Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

por **Gabriel Cavalho** Miér Sep 10, 2014 10:33 pm

Tarde por la noche de aquel día primaveral donde el viento corre con suma calma y violencia a medida que los minutos van avanzando entre las calles empedradas y adoquinadas de las residencias más preponderantes de la elite de la ciudad aquellas personas cuya existencia es tan grande y superior que poco se dignan a agachar sus rostros a las pequeña criaturas que les rodean, incluso sobre ellos hay otros seres cuya vida solo se basa en tomar la de otros para seguir siendo caminantes, y unos cuya madre es la luna blanca, todas estas personas tienen algo en común su amor y pasiones por las artes, el saber que existe una forma de expresar lo que sus cuerpos muestran con cada pose y movimiento sutil de ellos.

Durante toda la mañana un joven gitano había estado en casa de una familia muy acaudalada de la zona comercial del este de Francia, todos posando junto a un lago en una glorieta cuyo centro estaba en el lago con cisnes, todo eso tenía que pintar el joven gitano que con silenciosas pintabas había dejado enmudecidos a sus bulliciosos dueños incluso a la jovencita fruto de aquella pareja que deseaba pasar a solas con el hombre que con atención a sus pinturas ignoró a la pequeña quien no contenta con el desplante pidió a su madre que la esculpieran desnuda, eso fue algo que sus padres no pudieron soportar y mandaron a patadas al gitano y la obra que tenía en mano ahora.

Durante horas paso vagando de aquella lejanía hasta la ciudad y ya entrada, bien avanzada la noche llegó, justo cuando algunas de sus hermanas gitanas estaban haciendo lo suyo por las calles a escondidas y en plena vista de todos, así que pensó ¡por qué no! Cogió una de sus pañuelos manchados de pinturas, dejó unos que otros lienzos pintados a carboncillo de lo que veía y por ultimo dejó el de la familia toda unida y feliz rodeada de calma y felicidad.

Una a una llamaba a las damas y caballeros con insinuaciones de regalos hermosos que muestran el verdadero amor, pues solo muestran el deseo del alma, como gitano podía hacerlo, podía mostrar lo que el alma del que dibujaba deseaba realmente esa era parte de su habilidad, hasta que una mujer con un aura muy oscura y casi negra ya por tanta soledad cruza frente a él –Señorita, un dibujo para revelar lo que su alma realmente desea- vende su lienzo mostrándolo en blanco para indicar que no hay truco alguno.

por **Dagmar Biermann** Jue Sep 11, 2014 7:46 pm

La recuperación había sido todo un excito. La cazadora ya no tenía rastro alguno de aquel ataque que ocurrió en la revolución. Su cuerpo parecía perfecto, con excepción de esas marcas que batalla, pero daban igual, no le molestaban, por el contrario, le resultaban hermosas, atractivas, llamativas, y una muestra de que no era cualquier oponente, una sobreviviente dispuesta a seguir adelante. Sin embargo se encontraba cansada de todo. Del encierro, de cuidarse, de las paranoias de Hunter, de no poder vivir en libertad, así que esa noche, mostrándose lo más sumisa del mundo, se le ocurrió escapar de su encierro, de su escondite. ¡Necesitaba el aire fresco! Su naturaleza se lo exigía.

Hunter se había quedado dormido con la idea de que Dagmar estaba en el otro cuarto ya reposando. Desde que le dijo su verdad (una en un mal momento, por supuesto), la joven había puesto una distancia entre los dos, incluso a penas y se dirigían la palabra, y aunque eso le dolía en demasía, la joven prefería que doliera a que le viera la cara. De hecho su orgullo era el que ganaba en esa situación. No importaba, que Hunter durmiera, que pensara lo que quisiera, a la mañana siguiente ahí se encontrara, despierta como se lo ordenaba, bajo su mirada de vigilancia, esa noche necesitaba disfrutar. De lo que fuera, pero a fin de cuentas disfrutar.

Fue así como la joven avanzó entre los terrenos oscuros del bosque, se asomó entre algunas zonas algo dudosa, y al final terminó entre calles apenas iluminadas por los faroles. Sabiendo las consecuencias que eso podría traer, Dagmar siguió su camino, y se sobresaltó cuando un hombre corpulento, pero no obeso le habló. La chica arqueó una ceja dubitativa, pero al final cedió; quizás era su aburrimiento, quizás su necesidad de algo nuevo, a fin de cuentas cedió.

