AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Por eso la maté [Libre]
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Por eso la maté [Libre]
Los ojos de Gabrielle iban cubiertos de un color rojizo que no se podía describir, las mejillas de la mujer estaban pálidas, al igual que sus labios, los cuales yacían resecos mientras que en su nariz se dibujaban ciertos rasgos de color carmín, los pómulos llevaban dibujados suaves rastros de las lágrimas que salían por sus ojos, aquello simplemente le causaba un estupor que no podía llegar a definir en realidad, había vuelto a Lyon y así como volvió se había regresado, no podía estar demasiado tiempo ahí, tampoco quería. Tomó asiento en uno de los troncos que estaban cerca mientras que cubría su rostro con los dedos, había visto como aquél hombre le pegaba a su madre y ella en vez de hacer otra cosa, había salido corriendo mientras maldecía -O me caso con ella o te mato y sabes que lo cumplo- otro golpe más se fue hacia el rostro de la mujer mientras esta lloraba e intentaba mantenerse de pie, a pesar de cualquier cosa, el orgullo de su madre era algo que siempre había que mantener mientras que recibía todos aquellos gritos y golpes. ¿Era capaz de casarla con alguien así? Para su desgracia Gabrielle misma creía que sí, que eso podía pasar en cualquier momento, que su madre era capaz de mandarla con quien fuera con tal de demostrarle que ella mandaba, que las cosas se hacían exactamente como ella quería.
A veces Gaby se maldecía en ocasiones preguntándose por qué demonios no había podido ser normal y acarar las reglas que le dieran, o que por el contrario ella misma se enamorara de alguien para demostrarle a sus padres que el amor podía existir desde el primer momento en que alguien se conoce, pero no, aquello no había pasado, tal vez ella no era lo suficiente para nadie después de que medio la conocían, quizá es que sólo importaba su dinero, pero ella como chica realmente no valía nada. Siguió llorando con el rostro cubierto con las manos mientras el viento frío del bosque se le colaba por los brazos haciendo que estos se erizaran, pero no importaba, ahora eso no interesaba, se preguntaba como su madre podría aceptar que alguien la tratara de aquél modo y también cómo es que hacía para que los demás no preguntaran acerca de los moratones que debería de mantener en su rostro. ¿Y si le pegaba a ella? Tembló de pies a cabeza mientras con su mano diestra limpiaba las lágrimas que se esforzaban por querer salir aún. Miró a su alrededor, no sabía cuánto tiempo pasó desde que llegó ahí, pero justo ahora sentía como las piernas le dolían, como era que le faltaba el aire y como el viento podía helarle hasta los huesos, sería mejor que se fuera de ahí.
A veces Gaby se maldecía en ocasiones preguntándose por qué demonios no había podido ser normal y acarar las reglas que le dieran, o que por el contrario ella misma se enamorara de alguien para demostrarle a sus padres que el amor podía existir desde el primer momento en que alguien se conoce, pero no, aquello no había pasado, tal vez ella no era lo suficiente para nadie después de que medio la conocían, quizá es que sólo importaba su dinero, pero ella como chica realmente no valía nada. Siguió llorando con el rostro cubierto con las manos mientras el viento frío del bosque se le colaba por los brazos haciendo que estos se erizaran, pero no importaba, ahora eso no interesaba, se preguntaba como su madre podría aceptar que alguien la tratara de aquél modo y también cómo es que hacía para que los demás no preguntaran acerca de los moratones que debería de mantener en su rostro. ¿Y si le pegaba a ella? Tembló de pies a cabeza mientras con su mano diestra limpiaba las lágrimas que se esforzaban por querer salir aún. Miró a su alrededor, no sabía cuánto tiempo pasó desde que llegó ahí, pero justo ahora sentía como las piernas le dolían, como era que le faltaba el aire y como el viento podía helarle hasta los huesos, sería mejor que se fuera de ahí.
Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
Je n'ai pas peur de la route
Faudrait voir, faut qu'on y goûte
Des méandres au creux des reins
Et tout ira bien là
Le vent nous portera
Faudrait voir, faut qu'on y goûte
Des méandres au creux des reins
Et tout ira bien là
Le vent nous portera
El viento parisino siempre trae Buenos recuerdos en las mentes de todo ser humano o sobrenatural, agitando los cabellos y alborotando las angustias así como la felicidad, es siempre una buena compañía el viento de la noche aun así a muchos les parece un desagrado por el frio que congela los huesos pero solo es porque no pueden ver lo maravilloso que resulta aquel frio ya que al sentirlo correremos a los brazos de quien nos espere en casa un amigo, un hermano o hermana, incluso un padre o madre que nos caliente aunque también puede ser un esposo o esposa lo importante es sentir aquel apego familiar.
Una caminata por el bosque después de la cena resulta algo complicado, pero esta vez era más que una caminata aquel caballero había salido a caballo hasta el bosque para ahí caminar a gusto, sintiendo el fresco de la brisa y el sonido majestuoso de la naturaleza, su hermana Ben en casa se quedó disfrutando de la música y lectura, mientras su Bran disfrutaba del aire libre un paseo nada más, un paseo que sería envolverse con otros seres, algo que a los Chevaliers no les iba muy bien, entre sus pasos por los grandes árboles de pino y abetos que le recodaban el aroma a su dulce hogar en américa el sonido de un gimoteo le llamó la atención, al principio creyó que era su imaginación que le estaba dando algo de juego por estar en soledad con la naturaleza, pero mientras iba caminando adentrándose más en aquellas penumbras el sonido de lamentos era más fuerte, guiado por su curiosidad se acerca al llegar a un viejo árbol caído y muerto en el suelo mira sobre este a una jovencita llorando pasándola mal, en ese momento recordó lo vivió en América en su pueblo, su mandíbula se tensó y sus puños se cerraron y caminó hasta estar junto a al joven, sacó su pañuelo y se lo brindo –Le han hecho algún mal lady, si es así dígamelo y con gusto les haré pagar por aquella afrenta a su persona- su tono de voz serio y demandante, el volví a ser el mismo hombre que lucha por las personas que son abusadas o maltratadas aquel hombre mayor que se siente protector y hermano de personas jóvenes con el afán de protegerlas. -Es inaudito e imperdonable que el culpable ande por ahí sin castigo- musita enojado llevado por la ira y por ver a una dama llorar desconsoladamente.
Así son los Chevalieres dos hermanos opuestos pero educados y en post de la lucha de las personas y su libertad.
Bran & Ben Chevalier- Cambiante Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
Aún parecía que en su cabeza no lograba concebirse por completo como era que su madre había llegado a tal grado, siempre parecía tan fuerte, tan orgullosa, tan segura de sí misma; y a pesar de que esa mirada penetrante seguía en sus ojos, con sólo ver sus mejillas rojas a causa de las bofetadas para Gabrielle era más que denigrante, además de doloroso, ahora se estaba reprochando no haberla defendido, pero no había tenido el valor suficiente para quedarse ahí, simplemente salió corriendo y sabía que lo volvería a hacer.
Sus manos seguían cubriendo sus ojos mientras que nada más importaba, estaba concentrada en aquella imagen que parecía querer estarle atormentando y sobre todo reprochando su cobardía, respiró profundo intentando que la calma viniera a ella, aunque no lo conseguía ni con todos los esfuerzos posibles, era algo que parecía había escapado de ella para no volver jamás, no podía callar aquello, se lo debía decir a Antoine, aunque suponía que su hermano terminaría por matar al tipo aquél y eso no era opción.
