Damisela en apuros... O no. [LIBRE]

Suspiré cansada y miré a mi alrededor. Los olores se confundían, las personas caminaban sin mirar a quienes dejaban atrás o pisoteaban. Las clases altas caminaban en su nube, dentro de su burbuja sin mirar a nadie más que ellos, sus ropajes, su fortuna y su ombligo. La clase media en su mayoría olvidaba de dónde procedía y centrado únicamente en el esfuerzo y el trabajo para ganar más bienes y asemejarse a la clase alta, también cerraba los ojos a cuanto le rodeaba. Y la clase baja… Demasiado tenía ya concentrarse en lograr seguir respirando y sobrevivir un día más, vivían centrados en la supervivencia o bien con trabajos esporádicos, destinados a la prostitución o el tráfico, o mendigando de aquí para allá.

Ninguno se fijaba en nada más, en esos pequeños hechos que marcaban la diferencia que parecían cotidianos pero no lo eran, en esas criaturas que se cruzaban cada noche, cada mañana con apariencia humana pero que no lo eran. Me resultaba extraño como se nos cazaba a nosotros… ¿Por qué lo hacían? Porque ocultamos lo que somos… Todos hacemos eso licántropos, vampiros, humanos… Todo ser vivo que quiera algo por conveniencia muestra una cara que no es la suya para lograr su objetivo. Entonces… Por ser peligrosos… ¡No hay nada más peligroso que un ser humano! Eso estaba claro, nos les hacía falta vampiros, fantasmas o brujos para matarse. El hombre es tan peligroso para sí mismo como lo somos el resto de criaturas. Como siempre todo lo se reducía a lo mismo: desconocimiento, miedo a lo que no se sabe de dónde viene, qué es o qué hace. Se dejaban influenciar por lo que sí conocían.

Dejé de filosofar y pensar en cuanto mis instintos se pusieron todos a la vez en alerta. Sentí como todo mi cuerpo se tensaba y apreté la mandíbula. Estuve más atenta a todo cuanto me rodeaba olores, gestos, el suelo que pisaba, la temperatura, la luz… Esa luz que poco a poco se iba disipando. Paré en seco, el lugar estaba casi completamente oscuro y delante de mí había una silueta, estaba muy oscuro… Pero no lo suficiente para mí. El humano olía a alcohol, tabaco, acero y burdel. “Es temprano para toda esa mezcla.” Pensé, normalmente es a horas más tardías cuando te puedes encontrar con todos esos olores. Además su rostro estaba como ido y sus facciones eran rudas, secas y amenazantes. No pensaba girarme, pero por si lo hacía sentía como unas dos figuras cada vez se aproximaban más a ambos lados , intentaban torpemente seguir mi paso un poco más lento, pero iban más rápido…

-Una niña de tu edad no debería andar sola…- Se detuvo para poder equilibrarse. Los olores y las sensaciones que atenazaban mi cuerpo no eran iguales que las de hacía tiempo atrás, por lo que controlé mi instinto de abalanzarme ante cualquier amenaza, hasta que sentí el roce de la piel de los dos hombres que me habían perseguido. Sus manos se cerraron en torno a mis finas muñecas.

Claro, era una niña de no más de quince años, caminando sola, mientras oscurecía, de aspecto endeble, y seguramente, fácil de intimidar. Pero no era así, podía serlo si la ocasión lo requería, pero el tacto áspero, sucio, mugriento y viscoso de las manos de los otros dos hombres me estaban dando náuseas y sentir violenta. No dije nada pero miraba al hombre directamente a los ojos. Con actitud desafiante, que por lo que intentó decir antes de que un acceso de tos le hiciera doblarse, no soportaba a las niñas rebeldes. Podía intentar gritar y forcejear, actuar de una forma normal, obvia para quien estas personas suponían que era… Pero si gritar no me sacaba del apuro inmediatamente y después de dar cuenta de ellos aparecían para ayudarme… No era buena idea que se encontrasen a un guepardo o una pantera negra atacando a varios hombres después de haber escuchado el grito agudo de una niña en problemas.

Dejé que siguiese intentando intimidarme, mientras pensaba en la forma en la que podría salir del apuro, no quería que me tocasen más y los leves zarandeos de los otros dos hombre me estaban colmando la paciencia. Sin apenas darme cuenta ya estaba comenzando a emitir sonidos guturales más propios de un animal que de una niña, con voz extremadamente calmada, intentando reprimir esos sonidos y con gesto amenazante dije.

-Suéltenme y nadie tendrá problemas.- Los sonidos felinos ganaban la batalla y mis ojos y mi ceño fruncido ya tenía un objetivo, mi cabeza había terminado de elaborar el plan de ataque. No era la misma situación que hacía años atrás, pero terminaría en lo mismo y no soportaba ese tipo de tratos.

Caminaba despreocupadamente por las calles de París, únicamente por el placer de dar un paseo una vez que se hubo puesto el Sol, mi eterno enemigo. Y que bella era aquella noche que, aún joven, me envolvía en sus aterciopelados brazos. Elegía las calles laterales, no muy seguro de que buscaba, mientras silbaba una marcha fúnebre, dándole un ritmo rápido que la hacía parecer una alegre y tétrica melodía. De vez en cuando, al emocionarme, daba pequeñas palmadas ¡Que noche tan maravillosa!
Así seguí andando, cada vez por calles mas estrechas e intrincadas, hasta que no supe a ciencia cierta en que lugar de la ciudad me encontraba ¿Y qué mas da? ¡Esta noches es maravillosa! Ahora sonréia abiertamente, y la melodía crecía en volumen, mientras me complacía en imaginar el festín que pensaba darme antes del amanecer ¿Y cómo lo mataré? Quizá usase algún tipo de distracción, o le inflingiría tanto dolor de cabeza que acabase desmayado, luego lo llevaría a mi sótano y lo ataría a una silla, si... Quizá le cortase un dedo, para que su sangre gotease sobre mi copa de cristal favorita ¡Como los barriles de vino! O quizá jugase un rato con mi víctima ¿Algo de poesía antes de morir? ¡Qué mas da! ¡La noche es maravillosa y acaba de empezar!
De esta manera me recreaba en mis mas oscuros pensamientos ¿Mas qué tenían de oscuros? Siempre me ha gustado la diversión y la comida ¿Por qué no mezclarlo?

De esta manera me encontré ante una esquina donde mi instinto me hizo frenar, callar y ocultarme entre las sombras ¿Qué es eso que se oye allí, qué se huele en el ambiente? Me asomé cautamente y pude ver a dos hombres, adultos y humanos, a juzgar por su aura, acosando a una ¿Niña? Cambiaformas, deduje por el espíritu que emanaba de ella. ¡Esta puede ser una oportunidad de oro! Me dije mientras una sonrisa lobuna se adueñaba de mi rostro.

-¿Quién no sabe andar,
quién huele fatal?

¡Dos borrachos ya mayores
tambaleantes en la calle!

¿Pero cuál es su destino?
No será muy de su agrado
cuando mis finos colmillos,
que han caído enamorados,
atraviesen sus vestidos
y sus cuellos encarnados.

Recité no demasiado convencido del resultado... Al fin y al cabo, para ser improvisado no estaba demasiado mal. Me fundí con las sombras del callejón y esperé a ver cual era la reacción de los hombres.