AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un paseo por París (Libre)
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Un paseo por París (Libre)
El frío se adhería a mi piel sin piedad, y yo comenzaba a maldecirme interiormente por no haber traído algo de abrigo. El calor de la ira había desaparecido, dejándome expuesta a la gélida brisa que recorría mi rostro y escote, poniéndome la carne de gallina.
Pero no iba a dejar que nadie lo notase, por lo que mantuve una buena pose, con la barbilla siempre alta y caminando con seguridad, como si realmente me dirigiera a algún sitio en concreto.
Mi mente volvió a aquella última conversación con mi madre que tan mal sabor de boca me había dejado.
"-Vamos Molly, no tenemos toda la mañana.
-Ya estoy lista pero, ¿a casa de quién vamos, madre?
-De un compañero de tu padre, un oficial muy distinguido entre la armada, ni más ni menos.
-¿Y por qué debería asistir yo a tal visita?- no me fiaba del tono alegre y excitado son el que mi madre hablaba.
-Deja de hacer tantas preguntas y marchémonos ya, o llegaremos tarde.
-No."
En ese momento, mi madre comenzó una acalorada discusión, en la cual descubrí que pretendía acordar un matrimonio entre el hijo del oficial y yo. ¡Sin consultarme antes! El mero hecho de pensarlo me hizo fruncir el ceño y caminar con más agresividad.
No me importaba la riña que me esperaría en casa más tarde, a pesar del frío y mi ira que iba y venía por momentos. Paseé durante horas hasta haberme calmado, y aminoré el paso, pensativa.
Pero no iba a dejar que nadie lo notase, por lo que mantuve una buena pose, con la barbilla siempre alta y caminando con seguridad, como si realmente me dirigiera a algún sitio en concreto.
Mi mente volvió a aquella última conversación con mi madre que tan mal sabor de boca me había dejado.
"-Vamos Molly, no tenemos toda la mañana.
-Ya estoy lista pero, ¿a casa de quién vamos, madre?
-De un compañero de tu padre, un oficial muy distinguido entre la armada, ni más ni menos.
-¿Y por qué debería asistir yo a tal visita?- no me fiaba del tono alegre y excitado son el que mi madre hablaba.
-Deja de hacer tantas preguntas y marchémonos ya, o llegaremos tarde.
-No."
En ese momento, mi madre comenzó una acalorada discusión, en la cual descubrí que pretendía acordar un matrimonio entre el hijo del oficial y yo. ¡Sin consultarme antes! El mero hecho de pensarlo me hizo fruncir el ceño y caminar con más agresividad.
No me importaba la riña que me esperaría en casa más tarde, a pesar del frío y mi ira que iba y venía por momentos. Paseé durante horas hasta haberme calmado, y aminoré el paso, pensativa.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Un paseo por París (Libre)
Por fin un día libre, hacía ya dos semanas que no podía disfrutar de la noche a mi gusto. Voy vestido con un pantalón de corte recto de color beige claro, una camisa de finas lineas azules dibujando cuadrados y por encima una americana oscura a juego con mi pantalón. hoy es una noche bastante fría, a mi no me importan las bajas temperaturas, pero al contrario de mí, el resto de gente se tapa como puede cubriéndose del gélido viento que sopla por las calles.
Camino sin rumbo fijo, solo paseando disfrutando de la noche parisina. En la esquina veo un pareja de policías, están hablando entre ellos con sonrisas en sus caras. Ando hacía ellos y me paro a su lado.
-Buenas noches agentes.- Les saludo sonriente. -Hombre, agente Xanaddo. No es su día libre hoy?- Me pregunta uno de ellos, me mira animado. -Hola agente. ¿Que tal su paseo?- Me pregunta el otro. -Si, hoy es mi día libre. ¿Que tal la patrulla?- Pregunto sin responder al la pregunta del paseo. -Pues algo tranquila, aunque estamos vigilando por si vemos a Pablo "el manos". Nos dijeron que esta por aquí.- Me comenta informándome. Yo lo escucho, pero la vista se me va a la otra esquina, donde veo una chica con aire soberbio y vestida elegantemente. Su rostro es juvenil y bello, bastante tarde para que una chica como ella camine sola por la ciudad, en su rostro puedo ver como esta helada de frío, pero lucha por que no se note. Miro a los policías. -Pedro "el manos" No se yo si lo encontrareis.- Les digo mirando de reojo a la chica que se acerca a nosotros pensativa, yo tan solo permanezco mirándola y escuchando a los policías como mee cuentan mas sobre su búsqueda.
Camino sin rumbo fijo, solo paseando disfrutando de la noche parisina. En la esquina veo un pareja de policías, están hablando entre ellos con sonrisas en sus caras. Ando hacía ellos y me paro a su lado.
-Buenas noches agentes.- Les saludo sonriente. -Hombre, agente Xanaddo. No es su día libre hoy?- Me pregunta uno de ellos, me mira animado. -Hola agente. ¿Que tal su paseo?- Me pregunta el otro. -Si, hoy es mi día libre. ¿Que tal la patrulla?- Pregunto sin responder al la pregunta del paseo. -Pues algo tranquila, aunque estamos vigilando por si vemos a Pablo "el manos". Nos dijeron que esta por aquí.- Me comenta informándome. Yo lo escucho, pero la vista se me va a la otra esquina, donde veo una chica con aire soberbio y vestida elegantemente. Su rostro es juvenil y bello, bastante tarde para que una chica como ella camine sola por la ciudad, en su rostro puedo ver como esta helada de frío, pero lucha por que no se note. Miro a los policías. -Pedro "el manos" No se yo si lo encontrareis.- Les digo mirando de reojo a la chica que se acerca a nosotros pensativa, yo tan solo permanezco mirándola y escuchando a los policías como mee cuentan mas sobre su búsqueda.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/02/2013
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Re: Un paseo por París (Libre)
Se hizo de noche y yo seguía sin deseos de volver a casa. Las manos se me estaban quedando inmóviles y tenía las mejillas sonrosadas. Sin embargo, me había acostumbrado al frío, aunque lo más probable es que cogiera un resfriado, pero ya nada de eso me importaba. No quería volver a casa y enfrentarme a mi madre de nuevo, estaba cansada de sus caprichos y el modo en que decidía sobre mi vida.
¿Acaso era tan sumamente importante el matrimonio? ¿Es que no podía valerme por mí misma? Y con cierta amargura admití que en ese punto mi madre tenía razón, ninguna mujer de buena cuna podrá prosperar sin un marido. No lo soportaba, no quería ser la dueña de nadie y menos de un desconocido.
Suspiré, más triste que enfadada ya. Entonces escuché unas voces varoniles cerca de mí, y no pude evitar echar una mirada. Dos policías uniformados y un joven conversaban, y el último me miraba descaradamente a los ojos.
Tenía un aspecto muy atractivo, y a la vez me inquietaba, pues su tez blanca era demasiado perfecta, así como sus rasgos. Vestía de forma correcta, como cualquier caballero respetable lo haría. Le devolví la mirada sin intimidarme, una mirada seria y grave, pero que dejaba entrever en mis ojos un rastro pícaro y provocativo.
Una mirada que decía a todas claras: ¿qué estas mirando? y que invitaba a aquel joven a apartar las pupilas o, al menos, a acercarse a ella.
Me iba acercando a aquel grupo y seguíamos el uno fijo en el otro, pero cuando la distancia me pareció inadecuada, aparté la mirada. Alzando la barbilla y con los ojos fijos al frente, pasé por su lado fingiendo no haberlos visto.
¿Acaso era tan sumamente importante el matrimonio? ¿Es que no podía valerme por mí misma? Y con cierta amargura admití que en ese punto mi madre tenía razón, ninguna mujer de buena cuna podrá prosperar sin un marido. No lo soportaba, no quería ser la dueña de nadie y menos de un desconocido.
Suspiré, más triste que enfadada ya. Entonces escuché unas voces varoniles cerca de mí, y no pude evitar echar una mirada. Dos policías uniformados y un joven conversaban, y el último me miraba descaradamente a los ojos.
Tenía un aspecto muy atractivo, y a la vez me inquietaba, pues su tez blanca era demasiado perfecta, así como sus rasgos. Vestía de forma correcta, como cualquier caballero respetable lo haría. Le devolví la mirada sin intimidarme, una mirada seria y grave, pero que dejaba entrever en mis ojos un rastro pícaro y provocativo.
Una mirada que decía a todas claras: ¿qué estas mirando? y que invitaba a aquel joven a apartar las pupilas o, al menos, a acercarse a ella.
Me iba acercando a aquel grupo y seguíamos el uno fijo en el otro, pero cuando la distancia me pareció inadecuada, aparté la mirada. Alzando la barbilla y con los ojos fijos al frente, pasé por su lado fingiendo no haberlos visto.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Localización : Nuevamente en París.
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Re: Un paseo por París (Libre)
La chica pasa por mi lado con aire altivo, haciendo ver que no nos ha visto. Pero cundo nuestras miradas se cruzaron pude ver un atisbo de deseo. -Pues si, fue el agente Gomez quien lo vio y se le escapo.- explica, pero yo estoy distraído, estoy mirando a la chica, pensando en que si de verdad esta por aquí Pedro "el manos" esa chica llamará su atención. Cuando veo que se aleja dos manzanas, observo que la calle esta completamente vacía, tan solo un poco mas lejos veo un hombre girar en un callejon.
-Bueno agentes . yo me marcho llego tarde a un lugar.- Les digo despidiéndome -Buena patrulla.- Ellos me miran sonrientes y se despiden con un gesto con la mano y diciéndome buenas noches casi a la vez.
Me giro y comienzo a caminar tranquilo, siguiendo a la chica, dejando al menos dos calles de distancia entre nosotros. Cualquiera diría que la acecho, pero la verdad es que no estoy tranquilo, es un llamativo dulce en estos agrios rincones de París. Doy un vistazo hacía los agentes, y tan solo veo uno, y se aleja en dirección contraría a mí. Me giro de nuevo pero la chica ya no esta. Supongo que ha girado en alguna esquina.
Avanzo a paso algo mas ligero para llegar a donde la perdí de vista. El viento aumenta su fuerza, trayendo mas frío con él. Miro a mi alrededor, no veo a nadie y activo mis sentidos, asegurándome así que no hay nadie en las cercanías. Miro hacia arriba del edificio que queda a mi lado y de un salto subo a su tejado. Desde aquí arriba veo mucha ciudad de mi alrededor. Pero de las cercanías no, así que decido correr por los tejados y es una buena decisión, avanzo a grandes zancadas. -Hola bonita, parece que tienes frío.- Escucho un hombre hablar y corro un poco mas llegando al callejón en unos segundos.
Me asomo en silencio y veo como la chica avanza por el callejón, y un hombre va tras ella. Jamas comprenderé por que las chicas se meten solas en estos callejones. La de casos de asesinatos que investigo de chicas muertas en calles dejadas de la mano de dios. Me quedo unos instantes observando lo que hacen.
-Bueno agentes . yo me marcho llego tarde a un lugar.- Les digo despidiéndome -Buena patrulla.- Ellos me miran sonrientes y se despiden con un gesto con la mano y diciéndome buenas noches casi a la vez.
Me giro y comienzo a caminar tranquilo, siguiendo a la chica, dejando al menos dos calles de distancia entre nosotros. Cualquiera diría que la acecho, pero la verdad es que no estoy tranquilo, es un llamativo dulce en estos agrios rincones de París. Doy un vistazo hacía los agentes, y tan solo veo uno, y se aleja en dirección contraría a mí. Me giro de nuevo pero la chica ya no esta. Supongo que ha girado en alguna esquina.
Avanzo a paso algo mas ligero para llegar a donde la perdí de vista. El viento aumenta su fuerza, trayendo mas frío con él. Miro a mi alrededor, no veo a nadie y activo mis sentidos, asegurándome así que no hay nadie en las cercanías. Miro hacia arriba del edificio que queda a mi lado y de un salto subo a su tejado. Desde aquí arriba veo mucha ciudad de mi alrededor. Pero de las cercanías no, así que decido correr por los tejados y es una buena decisión, avanzo a grandes zancadas. -Hola bonita, parece que tienes frío.- Escucho un hombre hablar y corro un poco mas llegando al callejón en unos segundos.
Me asomo en silencio y veo como la chica avanza por el callejón, y un hombre va tras ella. Jamas comprenderé por que las chicas se meten solas en estos callejones. La de casos de asesinatos que investigo de chicas muertas en calles dejadas de la mano de dios. Me quedo unos instantes observando lo que hacen.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/02/2013
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Re: Un paseo por París (Libre)
Continué sin girarme, y vi que la calle giraba varias veces hacia la derecha y cada vez me resultaba menos conocida. Comencé a dudar de si debería seguir, y me planteé darme media vuelta para volver a la calle principal. Estaba a punto de hacerlo cuando escuche unos pasos detrás de mí, algo alejados.
No me atreví a ver quién era, y proseguí mi camino con mayor rapidez. Al doblar un recodo hacia calles más oscuras y de aspecto pobre dejé de escuchar aquellos pasos, y mis músculos se relajaron un poco. Sin embargo, tras recorrer un pequeño trecho volví a sentir que alguien me seguía, solo que esta vez parecía estar mucho más cerca de mí y su caminar era bastante torpe y agresivo.
El miedo comenzó a recorrer mi cuerpo, y sentí el impulso de salir corriendo, pero no lo hice. Ingenua, intenté convencerme a mí misma de que no era nadie, sólo alguien que volvía a su casa tras un largo día de trabajo. Me aferré a aquella idea, y conseguí calmarme un poco, pero sólo hasta que oí su voz ebria y enfermiza.
-Hola bonita, parece que tienes frío.
El pánico atenazó mi garganta de inmediato, y me comenzaron a temblar las piernas. Un sudor frío recorrió mi espalda y mi nuca al descubierto.
La adrenalina aceleró mi paso, a pesar de que las piernas me fallaban por momentos, y los bajos del vestido se me enredaban en los tobillos, para colmo. Los pasos ganaban terreno, y yo era incapaz de continuar con mayor rapidez sin terminar corriendo.
-Espere señorita, sólo quiero un poco de compañía-una carcajada que denotaba cierta locura me puso los pelos de punta-. Oh vamos, no voy a hacerle daño, aunque puede que un poco... si usted se resiste.
No pude soportarlo más, me lancé a la carrera sin pensar en nada. Me sujeté el vestido a duras penas, pero se enrollaba en mis pantorrillas y perdía el equilibrio por momentos. La calle giraba bruscamente, estrechándose demasiado como para que yo pudiera cambiar de dirección. Choqué bruscamente contra la pared, dándome un fuerte golpe en la cabeza y acabando de rodillas en el suelo, mareada y con los ojos deformados por el miedo. Intenté levantarme, pero mi cuerpo sudoroso y débil no parecía tener fuerzas para seguir.
Un fuerte dolor en la frente me hizo llevarme la mano ahí, y descubrí con horror como un hilo de sangre me recorría el rostro. Comencé a tiritar, al borde de la inconsciencia. Observé a mi agresor con los ojos desorbitados.
Se acercaba con una sonrisa exultante y una mirada repugnante y lasciva. Se agachó junto a mí mientras yo me encogía para evitar su contacto. Se rió con malicia ante mi reacción, y me agarró un brazo bruscamente para acercarme a él.
-¡No me toque!- grité aterrorizada.
