AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Catástrofe || Privado
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La Catástrofe || Privado
Mejor no salgas a la calle esta noche, quédate en tu casa, esta noche hay luna llena. Decían muchas personas las cuales estaban consientes de lo peligroso que podría ser estar en las oscuras calles parisinas ese día en el calendario exactamente. Los cazadores se preparaban para salir a cazar algunos hombres convertidos en grandes y peludas bestias, normalmente recién convertidos, que se volvían completamente locos cuando llegaba la luna llena, mientras los más experimentados iban a los bosques en busca de un lugar lejano en donde pudiera salir su bestia interior sin lastimar a nadie; o eso planeaban ellos. Pero la verdad es que las bestias buscaban los corazones vivos, preferiblemente humanos.
Eerin se había logrado alejar lo suficiente de la ciudad de parís, como para no preocuparse de tener algún ser humano cerca, creía que la bestia saldría y se conformaría con los animales de su alrededor, pero estaba equivocado, el licántropo necesitaba sangre, desgarrar eliminar, sentir como el corazón de un pobre hombre se detenía en sus fauces. Aullando y cazando cualquier cosa que estuviera a 100mts, dejando un rastro de muerte a su paso, iba directo a la ciudad en donde los corazones de cientos de parisinos lo llamaban como canticos de sirenas, ya no era un ser humano, si se encontraba con un cazador de bestias, este no dudaría en darle fin.
En ocasiones el también había pensando quitarse la vida, entregarse a los brazos de la muerte, pero no podía, sabía que aunque era humano, aunque siempre habría dentro de el un asesino frio que saldría de vez en cuando, el sentía que era humano, su esencia no se había perdido entre su condición, pero los cazadores o inquisidores no se pondrían a discutir eso con él, el tampoco lo haría, menos en esas condiciones. Eerin Schiffer era un hombre con más de 90 años, de los cuales 60 de ellos los había vivido con tal maldición, por tal motivo que había comenzando a entender el comportamiento de su “otro yo”, lo mandaba lejos, sabiendo que el intentaría llegar a la ciudad más cercana, pero; si tenía suerte. Llegarían ya cuando faltaran solamente unas horas para el amanecer, cuando esta pesadilla acababa.
Esta vez no hubo esa suerte, el licántropo llego mucho antes a las calles de parís, sus fauces entreabiertas, jadeando abiertamente, mientras sus ojos recorrían todo lugar en busca de un aperitivo. Faltaban solamente una dos horas para que la luna fuera opacada por la salida del sol, era una noche clara, sin ninguna nube cerca y aquel gran astro bajando lentamente, aun así manteniendo hermoso e inmenso. — ¿A dónde vas lindura? — la voz de un hombre pareció llamar la atención de la bestia, que eufóricamente ando hacia donde provenía aquella voz — Ven conmigo, no te vayas solita por estos lares — estaba con una mujer, que parecía querer alejarse de el, la mujer comenzó a forcejear, mientras el mantenía un fuerte agarre en su muñeca, se podía ver como su rostro parecía endurecer, estaba a punto de alzar la mano contra la dama cuando el licántropo salto hacia él, mordió su hombro, lo cual hizo que un grito desgarrador saliera de su garganta, soltó a la mujer, mientras trataba de quitarse al extraño animal de encima, pero este lo mando al piso y pronto desgarro parte de su brazo derecho, los gritos eran violentos, las fauces de la bestia estaban llenas de sangre que salía a brote del cuerpo del hombre, que aun con vida buscaba amedrantar a la bestia, pero lo único que encontraba era darle más emoción y que el animal afincara mas sus fauces y destrozara con sus colmillos y garras su cuerpo.
Cuando el hombre dejo de moverse, la diversión parecia haberse acabado, con sus garras delanteras, afinco el pecho del hombre, rasgando parte de su tórax, para luego seguir con sus dientes hasta llegar a abrir el cuerpo del hombre, de allí comenzó a alimentarse, de sus viseras, como si nadie estuviera cerca, pero un ruido hizo que sus orejas se movieran, giro su cuerpo gruñendo, mostrando su colmillos llenos de sangre y el corazón del hombre aun entre su boca, era la victima del hombre que aun no se había marchado ¿Qué esperaba? ¿Por qué no corría? A lo mejor el miedo la había petrificado. La bestia que tenia al frente no era humano, no tenía conciencia, si no se movía podría quedar igual que el desdichado acosador.
Eerin se había logrado alejar lo suficiente de la ciudad de parís, como para no preocuparse de tener algún ser humano cerca, creía que la bestia saldría y se conformaría con los animales de su alrededor, pero estaba equivocado, el licántropo necesitaba sangre, desgarrar eliminar, sentir como el corazón de un pobre hombre se detenía en sus fauces. Aullando y cazando cualquier cosa que estuviera a 100mts, dejando un rastro de muerte a su paso, iba directo a la ciudad en donde los corazones de cientos de parisinos lo llamaban como canticos de sirenas, ya no era un ser humano, si se encontraba con un cazador de bestias, este no dudaría en darle fin.
