AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
la muerte viaja en ambulancias blancas [privado]
2 participantes
Página 1 de 1.
la muerte viaja en ambulancias blancas [privado]
Las niñas ya no quieren ser princesas,
y a los niños les da por perseguir
el mar dentro de un vaso de ginebra,
pongamos que hablo de Madrid.
Los pájaros visitan al psiquiatra,
las estrellas se olvidan de salir,
la muerte viaja en ambulancias blancas,
pongamos que hablo de Madrid.
Joaquin Sabina
.
y a los niños les da por perseguir
el mar dentro de un vaso de ginebra,
pongamos que hablo de Madrid.
Los pájaros visitan al psiquiatra,
las estrellas se olvidan de salir,
la muerte viaja en ambulancias blancas,
pongamos que hablo de Madrid.
Joaquin Sabina
Haber quedado a cargo de la clínica de su padre no era un trabajo sencillo, Aldous no era un joven de su edad, normal en el sentido de la palabra, la mayoría de los jóvenes iban a bailes con la idea de encontrar en cada danza a la chica perfecta que se convertiría en su futura esposa y en la madre de sus hijos, ni siquiera pasaba mucho tiempo lejos de esas cuatro paredes, solo si alguno de sus pacientes se encontraba en una condición crítica y no pudiera ir a la clínica; sus únicas amantes eran los instrumentos de sutura y el único olor a alcohol que aspiraba era cuando tenía que usar un poco de whisky o cualquier bebida alcohólica para desinfectar una herida, no era un chico normal pero Aldous estaba feliz con su vida.
Esa velada en especial fue aburrida, nada fuera de lo común, huesos rotos, peleas de cantina, algún catarro y niños empachados de tanto comer dulces, – Será mejor que se vaya a descansar – le dijo a la vieja mujer que le asistía como enfermera, aquella mujer ya era bastante mayor, caminaba con lentitud y cojeaba con una pierna pero eso no le quitaba su gran habilidad como enfermera, el joven se paró en la esquina de la puerta recargando su cuerpo contra el marco, la mujer insistió en quedarse un poco más y ayudarle a cerrar la clínica para que él también descansara, pero el joven Lemming se negó con una sonrisa infantil tan irresistible que la mujer no siguió insistiendo.
– Descanse bien señora Lambert la vieja se despidió con la mano y se perdió entre la espesa mata de los arboles, Aldous entro de nuevo a la clínica revisando el material que se debía guardar y limpiar, lavo sus instrumentos en un pequeño recipiente con agua y se preparo para descansar, la clínica nunca se cerraba, sus padres y él habían vivido en ese lugar toda su vida en la planta superior, había atrancado la puerta por seguridad pero la luz de la puerta principal jamás se apagaba, así sabían que el doctor estaba de turno.
Se tiro sobre su silla con las piernas sobre el escritorio, acompañado de un vaso de whisky mientras revisaba el correo, entre las cartas una era de su primo Manech diciéndole que le daría gusto que le visitase este fin de semana, desde que había llegado a Paris, rara vez se habían visto, la muerte de la madre de su primo le había afectado de muchas formas que pensó que su primo no volvería a ser el mismo, sonrió por la emoción plasmada en el papel, una noche tranquila para variar se agradecía, se dijo así mismo tomando el contenido de su copa.
Esa velada en especial fue aburrida, nada fuera de lo común, huesos rotos, peleas de cantina, algún catarro y niños empachados de tanto comer dulces, – Será mejor que se vaya a descansar – le dijo a la vieja mujer que le asistía como enfermera, aquella mujer ya era bastante mayor, caminaba con lentitud y cojeaba con una pierna pero eso no le quitaba su gran habilidad como enfermera, el joven se paró en la esquina de la puerta recargando su cuerpo contra el marco, la mujer insistió en quedarse un poco más y ayudarle a cerrar la clínica para que él también descansara, pero el joven Lemming se negó con una sonrisa infantil tan irresistible que la mujer no siguió insistiendo.
– Descanse bien señora Lambert la vieja se despidió con la mano y se perdió entre la espesa mata de los arboles, Aldous entro de nuevo a la clínica revisando el material que se debía guardar y limpiar, lavo sus instrumentos en un pequeño recipiente con agua y se preparo para descansar, la clínica nunca se cerraba, sus padres y él habían vivido en ese lugar toda su vida en la planta superior, había atrancado la puerta por seguridad pero la luz de la puerta principal jamás se apagaba, así sabían que el doctor estaba de turno.
