AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En paz descanse (Privado - Santhiago)
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En paz descanse (Privado - Santhiago)
Volver a Toulousse había sido una pésima idea, ahora ¿Qué tenía que hacer? Su padre había muerto, y ella no había estado, nadie le había dicho nada, se tuvo que enterar sólo por el moño que pendía en la puerta y una vecina que se encontraba por ahí, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos sin poder evitarlo, además de un temblor que comenzaba a correr por su cuerpo, invadiendo por completo sus extremidades, las piernas parecían no querer sostenerla, sentía odio, impotencia y una profunda tristeza, era como si el mundo se desmoronara bajo sus pies, simplemente todo se había acabado para ella, estaba sola, la quijada le temblaba al igual que los dedos, las manos estaban completamente sudorosas y tuvo que sentarse en la jardinera que había fuera de su casa. Sus manos cubrieron su rostro por un momento mientras terminaba de derramar las lágrimas, no podía más, estaba perdida, la persona que le había avisado ya no estaba con ella, ni siquiera su hermano se había preocupado por hablarle o buscarla antes de que lo enterraran, simplemente Erinye había pasado desapercibida para su propia familia.
Se limpió las mejillas, se sentía completamente vacía en ese momento mientras que sus ojos estaban ardiendo, no sabía cuanto tiempo había estado ahí, pero nadie había vuelto, ¿Y si se habían cambiado de casa? ¿Si ese moño tenía ahí más tiempo? Un suspiro escapó de sus labios mientras se ponía de pie y se sacudía las ropas, apenas podía dar paso y comenzó a caminar sosteniéndose de la pared, seguía llorando mientras daba un paso tras otro, recordando los reconfortantes brazos de su padre, sus consejos, sus palabras, pero ya nada de eso podría existir de nuevo. Su camino la llevó cerca del cementerio pero sólo se quedó viendo las barandas que se erigían gigantes delante de ella, dejando ver una que otra lápida, con flores marchitas y unas que otras coloridas, además de ese silencio que helaba la sangre hasta tocar los huesos, negó con la cabeza, supo que no era buena idea y comenzó a andar de nuevo. Sus brazos le rodeaban la cintura intentando confortarse así misma aunque no lo podía lograr mientras intentaba regresar a casa de su tía.
No sabía por qué lo hacía pero estaba comenzando a regresar de donde había venido huyendo, al final era la única familia que le quedaba o eso era lo que suponía ella en aquél momento, tenía una opresión en el pecho que le dificultaba la respiración mientras que en ocasiones ligeros suspiros le proporcionaban el aire que se escapaba de ella. Sentía como los ojos le ardían y como es que se le cerraban, tenía sueño, estaba un poco cansada de estar caminando y estar llorando por aquél que se había ido sin darle tiempo a despedirse, su rebeldía le había llevado a perder a su familia. Tomó asiento en un tronco cercano, la realidad es que estaba muy oscuro, hacía demasiado frío, pero eso no importaba, además de que no sabía exactamente en donde se encontraba, se pasó los dedos por el cabello, intentando quitarse algunas mechas de la frente y limpió sus ojos por enésima vez en el día mientras que sus labios se mostraban resecos, había llorado, estaba sola y no tenía dinero ¿Algo peor podía pasarle? No, no había nada peor que eso, ella estaba segura.
Se limpió las mejillas, se sentía completamente vacía en ese momento mientras que sus ojos estaban ardiendo, no sabía cuanto tiempo había estado ahí, pero nadie había vuelto, ¿Y si se habían cambiado de casa? ¿Si ese moño tenía ahí más tiempo? Un suspiro escapó de sus labios mientras se ponía de pie y se sacudía las ropas, apenas podía dar paso y comenzó a caminar sosteniéndose de la pared, seguía llorando mientras daba un paso tras otro, recordando los reconfortantes brazos de su padre, sus consejos, sus palabras, pero ya nada de eso podría existir de nuevo. Su camino la llevó cerca del cementerio pero sólo se quedó viendo las barandas que se erigían gigantes delante de ella, dejando ver una que otra lápida, con flores marchitas y unas que otras coloridas, además de ese silencio que helaba la sangre hasta tocar los huesos, negó con la cabeza, supo que no era buena idea y comenzó a andar de nuevo. Sus brazos le rodeaban la cintura intentando confortarse así misma aunque no lo podía lograr mientras intentaba regresar a casa de su tía.
