AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Notas de inspiración [/w Kurt Callahan]
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Notas de inspiración [/w Kurt Callahan]
Recuerdo del primer mensaje :
Lloviendo, siempre lloviendo. No es que me disgustara esta época del año... pero el agua en las calles inclinadas de París no es buen aliado de un vestido largo y unos tacones. Iba paseando y tarareando al unísono, llegando incluso a pensar que mis inocentes cánticos atraían el agua que caía incluso con más intensidad.
- ¿En serio...? -volteo los ojos, atreviéndome por un segundo a mirar por encima del paraguas-. Nop, no tiene pinta de querer parar -murmuro para mí, mirando al cielo teñido de gris y vuelvo a cubrirme con el paraguas, pegándome más a las paredes de las casas de la acera por la que iba caminando.
- Menudo desastre... -maldigo sin parar de andar, mirándome los pies. Tenía los zapatos llenos de agua y sentía mis articulaciones entumecidas. Apretando la mandíbula de puro mosqueo, sigo caminando acelerando el paso a cada zancada más larga, sin darme cuenta de que la cañería de una de las casas esta escupiendo agua a borbotones sobre la acera justo cuando paso por debajo, lo que me hace soltar un gritito del sobresalto. Si me quedaba alguna parte seca, ya podía ir desechando la idea de que siguiera así.
Con un escalofrío en el cuerpo, me acurruco en una de las entradas de las numerosas puertas de domicilios. Cierro el paraguas, mirando el cielo y luego la calle. Estaba un poco lejos del negocio familiar, así que si no quería seguir mojándome debería esperar a que la lluvia menguara... al menos un poquito.
Meto la mano libre en el bolsillo del chaquetón, rebuscando en él mi pequeño cuadernito de notas. Estaba un poco mojado, pero mi letra al menos era legible. Podría servirme de consuelo poder repasar las partituras hasta que la lluvia parase.
Lloviendo, siempre lloviendo. No es que me disgustara esta época del año... pero el agua en las calles inclinadas de París no es buen aliado de un vestido largo y unos tacones. Iba paseando y tarareando al unísono, llegando incluso a pensar que mis inocentes cánticos atraían el agua que caía incluso con más intensidad.
- ¿En serio...? -volteo los ojos, atreviéndome por un segundo a mirar por encima del paraguas-. Nop, no tiene pinta de querer parar -murmuro para mí, mirando al cielo teñido de gris y vuelvo a cubrirme con el paraguas, pegándome más a las paredes de las casas de la acera por la que iba caminando.
- Menudo desastre... -maldigo sin parar de andar, mirándome los pies. Tenía los zapatos llenos de agua y sentía mis articulaciones entumecidas. Apretando la mandíbula de puro mosqueo, sigo caminando acelerando el paso a cada zancada más larga, sin darme cuenta de que la cañería de una de las casas esta escupiendo agua a borbotones sobre la acera justo cuando paso por debajo, lo que me hace soltar un gritito del sobresalto. Si me quedaba alguna parte seca, ya podía ir desechando la idea de que siguiera así.
Con un escalofrío en el cuerpo, me acurruco en una de las entradas de las numerosas puertas de domicilios. Cierro el paraguas, mirando el cielo y luego la calle. Estaba un poco lejos del negocio familiar, así que si no quería seguir mojándome debería esperar a que la lluvia menguara... al menos un poquito.
Meto la mano libre en el bolsillo del chaquetón, rebuscando en él mi pequeño cuadernito de notas. Estaba un poco mojado, pero mi letra al menos era legible. Podría servirme de consuelo poder repasar las partituras hasta que la lluvia parase.
Janna Laveau- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/12/2013
Localización : En cualquier tejado, tocando el violín
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Re: Notas de inspiración [/w Kurt Callahan]
Le dediqué una sonrisa a Kurt antes de abrir completamente la puerta del local para después ambos internarnos dentro de la estancia. Al abrir y cerrarla luego tras nosotros, se escuchó el tintineo típico de las campanillas que se colocaban a modo de timbre discreto para avisar al propietario de la llegada de posibles clientes.