Se tiro sobre su silla con las piernas sobre el escritorio, acompañado de un vaso de whisky mientras revisaba el correo, entre las cartas una era de su primo Manech diciéndole que le daría gusto que le visitase este fin de semana, desde que había llegado a Paris, rara vez se habían visto, la muerte de la madre de su primo le había afectado de muchas formas que pensó que su primo no volvería a ser el mismo, sonrió por la emoción plasmada en el papel, una noche tranquila para variar se agradecía, se dijo así mismo tomando el contenido de su copa.
.
Aldous Lemming- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 24/03/2014
Re: la muerte viaja en ambulancias blancas [privado]
Había perdido la cuenta de los pasos que llevaba andados, una vez que comenzó el dolor, que la anestesia dejó de hacer su efecto, los pasos se le hicieron borrosos y lo único en lo que podía pensar era en que todo se volvía cada vez más ridículo e irracional. Era ridículo e irracional que ella estuviera parada en Paris, solamente con la ropa que llevaba puesta, una bolsa de dinero y un dolor perforándole el cuerpo a cada paso que daba. Era ridículo que hacía ya varios kilómetros atrás se hubiera quitado los zapatos y era irracional que aún cuando le dolía todo el cuerpo, no se permitiera sentarse a descansar un rato. Era irracional que pensara que Nikolai la alcanzaría hasta ahí, que la tomaría por el brazo y la haría regresar, mirándola a los ojos con ese gesto que quería decir que si a ella se le ocurría decir una palabra, la pasaría muy mal en cuanto llegaran a casa. Al final siempre la pasaba mal.
Un escalofrío recorrió su espalda al no poder reprimir un flashback de los golpes de su marido. Eran tan vívidos en su memoria que incluso hizo el amago de agacharse para esquivar su puño. Un puño invisible que sólo existía en su memoria. Mordió su labio inferior para que el dolor la trajera de regreso a la realidad. Al hoy y ahora. Al Paris nocturno por el que caminaba sin fijarse hacia dónde iba. El dolor en las costillas y el vientre se hacía más agudo, los pies le sangraban con toda seguridad, el sueño le cerraba los párpados y la sed y el hambre la atormentaban a cada paso que daba. Era un guiñapo de persona para esas alturas pero no le importaba porque a su espalda siempre estaba Nikolai a la espera de que ella tropezara.
Y entonces tropezó. Un relámpago de dolor la recorrió de arriba abajo al caer. Sintió retumbar todo alrededor y no pudo hacer otra cosa más que quedarse tendida en el suelo sin energía. Tan sólo la suficiente para sollozar y acurrucarse sin querer moverse de ahí. Escuchaba voces que a veces le parecían cercanas y otras veces le parecían muy lejanas, escuchaba pasos, escuchaba una multitud que se acercaba y de pronto sólo era una persona. Tal vez ya se estuviera volviendo loca. Era lo último que faltaba. No tuvo ningún tipo de voluntad ni sentido común cuando la levantaron en vilo como si no pesara nada y lo único que podía era pensar en que la matarían, o peor, la mandarían de regreso a los brazos de Nikolai. Sin resistirse, sin pelear, sin mover un sólo dedo en su defensa.
El cuerpo contra el que la apretaban era cálido y fuerte y olía a humedad. Un aroma que se internaba en sus fosas nasales y la hacía querer alejarse, empujarlo, salir corriendo, morirse ahí mismo, explotar en mil pedazos e irse volando para no regresar jamás. Las luces tenues del edificio a donde entraron la hicieron reaccionar un poco. Al menos lo suficiente como para balbucear alguna cosa inentendible. Luego la dejaron recostada en algún lugar. Una superficie lisa y dura en donde las sombras la atormentaban. Sombras de gigantes que no eran más que las sombras de la gente que se acercaba a mirar su pobre aspecto.
