Faith | Privado-Benvolio

por **Nicoletta Oddoni** Mar Ago 26, 2014 10:18 pm

La soledad era lo peor de todo, antes Nicoletta se sentía ligeramente protegida al tener a su “hermano” pero ahora se encontraba sola en el mundo, no existía persona que pensara mínimamente en ella o que siquiera la conociera, todo eso se había terminado con la familia que alguna vez le adopto y recibió en su hogar. Aquella familia no era lo mejor, pero era a quienes se acostumbro a ver y tratar, hasta cuando su hermano la mantuvo atada a su lado de maneras que nadie imaginaria. La prisión que creara su hermano alrededor de Nicoletta había sido sobre todo emocional dejando a la desafortunada aislada del mundo entero.

Después de lograr escapar de los inquisidores que asesinaron al licántropo que poseía como ultimo familiar, vago durante días, implorando por un poco de comida o un techo bajo el cual pasar las noches parisinas con la única intención de refugiarse de los males nocturnos. Hasta ese momento su manera de ir por las calles estaba funcionando; encontró lugares donde le dieron asilo y alimento pero no podía permanecer mucho tiempo en un solo lugar puesto que la recibían solo por una noche y creía que de insistir terminarían enviándola a los calabozos o inclusive algo peor de lo que estaba viviendo.

Esa tarde se alejo de la zona en la que se hallaba ya cerca de una semana; iba con el vestido roído y los cabellos revueltos que sin importar cuanto tratara de arregla volvían a la manera en la que estaban antes. Tenía la esperanza puesta en que alguien de buen corazón le abriera las puertas de su hogar y no le dejara pasar una noche fuera. Su hermano siempre le dijo que se mantuviera oculta, que así como él podía lastimarla existían otras cinturas que le harían peores cosas y ese era el motivo por el que Nicoletta temía.

La noche se cernía amenazante y Nicoletta ya no sabía en que lugar permanecer pues hasta ese momento le habían rechazado en cuanto lugar se detuvo a pedir un poco de ayuda y finalmente se dio por vencida se hizo un ovillo en la oscuridad de un callejón esperando que si algo iba a pasarle, le pasara lo más pronto posible para así no tener que darse cuenta de los horrores que podría llegar a vivir, así como llego a vivir al lado de su familia adoptiva. Un suave sollozo se escuchaba, producido por la joven que permanecía en el suelo mientras que a a distancia se escuchaban claramente algunos pasos en su dirección. Podía escucharlos pero no se movió ni un poco; quedarse quieta e inmóvil era lo mejor, eso siempre le había funcionado.

por **Benvolio D'Argouges** Jue Sep 11, 2014 5:29 pm

Los pasos del inmortal pasaban cerca de la calle principal de Paris. Allí, en la inmensidad de la noche estaba una figura esbelta que conocía demasiado bien los rincones de parís. Benvolio, un caballero templario bien tiempo atrás pero que por las consecuencias del destino, las cosas le obligaron a que él mismo tuviera que desenvolverse por sí solo, sin nadie que pudiera echarle una mano. Su mujer era la muerte que le ayudaba a sobrevivir, a seguir luchando por lo que tenía delante. Más adelante, el camino de la vida fue extendiéndose aún más, viajo por todos los rincones de Europa hasta volver a acabar en Francia nuevamente, de nuevo donde todo empezó. Él sabía lo que le esperaba en la otra vida que bien se había acostumbrado después de que su venganza se lleve a cabo, pero no hace mucho había surcado los mares en busca de especias y mercancías de gran valor para poder otorgarse una vida de reyes.

De nuevo estaba en casa.

De nuevo sentía que estaba atado a sus raíces pero le faltaba algo que ya no estaba en su vida. Marie o aquella mujer que podría haber sido su esposa un tiempo atrás si no le hubieran reclamado para aquella misión. Aquella misión fue lo que un día le alejo de lo que podría haber sido una bella vida de campesino y no tener el lujo y los problemas que solía tener a menudo con su estatus de aristócrata. Ya estaba acostumbrado. Ahora tenía que seguir hacia delante sin permitir que la desgana le ganara.

Benvolio salía esa noche del Collegue de France antes de lo previsto. El carruaje estaba más que listo pues siempre salía a esas horas durante la última semana que había ido al Collegue. Según él, habían estado pasando cosas extrañas de las que se extrañaba y que no deberían de pasar. Escuchó que había desapariciones en el despensero de la cocina, que las aulas (Algunas) estaban desordenadas aun haber sido ordenadas previamente, como si hubiera sido cosa de brujería o de fantasmas. El reloj marcaba las doce y media de la noche cuando él salía por la puerta de su despacho y ya eran la una menos cuarto cuando daba el cierre completo por la puerta trasera del colegio.

Resultaría extraño salir por la delantera a altas horas de la noche –según otros- Benvolio era precavido, pero al no ver que ningún carruaje pasaba por su lado, decidió irse al que estuviera mucho más próximo. Fue andando calle abajo por cada callejón, cada calle abierta hasta que el sonido de algo entre la basura le despertó la curiosidad - ¿hum? – Con cuidado se preguntó que era aquel ruido, Benvolio se acercó y pudo ver a una hermosa jovencita de cabellos oscuros y vestido raído - ¿Os encontráis bien? –La joven parecía temerle por su presencia impotente. Se mantuvo erguido y seguía mirándola sujeto de su bastón de madera benguel.

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