AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
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Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
El italiano a penas se había movido en las horas que habían pasado en la cama. Había estado durmiendo, pero su cuerpo era demasiado consciente del dolor que sentiría con la mayoría de los gestos y había decidido permanecer en absoluto reposo. Sin embargo, el entumecimiento que sintió por esa inactividad, le hizo levantar uno de los brazos y fue entonces que notó el roce de la ropa de cama contra los arañazos de la espalda, arrancándole un quejido al tiempo que despertaba de mala manera, maldiciendo mentalmente.
Abrió los ojos con dificultad, percatándose entonces de la franja de sol que se colaba por entre las cortinas e incidía directamente sobre su pecho y el del escocés, que parecía aún dormido, o al menos increíblemente relajado. Le extrañó no haberle despertado con su gruñido de dolor, pero era tan raro el hombre, que ya no sabía qué esperar de él. Recordó lo ocurrido la noche de antes, el sexo en el baño del restaurante, el que tuvieron luego sobre la cama en la que ahora yacían y la enorme sorpresa. Había detalles de todo aquello que le obligaban a sonreír y otros que le dieron ganas de despellejar vivo al contrario, aunque se le pasaron enseguida. Refunfuñó un poco e intentó incorporarse, notando una acuciante punzada en su trasero. Maldita bestia salvaje... le había desgarrado entero. Giró el rostro y observó detenidamente el ajeno. El marcado contorno de su mandíbula bajo la varonil barba, sus largas pestañas creando suaves sombras contra la blanca piel del escocés y su cabello revuelto envolviendo unas facciones tremendamente atractivas.
Era obvio que el sexo no lo había soñado, pero seguía incrédulo ante la idea del cambio. ¿Era posible, realmente? Apoyó todo el peso en la mano que quedaba hacia el exterior y apartó la otra del colchón, llevándola a la sien del contrario. Rozó la zona con el dorso de los dedos y la deslizó hacia abajo, notando el duro y grueso bello facial contra su piel. El tacto era muy distinto al del lebrel grisáceo e imponente de la noche anterior, pero el porte elegante y la mirada... en eso el escocés no cambiaba. Suspiró, apartando la mano y con dificultad, pero con fuerza de voluntad y necesidad, giró despacio sobre la cama para dejar que sus pies colgaran y tocaran el suelo. Las losas se sentían frías y mandaron un breve escalofrío que le recorrió hasta las pantorrillas, terminando de despertar cualquier parte que siguiera aún dormida de su cuerpo. Quería levantarse y buscar el baño, pero seguía sin tener ni idea de la disposición de las estancias en aquella casa. Carraspeó, no muy seguro de tener aún voz después de tantos gritos y gemidos y mirando de soslayo al hombre, quiso despertarle.
-¿Nolan...?
Abrió los ojos con dificultad, percatándose entonces de la franja de sol que se colaba por entre las cortinas e incidía directamente sobre su pecho y el del escocés, que parecía aún dormido, o al menos increíblemente relajado. Le extrañó no haberle despertado con su gruñido de dolor, pero era tan raro el hombre, que ya no sabía qué esperar de él. Recordó lo ocurrido la noche de antes, el sexo en el baño del restaurante, el que tuvieron luego sobre la cama en la que ahora yacían y la enorme sorpresa. Había detalles de todo aquello que le obligaban a sonreír y otros que le dieron ganas de despellejar vivo al contrario, aunque se le pasaron enseguida. Refunfuñó un poco e intentó incorporarse, notando una acuciante punzada en su trasero. Maldita bestia salvaje... le había desgarrado entero. Giró el rostro y observó detenidamente el ajeno. El marcado contorno de su mandíbula bajo la varonil barba, sus largas pestañas creando suaves sombras contra la blanca piel del escocés y su cabello revuelto envolviendo unas facciones tremendamente atractivas.
Era obvio que el sexo no lo había soñado, pero seguía incrédulo ante la idea del cambio. ¿Era posible, realmente? Apoyó todo el peso en la mano que quedaba hacia el exterior y apartó la otra del colchón, llevándola a la sien del contrario. Rozó la zona con el dorso de los dedos y la deslizó hacia abajo, notando el duro y grueso bello facial contra su piel. El tacto era muy distinto al del lebrel grisáceo e imponente de la noche anterior, pero el porte elegante y la mirada... en eso el escocés no cambiaba. Suspiró, apartando la mano y con dificultad, pero con fuerza de voluntad y necesidad, giró despacio sobre la cama para dejar que sus pies colgaran y tocaran el suelo. Las losas se sentían frías y mandaron un breve escalofrío que le recorrió hasta las pantorrillas, terminando de despertar cualquier parte que siguiera aún dormida de su cuerpo. Quería levantarse y buscar el baño, pero seguía sin tener ni idea de la disposición de las estancias en aquella casa. Carraspeó, no muy seguro de tener aún voz después de tantos gritos y gemidos y mirando de soslayo al hombre, quiso despertarle.
-¿Nolan...?
Última edición por Guido Abbiati el Sáb Nov 01, 2014 5:07 pm, editado 1 vez
Guido Abbiati- Humano Clase Media
- Mensajes : 113
Fecha de inscripción : 11/09/2014
Localización : Mansión McLeod
Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Una larga noche sin sueños, un descanso totalmente oscuro y reconfortante. Hacía demasiado tiempo que sus noches estaban plagadas de recuerdos, algunos agradables, otros demasiado tristes, pero todos dejándole una sensación extraña en el pecho por las mañanas. Esta vez era muy distinta la situación pues ni siquiera despertó una sola vez durante la noche, se mantuvo muy quieto y relajado.
Entre sueños le pareció que algo lo jalaba hacia la realidad y luchó con todo por no despertar, era demasiado pacífico y placentero. Frunció el ceño, un ligero tacto turbó su tranquilidad y escuchó su nombre. Tanta similitud con otras situaciones lo arrancó de su descanso al tiempo que pronunciaba un nombre entre dientes que apenas entendió él mismo. Una tontería, no era su tan querido chiquillo español. Él había desaparecido hacía mucho tiempo.
-¿Mh? -se pasó una mano por el rostro y bostezó, sentándose con esfuerzo; era notable su lucha por las mañanas, despertar era la tarea más difícil para el escocés. Notó un sabor amargo en la boca, seguro apestaba a rayos de tanto whisky que tomó, por lo que procuró no abrir demasiado la boca. Enfocó la vista en el italiano y su primera reacción fue sonreírle y alborotar más su cabello. Volteó a ver alrededor, no había ni agua. Así que los criados iban a respetar la intimidad de ambos… excelente -¿Qué hora es? -su estómago respondió con un gruñido y rió con ganas, todavía a medio despertar. Olfateó a la distancia la comida lista en la cocina. Lo mejor para el muchacho era que no se moviera mucho.
Adivinando lo que necesitaba se levantó de la cama, se puso los pantalones fue a abrir una puerta pequeña, del mismo color que el tapiz de las paredes, que daban al cuarto de baño con todo lo que necesitaba. Desafortunadamente tendría que llamar a un mozo para que subiera agua caliente, pues no había conseguido ni un solo lugar que manejara esas nuevas tuberías que llevaran agua directo a los baños. Ya habría tiempo de modernizar.
-Llamaré a alguien que te ayude -estaba por salir de la habitación, dudó y volvió sobre sus talones hacia la cama, tomó el rostro del italiano, sonriendo al recuerdo de sus palabras la noche anterior. No me das miedo. Deseaba tanto besarlo en todo el cuerpo y agradecer esa simple frase, decirle tantas cosas, mostrarle más. Pero por ahora ambos necesitaban un baño con urgencia y comer, comer tanto hasta reventar.
Entre sueños le pareció que algo lo jalaba hacia la realidad y luchó con todo por no despertar, era demasiado pacífico y placentero. Frunció el ceño, un ligero tacto turbó su tranquilidad y escuchó su nombre. Tanta similitud con otras situaciones lo arrancó de su descanso al tiempo que pronunciaba un nombre entre dientes que apenas entendió él mismo. Una tontería, no era su tan querido chiquillo español. Él había desaparecido hacía mucho tiempo.
-¿Mh? -se pasó una mano por el rostro y bostezó, sentándose con esfuerzo; era notable su lucha por las mañanas, despertar era la tarea más difícil para el escocés. Notó un sabor amargo en la boca, seguro apestaba a rayos de tanto whisky que tomó, por lo que procuró no abrir demasiado la boca. Enfocó la vista en el italiano y su primera reacción fue sonreírle y alborotar más su cabello. Volteó a ver alrededor, no había ni agua. Así que los criados iban a respetar la intimidad de ambos… excelente -¿Qué hora es? -su estómago respondió con un gruñido y rió con ganas, todavía a medio despertar. Olfateó a la distancia la comida lista en la cocina. Lo mejor para el muchacho era que no se moviera mucho.
Adivinando lo que necesitaba se levantó de la cama, se puso los pantalones fue a abrir una puerta pequeña, del mismo color que el tapiz de las paredes, que daban al cuarto de baño con todo lo que necesitaba. Desafortunadamente tendría que llamar a un mozo para que subiera agua caliente, pues no había conseguido ni un solo lugar que manejara esas nuevas tuberías que llevaran agua directo a los baños. Ya habría tiempo de modernizar.
-Llamaré a alguien que te ayude -estaba por salir de la habitación, dudó y volvió sobre sus talones hacia la cama, tomó el rostro del italiano, sonriendo al recuerdo de sus palabras la noche anterior. No me das miedo. Deseaba tanto besarlo en todo el cuerpo y agradecer esa simple frase, decirle tantas cosas, mostrarle más. Pero por ahora ambos necesitaban un baño con urgencia y comer, comer tanto hasta reventar.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 18/09/2014
Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
El primer indicio del despertar ajeno fue que el colchón se movió bajo su cuerpo por los gestos del escocés. También le oyó murmurar algo, aunque no entendió lo que fue. Tampoco le había prestado demasiada atención, seguramente sería un refunfuñar como los suyos al abrir los ojos y descubrir que la noche ya había terminado. El sol brillaba en el cielo, porque la vida seguía siempre, sin importarle lo que le sucediera a nadie.
-No lo sé... pero imagino que tarde.
Giró más la cabeza y empezó a seguir los pasos del contrario con la mirada. Entrecerró uno de los ojos en cuanto se separaron las cortinas y la luz le dio de pleno en la cara, llegando incluso a alzar un brazo para cubrirse con la mano y mirar sólo a través de los dedos abiertos. Agradeció cuando se cambió de lugar y pudo volver a relajar la extremidad que parecía pesarle tres veces lo habitual. Todo su cuerpo se sentía como un bloque de ladrillo, pesado y hasta cierto punto frágil.