-No me lleven con él…
Articuló a través de su garganta seca y sus labios partidos, aferró su bolsa de dinero con la mano y la dejó caer al suelo, las monedas tintinearon sobre el cemento interrumpiendo el silencio que de había apoderado del lugar. Estaba perdiendo el sentido pero no iba a permitirlo, no podía desmayarse. Estiró una mano tanteando hasta golpear con un hombre. El pecho de un hombre, incluso por encima de la ropa podía sentir el calor que emanaba de su piel. Jaló la ropa con todas las fuerzas que tenía, lo suficiente para tenerlo cara a cara. Una cara que se desfiguraba, que temblaba y giraba, que no se quedaba quieta. Un aliento que le rozaba la piel. Unos ojos que la miraban fijamente. Y entonces titubeó. ¿Qué podía decirle? ¿Que no la llevara con Nikolai?, ¿Que se podía quedar con el dinero?, ¿Que la dejara quedarse ahí?, ¿Dónde era ahí?, ¿Quiénes eran ellos? Soltó al hombre de inmediato e intentó levantarse para recuperar sus monedas, tenía que sacar fuerza de algún lado para largarse, y todo le dolía, y todo le punzaba, y seguramente todo su cuerpo estaba sangrando pero tenía que seguir caminando, mantenerse despierta y seguir moviéndose alejándose de su infierno personal.
-Tengo que irme…
Un escalofrío recorrió su espalda al no poder reprimir un flashback de los golpes de su marido. Eran tan vívidos en su memoria que incluso hizo el amago de agacharse para esquivar su puño. Un puño invisible que sólo existía en su memoria. Mordió su labio inferior para que el dolor la trajera de regreso a la realidad. Al hoy y ahora. Al Paris nocturno por el que caminaba sin fijarse hacia dónde iba. El dolor en las costillas y el vientre se hacía más agudo, los pies le sangraban con toda seguridad, el sueño le cerraba los párpados y la sed y el hambre la atormentaban a cada paso que daba. Era un guiñapo de persona para esas alturas pero no le importaba porque a su espalda siempre estaba Nikolai a la espera de que ella tropezara.
Y entonces tropezó. Un relámpago de dolor la recorrió de arriba abajo al caer. Sintió retumbar todo alrededor y no pudo hacer otra cosa más que quedarse tendida en el suelo sin energía. Tan sólo la suficiente para sollozar y acurrucarse sin querer moverse de ahí. Escuchaba voces que a veces le parecían cercanas y otras veces le parecían muy lejanas, escuchaba pasos, escuchaba una multitud que se acercaba y de pronto sólo era una persona. Tal vez ya se estuviera volviendo loca. Era lo último que faltaba. No tuvo ningún tipo de voluntad ni sentido común cuando la levantaron en vilo como si no pesara nada y lo único que podía era pensar en que la matarían, o peor, la mandarían de regreso a los brazos de Nikolai. Sin resistirse, sin pelear, sin mover un sólo dedo en su defensa.
El cuerpo contra el que la apretaban era cálido y fuerte y olía a humedad. Un aroma que se internaba en sus fosas nasales y la hacía querer alejarse, empujarlo, salir corriendo, morirse ahí mismo, explotar en mil pedazos e irse volando para no regresar jamás. Las luces tenues del edificio a donde entraron la hicieron reaccionar un poco. Al menos lo suficiente como para balbucear alguna cosa inentendible. Luego la dejaron recostada en algún lugar. Una superficie lisa y dura en donde las sombras la atormentaban. Sombras de gigantes que no eran más que las sombras de la gente que se acercaba a mirar su pobre aspecto.
-No me lleven con él…
Articuló a través de su garganta seca y sus labios partidos, aferró su bolsa de dinero con la mano y la dejó caer al suelo, las monedas tintinearon sobre el cemento interrumpiendo el silencio que de había apoderado del lugar. Estaba perdiendo el sentido pero no iba a permitirlo, no podía desmayarse. Estiró una mano tanteando hasta golpear con un hombre. El pecho de un hombre, incluso por encima de la ropa podía sentir el calor que emanaba de su piel. Jaló la ropa con todas las fuerzas que tenía, lo suficiente para tenerlo cara a cara. Una cara que se desfiguraba, que temblaba y giraba, que no se quedaba quieta. Un aliento que le rozaba la piel. Unos ojos que la miraban fijamente. Y entonces titubeó. ¿Qué podía decirle? ¿Que no la llevara con Nikolai?, ¿Que se podía quedar con el dinero?, ¿Que la dejara quedarse ahí?, ¿Dónde era ahí?, ¿Quiénes eran ellos? Soltó al hombre de inmediato e intentó levantarse para recuperar sus monedas, tenía que sacar fuerza de algún lado para largarse, y todo le dolía, y todo le punzaba, y seguramente todo su cuerpo estaba sangrando pero tenía que seguir caminando, mantenerse despierta y seguir moviéndose alejándose de su infierno personal.
