Sólo aquí seré Q.D.

por **Quentin Debussy** Sáb Jun 28, 2014 11:29 pm

De madrugada, después del primer encuentro con Doreen y antes del segundo, el mayordomo despierta sobresaltado. Incapaz de volver a conciliar el sueño, siente la repentina necesidad de escribir. Tal vez así logre vaciar los pensamientos que le impiden entregarse al reposo.

Acostumbrado a dar la bienvenida con una reverencia. Acostumbrado a regalar cortesía con los ojos a desconocidos que atraviesan las puertas de esta mansión. Acostumbrado al frío de mi habitación. Mala costumbre acomodarse a esta cotidianeidad. El esquema se haya roto. No encuentro las piezas. Sólo puedo suspirar. Todo porque he vuelto a soñar con ella.

Debo dormir; las horas corren, aunque mi subconsciente me quiera engañar con que no es así. Debo ser el primero en despertar, verificar que tanto personas como bienes materiales operen como es esperado. Mi labor es aquella. Es lo único para lo que sirvo, pero cierto es que desde esa noche me he vuelto un poco más inútil con cada imagen de aquella manceba que me toca con sus alas. ¿Puedo descansar si la encuentro allí, deslizándose en mis sueños, dejando caer las sábanas por el suelo? Podría, como lo he hecho todos estos años dándole la espalda a las pesadillas de un pasado que en estas páginas no es preciso retratar, pero no quiero. Si ella está allí, quiero estar lo más despierto que se pueda dentro de un sueño.

¿Será que la deseo? ¿Por qué no? Es una mujer hermosa; plebeyos y nobles la desearán, pero sólo los segundos tienen una mínima chance para merecerla. ¿Yo qué soy? Ni uno ni lo otro. Una herramienta soy. ¿Puede una herramienta darse ese lujo? Mi cabeza no entiende que no, o no se qué fue lo que me impulsó a acceder sin dudar a volver a reunirme con ella. Pero el deseo siempre ha sido un tema corporal, nunca mental. Esto no me deja pensar; mucho menos dormir. Sigue viniendo.

Doreen. Llega su nombre y con él sus efectos. Estoy atascado en el borde del cielo y no puedo bajar. Tal parece que fui yo mismo porque ella lo fue. ¿Otra mala costumbre? ¿Necesito otra más? Como si fuera poco soñar despierto y también dormido. Ahí la distingo, no sé cómo, pero se acerca, mas nunca llega. Ha venido mil veces. Entre ilusiones la he visto pasear por aquí, pero igual que la niebla, al tratar de tocarla se arranca de mí. ¿Por qué? será que se esconde porque alguna parte de su corazón es consiente de lo que soy o será simplemente que no se supone que debamos hallarnos así.

De todos modos no pretendo que se vaya. Y si pasara, tampoco lo aceptaría. Es un absurdo. Lo que he conseguido ha sido porque he aceptado mi posición y lo que puedo obtener de ella, conociendo sus oportunidades, ventajas, y desde luego sus límites. Aquí el límite es más que evidente; entonces ¿por qué tarda la respuesta en frenar estas ensoñaciones?

Debo volver a la cama, pero no sé para qué. Ella volverá. Desde que la vi que ha sido así. ¿Si me rindo esto será más llevadero? Si es así, suelta al fin las amarras y ven hasta aquí. Deja de ser poema y transfórmate en carne, semilla y cantil. Mírame a los ojos sin decir una palabra. Que conozco la dureza de este mundo, pero no quiero saber cómo sería sin la esperanza que me da.

Sólo en mis sueños no antepondré el “señorita” cuando a ella me dirija. Allí no seremos algo; sino alguien. Estaré en su boca por donde vaya y seré el compañero que no desmaya cuando venga el tiempo de los reveses. Es el lugar perfecto… no; es el único lugar donde nos levantaremos infinitas veces, venciendo todas las contiendas. Absolutamente todas las batallas, menos esta.

