del café, quedando atrapado de inmediato como yo en un ambiente tranquilo y bohemio, como la primera vez que entré hace algunos meses ya.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
From here I will see you, always
From here I will love you, always
From here I will wait for you, always
I know that you will return
I know that you will do it
My heart it feels
My soul proclaims it…
… Always…
~~
From here I will love you, always
From here I will wait for you, always
I know that you will return
I know that you will do it
My heart it feels
My soul proclaims it…
… Always…
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Un emisor, un receptor, un mensaje. Eso era básicamente una conversación, pensamientos procesados, el lenguaje los transformaba en fonemas estudiados desde niños, con un cerebro programado para entenderlos, asimilarlos, y producir una respuesta. Si eso era una conversación… ¿Por qué pensaba que era más? Hablaba con él, compartía detalles triviales sobre su vida, nada que no hubiese dicho a nadie en París, respondía a sus palabras, frases, anécdotas, y hasta a sus interrogantes, pero de algún modo u otro, ¿Por qué sentía que era más? Quería decirse a sí mismo que no había más, que era algo normal, encontrar a una persona por la cual tener un gusto en común y desarrollar una especie de amistad un poco más rápido, habían canales, quizás solamente se estaba dejando llevar por la amabilidad del joven, quizás lo sentía así porque nunca había tenido amigos, o simplemente quizás porque lo estaba disfrutando, sí, eso era. El disfrute y una nueva amistad.
Conforme daban pasos, conforme se daba aquella conversación tan normal, solamente pensaba, ¿Esto era una buena idea? - Estaré encantado de ir a la obra, le diré a mi hermana a ver si quiere Eris, nosotros no vivimos esas cosas en Asís, vivíamos algo alejados de la ciudad. - Y es que, su padre lo dispuso así, después de todo tener en su casa a una bruja no era cosa fácil y no quiso nunca reprimir sus poderes, y esta mujer, mucho menos quiso reprimir los de sus hijos, además, la naturaleza era la mejor amiga de los niños. Eso siempre pensó su madre, y apoyada la moción por su padre. - Creo que yo tampoco, la medicina no es una carrera para hacerse rico, ¿sabe? Es una profesión con vocación dada hacia el amor al arte, créame, que aunque no me pagaran sanaría a enfermos por puro amor a la medicina. No está en mis planes ser de clase alta, pero tampoco clase baja. - Diría totalmente calmado, viendo como aquel frotaba sus manos, el frío estaba dando sus toques a la ciudad. Era un invierno crudo, el vapor condensado que salía de sus bocas al hablar era prueba de ello.
Atendería entonces a sus palabras, un sitio donde tomar café, rico, a buen precio y un lugar humilde. Estaba bien para él, la última vez que estuvo en un café fue apenas llegó mudado a París, y estuvo en pleno ataque terrorista y volvieron, literalmente, mierda, aquel local. Se hizo famoso por unos días a raíz de eso, salvar y sanar a varios heridos le fue un buen pago, tuvo mucho más clientes y muchas más familias adineradas que contratar sus servicios, del resto, nada más. Por ello, un pequeño y acogedor lugar era lo mejor, nada costoso, nada exagerado.
- No, no quiero regresar, ¿Usted sí? - Preguntaría curioso, creyó que el joven pensó en que era de clase alta, esa frase “lugares que acostumbra a frecuentar” fue suficiente indicativo, su sonrisa se amplió un poco y miro con aquellos azules orbes al actor con quien conversaba. - No acostumbro a ir a ningún lugar en especial, Joshua, por mí estará bien un lugar acogedor. - No iba a mencionar que pudo haber muerto en un café hacía un mes, no era un detalle relevante, y menos para un ser humano común y corriente. Sí, aquel brujo de rubios cabellos y tez satinada había olvidado escanear al cambiante, no sabía que era tan sobrenatural como él, y no lo imaginaba si quiera, porque su mente inconsciente y su primero corazón le jugaban una broma ciega a la desconfianza, bajando sus defensas, sus muros, y todo, por una tonada inocente en un callejón.
Era lo mejor, estaba seguro que sí, se sentía en una especie de dimensión alterna donde no tenía que preocuparse si aquel joven era un Inquisidor empedernido, o si era otro brujo, o capaz un vampiro o licántropo, sentía que no era necesario usar sus poderes, sentía por primera vez en tanto tiempo que era normal, que era un médico, pianista y un ser humano normal, que tenía una conversación normal, con alguien normal, y que tomarían un café en un establecimiento normal, con gente normal, y no ocurriría nada como un atentado, esperaba que no; todo era normal, lo creía así, lo sentía así.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Until you left house and flew
Flew out with the air
As your old life tears
And reattaches itself
To form a new being
Fly away little bird
Fly away
Flew out with the air
As your old life tears
And reattaches itself
To form a new being
Fly away little bird
Fly away
~~
–Sería todo un placer el que tu hermana sea quien te acompañe. Siempre es bueno tener a alguien con quién poder conservar y saber su punto de vista. No sería divertido asistir al teatro completamente solo. Y bueno – suspiro – Al parecer trabajamos por amor al arte, eso nos hace tener algunas cosas más en común. – Digo de manera sincera, sin pretender otra cosa más que hacerle saber lo que pienso – No seremos ricos, pero tampoco seremos pobres. ¡Viva la clase media! – Río de manera sincera, pues así soy yo. Además estaba el hecho de que he descubierto de que Lissander no es un sujeto elitista que va por la vida pensando en el qué dirán. Es como yo, sencillo. No es quien yo creí que era en un principio. Las apariencias engañan, me ha causado una grata impresión. Después de todo, mi idea de ir al café resulto ser acertada.
–Hemos llegado: Café Le Lombard – Le muestro con gesto de la mano el nombre del café en la parte alta del edificio- Vengo por lo menos dos días a la semana si el tiempo y mi bolsillo lo permiten. ¿Entramos? El frío me está calando los huesos – . froto mis brazos para darme algo de calor. No puedo esperar un segundo más a la intemperie, siempre he sido demasiado friolento y aunque sea un cambia formas, tengo la penosa anécdota de haber sufrido pulmonía antes de desarrollar por completo mis capacidades y sufrí lo inimaginable. Estuve a punto de morir. Son momentos que no deseo recordar nunca de los nunca, porque la pobreza en casa era tal que mi padre tuvo que deshacerse de algunos de los pocos objetos de valor que había en casa para comprar mis medicamentos. Situación que me acarreó problemas subsecuentes porque no hubo día que no me restregara en la cara, que había sido toda mi culpa y que debía devolverle hasta el último centavo apenas consiguiera un buen trabajo. Mi padre… Cuánto llegué a odiarle.
Un sujeto abre la puerta del café y antes de que ésta se cierre, la detengo con la mano, invitando a Lissander a pasar el primero, como una pequeña cortesía de mi parte. Una vez dentro, el delicioso aroma a café y un agradable calor nos reciben. Al hacer un rápido análisis vidual puedo apreciar que toda la parte baja del establecimiento está abarrotada, mi mesa preferida está ocupada por una parejita que destila miel hasta el último de los poros. No sabría decir dónde comenzaba la cara de ella y dónde terminaba la de él. Parpadeo un par de veces para reaccionar y olvidar aquella visión. Una de las meseras se ha acercado para advertirnos de lo que es más que obvio. Sólo hay sitio en la planta alta. Tuerzo un poco el gesto, arriba es un poco más frío y menos iluminado que el lugar donde estamos parados.