No sabía por qué lo hacía pero estaba comenzando a regresar de donde había venido huyendo, al final era la única familia que le quedaba o eso era lo que suponía ella en aquél momento, tenía una opresión en el pecho que le dificultaba la respiración mientras que en ocasiones ligeros suspiros le proporcionaban el aire que se escapaba de ella. Sentía como los ojos le ardían y como es que se le cerraban, tenía sueño, estaba un poco cansada de estar caminando y estar llorando por aquél que se había ido sin darle tiempo a despedirse, su rebeldía le había llevado a perder a su familia. Tomó asiento en un tronco cercano, la realidad es que estaba muy oscuro, hacía demasiado frío, pero eso no importaba, además de que no sabía exactamente en donde se encontraba, se pasó los dedos por el cabello, intentando quitarse algunas mechas de la frente y limpió sus ojos por enésima vez en el día mientras que sus labios se mostraban resecos, había llorado, estaba sola y no tenía dinero ¿Algo peor podía pasarle? No, no había nada peor que eso, ella estaba segura.
Erinye Dominique- Humano Clase Media
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Re: En paz descanse (Privado - Santhiago)
¿Qué es la fortuna? Acaso tiene que ver con la suerte sea esta para mal o para bien, el hecho que es lo humanos aquellos instrumentos de sangre y vitae han confiado en “su fortuna” para cualquier caso, ya sea para negocios, matrimonios y su vida social, siempre pendientes de su buena suerte dejando todo en manos de “Dios” y cuando es mala suerte es cosa del “diablo” ¿por qué? Simplemente por son tan obtusos de mentes y tan débiles de espíritus que tratan de encomendar sus pútridas almas a un ser superior, para seres superiores deberían mirar más a su alrededor.
Pero, acaso aquellos hijos de la noche y la luna se entregan a la fortuna como los humanos, no claro que no, ellos hacen la fortuna tiran como titiriteros de aquellos con dilación mental reflejados en sus actos vulgares y comunes, pero aun así existen unos cuantos seres, escogidos con los dedos de la mano, que se maravillan dela humanidad pero en este caso su admiración y asombro de estos no es más por ver cómo viven con sus emociones que los reduce a polvo, a la nada, quizás eso suene algo absurdo pero para quienes han pasado la eternidad de años, siglos y milenios pocas son las cosas que les llaman la atención, todo les parece tan trillado y tribal así que para mantenerse con un ápice de “humanidad” requieren por obligación , encontrarla en algo que les recuerde lo perdido.
Más aun con todo eso, aquellos seres no muestran piedad ni misericordia, hacen su voluntad sobre la de otros quebrando almas y mentes, con el único objeto de perpetuar sus vidas, así son esos seres oscuros y justo para una jovencita que recién afronta una realidad tan dolorosa, toparse con uno no sería su bendición sería su condena, y eso pasó. Un hombre, no, no es hombre un ser de las tinieblas aparece bien elegante con un traje negro como la noche con un bastón en su diestra pero esta bastón no es común tiene algo pecualiar, bajo la figura de este se esconde una espada y para sacarla debe moverse el mango del bastón en un serie de números, la cabeza del bastón tiene la figura de un lobo mostrando sus colmillos y en sus patas están grabados unos símbolos que al que no sea su dueño lo toque le quemaría, su cabellos alborotados muestra de que recién se levanta, con una barba de dos días sin afeitar, pero aun así no pierde su elegancia.
De entre las sombras por su paseo nocturno escucha los llantos de una humana, buscando ignorar estos le llegan a una parte de su ser que le arrastra a buscar a su dueña, cuando la contempla de lejos solo comienza reírse, sin importar el sufrimiento de la mujer solo esboza una sonrisa, sus pasos le llevan a situarse frente a ella y el juego comienza –Oh excusez-moi mademoiselle, espero no haberla lastimado- una reverencia de su porte militar con una sonrisa cándida, el lobo disfrazado de oveja mueve a su primer peón, los modales, todo para medir a su retador, una humana común, corriente e inferior, todo para medir si está a la altura de ser su platillo principal.
