AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Misión incomoda (molly)
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Misión incomoda (molly)
Recuerdo del primer mensaje :
Ya hace cinco días de mi encuentro con Molly, y de su beso... Un beso corto, tan solo un roce, pero lo suficiente como para darme a entender sus sentimientos. Pero la volveré a ver? No lo se, pero me gustaría.
Estoy en la comisaría esperando a que el comisario regrese. Por lo visto hoy hay una misión importante. Mientras lo espero leo los informes del día anterior. Esta semana la he tenido bastante liada. "El manos", no se como, logro liberarse de sus esposas. Estuve toda la noche tras su pista, pero parecía que se lo había tragado la tierra. Durante tres días las pistas no conducían a ninguna parte. Pero ayer a primera hora de la tarde fue arrestado merodeando por la avenida principal. Cojo el informe y veo que pone que al parecer estaba vigilando la mansión del Oficial Winslet. Actualmente esta en los calabozos a la espera de juicio. Sonrío mirando el final de la frase. Me aseguraré que no llegue al juicio, no quiero esta clase de escoria en mi amado París.
Miro hacía la puerta al escuchar unos pasos, el comisario y viene junto a un oficial del ejercito, me resulta familiar, en apariencia es un hombre fuerte y sabio, en su mano lleva un maletín de madera. El comisario camina hacía su despacho y para a mi lado.
-Zirano venga al despacho inmediatamente.- Me ordena, pero su tono no es duro. Observo como el oficial me mira con curiosidad y me sonríe amable, y tanto él como el comisario entran en el despacho de este último. Yo me levanto dejando los papeles como están. Observo los papeles desordenados y no me gusta pero los dejo así y voy al despacho. Paso junto al escritorio de Marilyn, que esta vacío, hoy no trabaja.
Entro al despacho, el comisario esta sentado en su silla, y el oficial delante de él. -Siéntate Zirano.- Me indica el comisario con un gesto señalando la silla libre. Yo asiento con la cabeza y me siento.
-Bien. Zirano le presento al oficial Winslet. Actualmente es nuestro enlace con el ejercito. Monsieur Winslet, este hombre escuchimizao- sonríe divertido. -Es uno de mis mejores agentes, Zirano Xanaddo.- Nos presenta a ambos, yo miro al oficial que me mira como si me conociera, pero a la vez como si tuviese algún prejuicio y de inmediato lo recuerdo, _Molly Winslet, él es su padre? Pero si lo es, ¿por qué me mira con prejuicio?_ Pienso mientras activo mi telepatía para leer la mente del oficial. “¿Este tipo salvo a mi hija?” Y un lápiz impacta contra mi cabeza rompiéndome la concentración. Cojo el lápiz mientras cae, me toco la cabeza y miro al comisario.
-A lo que íbamos.- dice el comisario mirándonos a ambos. -Hoy deben llevar una reliquia al cuartel del ejercito.- Dice mientras se levanta y quita un cuadro de un paisaje, descubriendo una caja fuerte tras él. Pone la mano en la rueda y la comienza a girar diciendo en tono normal, para que lo escucháramos. -6 derecha, 23 izquierda 23 derecha- Y tira de la manivela abriendo la puerta. Que diga así la combinación me resulta extraaño, pero de momento prefiero no darle importancia y recordar los números. La caja es pequeña, pero tiene varios objetos envueltos en tela y coge uno de ellos. Se gira mirando al oficial. -El maletín por favor.-
El oficial pone el maletín sobre la mesa, observo que tiene tres cerraduras, el comisario deja el objeto aun envuelto sobre la mesa y abre un cajón, sacando unas llaves, usa una distinta en cada cerradura, puedo distinguir, una con un rombo, otra normal, pero mas pequeña y una rectangular y lisa. _Para que tanta protección._ me pregunto mirando el objeto envuelto, por sus dimensiones podría ser cualquier cosa. El comisario coge el artefacto y lo pone dentro del maletín con cuidado. Lo cierra con las tres llaves y las guarda en su cajón. Coge el maletín y nos lo entrega.
-Bien, debéis llevarlo al cuartel de la ciudad. No creo que haya ningún problema, pero bueno ya vais los dos, así que no pasara nada.- Nos dice concluyendo la conversación. Nos mira extrañado. -Va! A que esperan?- Nos recrimina que aun estemos sentados. Ambos nos levantamos y con un saludo salimos del despacho.
El oficial cierra la puerta y comienza a caminar hacía la salida, yo me pongo su ldo y le sigo el pso en silencio.