Noté su aliento fétido de alcohol junto a mi mejilla, y sentí náuseas.
-No te resistas, pequeña, o las cosas se pondrán muy feas.
Comencé a sollozar, pensando en por qué habría salido sola aquella maldita noche.
No me atreví a ver quién era, y proseguí mi camino con mayor rapidez. Al doblar un recodo hacia calles más oscuras y de aspecto pobre dejé de escuchar aquellos pasos, y mis músculos se relajaron un poco. Sin embargo, tras recorrer un pequeño trecho volví a sentir que alguien me seguía, solo que esta vez parecía estar mucho más cerca de mí y su caminar era bastante torpe y agresivo.
El miedo comenzó a recorrer mi cuerpo, y sentí el impulso de salir corriendo, pero no lo hice. Ingenua, intenté convencerme a mí misma de que no era nadie, sólo alguien que volvía a su casa tras un largo día de trabajo. Me aferré a aquella idea, y conseguí calmarme un poco, pero sólo hasta que oí su voz ebria y enfermiza.
-Hola bonita, parece que tienes frío.
El pánico atenazó mi garganta de inmediato, y me comenzaron a temblar las piernas. Un sudor frío recorrió mi espalda y mi nuca al descubierto.
La adrenalina aceleró mi paso, a pesar de que las piernas me fallaban por momentos, y los bajos del vestido se me enredaban en los tobillos, para colmo. Los pasos ganaban terreno, y yo era incapaz de continuar con mayor rapidez sin terminar corriendo.
-Espere señorita, sólo quiero un poco de compañía-una carcajada que denotaba cierta locura me puso los pelos de punta-. Oh vamos, no voy a hacerle daño, aunque puede que un poco... si usted se resiste.
No pude soportarlo más, me lancé a la carrera sin pensar en nada. Me sujeté el vestido a duras penas, pero se enrollaba en mis pantorrillas y perdía el equilibrio por momentos. La calle giraba bruscamente, estrechándose demasiado como para que yo pudiera cambiar de dirección. Choqué bruscamente contra la pared, dándome un fuerte golpe en la cabeza y acabando de rodillas en el suelo, mareada y con los ojos deformados por el miedo. Intenté levantarme, pero mi cuerpo sudoroso y débil no parecía tener fuerzas para seguir.
Un fuerte dolor en la frente me hizo llevarme la mano ahí, y descubrí con horror como un hilo de sangre me recorría el rostro. Comencé a tiritar, al borde de la inconsciencia. Observé a mi agresor con los ojos desorbitados.
Se acercaba con una sonrisa exultante y una mirada repugnante y lasciva. Se agachó junto a mí mientras yo me encogía para evitar su contacto. Se rió con malicia ante mi reacción, y me agarró un brazo bruscamente para acercarme a él.
-¡No me toque!- grité aterrorizada.
Noté su aliento fétido de alcohol junto a mi mejilla, y sentí náuseas.
-No te resistas, pequeña, o las cosas se pondrán muy feas.
Comencé a sollozar, pensando en por qué habría salido sola aquella maldita noche.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Un paseo por París (Libre)
Desde lo alto del edificio observo la escena, buscando el momento idóneo para bajar de un salto sin ser visto. No me gusta la reacción de la mayoría de humanos al saber mi condición, por lo general se aterrorizan o desconfían de mi. No les culpo, mi raza ha exterminado a los suyos desde hace milenios, convirtiéndonos en sus peores pesadillas. Por lo que mejor pasar desapercibido.
La joven comienza a caminar rápido, se nota en su forma de andar que tiene miedo.
-Espere señorita, sólo quiero un poco de compañía- Le dice el tipo y suelta una carcajada macabra. -Oh vamos, no voy a hacerle daño, aunque puede que un poco... si usted se resiste.- El hombre se esta buscando un buen castigo. Mientras yo este cerca ninguna dama será dañada.
La joven asustada del todo comienza a correr con su perseguidor pisándole los talones, veo como casi cae un par de veces al suelo por culpa de su largo vestido. En ese momento me dispongo a saltar pero la chica gira en una esquina y los pierdo a los dos de vista. Salto al callejón y usando mi velocidad sobre humana voy hasta la esquina y los veo ambos, ella esta en el suelo apoyada contra una pared y un intenso olor a sangre despierta mi sed, con la fortuna d que me había alimentado la noche anterior y el deseo es mas controlable. "El manos" se agacha echándose encima de ella, cogiéndola con fuerza de la muñeca para que no se moviera.
-¡No me toque!- Grita la chica con autentico terror en su voz. El hombre pega su cara a la de ella. -No te resistas, pequeña, o las cosas se pondrán muy feas.- Le dice con un susurro que puedo oír desde mi posición, y la ira se apodera de mi cuando escucho los sollozos y veo las lagrimas en la mejilla de la joven dama. Uno la punta de mi pulgar con la punta del indice y meto ambos dedos en mi boca para silbar y así llamar su atención. Lo hago y cundo veo que el hombre comienza a girarse confuso y alerta, corro hacía él, poniéndome a un lado. -¡¿Pero que diablos?!- Es lo único que llega a decir antes de que mi puño impacte contra su pómulo con toda mi fuerza. Se escucha un "crack" seco en la cara del violador, que vuela un par de metros de lado antes de cara al suelo sangrando por la nariz y la oreja.
Lo miro, tirado en el suelo como un trapo y escupo sobre él. Miro a la chica, con gesto preocupado y le ofrezco mi mano para ayudarla a levantarse. -Tranquila, ya está a salvo my lady.- Le digo con tono protector y seguridad en mi rostro. Es cuando le veo la pequeña brecha en la frente d donde un finísimo hilo de sangre fluye. Respiro hondo para que no se me note. -Se encuentra bien señorita?- Le pregunto preocupándome y saco un pañuelo con el que, con cuidado, lipio la herida de la chica.
-Soy policía my lady. Me llamo Zirano. Le digo con una sonrisa protectora y amable. No quiero que se asuste, quiero tranquilizarla y hacerle saber que conmigo no corre ningún peligro. No la suelto de la mano, sin apretar, solo la mantengo cogida y cundo se repone un poco. -¿Donde vive my lady?- Le pregunto con tono seguro. -No la voy a dejar sola.-
La joven comienza a caminar rápido, se nota en su forma de andar que tiene miedo.
-Espere señorita, sólo quiero un poco de compañía- Le dice el tipo y suelta una carcajada macabra. -Oh vamos, no voy a hacerle daño, aunque puede que un poco... si usted se resiste.- El hombre se esta buscando un buen castigo. Mientras yo este cerca ninguna dama será dañada.
La joven asustada del todo comienza a correr con su perseguidor pisándole los talones, veo como casi cae un par de veces al suelo por culpa de su largo vestido. En ese momento me dispongo a saltar pero la chica gira en una esquina y los pierdo a los dos de vista. Salto al callejón y usando mi velocidad sobre humana voy hasta la esquina y los veo ambos, ella esta en el suelo apoyada contra una pared y un intenso olor a sangre despierta mi sed, con la fortuna d que me había alimentado la noche anterior y el deseo es mas controlable. "El manos" se agacha echándose encima de ella, cogiéndola con fuerza de la muñeca para que no se moviera.
-¡No me toque!- Grita la chica con autentico terror en su voz. El hombre pega su cara a la de ella. -No te resistas, pequeña, o las cosas se pondrán muy feas.- Le dice con un susurro que puedo oír desde mi posición, y la ira se apodera de mi cuando escucho los sollozos y veo las lagrimas en la mejilla de la joven dama. Uno la punta de mi pulgar con la punta del indice y meto ambos dedos en mi boca para silbar y así llamar su atención. Lo hago y cundo veo que el hombre comienza a girarse confuso y alerta, corro hacía él, poniéndome a un lado. -¡¿Pero que diablos?!- Es lo único que llega a decir antes de que mi puño impacte contra su pómulo con toda mi fuerza. Se escucha un "crack" seco en la cara del violador, que vuela un par de metros de lado antes de cara al suelo sangrando por la nariz y la oreja.
Lo miro, tirado en el suelo como un trapo y escupo sobre él. Miro a la chica, con gesto preocupado y le ofrezco mi mano para ayudarla a levantarse. -Tranquila, ya está a salvo my lady.- Le digo con tono protector y seguridad en mi rostro. Es cuando le veo la pequeña brecha en la frente d donde un finísimo hilo de sangre fluye. Respiro hondo para que no se me note. -Se encuentra bien señorita?- Le pregunto preocupándome y saco un pañuelo con el que, con cuidado, lipio la herida de la chica.
-Soy policía my lady. Me llamo Zirano. Le digo con una sonrisa protectora y amable. No quiero que se asuste, quiero tranquilizarla y hacerle saber que conmigo no corre ningún peligro. No la suelto de la mano, sin apretar, solo la mantengo cogida y cundo se repone un poco. -¿Donde vive my lady?- Le pregunto con tono seguro. -No la voy a dejar sola.-
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Un paseo por París (Libre)
Todo ocurrió muy deprisa. Un momento antes tenía a aquel hombre mugriento y pervertido sobre mí, y yo me temía lo peor, invadida por el pánico mientras sollozaba sin cesar, cuando de repente un silbido agudo e increíblemente fuerte hizo que el agresor liberara mi brazo magullado.
Le escuché exclamar algo, tan sorprendido como yo, pero incapaz de entender sus palabras entre aquella conmoción. En un segundo, el hombre salió despedido dos metros por el aire y cayó con un fuerte golpe en el sucio asfalto. Descubrí ante mí a un joven en la penumbra, el que había golpeado con tanta rapidez y brutalidad a aquel violador desalmado.
Vi que sus labios se movían en la oscuridad, pero aún no podía entender nada. Estaba en shock, incapaz de responder o intentar descifrar lo que me decía. Miré su mano tendida unos segundos, con el miedo aún grabado en los ojos. Sus susurros tranquilizadores consiguieron que lograra recomponerme.
Acepté la mano y me incorporé, entonces reconocí su rostro. Era el hombre que estaba hablando con aquellos oficiales, y poco a poco comencé a relajarme. Me explicó que era policía mientras me limpiaba la herida de la frente gentilmente, quizá con demasiada naturalidad, como si estuviera forzándolo.
Una vez volví al presente, conseguí articular débilmente.
-Gra... gracias-la voz se me quebró, pero conseguí aguantar, sin venirme abajo.
Asentí ante su propuesta de llevarme a casa, aliviada.
-Mi nombre es Molly, Molly Winslet -volví a asentir, dándome ánimos a responder-. No muy lejos de aquí, pero con acompañarme a la avenida será suficiente, caballero.
Intenté parecer decidida y segura, y componer un débil intento de sonrisa. Su mano me transmitía seguridad y calidez, pero la solté con delicadeza, algo que me devolvió aquella inestabilidad. Tras ello, me dispuse a dar un paso, pero me tambaleé bruscamente, mareada aún. Me apoyé en la pared, intentando recobrar el aliento con fuerza, y evitando que los sollozos volvieran a surgir de mi garganta.
-Oh, no se preocupe- le dije con calma-. Es... estoy perfectamente.
Tardé unos minutos en volver a respirar con normalidad, me sacudí el vestido y arreglé un poco el nido en que se había convertido mi pelo, avergonzada ante la mirada preocupada del policía. Le miré intentando parecer tranquila y seria, y le indiqué que volviéramos con un hilo de voz.
Su presencia era una bendición allí, me había salvado de la muerte, o de algo mucho peor quizá, sabía mi que padre sabría agradecérselo amablemente, pues el también era un oficial, y seguro que conocía su nombre.
Caminamos algunos metros, pero las piernas me cedieron, y entonces me di cuenta plena del frío que tenía y lo débil que me encontraba. Me apoyé en su hombro sin quererlo, pero intenté avanzar a duras penas, frotándome los brazos.
-Per... perdone- me sentía aturdida y avergonzada.
Le escuché exclamar algo, tan sorprendido como yo, pero incapaz de entender sus palabras entre aquella conmoción. En un segundo, el hombre salió despedido dos metros por el aire y cayó con un fuerte golpe en el sucio asfalto. Descubrí ante mí a un joven en la penumbra, el que había golpeado con tanta rapidez y brutalidad a aquel violador desalmado.
Vi que sus labios se movían en la oscuridad, pero aún no podía entender nada. Estaba en shock, incapaz de responder o intentar descifrar lo que me decía. Miré su mano tendida unos segundos, con el miedo aún grabado en los ojos. Sus susurros tranquilizadores consiguieron que lograra recomponerme.
Acepté la mano y me incorporé, entonces reconocí su rostro. Era el hombre que estaba hablando con aquellos oficiales, y poco a poco comencé a relajarme. Me explicó que era policía mientras me limpiaba la herida de la frente gentilmente, quizá con demasiada naturalidad, como si estuviera forzándolo.
Una vez volví al presente, conseguí articular débilmente.
-Gra... gracias-la voz se me quebró, pero conseguí aguantar, sin venirme abajo.
Asentí ante su propuesta de llevarme a casa, aliviada.
-Mi nombre es Molly, Molly Winslet -volví a asentir, dándome ánimos a responder-. No muy lejos de aquí, pero con acompañarme a la avenida será suficiente, caballero.
Intenté parecer decidida y segura, y componer un débil intento de sonrisa. Su mano me transmitía seguridad y calidez, pero la solté con delicadeza, algo que me devolvió aquella inestabilidad. Tras ello, me dispuse a dar un paso, pero me tambaleé bruscamente, mareada aún. Me apoyé en la pared, intentando recobrar el aliento con fuerza, y evitando que los sollozos volvieran a surgir de mi garganta.
-Oh, no se preocupe- le dije con calma-. Es... estoy perfectamente.
Tardé unos minutos en volver a respirar con normalidad, me sacudí el vestido y arreglé un poco el nido en que se había convertido mi pelo, avergonzada ante la mirada preocupada del policía. Le miré intentando parecer tranquila y seria, y le indiqué que volviéramos con un hilo de voz.
Su presencia era una bendición allí, me había salvado de la muerte, o de algo mucho peor quizá, sabía mi que padre sabría agradecérselo amablemente, pues el también era un oficial, y seguro que conocía su nombre.
Caminamos algunos metros, pero las piernas me cedieron, y entonces me di cuenta plena del frío que tenía y lo débil que me encontraba. Me apoyé en su hombro sin quererlo, pero intenté avanzar a duras penas, frotándome los brazos.
-Per... perdone- me sentía aturdida y avergonzada.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Un paseo por París (Libre)
-Gra... gracias- Dice la chica con voz temblorosa, intenta aguantar de pie, haciendo ver que no a ocurrido nada y asiente con su cabeza. -Mi nombre es Molly, Molly Winslet - dice asintiendo con seguridad -No muy lejos de aquí, pero con acompañarme a la avenida será suficiente, caballero.- me dice con un intento de sonrisa y yo le sonrío con dulzura, no se de que pero su apellido me resulta muy familiar.
-Molly, un nombre precioso.- Le digo asintiendo gentilmente, ella me suelta la mano con delicadeza, y intenta parecer segura y cuando da un paso se tambalea casi cayendo, y queda apoyada en la pared con una mueca triste. Yo en es instante doy un paso hacia ella preocupado. -Se encuentra bien my lady? Seguro?...- Le pregunto. -Oh, no se preocupe- Me dice con calma. -Es... estoy perfectamente.- Y se queda apoyada contra la pared, recuperándose.