- No tardo -dije sonriente y correteé por el lugar hasta encaminarme por las escaleras de madera que daban al piso de arriba. Anduve trasteando por mi cuarto buscando unos zapatos más cómodos, no quería tacones y menos aun si a donde íbamos era un lugar con césped donde seguramente estaríamos largo rato. Me puse un vestido sencillo, de largo por debajo de las rodillas y algo oscuro para que no se manchara con facilidad, una rebeca y las bailarinas. Fui hasta el tocador de mi cuarto y cogí un pasador para medio recogerme el pelo y obviamente no podía olvidarme el elemento fundamental, mi violín.
Bajé las escaleras hasta la tienda de dos en dos. Me encontré a Kurt como absorto en algo, apuntando frenéticamente cosas en un cuadernito de notas. Dejé que siguiera apuntando sus ideas y me dirigí a mi madre, que estaba tras el mostrador rellenando pequeños saquitos de tela a clientas que pedían diferentes tipos de hiervas y semillas para sus quehaceres.
Saludé amablemente a las clientas y tomé prestado uno de los saquitos vacíos que tenía en el mostrador, era de cuero y pensé que para un chico como Kurt seguramente sería el apropiado más que de tela de colores. Metí en el algunas hiervas levemente olorosas que para mi experiencia y opinión eran de lo mejor. Aparte eran unas hiervas protectoras que se usaban para crear infusiones y me pareció un detalle bonito regalárselo a Kurt como agradecimiento por el trato recibido aquel día.
Tras despedirme de mi madre cogí de nuevo mi violín y guardé el saquito en la funda del mismo, fui a reunirme con Kurt.
- ¡Lista! Cuando quieras nos ponemos en marcha -me coloqué a su lado y me puse levemente de puntillas para intentar llegar a atisbar algo de lo que estaba escribiendo con tanto ímpetu-. ¿Qué escribes? ¿Alguna idea brillante? -pregunté sonriente y ladeé la cabeza.
- No tardo -dije sonriente y correteé por el lugar hasta encaminarme por las escaleras de madera que daban al piso de arriba. Anduve trasteando por mi cuarto buscando unos zapatos más cómodos, no quería tacones y menos aun si a donde íbamos era un lugar con césped donde seguramente estaríamos largo rato. Me puse un vestido sencillo, de largo por debajo de las rodillas y algo oscuro para que no se manchara con facilidad, una rebeca y las bailarinas. Fui hasta el tocador de mi cuarto y cogí un pasador para medio recogerme el pelo y obviamente no podía olvidarme el elemento fundamental, mi violín.
Bajé las escaleras hasta la tienda de dos en dos. Me encontré a Kurt como absorto en algo, apuntando frenéticamente cosas en un cuadernito de notas. Dejé que siguiera apuntando sus ideas y me dirigí a mi madre, que estaba tras el mostrador rellenando pequeños saquitos de tela a clientas que pedían diferentes tipos de hiervas y semillas para sus quehaceres.
Saludé amablemente a las clientas y tomé prestado uno de los saquitos vacíos que tenía en el mostrador, era de cuero y pensé que para un chico como Kurt seguramente sería el apropiado más que de tela de colores. Metí en el algunas hiervas levemente olorosas que para mi experiencia y opinión eran de lo mejor. Aparte eran unas hiervas protectoras que se usaban para crear infusiones y me pareció un detalle bonito regalárselo a Kurt como agradecimiento por el trato recibido aquel día.
Tras despedirme de mi madre cogí de nuevo mi violín y guardé el saquito en la funda del mismo, fui a reunirme con Kurt.
- ¡Lista! Cuando quieras nos ponemos en marcha -me coloqué a su lado y me puse levemente de puntillas para intentar llegar a atisbar algo de lo que estaba escribiendo con tanto ímpetu-. ¿Qué escribes? ¿Alguna idea brillante? -pregunté sonriente y ladeé la cabeza.
Janna Laveau- Hechicero Clase Media
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Re: Notas de inspiración [/w Kurt Callahan]
Complete un par de ideas más a mi libreta y escuche los pasos de Janna bajando las escaleras, paso por detrás del mostrador antes de llegar a mí, sonreí y añadí (la protagonista tendrá el cabello pelirrojo y los ojos azules resaltando en su pálida piel) La sentí asomarse e intentar descubrir mis anotaciones, enarque una ceja y me reí entre dientes.
-Sí, podría ser una idea brillante o un simple chispazo sin sentido- Cerré la libreta- Como ya estas lista es mejor que nos pongamos en marcha, cuando lleguemos a Notre Dame te lo enseñare- Sonreí y abrí la puerta del local para salir nuevamente al empedrado camino hacia el rio. Me despedí con la mano de la señora que atendía la botica. Me acomode bien el Laúd en el hombro y echamos a caminar.