-Agente Xanaddo, tenia ganas de conocerlo, aun no había tenido la oportunidad de agradecerle lo que hizo por mi hija. Gracias de verdad.- Me dice estrechándome la mano con fuerza y sinceridad en sus palabras, me suelta la mano y sale de la comisaria, yo lo sigo y cuando salgo observo una luna llena enorme en el cielo de París.
Ya hace cinco días de mi encuentro con Molly, y de su beso... Un beso corto, tan solo un roce, pero lo suficiente como para darme a entender sus sentimientos. Pero la volveré a ver? No lo se, pero me gustaría.
Estoy en la comisaría esperando a que el comisario regrese. Por lo visto hoy hay una misión importante. Mientras lo espero leo los informes del día anterior. Esta semana la he tenido bastante liada. "El manos", no se como, logro liberarse de sus esposas. Estuve toda la noche tras su pista, pero parecía que se lo había tragado la tierra. Durante tres días las pistas no conducían a ninguna parte. Pero ayer a primera hora de la tarde fue arrestado merodeando por la avenida principal. Cojo el informe y veo que pone que al parecer estaba vigilando la mansión del Oficial Winslet. Actualmente esta en los calabozos a la espera de juicio. Sonrío mirando el final de la frase. Me aseguraré que no llegue al juicio, no quiero esta clase de escoria en mi amado París.
Miro hacía la puerta al escuchar unos pasos, el comisario y viene junto a un oficial del ejercito, me resulta familiar, en apariencia es un hombre fuerte y sabio, en su mano lleva un maletín de madera. El comisario camina hacía su despacho y para a mi lado.
-Zirano venga al despacho inmediatamente.- Me ordena, pero su tono no es duro. Observo como el oficial me mira con curiosidad y me sonríe amable, y tanto él como el comisario entran en el despacho de este último. Yo me levanto dejando los papeles como están. Observo los papeles desordenados y no me gusta pero los dejo así y voy al despacho. Paso junto al escritorio de Marilyn, que esta vacío, hoy no trabaja.
Entro al despacho, el comisario esta sentado en su silla, y el oficial delante de él. -Siéntate Zirano.- Me indica el comisario con un gesto señalando la silla libre. Yo asiento con la cabeza y me siento.
-Bien. Zirano le presento al oficial Winslet. Actualmente es nuestro enlace con el ejercito. Monsieur Winslet, este hombre escuchimizao- sonríe divertido. -Es uno de mis mejores agentes, Zirano Xanaddo.- Nos presenta a ambos, yo miro al oficial que me mira como si me conociera, pero a la vez como si tuviese algún prejuicio y de inmediato lo recuerdo, _Molly Winslet, él es su padre? Pero si lo es, ¿por qué me mira con prejuicio?_ Pienso mientras activo mi telepatía para leer la mente del oficial. “¿Este tipo salvo a mi hija?” Y un lápiz impacta contra mi cabeza rompiéndome la concentración. Cojo el lápiz mientras cae, me toco la cabeza y miro al comisario.
-A lo que íbamos.- dice el comisario mirándonos a ambos. -Hoy deben llevar una reliquia al cuartel del ejercito.- Dice mientras se levanta y quita un cuadro de un paisaje, descubriendo una caja fuerte tras él. Pone la mano en la rueda y la comienza a girar diciendo en tono normal, para que lo escucháramos. -6 derecha, 23 izquierda 23 derecha- Y tira de la manivela abriendo la puerta. Que diga así la combinación me resulta extraaño, pero de momento prefiero no darle importancia y recordar los números. La caja es pequeña, pero tiene varios objetos envueltos en tela y coge uno de ellos. Se gira mirando al oficial. -El maletín por favor.-
El oficial pone el maletín sobre la mesa, observo que tiene tres cerraduras, el comisario deja el objeto aun envuelto sobre la mesa y abre un cajón, sacando unas llaves, usa una distinta en cada cerradura, puedo distinguir, una con un rombo, otra normal, pero mas pequeña y una rectangular y lisa. _Para que tanta protección._ me pregunto mirando el objeto envuelto, por sus dimensiones podría ser cualquier cosa. El comisario coge el artefacto y lo pone dentro del maletín con cuidado. Lo cierra con las tres llaves y las guarda en su cajón. Coge el maletín y nos lo entrega.
-Bien, debéis llevarlo al cuartel de la ciudad. No creo que haya ningún problema, pero bueno ya vais los dos, así que no pasara nada.- Nos dice concluyendo la conversación. Nos mira extrañado. -Va! A que esperan?- Nos recrimina que aun estemos sentados. Ambos nos levantamos y con un saludo salimos del despacho.
El oficial cierra la puerta y comienza a caminar hacía la salida, yo me pongo su ldo y le sigo el pso en silencio.