– ¿Te importaría subir algunos escalones más? Como verás, está un poco más lleno que de costumbre. Debe ser por el frío. Han venido a refugiarse aquí – Comento resignado y hasta cierto punto decepcionado. Yo quería que Lissander estuviera más cómodo y pudiese apreciar la belleza del interior, que rebosaba de grandes grabados en madera, hasta el último de los rincones.
–Aunque siempre cabe la posibilidad de cambiar de establecimiento e ir a alguna otra parte… Si no estás de acuerdo. Le estoy dando la posibilidad de elegir. Yo estaré encantado sea cual sea su decisión, porque en verdad lo que me interesa, es su compañía más que cualquier otra cosa. Es atento, su conversación es agradable y es… atractivo. << Si, es atractivo, ¿Es que apenas te estás dando cuenta, pedazo de tonto? ¿En qué mundo vives? >> Me acomodo el sombrero disimuladamente para que no se percate del rubor que se ha apoderado de mis mejillas. Odio cuando esto me sucede porque soy tan blanco, que en cuanto “cambio de color”, de blanco a rosado en fracción de segundos, viene la pregunta incómoda, que espero Lissander jamás haga. O mejor aún, que ni siquiera se dé cuenta de nada. Además, estoy en un periodo de duelo, no se supone que esté pensando en éstas cosas. ¿Qué pasa conmigo? Hace apenas algunas horas estaba demasiado triste como para pensar en otra cosa, ya hora… Voy a tomar un café con el sujeto más agradable que he conocido los últimos meses.
–Hemos llegado: Café Le Lombard – Le muestro con gesto de la mano el nombre del café en la parte alta del edificio- Vengo por lo menos dos días a la semana si el tiempo y mi bolsillo lo permiten. ¿Entramos? El frío me está calando los huesos – . froto mis brazos para darme algo de calor. No puedo esperar un segundo más a la intemperie, siempre he sido demasiado friolento y aunque sea un cambia formas, tengo la penosa anécdota de haber sufrido pulmonía antes de desarrollar por completo mis capacidades y sufrí lo inimaginable. Estuve a punto de morir. Son momentos que no deseo recordar nunca de los nunca, porque la pobreza en casa era tal que mi padre tuvo que deshacerse de algunos de los pocos objetos de valor que había en casa para comprar mis medicamentos. Situación que me acarreó problemas subsecuentes porque no hubo día que no me restregara en la cara, que había sido toda mi culpa y que debía devolverle hasta el último centavo apenas consiguiera un buen trabajo. Mi padre… Cuánto llegué a odiarle.
Un sujeto abre la puerta del café y antes de que ésta se cierre, la detengo con la mano, invitando a Lissander a pasar el primero, como una pequeña cortesía de mi parte. Una vez dentro, el delicioso aroma a café y un agradable calor nos reciben. Al hacer un rápido análisis vidual puedo apreciar que toda la parte baja del establecimiento está abarrotada, mi mesa preferida está ocupada por una parejita que destila miel hasta el último de los poros. No sabría decir dónde comenzaba la cara de ella y dónde terminaba la de él. Parpadeo un par de veces para reaccionar y olvidar aquella visión. Una de las meseras se ha acercado para advertirnos de lo que es más que obvio. Sólo hay sitio en la planta alta. Tuerzo un poco el gesto, arriba es un poco más frío y menos iluminado que el lugar donde estamos parados.
– ¿Te importaría subir algunos escalones más? Como verás, está un poco más lleno que de costumbre. Debe ser por el frío. Han venido a refugiarse aquí – Comento resignado y hasta cierto punto decepcionado. Yo quería que Lissander estuviera más cómodo y pudiese apreciar la belleza del interior, que rebosaba de grandes grabados en madera, hasta el último de los rincones.
–Aunque siempre cabe la posibilidad de cambiar de establecimiento e ir a alguna otra parte… Si no estás de acuerdo. Le estoy dando la posibilidad de elegir. Yo estaré encantado sea cual sea su decisión, porque en verdad lo que me interesa, es su compañía más que cualquier otra cosa. Es atento, su conversación es agradable y es… atractivo. << Si, es atractivo, ¿Es que apenas te estás dando cuenta, pedazo de tonto? ¿En qué mundo vives? >> Me acomodo el sombrero disimuladamente para que no se percate del rubor que se ha apoderado de mis mejillas. Odio cuando esto me sucede porque soy tan blanco, que en cuanto “cambio de color”, de blanco a rosado en fracción de segundos, viene la pregunta incómoda, que espero Lissander jamás haga. O mejor aún, que ni siquiera se dé cuenta de nada. Además, estoy en un periodo de duelo, no se supone que esté pensando en éstas cosas. ¿Qué pasa conmigo? Hace apenas algunas horas estaba demasiado triste como para pensar en otra cosa, ya hora… Voy a tomar un café con el sujeto más agradable que he conocido los últimos meses.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
You makes me feel alive
You makes me smile
And only you, makes me fly…
Fly away, fly away
My beautiful little bird…
~~
You makes me smile
And only you, makes me fly…
Fly away, fly away
My beautiful little bird…
~~
Todo iba perfectamente bien, todo marchaba como debía marchar, todo era adecuado y excelente, oportuno y eficiente, todo iba bien y aquel brujo sentía que iba mal. Sí, lo sentía, algo se lo decía en su interior, algo en el fondo de su cuerpo, en ese nudo en su estómago, o en ese inusual y repetitivo pensamiento de su cabeza, estaba mal, pero ¿Qué? ¿Qué cosa era? Se lo preguntaba, todo el rato, le agobiaba no saber porque sucedían tantas dudas en él, y le agobiaba no poder emitir un juicio pensante y lógico como hacia todo el tiempo con cualquier cosa. ¿No se supone que era un joven de pensamiento complicado y estrategias rápidas? Si, él era así, pero, para este instante de la situación, aun no tenía un plan más que el de vivir el momento "normal" que estaba viviendo, aunque la duda le ahorque lentamente y un extraño sentir le martillara los dedos.
- Que viva. - Diría como añadidura a su comentario, una sonrisa suave se formaba en su faz para acompañar a su frase y su pulgar se levantaría en señal de aprobación, porque es exactamente eso lo que pensaba, una total aprobación, la clase alta era difícil de alcanzar y estaba muy claro de no tener la suficiente capacidad administrativa para manejar sus bienes y subir de estrato social, y tampoco tenía esas intenciones, para él estaba bien vivir como vivía, subsistir de esa manera, estaba conforme, aunque no fuese conformista. - Es muy bonito este local. - Le sonríe amablemente, mientras asiente como respuesta a su pregunta y pasa al interior del mismo, si a simple vista era acogedor, adentro era mucho más, y es que fueron arropados por el aroma del café, el calor de las otras personas, y esa paz que daba la compañía de muchos, no existía un bullicio que atormentase sus oídos, o unas intensas miradas de esas criticadoras, más bien cada quién en lo suyo aportando el ambiente necesario para hacerlo normal.