— ¿Un dibujo? ¿Cuánto me cuesta un dibujo suyo, señor? — Preguntó con cortesía, tenía el dinero necesario para poder pagar cualquier lujo, sin embargo estaba calando el momento, la situación, el ímpetu del individuo. — Podemos hacer un dibujo, pero llévame a un lugar dónde los susurros no se escuchen, sólo nosotros, nuestras respiraciones, tus pinceladas, y alguna que otra de nuestras palabras — Su mirada severa se posaba en los ojos del gitano.No bromeaba, si ella corría peligro, la estaban buscando y la seguían, entonces necesitaba un lugar para tener el tiempo de ser retratada.

por **Gabriel Cavalho** Sáb Sep 13, 2014 9:15 pm

Noches hermosas, noches frescas
Ilumina esta noche solitaria
Con el rostro de la belleza

El frio viento de la noche desplazándose cual perdido caminante, como el amante que busca a su musa, así estaban de ocupados estaban que entre sonrisas y manitas tomadas, caminaban por la adoquinada plazoleta, la fuente de agua donde los pequeñines adoraban jugar con sus esferas en el suelo, unas niñas jugando con sus muñecas de trapos, el carrito de dulces y flores, las glorietas para enamorados y uno que otros pintores plasmando ese amor para algo eterno.
Así mismo entre los adoquines alejados de toda la nobleza y gente de sociedad, están algunos que no son bien vistos, pero que al final son tomados en cuenta por algunos que comienzan a apreciar su arte o lo que vendan en el momento, ya sea pinturas, bailes, leídas de la mano, incluso hasta trucos de magia o solo música para ambientar la noche. No hay nada mejor que los canticos para alegrar el alma y hacer que las manos se muevan en busca de la verdadera esencia de los mortales e inmortales.

El rostro bello pero marcado por unos ojos tristes y algo ausentes se presentan de forma altiva pero que no pueden ocultar ese brillo extra que le hace falta recuperar, su antigua forma, quizás una discusión, quizás algo estaba roto en ella o creía que lo estaba, sus palabras tan duras y demandantes que hizo que esbozara solo una sonrisa, una sonrisa como respuesta a todas sus inquietudes, extendió la mano a la joven en muestra de educación –No le costará nada, la primera de la noche es cortesía de la casa- una sonrisa más que ilumina su rostro el cual con una venia del mismo da por entendido a las palabras de la mujer –Señorita, el lugar es el de menos cualquier espacio abierto sería perfecto para dibujar su alma y esencia y lo que más anhela su corazón, pero si lo que desea usted es privacidad, bien pueda indicarme su hogar, que con gusto iré a su puerta a retratarla en justicia- toma un carboncillo para bajar la mirada, ya había observado aquel rostro a la perfección y lo había memorizado, al menos en los primeros momentos ya tenía lo justo para su tarea, sin alzar la vista de su lienzo, su voz suena tan calmada pero concentrada en la labor –Madame, tome asiento por favor no me gustaría que se cansara de esperar por su pintura, además aquí no tiene de que preocuparse, está a salvo de que le roben, ¿quién robaría estando cerca de ladrones?, claro así es como muchos nos ven- sonríe cuando da los trazos a los ojos de la mujer en el lienzo, para él, dibujar y pintar es más que solo un arte es una expresión de pasión, la pasión oculta de la vista humana.

por **Dagmar Biermann** Miér Oct 08, 2014 9:46 pm

Sus ojos claros se desviaron por un momento al cielo disfrutando de su oscura inmensidad. Se preguntó entonces si así se veía su alma; oscura, inmensa e imponente. No lo sabía, quizás el único que pudiera darle respuesta al respecto sería el mismo que convertía su dolor en un terror inimaginable. Suspiró profundamente y luego bajó de nuevo la mirada al hombre. ¿Por qué iba a hacerlo esperar? Lo cierto es que la joven no tenía intenciones de seguir pasando malos ratos, así que buscaría la forma de distraerse, lo que estuviera por venir lo debía afrontar con la frente en alto, no lamentándose todo el tiempo como lo había hecho. Se había cansado ya de recordarse porqué no debía amar, y sin embargo seguía con ganas de sentir aquello que se alojaba en medio de su pecho y le daba calidez.