-Agente Xanaddo, tenia ganas de conocerlo, aun no había tenido la oportunidad de agradecerle lo que hizo por mi hija. Gracias de verdad.- Me dice estrechándome la mano con fuerza y sinceridad en sus palabras, me suelta la mano y sale de la comisaria, yo lo sigo y cuando salgo observo una luna llena enorme en el cielo de París.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/02/2013
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Re: Misión incomoda (molly)
Molly ríe algo efusiva, dejando salir su nerviosismo. Me mira y me dice que la idea de ser una vampiresa inmortal le atrae mucho. Me sonríe divertida y con sus dedos comienza a recorrer mi cuello, con una caricia suave. Un escalofrío recorre mi espalda con los toques de la joven y bella dama. Su mirada es algo seria. –A menos que, por supuesto, haya un pasado que nos impida avanzar.- Me dice mirándome pensativa y se acerca para darme un dulce beso en mi cara, se separa un poco para mirar me a los ojos y vuelve a acercarse para susurrarme algo al oído.
-En realidad, Zirano, sé lo que eres. Yo… te vi en aquel callejón.- Mis ojos se abren como platos ante lo que ella me dice y mi boca se abre un poco, sin llegar a creerla y ella se incorpora mirándome con una sonrisa dulce y mirada tranquila. –Pero… tengo al que decirte, y no se si te gustará o no.-
Molly me mira a los ojos, adentrándose en mi mirada, le devuelvo una mirada dulce y cariñosa, aunque extrañado por lo que me dirá. Me acaricia la mejilla, y me mira a la boca, una leve sonrisa se dibuja en mis labios y mira de nuevo a mis ojos, poniendo la palma de su mano en mi inmóvil y frío pecho. –No voy a huir de ti, Zirano.- Me dice con una mirada intensa. –No sería capaz, aunque lo intentara.-
Sus palabras me pillan completamente por sorpresa, y mi cabeza esta aturdida unos instantes. Finalmente parpadeo y la miro con media sonrisa dulce y pícara ala vez. –Desde que te tuve en brazos, y vi tu dulce rostro. No he sido capaz de dejar de pensar en ti. Luché por evitarlo, y decidí mostrarme tal como soy, sin usar ningún truco que mi condición me permite.- Le digo agrandando un poco la sonrisa.
Pongo mi mano en su mejilla, acariciando sus labios con la yema de mi pulgar, con suavidad, tan solo ligeros roces. –Pero tus palabras han hecho que mis temores se esfumen, puesto que mi mayor miedo era que huyeras de mí.- Le digo sin dejar de acariciar sus labios, y acerco mi rostro ligeramente a ella, sin dejar de mirarla a los ojos. Bajo la mirada pensativo.
-Mi primera victima fue mi esposa...- Alzo de nuevo mi mirada a sus ojos azules y brillantes y paso mi caricia a su cuello. –Se que mi pasado es oscuro, pero con mi presente te demuestro que mi futuro te pertenece.- Me muerdo el labio inferior conteniendo el deseo de besarla. Mi mirada esta fija en sus dulces y carnosos labios. Acerco mi cara aun más, quedándonos a escasos milímetros, tanto que la punta de nuestras narices rozan con suavidad, notando una pequeña chispa eléctrica, por el frío y el calor. Me separo un poco instintivamente y sonrío. Vuelvo a acercarme despacio, y noto el aliento de ella contra mis labios. –Quiero que seas mía.- Le digo en un susurro casi suspirando.
Miro a Molly a los ojos y la beso en su jugosa boca, permanezco un par de segundos solo manteniendo nuestros labios unidos y continuo besándola moviendo ligeramente mis labios, solo suaves roces, notando como su calido aliento choca con mis labios, y comienzo a abrir mis labios un poco mas, abro los ojos y me separo un poco, quedándome mirándola con deseo. –Se mía.- Le susurro casi en un suspiro, me quedo con los labios un poco abiertos, y mi mirada fija en su dulce y apasionada boca.
-En realidad, Zirano, sé lo que eres. Yo… te vi en aquel callejón.- Mis ojos se abren como platos ante lo que ella me dice y mi boca se abre un poco, sin llegar a creerla y ella se incorpora mirándome con una sonrisa dulce y mirada tranquila. –Pero… tengo al que decirte, y no se si te gustará o no.-
Molly me mira a los ojos, adentrándose en mi mirada, le devuelvo una mirada dulce y cariñosa, aunque extrañado por lo que me dirá. Me acaricia la mejilla, y me mira a la boca, una leve sonrisa se dibuja en mis labios y mira de nuevo a mis ojos, poniendo la palma de su mano en mi inmóvil y frío pecho. –No voy a huir de ti, Zirano.- Me dice con una mirada intensa. –No sería capaz, aunque lo intentara.-
Sus palabras me pillan completamente por sorpresa, y mi cabeza esta aturdida unos instantes. Finalmente parpadeo y la miro con media sonrisa dulce y pícara ala vez. –Desde que te tuve en brazos, y vi tu dulce rostro. No he sido capaz de dejar de pensar en ti. Luché por evitarlo, y decidí mostrarme tal como soy, sin usar ningún truco que mi condición me permite.- Le digo agrandando un poco la sonrisa.