Lamentó que se pusiera los pantalones y le privara del espectáculo, aunque si lo pensaba mejor... no tenía mucho ánimo de marcha en aquellos momentos. Claro que alegrarse la vista, nunca estaba de más. De pronto, una sonrisa asomó a sus labios al ver el interior del baño. Ni se le hubiese pasado por la cabeza que allí había una puerta, estaba perfectamente camuflada con la estancia.
-Gracias...
Murmuró, agradeciendo que le mandara a alguien para que le echara una mano a meterse en la cuba de agua, ya que sólo dudaba mucho ser capaz de lograrlo. A punto estuvo de levantarse para acercarse aunque fuera a rastras hasta el aseo, cuando se encontró con Nolan de nuevo frente a él, sosteniéndole el rostro y clavando sus hermosas orbes profundas en la mirada. Pero no dijo ni hizo nada, así que no comprendió el por qué hacía aquello. ¿Pensaba quedarse así mucho tiempo? Era extraño y realmente necesitaba ir al baño.
-¿Sucede... algo?
Preguntó confuso. Se le veía satisfecho, y algo le decía que no era por la intensa sesión de sexo y desquite que había tenido con él. Era algo así como alegría, genuina, de la que tendría un perro al ver un plato de comida, un juguete, a su dueño... a un compañero de juegos. La idea de compararle con el can, se le antojó divertida después de todo, pero no lo comentó, simplemente dejó que las comisuras de sus labios se curvaran ligeramente hacia arriba.
-No lo sé... pero imagino que tarde.
Giró más la cabeza y empezó a seguir los pasos del contrario con la mirada. Entrecerró uno de los ojos en cuanto se separaron las cortinas y la luz le dio de pleno en la cara, llegando incluso a alzar un brazo para cubrirse con la mano y mirar sólo a través de los dedos abiertos. Agradeció cuando se cambió de lugar y pudo volver a relajar la extremidad que parecía pesarle tres veces lo habitual. Todo su cuerpo se sentía como un bloque de ladrillo, pesado y hasta cierto punto frágil.
Lamentó que se pusiera los pantalones y le privara del espectáculo, aunque si lo pensaba mejor... no tenía mucho ánimo de marcha en aquellos momentos. Claro que alegrarse la vista, nunca estaba de más. De pronto, una sonrisa asomó a sus labios al ver el interior del baño. Ni se le hubiese pasado por la cabeza que allí había una puerta, estaba perfectamente camuflada con la estancia.
-Gracias...
Murmuró, agradeciendo que le mandara a alguien para que le echara una mano a meterse en la cuba de agua, ya que sólo dudaba mucho ser capaz de lograrlo. A punto estuvo de levantarse para acercarse aunque fuera a rastras hasta el aseo, cuando se encontró con Nolan de nuevo frente a él, sosteniéndole el rostro y clavando sus hermosas orbes profundas en la mirada. Pero no dijo ni hizo nada, así que no comprendió el por qué hacía aquello. ¿Pensaba quedarse así mucho tiempo? Era extraño y realmente necesitaba ir al baño.
-¿Sucede... algo?
Preguntó confuso. Se le veía satisfecho, y algo le decía que no era por la intensa sesión de sexo y desquite que había tenido con él. Era algo así como alegría, genuina, de la que tendría un perro al ver un plato de comida, un juguete, a su dueño... a un compañero de juegos. La idea de compararle con el can, se le antojó divertida después de todo, pero no lo comentó, simplemente dejó que las comisuras de sus labios se curvaran ligeramente hacia arriba.
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/09/2014
Localización : Mansión McLeod
Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Negó rápido, nada sucedía y todo a la vez, pero explicarlo era bastante complicado. Dejó un beso en su frente y caminó enérgico hacia la puerta, llamando con voz estruendosa al criado que se haría cargo de él. Necesitaba brazos fuertes que le ayudara con toda su dolorida humanidad. El muchacho, de apenas dieciocho años, se apresuró a obedecer las órdenes, subir baldes con agua caliente y ayudar al italiano. Nolan, por tanto, disponía de tiempo para darse un buen baño y disponer todo para desayunar juntos.
En su habitación, de casi el doble de tamaño y muchas más cosas entre muebles y obras de arte, incluido un crucifijo viejo, reliquia familiar. Se despojó del pantalón y permitió que uno de sus sirvientes, algo mayor, metiera dos baldes con agua y luego lo despachó amablemente, pidiendo que llevasen el desayuno al cuarto del invitado. En soledad pudo pensar claramente en la sonrisa que vio antes de dejar a Guido, tan sensual y alegre. Se mojó la cara para erradicar las ideas que fluían de nuevo y calmar a su propio cuerpo que, de lo contrario, volvería a despertar al deseo. ¿Qué tan mal estaría el chico? Muy mal, temía. Y, de todas formas, qué bien lo pasaron la noche anterior.
Cerró los ojos reposando en el agua; después de un par de minutos de total quietud se lavó completo con un jabón de aroma agradable. Su ama de llaves siempre sabía qué aromas le quedaban mejor a su estado de ánimo y en ese preciso momento lo necesario era relajarse y olvidar el deseo. Debía demostrar que entre ellos podía existir un momento de paz y no nada más sexo, sexo y más sexo.
Pasado un buen rato salió de la bañera y se envolvió una toalla de lino y eligió cuidadosamente su ropa. Debía estar cómodo y presentable. Una opción era, claro, usar una kilt, pero imaginarse las cosas que eso provocaría… No. Cogió unos pantalones y una camisa sencillos y se vistió. No gastó tiempo afeitándose. Bajó las escaleras hasta la cocina, saludó a todas ahí con afectuosos besos y vio al viejo perro de la noche anterior echado en un rincón. Así que, al final, se convertiría en otro miembro de la familia.
Robó un panecillo relleno de mermelada y se fue escuchando los regaños familiares de su ama de llaves. Que buena mujer, no podía haber encontrado un mejor lugar donde instalarse. Volvió trotando hasta la habitación de Guido, entró sin llamar a la puerta, llevando el pan en la boca y las manos ocupadas en acomodarse más o menos el cabello. Ya pensaba seriamente en cortarlo.
En su habitación, de casi el doble de tamaño y muchas más cosas entre muebles y obras de arte, incluido un crucifijo viejo, reliquia familiar. Se despojó del pantalón y permitió que uno de sus sirvientes, algo mayor, metiera dos baldes con agua y luego lo despachó amablemente, pidiendo que llevasen el desayuno al cuarto del invitado. En soledad pudo pensar claramente en la sonrisa que vio antes de dejar a Guido, tan sensual y alegre. Se mojó la cara para erradicar las ideas que fluían de nuevo y calmar a su propio cuerpo que, de lo contrario, volvería a despertar al deseo. ¿Qué tan mal estaría el chico? Muy mal, temía. Y, de todas formas, qué bien lo pasaron la noche anterior.
Cerró los ojos reposando en el agua; después de un par de minutos de total quietud se lavó completo con un jabón de aroma agradable. Su ama de llaves siempre sabía qué aromas le quedaban mejor a su estado de ánimo y en ese preciso momento lo necesario era relajarse y olvidar el deseo. Debía demostrar que entre ellos podía existir un momento de paz y no nada más sexo, sexo y más sexo.
Pasado un buen rato salió de la bañera y se envolvió una toalla de lino y eligió cuidadosamente su ropa. Debía estar cómodo y presentable. Una opción era, claro, usar una kilt, pero imaginarse las cosas que eso provocaría… No. Cogió unos pantalones y una camisa sencillos y se vistió. No gastó tiempo afeitándose. Bajó las escaleras hasta la cocina, saludó a todas ahí con afectuosos besos y vio al viejo perro de la noche anterior echado en un rincón. Así que, al final, se convertiría en otro miembro de la familia.
Robó un panecillo relleno de mermelada y se fue escuchando los regaños familiares de su ama de llaves. Que buena mujer, no podía haber encontrado un mejor lugar donde instalarse. Volvió trotando hasta la habitación de Guido, entró sin llamar a la puerta, llevando el pan en la boca y las manos ocupadas en acomodarse más o menos el cabello. Ya pensaba seriamente en cortarlo.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 18/09/2014
Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Enarcó ambas cejas cuando le vio negar y seguidamente marcharse, sin dar realmente una respuesta concreta. No pasaba nada, o eso decía el escocés, pero Guido no opinaba lo mismo. Estaba claro que algo rondaba la cabeza ajena y el no saber lo que era, picaba su curiosidad de manera insistente. Al escucharle llamar a voz en grito a alguien para que le ayudara, le hizo reaccionar. Sin embargo, se quedó sentado en la cama, viendo como el joven subía los baldes de agua para llenarle la tina. Una vez el muchacho se quedó parado junto a la puerta del aseo, dándole a entender al italiano que todo estaba listo, éste le hizo un gesto con un dedo para que se le acercara.
-Voy a necesitar tu ayuda. Si me puedes servir de bastón, te lo agradeceré.
Vio que el chico se aproximaba y le tendió un brazo. El otro lo entendió y se inclinó, colocándose a su lado, permitiendo así que el extranjero apoyara parte del peso de su cuerpo contra el de él para levantarse. Ambos fueron poco a poco hacia la pequeña habitación y una vez en ella, no fue necesario decírselo, que el joven ya le ofreció cuanto necesitó para poder meterse dentro de la bañera. Se quedó de pie unos instantes y tras posar ambas manos a los lados de la cuba, se fue agachando con dificultad. Ese gesto tensaba toda su piel y se le resentía la espalda y el recto, todo a una. Más le valía a Nolan estar satisfecho, porque hoy no habría sexo. A medida que el agua fe alcanzando distintas zonas de su cuerpo, un cúmulo de sensaciones pellizcaron su piel. Había dolor, escalofríos, tranquilidad y placer. Temió sentarse, porque aquello no era mullido y su trasero no sabía si lo resistiría. Aún así, lo hizo, porque no se le ocurrió otro modo de poder relajarse y asearse como era debido.
-No te vayas. -Detuvo al chico cuando se percató de que estaba a punto de retirarse y dejarle hacer a solas.- Necesito que me ayudes con la espalda... y si cuando salga me traes algún ungüento para heridas, será estupendo.