Pero, acaso aquellos hijos de la noche y la luna se entregan a la fortuna como los humanos, no claro que no, ellos hacen la fortuna tiran como titiriteros de aquellos con dilación mental reflejados en sus actos vulgares y comunes, pero aun así existen unos cuantos seres, escogidos con los dedos de la mano, que se maravillan dela humanidad pero en este caso su admiración y asombro de estos no es más por ver cómo viven con sus emociones que los reduce a polvo, a la nada, quizás eso suene algo absurdo pero para quienes han pasado la eternidad de años, siglos y milenios pocas son las cosas que les llaman la atención, todo les parece tan trillado y tribal así que para mantenerse con un ápice de “humanidad” requieren por obligación , encontrarla en algo que les recuerde lo perdido.
Más aun con todo eso, aquellos seres no muestran piedad ni misericordia, hacen su voluntad sobre la de otros quebrando almas y mentes, con el único objeto de perpetuar sus vidas, así son esos seres oscuros y justo para una jovencita que recién afronta una realidad tan dolorosa, toparse con uno no sería su bendición sería su condena, y eso pasó. Un hombre, no, no es hombre un ser de las tinieblas aparece bien elegante con un traje negro como la noche con un bastón en su diestra pero esta bastón no es común tiene algo pecualiar, bajo la figura de este se esconde una espada y para sacarla debe moverse el mango del bastón en un serie de números, la cabeza del bastón tiene la figura de un lobo mostrando sus colmillos y en sus patas están grabados unos símbolos que al que no sea su dueño lo toque le quemaría, su cabellos alborotados muestra de que recién se levanta, con una barba de dos días sin afeitar, pero aun así no pierde su elegancia.
De entre las sombras por su paseo nocturno escucha los llantos de una humana, buscando ignorar estos le llegan a una parte de su ser que le arrastra a buscar a su dueña, cuando la contempla de lejos solo comienza reírse, sin importar el sufrimiento de la mujer solo esboza una sonrisa, sus pasos le llevan a situarse frente a ella y el juego comienza –Oh excusez-moi mademoiselle, espero no haberla lastimado- una reverencia de su porte militar con una sonrisa cándida, el lobo disfrazado de oveja mueve a su primer peón, los modales, todo para medir a su retador, una humana común, corriente e inferior, todo para medir si está a la altura de ser su platillo principal.
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: En paz descanse (Privado - Santhiago)
Todavía no lograba entender nada, era un cúmulo de ideas que sólo se agolpaban una tras otra dejando en ella un vacío impresionante, un sentimiento de falta que le inundaba poco a poco, no había ningún remedio, no podía despedirse de nadie, ya no había nada que hacer, ni por qué llorar, ni a quién preguntar, lo último que se había llevado de su padre era un abrazo de molestia, porque no quería que se fuera a París, ahora tendría que vivir con ella y con la última carta que no había sido capaz de responderle porque no pudo decirle que no estaban las cosas bien, que la realidad es que odiaba estar ahí, que ya no encontraba como volver pero que Maëlline seguía enferma, que todo se le había escapado de las manos, que se había enamorado y al final le habían roto el corazón. Habían tantas cosas que no le había dicho a su padre y que ahora ya no podría decirle que se sentía completamente impotente ante aquello, miró el cielo, como si este le pudiera dar respuestas, pero sabía que no las encontraría, nunca había sido demasiado devota.
Quería gritar, correr, golpear algo o incluso a alguien, pero no, no podía, estaba demasiado mullida dentro de su propio dolor que simplemente no la dejaban mover, era como si alguien hubiera puesto cemento en sus piernas y cinta en su boca y manos, todas las sensaciones que lograba tener eran tan extrañas que no podía controlarlas y por ende todo aquello terminaba por controlarla a ella. Se mordió el labio con fuerza, quería hacerse daño así misma, más del que ya tenía, era como si buscara otra fuente de dolor para ya no pensar en su padre, era lo único que le dictaba el sentido común.
No se percató de nada hasta que ya un hombre estaba delante de él, parecía galante y educado. Se limpió las mejillas con las manos y levantó finalmente la lista -No se preocupe, monsieur, no me ha lastimado- contestó casi de inmediato... ¿Es que acaso la había golpeado? -Lo siento...- murmuró al notar como era que hacía aquella reverencia y se puso de pie, imitando aquél saludo, levantando un poco la falda para que pudiera inclinarse, ya estaba demasiado sucia, pero no importaba, así era como le habían enseñado que era aquello.