Estaba tan metida en sus propios pensamientos que no se dio cuenta en que momento alguien se aproximó hasta ella, sino que escuchó la voz masculina cortando el hilo que llevaba su mente en aquél momento. Separó levemente las manos de sus ojos para instantes después secarlos brevemente con sus dedos -No, señor, no...- murmuró entre sollozos mientras tomaba el pañuelo que le tendía para secarse las mejillas que habían quedado completamente humedecidas -Sólo... Es que... Lloro por cualquier cosa- terminó de decir levantando la mirada hacia él. No es que fuera a comenzar a contarle sus problemas a cualquier hombre o mujer que se cruzara por su camino, era algo personal, además de que no sabía exactamente la forma de pensar de él, Gabrielle no debería llorar si lo que quieren es casarla, está en edad y si sigue necia será una solterona quedada, seguramente algo que nadie quiere.
Se puso de pie casi de inmediato -No es necesario, señor, ha sido un simple problema en familia y parece que he estado sensible...- después de terminar de hablar, pudo mirarlo a los ojos, sabía que estaba mintiendo en parte pero era algo que hacía simplemente para no inmiscuir a nadie más -Lamento haber ensuciado su pañuelo- dijo estrujando la tela entre sus dedos y sonrojándose levemente mientras bajaba la mirada -Si usted me permite podría reponérselo... En la mañana- murmuró con cierta vergüenza, se había descuidado por completo, tanto que había quedado vulnerable ante alguien más, se suponía que eso no se lo podía permitir.
Sus manos seguían cubriendo sus ojos mientras que nada más importaba, estaba concentrada en aquella imagen que parecía querer estarle atormentando y sobre todo reprochando su cobardía, respiró profundo intentando que la calma viniera a ella, aunque no lo conseguía ni con todos los esfuerzos posibles, era algo que parecía había escapado de ella para no volver jamás, no podía callar aquello, se lo debía decir a Antoine, aunque suponía que su hermano terminaría por matar al tipo aquél y eso no era opción.
Estaba tan metida en sus propios pensamientos que no se dio cuenta en que momento alguien se aproximó hasta ella, sino que escuchó la voz masculina cortando el hilo que llevaba su mente en aquél momento. Separó levemente las manos de sus ojos para instantes después secarlos brevemente con sus dedos -No, señor, no...- murmuró entre sollozos mientras tomaba el pañuelo que le tendía para secarse las mejillas que habían quedado completamente humedecidas -Sólo... Es que... Lloro por cualquier cosa- terminó de decir levantando la mirada hacia él. No es que fuera a comenzar a contarle sus problemas a cualquier hombre o mujer que se cruzara por su camino, era algo personal, además de que no sabía exactamente la forma de pensar de él, Gabrielle no debería llorar si lo que quieren es casarla, está en edad y si sigue necia será una solterona quedada, seguramente algo que nadie quiere.
Se puso de pie casi de inmediato -No es necesario, señor, ha sido un simple problema en familia y parece que he estado sensible...- después de terminar de hablar, pudo mirarlo a los ojos, sabía que estaba mintiendo en parte pero era algo que hacía simplemente para no inmiscuir a nadie más -Lamento haber ensuciado su pañuelo- dijo estrujando la tela entre sus dedos y sonrojándose levemente mientras bajaba la mirada -Si usted me permite podría reponérselo... En la mañana- murmuró con cierta vergüenza, se había descuidado por completo, tanto que había quedado vulnerable ante alguien más, se suponía que eso no se lo podía permitir.
Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
La voz cantarina de la joven arrancó una sonrisa al caballero que solo consintió con una venia de la cabeza como un saludo o de forma algo demasiado formal, así son los caballeros pocos pero con sus modales a la puerta de entrada, siguió parado frente a la joven con sus manos hacia atrás, el viento corría con un huracán agitan las copas altas de los árboles meciendo sus hojas como danzas fuertes de guerra de los pueblos de América, al recordarlo sonrió afablemente pensando en su niñez, para luego bajar su mirada a la joven extendiendo su mano para dar un paseo con ella, ayudándola a despejarse.
-My Lady una dama no llora por que sí, una dama como usted abre las compuertas de las lágrimas cuando sus emociones así lo piden, tristeza, ira, pesar, dolor, son las únicas que pueden expresar sus sentimientos, entonces no diga que llora por todo porque no lo creo, no he conocido a dama alguna que llore por todo…aunque si he visto a una mujer llorar de felicidad, bueno creo que con todas esas emociones si se puede decir “llorar por todo”- una leve risita deja escapar, no para burlarse de ella sino de él mismo pues no había contemplado todas las emociones humanas y femeninas, le tomó la mano llevándola a caminar tomando aire –El pañuelo es lo de menos, puede quedarse con él, le ayudar cuando lo necesite nuevamente, no se preocupe por aquel pedazo de tela, usted lo requiere más que mi persona- una reverencia a la dama selló aquel compromiso como algo olvidado.
Sopeso como la densa niebla en los muelles sobre los problemas familiares que aquejan a cada individuo, se había olvidado de que esa es la razón principal de cada lágrima derramada por mujeres y hombres, suspiró recordando a lo que él venía a Francia –My Lady, los problemas familiares siempre van a estar ahí a la orden del día y nunca cesan, siempre están ahí golpeándonos cada vez más y más fuerte ¿por qué? Porque eso nos recuerda que estamos vivos y que para mala o buena suerte vivimos en un mundo donde las leyes no son para todos sino para quien ostente el poder, como la clase alta y la realeza-
Recordó los consejos de su padre sobre “el dinero no te hace mejor persona, pero si las acciones” esas palabras las grabó con fuego y sangre en sus huesos y por eso él jamás disponía de su condición social ante las otras personas, a todas las trataba de igual hombres y mujeres, ¿religioso? No mucho solo era un hombre que creía en algo más que terrenal algo más que espiritual, algo que era él mismo, y no es egocentrismo simplemente es un deber filial de obrar por el bien ajeno sin mirar recompensas, lo que pocos harían. -Si me quiere compensar por el pañuelo, entonces sonría, aunque sea una vez en la noche, sonría y no deje que los problemas la devoren o se perderá para siempre en ellos y no creo que una Lady tan hermosa como usted daba pasar por esas penurias sombrías de ser un fantasma sin sonrisa- con eso y una sonrisa trató de animar a la joven humana que miraba como un ruiseñor herido.
-My Lady una dama no llora por que sí, una dama como usted abre las compuertas de las lágrimas cuando sus emociones así lo piden, tristeza, ira, pesar, dolor, son las únicas que pueden expresar sus sentimientos, entonces no diga que llora por todo porque no lo creo, no he conocido a dama alguna que llore por todo…aunque si he visto a una mujer llorar de felicidad, bueno creo que con todas esas emociones si se puede decir “llorar por todo”- una leve risita deja escapar, no para burlarse de ella sino de él mismo pues no había contemplado todas las emociones humanas y femeninas, le tomó la mano llevándola a caminar tomando aire –El pañuelo es lo de menos, puede quedarse con él, le ayudar cuando lo necesite nuevamente, no se preocupe por aquel pedazo de tela, usted lo requiere más que mi persona- una reverencia a la dama selló aquel compromiso como algo olvidado.
Sopeso como la densa niebla en los muelles sobre los problemas familiares que aquejan a cada individuo, se había olvidado de que esa es la razón principal de cada lágrima derramada por mujeres y hombres, suspiró recordando a lo que él venía a Francia –My Lady, los problemas familiares siempre van a estar ahí a la orden del día y nunca cesan, siempre están ahí golpeándonos cada vez más y más fuerte ¿por qué? Porque eso nos recuerda que estamos vivos y que para mala o buena suerte vivimos en un mundo donde las leyes no son para todos sino para quien ostente el poder, como la clase alta y la realeza-
Recordó los consejos de su padre sobre “el dinero no te hace mejor persona, pero si las acciones” esas palabras las grabó con fuego y sangre en sus huesos y por eso él jamás disponía de su condición social ante las otras personas, a todas las trataba de igual hombres y mujeres, ¿religioso? No mucho solo era un hombre que creía en algo más que terrenal algo más que espiritual, algo que era él mismo, y no es egocentrismo simplemente es un deber filial de obrar por el bien ajeno sin mirar recompensas, lo que pocos harían. -Si me quiere compensar por el pañuelo, entonces sonría, aunque sea una vez en la noche, sonría y no deje que los problemas la devoren o se perderá para siempre en ellos y no creo que una Lady tan hermosa como usted daba pasar por esas penurias sombrías de ser un fantasma sin sonrisa- con eso y una sonrisa trató de animar a la joven humana que miraba como un ruiseñor herido.