El muchacho tomó un paño y lo mojó en el agua, antes de enjabonarle cuidadosamente. No se limitó sólo a la zona afectada, también le lavó los hombros y los brazos, cediéndole luego el objeto para que el italiano prosiguiera con el resto de lugares. Mientras Guido se cuidaba de limpiar bien su torso y luego el resto de zonas sumergidas, su ayudante le atendió el cabello, que aunque corto y fácil de tratar, necesitaba también una buena lavada. Todo avanzó muy lentamente, puesto que con algunos de los roces, una mueca de dolor se formaba en el rostro del extranjero y el joven de la casa se percataba, aminorando la marcha de sus gestos. Para cuando el escocés se asomó, Guido estaba de pie dentro de la tina, siendo secado por el muchacho con una toalla.
-Ya casi estoy.
-Voy a necesitar tu ayuda. Si me puedes servir de bastón, te lo agradeceré.
Vio que el chico se aproximaba y le tendió un brazo. El otro lo entendió y se inclinó, colocándose a su lado, permitiendo así que el extranjero apoyara parte del peso de su cuerpo contra el de él para levantarse. Ambos fueron poco a poco hacia la pequeña habitación y una vez en ella, no fue necesario decírselo, que el joven ya le ofreció cuanto necesitó para poder meterse dentro de la bañera. Se quedó de pie unos instantes y tras posar ambas manos a los lados de la cuba, se fue agachando con dificultad. Ese gesto tensaba toda su piel y se le resentía la espalda y el recto, todo a una. Más le valía a Nolan estar satisfecho, porque hoy no habría sexo. A medida que el agua fe alcanzando distintas zonas de su cuerpo, un cúmulo de sensaciones pellizcaron su piel. Había dolor, escalofríos, tranquilidad y placer. Temió sentarse, porque aquello no era mullido y su trasero no sabía si lo resistiría. Aún así, lo hizo, porque no se le ocurrió otro modo de poder relajarse y asearse como era debido.
-No te vayas. -Detuvo al chico cuando se percató de que estaba a punto de retirarse y dejarle hacer a solas.- Necesito que me ayudes con la espalda... y si cuando salga me traes algún ungüento para heridas, será estupendo.
El muchacho tomó un paño y lo mojó en el agua, antes de enjabonarle cuidadosamente. No se limitó sólo a la zona afectada, también le lavó los hombros y los brazos, cediéndole luego el objeto para que el italiano prosiguiera con el resto de lugares. Mientras Guido se cuidaba de limpiar bien su torso y luego el resto de zonas sumergidas, su ayudante le atendió el cabello, que aunque corto y fácil de tratar, necesitaba también una buena lavada. Todo avanzó muy lentamente, puesto que con algunos de los roces, una mueca de dolor se formaba en el rostro del extranjero y el joven de la casa se percataba, aminorando la marcha de sus gestos. Para cuando el escocés se asomó, Guido estaba de pie dentro de la tina, siendo secado por el muchacho con una toalla.
-Ya casi estoy.
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Localización : Mansión McLeod
Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Recargado en el marco de la puerta del cuarto de baño comía tranquilo, disfrutando de la vista. El joven criado se apresuró a concluir su trabajo lo más cuidadoso posible y le agradecía por cuidar de su nuevo amigo. En cuanto terminó de comer el pequeño bocadillo fue él quien se acercó a ayudarle a sostenerlo.
-Puedes irte, yo me encargo del resto -tomó con cuidado al italiano por los codos hasta que escuchó la puerta cerrarse. En ese instante quitó la toalla y lo cargó con sumo cuidado y, despacio, fue hasta la cama a dejarlo sobre el colchón, de costado -Dios… lo lamento mucho -las marcas de su piel lucían dolorosas. Posó una mano grande, cálida, sobre su hombro. Tan indefenso, tan apetecible… carraspeó frunciendo el ceño, alejando sus propias ideas -No creo que sea buena idea que uses ropa, por ahora, tanto por lo que te he hecho como por mi propio placer -la sonrisa que le atravesó el rostro era una mezcla de empatía y malicia, pedía perdón pero lo obligaba a seguir cumpliendo sus caprichos.
El ruido de pasos hacia la puerta le hizo separarse con calma de Guido, era el mismo muchacho con un ungüento, aclarando que eran para uso del joven invitado. Agradeció por él y pidió que apuraran el desayuno, era más tarde de lo que pensaba. Con un gesto y una sonrisa de disculpa ordenó al italiano que se mantuviera quieto, llenó dos de sus dedos en el cremoso ungüento y lo aplicó a la piel herida directamente, con cuidado, despacio.
-¿Debo aplicarlo en algún otro lugar, pequeño? -habló a media voz, de rodillas junto a la cama y admirando la espalda masculina de esa belleza humana. Con toda la palma de la mano abarcó una de sus nalgas tan bien formadas, apretando un poco, conteniendo el aliento al sostener esa carne que encendía todos sus sentidos como una alarma. Si tan solo no estuviera tan malherido no dudaría en bajarse los pantalones y hundirse en su cálido cuerpo una y otra vez.
-Puedes irte, yo me encargo del resto -tomó con cuidado al italiano por los codos hasta que escuchó la puerta cerrarse. En ese instante quitó la toalla y lo cargó con sumo cuidado y, despacio, fue hasta la cama a dejarlo sobre el colchón, de costado -Dios… lo lamento mucho -las marcas de su piel lucían dolorosas. Posó una mano grande, cálida, sobre su hombro. Tan indefenso, tan apetecible… carraspeó frunciendo el ceño, alejando sus propias ideas -No creo que sea buena idea que uses ropa, por ahora, tanto por lo que te he hecho como por mi propio placer -la sonrisa que le atravesó el rostro era una mezcla de empatía y malicia, pedía perdón pero lo obligaba a seguir cumpliendo sus caprichos.
El ruido de pasos hacia la puerta le hizo separarse con calma de Guido, era el mismo muchacho con un ungüento, aclarando que eran para uso del joven invitado. Agradeció por él y pidió que apuraran el desayuno, era más tarde de lo que pensaba. Con un gesto y una sonrisa de disculpa ordenó al italiano que se mantuviera quieto, llenó dos de sus dedos en el cremoso ungüento y lo aplicó a la piel herida directamente, con cuidado, despacio.
-¿Debo aplicarlo en algún otro lugar, pequeño? -habló a media voz, de rodillas junto a la cama y admirando la espalda masculina de esa belleza humana. Con toda la palma de la mano abarcó una de sus nalgas tan bien formadas, apretando un poco, conteniendo el aliento al sostener esa carne que encendía todos sus sentidos como una alarma. Si tan solo no estuviera tan malherido no dudaría en bajarse los pantalones y hundirse en su cálido cuerpo una y otra vez.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/09/2014
Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Salió por completo de la cuba de agua y permitió que el muchacho le secara las piernas, evitando así tener que inclinarse hacia delante y sufrir un nuevo tirón en los arañazos. Una vez estuvo listo, vio aproximarse al escocés y luego marchar al joven, siguiendo órdenes calmadas del primero. Se quejó en silencio cuando le cargo, simplemente expresándolo con una mueca en su rostro y se relajó en cuanto le dejó en la cama. Acomodó su cuerpo, agradeciendo que nada hiciera contacto con su espalda y suspiró, sintiéndose bastante inútil en aquellos instantes.
-¿Ni si quiera unos pantalones?
Preguntó sin girarse, temiendo que aquello significara un pinchazo en cualquier parte. Estaba de acuerdo en no usar camisa, sería un placer mantener su torso desnudo y al aire para que calmara el leve ardor que palpitaba de vez en cuando en su piel. El dolor era cada vez menos acuciante, pero aún así, era casi regular, como las horas de un reloj. Le molestaba que fuera tan continuo, impidiéndole así olvidar si quiera por un momento la salvaje actividad nocturna que practicara con el escocés unas horas antes.
Él también pudo oír los pasos acercarse, pero siguió inmóvil. Ni le importaba quién fuera o lo que quisiera, siempre que no le obligara a cambiar de posición. Al sentir el tacto frío de los dedos de Nolan contra la zona caliente de su espalda, fue una mezcla entre placer y escozor lo que notó. Quiso morderse el labio, pero notó que aquello también dolía y se detuvo, dejando simplemente que el contrario siguiera con su tarea, a pesar de la parte negativa.
-¿Y si te digo que lo necesito en el recto?
Pronunció las palabras casi con una sonrisa, como si bromeara. Aunque era cierto que si el ungüento era apto, sería de agradecer que se lo aplicara allí. Claro que tenía intención de hacerlo él mismo. No por vergüenza, ni mucho menos, sino por no importunar más al que, aunque culpable de sus actuales males, se había ofrecido a cuidarle y prestarle una habitación en su casa.
-¿Ni si quiera unos pantalones?
Preguntó sin girarse, temiendo que aquello significara un pinchazo en cualquier parte. Estaba de acuerdo en no usar camisa, sería un placer mantener su torso desnudo y al aire para que calmara el leve ardor que palpitaba de vez en cuando en su piel. El dolor era cada vez menos acuciante, pero aún así, era casi regular, como las horas de un reloj. Le molestaba que fuera tan continuo, impidiéndole así olvidar si quiera por un momento la salvaje actividad nocturna que practicara con el escocés unas horas antes.
Él también pudo oír los pasos acercarse, pero siguió inmóvil. Ni le importaba quién fuera o lo que quisiera, siempre que no le obligara a cambiar de posición. Al sentir el tacto frío de los dedos de Nolan contra la zona caliente de su espalda, fue una mezcla entre placer y escozor lo que notó. Quiso morderse el labio, pero notó que aquello también dolía y se detuvo, dejando simplemente que el contrario siguiera con su tarea, a pesar de la parte negativa.
-¿Y si te digo que lo necesito en el recto?
Pronunció las palabras casi con una sonrisa, como si bromeara. Aunque era cierto que si el ungüento era apto, sería de agradecer que se lo aplicara allí. Claro que tenía intención de hacerlo él mismo. No por vergüenza, ni mucho menos, sino por no importunar más al que, aunque culpable de sus actuales males, se había ofrecido a cuidarle y prestarle una habitación en su casa.
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
-Ni siquiera pantalones -elevó una de sus piernas con cuidado, si requería del ungüento en ciertas zonas que lastimó, pues no quedaba más opción que al menos aliviarlo un poco -Respira hondo y acabaremos con esto pronto -besó su cuello y deslizó los labios hacia su oreja -Necesito que te repongas lo antes posible.