El clima había cambiado radicalmente, incluso podría decir que tenia calor, me quite una de mis capas colgándola en mi hombro junto con mi instrumento, quedándome solo con la camisa blanca, me ajuste los tirantes del pantalón que ya estaban un poco flojos. Guarde las manos en los bolsillos y camine mirando hacia los techos de las casas como si pretendiese encontrar una solución brillante a los problemas de la humanidad.
Avanzamos con buen ritmo, sin duda Janna era una compañera buena de caminata, no se quejo ni una sola vez y me siguió el ritmo sin problemas.
-Supongo que la señora que estaba en la tienda era tu madre, ¿no?- Pregunte por sacar algún tema de conversación, estaba cansado del silencio- Se parece mucho a ti aunque supongo que eres pelirroja gracias a tu padre- me reí entre dientes por mi pequeña broma sin gracia. -¿Tienes hermanos?- Yo siempre había querido tener hermanos, alguien con quien compartir una niñez un tanto extraña y complicada como la que había vivido.
-Sí, podría ser una idea brillante o un simple chispazo sin sentido- Cerré la libreta- Como ya estas lista es mejor que nos pongamos en marcha, cuando lleguemos a Notre Dame te lo enseñare- Sonreí y abrí la puerta del local para salir nuevamente al empedrado camino hacia el rio. Me despedí con la mano de la señora que atendía la botica. Me acomode bien el Laúd en el hombro y echamos a caminar.
El clima había cambiado radicalmente, incluso podría decir que tenia calor, me quite una de mis capas colgándola en mi hombro junto con mi instrumento, quedándome solo con la camisa blanca, me ajuste los tirantes del pantalón que ya estaban un poco flojos. Guarde las manos en los bolsillos y camine mirando hacia los techos de las casas como si pretendiese encontrar una solución brillante a los problemas de la humanidad.
Avanzamos con buen ritmo, sin duda Janna era una compañera buena de caminata, no se quejo ni una sola vez y me siguió el ritmo sin problemas.
-Supongo que la señora que estaba en la tienda era tu madre, ¿no?- Pregunte por sacar algún tema de conversación, estaba cansado del silencio- Se parece mucho a ti aunque supongo que eres pelirroja gracias a tu padre- me reí entre dientes por mi pequeña broma sin gracia. -¿Tienes hermanos?- Yo siempre había querido tener hermanos, alguien con quien compartir una niñez un tanto extraña y complicada como la que había vivido.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: Notas de inspiración [/w Kurt Callahan]
Coloqué morros a Kurt al escuchar esas palabras sobre sus anotaciones. Finalmente sonreí complacida cuando me dijo que tras llegar a Notre Dame me enseñaría su libreta.
— De acuerdo, ¡en marcha pues! —me giré un instante para despedirme de mi madre con la mano y salí de la tienda acompañada de Kurt.
Hacía calor, supuse que sería debido al bochorno de después de una lluvia y la reciente llegada de la primavera. De todas formas, se había quedado el día idóneo para ir a tomar un poco el aire en un parque como el que quedaba cerca de los alrededores de Notre Dame.
Paseaba al lado de Kurt, siguiéndole el ritmo, cosa que no me costaba para nada. Siempre había sido una muchacha enérgica y no pensaba dar signos de flaqueza delante de nadie, y menos aun delante de un chico. Llamémoslo orgullo.
Paseamos al lado del río, siguiéndolo como si fuera nuestra guía hasta vislumbrar un poco mas allá la imperiosa catedral de Notre Dame. Iba absorta en mis pensamientos, observando los edificios que tanto me gustaban, con sus terrazas y sus flores, la gente paseando, parejas dándose la mano mientras charlaban... Me miré a los pies sin dejar de caminar. Pareja...
Suspiré, cabizbaja. Nunca había tenido ningún tipo de relación con el sexo opuesto, tampoco era algo que me había preocupado en exceso, aunque realmente era una preocupación obvia para mi madre, que ya estaba pensando que podía pasárseme el arroz.
Salí de mis pensamientos meneando la cabeza y giré el rostro hacia Kurt, que justamente había comentado algo. Precisamente había mencionado a mi madre cuando estaba pensando en ella y en sus planes de futuro para conmigo, qué casualidad.