-Tengo que irme…
Heidy Livinston- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 28/02/2014
Edad : 37
Re: la muerte viaja en ambulancias blancas [privado]
toc, toc, toc ¿están golpeando la puerta? Aldous se pregunta medio dormido obligándose a abrir los ojos para cerciorarse de que todo estaba bien, pero el cansancio le hacía difícil permanecer despierto, haciendo sus parpados más pesados de lo normal, por mucho que luchara de a momentos le ganaba la batalla.
TOC, TOC, TOC los golpes más fuertes que los anteriores le hicieron levantarse de un brinco de su asiento, ya habría momento para descansar ahora, alguien le necesitaba y por la urgencia de los golpes no podía tardar ni un segundo más.
– Perdóneme Doctor, encontramos a esta joven en medio de la nada cuando íbamos camino a casa, no podíamos dejarla a su suerte, parece gravemente herida – un viejo cazador traía entre sus brazos el cuerpo menudo y pequeño de una joven, su rostro dibujaba una mueca de dolor, Aldous se limitó a sonreír indicándole al hombre la camilla donde podría recostarle.
Aunque sus ropajes estaban sucios y desgastados no era un vestido que una joven de clase baja usara, sus heridas iban desde pequeños rasguños frescos causados por ramas con las que seguramente se había topado en el camino hasta heridas más profundas y delicadas, Aldous apretó el puño al verla en aquella condición le parecía repugnante la forma en que un ser humano podría lastimar a otro de esa manera.
La joven entre alucinaciones y periodos lucidos intentaba levantarse de la camilla, Aldous suspiro cuando notó el agarre de su camisa, como si pudiera sentir el dolor de la joven, tal vez se imaginaba el físico pero ¿y el emocional? ¿Ese quien podría comprenderlo? Solo ella sabía las cosas que había tenido que pasar.
- Shh… Estas bien ahora, soy el Doctor Lemming curaré tus heridas, estas a salvo ahora – susurró intentando tranquilizar a la joven, acarició su cabello con lentitud acomodándole su bata como una almohadilla mucho más cómoda que la fría camilla
– Tienes fiebre… - los hombres que la habían encontrado se pararon en un extremo de la habitación para no estorbarle al médico en su labor, Aldous los había olvidado completamente hasta que uno de ellos golpeo por error un mueble haciendo que los pequeños frascos donde guardaba plantas medicinales tintinearan.
– Ahora está todo bien, pueden retirarse si así lo desean, yo cuidaré de ella- los hombres agradecieron al joven Lemming antes de partir, ahora sin ninguna distracción se encargaría de sanar a la joven desconocida.
Era tanto el daño en la joven que por primera vez ejerciendo no sabía por dónde empezar, trajo agua fría en un paño húmedo y lo paso lentamente por su rostro intentando bajarle la fiebre a la par que limpiaba su bello rostro con lentitud
– shh…todo está bien ahora- susurraba intentando tranquilizarla.
Después de un rato el joven Lemming vendó sus heridas y consiguió que su fiebre cediera, no podía dejarle en aquel lugar no era muy agradable para pasar la noche, con cuidado subió hasta la parte de alta que era donde los Lemming habían vivido toda su vida, las camas por mucho eran más cómodas que las que había en la clínica y después de todo el dolor se merecía un lugar confortable donde descansar, aunque le había llevado a una de las habitaciones que habían pertenecido a sus padres no se atrevió a dejarla sola de nuevo, como si una parte de él se culpara así mismo de no haber estado para defenderla cuando le necesitaba, la otra parte era su ética profesional la que le mantenía sentado en una silla a medio metro de distancia de la cama con la mano de la joven sujeta a la suya por si se movía o necesitaba algo, ahí velo toda la noche hasta que el cansancio lo venció.
TOC, TOC, TOC los golpes más fuertes que los anteriores le hicieron levantarse de un brinco de su asiento, ya habría momento para descansar ahora, alguien le necesitaba y por la urgencia de los golpes no podía tardar ni un segundo más.
