AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los elíxires del diablo [PRIVADO]
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Los elíxires del diablo [PRIVADO]
- Agatha:
PEINADO
- Lenneth:
PEINADO
Ágatha y Lenneth eran eternas amigas en lo que llevaban viviendo juntas. A mediados de mes, había llegado una carta que pedía la presencia de la Condesa, al parecer una fiesta sin importar demasiado. No como muchas otras a las que fue sola, esta vez, Ágatha no se sentía tranquila al dejarla sola en esa fiesta de la que no conocía tan poco. Eso sí. Ágatha estaba dispuesta a dar su vida porque su amiga estuviera a salvo.
-Fue su hermana Josephine quien se lo dijo, con frases entrecortadas e insinuaciones veladas que lo revelaban y ocultaban a medias. El amigo de su marido, Richards, estaba también allí, cerca de ella. Fue él quien se encontraba en la oficina del periódico cuando recibieron la noticia del accidente ferroviario y el nombre de Brently Mallard encabezaba la lista de «muertos». Tan sólo se había tomado el tiempo necesario para asegurarse, mediante un segundo telegrama, de que era verdad, y se había precipitado a impedir que cualquier otro amigo, menos prudente y considerado, diera la triste noticia....-Lenneth relataba la historia de unos de los libros de la biblioteca que había traído para los niños del orfanato, ya algunos habían crecido demasiado y solo yo solo pensaba en que podría tener alguna vez un futuro así, puede con alguien que deseara estar conmigo y que olvidara mi rudeza al actuar. La Condesa bien me dijo varias veces que tenía que ser más cauta y tranquila si quería que un hombre me arrimase. Que tenía que dejar la manía de que les gustaran a medias las mujeres y los hombres. Me dijo que tenía que decidirme, pero…sabía que yo, que para mí era difícil. Tenía que ver quien me podría agradar y después ver mi reflejo en el espejo con bellas ropas sobre mi cuerpo.
-Condesa…Llegamos tarde a la fiesta…-Dije advirtiéndole de la importante cita que teníamos con los Vilhjálmur dentro de una hora de viaje que aún nos quedaba por recorrer. Yo llevaba un vestido bastante elegante y de tonos verdes pálidos, Lenneth en cambio iba tan celestial como siempre. No recuerdo la última vez que se había puesto un vestido oscuro o de algún tono demasiado fuerte como para que se me quedara grabado en la mente. De todas maneras comenzábamos a llegar tarde, observaba el reloj de cadena que tenia de un examigo y si no nos dábamos prisa, podríamos quedarnos fuera de la fiesta o no, pero Lenneth quedaría mal, no yo – Leny…-Dije ya algo más afectiva –Llévate a Thomas, seguro que le gusta ir y vámonos, llegamos tarde…-Dije ya para que supiera que no nos quedaba el tiempo suficiente como para poder llegar a la fiesta. E hizo eso exactamente. Cogió y vistió al niño con las ropas más elegantes que pudo obtener de una tienda que aún estaba abierta, milagro seria que tuviéramos tiempo, pero para mí alivio, ya estábamos los tres metidos en el carruaje en dirección a la fiesta.
Suspiré de alivio. Vi que el pequeño estaba comiéndose una empanada de carne sobre la delicada tela del vestido de la Condesa, me estaba dando pánico si se llegaba a manchar, pero luego pude notar que la Condesa me tranquilizaba con un gesto dócil y dulce, me dijo que tenía un vestido más en el baúl del carruaje de repuesto. Siempre tenía esa costumbre y comencé a preguntarme si iba en serio de que era tan patosa. Incluso mucho más que yo misma en mis momentos de debilidad.
Ágatha Dupont- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/05/2014
Re: Los elíxires del diablo [PRIVADO]
-Celebraré una fiesta en mi palacio Violante, sería un honor para mí que asistieras- había pedido un noble. Así, el príncipe se presentó como siempre lo hacía en esa clase de eventos, altivo y orgulloso.
Al llegar sondeó el lugar con su telepatía, además, expandió el sentido que le indicaba la naturaleza de cada ser. En el lugar, había realeza y aristocracia por igual, vampiros, cambiantes, hechiceros e inclusive un licántropo. Carlo, el noble, fue a atenderlo de inmediato, era el invitado de honor. En el lugar era quien tenía más jerarquía, más poder y su sola presencia cargaba el lugar de un ambiente de gala. El príncipe recibió los halagos con una sonrisa, hacía caravanas e intercambiaba palabras con otros. Su seducción interior atrajo a más de una aristócrata, solteras como casadas, que en cuidadas palabras lo invitaban a que las sedujera y las tomara; pero el príncipe no tenía necesidad de hacerlo, no tenía interés, al menos por ahora.
