Algo digno de recordar. [Privado, +18]

por **Aura Núñez** Mar Dic 03, 2013 2:46 pm

Un lastimoso ruido me sacó de mi sosegado sueño, girando la cabeza pude descubrir un hombre al que la edad le había pasado factura, tumbado al lado mía, babeando y roncando como un poseso. Reí para mí misma cuando averigüé que eran esos ronquidos los culpables de mi desvelo. La cuestión es, ¿por qué estaba en la cama de un nombre del que ni siquiera recuerdo su nombre? ¿Por qué no lo había atendido en el burdel? Ah sí, mi ''jefe'' me había hablado acerca del interés de ciertos ricachones en llevarme expresamente a sus lujosas casas y follarme allí. Llevé mi mano derecha a las sienes, un dolor que acababa de surgir me hizo recordar lo mucho que había bebido anoche. ¿Tan borracha tenía que estar para tolerar a este sujeto? -Golfo- apenas susurré mientras observaba despectivamente al perezoso -Pero gracias por esto- cogí un saquito que contenía una buena cantidad de francos y lo guardé en mi gran bandolera vieja. En realidad, si hablamos de preferencias, es obvio que prefiero acostarme con jóvenes guapos y musculosos, pero tipos como este son los que dan siempre más pasta, aunque apenas se les levante.

Con maña, me vestí para salir de esa habitación cuanto antes (no es que oliera muy bien allí, la verdad) y arreglé un poco mi cabello para parecer que acababa de venir de un restaurante en vez de bajo las sábanas de un pervertido. Piropos, bestialidades y besos lanzados se cruzaban por mi camino hacia la laguna; debía quitarme este mal olor cuando antes para así poder volver al tajo. Sí, así de solicitada estoy; podríamos decir -recalcando el ego del que tan orgullosa estoy- que todos quieren probarme. Eso, y que también les atrae el hecho de que sea una ''niña''...aunque ya de eso tengo bien poco. Deshaciéndome un poco de mis teorías me deshice de mis ropas tan rápidamente como me las había puesto antes, introduciéndome así lentamente en el agua.

Me estremecí un poco por aquella sensación fría, pero enseguida se me pasó cuando comencé a flotar plácidamente, mostrando mi cuerpo desnudo a los dioses que me observaban desde su sede. Se estaba bien así, pero sabía que aquello duraría lo que canta un gallo...no podía entretenerme. Por lo tanto, salí reluciente y de nuevo me vestí para esta vez volver al burdel. La verdad es que preferiría quedarme ahí, bajo los rayos de Sol, echándome una siestecita para recuperar el sueño perdido, pero estoy segura de que mi hucha me agradecerá que preste mis servicios. Una vez llegada a la plaza, miré el gran reloj que me había salvado en varias ocaciones para darme cuenta de que iba algo atrasada, por lo que apresuré el paso. Y allí, estaba de nuevo, el lugar que se convirtió en mi ''segunda'' casa hace poco más de un año; la entrada estaba completamente llena de mis compañeras, las cuales no sufrían la misma suerte que yo, ellas tenían prohibido usar las habitaciones numeradas y privadas (éstas sólo se ganan cuando tu reputación por el lugar aumente). Así, saludé al jefe que estaba haciendo cálculos en su gran despacho abierto al público e introduje una pequeña llave en una puerta de madera, decorada generosamente.

''44'' Ese era mi número. Hora de trabajar, tenía la esperanza de que alguien interesante se apareciera por aquí hoy, pues sino acabaría muerta del aburrimiento. -Tsé- un quejido salió de mí mientras dejaba a un lado mis pertenencias y retocaba un poco mi maquillaje. Unos ojos turquesa rasgados y unos carnosos labios se reflejados. -Perfecta- Ya totalmente lista me tumbé en la cama y adquirí una pose provocativa, esperando llamar la atención de la persona que entraría por esa puerta en breve. -Vamos, traedme algo digno de recordar por una vez- dije entre dientes.

por **Alessandro Salvatore** Sáb Dic 14, 2013 9:31 am

El cielo parisino por alguna extraña razón no había amanecido tan nublado como normalmente lo hacía en estos duros días de invierno, yo me hallaba sentado sobre una elegante silla mirando hacia la ciudad, desde mi llegada a Paris demasiadas cosas habían cambiado dentro de mí, sentimientos encontrados, había logrado conocer personas muy interesantes, demasiado diría yo y por supuesto adquirí, o por lo menos descubrí un nuevo vicio en mi vida, las cortesanas.