– Perdóneme Doctor, encontramos a esta joven en medio de la nada cuando íbamos camino a casa, no podíamos dejarla a su suerte, parece gravemente herida – un viejo cazador traía entre sus brazos el cuerpo menudo y pequeño de una joven, su rostro dibujaba una mueca de dolor, Aldous se limitó a sonreír indicándole al hombre la camilla donde podría recostarle.
Aunque sus ropajes estaban sucios y desgastados no era un vestido que una joven de clase baja usara, sus heridas iban desde pequeños rasguños frescos causados por ramas con las que seguramente se había topado en el camino hasta heridas más profundas y delicadas, Aldous apretó el puño al verla en aquella condición le parecía repugnante la forma en que un ser humano podría lastimar a otro de esa manera.
La joven entre alucinaciones y periodos lucidos intentaba levantarse de la camilla, Aldous suspiro cuando notó el agarre de su camisa, como si pudiera sentir el dolor de la joven, tal vez se imaginaba el físico pero ¿y el emocional? ¿Ese quien podría comprenderlo? Solo ella sabía las cosas que había tenido que pasar.
- Shh… Estas bien ahora, soy el Doctor Lemming curaré tus heridas, estas a salvo ahora – susurró intentando tranquilizar a la joven, acarició su cabello con lentitud acomodándole su bata como una almohadilla mucho más cómoda que la fría camilla
– Tienes fiebre… - los hombres que la habían encontrado se pararon en un extremo de la habitación para no estorbarle al médico en su labor, Aldous los había olvidado completamente hasta que uno de ellos golpeo por error un mueble haciendo que los pequeños frascos donde guardaba plantas medicinales tintinearan.
– Ahora está todo bien, pueden retirarse si así lo desean, yo cuidaré de ella- los hombres agradecieron al joven Lemming antes de partir, ahora sin ninguna distracción se encargaría de sanar a la joven desconocida.
Era tanto el daño en la joven que por primera vez ejerciendo no sabía por dónde empezar, trajo agua fría en un paño húmedo y lo paso lentamente por su rostro intentando bajarle la fiebre a la par que limpiaba su bello rostro con lentitud
– shh…todo está bien ahora- susurraba intentando tranquilizarla.
Después de un rato el joven Lemming vendó sus heridas y consiguió que su fiebre cediera, no podía dejarle en aquel lugar no era muy agradable para pasar la noche, con cuidado subió hasta la parte de alta que era donde los Lemming habían vivido toda su vida, las camas por mucho eran más cómodas que las que había en la clínica y después de todo el dolor se merecía un lugar confortable donde descansar, aunque le había llevado a una de las habitaciones que habían pertenecido a sus padres no se atrevió a dejarla sola de nuevo, como si una parte de él se culpara así mismo de no haber estado para defenderla cuando le necesitaba, la otra parte era su ética profesional la que le mantenía sentado en una silla a medio metro de distancia de la cama con la mano de la joven sujeta a la suya por si se movía o necesitaba algo, ahí velo toda la noche hasta que el cansancio lo venció.
Aldous Lemming- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 24/03/2014
Re: la muerte viaja en ambulancias blancas [privado]
La noche pasó como un borrón por enfrente de sus ojos. O al menos la parte de la noche durante la cual pudo dormir. Cuando abrió los ojos, su realidad había cambiado por completo, un temblor que removió el cuadro de la pintura gris en la que se había metido desde que se había casado. Tardó un poco en darse cuenta que estaba acostada en una cama, que sus dolores eran de curaciones hechas y que la mano de alguien estaba tomando la suya. ¿Dónde había quedado la mierda de vida a la que estaba encadenada hasta hacía unas horas? Desconfió de inmediato y se incorporó en la cama haciendo una mueca de dolor y resbalando la mano de entre los dedos de aquel que velaba su sueño. ¿Porqué? ¿En dónde se había metido que pasó de ser nadie a preocuparle a una persona en el mundo? Tal vez lo más prudente era salir de ahí lo más pronto posible, tomar su bolsa de dinero que debía estar en algún lugar y huir hasta donde le dieran las piernas. En el momento en el que había escapado de las garras de Nikolai, tuvo la certeza de que tendría que vivir huyendo de todo y de todos. ¿Porqué ese hombre que estaba dormido junto a ella iba a ser diferente de lo que había sido su ex marido?