Bran & Ben Chevalier- Cambiante Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
Suspiró largamente escuchando las palabras de aquél noble caballero, eran como alientos para su alma que en ese momento se le desquebrajaba, no era posible que su madre quisiera casarla con alguien que no tenía nada de corazón, que era capaz de golpear a una mujer sin escrúpulo alguno, aún no entendía las razones de su madre, pero suponía que en algún momento lograría comprender en que pensaba ella o si tenía alguna razón suficiente, en ese momento comenzó a inventar mil historias en la cabeza, aunque ninguna tenía razón de ser, era sencillamente complicado intentar meterse a la mente de su madre, siempre había sido complicada y diferente a ella, eran como el blanco contra el negro, además de que no contaba con su apoyo en aquellos momentos.
-Muchas gracias, señor, es usted muy amable en verdad y lamento haber interrumpido su camino, es que de pronto el sentimiento me llegó...- dijo inhalando profundo, intentando que las lágrimas terminaran de correr por sus mejillas -Sé que la tela no se compensa, mucho menos el favor que usted me hace con estar escuchando las tragedias de una muchacha que no sabe ni lo que está haciendo en este momento- arrugó el pañuelo entre los dedos mientras intentaba que con ello se le calmaran los nervios aunque no podía acabarlo del todo.
-Supongo que sí... Siempre los más fuertes son los que ganan...- de nuevo otro suspiro escapó de sus labios, mientras que recordaba a su madre completamente vejada, era algo que nunca pensó observar, pero ahí estaba pasando -No entiendo como un hombre puede ser capaz de ponerle la mano encima a una mujer, es tan bajo, tan ruin...- terminó por decir mientras se aprisionaba el labio entre sus dientes, con un poco de fuerza hasta lograr sentir un tanto de dolor que la hizo soltar un leve quejido, aunque en ese momento nada dolía más como los recuerdos.
Se esforzó, mirando sus ojos logró hacer que una leve sonrisa apareciera en sus labios, aunque aquella alegría nunca llegara hasta sus pupilas, pero de eso a nada, suponía que era preferible -No puedo hacer mucho más por usted que esto que ve, quisiera decirle que seguiré sonriendo, pero definitivamente es imposible, la tristeza es mucho más grande de lo que aparento- se le quedó viendo, en ese momento necesitaba un abrazo, que alguien la consolara, pero no había nada que pudiera hacer para conseguir eso en aquél instante.
-Muchas gracias, señor, es usted muy amable en verdad y lamento haber interrumpido su camino, es que de pronto el sentimiento me llegó...- dijo inhalando profundo, intentando que las lágrimas terminaran de correr por sus mejillas -Sé que la tela no se compensa, mucho menos el favor que usted me hace con estar escuchando las tragedias de una muchacha que no sabe ni lo que está haciendo en este momento- arrugó el pañuelo entre los dedos mientras intentaba que con ello se le calmaran los nervios aunque no podía acabarlo del todo.
-Supongo que sí... Siempre los más fuertes son los que ganan...- de nuevo otro suspiro escapó de sus labios, mientras que recordaba a su madre completamente vejada, era algo que nunca pensó observar, pero ahí estaba pasando -No entiendo como un hombre puede ser capaz de ponerle la mano encima a una mujer, es tan bajo, tan ruin...- terminó por decir mientras se aprisionaba el labio entre sus dientes, con un poco de fuerza hasta lograr sentir un tanto de dolor que la hizo soltar un leve quejido, aunque en ese momento nada dolía más como los recuerdos.
Se esforzó, mirando sus ojos logró hacer que una leve sonrisa apareciera en sus labios, aunque aquella alegría nunca llegara hasta sus pupilas, pero de eso a nada, suponía que era preferible -No puedo hacer mucho más por usted que esto que ve, quisiera decirle que seguiré sonriendo, pero definitivamente es imposible, la tristeza es mucho más grande de lo que aparento- se le quedó viendo, en ese momento necesitaba un abrazo, que alguien la consolara, pero no había nada que pudiera hacer para conseguir eso en aquél instante.
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Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
Y entonces las palabras del dolor de la joven le dieron una idea del sufrimiento, del clavario que llevaba a cuestas, le soltó el brazo a la joven para admirarla mejor, antes sus ojos no pasaba de ser una joven de unos veinte años y ahí con sus ojos cerrados el caballero comprendió su desdicha, trató de ocultar su horror y frustración por las palabras y lo que en la mente de él pasaba ahora como ideas del horror de la joven dama.
-Siempre es bueno ejercitar el cuerpo y la mente con ejercicio para estar siempre atentos a los que nos pasa pero no ha irrumpido nada señorita al contrario-- sonríe y luego apretó los dientes tan fuerte que sintió un dolor en su cabeza como si fuera a explotar y entonces recordó las palabras de su padre “lo malo de esta sociedad es que las mismas personas creen que deben hacer algo que no es, solo porque asumen que es, hay que acabar con ello” y claro Bran se lo tomó muy literal
Su voz se volvió muy seria y hasta un punto enérgica como molesto por lo que se acontece –My lady un hombre que golpee a una mujer no es un hombre, es un patán, un salvaje, un ser retrograda que vive en una caverna, no merece ser llamado hombre y menos caballero, no sé porque todavía existen ese tipo de seres deberían…- guarda silencio viendo a la dama –Deberían desaparecer esa clase de hombres y mujeres que venden a sus hijas en esos matrimonios arreglados sin percatarse de la felicidad y bienestar de su hija en cuanto a sus emociones y sentimientos- y entonces nuevamente su mente recordó lo que vivía en América en su pequeña comuna –Algunas mujeres que se libran de esa condena de matrimonios, son condenadas al rechazo y odio de su familia o son llamadas solteronas y rechazadas por la misma sociedad, claro eso si es que no es de clase alta porque si es un burgués o noble estaría bien, aunque usted es burguesa y aun así se ve sometida acatar esas reglas sociales solo por mantener el estatus, si las madres no dieran a sus hijas y los padres no buscaran buenos partidos si tan solo preguntaran a sus hijos e hijas ¿qué es lo que quieres? ¿Amas a esa persona? Pero, solo nos imponen a quien amar con el pretexto de que así Dios lo quiso, así él lo mandó o con las palabras de “yo sé lo que es mejor para ti” nadie sabe ni lo que es bueno para uno mismo-
Negó con la cabeza para buscar el alivio a su mente, se estaba sulfurando demasiado, pero a razón de una injusticia algo que el odia con todo su ser y lo aborrece y para evitar asustar a la dama prefirió calmar esa ira, esos deseos de acabar con sus manos con esos tipos y situaciones –Disculpe My lady por ese exabrupto pero no soy partidario a esas prácticas retrogradas, y me enojan mucho que obliguen a las y los jóvenes a contraer nupcias sin estar enamorados, solo por la condición social y económica- suspira para luego evitar su enojo, trata de pensar en flechas siendo lanzadas a un sujeto que golpea a una dama, además de los puños de él lo que le hace esbozar una sonrisa –Bien My Lady ya es un comienzo que sonría, pero no debe dejarse abatir por su problema, siempre hay una solución ya sea esta de una manera radical o de una manera, como lo diría mi hermano, ah sí, una manera diplomática, para resolverlo-
Aquel tema sobre los matrimonios arreglados no le agrada para nada, porque muchos terminaban mal, y menos saber que alguien joven podría estarlo pasando, quería hacer algo pero no podía tenía las manos atadas y eso era lo que más le molestaba, estaba molesto consigo mismo.
