AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Que los Actores se Apiaden de Ti [Libre]
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Que los Actores se Apiaden de Ti [Libre]
Bajo el manto nocturno me baño en las noches de esta ciudad eterna, llena de avaricia, sin pulso, vivir una vida que no es mía, una vida como si fuera el primer día.
Con mis trajes finos llego tarde a la función. Aunque no encuentro mi lugar de condena, me siento donde se me place. Tomo asiento de forma educada y elegante, junto con mi bastón de ébano con la epuñadura de lobo satanizado. Mi maquillaje de arlequín en un mal día sigue sobre mi rostro ocultando mi verdadera identidad, con el cabello rubio que se arrastra de mi sombrero mostrando algunas mechas. La obra llega a su fin en el intermedio y solo escucho aplausos. Los corazones andantes y escasos que están ese lugar solo hacen que mi cuerpo se llene de fervor.
Unos hombres se detienen en el asiento a mi lado y levantan a un hombre que por sus fachas es alguien no deseado y mi sonrisa lupina muestra más que solo capricho. Me pongo de pie. Dos hombres corpulentos de casi dos metros están a mis espaldas, resguardando aparentemente a un caballero menudo, de bastón y sombrero; a mi. Se ponen de pie a la defensiva, con su presencia intimidante. Le digo aquellos guardianes que se llevan al hombre que no desean en el teatro, con una voz encantadora, andrógina:
“Soy legado del la nobleza austriaca a servicio de Lord Vilhjálmur, si fuese amable de dejarlo libre, esta persona me acompaña”. Los capitanes lo sueltan dando una disculpa y se marchan, se escuchan murmullos en la sala y se anuncia la siguiente parte de la obra, se apagan las luces.
Capricho, simplemente eso. Llevar a mi juicio y las contradicciones de la sociedad, me encanta. Con una mano le tomo el brazo al joven y lo vuelvo a sentar en ese mullido sillón que por un momento parecía su condena.
-Shhh, la función continúa... silencio.
La función continúa después del intermedio y sigue aquella obra con vaporosos trajes y maquillajes de antaño que se desenvuelven en ese escenario, la obra no la conozco, nunca la había visto, pero sus actorales gracias, me hacen gracia también. Observo al joven a mi lado y mi humor cambia repentinamente, le guiño un ojo y pienso que no es tan malo como dice el profesor, pensar mejor las cosas y tiene razón, es probable que este joven vagabundo sirva para mis planes futuros. Más, termino por descartar la idea
La función termina en un ameno aplauso y se escucha como rechinan todos los asientos, las luces empiezan a encenderse una a una iluminando los rostros de las ratas de la sociedad y una de mis manos, una mano enfundada en unos guantes pulcros y negros le toca la mano al joven a su lado como diciéndole "...Aún no te vas." Puede sentir la fuerza de una mano del Vampiro, pero no un Vampiro común con un maquillaje perfecto, sino con ese inquietante maquillaje de un arlequín sombrío, que ha pasado un mal día con esa levita y sombrero de copa. Se levantan y cruzan los vestidos amplios y la gente del teatro, vaciándolo poco a poco, dejando que aquellos aromas de los corazones latentes y difuminados.
-La soledad no tiene una explicación, o tal vez sí. El hambre se puede sentir sobre la piel de muchos, y sobre la que no también, gula, avaricia, lujuria, todos los pecados capitales asisten a la función de los despreciables... La lucha de los días siempre se encamina en una condena... No vuelva a llamarme amo, no me agradezca aun nada... empecemos poco a poco... ¿Tiene hambre?....
Enseguida me pongo de pie soltándole la mano, dejándole allí. Y después dos hombres corpulentos se ponen de pie detrás de nuestros asientos, mi escolta, mi sombra siempre está conmigo, no puedo separarme de ellos, pero sé que si debo tenerlos, debo alimentarlos también.
Con mis trajes finos llego tarde a la función. Aunque no encuentro mi lugar de condena, me siento donde se me place. Tomo asiento de forma educada y elegante, junto con mi bastón de ébano con la epuñadura de lobo satanizado. Mi maquillaje de arlequín en un mal día sigue sobre mi rostro ocultando mi verdadera identidad, con el cabello rubio que se arrastra de mi sombrero mostrando algunas mechas. La obra llega a su fin en el intermedio y solo escucho aplausos. Los corazones andantes y escasos que están ese lugar solo hacen que mi cuerpo se llene de fervor.