Intentó acostumbrar sus ojos a la oscuridad que todavía se negaba a dejar esa parte del mundo, intentó levantarse sin despertar a su acompañante, intentó que nada le doliera. Nada funcionó, ni la oscuridad cedía, su acompañante se removió y a ella le dolió todo al grado de dejarse caer sobre la cama una vez más. Convirtió un gemido en un suspiro y se quedó mirando al techo, más valía encontrar una mentira plausible para cuando quién fuera ese hombre abriera los ojos. ¿Me caí en el bosque?, ¿Me atacaron en el camino?, ¿Mi ex marido era un hijo de puta que pretendía matarme de una paliza? Sonrió tristemente ante la última opción. Mejor ir por el silencio, al fin y al cabo… ¿Qué le importaba a la humanidad que ella fuera una mujer débil y sumisa que se dejaba golpear?, ¿A quién le iba a importar su hijo muerto y su familia perdida?
-Tengo que irme…
Era lo único que pasaba por su mente, le daba mil vueltas a las cosas, sopesaba las opciones que tenía. Quedarse ahí hasta que clareara el día, hablar con aquel que había tenido la suficiente decencia como para dejarla dormir un poco, huir inmediatamente por la ventana, por la puerta, por algún resquicio en la pared, volverse anónima de nuevo y que nadie nunca la buscara otra vez, todo se revolvía en su cabeza y al final lo único sobre lo que tenía una certeza, era que debía largarse. Pero había otra parte de ella misma, otro resquicio de mente que le decía que sería una grosería irse sin dar las gracias, sin pagar los servicios recibidos, sin al menos intercambiar una palabra con aquel que dormía profundamente, sin dedicarle una mentira que sería lo mejor para los dos. Él no tenía que enterarse y ella no quería que se enterara, así, si Nikolai venía buscándola, nadie podría dar cuenta de su paradero.
Los párpados le pesaban por el esfuerzo hecho, las piernas le dolían todavía y no estaba muy segura de a dónde habían ido a parar sus zapatos, ni su dinero. Se hizo un ovillo tratando de no moverse demasiado ni de despertar al extraño con su movimiento, y en un arranque de mero instinto, sin pensarlo demasiado, alargó la mano para acariciarle el cabello. Se arrepintió de inmediato. Ahora él se despertaría y tendrían que hablar.
-Lo siento, no quería despertarte.
Susurró sin estar muy segura de que ese movimiento que había sentido quería decir que estaba despierto. Ahora era cuando comenzaban las mentiras, los engaños, ahora era cuando tenía que aceptar silenciosamente que era una idiota, que siempre había sido una idiota, que siempre sería una idiota. Se mordió el labio y se encogió un poco más esperando que no hubiera preguntas, ni razonamientos, que sólo fuera una relación doctor-paciente, que tan sólo la dejara curarse y huir. Era lo mejor para todos.
Intentó acostumbrar sus ojos a la oscuridad que todavía se negaba a dejar esa parte del mundo, intentó levantarse sin despertar a su acompañante, intentó que nada le doliera. Nada funcionó, ni la oscuridad cedía, su acompañante se removió y a ella le dolió todo al grado de dejarse caer sobre la cama una vez más. Convirtió un gemido en un suspiro y se quedó mirando al techo, más valía encontrar una mentira plausible para cuando quién fuera ese hombre abriera los ojos. ¿Me caí en el bosque?, ¿Me atacaron en el camino?, ¿Mi ex marido era un hijo de puta que pretendía matarme de una paliza? Sonrió tristemente ante la última opción. Mejor ir por el silencio, al fin y al cabo… ¿Qué le importaba a la humanidad que ella fuera una mujer débil y sumisa que se dejaba golpear?, ¿A quién le iba a importar su hijo muerto y su familia perdida?
-Tengo que irme…
Era lo único que pasaba por su mente, le daba mil vueltas a las cosas, sopesaba las opciones que tenía. Quedarse ahí hasta que clareara el día, hablar con aquel que había tenido la suficiente decencia como para dejarla dormir un poco, huir inmediatamente por la ventana, por la puerta, por algún resquicio en la pared, volverse anónima de nuevo y que nadie nunca la buscara otra vez, todo se revolvía en su cabeza y al final lo único sobre lo que tenía una certeza, era que debía largarse. Pero había otra parte de ella misma, otro resquicio de mente que le decía que sería una grosería irse sin dar las gracias, sin pagar los servicios recibidos, sin al menos intercambiar una palabra con aquel que dormía profundamente, sin dedicarle una mentira que sería lo mejor para los dos. Él no tenía que enterarse y ella no quería que se enterara, así, si Nikolai venía buscándola, nadie podría dar cuenta de su paradero.