-Siempre es bueno ejercitar el cuerpo y la mente con ejercicio para estar siempre atentos a los que nos pasa pero no ha irrumpido nada señorita al contrario-- sonríe y luego apretó los dientes tan fuerte que sintió un dolor en su cabeza como si fuera a explotar y entonces recordó las palabras de su padre “lo malo de esta sociedad es que las mismas personas creen que deben hacer algo que no es, solo porque asumen que es, hay que acabar con ello” y claro Bran se lo tomó muy literal
Su voz se volvió muy seria y hasta un punto enérgica como molesto por lo que se acontece –My lady un hombre que golpee a una mujer no es un hombre, es un patán, un salvaje, un ser retrograda que vive en una caverna, no merece ser llamado hombre y menos caballero, no sé porque todavía existen ese tipo de seres deberían…- guarda silencio viendo a la dama –Deberían desaparecer esa clase de hombres y mujeres que venden a sus hijas en esos matrimonios arreglados sin percatarse de la felicidad y bienestar de su hija en cuanto a sus emociones y sentimientos- y entonces nuevamente su mente recordó lo que vivía en América en su pequeña comuna –Algunas mujeres que se libran de esa condena de matrimonios, son condenadas al rechazo y odio de su familia o son llamadas solteronas y rechazadas por la misma sociedad, claro eso si es que no es de clase alta porque si es un burgués o noble estaría bien, aunque usted es burguesa y aun así se ve sometida acatar esas reglas sociales solo por mantener el estatus, si las madres no dieran a sus hijas y los padres no buscaran buenos partidos si tan solo preguntaran a sus hijos e hijas ¿qué es lo que quieres? ¿Amas a esa persona? Pero, solo nos imponen a quien amar con el pretexto de que así Dios lo quiso, así él lo mandó o con las palabras de “yo sé lo que es mejor para ti” nadie sabe ni lo que es bueno para uno mismo-
Negó con la cabeza para buscar el alivio a su mente, se estaba sulfurando demasiado, pero a razón de una injusticia algo que el odia con todo su ser y lo aborrece y para evitar asustar a la dama prefirió calmar esa ira, esos deseos de acabar con sus manos con esos tipos y situaciones –Disculpe My lady por ese exabrupto pero no soy partidario a esas prácticas retrogradas, y me enojan mucho que obliguen a las y los jóvenes a contraer nupcias sin estar enamorados, solo por la condición social y económica- suspira para luego evitar su enojo, trata de pensar en flechas siendo lanzadas a un sujeto que golpea a una dama, además de los puños de él lo que le hace esbozar una sonrisa –Bien My Lady ya es un comienzo que sonría, pero no debe dejarse abatir por su problema, siempre hay una solución ya sea esta de una manera radical o de una manera, como lo diría mi hermano, ah sí, una manera diplomática, para resolverlo-
Aquel tema sobre los matrimonios arreglados no le agrada para nada, porque muchos terminaban mal, y menos saber que alguien joven podría estarlo pasando, quería hacer algo pero no podía tenía las manos atadas y eso era lo que más le molestaba, estaba molesto consigo mismo.
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Re: Por eso la maté [Libre]
Las palabras del hombre la dejaban sorprendida, no había escuchado a alguien que se expresara así de los matrimonios que llevaban un arreglo previo, pero parecía que todavía había verdaderos caballeros en el mundo, afortunadamente se había topado con uno, suspiró levemente, se sentía un poco más reconfortada y le miró, ahora su sonrisa se podía expandir más sobre sus labios, en verdad estaba agradecida, aunque un tanto asustada por el tono que él empleaba, no era bueno que se enojara, no le gustaba que nadie tuviera que molestarse por problemas propios, tal vez se le había ido la boca un poco al contar ese tipo de problemas.
-No...- murmuró levemente y se atrevió a colocar la mano sobre los labios ajenos en un pequeño impulso aunque casi de inmediato separó sus dedos -No, no se preocupe, yo sé lo que dice, es que mi madre no entiende, no me quiero casar y ahora no puedo volver a casa porque si lo hago me casarán con ese hombre que masacra a mi madre- de nuevo un suspiro, de pronto una idea pasó por su cabeza -¡Dios!- exclamó para ella y después miró al hombre con horror -¿Y si le sigue pegando?- sus manos temblaron al sólo pensar aquello y cerró los ojos de nueva cuenta con fuerza -Tal vez le ha golpeado porque yo no he aceptado...- por su cabeza pasaban tantas ideas que todas se iban agolpando haciendo que poco a poco se sumiera en una depresión de nuevo, ¿Debería aceptar aquello para que su madre no sufriera? No lo sabía.
-No me quiero casar- dijo como su tuviera una pistola apuntando a su sien mientras se mordía el labio y miraba al hombre, se tenía que tranquilizar -Lamento esto, lamento haberle metido estas ideas en la cabeza, es que en serio, sino lo decía iba a explotar más de lo que ya he hecho en este momento- suspiró largamente y sonrió de nuevo de forma casi obligada, intentando calmarse y que el hombre no se alterara de nuevo -Tiene razón, los matrimonios no deben ser arreglados, yo pensaba que en algún momento alguien se podía enamorar de mí, desposarme... Pero que fuera porque ambos queríamos, porque nos habíamos elegido el uno al otro, pero parece que eso sólo es en los cuentos de hadas, las historias que ya no existen, aquellos recuerdos que algunas vez fueron pero que ahora sólo son leyendas de lo que ya no volverá a pasar- le miró con cierta nostalgia y cruzó los brazos debajo de su pecho, como si con ello se pudiera contener así misma, dándose un pequeño abrazo que la reconfortara, aunque no fuera demasiado, ni lo que realmente necesitaba.
-¿Usted se ha enamorado? ¿Es casado?- preguntó intentando que el tema se desviara por otros rumbos menos escabrosos, aunque quizá estuviera violando una intimidad a la que no tenía derecho, sin embargo era muy guapo, parecía de buena cuna y con una convicción asombrosa, un excelente caballero, que seguramente más de una señorita ya habría visto y que fácilmente podría llegar a enamorarse.
-No...- murmuró levemente y se atrevió a colocar la mano sobre los labios ajenos en un pequeño impulso aunque casi de inmediato separó sus dedos -No, no se preocupe, yo sé lo que dice, es que mi madre no entiende, no me quiero casar y ahora no puedo volver a casa porque si lo hago me casarán con ese hombre que masacra a mi madre- de nuevo un suspiro, de pronto una idea pasó por su cabeza -¡Dios!- exclamó para ella y después miró al hombre con horror -¿Y si le sigue pegando?- sus manos temblaron al sólo pensar aquello y cerró los ojos de nueva cuenta con fuerza -Tal vez le ha golpeado porque yo no he aceptado...- por su cabeza pasaban tantas ideas que todas se iban agolpando haciendo que poco a poco se sumiera en una depresión de nuevo, ¿Debería aceptar aquello para que su madre no sufriera? No lo sabía.
-No me quiero casar- dijo como su tuviera una pistola apuntando a su sien mientras se mordía el labio y miraba al hombre, se tenía que tranquilizar -Lamento esto, lamento haberle metido estas ideas en la cabeza, es que en serio, sino lo decía iba a explotar más de lo que ya he hecho en este momento- suspiró largamente y sonrió de nuevo de forma casi obligada, intentando calmarse y que el hombre no se alterara de nuevo -Tiene razón, los matrimonios no deben ser arreglados, yo pensaba que en algún momento alguien se podía enamorar de mí, desposarme... Pero que fuera porque ambos queríamos, porque nos habíamos elegido el uno al otro, pero parece que eso sólo es en los cuentos de hadas, las historias que ya no existen, aquellos recuerdos que algunas vez fueron pero que ahora sólo son leyendas de lo que ya no volverá a pasar- le miró con cierta nostalgia y cruzó los brazos debajo de su pecho, como si con ello se pudiera contener así misma, dándose un pequeño abrazo que la reconfortara, aunque no fuera demasiado, ni lo que realmente necesitaba.