Pongo mi mano en su mejilla, acariciando sus labios con la yema de mi pulgar, con suavidad, tan solo ligeros roces. –Pero tus palabras han hecho que mis temores se esfumen, puesto que mi mayor miedo era que huyeras de mí.- Le digo sin dejar de acariciar sus labios, y acerco mi rostro ligeramente a ella, sin dejar de mirarla a los ojos. Bajo la mirada pensativo.
-Mi primera victima fue mi esposa...- Alzo de nuevo mi mirada a sus ojos azules y brillantes y paso mi caricia a su cuello. –Se que mi pasado es oscuro, pero con mi presente te demuestro que mi futuro te pertenece.- Me muerdo el labio inferior conteniendo el deseo de besarla. Mi mirada esta fija en sus dulces y carnosos labios. Acerco mi cara aun más, quedándonos a escasos milímetros, tanto que la punta de nuestras narices rozan con suavidad, notando una pequeña chispa eléctrica, por el frío y el calor. Me separo un poco instintivamente y sonrío. Vuelvo a acercarme despacio, y noto el aliento de ella contra mis labios. –Quiero que seas mía.- Le digo en un susurro casi suspirando.
Miro a Molly a los ojos y la beso en su jugosa boca, permanezco un par de segundos solo manteniendo nuestros labios unidos y continuo besándola moviendo ligeramente mis labios, solo suaves roces, notando como su calido aliento choca con mis labios, y comienzo a abrir mis labios un poco mas, abro los ojos y me separo un poco, quedándome mirándola con deseo. –Se mía.- Le susurro casi en un suspiro, me quedo con los labios un poco abiertos, y mi mirada fija en su dulce y apasionada boca.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/02/2013
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Re: Misión incomoda (molly)
Su aturdimiento me satisfacía, era evidente que aquello le había sorprendido. Aunque no entendí por qué, yo no era más que una simple e inocente muchacha, frente a él, un hombre, un inmortal con años y años de experiencia. ¿Cómo podría sorprenderle el hecho de que me hubiera encandilado? ¿No era algo propio de su atracción sobrenatural y sus múltiples encantos?
Aquella sonrisa volvió a recibirme, con aquel toque travieso en la comisura.
–Desde que te tuve en brazos, y vi tu dulce rostro. No he sido capaz de dejar de pensar en ti. Luché por evitarlo, y decidí mostrarme tal como soy, sin usar ningún truco que mi condición me permite.
¿Pensar en mí? Pero... ¿en qué sentido? ¿Como un capricho que daba algo con lo que divertirse fuera de su rutina? ¿Acaso me consideraba una especie de juego? O quizá... quizá el sentía lo mismo, aquella misma sensación tan estática, tan embriagadora entre nosotros. Me negaba a creerlo.
Su mano cubrió mi mejilla, notando el roce de su dedo en mi boca. Aquellas caricias me estremecían, pero no consiguieron aplacar mi inquietud. En aquellos momentos mis pensamientos eran un remolino de dudas, y no sabía cómo reaccionar. Simplemente me mantuve así, con aquella expresión perpleja en los ojos y los labios entre abiertos.
–Pero tus palabras han hecho que mis temores se esfumen, puesto que mi mayor miedo era que huyeras de mí.- su voz aterciopelada consiguió por fin relajarme un poco, con su rostro cercano al mío.
-Mi primera victima fue mi esposa...-no pude contener el escalofrío que recorrió mi espalda, ¿cómo era posible? Por primera vez, mi interior albergó una pizca de temor. Pero no duró demasiado, pues su hechizo volvió a atraparme en cuanto comenzó a hablar.
–Se que mi pasado es oscuro, pero con mi presente te demuestro que mi futuro te pertenece.- por fin recuperé algo de mi misma, y sonreí burlona ante su cumplido.
-Es usted todo un galán, caballero -sonreí juguetona y mis ojos se fijaron en la forma en que se mordía esos labios tan carnosos.
