Inadecuados pero forzosos acuerdos pre-nupciales [Privado]

Respiro. Miro la fachada del restaurante. Respiro agitando mi abanico sobre mi rostro. Etiqueta, modales, y aquella excelente educación que me caracteriza están huyendo a las catacumbas de parís. Inspiro profundamente y permito que el aire salga de mis pulmones lentamente. Lo que estoy a punto de hacer es algo indebido, como muchas de las cosas que estoy acostumbrada a hacer por tratar de forjar mi propio destino. Suspiro por enésima vez en la última hora.

-Valor Jaelyn... Valor -Miro a mi alrededor tratando de encontrar a los guardias que me cuidan a sol y sombra, nada, ni rastro de aquellos de los que e escapado horas antes.  Desde qué me otorgaron ese estúpido título de realeza mi vida se ha vuelto una tormenta entre mis hermanos y yo.

Sin mi dama de compañía, ni chaperon, ni hermanos, ni madre, ni nada en mi compañía, algo muy mal visto en mi persona por esta sociedad criticona y chismosa, entro al elegante restaurante en el que se encuentra mi futuro escrito desde los catorce. Me recibe un hombre de traje, alzando una ceja al mirarme sola. Estúpido. Alzo una ceja devolviendo la mirada de desafío y molestia.

-Tengo reservación a nombre de Lord Blanquet. -el hombre sigue sin estar muy desacuerdo y antes de que me diga cualquier sermón agrego -Dudo que le agrade que hagan esperar a su invitada, la duquesa de Escocia -el hombre se pone pálido. Infiernos. Aquello no va a salir nada bien. Yo y esa boca que no logró controlar.

Me conduce hasta una de las mesas más exclusivas, apartada de la mayoría de los comensales. Con un gesto de mi diestra pido sólo me des guiada poco antes de que llegue a mi destino. El hombre niega y yo paso de largo.

-Deseo tenga una buena tarde mi Lord Blancquart... Lo siento Monsieur Blancquart, no me acostumbro a el francés, no es muy de mi agrado. -sonrió tratando de ser cortes -puede o no, que sepa quien soy con sólo decir mi nombre... Lady Jaelyn, duquesa de Escocia... -Lo miro, no se descifrar la expresión de su rostro -Tu futura prometida. -suelto de golpe.

Espero paciente en mi posición, de pie a un metro de él, a que se me ofrezca un asiento, una expresión de asombro o incertidumbre, un gesto de desprecio o lo que sea que pueda expresar ante mi falta de tacto.

Después de dos meses, todo había acabado y de nuevo como cada vez que ocurren estos desengaños acudo al restaurante más conocido por mí  y seguramente por la mayoría de los ciudadanos parisenses, por su trato excelente y menús exquisitos, diría que son de los más ricos que hay en estos momentos u tal vez me equivoque tanto en una cosa como en otra y halla otros lugares donde ofrezcan   el alimento de la misma calidad. Pero este no es el caso, necesitaba despejarme, tenía que sacarme el nombre de la cabeza, “Escarlata” un hermosa mujer de cabellos rojos, con una extraña genética donde sus ojos eran diferentes, uno  marrón y otro verde, no había conocido a nadie  hasta el momento, era curioso y desconocía hasta qué punto la gen podía dar estos rasgos. Pero bajo aquella capa superficial se escondía un carácter caprichoso que cada vez iba a peor, hasta el punto que solo pensaba en ella, con esto también cabía destacar su mentalidad infantil donde se montaba sus propias historias, involucrándome como algo suyo. Cuando ni siquiera era algo formal, ni lo sería jamás, era algo que tenía claro, era considerada una amiga y no más allá de ello, no pienso atarme a nadie. Quedó destrozada, pero estoy seguro de que se le pasará pronto, sentirá capricho con otro y vuelta al círculo vicioso u quien sabe si aquello continua para bien, en todo caso no importa lo más mínimo.