-¿Usted se ha enamorado? ¿Es casado?- preguntó intentando que el tema se desviara por otros rumbos menos escabrosos, aunque quizá estuviera violando una intimidad a la que no tenía derecho, sin embargo era muy guapo, parecía de buena cuna y con una convicción asombrosa, un excelente caballero, que seguramente más de una señorita ya habría visto y que fácilmente podría llegar a enamorarse.
Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
Con los puños cerrados Bran desvió su mirada hacia un lado por un solo motivo, no quería alarmar a la joven con sus emociones y frustraciones por la barbarie que se comete contra las damas, un respiro profundo fue todo lo que se necesitó para frenar a la bestia tras el rostro del caballero, trato de llegar en su mente a aquel refugio de calma con la sola idea de disipar la ira, mermar aquello que le hacía sentir la bilis en su garganta hasta el punto de destrozar todo, y todo por no asustar a la joven que quizás tema por la actitud o por lo que pueda ver si la bestia que toma la forma humana se deja ver.
Ya más calmado trato de buscar el consuelo necesario para la pequeña señorita, al abrir sus párpados, sus ojos mostraban un brillo de ausencia y ternura, aquel tipo de mirada que un hermano deja sobre los ojos de su hermana para tranquilizarla, la ausencia del peligro como si todo estuviera bien y la ternura de la protección, no conocía a la joven pero sabía que tenía que cuidarla, quizás por aquel defecto de desear y querer proteger a las personas que necesitan de ayuda; pero ¿Qué podía hacer en ese momento? Las palabras de la joven ante los posibles acontecimientos que se daría contra su progenitora y todo por no aceptar un matrimonio impuesto.
En un impulso que jamás había tenido, tomó a la joven de los brazos para abrazarla tiernamente con una sonrisa cálida en su rostro, la alejo un poco para que le pueda ver, par que admire la sinceridad de sus palabras –No debe preocuparse por lo que pueda acontecer hoy, ahora y en este instante, las decisiones ya fueron tomadas ya hora solo queda alzar el rostro y enfrentar lo que venga con la frente muy en alto y con determinación- deja de abraza a la joven para apartarse unos centímetros haciendo una reverencia. –Deberíamos salir de aquí, la temperatura desciende y el frio puede hacerle daño eso y que algunas criaturas suelen rondar en estas tierras en busca de… – como podría decirle a la joven que ella podría ser alimento para muchas de esas bestias incluso de la que él oculta en ese momento.
Negó con su cabeza para tomar su chaqueta y colocarla en los hombros de la mujer cubriéndola del frio y así extender su mano a la dama –Los cuentos de hada existen señorita, le contaré uno– aclaró su garganta recordando la historia más cercana que tenía –Hace tiempo una hermosa joven de cabellos oscuros hija de un ilustrado hombre de por estas tierras antiguas se enamoró de un hombre, un hombre que era todo un empleado de la corona un simple hombre honrado y algo avejentado por el esfuerzo del trabajo, miró a la joven y sintió algo por ella, pero él asumía que la mujer tenía un matrimonio arreglado así que se dedicó a contemplarla de lejos, hasta que un día en una conversación se enteró que la joven había rechazado a varios pretendientes y nadie sabía por qué aunque su padre no la obligaba a casarse, el joven intento suerte y habló con la joven, salieron, se conocieron y al cabo de un tiempo se casaron y tuvieron hijos- sonríe porque es la historia de sus padres –Ese cuento de hadas pasó a sus hijos mostrándoles que si puede existir el amor verdadero, aquel amor que es como un cuento de hadas-
Cuando quiso retomar el camino recordó la pregunta de la joven sobre él tomándose un tiempo para pensar en la respuesta ¿Qué podría decir que no fuera verdad?, entre un largo suspiro negó con la cabeza con una lentitud única –No, no me he enamorado ni me he casado quizás porque siempre he puesto otras pasiones antes que el matrimonio y porque para ser sincero no me gustaría esclavizar a ninguna mujer al matrimonio si no está como en el cuento de mis padres, completamente enamorada de mí como yo lo esté de ella, además de que tenga ella la seguridad que me ama y no solo una ilusión o cariño de momento si no un verdadero amor, aquel que te permite aceptar al otro sin importar nada más, sino lo que es y no como luce o lo que tenga- con eso daba él a entender sobre los secretos y las apariencias además del status económico –Acaso usted se ha enamorado ya y por eso no acepta el matrimonio? Si es así usted y su amor deberían luchar por lo que desean de verdad, no debería dejarse apagar tan fácil-
Ya más calmado trato de buscar el consuelo necesario para la pequeña señorita, al abrir sus párpados, sus ojos mostraban un brillo de ausencia y ternura, aquel tipo de mirada que un hermano deja sobre los ojos de su hermana para tranquilizarla, la ausencia del peligro como si todo estuviera bien y la ternura de la protección, no conocía a la joven pero sabía que tenía que cuidarla, quizás por aquel defecto de desear y querer proteger a las personas que necesitan de ayuda; pero ¿Qué podía hacer en ese momento? Las palabras de la joven ante los posibles acontecimientos que se daría contra su progenitora y todo por no aceptar un matrimonio impuesto.
En un impulso que jamás había tenido, tomó a la joven de los brazos para abrazarla tiernamente con una sonrisa cálida en su rostro, la alejo un poco para que le pueda ver, par que admire la sinceridad de sus palabras –No debe preocuparse por lo que pueda acontecer hoy, ahora y en este instante, las decisiones ya fueron tomadas ya hora solo queda alzar el rostro y enfrentar lo que venga con la frente muy en alto y con determinación- deja de abraza a la joven para apartarse unos centímetros haciendo una reverencia. –Deberíamos salir de aquí, la temperatura desciende y el frio puede hacerle daño eso y que algunas criaturas suelen rondar en estas tierras en busca de… – como podría decirle a la joven que ella podría ser alimento para muchas de esas bestias incluso de la que él oculta en ese momento.
Negó con su cabeza para tomar su chaqueta y colocarla en los hombros de la mujer cubriéndola del frio y así extender su mano a la dama –Los cuentos de hada existen señorita, le contaré uno– aclaró su garganta recordando la historia más cercana que tenía –Hace tiempo una hermosa joven de cabellos oscuros hija de un ilustrado hombre de por estas tierras antiguas se enamoró de un hombre, un hombre que era todo un empleado de la corona un simple hombre honrado y algo avejentado por el esfuerzo del trabajo, miró a la joven y sintió algo por ella, pero él asumía que la mujer tenía un matrimonio arreglado así que se dedicó a contemplarla de lejos, hasta que un día en una conversación se enteró que la joven había rechazado a varios pretendientes y nadie sabía por qué aunque su padre no la obligaba a casarse, el joven intento suerte y habló con la joven, salieron, se conocieron y al cabo de un tiempo se casaron y tuvieron hijos- sonríe porque es la historia de sus padres –Ese cuento de hadas pasó a sus hijos mostrándoles que si puede existir el amor verdadero, aquel amor que es como un cuento de hadas-
Cuando quiso retomar el camino recordó la pregunta de la joven sobre él tomándose un tiempo para pensar en la respuesta ¿Qué podría decir que no fuera verdad?, entre un largo suspiro negó con la cabeza con una lentitud única –No, no me he enamorado ni me he casado quizás porque siempre he puesto otras pasiones antes que el matrimonio y porque para ser sincero no me gustaría esclavizar a ninguna mujer al matrimonio si no está como en el cuento de mis padres, completamente enamorada de mí como yo lo esté de ella, además de que tenga ella la seguridad que me ama y no solo una ilusión o cariño de momento si no un verdadero amor, aquel que te permite aceptar al otro sin importar nada más, sino lo que es y no como luce o lo que tenga- con eso daba él a entender sobre los secretos y las apariencias además del status económico –Acaso usted se ha enamorado ya y por eso no acepta el matrimonio? Si es así usted y su amor deberían luchar por lo que desean de verdad, no debería dejarse apagar tan fácil-
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Re: Por eso la maté [Libre]
No entendía mucho las actitudes del caballero, pero tampoco era que fuera a intentar meterse en eso, él sabía lo que le pasaba, aunque quizá ella podría ayudarle después, de hecho podía decirse que eso era algo que tenía como deuda, él se había tomado la molestia, estaba ahí delante intentando hacer que se sintiera mejor. Al mirar sus ojos ella sintió bastante paz, pero nada comparado a lo que vino después, aquél suave abrazo por el que se vio rodeada. No pudo hacer nada más que corresponder, perdiendo su rostro entre el pecho del hombre, encontrando algún refugio que no había encontrado en un poco de tiempo, se recordó así misma con su hermano intentando conformarla por un momento, haciéndola sonreír aunque fuera un instante, pero que eso era de gran alegría para Antoine. Suspiró y se separó de él, mostrando una ligera sonrisa, a pesar de que sus ojos se mantenían un tanto lloroso, ahora sí podía sonreír, si no era porque se sentía excelente, al menos ya sabía que en ese ahora estaba segura, aunque era un verdadero extraño.