El calor comenzaba a ascender a mis mejillas cuando se acercó un poco más, pasando de sus pupilas a su boca constantemente. No podía pensar, el deseo me embargaba y ya no era capaz de salir de aquella embriaguez. Su nariz rozó la mía con delicadeza, y la energía que desprendía su piel hizo aflorar en mí sensaciones contradictorias. El corazón se me acompasó por momentos, acelerándose cuando volvía a sentir aquella ráfaga de sentimientos.
No pude soportarlo más, y cuando estaba apunto de besarle, de besarle de verdad, se alejó nuevamente, dejándome con un profundo anhelo. Pero aquella mirada traviesa y su sonrisa divertida me devolvió mi picardía habitual. Alcé una comisura, algo socarrona, y esperé pacientemente a que se decidiera.
–Quiero que seas mía.
Una risita se escapaba de mi boca en el momento en que la suya atrapó la mía. En un principio, él se mantuvo así, dejando que nuestros labios permanecieran unidos. Cerré los ojos, dejándome llevar por aquella sensación dulce y tentadora. El beso avanzó, recibiendo aquel perfume envolvente en todos los rincones de mi ser.
Sin poder evitarlo, mi mano se deslizó a su nuca y le atraje hacia mí con suavidad, enredando mis dedos entre sus sedosos cabellos. Cuando intentó separarse quise impedirlo, pero decidí seguirle el juego. Sus ojos me atraparon de nuevo, susurrándome nuevamente que fuera suya.
Bajé la mirada, con una sonrisa provocativa en los labios. Me alejé de él, consciente de que aquello le disgustaría. Pero así era mi juego, un ir y venir, un poner a prueba constante, una diversión infinita. Acaricié su mandíbula, acariciando su mejilla y su cuello con suavidad y coqueteo.
-¿Tuya? -parpadeé antes de volver a hundirme en sus iris azules.
Contuve la risa unos segundos, pero al final solté una carcajada divertida.
-Me temo que...-seguí con los dedos su brazo, mirando distraidamente la línea que describía desde su hombro hasta su codo, y así sucesivamente-... no estoy en venta, señor Xannado.
Mis ojos se clavaron en los suyos, sonriendo con aparente dulzura e inocencia. Como si realmente me apenara que yo no pudiera tener precio.
-Pero podríamos hacer un trato...
Le atraje con brusquedad, acercándome su rostro al mío empujando con mi mano su nuca, un gesto del todo insolente pero de lo más provocador. Una vez su boca sólo quedo a unos centímetros de la mía, solté con suavidad su pelo, acariciándole nuevamente el cuello y la mejilla.
Estuve a punto de caer nuevamente en su hechizo, pero me obligué a mantener la compostura, a seguir el juego que ya había comenzado.
-Gánese mi corazón, Zirano -le espeté, con la mirada fija en la suya, pero aún con aquella travesura en mis palabras-. Si lo consigue, quizá...
Deposité un dulce beso en su mejilla, para acariciar con mis labios su mandíbula y su garganta.
-Quizá, si usted se hace mío...
Mi nariz rozó su piel hasta el lóbulo de la oreja, el cual mordí juguetona antes de susurrarle coqueta en el oído el final de la frase.
-Quizá, y sólo quizá, yo llegue a ser suya- me aparté y sonreí, traviesa.
Entonces mi expresión abandonó aquel juego, pasando al deseo que tanto pugnaba por salir de mi interior. Sabía que no debía, que yo no era la que tenía que ceder, ni la que debía acercarse. Pero las sensaciones, la calidez y la frescura que me envolvían, la pasión que recorría mi cuerpo... eran insoportables.
Finalmente, le besé, a pesar de todo. Le besé con dulzura pero con ansia, dejando que nuestros alientos se mezclaran, pero sin llegar a ser nada más que humildes roces entre nuestros labios entreabiertos. No duró más de unos segundos, en los que me fue muy difícil volver a la consciencia.
Me aparté aturdida, abriendo los ojos lentamente para recibir aquella cálida mirada de nuevo.
Aquella sonrisa volvió a recibirme, con aquel toque travieso en la comisura.
–Desde que te tuve en brazos, y vi tu dulce rostro. No he sido capaz de dejar de pensar en ti. Luché por evitarlo, y decidí mostrarme tal como soy, sin usar ningún truco que mi condición me permite.
¿Pensar en mí? Pero... ¿en qué sentido? ¿Como un capricho que daba algo con lo que divertirse fuera de su rutina? ¿Acaso me consideraba una especie de juego? O quizá... quizá el sentía lo mismo, aquella misma sensación tan estática, tan embriagadora entre nosotros. Me negaba a creerlo.