Q.D.

por **Quentin Debussy** Miér Dic 17, 2014 9:28 pm

De madrugada. El mayordomo vuelve a tener pesadillas; esta vez, rostros ensangrentados lo llaman en la oscuridad, pero su madre se encuentra también entre ellos. Le sonríe macabra, burlona. El asco que Quentin siente le impide volver a dormir. Escribe porque no tiene otra elección.

Madre, no sabe cómo la odio, cómo la rechazo. Cómo mi alma de niño que alguna vez la quiso, ese mismo ente distorsionado hoy la detesta con la permanencia que sólo un traicionado puede sentir. ¿Y por qué he de sentirse así respecto a usted? ¿Sería capaz de preguntarme tal desfachatez? No lo dudo; fue capaz de las inmoralidades más nauseabundas, que no podría esperar ni de los cerdos. Quien puede más, puede lo menos. Se lo aseguro.

Te odio por ser como es, por mentirme. Por venderme una careta tan falsa como su sonrisa. Por haberme dicho que era mi hermana y no mi madre. La aborrezco por haberme ocultado, tratado como hijo de mis abuelos, a quienes creí padres hasta que supe que mi progenitor ni siquiera sabía que existía, que no le importaba. Regurgito ante su recuerdo por su falta de lealtad, por su libertina maldad.

Sé que nunca me quiso, que todo lo que me dio fue por el «qué dirán» y no por un mejor porvenir a su hijo; olvida que una vez fui parte de usted, olvida que yo nunca quise venir. No se olvide que yo no olvido. No olvido que me refregó en la cara que arruiné lo que quería para su vida. Le comunico... eso tampoco yo lo quería, pero ahora brindo por haber acabado con la esperanza de su puerca existencia.

Qué vergüenza haber tenido que soportar sus caricias llenas mentiras, su mundo falso, su todo. Le abandono por ser mala madre, por rechazarme, por traerme al mundo sin querer como si yo tuviera alguna culpa de nacer. Si yo soy el peor error que ha cometido, arrójese al abismo, y con ausencia de despidos la borraré de mí y la condenaré al olvido como la bestia que gracias a usted ha surgido.

Q.D.

por **Quentin Debussy** Dom Abr 19, 2015 11:16 pm

De forma general odio a la humanidad. A estas alturas no me interesa si es bueno o malo. Incluyo a mis padres dentro de este costal, a mis hermanos y quizás a una o dos personas más. Sin embargo, me incluyo a mí. Quizás con odiar a la humanidad no me explico bien, no la odio por lo que hace con la naturaleza, como diría un amante de los parajes o lo que le hace a los animales, como diría el amante de los animales... El odio es por cómo somos, egoísmo al cien por ciento, y encima cuando hacemos algo por los demás, internamente, nos hacemos un bien. Es que nos sentimos felices, quizás porque él puede pagártelo de otra forma o por que existe algo que nos conviene. Mantener esa amistad nos llevaría a lo alto, y lo sabemos. Lo pensamos todo el tiempo. Además de ese egoísmo que veo, también está la tendencia a la superioridad. «Soy mejor que...» «Diré que los tapices fueron importados para que me digan...» Después las apariencias o lo que pretendemos aparentar... las mentiras, e incluso la indecisión. Sí, también es pecado mío, y me odio por lo mismo. Porqué para el colmo, somos por naturaleza sociales, cosa que en principio es bueno, pero ¿para qué? Si después colapsamos nuestras conversaciones con mentiras, elogios y adulaciones que he aprendido. Te quiero hoy, pero mañana no quiero verte, porque tengo a otro a quien querer...

Después está el racismo no solo por color, sino por creencias, e incluso la forma de vida que llevas. Y encima ahora, están estos jóvenes de quince años años que se creen más capaces que nadie, que no respetan nada, ni a nadie, que se ríen de todos y que no hacen nada bueno. Sus madre dirán que son tranquilos y sus padres que son ganadores, pero no los ven. No ven lo que yo, el mueble más insignificante de su mansión ve...

