AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Bed of Roses // Privado
2 participantes
Página 1 de 1.
Bed of Roses // Privado
"Human beings are funny. They long to be with the person they love but refuse to admit openly. Some are afraid to show even the slightest sign of affection because of fear. Fear that their feelings may not be recognized, or even worst, returned. But one thing about human beings puzzles me the most is their conscious effort to be connected with the object of their affection even if it Kills them slowly within.” — Sigmund Freud
Los días se sucedían, fregando su piel para eliminar el hedor que se había impregnado a su cuerpo de porcelana la noche anterior. Dormir lo que podía, solo un par de horas escondida en el cuarto de servicio hasta que su pequeña casa pudiera ser reparada y las noches, cada una debía jugar al peligroso juego de la seducción y la lujuria. Mimi en sí era el objeto de deseo en una partida donde debía hacer sentir a los hombres ganadores una y otra vez. Besarlos y abrazarlos en su fuero interno, hacerlos sentir deseados, sexualmente atractivos. Debía jugar a recrear sus fantasías sabiendo que sus esfuerzos serían en vano cuando luego del turno de dos horas cada uno partiera dejándole dinero sobre la mesa y sus músculos todavía doloridos por la contracción ¿Orgasmos? No, eran pocos o ninguno quienes lograban estremecerla haciéndola sentir que su cuerpo se partía en mil diamantes diminutos y a veces extrañaba esa sensación que ya no era por placer, la naturaleza se transformó lentamente en trabajo. Dominaba el arte del gemido y la actuación a la perfección, jamás exageraba porque prefería que intentaran trabajar a los grititos agudos que cortaban el aire, jadeantes como perras en celo que resultaban ser algunas de sus compañeras de trabajo. Sentada frente al espejo que le devolvía una imagen que poco recocía, la gripe de ese invierno se había calado profundo en sus huesos dejándola maltrecha pero el estómago ni su jefe no conocían de enfermedad que impidiera su labor y pese a llevar una hora de retraso, maquillo con polvo la piel violácea debajo de sus ojos, delineando cuidadosamente sus labios descubriendo aquellos dientes separados que nunca llegaron a inhibirla.
Podría descubrir más sus curvas pero nunca le había gustado demasiado la idea de que sus pechos estuvieran al descubierto regalándole a la vista del improperio masculino aquello que iban a poseer. Creía en el suspenso teniendo la vaga fantasía que cubriéndose bajo la tela le daría la posibilidad de conocer más allá de la lujuria de quien iba a poseerla pero ya estaba rendida, se había resignado al círculo viciosos que era su trabajo sin nada más profundo que simular diversión. Era una puta y por eso, ahora se peinaba con desgano demasiado natural para las prostitutas promedio, ella no era así. Vulgar como todas menos Mimi que había crecido con algunos modales que todavía llevaba como manía. Poco pintalabios para no parecer convaleciente de tuberculosis, no sobrecargar la porcelana con polvillo para no arrebatarle la frescura y usar un vestido lila que daba a entender que si querías un por unos pocos francos para una simple noche o saciar una borrachera de media noche, ella no sería la indicada. El salón repleto de terciopelos con grandes sillones ahora vacíos, las chicas estaban ausentes de cualquier rincón dejando en el recinto solamente a Mimi junto con el encargado que la mira con su desaprobación de siempre pero no puede decir una palabra, la inglesa era de las más alabadas y recompensadas de su material y quizá fue por esa razón y su débil estado que no insistió en que trabajara de obligada por esa noche. La joven sentía el tabaco que picaba en su garganta, nunca tuvo problemas pero ahora su cuerpo enfermo pasaba cuentas del desgarro que sufría a causa de su labor y desgaste por las noches. Sus manos reacomodan su melena rubia tratando de distraerse aprovechando la libertad de la soledad, algo que jamás había visto en la sala donde se las daban a elegir como comida a los cerdos pese a que allí era carne de mejor calidad. Descalza aprovecha a sentir sus pies sobre la mullida alfombra caminando hacia la barra ya vacía para sentarse con un poco de esfuerzo sobre la tabla dejando sus piernas níveas y esbeltas, tan delicadas como una escultura griega del color del mármol blanco. Colgaban delicadas aprovechando el tajo en su vestido mientras su manos hacían rodar entre sí una botella vacía observando vacía el lugar. Por primera vez se sentía libre y tranquila en su trabajo sin nadie que la molestara, interrumpida por golpes y jadeos que rompieron su pequeña fantasía. Nunca iba a ser libre tanto como el hombre era esclavo del pecado y era ese lugar donde precisamente Mimi estaba sentada a su merced, a la espera de que alguien decidiera que era su turno. En ese instante en que él la descubrió y sus mejillas se ruborizaron al sentirse desnuda y desprevenida, imaginando un mundo que no existía más allá de esos segundos en los que olvidó lo que era, una puta. Y él parado allí mirándola fijamente, su cliente.