Su mano cubrió mi mejilla, notando el roce de su dedo en mi boca. Aquellas caricias me estremecían, pero no consiguieron aplacar mi inquietud. En aquellos momentos mis pensamientos eran un remolino de dudas, y no sabía cómo reaccionar. Simplemente me mantuve así, con aquella expresión perpleja en los ojos y los labios entre abiertos.
–Pero tus palabras han hecho que mis temores se esfumen, puesto que mi mayor miedo era que huyeras de mí.- su voz aterciopelada consiguió por fin relajarme un poco, con su rostro cercano al mío.
-Mi primera victima fue mi esposa...-no pude contener el escalofrío que recorrió mi espalda, ¿cómo era posible? Por primera vez, mi interior albergó una pizca de temor. Pero no duró demasiado, pues su hechizo volvió a atraparme en cuanto comenzó a hablar.
–Se que mi pasado es oscuro, pero con mi presente te demuestro que mi futuro te pertenece.- por fin recuperé algo de mi misma, y sonreí burlona ante su cumplido.
-Es usted todo un galán, caballero -sonreí juguetona y mis ojos se fijaron en la forma en que se mordía esos labios tan carnosos.
El calor comenzaba a ascender a mis mejillas cuando se acercó un poco más, pasando de sus pupilas a su boca constantemente. No podía pensar, el deseo me embargaba y ya no era capaz de salir de aquella embriaguez. Su nariz rozó la mía con delicadeza, y la energía que desprendía su piel hizo aflorar en mí sensaciones contradictorias. El corazón se me acompasó por momentos, acelerándose cuando volvía a sentir aquella ráfaga de sentimientos.
No pude soportarlo más, y cuando estaba apunto de besarle, de besarle de verdad, se alejó nuevamente, dejándome con un profundo anhelo. Pero aquella mirada traviesa y su sonrisa divertida me devolvió mi picardía habitual. Alcé una comisura, algo socarrona, y esperé pacientemente a que se decidiera.
–Quiero que seas mía.
Una risita se escapaba de mi boca en el momento en que la suya atrapó la mía. En un principio, él se mantuvo así, dejando que nuestros labios permanecieran unidos. Cerré los ojos, dejándome llevar por aquella sensación dulce y tentadora. El beso avanzó, recibiendo aquel perfume envolvente en todos los rincones de mi ser.
Sin poder evitarlo, mi mano se deslizó a su nuca y le atraje hacia mí con suavidad, enredando mis dedos entre sus sedosos cabellos. Cuando intentó separarse quise impedirlo, pero decidí seguirle el juego. Sus ojos me atraparon de nuevo, susurrándome nuevamente que fuera suya.
Bajé la mirada, con una sonrisa provocativa en los labios. Me alejé de él, consciente de que aquello le disgustaría. Pero así era mi juego, un ir y venir, un poner a prueba constante, una diversión infinita. Acaricié su mandíbula, acariciando su mejilla y su cuello con suavidad y coqueteo.
-¿Tuya? -parpadeé antes de volver a hundirme en sus iris azules.
Contuve la risa unos segundos, pero al final solté una carcajada divertida.
-Me temo que...-seguí con los dedos su brazo, mirando distraidamente la línea que describía desde su hombro hasta su codo, y así sucesivamente-... no estoy en venta, señor Xannado.
Mis ojos se clavaron en los suyos, sonriendo con aparente dulzura e inocencia. Como si realmente me apenara que yo no pudiera tener precio.
-Pero podríamos hacer un trato...
Le atraje con brusquedad, acercándome su rostro al mío empujando con mi mano su nuca, un gesto del todo insolente pero de lo más provocador. Una vez su boca sólo quedo a unos centímetros de la mía, solté con suavidad su pelo, acariciándole nuevamente el cuello y la mejilla.
Estuve a punto de caer nuevamente en su hechizo, pero me obligué a mantener la compostura, a seguir el juego que ya había comenzado.
-Gánese mi corazón, Zirano -le espeté, con la mirada fija en la suya, pero aún con aquella travesura en mis palabras-. Si lo consigue, quizá...
Deposité un dulce beso en su mejilla, para acariciar con mis labios su mandíbula y su garganta.
-Quizá, si usted se hace mío...
Mi nariz rozó su piel hasta el lóbulo de la oreja, el cual mordí juguetona antes de susurrarle coqueta en el oído el final de la frase.
-Quizá, y sólo quizá, yo llegue a ser suya- me aparté y sonreí, traviesa.
Entonces mi expresión abandonó aquel juego, pasando al deseo que tanto pugnaba por salir de mi interior. Sabía que no debía, que yo no era la que tenía que ceder, ni la que debía acercarse. Pero las sensaciones, la calidez y la frescura que me envolvían, la pasión que recorría mi cuerpo... eran insoportables.
