Mad sounds - Libre.

Detrás de las cortinas el mundo parece siempre lucir borroso y estar cubierto por una capa de pintura gris que convierte en nubes hasta el día más soleado. Aquella mañana en particular, su tía estaba aún más molestosa que de costumbre y eso significaba siempre tener que escuchar una lista de las razones de por qué su presencia no era aceptable en esa casa y también de todos esos por qué nunca nadie la elegiría como su esposa. Claro, como si a ella le importara algo de eso. Sabine aguantaba siempre con el rostro estoico y serio, actitud que por cierto molestaba enormemente a la vieja esa, pero si ella supiera el real motivo de la soltería de la mujer, estaría más bien sorprendida y por sobre todo horrorizada.

Con las palabras ácidas aún rondando por su cabeza fue que decidió salir y encontrar en algún lugar lo que ni siquiera sabía que estaba buscando. Tenía los sentidos desorientados y se dejaba llevar más bien por los instintos. Aquella noche su trenza de costumbre se encontraba suelta y el cabello largo le caía en ondas por debajo de los hombros. Toda esa maraña de pelo en nada ayudaba a arreglar su imagen desaliñada representada por sobre todo en aquel vestido sin color ni forma. Sabine nunca fue una muchacha muy femenina ni tampoco preocupada de la apariencia, pero durante ciertos momentos deseó secretamente ser al menos un poco atractiva, lo suficiente para no tener que luchar tanto para conseguir determinadas cosas. Es bien sabido que la vida es mucho más simple para las mujeres bellas.

El olor nauseabundo del lugar se sentía tan familiar como de costumbre, casi una característica más que hacían de la taberna el único sitio donde realmente podría mezclarse hasta un muerto sin que nadie lo notara. Mientras todos se mantuvieran en paz, la noche sería un momento agradable para cada uno de los presentes, lo que por cierto nunca llegaba a ser así. Cerca de la medianoche era cuando los problemas comenzaban, pudo ver por ahí a un par de hombres que trabajaban también en el periódico pero no se les acercó, ellos la conocían pero evitaban mirarla, al igual que todos los demás en el diario. Para ella no era mayor motivo de preocupación ese constante rechazo, más bien agradecía el poder ser invisible durante el día y así planear bien qué hacer durante la noche.

—¿Me va a servir un trago o estaré esperando hasta que alguien más deba pedirlo por mí? —su paciencia se había agotado luego de varios minutos en la barra, ni pensar en elegir una mesa y sentarse a solas. Puede que no sea del todo mal visto que esté en ese lugar sin compañía, de hecho está segura que nadie la confundiría jamás con una prostituta, pero está segura que varios pensarán que es una loca y que probablemente es eso lo que piensa el chico que sirve las bebidas y que por lo mismo no quiera acercarse a atenderla.