Podría descubrir más sus curvas pero nunca le había gustado demasiado la idea de que sus pechos estuvieran al descubierto regalándole a la vista del improperio masculino aquello que iban a poseer. Creía en el suspenso teniendo la vaga fantasía que cubriéndose bajo la tela le daría la posibilidad de conocer más allá de la lujuria de quien iba a poseerla pero ya estaba rendida, se había resignado al círculo viciosos que era su trabajo sin nada más profundo que simular diversión. Era una puta y por eso, ahora se peinaba con desgano demasiado natural para las prostitutas promedio, ella no era así. Vulgar como todas menos Mimi que había crecido con algunos modales que todavía llevaba como manía. Poco pintalabios para no parecer convaleciente de tuberculosis, no sobrecargar la porcelana con polvillo para no arrebatarle la frescura y usar un vestido lila que daba a entender que si querías un por unos pocos francos para una simple noche o saciar una borrachera de media noche, ella no sería la indicada. El salón repleto de terciopelos con grandes sillones ahora vacíos, las chicas estaban ausentes de cualquier rincón dejando en el recinto solamente a Mimi junto con el encargado que la mira con su desaprobación de siempre pero no puede decir una palabra, la inglesa era de las más alabadas y recompensadas de su material y quizá fue por esa razón y su débil estado que no insistió en que trabajara de obligada por esa noche. La joven sentía el tabaco que picaba en su garganta, nunca tuvo problemas pero ahora su cuerpo enfermo pasaba cuentas del desgarro que sufría a causa de su labor y desgaste por las noches. Sus manos reacomodan su melena rubia tratando de distraerse aprovechando la libertad de la soledad, algo que jamás había visto en la sala donde se las daban a elegir como comida a los cerdos pese a que allí era carne de mejor calidad. Descalza aprovecha a sentir sus pies sobre la mullida alfombra caminando hacia la barra ya vacía para sentarse con un poco de esfuerzo sobre la tabla dejando sus piernas níveas y esbeltas, tan delicadas como una escultura griega del color del mármol blanco. Colgaban delicadas aprovechando el tajo en su vestido mientras su manos hacían rodar entre sí una botella vacía observando vacía el lugar. Por primera vez se sentía libre y tranquila en su trabajo sin nadie que la molestara, interrumpida por golpes y jadeos que rompieron su pequeña fantasía. Nunca iba a ser libre tanto como el hombre era esclavo del pecado y era ese lugar donde precisamente Mimi estaba sentada a su merced, a la espera de que alguien decidiera que era su turno. En ese instante en que él la descubrió y sus mejillas se ruborizaron al sentirse desnuda y desprevenida, imaginando un mundo que no existía más allá de esos segundos en los que olvidó lo que era, una puta. Y él parado allí mirándola fijamente, su cliente.
Matilda Dumott- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 22/11/2013
Re: Bed of Roses // Privado
Welcome to the new age
Durante los dos primeros días de la semana sólo se dedicó a observar la gente que entraba y salía de ese lugar, muchos de ellos se repetían e incluso al pasar junto al otro eran capaces de reconocerse como iguales y saludarse pese a que en otra instancia y bajo otro contexto ni siquiera cruzarían miradas. Ahí, en la entrada del burdel, todos son iguales, todos buscan lo mismo cuando llenen de pretextos sus visitas y todos intentan suplir con mujeres las falencias que sus vacías vidas tienen. ¿Qué intentaba entonces llenar él? Lo extraño no era que estuviera de pie frente a ese edificio que expelía olor a sexo, alcohol y estupidez, lo más raro de todo era que quisiera entrar y que no encontrara más excusas para no hacerlo. Quizás el celibato sería una buena opción, pero tal vez estar ahí era la mejor señal de que debía terminar con todo ello. Mentira. No quiere dejar de ser célibe pero sí quiere probarse a si mismo que es capaz de continuar pese a tener las tentaciones justo delante de sus ojos. Se subió las solapas del abrigo y continuó esperando en el frío, escudado en la oscuridad que conoce bien y en esa noche cerrada que espera no traiga sorpresas. Nunca le han gustado las sorpresas, sobre todo porque por lo general son sólo malas noticias. Muerte, desolación, tragedia, nada bueno viene de lo inesperado.
Sus pies caminan solos y debe ser quizás la falta de sangre en su organismo lo que no permite que piense con claridad. Desde hace tres días que no se alimenta, puede sentir como todo su cuerpo se queja por esa tortura pero es así como lo prefiere. Mephistopheles elige sufrir como si estuviera pagando por crímenes que Johann cometió aunque ni siquiera sabe cuáles serían esos. Una muchacha, de esas que trabajan en lo mismo que las que están dentro del burdel, se le acerca con los ojos rojos y los labios hinchados, su semblante se nota perturbado y en su voz puede identificar al menos varios de sus miedos y también los litros de alcohol con que ha intentado acallarlos. La mujer quiere seducirlo, convencerlo de que vayan a ese callejón de un poco más allá y la utilice como un simple agujero a cambio de algunas monedas que probablemente usará para seguir bebiendo o para consumir la sustancia que sea que la tiene de ese modo. Lentamente Mephisto niega con su cabeza, prefiere no abrir la boca o las palabras no serán agradables, la chica tiene el cuello al descubierto pero su estado es tan deplorable que no le produce mayor tentación aunque sí aumenta su hambre un poco, sólo un poquito. Su mano se levanta y la despacha fácilmente, ella no es tonta, sabe que los hombres pueden golpearla fácilmente y que no tendrá derecho a reclamar posteriormente. Es la ley de la vida, después de todo fue ella quien se puso en esa posición.