Unos hombres se detienen en el asiento a mi lado y levantan a un hombre que por sus fachas es alguien no deseado y mi sonrisa lupina muestra más que solo capricho. Me pongo de pie. Dos hombres corpulentos de casi dos metros están a mis espaldas, resguardando aparentemente a un caballero menudo, de bastón y sombrero; a mi. Se ponen de pie a la defensiva, con su presencia intimidante. Le digo aquellos guardianes que se llevan al hombre que no desean en el teatro, con una voz encantadora, andrógina:
“Soy legado del la nobleza austriaca a servicio de Lord Vilhjálmur, si fuese amable de dejarlo libre, esta persona me acompaña”. Los capitanes lo sueltan dando una disculpa y se marchan, se escuchan murmullos en la sala y se anuncia la siguiente parte de la obra, se apagan las luces.
Capricho, simplemente eso. Llevar a mi juicio y las contradicciones de la sociedad, me encanta. Con una mano le tomo el brazo al joven y lo vuelvo a sentar en ese mullido sillón que por un momento parecía su condena.
-Shhh, la función continúa... silencio.
La función continúa después del intermedio y sigue aquella obra con vaporosos trajes y maquillajes de antaño que se desenvuelven en ese escenario, la obra no la conozco, nunca la había visto, pero sus actorales gracias, me hacen gracia también. Observo al joven a mi lado y mi humor cambia repentinamente, le guiño un ojo y pienso que no es tan malo como dice el profesor, pensar mejor las cosas y tiene razón, es probable que este joven vagabundo sirva para mis planes futuros. Más, termino por descartar la idea
La función termina en un ameno aplauso y se escucha como rechinan todos los asientos, las luces empiezan a encenderse una a una iluminando los rostros de las ratas de la sociedad y una de mis manos, una mano enfundada en unos guantes pulcros y negros le toca la mano al joven a su lado como diciéndole "...Aún no te vas." Puede sentir la fuerza de una mano del Vampiro, pero no un Vampiro común con un maquillaje perfecto, sino con ese inquietante maquillaje de un arlequín sombrío, que ha pasado un mal día con esa levita y sombrero de copa. Se levantan y cruzan los vestidos amplios y la gente del teatro, vaciándolo poco a poco, dejando que aquellos aromas de los corazones latentes y difuminados.
-La soledad no tiene una explicación, o tal vez sí. El hambre se puede sentir sobre la piel de muchos, y sobre la que no también, gula, avaricia, lujuria, todos los pecados capitales asisten a la función de los despreciables... La lucha de los días siempre se encamina en una condena... No vuelva a llamarme amo, no me agradezca aun nada... empecemos poco a poco... ¿Tiene hambre?....
Enseguida me pongo de pie soltándole la mano, dejándole allí. Y después dos hombres corpulentos se ponen de pie detrás de nuestros asientos, mi escolta, mi sombra siempre está conmigo, no puedo separarme de ellos, pero sé que si debo tenerlos, debo alimentarlos también.
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Re: Que los Actores se Apiaden de Ti [Libre]
Sentada en una de las finas sillas en la esquina de la ultima fila, sosteniendo lo que seria el folleto de el acto a presentación, pero como había terminado sentada en ese misterioso lugar, podríamos retroceder un poco, hace dos días Estaba sentada en la banca de la plaza central, había obtenido un nuevo libro, tenia como titulo "sang de dentelle" era una novela Francesa pero en mi idioma diría "Encajes de Sangre" en ella relataba la historia de un crimen, pero relacionada con pasión y suspenso, me había llamado la atención por su cubierta de piel fina y el destello que tenían las letras, adentro tenia un marca paginas, pero el cual no había sido fabricado para ello, el fino papel de hilo tenia algo escrito lo puse al sol para ver sus claros escritos, pude leer "THÉÅTRE DES VAMPIRES" y detrás de el la dirección de una supuesta invitación o parecía mas una boleta, pensando que podría ser cosa del destino la seguí utilizando como marca paginas sin darle mucha importancia. Dos días mas tarde sobre la pequeña mesa sobre el ventanal se encontraba el libro, una fuerte ventisca hizo que se cayera el libro y el marca pagina se deslizo hasta mis pies, la levante y la observe de nuevo:- Debería ir, no quisiera ser curiosa, pero, seria bueno saber porque un teatro tiene el nombre de algo que no existe- hablaba sola, como si alguien realmente pudiera responder apoyar mi decisión o negarse.