Finalmente, le besé, a pesar de todo. Le besé con dulzura pero con ansia, dejando que nuestros alientos se mezclaran, pero sin llegar a ser nada más que humildes roces entre nuestros labios entreabiertos. No duró más de unos segundos, en los que me fue muy difícil volver a la consciencia.
Me aparté aturdida, abriendo los ojos lentamente para recibir aquella cálida mirada de nuevo.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 308
Fecha de inscripción : 29/11/2011
Localización : Nuevamente en París.
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Re: Misión incomoda (molly)
Molly me corresponde el beso, tirando de mí hacía ella luchando con su mano, acariciando mi nuca, no quiere despegarse del beso. La chica baja su mirada, con una sonrisa pícara dibujada en sus labios y se aleja de mí con una caricia suave y calida en mi cara. -¿Tuya?- Me dice parpadeando varias veces mirándome a los ojos, permanece seria unos instantes, pero sus ojos tienen un brillo divertido. Molly ríe con una carcajada dulce y divertida, dejándome ver que quiere seguir mi juego. Mi juego de seducción.
-Me temo que…- dice pasando un dedo por mi brazo. -… no estoy en venta señor Xanaddo.- Me dice clavando su mirada en la mía. Su sonrisa es dulce e inocente, pero su picardía sigue ahí, como un brillo fijo siempre en su mirada. Se que tal vez la afirmación de hacerla mía le haya sorprendido, tal vez me excedí en mi galantería.
-Pero podríamos hacer un trato…- Me dice dando un tirón del cabello de mi nuca de forma brusca, acercando nuestros rostros a escasos centímetros. Su gesto me encanta, posesivo y deseoso, me muerdo el labio sonriendo a la vez mirándola de forma salvaje y pasional. -Gánese mi corazón, Zirano.- me dice, con la mirada fija en la mía, pero aún con aquella travesura en sus palabras. -Si lo consigue, quizá...- Deja la frase abierta apartándose de nuevo con una sonrisa traviesa.
La mirada de Molly cambia en unos segundos, me mira con deseo intenso y me besa.
Un beso dulce e intenso, son simples roces, caricias que consiguen alterar mis sentidos. Comienzo a acariciar su cara con mi mano, llevándola hasta su nuca, dejando que los mechones de su suave cabello se escurran entre mis dedos y se separa de nuevo solo unos milímetros, la miro, viendo como abre los ojos, con los latidos de su corazón acelerados.
-No pretendo adquirirte como una propiedad mí querida Molly.- Le digo con una sonrisa dulce y mirada sincera. –Pero, ahora mucho más que antes, quiero que seas mía… Mi amada y dulce damisela en apuros.- Continuo diciendo con gesto dulce e inocente mostrándole la punta de mi lengua, aunque de forma muy directa, hasta a mi me sorprende, puesto que hace ya décadas que no me sentía con alguien tan cómodo y a la vez me atraía de tal forma. Le he revelado mi secreto. Solo conociéndola de dos días. Pero las circunstancias, o el destino, se denomine como sea, nos ha hecho formar un vinculo fuerte.
La miro a los ojos permaneciendo un par de segundos en silencio, con mi mirada sumergida en sus iris azules como el mar. –Hace muchos años que en mi destino no se cruza el amor en mi camino, al menos no verdadero…- Le explico con sinceridad, que tanto me pedía, sonrío un poco. –Si eres mía, yo… soy tuyo.-
Mis ojos se van directos a sus labios, tan suaves y dulces. Sonrío con amplitud mirando a Molly a los ojos, y imitando el gesto que ella hizo antes, la sujeto con fuerza, controlada para no hacerle daño, y la beso, pero esta vez con pasión descontrolada, frotando sus labios con los míos, haciendo que los abra poco a poco. Con la punta de mi lengua doy caricias en sus labios, haciendo que mi lengua entre despacio en su boca, como pidiendo permiso para entrar.
Mi lengua choca con la de Molly dentro de su boca, momento en el que, crecido por la pasión, paso con cuidado mi brazo izquierdo por debajo de las rodillas de mi dama, con el derecho la abrazo sujetándola por la espalda y la elevo con facilidad, hago que pase por encima de la mesa y la pongo en mi regazo, abrazándola con cariño y protección. Me separo del beso, mordiendo el labio superior de Molly y tirando de forma juguetona de él y lo libero.