Yo solo la observo, viendo como esta afectada, pero quiere sobreponerse. Me giro y miro al violador, echo mi mano a mi espalda y cojo las esposas, le pongo una en la muñeca del tipo y la otra en una tubería resistente, sigue inconsciente. -Mas tarde volveré a por ti.- Lo dejo allí esposado y vuelvo junto a Molly.
La bella dama comienza a respirar algo mas tranquila, pero yo sigo preocupado, se ha tenido que dar un buen golpe. Ella comienza a arreglarse un poco la ropa y el pelo, me mira con vergüenza, indicándome que podíamos irnos. Asiento y camino a su lado, observándola, pero sin mantener mi mirada en ella.
Solo hemos andado unos pocos metros, yo estaba distraído pensando en su apellido. Winslet. Puede ser que sea un agente del turno de día? puede ser, y cuando voy a preguntárselo noto que Molly se apoya en mi hombro. Se esta frotando los brazos con cara de frió y cansancio. -Per...perdone.- Me dice mirándome con vergüenza.
Me avergüenzo por no haberla abrigado. Excusa o no, al yo no notar el frío, ni siquiera pienso en él.
Sin decir nada, me quito mi americana y se la pongo sobre los hombros, abrochando el botón superior para que le quede como una capa. -Perdóneme a mi my lady.- Le digo con una sonrisa dulce, mimándola. Y sin que se de cuenta, pongo un brazo tras sus rodilla y con el otro cojo a la joven dama del hombro y la levanto en volandas con facilidad. La miro un segundo, sonriendo con su reacción y comienzo a caminar en silencio mirando hacía delante serio. Deben ser mas de la una de la madrugada ya, y las calles están desiertas, y por esta zona ni vagabundos ahí.
Tras pasar por tres callejones; dos mas de los necesarios, pero con mi olfato desarrollado, por el primero que ibamos a ir apestaba. Finalmente llegamos a una calle bastante ancha, justo en su inicio, en la otra punta de la calle esta la avenida y comienzo a caminar por la acera con Molly en brazos, la miro y con curiosidad le pregunto. -¿Que hacía sola a estas horas my lady?- Intento iniciar una conversación, para que se relaje y se le pase el mal trago. Escucho con atención su respuesta, mirándola a los ojos con dulzura y curiosidad. -A si? y eso?- Le pregunto de nuevo.
-Molly, un nombre precioso.- Le digo asintiendo gentilmente, ella me suelta la mano con delicadeza, y intenta parecer segura y cuando da un paso se tambalea casi cayendo, y queda apoyada en la pared con una mueca triste. Yo en es instante doy un paso hacia ella preocupado. -Se encuentra bien my lady? Seguro?...- Le pregunto. -Oh, no se preocupe- Me dice con calma. -Es... estoy perfectamente.- Y se queda apoyada contra la pared, recuperándose.
Yo solo la observo, viendo como esta afectada, pero quiere sobreponerse. Me giro y miro al violador, echo mi mano a mi espalda y cojo las esposas, le pongo una en la muñeca del tipo y la otra en una tubería resistente, sigue inconsciente. -Mas tarde volveré a por ti.- Lo dejo allí esposado y vuelvo junto a Molly.
La bella dama comienza a respirar algo mas tranquila, pero yo sigo preocupado, se ha tenido que dar un buen golpe. Ella comienza a arreglarse un poco la ropa y el pelo, me mira con vergüenza, indicándome que podíamos irnos. Asiento y camino a su lado, observándola, pero sin mantener mi mirada en ella.
Solo hemos andado unos pocos metros, yo estaba distraído pensando en su apellido. Winslet. Puede ser que sea un agente del turno de día? puede ser, y cuando voy a preguntárselo noto que Molly se apoya en mi hombro. Se esta frotando los brazos con cara de frió y cansancio. -Per...perdone.- Me dice mirándome con vergüenza.
Me avergüenzo por no haberla abrigado. Excusa o no, al yo no notar el frío, ni siquiera pienso en él.
Sin decir nada, me quito mi americana y se la pongo sobre los hombros, abrochando el botón superior para que le quede como una capa. -Perdóneme a mi my lady.- Le digo con una sonrisa dulce, mimándola. Y sin que se de cuenta, pongo un brazo tras sus rodilla y con el otro cojo a la joven dama del hombro y la levanto en volandas con facilidad. La miro un segundo, sonriendo con su reacción y comienzo a caminar en silencio mirando hacía delante serio. Deben ser mas de la una de la madrugada ya, y las calles están desiertas, y por esta zona ni vagabundos ahí.
Tras pasar por tres callejones; dos mas de los necesarios, pero con mi olfato desarrollado, por el primero que ibamos a ir apestaba. Finalmente llegamos a una calle bastante ancha, justo en su inicio, en la otra punta de la calle esta la avenida y comienzo a caminar por la acera con Molly en brazos, la miro y con curiosidad le pregunto. -¿Que hacía sola a estas horas my lady?- Intento iniciar una conversación, para que se relaje y se le pase el mal trago. Escucho con atención su respuesta, mirándola a los ojos con dulzura y curiosidad. -A si? y eso?- Le pregunto de nuevo.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Un paseo por París (Libre)
Le observé mientras se quitaba la americana, la cual me puso amablemente sobre los hombros y me abrochó con dulzura. Yo no pude evitar ruborizarme, mirándole con ojos agradecidos.
-Perdóneme a mi my lady.
Sonreí por toda respuesta, aún algo cohibida ante su galantería y valentía. Le admiraba profundamente por lo que había hecho.
De repente, me alzó en volandas como a una niña, evitándome el esfuerzo de caminar en aquel estado. Me sonrió brevemente, viendo la sorpresa en mis ojos, y comenzó a caminar. Su contacto era duro y frío, pero increíblemente agradable. Comencé a relajarme, me sentía segura y tranquila entre sus brazos.
-Es usted muy amable, me ha salvado la vida. Debo agradecérselo enormemente, si no hubiera aparecido...-sacudí la cabeza, desterrando aquellos pensamientos-. Quizá conozca a mi padre, es un oficial del ejército, pero también ejerce en los cuarteles de París como policía local, cuando no requieren sus servicios militares. George Winslet, se pasa el día en el trabajo así que es probable que le suene su nombre.
Seguimos avanzando hasta llegar a la calle que conducía a la avenida principal, bastante más acogedora que las anteriores. Su mirada me sorprendió, tan cerca de la mía que me ponía algo nerviosa. Con curiosidad me preguntó el motivo de por qué estaba allí aquella noche, sola y deambulando sin protección.
Dudé, tenía miedo de ser tomada por caprichosa y ridícula. Pero tras aquella noche, me sentí especialmente confiada con él, además, le debía una explicación. Suspiré apartando los ojos, pensativa referente a lo que me esperaba en casa, casi prefería quedarme en la calle. Volví a clavar mis pupilas en las suyas.
-No creo que le gusten mis razones, son ciertamente injustificables después de lo sucedido...
Apreté los labios, avergonzada por falta de prudencia.
-Verá... mi madre es como cualquier madre adinerada de París. Y está preocupada por mi futuro, por lo que su única obsesión es...-me costaba decirlo, pero finalmente escupí las palabras-.el matrimonio. Pero es tan impulsiva que hoy pretendía concertar una boda con alguien que ni siquiera yo conocía, y sin mi consentimiento. Le voy a ser sincera, no me atrae nada la idea de casarme, ni siquiera con alguien a quien conozca. Creo que aún soy joven, y no me gustaría cometer el mismo error que mis padres. Ellos se casaron por conveniencia, y ahora se aborrecen. Nunca cuentan el uno con el otro, y mi padre pasa la mayor parte del día en el trabajo o en el campo. No me malinterprete, mi padre y yo nos tenemos mucha estima, pero nunca se ha preocupado por mí como lo hace mi madre. Bueno, volviendo al tema, el caso es que huí, no soportaba más los gritos y las acusaciones. Se que he ido demasiado lejos, aunque si le digo la verdad, la idea de volver a casa es ahora menos atractiva que nunca. Mi madre se pondrá furiosa, y mi padre... bueno, supongo que querrá tener una de sus charlas conmigo. Pero al fin y al cabo, me lo merezco.
Aparté la mirada, avergonzada y sintiendo la rabia de nuevo en mi interior.
-Perdóneme a mi my lady.
Sonreí por toda respuesta, aún algo cohibida ante su galantería y valentía. Le admiraba profundamente por lo que había hecho.
De repente, me alzó en volandas como a una niña, evitándome el esfuerzo de caminar en aquel estado. Me sonrió brevemente, viendo la sorpresa en mis ojos, y comenzó a caminar. Su contacto era duro y frío, pero increíblemente agradable. Comencé a relajarme, me sentía segura y tranquila entre sus brazos.
-Es usted muy amable, me ha salvado la vida. Debo agradecérselo enormemente, si no hubiera aparecido...-sacudí la cabeza, desterrando aquellos pensamientos-. Quizá conozca a mi padre, es un oficial del ejército, pero también ejerce en los cuarteles de París como policía local, cuando no requieren sus servicios militares. George Winslet, se pasa el día en el trabajo así que es probable que le suene su nombre.
Seguimos avanzando hasta llegar a la calle que conducía a la avenida principal, bastante más acogedora que las anteriores. Su mirada me sorprendió, tan cerca de la mía que me ponía algo nerviosa. Con curiosidad me preguntó el motivo de por qué estaba allí aquella noche, sola y deambulando sin protección.
Dudé, tenía miedo de ser tomada por caprichosa y ridícula. Pero tras aquella noche, me sentí especialmente confiada con él, además, le debía una explicación. Suspiré apartando los ojos, pensativa referente a lo que me esperaba en casa, casi prefería quedarme en la calle. Volví a clavar mis pupilas en las suyas.
-No creo que le gusten mis razones, son ciertamente injustificables después de lo sucedido...
Apreté los labios, avergonzada por falta de prudencia.
-Verá... mi madre es como cualquier madre adinerada de París. Y está preocupada por mi futuro, por lo que su única obsesión es...-me costaba decirlo, pero finalmente escupí las palabras-.el matrimonio. Pero es tan impulsiva que hoy pretendía concertar una boda con alguien que ni siquiera yo conocía, y sin mi consentimiento. Le voy a ser sincera, no me atrae nada la idea de casarme, ni siquiera con alguien a quien conozca. Creo que aún soy joven, y no me gustaría cometer el mismo error que mis padres. Ellos se casaron por conveniencia, y ahora se aborrecen. Nunca cuentan el uno con el otro, y mi padre pasa la mayor parte del día en el trabajo o en el campo. No me malinterprete, mi padre y yo nos tenemos mucha estima, pero nunca se ha preocupado por mí como lo hace mi madre. Bueno, volviendo al tema, el caso es que huí, no soportaba más los gritos y las acusaciones. Se que he ido demasiado lejos, aunque si le digo la verdad, la idea de volver a casa es ahora menos atractiva que nunca. Mi madre se pondrá furiosa, y mi padre... bueno, supongo que querrá tener una de sus charlas conmigo. Pero al fin y al cabo, me lo merezco.
Aparté la mirada, avergonzada y sintiendo la rabia de nuevo en mi interior.
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Re: Un paseo por París (Libre)
Camino con Molly en brazos por la acera de la calle, desierta por completo, tan solo el gélido aire nos acompaña. La escucho con una sonrisa dulce mientras comienza ha hablar. -No creo que le gusten mis razones, son ciertamente injustificables después de lo sucedido...- dice apretando los labios, algo avergonzada. Yo solo sigo mirándola a los ojos, con interés. Me explica que su madre es una mujer adinerada que siempre le esta buscando marido a Molly. Sonrío divertido cuando dice "matrimonio" como con asco, sonrío imaginándome las discusiones típicas que tendrá con su madre y la sigo escuchando.
La naturalidad de la chica al hablarme me resulta encantadora y su mirada es dulce y vivaz, es realmente hermosa. Sigue contándome que hoy quería llevarla a conocer un chico para concertar el matrimonio, sin ni siquiera haberla avisado antes. Se le nota frustración cuando lo dice. Su voz es suave y melódica y mi mirada viaja de sus ojos a sus labios, observando como se mueven al articular las palabras y devuelvo la mirada a sus ojos. Me habla de forma sincera, explicándome que no quiere casarse aun es joven y no quiere hacer como sus padres, que se casaron jóvenes por conveniencia y ahora se aborrecen. Me comenta también que tiene mejor trato con su madre que con su padre. Y finaliza diciéndome que no tiene ganas de volver a casa, ya que de seguro una riña le espera y deja de mirarme con gesto de enfado. La miro sonriendo divertido.
-My lady, seguro que le regañarán. Pero al menos estará en casa a salvo. A su padre no lo conozco personalmente, pero si que eh oído hablar muy bien de él, un honorable oficial de la armada.- Digo con una sonrisa, halagando al padre de Molly. -Y Molly querida, si no quiere casarse no tiene por que hacerlo. Es bella y joven par pensar en eso, pero sobre esta noche será mejor que le diga la verdad a sus padres.- Le digo con gesto serio y seguro, pensando en que hay muchas posibilidades que no le permitan salir sola, pero al menos estará a salvo.
Camino durante unos metros en silencio, observándola con una sonrisa dulce y protectora cuando no mira. -No comprendo a algunas mujeres y su obsesión con las bodas.- Digo haciendo una mueca divertida. -Pero estoy seguro que debe tener candidatos a montones.- Sigo sonriendo y cada vez que la miro la veo mas débil. En la calle paralela hay una taberna donde muchas veces eh visto nobles de alta cuna ir a cenar. -Cambiando de tema... Le apetece cenar algo señorita?- Pero antes de que me responda ya estoy girando la calle para ir hacía la taberna. -Conozco un lugar a dos calles de aquí famoso por su cocina nocturna, sobre todo su sopa de galets, por lo que me dijo el dueño, es una receta traida por su abuelo de Cataluña, y la verdad, esta realmente buena.- Le explico con énfasis, y haciendo ver que se me hace la boca agua, disimulo ya que los vampiros no somos capaces de notar el sabor de la comida, pero si lo se por los comentarios de los nobles y sigo caminando hasta llegar a la puerta de la taberna. -Pues aquí es.- Le digo mostrando la fachada de un edificio de una sola planta, con techo triangular, su aspecto es el de una granja, en total contraste con los oscuros y modernos edificios que la rodean. Dejo a Molly de pie en el suelo, con cuidado sin soltarla del hombro, tan solo sujetándola. -Podrá caminar my lady?- Le digo disponiéndome a entrar.
La naturalidad de la chica al hablarme me resulta encantadora y su mirada es dulce y vivaz, es realmente hermosa. Sigue contándome que hoy quería llevarla a conocer un chico para concertar el matrimonio, sin ni siquiera haberla avisado antes. Se le nota frustración cuando lo dice. Su voz es suave y melódica y mi mirada viaja de sus ojos a sus labios, observando como se mueven al articular las palabras y devuelvo la mirada a sus ojos. Me habla de forma sincera, explicándome que no quiere casarse aun es joven y no quiere hacer como sus padres, que se casaron jóvenes por conveniencia y ahora se aborrecen. Me comenta también que tiene mejor trato con su madre que con su padre. Y finaliza diciéndome que no tiene ganas de volver a casa, ya que de seguro una riña le espera y deja de mirarme con gesto de enfado. La miro sonriendo divertido.