Hasta una pareja estaba en sus cosas y nadie les criticaba, el amor estaba en el aire, y aquel joven brujo solamente se perdía en el aroma de un italiano café, si me entienden a lo que se refería. Después de ver al ejemplo del amor en vivo y directo, cambio su mirar hacia aquel actor, pues, este había llamado su atención con una pregunta, ¿Cambiar de lugar? De ninguna manera, allí estaba muy bien como para caminar un poco más, además, se hacía tarde y no quería preocupar más a Eris, se ponía muy histérica cuando Lissander llegaba a altas horas de la noche y ella no tenía razón de él. - Estamos de suerte, mira allá. - Le dijo, viendo como una pareja de señoritas se retiraban de una mesa en el centro del local, y rápidamente pero sin exagerar, se acercó y se sentó en la misma, esperando ser seguido por el caballero, claro está.
Su comentario fue escuchado, pero no respondió al instante por estar centrado en tomar la mesa antes de que fuese ocupada, pero ahora que ya reposaba su cuerpo en aquella silla, le vería y podría gratamente conversar con él. - Descartada tu idea, este local está muy bien como para marcharnos. Tenías razón al decir que era acogedor. - Le dice amablemente, mientras se retira los guantes de uno a uno, ya no hacía falta usarlos, estaba un poco más cálido allí adentro, y además, tomar cualquier objeto con las manos arropadas por aquel cuero era sumamente incomodo, a su parecer. - ¿Entonces qué ordenaras? - Preguntó amablemente tomando la pequeña cartilla en sus manos, paseando sus ojos por la lista de alimentos y cafés, y esperando que aquel joven pudiese ordenar primero, después de todo él era el que conocía el lugar. - Mejor ordena por los dos, como yo pagaré, te dejo libertad para ordenar lo que te apetezca, además, no conozco el sabor de lo que venden, como eres el experto, sorpréndeme. - Le diría con una suave sonrisa, bajando la cartilla a la mesa, y buscando sus hermosos ojos azules… ¿De verdad aquellos orbes le parecían hermosos o simplemente el color era bonito como el de cualquiera? Eran bonitos, el color, solo el color, era igual al de cualquier persona con rasgos finos como aquellos, varoniles pero delicados y al mismo tiempo mostrando una infinita y hermosa bondad… Si, lo examino, y sí, eso fue lo que percibió.
¿De verdad le parecían hermosos, o solamente era el color? Creo este escritor que la respuesta estaba siendo mucho más obvia que el sonrojo de aquel muchacho que ni siquiera llegó a notar…
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Ffly little bird, fly,
throw your sorrows to the wind,
and let time heal your wounds,
it is time to be free
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and let time heal your wounds,
it is time to be free
~~
–Pediré la especialidad de la casa. Creo que ahora no tendré mi tan acostumbrado café irlandés, dudo mucho que se haya dado cuenta de mi presencia, el lugar está abarrotado. –Juego con la pequeña cartilla entre mis manos. Mi nerviosismo ha ido en aumento, y creo que es por dos razones: La primera, es porque la cercanía con Lissander es demasiada. Las mesas son pequeñas, y casi estamos a un palmo de narices, y la segunda, su olor. No huele a colonia, sino a otra cosa. Es un olor agradable que me pica la nariz de manera agradable. Solo espero que no se dé cuenta que me froto constantemente, como si tuviera una especie de alergia, en algunas circunstancias soy demasiado sensible, como cuando el rubor sube a mis mejillas sin poderlo evitar.
–Me agrada que te haya parecido bien el café, los actores lo frecuentan mucho, si puedes observar, hay algunos retratos esparcidos por todas partes, con la dueña. Quizás alguna vez mi foto descanse en alguna pared – sonrío – Todavía no soy tan importante como para que la gente me reconozca, pero estoy trabajando arduamente en ello.
Finalmente dejo quita la carta del menú y recargo mi espalda en la silla para quitarme los guantes, el abrigo y el sombrero, que dejo descansando sobre una pequeña saliente en la pared, para tales menesteres. Siento que mi cabello está completamente desordenado, pero no puedo hacer gran cosa al respecto, solo apelar a que mi acompañante no se fije en pequeñeces como éstas.
– Comienza a hacer un poco de calor ¿no te parece? - Mis dedos tamborilean la mesa, esperando que la mesera haga acto de aparición, me estoy quedando sin palabras o alguna buena plática interesante que ofrecer. He hablado demasiado de mí. –¿Cuál es tu especialidad Lissander?, hablando de medicina por supuesto… Alguna vez conocí a un doctor que se dedicaba íntegramente a atender a los viejecillos. Una labor muy noble de su parte. La gente mayor suele ser olvidada por la juventud y pensar que son un estorbo… Es muy lamentable.
Como si mis plegarias fueran escuchadas, la mesera llegó justo en el momento preciso, pues ya mis dedos comenzaban a buscar de nuevo esa bendita carta del menú. Pedí dos cafés, y un par de panecillos rellenos de crema pastelera, esperando que Lissander no fuera de aquellos que repudian la azúcar.
-¿Sabes? Quiero decirte algo importante. – Recargo mi espalda en la silla, en actitud pensante, dado el momento tranquilo y relajante que estamos compartiendo – Nadie nunca antes se había tomado la molestia de escucharme tocar, quiero decir, que tú… simplemente entraste al callejón, escuchaste con detenimiento lo que yo estaba interpretando y … Quiero darte las gracias por tu amabilidad. Otro en tu lugar, no se hubiera aventurado, ya sabes, la cantidad de peligros que hay hoy en día en las calles de Paris…
Mis ojos han ido a posarse sorpresivamente sobre los ajenos. Tan azules, tan expresivos, pero a la vez tan serenos. Lissander despedía un aire de tranquilidad, difícil de comprender para mí en aquel instante. Realmente me sentía muy a gusto con su compañía, con su manera de hablar, de moverse, inclusive con su olor. SU aroma. No era colonia, no era alguna esencia artificial, sino simplemente ¿él? Disimuladamente, llevo uno de mis dedos hacia la nariz para tratar de desviar mi atención, esperando que no piense que tengo una especie de alergia o algo por el estilo. Simplemente quiero controlarme, porque acabo de darme cuenta que Lissander es demasiado atractivo a mi manera de ver: Su sonrisa… Su barba… << Por Dios, contrólate ¿quieres? O harás un papelón si te sorprende observándole de ésta manera >>
-… A-Aparte está el hecho de que aun sabiendo que soy un actor, decidiste acompañarme hasta aquí. – carraspeo un poco - Los actores tenemos la fama de ser “aventureros”, si se me permite tal expresión. Pero yo no soy así, no soy mucho de salir a lugares a pasarla bien, como mis compañeros actores acostumbran. Yo me limito a ir del teatro a casa o en su defecto a éste hermoso lugar, que se ha vuelto en mi segundo refugio .
No es que tuviera que darle explicaciones de mis actos a alguien que apenas acababa de conocer. Pero creí la necesidad de dejarle en claro, que no tengo una acelerada vida social, que soy una persona sumamente sencilla. Nada fuera del otro mundo, omitiendo claro, que soy un cambia formas, Oh si, ése gran secreto que me atosiga cada que pienso en ello. Aunque si Lissander se enterara de ello – muy remotamente quizás – Tal vez me viera con diferentes ojos como hombre de ciencia que es. O terminara por alejarse, cualquiera de las dos cosas sería factible.
