Suspicious || Libre

por **Raphäel Kuznetsov** Vie Nov 21, 2014 8:32 pm

Esta es la noche de las bestias, salid, salid que es hora de la sangre derramar.

Una noche cualquiera como las otras que ha tenido la ciudad de Paris, tan calmada y calurosa pro el clima que azotaba en ese momento por lo que eran pocas las personas que vagaban sin rumbo fijo por las calles a esas horas de la madrugada, solo los vampiros eran los que rondaban con alguna que otra mujerzuela de la cual tomaban sus vidas dejando al cuerpo policial con dudas y archivos inmensos de investigaciones sobre desapariciones misteriosas.

Pero tras la máscara de lo correcto también se puede hallar la corrupción y lo diabólico, tanto es así que los secretos se ocultan bajo los tapetes y lo que se muestra son solo, engaños, omisiones, falsedades, sea cual sea el adjetivo que se use el fin es el mimo, la mentira. ¿Cuál es el objetivo de ella? Tiempo ¿de qué? De cometer más crímenes y esperar que al menos alguien pueda descubrirlos.

Dicen que quien comete un crimen siempre es para que lo descubran ¿verdad o mentira? Habría que preguntarles a los asesinos, y ahí hay uno, justo tras las sombras de la niebla entre las sucias callejas de la ciudad que, su respiración es casi inexistente y leve, trata de no hacer ruido para no ser descubierto ¿su plan? Muy simple el secuestro de una joven a la que ha vigilado por días ¿el afán de ello? Otro de sus experimentos, le atraía a Rąphäęł ese tipo de jovencitas, ya sean de edad jovial o maduras todas eran admisibles siempre.

Sus ojos bailaban siguiendo los pasos de aquella pequeña mujer, la pregunta era ¿terminaría con vida o no? ¿Qué haría él con aquella mujer? ¿Qué sucio truco su mente estaría creando ahora? No lo sabía solo estaba improvisando, viendo que sacar de la situación y de la futura víctima en las fauces del lobo

Pobre Caperucita que se atreve a jugar cuando el lobo esta suelto con hambre.

por **April V. Gilmerië** Vie Nov 28, 2014 6:13 pm

“No poseo nombre: pero nací hace dos días. ¿Cómo te llamaré? Soy feliz sin saber el porqué. Me llamo alegría falsa.”

París era como un el laberinto de un abismo, del cual no se podía saber cómo salir. Desgarra el alma y marchita la flor de la inocencia que muy bien guardada ha estado por años, quema lo sagrado, destapando la verdadera maldición de la humanidad. Consume los cuerpos humanos como si estuviera en un festín de caníbales deseosa de nueva carne para poder extinguir. Era el canto de grotesco de la gran ramera, que podía fácilmente ensordecer de la angelical conciencia del serafín caído.

Era esa la realidad de alguien que había caído tan bajo. Tenía el infierno a su lado, bailaba con las quimeras, que la arrastraban aun profundo de lo que estaba. Quién diría que era joven de cabellos fuegos seria una mujercita de clase alta, que no había sabido elegir a sus amigos y ahora estaba destruida por fuera y por dentro, gracias a las sustancias ilícitas que recorrían su torrente sanguíneo.

Sus movimientos eran erráticos, su vestimenta daban mucho de desear, su cabello desordenado danzaba con el viento que acariciaba su rostro. La pequeña que jugaba con el peligro, este mismo jugaba a su lado, mofándose de su bruto caminar gracias a la droga que tenía su cuerpo.

¿Qué le esperaba a la desobediente April? Si sus padres la vieran estarían decepcionados, la negarían, nunca hubiera nacido para ellos. Llorarían lágrimas de sangre que serian el festín de los demonios internos de la pelirroja. Vagando se encontraba…

¿buscando? Encontrando tropezones con piedras en el camino.

[size=09]Espero no molestarlo mucho[/size]

por **Raphäel Kuznetsov** Miér Dic 24, 2014 12:47 pm

Y entonces de las llamas surge el lamento, uno que cruje paredes y rasga los tapices.

Los ojos bailan como el viento que sacude a los árboles, lentamente van tras aquellos pasos que ha decidido seguir, llega a él su aroma cándido y podrido no es una santa paloma la que el lobo va a devorar ya está corrupta, manchada con los pecados de la vida pero no le sirve su cuerpo huele asquerosamente al opio manchando su nueva adquisición…aunque…

Se acerca como si no la hubiera estado siguiente lentamente marca un paso sigiloso, sus zapatos caen un eco muerto en las piedras hasta rozar a la joven abruptamente le toma de la cintura para evitar que cayera su sonrisa de doble filo que miente a la pobre alma descarriada —Oh disculpad bella dama no he percatado— sonrisa siniestra y las garras que marcan aquella cintura, mueven lentamente a la joven apoyándola contra la pared acariciando sus cabellos de fuego a donde sus ojos van directamente, un rojo como la sangre, desliza la mirada por aquel rostro infantil e inocente perdido en la devastación, tan blanco y esos labios carnosos, la desea para él, para tenerla en su sótano como uno de sus experimentos, pero aún es temprano para tomarla.

—Señorita no debería vagar por estas calles, hay peligros que acechan en noches tan frías como esta, le acompañaré a su hogar— un mal llamado deber que surge mientras sus dedos pienan a la dama y entonces la luz de la muerte brilla en él —Oh no, no me diga que la han violado señorita, si es el caso, venga acompáñeme iremos a la comisaría— arriesgo de que la joven sepa que su futuro asesino es jefe de policía la toma de la cintura acercándola a la bestia de hombre, a aquel lobo que babea por devorar a aquella presa.

por **April V. Gilmerië** Miér Ene 07, 2015 6:45 pm

Buscamos la felicidad en huecos que podrían solamente tener la entrada a la muerte de nuestro ser. Fue una sorpresa para April no haber caído de rostro al piso, parpadeo un par de veces antes de comprender lo que había pasado. Sentía algo apretado en su cintura, sus manos fueron hacia aquella línea que dividía el aquí del allá, encontrando una mano masculina, que le daba algún tipo de abrazo protector.