Ya iba a anochecer y debía ir al misterioso lugar, le diría misterioso a cualquier cosa que no conociera a la perfección, busque y entre las cosas de mi difunto padre había una capa aterciopelada muy oscura el sol se ocultaba y a travez de la ventana y mi vista distorsionaba el color, al fin y al cabo lo que me importaba era ocultar mi rostro y mi piel del frió de la noche, sali de la casa y como pude logre encontrar un carruaje que me llevara lo mas cerca posible a la dirección, no podía decirle donde quedaba exactamente o sabría a donde iría, durante el camino no hubo conversaciones solo el oír de la cabalgata de los caballos, baje y la noche ya se había apoderado de toda Paris, el carruaje de alejaba y mi vista solo podía distinguir a lo lejos los destellos de varias lamparas. camine por un corto tiempo y me encontré con un magnifico lugar, hermoso y misterioso, al acercarme la puerta un hombre alto no quiso recibir mi boleta, la cual había extendido con mi mano, sonrió como si fuera muy agradable mi presencia en ese lugar, no entendía su gesto pero de igual forma entre, adentro era mas hermoso todavía, nunca había estado en un sitio como tal, me quite la capa y la sostuve entre mis manos mientras me acercaba a la puerta de donde provenían unos aplausos, entre al ver que el primer acto culminaba y una escena de un personaje no deseado entre los espectadores comenzaba, no quería que me sacaran así que rápidamente aproveche el alboroto y me senté en la primera silla vacía que observe.
Mi vestido no podia compararse con los lujosos trajes de todo quien me rodeara, para que no vieran mi pálido rostro tome una hoja, un folleto que explicaba el protocolo de la función del día: - Espero que no haya cometido un error- podía ver mi cabeza colgada en la soga por colarme a un evento que creía mas sencillo y de mi clase, ahora estaba como entre la realeza un evento privado que cualquiera no pudiera entrar, había pensado tanto en mis castigos que no capte que terminaba la obra, todos aplaudían con fervor, menos yo que simplemente bajaba el folleto para dejar de ocultarme.
Rabia una persona, parecía importante, rodeado de dos altos hombres, esta bien, no parecía, realmente era importante, con los francos que podrían darle por su bastón bastaban para comprar mi vivienda, a su lado había un joven sencillo, podría ser su amigo, su compañero, estaba aun muy lejos para escuchar su conversación, pero quería oírla, ¡que pensaba! ¡yo una dama queriendo escuchar conversaciones ajenas! al reaccionar ya había caminado sin dar ordenes hasta estar varios puestos atrás logrando escuchar solo decirle las ultimas frases "No vuelva a llamarme amo, no me agradezca aun nada... empecemos poco a poco... ¿Tiene hambre?...." se levanto cuando yo no pensaba que sucedería tan pronto, yo no era de la clase de persona de la alta sociedad y no debía verme trate de salir de las sillas pero era un buen momento para el debut de mis pies torpes, tratar de salir fue misión imposible simplemente caí al suelo haciendo la tercera función del espectáculo.
Ya iba a anochecer y debía ir al misterioso lugar, le diría misterioso a cualquier cosa que no conociera a la perfección, busque y entre las cosas de mi difunto padre había una capa aterciopelada muy oscura el sol se ocultaba y a travez de la ventana y mi vista distorsionaba el color, al fin y al cabo lo que me importaba era ocultar mi rostro y mi piel del frió de la noche, sali de la casa y como pude logre encontrar un carruaje que me llevara lo mas cerca posible a la dirección, no podía decirle donde quedaba exactamente o sabría a donde iría, durante el camino no hubo conversaciones solo el oír de la cabalgata de los caballos, baje y la noche ya se había apoderado de toda Paris, el carruaje de alejaba y mi vista solo podía distinguir a lo lejos los destellos de varias lamparas. camine por un corto tiempo y me encontré con un magnifico lugar, hermoso y misterioso, al acercarme la puerta un hombre alto no quiso recibir mi boleta, la cual había extendido con mi mano, sonrió como si fuera muy agradable mi presencia en ese lugar, no entendía su gesto pero de igual forma entre, adentro era mas hermoso todavía, nunca había estado en un sitio como tal, me quite la capa y la sostuve entre mis manos mientras me acercaba a la puerta de donde provenían unos aplausos, entre al ver que el primer acto culminaba y una escena de un personaje no deseado entre los espectadores comenzaba, no quería que me sacaran así que rápidamente aproveche el alboroto y me senté en la primera silla vacía que observe.