— En verdad si, es mi madre. Al ser un negocio familiar lo llevamos juntas y yo la ayudo cuando me necesita —medité sus palabras durante unos segundos— tienes razón, en ella solo me parezco en los ojos y el arte de manejar el violín. Ella fue quien me empezó a instruir.—obviamente me salté la parte de la hechicería, no creía que fuera conveniente que Kurt supiera que era bruja... aun, y mucho menos mi madre. No quería verla implicada por si acaso se extendía algún rumor. Las brujas en estos tiempos estábamos en busca y captura— me encantaba mi padre, tenía mi color de pelo y una energía impropia de un ser humano, no sé como explicarlo exactamente —dije con una sonrisa nerviosa y alcé el brazo libre para hurgarme entre la ropa. Al momento saqué mi colgante tallado en madera y se lo enseñé a Kurt. Era un unicornio en llamas de mínimo tamaño que siempre llevaba conmigo— ¿te gusta? Mi padre me lo hizo por uno de mis cumpleaños. Tallaba la madera y hacía cosas maravillosas —sonreí para mi envolviendo el colgante con mi mano cerrada y lo coloqué sobre el pecho, en la zona del corazón—. Yo por desgracia no tengo hermanos ni hermanas, ¿y tu, Kurt? ¿Tienes familiares aquí en París? —pregunté.
Le iba hablando mientras ambos nos movíamos hasta llegar a la plaza de la catedral de Notre Dame. Una vez allí, fuimos bordeándola siguiendo el murmullo de la gente que se acomodaba en las zonas verdes de alrededor. Pasabamos el tiempo disfrutando del ambiente y finalmente encontramos un sitio que parecía el adecuado, a la sombra de un árbol por donde se filtraban tímidos rayos de sol del ocaso y la hierba fresca. Aquel lugar simplemente me encantó.
Nos acomodamos dejando todos los bártulos mientras seguíamos con la conversación.
— Va, Kurt. Ha llegado el momento —dije sonriente dejando el violín de nuevo en su funda, aunque sin cerrarla— ¿qué escribías en el cuadernito? ¿Tienes alguna idea para hacer un dueto? —pregunté al azar. Mientras esperaba que me contestara, saqué de la funda de mi violín el saquito relleno de hierbas que le había preparado antes en la tienda. Se lo tendí con una sonrisa.
— De acuerdo, ¡en marcha pues! —me giré un instante para despedirme de mi madre con la mano y salí de la tienda acompañada de Kurt.
Hacía calor, supuse que sería debido al bochorno de después de una lluvia y la reciente llegada de la primavera. De todas formas, se había quedado el día idóneo para ir a tomar un poco el aire en un parque como el que quedaba cerca de los alrededores de Notre Dame.
Paseaba al lado de Kurt, siguiéndole el ritmo, cosa que no me costaba para nada. Siempre había sido una muchacha enérgica y no pensaba dar signos de flaqueza delante de nadie, y menos aun delante de un chico. Llamémoslo orgullo.
Paseamos al lado del río, siguiéndolo como si fuera nuestra guía hasta vislumbrar un poco mas allá la imperiosa catedral de Notre Dame. Iba absorta en mis pensamientos, observando los edificios que tanto me gustaban, con sus terrazas y sus flores, la gente paseando, parejas dándose la mano mientras charlaban... Me miré a los pies sin dejar de caminar. Pareja...
Suspiré, cabizbaja. Nunca había tenido ningún tipo de relación con el sexo opuesto, tampoco era algo que me había preocupado en exceso, aunque realmente era una preocupación obvia para mi madre, que ya estaba pensando que podía pasárseme el arroz.
Salí de mis pensamientos meneando la cabeza y giré el rostro hacia Kurt, que justamente había comentado algo. Precisamente había mencionado a mi madre cuando estaba pensando en ella y en sus planes de futuro para conmigo, qué casualidad.