Fue entonces que vio entrar a una mujer acompañada de un pequeño y una joven que evidentemente era su dama de compañía y además, era tan hermosa que captó la atención del príncipe. La primera mujer era una condesa de Rusia, «Oh, Rusia». Su tierra natal, una tierra que no había visto en casi 200 años de vida. La dama, aún no revelaba mucho más que su preocupación porque nada ofendiera a la condesa ni causara mala reputación. Sí, era en toda la extensión de la palabra una dama de compañía, aquella que sugería que hacer, que decir y la sacaba de cualquier embrollo.
El príncipe se fue abriendo paso entre los congregados. –Buenas noches señoritas- las barrió con la mirada. —Ahí está el príncipe—, había dicho un humano lo que le fue muy conveniente a Violante, éste les sonrió. —Bienvenidas al palacio royal. Le extiendo el saludo del anfitrión y mi muy querido amigo, Carlo — dijo y les guiño el ojo.
Al llegar sondeó el lugar con su telepatía, además, expandió el sentido que le indicaba la naturaleza de cada ser. En el lugar, había realeza y aristocracia por igual, vampiros, cambiantes, hechiceros e inclusive un licántropo. Carlo, el noble, fue a atenderlo de inmediato, era el invitado de honor. En el lugar era quien tenía más jerarquía, más poder y su sola presencia cargaba el lugar de un ambiente de gala. El príncipe recibió los halagos con una sonrisa, hacía caravanas e intercambiaba palabras con otros. Su seducción interior atrajo a más de una aristócrata, solteras como casadas, que en cuidadas palabras lo invitaban a que las sedujera y las tomara; pero el príncipe no tenía necesidad de hacerlo, no tenía interés, al menos por ahora.
Fue entonces que vio entrar a una mujer acompañada de un pequeño y una joven que evidentemente era su dama de compañía y además, era tan hermosa que captó la atención del príncipe. La primera mujer era una condesa de Rusia, «Oh, Rusia». Su tierra natal, una tierra que no había visto en casi 200 años de vida. La dama, aún no revelaba mucho más que su preocupación porque nada ofendiera a la condesa ni causara mala reputación. Sí, era en toda la extensión de la palabra una dama de compañía, aquella que sugería que hacer, que decir y la sacaba de cualquier embrollo.
El príncipe se fue abriendo paso entre los congregados. –Buenas noches señoritas- las barrió con la mirada. —Ahí está el príncipe—, había dicho un humano lo que le fue muy conveniente a Violante, éste les sonrió. —Bienvenidas al palacio royal. Le extiendo el saludo del anfitrión y mi muy querido amigo, Carlo — dijo y les guiño el ojo.
Última edición por Violante Vilhjálmur el Miér Oct 08, 2014 4:08 pm, editado 1 vez
Violante- Vampiro Clase Baja
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Re: Los elíxires del diablo [PRIVADO]
Estando al lado de la condesa, Ágatha sabía lo que venía hacia ellas. Intento defenderla pero iba a ser inútil ya que este se sentía dócil y afable con ellas, dándole la bienvenida. Vio como el pequeño Thomas se acercaba al que era el príncipe –según escuchó dos personas a su izquierda- y el pequeño le hacia una reverencia. Al parecer el protocolo enseñado por la que creían ahora condesa de Rusia había funcionado perfectamente. El niño tenía modales al fin y al cabo – Gracias por la invitación su alteza…-entonces Thomas se retiró para volver a coger la mano de Lenneth y finalmente agarrarse a las telas del hermoso vestido de su “madre” ya que al fin y al cabo, eso parecía. Lenneth siempre había estado pendiente de él más que los otros niños, pero nunca supo la razón por la que nunca pudo estar con ella en su palacio.
Lenneth dijo a Thomas “muchos enigmas” que eso eran muchos problemas a lo que ella en cierto modo nunca le llevo consigo. Seguramente para protegerle. En cambio, Ágatha sabía que había desaparecido y había dejado tener contacto con su hermana. Aquel sujeto de intensa palidez sabía que era como ella. Una inmortal. Tuvo que reír tras el dorso de su mano tras apartar la mirada de aquel que las miraba y debido a que aquello le resultaba aún más divertido, seguro que había atrapado la mirada de muchos ojos curiosos. Thomas parecía haber encontrado también alguien de su agrado al final de aquella gran sala de baile en la que ya había varias parejas bailando.