Llegue a la mesa que había reservado, pedí el vino de la casa siendo  consciente de su caro coste al igual que el menú que lo acompañaba, me  gustaba su contenido de verduras salteadas con pescado común y patatas,¡delicioso!.Primero el vino. Lleno hasta dejar un dedo libre para no sobrepasarse, pedí que dejaran la botella para servirme cuanto gustase, podía permitírmelo por el momento. Tranquilidad absoluta, cada comensal saboreando  lo que habían pedido, conversaciones de los que solo llegaban murmullos a mis oídos, música a piano de fondo.(…)


Tome la copa entre mis manos, acercándomelo a la nariz para olerlo y posteriormente bebí para verificar  que su aroma coincidía con su sabor y así fue. Apenas di un par de tragos con tranquilidad, poco después fui interrumpido con una voz ,una figura femenina; dirigiéndose a mi directa, conocedora de mi nombre sin ni siquiera habérselo pronunciado. Curve las cejas, observe a su emisora aún con la copa en las manos.

-Bonjour,cherie…¿discul...?-dije alzando una ceja haciendo una pausa para pronunciar seguidamente su  nombre-...Jaelyn-;Deje la copa en la mesa. Mi gesto era de sorpresa, ni siquiera reconocía su nombre, ¿se supone que debería de saberlo? No  dio tiempo a preguntar a que se debía  su compañía. Pero tras pronunciar que seria, ¡no!¡que era mi prometida!,no hizo falta explicaciones.

-Merde...-dije en un susurro, no audible. Alce la mirada y relajé mis facciones o eso intente (aunque seguía viéndose sorprendido por la situación), aclare mi voz- al parecer mi querid…, madre iba enserio respecto a esto-dije con pesadez y molestia mientras llevaba una de mis manos a la frente y pasarla por el pelo. Negué-..creía que  había olvidado todo esto-;Suspiré nuevamente ,intentaba recomponerme. Me levante a ofrecerle el asiento, indicándoselo con la mano, después de haber retirado la silla y dejar hueco para que sentara, he hice lo mismo.

No espero ser bienvenida, no espero ni un solo atisbo de amabilidad de aquel con el que estoy destinada y forzada a pasar el resto de mi miserable vida. Sus ademanes son suaves, elegantes y tiene un porte impresionante… no me siento cómoda con la sorpresa que me expresa. Sus labios se mueven susurrando algo que no alcanzo a escuchar. Si estoy a la expectativa y defensa de lo que sea que pueda suceder en los próximos segundos y minutos, por mínimo que sea su gesto o reacción. El tono calmado y embriagador pasa a ser de molestia y pesado tras aclararse la garganta. Afirmo al comentario que hace sobre su madre. Mi madre y la suya son aquellos que arreglaron nuestro compromiso hace años. Su reacción me hace saber que tampoco se esperaba esto, el compromiso tiene tantos años que uno llega a pensar que solo fue una mala jugada o un mal sueño.

Sus modales parecen regresar a hacer acto de presencia, como todo el caballero que es, se levanta y acercándose a mi retira la silla que da frente a su asiento ofreciéndomela. Con una afirmación de mi cabeza tomo asiento y permito me ayude a acomodarme. –Te agradezco… -Lo miro bajando por un momento la mirada mirándolo hacer -Lamento informarte que ni mi familia ni la tuya tienen la mínima intención de olvidar dicho acuerdo, seria desventajoso en muchos aspectos para ambas familias y no por ello quiere decir que estoy de acurdo en que se efectué dicho compromiso. –Si yo fuera avariciosa y una doncella cazadera como cualquier otra, seguramente tampoco olvidaría por nada el que estoy comprometida desde los catorce, sin embargo yo no soy cualquier mujer sumisa de esta época. –He venido con la mejor disposición para hablar al respecto. Soy mujer y aunque sea una muy subversiva y obstinada dama de sociedad no poseo un explicito libre albedrio hacia mi persona. –el corazón me late desbocado, paso la punta de mi lengua humedeciéndome los labios. En mi vida he hecho muchas cosas indignas, pese a que esta no lo es me siento como si estuviera destripando a una persona en plena iglesia llena de feligreses.

Un débil suspiro se escapa de mis labios mientras admiro a Adrians, acariciando sus rasgos con mi mirada. Al menos tengo a mi favor que es atractivo, peligrosamente atractivo.