-My lady, seguro que le regañarán. Pero al menos estará en casa a salvo. A su padre no lo conozco personalmente, pero si que eh oído hablar muy bien de él, un honorable oficial de la armada.- Digo con una sonrisa, halagando al padre de Molly. -Y Molly querida, si no quiere casarse no tiene por que hacerlo. Es bella y joven par pensar en eso, pero sobre esta noche será mejor que le diga la verdad a sus padres.- Le digo con gesto serio y seguro, pensando en que hay muchas posibilidades que no le permitan salir sola, pero al menos estará a salvo.
Camino durante unos metros en silencio, observándola con una sonrisa dulce y protectora cuando no mira. -No comprendo a algunas mujeres y su obsesión con las bodas.- Digo haciendo una mueca divertida. -Pero estoy seguro que debe tener candidatos a montones.- Sigo sonriendo y cada vez que la miro la veo mas débil. En la calle paralela hay una taberna donde muchas veces eh visto nobles de alta cuna ir a cenar. -Cambiando de tema... Le apetece cenar algo señorita?- Pero antes de que me responda ya estoy girando la calle para ir hacía la taberna. -Conozco un lugar a dos calles de aquí famoso por su cocina nocturna, sobre todo su sopa de galets, por lo que me dijo el dueño, es una receta traida por su abuelo de Cataluña, y la verdad, esta realmente buena.- Le explico con énfasis, y haciendo ver que se me hace la boca agua, disimulo ya que los vampiros no somos capaces de notar el sabor de la comida, pero si lo se por los comentarios de los nobles y sigo caminando hasta llegar a la puerta de la taberna. -Pues aquí es.- Le digo mostrando la fachada de un edificio de una sola planta, con techo triangular, su aspecto es el de una granja, en total contraste con los oscuros y modernos edificios que la rodean. Dejo a Molly de pie en el suelo, con cuidado sin soltarla del hombro, tan solo sujetándola. -Podrá caminar my lady?- Le digo disponiéndome a entrar.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Un paseo por París (Libre)
Su respuesta tan interesada y comprensiva me sorprendió. Le miré con admiración y algo ruborizada por su voz preocupada, cuando mis expectativas no iban más allá de un consejo a modo de lección para una joven demasiado descarriada.
Me comprendió en mi postura frente al matrimonio, algo que nadie parecía entender; y sus consejos me dieron a conocer que poseía una gran madurez y sentido del deber. Sonreí ante sus palabras, agradecida.
-Tiene razón, se merecen saber lo que ha ocurrido, y de todas formas no puedo dar ninguna excusa.
Me señalé la herida en la frente y los bajos de mi vestido maltratados, estaba claro que algo me había ocurrido, y no habría escapatoria.
-No comprendo a algunas mujeres y su obsesión con las bodas.
Su sonrisa divertida iluminó su hermosa mirada.
-Pero estoy seguro que debe tener candidatos a montones.
Reí negando con la cabeza.
-Si se refiere a hombres con un bigote horrible que se pasan el día fumando sus puros, o jóvenes llenos de acné que no saben más que balbucear frente a las mujeres... Sí, muchos. Pero no se engañe, caballero, ningún joven con dinero y de buen parecer perdería el tiempo buscando matrimonio conmigo. Las nobles ocupan su tiempo y dedicación, nada les gusta más que los títulos honorarios. Y hasta hace unas horas, nunca había conocido a un verdadero caballero.
Sonreí con descaro y me reí de nuevo. Clavé mis pupilas en las suyas, y alargué la mirada un poco más, aquel joven me había entendido, y eso me fascinaba.
De repente, me habló sobre un restaurante cercano que extrañamente habría por la noche. Su propuesta me hizo darme cuenta de lo hambrienta que me encontraba, no había probado bocado desde por la mañana, y acepté de buena gana al oír el plato catalán que servían.
Me devolvió al suelo con delicadeza, sin soltar mis hombros. Sentí el anhelo de aquellos brazos reconfortantes, pero ya había sido suficiente, y debía estar cansado por el peso.
-Gracias por llevarme, y sí, puedo andar, no se preocupe.
El local era bastante acogedor, se parecía a una granja, algo bastante extraño. Sonreí divertida al observar lo extraño que parecía en contraste con el resto de París, sólo le faltaban las gallinas y las vacas paseando sobre el pasto.
Me recordó a mi villa de campo, un lugar ciertamente desagradable para mí. Pero aquel lugar me recordaba tiempos mejores, en los que mi abuela aún vivía y me preparaba enormes tartas en su granja de Inglaterra. Siempre metía el dedo en el glaseado sin su consentimiento, y siempre me pillaba con las manos en la masa.
Me reí internamente ante el recuerdo.
Volví la mirada a sus ojos, tan intensos, y a la vez tan sobrenaturales. Sí, en Zirano había algo extraño, algo demasiado atractivo y misterioso. Pero era tan dulce y tan amable que era imposible atribuirle algo malicioso o inquietante. Sin embargo, ahí estaba. El brillo de sus ojos denotaba que necesitaba algo, pero no era cualquier cosa.
Aparté las pupilas, consciente de que estaba siendo descarada. Pero no podía evitarlo, la confianza hacia él iba creciendo, a pesar de no saber absolutamente nada sobre aquel caballero. Le animé a entrar en el local y juntos nos dirigimos hacia allí.
-Y a parte de rescatar a damas en apuros a pesar de no estar de servicio, ¿qué más suele hacer? ¿Es usted uno de esos hombres que viven por y para su trabajo? ¿O también disfruta de las fiestas y los bailes de gente adinerada, coqueteando con jovencitas?
Sonreí con picardía mientras atravesábamos la puerta y los camareros nos recogían los abrigos con educación antes de ofrecernos una mesa. Me fijé en aquella decoración rústica y elegante a la vez, añorando viejos tiempos. Pero mis ojos no tardaron en volver a aquel apuesto caballero, cuya tez marmórea resplandecía a la luz de las velas.
Me comprendió en mi postura frente al matrimonio, algo que nadie parecía entender; y sus consejos me dieron a conocer que poseía una gran madurez y sentido del deber. Sonreí ante sus palabras, agradecida.
-Tiene razón, se merecen saber lo que ha ocurrido, y de todas formas no puedo dar ninguna excusa.
Me señalé la herida en la frente y los bajos de mi vestido maltratados, estaba claro que algo me había ocurrido, y no habría escapatoria.
-No comprendo a algunas mujeres y su obsesión con las bodas.
Su sonrisa divertida iluminó su hermosa mirada.
-Pero estoy seguro que debe tener candidatos a montones.
Reí negando con la cabeza.
-Si se refiere a hombres con un bigote horrible que se pasan el día fumando sus puros, o jóvenes llenos de acné que no saben más que balbucear frente a las mujeres... Sí, muchos. Pero no se engañe, caballero, ningún joven con dinero y de buen parecer perdería el tiempo buscando matrimonio conmigo. Las nobles ocupan su tiempo y dedicación, nada les gusta más que los títulos honorarios. Y hasta hace unas horas, nunca había conocido a un verdadero caballero.
Sonreí con descaro y me reí de nuevo. Clavé mis pupilas en las suyas, y alargué la mirada un poco más, aquel joven me había entendido, y eso me fascinaba.
De repente, me habló sobre un restaurante cercano que extrañamente habría por la noche. Su propuesta me hizo darme cuenta de lo hambrienta que me encontraba, no había probado bocado desde por la mañana, y acepté de buena gana al oír el plato catalán que servían.
Me devolvió al suelo con delicadeza, sin soltar mis hombros. Sentí el anhelo de aquellos brazos reconfortantes, pero ya había sido suficiente, y debía estar cansado por el peso.
-Gracias por llevarme, y sí, puedo andar, no se preocupe.
El local era bastante acogedor, se parecía a una granja, algo bastante extraño. Sonreí divertida al observar lo extraño que parecía en contraste con el resto de París, sólo le faltaban las gallinas y las vacas paseando sobre el pasto.
Me recordó a mi villa de campo, un lugar ciertamente desagradable para mí. Pero aquel lugar me recordaba tiempos mejores, en los que mi abuela aún vivía y me preparaba enormes tartas en su granja de Inglaterra. Siempre metía el dedo en el glaseado sin su consentimiento, y siempre me pillaba con las manos en la masa.
Me reí internamente ante el recuerdo.
Volví la mirada a sus ojos, tan intensos, y a la vez tan sobrenaturales. Sí, en Zirano había algo extraño, algo demasiado atractivo y misterioso. Pero era tan dulce y tan amable que era imposible atribuirle algo malicioso o inquietante. Sin embargo, ahí estaba. El brillo de sus ojos denotaba que necesitaba algo, pero no era cualquier cosa.
Aparté las pupilas, consciente de que estaba siendo descarada. Pero no podía evitarlo, la confianza hacia él iba creciendo, a pesar de no saber absolutamente nada sobre aquel caballero. Le animé a entrar en el local y juntos nos dirigimos hacia allí.
-Y a parte de rescatar a damas en apuros a pesar de no estar de servicio, ¿qué más suele hacer? ¿Es usted uno de esos hombres que viven por y para su trabajo? ¿O también disfruta de las fiestas y los bailes de gente adinerada, coqueteando con jovencitas?
Sonreí con picardía mientras atravesábamos la puerta y los camareros nos recogían los abrigos con educación antes de ofrecernos una mesa. Me fijé en aquella decoración rústica y elegante a la vez, añorando viejos tiempos. Pero mis ojos no tardaron en volver a aquel apuesto caballero, cuya tez marmórea resplandecía a la luz de las velas.
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Re: Un paseo por París (Libre)
Molly me da las gracias por llevarla en brazos y mira la fachada de la taberna con ojos soñadores. Me mira a los ojos de nuevo, manteniendo la mirada en silencio, con una sonrisa cómplice y como queriendo saber que es lo que mi mirada oculta, aparta la mirada coqueta y con un gesto me indica que podemos ir.
Mientras caminamos hacía la entrada de la taberna, yo la mantengo cogida del hombro, de forma protectora y solo sujetándola, previniendo su debilidad del momento.
-Y a parte de rescatar a damas en apuros a pesar de no estar de servicio, ¿qué más suele hacer? ¿Es usted uno de esos hombres que viven por y para su trabajo? ¿O también disfruta de las fiestas y los bailes de gente adinerada, coqueteando con jovencitas?- Me pregunta sonriente mientras yo me adelanto y abro la puerta del local, dejándola pasar a ella primero con cortesía.
Solo entrar lo que mas llama la atención es la decoración, con todo de utensilios de granja de grano colgados de la pared, las mesas están separas en habitáculos, como si fuera las cuadras y unos fardos de trigo, son la barra. Pero el exquisito gusto con el que las mesas están adornadas le dan un toque chic y elegante.
De inmediato viene el camarero que toma la chaqueta que le puse a Molly y se la pone en el brazo. -¿Mesa para dos, monsieur?- Me pregunta de forma educada, yo solo asiento con la cabeza y acompañando a Molly cogida del hombro vamos hacia una de las mesas, junto al piano vació. Mientras caminamos observo las otras mesas, para ver quien había en el lugar y si conocía alguien, y hay tres personas mas, de clase media, pero nadie conocido.
El camarero aparta la silla para que mi joven acompañante se siente, acompañando la silla con cuidado. Yo me siento frente a ella y el camarero se pone a nuestro lado. -¿Monsieur, puedo recomendarle un Vermout de la casa como aperitivo?- Me pregunta. -De acuerdo traiga dos por favor.- Le digo pensando que era buena idea. -En seguida señor.- Me dice y mientra se va, mira raro los bajos del vestido y el golpe en la frente de Molly.
Devuelvo mi mirada a Molly, la cual me esta mirando sonriente. Sonrío tímido. -Y bueno Molly, como sabrá por su padre, el oficio de policía, no tiene horario y ocupa casi todo mi tiempo. Pero cuando no trabajo, una de las cosas que mas me gusta es coger mi caballo y perdernos juntos en el bosque. Pero no negaré que una buena fiesta siempre llama la atención, el teatro y el circo gitano son otros de mis lugares favoritos. Y a vos Molly que es lo que le gusta hacer?- Le pregunto hablando pausadamente, con voz varonil y dulce. Escucho su respuesta sonriendo con ella, y el camarero llega con dos vasos de tubo y los rellena con vermout. -¿Desean cenar?- Lo miro y asiento. -¿Que tienen?- Con una sonrisa me responde. -Sopa de galets, Canalones de carne y verdura o alcachofas rellenas con bechamel de jamón serrano.- Lo escucho, y los platos no es que llamen mucho la atención, pero se podría decir que son típicos de la cocina rural catalana y dejo pedir a Molly primero. -Pues yo lo mismo que ella, y traiga una botella de un buen vino dulce por favor.- Cuando el camarero se va me quedo en silencio mirando a Molly a los ojos, sonriendo, admirando su belleza, tan dulce y con aparente inocencia.
Pasan un par de minutos en los que los dos nos miramos en silencio, podría activar mi telepatía, pero sería jugar sucio. Tiene una mirada intensa, y en ella veo que busca algo en mi, quiere saber lo que oculto, pero a la vez noto atracción. La luz de las velas iluminan su rostro y cada vez la veo mas bella. -El lugar es bonito verdad?- Digo finalmente rompiendo el silencio.
Mientras caminamos hacía la entrada de la taberna, yo la mantengo cogida del hombro, de forma protectora y solo sujetándola, previniendo su debilidad del momento.
-Y a parte de rescatar a damas en apuros a pesar de no estar de servicio, ¿qué más suele hacer? ¿Es usted uno de esos hombres que viven por y para su trabajo? ¿O también disfruta de las fiestas y los bailes de gente adinerada, coqueteando con jovencitas?- Me pregunta sonriente mientras yo me adelanto y abro la puerta del local, dejándola pasar a ella primero con cortesía.
Solo entrar lo que mas llama la atención es la decoración, con todo de utensilios de granja de grano colgados de la pared, las mesas están separas en habitáculos, como si fuera las cuadras y unos fardos de trigo, son la barra. Pero el exquisito gusto con el que las mesas están adornadas le dan un toque chic y elegante.
De inmediato viene el camarero que toma la chaqueta que le puse a Molly y se la pone en el brazo. -¿Mesa para dos, monsieur?- Me pregunta de forma educada, yo solo asiento con la cabeza y acompañando a Molly cogida del hombro vamos hacia una de las mesas, junto al piano vació. Mientras caminamos observo las otras mesas, para ver quien había en el lugar y si conocía alguien, y hay tres personas mas, de clase media, pero nadie conocido.
El camarero aparta la silla para que mi joven acompañante se siente, acompañando la silla con cuidado. Yo me siento frente a ella y el camarero se pone a nuestro lado. -¿Monsieur, puedo recomendarle un Vermout de la casa como aperitivo?- Me pregunta. -De acuerdo traiga dos por favor.- Le digo pensando que era buena idea. -En seguida señor.- Me dice y mientra se va, mira raro los bajos del vestido y el golpe en la frente de Molly.