Lenneth estaba segura. Lenneth se quedó en el sitio siendo acompañada por aquel príncipe, Ágatha hizo una reverencia para así poder acompañar al pequeño Thomas hasta el niño de ojos azules que también le saludo con la mano. Parecían haber congeniado bien y estos corretearon hasta los grandes ventanales que para el alivio de ambas, estaban echadas bajo llave a pesar de las temperaturas altas que se originaban en el interior. Por el momento todo estaba en orden y Ágatha prefirió dejar a solas a la que todos creían como la Condesa con aquel principito. Un suspiro salió de sus labios, mostrándose pesarosos y ahora mismo cogió una copa del mejor exquisito vino, pero era muy “especial” Se lo agradeció, seguramente la mitad de estos invitados eran como ella, o eso esperaba al menos. No vio que su ayuda o su presencia fuesen requeridas en esos lares. Sintiéndose sola estaba observando a ratos a los críos jugar en una esquina. Canicas. Típico de los niños.
No estaba cómoda para nada en ese rincón de la sala, pero no tenía nada mejor que hacer y en cierto modo estaba contando mentalmente para no descuartizar a aquellos que la miraban y estudiaban, prácticamente la querían desnudar con la mirada y realmente le resultaba bastante molesto. Terminando la copa de aquel vino tan “especial” se recoloco una de las joyas que la condesa le había prestado. Dejo la copa finalizada sobre la bandeja de uno de los criados con copas vacías, se limpió todo rastro de sang…de vino y cuando vio que Thomas no estaba en donde debería de estar, se preocupó.
Su semblante se puso en alarma intentando comportarse lo más discreta posible. No vio ni escucho algo que proviniera del pequeño.
Con la mirada aviso a la “Condesa” que saldría en busca de Thomas y no se detuvo a ver si había entendido su mensaje en clave. Ágatha salió a los jardines por la parte de atrás de aquel palacio, sus pasos iban por el suelo de cemento gris acercándose a la barandilla de piedra, allí pudo observar a Thomas jugando con el niño de antes. Ágatha rápidamente bajaba la escalera y sobre uno de los bancos de piedra se sentó a observarlos. No era una niñera, pero se sentía como si tuviera que cuidar al pequeño. Ella los habría tenido si no le hubiera pasado aquello que sufrió en soledad.
Ágatha Dupont- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/05/2014
Re: Los elíxires del diablo [PRIVADO]
Dedicó una falsa sonrisa a ese patético -para él- niño que le reverenciaba. Al príncipe no le interesaba más que la compañera de la condesa. Por eso, dedicó un tiempo en verla y después en ver como se iba. Pero a pesar de eso no abandonó a la condesa, le ofreció su brazo y la llevó a un lugar a parte donde hablaron lo suficiente para que ella descansara toda su atención sobre él, por supuesto, se valió de su poder de atracción para que dejara de pensar en aquel infante y su dama de compañía. El príncipe no demoró en conseguir sus propósitos, la confundió y fue a buscar a su dama.
Haciendo uso de su telepatía la buscó, mas los pensamientos eran confusos, no había claridad por lo que tuvo que buscarla lo que le había fastidiado. «Pequeña mortal, serás mía» y con eso alejaba su molestia, un brillo astuto apareció en sus ojos y exploró la sala sin encontrar a nadie, luego, salió a los jardines y ahí la vio, a lo lejos, vigilando al crío. Los labios de Violante se irritaron, pero después sonrió, iba a ser divertido como alejaría de sus fieles pensamientos a la condesa y ese chiquillo, de pronto se echó a reír, igual y bebía de infante, ya vería después.
Desapareció haciendo uso de su velocidad y después reapareció a la espalda de la dama de la condesa, se desplazó sin hacer ruido y le tomó de los hombros. —No temas— susurró liberando su fragancia de seducción, hechizándola, dejó que sus manos enguatadas recorrieran el cuello en un abrazo sensual y aspiró el perfume de los cabellos dorados. —¿Cuál es tu nombre bella dama?— le susurró al oído. El príncipe giró en torno a ella y estando frente a ella le miró directamente a los ojos, su sonrisa pícara acompañaba su poder seductor. —Caminemos, y háblame de ti— tomó su mano y se la besó, luego iniciaron a caminar.
Haciendo uso de su telepatía la buscó, mas los pensamientos eran confusos, no había claridad por lo que tuvo que buscarla lo que le había fastidiado. «Pequeña mortal, serás mía» y con eso alejaba su molestia, un brillo astuto apareció en sus ojos y exploró la sala sin encontrar a nadie, luego, salió a los jardines y ahí la vio, a lo lejos, vigilando al crío. Los labios de Violante se irritaron, pero después sonrió, iba a ser divertido como alejaría de sus fieles pensamientos a la condesa y ese chiquillo, de pronto se echó a reír, igual y bebía de infante, ya vería después.
Desapareció haciendo uso de su velocidad y después reapareció a la espalda de la dama de la condesa, se desplazó sin hacer ruido y le tomó de los hombros. —No temas— susurró liberando su fragancia de seducción, hechizándola, dejó que sus manos enguatadas recorrieran el cuello en un abrazo sensual y aspiró el perfume de los cabellos dorados. —¿Cuál es tu nombre bella dama?— le susurró al oído. El príncipe giró en torno a ella y estando frente a ella le miró directamente a los ojos, su sonrisa pícara acompañaba su poder seductor. —Caminemos, y háblame de ti— tomó su mano y se la besó, luego iniciaron a caminar.
Violante- Vampiro Clase Baja
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Re: Los elíxires del diablo [PRIVADO]
Bien no era humana ya pero si sentía las caricias que depositaron en sus hombros y su piel, sentía como aquel que pasaba por su lado y la hechizaba la llevo de paseo por aquellos jardines que estaban sin ser bañados por la luz del sol, era de noche y solo había nubes sobre una luna de plata en crecimiento. Como si estuviera hechizada ella le siguió la corriente – Me llamo Agatha y la verdad que no sé qué hacemos aquí…me refiero a que no sé…-De tanto en tanto controlaba el estado anímico de Thomas por si le pasaba algo, pero ahora no parecía estar en peligro. Decidió concentrarse en Violante, aquel que se les había presentado como el príncipe y anfitrión de la velada.
Agatha mostro sus respetos con una reverencia, lamento la tardanza en darse cuenta de que tenía que comportarse – Soy la dama de compañía de la condesa y bueno, a veces tengo días libres…-No sabía lo que le decía y a pesar de que fuera un príncipe, era igual un desconocido. No sabía que decir o que se le decía a un príncipe realmente. Estaba en blanco y no quería resultar una payasa o lo bastante patética como para que no la volviera hablarla – Y bueno he viajado por todo el mundo y no se ya de que parte del mundo soy…-Tuvo que reír para aliviar la tensión que se le acumulaba en su cuerpo al estar cerca de Violante.
Seguían paseando y estuvieron sin decir mucho. Sobre todo Agatha que desconocía de que podrían hablar. Habría múltiples temas de los que charlar pero no sabía Agatha el propósito del príncipe a su lado. Él podía tener a cualquiera que él quisiera y precisamente la elegido a ella misma para dar su rutinario ¿paseo por la noche? No sabía el motivo pero algo le dijo que no era malvado y que seguramente estaba intentando de escapar del tumulto de gente al igual que ella había hecho – De hecho vivo aquí en Paris ¿y usted? ¿Que se le ha perdido aquí en Paris?...Si no es indiscreción obtener una respuesta de alguien como vos…-Terminando de darse cuenta, Ágatha se paró en parte del jardín y con el príncipe a su lado, pero no era la mansión ya, sino un camino que iba afuera de los jardines.
Agatha mostro sus respetos con una reverencia, lamento la tardanza en darse cuenta de que tenía que comportarse – Soy la dama de compañía de la condesa y bueno, a veces tengo días libres…-No sabía lo que le decía y a pesar de que fuera un príncipe, era igual un desconocido. No sabía que decir o que se le decía a un príncipe realmente. Estaba en blanco y no quería resultar una payasa o lo bastante patética como para que no la volviera hablarla – Y bueno he viajado por todo el mundo y no se ya de que parte del mundo soy…-Tuvo que reír para aliviar la tensión que se le acumulaba en su cuerpo al estar cerca de Violante.
Seguían paseando y estuvieron sin decir mucho. Sobre todo Agatha que desconocía de que podrían hablar. Habría múltiples temas de los que charlar pero no sabía Agatha el propósito del príncipe a su lado. Él podía tener a cualquiera que él quisiera y precisamente la elegido a ella misma para dar su rutinario ¿paseo por la noche? No sabía el motivo pero algo le dijo que no era malvado y que seguramente estaba intentando de escapar del tumulto de gente al igual que ella había hecho – De hecho vivo aquí en Paris ¿y usted? ¿Que se le ha perdido aquí en Paris?...Si no es indiscreción obtener una respuesta de alguien como vos…-Terminando de darse cuenta, Ágatha se paró en parte del jardín y con el príncipe a su lado, pero no era la mansión ya, sino un camino que iba afuera de los jardines.
Ágatha Dupont- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 04/05/2014
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