Sabía que seguramente tenía los ojos completamente anegados, de hecho podía ver un poco borroso -¿Necesita ayuda?- preguntó intentando poder olvidar sus propios problemas, eran cuestiones que no importaban, pero si podía ayudar a la demás gente, lo haría, era algo que también tenía muy arraigado, poner a los demás por encima de ella misma, siempre mostrar una sonrisa que oculte lo que le quema por dentro, no era de aquellas que agobiaba a los demás, pero siempre buscaba como echar una mano si es que estaba dentro d sus posibilidades, sus padres le habían inculcado aquello, tanto que se le había quedado grabado, a pesar de que su hermano reclamaba siempre.
Quería gritar, correr, golpear algo o incluso a alguien, pero no, no podía, estaba demasiado mullida dentro de su propio dolor que simplemente no la dejaban mover, era como si alguien hubiera puesto cemento en sus piernas y cinta en su boca y manos, todas las sensaciones que lograba tener eran tan extrañas que no podía controlarlas y por ende todo aquello terminaba por controlarla a ella. Se mordió el labio con fuerza, quería hacerse daño así misma, más del que ya tenía, era como si buscara otra fuente de dolor para ya no pensar en su padre, era lo único que le dictaba el sentido común.
No se percató de nada hasta que ya un hombre estaba delante de él, parecía galante y educado. Se limpió las mejillas con las manos y levantó finalmente la lista -No se preocupe, monsieur, no me ha lastimado- contestó casi de inmediato... ¿Es que acaso la había golpeado? -Lo siento...- murmuró al notar como era que hacía aquella reverencia y se puso de pie, imitando aquél saludo, levantando un poco la falda para que pudiera inclinarse, ya estaba demasiado sucia, pero no importaba, así era como le habían enseñado que era aquello.
Sabía que seguramente tenía los ojos completamente anegados, de hecho podía ver un poco borroso -¿Necesita ayuda?- preguntó intentando poder olvidar sus propios problemas, eran cuestiones que no importaban, pero si podía ayudar a la demás gente, lo haría, era algo que también tenía muy arraigado, poner a los demás por encima de ella misma, siempre mostrar una sonrisa que oculte lo que le quema por dentro, no era de aquellas que agobiaba a los demás, pero siempre buscaba como echar una mano si es que estaba dentro d sus posibilidades, sus padres le habían inculcado aquello, tanto que se le había quedado grabado, a pesar de que su hermano reclamaba siempre.
Erinye Dominique- Humano Clase Media
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Re: En paz descanse (Privado - Santhiago)
Todavía no lograba entender nada, era un cúmulo de ideas que sólo se agolpaban una tras otra dejando en ella un vacío impresionante, un sentimiento de falta que le inundaba poco a poco, no había ningún remedio, no podía despedirse de nadie, ya no había nada que hacer, ni por qué llorar, ni a quién preguntar, lo último que se había llevado de su padre era un abrazo de molestia, porque no quería que se fuera a París, ahora tendría que vivir con ella y con la última carta que no había sido capaz de responderle porque no pudo decirle que no estaban las cosas bien, que la realidad es que odiaba estar ahí, que ya no encontraba como volver pero que Maëlline seguía enferma, que todo se le había escapado de las manos, que se había enamorado y al final le habían roto el corazón. Habían tantas cosas que no le había dicho a su padre y que ahora ya no podría decirle que se sentía completamente impotente ante aquello, miró el cielo, como si este le pudiera dar respuestas, pero sabía que no las encontraría, nunca había sido demasiado devota.
Quería gritar, correr, golpear algo o incluso a alguien, pero no, no podía, estaba demasiado mullida dentro de su propio dolor que simplemente no la dejaban mover, era como si alguien hubiera puesto cemento en sus piernas y cinta en su boca y manos, todas las sensaciones que lograba tener eran tan extrañas que no podía controlarlas y por ende todo aquello terminaba por controlarla a ella. Se mordió el labio con fuerza, quería hacerse daño así misma, más del que ya tenía, era como si buscara otra fuente de dolor para ya no pensar en su padre, era lo único que le dictaba el sentido común.