Devuelvo mi mirada a Molly, la cual me esta mirando sonriente. Sonrío tímido. -Y bueno Molly, como sabrá por su padre, el oficio de policía, no tiene horario y ocupa casi todo mi tiempo. Pero cuando no trabajo, una de las cosas que mas me gusta es coger mi caballo y perdernos juntos en el bosque. Pero no negaré que una buena fiesta siempre llama la atención, el teatro y el circo gitano son otros de mis lugares favoritos. Y a vos Molly que es lo que le gusta hacer?- Le pregunto hablando pausadamente, con voz varonil y dulce. Escucho su respuesta sonriendo con ella, y el camarero llega con dos vasos de tubo y los rellena con vermout. -¿Desean cenar?- Lo miro y asiento. -¿Que tienen?- Con una sonrisa me responde. -Sopa de galets, Canalones de carne y verdura o alcachofas rellenas con bechamel de jamón serrano.- Lo escucho, y los platos no es que llamen mucho la atención, pero se podría decir que son típicos de la cocina rural catalana y dejo pedir a Molly primero. -Pues yo lo mismo que ella, y traiga una botella de un buen vino dulce por favor.- Cuando el camarero se va me quedo en silencio mirando a Molly a los ojos, sonriendo, admirando su belleza, tan dulce y con aparente inocencia.
Pasan un par de minutos en los que los dos nos miramos en silencio, podría activar mi telepatía, pero sería jugar sucio. Tiene una mirada intensa, y en ella veo que busca algo en mi, quiere saber lo que oculto, pero a la vez noto atracción. La luz de las velas iluminan su rostro y cada vez la veo mas bella. -El lugar es bonito verdad?- Digo finalmente rompiendo el silencio.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Un paseo por París (Libre)
Su galantería al pedir vermout me hizo sonreírle con picardía.
-Desde luego, sabe como tratar a las señoritas, señor Xanaddo. Debe tener mucha experiencia...
Mi mirada traviesa se poso en sus pupilas. Apoyé el rostro sobre las manos, inclinándome levemente hacia delante mientras me respondía a la anterior pregunta.
-Y bueno Molly, como sabrá por su padre, el oficio de policía, no tiene horario y ocupa casi todo mi tiempo. Pero cuando no trabajo, una de las cosas que mas me gusta es coger mi caballo y perdernos juntos en el bosque. Pero no negaré que una buena fiesta siempre llama la atención, el teatro y el circo gitano son otros de mis lugares favoritos. Y a vos Molly que es lo que le gusta hacer?
El camarero llegó y dejó el Vermouth, ofreciéndonos los platos disponibles en la carta, todos bastante exóticos para mí, que solía degustar comida inglesa o francesa. Al final me decanté por las alcachofas con jamón, y mi acompañante pidió lo mismo. Mis ojos volvieron a los suyos una vez se fue el camarero.
-Bueno... ya debe de imaginarse lo que hacen las jóvenes solteras en París -bajo la mirada para recoger la pequeña copa de Vermouth y humedecerme los labios con su contenido, sintiendo cómo un sabor amargo y cierta quemazón baja por mi garganta-. A parte de tocar el piano, cantar, dibujar, tejer, aprender idiomas modernos y todas esas aburridas tareas que siempre aprenden las señoritas, voy... bueno, solía frecuentar las fiestas, o pasar el día de compras con mis amigas.
Volví a dar un sorbo al aperitivo y me erguí, alejándome un poco de Zirano, pero con la intención de mirarle de frente, con una expresión dulce.
-Pero ahora... bueno, últimamente no asisto a las fiestas. No me interesan como antes. Supongo que es el resultado de eso que llaman "madurar" - esbocé una media sonrisa -. Pero en realidad, siento que estoy desperdiciando mi tiempo, tanta falsedad y coqueteo... es divertido, sí, pero no me quedo con nada después. Es decir... al final de la velada, lo único que puedo llevarme es un dolor de cabeza matutino, ni una sola amiga de verdad, o un amigo. No significa que no los tenga, sólo que cuando las cosas se tuercen... desaparecen. ¿Entiende?
Sus pupilas demostraban admiración y comprensión. Nos quedamos así unos segundos, mirándonos simplemente a los ojos. Pero no me ponía nerviosa, más bien me resultaba agradable, como si pudiéramos hablarnos así, con la mirada. El brillo de sus ojos me eclipsaba, tan extraño y seductor a la vez. Sus labios se movían comentando la belleza del lugar, y no pude evitar sentirme atraída por ellos por momentos.
Sonreí asintiendo, entonces llegó el camarero con nuestros platos y la botella de vino dulce, la cual sirvió educadamente.
-Bon appetit, señores.
Le dediqué un gracias con encanto y se retiró con una reverencia. Recogí la servilleta de tela blanca y sedosa y la extendí sobre mi regazo, demostrando los modales que tanto se esmeró mi familia en enseñarme. Con cuidado, corté un pequeño trozo de alcachofa y me la llevé a la boca, masticando lentamente con una expresión placentera. Tras el bocado, le di un pequeño sorbo al vino dulce.
-Delicioso- sentencié con una sonrisa-. Sí que es un buen lugar, sí.
Aunque el comía igualmente, lo hacía de forma demasiado natural, como si realmente fingiera.
-Señor Xanaddo, ¿es usted inglés? - pregunté abiertamente -. Tiene algo de acento, y me llama la atención, pues yo nací en Londres, y toda mi familia reside allí.
-Desde luego, sabe como tratar a las señoritas, señor Xanaddo. Debe tener mucha experiencia...
Mi mirada traviesa se poso en sus pupilas. Apoyé el rostro sobre las manos, inclinándome levemente hacia delante mientras me respondía a la anterior pregunta.
-Y bueno Molly, como sabrá por su padre, el oficio de policía, no tiene horario y ocupa casi todo mi tiempo. Pero cuando no trabajo, una de las cosas que mas me gusta es coger mi caballo y perdernos juntos en el bosque. Pero no negaré que una buena fiesta siempre llama la atención, el teatro y el circo gitano son otros de mis lugares favoritos. Y a vos Molly que es lo que le gusta hacer?
El camarero llegó y dejó el Vermouth, ofreciéndonos los platos disponibles en la carta, todos bastante exóticos para mí, que solía degustar comida inglesa o francesa. Al final me decanté por las alcachofas con jamón, y mi acompañante pidió lo mismo. Mis ojos volvieron a los suyos una vez se fue el camarero.
-Bueno... ya debe de imaginarse lo que hacen las jóvenes solteras en París -bajo la mirada para recoger la pequeña copa de Vermouth y humedecerme los labios con su contenido, sintiendo cómo un sabor amargo y cierta quemazón baja por mi garganta-. A parte de tocar el piano, cantar, dibujar, tejer, aprender idiomas modernos y todas esas aburridas tareas que siempre aprenden las señoritas, voy... bueno, solía frecuentar las fiestas, o pasar el día de compras con mis amigas.
Volví a dar un sorbo al aperitivo y me erguí, alejándome un poco de Zirano, pero con la intención de mirarle de frente, con una expresión dulce.
-Pero ahora... bueno, últimamente no asisto a las fiestas. No me interesan como antes. Supongo que es el resultado de eso que llaman "madurar" - esbocé una media sonrisa -. Pero en realidad, siento que estoy desperdiciando mi tiempo, tanta falsedad y coqueteo... es divertido, sí, pero no me quedo con nada después. Es decir... al final de la velada, lo único que puedo llevarme es un dolor de cabeza matutino, ni una sola amiga de verdad, o un amigo. No significa que no los tenga, sólo que cuando las cosas se tuercen... desaparecen. ¿Entiende?
Sus pupilas demostraban admiración y comprensión. Nos quedamos así unos segundos, mirándonos simplemente a los ojos. Pero no me ponía nerviosa, más bien me resultaba agradable, como si pudiéramos hablarnos así, con la mirada. El brillo de sus ojos me eclipsaba, tan extraño y seductor a la vez. Sus labios se movían comentando la belleza del lugar, y no pude evitar sentirme atraída por ellos por momentos.
Sonreí asintiendo, entonces llegó el camarero con nuestros platos y la botella de vino dulce, la cual sirvió educadamente.
-Bon appetit, señores.
Le dediqué un gracias con encanto y se retiró con una reverencia. Recogí la servilleta de tela blanca y sedosa y la extendí sobre mi regazo, demostrando los modales que tanto se esmeró mi familia en enseñarme. Con cuidado, corté un pequeño trozo de alcachofa y me la llevé a la boca, masticando lentamente con una expresión placentera. Tras el bocado, le di un pequeño sorbo al vino dulce.
-Delicioso- sentencié con una sonrisa-. Sí que es un buen lugar, sí.
Aunque el comía igualmente, lo hacía de forma demasiado natural, como si realmente fingiera.
-Señor Xanaddo, ¿es usted inglés? - pregunté abiertamente -. Tiene algo de acento, y me llama la atención, pues yo nací en Londres, y toda mi familia reside allí.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Un paseo por París (Libre)
El camarero llega con los dos platos y la botella de vino dulce y nos sirve una copa a cada uno, deja la botella sobre la mesa. -Bon appetit, señores.- Molly le dice gracias con una sonrisa encantadora y el camarero hace una reverencia y se va.
Observo como la chica se pone la servilleta en el regazo y yo la imito. Observo como ella comienza a comer, esperando a ver su reacción, y sus palabras lo confirman, reafirmando mi pregunta. Yo miro mi plato..... Una alcachofa, pero seré... pienso mientras por fuera sonrío y cojo el tenedor y cuchillo y corto un trozo, pero por dentro estoy asqueado con el plato. Un vampiro comiendo alcachofas, pero sonrió para mis adentros, cuando pincho el trozo lo meto en mi boca, y no noto ningún sabor, solo la textura fibrosa de la alcachofa pero lo suficiente tierna como para que se deshaga en la boca.
Cojo la copa de vino y observo como Molly come con un sonrisa placentera y yo bebo un trago. -Señor Xanaddo, ¿es usted inglés?- Me pregunta de forma abierta. -Tiene algo de acento, y me llama la atención, pues yo nací en Londres, y toda mi familia reside allí.- Dejo mi copa despues de un trago largo y niego con la cabeza con una sonrisa dulce.
-La confusión es normal my lady. En mi país también se habla el inglés.- Le digo divertido. -Soy de Texas, U.S.A, aunque llevo muchos años ya aquí en París.- Le digo sin entrar en detalles. -Así que es londinense, si le digo la verdad nunca estuve en Inglaterra. ¿Como es Londres? ¿El Palacio de Westminster es tan grande como dicen? ¿Ha conocido al rey Jorge III?- Le digo con una sonrisa divertida y curiosa, lanzando una ráfaga de preguntas, intentando salir del tema de mi pasado.
Escucho como me responde mientras continuamos comiendo. Londres me llama la atención y sonrió dulce y divertido. Cojo un trozo de alcachofa y me la como. Dejo la mitad en el plato y los cubiertos a un lado, esperando tranquilo bebiendo vino y rellenando ambas copas. Las alzo y propongo un brindis en susurros, dulces y suaves. -Por que estas a salvo.- Sonrío mirándola y choco mi copa con suavidad con la suya y bebo un poco. Molly esta dando el ultimo bocado cuando aviso al camarero con un guiño y este se acerca.
-Si monsieur?- Me pregunta. -Un postre de la casa, de ese tan famoso para la señorita.- Digo mirando Molly guiñándole un ojo con seguridad. -Y usted?- Dice el camarero. -No me apetece gracias.- Le digo con un sonrisa amable y esté asiente y se va.
-Si no es mucho entrometerme. ¿Que es lo que mas hecha de menos de Londres?- Digo mirándola con dulzura y un atisbo de atracción, para charlar mientras llega el postre.
Observo como la chica se pone la servilleta en el regazo y yo la imito. Observo como ella comienza a comer, esperando a ver su reacción, y sus palabras lo confirman, reafirmando mi pregunta. Yo miro mi plato..... Una alcachofa, pero seré... pienso mientras por fuera sonrío y cojo el tenedor y cuchillo y corto un trozo, pero por dentro estoy asqueado con el plato. Un vampiro comiendo alcachofas, pero sonrió para mis adentros, cuando pincho el trozo lo meto en mi boca, y no noto ningún sabor, solo la textura fibrosa de la alcachofa pero lo suficiente tierna como para que se deshaga en la boca.
Cojo la copa de vino y observo como Molly come con un sonrisa placentera y yo bebo un trago. -Señor Xanaddo, ¿es usted inglés?- Me pregunta de forma abierta. -Tiene algo de acento, y me llama la atención, pues yo nací en Londres, y toda mi familia reside allí.- Dejo mi copa despues de un trago largo y niego con la cabeza con una sonrisa dulce.
-La confusión es normal my lady. En mi país también se habla el inglés.- Le digo divertido. -Soy de Texas, U.S.A, aunque llevo muchos años ya aquí en París.- Le digo sin entrar en detalles. -Así que es londinense, si le digo la verdad nunca estuve en Inglaterra. ¿Como es Londres? ¿El Palacio de Westminster es tan grande como dicen? ¿Ha conocido al rey Jorge III?- Le digo con una sonrisa divertida y curiosa, lanzando una ráfaga de preguntas, intentando salir del tema de mi pasado.
Escucho como me responde mientras continuamos comiendo. Londres me llama la atención y sonrió dulce y divertido. Cojo un trozo de alcachofa y me la como. Dejo la mitad en el plato y los cubiertos a un lado, esperando tranquilo bebiendo vino y rellenando ambas copas. Las alzo y propongo un brindis en susurros, dulces y suaves. -Por que estas a salvo.- Sonrío mirándola y choco mi copa con suavidad con la suya y bebo un poco. Molly esta dando el ultimo bocado cuando aviso al camarero con un guiño y este se acerca.
-Si monsieur?- Me pregunta. -Un postre de la casa, de ese tan famoso para la señorita.- Digo mirando Molly guiñándole un ojo con seguridad. -Y usted?- Dice el camarero. -No me apetece gracias.- Le digo con un sonrisa amable y esté asiente y se va.
-Si no es mucho entrometerme. ¿Que es lo que mas hecha de menos de Londres?- Digo mirándola con dulzura y un atisbo de atracción, para charlar mientras llega el postre.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Un paseo por París (Libre)
Su respuesta escueta y evasiva despertó mi curiosidad, pero fingí no darme cuenta. Ya tendría tiempo de averiguar qué cosas escondía, cómo había llegado a ser lo que es, y por qué no hablaba de si mismo. Era tan reservado y misterioso que en cierto modo me molestaba, quería saber más, sobre todo ahora que yo le había sido sincera y abierta, algo que nunca hubiera hecho con cualquiera. Pero claro, él no lo sabía.
Me reí ante su pregunta sobre Londres.
-Bueno, no pasé mucho tiempo allí, más bien fueron tan sólo 6 años...
Le di un sorbo a mi copa, humedeciéndome los labios, y entre bocado y bocado continué relatándole algunas anécdotas sobre mi pasado. La vida londinense es diferente a la parisina, menos ostentosa y algo más abierta en los bailes y festejos. Pero sobre todo le hablé de mi abuela, de su forma de mimarme y darme pastas a escondidas antes de la comida.
-Ella nunca dejaba de reírse, a pesar de la edad. Era una mujer vivaz, ¿sabe?. Nunca dudó en poner a cada cual en su lugar y se ganó una reputación de la nada, con su esfuerzo e ingenio.
Me limpié los labios con la servilleta y observé extrañada que él había dejado el suyo medio lleno. Pero no dije nada, disimulé esbozando una sonrisa coqueta. Entonces me propuso un brindis entre susurros, alzando su copa.
-Por que estas a salvo-añadió sonriendo y brindando.
-Y porque tu estabas allí para rescatarme - le respondí.
Finalmente terminé mi plato y Zirano pidió un postre para mí antes de que yo pudiera impedirlo. Me sentía saciada, pero me limité a dedicarle una media sonrisa.