En ocasiones el también había pensando quitarse la vida, entregarse a los brazos de la muerte, pero no podía, sabía que aunque era humano, aunque siempre habría dentro de el un asesino frio que saldría de vez en cuando, el sentía que era humano, su esencia no se había perdido entre su condición, pero los cazadores o inquisidores no se pondrían a discutir eso con él, el tampoco lo haría, menos en esas condiciones. Eerin Schiffer era un hombre con más de 90 años, de los cuales 60 de ellos los había vivido con tal maldición, por tal motivo que había comenzando a entender el comportamiento de su “otro yo”, lo mandaba lejos, sabiendo que el intentaría llegar a la ciudad más cercana, pero; si tenía suerte. Llegarían ya cuando faltaran solamente unas horas para el amanecer, cuando esta pesadilla acababa.
Esta vez no hubo esa suerte, el licántropo llego mucho antes a las calles de parís, sus fauces entreabiertas, jadeando abiertamente, mientras sus ojos recorrían todo lugar en busca de un aperitivo. Faltaban solamente una dos horas para que la luna fuera opacada por la salida del sol, era una noche clara, sin ninguna nube cerca y aquel gran astro bajando lentamente, aun así manteniendo hermoso e inmenso. — ¿A dónde vas lindura? — la voz de un hombre pareció llamar la atención de la bestia, que eufóricamente ando hacia donde provenía aquella voz — Ven conmigo, no te vayas solita por estos lares — estaba con una mujer, que parecía querer alejarse de el, la mujer comenzó a forcejear, mientras el mantenía un fuerte agarre en su muñeca, se podía ver como su rostro parecía endurecer, estaba a punto de alzar la mano contra la dama cuando el licántropo salto hacia él, mordió su hombro, lo cual hizo que un grito desgarrador saliera de su garganta, soltó a la mujer, mientras trataba de quitarse al extraño animal de encima, pero este lo mando al piso y pronto desgarro parte de su brazo derecho, los gritos eran violentos, las fauces de la bestia estaban llenas de sangre que salía a brote del cuerpo del hombre, que aun con vida buscaba amedrantar a la bestia, pero lo único que encontraba era darle más emoción y que el animal afincara mas sus fauces y destrozara con sus colmillos y garras su cuerpo.
Cuando el hombre dejo de moverse, la diversión parecia haberse acabado, con sus garras delanteras, afinco el pecho del hombre, rasgando parte de su tórax, para luego seguir con sus dientes hasta llegar a abrir el cuerpo del hombre, de allí comenzó a alimentarse, de sus viseras, como si nadie estuviera cerca, pero un ruido hizo que sus orejas se movieran, giro su cuerpo gruñendo, mostrando su colmillos llenos de sangre y el corazón del hombre aun entre su boca, era la victima del hombre que aun no se había marchado ¿Qué esperaba? ¿Por qué no corría? A lo mejor el miedo la había petrificado. La bestia que tenia al frente no era humano, no tenía conciencia, si no se movía podría quedar igual que el desdichado acosador.
Eerin Schiffer- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/10/2011
Localización : En las calles de Paris...
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Re: La Catástrofe || Privado
La bella criatura no sabe cómo actuar. Se encuentra frente a la bestia, la observa como devora con sus colmillos afilados al malhechor que intento abusar de ella, pero ¿es que eso no lo hacían a diario? Tenía en cuenta que muchas jóvenes eran descubiertas con el corazón sacado del pecho, es lo había dicho la policía, que estuvieran atentas en el burdel. Seguramente muchas jóvenes ignorarían a lo que dijera la policía, pero bien sabía que nadie estaba a salvo en las calles. Y ella se preguntó si era aquel monstruo el cual devoraba así a sus víctimas, si escogía a sus víctimas una por una por su belleza virginal y después le sacaba el corazón. Seguía mirando a la bestia y en ese momento se da cuenta de su presencia, pero aun la cortesana sigue en su sitio.
No hace más que estar quieta. Respira agitadamente, observando aun como el pelaje de aquella bestia brillaba por si sola en la oscuridad, como sus colmillos llenos de restos viscerales ajenos colgaban entre sus dientes, aquellos ojos ámbar como los del demonio. No podía hacer más que quedarse ahí quieta, pero ¿ella sería el siguiente plato? Podría serlo con plena seguridad, pero solo estaba ahí quieta, con la respiración pausada, su cuerpo tenso, ajeno al frio que hubiera en su cuerpo en ese mismo instante. No necesitó mucha imaginación para dotar al lobo de astucia, fuerza, e inteligencia, ya que esas virtudes le son inherentes, y posiblemente allí radique el temor ancestral que los lobos siempre han despertado en el ser humano, pero en este caso era a ella quien intentaba moverse, su mente le decía que se moviera, pero su cuerpo no respondía pese al temor que le acechaba en ese momento.
Podría haber huido, sí, pero ahí estaba. Contra la pared enladrillada de los antiguos barrios bajos de Paris, sentada en el suelo y ensuciándose sus ropas de cortesana. Era evidente que le daba igual pues ya podía moverse, su cuerpo seguía tenso pero al menos ya respondía, pero ya de por si ¿Qué tenía que hacer? En las fauces de aquella bestia tenía un corazón, el corazón de su víctima. ¿Podría ser la bestia la asesina de todas aquellas jóvenes? ¿Y si ella ahora era la siguiente? ¿Qué debería hacer? En estos momentos, daría todo por reencontrarse con Stephen, por pedirle disculpas por su comportamiento o simplemente por no haberle dado una oportunidad. Se comportó tan terca y tan descortés con él, que lo dejo en mal lugar -…No…No deseo morir…-Pidió implorante a la bestia aunque quizás no la entendiera, ella lo intentaría, ella pediría a Dios, si la escuchaba desde su edén que la salvara esa noche, serviría mejor y en cierto modo a cierto miembro del vaticano.