Era adicto a las mujeres debía admitir, mas las que trabajaban en aquella “profesión” eran las que mas solían llamar mi atención, era extraño, por lo menos desde mi punto de vista de que la mayoría de estas fueran tan guapas, era como si la mayoría de las mujeres hermosas de Paris se hubiesen aliado en una especie de pacto para que así todas fuesen cortesanas, lleve una mano hasta mi mentón soltando un sutil bufido, era extraño el hecho de cómo el aburrimiento llegaba a producir ese efecto en mi, pensaba acerca de todo, quizá demasiado a decir verdad y aquello derivaba normalmente en conclusiones un poco extrañas pero muy acertadas, mas nunca pensaba con tal detenimiento en mi verdadero “objetivo” en la ciudad, él porque me era incierto, mas no llegaba a molestarme no saber aquello, mas por el contrario extrañamente lograba relajarme.

Me levante bastante entumecido de la ostentosa silla del comedor y enseguida me desperece un poco, una sonrisa se dibujo en mi rostro unos cuantos segundos después, aquel día le haría una visita a una vieja amiga, bueno prácticamente era como si de una se tratase, Aura era una cortesana que había conocido días atrás, si tuviera que describirla con una palabra supongo que sería “infantil”, aunque bueno ella si parecía una niña, mas no era una, bueno no del todo, si algo había aprendido de ella era que podía llegar a ser más que eso, una cortesana, su historia era bastante triste, pero bueno en el mundo existen personas de todo tipo y Aura era única en su clase, bueno por lo menos de las mujeres que yo conocía.

-Charles estoy saliendo…- dije en voz alta mientras levantaba la mano, algo que simplemente se veri extraño antes los ojos de personas ajenas a la casa, puesto que no había nadie en la habitación en la que yo me encontraba, de pronto una de las puertas contiguas se abrió y de ella salió un hombre de ya avanzada edad.

-Llévese esto señor- dijo mientras me lanzaba una pequeña bolsa de un peso considerable, el hecho de llevar la misma cantidad en monedas de menor valor lo hará ver como un hombre generoso y pudiente agrego con una suave sonrisa de complicidad.

Una estruendosa risa salió expedida de mi boca y enseguida me voltee para poder mirarlo logrando atrapar la pequeña bolsa antes de que esta cayese al suelo.

-Soy un hombre pudiente, lo olvidas?- dije dibujando una sonrisa de malicia en mi boca.

-Mas le falta lo generoso, señor- dijo haciendo una venia con una de sus manos.

Me limite a asentir e inmediatamente me di media vuelta.

-Ya hablaremos de eso, Charles- dije a la par que caminaba hacia la puerta para de ese modo poder marcharme.

Era extraño como en tan poco tiempo de habernos visto de nuevo aquel hombre había logrado convertirse en una especie de padre para mi, mis ojos miraron hacia el suelo mientras se perdían en el infinito, recuerdos de mi niñez pasaron ante mis ojos, recordaba como solía tratar horriblemente a aquel hombre durante la mayor parte de mi niñez y adolescencia, el hecho de que él hubiese optado por regresar a sus labores para mí era para agradecer al cielo, lastimosamente no era muy creyente así que simplemente agradecería la coincidencia de volver a reencontrarme con mi ya viejo mayordomo.
El hecho de haberme perdido en la inmensidad del destino hizo que mi viaje hacia el burdel fuese bastante corto, entre como si de mi casa se tratase, ignorando todos los comentarios del resto de las cortesanas, había venido a buscar a alguien en particular y lo mejor sería encontrarla lo antes posible, el dueño apenas levanto la vista cuando me acerque hacia el mostrador, me miro durante unos segundos y enseguida resoplo, yo dirigí la vista hacia un cuadro que tenia detrás suyo, en este estaban los rostros pintados de casi todas las cortesanas del lugar, yo levante un dedo apuntando hacia la chica que yo deseaba, con bastante desgano el hombre miro en aquella dirección y asintió.

-44…- dijo el hombre retornando la vista hacia sus labores.

Ni bien oí el número, salí disparado hacia aquella habitación, ya a pocos metros decidí reducir el ritmo de mi caminata a uno más moderado, enseguida me apoye sobre el marco de la puerta y mire en dirección de la bella rubia que yacía sensualmente sobre la cama.

-Vaya no se pierden las malas costumbres, eh Aura?- dije con una sonrisa en la boca mientras me cruzaba de brazos con el cuerpo aun apoyado sobre el marco de la puerta.

por **Aura Núñez** Sáb Dic 21, 2013 6:31 am

Apenas me había dado tiempo a adoptar aquella postura cuando la puerta se abrió y una sonrisa se dibujó en mis labios viendo de quién se trataba. Alessandro, un hombre italiano que llevaba viniendo varios días al burdel y con el que empezaba a tener una especie de 'amistad', una de las pocas personas que en casi nada de tiempo conocen varios de mis secretos, de mi yo guardado bajo llave. Sin embargo sólo sabía lo necesario, y que así fuera por el momento. Estaba feliz de su presencia, al menos me trataba bien; lo que me resultaba extraño es que siempre que viniera me escogiera a mí y pasara de las demás cortesanas. Entonces, mis ojos lo miraron como si dijeran ''¿Por qué siempre vienes a mí?''.