Alguien puede llegar, otra mujer puede acercarse y es por eso que decide entrar. Sus pasos lo conducen a la puerta del burdel donde luce visiblemente fuera de lugar. A simple vista es otro hombre más de los muchos que frecuentan buscando lo que sea que quieran buscar. Johann estaría feliz ahí, sería el alma de la fiesta y elegiría a la chica más hermosa sin importar cuánto deba pagar por ella. Mephistopheles también podría ser todo eso, pero prefiere seguir siendo un amargado que mira alrededor sin tener mucho de dónde elegir hasta que sus ojos chocan con los de una rubia que se sonroja. El hambre florece como la naturaleza en primavera, el ansia burbujea en su estómago y ahora los colmillos se le clavan en la carne al interior de su labio inferior. Es de ella de quien debe escapar y de su nívea piel que tan bien se vería manchada de carmesí. ¿Por qué entonces está caminando directamente hacia la trampa? No deja de mirarla y reconoce el peligro en cada curva que intenta disimular o quizás sólo convertir lo desconocido en la mayor tentación. Su cabeza se inclina en una educada reverencia, su rostro se contrae y ahora las cejas se unen casi mostrando desaprobación. Quiere escucharla hablar para poder decidir qué camino tomar. ¿Tiene que matarla por ser demasiado peligrosa o mantenerla como un juguete para probar también su propia fuerza de voluntad? — Johann Neumann, a su servicio — se presenta con su nombre de humano y aunque debería ser al contrario, espera que ella le diga que es lo que desea de él.
Sus pies caminan solos y debe ser quizás la falta de sangre en su organismo lo que no permite que piense con claridad. Desde hace tres días que no se alimenta, puede sentir como todo su cuerpo se queja por esa tortura pero es así como lo prefiere. Mephistopheles elige sufrir como si estuviera pagando por crímenes que Johann cometió aunque ni siquiera sabe cuáles serían esos. Una muchacha, de esas que trabajan en lo mismo que las que están dentro del burdel, se le acerca con los ojos rojos y los labios hinchados, su semblante se nota perturbado y en su voz puede identificar al menos varios de sus miedos y también los litros de alcohol con que ha intentado acallarlos. La mujer quiere seducirlo, convencerlo de que vayan a ese callejón de un poco más allá y la utilice como un simple agujero a cambio de algunas monedas que probablemente usará para seguir bebiendo o para consumir la sustancia que sea que la tiene de ese modo. Lentamente Mephisto niega con su cabeza, prefiere no abrir la boca o las palabras no serán agradables, la chica tiene el cuello al descubierto pero su estado es tan deplorable que no le produce mayor tentación aunque sí aumenta su hambre un poco, sólo un poquito. Su mano se levanta y la despacha fácilmente, ella no es tonta, sabe que los hombres pueden golpearla fácilmente y que no tendrá derecho a reclamar posteriormente. Es la ley de la vida, después de todo fue ella quien se puso en esa posición.
Alguien puede llegar, otra mujer puede acercarse y es por eso que decide entrar. Sus pasos lo conducen a la puerta del burdel donde luce visiblemente fuera de lugar. A simple vista es otro hombre más de los muchos que frecuentan buscando lo que sea que quieran buscar. Johann estaría feliz ahí, sería el alma de la fiesta y elegiría a la chica más hermosa sin importar cuánto deba pagar por ella. Mephistopheles también podría ser todo eso, pero prefiere seguir siendo un amargado que mira alrededor sin tener mucho de dónde elegir hasta que sus ojos chocan con los de una rubia que se sonroja. El hambre florece como la naturaleza en primavera, el ansia burbujea en su estómago y ahora los colmillos se le clavan en la carne al interior de su labio inferior. Es de ella de quien debe escapar y de su nívea piel que tan bien se vería manchada de carmesí. ¿Por qué entonces está caminando directamente hacia la trampa? No deja de mirarla y reconoce el peligro en cada curva que intenta disimular o quizás sólo convertir lo desconocido en la mayor tentación. Su cabeza se inclina en una educada reverencia, su rostro se contrae y ahora las cejas se unen casi mostrando desaprobación. Quiere escucharla hablar para poder decidir qué camino tomar. ¿Tiene que matarla por ser demasiado peligrosa o mantenerla como un juguete para probar también su propia fuerza de voluntad? — Johann Neumann, a su servicio — se presenta con su nombre de humano y aunque debería ser al contrario, espera que ella le diga que es lo que desea de él.