¿Por qué no se movía aquella bestia?
No era de extrañar que estuviera aun asustada. Agonizante no, pero insegura de que hacer eso era seguro. ¿Debería de acercarse hasta la bestia y rozar sus fauces con la mano? ¿Le daría repelús? O ¿Simplemente se lanzaría hacia ella? Pudo observar que tenía cerca una esquina en donde podría girar y demostrar que podía moverse para escapar de dicha bestia, pero recordando, se había lanzado contra el agresor que quería forzar de ella y prácticamente ahí estaba el cadáver de dicha persona. En realidad la había salvado, estaba viva y en buen estado gracias a aquella bestia. Solo que dicen “no te fíes de las apariencias” Quizás mostrándole alguna parte de su cuerpo como parte de agradecimiento…“¡Que ridículo!” –Pensó en su mente hasta que ya suspiraba, recostándose sobre la pared, perdiendo toda esperanza de vida. Se quedaría ahí. A ver cuál era el siguiente movimiento. Tan solo alzo las manos para protegerse de aquella bestia.
Solo había algo que no pasaría de largo y era que los solitarios tienden a ser los más solidarios o los más bruscos los más protectores -¿No me harás nada, verdad? –Pregunto esperanzada de que le escuchara lo que decía.
No hace más que estar quieta. Respira agitadamente, observando aun como el pelaje de aquella bestia brillaba por si sola en la oscuridad, como sus colmillos llenos de restos viscerales ajenos colgaban entre sus dientes, aquellos ojos ámbar como los del demonio. No podía hacer más que quedarse ahí quieta, pero ¿ella sería el siguiente plato? Podría serlo con plena seguridad, pero solo estaba ahí quieta, con la respiración pausada, su cuerpo tenso, ajeno al frio que hubiera en su cuerpo en ese mismo instante. No necesitó mucha imaginación para dotar al lobo de astucia, fuerza, e inteligencia, ya que esas virtudes le son inherentes, y posiblemente allí radique el temor ancestral que los lobos siempre han despertado en el ser humano, pero en este caso era a ella quien intentaba moverse, su mente le decía que se moviera, pero su cuerpo no respondía pese al temor que le acechaba en ese momento.
Podría haber huido, sí, pero ahí estaba. Contra la pared enladrillada de los antiguos barrios bajos de Paris, sentada en el suelo y ensuciándose sus ropas de cortesana. Era evidente que le daba igual pues ya podía moverse, su cuerpo seguía tenso pero al menos ya respondía, pero ya de por si ¿Qué tenía que hacer? En las fauces de aquella bestia tenía un corazón, el corazón de su víctima. ¿Podría ser la bestia la asesina de todas aquellas jóvenes? ¿Y si ella ahora era la siguiente? ¿Qué debería hacer? En estos momentos, daría todo por reencontrarse con Stephen, por pedirle disculpas por su comportamiento o simplemente por no haberle dado una oportunidad. Se comportó tan terca y tan descortés con él, que lo dejo en mal lugar -…No…No deseo morir…-Pidió implorante a la bestia aunque quizás no la entendiera, ella lo intentaría, ella pediría a Dios, si la escuchaba desde su edén que la salvara esa noche, serviría mejor y en cierto modo a cierto miembro del vaticano.
¿Por qué no se movía aquella bestia?
No era de extrañar que estuviera aun asustada. Agonizante no, pero insegura de que hacer eso era seguro. ¿Debería de acercarse hasta la bestia y rozar sus fauces con la mano? ¿Le daría repelús? O ¿Simplemente se lanzaría hacia ella? Pudo observar que tenía cerca una esquina en donde podría girar y demostrar que podía moverse para escapar de dicha bestia, pero recordando, se había lanzado contra el agresor que quería forzar de ella y prácticamente ahí estaba el cadáver de dicha persona. En realidad la había salvado, estaba viva y en buen estado gracias a aquella bestia. Solo que dicen “no te fíes de las apariencias” Quizás mostrándole alguna parte de su cuerpo como parte de agradecimiento…“¡Que ridículo!” –Pensó en su mente hasta que ya suspiraba, recostándose sobre la pared, perdiendo toda esperanza de vida. Se quedaría ahí. A ver cuál era el siguiente movimiento. Tan solo alzo las manos para protegerse de aquella bestia.
Solo había algo que no pasaría de largo y era que los solitarios tienden a ser los más solidarios o los más bruscos los más protectores -¿No me harás nada, verdad? –Pregunto esperanzada de que le escuchara lo que decía.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: La Catástrofe || Privado
Era un ser que no media fuerza, no le importaba nada, quien estuviera al frente de el, no pensaba, no reaccionaba, todo era irracional, completamente bestial, así lo había probado cuando aquel hombre fue a llegar a sus fauces, tal vez hubiera podido agarrar a la jovencita, pero ya el hombre estaba en sus colmillos cuando la presencia de ella había sido captada, pero el interés disminuía con ya el botín abierto y desangrándose a unos metros de ellos. Era ella como un cervatillo asustadizo que temblaba mientras presenciaba la muerte de los de su especie, la bestia parecía no estar interesada en aquel ser que no se movía, podía oler su miedo, pero no había la reacción que lo alentara a buscar aplastar su cabeza entre sus fauces.