-Si no es mucho entrometerme. ¿Que es lo que mas hecha de menos de Londres?
Apoyé el codo sobre la mesa, dejando caer mi barbilla sobre la mano y tener una mejor perspectiva de él. Le miré con una expresión seria, en la que se veía claramente que había tocado un tema delicado. Finalmente, bajé la mirada y sonreí con amargura.
-¿Alguna vez ha perdido a alguien importante y ha sentido la sensación de que nunca le ha agradecido lo suficiente, caballero?
Clavé mis pupilas en las suyas, con un gesto grave en ellas.
-Ella murió hace no mucho, y creo que se merecía una nieta mejor.
No añadí nada más, y mi postré llegó. Rompí el caramelo de la crema catalana con la cucharilla, y le di un bocado. Zirano era alguien encantador, pero parecía avergonzarse de su pasado. ¿Qué habría hecho? Nuestra conversación cambió a temas más superficiales sobre platos españoles y decoración inglesa. Pero mi mente le daba vueltas al asunto. ¿Acaso no confiaba en mí?
"Molly, eres una cría, ¿qué esperabas? Él es un hombre distinguido, y su vida no te incumbe porque te hayas ido de la lengua." me reprendí interiormente.
Una vez finalizada la cena, pedí la cuenta con cierta impaciencia. Le miré con gesto de disculpa.
-No me tome a mal, pero creo que el toque de queda pasó hace algo más de un par de horas.
El reloj del lugar marcaba las dos y media. Apreté los labios desviando la mirada, aquello me avergonzaba. Detestaba ser controlada, por cualquiera, incluso mis padres. Mi mayor deseo era ser libre, sin depender de nadie, y parecía que el único destino que me deparaba era pasar a manos de un hombre. Cuánto daría por ver ese sueño cumplido, incluso mis joyas y lujos tenían poco valor en comparación.
Insistí en ser yo la que invitara, pues él ya había hecho suficiente por mí aquella noche. Saqué un monedero de una bolsa colgada de la cintura de mi vestido, y deposité algo más de la cantidad indicada, por las molestias. Aquello sabía que le molestaría, y me hizo sonreír con picardía.
-¿Acaso una señorita no puede invitar a su apuesto salvador? - me incorporé y esperé a que los camareros nos trajeran nuestros abrigos, y me negué a que Zirano volviera a dejarme su chaqueta, ya era suficiente por hoy.
Mientras salíamos del local, me detuve a unos pasos de la entrada y le cogí de la mano, obligándole a hacer lo mismo. La tenue luz nocturna ocultaba su rostro, pero sus ojos continuaban brillando como siempre. Alcé la comisura de mi labio, y nuestras miradas se encontraron.
-Verá, caballero misterioso -solté una risita coqueta-, hoy me ha salvado de una desgracia. No sé cómo supo hacia donde me dirigía, ni en qué momento apareció, pero le debo las gracias. No sólo me ha evitado algo terrible, si no que también me ha protegido y se ha ocupado de hacer esta noche una de las mejores. Ojalá todas fueran así, pero me temo que soy una señorita, y mi vida está confinada a quedarme en casa. En serio, le admiraré por esto toda la vida, y me gustaría que me visitara de vez en cuando.
Sonreí con sinceridad, no sabía cómo me había atrevido a plantearle semejante propuesta, sobre todo dado lo poco que nos conocíamos. Pero quizá fuera el resguardo de la noche, o las copas de vino dulce, o aquella extraña sensación de confianza y tranquilidad que él irradiaba, o lo agradable que era el contacto de su mano con la mía... Pero realmente quería volver a verle, y también por otra razón y quizá la mayor de todas, quería saber quién era, comprenderle, al igual que él lo había hecho conmigo.
-¿Me acompañará hasta casa, señor Xanaddo? ¿O es usted en realidad uno de esos hombres que sólo quieren conocer dónde residen las jóvenes para arrebatarles su inocencia en cuanto se encontraran en soledad?
Le miré seriamente, conteniendo una carcajada que finalmente salió de mis labios.
-¿Debería confiar en alguien del que desconozco tanto? ¿Usted que opina, hombre de buenos modales?
Le guiñé un ojo tras unos segundos, y después solté su mano para pasar por su lado caminando con la barbilla alta y adelantarme unos pasos antes de girarme y clavar mis iris azules en sus ojos iridiscentes.
-Sólo por esta vez, dejaré que sea suya la elección. Buenas noches, caballero.
Continué mi camino, a sabiendas de que pronto volvería a mi lado, pues no era más que un juego. Un juego que en cierto modo le obligaba a abrirse a mí, a contarme algo sobre sí mismo.
Me reí ante su pregunta sobre Londres.
-Bueno, no pasé mucho tiempo allí, más bien fueron tan sólo 6 años...
Le di un sorbo a mi copa, humedeciéndome los labios, y entre bocado y bocado continué relatándole algunas anécdotas sobre mi pasado. La vida londinense es diferente a la parisina, menos ostentosa y algo más abierta en los bailes y festejos. Pero sobre todo le hablé de mi abuela, de su forma de mimarme y darme pastas a escondidas antes de la comida.
-Ella nunca dejaba de reírse, a pesar de la edad. Era una mujer vivaz, ¿sabe?. Nunca dudó en poner a cada cual en su lugar y se ganó una reputación de la nada, con su esfuerzo e ingenio.
Me limpié los labios con la servilleta y observé extrañada que él había dejado el suyo medio lleno. Pero no dije nada, disimulé esbozando una sonrisa coqueta. Entonces me propuso un brindis entre susurros, alzando su copa.
-Por que estas a salvo-añadió sonriendo y brindando.
-Y porque tu estabas allí para rescatarme - le respondí.
Finalmente terminé mi plato y Zirano pidió un postre para mí antes de que yo pudiera impedirlo. Me sentía saciada, pero me limité a dedicarle una media sonrisa.
-Si no es mucho entrometerme. ¿Que es lo que mas hecha de menos de Londres?
Apoyé el codo sobre la mesa, dejando caer mi barbilla sobre la mano y tener una mejor perspectiva de él. Le miré con una expresión seria, en la que se veía claramente que había tocado un tema delicado. Finalmente, bajé la mirada y sonreí con amargura.
-¿Alguna vez ha perdido a alguien importante y ha sentido la sensación de que nunca le ha agradecido lo suficiente, caballero?
Clavé mis pupilas en las suyas, con un gesto grave en ellas.
-Ella murió hace no mucho, y creo que se merecía una nieta mejor.
No añadí nada más, y mi postré llegó. Rompí el caramelo de la crema catalana con la cucharilla, y le di un bocado. Zirano era alguien encantador, pero parecía avergonzarse de su pasado. ¿Qué habría hecho? Nuestra conversación cambió a temas más superficiales sobre platos españoles y decoración inglesa. Pero mi mente le daba vueltas al asunto. ¿Acaso no confiaba en mí?
"Molly, eres una cría, ¿qué esperabas? Él es un hombre distinguido, y su vida no te incumbe porque te hayas ido de la lengua." me reprendí interiormente.
Una vez finalizada la cena, pedí la cuenta con cierta impaciencia. Le miré con gesto de disculpa.
-No me tome a mal, pero creo que el toque de queda pasó hace algo más de un par de horas.
El reloj del lugar marcaba las dos y media. Apreté los labios desviando la mirada, aquello me avergonzaba. Detestaba ser controlada, por cualquiera, incluso mis padres. Mi mayor deseo era ser libre, sin depender de nadie, y parecía que el único destino que me deparaba era pasar a manos de un hombre. Cuánto daría por ver ese sueño cumplido, incluso mis joyas y lujos tenían poco valor en comparación.
Insistí en ser yo la que invitara, pues él ya había hecho suficiente por mí aquella noche. Saqué un monedero de una bolsa colgada de la cintura de mi vestido, y deposité algo más de la cantidad indicada, por las molestias. Aquello sabía que le molestaría, y me hizo sonreír con picardía.
-¿Acaso una señorita no puede invitar a su apuesto salvador? - me incorporé y esperé a que los camareros nos trajeran nuestros abrigos, y me negué a que Zirano volviera a dejarme su chaqueta, ya era suficiente por hoy.
Mientras salíamos del local, me detuve a unos pasos de la entrada y le cogí de la mano, obligándole a hacer lo mismo. La tenue luz nocturna ocultaba su rostro, pero sus ojos continuaban brillando como siempre. Alcé la comisura de mi labio, y nuestras miradas se encontraron.
-Verá, caballero misterioso -solté una risita coqueta-, hoy me ha salvado de una desgracia. No sé cómo supo hacia donde me dirigía, ni en qué momento apareció, pero le debo las gracias. No sólo me ha evitado algo terrible, si no que también me ha protegido y se ha ocupado de hacer esta noche una de las mejores. Ojalá todas fueran así, pero me temo que soy una señorita, y mi vida está confinada a quedarme en casa. En serio, le admiraré por esto toda la vida, y me gustaría que me visitara de vez en cuando.
Sonreí con sinceridad, no sabía cómo me había atrevido a plantearle semejante propuesta, sobre todo dado lo poco que nos conocíamos. Pero quizá fuera el resguardo de la noche, o las copas de vino dulce, o aquella extraña sensación de confianza y tranquilidad que él irradiaba, o lo agradable que era el contacto de su mano con la mía... Pero realmente quería volver a verle, y también por otra razón y quizá la mayor de todas, quería saber quién era, comprenderle, al igual que él lo había hecho conmigo.
-¿Me acompañará hasta casa, señor Xanaddo? ¿O es usted en realidad uno de esos hombres que sólo quieren conocer dónde residen las jóvenes para arrebatarles su inocencia en cuanto se encontraran en soledad?
Le miré seriamente, conteniendo una carcajada que finalmente salió de mis labios.
-¿Debería confiar en alguien del que desconozco tanto? ¿Usted que opina, hombre de buenos modales?
Le guiñé un ojo tras unos segundos, y después solté su mano para pasar por su lado caminando con la barbilla alta y adelantarme unos pasos antes de girarme y clavar mis iris azules en sus ojos iridiscentes.
-Sólo por esta vez, dejaré que sea suya la elección. Buenas noches, caballero.
Continué mi camino, a sabiendas de que pronto volvería a mi lado, pues no era más que un juego. Un juego que en cierto modo le obligaba a abrirse a mí, a contarme algo sobre sí mismo.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Un paseo por París (Libre)
Cuando le pregunto sobre lo que mas echa de menos de Londres, Molly me mira seriamente, con su barbilla apoyada en la mano, haciéndome ver que había preguntado algo doloroso, la joven dama baja su mirada y sonríe de forma forzada. -¿Alguna vez ha perdido a alguien importante y ha sentido la sensación de que nunca le ha agradecido lo suficiente, caballero?- Me dice mirándome con dureza. Yo le devuelvo una mirada comprensiva y dulce. -Ella murió hace no mucho, y creo que se merecía una nieta mejor.- Cuando dice eso, mi gesto se vuelve algo severo y estoy a punto de decirle algo, pero en ese momento llega el camarero con el postre.
Molly se lo come despacio, saboreando cada bocado, y nuestra conversación pasa a temas tribales, hablamos sobre el típico plato español, la paella. Ambos llegamos a la misma conclusión. Seguro que debe estar buenísima y ella me hablaba de decoración inglesa, con un aire de añoranza en su mirada. Pero también noto como indaga en mi, queriendo saber mas. Yo sonrío para mis adentros, y Molly pide la cuenta con algo de impaciencia. -No me tome a mal, pero creo que el toque de queda pasó hace algo más de un par de horas.- En su voz noto que se disculpa. Yo asiento comprensivo pero al momento Molly desvía la mirada, frustrada y avergonzada.
Llega el camarero dejando la cuenta en la mesa apuntada en un papel. Y meto mi mano en el bolsillo trasero de mi pantalón, buscando la cartera. Pero mi bella acompañante se adelanta y deja el dinero sobre la cuenta. -Pero my lady, ya pago yo! Tendría que ser yo quien pague...- Digo con una mueca frustrado. -¿Acaso una señorita no puede invitar a su apuesto salvador?- Me dice Molly con un sonrisa pícara y yo me muerdo el labio al observar su figura cuando se levanta esperando al camarero. Es verdaderamente hermosa. Molly se pone su chaqueta, y cuando le ofrezco la mía se niega, yo tan solo sonrío y me la pongo. La chica camina delante de mi, sale del local y para a unos pasos de la entrada. Y entonces hace algo que no esperaba y me sorprende, me coge de la mano y me mira de medio lado con una sonrisa dulce y coqueta.
-Verá, caballero misterioso- Me dice con una risita coqueta, dulce y seductora. -Hoy me ha salvado de una desgracia. No sé cómo supo hacia donde me dirigía, ni en qué momento apareció, pero le debo las gracias. No sólo me ha evitado algo terrible, si no que también me ha protegido y se ha ocupado de hacer esta noche una de las mejores. Ojalá todas fueran así, pero me temo que soy una señorita, y mi vida está confinada a quedarme en casa. En serio, le admiraré por esto toda la vida, y me gustaría que me visitara de vez en cuando.- Me dice Molly con una sonrisa sincera, yo la observo en silencio y me pregunta de forma seria y directa, si la acompañaré a su casa, o si soy de los que solo quieren la inocencia de las damas. Me sorprende esa pregunta, y tan solo alzo una ceja.
-Pero señorita...- Le digo confuso y Molly suelta una carcajada que me hace sonreír. -¿Debería confiar en alguien del que desconozco tanto? ¿Usted que opina, hombre de buenos modales?- Me pregunta, yo la observo en silencio y ella me guiña un ojo, suelta mi mano y pasa caminando por mi lado, la miro, observando su caminar, con aire altivo y media sonrisa dibujada en su rostro, y a unos pasos de mi se detiene girándose mirándome fijamente, con mirada intensa y seductora. -Sólo por esta vez, dejaré que sea suya la elección. Buenas noches, caballero.- Me dice girándose de nuevo y se aleja caminando sola.
Sonrío y camino par ponerme a su lado y alzo el brazo para que Molly se coja. -Pues claro que la acompaño a su casa querida, es muy tarde para que tan bella damisela ande sola por la ciudad.- Le digo con una sonrisa dulce mirándola. Caminamos unos metros. -Y bueno lo de confiar o no en mi. Pues siempre se dice que no hay que confiar en nadie, pero le puedo asegurar que conmigo esta a salvo.- Le guiño un ojo pícaro. -Y querida Molly, claro que me encantaría volver a verla.- Le digo con un sonrisa. -Pero... No le conviene ir conmigo.- Le digo intentando evitar mirarla. -Pero si lo desea mi dama, puedo pasar a verla durante mis patrullas.- Le digo con una sonrisa optimista.
Seguimos caminando hasta llegar a la avenida principal. -¿Por donde querida?- Le pregunto refiriéndome a su casa y cuando Molly lo indica la sigo sin soltarla. -Me esperan dos semanas mas largas.- Digo comentando con pesadez. -No tengo ni un solo día libre.- Hago una mueca de resignación. Pero mientras hablo miro a Molly, sus labios carnosos, tienen un aspecto tan dulce, es una chica realmente preciosa y cada vez me atrae mas. Cojo la mano de Molly con la que se sujeta mi brazo con mi mano libre, con una caricia leve. -Antes me dijo que le gusta tocar el piano ¿Verdad? Amo la música. ¿Desde que edad lo toca?- Le pregunto mientras continuamos caminando acercándonos a la casa de mi bella acompañante.