— En verdad si, es mi madre. Al ser un negocio familiar lo llevamos juntas y yo la ayudo cuando me necesita —medité sus palabras durante unos segundos— tienes razón, en ella solo me parezco en los ojos y el arte de manejar el violín. Ella fue quien me empezó a instruir.—obviamente me salté la parte de la hechicería, no creía que fuera conveniente que Kurt supiera que era bruja... aun, y mucho menos mi madre. No quería verla implicada por si acaso se extendía algún rumor. Las brujas en estos tiempos estábamos en busca y captura— me encantaba mi padre, tenía mi color de pelo y una energía impropia de un ser humano, no sé como explicarlo exactamente —dije con una sonrisa nerviosa y alcé el brazo libre para hurgarme entre la ropa. Al momento saqué mi colgante tallado en madera y se lo enseñé a Kurt. Era un unicornio en llamas de mínimo tamaño que siempre llevaba conmigo— ¿te gusta? Mi padre me lo hizo por uno de mis cumpleaños. Tallaba la madera y hacía cosas maravillosas —sonreí para mi envolviendo el colgante con mi mano cerrada y lo coloqué sobre el pecho, en la zona del corazón—. Yo por desgracia no tengo hermanos ni hermanas, ¿y tu, Kurt? ¿Tienes familiares aquí en París? —pregunté.
Le iba hablando mientras ambos nos movíamos hasta llegar a la plaza de la catedral de Notre Dame. Una vez allí, fuimos bordeándola siguiendo el murmullo de la gente que se acomodaba en las zonas verdes de alrededor. Pasabamos el tiempo disfrutando del ambiente y finalmente encontramos un sitio que parecía el adecuado, a la sombra de un árbol por donde se filtraban tímidos rayos de sol del ocaso y la hierba fresca. Aquel lugar simplemente me encantó.
Nos acomodamos dejando todos los bártulos mientras seguíamos con la conversación.
* * *
— Va, Kurt. Ha llegado el momento —dije sonriente dejando el violín de nuevo en su funda, aunque sin cerrarla— ¿qué escribías en el cuadernito? ¿Tienes alguna idea para hacer un dueto? —pregunté al azar. Mientras esperaba que me contestara, saqué de la funda de mi violín el saquito relleno de hierbas que le había preparado antes en la tienda. Se lo tendí con una sonrisa.
Janna Laveau- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/12/2013
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Re: Notas de inspiración [/w Kurt Callahan]
Janna se acerco ligeramente para enseñarme su colgante, se trataba de una pequeña pieza de madera en forma de unicornio en llamas- un trabajo delicado y maravilloso sin duda- comente al observarlo. Entonces me pregunte qué habría sido del padre de Janna, pero no me atrevía a hacerlo en voz alta, tampoco es que fuésemos íntimos y quizá se traba de un tema delicado.
-Pues no, yo tampoco tengo hermanos-sonreí de lado, al final iba a resultar que aquella muchacha de finas manos tenía mucho en común conmigo.- En Paris solo tengo a mi madre y ahora que lo pienso nunca he conocido a ningún otro tipo de pariente ni cercano ni lejano- Me reí ante aquel hecho, ¿cómo era posible que no me hubiese dado cuenta de ello hasta ese momento? Lo lógico es preguntarse si tienes tíos, abuelos, primos…quizá mi desinterés se debiese a que mi madre siempre dejo claro que estábamos los dos solos en el mundo.
La conversación continuo igual que el camino, conocido y trivial. Era agradable hablar con ella, se notaba que sus padres la habían educado bien y mostraba una sencillez y dulzura que me resultaba encantadora. He de reconocer que su compañía me resultaba muy agradable.
No tardamos mucho más en llegar a Notre Dame, el sol caía fatigado después de su esplendor de medio día. Buscamos un sitio adecuado y que sobre todo no estuviese encharcado.
Al final Janna volvió al tema de la libreta, por lo visto no se había olvidado y demostraba más curiosidad que un gato. Sonreí y me coloque sentándome a lo “indio”, deje el laúd descansar sobre la hierba húmeda. Rebusque la libreta en los bolsillos de mi chaqueta.
-Puees lo cierto es que tu botica me ha inspirado- pase las hojas de anotaciones febriles y dibujos a medias hasta dar con la ultima- Me ha parecido un escenario perfecto para contar una historia, no sé si te lo he comentado ya pero además de tocar me gusta mucho escribir- en ese momento saque un cigarrillo del bolsillo de mi pantalón- me gustaría poder escribir algo de valor algún día, una obra de teatro o una novela importante- me reí- quizá soy demasiado iluso pero no pierdo nada por intentarlo, ¿no?- busque las cerillas pero no era capaz de encontrarlas- aunque la idea del dueto me gusta- moví las cejas de arriba abajo- un instrumento tan anticuado como mi laúd envuelto por las notas de tu violín, sería interesante- realmente me lo parecía aunque mi expresión no me acompañase, pues estaba más preocupado en encontrar fuego.