Nuestro cerebro lo usamos fundamentalmente para el mal o para preocupaciones absurdas. Porque si escribes una prosa para presentarla en una reunión social o para mostrarlo al público en un periódico, valoran más tu forma de escribir que lo que quieres expresar... Y da igual que todos lo entiendan, no puedes cometer errores gramaticales. ¿A quién le importa soberana estupidez? ¡Ah! Al ser humano.

Q.D.

por **Quentin Debussy** Sáb Jun 06, 2015 11:01 pm

Después de la jornada laboral. Antes de dormir. Reflexiona tras un evento social en la mansión, consciente de su propia insignificancia.

Yo soy el efímero,
El inútil constelado.
El que ríe y da miedo
y da pena y estornuda.

Yo soy y no soy. Esa es mi profundidad. Cojo al vuelo mi pata de mosca. Prometeo desencadenado vuelto a encadenar.

Esta noche sé que dormiré boca abajo, como hace meses o años que no lo hago. Esto es darle la espalda al recuerdo, al agravio de estar tan vivo.

Soy el que adora la muerte, porque la muerte es el lado presente. Esos payasos que se pavonean me demuestran lo que ya sé: La vida es tan sólo una broma. Por eso río y espero recorrer la distancia que a ella me lleve.¿Qué es la vida sino una larga espera? Ah... intentar esquivar a los mediocres.

La distancia...
Ese intervalo delirante que separa,
Ese espacio melancólico y burlón
Entre las cosas que se llena
De ocultas intenciones.

Me gustaría distinguir la diferencia y la desemejanza notable entre las cosas para poder alejarme, desviarme, dolerme y sentirme en un completo desafecto entre yo y el mundo.
Y compararme en la longitud del segmento de una recta comprendida entre dos puntos.
Ya estoy en la geometría estridente del juicio y la palabra:Longitud y segmento, recta y punto, perpendicular y plano.

Cómo me gustaría salir de tales ángulos y sumergirme en las esferas celestes.

Lo sé... no puedo medir el tiempo. Pero tengo la certeza, al igual que todos los mortales, de que ese día llegar.a

Q.D.

por **Quentin Debussy** Lun Jul 13, 2015 11:37 pm

Hay suficiente traición y odio, violencia,
necedad en el ser humano corriente
como para abastecer cualquier ejército o cualquier
jornada.

Y los mejores asesinos son aquellos
que predican en su contra.
Y los que mejor odian son aquellos
que predican amor.
Y los que mejor luchan en la guerra
son, al final, aquellos que
predican
la paz.

Aquellos que hablan de Dios
necesitan a Dios.
Aquellos que predican paz
no tienen paz.
Aquellos que predican amor
no tienen amor.

Cuidado con los predicadores
cuidado con los que saben.
Cuidado con aquellos que están siempre
leyendo libros.

Cuidado con aquellos que detestan
la pobreza o están orgullosos de ella.
Cuidado con aquellos de alabanza rápida
pues necesitan que se les alabe a cambio.
Cuidado con aquellos que censuran con rapidez:
tienen miedo de lo que no conocen.
Cuidado con aquellos que buscan constantes
multitudes;
no son nada solos.
Cuidado con
el hombre corriente
con la mujer corriente.
Cuidado con su amor.
Su amor es corriente, busca
lo corriente.

Pero es un genio al odiar
es lo suficientemente genial
al odiar como para matarte, como para matar
a cualquiera.

Al no querer la soledad
al no entender la soledad
intentarán destruir
cualquier cosa
que difiera
de lo suyo.

Al no ser capaces
de crear arte
no entenderán
el arte.

Considerarán su fracaso
como creadores
sólo como un fracaso
del mundo.

Al no ser capaces de amar plenamente
creerán que tu amor es
incompleto
y entonces te
odiarán.

Y su odio será perfecto
como un diamante resplandeciente
como una navaja
como una montaña
como un tigre
como cicuta

Su mejor
Arte.

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