Tal vez había un dios que miraba hacia abajo y la había cubierto con su manto protector haciéndola completamente invisible para la vista del licántropo, este solamente acerco su hocico ensangrentado mientras la jovencita buscaba inútilmente protegerse con sus manos, aspiro el aroma a temor que traspiraba y bufo dándose media vuelta para seguir disfrutando su festín, mordió uno de los brazos del hombre, sujetando con sus patas el pecho, para poder desgarrar completamente el brazo, retirándolo del cuerpo, mordía todo lo que podía, desgarraba los pedazos de carne como fiera desesperada.
Nada de eso había quedado en silencio, unas voces lejanas advirtieron que venían más personas que tal vez habían escuchado el escándalo y los gritos del actual muerto, el cuerpo de la bestia se tenso, gruño alto mientras escuchaba los pasos del grupo de hombres cada vez más cerca, en sus fauces aun estaba el brazo desmembrado del desdichado, pronto el brillo de las fogatas hicieron su aparición y el crujir de las armas cargadas, preparándose para disparar hicieron que soltara el brazo del hombre para prepararse a huir, aunque la bestia estuviera ciega de su conciencia, no era estúpida, sabía que esas armas estaban cargadas con plata, lo único que podría lastimarlo severamente.
El disparo se escucho y una ancada lo llevo a la pared, aferrándose a ella con sus potentes garras, volvió a dar otra ancada comenzando a tener el impulso suficiente para llegar a la otra pared y comenzar a subir, otro disparo se escucho, esta vez un aullido lastimero pudo apreciarse en el aire, tal vez pudieron escucharla más de dos cuadras, el licántropo no logro aferrarse y cayó al suelo cerca de la cortesana, de su pata salía grandes brotes de sangre que manchaba su pelaje, aun así se reincorporo, solamente había rosado la bala de plata, pero ardía, quemaba y eso lo enfurecía, miro al hombre con la armas y se abalanzo a él, sujetando con sus fauces la escopeta, mientras otros de los hombres apuntaban tratando de tenerlo en la mira, varios disparos se escucharon, pero el huyo antes de que cualquiera impactara en su cuerpo directamente, la sangre que salía de su cuerpo dejaba un notable rastro de sangre que podía ser seguido si se lo proponían, pero parecían más interesados en disparar a una sombra que corría veloz hacia las sombras de una noche que estaba por terminarse.
Tal vez había un dios que miraba hacia abajo y la había cubierto con su manto protector haciéndola completamente invisible para la vista del licántropo, este solamente acerco su hocico ensangrentado mientras la jovencita buscaba inútilmente protegerse con sus manos, aspiro el aroma a temor que traspiraba y bufo dándose media vuelta para seguir disfrutando su festín, mordió uno de los brazos del hombre, sujetando con sus patas el pecho, para poder desgarrar completamente el brazo, retirándolo del cuerpo, mordía todo lo que podía, desgarraba los pedazos de carne como fiera desesperada.
Nada de eso había quedado en silencio, unas voces lejanas advirtieron que venían más personas que tal vez habían escuchado el escándalo y los gritos del actual muerto, el cuerpo de la bestia se tenso, gruño alto mientras escuchaba los pasos del grupo de hombres cada vez más cerca, en sus fauces aun estaba el brazo desmembrado del desdichado, pronto el brillo de las fogatas hicieron su aparición y el crujir de las armas cargadas, preparándose para disparar hicieron que soltara el brazo del hombre para prepararse a huir, aunque la bestia estuviera ciega de su conciencia, no era estúpida, sabía que esas armas estaban cargadas con plata, lo único que podría lastimarlo severamente.
El disparo se escucho y una ancada lo llevo a la pared, aferrándose a ella con sus potentes garras, volvió a dar otra ancada comenzando a tener el impulso suficiente para llegar a la otra pared y comenzar a subir, otro disparo se escucho, esta vez un aullido lastimero pudo apreciarse en el aire, tal vez pudieron escucharla más de dos cuadras, el licántropo no logro aferrarse y cayó al suelo cerca de la cortesana, de su pata salía grandes brotes de sangre que manchaba su pelaje, aun así se reincorporo, solamente había rosado la bala de plata, pero ardía, quemaba y eso lo enfurecía, miro al hombre con la armas y se abalanzo a él, sujetando con sus fauces la escopeta, mientras otros de los hombres apuntaban tratando de tenerlo en la mira, varios disparos se escucharon, pero el huyo antes de que cualquiera impactara en su cuerpo directamente, la sangre que salía de su cuerpo dejaba un notable rastro de sangre que podía ser seguido si se lo proponían, pero parecían más interesados en disparar a una sombra que corría veloz hacia las sombras de una noche que estaba por terminarse.
Eerin Schiffer- Licántropo Clase Media
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Re: La Catástrofe || Privado
¿Qué le pasaría a la bestia?
La bella mujer que de sus lágrimas derrama la sangre de sus espinas, observa como en la distancia, la bestia huye de su alcance, dejándola con el susto en su cuerpo, el tallo se derrumba contra el suelo de adoquines para ser encontrada por aquellos que amenazaban con el más peligroso de los cuatro elementos, el fuego, aquel que brilla y arde arrasando todo a su paso. Asustada se encontraba, dos hombres de buena fe la levantaron del suelo y la cubrieron con una chaqueta para que se ocultase del frio, pero ella estaba preocupada por aquel animal que salió huyendo. Ella obedeció, salió hacia otro lado, callejeando hasta que pudo dar con la bestia malherida.