Mephistopheles- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 13/12/2013
Re: Bed of Roses // Privado
El pecado es el hogar de los débiles, la tentación de los fuertes y el enemigo de los creyentes. Palabra sublime sin interrupción que condecoraba cada curva adornando la tersa piel de la prostituta rubia. Empalagaba su acentuada sensualidad pero fue el rubor que todavía latía en sus mejillas lo que le dio la frescura que encrespó el aura que la advertía. Sus palabras la tomaron desprevenida sintiendo como su piel ardía pero lo ignoró, todo lo que ella sentía debía quedar para un segundo plano aunque no pudo evitar los dejes de carácter que muchas veces le fue reprochado al no ser compatible con la esclavitud encubierta que debía ofrecer a una clientela que acudía a sus piernas como último recurso y no para ser rechazada una vez más. Su perfume de rosas resaltaba contra el olor a tabaco y alcohol separándola del ambiente en que estaban ambos evaluando un panorama todavía confuso aunque decorado por la sensualidad y el incipiente juego de oferta y demanda pero esta vez, la apuesta quizá estaría redoblada.
-Si de presentaciones hablamos, su servicio es ser mi cliente y el mío, su puta. – En vano intentó disimular la humildad y simpleza que había desencadenado el rubor que remarcó aquellas mejillas huesudas que enmarcaban su rostro. Su deber era tentar y no ser tentada, recrear fantasías y no soñar con un mundo mejor. Obtener dinero y no perder su cabeza a cambio, intimidar en el punto justo pero en cuanto sus ojos la profanaron, se sintió tan desnuda de sus propias creencias que tardó unos segundos en recomponer su postura, jugando con las comisuras de sus labios elevándolas en una sonrisa apenas libidinosa, austera e incluso con dejes de sarcasmo y arrogancia entrecruzada. Las putas simulaban ser anzuelos perfectos, pero demasiada carnada ahogaba incluso al pez más grande y ella lo sabía bien. Lo fácil no se hacía rogar, y lo que no se ganaba pronto se desechaba, pero ahora por alguna razón sus dotes de actriz estaban tambaleando sobre la tarima hasta que se adueñó nuevamente al acercar a sus labios una copa abandonada con un licor escocés que dejó un recorrido dulzón al resbalar por su garganta antes de encaminar su mirada nuevamente hacia él – Pero si es por deseo que usted me increpa, mi deseo es que usted sea rápido y sin vueltas, que por fin me haga gritar de goce y no fingir como lo hacen cientos de hombres. Que me haga temblar retorciendo cada músculo de mi cuerpo. Dígame usted si estoy siendo muy vulgar, la sinceridad no es mi fuerte después de todo, solo vendo ilusiones – Y allí estaba, tras esa voz ronca pero con su trasfondo sensual carente de dubitaciones ni doble sentidos, la sonrisa finalmente resguardaba la vergüenza que había sentido. No era ajena a su instinto, de hecho muchas veces se dejaba llevar por su intuición creyendo mil veces en sí misma que una vez en la mirada ajena. Su cuerpo sentado en el taburete cual Venus sobre su pedestal lo observaba aceptando la conversación, nunca aquella lengua viperina que adueñaba había sido tan cruel ni veraz. Nunca nadie había intercambiado el rol ofreciéndole lo que ella tantos años había intentado hacer pero por primera vez aquel desconocido le había puesto el acento que faltaba. Deseo ¿Qué deseaba una puta? En el fondo no lo era, y por eso no quería el dinero, simplemente ser una mujer en la cama con un hombre sintiendo y no interpretando el papel.
Su mano reacomodó la melena rubia que se deslizaba por su hombro mientras sus ojos no lo liberaban destellando entre el celeste una curiosidad incipiente que debía disimular. No debía abandonar su parte, su cuerpo respondiendo a su idea entrecruzó sus piernas que se deslizaron como seda una sobre la otra, exponiendo la piel nívea justo y necesaria de su pierna derecha condecorada por la virginidad de cualquier percance o lastimadura. Ningún hematoma ni enrojecimiento que caracterizaba a cualquier trabajadora sexual después de todo, el deterioro es el gaje del oficio. Sus uñas resonaban contra la copa ahora vacía que descansaba a su costado hasta que la dejó en paz sentándose derecha rectificando su espalda, apoyando un codo sobre la mesa que destapó al caer la tela su antebrazo de manera que, su mentón reposó sobre su mano y todo así, no lo liberó de su merced aguardando en silencio el momento justo en que su respiración se acompasó con su habla – Mimi, simplemente Mimi. – Y no pudo evadir la diversión cual niña al revelarle el secreto de su nombre algo que pocas veces hacía. Apenas tensa no sabía que esperar ni por primera vez, que hacer de manera que prefirió la indiferencia al rol de regalada y sumisa manteniendo su postura sobre el taburete sin dejarse perder en aquella profundidad azul que eran sus ojos. La cordura era el filo de la cuchilla, siempre racional mantenía su cabeza sobre sus hombros, pero dejarse llevar podría llevarla a la locura descabellada y maldita sea. Contradicción al fin y al cabo, lo único que ella sabía hacer era ser una puta aunque se negara y él estaba equivocado porque la blonda de dientes separados y cuerpo mortal era quien debía ser su servidora. Y lo haría.