Volvió a hundir los dedos en el ungüento y aplicó alrededor del ano, casi como una caricia. Esperó un poco a que se acostumbrara al modo en que lo tocaba y así, con la misma gentileza, introdujo un poco el índice lleno de la cremosa sustancia. Lo sacó y llevó la mano adelante, a tomar su miembro viril con una risa leve y un beso en la mejilla.
-¿Quieres hacerlo tú mismo? Me parece que no sería buena idea que alguien entre y vea a su amo tocando de esta manera a un desconocido… aunque, por otro lado, si no me equivoco te gusta ser atrapado en medio de actos de esta naturaleza -Retiró la mano y puso delante suyo el pequeño frasquito con la crema junto con un beso en el cuello. No se movió de donde estaba, observaba nada más, quieto y pensando de nuevo en esas palabras. Sí, le recordaba mucho a cierta persona…
Al llamado de la puerta, por el olor de la persona que iba, rápidamente cubrió hasta la cintura a Guido con las sábanas revueltas y fue a abrir la puerta. Quien entró era una de las cocineras, no alguna de las más jóvenes. La idea de que les prohibieran subir so pena de ser corrompidas le causó mucha gracia. Haciéndose a un lado, la dejó andar libremente y acomodar los alimentos en una de las mesitas junto a la cama, disponiendo cómodamente cada cosa en un orden magnífico. Para su buena suerte no tardaron en estar a solas de nuevo y la gran pregunta afloró.
-No has hecho ningún comentario sobre lo que viste. ¿Por qué?
Volvió a hundir los dedos en el ungüento y aplicó alrededor del ano, casi como una caricia. Esperó un poco a que se acostumbrara al modo en que lo tocaba y así, con la misma gentileza, introdujo un poco el índice lleno de la cremosa sustancia. Lo sacó y llevó la mano adelante, a tomar su miembro viril con una risa leve y un beso en la mejilla.
-¿Quieres hacerlo tú mismo? Me parece que no sería buena idea que alguien entre y vea a su amo tocando de esta manera a un desconocido… aunque, por otro lado, si no me equivoco te gusta ser atrapado en medio de actos de esta naturaleza -Retiró la mano y puso delante suyo el pequeño frasquito con la crema junto con un beso en el cuello. No se movió de donde estaba, observaba nada más, quieto y pensando de nuevo en esas palabras. Sí, le recordaba mucho a cierta persona…
Al llamado de la puerta, por el olor de la persona que iba, rápidamente cubrió hasta la cintura a Guido con las sábanas revueltas y fue a abrir la puerta. Quien entró era una de las cocineras, no alguna de las más jóvenes. La idea de que les prohibieran subir so pena de ser corrompidas le causó mucha gracia. Haciéndose a un lado, la dejó andar libremente y acomodar los alimentos en una de las mesitas junto a la cama, disponiendo cómodamente cada cosa en un orden magnífico. Para su buena suerte no tardaron en estar a solas de nuevo y la gran pregunta afloró.
-No has hecho ningún comentario sobre lo que viste. ¿Por qué?
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
En realidad no esperaba que le hiciera caso, así que cuando le alzó una extremidad para tratarle con el ungüento, se sorprendió gratamente. Su ánimo no estaba para excitarse en aquellos momentos, pero la manera en que le trataba el escocés cuando le manejaba con cuidado, se le antojó, por primera vez desde que se encontraran, como algo agradable y no extraño.
De nuevo notó aquel escozor que seguía al tacto algo frío de la crema, seguido de un calor creciente y la calma que relajaba la zona. No sabía lo que llevaría aquel producto, pero funcionaba bastante bien, al menos por el momento.
-A mí no me importa que me encuentren en situaciones de ésta índole, pero a ti... no soy yo el dueño de la casa, ni el jefe de los trabajadores.
Rió entre dientes por lo último que dijo, sabiendo que no era él el que tendría que convivir con ellos si algo salía mal. Tenía escapatoria, podía regresar al hostal. Aunque en realidad, no le apetecía en lo más mínimo marcharse. Se preguntaba por qué, pero no tenía ganas de escuchar la respuesta, así que simplemente ignoró el interrogante que bailaba por su cabeza.
Volvió a bajar la pierna y se estremeció ligeramente por el roce de los labios ajenos en la curvatura del cuello, llegando incluso a encoger el hombro. El sonido de la puerta hizo saltar una especie de alarma y Nolan se levantó, cubriéndole con la sábana, seguramente para evitar asustar a quien fuera que entrara a la habitación. Él estaba de espaldas y podía no ser un perro durante algunas horas a la semana, pero el aroma a comida le lleno las fosas nasales, provocando que su estómago rugiera. Ni se percató de que la cocinera abandonaba de nuevo la estancia, hasta que escuchó al contrario hacer aquella pregunta. Decidió, que a pesar de las punzadas de dolor que pudieran aparecer, lo propio era girarse, así que con mucho cuidado y calma, lo hizo hasta quedar mirando al escocés.
-¿Qué clase de comentario esperabas por mi parte?
Se acomodó mejor en la nueva posición, apoyando ambas manos en la cama e irguió el torso para evitar que su espalda entrara en contacto con la cama. Hablar de algo de lo que no tenía ni idea, era difícil y tenía muchos números para decir alguna cosa que incomodara a su anfitrión. Aún así, si lo que quería eran comentarios al respecto, se los daría.
-Si no fuera por el dolor que recorre mi cuerpo, hubiese despertado pensando que todo había sido un extraño sueño... pero no lo fue, lo sé, lo noto en cada poro de mi piel.- Enarcó una ceja, decidido a indagar más en el asunto, ya que él había sacado el tema. -Y sigo sin saber lo que eres, ayer no quisiste responder a la pregunta. Como tampoco sé cómo... ¿duele? Quiero decir, todo tu cuerpo cambia, los huesos deben descolocarse y mutar o algo parecido... -Sentía mucha curiosidad, en realidad, pero se había contenido por él. Creyó que no querría escuchar cháchara sin sentido o preguntas a miles. Por eso había intentado mantener apartado el recuerdo, la imagen, el secreto.
De nuevo notó aquel escozor que seguía al tacto algo frío de la crema, seguido de un calor creciente y la calma que relajaba la zona. No sabía lo que llevaría aquel producto, pero funcionaba bastante bien, al menos por el momento.
-A mí no me importa que me encuentren en situaciones de ésta índole, pero a ti... no soy yo el dueño de la casa, ni el jefe de los trabajadores.
Rió entre dientes por lo último que dijo, sabiendo que no era él el que tendría que convivir con ellos si algo salía mal. Tenía escapatoria, podía regresar al hostal. Aunque en realidad, no le apetecía en lo más mínimo marcharse. Se preguntaba por qué, pero no tenía ganas de escuchar la respuesta, así que simplemente ignoró el interrogante que bailaba por su cabeza.
Volvió a bajar la pierna y se estremeció ligeramente por el roce de los labios ajenos en la curvatura del cuello, llegando incluso a encoger el hombro. El sonido de la puerta hizo saltar una especie de alarma y Nolan se levantó, cubriéndole con la sábana, seguramente para evitar asustar a quien fuera que entrara a la habitación. Él estaba de espaldas y podía no ser un perro durante algunas horas a la semana, pero el aroma a comida le lleno las fosas nasales, provocando que su estómago rugiera. Ni se percató de que la cocinera abandonaba de nuevo la estancia, hasta que escuchó al contrario hacer aquella pregunta. Decidió, que a pesar de las punzadas de dolor que pudieran aparecer, lo propio era girarse, así que con mucho cuidado y calma, lo hizo hasta quedar mirando al escocés.
-¿Qué clase de comentario esperabas por mi parte?
Se acomodó mejor en la nueva posición, apoyando ambas manos en la cama e irguió el torso para evitar que su espalda entrara en contacto con la cama. Hablar de algo de lo que no tenía ni idea, era difícil y tenía muchos números para decir alguna cosa que incomodara a su anfitrión. Aún así, si lo que quería eran comentarios al respecto, se los daría.
-Si no fuera por el dolor que recorre mi cuerpo, hubiese despertado pensando que todo había sido un extraño sueño... pero no lo fue, lo sé, lo noto en cada poro de mi piel.- Enarcó una ceja, decidido a indagar más en el asunto, ya que él había sacado el tema. -Y sigo sin saber lo que eres, ayer no quisiste responder a la pregunta. Como tampoco sé cómo... ¿duele? Quiero decir, todo tu cuerpo cambia, los huesos deben descolocarse y mutar o algo parecido... -Sentía mucha curiosidad, en realidad, pero se había contenido por él. Creyó que no querría escuchar cháchara sin sentido o preguntas a miles. Por eso había intentado mantener apartado el recuerdo, la imagen, el secreto.
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Hizo ademán de ayudarle, el cambio de posición no era lo mejor para él. Terminó por acercarse a la cama, nada más, a la vista de su interlocutor. Asintió meditando en sus dudas. Cualquier otra persona habría preguntado algo más estúpido como ¿por qué un perro?, ¿por qué no un… caballo?, ¿por qué no te ha cazado la Iglesia?, ¿por qué no me dejas ir? Las respuestas a sus dudas, sin embargo, eran sencillas y claras.
-Nos llaman cambiantes. Hay muchas historias sobre el origen pero incluso yo desconozco la verdad sobre nosotros -comenzó a explicar. Le hizo acostarse en la posición anterior y descubrió su cuerpo de nuevo -Deja de moverte, por favor, que no ayudarás en nada a tu caso. Y no, no duele. Al principio, cuando era un niño, resultaba raro e incómodo pero con el paso del tiempo se convirtió en algo tan común para mí como puede ser para ti cortar tu cabello o desnudarte -desnudarse era el mejor ejemplo. El cambio consistía en cambiar de piel y forma, en usar otro exterior -Otra parte del secreto es que puedo adoptar otras formas -le guiñó un ojo dándole a entender que tenía permiso de verle -Come, por favor, y no quiero que te quejes si te mimo un poco. Te lo mereces.
Cogió un pan y le untó mantequilla. Había huevos revueltos que desprendían un aroma delicioso, frutas, leche, jugo, queso, incluso carne, a petición del escocés desde que llegó. Su alimento preferido, además de la avena que para los escoceses es casi sagrada, era la carne de ternera y ciervo cocinada de cualquier forma, y claro, era complacido a diario. Ofreció, pues, todo el banquete al muchacho, y si algo de lo que deseaba no estaba en la habitación no tendría que hacer más que pedirlo y en el acto sus caprichos serían cumplidos. A eso se refería con los mimos.