Cuando por fin di con las cerillas en uno de los bolsillos del estuche de mi Laúd estaban completamente mojadas. Resople rendido y me guarde el cigarrillo en el bolsillo superior de mi camisa.
-Pero creo que escribir la canción se te daría mejor a ti, escribir la música nunca ha sido mi fuerte.- En realidad nunca lo había hecho, mi aprendizaje siempre había sido osco e intuitivo, todo lo que sabía era mover los dedos buscando melodías que fuesen capaces de expresar las palabras de mi alma o porque alguien me había enseñado la canción más popular de su pueblo natal. Sabía leer algunas canciones, como aquella primera que me enseño Janna en sus anotaciones pero si se trataba de algo más complicado o mezclando instrumentos no iba a ser capaz de seguirlo. Por supuesto no estaba en mis intenciones admitir algo así, ¿en qué lugar me dejaría eso? Así que mi única alternativa era fingir e intentar aprender sutilmente.
-Pues no, yo tampoco tengo hermanos-sonreí de lado, al final iba a resultar que aquella muchacha de finas manos tenía mucho en común conmigo.- En Paris solo tengo a mi madre y ahora que lo pienso nunca he conocido a ningún otro tipo de pariente ni cercano ni lejano- Me reí ante aquel hecho, ¿cómo era posible que no me hubiese dado cuenta de ello hasta ese momento? Lo lógico es preguntarse si tienes tíos, abuelos, primos…quizá mi desinterés se debiese a que mi madre siempre dejo claro que estábamos los dos solos en el mundo.
La conversación continuo igual que el camino, conocido y trivial. Era agradable hablar con ella, se notaba que sus padres la habían educado bien y mostraba una sencillez y dulzura que me resultaba encantadora. He de reconocer que su compañía me resultaba muy agradable.
No tardamos mucho más en llegar a Notre Dame, el sol caía fatigado después de su esplendor de medio día. Buscamos un sitio adecuado y que sobre todo no estuviese encharcado.
Al final Janna volvió al tema de la libreta, por lo visto no se había olvidado y demostraba más curiosidad que un gato. Sonreí y me coloque sentándome a lo “indio”, deje el laúd descansar sobre la hierba húmeda. Rebusque la libreta en los bolsillos de mi chaqueta.
-Puees lo cierto es que tu botica me ha inspirado- pase las hojas de anotaciones febriles y dibujos a medias hasta dar con la ultima- Me ha parecido un escenario perfecto para contar una historia, no sé si te lo he comentado ya pero además de tocar me gusta mucho escribir- en ese momento saque un cigarrillo del bolsillo de mi pantalón- me gustaría poder escribir algo de valor algún día, una obra de teatro o una novela importante- me reí- quizá soy demasiado iluso pero no pierdo nada por intentarlo, ¿no?- busque las cerillas pero no era capaz de encontrarlas- aunque la idea del dueto me gusta- moví las cejas de arriba abajo- un instrumento tan anticuado como mi laúd envuelto por las notas de tu violín, sería interesante- realmente me lo parecía aunque mi expresión no me acompañase, pues estaba más preocupado en encontrar fuego.
Cuando por fin di con las cerillas en uno de los bolsillos del estuche de mi Laúd estaban completamente mojadas. Resople rendido y me guarde el cigarrillo en el bolsillo superior de mi camisa.
-Pero creo que escribir la canción se te daría mejor a ti, escribir la música nunca ha sido mi fuerte.- En realidad nunca lo había hecho, mi aprendizaje siempre había sido osco e intuitivo, todo lo que sabía era mover los dedos buscando melodías que fuesen capaces de expresar las palabras de mi alma o porque alguien me había enseñado la canción más popular de su pueblo natal. Sabía leer algunas canciones, como aquella primera que me enseño Janna en sus anotaciones pero si se trataba de algo más complicado o mezclando instrumentos no iba a ser capaz de seguirlo. Por supuesto no estaba en mis intenciones admitir algo así, ¿en qué lugar me dejaría eso? Así que mi única alternativa era fingir e intentar aprender sutilmente.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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