Hola extraño [privado]

– Makenna, ¡no entres ahi! –
-  Vamos no seas una llorona –
– He dicho que no, que este en el bosque no significa que puedas pasear con toda libertad dentro de esos terrenos, por algo hay una cerca de madera – Pero su hermana no le hizo caso en lo absoluto y convirtiéndose en un pequeño zorrito de color negro cruzo la valla de madera delante de ambas, aquella que parecia proteger una vieja casona tan vieja que parecia caerse en pedazos, Annika había encontrado el lugar paseando por el bosque junto con su gemela desde que esta había encontrado a una brujita en París apenas pasaba tiempo con su hermana por eso aquel paseo parecia ser prometedor, sin embargo haberse topado con aquel edificio no hizo más que convertir un tranquilo paseo en una aventura que Annika no quería ser participe.

– Makenna, vuelve aquí, nos meteremos en graves problemas – el pequeño zorro negro dio vueltas divertida por el pasto haciéndole saber que entraría con ella o sin ella, que si era tan miedosa como para transformarse y entrar en el lugar debía quedarse fuera, la cambiaformas bufó cruzándose de brazos mientras se alejaba del lugar, ella no participaría en ese allanamiento a la propiedad, arriesgando el bienestar de su familia, del circo y sobretodo su propio pellejo, pero Makenna parecia no tener sentido común muchas de las veces.

Mientras se alejaba por el bosque, con la ropa de su hermana echa bola entre sus brazos iba diciendo maldiciones en su idioma natal, de ese modo era muy difícil que si se encontraba con alguien no oyeran las palabrotas que había dicho sobre su terca hermana gemela, mientras su hermana jugaba a los aventureros ella se sentaría a un lado del lago y tal vez nadaría un poco, a diferencia de Makenna, Anni no le gustaba tanto transformarse, desde que habían dejado el orfanato y se habían unido al circo contadas veces se había transformado Te avergüenzas de lo que eres Annika Klijnsma era lo que le repetia una y otra vez su gemela pero Anni no consideraba una vergüenza solo no le parecía necesario hacerlo.

Pero en ese momento cansada de ser siempre la aguafiestas y deseando ser un poco más como su hermana se transformó dejando su ropa y la de su hermana escondida detrás de algunas rocas y arbustos, nadie le encontraría ahí solo ellas guiadas por su propio aroma; pero ahora aquellas prendas no importaban, su blanco pelaje se movía con el viento y sus patas encontraban en la tierra una superficie tan suave que podría andar por ella todo el día, el aroma de los arbustos y cada fruto del bosque llenaban sus pequeños pulmones, por primera vez en mucho tiempo se sentía libre.

Extasiada de tanta libertad no se percató de que algo la seguía desde el lago, cuando volvió al lugar donde había dejado su ropa, antes de poderse cambiar una silueta se presentó frente a ella, no se atrevió a mirar a su acompañante pero por su aroma estaba segura que era un cazador… Este es el fin pensó cubriendo su desnudez con sus brazos, sus mejillas se tornaron coloradas al verse así tan frágil y tan indefensa… levantó la mirada hacia su cazador buscando la forma de salir de ahí… necesitaba salir de ahí si quería continuar con vida.

Romper las reglas no estaba en su vocabulario, pero cuando la presión de siempre obedecer las reglas la sofocaba un poco de libertad siempre terminaba metiéndola en problemas, esa era la historia de vida de Annika como cuando a Makenna se le ocurría robarle algunas galletas a las monjas en el hospicio antes de la cena, se llenaba y presumía su gran acción a su gemela y cuando esta intentaba hacerlo mismo terminaba encerrada o castigada sin cenar, más grandes aquellos castigos desaparecieron pero Anni se llevaba siempre los rasguños, moretones, cortadas de las aventuras  de la mente loca de su hermana.

Así era como había comenzado el día de hoy, la suerte de la cambiaformas parecía burlarse de ella tanto como ahora lo hacia el joven cazador, aunque agradecía que estuviera desarmando la ballesta y que parecía que no pensaba dañarla más que su amor propio aquello fue la gota que derramo el vaso causando que lagrimas salieran incontrolables de las mejillas de la cambiaformas Estúpida, estúpida, no llores Se dijo así misma limpiándose las mejillas con el brazo, acomodando el vestido sobre su cuerpo – Lo siento señor… [ /color] dijo en un susurro muy sumisa, lo último que quería era hacerle enojar y que una flecha le atravesara el pecho.