-Si de presentaciones hablamos, su servicio es ser mi cliente y el mío, su puta. – En vano intentó disimular la humildad y simpleza que había desencadenado el rubor que remarcó aquellas mejillas huesudas que enmarcaban su rostro. Su deber era tentar y no ser tentada, recrear fantasías y no soñar con un mundo mejor. Obtener dinero y no perder su cabeza a cambio, intimidar en el punto justo pero en cuanto sus ojos la profanaron, se sintió tan desnuda de sus propias creencias que tardó unos segundos en recomponer su postura, jugando con las comisuras de sus labios elevándolas en una sonrisa apenas libidinosa, austera e incluso con dejes de sarcasmo y arrogancia entrecruzada. Las putas simulaban ser anzuelos perfectos, pero demasiada carnada ahogaba incluso al pez más grande y ella lo sabía bien. Lo fácil no se hacía rogar, y lo que no se ganaba pronto se desechaba, pero ahora por alguna razón sus dotes de actriz estaban tambaleando sobre la tarima hasta que se adueñó nuevamente al acercar a sus labios una copa abandonada con un licor escocés que dejó un recorrido dulzón al resbalar por su garganta antes de encaminar su mirada nuevamente hacia él – Pero si es por deseo que usted me increpa, mi deseo es que usted sea rápido y sin vueltas, que por fin me haga gritar de goce y no fingir como lo hacen cientos de hombres. Que me haga temblar retorciendo cada músculo de mi cuerpo. Dígame usted si estoy siendo muy vulgar, la sinceridad no es mi fuerte después de todo, solo vendo ilusiones – Y allí estaba, tras esa voz ronca pero con su trasfondo sensual carente de dubitaciones ni doble sentidos, la sonrisa finalmente resguardaba la vergüenza que había sentido. No era ajena a su instinto, de hecho muchas veces se dejaba llevar por su intuición creyendo mil veces en sí misma que una vez en la mirada ajena. Su cuerpo sentado en el taburete cual Venus sobre su pedestal lo observaba aceptando la conversación, nunca aquella lengua viperina que adueñaba había sido tan cruel ni veraz. Nunca nadie había intercambiado el rol ofreciéndole lo que ella tantos años había intentado hacer pero por primera vez aquel desconocido le había puesto el acento que faltaba. Deseo ¿Qué deseaba una puta? En el fondo no lo era, y por eso no quería el dinero, simplemente ser una mujer en la cama con un hombre sintiendo y no interpretando el papel.
Su mano reacomodó la melena rubia que se deslizaba por su hombro mientras sus ojos no lo liberaban destellando entre el celeste una curiosidad incipiente que debía disimular. No debía abandonar su parte, su cuerpo respondiendo a su idea entrecruzó sus piernas que se deslizaron como seda una sobre la otra, exponiendo la piel nívea justo y necesaria de su pierna derecha condecorada por la virginidad de cualquier percance o lastimadura. Ningún hematoma ni enrojecimiento que caracterizaba a cualquier trabajadora sexual después de todo, el deterioro es el gaje del oficio. Sus uñas resonaban contra la copa ahora vacía que descansaba a su costado hasta que la dejó en paz sentándose derecha rectificando su espalda, apoyando un codo sobre la mesa que destapó al caer la tela su antebrazo de manera que, su mentón reposó sobre su mano y todo así, no lo liberó de su merced aguardando en silencio el momento justo en que su respiración se acompasó con su habla – Mimi, simplemente Mimi. – Y no pudo evadir la diversión cual niña al revelarle el secreto de su nombre algo que pocas veces hacía. Apenas tensa no sabía que esperar ni por primera vez, que hacer de manera que prefirió la indiferencia al rol de regalada y sumisa manteniendo su postura sobre el taburete sin dejarse perder en aquella profundidad azul que eran sus ojos. La cordura era el filo de la cuchilla, siempre racional mantenía su cabeza sobre sus hombros, pero dejarse llevar podría llevarla a la locura descabellada y maldita sea. Contradicción al fin y al cabo, lo único que ella sabía hacer era ser una puta aunque se negara y él estaba equivocado porque la blonda de dientes separados y cuerpo mortal era quien debía ser su servidora. Y lo haría.
Matilda Dumott- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 22/11/2013
Re: Bed of Roses // Privado
Come and don't talk to me
La dejó hablar, que dijera todo lo que tenía que decir y lo hizo por dos motivos. Primero, porque le gusta el modo en que sus labios se mueven cuando pronuncia cada palabra, especialmente aquellas en las que quiere hacerle creer con mayor firmeza. Y segundo, porque los años le enseñaron que eso se debe hacer con las mujeres: dejarles hablar. Es bien sabido que las féminas son especiales amantes de las conversaciones, que pueden estar dándole y dándole a la lengua por horas y que aunque eso pueda tener otra interpretación más, para él desde hace mucho sólo es sinónimo de una charla. La muchacha es demasiado rubia para su gusto, su piel es demasiado clara para su gusto, sus dientes están demasiado separados para su gusto y sus pechos están demasiado expuestos para su gusto. Pero en todo eso radica lo que siente precisamente ahora por aquella cortesana, esa explicable atracción que lo lleva a mirar a su alrededor buscando potenciales rivales en una cacería que nadie más efectúa y que él está dispuesto a llevar al fin sin que importe demasiado los medios que utilice para conseguirlo. El fin justifica los medios, dijo él alguna vez hace siglos atrás mientras hablaba con un sacerdote jesuita llamado Hermann Busenbaum que transformó un poco su frase y luego fue fuente de inspiración para el idiota de Machiavelli que nada bueno sabía hacer. Idiota es un modo simple de llamarlo, si el estúpido de Niccolò le hubiera hecho caso a Johann no habría muerto olvidado e ignorado como lo hizo.