No se percató de nada hasta que ya un hombre estaba delante de él, parecía galante y educado. Se limpió las mejillas con las manos y levantó finalmente la lista -No se preocupe, monsieur, no me ha lastimado- contestó casi de inmediato... ¿Es que acaso la había golpeado? -Lo siento...- murmuró al notar como era que hacía aquella reverencia y se puso de pie, imitando aquél saludo, levantando un poco la falda para que pudiera inclinarse, ya estaba demasiado sucia, pero no importaba, así era como le habían enseñado que era aquello.
Sabía que seguramente tenía los ojos completamente anegados, de hecho podía ver un poco borroso -¿Necesita ayuda?- preguntó intentando poder olvidar sus propios problemas, eran cuestiones que no importaban, pero si podía ayudar a la demás gente, lo haría, era algo que también tenía muy arraigado, poner a los demás por encima de ella misma, siempre mostrar una sonrisa que oculte lo que le quema por dentro, no era de aquellas que agobiaba a los demás, pero siempre buscaba como echar una mano si es que estaba dentro d sus posibilidades, sus padres le habían inculcado aquello, tanto que se le había quedado grabado, a pesar de que su hermano reclamaba siempre.
Quería gritar, correr, golpear algo o incluso a alguien, pero no, no podía, estaba demasiado mullida dentro de su propio dolor que simplemente no la dejaban mover, era como si alguien hubiera puesto cemento en sus piernas y cinta en su boca y manos, todas las sensaciones que lograba tener eran tan extrañas que no podía controlarlas y por ende todo aquello terminaba por controlarla a ella. Se mordió el labio con fuerza, quería hacerse daño así misma, más del que ya tenía, era como si buscara otra fuente de dolor para ya no pensar en su padre, era lo único que le dictaba el sentido común.
No se percató de nada hasta que ya un hombre estaba delante de él, parecía galante y educado. Se limpió las mejillas con las manos y levantó finalmente la lista -No se preocupe, monsieur, no me ha lastimado- contestó casi de inmediato... ¿Es que acaso la había golpeado? -Lo siento...- murmuró al notar como era que hacía aquella reverencia y se puso de pie, imitando aquél saludo, levantando un poco la falda para que pudiera inclinarse, ya estaba demasiado sucia, pero no importaba, así era como le habían enseñado que era aquello.
Sabía que seguramente tenía los ojos completamente anegados, de hecho podía ver un poco borroso -¿Necesita ayuda?- preguntó intentando poder olvidar sus propios problemas, eran cuestiones que no importaban, pero si podía ayudar a la demás gente, lo haría, era algo que también tenía muy arraigado, poner a los demás por encima de ella misma, siempre mostrar una sonrisa que oculte lo que le quema por dentro, no era de aquellas que agobiaba a los demás, pero siempre buscaba como echar una mano si es que estaba dentro d sus posibilidades, sus padres le habían inculcado aquello, tanto que se le había quedado grabado, a pesar de que su hermano reclamaba siempre.
Erinye Dominique- Humano Clase Media
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Re: En paz descanse (Privado - Santhiago)
Juegos son simples estrategias que usan los amos de la vida para llevar a sus presas a donde quieren, acorralarlas y luego sentir esa cálida sangre gotear a los pies formando un lago digno para bañarse en el infierno de las lágrimas y gritos de las víctimas, en eso terminan los juegos en la victoria de uno y la pérdida de otro, cada partida tiene diferentes estaciones como es sabido en cada una algo van perdiendo desde la vista hasta el último de los sentidos que es la vida misma.
Aquel “caballero” mostró una sonrisa afiliada ocultando sus colmillos junto a sus verdaderas intenciones, tomó la mano de la joven llevando sus labios al dorso de la misma para depositar en esta un beso frío que haría estremecer cada poro de su piel, eso es lo que buscaba Morel medir la reacción de aquel cuerpo humano, ya se hallaba aburrido de las mujeres de los burdeles y las de clase alta tan pomposas, quería ahora algo más puro y virgen, algo más dulce como una tarta de fresas cubierta con mucha crema y las fresas tan rojas que te invitan a pecar, como los labios de la joven rojos como su vitae, rojos para tomar de ahí mismo ese cáliz de vida.