Los párpados le pesaban por el esfuerzo hecho, las piernas le dolían todavía y no estaba muy segura de a dónde habían ido a parar sus zapatos, ni su dinero. Se hizo un ovillo tratando de no moverse demasiado ni de despertar al extraño con su movimiento, y en un arranque de mero instinto, sin pensarlo demasiado, alargó la mano para acariciarle el cabello. Se arrepintió de inmediato. Ahora él se despertaría y tendrían que hablar.
-Lo siento, no quería despertarte.
Susurró sin estar muy segura de que ese movimiento que había sentido quería decir que estaba despierto. Ahora era cuando comenzaban las mentiras, los engaños, ahora era cuando tenía que aceptar silenciosamente que era una idiota, que siempre había sido una idiota, que siempre sería una idiota. Se mordió el labio y se encogió un poco más esperando que no hubiera preguntas, ni razonamientos, que sólo fuera una relación doctor-paciente, que tan sólo la dejara curarse y huir. Era lo mejor para todos.
Heidy Livinston- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 28/02/2014
Edad : 37
Re: la muerte viaja en ambulancias blancas [privado]
Hace mucho tiempo que no había pasado una noche en compañía de alguien y aunque el hospital jamás cerraba era muy raro que hubiera pacientes a altas horas de la noche, tampoco desde que sus padres fallecieron había pasado toda la noche en vela por alguien en aquella parte de la mansión, la planta de abajo había sido acondicionada para convertirse en lo que era actualmente la clínica, cada una de las habitaciones cumplía una función en especial, como la cocina que actualmente eran dos pequeños quirófanos, el pasillo que conducía a las escaleras de las habitaciones de arriba era parte de la sala de espera, dos antiguos salones que en su momento habían sido el comedor y el salón ahora se aclimataron para ser unos pequeños cuartos donde los pacientes más delicados podían pasar la noche, la biblioteca no solo cumplía esa función sino que también era su consultorio.
Mientras que la parte de arriba se había transformado en una casa independiente a la parte de abajo, aunque su nivel social era alto la familia de Aldous estaba acostumbrada a la sencillez de la vida al estar conectados con la magia.
Intento mantenerse lo más alerta posible de la situación de la joven, de alguna manera aunque estuviera en la misma habitación que él y no se permitiera soltarla en ningún momento le preocupaba que entraran a buscarla y no poder hacer nada por defenderla, las condiciones en las que fue traída a la clínica eran de las peores que el joven médico había visto en una mujer, había visto heridas en gangrenadas de hombres mayores de clase baja, cortadas de trabajos pesados pero aquella mujer no parecía ser de clase baja, sobre todo por su maltratado vestido, con trabajos había conseguido despojarla de sus ropas y ponerle un viejo camisón de seda blanco que había pertenecido a su madre, le había retirado el cabello del rostro y había buscado las sabanas más suaves para que su cuerpo reposara lo más cómodo posible, cuando abría los ojos y la contemplaba dormida en aquella cama no podía evitar darse cuenta de lo solo que se encontraba.
No había llorado a sus padres, de hecho ni siquiera se presentó al funeral de ninguno de los dos ¿para qué llorarle a los muertos Aldous? A ellos de nada les sirve, alaba la vida, salva a la gente que lo necesite de ese modo la muerte de un ser querido no será en vano” eran las palabras que su padre le había dicho el día que su madre murió y fue enterrada por amigos de la familia y familiares cercanos, su padre operó a un hombre del corazón ese mismo día… ese fue su modo de llorar a la mujer que había compartido su lecho veinte años.
Al verla recostada descansando tan plácidamente no pudo evitar imaginar que sería tener una esposa, una mujer que compartiera sus fantasías y sus tristezas, alguien con quien pudiera formar una familia, una persona que le amara tanto… alguien a quien cuidar, en sus locas fantasías de media noche ella era la protagonista de cada una de ellas y así como las fantasías aparecieron lentamente se convirtieron en sueños… a partir de ese punto la noche comenzó a desvanecerse sin que él se diera cuenta.