—Mimi, no me interesa ser su cliente ni que usted sea mi puta… —es claro, directo, la mira a los ojos y aún así la desnuda por completo mientras lo hace. Su semblante es serio, sombrío, como si necesitara la mayor concentración para no lanzarse sobre ella y dejarla tan seca como lo está su boca ahora, necesita saciar su sed en la vena al interior de sus piernas, en esa cuyo latido es capaz de escuchar sin que deba poner especial atención; pero sólo después de penetrarla hasta que sienta el más grande dolor que hubiese sentido alguna vez y ruegue para que se detenga una y mil veces, hasta que grite y las lágrimas corran por sus mejillas y ahí encuentre la verdadera liberación, en la mezcla del sufrimiento y la entrega, del placer mezclado con el daño. —Quiero gozar de su compañía esta noche pero me gustaría que no fuera en este lugar, al menos no todavía… —una pregunta implícita aunque más bien prefiere pensar en ello como una amenaza que luego se transformará en una orden. Su voz suele ser menos grave de lo que es ahora, en este momento se escucha como si arena atravesara su garganta y no ese aire que ni siquiera requiere. Una de sus manos se alza y con ella llama a otra muchacha a la que rápidamente le hace el pedido de lo que desea beber sin mirarla a la cara, sus pupilas siguen enfocadas en la mujer que tiene al frente. No puede quitarle los ojos de encima, alguien podría acercarse y si así fuera, su temperamento no está del mejor humor, nada puede asegurar que no le arranque la cabeza a quien tenga la osadía de intentar arrebatarle la presa.
—Me gustaría llevarla al hotel y que continuemos acá con nuestra conversación, pero me imagino que usted debe cumplir un horario… ¿es posible que cancele por lo que corresponde a todas las horas en que no trabajará? —parece incluso preocupado, atento, como si le importara siquiera que ella perdiera horas de francos mientras está con él. A los ojos de cualquiera de los presentes en el burdel, Mephistopheles es otro cliente más, uno que recibe una copa de manos de una muchacha con la sonrisa amplia que espera un franco de propina que sí llega. Pero no es otro cliente, porque en realidad no es un cliente, es un asesino según lo que indica su especie, un depredador según indican sus colmillos y un hijo de puta que paga bien según los empleados del viñedo que lo ven prácticamente una vez por mes. Por lo general sólo le hace creer a los humanos que los escucha, no le interesa lo que dicen ni tampoco lo que puedan estar pensado, pero en este caso es diferente, quiere ponerle atención a las palabras de Mimi aunque desea de todo corazón que aquellas sean sólo una respuesta positiva a su antiguo planteamiento. Pero antes, antes de que pueda rechazarlo o quizás sugerir que dejen de inmediato el lugar, necesita conocerla un poco más. De eso se trata todo. —¿Qué desea beber? Déjeme invitarla, llamaré a alguien para que la atienda —
—Mimi, no me interesa ser su cliente ni que usted sea mi puta… —es claro, directo, la mira a los ojos y aún así la desnuda por completo mientras lo hace. Su semblante es serio, sombrío, como si necesitara la mayor concentración para no lanzarse sobre ella y dejarla tan seca como lo está su boca ahora, necesita saciar su sed en la vena al interior de sus piernas, en esa cuyo latido es capaz de escuchar sin que deba poner especial atención; pero sólo después de penetrarla hasta que sienta el más grande dolor que hubiese sentido alguna vez y ruegue para que se detenga una y mil veces, hasta que grite y las lágrimas corran por sus mejillas y ahí encuentre la verdadera liberación, en la mezcla del sufrimiento y la entrega, del placer mezclado con el daño. —Quiero gozar de su compañía esta noche pero me gustaría que no fuera en este lugar, al menos no todavía… —una pregunta implícita aunque más bien prefiere pensar en ello como una amenaza que luego se transformará en una orden. Su voz suele ser menos grave de lo que es ahora, en este momento se escucha como si arena atravesara su garganta y no ese aire que ni siquiera requiere. Una de sus manos se alza y con ella llama a otra muchacha a la que rápidamente le hace el pedido de lo que desea beber sin mirarla a la cara, sus pupilas siguen enfocadas en la mujer que tiene al frente. No puede quitarle los ojos de encima, alguien podría acercarse y si así fuera, su temperamento no está del mejor humor, nada puede asegurar que no le arranque la cabeza a quien tenga la osadía de intentar arrebatarle la presa.