–Me agrada que te haya parecido bien el café, los actores lo frecuentan mucho, si puedes observar, hay algunos retratos esparcidos por todas partes, con la dueña. Quizás alguna vez mi foto descanse en alguna pared – sonrío – Todavía no soy tan importante como para que la gente me reconozca, pero estoy trabajando arduamente en ello.
Finalmente dejo quita la carta del menú y recargo mi espalda en la silla para quitarme los guantes, el abrigo y el sombrero, que dejo descansando sobre una pequeña saliente en la pared, para tales menesteres. Siento que mi cabello está completamente desordenado, pero no puedo hacer gran cosa al respecto, solo apelar a que mi acompañante no se fije en pequeñeces como éstas.
– Comienza a hacer un poco de calor ¿no te parece? - Mis dedos tamborilean la mesa, esperando que la mesera haga acto de aparición, me estoy quedando sin palabras o alguna buena plática interesante que ofrecer. He hablado demasiado de mí. –¿Cuál es tu especialidad Lissander?, hablando de medicina por supuesto… Alguna vez conocí a un doctor que se dedicaba íntegramente a atender a los viejecillos. Una labor muy noble de su parte. La gente mayor suele ser olvidada por la juventud y pensar que son un estorbo… Es muy lamentable.
Como si mis plegarias fueran escuchadas, la mesera llegó justo en el momento preciso, pues ya mis dedos comenzaban a buscar de nuevo esa bendita carta del menú. Pedí dos cafés, y un par de panecillos rellenos de crema pastelera, esperando que Lissander no fuera de aquellos que repudian la azúcar.
-¿Sabes? Quiero decirte algo importante. – Recargo mi espalda en la silla, en actitud pensante, dado el momento tranquilo y relajante que estamos compartiendo – Nadie nunca antes se había tomado la molestia de escucharme tocar, quiero decir, que tú… simplemente entraste al callejón, escuchaste con detenimiento lo que yo estaba interpretando y … Quiero darte las gracias por tu amabilidad. Otro en tu lugar, no se hubiera aventurado, ya sabes, la cantidad de peligros que hay hoy en día en las calles de Paris…
Mis ojos han ido a posarse sorpresivamente sobre los ajenos. Tan azules, tan expresivos, pero a la vez tan serenos. Lissander despedía un aire de tranquilidad, difícil de comprender para mí en aquel instante. Realmente me sentía muy a gusto con su compañía, con su manera de hablar, de moverse, inclusive con su olor. SU aroma. No era colonia, no era alguna esencia artificial, sino simplemente ¿él? Disimuladamente, llevo uno de mis dedos hacia la nariz para tratar de desviar mi atención, esperando que no piense que tengo una especie de alergia o algo por el estilo. Simplemente quiero controlarme, porque acabo de darme cuenta que Lissander es demasiado atractivo a mi manera de ver: Su sonrisa… Su barba… << Por Dios, contrólate ¿quieres? O harás un papelón si te sorprende observándole de ésta manera >>
-… A-Aparte está el hecho de que aun sabiendo que soy un actor, decidiste acompañarme hasta aquí. – carraspeo un poco - Los actores tenemos la fama de ser “aventureros”, si se me permite tal expresión. Pero yo no soy así, no soy mucho de salir a lugares a pasarla bien, como mis compañeros actores acostumbran. Yo me limito a ir del teatro a casa o en su defecto a éste hermoso lugar, que se ha vuelto en mi segundo refugio .
No es que tuviera que darle explicaciones de mis actos a alguien que apenas acababa de conocer. Pero creí la necesidad de dejarle en claro, que no tengo una acelerada vida social, que soy una persona sumamente sencilla. Nada fuera del otro mundo, omitiendo claro, que soy un cambia formas, Oh si, ése gran secreto que me atosiga cada que pienso en ello. Aunque si Lissander se enterara de ello – muy remotamente quizás – Tal vez me viera con diferentes ojos como hombre de ciencia que es. O terminara por alejarse, cualquiera de las dos cosas sería factible.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Let the time heals your hearth…
Let the world far away…
… Let your wings fly, again…
~~
Let the world far away…
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Aquel hablaba de la especialidad que le gustaba, el café irlandés, bueno, era obvio, era de Irlanda, lo más común era tener un gusto fino por algo de allá, además, podía entender que tomar aquel liquido le hacía volver a casa, o por lo menos, le llenaba esa pequeña parte suya que correspondía a su ciudad natal, aunque este no lo dijera, intuía que era por eso. Él sabía lo que era esa sensación Eris y él a veces preparaban Mostaccioli, unas ricas galletas dulces que llevaban anís y azúcar, eran deliciosas, y le hacían sentirse como en casa, su madre les enseño su receta y ello les ayudaba a sentirse con ella. Por eso pudo sonreír a su comentario, porque sabía perfectamente lo que era tener “una especialidad”. No notaría que aquel rascaba su nariz de vez en cuando, en realidad, en el momento que lo hizo por primera vez, estaba observando los retratos de los que ahora hablaba, era lindo su sueño, quería aparecer en esa pared, como cualquier actor. - Pues, si actúas como tocas violín, estoy seguro que ese retrato estará ahí en cualquier momento. - Le diría como aliento, ese muchacho tenía mucho talento en sus dedos, esperaba que también fuese así para el arte dramático, además, un halago no estaba mal, la educación siempre iba de la mano de aquel rubio de ojos azules..
- ¿Calor? - Sonreiría extrañado, porque no sentía calor, estaba mucho más fresco y cálido que afuera, era verdad, pero no tanto como para quitarse el abrigo, con quitarse los guantes fue suficiente, así podría estar lo cómodo que pretendía estar. - No, estoy bien en realidad. - Eso contestaría amablemente, viéndolo como se quitaba el abrigo, capaz aquel joven si sentía calor, las cosas eran perceptibles para algunos más que para otros, seguro Josh tenía cierta afección a lugares cerrados y le daba calor, desde el punto de vista médico, acostumbraba a tener pacientes que se quejaban de esos males. Pensó que era normal, por tanto volvió a fijar sus ojos en la cartilla, en la mesa que era bastante chica y después, en todo el lugar, estaba detallándolo, observándolo, era curiosamente bonito, más, tuvo que volver a dirigirlos a los de su interlocutor cuando este le pregunto algo referente a su carrera, una pregunta común, para él.
- Bueno… Soy doctor cirujano general, no tengo una especialidad afín, no alcance a estudiar alguna. - Le daba cierto dolor decir aquello, la mayoría de los médicos terminaban sus años de estudios y luego se iban a estudiar alguna especialidad del cuerpo humano, pero él no pudo hacerlo, al volver de Asís justo después de terminar los papeles de grado, se encontró el apresamiento de sus padres y la posterior muerte de cada uno, cuidar de Eris, la casa, la venganza y posterior mudanza fue suficiente ocupación para que solamente se quedara con medicina general. - Es un trabajo noble enfocarse en los ancianos, pero no sé cual me gustaría, creo que el corazón podría ser una especialidad, llama mi atención ese órgano, de todos modos, no considero que sea tan importante eso en estos momentos. - Hablaba con absoluta naturalidad y normalidad, se desenvolvía excelente relatando cosas sobre su carrera, podría hablar de medicina todo el día, amaba su vocación, tanto como la magia, tanto como a su familia.