Pero aquella caperucita roja, había caído en las garras de un lobo, que parecía tener vocación para ser un vil estafador de almas. April siente rápidamente como su cuerpo era aprisionado entre el imponente hombre y una pared fría en su espalda. Su cuerpo se tensa como si estuviera chillando de terror, avisándole al cerebro que en todo esto había algo malo. Pero los sentidos estaban de fiesta y poco les importaba las advertencias del primitivo instinto de supervivencia que tenía el frágil cuerpo de aquella pelirroja.

— ¿Y usted quien se cree? — pregunto frunciendo el ceño. Tonaba la simpatía en cual el hombre jugaba con sus cabellos, enredando sus dedos en aquella cascada roja y rebelde — No quiero — reprocho, tratando de alejarse, pero el hombre pareció rechazar tal opción de separarse de April — No he sido violada, por dios, aun sigo siendo tan virgen que puedo casarme de blanco — bromeo dejando que una risa estúpida saliera de sus labios.

Aun estaba infectada por la droga de cual era prisionera y termino abrazando a su opresor, como. Aferrándose a sus hombros, para luego rodear su cuello con sus manos y apoyar su mejilla entre su cuerpo — Los policías son malos, llaman a tus padres, yo no quiero a mis padres — reprocho intentando mantenerse coherente con lo que decía.

por **Raphäel Kuznetsov** Vie Feb 13, 2015 9:10 pm

El aullido llega cuando en el bosque la presa se pierde buscando los fieros colmillos en su carne.

Sus ojos no dejaban de maravillarse con las palabras de la joven de cabellos de fuego, un fuego infernal que le llama, le pide y suplica que le haga sentir con esos ojos claros clavados en los de ella, la mano que se supone es amiga acaricia los cabellos para calmarla con leves susurros de silencio. Mece aquel cuerpo delicado suavemente como si fuera una muñeca la cual puede serlo, una muñeca de sus experimentos. Besa la cabeza de la jovencita rebelde dándole así una confianza y entrega de una “amistad desinteresada”.

El silencio es evidente entre los dos, puede oír el crujir de la noche cuando el viento sopla cantando las notas de “cuidado”, el aroma nocturno de la vida se va a apagando por el de la muerte, lo siente, lo huele, lo anhela pero más desea el aroma de la mujer, de cada parte de su cuerpo hasta conseguir lo que ha soñado, su experimento perfecto y eterno. Separa el rostro de la pequeña joven para que le mire, está sucia huele a suciedad putrefacta de hongos alucinógenos. Drogada pero puede valer, aun puede ser una excelente pieza de arte para la medicina forense, la imagina abierta, expuesta sus órganos a todos mostrando su mejor belleza. Siendo de referencia para el departamento de medicina legal del cuerpo policial. No, no la quiere compartir, la quiere para él quizás en su sótano siendo el conejito de pruebas de venenos, enfermedades y curas, operaciones y todo lo que sea para su conocimiento en medicina. Sí, eso sería ella, sería para él.

—Shh no te preocupes, no llamaremos a la policía ¿está bien?, si no quieres ir a tu casa ven, ven vamos a la mía ahí podrás estar más cómoda, no te haré daño solo sólo soy un amigo de la sociedad que siempre tiende la mano amiga a quien la necesita como tú mi pequeño ángel de cabellos de fuegos— susurra haciendo que la pequeña traviesa el mire a los ojos que brotan sinceridad.Malditas mentiras que toman la cintura de la mujer para cargarla, pidiéndole el permiso para evitar que se caiga. Sonríe como si fuera un hombre tímido, no lo es.

¡Corre, corre de mí y aléjate porque de lo contrario te condenaré al extremo dolor!

Aúlla aun en esa forma inofensiva pues aún no ha comenzado a romper a la mujer y no quiero hacer, no en la calle quiere la intimidad de su sótano de su sala de operaciones, de su lugar de terror.

por **April V. Gilmerië** Dom Abr 05, 2015 6:44 pm

Siente la temperatura de su cuerpo muy cerca la de ella, aunque suplica alguna separación entre ellos, el hombre no la permite y como si fuera dueño de su cuerpo la mueve a su antojo, explorando cada rasgo que pueda interesar de la pelirroja. Lo único que le queda es suplicar, no quiere ir a ningún lugar en donde pueda ver más gente, parece ser la presa perfecta para aquella bestia que encantada mueve su colita de felicidad al ver lo fácil que es manejarla y ella sin darse cuenta camina hacia el sendero del aislamiento y muerte.

La obliga a verle a los ojos, ella piensa que tiene unos ojos muy bonitos. Ladea su cabeza, como niña inocente, al parecer no entiende bien lo que quiere decir, pero aun así asiente tranquilamente. Algunos mechones llegan a su frente, pero él las retira con cierta dulzura que hace que entrecierre sus ojos y una pequeña sonrisa aparezca en su rostro pálido.

— Lo que usted diga — susurra. Se muerde con nerviosismo su labio inferior — Lléveme a con usted — se entrego a él, sin ver realmente quien era detrás de esa mascara de buen samaritano. No veía, no escuchaba, solamente dejaba llevarse por el viento y la corriente de ese hombre.

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