Molly se lo come despacio, saboreando cada bocado, y nuestra conversación pasa a temas tribales, hablamos sobre el típico plato español, la paella. Ambos llegamos a la misma conclusión. Seguro que debe estar buenísima y ella me hablaba de decoración inglesa, con un aire de añoranza en su mirada. Pero también noto como indaga en mi, queriendo saber mas. Yo sonrío para mis adentros, y Molly pide la cuenta con algo de impaciencia. -No me tome a mal, pero creo que el toque de queda pasó hace algo más de un par de horas.- En su voz noto que se disculpa. Yo asiento comprensivo pero al momento Molly desvía la mirada, frustrada y avergonzada.
Llega el camarero dejando la cuenta en la mesa apuntada en un papel. Y meto mi mano en el bolsillo trasero de mi pantalón, buscando la cartera. Pero mi bella acompañante se adelanta y deja el dinero sobre la cuenta. -Pero my lady, ya pago yo! Tendría que ser yo quien pague...- Digo con una mueca frustrado. -¿Acaso una señorita no puede invitar a su apuesto salvador?- Me dice Molly con un sonrisa pícara y yo me muerdo el labio al observar su figura cuando se levanta esperando al camarero. Es verdaderamente hermosa. Molly se pone su chaqueta, y cuando le ofrezco la mía se niega, yo tan solo sonrío y me la pongo. La chica camina delante de mi, sale del local y para a unos pasos de la entrada. Y entonces hace algo que no esperaba y me sorprende, me coge de la mano y me mira de medio lado con una sonrisa dulce y coqueta.
-Verá, caballero misterioso- Me dice con una risita coqueta, dulce y seductora. -Hoy me ha salvado de una desgracia. No sé cómo supo hacia donde me dirigía, ni en qué momento apareció, pero le debo las gracias. No sólo me ha evitado algo terrible, si no que también me ha protegido y se ha ocupado de hacer esta noche una de las mejores. Ojalá todas fueran así, pero me temo que soy una señorita, y mi vida está confinada a quedarme en casa. En serio, le admiraré por esto toda la vida, y me gustaría que me visitara de vez en cuando.- Me dice Molly con una sonrisa sincera, yo la observo en silencio y me pregunta de forma seria y directa, si la acompañaré a su casa, o si soy de los que solo quieren la inocencia de las damas. Me sorprende esa pregunta, y tan solo alzo una ceja.
-Pero señorita...- Le digo confuso y Molly suelta una carcajada que me hace sonreír. -¿Debería confiar en alguien del que desconozco tanto? ¿Usted que opina, hombre de buenos modales?- Me pregunta, yo la observo en silencio y ella me guiña un ojo, suelta mi mano y pasa caminando por mi lado, la miro, observando su caminar, con aire altivo y media sonrisa dibujada en su rostro, y a unos pasos de mi se detiene girándose mirándome fijamente, con mirada intensa y seductora. -Sólo por esta vez, dejaré que sea suya la elección. Buenas noches, caballero.- Me dice girándose de nuevo y se aleja caminando sola.
Sonrío y camino par ponerme a su lado y alzo el brazo para que Molly se coja. -Pues claro que la acompaño a su casa querida, es muy tarde para que tan bella damisela ande sola por la ciudad.- Le digo con una sonrisa dulce mirándola. Caminamos unos metros. -Y bueno lo de confiar o no en mi. Pues siempre se dice que no hay que confiar en nadie, pero le puedo asegurar que conmigo esta a salvo.- Le guiño un ojo pícaro. -Y querida Molly, claro que me encantaría volver a verla.- Le digo con un sonrisa. -Pero... No le conviene ir conmigo.- Le digo intentando evitar mirarla. -Pero si lo desea mi dama, puedo pasar a verla durante mis patrullas.- Le digo con una sonrisa optimista.
Seguimos caminando hasta llegar a la avenida principal. -¿Por donde querida?- Le pregunto refiriéndome a su casa y cuando Molly lo indica la sigo sin soltarla. -Me esperan dos semanas mas largas.- Digo comentando con pesadez. -No tengo ni un solo día libre.- Hago una mueca de resignación. Pero mientras hablo miro a Molly, sus labios carnosos, tienen un aspecto tan dulce, es una chica realmente preciosa y cada vez me atrae mas. Cojo la mano de Molly con la que se sujeta mi brazo con mi mano libre, con una caricia leve. -Antes me dijo que le gusta tocar el piano ¿Verdad? Amo la música. ¿Desde que edad lo toca?- Le pregunto mientras continuamos caminando acercándonos a la casa de mi bella acompañante.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Un paseo por París (Libre)
-Pues claro que la acompaño a su casa querida, es muy tarde para que tan bella damisela ande sola por la ciudad.
Su respuesta, a aquellas alturas, no me sorprendió, por lo que le mire con una expresión provocativa en los ojos, aceptando su brazo mientras avanzábamos. Su contacto volvió a parecerme frío y calmante, acogedor a pesar de no ser cálido.
Su evasiva ante mis intenciones de conocerle me picó la curiosidad, pero me resistí, no quería parecer impertinente. Pero no tuve reparos en enarcar una ceja y alzar una de las comisuras de mis labios.
-No dudo de que es de fiar, caballero. Aun así, me pregunto cuáles serán sus motivos para ser tan reservado- le dije sin reparos, sonriendo traviesa.
-Y querida Molly, claro que me encantaría volver a verla.- Su sonrisa me deslumbró una vez más. -Pero... No le conviene ir conmigo.- Apartó los ojos, evitando que mis pupilas le encontraran, pero no dije nada. -Pero si lo desea mi dama, puedo pasar a verla durante mis patrullas.
-Siempre y cuando quiera este caballero- la decepción se dejaba notar levemente en mi voz.
"Va a ser mejor que dejes de decir tonterías, sólo te esta ayudando porque es su labor, tonta" me regañé en mis pensamientos. Tras algunos pasos conseguimos llegar a la avenida principal, me sorprendía que hubiera estado allí hace tan sólo unas horas, parecía haber pasado mucho tiempo. La calle parecía tranquila y pacífica, y sobre todo se debía a la presencia de Zirano, que me infundía seguridad. Si no, cualquiera calificaría aquella carretera como lúgubre y tenebrosa.
El frío parecía haberse estancado, sin un solo soplo de viento, pero intenso todavía. Sin embargo, ahora me parecía refrescante y revitalizante, devolviéndome la consciencia de aquella realidad. La calle desierta, la noche, aquel joven apuesto y misterioso y yo. ¿Quién lo hubiera dicho?
-Me esperan dos semanas mas largas.-giré la cabeza para verle cuando habló, parecía cansado y algo apesadumbrado.-No tengo ni un solo día libre.- Mis ojos demostraban comprensión, pues ya tenía a alguien en casa que sufría la misma situación.
¿Qué manía tenían los hombres con defender la ley a costa de su vida y dedicación? Su mirada se tornó distinta mientras hablaba, y no pude evitar apartar la mía con las mejillas algo sonrosadas. Su mano buscó la mía, aferrada a su brazo, y aquella caricia me produjo escalofríos. Sentí el impulso de apartar la mano, pero no podía, aquello era muy agradable.
-Antes me dijo que le gusta tocar el piano ¿Verdad? Amo la música. ¿Desde que edad lo toca?.
Volví a fijar mis pupilas en las suyas, con algunos resquicios del rubor aún en mi rostro. Sonreí ante su pregunta.
-Bueno... desde los 4 años me han estado instruyendo, pero la verdad es que no es algo que se me de muy bien. Mi destreza se debe más a una práctica obligada que a mi propio talento. Sin embargo ahora, que puedo apreciar la suerte de tal aprendizaje, me gusta dejar que mi imaginación vuele sobre las teclas. Pero no suele ocurrir, la verdad es que me decanto por el canto, en mi familia siempre ha sido un don innato en las mujeres por parte de mi madre. Aunque siéndole sincera, ella no lo hace muy bien...-reí con algo de malicia-. No puedo atribuirme halagos a mí misma, pero es algo que no ha requerido un gran esfuerzo y de lo que nunca me canso de hacer.
Sonreí con una expresión soñadora en los ojos, cantar siempre había sido mi vía de escape a las reglas de mi realidad.
-¿Algún día me concederá una serenata? -pestañeé inclinándome levemente hacia él.
La mirada se alargó unos segundos de más, los suficientes como para atisbar aquel extraño resplandor en el interior de sus iris luminosos, que me atrapaba y me hechizaba. Sonreí, dejando ver en mis ojos aquella chispa de curiosidad, admiración, y para qué negarlo... atracción. Finalmente aparté la mirada, no sin cierta desgana, para indicarle que quedaba una calle para llegar a mi hogar.
No pude evitar una punzada de miedo y decepción. Por una parte, no me gustaba nada lo que me esperaba en casa, una madre enfurecida y chillona nunca es del agrado de nadie. Y por otra, no quería perder aquella noche, a pesar del mal trago acontecido. Zirano me había brindado una noche de libertad y emociones sinceras que nunca había experimentado. Por fin había conseguido abrirme sin reparos a alguien que no me juzgaba por mis actos, a pesar de ser básicamente un desconocido, pero un desconocido que me había salvado la vida.
Sonreí de nuevo, buscando de reojo la mirada de mi acompañante.
Su respuesta, a aquellas alturas, no me sorprendió, por lo que le mire con una expresión provocativa en los ojos, aceptando su brazo mientras avanzábamos. Su contacto volvió a parecerme frío y calmante, acogedor a pesar de no ser cálido.
Su evasiva ante mis intenciones de conocerle me picó la curiosidad, pero me resistí, no quería parecer impertinente. Pero no tuve reparos en enarcar una ceja y alzar una de las comisuras de mis labios.
-No dudo de que es de fiar, caballero. Aun así, me pregunto cuáles serán sus motivos para ser tan reservado- le dije sin reparos, sonriendo traviesa.
-Y querida Molly, claro que me encantaría volver a verla.- Su sonrisa me deslumbró una vez más. -Pero... No le conviene ir conmigo.- Apartó los ojos, evitando que mis pupilas le encontraran, pero no dije nada. -Pero si lo desea mi dama, puedo pasar a verla durante mis patrullas.
-Siempre y cuando quiera este caballero- la decepción se dejaba notar levemente en mi voz.
"Va a ser mejor que dejes de decir tonterías, sólo te esta ayudando porque es su labor, tonta" me regañé en mis pensamientos. Tras algunos pasos conseguimos llegar a la avenida principal, me sorprendía que hubiera estado allí hace tan sólo unas horas, parecía haber pasado mucho tiempo. La calle parecía tranquila y pacífica, y sobre todo se debía a la presencia de Zirano, que me infundía seguridad. Si no, cualquiera calificaría aquella carretera como lúgubre y tenebrosa.
El frío parecía haberse estancado, sin un solo soplo de viento, pero intenso todavía. Sin embargo, ahora me parecía refrescante y revitalizante, devolviéndome la consciencia de aquella realidad. La calle desierta, la noche, aquel joven apuesto y misterioso y yo. ¿Quién lo hubiera dicho?
-Me esperan dos semanas mas largas.-giré la cabeza para verle cuando habló, parecía cansado y algo apesadumbrado.-No tengo ni un solo día libre.- Mis ojos demostraban comprensión, pues ya tenía a alguien en casa que sufría la misma situación.
¿Qué manía tenían los hombres con defender la ley a costa de su vida y dedicación? Su mirada se tornó distinta mientras hablaba, y no pude evitar apartar la mía con las mejillas algo sonrosadas. Su mano buscó la mía, aferrada a su brazo, y aquella caricia me produjo escalofríos. Sentí el impulso de apartar la mano, pero no podía, aquello era muy agradable.
-Antes me dijo que le gusta tocar el piano ¿Verdad? Amo la música. ¿Desde que edad lo toca?.
Volví a fijar mis pupilas en las suyas, con algunos resquicios del rubor aún en mi rostro. Sonreí ante su pregunta.
-Bueno... desde los 4 años me han estado instruyendo, pero la verdad es que no es algo que se me de muy bien. Mi destreza se debe más a una práctica obligada que a mi propio talento. Sin embargo ahora, que puedo apreciar la suerte de tal aprendizaje, me gusta dejar que mi imaginación vuele sobre las teclas. Pero no suele ocurrir, la verdad es que me decanto por el canto, en mi familia siempre ha sido un don innato en las mujeres por parte de mi madre. Aunque siéndole sincera, ella no lo hace muy bien...-reí con algo de malicia-. No puedo atribuirme halagos a mí misma, pero es algo que no ha requerido un gran esfuerzo y de lo que nunca me canso de hacer.
Sonreí con una expresión soñadora en los ojos, cantar siempre había sido mi vía de escape a las reglas de mi realidad.
-¿Algún día me concederá una serenata? -pestañeé inclinándome levemente hacia él.
La mirada se alargó unos segundos de más, los suficientes como para atisbar aquel extraño resplandor en el interior de sus iris luminosos, que me atrapaba y me hechizaba. Sonreí, dejando ver en mis ojos aquella chispa de curiosidad, admiración, y para qué negarlo... atracción. Finalmente aparté la mirada, no sin cierta desgana, para indicarle que quedaba una calle para llegar a mi hogar.
No pude evitar una punzada de miedo y decepción. Por una parte, no me gustaba nada lo que me esperaba en casa, una madre enfurecida y chillona nunca es del agrado de nadie. Y por otra, no quería perder aquella noche, a pesar del mal trago acontecido. Zirano me había brindado una noche de libertad y emociones sinceras que nunca había experimentado. Por fin había conseguido abrirme sin reparos a alguien que no me juzgaba por mis actos, a pesar de ser básicamente un desconocido, pero un desconocido que me había salvado la vida.
Sonreí de nuevo, buscando de reojo la mirada de mi acompañante.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Un paseo por París (Libre)
Molly no aparta su mano de mi caricia, y me mira algo ruborizada sonriendo por mi pregunta y me explica que toca el piano desde los cuatro años, pero que prefiere el canto, que algo innato en su familia materna y se ríe con malicia cuando comenta que su madre canta mal y que a ella le encanta cantar. Puedo ver un brillo soñador en su mirada al hablarme de ello.
-¿Algún día me concederá una serenata?- Me dice inclinándose un poco hacía mi, pestañeando de forma dulce. Nuestras miradas se cruzan, mantenidas durante unos segundos, en sus ojos veo una inmensa curiosidad mezclada con admiración y atracción, esta última mutua. Yo me quedo solo observándola, embelesado con su bello rostro, ta dulce, mi joven y bella dama...
Molly aparta la mirada con gesto de disgusto, en un principio creo que he hecho algo, y me indica que estamos cerca de su casa, pero al momento me vuelve a mirar de reojo, sonriendo. Yo le devuelvo una sonrisa cómplice y camino en la dirección que ella me ha indicado. Mis pasos son pausados y lentos, como si quisiera que el camino fuese eterno. Muevo el brazo con sutileza haciendo que Molly me suelte, a sabiendas de que le extrañará.
-Cuando quiera mi joven y bella dama, aunque cantar no es mi fuerte, se me da mejor el violín y el piano.- Le comento distraído mirando hacía adelante, y con disimulo cojo su mano con la mía entrelazando nuestros dedos. -Como le dije, la música es una de mis pasiones. Escuchar en el palacio Royal un concierto de violín o violonchelo. Con un sonido exquisito, notando como las notas te envuelven y te acarician los oídos con su melodía.- Le digo con una sonrisa sincera en los labios, mirando hacía la luna, en cuarto menguante, que se refleja por completo en mis ojos.