- ¿Y usted estudió arte dramático? ¿Se especializo en un género o simplemente tomó la vía general como yo? - Rió un poco ante su comentario, aunque luego pensó que eso pudo sonar como una especie de ofensa y se retracto de su sonrisa, justo cuando la mesera apareció, se sintió aliviado, salvado por la campana, como podrían decir en un futuro lejano de doscientos años, fue quizás una tontería, una torpe estúpidez, pero... ¿Desde cuando le importa si las decía o no? - Gracias, señorita. - Le diría a la chica por la orden del joven, le pareció bien, probar algo nuevo nunca estaba demás. - Si, dime. - Se quedaría clavado en sus ojos al momento en que el de apellido Maloney le dijese que quería contarle algo importante, y lo que dijo le hizo subir sus cejas y expandir un poco sus ojos, al mismo tiempo que su sonrisa, suave y educada, se formaba en sus labios, le sorprendió aquello, ¿De verdad nadie se había tomado la delicadeza de disfrutar de la música a manos del muchacho? Pues, se notaba que se habían perdido de algo mundialmente conocido como: placer.
- Digamos que soy valiente. - Cambiaría el trasfondo de su sonrisa, dejando asomar cierta picardía, pues, si algún peligro de París se presentase, bien podía usar magia, para algo la tenía; luego cambió para responder a dicho agradecimiento. - No fue nada, soy amante de la música clásica, ¿Cómo negarme a un placer como ese? Si con el cuarteto de cuerdas que estaba camino al teatro me sentí emocionado, imagínese con disfrutar de uno más privado y con una afinación perfecta, hizo maravillas con el melancólico sonido del violín. Fue una tonada sublime y hermosa, pero tenía ese aire que solo ese instrumento puede darle a las canciones. - Se cohibió de preguntar si estaba triste, porque en cada nota dejaba salir cierto dolor interno, como si el roce del arco con las cuerdas le produje un pequeño, y metafórico, desgarre de lágrimas en el corazón; él fue, con su violín, el canto de sirena que atrajo a aquel barco de ojos azules, el pianista, a encallar en la morada peligrosa de un callejón oscuro.
Luego, vio como llevaba su mano a su nariz, rascándola, ignoro aquello, era normal, ¿no? - Pues, digamos que es lo menos que puedo hacer en agradecimiento, Joshua, me diste algo que había perdido. - Bajó la mirada por un instante, recordó lo que se sentía tocar aquellas teclas de madera, incluso sus dedos posados en sus rodillas para ese instante se movieron involuntariamente ante el recuerdo inminente de tan solo unos minutos. - Es un refugio muy especial, puedo notar, y debo decir que entiendo esa sensación. - Claro que la entendía, sentirse cómodo en un ambiente sano, pleno, pacíficamente conforme, era algo que sabía, su laboratorio le daba esa sensación de “estar en casa”.
Tenía muchas cosas en común con aquel cambia formas, o mejor dicho, entendía su sentir, su forma de ver las cosas pues él tenía cosas similares. La casualidad jugaba muy bien sus cartas para ellos, ¿Qué más podría suceder en un café donde se vinculaban dos almas al azar? Nada más, nada menos que: conocerse.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Dont go anywhere my love
I'm nobody without you
tell me I still have a hope
that my heart can heal,
oh, ¿you can feel it…?
I'm nobody without you
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oh, ¿you can feel it…?
~~
El café y el pastelillo llegaron al mismo tiempo, así que no pude hacer otra cosa más que hablar y halagar a aquel pedacito de manjar que ahora estaba sobre nuestra pequeña mesa. Eran pocas las oportunidades que yo tenía de darme aquel lujo, y ahora, aprovechando la amabilidad de Lissander, es que puedo deleitar mi paladar con aquel exquisito dulce. Parto el primer pedazo y hago el ademán de llevarlo hacia arriba y al frente. Como si le dijese: Salud, a Lissander. Abrí la boca y lo probé. ¡Dios, sabía tan delicioso que no pude evitar cerrar los ojos y dar gracias! Aquello es una obra de arte en miniatura.
–Sencillamente exquisito – Dejo el tenedor sobre la mesa, ahora para llevar la taza de café hasta mis labios y dar un par de sorbos – Es un poco amargo, pero la combinación perfecta – Alguien había dicho alguna vez, que a veces la combinación de salado y dulce era un gusto al paladar. Pero esa persona ya comenzaba a ser parte de mis recuerdos. De pronto me encuentro confundido. No es posible que de estar casi al borde del éxtasis, ahora y por un simple sabor, regrese a mi habitual estado de somnolencia. No… No puedo permitirme tal cosa. Soy fuerte y debo mantenerme firme. Disfrutar de la velada y de la buena compañía. Aquella figura que aún ronda en mi cabeza debe desaparecer.
–Yo no soy una persona estudiada Lissander, pero tengo un talento innato, según las palabras del empresario. “Nací con el arte corriendo por mis venas” – Trato de imitar la pose de aquel viejo loco, calvo y regordete que era mi jefe(que solo buscaba la manera de llevarme a la cama) riéndome por dentro de lo bien que me salía imitarlo. –Todavía tengo muchas cosas que aprender, pero que puedo manejar perfectamente cualquier género. No sé… –Parto un pedazo más y lo ensarto en el tenedor, jugando un poco con él antes de comerlo –. No quiero parecer presumido, pero es algo que me sale natural, no sé cómo explicarlo. Es algo que nace aquí adentro – señalo mi pecho con la mano libre –Como si una voz me dijese qué es lo que tengo que hacer, cómo hacerlo, y mi cuerpo fuese solamente el instrumento. Como una marioneta, si se me permite tal comparación… –Como el segundo bocado de la noche, fijando mi atención en mi plato, como si estuviese haciendo un breve análisis –. Algún día mi foto estará en ésa pared. Algún día. Ya lo verás…
Hay un extraño silencio, en el que sólo puedo escuchar los murmullos de la gente y el incesante tintineo de los cubiertos golpeando con los platos.
–Creo que médico general está bien, y mucho más que trabajes por tu cuenta – Regreso el tema hacia su persona, pues aún quiero saber más de él, porque mucho me temo, que cuando se termine el café y el pastelillo, no habrá más pretextos para seguir sentados en aquél café. –Eres tu propio jefe. Tus propias reglas, tus propios horarios; aunque claro –limpio mis labios con la servilleta de tela que descansaba sobre mis piernas.[/B] –Un médico nunca descansa ¿no es así? Trabajar en horarios extraños e ir a visitar pacientes en lugares recónditos… Está bien, omite esto último, creo que estoy exagerando – se me escapa una risilla – La verdad es que solo hablo por lo que he visto, más nada… Y bueno… a todo esto ¿puedo preguntar cuál es tu edad? Me pareces demasiado joven para ser todo un señor doctor.