Mi vestido no podia compararse con los lujosos trajes de todo quien me rodeara, para que no vieran mi pálido rostro tome una hoja, un folleto que explicaba el protocolo de la función del día: - Espero que no haya cometido un error- podía ver mi cabeza colgada en la soga por colarme a un evento que creía mas sencillo y de mi clase, ahora estaba como entre la realeza un evento privado que cualquiera no pudiera entrar, había pensado tanto en mis castigos que no capte que terminaba la obra, todos aplaudían con fervor, menos yo que simplemente bajaba el folleto para dejar de ocultarme.
Rabia una persona, parecía importante, rodeado de dos altos hombres, esta bien, no parecía, realmente era importante, con los francos que podrían darle por su bastón bastaban para comprar mi vivienda, a su lado había un joven sencillo, podría ser su amigo, su compañero, estaba aun muy lejos para escuchar su conversación, pero quería oírla, ¡que pensaba! ¡yo una dama queriendo escuchar conversaciones ajenas! al reaccionar ya había caminado sin dar ordenes hasta estar varios puestos atrás logrando escuchar solo decirle las ultimas frases "No vuelva a llamarme amo, no me agradezca aun nada... empecemos poco a poco... ¿Tiene hambre?...." se levanto cuando yo no pensaba que sucedería tan pronto, yo no era de la clase de persona de la alta sociedad y no debía verme trate de salir de las sillas pero era un buen momento para el debut de mis pies torpes, tratar de salir fue misión imposible simplemente caí al suelo haciendo la tercera función del espectáculo.
Última edición por Annabelle A. Gustav el Miér Feb 05, 2014 8:26 am, editado 1 vez
Annabelle A. Gustav- Humano Clase Media
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Re: Que los Actores se Apiaden de Ti [Libre]
"...-Querido, dejarás que mis sirvientes te inviten a un gran banquete después de haber visto conmigo tan gloriosa obra… ¿No? Oh, si te negaras… comenzaría a pensar que la gente puede pasar de ser una delicia ante los ojos de buena alma, a llegar a ser unos malagradecidos…-convencí al muchacho y los hombres de robusta postura se pusieron uno en cada lado para llevárselo por los brazos, con cínica cortesía."
Al levantarme de mi asiento, no temí por la vida del joven muchacho que acaba de dejar a merced de los hambrientos sirvientes, el joven de los vivaces ojos de almendra, y de un color miel puro, eran el banquete perfecto que necesitaban mis fieles sombras. Es más, se adentraron en el salón especial que arriendo dentro del teatro, a unos cuantos metros de mi palco, y desvistieron la carne blanca del joven, para poner sobre él unas túnicas de rojo vivo, que coincidieran con el rojo de su sangre, para llevar a cabo la tortura de su cena.
Mientras yo me quedé conversando con los actores del teatro, y poco a poco iban dejando el lugar, para ir a celebrar el éxito debut de la obra, caminé por la alfombra de cola que llevaba hasta las puertas, cuando en el otro extremo una joven, de cabellos rubios, vestida con trajes blancos que se mimetizaban con su carne jovial de rosas blancas, tropezó al intentar salir de los asientos, y entonces mi lustroso zapato se paró frente a ella, y el bastón a su lado, y le ayudé a levantarse ligeramente de un brazo. Y mi mirada la encontró….
Una humana, de clase media, que prontamente se mostró como una intrusa tras saber a través de su pensamiento, que había escuchado las últimas palabras que le di al joven antes de su encuentro con la muerte.