-¡Aless!- dije emocionada saltando de la cama y colgándome en el esbelto hombre como si fuera un mono. -Ya tardabas en venir..-aquello lo dije con algo de ironía, y dejándole un beso en la mejilla quería hacerle saber lo feliz que estaba de que él haya sido el que había abierto la puerta. No sabía qué tipo de servicio querría hoy, pero lo que sí sabía es que no íbamos a jugar a las cartas. Si había ido al burdel significaba que quería lo que todos quieren: un buen polvo. Pero lo que más me gustaba de estar con este 'cliente' es que había conversación y de algún modo parecía interesarse por mí, por mis deseos e inquietudes...

Comencé leve, desabroché con maña su camisa y me quedé mirando aquel fuerte pecho que había admirado ya en varias ocasiones. Lo acaricié y sonreí, pensando en lo bien que se estaría ahí echada.-¿Qué? ¿Andas muy cansado? Sí es así quiero que eso cambie ahora.- así era yo, empezaba con encantos y mostrando una personalidad aparentemente inocente pero luego salía la fiera, la que quería arrasar con todo. Y más en la cama. El día acababa de empezar y teníamos todo el tiempo del mundo, yo volví a aquella cama dejando mi corsé con dos pequeños lazos que estaban esperando ser desatados por quien tuviera el valor de hacerlo y de ver lo que se escondía detrás. ¿Era aún pronto para jugar? Lo llamé con el dedo índice desde el lecho para que quedara arriba mía y así poder inundarme en sus ojos grises azulados.-Aquí me tienes- susurré mientras lo miraba con ojos de carnero, ojos que parecían ignorar la gravedad de aquellas palabras. Pero no, yo sabía lo que decía, y con eso me quería referir a que era suya en aquel instante. Soy propiedad de todos pero de nadie. Soy como el pastel que se divide en 8 trozos, todos tienen su ración.

¿Y sí algún día eso cambiaba y si acababa siendo sólo de una persona? Para una cortesana aquello era impensable. Una cortesana debe sonreír a todos y cada uno de sus clientes por muy poco que le agrade. Bueno, esas son las demás...en mi caso, a mí me gusta poner mis restricciones y llevar las riendas. Entonces, desde la misma posición esperaba a que Aless se lanzara o al menos me dijera qué había venido a buscar esta noche. En realidad me hacía gracia en ocasiones, era como si se hubiera vuelto mi admirador. Mis mejillas se enrojecieron un poco.

por **Alessandro Salvatore** Miér Ene 15, 2014 1:51 pm

Si había algo que me traía loco de aquella rubia era la sensualidad con la que realizaba cada acción y bueno por otro lado teníamos el hecho de que era rubia, una de mis mayores debilidades he de admitir, aunque el hecho de pareciera más joven de lo que realmente era solía ser un hecho que más de una vez me puso a reflexionar, evidentemente no quería esa vida para ella, llegado el momento había llegado a desarrollarle una especie de extraño cariño, sin embargo aquella muchacha era ya un caso perdido, mas eso no quería decir que hubiese perdido del todo la guerra, aun quedaba una gran lucha por delante, no obstante eso no quería decir que no pudiese disfrutar un poco de su compañía.

La sujete de la cintura para evitar que se cayese y me llevase con ella mientras reía un poco.

-Vaya se nota que no me extrañaste- dije sin poder evitar el reírme, sin embargo el siguiente comentario de la rubia logro quitarme la alegría, por lo menos por un momento, vaya se te dio de graciosa hoy, no? agregue mientras le soltaba para que ella pudiese hacer lo que mejor sabia hacer, provocarme.

-Aunque tienes razón- dije mientras dibujaba una pequeña sonrisa mientras fijaba los ojos en los de la rubia, me ausente más de lo que gusto hacerlo y bueno… suspire un poco, ya comenzaba a extrañar… inmediatamente di cuenta de mi error y negué un poco, tu compañía respondí y enseguida desvié un poco la vista, la verdad es que ando muy agotado últimamente

Aura me dijo que deseaba cambiar eso y enseguida se dirigió a la cama para luego invitarme a la misma con bastante sensualidad, me despoje de mi casa y enseguida comencé a caminar hasta el lecho donde la rubia se hallaba acostada, rodee por el lado derecho la cama y enseguida me quede parado allí por unos segundos, reí un poco e inmediatamente me acosté a lado suyo para darle un corto beso en los labios, de ahí separe mi cabeza unos centímetros y la observe por otro corto tiempo.

-Tan rápido ya te sonrojaste? Vamos se que tienes profundos sentimientos por mi pero no es para tanto- agregue con una soltando una carcajada.

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