— Me sorprende que un "ladrón" no quiera cobrar por su trabajo — Comentó con una sonrisa burlona, mostrándose un poco más natural. — ¿No son ustedes los que más pelean por su falta de monedas? ¿Qué lo hace diferente al resto? —Ella sabía que sus palabras lejos de ofenderlo le podrían dar gracia. La sociedad parisina no se cansaba de tacharlos como unos vagos ladrones, ella se negaba a creerlo, había conocido a un par que resultaba ser más honrado que los demás ¿Por qué iba entonces a catalogarlo como el resto? Sin embargo gracias a las palabras del hombre, pudo hacer un chiste que quizás podría ser bastante cruel, pero resultaba ser cierto.

Tomó asiento cómo el gitano le indicó. No es que se fuera a cansar, o quizás sí, desde su casi trágico accidente, la cazadora había cambiado un poco sus maneras, incluso su condición física se había caído ligeramente, pero estaba a tiempo de retomar el ritmo que tenía desde antes de toda desgracia. Quizás incluso volvería s u vida de nómada para proteger a esos que no se podían proteger de forma natural. No lo sabía, no era momento de estar pensando o sacando conclusiones porque sí, lo mejor para ella era disfrutar el momento y ya.

— Es la primera vez que lo veo por estos lares — Y mira que ella tenía estudiada casi todas las zonas de París, claro que no podía sola, tenía quienes la acombaban, pero conocía a la perfección a los hombres y mujeres que pasaban con más frecuencia por algunos lugares — ¿Desde hace que tiempo pinta? — El arte no viene de la noche a la mañana, ella está segura que existen quienes nacen con ese don, e incluso como bebes lo llegan a proyectar, pero era cuestión de perspectivas. Muchos creían que las habilidades sólo se obtenían con la practica, y podría ser eso cierto, pero no lo sabía a ciencia cierta. Se quedó entonces quieta, esperando que el pintor le hiciera comentarios algunos. Una buena platica nunca estaba de más.

por **Gabriel Cavalho** Lun Oct 13, 2014 11:23 pm

Si para alcanzar la belleza merezco más pinceles
Para encontrar el alma merezco tu mirada.

El frio viento de la noche, como las noches en vela de las madres a sus hijas así acaricia el viento la hojas verdes de aquella de los árboles primaverales, su frescura estival se siente y se percibe a cada paso, desde el salir de los hogares con corazones alegres y llenos de vitalidad pero no siempre lo que se muestra es lo que hay en el corazón, algunos rostros sonrientes ocultan grandes tristezas y dolores que nadie imagina ni puede pensar y en una ciudad como la de parís con el auge de los comercios y rutas comerciales con el nuevo mundo, ¿Qué más podría pasar? Pero hay males que atacan a cada uno y esos ocurren porque somos quienes lo permitimos.
En el silencio a veces olvidamos lo importante, nuestra verdad pero no es la verdad en palabras a otros si no la verdad a nosotros mismos, porque el vernos a los espejos y mentirnos de que todo está bien y no pasará más es lo que más daño nos hace porque solo creamos el espejismo a la sociedad.

…pero dentro de la sociedad hay quienes pueden ver no el exterior sino el interior, con un solo gesto, una sola palabra…

Uno a uno iban dándose los trazos sobre el lienzo primero el carboncillo en pequeños compases siguiendo las marcas de aquel rostro, su mentón siguiendo por aquellas mejillas, hasta terminar en las finas hebras que componen el cabello, largas y onduladas líneas que asemejan aquel cabello, los ojos del gitano no se desprenden de su obra al contrario se marcan más en cada línea que dibuja ni siquiera mira si va correcto acorde a la modelo, las yemas de sus dedos van haciendo la magia difuminando el carboncillo a su paso el color negro se impregna en él que con una sonrisa mira los ojos de la mujer sobre el dibujo, la voz melodiosa de la mujer que rompe el silencio y la rimbombantes protocolarias palabras por continuar con la broma de lo social solo logra que en el joven gitano se esboce una sonrisa mayor -Señorita hasta los ladrones tenemos códigos de moral y no robamos en la primera pero quizás en la segunda o tercera si, nadie le asegura que después no la siga y robe en su mansión o quizás sea solo una carnada para que seres oscuros vayan tras de usted y los suyos, hay miles de formas de robar- alza la vista sonriendo con sus propios ojos sin marcarla en los labios –Un ejemplo de eso es que robe una broma suya- una risa y regresa esos ojos claros al lienzo dando acabados y toques en iluminación y sombreado.

Aún quedaban preguntas de la dama en responder pero él no lo haría así no más, con palabras pensadas y rebuscadas se las mostraría cada una de aquellas respuestas. Al dar el último toque de dibujo a su retrato decidió tomar unos colores, claros y oscuros pero no uso el pincel si no que fue con sus dedos, tocando por los ojos, el cuello y los cabellos, los brazos…y entonces se permitió mostrar su obra

-Así como esta obra que usted ve y que no le he pedido que posara más que solo que me mostrará su alma, ahí está el reflejo, una mujer que se muestra dura ante todos cubriendo con sus manos que son sus acciones su verdadero interior, una mujer que sufre en silencio ¿por qué? ¿amor? ¿Cariño? ¿Costumbre? O porque teme algo- sonríe extendiendo la obra a la mujer para que la aprecie mejor –no deje que sus acciones cubra aquello que realmente la hace hermosa, su sonrisa y su alma- retoma una franela manchada para limpiar sus manos –Sus ojos son hermosos captan la belleza de lo que la rodea pero están llenos de ira, odio, maldad, ha vivido mucho con ello, es dura pero no lo es en verdad ha sido forjado por usted mismo quizás por su trabajo o su convicción propia- saca de su abrigo un frasquito de licor para dejarlo en las manos un poco y quitarse la pintura –Siempre ando aquí, allá, quizás mañana me vea en España o en Italia depende de donde las almas me lleven así como a usted sus acciones señorita- el gitano se permitió ahora mirar a su primera clienta, miro aquellos ojos que mostraban una tristeza muy oculta, muy secreta.

por **Dagmar Biermann** Sáb Ene 03, 2015 1:00 pm

Inevitablemente frunció el ceño de un momento a otro. Dagmar era una joven hiperactiva totalmente. No se podía mantener ni un momento quieta, y eso debido a sus formas de ser desde pequeña. Se trataba de una autentica cazadora, de esas que lo llevaban en la sangre, y que disfrutaban los espacios libres. Adoraba poder encontrarse en ese lugar, esperando que le hicieran su retrato, sin embargo permanecer de esa manera, sin tener que moverse por mucho tiempo la ponía de muy mal humor. Suspiró profundamente un par de veces para intentar tranquilizarse, todo sin éxito alguno, pero debía hacer un esfuerzo, salir de la rutina, mostrarse de una manera más paciente, porque la vida le estaba dando jugarretas fuertes, y era inevitable para ella tener que aprender esas maneras de ser. Empezar con un gitano pintor no estaba mal. De hecho le daba curiosidad y cierta gracia, lo miraba aquello con optimismo.

Observó la pintura un momento. Se veía, se admiraba, y sonrió. Era ella en su estado puro, pero lo que rescató más de ese momento fue el don que el gitano tenía. Sin duda era talentoso, no cualquiera tocaba lienzos de esa manera y con tanta rapidez. Arqueó una ceja mirando primero el retrato y luego a él. Volvió a suspirar ensimismada y luego le hizo una reverencia educada. Estaba contenta con lo que el hombre había hecho ¿Para que negarse? No podía hacerlo, así que dejó a un lado sus pensamientos, tristezas y amarguras para centrarse en su ahora acompañante.

— Para ser un ladronzuelo debo asegurarle que tiene usted el don en las manos, debería aprovecharlo, sacarle provecho y con ello poder ayudar a los suyos, ustedes los gitanos se encierran en su mundo y no ven lo que podrían hacer en el nuestro — Negó repetidas veces — La amargura no me acompaña, tampoco la ira, ni el dolor, estoy predispuesta ya a lo que la vine me tiene preparado, sin embargo también soy ser humano, y tambaleo a mi andar ¿a usted no le pasa? — Sonrió de medio lado sin poder evitarlo, lo cierto es que toda esa negatividad había desaparecido. Sus ojos brillaban, estaba ansiosa por poder dar manos a la obra a todo aquello que le esperaba con el tal Horst Neumann.

— Digame una cosa ¿Usted está complacido con su vida? ¿De verdad es feliz con la incertidumbre y el tener que mendigar o robar? ¿Lo cree correcto? La vida fácil debe ser deliciosa, poco esfuerzo, pero que poca credibilidad, que poco valor propio — Y lo decía en serio, a ella le había costado demasiado trabajo tener aquel entrenamiento, conocer a la gente indicada, y también haber prevalecido con aquella academia tan antigua que muchos cazadores del mundo llegan a ella para cumplir su misión. El esfuerzo valía más la pena que mendiga o estafar, ¿por qué los ladrones se enorgullecía de su miserable forma de subsistir?

por **Gabriel Cavalho** Mar Ene 20, 2015 12:30 am

Los sonidos del viento que vuela lentamente acariciando las ramas de los árboles al compás del eco muerto de los vestidos de damas y doncellas que se mecen con las pequeñas ráfagas traviesas, es una canto agradable como el de las hojas que se bambolean lentamente ya sea en las ramas como en el suelo, una melodía que no todos pueden disfrutar y menos apreciar

Limpiando las manos de las manchas que ya perdieron su valor cuando aquella a la que retrataba pudo contemplarse terminada sobre el lienzo, aun entre sus dedos queda la huella impronta de lo que fue la muerta pintura con su destino, el gitano solo sonríe a la señorita que le dedica palabras y gestos de agradecimiento así lo ve él que solo responde con un leve gesto de su cabeza por la reverencia justo cuando retoma otro lienzo blanco limpiando las posibles esporas de polvo e imperfecciones que puedan dañar la pintura, sus dedos remarcaban muy lento aquella blancura existente centímetro a centímetro iba recorriendo con las yemas de sus dedos ¿por qué se demoraba? para dejar que la misma dama se diera cuenta.

Mostro el lienzo sin imperfección alguna solo con una sonrisa y entonces fue cuando los colores comenzaron a mezclarse rápido, del claro al oscuro bajado en agua, con tonos fríos y cálidos mezclados, era todo un mar de colores –Que ve aquí señorita, son solo manchas de colores, muy fe verdad no merecerían estar en el lienzo perfecto que le mostré deberían ser borrado y dar paso a unos mejores colores, pero, qué tal si le digo que estos colores que usted ve con desagrado, esta mancha de mezcla puede hacer que la pintura sea la mejor a la vista, que lo que usted ve como mancha no lo es al contrario es el estado puro de una no conocida felicidad– regresa sus manos moviendo más los colores apartándolos repasando sus dedos en la división de cada punto, iba a apartando los colores hasta crear un paisaje con bosques y cascadas en los mismos tonos que había mezclado antes, uno que otro detalle más en el tono del atardecer, en la caída del agua, el pequeño puente y aquella cabaña a la orilla.

Una vez culminada la obra de arte la deja a un lado a aquel paisaje, esta vez no se limpia las manos extiende su mano para dar un apretón al de la joven riéndose porque sabe que nadie tocaría las manos sucias de un pintor, se limpia en la camisa sin dejar de mirar a los ojos de la dama –Mis manos están limpias pero las ves manchadas verdad ¿sabe usted cuantas manos manchadas y que se ven limpias ha tocado? ¿Lo acepta? ¿Vive y comparte con ellos?, para ustedes no somos más que ladrones sucios y viles que se regocijan en una inferioridad, pero yo lo pregunto a usted ¿el que no paga a sus empleados y los mata para no pagarles es un buen hombre? Si para ustedes, mire a su alrededor cuantos de los suyos no roban a diestra y siniestra, mata y se regocijan en la mendicidad, si señorita yo no mendigo ofrezco mi trabajo lo mejor que se hacer crear con estas manos que usted halago para otros, no mendigo amor, no mendigo dinero, trabajo honradamente no le quito el pan de la boca a nadie se lo doy y le extiendo la mano a quien la necesite, eso es felicidad, vivimos con poco y tenemos mucho mientras otros viven con muchos pero tienen poco, tenemos algo que no tienen los demás y por eso están vacíos por dentro, usted ve mal que algunos gitanos roben y algunos otros pobres también pero ¿ve malo que un rico robe, que un poderoso mate?, no porque usted lo ve bien y sabe por qué es eso señorita– sonríe tomando otro lienzo cerrando los ojos para imaginar pintando en el carboncillo formas y rasgos femeninos muy pequeños como de una niña pequeña de apenas cinco años, dejando la pregunta en el aire.

por **Dagmar Biermann** Lun Feb 09, 2015 10:21 pm

Sin duda él estaba equivocado. Ella nunca ha juzgado por clase social. Es cierto que a ellos les dicen ladronzuelos, ella misma los menciona así, aunque lo hace de forma sarcástica, jamás nunca en su vida quiso poner en el mismo costal a los de una misma especie por las acciones de algunos cuantos. Nadie es cien por ciento feliz, ni con todo lo que tenga, ni con nada que no posea. Eso es evidente. Existen personas poderosas que sólo ambicionan riquezas, y que en los años posteriores sufren la perdida del tiempo, pues nunca encontraron un verdadero amor. Existen pobres que sólo roban en vez de educarse para poder trabajar de forma honrada. Todo es sumamente complicado y al mismo tiempo tan básico. Por eso ella no se cierra a la verdad.

Cuando Dagmar decidió por completo que quería ser en la vida. No tenía el mismo pensamiento que su padre. Para ella no se debía matar a un ser de la noche simplemente por ser distinto a un humano. Había conocido tiempo atrás a un vampiro de nombre Danill, por poco le corta la cabeza, pero lo cierto es que aquella criatura melancólica y auto destructiva, le enseñó que existían seres cómo el que no se metían con los demás, que no los dañaban, y que buscaban tener una existencia en paz. No se trataba de una persona cerrada. Por eso experimentaba.

Lo cierto es que ella no quería hablar sobre lo correcto o lo incorrecto, lo real o lo ficticio, la crueldad o la justicia. Por eso había escapado de casa, necesitaba distraerse, no creer en lo malo, sino en lo bueno. No estaba para pensar en prejuicios. Su decisión estaba clara, así que cambiaría de tema para su comodidad. Él no tenía derecho a forzarla en entablar esa conversación. Así que esperaba le comprendiera y respetara. Observó entonces los colores, las prendas del artista, la noche, la tranquilidad de la misma. Suspiró repetidas veces hasta notar la calma a su alrededor, por fin en mucho tiempo se sentía en paz.

— Dígame, ¿desde cuando sabe que es dotado de ese don? ¿desde cuando descubrió que debía sacar provecho a lo mismo para tener unas que otras monedas de más? — Le estudio con la mirada — ¿Quién le alentó a guiarse con ese camino? — Datos que para muchos podían resultar básicos, para ella se trataba de información clave. Muchos de los casos graves que había cubierto iban de la mano de inicios trágicos, vidas desagradables, personas maltratadas. — Yo aprendí mi profesión porque a mis padres les apasionaba, eso me inspiró, y por eso estoy aquí — Era cierto, toda actividad positiva y negativa venían de la mano de esa pasión, de esas decisiones.

por **Gabriel Cavalho** Vie Abr 03, 2015 11:33 pm

Aquellos cabellos alborotados en pequeñas hebras, minúsculas e imperceptibles al gusto creando danzas por las melodías entonadas del viento, ahí iban los propios mechones de aquella mujer entregándose a la pasión de notas inexistentes pero como podría imaginarse aquella danza, por lo pronto le tomo cual tenue melodía que inicia a acompasados trazos para luego desencadenar en torbellinos complicados, tal cual las palabras.

Sonriendo iba mientras terminaba otra pintura con aquellos dedos hábiles que se movían sobre el lienzo cautelosamente, esta vez los toques eran delicados como si no quisiese dañar a su poseedor, las uñas hacían rasgos retirando algo de pintura, ciertas zonas estaban más cargada de pintura tomando el color de sombras verdosas y otras en cambio tenían sombras a ocre, dos tipos de sombras pero aun no satisface aquella creación. Con la vista en lo alto sus ojos divisan a la musa de sus pinturas, una polilla que vuela hasta las luces de las velas esperando quedarse al cálido resplandor.

–Que hermosa polilla, ¿no lo cree señorita?– con esa sonrisa centra su atención en la mujer, aquellos orbes claros se posaron sobre los de la mujer mostrando su completo interés en ella, en sus preguntas en su vida, pero no solo era el admirar a la joven, sus dedos no dejaban de pintar el cuadro que sobre sus piernas descansaba, una a una las alas de la polilla iban tomando forma, las sombras ahora estaban en tenues colores grisáceos con amarillo sin olvidar los anteriores; el silencio se apoderó de la transitada calle que aun con sus ruidos podía cortar con espada las palabras volviéndose silenciosa. Terminando la obra dejó descansar sus agotados dedos mirándolos de cerca, viendo cuanta pintura se albergaba en cada poro de aquella piel, pero no era la pintura que observaba si no la respuesta de la dama a la pregunta formulada, no pretendía mentir ¿con que objeto?.

Un suspiro largo y ahogado se fue muriendo entre los labios, jamás le habían preguntado por su talento y a la vez nadie le había puesto atención a ello, quizás eso era lo correcto o lo que se piensa correcto, alzó la vista mostrándole las manos –Usted aprendió de sus padres, usted se motivó viéndolos a ellos pero ¿Cuándo supo que tenía el don de ello? ¿Cuándo supo usted que era excelente en lo que hacía, que era perfecta para el trabajo y encajaba muy bien en ello? Quizás lo sintió aquí– tocando el pecho justo donde estaba su corazón, aquello ojos se cierran sintiendo las pulsaciones de su alegre ser que cantaba y vitoreaba de júbilo –Sabe no somos tan diferentes, usted se llenó de gozo al ver a sus padres mientras que a mí mi madre fue quien impulso este arte, ella veía que no era normal, no era igual a otros niños y mi madre hizo de todo para que siguiera ese rumbo incluso diciéndome que “ya eres un hombre debes ir a la ciudad y buscar al maestro Ucello él te enseñara todo” mi madre renunció a mí para que yo pueda hacer lo que mejor se hacer digamos que desde pequeño podía mirar lo que nadie más podía, era como un perro viendo el arcoíris de frente, nadie más puede hacerlo pero mis ojos y manos si pueden y me gusta ayudar a lo que no tienen esa visión, y si puedo ganar algo de dinero para seguir mostrando ese arcoíris ¿por qué no hacerlo?– sonriente siempre iba y así iba recogiendo sus pinturas y pinceles, aquellos trapos y lienzos pintados –Dígame algo señorita ¿a quién ayuda usted? ¿Por qué lo hace? ¿Qué gana con ello? ¿Cuál es su objetivo final?– sus manos aun sucias toman aquel cuadro de cascada con la cabaña entregándole a la joven, dos cuadros gratis por las charla –Tenga, un pedazo de arcoíris para que libere su alma cuando no tenga las respuestas– y esa sonrisa ¿por qué sonreía tanto? Quizás porque aquella joven tenía algo que le llamaba la atención y se reducía a sus ojos.

por **Dagmar Biermann** Jue Abr 09, 2015 9:45 pm

Reconocer el talento ajeno no es complicado, mucho menos cuando sabes de que se trata, que se siente, y hacía donde se puede enfocar tu habilidad. Ella nunca supo a ciencia cierta porqué quiso seguir la linea de cazadores. Era cierto, su padre deseaba poder tener un hijo varón, cuando la tuvo no se desanimó y la entrenó, pero el Sr. Biermann habría aceptado y amado a su hija de la misma manera sino se hubiera dedicado a la cacería. Aquel hombre a pesar de sus errores mantenía en su interior un corazón lleno de amor, alegría y bondad, y la niña de sus ojos nunca podría ser infeliz, mucho menos por cuenta propia, así que quizás era cierto que las corazonadas existían, y que ellas eran las sabias; ni siquiera la razón.

Cuando salió de casa no imaginó llegar a tener una platica tan agradable, menos que le hiciera reflexionar de todo aquello que había tenido, lo que le generaba privilegios, y le llenaba de felicidad. Ser una nómada la volvía loca conforme pasaban los días, pero también ese estado le dio privilegios. Amar nunca lo pasó por su mente, y ahora que había encontrado el amor, no lo deseaba dejar ir fácilmente. Si se tenía que hacer sacrificios, entonces se iban a hacer, sin más.

Observó las obras y se movió un poco inquieta. El profesionalismo con que el chico la había retratado le puso los pelos de punta. Se sintió abruma y al mismo tiempo privilegiada por aquel regalo que le dieron. Suspiró con pesadez, y se imaginó de un primer y gran trabajo acompañada de Hunter. En su interior todo vibró ¿cómo era posible que ese hombre le tuviera en ese estado? Era cierto que las mariposas existían, y que los fueron artificiales se incendian con su presencia, también que no había otra cosa más en el mundo cuando se encontraba junto a él.

— ¿No cree que a veces hay preguntas que no tienen respuesta? — Cuestionó de forma singular y alegre. — Cosas que sólo sabe el corazón la razón, y en realidad la razón no existe — Ensanchó la sonrisa — Ayudo a todos, incluso a usted, intento mantener un equilibrio en esta ciudad, y por donde piso — Se mordió el labio, no era correcto decir más de la cuenta a las personas — Dígame una cosa ¿dónde puedo encontrarlo en otra ocasión? Quisiera saciara mi duda, me encantaría posar junto a una persona, y claro que deberá cobrarme lo que es justo, o quizás podríamos reunirnos en algún lado ¿qué le parece? — No se iba a quedar con las ganas, mantener su imagen en un papel por la eternidad para los dos sería una bendición.

por **Gabriel Cavalho** Miér Mayo 06, 2015 10:35 pm

La voz tintineante de la mujer le recordaba a los majestuosos árboles y a los helechos que se movían con el viento, susurrando leves notas con esos colores llamativos que te invitaban a perderte entre la tierra, recostado admirando el claro cielo rodeado solo de naturaleza, es más hasta una pintura inconclusa de ello tenía en su pequeño taller. Terminando de juntar sus cosas y limpiar sus manos en aquel pañuelo solo se limita a sonreír a la mujer cuando está parado frente a ella con sus cosas tomadas entre los brazos y un bolso donde lleva los objetos pequeños como pintura, pinceles, agua, pañuelos.

Los ojos de la mujer le recordaron las palabras de su madre igual de profundas y con muchos significados, cuando lo alejó de su lado para que siga su camino ¿habrá hecho bien? Se preguntaba, y ahí estaba ahora, presa de su pasado por uno ojos que le llevaron a ello, a meditar si había sido lo correcto, si, lo era porque todos tienen que encontrar su propio camino en la vida y solo se requiere un pequeño empujón de la gente que realmente te quiere incluso a costa de su felicidad. Sus pensamientos se quedaron ahí porque el rumbo que tomaba no le era nada grato, cuantas cosas tuvo que soportar con su maestro tanto físicas, psicológicas como visuales, cuanto extremismo soporto porque al tutor no le agradaba lo que creaba, porque no podía ver lo que el corazón de él podía ver. Si ahí estaba su magia como gitano, muchos predicen el futuro o ven el pasado en cartas, runas, te, cigarros, otros solo en sueños pero en aquel gitano todo era incierto porque su mayor don era ese, mostrar a través del arte lo que las personas eran, son y serán.

Se acerca a la mujer con esa sonrisa que refleja su bondad y sinceridad, deja los lienzos en el suelo cuando esta junto a ella y con la mano ahora libre señala todo el lugar –Hay algunas cosas que no queremos ver, pero sabemos que están ahí solo las dejamos para otro momento, cuando tengamos paciencia e intención de hacer algo, así son las preguntas sin respuestas, no queremos buscarlas porque tememos encontrar algo que no nos guste, la razón no existe porque el corazón no piensa en ello, señorita todas las respuestas las encuentra en su corazón toda las razones el corazón le dirá pero su mente no las entenderá y creerá que no existen, que pena que no oiga a su corazón gritar, yo si lo oigo, oigo al mío y al de la gente que me rodea–

Con una sonrisa en sus labios levanta sus lienzos dando los primeros pasos pero gira para caminar de espaldas levemente, casi de lado, para sí mirar a la joven –Señorita mi lugar es incierto, por aquí y por allá ando por todos lados voy dando colores a las grises vidas parisinas, pero quizás pueda ir a mi humilde taller al final de la calle muy cerca al jardín botánico y a su vez alejado del ruido de las personas, puede ir con él o puede visitarme para acordar una cita, no se preocupe si n estoy le atenderá mi asistente, una bella gatita, ella sabe dejarme hojas con manchas de colores para cada cliente nuevo, es un sistema que tenemos los dos– la risa en el aire y él avanti por la senda de aquellas calles que se alumbran a su paso.

por Contenido patrocinado

Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}

Re: Si miras la pintura ¿que puede pasar? {Dagmar Biermann}