Irguió su espalda mirando a la joven a los ojos, aquellos ojos que le parecieron digno de una pintura de la madona con sus ojos llorosos, pero aun quería más de ella, ver más lágrimas más dolor de su víctima, pero no era tiempo de develar al monstruo tras la cortesía, había que preparar lo importante, la confianza, cerró sus ojos por unos segundos para que al abrirlos solo se viera una rostro preocupado por una joven –Eso me pregunto yo, ¿puedo ayudarla en algo? Porque su apariencia me indica que necesita no solo ayuda sino más que eso ¿Qué necesita mademoiselle?- deja la mano libre de la joven para buscar entre su chaqueta un pañuelo color blanco bordado en el filo con hilos rojos S.M, extendió su mano ofreciéndolo a la jovencita ¿irónico lo aquella pieza de tela?.
Era toda una escena de bondad, pero de eso no hay ni en las palabras que evoca aquel vampiro –Permítame ayudarle con su problema, no creo que sea tan grave, en esta vida todo- la mira con una sonrisa lobuna –todo tiene solución y si no hay una solución es porque no la visto desde todos los puntos de vista posibles- sus enigmáticas palabras solo buscan confundir a las personas a que bajen su guardia para él entrar en sus mentes, no es uno de los seres nocturnos que lee la mente pero él lee más que ello, el cuerpo, los movimientos, las expresiones y con eso entra en la mente de las personas para valerse de ello y llevarlas a su gran red de muerte y agonía.
Y para terminar su actuación de lord caballeroso, sonrió a la joven extendiendo su mano para que esta lo tomara y así dar un pase por el lugar, aunque no fuera el más lindo, lo haría ver él como el infierno más bello de todos, como las aguas del río estigia sobre la barca de Caronte y las almas gritando por piedad, ¡Oh que bella sinfonía! Para los oídos de quien sabe apreciar el verdadero canto de los ángeles.
Aquel “caballero” mostró una sonrisa afiliada ocultando sus colmillos junto a sus verdaderas intenciones, tomó la mano de la joven llevando sus labios al dorso de la misma para depositar en esta un beso frío que haría estremecer cada poro de su piel, eso es lo que buscaba Morel medir la reacción de aquel cuerpo humano, ya se hallaba aburrido de las mujeres de los burdeles y las de clase alta tan pomposas, quería ahora algo más puro y virgen, algo más dulce como una tarta de fresas cubierta con mucha crema y las fresas tan rojas que te invitan a pecar, como los labios de la joven rojos como su vitae, rojos para tomar de ahí mismo ese cáliz de vida.
Irguió su espalda mirando a la joven a los ojos, aquellos ojos que le parecieron digno de una pintura de la madona con sus ojos llorosos, pero aun quería más de ella, ver más lágrimas más dolor de su víctima, pero no era tiempo de develar al monstruo tras la cortesía, había que preparar lo importante, la confianza, cerró sus ojos por unos segundos para que al abrirlos solo se viera una rostro preocupado por una joven –Eso me pregunto yo, ¿puedo ayudarla en algo? Porque su apariencia me indica que necesita no solo ayuda sino más que eso ¿Qué necesita mademoiselle?- deja la mano libre de la joven para buscar entre su chaqueta un pañuelo color blanco bordado en el filo con hilos rojos S.M, extendió su mano ofreciéndolo a la jovencita ¿irónico lo aquella pieza de tela?.
Era toda una escena de bondad, pero de eso no hay ni en las palabras que evoca aquel vampiro –Permítame ayudarle con su problema, no creo que sea tan grave, en esta vida todo- la mira con una sonrisa lobuna –todo tiene solución y si no hay una solución es porque no la visto desde todos los puntos de vista posibles- sus enigmáticas palabras solo buscan confundir a las personas a que bajen su guardia para él entrar en sus mentes, no es uno de los seres nocturnos que lee la mente pero él lee más que ello, el cuerpo, los movimientos, las expresiones y con eso entra en la mente de las personas para valerse de ello y llevarlas a su gran red de muerte y agonía.
Y para terminar su actuación de lord caballeroso, sonrió a la joven extendiendo su mano para que esta lo tomara y así dar un pase por el lugar, aunque no fuera el más lindo, lo haría ver él como el infierno más bello de todos, como las aguas del río estigia sobre la barca de Caronte y las almas gritando por piedad, ¡Oh que bella sinfonía! Para los oídos de quien sabe apreciar el verdadero canto de los ángeles.
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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