Se quedo callada mientras oía cada una de sus palabras, solo se mordía el labio inferior con fuerza, sabiendo que si seguía presionándolo de tal modo comenzaría a sangrar, pero no le importó uno a uno iba recibiendo los golpes bajos, hasta que volvió a insinuar su fealdad, giró en su lugar no sin antes tomar una piedra en lo alto (aunque con la mano temblándole) intentando contener su rabia que caía en forma de lagrimas.

– Eres un cretino, no deberías tratar así a las personas ¿Qué quieres? ¿Matarme para obtener mi piel? Adelante hazlo, pero no juegues de ese modo conmigo, no uses palabras groseras y esperes que yo las acepte en silencio. respiró hondo porque la misma ira y todo lo anterior estuvieron a punto de hacer estragos en ella y hacerla titubear y caer al piso.

Sus lágrimas no paraban y aunque intentara reprimirlas con fuerza nada cambiaba, levantaba el rostro de un modo altanero que no hacía más que causarle gracia y pena así misma sabiendo que no parecía nada fuerte e indiferente ¿Qué hacia ahí? ¿Qué quería humillarla para después matarla? Si, seguramente era eso, y en ese punto deseo su propia muerte al ver lo estúpida y miedosa que era, ella no podía ser considerada una cambiaformas se había convertido en un maldito títere que solo seguía viviendo a las faldas de su hermana y que en una situación tan peligrosa como esa no sabía cómo actuar.

Sin poder hacer más se sentó sobre el suelo frio cubriendo su rostro con ambas manos para que no le viera llorar más. – Solo termina de una vez, mátame si lo quieres así – había dejado que su miedo acabara con ella, cuando pudo haber actuado de otro modo pero así era Annika, tan simple y delicada como una flor, incluso mucho más miedosa que un conejo, odiando ser así pero no pudiendo evitarlo.

¿Pero qué demonios pasaba? ¿Cómo podía pasar de ser un completo cretino y después convertirse en una persona diferente? Annika se mantuvo callada en todo momento evitando contestar a lo que le decía aunque tenía toda la razón, la mayoría de los hombres eran unos seres despreciables que aprovecharían la ocasión para usar su fuerza bruta con la única intención de satisfacer su placer carnal, aunque tampoco se los pondría fácil Annika aunque un poco más delicada que Makenna tenía una gran fuerza natural de su condición de cambiaformas, pero conociendo como era ella, el miedo sería el primer obstáculo a vencer antes de atreverse a enfrentarse a alguien más,  el saco en su cuerpo no hizo más que causar que se sonrojara, lo bueno de todo es que no se encontraba mirándola de frente sino sería otro motivo para que se burlara de la joven zorrita.

Cuando le oyó alejarse pensó en escapar, si era la mejor forma dejar el saco ahí y correr por su vida, pero sabía que eso era tonto y estaba cansada de comportarse como una tonta que solo huye en busca del cobijo de su hermana por primera vez sería diferente, afrontaría este pequeño incidente sola aunque no era ese el motivo real, verse envuelta en la ropa masculina la mantuvo pegada al suelo, aferrada a una idea estúpida e infantil que le importaba… ¡Esa era una estupidez! No puedes pensar en una persona que en su primera oportunidad de conocerte de tacha de fea… aunque si recordaba sus palabras la había llamado bonita, cosa que instantáneamente le hizo sonreír.

Acomodó su vestido sobre su cuerpo de forma correcta ya que con el miedo anterior los botones habían quedado mal acomodados en su lugar, acomodo su cabello que según el reflejo del lago era un embrollo, al girarse se percato de lo que antes no había visto… la fogata que estaba arreglando para él ¿o para ella? Aun así le parecía un poco grosero de su parte quedarse quieta en ese lugar, después de todo estaba en deuda con él, los cazadores siempre andaban por los bosques intentando cazar algo por un par de monedas, después de todo a eso se dedicaban.