Volví a mi postura inicial, intentando que mi molestia no fuera a mayores y revelarme (mis habilidades) en un lugar público. La idea de ellos me parecía tan ridícula, pero...¿a ellos les importaba?, en absoluto. Disfrutaban manejando la vida del ajeno aunque se tratara de sus propios hijos con tal de obtener títulos e unificar para mayor riqueza. Por ahora este era mi punto de vista respecto a ello y no habrá cambio en ello u al menos eso creo por el momento.

Puse las manos por delante entrelazando mis dedos y ocultando una sonrisa bajo ellos, mientras observaba su silueta y vestimenta a la par que escuchaba con atención su motivo de presencia. No pude evitar dejar escapar una risilla por su particular forma de describirse con aquella que se sabe con obviedad, lo siguiente a ello le dio más sentido pero no pude detenerme.

-y tiene razón…no es como las demás-murmuro elevando una de las cejas, sin arrugar demasiado la frente. Suspire bajando las manos, dejándolas encima de la mesa por detrás de la copa. La comida está tardando demasiado, no sé que está pasando hoy, ¿habrá habido algún despido?...no es normal. En todo caso aquella ocasión me daba la oportunidad de aclarar el asunto con  Jaelyn.

-Al parecer siguen planeando asuntos que no les incumbe, haciendo cambios como les parece- dije, mostrándome molesto como en el instante que se etiquetó como mí esposa-…como si no tuviéramos vida. O si…Para complacerlos a ellos-arrugue el ceño, eso último creí haberlo pensado pero me equivocaba, dije cada palabra dándole continuación a lo que si fui consciente de decir.

La risilla me desconcierta un haciéndome abrir los ojos un poco mas de lo debido mirándolo con atención, ¿Así que no solo es atractivo fictamente? también es encantador con su acento francés y su risa masculinamente atractiva. El me da la razón y yo afirmo despacio con un gesto de mi cabeza, soy un desastre de nobleza. Se que su madre es una bruja cruel al arrojándolo a mí, bien no l arroja a mí, lo arroja a la fortuna de mi familia y sus tierras.

No dejo de preguntarme ¿Cómo logra mantener la calma? Cuando su voz me trae de regreso a la realidad, a mi, sentada frente a él en el restaurante y medio parís mirándonos cotilleando sobre mi presencia frente a un hombre sin nadie acompañándome… él tiene toda la razón en ponerse en aquella posición pero yo no puedo darme ese lujo, no después de las incesantes amenazas.

Cierro los ojos con fuerza tomando valor, suspiro un instante y comienzo con mi discurso –Puede que tu no pierdas nada Adrians…– me tomo el atrevimiento de tutearlo, le miro tranquila, tratando de explicarme y entienda mi posición –…Pero yo si. Sere un desastre de persona, soy necia y… arisca y para nada alguien que quisieras a tu lado, lo se porque mi hermano mayor y mis padres lo han dicho tantas veces, afirmando que soy demasiado afortunada al tener un titulo y los hombres me miren por ello y no por como soy– cierro los ojos evitando los malos recuerdos –Pero entiéndeme… Me siento forzada, soy mujer y me quitaran mis tierras y herencia si no me cazo contigo, no me mal interpretes. No es por la posición o por lo que pueda disfrutar, mírame –el ademan de mis manos dejan ver que no acostumbro a usar joyas ostentosas y mi vestido es considerablemente más simple que los de las mujeres de mi posición pero no menos exquisito –Me gusta cuidar de mi gente, ayudo, proveo, procuro y es lo único que me agrada de todo esto del titulo. –me muerdo los labios mirándolo.

Me trago un suspiro, me siento tan vulnerable en este momento frente a él, ni una sola vez estando frente a licántropos me ha pasado lo que me esta pasando en este momento,  eso no me gusta para nada… detesto este sentimiento, detesto sentirme aprisionada y depender de alguien más y después de todo… algo en el parece agradarme.