No es como si se tratase de u acto de caridad. Perseguía fines bastante egoístas queriendo la pronta recuperación del amante con el fin de gozar de él nuevamente en poco tiempo. Los burdeles no serían más opción, no después de la mala experiencia que pasó, y pensar en fornicar con una dama era aún peor, un sacrilegio, incluso si las damas que elegía tenían fama de ligeras.
-Nos llaman cambiantes. Hay muchas historias sobre el origen pero incluso yo desconozco la verdad sobre nosotros -comenzó a explicar. Le hizo acostarse en la posición anterior y descubrió su cuerpo de nuevo -Deja de moverte, por favor, que no ayudarás en nada a tu caso. Y no, no duele. Al principio, cuando era un niño, resultaba raro e incómodo pero con el paso del tiempo se convirtió en algo tan común para mí como puede ser para ti cortar tu cabello o desnudarte -desnudarse era el mejor ejemplo. El cambio consistía en cambiar de piel y forma, en usar otro exterior -Otra parte del secreto es que puedo adoptar otras formas -le guiñó un ojo dándole a entender que tenía permiso de verle -Come, por favor, y no quiero que te quejes si te mimo un poco. Te lo mereces.
Cogió un pan y le untó mantequilla. Había huevos revueltos que desprendían un aroma delicioso, frutas, leche, jugo, queso, incluso carne, a petición del escocés desde que llegó. Su alimento preferido, además de la avena que para los escoceses es casi sagrada, era la carne de ternera y ciervo cocinada de cualquier forma, y claro, era complacido a diario. Ofreció, pues, todo el banquete al muchacho, y si algo de lo que deseaba no estaba en la habitación no tendría que hacer más que pedirlo y en el acto sus caprichos serían cumplidos. A eso se refería con los mimos.
No es como si se tratase de u acto de caridad. Perseguía fines bastante egoístas queriendo la pronta recuperación del amante con el fin de gozar de él nuevamente en poco tiempo. Los burdeles no serían más opción, no después de la mala experiencia que pasó, y pensar en fornicar con una dama era aún peor, un sacrilegio, incluso si las damas que elegía tenían fama de ligeras.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Escuchó con atención las explicaciones del escocés, al tiempo que se dejaba ayudar para acomodarse en la cama. No le gustaba nada sentirse débil, no estaba acostumbrado a serlo y le hacía enfadarse consigo mismo. Aunque por otro lado, le hizo gracia que volviera a colocarlo recostado de lado, ya que si iba a querer comer algo, tendría que sentarse una vez más, y por lo tanto, moverse. Eso le hizo darse cuenta de que el contrario estaba nervioso aunque no lo aparentara, porque sabía que era un hombre inteligente, se le notaba en su mirada y en su manera de hablar, así que cometer algo pequeño pero ilógico error, probaba algunas cosas.
¿Entonces, no dolía? Se le antojaba como algo extraño, en verdad. Si bien era cierto que no le escuchó quejarse y que sucedió en un instante, no le pareció como un truco de magia, había habido un cambio degradado, lo pudo ver con sus propios ojos, a la vez que parecieron los de otra persona, en otro mundo, en otra vida paralela.
-¿Y qué otras formas puedes adoptar?
Sentía curiosidad. ¿Eran todo animales? ¿Podía convertirse en cualquiera? Porque entonces, lo de hombre-perro... ya no tenía sentido. Seguramente por aquel motivo les llamaban "cambiantes" y no algo más concreto. Lo que ya sabía, es que era un cambio a voluntad, se lo había demostrado, ¿pero había limitaciones? ¿Cuánto tiempo aguantaría en sus otras formas? ¿O tal vez era el humano el que debería considerarse "la otra forma"? Tal vez ni Nolan sabía cuál era la principal. Aquello le dejó la cabeza embotada, tantas preguntas bailando en su cabeza, no eran buenas.
Intentó centrarse en la comida, para lo que se tuvo que, una última vez, sentarse en la cama con la espalda separada del cabecero, usando la almohada como único apoyo en la parte lumbar, donde a penas había marcas de arañazos. Tomó entonces el panecillo y se lo llevo a la boca. Moría de hambre, en parte porque en el restaurante ni si quiera se había terminado aquella ridícula ensalada que se había pedido. Masticó con ganas, aunque de manera educada, con la boca cerrada y sin hacer más ruido del necesario. Disfrutó del sabor del pan recién hecho y la mantequilla gustosa. Cogió luego un tenedor y probó los huevos revueltos, ayudándose con el zumo para bajarlo todo.
-Está muy bueno. No comía nada así desde... no lo recuerdo. -Rió para sí mismo, encogiendo los hombros y tomó luego unas uvas y las olió.- ¿Esto qué es? -Preguntó, mirando al contrario con las frutillas en la mano.
¿Entonces, no dolía? Se le antojaba como algo extraño, en verdad. Si bien era cierto que no le escuchó quejarse y que sucedió en un instante, no le pareció como un truco de magia, había habido un cambio degradado, lo pudo ver con sus propios ojos, a la vez que parecieron los de otra persona, en otro mundo, en otra vida paralela.
-¿Y qué otras formas puedes adoptar?
Sentía curiosidad. ¿Eran todo animales? ¿Podía convertirse en cualquiera? Porque entonces, lo de hombre-perro... ya no tenía sentido. Seguramente por aquel motivo les llamaban "cambiantes" y no algo más concreto. Lo que ya sabía, es que era un cambio a voluntad, se lo había demostrado, ¿pero había limitaciones? ¿Cuánto tiempo aguantaría en sus otras formas? ¿O tal vez era el humano el que debería considerarse "la otra forma"? Tal vez ni Nolan sabía cuál era la principal. Aquello le dejó la cabeza embotada, tantas preguntas bailando en su cabeza, no eran buenas.
Intentó centrarse en la comida, para lo que se tuvo que, una última vez, sentarse en la cama con la espalda separada del cabecero, usando la almohada como único apoyo en la parte lumbar, donde a penas había marcas de arañazos. Tomó entonces el panecillo y se lo llevo a la boca. Moría de hambre, en parte porque en el restaurante ni si quiera se había terminado aquella ridícula ensalada que se había pedido. Masticó con ganas, aunque de manera educada, con la boca cerrada y sin hacer más ruido del necesario. Disfrutó del sabor del pan recién hecho y la mantequilla gustosa. Cogió luego un tenedor y probó los huevos revueltos, ayudándose con el zumo para bajarlo todo.
-Está muy bueno. No comía nada así desde... no lo recuerdo. -Rió para sí mismo, encogiendo los hombros y tomó luego unas uvas y las olió.- ¿Esto qué es? -Preguntó, mirando al contrario con las frutillas en la mano.
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Rodó los ojos, fastidiado por su propio error. En su vida se vio en la necesidad de cuidar enfermos y el sentido común dejaba su cabeza en cuanto los nervios le fallaban. En fin, tendría que sanar pronto, tampoco es como si le hubiese despellejado vivo. Dedicado a calmarse, comenzó a picar por aquí y allá la comida, llevándose un puñado de frutos a la boca sin detenerse a revisar lo que eran.
-Sólo otras dos formas, un zorro y un lobo -respondió con rapidez casi en un intento de evitar los detalles. Prestó atención a las frutas dispuestas y por un segundo fue como si toda información básica se borrara de su memoria -Eh… fresas, duraznos, naranjas, tienen de casi todo en la cocina, por si tienes antojo de cualquier cosa -se echó a la boca dos uvas de color fuerte y muy jugosas que, al reventar en su boca, poco faltó para derramarse por sus labios cerrados; cubrió su boca rápido, burlándose de sí mismo y limpiándose pronto.
Pasado el momento embarazoso le sonrió y se echó toda la melena hacia atrás en un gesto típicamente suyo en situaciones incómodas, cogió cualquier cosa, que resultó ser un panecillo igual al que robó de la cocina y se acostó a comer; en otros tiempos habría sido retado por cuanto le viera hacer eso, ¿dónde quedaban sus modales?
-Te habrías asustado si tomara otra forma -afirmó, hablando con la boca llena de pan a medio mascar. No lo sabía, pero esa actitud venía puramente de la confianza que el italiano le inspiraba, en parte porque dado su estado se hallaba incapacitado para salir a dar la noticia a todos -, todos se asustan ante un lobo o sueltan a los perros si ven un zorro -se encogió de hombros, cada forma tenía sus ventajas y desventajas, incluida la forma humana, tan débil en comparación. Palmeó la parte más cercana del chico, su muslo, y ahí dejó la mano, acariciando con las yemas de los dedos tan distraído y de forma mecánica, justo como respirar.
-Sólo otras dos formas, un zorro y un lobo -respondió con rapidez casi en un intento de evitar los detalles. Prestó atención a las frutas dispuestas y por un segundo fue como si toda información básica se borrara de su memoria -Eh… fresas, duraznos, naranjas, tienen de casi todo en la cocina, por si tienes antojo de cualquier cosa -se echó a la boca dos uvas de color fuerte y muy jugosas que, al reventar en su boca, poco faltó para derramarse por sus labios cerrados; cubrió su boca rápido, burlándose de sí mismo y limpiándose pronto.
Pasado el momento embarazoso le sonrió y se echó toda la melena hacia atrás en un gesto típicamente suyo en situaciones incómodas, cogió cualquier cosa, que resultó ser un panecillo igual al que robó de la cocina y se acostó a comer; en otros tiempos habría sido retado por cuanto le viera hacer eso, ¿dónde quedaban sus modales?
-Te habrías asustado si tomara otra forma -afirmó, hablando con la boca llena de pan a medio mascar. No lo sabía, pero esa actitud venía puramente de la confianza que el italiano le inspiraba, en parte porque dado su estado se hallaba incapacitado para salir a dar la noticia a todos -, todos se asustan ante un lobo o sueltan a los perros si ven un zorro -se encogió de hombros, cada forma tenía sus ventajas y desventajas, incluida la forma humana, tan débil en comparación. Palmeó la parte más cercana del chico, su muslo, y ahí dejó la mano, acariciando con las yemas de los dedos tan distraído y de forma mecánica, justo como respirar.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Sopesó la idea del zorro y el lobo, intentando imaginarse cómo serían. Sabía que habían muchos tipos de esos animales, al igual que había muchas razas de perros y el escocés se convertía en uno alto, corpulento, ágil y fuerte. Le pegaba mucho, la verdad. El zorro le pareció que sería curioso, porque aunque siempre era descrito como veloz, astuto y ágil, lo recordaba algo pequeño. Supuso, porque no podía hacer otra cosa, que Nolan tenía cosas en común con todos aquellos en los que cambiaba. Del lobo, seguramente tendría su lado salvaje, del cual tenía la impresión, a penas había rascado la superficie la noche anterior.