-Soy tuyo desde que me sonreíste por primera vez.- Le digo a Molly con un susurro varonil y seductor, con mi mano izquierda, aparto un mechón de su frente. –Desearía que la noche fuese eterna… pero en una hora amanecerá. Y si no quieres verme como un montón de ceniza, será mejor que volvamos a casa. Pero antes…- Y casi sin terminar la palabra la beso. Un beso largo y apasionado, nuestras lenguas juegan golosas, y el beso se alarga más de dos minutos, en los que mi mano se posa en su trasero acariciándolo con suavidad y dando algún que otro ligero apretón. Me separo despacio del beso, dejándola respirar con más libertad. –Molly, ¿te apetecería visitarme mañana durante el día en mi mansión?- Le pregunto, quiero volver a verla.
-Me temo que…- dice pasando un dedo por mi brazo. -… no estoy en venta señor Xanaddo.- Me dice clavando su mirada en la mía. Su sonrisa es dulce e inocente, pero su picardía sigue ahí, como un brillo fijo siempre en su mirada. Se que tal vez la afirmación de hacerla mía le haya sorprendido, tal vez me excedí en mi galantería.
-Pero podríamos hacer un trato…- Me dice dando un tirón del cabello de mi nuca de forma brusca, acercando nuestros rostros a escasos centímetros. Su gesto me encanta, posesivo y deseoso, me muerdo el labio sonriendo a la vez mirándola de forma salvaje y pasional. -Gánese mi corazón, Zirano.- me dice, con la mirada fija en la mía, pero aún con aquella travesura en sus palabras. -Si lo consigue, quizá...- Deja la frase abierta apartándose de nuevo con una sonrisa traviesa.
La mirada de Molly cambia en unos segundos, me mira con deseo intenso y me besa.
Un beso dulce e intenso, son simples roces, caricias que consiguen alterar mis sentidos. Comienzo a acariciar su cara con mi mano, llevándola hasta su nuca, dejando que los mechones de su suave cabello se escurran entre mis dedos y se separa de nuevo solo unos milímetros, la miro, viendo como abre los ojos, con los latidos de su corazón acelerados.
-No pretendo adquirirte como una propiedad mí querida Molly.- Le digo con una sonrisa dulce y mirada sincera. –Pero, ahora mucho más que antes, quiero que seas mía… Mi amada y dulce damisela en apuros.- Continuo diciendo con gesto dulce e inocente mostrándole la punta de mi lengua, aunque de forma muy directa, hasta a mi me sorprende, puesto que hace ya décadas que no me sentía con alguien tan cómodo y a la vez me atraía de tal forma. Le he revelado mi secreto. Solo conociéndola de dos días. Pero las circunstancias, o el destino, se denomine como sea, nos ha hecho formar un vinculo fuerte.
La miro a los ojos permaneciendo un par de segundos en silencio, con mi mirada sumergida en sus iris azules como el mar. –Hace muchos años que en mi destino no se cruza el amor en mi camino, al menos no verdadero…- Le explico con sinceridad, que tanto me pedía, sonrío un poco. –Si eres mía, yo… soy tuyo.-
Mis ojos se van directos a sus labios, tan suaves y dulces. Sonrío con amplitud mirando a Molly a los ojos, y imitando el gesto que ella hizo antes, la sujeto con fuerza, controlada para no hacerle daño, y la beso, pero esta vez con pasión descontrolada, frotando sus labios con los míos, haciendo que los abra poco a poco. Con la punta de mi lengua doy caricias en sus labios, haciendo que mi lengua entre despacio en su boca, como pidiendo permiso para entrar.
Mi lengua choca con la de Molly dentro de su boca, momento en el que, crecido por la pasión, paso con cuidado mi brazo izquierdo por debajo de las rodillas de mi dama, con el derecho la abrazo sujetándola por la espalda y la elevo con facilidad, hago que pase por encima de la mesa y la pongo en mi regazo, abrazándola con cariño y protección. Me separo del beso, mordiendo el labio superior de Molly y tirando de forma juguetona de él y lo libero.
-Soy tuyo desde que me sonreíste por primera vez.- Le digo a Molly con un susurro varonil y seductor, con mi mano izquierda, aparto un mechón de su frente. –Desearía que la noche fuese eterna… pero en una hora amanecerá. Y si no quieres verme como un montón de ceniza, será mejor que volvamos a casa. Pero antes…- Y casi sin terminar la palabra la beso. Un beso largo y apasionado, nuestras lenguas juegan golosas, y el beso se alarga más de dos minutos, en los que mi mano se posa en su trasero acariciándolo con suavidad y dando algún que otro ligero apretón. Me separo despacio del beso, dejándola respirar con más libertad. –Molly, ¿te apetecería visitarme mañana durante el día en mi mansión?- Le pregunto, quiero volver a verla.
Zirano Xanaddo- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/02/2013
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