La mirada penetrante de sus ojos me ponen nerviosa, ¿Qué es lo que espera? Su tranquilidad me desconcierta, escucha atento sin interrumpir, inmutarse o alarmarse por tener a una joven de alta posición social exponerse de tal manera a un completo desconocido con el que deberé pasar el resto de mi vida. Ni una sola reacción de parte suya me esta preocupando de sobremanera. La comida llega después de una eternidad, mi corazón late desbocado ante la súbita reacción con el camarero –Té de frutos rojos... con miel, una cucharada– respondo automática, lo ultimo que deseo en este momento es comer algo. Soy una excelente observadora, y aquello que ha hecho con sus labios y la actitud del camarero al regresar ha sido mas que simple miedo por las amenazantes palabras, una vez solos continuo con mi monologo –Insito en aquello que es inevitable en algún momento te percataras My Lord y ... no conozco tus gustos como para – aguanto la respiración, me estoy desviando del tema como ha hecho él –tener una idea de si te seré grata o no...– mis labios se quedan abiertos y miro el té que acaban de dejar sobre la mesa junto a bocadillos dulces y salados que no e solicitado. El mesero solo tardo un instante y se a retirado dejándonos nuevamente a solas en privado.

Me ha llamado cherie ¿Por qué lo ha hecho? En mi país natal los motes cariñosos no son usuales, cosa que en Francia al parecer son de lo mas normal. Me percato que las mejillas me arden un poco y aparto esas tonterías de mi cabeza centrándome nuevamente en el asunto que intento tratar con el Marques frente a mi –No me interesa la apariencia, me interesa mi pueblo. Definitivamente no sigo al rebaño, mas por ello, las consecuencias de mis actos no deben afectar a otros por mis decisiones egoístas como ya e explicado– mis mirada, azul como el mar no es apartada de la taza, la cual acarisio el borde con mi dedo indice derecho sintiendo el calor –Por favor, no te detenga por mi– solicito educada sin mirarle señalando con la palma de mi mano la comida. Mis dedos se deslizan por la fina porcelana blanca con exquisitos adornos dorados, bebo un sorbo tomando valor para lo que diré a continuación. ¡Que los dioses me perdonen! –Sere franca Adrians, he expuesto mis motivos, mas no con ello acepto de buena gana el compromiso que se me informo desde hace cinco años– separo los labios  mirando las ondas que se crean en la taza –Me casare... de ser necesario, no me opondré si es que llegado el dia no e logrado que esta forzada union haya sido disuelta, no pongo en manos de dios mi destino, sin embargo si ello sucede creo que es por algún motivo lo suficientemente fuerte me une a ti por alguna desconocida razón– las mejillas se me colorean del mismo rojo intenso que es mi cabello –No por ello quiere decir que yaceré contigo para consumar nuestro matrimonio, no lo are, para mi eres un completo desconocido. De ser necesario acudiré a ti cuando un heredero sea necesario, injusto me es jugar con la vida de un ser y mucho mas un pequeño– mi actitud es visiblemente nerviosa, estoy a punto de tener un colapso por la vergüenza que siento; no soy puramente casta mas si virgen en este ultimo aspecto tan vergonzoso a tratar. ¡Por todos los dioses no lo veas Jaelyn! Me ordeno mentalmente –Agradezco que escucharas paciente lo que e tenido que expresarte. Dispuesta estoy a negociar los acuerdos prenupciales en este momento o en alguno otro mucho mas decoroso y acorde... My Lord, si no desea expresarme algo mas, me retiro– aguardo paciente los segundos sintiéndolos como pesadas horas que me abruman. Tomo un ultimo sorbo de te sin terminar mi taza en expectativa a su reacción.

No me inmuto ante sus comentarios, advertido esta de mi propia boca y no volveré a ser tan gentil al intentar explicar que no soy como ya se abra podido dar cuenta, una chica común y corriente de esas a las que está acostumbrado a tratar seguramente. No me malinterpreten simplemente,  dios soy tan distinta a lo que se supone tenía que ser para él.