Lástima sentía en este instante, tanta que se acercó a la bestia sin ni siquiera pensárselo. Estaba sufriendo demasiado, no le gustaba verla así. Cuando estuvo casi a un palmo le difundió palabras de tranquilidad, de que todo iba a salir bien. Estaba esperando que dejara de gemir para que ella se pudiera acercar pero sabía de las consecuencias. Estaba pensando en ayudarle a la distancia pero no podía hacer mucho. ¿Y si la mordía? ¿Y si se convertía en uno si era en realidad una de esas criaturas? Los lobos normales lo daba por entendido que podrían ser también personas transformadas que si mordían a otra persona, esta se transformaba, siendo maldecida por la maldición de luna de plata, es decir, ser convertida en una sierva de la luna y sus transformaciones. Ella estaba sola y no tenía a nadie en su vida….aun.
-Tranquilo….me gustaría ayudarte pero temo que me pase algo…-suspiro de lado, agachándose y quedándose cerca de aquel animal, le tendió y ya le daba igual todo. Se le acerco y con mucho cuidado, con unas pinzas del bolso que encontró, comenzó a sacar la bala, poniendo la bala lejos y apretando para que la hemorragia se detuviera – No me hagas daño…estoy para ayudarte…-mostro su buena voluntad.
La bella mujer que de sus lágrimas derrama la sangre de sus espinas, observa como en la distancia, la bestia huye de su alcance, dejándola con el susto en su cuerpo, el tallo se derrumba contra el suelo de adoquines para ser encontrada por aquellos que amenazaban con el más peligroso de los cuatro elementos, el fuego, aquel que brilla y arde arrasando todo a su paso. Asustada se encontraba, dos hombres de buena fe la levantaron del suelo y la cubrieron con una chaqueta para que se ocultase del frio, pero ella estaba preocupada por aquel animal que salió huyendo. Ella obedeció, salió hacia otro lado, callejeando hasta que pudo dar con la bestia malherida.
Lástima sentía en este instante, tanta que se acercó a la bestia sin ni siquiera pensárselo. Estaba sufriendo demasiado, no le gustaba verla así. Cuando estuvo casi a un palmo le difundió palabras de tranquilidad, de que todo iba a salir bien. Estaba esperando que dejara de gemir para que ella se pudiera acercar pero sabía de las consecuencias. Estaba pensando en ayudarle a la distancia pero no podía hacer mucho. ¿Y si la mordía? ¿Y si se convertía en uno si era en realidad una de esas criaturas? Los lobos normales lo daba por entendido que podrían ser también personas transformadas que si mordían a otra persona, esta se transformaba, siendo maldecida por la maldición de luna de plata, es decir, ser convertida en una sierva de la luna y sus transformaciones. Ella estaba sola y no tenía a nadie en su vida….aun.
-Tranquilo….me gustaría ayudarte pero temo que me pase algo…-suspiro de lado, agachándose y quedándose cerca de aquel animal, le tendió y ya le daba igual todo. Se le acerco y con mucho cuidado, con unas pinzas del bolso que encontró, comenzó a sacar la bala, poniendo la bala lejos y apretando para que la hemorragia se detuviera – No me hagas daño…estoy para ayudarte…-mostro su buena voluntad.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: La Catástrofe || Privado
“No basta con luchar. Es el espíritu que nos acompaña en la lucha el que decide la cuestión. Es la moral la que obtiene la victoria.”
— George Marshall
— George Marshall
En esa forma se veía majestuoso, totalmente poderoso e invencible. Esa era una imagen del pasado, de la que la gente huía y se escondía en sus casas, temerosas del feroz monstro que los hacía temblar solamente con su alto rugido. Ahora solamente quedaba una creatura tambaleante que se movía entre las sombras para no llamar la atención. Las calles estaban solitarias, nadie quería encontrarse con tal espectro.
Había ya perdido mucha cantidad de sangre, termino tambaleándose en un oscuro callejón. Era un animal herido, que gemía lastimosamente, mientras su respiración se volvía cada vez más pesada y agitada. A lo lejano se escuchaba una voz dulce y melodiosa, como si se tratara de rosas y miel acercándose a la bestia maldita. No parecía nada peligrosa, hasta lo lograba tranquilizar de cierta manera, pero su estado alterado lo hacía impredecible, podría llegar a atacar sin pensarlo en cualquier momento.
Se debía apreciar la valentía de la joven para acercarse a él y sacar lo que estaba siendo lo que lo mataba por dentro, su cuerpo se movió y gruño, pero cuando sintió el pequeño peso de la plata fuera de su cuerpo y las pequeñas manos presionando en la herida para que se detuviera la hemorragia, pareció tranquilizarse.
Aun así no dejaba de mostrar sus afilados dientes cada vez que sentía algún musculo de ella moviéndose, la vigilaba por el rabillo del ojo, esperando cualquier error para terminar con su desgraciada vida. La luna se despedía del cielo, la bestia cerró sus ojos, mientras el cielo se volvía de un color rojizo, vistiéndose para la llegada del sol. Su cuerpo comenzó a perder pelo y volverme más humanoide, sus extremidades se acortaron y su rostro mostro su verdadera naturaleza.
La maldición se había roto…
Por esa luna llena
Eerin Schiffer- Licántropo Clase Media
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Re: La Catástrofe || Privado
¿Qué le pasaría a la bestia?