Acomodó el saco sobre sus hombros y asintió a sus palabras comenzando a caminar al compás del hombre, escuchando con completa atención lo que él le decía, no podía creerlo, aunque no pensaba que le mentía -¿De verdad? Soy un poco escéptica, yo quisiera que eso me pasara, que en verdad alguien se enamorara de mí y no de mi dinero, que al final del día... Ni siquiera es mío, por eso dejé mi casa, para trabajar, para en verdad tener yo algo que fuera mío...- Suspiró de nueva cuenta perdiendo la mirada en una roca que en realidad no tenía nada de interesante, pero que había sido el objeto perfecto para poder pensar un poco.
Miró al hombre y negó con la cabeza -En realidad nunca me he enamorado, he pensado que alguien puede... Pero... Al final nada, es... Es una gran decepción, por eso es que he dejado de creer en eso...- Le sonrió de nueva cuenta -Pero usted seguro que encuentra una mujer que en verdad le quiera así como desea, se lo merece en verdad, si todos los hombres pensaran como usted, todo esto sería diferente, pero no ven en la mujer nada más que un medio para preservar riquezas o incrementarlas, los sentimientos están infravalorados y aquella muchacha que ose opinar es... Alguien que merece ser sacrificada- su ceño se frunció por un leve momento. Sentía el cobijo del saco y sus brazos se cerraron en torno a su cintura como si quisiera buscar aún más calor, aunque realmente no era frío.
-Nunca he conocido un cuento de esos, tengo un hermano, se llama Antoine, pero nunca ha aceptado el dinero de mis padres, se alistó en la milicia y todos piensan que es pobre, no es que tengamos mucho dinero tampoco, sin embargo hambres no pasamos, por ese hecho... La mujer que él había elegido como esposa le rechazó, sólo por el dinero... No hubo otro motivo y en verdad es triste, mi hermano es bueno...- dijo con cierto tono de melancolía, escuchando a lo lejos unos ruidos que la hicieron girar un poco la cabeza, aunque su respiración se detuvo por leves segundos. Intentó tranquilizarse en ese momento y miró al caballero otra vez, intentando mantener la sonrisa -Agradezco cada una de sus palabras, en verdad han sido de gran ayuda para mí- Colocó su cuerpo delante de él y sujetó las manos del hombre entre las propias, aferrándolas un poco y se estiró para depositar un beso en la mejilla del chico -Gracias- dijo con completa sinceridad, se separó un poco, volviendo a escuchar las hojas agitarse a lo lejos -Creo que sí debemos salir- mencionó, apresurando un poco el paso, sintiendo como su pulso se aceleraba lentamente.
Acomodó el saco sobre sus hombros y asintió a sus palabras comenzando a caminar al compás del hombre, escuchando con completa atención lo que él le decía, no podía creerlo, aunque no pensaba que le mentía -¿De verdad? Soy un poco escéptica, yo quisiera que eso me pasara, que en verdad alguien se enamorara de mí y no de mi dinero, que al final del día... Ni siquiera es mío, por eso dejé mi casa, para trabajar, para en verdad tener yo algo que fuera mío...- Suspiró de nueva cuenta perdiendo la mirada en una roca que en realidad no tenía nada de interesante, pero que había sido el objeto perfecto para poder pensar un poco.
Miró al hombre y negó con la cabeza -En realidad nunca me he enamorado, he pensado que alguien puede... Pero... Al final nada, es... Es una gran decepción, por eso es que he dejado de creer en eso...- Le sonrió de nueva cuenta -Pero usted seguro que encuentra una mujer que en verdad le quiera así como desea, se lo merece en verdad, si todos los hombres pensaran como usted, todo esto sería diferente, pero no ven en la mujer nada más que un medio para preservar riquezas o incrementarlas, los sentimientos están infravalorados y aquella muchacha que ose opinar es... Alguien que merece ser sacrificada- su ceño se frunció por un leve momento. Sentía el cobijo del saco y sus brazos se cerraron en torno a su cintura como si quisiera buscar aún más calor, aunque realmente no era frío.
-Nunca he conocido un cuento de esos, tengo un hermano, se llama Antoine, pero nunca ha aceptado el dinero de mis padres, se alistó en la milicia y todos piensan que es pobre, no es que tengamos mucho dinero tampoco, sin embargo hambres no pasamos, por ese hecho... La mujer que él había elegido como esposa le rechazó, sólo por el dinero... No hubo otro motivo y en verdad es triste, mi hermano es bueno...- dijo con cierto tono de melancolía, escuchando a lo lejos unos ruidos que la hicieron girar un poco la cabeza, aunque su respiración se detuvo por leves segundos. Intentó tranquilizarse en ese momento y miró al caballero otra vez, intentando mantener la sonrisa -Agradezco cada una de sus palabras, en verdad han sido de gran ayuda para mí- Colocó su cuerpo delante de él y sujetó las manos del hombre entre las propias, aferrándolas un poco y se estiró para depositar un beso en la mejilla del chico -Gracias- dijo con completa sinceridad, se separó un poco, volviendo a escuchar las hojas agitarse a lo lejos -Creo que sí debemos salir- mencionó, apresurando un poco el paso, sintiendo como su pulso se aceleraba lentamente.
Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
La pequeña doncella le recordaba mucho a las pequeñas angelitas de su tierra natal, aquellas niñas que siempre buscaban el refugio en los brazos de los hermanos Chevalier, aunque siempre iban con el menor el mayor era el que se enfrentaba a los hombres y bestias que atacaban el poblado, y esos ojos dulces e inocentes le recodaron mucho ese tiempo, ese tiempo pasado de felicidad y desdichas.
Al ver los ojos de la joven Bran sintió un profundo dolor como si fuera ella parte de su sangre o su familia, era algo extraño eso no ocurría con frecuencia, por no decir que jamás había ocurrido, quizás sea el espíritu protector de él que hablaba, si eso debía ser, así lo tomó él, entre tanto sus pasos iban muriendo en las hojas secas que caen de los árboles para morir en la tierra, una tierra humedecida por las lágrimas de los cielos.