Lentamente se acercó al río y entró en el, no sin antes dejar su abrigo en el suelo para no mojarlo, intento levantarse un poco el vestido para no mojarlo pero iba ser imposible, con algo de astucia y viejos trucos aprendidos cuando habían escapado del hospicio, pesco un par de truchas para la cena del cazador, orgullosa de su caza comenzó a limpiarlos preparándolos para cocerlos en el fuego, fue entonces que la voz apareció de entre los arbustos y no pudo evitar un sonrojo por sus palabras, negó con la cabeza mirándolo levemente mal.

– No es gracioso – sentenció aunque realmente no estaba molesta, miró al joven y le sonrió quitándose un poco de la fogata para mostrarle su trabajo en su ausencia - Pensé que tal vez tendría hambre –

Haberle quitado las escamas a los pescados había sido toda una aventura… ella no portaba armas y de modo animal nunca comía sobretodo porque no le  parecía muy higiénico usar las garras y los colmillos para limpiar el pescado, opto por buscar una piedra filosa para arrancar la mayor parte de las escamas que había conseguido… nada mal para tratarse de una roca y no de un cuchillo, sin embargo él en vez de aplaudir su acción comenzó a ser sarcástico con la situación y era verdad, no había hecho el mejor trabajo del mundo… pero un caballero opta por permanecer en silencio o buscar el modo de ayudar a una dama en su labor, pero él no lo era ni ella era una princesa que necesitaba su rescate.

Hincada como estaba notó su calor contra su cuerpo y se mantuvo quieta, inmóvil, respirando su aroma… llenando sus pulmones de aquella mezcla de hojas y tierra, le recordaba tanto los fríos bosques de Holanda donde ella había crecido antes de unirse junto con su gemela al circo… Los recuerdos de su ciudad natal, el hospicio que había dejado para buscar su propia vida a lado de su hermana gemela, él le recordaba tanto su pasado, sobre todo por su acento ruso.. Aunque hablara tan bien como ella el francés ninguno de los dos podía negar sus orígenes, levantó la mirada sobre su hombro así tan cerca pudo ver sus labios moverse lentamente diciéndole aquello, el cómo quitarle las escamas, tomó la daga con fuerza cuando la paso y se obligo a mirar la trucha cuando comenzó a limpiarla, cerró los ojos disfrutando de su cercanía, la escena parecía un tanto irónica y a la vez era tan perfecta,  sin embargo la burbuja explotó trayéndola de vuelta a la realidad cuando se alejo y lo vio sentarse frente a ella.

Termino por limpiar los pescados, los preparo y los puso  sobre el fuego, giro los palillos que las atravesaban para que no se quemaran, Annika se sentó tomándose de las rodillas una mala posición que había adoptado desde muy pequeña, una especie de escudo que ella misma había creado para protegerse, levantó el rostro varias veces buscando mirarle pero no estaba segura si se había quedado dormido  o solo jugaba con ella, aun así la cambiaformas no pudo olvidar su enorme sonrisa cruzar su rostro, el recuerdo la hizo sonreír y luego sus mejillas comenzaron a enrojecerse… vaya aventura estaba teniendo – Gracias por salvarme… -  se atrevió a romper el silencio entre ambos – Mi nombre es Annika – se limitó a presentarse volviendo la mirada en los pescados que comenzaban a oler delicioso, hasta ese momento no se había percatado que ella también tenía hambre… sus tripas comenzaron a sonar haciendo que su sonrojo fuera aun mayor, llevo una mano a su vientre presionandolo levemente, intentando hablar de cualquier cosa que le pasase por la cabeza - ¿Eres de Rusia? - lo primero que se le vino a la mente, aunque se sentía tonta... y es que nunca antes había hablado con un chico sola, ni mucho menos después de esa escena donde casi pierde la vida.

¿Qué debería hacer? ¿Irse? Era lo más sensato alejarse del cazador, como la presa huye entre los matorrales, podría transformarse de nuevo en zorro y correr mucho más rápido de ese modo que como humana, la ropa no era importante era un vestido más, un vestido menos; sin embargo sus pies se habían aferrado al suelo bajo de ellos esperando de alguna manera que aquel cazador la retuviera un poco más, sin embargo solo se alejó ¿estaba decepcionada? Una parte de ella lo estaba, suspiró hondo intentando esconder aquello y emprender el viaje.