Una caricia en su cabello le hizo sonreír entre sueños, alguien vigilaba su sueño… No es un sueño Aldous ¡Despierta! una alerta interna le hizo despertar casi de golpe observando a la joven mirarlo con esos ojos preciosos… [color:26ca=##2E9AFE]- ¿Azules o verdes? – pensó en voz alta, al percatarse de aquello bajo la mirada carraspeando levemente.
– No se preocupe, me alegra verle despierta ¿Cómo se encuentra? – se levantó de la cama estirándose levemente, la espalda le mataba, la mala posición le había pasado la cuenta – Mi nombre es Aldous Lemming, soy médico y se encuentra en mi clínica, la trajeron esta madrugada por favor le pido que se sienta cómoda, sus heridas aunque en mejor estado aun necesitan cuidado, no se levante – le sonrió intentando calmarla
– Estoy seguro que tiene hambre, le traeré algo de comer – lentamente sus pasos lo fueron alejando de aquella habitación a una contigua para prepararle un poco de café.
Mientras que la parte de arriba se había transformado en una casa independiente a la parte de abajo, aunque su nivel social era alto la familia de Aldous estaba acostumbrada a la sencillez de la vida al estar conectados con la magia.
Intento mantenerse lo más alerta posible de la situación de la joven, de alguna manera aunque estuviera en la misma habitación que él y no se permitiera soltarla en ningún momento le preocupaba que entraran a buscarla y no poder hacer nada por defenderla, las condiciones en las que fue traída a la clínica eran de las peores que el joven médico había visto en una mujer, había visto heridas en gangrenadas de hombres mayores de clase baja, cortadas de trabajos pesados pero aquella mujer no parecía ser de clase baja, sobre todo por su maltratado vestido, con trabajos había conseguido despojarla de sus ropas y ponerle un viejo camisón de seda blanco que había pertenecido a su madre, le había retirado el cabello del rostro y había buscado las sabanas más suaves para que su cuerpo reposara lo más cómodo posible, cuando abría los ojos y la contemplaba dormida en aquella cama no podía evitar darse cuenta de lo solo que se encontraba.
No había llorado a sus padres, de hecho ni siquiera se presentó al funeral de ninguno de los dos ¿para qué llorarle a los muertos Aldous? A ellos de nada les sirve, alaba la vida, salva a la gente que lo necesite de ese modo la muerte de un ser querido no será en vano” eran las palabras que su padre le había dicho el día que su madre murió y fue enterrada por amigos de la familia y familiares cercanos, su padre operó a un hombre del corazón ese mismo día… ese fue su modo de llorar a la mujer que había compartido su lecho veinte años.
Al verla recostada descansando tan plácidamente no pudo evitar imaginar que sería tener una esposa, una mujer que compartiera sus fantasías y sus tristezas, alguien con quien pudiera formar una familia, una persona que le amara tanto… alguien a quien cuidar, en sus locas fantasías de media noche ella era la protagonista de cada una de ellas y así como las fantasías aparecieron lentamente se convirtieron en sueños… a partir de ese punto la noche comenzó a desvanecerse sin que él se diera cuenta.
Una caricia en su cabello le hizo sonreír entre sueños, alguien vigilaba su sueño… No es un sueño Aldous ¡Despierta! una alerta interna le hizo despertar casi de golpe observando a la joven mirarlo con esos ojos preciosos… [color:26ca=##2E9AFE]- ¿Azules o verdes? – pensó en voz alta, al percatarse de aquello bajo la mirada carraspeando levemente.
– No se preocupe, me alegra verle despierta ¿Cómo se encuentra? – se levantó de la cama estirándose levemente, la espalda le mataba, la mala posición le había pasado la cuenta – Mi nombre es Aldous Lemming, soy médico y se encuentra en mi clínica, la trajeron esta madrugada por favor le pido que se sienta cómoda, sus heridas aunque en mejor estado aun necesitan cuidado, no se levante – le sonrió intentando calmarla
– Estoy seguro que tiene hambre, le traeré algo de comer – lentamente sus pasos lo fueron alejando de aquella habitación a una contigua para prepararle un poco de café.
Aldous Lemming- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 24/03/2014
Temas similares
» Bailando con la muerte [Privado]
» Más alla de la muerte [Privado]
» En el silencio de la muerte (Privado)
» La brújula de la muerte (privado)
» El silencio de la muerte [Privado]
» Más alla de la muerte [Privado]
» En el silencio de la muerte (Privado)
» La brújula de la muerte (privado)
» El silencio de la muerte [Privado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour