La noche que nunca vamos a contar | Privado

por **Ezequiel O'Claude** Sáb Ago 02, 2014 5:01 pm

"Noches sin demora, eternamente esperare.
Olvido la memoria, y dejo que vuelva a nacer "

La tierra se estaba encargando de guardar las marcas realizabas por sus zapatos, creando una linea fácil de detectar. Aunque no esperaba compañía, eso era lo último que habría planeado y más pensando que aquel podía llamarse su "día libre", fuera del carruaje y estirar con libertad sus piernas por el campo, sin tener el deber de conservar la típica etiqueta de todos los días. La sensación de sosiego en el lugar era evidente, nada mejor para alguien que busca una desconexión completa, creando de alguna forma una relajo para sus pieles, las cuales cada día mantenía más ocultas. Todo culpa del poco tiempo que le era recompensado; se podría decir que prácticamente había olvidado su lado más salvaje y animal.

Se dejó guiar por el estrecho sendero hasta dar con claro riachuelo, terminando por arrodillarse frente al mismo y sumergiendo sus manos en él, buscó humedecer más tarde su cabello. La tarde se encontraba cálida, siendo difuminada por un fresca brisa que en ocasiones se alzaba, tajante por entre sus ropas, la noche se aproximaba. Sus manos regresaron a instalarse a su camisa, removiéndola de su torso hasta arrojarla a un costado, mientras su cuerpo descansaba recostado cerca del agua. Los antebrazos tras la nuca, demostrando su despreocupación por el ambiente que le rodeaba, o lo que fuera capaz de amenazar su temporal calma.

Su mirada alzada al cielo, siendo distraído por las nubes que se cruzaban. Exhaló, estirando parte de sus músculos y extremidades inferiores, sabía que de seguir en esa cómoda posición, tarde o temprano caería en una siesta y no podía asegurarse que aquel lugar fuera el más apropiado para eso, pero siempre podría correr el riesgo.
Estiró su brazo izquierdo hacía el costado en donde se encontraba su camisa, y acercándola de vuelta hacía él, para usarla como protector para sus ojos. Y así se dejó estar en tranquilidad, si su consciencia lo abandonaba, sólo esperaba recordar que debía levantarse de ahí y volver a su ajetreada vida.

Le faltó muy poco, pero en cuanto estuvo a punto de dormirse, unos suaves pasos le alertaron y no contuvo un chasquido lleno de fastidio. No podía creer que aunque buscara el lugar mas recóndito, tendría que siempre ser "encontrado" por alguien y bien que aquello no siempre terminaba bien, más cuando Ezequiel tendía a olvidar sus modales.
— Tanto campo, y no pueden caminar hacia otro sitio...— resopló, sin removerse ni un poco. Si él no estaba molestando a nadie con su actitud, no tenía por que tolerar que alguien llegara a perjudicarlo, y no tendría reparo en hacérselo saber, sin importar que tipo de persona se aproximaba.

por **Alyssia Donovan** Mar Ago 05, 2014 1:18 pm

La esencia de lo desconocido, es no saber jamás con quienes puedes encontrarte en el mañana.
Adenna M.

Llevaba tiempo, demasiado tiempo sin ver a su hermana y madre, la única familia que les quedaba. Fue por ello, que tras unos meses incesantes de búsqueda a su hermano, de rastrear día y noche las pisadas de los cazadores, de buscar detrás de cada arbusto, de ver en cada cabaña… de llamarle hasta quedarse sin voz, que decidió partir de nuevo a Paris y empezar desde allí la nueva búsqueda. Quizás su hermano ya se encontraba fuera de las tierras escocesas y hubiera una pequeña posibilidad de que lo llevaran a otro país. Y precisamente fue aquel pensamiento lo que la indujo a empezar a buscar por Francia, más en concreto en París y las afueras de sus bosques, tras haber hecho una visita desde las sombras del anonimato a su hermana, Alenna y a su madre, de quien solo había llegado a oír su respiración resquebrajosa.

Tras el brutal asesinato meses atrás, de su padre y la desaparición de su hermano mayor, nada había sido igual para ellas. Y mientras que su hermana y su madre volvieron a Paris a la mansión residencial de los Donovan, ella se había quedado en Escocia con la promesa de buscarle y encontrarle, devolviéndolo sano y salvo. Lo que hasta el momento no había podido ser, siendo precisamente ello, el por qué no se atrevió a descubrirse ante ellas de nuevo por más que deseara hacerlo. Había vivido sola, en lo salvaje esos meses de duelo y por el dolor que sabía que les había hecho al decirles que deberían dejarla atrás, en esos peligrosos parajes, era que no podía presentarse. No, sin noticias o de al lado de su hermano.

Era por la mañana cuando acudió a verlas y bajo su piel más pequeña y ágil – la de zorro ártico- se coló en los jardines, donde desde la sombra de un viejo abeto las observó con melancolía. Su hermana Alenna había parecido preocupada en los momentos que la vio de refilón y su madre, a la que habían dañado severamente los cazadores hasta dejarla ciega, pareció por unos segundos que supiera de su presencia. Aún ciega, sin su vista, su madre seguía siendo la excelente rastreadora de antaño. — Lo siento madre… no puedo volver con vosotras. No aún. — Y con esos pensamientos antes de que la descubrieran, partió de nuevo solitaria lejos de su familia.

Saltó la verja del jardín y perdiéndose en el bosque de los alrededores, sus pequeñas y agiles patas blanquecinas le llevaron de regreso a donde había enterrado su bolsa con ropa. Las nubes encapotaban el cielo, lo que parecía indicar que lo que debía de haber sido simplemente una visita rápida a su familia, había terminado en una mañana perdida. Gruñó molesta y saltó un tronco de un árbol caída en su camino. Ya no debía esconderse, por lo que caminaba tranquilamente en medio del bosque hasta que topó con lo que parecían ser unas huellas humanas. Se paró y las olisqueó, sintiendo el ligero efluvio de un cambiante.

No era extraño que un cambiante se moviera por los bosques, ya que todos algún momento eran animales y como tal, los bosques eran su hogar. Olisqueó una vez más y con el cuerpo e tensión, y orejas hacia atrás, atentas a cualquier signo de peligro, siguió su camino, encontrándose que casualmente aquel cambiante parecía dirigirse donde ella.

Recorrió el tramo que le faltaba para llegar hacia su ropa enterrada y donde justo aquella misma noche había estado dormitando, cuando oyó un ruido proviniendo de allí, así como el ruido que sin querer hizo al no medir bien la rapidez y fuera de sus patas contra las hojas del suelo. También ella resopló y atenta, tras oír una voz masculina salió de entre unos arbustos cercanos al joven, asomando primero su blanca cabeza y luego toda su pequeña y peluda forma. Al presentarse ante él se quedó inmóvil, y le observó, preguntándose si estaría a salvo en aquella compañía inesperada.

— ¿Eres como yo? — Fue lo primero que se le ocurrió preguntar, en actitud extrañada. Olía la leve esencia de un cambiante a su alrededor, sin embargo, este era muy diferente a la de su familia. Este aroma era tan ligero que bien podría ser de un cambiante que hubiera olvidado su parte animal al ocultarse muchos años entre humanos o algún humano que tuviera demasiado contacto a diario con cambiantes.

— Te importaría apartarte unos segundos? Estas justo bajo mis ropas.

por **Ezequiel O'Claude** Lun Sep 15, 2014 9:57 pm

"No quedan mas ideas es un mundo sin razones
Se cierran los caminos, se abre mi destino."

Escuchaba tan cercanos los pequeños pasos, pero tardaban en acercarse, y eso demostraba que aún no estaba lo suficientemente cerca, y claramente Ezequiel estaba haciendo uso de sus finos sentidos para oírle. Aguardó a ojos cerrados por algunos segundos, hasta que un aroma inesperado llegó a su olfato, consiguiendo que abriera los ojos y buscara por el campo a su indeseada compañía.
Por un momento se sintió como un idiota al sentir que había insultado a un indefenso animal, aunque pronto se dio cuenta que de indefenso tenía muy poco. Escuchó aquella voz en su cabeza y se dio cuenta de que criatura tenía en frente; Un cambiante.

El desgano regresó a su cuerpo, y resopló en cuanto vio como era examinado por la pequeña criatura. No le estaba gustando la situación, por lo que su mirada era totalmente apática.
— ¿Cómo tú?... No, peluda.— respondió con una mentira y de manera cómica, pero conservó su inexpresivo semblante, mientra reacomodaba su cuerpo, sin un pequeño indicio que querer levantarse, y realmente no iba a hacerlo aunque se lo pidieran, menos de esa manera.

Regresó los brazos tras su cabeza, y exhaló manteniendo la mirada en el animal, esperando que retomara su forma humana, quería conocer al menos con quien estaba hablando.
— La verdad, sí, me importaría, por que no tengo ánimos de levantarme.— Ezequiel conocía perfectamente lo insoportable que podía llegar a ser, y más cuando se encontraba agotado, y para mala suerte de la cambiaformas, este era uno de esos días.

Por un momento comenzó a crearse algunas idea en su cabeza. La extraña ya había llegado a su lado, y tal vez podría sacar algo de provecho con eso, aunque sea para divertirse unos minutos.
— ¿Sabes algo?.. No acostumbro a hablar con animales.— le recriminó, como una evidente señal que esperaba dejara de lado su salvaje forma y pudiera hablarle como humana, era de esperarse que la curiosidad hiciera de las suyas en él.

Luego de eso, volvió a cerrar sus ojos y esperó. Era muy paciente cuando podía conseguir algo con eso, y por alguna razón sentía que podía obtener bastante de la cambiaformas, o bien, podría estar equivocado y ella se inclinaría por alejarse del lugar.
Independiente de la decisión que tomara, él no se irritaría, y continuaría con los planes que le habían llevado hasta el campo en primer lugar.

por **Alyssia Donovan** Jue Sep 18, 2014 12:12 pm

Solo erais una curiosidad revestida de molestia.
Un pequeño intento, un sordo gruñido.
Anónimo.

El pequeño animal no dejaba de observarle, curioso y a la vez precavido sintiendo aquel olor tan similar sin embargo diferente al suyo propio. ¿Un cambiaformas? Cada vez en su mente aquella posibilidad cabía con más fuerza. Movió sus bigotes y olisqueó acercándose. No sentía hostilidad, por lo que terminó acercándose pese a las palabras del extraño cambiante.

— ¿Por qué negáis vuestra condición? — Preguntó sin poder detener sus pensamientos y hacerlos enviar a la mente de aquel joven que se veía desenvuelto en aquel ambiente. — Si no fuerais un cambiaformas como yo, no podríais oírme siquiera. Y un vampiro estoy segura que no sois.— Añadió alzando la mirada hacia el cielo donde aún permanecía en lo alto el sol, alumbrando los paisajes, lo que más que nunca le era un indicio de lo que aquel joven no podía de ninguna forma resultar ser.

Acercándose más hasta el joven, centrándose en la localización de la bolsa, donde debía estar enterrada, llegó hasta uno de los lados del joven ignorando al principio sus palabras, empezando con sus patitas a cavar un agujero en la tierra, intentando ver si podía llegar de otra forma hacia la bolsa.

— No creo que os inoportune mucho el levantaros unos segundos para que pueda tomar la bolsa y pueda así dejaros tranquilo.— Le replicó tras unos minutos de silencio y de excavar la tierra, terminando por ensuciarse las patas y parte del pelaje. Expulsó la tierra que había quedado en su cuerpo, removiéndolo, quitándose la suciedad y le miró fijamente. Haciendo el agujero había terminado mucho más cerca que él y justo la bolsa se encontraba bajo el tronco donde él se sentaba.

Suspiró y limpiándose una de las patas, permaneció al lado de aquel extraño cambiaformas.

— ¿Sabéis? Creo que os resultaría para bien el empezar a hablar con los animales, no es bueno que un cambiante oculte tanto tiempo su naturaleza. Además os haría mucho más sociable con los vuestros.—Señaló dejando su pata para verle con curiosidad. ¿Qué clase de canino sería? Se preguntó en silencio, sabiendo por su olor que se encontraba ante lo que debía de ser un cambiaformas canino. — ¿Por qué lo hacéis? A caso… ¿vuestros animales nacieron defectuosos?

por **Ezequiel O'Claude** Vie Nov 07, 2014 9:49 pm

"En la inmensidad imaginare, una luz sin fin apagándose,
Y si destruí lo que nunca fue, sobreviviré ."

Que mala tarde había escogido Ezequiel para descansa o quizás no era el tiempo, ni el lugar. Era ella, la pequeña criaturaque insistía en meterse en su menta para hablarle y continuar con sus peticiones para que se levantara. He ahí cuando el castaño se preguntaba si el termino negativo que expuso había sido suficiente.

Su ceja derecha creó un marcado arco y ladeó su cabeza a la par que sus ojos se abrían para analizar al diminuto animal.
— No estoy negando mi condición, y cómo ya te diste cuenta no podrías haber entrado en mi cabeza o escucharme si no compartieramos algo, ¿o no? — bufó rodando los ojos.
Lamentablemente la joven que se hallaba oculta bajo esa peluda piel no entendía el termino "descansar", y cada vez se acercaba más, para sin previo comenzar a escarvar prácticamente bajo el cuerpo del varon.
— ¿Te importa? — alzó los brazos intentando cubrirse del polvillo que inevitablemente se levantaba a contra viento.

Él aún no entendía el motivo, pero contener la risa ante cada una de sus palabras se volvió más complicado. Realmente estaba quedando como un atipático frente a ella, y cómo aquello le provoca cierta gracia, continuaría con su puesto de "antisocial".
— No gracias, no necesito hablar con animales, ni mucho menos volverme cercano a ellos.— aclaró con desinterés, y de todas formas el ser altamente empático no era lo suyo. Su caracter era bastante complicado de llevar y los pocos conocidos que tenía era quienes debían soportarlo.

Un largo suspiro escapó de sus labios... Realmente se encontraba agotado físicamente. Y cómo si eso no fuera suficiente buscaban sacarlo de quicio con preguntas tan irritantes.
— No.— respondió tajante al sentirse insultado por lo que había dicho.
— Mis animales están en perfecto estado, peluda.— replicó fijando sus orbes en los intensos de la cambiaformas que aún le servía de compañía.
— Al parecer ninguno de los dos va a moverse, y por mi parte no es un problema.— comentó, y atrevidamente llevó su diestra a rozar el lomo del animal. Dejó que aquel pelaje suave le deleitara por un lapsus muy corto de tiempo, y sin quitar la vista de ella, bajó su tono de voz a uno que rozaba el susurro.
— Soy Ezequiel...—

por **Alyssia Donovan** Mar Nov 25, 2014 5:52 am

Los gruñidos parecían risas
y las risas se vestían divertidas.
Anónimo.

La pequeña canina en su forma más pequeña seguía excavando, sin importarle el que a él no le gustara que pudiera ensuciarla. A ella tampoco le gustaba, y aún menos le gustaba ensuciarse a sí misma como esos instantes en que sus patas yacían marrones por culpa de la tierra que apartaban veloces del agujero que estaba creando. Un color muy diferente al blanco impoluto de su pelaje, que ahora mismo se veía corrompido por aquella tierra que removía.

— No me importa para nada. ¿Te importa a ti, el que no te quieras mover y yo no pueda recuperar mi ropa? ¿Verdad, qué no?— Preguntó quedándose un instante quieta, fijando su mirada en la de él siguiendo tras un instante con su tarea, importándole muy poco lo que él pudiera decir al respecto.

— Tú también pareces un canino peludo, humanito. — Le replicó agradeciendo que le llamara peluda, puesto que no era algo que le disgustase. — ¿Sabes? El pelaje me ha salvado muchas veces de morir de frío, así que me alegro de ser una peluda. — Gruñó eso ultimo con enfado al descubrir como una piedra se interponía entre la bolsa y el trasero de aquel cambia formas.

Molesta arañó la piedra, hasta que al sentir una caricia se tensó entera alzando la mirada al joven, que para sorpresa de ella se le había acercado y se le presentaba.
— No me importa quién… Yo soy Alyssia… — Se presentó a regañadientes, sabiendo que sería de muy mala educación el que no quisiera decirle su nombre. Dejó que la acariciara y en secreto disfrutó de aquella cercanía. Hacía mucho tiempo andaba sola por los bosques. — Y si de verdad, no te importa terminar lleno de tierra entonces te sugiero no te muevas, pero si al contrario no deseas que cambie tu ropa de color, solo déjate caer un poco más a la izquierda de donde estás, y así lograré llegar a mi ropa Ezequiel.

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