Si ella nunca vio lo que sus ojos vieron es que ni había visto nada de la vida. Observo con lentitud como aquel animal se convertía en un humano, desnudo y sin apenas ni una protección. No tenía ropa alguna para tapar al desconocido, tan solo se acercó hasta este para cubrirle con su cuerpo y sus ropas sin importarle de que él estuviera desnudo. Se quedó sobre él, sintiendo cada musculo ajeno. Cada trozo de aquel gran cuerpo que tenía cubriéndole del frio de la noche – Todo estará bien…-Enseguida vio que la herida que sufrió se estaba curando lentamente hasta que ella fue testigo de su rápida curación. ¿Era evidente no? Ya no necesitaba de sus cuidaos de enfermera amateur.
Simplemente estaba ya separándose de el- Hola….¿Tienes ropas con las que cubrirte? No puedo dejarte el vestido…-Dijo con un poco en broma para aliviar la situación, demostrando que no había pasado por alto la desnudez del otro. Vio que estaba en forma, eso era evidente – Puedo saber que eres pero tienes que confiar en mí y temer que permitirme ayudarte – Decía con dulzura mientras peinaba aleatoriamente sus cabellos y los que enredaba sus dedos. Sentía que en breves ella sería la que tendría frio pero no le importaba a no ser que quien fuera que fuese el extraño, le diera de alguna manera o compartiera con ella su calidez.
Decía con dulzura mientras peinaba aleatoriamente sus cabellos y los que enredaban sus dedos. Sentía que en breves ella sería la que tendría frio pero no le importaba a no ser que quien fuera que fuese el extraño, le diera de alguna manera o compartiera con ella su calidez -¿sabes? Podrías haberme atacado pero no lo hiciste….Déjame buscarte algo de ropa….-Se levantó decidida a buscar algo para él y cuando se dispuso a ello se encontró uno de los que habían muerto en la búsqueda de él. Tras quince minutos quitando ropa volvió con aquel que esperaba que estuviera. Ahí estaba- Perdona la tardanza….Aquí tienes, nueva ropa, espero que la aproveches…-Dijo mientras se arrodillaba en el suelo y esta se quedaba cerca de él con ropas masculinas – La verdad no sé si ese hombre tenía tu talla…-encogió los hombros y entonces, no pudo resistirse a ayudar al extraño – Déjame que te ayude…-Dijo mirándole con una sonrisa y empezó lentamente por ponerle la camisa. Siguió con movimientos por delante abotonándole la camisa sin prisa alguna.
Estaban a salvo. Por el momento.
Si ella nunca vio lo que sus ojos vieron es que ni había visto nada de la vida. Observo con lentitud como aquel animal se convertía en un humano, desnudo y sin apenas ni una protección. No tenía ropa alguna para tapar al desconocido, tan solo se acercó hasta este para cubrirle con su cuerpo y sus ropas sin importarle de que él estuviera desnudo. Se quedó sobre él, sintiendo cada musculo ajeno. Cada trozo de aquel gran cuerpo que tenía cubriéndole del frio de la noche – Todo estará bien…-Enseguida vio que la herida que sufrió se estaba curando lentamente hasta que ella fue testigo de su rápida curación. ¿Era evidente no? Ya no necesitaba de sus cuidaos de enfermera amateur.
Simplemente estaba ya separándose de el- Hola….¿Tienes ropas con las que cubrirte? No puedo dejarte el vestido…-Dijo con un poco en broma para aliviar la situación, demostrando que no había pasado por alto la desnudez del otro. Vio que estaba en forma, eso era evidente – Puedo saber que eres pero tienes que confiar en mí y temer que permitirme ayudarte – Decía con dulzura mientras peinaba aleatoriamente sus cabellos y los que enredaba sus dedos. Sentía que en breves ella sería la que tendría frio pero no le importaba a no ser que quien fuera que fuese el extraño, le diera de alguna manera o compartiera con ella su calidez.
Decía con dulzura mientras peinaba aleatoriamente sus cabellos y los que enredaban sus dedos. Sentía que en breves ella sería la que tendría frio pero no le importaba a no ser que quien fuera que fuese el extraño, le diera de alguna manera o compartiera con ella su calidez -¿sabes? Podrías haberme atacado pero no lo hiciste….Déjame buscarte algo de ropa….-Se levantó decidida a buscar algo para él y cuando se dispuso a ello se encontró uno de los que habían muerto en la búsqueda de él. Tras quince minutos quitando ropa volvió con aquel que esperaba que estuviera. Ahí estaba- Perdona la tardanza….Aquí tienes, nueva ropa, espero que la aproveches…-Dijo mientras se arrodillaba en el suelo y esta se quedaba cerca de él con ropas masculinas – La verdad no sé si ese hombre tenía tu talla…-encogió los hombros y entonces, no pudo resistirse a ayudar al extraño – Déjame que te ayude…-Dijo mirándole con una sonrisa y empezó lentamente por ponerle la camisa. Siguió con movimientos por delante abotonándole la camisa sin prisa alguna.
Estaban a salvo. Por el momento.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: La Catástrofe || Privado
Era humano otra vez. El frio de la madrugada choco en su cuerpo, no pudo evitar comenzar a temblar, sus dientes chocaban, mientras inútilmente trataba de buscar calor con sus manos abrazándose a sí mismo. La mujer pareció entender su agonía y se abalanzo a él en un intento de ayudarlo a obtener un poco mas de calor. Eerin estaba aturdido aun por la trasformación, siempre eran feroces y dejaban un poco confundido al pobre hombre. Apenas escuchaba lo que quería decirle la joven, la escuchaba muy lejos, aun teniéndola tan cerca.