Saber su edad no es lo más importante de todo lo que yo quiero investigar acerca de su persona. Así que simplemente suelto la pregunta al aire, como si fuera la cosa más natural del mundo. En realidad hay demasiadas ideas y preguntas que rondan en mi cabeza, pero no es el lugar ni el momento oportuno, porque entonces parecerá que estoy coqueteándole y momentos atrás acabo dejarle muy en claro que no soy como todos los demás. No creo estar pasando por un buen momento emocional, como para aventurarme a ir más allá, y aunque lo estuviera, soy demasiado tímido para algunas cosas. Además… lo más importante de todo: No sé si Lissander guste de los hombres (A veces olvido que el mundo no es sólo de las “personas como yo”) o si va caminando solo por la vida, sin una pareja. << Lo mejor es que te quedes callado y te conformes únicamente con saber su edad. No quieras correr antes de caminar, testarudo. Quizás el simplemente aceptó tu idea de venir porque le gusta la música. Es todo. No busques cosas donde no hay. Tonto… ¿por qué piensas en éstas cosas? Debería darte vergüenza, Joshua Maloney. Recuerda lo que pasó la última vez. Deja de ser un soñador y pon los pies sobre la tierra. >>
–Sencillamente exquisito – Dejo el tenedor sobre la mesa, ahora para llevar la taza de café hasta mis labios y dar un par de sorbos – Es un poco amargo, pero la combinación perfecta – Alguien había dicho alguna vez, que a veces la combinación de salado y dulce era un gusto al paladar. Pero esa persona ya comenzaba a ser parte de mis recuerdos. De pronto me encuentro confundido. No es posible que de estar casi al borde del éxtasis, ahora y por un simple sabor, regrese a mi habitual estado de somnolencia. No… No puedo permitirme tal cosa. Soy fuerte y debo mantenerme firme. Disfrutar de la velada y de la buena compañía. Aquella figura que aún ronda en mi cabeza debe desaparecer.
–Yo no soy una persona estudiada Lissander, pero tengo un talento innato, según las palabras del empresario. “Nací con el arte corriendo por mis venas” – Trato de imitar la pose de aquel viejo loco, calvo y regordete que era mi jefe(que solo buscaba la manera de llevarme a la cama) riéndome por dentro de lo bien que me salía imitarlo. –Todavía tengo muchas cosas que aprender, pero que puedo manejar perfectamente cualquier género. No sé… –Parto un pedazo más y lo ensarto en el tenedor, jugando un poco con él antes de comerlo –. No quiero parecer presumido, pero es algo que me sale natural, no sé cómo explicarlo. Es algo que nace aquí adentro – señalo mi pecho con la mano libre –Como si una voz me dijese qué es lo que tengo que hacer, cómo hacerlo, y mi cuerpo fuese solamente el instrumento. Como una marioneta, si se me permite tal comparación… –Como el segundo bocado de la noche, fijando mi atención en mi plato, como si estuviese haciendo un breve análisis –. Algún día mi foto estará en ésa pared. Algún día. Ya lo verás…
Hay un extraño silencio, en el que sólo puedo escuchar los murmullos de la gente y el incesante tintineo de los cubiertos golpeando con los platos.
–Creo que médico general está bien, y mucho más que trabajes por tu cuenta – Regreso el tema hacia su persona, pues aún quiero saber más de él, porque mucho me temo, que cuando se termine el café y el pastelillo, no habrá más pretextos para seguir sentados en aquél café. –Eres tu propio jefe. Tus propias reglas, tus propios horarios; aunque claro –limpio mis labios con la servilleta de tela que descansaba sobre mis piernas.[/B] –Un médico nunca descansa ¿no es así? Trabajar en horarios extraños e ir a visitar pacientes en lugares recónditos… Está bien, omite esto último, creo que estoy exagerando – se me escapa una risilla – La verdad es que solo hablo por lo que he visto, más nada… Y bueno… a todo esto ¿puedo preguntar cuál es tu edad? Me pareces demasiado joven para ser todo un señor doctor.
Saber su edad no es lo más importante de todo lo que yo quiero investigar acerca de su persona. Así que simplemente suelto la pregunta al aire, como si fuera la cosa más natural del mundo. En realidad hay demasiadas ideas y preguntas que rondan en mi cabeza, pero no es el lugar ni el momento oportuno, porque entonces parecerá que estoy coqueteándole y momentos atrás acabo dejarle muy en claro que no soy como todos los demás. No creo estar pasando por un buen momento emocional, como para aventurarme a ir más allá, y aunque lo estuviera, soy demasiado tímido para algunas cosas. Además… lo más importante de todo: No sé si Lissander guste de los hombres (A veces olvido que el mundo no es sólo de las “personas como yo”) o si va caminando solo por la vida, sin una pareja. << Lo mejor es que te quedes callado y te conformes únicamente con saber su edad. No quieras correr antes de caminar, testarudo. Quizás el simplemente aceptó tu idea de venir porque le gusta la música. Es todo. No busques cosas donde no hay. Tonto… ¿por qué piensas en éstas cosas? Debería darte vergüenza, Joshua Maloney. Recuerda lo que pasó la última vez. Deja de ser un soñador y pon los pies sobre la tierra. >>
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
I touch your words
When you speak to me
I hear your smell
When you hug me
… I feel you…
I feel it.
~~
En un instante inesperado, un plato fue colocado frente a cada uno de aquellos jóvenes, y justo al lado una taza de un muy oloroso café, después de un sutil gracias a la jovencita, aquel muchacho se dispuso a acomodar su servilleta y a tomar los cubiertos con cada mano, posteriormente cortó un trozo de aquel dulce y al observar la señal de Joshua, se dispuso a levantar el pequeño trozo de pastel y realizar el mismo gesto, con una sonrisa de acompañamiento justo un segundo antes de llevarlo a su boca. Definitivamente, estaba delicioso, la textura suave de la crema dulce con el bizcocho acanelado eran muy ricos, se notaba que la persona que los preparó tenía una delicadez precisa para cada ingrediente. - Concuerdo contigo. - No aguantaría otro minuto sin tener otro pequeño pedazo en su boca, estaba muy bueno como para desperdiciarlo, ya a continuación, aquel joven con el que disfrutaba de aquel momento le hablaba del café, amargo pero que al combinarse con el sabor que quedaba del pastel hacían una buena mezcla, según este, bueno, intentarlo no estaría demás.When you speak to me
I hear your smell
When you hug me
… I feel you…
I feel it.
~~
Dejo los cubiertos a cada lado del plato y sus manos se fueron a abrazar la taza con absoluto decoro, la llevo a sus labios y dejo que el caliente fluido negro recorriera su paladar hasta su garganta, es más, hasta cerraría los ojos para degustar aquello, no pudo evitarlo, Lissander C. Arcalucci era un eterno amante del café en casi toda su expresión, además, aquella caricia tibia que cruzaba su esófago en ese momento le daba una sensación bastante placentera en contraste con el frio que hacía en las calles, y claro está, la variación de sabores que percibió fue muy buena, Joshua tuvo razón. - Si, es perfecta. - Acompañaría su comentario para seguir en lo que toca, comer y conversar, terminar la cita… bueno, no, eso no era una cita, era un encuentro casual de agradecimiento por una buena tocada de piano, nada más, ¿no? - Entiendo. - “El arte corriendo por las venas”, habían personas que nacían para eso, con un don natural a la música o al arte en general, quizás Joshua era de ese tipo de personas, bien decía su difunta madre que Dios le daba dones precisos a cada quién. - Estoy seguro de que algún día entraré y veré esa foto en la pared, ya estoy ansioso por ir a la obra y ver qué tal te va en el escenario. - Le diría con una suave sonrisa, ¿no era lo que hacía un amigo por otro? ¿Apoyarse mutuamente?