Pestañeo y bajo mi mirada hacía Molly. -Sabe?- Le digo sonriendo de forma coqueta y vuelvo a mirar al frente. -Cuando era pequeño, tendría unos doce años, un trotamundos llego al pequeño pueblo donde vivía. Desde el primer día se instalo en la plaza central, bajo el gran manzano. Recuerdo que yo estaba en mi casa, jugando con un trozo de madera que mi padre había tallado en forma de caballo, estaba muy mal hecho, y parecía una avestruz con cuatro patas, pero siempre me gusto.- Sonreí con añoranza de forma amplia pero con los labios cerrados. -Y el trotamundos empezó a tocar, en un principio no sabia que era, pero el sonido me encantaba, y cuando salí, todos los niños del pueblo, y parte de los adultos, se habían reunido en la plaza central para escuchar aquella música angelical. Cuando llegue era un chico de unos veinte años, tal vez algo mas. Y tocaba un violín. La gente lo acepto, pero tras tres semanas, desapareció y solo quedo su violín oculto bajo su manta. Nadie recordaba su nombre salvo yo, su nombre era Goika. Jamas volvimos a saber de él.- Dije con mirada triste, sabiendo que ahora habría averiguado lo que ocurrió. -Y desde ese día, cogí su violín y empecé a practicar.- Le digo sin parar de caminar, poco a poco nos acercamos a la casa de Molly. Miro a la chica de forma dulce y con una sonrisa amable.
-La música, que gran invento. ¿No cree?- Le pregunto con sonrisa animada. Y en ese momento, llegamos a la esquina de su casa.
-¿Algún día me concederá una serenata?- Me dice inclinándose un poco hacía mi, pestañeando de forma dulce. Nuestras miradas se cruzan, mantenidas durante unos segundos, en sus ojos veo una inmensa curiosidad mezclada con admiración y atracción, esta última mutua. Yo me quedo solo observándola, embelesado con su bello rostro, ta dulce, mi joven y bella dama...
Molly aparta la mirada con gesto de disgusto, en un principio creo que he hecho algo, y me indica que estamos cerca de su casa, pero al momento me vuelve a mirar de reojo, sonriendo. Yo le devuelvo una sonrisa cómplice y camino en la dirección que ella me ha indicado. Mis pasos son pausados y lentos, como si quisiera que el camino fuese eterno. Muevo el brazo con sutileza haciendo que Molly me suelte, a sabiendas de que le extrañará.
-Cuando quiera mi joven y bella dama, aunque cantar no es mi fuerte, se me da mejor el violín y el piano.- Le comento distraído mirando hacía adelante, y con disimulo cojo su mano con la mía entrelazando nuestros dedos. -Como le dije, la música es una de mis pasiones. Escuchar en el palacio Royal un concierto de violín o violonchelo. Con un sonido exquisito, notando como las notas te envuelven y te acarician los oídos con su melodía.- Le digo con una sonrisa sincera en los labios, mirando hacía la luna, en cuarto menguante, que se refleja por completo en mis ojos.
Pestañeo y bajo mi mirada hacía Molly. -Sabe?- Le digo sonriendo de forma coqueta y vuelvo a mirar al frente. -Cuando era pequeño, tendría unos doce años, un trotamundos llego al pequeño pueblo donde vivía. Desde el primer día se instalo en la plaza central, bajo el gran manzano. Recuerdo que yo estaba en mi casa, jugando con un trozo de madera que mi padre había tallado en forma de caballo, estaba muy mal hecho, y parecía una avestruz con cuatro patas, pero siempre me gusto.- Sonreí con añoranza de forma amplia pero con los labios cerrados. -Y el trotamundos empezó a tocar, en un principio no sabia que era, pero el sonido me encantaba, y cuando salí, todos los niños del pueblo, y parte de los adultos, se habían reunido en la plaza central para escuchar aquella música angelical. Cuando llegue era un chico de unos veinte años, tal vez algo mas. Y tocaba un violín. La gente lo acepto, pero tras tres semanas, desapareció y solo quedo su violín oculto bajo su manta. Nadie recordaba su nombre salvo yo, su nombre era Goika. Jamas volvimos a saber de él.- Dije con mirada triste, sabiendo que ahora habría averiguado lo que ocurrió. -Y desde ese día, cogí su violín y empecé a practicar.- Le digo sin parar de caminar, poco a poco nos acercamos a la casa de Molly. Miro a la chica de forma dulce y con una sonrisa amable.
-La música, que gran invento. ¿No cree?- Le pregunto con sonrisa animada. Y en ese momento, llegamos a la esquina de su casa.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Re: Un paseo por París (Libre)
Su forma tan delicada de retirar mis dedos de su brazo no me pasó inadvertida, así como su paso aminorado. Fruncí el ceño, preguntándome que podría haber hecho mal.
-Cuando quiera mi joven y bella dama, aunque cantar no es mi fuerte, se me da mejor el violín y el piano- su mirada parecía desinteresada, pero a mí no me engañaba.
Entonces sentí su mano deslizarse junto a la mía, entrelazando nuestros dedos de una forma dulce. Su piel era de una suavidad sorprendente, fría pero en cierto modo cálida para mí. Su extraña forma de hacerlo me hizo contener una risita. ¿Un hombre hecho y derecho que tiene tantos reparos en darle la mano a una simple jovencita? Pero no dudé en sonreírle y dedicarle una mirada intensa mientras me contaba su pasión por la música y los conciertos de piano y violín.
-Siempre me ha gustado el violín, tiene una forma muy particular de expresar los sentimientos con intensidad- admití-. Aunque no he tenido la oportunidad de escucharlo de cerca, sólo en teatro o en los bailes y conciertos del palacio Royal, también.
Su mirada se encontró con la mía una vez más, sonriéndome de forma coqueta. Aquello me sorprendió, era la primera vez que me miraba así. Me sonrojé levemente y le devolví el gesto. Apartó los ojos y comenzó a hablarme de su pasado. Le escuché interesada ante su nueva confianza en mí. Me habló de su tierra natal, y del juguete que le talló su padre, o al menos intento hacerlo. Me reí ante su comentario sobre el objeto, y el me sonrió, nostálgico.
-Y el trotamundos empezó a tocar, en un principio no sabia que era, pero el sonido me encantaba, y cuando salí, todos los niños del pueblo, y parte de los adultos, se habían reunido en la plaza central para escuchar aquella música angelical. Cuando llegue era un chico de unos veinte años, tal vez algo mas. Y tocaba un violín. La gente lo acepto, pero tras tres semanas, desapareció y solo quedo su violín oculto bajo su manta. Nadie recordaba su nombre salvo yo, su nombre era Goika. Jamas volvimos a saber de él.
Sus ojos se ensombrecieron, dejando ver la pena en ellos. Le di un apretón con la mano, animándole, y el terminó relatando su historia diciendo que aquel violín fue con el que comenzó a tocar. Clavé mis iris azules en los suyos, sonriéndole dulcemente.
-Una historia preciosa -le dije con sinceridad-. Qué pena que yo aún no hubiera nacido para verlo.
Reí con ganas ante mi comentario y llegamos a la verja que rodeaba mi enorme casa. Me detuve frente a ella, sin soltar la mano de Zirano y observando el interior, que parecía estar más tranquilo de lo que esperaba. Me relajé de inmediato, escrutando las ventanas y el vasto jardín en sombras. El guardia de la verja me reconoció y me hizo una pequeña reverencia, a la cual yo respondí con una inclinación de cabeza.
-Parece que ya hemos llegado...-comenté, sin mirarle todavía-. Le invitaría a tomar algo, pero creo que mi madre podría ser muy peligrosa en estos momentos.
Reí de nuevo y por fin me enfrenté a sus ojos. Indagué en aquellas pupilas serenas pero sedientas a la vez.
-Ha sido una buena noche, a pesar de todo. No se olvide de aquel pobre desgraciado, o amanecerá esposado a una farola.
Intenté ocultar mi inquietud ante el recuerdo con una sonrisa, pero el sentir aquellos dedos aferrados a los míos me hizo olvidarme en pocos segundos. Observé su piel inmaculada y pálida, su rostro varonil y de buen ver, sus labios carnosos, su mentón bien formado... Realmente deseaba permanecer allí, a su lado, y escapar de la amarga realidad en casa, sin un padre que me esperara y una madre poco comprensiva tras la puerta. Sonreí de nuevo con ganas, con coqueteo, y deshice nuestras manos, llevándome la mía a la espalda.
-Creo que ya sabe que he sido franca con usted al hablarle de mi vida, y me gustaría que sepa que no suele ser algo común en mí. No voy a mentirle, caballero, me transmite confianza, y desde ahora podrá considerarme como una amiga, aunque suene precipitado.
Me acerqué algunos pasos sin borrar la picardía de mi sonrisa, dejando nuestros rostros a tan sólo unos cuantos centímetros. Alcé la cabeza para poner mis labios cerca de su oreja, con bastante descaro, pero sin apartar las manos de mi espalda.
-Gracias por todo, señor Xanaddo, es usted todo un caballero- susurré.
Y sin darle tiempo de reaccionar o decir nada, acaricié sus labios con los míos, con delicadeza. Un beso que demostraba agradecimiento, admiración y seducción. Inocente en su apariencia, pero al fin y al cabo fruto de la experiencia. Sin embargo, lo que no esperaba sentir era aquella calidez, aquel latir de mi corazón acelerado. No duró más de unos segundos, y no dejé que llegara a nada más que una presión entre nuestros labios. Me aparté abriendo los ojos lentamente, y volví a sonreír, coqueta. Me erguí, apartándome, aún con las manos detrás de mí e hice una pequeña reverencia.
-Quizá volvamos a vernos, caballero. Puede que se me ocurra hacerle una visita a mi padre- le guiñé un ojo y solté una risita-. Buenas noches, Zirano.
Y con una última mirada me alejé de su presencia, ordenándole al guardia que me abriera para emprender el camino de guijarros hacia mi casa, sin volverme y con una sensación dulce en los labios.
-Cuando quiera mi joven y bella dama, aunque cantar no es mi fuerte, se me da mejor el violín y el piano- su mirada parecía desinteresada, pero a mí no me engañaba.
Entonces sentí su mano deslizarse junto a la mía, entrelazando nuestros dedos de una forma dulce. Su piel era de una suavidad sorprendente, fría pero en cierto modo cálida para mí. Su extraña forma de hacerlo me hizo contener una risita. ¿Un hombre hecho y derecho que tiene tantos reparos en darle la mano a una simple jovencita? Pero no dudé en sonreírle y dedicarle una mirada intensa mientras me contaba su pasión por la música y los conciertos de piano y violín.
-Siempre me ha gustado el violín, tiene una forma muy particular de expresar los sentimientos con intensidad- admití-. Aunque no he tenido la oportunidad de escucharlo de cerca, sólo en teatro o en los bailes y conciertos del palacio Royal, también.
Su mirada se encontró con la mía una vez más, sonriéndome de forma coqueta. Aquello me sorprendió, era la primera vez que me miraba así. Me sonrojé levemente y le devolví el gesto. Apartó los ojos y comenzó a hablarme de su pasado. Le escuché interesada ante su nueva confianza en mí. Me habló de su tierra natal, y del juguete que le talló su padre, o al menos intento hacerlo. Me reí ante su comentario sobre el objeto, y el me sonrió, nostálgico.
-Y el trotamundos empezó a tocar, en un principio no sabia que era, pero el sonido me encantaba, y cuando salí, todos los niños del pueblo, y parte de los adultos, se habían reunido en la plaza central para escuchar aquella música angelical. Cuando llegue era un chico de unos veinte años, tal vez algo mas. Y tocaba un violín. La gente lo acepto, pero tras tres semanas, desapareció y solo quedo su violín oculto bajo su manta. Nadie recordaba su nombre salvo yo, su nombre era Goika. Jamas volvimos a saber de él.
Sus ojos se ensombrecieron, dejando ver la pena en ellos. Le di un apretón con la mano, animándole, y el terminó relatando su historia diciendo que aquel violín fue con el que comenzó a tocar. Clavé mis iris azules en los suyos, sonriéndole dulcemente.
-Una historia preciosa -le dije con sinceridad-. Qué pena que yo aún no hubiera nacido para verlo.
Reí con ganas ante mi comentario y llegamos a la verja que rodeaba mi enorme casa. Me detuve frente a ella, sin soltar la mano de Zirano y observando el interior, que parecía estar más tranquilo de lo que esperaba. Me relajé de inmediato, escrutando las ventanas y el vasto jardín en sombras. El guardia de la verja me reconoció y me hizo una pequeña reverencia, a la cual yo respondí con una inclinación de cabeza.
-Parece que ya hemos llegado...-comenté, sin mirarle todavía-. Le invitaría a tomar algo, pero creo que mi madre podría ser muy peligrosa en estos momentos.
Reí de nuevo y por fin me enfrenté a sus ojos. Indagué en aquellas pupilas serenas pero sedientas a la vez.
-Ha sido una buena noche, a pesar de todo. No se olvide de aquel pobre desgraciado, o amanecerá esposado a una farola.
Intenté ocultar mi inquietud ante el recuerdo con una sonrisa, pero el sentir aquellos dedos aferrados a los míos me hizo olvidarme en pocos segundos. Observé su piel inmaculada y pálida, su rostro varonil y de buen ver, sus labios carnosos, su mentón bien formado... Realmente deseaba permanecer allí, a su lado, y escapar de la amarga realidad en casa, sin un padre que me esperara y una madre poco comprensiva tras la puerta. Sonreí de nuevo con ganas, con coqueteo, y deshice nuestras manos, llevándome la mía a la espalda.
-Creo que ya sabe que he sido franca con usted al hablarle de mi vida, y me gustaría que sepa que no suele ser algo común en mí. No voy a mentirle, caballero, me transmite confianza, y desde ahora podrá considerarme como una amiga, aunque suene precipitado.
Me acerqué algunos pasos sin borrar la picardía de mi sonrisa, dejando nuestros rostros a tan sólo unos cuantos centímetros. Alcé la cabeza para poner mis labios cerca de su oreja, con bastante descaro, pero sin apartar las manos de mi espalda.
-Gracias por todo, señor Xanaddo, es usted todo un caballero- susurré.
Y sin darle tiempo de reaccionar o decir nada, acaricié sus labios con los míos, con delicadeza. Un beso que demostraba agradecimiento, admiración y seducción. Inocente en su apariencia, pero al fin y al cabo fruto de la experiencia. Sin embargo, lo que no esperaba sentir era aquella calidez, aquel latir de mi corazón acelerado. No duró más de unos segundos, y no dejé que llegara a nada más que una presión entre nuestros labios. Me aparté abriendo los ojos lentamente, y volví a sonreír, coqueta. Me erguí, apartándome, aún con las manos detrás de mí e hice una pequeña reverencia.
-Quizá volvamos a vernos, caballero. Puede que se me ocurra hacerle una visita a mi padre- le guiñé un ojo y solté una risita-. Buenas noches, Zirano.
Y con una última mirada me alejé de su presencia, ordenándole al guardia que me abriera para emprender el camino de guijarros hacia mi casa, sin volverme y con una sensación dulce en los labios.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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