Lonely and bored ~ Leonor

Esteve siempre se había sentido orgulloso de sí mismo por el autocontrol demostrado en cuanto al uso de hierbas alucinógenas. Pero las últimas dos semanas le confirmaban de manera cruel, que sin el uso de éstas para obtener la inspiración que todo artista necesita, prácticamente era un individuo sin oficio ni beneficio. Esa noche, en cuanto abrió los ojos y sintió ese extraño temblor y desesperación por meterse algo en el cuerpo, le conformaba categóricamente, – que efectivamente – era un dependiente. Quizás en un grado menor que otros que conocía, pero, desafortunadamente, estaba atrapado en una telaraña de fuertes y pegajosos hilos. Lo sabia… pero por el momento no le importaba. Lo único que atravesaba por su mente, en cuanto se vistió y salió a la calle para encontrar a algún sujeto dispuesto a venderle la tan ansiada botella, era calmar la desesperación por conseguir algo. No tenía hambre, por obvias razones, pero ya acostumbrado estaba, a pasar por alto ese hecho, simplemente reprogramaba su mente para ir por el mundo como si nada pasara. ¡Que importaba perder una libra más! En la vida debían organizarse las prioridades y él lo estaba haciendo de manera práctica. Primero el vicio y luego el apetito.

Se vistió con lo primero que tuvo al alcance y salió con premura. Afuera, un viento gélido ligero, le recordó que debió salir más abrigado y no solo con esa camisa delgada y… ¡Por todos los dioses! Debía estar completamente desquiciado para olvidarse de poner zapatos. Vamos, que hasta ahora caía en cuenta que ni siquiera tuvo la paciencia de pasarse el cepillo por el cabello. La gente le miraba más raro de lo usual, pero aparentar indiferencia era una de sus armas letales, ya que poco le interesaba lo que pensaran acerca de su persona, pues navegar contra corriente era – hasta últimas fechas-. Algo cotidiano. El mismo sabía que vestirse de una manera muy peculiar y usar sombreros raros, lo llevaban a un nivel de categorización bastante extraña, pero en el fondo le gustaba. Ser diferente le parecía de lo más estupendo. A veces pensaba que había nacido en una época diferente, o peor aún, en un planeta distinto.

La gente abarrotaba la calle, yendo y viniendo en todas direcciones. Cada loco con su tema. Pero para desgracia del francés, nadie parecía ser, o tener la apariencia de ser su "persona especial"

-Pasan de las diez. Mon diu, ¿qué sujeto se atrevería a vender hierbas a ésta hora?

Llevó un par de mechones de cabello hacia la parte trasera de su oreja, y se cruzó de brazos, mirando en todas las direcciones posibles. Nada en la proa, quizás en la popa. Siguió caminando apresuradamente un par de cuadras más, haciendo que la excitación comenzara a subir a niveles peligrosos. Si no encontraba algo rápido, el loco que habitaba dentro de él, y que pocas veces salía, terminaría obligándole a hacer una locura más. Ya ni siquiera se percataba del crudo frío invernal, ni de la agua nieve que comenzaba a caer. Llevó ambas manos a sus sienes para darse un pequeño masaje y tratar de controlarse. No iba a ganar absolutamente nada en caer en la completa desesperación, y tal vez hiciera el ridículo del año. El debía, tenía que controlar su mente y no al revés, pero ni los más grandes pensadores de la historia lograron tal hazaña. ¿Quién se creía para ser tan osado y creerse lo que no era?. Esteve bufó un par de veces más antes de desistir del último intento. Negó con la cabeza varias veces y llevó las manos a sus bolsas delanteras para seguir deambulando por las callejuelas, sin más ánimo que desear tener un cigarrillo en sus labios y darle unas buenas bocanadas tranquilizantes, pues la ansiedad comenzaba a matarle.