Luego de seguir comiendo y degustando el café, aquel actor desviaría el tema hacia él, hacia su carrera, Lissander creyó que le parecía interesante que aquel joven hablase de la medicina, cuando tocaba ese tema se mostraba curiosamente intrigado, no quiso pensar más allá de la cuenta y solamente se limitó a responder. - Sí, soy mi propio jefe, y trabajo más que todo a la clase alta en una sola área de la ciudad, aunque si está en mis manos ayudar a alguien más que de verdad necesite de mis cuidados, lo haré con gusto. - Pudo continuar con: “exceptuando que sea un maldito asesino, ahí si me encargaré de que este bien muerto”. Pero no era bueno hacer ese tipo de comentarios, después de todo, el sentido de la justicia de cada quién era de cada quién, tan subjetivo como la belleza, y aquel brujo de ojos cielo lo tenía muy bien guardado para sí, quizás uno de sus secretos mejores guardados era ese. - Si descanso, trabajo casi todo el día, hoy no tuve consultas, por eso estuve de vago recorriendo la ciudad, y que buena idea fue. - Diría sonriendo, porque pensó que aquel encuentro le había devuelto algo que hace tiempo había perdido. - Tengo veinticinco años. - Nadie creía que era tan joven y doctor, pero es que, supo de medicina desde pequeño a manos de su padre, la carrera no se le hizo tan complicada, considerando también lo bueno que era para aquello. La medicina era su arte, y era eso lo que corría por sus venas, si, y la magia también. - ¿Y tu edad cual es? También pareces joven para ser un señor actor. - Preguntó, dejando los cubiertos de lado, y tomando solo la taza de café, ya había terminado el pastel y solo le quedaba aquel delicioso brebaje para finalizar esa merienda.
No imaginaba nada de lo que el otro pensaba, ni siquiera se asomaba una idea de aquello, a pesar de su edad, la inocencia que poseía para detectar esas señales era casi tan grande como el mismísimo mundo en el que vivían. No pensaba que aquello era una cita, no pensaba que aquel joven podría poseer un gusto hacia su mismo sexo, ni siquiera pensaba en lo bonito que sentía al estar degustando de un momento diferente a manos de aquel cambiaformas, no lo pensaba así porque sencillamente no quería pensarlo.
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Jamás viví un amor que para mí fuera importante
tomé solo la flor y lo mejor de cada instante
Viajé y disfruté, no sé si más que otro cualquiera
si bien, todo eso fue, a mi manera.
tomé solo la flor y lo mejor de cada instante
Viajé y disfruté, no sé si más que otro cualquiera
si bien, todo eso fue, a mi manera.
~~
–Tengo veintiún años, Lissander, y un largo camino por recorrer. – Finalmente termino mi pastelillo y el café. Desearía tomar un par de tazas más, pero ya sería demasiado abusar de la amabilidad de Liss, quien se ofreció hacerse cargo de la cuenta. Ya no tengo ningún motivo para alargar más la velada. Como bien dicen, todo tiene un principio y un final. Esto me hace sentir empequeñecer en mi silla. Pocas veces tengo la posibilidad de disfrutar de noches mágicas como ésta, y lastimosamente parece estar llegando a su fin. –Ha sido una buena noche después de todo – Digo más para mí que otra cosa –. De algo malo, puede salir algo muy bueno.
Me invade la nostalgia, porque sé que después de que lo inevitable llegue, sólo me quedará caminar en soledad por ésas oscuras callejuelas Parisienses, llegaré a mi humilde hogar y me meteré a la cama. No quisiera que terminara todo tan rápido, tal y como todo comenzó. Pero es lo que hay. Bien decía mi mama que en gloria esté: Lo bueno dura poco, así que disfruta hasta el último segundo. Cuánta razón tenía…
–Si alguien me hubiese dicho que ésta noche sería especial, le habría dicho que su boca estaba llena de mentiras. – Le digo con total honestidad tratando de encontrar su mirada, sin importar que por dentro esté muriendo de vergüenza.- Dicen que los ángeles se presentan ante ti de manera inesperada. Ésta noche se ha cruzado uno en mi camino-. Bajo la mirada, porque los escasos segundos que duró mi valentía, me hizo decir algo que salió desde muy hondo de mi alma. Sin embargo era verdad. Antes de que Lissander se atreviese a entrar en ése oscuro callejón, estaba pensando cosas que quizás ahora mismo ya estuviese lamentando. Cosas que por el momento no quiero recordar.
–Tocas hermosamente bien el piano, Lissander Arcalucci. Espero de todo corazón que no dejes que nadie, ni nada te arrebate ésa sensibilidad. Es algo muy tuyo, no lo dejes por nada del mundo. Un pequeño consejo que te doy, porque yo no soy nadie para hacer tal cosa, simplemente soy Joshua Maloney, un extraño chico que se cruzó por tu camino en una fría noche de invierno.
Me encojo de hombros, tratando de ocultar que mis ojos se han vuelto acuosos. Soy terriblemente sentimental. Me odio por ser así, tan sensible. Pero los sentimientos están a flor de piel y es inevitable no querer derramar algunas lágrimas por ser estúpidamente estúpido. No quiero que la última impresión que Lissander tenga de mí, sea de alguien que pase por tales estados de ánimo en cuestión de segundos. ¡Quisiera que éste nudo que se ha formado en mi garganta me deje continuar! Por favor Dios, no me hagas hacer un papelón delante de él. ¡Por favor! Deja que mis lágrimas rueden cuando esté en la soledad de mi hogar, no aquí, cuando todavía quedan atisbos de alegría en mí. Cuando el olor de su perfume todavía pueda ser percibido y su sonrisa guardada para siempre en mi memoria.
-Y tampoco dejes de sonreír, porque estoy seguro que cuando lo haces, el como si el sol saliera, alegrando la vida de muchas personas.
Me obligo a sonreír, a mantener una careta alegre, como si nada malo pasara alrededor. Para eso soy actor ¿no? Fingir se me da muy bien. El espectáculo debe continuar.
Me invade la nostalgia, porque sé que después de que lo inevitable llegue, sólo me quedará caminar en soledad por ésas oscuras callejuelas Parisienses, llegaré a mi humilde hogar y me meteré a la cama. No quisiera que terminara todo tan rápido, tal y como todo comenzó. Pero es lo que hay. Bien decía mi mama que en gloria esté: Lo bueno dura poco, así que disfruta hasta el último segundo. Cuánta razón tenía…
–Si alguien me hubiese dicho que ésta noche sería especial, le habría dicho que su boca estaba llena de mentiras. – Le digo con total honestidad tratando de encontrar su mirada, sin importar que por dentro esté muriendo de vergüenza.- Dicen que los ángeles se presentan ante ti de manera inesperada. Ésta noche se ha cruzado uno en mi camino-. Bajo la mirada, porque los escasos segundos que duró mi valentía, me hizo decir algo que salió desde muy hondo de mi alma. Sin embargo era verdad. Antes de que Lissander se atreviese a entrar en ése oscuro callejón, estaba pensando cosas que quizás ahora mismo ya estuviese lamentando. Cosas que por el momento no quiero recordar.