-No hace falta, aquí hay comida para alimentar a todo un regimiento...
Comentó con una sonrisa, negando levemente y se comió también sus uvas. Él se lo tomó con más calma, dejando que cada una bajara hasta la mitad de su lengua y la desviaba luego hacia las muelas para hacerla estallar con cuidado. Meditó unos instantes sobre las teorías del contrario y negó varias veces, antes de tragar, relamerse y hablar.
-¿Por qué asustarme? No importa la forma que tengas, podrías dañarme en cualquiera y sin embargo... bueno, algo bruto fuiste, pero nada que no se pase en un par de días. Lo que quiero decir es que el humano es el más peligroso de los animales a mi parecer, así que siendo un perro, un lobo o un zorro, no me hubiese puesto a gritar como un loco ni hubiese huido despavorido.
Se encogió de hombros y cogió un trozo de queso. Lo desmenuzó entre los dedos y se fue llevando pequeños trozos a la boca mientras miraba al escocés que yacía ahora recostado junto a él. Tenía la impresión que su actitud se iba relajando a medida que pasaban las horas, que seguramente cuando entró al restaurante lo había hecho como un galante caballero con porte y suma educación, mientras que ahora era un hombre normal, tranquilo, despreocupado y al que no le importaban las apariencias.
Notó la mano sobre su muslo y no hizo ni dijo nada al respecto. Empezaba a acostumbrarse al trato cercano que tanto le gustaba a Nolan. Era mucho de tocar, acariciar y abrazar. La proximidad corporal estaba muy bien, era mejor que mantenerse a distancia y mirarse con intensidad sin hacer nada al respecto.
-La gente suele actuar de manera estúpida ante las cosas que no comprenden.
-No hace falta, aquí hay comida para alimentar a todo un regimiento...
Comentó con una sonrisa, negando levemente y se comió también sus uvas. Él se lo tomó con más calma, dejando que cada una bajara hasta la mitad de su lengua y la desviaba luego hacia las muelas para hacerla estallar con cuidado. Meditó unos instantes sobre las teorías del contrario y negó varias veces, antes de tragar, relamerse y hablar.
-¿Por qué asustarme? No importa la forma que tengas, podrías dañarme en cualquiera y sin embargo... bueno, algo bruto fuiste, pero nada que no se pase en un par de días. Lo que quiero decir es que el humano es el más peligroso de los animales a mi parecer, así que siendo un perro, un lobo o un zorro, no me hubiese puesto a gritar como un loco ni hubiese huido despavorido.
Se encogió de hombros y cogió un trozo de queso. Lo desmenuzó entre los dedos y se fue llevando pequeños trozos a la boca mientras miraba al escocés que yacía ahora recostado junto a él. Tenía la impresión que su actitud se iba relajando a medida que pasaban las horas, que seguramente cuando entró al restaurante lo había hecho como un galante caballero con porte y suma educación, mientras que ahora era un hombre normal, tranquilo, despreocupado y al que no le importaban las apariencias.
Notó la mano sobre su muslo y no hizo ni dijo nada al respecto. Empezaba a acostumbrarse al trato cercano que tanto le gustaba a Nolan. Era mucho de tocar, acariciar y abrazar. La proximidad corporal estaba muy bien, era mejor que mantenerse a distancia y mirarse con intensidad sin hacer nada al respecto.
-La gente suele actuar de manera estúpida ante las cosas que no comprenden.
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Buena respuesta. Terminó de comer, tenía mejores cosas qué hacer que perder el tiempo en alimentos. Acercó el cuerpo al del italiano con la excusa de revisar su espalda, arrugó el entrecejo y volvió a echarse cómodamente mirando arriba.
-Pude haberte matado, muchacho, ¿por qué no me detuviste? ¿Lo disfrutaste? -asomó una sonrisa maliciosa, llena de buen humor, tratando de averiguar lo que los gestos del italiano eran capaces de decir por sí solos. Hasta el momento descubrió que sus ojos lo delataban en varias ocasiones y, en otras, un leve movimiento de sus cejas significaban cosas interesantes que después corroboraba con palabras. Lo que quería escuchar de su boca era si le gustó tanto como a él. Claro estaba que no se repetiría, al menos no con esa brutalidad con que lo sometió. Pudo haber sido peor, sin embargo, pudo perder todo el autocontrol y golpearlo hasta… en fin.
Entrecerró los ojos, con la mirada fija en la del italiano, y de la nada su mirada se desvió hacia sus labios carnosos y bien delineados. Con un gruñido fue a devorarlos, a degustar la textura suave de esa boca masculina que por la noche tantas cosas le provocó. Probablemente ya era hora de dejar de ser tan íntimo con él, marcar una línea entre ambos en vista de que pasarían bastante tiempo juntos y el resultado de tantas caricias por su parte a veces causaban estragos. La gente lo tomaba a veces como un amante dedicado, otras como un hombre posesivo. Interesante saber la perspectiva del chico que en ese momento representaba el centro de su universo, lo único que ocupaba su mente.
-No vas a escapar de mí… jamás -susurró sobre su boca entre besos cortos y lujuriosos que no hacían más que provocarle el cosquilleo conocido bajando hacia el centro de su cuerpo.
¿Cómo serían las cosas una vez que hallaran a Lucca, a su hermano? La familia siempre es primero, además Guido viajó a París exclusivamente a buscarlo; retenerlo resultaría inútil contra el lazo fraternal, y tenerlos a ambos no era buena idea, sería raro, inapropiado. A saber qué reacción tendría llegado el momento, si es que llegaba, si es que el mayor de los hermanos no estaba muerto ya o en otra ciudad.
-Pude haberte matado, muchacho, ¿por qué no me detuviste? ¿Lo disfrutaste? -asomó una sonrisa maliciosa, llena de buen humor, tratando de averiguar lo que los gestos del italiano eran capaces de decir por sí solos. Hasta el momento descubrió que sus ojos lo delataban en varias ocasiones y, en otras, un leve movimiento de sus cejas significaban cosas interesantes que después corroboraba con palabras. Lo que quería escuchar de su boca era si le gustó tanto como a él. Claro estaba que no se repetiría, al menos no con esa brutalidad con que lo sometió. Pudo haber sido peor, sin embargo, pudo perder todo el autocontrol y golpearlo hasta… en fin.
Entrecerró los ojos, con la mirada fija en la del italiano, y de la nada su mirada se desvió hacia sus labios carnosos y bien delineados. Con un gruñido fue a devorarlos, a degustar la textura suave de esa boca masculina que por la noche tantas cosas le provocó. Probablemente ya era hora de dejar de ser tan íntimo con él, marcar una línea entre ambos en vista de que pasarían bastante tiempo juntos y el resultado de tantas caricias por su parte a veces causaban estragos. La gente lo tomaba a veces como un amante dedicado, otras como un hombre posesivo. Interesante saber la perspectiva del chico que en ese momento representaba el centro de su universo, lo único que ocupaba su mente.
-No vas a escapar de mí… jamás -susurró sobre su boca entre besos cortos y lujuriosos que no hacían más que provocarle el cosquilleo conocido bajando hacia el centro de su cuerpo.
¿Cómo serían las cosas una vez que hallaran a Lucca, a su hermano? La familia siempre es primero, además Guido viajó a París exclusivamente a buscarlo; retenerlo resultaría inútil contra el lazo fraternal, y tenerlos a ambos no era buena idea, sería raro, inapropiado. A saber qué reacción tendría llegado el momento, si es que llegaba, si es que el mayor de los hermanos no estaba muerto ya o en otra ciudad.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Se encorvó hacia delante cuando el escocés se le aproximó para mirarle los arañazos. Se comió mientras una fresa, sujetándola por el rabillo de hojas verdes y la masticó despacio. La pregunta le pilló desprevenido. No esperaba que le importara saber el por qué no le había intentado detener. Porque de haber querido, no tenía nada claro que lo hubiese conseguido. Él estaba fuerte y se ejercitaba, pero Nolan era más corpulento y su fuerza era mucho mayor, no sabía si por él mismo o por lo de ser cambiante, pero el resultado era el mismo.
-No lo sé, no pensaba en ese momento... sólo se acumulaban sensaciones buenas y malas. Lo mío me costó recordar respirar y no perder el conocimiento...
Rió, comentándolo como una anécdota y no como una queja o reproche. Ya se lo había dicho antes, él nunca lamentaba una decisión. Las consecuencias eran cosa suya sin duda alguna y no podía negar que aunque al principio fue bastante doloroso, al final el placer se abrió paso a empujones y le alcanzó cada parte erógena del cuerpo.
-Podría decirse que sí, que lo disfruté.
Decirlo en voz alta no sonó tan masoquista como había pensado, al menos no frente al causante de aquella decisión. Le vio directamente a los ojos, sin avergonzarse en lo más mínimo por su opinión. Pudo ver como la mirada ajena se entrecerraba, pensando a saber qué y pronto le tuvo encima, comiéndole literalmente la boca. Soltó un quejido por el impacto que recibió su espalda al caer sobre la cama, pero no salió de sus labios, quedó atorado en su garganta. Las ganas que le ponía el contrario a besarle, empezaban a volverse casi adictivas. Ya no le parecía mal que lo hiciera, al contrario.
Al escuchar lo que dijo, se echó a reír. ¿No le pensaba dejar escapar? ¿Y cómo se lo iba a impedir si lo intentara? Aunque, por el momento, no lo haría. Estaba bien en aquella casa. La sensación de la habitación era muy distinta a la del hostal, el movimiento de gente, la comida, el calor... todo le agradaba. Por no hablar del escocés y su arte a la hora de satisfacer a Guido.
-¿Vas a encadenarme a la cama?
Preguntó en tono bromista, sin darle mucha importancia. Él estaba en París buscando a su hermano, o al menos esa había sido la idea cuando huyó de Italia. Pero si se paraba a pensarlo, no había hecho nada por encontrarlo. No había investigado en lo más mínimo. ¿Realmente quería saber de él o estaba asustado de la respuesta que Lucca tendría, de su expresión, de su rechazo?