Sus ademanes son limpios, pulcros elegantes, encantador con su acento francés y su risa masculinamente atractiva mientras yo me quedo muy quiera, casi como una estatua mirándole. ¿Qué tanto oculta tras esa fachada pasiva, dura e inalterable? ¿Qué puede desear de mi? –Te equivocas, no tuvieron la más mínima intención de darme algún tipo de información sobre ti. Mis conocimientos fueron adquiridos por otro métodos menos escrupulosos– el tono cambia, parece que por fin se esta quebrando aquella capa… toca mi muñeca y ese simple contacto parece despertar recuerdos en mí, de mi pasado, mi madre y mi padre y después mis hermanos fastidiándome, manipulando mi destino.

Su actitud de fastidio me permite darme cuenta de algo que extrañamente, siendo, mujer y una extremadamente observadora cazadora no me había percatado, parece ser que somos el centro de atención del restaurante; no se el pero yo estoy acostumbrada sobretodo en mi país natal y hablando de ello –No por favor no otro escandalo, mis hermanos me mataran–pido en silencio, en verdad que si mis hermanos se enteran que me he encontrado con el Barón Blancquart se va a armar en grande Para comodidad de ambos me parece bien su oferta– no ha sonado muy adecuada a la situación pero supongo en este preciso momento es lo que menos importa  –Si así le prefiere, sin embargo creo que de mi parte quede mucho por decir–  susurro. Tomo mi bolso y aprieto con fuerza los guantes que me he quitado al llegar. Espero paciente a su siguiente movimiento para levantarme y salir de aquel lugar.

Me mira intentándome dar a entender algo pero sinceramente estoy algo fastidiada y no capto sus indirectas, el será lo que sea, educado, exelentes modeales, toda pasividad y tranquilidad pero eso no le quita lo irritante. E venido a hablar en buenos términos y el parece q solo se lo toma a juego. Y como e repetido mil y enecimas veces, no soy una mujer paciente. Se retira de la mesa y pidiendo en ademanen silencioso tomo su mano para salir del aquel lugar –Las personas de la alta sociedad son lo que comen a cada dia, si tuvieran mejores cosas que hacer no estarían al pendiente de las vidas agenas que no les incumben– mira sus dedos ¿Por qué sale con la botella? Esta diciendo que las pariencias y sale cual … freno mis pensamientos. Ando agria desde que llegue a Francia.

–Me ofende Monsieur– explico soltándome de el caminando a su par –Cree mucho mas importante el saber como le encontré que las deciciones que encaminan mi futuro– pregunto incrédula. Seguro me esta tomando el pelo –No tengo ni la menor idea de que es ese sobre y si me disculpa. Ya he dicho lo que me incumbe si usted no tiene mas que decir preferiría retirarme– ¿Irritada? Oh si. Suspiro. Dios si quería privacidad podía haber pedido alguna otra cosa y no salir a media calle con todo el mundo mirándonos, una joven de la alta clase como yo –nótese la ironía- no debe andar sin una dama de compañía y mucho menos junto a un hombre ¿si mis hermanos se enteran?. Dioses saber donde están las realezas en cada país es cuestión de preguntar solo a la mas chismosa que todo lo sabe y esa es Lady O.D’Souza aunque su madre bien le puede hacer competencia –No necesite de un detective para saber su paradero, pregunte a cualquiera de aquellos que nos ven quien es usted y me responderán sin equivocarse. – me quedo plantada frente a un parque que se ve mas que solitario. Camino por el empedrado –deseo en verdad que no se me tome a mal lo que diré, pero no poseo mucho mas tiempo ya que me he ido en su encuentro sin permiso alguno y abra repercusiones si no logro regresar antes de que se den cuenta de mi ausencia– mi madre se pondría loca si se enteraba y ni decir de mis consanguíneos. –Escuchare lo que tenga que decirme pero no mas, después de ello me retirare– fui contundente, que se diera cuenta que yo no me andaba con vueltas ni etiqueta ni modales, no por nada William me llama ‘Pequeña salvaje’.

Esto esta saliendo mucho peor de lo que llegue a pensar. Camino despacio por el sendero, la falda de mi vestido rosa el suelo mientras que cada paso se escuchan mis tacones uno a la vez. Debo tranquilizarme. La briza es calida y el sol comienza a menguar. Se esta haciendo tarde.