Guardó silencio por unos minutos incluso más cuando sintió aquél cálido detalle en su mejilla y entonces luego de unos cuantos pasos en absoluta reserva que hasta el caer de un alfiler se podía escuchar a metros a la redonda, no pudo más, las palabras del caballero salieron de su pecho sin previo aviso alguno –Venga señorita, la llevaré a mi morada, ahí se quedará hasta que pueda pensar en algo para ayudarla, le ayudaré porque es lo correcto, no puedo pensar en que algo le pueda pasar solo por su deseo de no unirse a un matrimonio como ese, debe luchar y le ayudaremos, cuente con ello- tomó a la joven abrazándola dulcemente como si fuera un hermano mayor –Estoy seguro señorita que encontrará el amor de verdad solo debe esperar y luchar por ello por eso usted tendrá mi apoyo, algo se me va a ocurrir para decirle a su madre y si es por dinero no hay problema alguno, esa nimiedad es lo de menos- sus dedos fueron a los cabellos de la pequeña joven que con ojos enternecidos por ella le toma la mano para salir de aquel bosque justo a donde había dejado su caballo
-Por su hermano no se preocupe, él está haciendo todo para encontrar el amor de verdad, uno que lo acepte como es y no por su apellido, la mujer que lo despreció no era su verdadero amor, eso a muchos nos pasa señorita y a unos los desprecian por otras condiciones- con eso marcaba que a los dos hermanos les habían dejado de lado las mujeres por su forma de pensar y por quienes eran en realidad, caballeros y bestias a la vez. –Mujer para mí no y hay porque algunas mujeres están acostumbradas a lo que más detesto y no saben cómo sobrellevar eso conmigo, por otro lado, los Chevalier tenemos tan mala racha en el amor que es casi imposible que una mujer nos pueda amar, si no habría que ver el caso de mi hermano- con una risa recuerda a su hermano con las mujeres y su seriedad, aún más que él, quizás por los nervios que las mujeres le producen.
Montó sobre su caballo extendiendo la mano a la pequeña para ayudarle a subir, espero que aceptará su apoyo y la de su hermano, aunque no sabía cómo él lo tomaría, que llevara una joven cuasi raptada, para luego planear una mentira o solución momentánea para su afición, aunque quizás…Bran niega en su cabeza con aquella posibilidad, aunque viendo a la joven más detenidamente y a su hermano…podría ser, como no podría ser, aunque no estaría mal que lo intentara.
Al ver los ojos de la joven Bran sintió un profundo dolor como si fuera ella parte de su sangre o su familia, era algo extraño eso no ocurría con frecuencia, por no decir que jamás había ocurrido, quizás sea el espíritu protector de él que hablaba, si eso debía ser, así lo tomó él, entre tanto sus pasos iban muriendo en las hojas secas que caen de los árboles para morir en la tierra, una tierra humedecida por las lágrimas de los cielos.
Guardó silencio por unos minutos incluso más cuando sintió aquél cálido detalle en su mejilla y entonces luego de unos cuantos pasos en absoluta reserva que hasta el caer de un alfiler se podía escuchar a metros a la redonda, no pudo más, las palabras del caballero salieron de su pecho sin previo aviso alguno –Venga señorita, la llevaré a mi morada, ahí se quedará hasta que pueda pensar en algo para ayudarla, le ayudaré porque es lo correcto, no puedo pensar en que algo le pueda pasar solo por su deseo de no unirse a un matrimonio como ese, debe luchar y le ayudaremos, cuente con ello- tomó a la joven abrazándola dulcemente como si fuera un hermano mayor –Estoy seguro señorita que encontrará el amor de verdad solo debe esperar y luchar por ello por eso usted tendrá mi apoyo, algo se me va a ocurrir para decirle a su madre y si es por dinero no hay problema alguno, esa nimiedad es lo de menos- sus dedos fueron a los cabellos de la pequeña joven que con ojos enternecidos por ella le toma la mano para salir de aquel bosque justo a donde había dejado su caballo
-Por su hermano no se preocupe, él está haciendo todo para encontrar el amor de verdad, uno que lo acepte como es y no por su apellido, la mujer que lo despreció no era su verdadero amor, eso a muchos nos pasa señorita y a unos los desprecian por otras condiciones- con eso marcaba que a los dos hermanos les habían dejado de lado las mujeres por su forma de pensar y por quienes eran en realidad, caballeros y bestias a la vez. –Mujer para mí no y hay porque algunas mujeres están acostumbradas a lo que más detesto y no saben cómo sobrellevar eso conmigo, por otro lado, los Chevalier tenemos tan mala racha en el amor que es casi imposible que una mujer nos pueda amar, si no habría que ver el caso de mi hermano- con una risa recuerda a su hermano con las mujeres y su seriedad, aún más que él, quizás por los nervios que las mujeres le producen.
Montó sobre su caballo extendiendo la mano a la pequeña para ayudarle a subir, espero que aceptará su apoyo y la de su hermano, aunque no sabía cómo él lo tomaría, que llevara una joven cuasi raptada, para luego planear una mentira o solución momentánea para su afición, aunque quizás…Bran niega en su cabeza con aquella posibilidad, aunque viendo a la joven más detenidamente y a su hermano…podría ser, como no podría ser, aunque no estaría mal que lo intentara.
Última edición por Bran & Ben Chevalier el Vie Sep 05, 2014 9:50 pm, editado 2 veces
Bran & Ben Chevalier- Cambiante Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
Se sentía agradecida, pero tampoco es que supiera como hacer para pagar aquél detalle, además de que si alguien se enteraba de que estaba perdida en el bosque con un hombre a media noche las habladurías no se harían esperar, la gente siempre tenía algo que decir sobre todo, a pesar de que no tuviera toda la información completa, era como si las palabras les obligaran para que fueran pronunciadas. Sus pasos iban al compás de los ajenos y buscaba entre el pasto que no fuera a caerse, ya demasiado tonta se había visto delante de él como para terminar en el piso, eso sí sería el acabose total.
-¿A su morada?- dijo un tanto sorprendida, mirando al hombre de reojo, era cierto que se había portado como todo un caballero, pero no sabía si ir a su casa estaría bien o generaría más problemas, ya no quería ser una carga. No pudo decir pues sintió de nuevo como los brazos del hombre le arropaban y se dejó acunar en ellos, era como si Antoine buscara confortarla y sonrió levemente -No quiero ser una carga para usted, señor, es sumamente amable de su parte, pero no me permitiría meterle en problemas de este tipo, no quisiera pensar que mi madre pudiera llegar a pensar cosas que no son porque usted intenta ayudarme o que ese salvaje quisiera hacerle algo por el hecho de que me ve protegida gracias a usted- le miró a los ojos con cierto horror dibujado en ellos, si bien era verdad que nunca podría pegarle aquél hombre como lo había hecho con su madre, no era partidaria de que una pelea fuera por su culpa, no permitiría que más gente se viera involucrada en aquél lío, aunque su realidad era más fuerte, no sabía exactamente en donde estaba, además de que estaba un tanto cansada y por demás hambrienta, sólo le quedaba la terquedad que era natural en ella.
Se separó un poco de él y se le quedó viendo mientras hablaba -No diga esas cosas, seguro que hay alguien para usted...- meditó un poco, pero tampoco es que se quedara pensando en eso demasiado tiempo -¿Qué es lo que más detesta?- ladeó la cabeza con un poco de curiosidad en su mirada -Seguro que es que ninguna de ellas merece a alguien como usted o como su hermano, si él es como usted deben ser señoritas que realmente los merezcan- dijo con una suave sonrisa en los labios prosiguiendo aquél sinuoso camino que parecía no tener un final.
Al llegar al final sus ojos se abren de par en par y simplemente pasa saliva, toma la mano del hombre y se monta en aquél caballo con todo el cuidado del mundo, ese tipo de animales le daban un poco de miedo -Muchas gracias, en verdad- no podía dejar de decir eso -En cuanto pueda comunicarme con mi padre le diré que usted ha sido muy amable conmigo, él no es como mi madre y siempre han tenido pleitos por ello, pero él no es capaz de dejarla...- tal vez estaba diciendo muchas cosas que no debía y que a él ni le interesaban, así que simplemente rodeó la cintura del muchacho con las manos y cerró los ojos para no espantarse mientras iban a su casa.