–Tocas hermosamente bien el piano, Lissander Arcalucci. Espero de todo corazón que no dejes que nadie, ni nada te arrebate ésa sensibilidad. Es algo muy tuyo, no lo dejes por nada del mundo. Un pequeño consejo que te doy, porque yo no soy nadie para hacer tal cosa, simplemente soy Joshua Maloney, un extraño chico que se cruzó por tu camino en una fría noche de invierno.
Me encojo de hombros, tratando de ocultar que mis ojos se han vuelto acuosos. Soy terriblemente sentimental. Me odio por ser así, tan sensible. Pero los sentimientos están a flor de piel y es inevitable no querer derramar algunas lágrimas por ser estúpidamente estúpido. No quiero que la última impresión que Lissander tenga de mí, sea de alguien que pase por tales estados de ánimo en cuestión de segundos. ¡Quisiera que éste nudo que se ha formado en mi garganta me deje continuar! Por favor Dios, no me hagas hacer un papelón delante de él. ¡Por favor! Deja que mis lágrimas rueden cuando esté en la soledad de mi hogar, no aquí, cuando todavía quedan atisbos de alegría en mí. Cuando el olor de su perfume todavía pueda ser percibido y su sonrisa guardada para siempre en mi memoria.
-Y tampoco dejes de sonreír, porque estoy seguro que cuando lo haces, el como si el sol saliera, alegrando la vida de muchas personas.
Me obligo a sonreír, a mantener una careta alegre, como si nada malo pasara alrededor. Para eso soy actor ¿no? Fingir se me da muy bien. El espectáculo debe continuar.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: Sombras en la noche ~ Lissander
Comía el último trozo de pastel cuando este dijo su edad, bajo el tenedor, lo coloco al extremo del plato y sonrió ante la respuesta, era bastante joven, y a pesar de eso, ya estaba trabajando en el teatro, seguramente ha de ser demasiado bueno como para que permitan que un jovencillo entre a actuar a tan temprana edad. Lissander no mostró sorpresa alguna, pues, no quería hacerle sentir menos con algún gesto mal hecho, no era la intención después de apoyarlo con su sueño. - Es joven, y si, tiene un largo camino. - Le diría formando una suave sonrisa, volviendo sus manos a su café, y posteriormente llevándolo a su boca, cerrando sus ojos, porque así le gustaba degustarlo, con lentitud, suavidad, concentrado, de manera que el sabor recorriera todo su paladar, no era algo raro, era un gusto exquisito a ese brebaje, uno que desde joven acostumbraba a demostrar con tal gesto en su faz.
Luego de eso, el joven abrió sus orbes para ver su faz a la hora de hablar, estaba comentando con sinceridad lo que le pareció aquella noche junto a él, todo iba bien, perfecto, le explicaba que si alguien le hubiese dicho que aquella noche era buena antes de que sucediera todo aquello, él le habría contestado que era mentira, eso le provocó ampliar un poco la sonrisa, no pudo evitarlo, una suave, fina, una que luego se quedaría estancada cuando le dijese en pocas palabras que él era un ángel y que su aparición fue inesperada. Sus cejas se alzaron a la par que sus ojos se abrían, era, un bonito cumplido de amigos, ¿no? Los amigos se podían llamar ángeles, porque, decían que eso eran los amigos, ¿no? ¿No era así? Lissander tragó saliva y desvió su rostro hacia otro lado, su mirada buscaba cualquier cosa, no quería verlo, porque aquello que dijo le había... ¿apenado? Sí, eso era, pena, el rubor suave en sus pómulos, el bajar la taza de café rápidamente y esa sonrisa un tanto fingida que reflejaba su faz, estaba un poquitín nervioso, y esperaba que aquel no pudiese notarlo.
Por obra de Dios, encontró con sus orbes el reloj que colgaba en la pared, tan aburrido y sistemático como siempre, repitiendo su labor de marcar el indetenible tiempo, diciéndole a todos que eran casi las once de la noche, y diciéndole al joven doctor que el regaño de Eris Arcalucci iba a ser monumental, por ello se volteó a ver al joven, a decirle que debía retirarse, que tenía una hermana muy cascarrabias y que era lo mejor, que luego pasaría para ver la obra como lo prometió, pero que ahora era mejor irse. Sí, eso era lo que quería decirle, hasta que él dijo que no dejara de sonreír, “porque el sol salía cuando lo hacía”, Lissander no pudo evitar levantarse de golpe al escuchar aquello, incluso el sonido de la silla siendo arrastrada por sus piernas tan sorpresivamente alertó a unos cuantos allí, miraba hacia abajo, mientras sus manos buscaban en su abrigo el dinero para pagar la cuenta. - Gracias, señor Maloney, por tales halagos… Usted, usted también es muy talentoso y tiene un gran futuro por delante. - Es lo que diría, en voz de caballero, contando el dinero que dejaría en la mesa, sonriendo forzadamente, seguía estando nervioso, aquello fue muy brusco, se sintió tan bonito que le dijera aquello… que le aterro mucho más de lo que pudo entender. - Debo retirarme, espero… espero verle de nuevo. Que pase una feliz noche. - Buscaría sus ojos verdes para darle una sonrisa como regalo, una efusiva, efímera, veloz, rápida, pero certera sonrisa. Sin notar la lágrima que bajaría por su rostro o sus ojos acuosos, ni siquiera notaría que aquel joven estaba más nervioso o apenado que él, pues estaba muy concentrado en salir de allí.
Dejaría el dinero en la mesa, mucho más de la cuenta, porque los nervios no le permitieron contar bien, caminaría un par de pasos y antes de irse tocaría el hombro del joven con la mano libre, pues llevaba sus guantes en la otra, así se despediría, para seguir caminando hasta la puerta, esquivando a todos, propiciando en un momento al azar un volteo de su cabeza y avistando el resplandor marrón que salía de aquel violinista, un color distinto que emanaba el aura de él, uno que nunca había visto en otro humano, uno que no notó ni busco notar a pesar de todo el tiempo con él, su percepción del aura se activó sin que quisiera, seguro producto del leve descontrol. Fue allí que supo que Josh era tan especial como él, tan distinto, tan único, y entendió además, que no todo fue tan normal como pudo pensar, que fue una velada especial, que fue pura y brillante luz, una tal, que espantaba las sombras en la noche...
~~
Tuve un sueño alguna vez, donde volaba con las nubes de algodón,
Donde mis alas eran tus brazos, donde mis ojos eran tus labios…
Tuve un sueño alguna vez, donde la música me hablaba,
Donde una sirena cantaba, donde tu persona fulguraba…
Tuve un sueño alguna vez, y justo como hoy, en la mejor parte… vine a despertar…
Tuve un sueño alguna vez, donde volaba con las nubes de algodón,
Donde mis alas eran tus brazos, donde mis ojos eran tus labios…
Tuve un sueño alguna vez, donde la música me hablaba,
Donde una sirena cantaba, donde tu persona fulguraba…
Tuve un sueño alguna vez, y justo como hoy, en la mejor parte… vine a despertar…
Lissander C. Arcalucci- Hechicero Clase Media
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