No supo a donde fue, trato de acomodarse en una pared cercana mientras su cuerpo se recuperaba del todo. La bendición de la maldición era que su recuperación era rápida, pero cuando se trataba de una herida hecha por una bala de plata, sabía que internamente tardaría un poco más en sanar.
Ella había vuelto con unas ropas. — Gracias… — susurro agarrando temblorosamente las ropas que la jovencita le ofrecía. Ella parecía encantadora, quería ayudarlo en todo, como si él fuera un desvalido. Sus pequeñas manos abotonaban la camisa, que poco a poco comenzaba a darle más calor. — ¿Por qué desea ayudarme? — pregunto. Mientras sujetaba sus manos, la detenía mientras la miraba seriamente, con el ceño fruncido, no porque estuviera enojado, era más porque deseaba entenderla.
Unos gritos y alaridos se escucharon a lo lejos, gracias a su oído más definido mucho escuchar como los cazadores aun parecían estar buscándolo, chasqueo su lengua, nunca estarían seguros allí. — Necesito irme… — dijo tratando de levantarse. Tambaleando se puso el pantalón, con ayuda de la pared en que se apoyaba. — Debieras ir por el lado contrario, así no te meterás en problemas — sugirió cuando la vio muy cerca de él. No quería que saliera herido alguien que lo habia trato muy bien, luego de ver en lo que se podría convertir.
No supo a donde fue, trato de acomodarse en una pared cercana mientras su cuerpo se recuperaba del todo. La bendición de la maldición era que su recuperación era rápida, pero cuando se trataba de una herida hecha por una bala de plata, sabía que internamente tardaría un poco más en sanar.
Ella había vuelto con unas ropas. — Gracias… — susurro agarrando temblorosamente las ropas que la jovencita le ofrecía. Ella parecía encantadora, quería ayudarlo en todo, como si él fuera un desvalido. Sus pequeñas manos abotonaban la camisa, que poco a poco comenzaba a darle más calor. — ¿Por qué desea ayudarme? — pregunto. Mientras sujetaba sus manos, la detenía mientras la miraba seriamente, con el ceño fruncido, no porque estuviera enojado, era más porque deseaba entenderla.
Unos gritos y alaridos se escucharon a lo lejos, gracias a su oído más definido mucho escuchar como los cazadores aun parecían estar buscándolo, chasqueo su lengua, nunca estarían seguros allí. — Necesito irme… — dijo tratando de levantarse. Tambaleando se puso el pantalón, con ayuda de la pared en que se apoyaba. — Debieras ir por el lado contrario, así no te meterás en problemas — sugirió cuando la vio muy cerca de él. No quería que saliera herido alguien que lo habia trato muy bien, luego de ver en lo que se podría convertir.
Eerin Schiffer- Licántropo Clase Media
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Re: La Catástrofe || Privado
Nunca supo decir que no a una tentación y era lo que sentía en ese mismo instante. Terpsichore estaba aturdida de la capacidad con la que pudo vestirse después de lo ocurrido, pero ella, gentilmente le ayudo a reincorporarse con ayuda de la pared – Hey…-Se acercó a su oído, se acercó a su cuerpo para darle su más íntimo abrazo – Se lo que eres, te he visto e intentaré llevarte a la cama para que descanses….-Apoyo su frente contra la de él – Dime tu nombre al menos…Yo me llamo Terpsichore…-Tuvo que hacerlo, se acercó a su oído – La gente como nosotros tratamos a gente como tu cada noche después de su luna llena….
Susurro con delicadeza, pero ella le miro con ojos llorosos, con alma imploradora, acariciaba el rostro del extraño y esta acerco sus labios para poder besarle sobre sus labios, con lentitud, acariciando mientras su torso y con ello consiguió meterlo en un oscuro callejón, con él, ambos y cuando se separó de él, un grupo enorme de personas pasaron por delante de ellos, no les vieron, ella le había salvado de aquellos que seguramente estarían buscándole a él y la carrocería no debería estar lejos para poder tomar servicio de uno de los carruajes e ir hacia su hogar - ¿Vives cerca o prefieres que vayamos a mi hogar? –Pregunto con insistencia, observando como resistía el desconocido por mantenerse en pie.
Por mucho que le costase, ella pasó un brazo ajeno por encima de sus hombros y así llevarlo hacia uno de los bancos que tras caminar un poco encontró vacío. Dejo con cuidado al hombre y término por cubrirle mejor con la chaqueta que trajo de otra persona - ¿estás bien? –Se sentó al lado del hombre, le miraba con curiosidad, mostrándose atenta a alguna dolencia – Oye lo que te he dicho antes….lo de “nosotros” en realidad…es bueno, yo no me ocupo ni tengo aun posición para hacer tal cosa pero, puedes confiar en mi…-Una de sus delicadas manos la puso sobre el muslo ajeno, como dándole ánimos, alentándole de que confiara en ella, que se fijara en la pureza (Que había poca) de sus ojos por muy poca que le quedase.