Pero antes de poder hacerlo un grito la hizo paralizarse, su sentido de supervivencia se activó pero no pudo hacer nada, no entendía que rayos pasaba a su alrededor, ni mucho menos se dio cuenta como termino en el suelo con aquel hombre suyo Annika, ¿va a lastimarte? se preguntaba así misma internamente,  pero no está segura que sea así, lo miró a los ojos y no pudo hacer más que tragar saliva, sus oídos le punzaban la sangre se había acumulado en ellos, su respiración era agitada y el corazón latía mucho más fuerte que antes.

¿Qué podía hacer? Volvió a enfocarse en aquellos ojos azules y sus labios tan cerca de los suyos, su voz la sumía en una especie de trance, se sentía tan cómoda cuando le hablaba de ese modo y aunque era una inexperta besando sus labios sobre los suyos la hicieron estremecer, lentamente fue cerrando los ojos  abriendo los labios con ayuda de los suyos, su mano subió levemente por su cabello pero apenas lo acarició… como un disco rayado en una película de amor la escena se cortó, lo vio levantado y su patanería volvió a aparecer. ¿Por qué cambiaba tanto?

Un inusual comportamiento en Annika apareció estaba en verdad sí que estaba algo decepcionada, tal vez ¿lastimada?, no tomó su mano sino que lanzó hacia su rostro la chaqueta de piel, un grito de frustración salió de sus labios haciendo un exagerado movimiento con los brazos y piernas - ¿Qué yo te estoy insinuando algo? – bufó de nuevo con las lágrimas a punto de salir estúpida Annika se dijo así misma aguantando lo más que podía el llanto.

No puedes llorar por cualquier cosa sigue reprochándose así misma mientras se aleja a pasos gigantes de ese hombre hasta el lago, pero no avanza más sino que regresa sus pasos hasta él y lo empuja un poco con sus manos – No puedes comportarte como un buen tipo y luego convertirte en un patán, no debes hacerlo Isak – lo mira directamente a los ojos pero no puede evitar bajar la mirada a sus labios, no pudo evitar morderse el propio labio quedándose quieta, nerviosa ¿Qué debía hacer? La incertidumbre que se ha apoderado de ella desde que apareció de la nada ese ruso cazador.

¿Pero que demonios estaban haciendo? A que estaban jugando?  Primero se odiaban como cazador y presa, después algo en ellos había despertado, amor probablemente no, era demasiado pronto ¿o sí? Podría ser una atracción que no podían evitar, después de todo eran un hombre y una mujer con una química que es difícil de describir, Annika no podía entender como era que quería tenerlo lejos de ella, que no volviera a ponerle un dedo encima y sin embargo una parte de ella quería atreverse a besarlo con fuerza de nuevo, callarlo contra sus labios y que dejara de decir estupideces que solo le rompían el corazón.

Nuevamente decía cosas que no venían al caso, sus acciones iban en contra de lo que sus palabras dictaban, Annika solo pensaba en que tuvo razón todo el tiempo, que no debió levantarse esa mañana, que no debió salir con su hermana para después ser abandonada, tal vez lo correcto hubiera sido seguirla, si probablemente hubiera sido mejor y su camino nunca se hubiera cruzado con el del cazador, pero también estaba segura que se había encontrado con él por una razón, tal vez no la que se espera, no el final de cuento de hadas porque eso no existe, pero si un motivo más para sonreír, había conocido lo que era besar a un hombre y sentir escalofríos correr por todo su cuerpo, al menos algo bueno había salido de todo esto.

¿Reír o llorar? No estaba segura que era lo mejor, lo que si sabía es que no podía permanecer más tiempo en ese lugar aunque el corazón se lo dictara, ¡No debía permanecer más tiempo ahí! Eso era masoquismo puro, cerró los parpados con fuerza cuando notó que los ojos se le humedecían no podía aguantar más tiempo las lágrimas porque aunque no quisiera la situación en verdad la sobrepasaba.

Se levantó del suelo cubriendo aun su desnudez como podía, por un segundo tomo valor y descubrió sus pechos para que la mirara, no sabía cómo había conseguido esa fuerza de voluntad pero lo consiguió. – Eres un imbécil, te crees tan rudo y tan poderoso pero en realidad estas muy solo y así seguirás – limpió sus lágrimas con su antebrazo antes de transformarse de nuevo en un lobito ártico, lo miro ahora en sus cuatro patas aun con lágrimas rodando por sus mejillas animales y partió, con ello destrozo un poco más su corazón pero no podía permanecer en el lugar más tiempo.