—Me gustaría llevarla al hotel y que continuemos acá con nuestra conversación, pero me imagino que usted debe cumplir un horario… ¿es posible que cancele por lo que corresponde a todas las horas en que no trabajará? —parece incluso preocupado, atento, como si le importara siquiera que ella perdiera horas de francos mientras está con él. A los ojos de cualquiera de los presentes en el burdel, Mephistopheles es otro cliente más, uno que recibe una copa de manos de una muchacha con la sonrisa amplia que espera un franco de propina que sí llega. Pero no es otro cliente, porque en realidad no es un cliente, es un asesino según lo que indica su especie, un depredador según indican sus colmillos y un hijo de puta que paga bien según los empleados del viñedo que lo ven prácticamente una vez por mes. Por lo general sólo le hace creer a los humanos que los escucha, no le interesa lo que dicen ni tampoco lo que puedan estar pensado, pero en este caso es diferente, quiere ponerle atención a las palabras de Mimi aunque desea de todo corazón que aquellas sean sólo una respuesta positiva a su antiguo planteamiento. Pero antes, antes de que pueda rechazarlo o quizás sugerir que dejen de inmediato el lugar, necesita conocerla un poco más. De eso se trata todo. —¿Qué desea beber? Déjeme invitarla, llamaré a alguien para que la atienda —
Mephistopheles- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 13/12/2013
Re: Bed of Roses // Privado
Los clientes eran el deseo mimetizado en el pánico del abandono y la soledad. Recurrían a ellas no solo por placer carnal sino para engañar a los sentimientos de abrazos fundidos y sonrisas torpes. Caricias tersas arrugando las telas que a ellas poco le importaría quien disfrutara de su tacto mientras que en ellos querían pensar que eran únicos, dejando una marca en la memoria de las cortesanas que harían recordarlos. Pero no era así. Los clientes iban y venían dilapidando dinero en actos fallidos. Carecían de valentía para aceptar sus propios problemas, no aceptar. Las manos de la joven decoradas con unos pocos anillos se entremezclan en su melena sedosa recién lavada perfumada por un aroma floral a estrenar, nadie la había ensuciado todavía. Aceptar era de cobarde, asumir la responsabilidad de lo que hiciste era realmente una acción valerosa y ella estaba allí sentada escuchando sus palabras cual miel para las abejas la endulzaba por más que renegara ¿Estaba aceptando que solo sería una puta de por vida, o asumiendo que lo era y actuando en consecuencia? ¿Y eso la transformaría en una joven asustada o por el contrario, egocéntrica por sobreponer su propio anhelo antes que el de los clientes y su propio proxeneta? -¿No le interesa lo único que soy capaz de hacer correctamente? ¿Desde cuándo el desafío toca a mi puerta? - Una lengua demasiado filosa y deseosa de peligro. Simplemente demasiado para una cortesana.
Las preguntas fluyen libremente entre su mente y sus labios rosa pálidos, pintados por la duda y la repentina desesperación. Teñido su tono bajo que intentaba engañar con decisión pero no lo lograba, la semilla de la incertidumbre de que posibilidades tenía sino fuera una cortesana jamás habían estado en su mente hasta que un extraño no quería solo sexo de ella sino una charla. Su respiración se contuvo lo suficiente como para que su costal solo resaltara en la medida justa cuando sus ojos lo enceguecieron. Ella tenía el control de la situación, podría ser una conversación previa a la labor pero ahora, dudaba de su propia capacidad demasiado terca en la fantasía que había comenzado a crecer dentro de la joven de cabello rubio y dientes separados. Debía aclarar sus ideas, comprender antes de actuar pero eran demasiadas las incertidumbres que afloraron, quizá siempre estuvieron a flor de piel pero nunca nadie se molestó en rasgar el envoltorio para liberar al vibrante ser que llevaba dentro. No, solo eres una prostituta, solo cumples deseos, solo engañas a la muerte y a la vida.
Pero nuevamente, sus labios fueron veraces, inteligentes propiciando una situación inversa como si aquel hombre fuese su reflejo en el espejo -No quiere gozar sino ser osado. No desea ser como cualquiera sino marcar su propio ritmo ¿Qué tengo por perder? Nada, aunque no quiera aceptarlo sigo siendo una puta sin nada que perder más que la oferta de su compañía. – Sus palabras son convincentes envolviéndola como un manto de agua fría que la hacen reaccionar cuando se inclina sobre el taburete acortando la distancia siendo capaz de sentir la respiración ajena rozando su propia piel, sintiendo como la sangre corría más deprisa por donde el calor aumentaba sin ser siquiera tocada -Trabajaré. Usted contratará mis servicios por las horas que me prive de la libertad aunque el término de “servicios” será a su libre elección. Ya le advertí que solo se ser puta de cuerpo, no de palabras y ahora debe atenerse a las consecuencias. – Su sonrisa no era libidinosa sino determinada, había decidido el curso de su vida por primera vez desde que tenía memoria. Lo que antes era lujuria por una fracción de segundo se mimetizó en algo realmente genuino que exponía el espacio entre sus dientes al cual ya estaba acostumbrada pese al rechazo del mundo. Dañada por ser diferente, y ellos perfectamente idiotas por ser iguales. La rebeldía tenía un gusto agrio y quemaba en su garganta con cada palabra que aceptaba una invitación que nunca antes le hicieron. Abnegación a su profesión presiono su mirada que dejó su firmeza para ser sumisa ante las nuevas palabras del castaño obligándola a entreabrir sus labios tensos intentado retomar su propio control. No podía olvidar que por más sueño que deseara volar, al despertar seguiría siendo una cortesana corriente. -Si vamos a hablar, pasaré del suero de la verdad al que llaman alcohol y prefiero ser consciente de las irracionalidades que dicten mis labios. Solo quiero agua – Sus ojos eran penetrantes y severos. No estaba cómoda con el cambio que él estaba proponiendo. De la cama nacía y en la cama moriría pero allí aquel hombre ofreciéndole una elección de la que siempre le privaron, poder decidir donde trabajar y qué hacer. O ser. Y no quería ser atendida por lo que su cuerpo se separa del banquillo para traspasar la barra haciéndose con una jarra cristalina con la que rellena su copa todavía olvidada sobre la mesa sin siquiera observarlo hasta que la lleva a sus labios para beber un sorbo que calma el fuego que hervía en su interior – Bien Johann, guíeme en esta aventura.