-¿A su morada?- dijo un tanto sorprendida, mirando al hombre de reojo, era cierto que se había portado como todo un caballero, pero no sabía si ir a su casa estaría bien o generaría más problemas, ya no quería ser una carga. No pudo decir pues sintió de nuevo como los brazos del hombre le arropaban y se dejó acunar en ellos, era como si Antoine buscara confortarla y sonrió levemente -No quiero ser una carga para usted, señor, es sumamente amable de su parte, pero no me permitiría meterle en problemas de este tipo, no quisiera pensar que mi madre pudiera llegar a pensar cosas que no son porque usted intenta ayudarme o que ese salvaje quisiera hacerle algo por el hecho de que me ve protegida gracias a usted- le miró a los ojos con cierto horror dibujado en ellos, si bien era verdad que nunca podría pegarle aquél hombre como lo había hecho con su madre, no era partidaria de que una pelea fuera por su culpa, no permitiría que más gente se viera involucrada en aquél lío, aunque su realidad era más fuerte, no sabía exactamente en donde estaba, además de que estaba un tanto cansada y por demás hambrienta, sólo le quedaba la terquedad que era natural en ella.
Se separó un poco de él y se le quedó viendo mientras hablaba -No diga esas cosas, seguro que hay alguien para usted...- meditó un poco, pero tampoco es que se quedara pensando en eso demasiado tiempo -¿Qué es lo que más detesta?- ladeó la cabeza con un poco de curiosidad en su mirada -Seguro que es que ninguna de ellas merece a alguien como usted o como su hermano, si él es como usted deben ser señoritas que realmente los merezcan- dijo con una suave sonrisa en los labios prosiguiendo aquél sinuoso camino que parecía no tener un final.
Al llegar al final sus ojos se abren de par en par y simplemente pasa saliva, toma la mano del hombre y se monta en aquél caballo con todo el cuidado del mundo, ese tipo de animales le daban un poco de miedo -Muchas gracias, en verdad- no podía dejar de decir eso -En cuanto pueda comunicarme con mi padre le diré que usted ha sido muy amable conmigo, él no es como mi madre y siempre han tenido pleitos por ello, pero él no es capaz de dejarla...- tal vez estaba diciendo muchas cosas que no debía y que a él ni le interesaban, así que simplemente rodeó la cintura del muchacho con las manos y cerró los ojos para no espantarse mientras iban a su casa.
Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
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Re: Por eso la maté [Libre]
La joven con cada nuevo gesto, cada palabra de disculpa incluso en aquel cándido rostro lleno de ternura y cariño hacia que el que caballero solo sintieran el gran cariño de protegerla cual pupila o hermana, ahí estaba de nuevo aquella sensación de “proteger a todo inocente” lo que le había inculcado desde pequeño a hacerse cargo de los problemas y enfrentarlos, así eran, así fuero criados como buscadores de problemas para resolverlos. La pequeña dama con su rostro preocupado solo llenó de ternura al caballero que con un gesto gentil acompañado de una sonrisa y la negación de su cabeza se inclina a la joven para tomar sus manos, su mirada luce tranquila, apacible y hasta un punto sin temor a peligro alguno, al contrario es como si lo anhelara, como si una bestia de colmillos zarpas afiladas esperase por devorar el alma más corrupta de todos.
-Pequeña dama, Gabrielle, si la invito a mi morada no es porque sea una carga al contrario será todo un honor tenerla como invitada de honor en nuestra humilde vivienda, eso y que por nada del mundo dejaría que le hicieran daño, y menos que le pusieran una mano encima es atroz solo pensarlo- su mandíbula se tensa en cuestión de segundos pero así mismo se relaja nuevamente –No crea, que estaré indefenso, o mi hermano igual, al contrario si su prometido o algún familiar viene para buscarle se encontraría con bestias protegiéndola, y aun en el caso que la deshereden no importa en nuestro hogar siempre, siempre habrá lugar para usted no como alguien extra sino como un miembro de mi familia-
Ayuda a la pequeña humana a acomodarse sobre el caballo sonriendo –No se aflija, nadie dirá nada de usted y no verán con malos ojos el que vaya a vivir en la morada de dos caballeros, no solemos socializar con todos, así que prácticamente pasa la mansión olvidado, solemos pasar mucho tiempo por fuera que en la ciudad mismo- ríe recordando las noches en que su hermano venía todo lastimado o cubierto de barro por algunas peleas que se metía por cuidar a las demás personas y sobre todo a los animales, y las veces en que él tuvo que transformarse para ayudarlo, niega alejando los recuerdos…
Al paso galopante del caballo arreado de forma suave y gentil para que la mujer no sienta miedo alguno de aquel elegante animal, recuerda las palabras de la joven mirando un poco a las hojas que se levantan con el paso de su caballo –Señorita no hay mujer para nosotros los Chevalier por nuestra condición, algún día lo entenderá pero las mujeres suelen horrorizarse hasta el punto de clasificarnos cual bestias, quizás lo seamos pero no como a los que están acostumbradas todas a ver- guarda silencio llegando hasta su morada -ese es nuestro mayor defecto, no ser lo que esperan, por eso no tenemos a nadie en nuestras vidas- el caballo para con la voz de mando de su jinete.
-Lo que más detesto? Es que dañen a otros solo porque creen que tienen derecho a ello, que ejerzan voluntades sobre otros solo por el llamado poder, cuando la verdad no saben que el poder es más que solo sentirse fuerte, es más que todo eso- una sonrisa en curva extendiendo las manos a la joven para que pueda bajar.
-Pequeña dama, Gabrielle, si la invito a mi morada no es porque sea una carga al contrario será todo un honor tenerla como invitada de honor en nuestra humilde vivienda, eso y que por nada del mundo dejaría que le hicieran daño, y menos que le pusieran una mano encima es atroz solo pensarlo- su mandíbula se tensa en cuestión de segundos pero así mismo se relaja nuevamente –No crea, que estaré indefenso, o mi hermano igual, al contrario si su prometido o algún familiar viene para buscarle se encontraría con bestias protegiéndola, y aun en el caso que la deshereden no importa en nuestro hogar siempre, siempre habrá lugar para usted no como alguien extra sino como un miembro de mi familia-
Ayuda a la pequeña humana a acomodarse sobre el caballo sonriendo –No se aflija, nadie dirá nada de usted y no verán con malos ojos el que vaya a vivir en la morada de dos caballeros, no solemos socializar con todos, así que prácticamente pasa la mansión olvidado, solemos pasar mucho tiempo por fuera que en la ciudad mismo- ríe recordando las noches en que su hermano venía todo lastimado o cubierto de barro por algunas peleas que se metía por cuidar a las demás personas y sobre todo a los animales, y las veces en que él tuvo que transformarse para ayudarlo, niega alejando los recuerdos…
Al paso galopante del caballo arreado de forma suave y gentil para que la mujer no sienta miedo alguno de aquel elegante animal, recuerda las palabras de la joven mirando un poco a las hojas que se levantan con el paso de su caballo –Señorita no hay mujer para nosotros los Chevalier por nuestra condición, algún día lo entenderá pero las mujeres suelen horrorizarse hasta el punto de clasificarnos cual bestias, quizás lo seamos pero no como a los que están acostumbradas todas a ver- guarda silencio llegando hasta su morada -ese es nuestro mayor defecto, no ser lo que esperan, por eso no tenemos a nadie en nuestras vidas- el caballo para con la voz de mando de su jinete.
-Lo que más detesto? Es que dañen a otros solo porque creen que tienen derecho a ello, que ejerzan voluntades sobre otros solo por el llamado poder, cuando la verdad no saben que el poder es más que solo sentirse fuerte, es más que todo eso- una sonrisa en curva extendiendo las manos a la joven para que pueda bajar.
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