-No lo sé, no pensaba en ese momento... sólo se acumulaban sensaciones buenas y malas. Lo mío me costó recordar respirar y no perder el conocimiento...
Rió, comentándolo como una anécdota y no como una queja o reproche. Ya se lo había dicho antes, él nunca lamentaba una decisión. Las consecuencias eran cosa suya sin duda alguna y no podía negar que aunque al principio fue bastante doloroso, al final el placer se abrió paso a empujones y le alcanzó cada parte erógena del cuerpo.
-Podría decirse que sí, que lo disfruté.
Decirlo en voz alta no sonó tan masoquista como había pensado, al menos no frente al causante de aquella decisión. Le vio directamente a los ojos, sin avergonzarse en lo más mínimo por su opinión. Pudo ver como la mirada ajena se entrecerraba, pensando a saber qué y pronto le tuvo encima, comiéndole literalmente la boca. Soltó un quejido por el impacto que recibió su espalda al caer sobre la cama, pero no salió de sus labios, quedó atorado en su garganta. Las ganas que le ponía el contrario a besarle, empezaban a volverse casi adictivas. Ya no le parecía mal que lo hiciera, al contrario.
Al escuchar lo que dijo, se echó a reír. ¿No le pensaba dejar escapar? ¿Y cómo se lo iba a impedir si lo intentara? Aunque, por el momento, no lo haría. Estaba bien en aquella casa. La sensación de la habitación era muy distinta a la del hostal, el movimiento de gente, la comida, el calor... todo le agradaba. Por no hablar del escocés y su arte a la hora de satisfacer a Guido.
-¿Vas a encadenarme a la cama?
Preguntó en tono bromista, sin darle mucha importancia. Él estaba en París buscando a su hermano, o al menos esa había sido la idea cuando huyó de Italia. Pero si se paraba a pensarlo, no había hecho nada por encontrarlo. No había investigado en lo más mínimo. ¿Realmente quería saber de él o estaba asustado de la respuesta que Lucca tendría, de su expresión, de su rechazo?
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Rió bajo y grave contra su boca, aún tan juntos que sentía el calor del otro contra él. Un poco más, le bastaría con saborear su boca un momento más que, por supuesto, disfrutó al máximo. Recapitulando, el chico era un masoquista temerario, lo mismo daba que le hiciera el amor tranquilamente o le rompiera el recto, igualmente disfrutaría a su modo, y no le rechazaba, que era la mejor parte. Comenzaba a adaptarse a esa necesidad que tenía de contacto.
-Podría encadenarte, sí, y poner candado a la puerta y las ventanas, prohibir a los criados que siquiera hablen de ti y alimentarte yo mismo. ¿Acaso no te gusta la idea? Parece divertido -terminó por sentarse sobre los muslos desnudos del italiano a horcajadas, con las rodillas flexionadas y soportando casi todo su peso. Lo quedó mirando con obvia intención de retarlo -La otra opción es fingir que soy un buen hombre, seducirte como se debe, enamorarte y, cuando consiga una esposa, volver a la idea de encadenarte. Tú decides -bromas nada más, no tendría el corazón para privarlo de su libertad y mucho menos de jugar con sus sentimientos. Cierto era que necesitaba una esposa, tanto si fuera humana como si fuera como él, el único requisito era que perteneciera a la alta sociedad y le diera tantos hijos como soportara. Sería un buen bonus si la mujer en cuestión lograra hacerle sentir lo que mismo que Guido. Lo veía difícil.
Lo tomó por el mentón analizando bien sus facciones que, a la luz del día, eran tan distintas que, de no haber pasado la noche juntos, la única manera de reconocerlo sería por el olor. Encontraba en su anatomía una satisfacción no meramente carnal, también le inspiraba calma, un placer profundo con esos movimientos tranquilos de su cuerpo. Era un chico listo, lo demostró con creces al no temerle y darle una respuesta tan sabia: los humanos temen a lo desconocido, por eso terminarán aniquilándose unos a otros y, finalmente, sólo sobrevivirán las razas que se lo ganen. Y quizá algunos humanos osados como este chiquillo.
-¿Te molesta que comience a tomarte tanto cariño? -al diablo, la verdad era su mejor arma, una franqueza cruda capaz de incomodar a cualquiera excepto a otro ser tan franco como él. Le quería de más de una manera, más allá del querer posesivo. Le quería para él, para que le acompañara con agradable charla antes y después de deshacerse mutuamente en placer.
-Podría encadenarte, sí, y poner candado a la puerta y las ventanas, prohibir a los criados que siquiera hablen de ti y alimentarte yo mismo. ¿Acaso no te gusta la idea? Parece divertido -terminó por sentarse sobre los muslos desnudos del italiano a horcajadas, con las rodillas flexionadas y soportando casi todo su peso. Lo quedó mirando con obvia intención de retarlo -La otra opción es fingir que soy un buen hombre, seducirte como se debe, enamorarte y, cuando consiga una esposa, volver a la idea de encadenarte. Tú decides -bromas nada más, no tendría el corazón para privarlo de su libertad y mucho menos de jugar con sus sentimientos. Cierto era que necesitaba una esposa, tanto si fuera humana como si fuera como él, el único requisito era que perteneciera a la alta sociedad y le diera tantos hijos como soportara. Sería un buen bonus si la mujer en cuestión lograra hacerle sentir lo que mismo que Guido. Lo veía difícil.
Lo tomó por el mentón analizando bien sus facciones que, a la luz del día, eran tan distintas que, de no haber pasado la noche juntos, la única manera de reconocerlo sería por el olor. Encontraba en su anatomía una satisfacción no meramente carnal, también le inspiraba calma, un placer profundo con esos movimientos tranquilos de su cuerpo. Era un chico listo, lo demostró con creces al no temerle y darle una respuesta tan sabia: los humanos temen a lo desconocido, por eso terminarán aniquilándose unos a otros y, finalmente, sólo sobrevivirán las razas que se lo ganen. Y quizá algunos humanos osados como este chiquillo.
-¿Te molesta que comience a tomarte tanto cariño? -al diablo, la verdad era su mejor arma, una franqueza cruda capaz de incomodar a cualquiera excepto a otro ser tan franco como él. Le quería de más de una manera, más allá del querer posesivo. Le quería para él, para que le acompañara con agradable charla antes y después de deshacerse mutuamente en placer.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Le escuchó reír, notando como aquella voz grave y varonil resonaba en una carcajada por toda la estancia. Tenía buenos pulmones, a juego con todo el resto de órganos, músculos, huesos... era un ejemplar único como hombre, no cabía duda alguna.
Le dejó colocarse como quiso, aunque tampoco se lo hubiese podido impedir. Le miró bien a los ojos, escuchando lo que dijo y enarcó una de las cejas al escuchar nuevamente la palabra amor. Aquello no existía, la gente confundía la necesidad, la excitación y la dependencia con un sentimiento que descrito quedaba muy bonito, pero que era imposible. La naturaleza humana lo volvía así. Lo otro que dijo, a eso sí le replicó, completamente inconforme ante la idea aunque fuera bromeando.
-No soy el segundo plato de nadie.
Dejó que le observara, haciendo él lo mismo. La mano firme del escocés sosteniéndole la barbilla y clavando sus intensos ojos en los de él para luego deslizarlos por distintas zonas de su rostro. Se sentía analizado, como un experimento. Pero no le desagradaba la idea, a fin de cuentas, le encantaba ser el centro de atención.
-¿Cariño?
La palabra se le hizo extraña, no la escuchaba desde hacía muchos años, nuevamente provinente de su madre cuando él era un crío, o cuando lo fuera su hermano. Ella usaba siempre apelativos de esa índole para llamarles, eso si estaba contenta, cuando se enfadaba usaba siempre el nombre completo y el apellido, que aunque pareciera una tontería, funcionaba a la perfección, logrando que los esfínteres de ambos hijos se contrajeran al instante.
-Si es lo que quieres ¿cómo es que no te has casado aún?
Preguntó al recordar lo mencionado antes, sintiendo cierta curiosidad sobre el tema. Algo sumamente extraño en él. Sabía bien que los matrimonios eran contratos convenientes por estatus, poder y dinero, pero seguía sin comprender que tuvieran realmente un uso a parte de esos. Porque para procrear, no era necesario casarse, era tan sencillo como acostarse con una mujer las suficientes veces para engendrar en ella un bebé.
Le dejó colocarse como quiso, aunque tampoco se lo hubiese podido impedir. Le miró bien a los ojos, escuchando lo que dijo y enarcó una de las cejas al escuchar nuevamente la palabra amor. Aquello no existía, la gente confundía la necesidad, la excitación y la dependencia con un sentimiento que descrito quedaba muy bonito, pero que era imposible. La naturaleza humana lo volvía así. Lo otro que dijo, a eso sí le replicó, completamente inconforme ante la idea aunque fuera bromeando.
-No soy el segundo plato de nadie.
Dejó que le observara, haciendo él lo mismo. La mano firme del escocés sosteniéndole la barbilla y clavando sus intensos ojos en los de él para luego deslizarlos por distintas zonas de su rostro. Se sentía analizado, como un experimento. Pero no le desagradaba la idea, a fin de cuentas, le encantaba ser el centro de atención.
-¿Cariño?
La palabra se le hizo extraña, no la escuchaba desde hacía muchos años, nuevamente provinente de su madre cuando él era un crío, o cuando lo fuera su hermano. Ella usaba siempre apelativos de esa índole para llamarles, eso si estaba contenta, cuando se enfadaba usaba siempre el nombre completo y el apellido, que aunque pareciera una tontería, funcionaba a la perfección, logrando que los esfínteres de ambos hijos se contrajeran al instante.
-Si es lo que quieres ¿cómo es que no te has casado aún?
Preguntó al recordar lo mencionado antes, sintiendo cierta curiosidad sobre el tema. Algo sumamente extraño en él. Sabía bien que los matrimonios eran contratos convenientes por estatus, poder y dinero, pero seguía sin comprender que tuvieran realmente un uso a parte de esos. Porque para procrear, no era necesario casarse, era tan sencillo como acostarse con una mujer las suficientes veces para engendrar en ella un bebé.
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Asintió una vez nada más a su pregunta, ¿qué tenía de raro la palabra o el sentimiento? Sonrió sin mucho ánimo y le cubrió los ojos con una mano para hablar sobre el tema del matrimonio, uno un tanto desagradable.