Las preguntas fluyen libremente entre su mente y sus labios rosa pálidos, pintados por la duda y la repentina desesperación. Teñido su tono bajo que intentaba engañar con decisión pero no lo lograba, la semilla de la incertidumbre de que posibilidades tenía sino fuera una cortesana jamás habían estado en su mente hasta que un extraño no quería solo sexo de ella sino una charla. Su respiración se contuvo lo suficiente como para que su costal solo resaltara en la medida justa cuando sus ojos lo enceguecieron. Ella tenía el control de la situación, podría ser una conversación previa a la labor pero ahora, dudaba de su propia capacidad demasiado terca en la fantasía que había comenzado a crecer dentro de la joven de cabello rubio y dientes separados. Debía aclarar sus ideas, comprender antes de actuar pero eran demasiadas las incertidumbres que afloraron, quizá siempre estuvieron a flor de piel pero nunca nadie se molestó en rasgar el envoltorio para liberar al vibrante ser que llevaba dentro. No, solo eres una prostituta, solo cumples deseos, solo engañas a la muerte y a la vida.
Pero nuevamente, sus labios fueron veraces, inteligentes propiciando una situación inversa como si aquel hombre fuese su reflejo en el espejo -No quiere gozar sino ser osado. No desea ser como cualquiera sino marcar su propio ritmo ¿Qué tengo por perder? Nada, aunque no quiera aceptarlo sigo siendo una puta sin nada que perder más que la oferta de su compañía. – Sus palabras son convincentes envolviéndola como un manto de agua fría que la hacen reaccionar cuando se inclina sobre el taburete acortando la distancia siendo capaz de sentir la respiración ajena rozando su propia piel, sintiendo como la sangre corría más deprisa por donde el calor aumentaba sin ser siquiera tocada -Trabajaré. Usted contratará mis servicios por las horas que me prive de la libertad aunque el término de “servicios” será a su libre elección. Ya le advertí que solo se ser puta de cuerpo, no de palabras y ahora debe atenerse a las consecuencias. – Su sonrisa no era libidinosa sino determinada, había decidido el curso de su vida por primera vez desde que tenía memoria. Lo que antes era lujuria por una fracción de segundo se mimetizó en algo realmente genuino que exponía el espacio entre sus dientes al cual ya estaba acostumbrada pese al rechazo del mundo. Dañada por ser diferente, y ellos perfectamente idiotas por ser iguales. La rebeldía tenía un gusto agrio y quemaba en su garganta con cada palabra que aceptaba una invitación que nunca antes le hicieron. Abnegación a su profesión presiono su mirada que dejó su firmeza para ser sumisa ante las nuevas palabras del castaño obligándola a entreabrir sus labios tensos intentado retomar su propio control. No podía olvidar que por más sueño que deseara volar, al despertar seguiría siendo una cortesana corriente. -Si vamos a hablar, pasaré del suero de la verdad al que llaman alcohol y prefiero ser consciente de las irracionalidades que dicten mis labios. Solo quiero agua – Sus ojos eran penetrantes y severos. No estaba cómoda con el cambio que él estaba proponiendo. De la cama nacía y en la cama moriría pero allí aquel hombre ofreciéndole una elección de la que siempre le privaron, poder decidir donde trabajar y qué hacer. O ser. Y no quería ser atendida por lo que su cuerpo se separa del banquillo para traspasar la barra haciéndose con una jarra cristalina con la que rellena su copa todavía olvidada sobre la mesa sin siquiera observarlo hasta que la lleva a sus labios para beber un sorbo que calma el fuego que hervía en su interior – Bien Johann, guíeme en esta aventura.
Matilda Dumott- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 22/11/2013
Temas similares
» Our blood, our bed the same roses||Privado +18
» Roses et de violettes | Privado.
» Red roses mark our destiny - Privado
» Roses have thorns too
» Writing with sopping roses
» Roses et de violettes | Privado.
» Red roses mark our destiny - Privado
» Roses have thorns too
» Writing with sopping roses
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour