Poor Little Lambs | Privado

por **Callum Norrington** Vie Oct 17, 2014 10:56 pm

Innocence eroded into nightmare

¿Alguna vez Levana permitiría que la tocase? Callum se lo preguntaba en silencio, especialmente cuando llegaba la noche y ella dormía acurrucada contra su pecho, permitiendo que los suaves latidos del corazón del rubio la arrullasen como a un bebé. Desde su llegada a esa casa, no había noche en la que no dedicara varias horas de la madrugada para velar su sueño, tiempo en el que se dedicaba únicamente a observarla, aunque muchas veces había deseado hacer más que eso. Callum era muy joven, considerado por muchos todavía como un niño, y podía estar perturbado y dar la impresión de que no le interesaba ese tipo de acercamiento con nadie, pero no dejaba de ser un muchacho, y como todos, tenía necesidades. Por mucho tiempo, el deseo sexual había permanecido dormido, pero ella, Levana, se lo había despertado.

Esa mañana, después de haber permanecido mirándola durante casi una hora, gobernado por sus deseos, finalmente se atrevió a ir más allá, y la tocó. Todavía no había logrado superar la extrañeza que esto le provocaba, el deseo que lograba despertar en él, porque era la primera vez que experimentaba una sensación tan humana como esa, pero la tentación había sido tan grande que sencillamente había sucumbido ante ella. La tocó suavemente, colocando su mano sobre uno de los senos de la muchacha, explorando con cuidado la suavidad de esa zona a través de la tela de su bata de dormir. Como era de esperarse, la muchacha dio un respingo y, completamente sobresaltada por la inesperada cercanía, salió de la cama y lo miró desde el otro extremo con los ojos muy abiertos. Parecía sorprendida, pero también muy asustada. Callum se incorporó rápidamente y, recordando ese traumático episodio por el que ella había pasado, mismo que había compartido con él semanas atrás con la esperanza de que pudiera comprenderla y solidarizarse con su pena, se dio cuenta del grave error que había cometido al haberla tocado sin que ella se lo permitiese antes. Ahora ella lo veía como a uno de sus enemigos, como si de pronto se hubiese transformado en uno de los hombres que la habían violado en el bosque en aquella trágica ocasión.

—¡Tranquila, Levana, lo he hecho sin pensarlo! —Exclamó el muchacho con una voz dolorosa que le estrangulaba la garganta.

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CODE BY NIGEL QUARTERMANE

por **Levana Maréchal** Sáb Ene 03, 2015 1:08 pm

Callum era tranquilidad, esperanza, estabilidad, seguridad, y extrañamente, el deseo de poder superar sus terrores y medios para volverlos trazos que le llevarían a un futuro, todo eso con él. El joven aunque tenía sus problemas personajes, dejaba todo a un lado para poder darle a ella alegría. Ella se sentía agradecida. Su pecho se inflaba lleno de regocijo cuando lo tenía enfrente, y más de una vez sus manos se habían rozado, logrando que la joven fuera alejando las tensiones al tenerlo cerca. La primera noche que durmieron juntos la castaña lloró en silencio. Su cuerpo había amanecido adolorido gracias a la tensión que había abrazo aquella noche. Sin embargo sus caricias castas e inocentes sobre sus hombros le dieron la calma para poder conciliar el suelo. El tiempo y la costumbre fueron los mejores amigos de ambos, porque fue así como incluso aprendió a utilizar menos ropa para dormir. Una vez se sorprendió despertando con las piernas entrelazadas.

Una verdad absoluta es que cerca del joven las voces se mantenían al margen. Lo cual le hacía sentir feliz. Le alejaba de creer que se encontraba loca.

Aquella noche Levana había pasado varias horas intentando perfeccionar sus habilidades culinarias. Le había dado la mejor cena, incluso se atrevió a hacerle una tarta de manzana, y también pudo salir de su propiedad para ir a comprar un poco de alcohol, y no cualquiera, sino el más fino de todos.

Cenaron en medio de risas, y terminaron por acostarse a descansar cuando ella se sintió mareada. Lo abrazó y se sumergió al mundo de los sueños. Las pesadillas no aparecieron, de hecho soñó con un bebé de cabello rubio que la abrazaba colocando sus manitas al aire para pedirle que le cargara. Sabía que ese pequeño buscando amor era Callum y por eso lo mimó y animó a sentirse segura en sus brazos, tal cómo cuando él lo hacía con ella antes de dormir.

La luz del sueño fue disminuyendo, se volvió oscuridad, y también sintió el frío estremecer. Fue entonces cuando abrió los ojos sobresaltada, y su figura lejos de sentir frío estaba empapada en un sudor que le indicaba estaba aterrada y alarmada. Se encontraba fuera de la cama, ella había dado un brinco alargando las piernas y cruzando toda la habitación para tomar distancia.

— ¿Por qué? — Susurró con las lagrimas desbordando sus ojos, mojando su endurecido y acongojado rostro. — ¿Por qué me haces esto? — Negó, sus manos ya había formado dos pequeños puños — Confiaba en ti, eras mi salvación… ¡Lo eras! — Y ahora se estaba convirtiendo en su condena, si él la había defraudado, no tardaría el mundo en hacerlo también. Su dolor era evidente, pero esta noche no quiso golpearlo, simplemente quiso saber.

por **Callum Norrington** Miér Mar 11, 2015 12:53 am

Los ojos de Callum se abrieron como platos al escuchar los gritos de Levana. Le taladraban los oídos. Y no es que no estuviera acostumbrado a escucharlos, pues era lo que más solían hacer los demás cuando querían recriminarle algo, pero hacía tantos días que Levana y él no tenían un disgusto que fue casi inevitable no sentir que se le partía el alma. Era como ver romperse una pieza que ambos habían ido tallando poco a poco hasta darle forma, y él, nadie más que él, la había roto.

El muchacho caminó vacilante a su encuentro, pero ella volvió a alejarse, corriendo por la habitación, buscando algún refugio de los brazos y las palabras del rubio. Parecía tan atormentada. Las lágrimas no se hicieron esperar y empaparon el rostro de Callum. Todo había empezado por una simple caricia, un inexplicable impulso que lo había poseído como un demonio, pero que había ejecutado sin la menor malicia. ¡No quería herirla! Entonces, ¿por qué ella se ponía así? ¿Tanto le desagradaba ser tocada por él? ¿Por qué? ¿Acaso no le había demostrado cuánto la quería?

Durante semanas enteras se había esforzado con el alma por ser bueno, se había mordido la lengua cuando algún comentario tóxico amenazaba con brotar de su boca, y había reprimido toda clase de deseos por ejecutar acciones reprobables que lo atormentaban. Para él tampoco era sencillo, pero lo intentaba, como nunca antes había hecho, simplemente porque no había sentido la necesidad de ganarse el cariño de una persona. Pero desde la llegada de Levana todo eso había cambiado. Sus prioridades –porque sí, ahora las tenía- se reducían a eso, a ser aceptado por ella. ¡Y ella lo rechazaba! ¿Por qué? ¿Por qué tenía que hacerlo? ¿Por qué precisamente ella?

El muchacho gritó lleno de frustración, uniéndose a los gritos de la propia Levana, convirtiendo, por un momento, aquella pacífica casa en un verdadero manicomio.

—¡Tú eres la culpable! —le gritó con todas sus fuerzas desde el otro extremo del dormitorio, ya sin intenciones de acercarse y recibir algún golpe—. ¡Te me metiste aquí, aquí… y aquí! —con sus manos señaló su cabeza, el sitio donde yacía su corazón, y finalmente el resto de su ser—. ¡Te tengo en todo el cuerpo! ¡No sé qué me hiciste! ¡Me estás volviendo loco!

Se agarró la cabeza, tirando del rizado y rubio cabello, como si realmente aquello lo atormentara. Se dejó caer pesadamente sobre el piso. Su llanto se intensificó y comenzó a berrear como si fuera un crío de escasos años, completamente desprotegido. Las lágrimas le nublaron la vista, y estaba tan ensimismado en su propio dolor, que no se dio cuenta de cuando Levana abandonó la habitación. Un portazo se lo confirmó.

—¿Levana? —preguntó cesando su llanto para asegurarse de que su oído no lo traicionaba. No obtuvo una respuesta—. ¡Levana! —la llamó con todas sus fuerzas, pero era demasiado tarde, ella se había ido. Lo había dejado, como habían hecho todos a lo largo de sus escasos dieciséis años.

por **Levana Maréchal** Miér Abr 01, 2015 11:19 am

Levanta recordó un par de palabras. En el pasado, cuando su madre mostraba interés en ella, una tarde mientras volvía de su entrenamiento con el gitano, la joven bruja la escuchó decir algo relacionado con los seres queridos. Según su madre, amar a alguien te convertía en alguien débil; fácil de destruir. Cuando conoció a Callum sintió rabia, incluso quiso matarlo, conocerlo le había parecido una bendición, y sobretodo su estabilidad, pero escucharlo de esa manera, y notarse de esa forma, le hizo darse cuenta de algo que ignoraba: ellos se querían. Sin duda eso no estaba bien, ambos estaban rotos, y encontrarse con alguien igual de fragmentado que ella simplemente los llevaría a la ruina, ambos estaban en un error.

¿Por qué los seres necesitaban el contacto del ser amado para sentirse llenos? No lo comprendía, y lo cierto es que ella no lo necesitaba, pero al parecer Callum sí.

Huyó de aquella escena, por un momento estuvo a punto de caer ante el dolor ajeno. A ella no le gustaba verlo mal, y menos sabiendo que era la culpable, sin embargo en ese momento debía ignorar lo mal que él estuviera, debía preocuparse por ella, porque nadie le tocara, sí lo dejaba hacer aquello, él tendría permiso de hacérselo con violencia, y sería justificada. ¡No lo deseaba!

La bruja avanzó a paso firme y apresurado de la casa, así hasta llegar a la puerta principal, cuando se encontró frente a ella se quedó estática. ¿Volver a la realidad? No lo deseaba, ella llevaba semanas encerrada, escondida del mundo, y eso le había ayudado a progresar. Giró su rostro y avanzó hasta el sótano, con cuidado cerró la puerta, aunque en realidad la misma chilló, seguramente aquello delataría su ubicación ¿Callum la iría a buscar? En efecto, fue lo que hizo, ella simplemente se hizo un ovillo al fondo del lugar oscuro y humedecido.

— Por favor, no me hagas daño, Callum — Susurró con tranquilidad. Apenas se le veía un ojo, su rostro estaba cubierto por el abrazo de sus piernas, por sus brazos, y por su cabello. — Me da miedo que me toquen ¡ya lo sabes! Esto no es mi culpa, yo nunca te toco cuando no quieres, ni tampoco sin tu permiso — Se notaba que estaba temblando, aunque Levana se dio cuenta que no le tenía miedo a él, sino a sus propias reacciones. Los ojos del rubio mostraban la realidad, y ella se sentía ahora peor. La culpabilidad también existía en ella.

— Cuando llegaste a mi casa sabías la realidad — Cambió de posición, ahora se encontraba de rodillas, parecía como si estuviera confesando algo muy malo, una mezcla entre confesión y un pedido de perdón — ¿Sabes que es peor? — Le cuestionó con los ojos llenos de lagrimas — Yo te quiero, y quisiera que pudieras tocarme sin que me diera miedo, yo no quiero perderte, pero aún no estoy lista — Confesó bajando la cabeza, mirando al suelo sucio.

Si Callum no comprendía lo que ocurría en ella, sería la última vez que lo vería. Ella huiría.

por **Craig Ulrich** Lun Sep 07, 2015 1:24 am

Para matar el aburrimiento, Craig tenía como costumbre recorrer los bosques de los alrededores. Lo hacía de noche, cuando ya nadie podía percatarse de su presencia y él podía moverse con toda la libertad del mundo. La oscuridad no solo le brindaba protección, también se volvía su aliada, ya que gracias a ella podía camuflarse entre las sombras y pasar desapercibido ante sus posibles víctimas. Así era como operaba un vampiro como él, acechando, como hacían todas las grandes y peligrosas bestias. En uno de esos recorridos, casualmente había encontrado una casa situada en medio de la nada. Al principio había creído que se trataba de una vivienda abandonada, pero tras acercarse y merodear muy cerca, observando a través de las ventanas, se percató de que no estaba deshabitada, que de hecho dos jóvenes, que para él lucían bastante tiernos y apetitosos, como dos jugosos terneros, vivían completamente solos en ella.

Como era de esperarse, quien más logró acaparar la atención del vampiro, fue la muchacha. Lucía exactamente como le gustaban: joven, hermosa, y más importante aún, inocente e inofensiva. Se excitaba con solo pensar que se trataba de una virgen. No podía dejar de sonreír maliciosamente ante la idea de poder llegar a ultrajarla. Por eso, decidido a no que no se escaparía de las manos, la vigiló noche tras noche, durante casi dos semanas. Los jovencitos no solían salir demasiado, pero cuando llegaron a hacerlo, Craig tuvo la oportunidad que no supo rechazar. Ingresó a la casa y, tras examinarla brevemente con sus ojos de depredador, buscó un refugio en el que pudiera mantenerse oculto hasta que pudiera dar el gran golpe. Se decidió por el sótano, un lugar reducido, oscuro y húmedo, pero sin duda su mejor elección. Allí esperó todo un día, pacientemente, y cuando al fin llegó de nuevo la noche y estuvo decidido a salir de su escondite, no le fue necesario, pues la propia Levana se condujo hasta él, como la mosca que ingenuamente se acerca demasiado a la telaraña e irremediablemente queda atrapada en ella. Craig, que en este caso era la araña, no dudó en manifestarse cuando sintió segura a su víctima.

—Hola, belleza —le susurró desde atrás, logrando que ésta se sobresaltara con su presencia, pero sosteniéndola para evitar un posible escape—. ¿Así que no te gusta que te toquen? ¿Te da miedo? Qué ternura. Después de lo que pienso hacerte, te dará pavor.

Y con esas simples pero también escalofriantes palabras, Craig se le fue encima. Forcejeó con ella algunos minutos, pues la muchacha, pese a su notoria juventud y lo frágil que era su cuerpo, se resistía a ser lastimada. No Sin embargo, como era de esperarse, finalmente, la fuerza del vampiro pudo más. Con ambas manos rodeó su boca y nariz, impidiéndole el paso del aire hacia los pulmones, y presionó durante un buen rato con la intención de que ésta se desvaneciera.

—Dulces sueños, belleza… —le susurró utilizando un tono de voz en verdad repulsivo.

por **Callum Norrington** Miér Sep 09, 2015 12:56 am

Entonces, de un momento a otro y sin previo aviso, el inconsolable llanto mediante el cual expresaba su dolor, se esfumó para dar paso a la rabia. Así era Callum, incomprensiblemente cambiante, capaz de ir de un extremo al otro con una facilidad asombrosa. Nunca se sabía cómo iba a reaccionar ante las diferentes situaciones que se le presentaran, pues así como podía actuar agresivo, también podía mostrarse indiferente, y en escasas ocasiones, incluso amable. Era capaz de pasar del llanto al enojo, de la ira a la efusividad, y luego, sin razón o dificultad aparente, volver al llanto más desgarrador. Por eso las personas nunca sabían qué esperar de él y les confundía los sentimientos tan encontrados que era capaz de despertar en ellos. Les conmovía su juventud y su lastimosa historia, pero también les provocaba miedo porque no había duda de que, así como podía ser inofensivo, también podía volverse peligroso. Probablemente lo mismo le ocurría a Levana, que no terminaba por decidir si le quería o le aborrecía. Como era de esperarse, él no lo veía así. No veía sus virtudes –si es que alguna aguardaba por ahí, oculta- y tampoco la magnitud de sus defectos. Para él todo era blanco o negro, no existían los grises.

Alzó el rostro y, su mirada, hasta entonces afligida y llorosa, se convirtió en la más pura expresión de enojo. Con un movimiento agresivo, con el puño de su camiseta se limpió las lágrimas de la cara y, dispuesto a enfrentar a Levana, la siguió. La buscó por toda la casa. Azotó cada puerta. Hasta que logró escucharla bajando las escaleras, rumbo al sótano. Apresuró el paso. No obstante, cuando logró llegar, solo alcanzó a ver el atormentado rostro de la muchacha por un segundo y cómo la puertita se cerraba de golpe frente a su cara. Le pidió que le abriera, pero cuando se dio cuenta de que ella no hacía más que reprocharle cosas, sin la intención de dejarlo entrar, sus palabras se volvieron exigencias. Le gritó y ella, probablemente asustada por el tono agresivo que estaba utilizando, no obedeció.

—Entonces tiraré la puerta —amenazó. Sin embargo, cuando retrocedió dos pasos con la intención de tomar impulso y estuvo a punto de cumplir su promesa, algo lo detuvo.

Una extraña voz que no se parecía en nada a la de Levana se coló por la rendija. Callum se pegó a la puerta, aguzando el oído. Puesto que aquel sonido resultaba demasiado grave para pertenecer a una muchacha tan frágil, no le llevó demasiado descubrir que se trataba de un hombre.

—¿Quién está ahí? —cuestionó, pero no obtuvo respuesta. Las voces cesaron un momento y él comenzó a impacientarse—. ¿Vas a decirme quién está contigo, Levana? ¡Abre la maldita puerta!

Además de estar celoso, Callum tenía que admitir que empezaba a sentirse asustado. Sobretodo cuando le pareció escuchar gritos. Necesitaba, desesperadamente, descubrir lo que estaba ocurriendo allí dentro.

por **Levana Maréchal** Sáb Oct 31, 2015 10:54 pm

Los peores miedos de Levana se hicieron realidad. La cercanía de ese hombre, la mirada sugerente, el tono de voz agresivo y las manos indiscretas eran un conjunto atemorizante. Aunque la primera vez no inició de esa manera, comprendía hacía donde se dirigían. Enfrentar aquello que no la dejaba vivir con plenitud se había convertido en un golpe muy fuerte. Se sentía perturbada, y los pensamientos iban a todos lados menos a donde correspondía. Si tan sólo no hubiera discutido con Callum, probablemente estaría segura, envuelta en sus brazos sin tener que correr aquellos riesgos.

Levana a duras penas podía hilar algún tipo de pensamiento. Todo giraba en torno a su visitante, además de no comprender como había podido ingresar a su casa, ella nunca había descuidado ningún tipo de hechizo, remedio, o protección que alejara a cuanta criatura deseaba. Todo el tiempo había funcionado ¿por qué con aquel vampiro no?

Haciendo memoria se dio cuenta que algunos días había distraído su mente con actividades que realizaba con Callum, al sentirse más segura al lado del muchacho, creía que no sucedería ningún tipo de incidente, que la vida no debía llevarse con miedo, porque de esa manera no se disfrutaba. En ese momento lo estaba comprendiendo por completo; se arrepentía.

Cuando por fin reaccionó, el muchacho gritaba su nombre. Sonrió a pesar de la situación, y lo hizo porque sabía él se preocupaba por ella. Levana estaba perdiendo el conocimiento, sin embargo la fuerza interna que poseía también ayudaba. Por algo era hechicera. Aunque estuviera fuera de forma (en el sentido de la practica), seguía teniendo ventajas que los humanos no, y rápidamente se pudo percatar que la criatura encima de ella era un vampiro. Si Callum entraba por aquella puerta podría perder la vida en un abrir y cerrar de ojos. Ella no estaba dispuesta a perderlo.

— Suéltame, suéltame te lo pido, no quiero hacerte daño — Quizás no físico, muy probablemente mental, porque ella podía entrar en su mente, alterar todo aquello que ordenaba los pensamientos del vampiro. Ella podría perturbarlo, llevarlo incluso a una locura fuera de lo que ellos habían llegado a presenciar, pero Levana se encontraba débil, y no podía pensar con claridad, además su boca había sido apresada. Eso no ayudaba a poder decir algún conjuro, para su mala suerte el poder de su mente, sin necesidad de la palabra, no había sido practicado.

Las manos de Craig comenzaron a acariciar las piernas blancas de la joven, aunque intentó moverlas, parecía que eso incitaba aún más al joven para seguir haciendo aquello. Al fondo, entre la oscuridad de su visión, notaba como la voz del rubio que se encontraba detrás de la puerta se iba haciendo menos entendible. Luchaba con fuerza intentando buscar un poco de aire, no deseaba perder la razón, no podría con aquello, necesitaba ver lo que llegara a pasar, necesitaba dar batalla.

Lo único que se le ocurrió hacer fue abrir la boca y morder con fuerza la mano que le cubría la respiración. ¿Lo lastimaría?

por **Craig Ulrich** Dom Ene 31, 2016 9:15 pm

La muchacha resistió e increíblemente no se desvaneció entre sus brazos. Eso le gustó. Entonces decidió que no, que la quería consciente, para que viera todo lo que tenía planeado para ella y su amiguito.

—¿Hacerme daño? —preguntó incrédulo, y enseguida abrió la boca para lanzar una audible y fuerte carcajada que hizo retumbar la casa entera desde sus cimientos. ¿De verdad lo estaba amenazando? ¿Se atrevía a hacerlo? Vaya cosa más absurda—. Oh, pobre criaturita. ¿Qué daño podrías hacerme tú a mí? —se burló—. ¿Acaso no te has dado cuenta de la situación en la que te encuentras? No eres más que un bichito, pequeño e insignificante. Y tienes miedo. Mucho miedo. No te molestes en negarlo, puedo olerlo. Apestas a él —hundió su cara en el pelo de la jovencita y, como si se tratara de un sucio perro hambriento, la olfateó vigorosamente.

Estaba disfrutando restregando su cara en su cuerpo, manoseándola con lascivia, divertido, sonriendo como un verdadero desquiciado, hasta que la muy estúpida se atrevió a morderlo. Chilló de dolor.

—¡Perra estúpida! —gritó con la voz llena de rabia—. Voy a enseñarte cómo comportarte.

Con el fin de que el incidente no volviera a repetirse, la sujetó con más fuerza y la atrajo hacía sí. Ella luchó con todas sus fuerzas, pero la fuerza del inmortal era descomunal y terminó por vencer.

—Ahora, escúchame bien, belleza —siseó de manera desagradable en su oído cuando logró someterla por completo—. Si quieres que tu amiguito viva, tendrás que hacer todo lo que yo diga. Sino, lo mataré, sin siquiera pensarlo. ¿Entendido?

Callum continuó azotando la puerta con la intención de entrar, hasta que de una patada logró abrirla. La imagen del vampiro, sometiendo a su querida Levana debió hacerlo enojar de verdad porque, pese a que tenía todas las de perder, no dudó ni un segundo y se lanzó sobre él. Convencido de que Levana elegiría salvar la vida de Callum, Craig la soltó un momento y atacó a Callum. Le bastó darle un golpe para que el debilucho muchacho cayera al piso, inconciente por el golpe que se había dado en la cabeza. Craig se burló.

—¿Lo ves, belleza? Te lo dije: no son más que bichitos, pequeños e insignificantes. Ahora dime… —colocó uno de sus pies justo encima de la cabeza del desvanecido rubio— ¿harás lo que yo te diga, o me deshago de una vez del bicho, aplastándolo?

por **Callum Norrington** Lun Mar 28, 2016 5:39 pm

Callum no se daría por vencido. Era un muchacho joven y delgado, jamás había sido particularmente fuerte o habilidoso, pero estaba determinado a tumbar esa puerta. Se apartó un poco para tomar impulso, se mentalizó, tomó una gran bocanada de aire y entonces, haciendo uso de todas sus fuerzas, se abalanzó sobre la puerta y empujó, hasta que logró que ésta se abriera de golpe. Estaba oscuro, pero con horror logró distinguir en la penumbra la figura de Levana, siendo sometida por un hombre de ojos brillantes, tan brillantes que no parecían humanos. Había algo animal en él que lo alertó hasta el estremecimiento. Supo que debía hacer algo y que debía ser rápido.

Como si aquel hombre fuera capaz de leer su mente -y lo era, solo que aún no lo sabía-, le dedicó una sonrisa macabra y con ella lo invitó a acercarse. Al verlo, Callum experimentó temor y el vello de la nuca se le erizó. Se respiraba un ambiente pesado en la habitación, muy tenso, casi sofocante, como si algo muy malo estuviera a punto de ocurrir. No había tiempo que perder, que tenía que arrancar a Levana de las garras de ese ser cuanto antes.

Lo único que se le ocurrió fue abalanzarse sobre Craig, como había hecho con la puerta. Estaba seguro de que si no lograba tumbarlo, al menos le haría perder el equilibrio, lo que a su vez lo distraería un momento para poder tomar a Levana y salir de ahí cuando antes. Pero no fue así. Como si se tratara de una figura hecha de plomo, Craig ni siquiera se movió. Callum abrió los ojos, sorprendido por su poder. Frustrado por la situación, el muchacho comenzó a híperventilar y a gritar como un verdadero desquiciado.

—¡Suéltala, bestia maldita! —le exigió con todas sus fuerzas, desesperado, y con las manos hechas un puño intentó atestarle un golpe en la cara, pero falló.

Craig perdió la paciencia con él. Soltó a Levana y dispuesto a adelantar ese molesto episodio cuanto antes, para pasar a lo verdaderamente importante, empujó al muchacho contra la pared, provocando que éste se golpeara la cabeza. El rubio cayó en el piso, inconsciente a causa del golpe.

***

Despertó una hora después. Cuando abrió los ojos y estuvo completamente lúcido de nuevo, se dio cuenta de que ya no se encontraba en la casa, en aquella oscura habitación, sino en el bosque. Eso lo alertó. Se encontraba acostado sobre la hierba, boca abajo, con decenas de pequeñas piedras incrustándose en su mejilla. Desesperado intentó incorporarse, pero no pudo hacerlo porque tenía las manos y los pies atados. Eso lo alteró aún más. Se retorció como un gusano, frotó sus manos contra la cuerda para ver si lograba zafarse, pero fue inútil. El vampiro era experto haciendo nudos.

Escuchó una voz masculina que llegó a él desde el otro extremo, lo que lo obligó a torcerse hasta que fue capaz de visualizar al sujeto. Ojalá no lo hubiera hecho. Ojalá jamás hubiera despertado. Levana estaba allí, aquel hombre la tenía en sus manos y ahora no había nada que él pudiera hacer para salvarla.

—Libérala. Lo que sea que pienses hacer con ella, házmelo a mí —le dijo, externando la que era su última alternativa. Pero algo, un mal presentimiento, le hizo saber que él no la tomaría.

por **Levana Maréchal** Dom Abr 03, 2016 6:10 pm

La opresión en el pecho no se hizo esperar. Levana recordó lo que era amar, algo que en algún momento creyó ya le era imposible sentir. Para ella el amor significaba dolor, desgracia y violación. Su historia de vida le había enseñado eso precisamente, por eso se negaba a volver a sentirlo, sin embargo el remolino de emociones humanas eran inevitables. Callum le estaba enseñando otra área del sentimentalismo. No se trataba del daño ocasionado, sino de la preocupación por lo que pudiera ocurrirle a un ser humano. Sentir que en tu interior algo se rompía por ver en peligro a alguien, resultaba una de las cosas más incomodas y frustrante. No debía acercarse demasiado a un individuo, a nadie. Si llegaban a salir con vida tenía dos opciones, primeramente alejarlo de su vida, y como segunda alternativa, pero la más atrayente, arrancarse la existencia, lo cual hacía mucho tiempo lo estaba considerando.

Verlo desvanecer frente a sus ojos le quitaba la respiración, la confundida. El enojo incrementaba, pero también el vacío de su mente, lo cual no resultaba una buena señal.

— ¿Están ahí? — Se tomó la cabeza, sus ojos mostraban ausencia, pero se encontraba ahí sin duda alguna. Estaba loca, de eso no había duda, pero deseaba que aquellas voces invadieran de nuevo su interior. — Necesito de su ayuda, ¿qué debo hacer? — Se sacudió el craneo como pudo, pero por más que siguiera insistiendo, la soledad había reinado sus pensamientos, aquellas acompañantes se habían esfumado, o quizás solamente estaba analizando el momento.

Levana observó como el vampiro levantó el cuerpo del rubio y se lo echó al hombro. Sólo bastó la mirada de la criatura para saber que debían salir de aquel lugar, no titubeó, simplemente avanzó silenciosa.

En el bosque se podía notar ciertos detalles gracias a la luz de la luna. Sin duda se encontraba llena, más de un licántropo se encontraría danzando al mismo tiempo que aullaba, y cientos de inquisidores los perseguirían intentando dar muerte, todo por el gran sueño de creer alguna día terminarían con aquella raza maldita. Entre su locura, la joven comprendía todos esos detalles, porque incluso ella era blanco, todo por la magia que poseía.

— Podrías confundir sus pensamientos, Levana, podrías hacer que crea otra cosa — Una de las voces apareció, la más mansa, la que según la bruja, era la única que la quería — Si lo confundes podrías hacer que crea eres su aliada, o que ya sació su sed. — La joven hizo una mueca, estaba por abrir los labios cuando la invitada la silencio — ¡Shhhh! No digas nada, sabrá que estás tramando algo, y puede cortarte el cuello antes de que parpadees, lo que no entiendo es porqué aun no lo hace — Tanto la voz, como ella, se encontraban confundidas con la situación.

— Me va a matar — Pronunció — O algo peor — Y siempre que se refería a eso, recordaba aquella violación de su infancia, lo que nunca deseaba volver a pasar. — No recuerdo como hacerlo — Se refería al aturdimiento, a la confusión. Le daba igual hablar o no, se encontraba desesperada, su vida no le importaba tanto como Callum, porque aunque el joven tuviera arranques absurdos, para ella seguía siendo puro, y no se encontraba roto, a menos en comparación.

El vampiro se burló de ella, dejó caer el cuerpo y se acercó hasta donde se encontraba, la volvió a olfatear, y se sintió tan amenazada que sólo alcanzó a temblar.

— Dime lo que quieres, pero dímelo rápido y vete, no le hagas daño — Desesperada se puso de rodillas frente a él, su mirada se había clavado en la tierra y hierbas del bosque. La mirada lasciva de la criatura la hizo llorar, sabía lo que se podía aproximar.

La voz de Callum interrumpió el momento. Levana no quiso voltear a verlo porque sintió vergüenza, había ya adoptado la pose sumisa, aunque en su interior sabía que terminaría por darle la lucha. Inconscientemente su magia le estaba permitiendo entrar a la mente el vampiro, pero ninguno de los dos se había dado cuenta hasta el momento. Eran arranques los que llegaba a tener, y por ellos lograba realizar a la perfección sus ataques con magia.

Levana alzó la mirada aun de rodillas, sólo esperaba instrucciones.

por **Craig Ulrich** Jue Abr 28, 2016 11:22 pm

Lo que sea que pienses hacer con ella, házmelo a mí, había dicho el insignificante muchacho y Craig pensó que debía estar en verdad desesperado para ofrecerse así a alguien como él, que sin ningún titubeo podría tomarle la palabra en cualquier momento. No obstante, quien realmente le apetecía esa noche, era Levana. Rió sonoramente de ella cuando ésta, ingenuamente, le pidió que no los lastimara. Cuánta ternura le provocaban los jóvenes amantes intentando protegerse mutuamente, sacrificándose el uno por el otro.

—Oh, belleza, pero si daño es precisamente lo que quiero hacer —los ojos del vampiro llamearon de nuevo y la apretó contra sí sujetándola con fiereza—. ¿Acaso no se nota? Vivo para ello, es la razón de mi existencia. Así que cierra la maldita boca y deja de decir tonterías. Yo te indicaré cuándo usarla y, me temo, no será para hablar.

Escucharlo decir eso debió darle una idea de lo que se avecinaba y asustarla de verdad, porque enseguida pudo sentirla temblar contra su pecho.

—No tienes escapatoria —le dijo mientras la obligaba a moverse, colocándose mucho más cerca de Callum—. Sin embargo, no te pediré que te sometas a mí. Puedes resistirte si quieres. De hecho, eso me gusta más —confesó respirando contra su nuca, y ella se estremeció—. Ahora, ¿te parece bien si comenzamos con la función? Estoy impaciente y muero por ver la cara de tu amiguito.

Era evidente que Craig los consideraba a ambos su juguete, y que con tal de divertirse, no les tendría compasión. Ardoroso por escuchar sus gritos y súplicas, de un empujón hizo que Levana cayera de rodillas, justo ante él. Antes de abalanzarse sobre ella como el animal que era, se aseguró de tenerla como la quería y con brusquedad le arrancó las prendas que llevaba encima. En menos de un minuto la indefensa muchacha quedó complemente desnuda, expuesta ante él. Craig la observó como si se tratara de un pedazo de carne que estaba a punto de devorar. Se le echó encima y la tumbó boca abajo, aplastándola con su cuerpo. Entonces la cogió de las nalgas, se colocó entre sus piernas y, cuando estuvo listo, la atravesó. Dos salvajes embestidas bastaron para enterrarse en ella por completo.

—Ah, sí, estás tan estrecha. Justo como imaginé —murmuró con los labios apretados, presionando más y más. El largo y amargo gemido de dolor que soltó ella al sentirlo invadirla tan profundo, significó la gloria para el cruel vampiro.

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