-No es que quiera, es que debo hacerlo. Tengo ya sesenta años, Guido, el tiempo corre y el apellido debe pasar a la siguiente generación. No tengo hermanos, no sé lo que es compartir ese tipo de carga… En fin, no pienso casarme con alguien a quien no ame, aunque hagas caras cada que menciono algo parecido al amor. No pienses que no lo he notado -quitó la mano, lo cierto es que nunca había confesado a nadie su nulo ánimo respecto al matrimonio. Pudo haberse casado en el pasado, pero resultó que la joven en cuestión hizo algo que prefería no traer al presente -. Ahora tú dime, ¿qué tienes contra todo esto? Siento cariño por ti, así son las cosas.
Se encogió de hombros restando importancia al asunto, mejor así. Apenas se conocían de unas horas, y si bien el escocés era del tipo que forja lazos rápidamente, no era el caso del italiano y lo respetaba. De hecho, posiblemente fuera una de las cosas que le gustaban de él, que fuera un reto convencerlo de que no iba tras el placer carnal, que podía ser algo más complejo que eso.
Haber sido criado por un hombre fuerte que le forjó carácter y una mujer noble que le enseñó a no perder su humanidad, esa capacidad de sentir empatía sin perderse en sueños imposibles le era natural. Imaginó al italiano cediendo ante alguien de ese modo. ¿Cómo sería que rompieran sus barreras? Ojalá pudiera ver eso, conocer si era posible y, de serlo, el cambio que generaría en el muchacho.
-¿Tu hermano siente el mismo rechazo por esa palabra? -se le ocurrió que, de ser así, explicaría muchas cosas de la actitud defensiva del muchacho.
-No es que quiera, es que debo hacerlo. Tengo ya sesenta años, Guido, el tiempo corre y el apellido debe pasar a la siguiente generación. No tengo hermanos, no sé lo que es compartir ese tipo de carga… En fin, no pienso casarme con alguien a quien no ame, aunque hagas caras cada que menciono algo parecido al amor. No pienses que no lo he notado -quitó la mano, lo cierto es que nunca había confesado a nadie su nulo ánimo respecto al matrimonio. Pudo haberse casado en el pasado, pero resultó que la joven en cuestión hizo algo que prefería no traer al presente -. Ahora tú dime, ¿qué tienes contra todo esto? Siento cariño por ti, así son las cosas.
Se encogió de hombros restando importancia al asunto, mejor así. Apenas se conocían de unas horas, y si bien el escocés era del tipo que forja lazos rápidamente, no era el caso del italiano y lo respetaba. De hecho, posiblemente fuera una de las cosas que le gustaban de él, que fuera un reto convencerlo de que no iba tras el placer carnal, que podía ser algo más complejo que eso.
Haber sido criado por un hombre fuerte que le forjó carácter y una mujer noble que le enseñó a no perder su humanidad, esa capacidad de sentir empatía sin perderse en sueños imposibles le era natural. Imaginó al italiano cediendo ante alguien de ese modo. ¿Cómo sería que rompieran sus barreras? Ojalá pudiera ver eso, conocer si era posible y, de serlo, el cambio que generaría en el muchacho.
-¿Tu hermano siente el mismo rechazo por esa palabra? -se le ocurrió que, de ser así, explicaría muchas cosas de la actitud defensiva del muchacho.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/09/2014
Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
-¿Sesenta años?
Pregunto sorprendido con los ojos aún cubiertos por la gran mano del escocés. ¿Por qué se los tapaba? No lo entendía, ¿a caso le incomodaba su mirada? Si se lo hubiese pedido, los hubiese cerrado el mismo, tampoco pasaba nada. La respuesta ajena a su pregunta, le dejó claro lo que ya sabía, aunque lo tiñó de nuevo con la palabra amor, en la que el italiano no creía.
-No es necesario casarse para tener hijos. Se pueden adoptar, además.
Aunque no pudiera clavar sus pupilas en las orbes ajenas, aquello no iba a evitar que fuera directo y sincero en sus opiniones. No iba a cambiar su manera de ser por perder uno de sus sentidos momentáneamente. De ser permanente... bueno, esperaba que aquello no sucediera jamás, así que mejor ni pensarlo. Aunque notó como el contrario retiraba la mano, decidió quedarse con los párpados cerrados.
-El amor es una bonita palabra, parece teñir el mundo del que la pronuncia, del que la escucha. Pero es una farsa. El amor no existe. El ser humano es demasiado hipócrita y retorcido como para sentir algo de esa índole. Al final todos acaban traicionando la confianza de aquellos a quienes dicen amar.
No se notaba resentimiento en sus palabras, no las decía con rencor. Pero sí que las sentía tal y como las explicaba. Había visto a sus padres traicionar el supuesto amor que tenían el uno por el otro, y a muchas otras personas que había conocido a lo largo de su vida. Aunque la peor de las tretas, había sido la de su hermano. Rió con ironía al escuchar lo que preguntó al final y prosiguió.
-Lucca es una de esas personas a las que se les llena la boca con la palabra, tanto que podría ahogarse con ella y ni le importaría. Pero también es el primero que la pisa sin importarle. Que se marcha sin mirar a quienes deja atrás y decía amar.
Pregunto sorprendido con los ojos aún cubiertos por la gran mano del escocés. ¿Por qué se los tapaba? No lo entendía, ¿a caso le incomodaba su mirada? Si se lo hubiese pedido, los hubiese cerrado el mismo, tampoco pasaba nada. La respuesta ajena a su pregunta, le dejó claro lo que ya sabía, aunque lo tiñó de nuevo con la palabra amor, en la que el italiano no creía.
-No es necesario casarse para tener hijos. Se pueden adoptar, además.
Aunque no pudiera clavar sus pupilas en las orbes ajenas, aquello no iba a evitar que fuera directo y sincero en sus opiniones. No iba a cambiar su manera de ser por perder uno de sus sentidos momentáneamente. De ser permanente... bueno, esperaba que aquello no sucediera jamás, así que mejor ni pensarlo. Aunque notó como el contrario retiraba la mano, decidió quedarse con los párpados cerrados.
-El amor es una bonita palabra, parece teñir el mundo del que la pronuncia, del que la escucha. Pero es una farsa. El amor no existe. El ser humano es demasiado hipócrita y retorcido como para sentir algo de esa índole. Al final todos acaban traicionando la confianza de aquellos a quienes dicen amar.
No se notaba resentimiento en sus palabras, no las decía con rencor. Pero sí que las sentía tal y como las explicaba. Había visto a sus padres traicionar el supuesto amor que tenían el uno por el otro, y a muchas otras personas que había conocido a lo largo de su vida. Aunque la peor de las tretas, había sido la de su hermano. Rió con ironía al escuchar lo que preguntó al final y prosiguió.
-Lucca es una de esas personas a las que se les llena la boca con la palabra, tanto que podría ahogarse con ella y ni le importaría. Pero también es el primero que la pisa sin importarle. Que se marcha sin mirar a quienes deja atrás y decía amar.
Guido Abbiati- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/09/2014
Localización : Mansión McLeod
Re: Scappare sarebbe un peccato ~ Nolan McLeod +18
Creyó encontrar el punto débil del muchacho, lo único que lo alteraba hasta ese momento. Ni el sexo forzado, ni su secreto, nada lo puso antes de esa manera. Asintió lentamente eligiendo bien sus siguientes palabras. Estaban soltando muchas verdades, en algún momento uno de los dos tenía que explotar y esperaba no ser él.
-Guido, en mi vida he amado a tantas personas de formas distintas. A mis padres, a mis tutores, a mis amantes. Tengo edad suficiente para diferenciar una ilusión y algo que me golpea con la fuerza de un mazo, ¿sabes cómo me golpeas tú, pequeño? Me intrigas -le sonrió amable. Su cuerpo no mostraba su edad, pero a veces en sus facciones se dibujaban rastros del tipo de conocimiento que se adquiere con los años a base de prueba y error. No era, empero, esa su duda, sino una mayor.
Gracias a sus viajes fue testigo de prácticas diversas: mutilaciones, tatuajes, uso de vacas como moneda de cambio, compra de esposas, poligamia, esclavitud; cosas que en la sociedad conocida por ambos eran consideradas dignas de la barbarie, de seres inferiores. El escocés, por el contrario, respetaba todas aquellas tradiciones por más que odiara muchas de ellas. Nunca interfirió. Una en especial llamaba su atención. Relacionarse con los parientes directos era un tabú, prohibido por más de una religión y visto como un amor sucio. Su entendimiento se basaba en algo distinto: si había amor y deseo, ¿por qué no? Así de simple. Al demonio la moralidad falsa.
-Tu hermano y tú… hay algo. Lo escucho en tu voz, lo percibo. No soy un humano, lo viste ya, y eso hace que mi percepción sea distinta -explicó con la misma paciencia que le brindó tantas veces antes. Cruzó los brazos, desvió la mirada a cualquier parte exactamente como si nada sucediera, tranquilo.
-Guido, en mi vida he amado a tantas personas de formas distintas. A mis padres, a mis tutores, a mis amantes. Tengo edad suficiente para diferenciar una ilusión y algo que me golpea con la fuerza de un mazo, ¿sabes cómo me golpeas tú, pequeño? Me intrigas -le sonrió amable. Su cuerpo no mostraba su edad, pero a veces en sus facciones se dibujaban rastros del tipo de conocimiento que se adquiere con los años a base de prueba y error. No era, empero, esa su duda, sino una mayor.
Gracias a sus viajes fue testigo de prácticas diversas: mutilaciones, tatuajes, uso de vacas como moneda de cambio, compra de esposas, poligamia, esclavitud; cosas que en la sociedad conocida por ambos eran consideradas dignas de la barbarie, de seres inferiores. El escocés, por el contrario, respetaba todas aquellas tradiciones por más que odiara muchas de ellas. Nunca interfirió. Una en especial llamaba su atención. Relacionarse con los parientes directos era un tabú, prohibido por más de una religión y visto como un amor sucio. Su entendimiento se basaba en algo distinto: si había amor y deseo, ¿por qué no? Así de simple. Al demonio la moralidad falsa.
-Tu hermano y tú… hay algo. Lo escucho en tu voz, lo percibo. No soy un humano, lo viste ya, y eso hace que mi percepción sea distinta -explicó con la misma paciencia que le brindó tantas veces antes. Cruzó los brazos, desvió la mirada a cualquier parte exactamente como si nada sucediera, tranquilo.
Nolan MacLeod- Cambiante Clase Alta
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