¿Está usted bien mademoiselle?- dije a la joven con tono amable.
Le veía de cerca y sin dudar su desplante era sencillo, aunque algo exploradora y desconfiada, pero completamente inofensiva, aunque fácil de irritar. Quien sabe, algunas flores son tan difíciles de hallar y descubrir como podía serlo exactamente esta señorita.
De pronto mis hombres se acercaron, sin duda mirando tajantes a mi quizás “Nueva Acompañante” pero esta vez, sería yo quien la invitara a un gran banquete. Ellos ya estaban saciados. Les dirigí una mirada altanera para que supieran que tenían que seguir su camino…si aquel camino, que era el de ir detrás de aquel elegante caballero con disfraz de arlequín, yo.
Miré nuevamente a la joven, un tanto más sombrío, aunque fácilmente puede haber sido la sombra de la luz. No hay una luz, si no hay sombra y viceversa. La cortesía de persuadirla a mi banquete crecía en el movimiento de mi brazo, enseñándoselo para que lo tomara y se viniera junto a nosotros.
La verdad…es que no me molestaría llevarla por lo menos hasta la puerta. –le dije afablemente.- no sea tímida… toda torpeza tiene un cuidado.–
Dije esta vez refiriéndome a que si ella volviese a caer, solo caería cual pluma a mi brazo.
Al levantarme de mi asiento, no temí por la vida del joven muchacho que acaba de dejar a merced de los hambrientos sirvientes, el joven de los vivaces ojos de almendra, y de un color miel puro, eran el banquete perfecto que necesitaban mis fieles sombras. Es más, se adentraron en el salón especial que arriendo dentro del teatro, a unos cuantos metros de mi palco, y desvistieron la carne blanca del joven, para poner sobre él unas túnicas de rojo vivo, que coincidieran con el rojo de su sangre, para llevar a cabo la tortura de su cena.
Mientras yo me quedé conversando con los actores del teatro, y poco a poco iban dejando el lugar, para ir a celebrar el éxito debut de la obra, caminé por la alfombra de cola que llevaba hasta las puertas, cuando en el otro extremo una joven, de cabellos rubios, vestida con trajes blancos que se mimetizaban con su carne jovial de rosas blancas, tropezó al intentar salir de los asientos, y entonces mi lustroso zapato se paró frente a ella, y el bastón a su lado, y le ayudé a levantarse ligeramente de un brazo. Y mi mirada la encontró….
Una humana, de clase media, que prontamente se mostró como una intrusa tras saber a través de su pensamiento, que había escuchado las últimas palabras que le di al joven antes de su encuentro con la muerte.
¿Está usted bien mademoiselle?- dije a la joven con tono amable.
Le veía de cerca y sin dudar su desplante era sencillo, aunque algo exploradora y desconfiada, pero completamente inofensiva, aunque fácil de irritar. Quien sabe, algunas flores son tan difíciles de hallar y descubrir como podía serlo exactamente esta señorita.
De pronto mis hombres se acercaron, sin duda mirando tajantes a mi quizás “Nueva Acompañante” pero esta vez, sería yo quien la invitara a un gran banquete. Ellos ya estaban saciados. Les dirigí una mirada altanera para que supieran que tenían que seguir su camino…si aquel camino, que era el de ir detrás de aquel elegante caballero con disfraz de arlequín, yo.
Miré nuevamente a la joven, un tanto más sombrío, aunque fácilmente puede haber sido la sombra de la luz. No hay una luz, si no hay sombra y viceversa. La cortesía de persuadirla a mi banquete crecía en el movimiento de mi brazo, enseñándoselo para que lo tomara y se viniera junto a nosotros.
La verdad…es que no me molestaría llevarla por lo menos hasta la puerta. –le dije afablemente.- no sea tímida… toda torpeza tiene un cuidado.–
Dije esta vez refiriéndome a que si ella volviese a caer, solo caería cual pluma a mi brazo.