– Puedes fiarte al menos de la persona que te ha besado para poder escapar de ese grupo de personas….que a lo mejor te querían muerto….-Prácticamente le imploraba que confiara en ella, si no, ¿A que más podrían optar? Él no estaba bien y necesitaba reposo – Así que…. –comenzó a morderse una uña nerviosa - ¿Dónde vives? ¿Cómo te llamas? Y oye no es que me haya desagradado, en realidad me ha gustado pero que puedo decir….apenas se besar…-encogió los hombros mintiendo en lo último de que no sabía besar, riéndose por dentro de aquello cuando en realidad era una prostituta bien pagada - ….¿vives aquí? –Pregunto pero en lo que aguantaba la mirada en el hombre, soltó una carcajada que no supo porque le pasó aquello, por reflejo mientras se calmaba le arreglaba la chaqueta por si se le soltó.
Susurro con delicadeza, pero ella le miro con ojos llorosos, con alma imploradora, acariciaba el rostro del extraño y esta acerco sus labios para poder besarle sobre sus labios, con lentitud, acariciando mientras su torso y con ello consiguió meterlo en un oscuro callejón, con él, ambos y cuando se separó de él, un grupo enorme de personas pasaron por delante de ellos, no les vieron, ella le había salvado de aquellos que seguramente estarían buscándole a él y la carrocería no debería estar lejos para poder tomar servicio de uno de los carruajes e ir hacia su hogar - ¿Vives cerca o prefieres que vayamos a mi hogar? –Pregunto con insistencia, observando como resistía el desconocido por mantenerse en pie.
Por mucho que le costase, ella pasó un brazo ajeno por encima de sus hombros y así llevarlo hacia uno de los bancos que tras caminar un poco encontró vacío. Dejo con cuidado al hombre y término por cubrirle mejor con la chaqueta que trajo de otra persona - ¿estás bien? –Se sentó al lado del hombre, le miraba con curiosidad, mostrándose atenta a alguna dolencia – Oye lo que te he dicho antes….lo de “nosotros” en realidad…es bueno, yo no me ocupo ni tengo aun posición para hacer tal cosa pero, puedes confiar en mi…-Una de sus delicadas manos la puso sobre el muslo ajeno, como dándole ánimos, alentándole de que confiara en ella, que se fijara en la pureza (Que había poca) de sus ojos por muy poca que le quedase.
– Puedes fiarte al menos de la persona que te ha besado para poder escapar de ese grupo de personas….que a lo mejor te querían muerto….-Prácticamente le imploraba que confiara en ella, si no, ¿A que más podrían optar? Él no estaba bien y necesitaba reposo – Así que…. –comenzó a morderse una uña nerviosa - ¿Dónde vives? ¿Cómo te llamas? Y oye no es que me haya desagradado, en realidad me ha gustado pero que puedo decir….apenas se besar…-encogió los hombros mintiendo en lo último de que no sabía besar, riéndose por dentro de aquello cuando en realidad era una prostituta bien pagada - ….¿vives aquí? –Pregunto pero en lo que aguantaba la mirada en el hombre, soltó una carcajada que no supo porque le pasó aquello, por reflejo mientras se calmaba le arreglaba la chaqueta por si se le soltó.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Re: La Catástrofe || Privado
“ Dios es omnipotente, omnisciente y omnibenevolente: lo dice aquí, en la etiqueta. (…)”
— Robert Heinlein
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Poca gente llegaba a tener buenas intensiones si no lograban sacar provecho de la situación. Eerin tal vez por eso estaba actuando de una forma un poco desconfiada, porque aunque la joven la había estado ayudando sin al parecer tener que recibir algo a cambio. Lo único que podría recibir si se quedaba junto a él seria problemas y el no estaba interesado que alguien más pagara por sus errores. Pero ¿Cómo despreciar a alguien que estaba haciendo todo lo posible para ayudarlo?
La jovencita parecía ser más hábil de lo que había pensado. Cuando escucho las pisadas más cercanas comenzó a llevarlo hacia un lugar oscuro en donde pasaron desapercibidos como una pareja de amantes buscando un lugar para satisfacer sus necesidades carnales. Ella había sido muy buena ocultándolo y desviando la atención de todos, para que no se dieran cuenta que la persona a quien estaban buscando con desesperación y anhelo de sangre, estaba siendo besaba por una linda chica.
Cuando ya no hubo peligro, caminaron a un lugar seguro, en donde Eerin descanso en un banco cercano. — Me llamo Eerin — dijo en un gesto de consideración de la joven — Podemos ir a tu casa, creo que sería lo mejor, posiblemente esté más cerca — no quería quejarse cerca de ella, pero la joven parecía tener un instinto más agudo que el del mismo licántropo y este no podía ocultar ninguna de sus dolencias.
— Creo que podríamos irnos ya, no quiero estar más en este lugar — no quería volver a ver hacia atrás y encontrar los estragos que había hecho en su trasformación. Ya la madrugaba comenzaba a estar avanzada, pronto las personas saldrían de sus casas, las mas trabajadoras no esperarían al sol y terminarían caminando por calles aun oscuras. Pero el hecho para él era que no había dormido en toda una noche y estaba sumamente cansado — ¿Qué hacías tu por ese lugar a estas horas de la noche? — pregunto curioso. Mientras se levantaba, tratando de no mostrar dificultad al hacerlo, esperando que la joven lo guiara hacia donde estaría su casa, en donde anhelaba poder descansar, al menos unos minutos.
Eerin Schiffer- Licántropo Clase Media
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