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Re: Que los Actores se Apiaden de Ti [Libre]
Cuando un ave cae, del mas alto árbol su frágil cuerpo solo logra llamar la atención de un depredador, cuando las nueces llegan al suelo las ardillas logran llevárselas para comerlas, ahora era yo, tendida en el suelo como una pequeña ave sin poder volar y ahora frente a mi se encontraba el depredador, sentí un golpe seco justo a mi lado pude verlo y tenia la base del bastón a unos centímetros de mi rostro, al frente levantando la mirada lentamente detallando las finas telas con las cuales estaba creado su traje , desde mi vista se veía mas grande de lo que realmente era, la escena era una clara muestra de mi clase comparada con la suya.
Sentí como su fría mano tomaba mi ante brazo y me levantaba como cualquier libro caído de la biblioteca, el mas ligero y menos importante, me puse de pie quedando completamente sin palabras, un fuerte nudo en la garganta hasta me impedía respirar, era como una piedra o seguramente me había tragado mi lengua, verifique si mi lengua aun estaba dentro mi boca y no mi garganta y luego respondí con una voz baja y avergonzada se podía notar por mi labio inferior temblando: -Monsieur.... estoy, estoy bien Monsieur, merci-.
Mi corazón comenzó a bombear la sangre mas rápidamente cuando note que se acercaban los hombres que lo acompañaban, sus miradas podían dejar sin argumentos a cualquiera, también dejarlos sin brazos ni piernas, no eran guardias normales, uno de ellos tenia una mancha roja sobre su traje, seguro tomando rápidamente su vino y se había manchado, por mas que fueran de la alta sociedad no sabían beber una copa de vino pero de seguro podía cortar las manos a cualquiera que le dijera algo de su mancha; “Nueva Acompañante” de seguro la frase mas temerosa de oír en la noche, pues su voz era gruesa y dominante.
Su mano soltó mi brazo mientras con una simple mirada el caballero hizo retroceder y callar a los dos altos hombres, pero al darse vuelta su mirada resulto ser mas fría que la anterior o eran mis nervios que podían alterar mi vista y ahora imaginaba cosas, no existía nada a que temer excepto a la muerte, y viendo su vestimenta y el lugar donde estábamos no parecía el acto donde se cometería un crimen, un pequeño respiro de alivio y el nudo en mi garganta se desato, me imaginaba cosas sin hechos posibles.
Acepte su invitación entrecruzando su brazo, mi piel no había sentido una tela tan suave, gire hacia atrás y note que el joven su antiguo acompañante no se encontraba ni se veía entre los asientos, de seguro ya se había marchado.
Sentí como su fría mano tomaba mi ante brazo y me levantaba como cualquier libro caído de la biblioteca, el mas ligero y menos importante, me puse de pie quedando completamente sin palabras, un fuerte nudo en la garganta hasta me impedía respirar, era como una piedra o seguramente me había tragado mi lengua, verifique si mi lengua aun estaba dentro mi boca y no mi garganta y luego respondí con una voz baja y avergonzada se podía notar por mi labio inferior temblando: -Monsieur.... estoy, estoy bien Monsieur, merci-.
Mi corazón comenzó a bombear la sangre mas rápidamente cuando note que se acercaban los hombres que lo acompañaban, sus miradas podían dejar sin argumentos a cualquiera, también dejarlos sin brazos ni piernas, no eran guardias normales, uno de ellos tenia una mancha roja sobre su traje, seguro tomando rápidamente su vino y se había manchado, por mas que fueran de la alta sociedad no sabían beber una copa de vino pero de seguro podía cortar las manos a cualquiera que le dijera algo de su mancha; “Nueva Acompañante” de seguro la frase mas temerosa de oír en la noche, pues su voz era gruesa y dominante.
Su mano soltó mi brazo mientras con una simple mirada el caballero hizo retroceder y callar a los dos altos hombres, pero al darse vuelta su mirada resulto ser mas fría que la anterior o eran mis nervios que podían alterar mi vista y ahora imaginaba cosas, no existía nada a que temer excepto a la muerte, y viendo su vestimenta y el lugar donde estábamos no parecía el acto donde se cometería un crimen, un pequeño respiro de alivio y el nudo en mi garganta se desato, me imaginaba cosas sin hechos posibles.
Acepte su invitación entrecruzando su brazo, mi piel no había sentido una tela tan suave, gire hacia atrás y note que el joven su antiguo acompañante no se encontraba ni se veía entre los asientos, de seguro ya se había marchado.
Annabelle A. Gustav- Humano Clase Media
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