AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
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Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
- Apelando a tema anterior:
- http://www.victorianvampires.com/t29493-tick-tock-and-all-too-soon-you-and-i-must-die
Lilith O'Hara escribió:Me quedé pensando en lo que se sentiría estar encerrada durante tantos siglos, ¿Acaso eso era lo que le había pasado? Sabía acerca de que lo habían torturado y que era un vampiro muy viejo de los que muy rara vez encuentras lo cual me hacía sentir afortunada de conocerlo, pero jamás supe a detalle cual era su verdadero pasado ni el porqué lo habían encerrado o de qué forma. Mi cara se puso seria y por un instante me sentí triste por Lucciano, seguramente todo aquello había sido un infierno.
Una vez más lo admiré al caer en cuenta de todo lo que había tenido que soportar y al aceptar que él tenía razón… Yo no hubiera sobrevivido a tal encierro.
Mientras caminábamos hubo un silencio el cual no me agradaba del todo, sin embargo no sabía si era correcto preguntarle algo o si acaso mi maestro estaría buscando la victima perfecta para extraer su ojo o succionar su sangre, dudaba mucho que con la sangre de aquel niño vampiro hubiera sido suficiente, sabía que necesitaba un poco más aunque aún no estaba segura de donde la conseguiría o si era aquí en donde yo entraba. De pronto algo en la mirada del vampiro parecía cambiar, como si se hubiera topado con alguien que ya conocía antes o quizás una nueva víctima, una vez mas preferí no preguntar y me limité a tan solo observar lo que hacía para aprender y seguirlo a donde él me llevara.
Normalmente quizás hubiera peleado y lo llevaría al bar de mi elección a tomar unos tragos o me enfadaría por quedarse tan callado en todo el trayecto, pero es que aún me sentía tan sorprendida y maravillada por todo lo que había visto en la lección que pensé que quizás, tan solo por esta noche… sería suya y dejaría que me llevase a donde quisiese, todo por conocerlo mas a fondo.
Seguí caminando a su mismo paso mientras trataba de averiguar qué o a quien era lo que había visto, mis ojos se quedaron observando las caras de cuantas personas se cruzaban en mi camino, mujeres y niños pero en su mayoría hombres que eran los que mas habitaban sobre las calles, cuando de repente un jalón sorpresivo me tomó por la muñeca haciéndome girar y estar frente a Lucciano en tan solo unos segundos.
Siempre había pensado que el hecho de tener un cuerpo muerto haría que la piel de un inmortal se sintiera muy fría y también estaba segura de que el día en que llegara a tocar un vampiro sentiría un frío por mi piel al rozarle, pero sorpresivamente al sentir los dedos de Lucciano contra mis labios no pude acordarme de ese vago pensamiento que había tenido hace tiempo, de alguna manera extraña la piel era cálida como la de cualquier persona, suave como la piel de un pequeño niño y tan perfecta como el de ningún otro ser que yo hubiera conocido.
Mis ojos se entrecerraron un poco sintiendo aquellas manos que minutos antes habían asesinado, incluso parecía que aún tenían ese aroma de aquel niño inocente que había muerto entre sus dedos y su boca, el cual no me asustó en absoluto ni aunque el vampiro quisiera hacerme daño, si no que mas me emocionaba… su lado homicida comenzaba a ser muy atrayente y excitante.
-Lo que usted ordene… -le dije en voz baja solo para él mientras sonreía ante la idea. La palabra “jugar” podría referirse a distintas cosas y muy diferentes, ¿Debería de tener miedo? Quizás fuera de esos vampiros a los que les gusta jugar con su comida antes de terminársela y eso hacía conmigo, probablemente le gustaría torturarme de alguna manera o como en alguna ocasión ya otra persona lo había hecho quisiese jugar con mi mente por un momento y luego dejarme tirada en el suelo. Nada importaba, quería tomar ese riesgo y aventurarme dentro de aquél frenesí sin importar el peligro… esa era mi forma de divertirme siempre.
Tomé la mano del vampiro que estaba dentro de ese carruaje para poder subir y me acomodé a su lado donde parecía que finalmente la plática comenzaría a fluir mientras llegábamos a su mansión la cual no estaba tan lejana.
-No soporto estar encerrada, me pone de malas y tus sirvientes pensaron que tan solo iría a la villa a donde tú me tenías permitido… -crucé mis piernas forradas en medias de red mientras me recargaba cómodamente en el sillón del fino carruaje y estiraba mi cuello para poner cómoda mi cabeza. –…vi la reja escondida entre los árboles y decidí saltarla para salir a caminar. Por cierto, no sé qué tan caro era ese reloj que tenías en mi cuarto pero ya no existe y espero que no pongas otro, a menos que no suene. –unas risas se escaparon de entre mis labios al decir esto último porque había recordado lo reconfortante que había sido aventar ese reloj contra el árbol y lo placentero que había sido callarlo. – ¿Por qué me mantenías encerrada? Por un instante pensé que te habías olvidado de mí y me habías dejado en tu mansión guardada… ¿Por qué tardaste tanto?
La carroza continuaba su paso sin pausa entre las calles empedradas y nocturnas, alguna vez se encontraba algún bache que perturbaba la paz en su tranquilo movimiento.
-Creo que no lamentaré para nada lo del reloj, puedo conseguir otro igual de caro si lo deseo y llega un momento que solo hay pocas cosas materiales que tienen valor. Te prometo que el próximo reloj será silencioso, aunque es difícil. Puede que algún día los inventen sin cuerda, ¿no crees? -Le sonrió pasándole el brazo sobre los hombros y enredando sus dedos en los cabellos de ella distraído. -Te encerré simplemente, para tenerte vigilada, para que comenzases a aprender que quien lleva las riendas en nuestro trato. -Para nada Lucciano sujeto su lengua, era como si no tuviese un filtro para sus palabras. Le gustaba poner bien claro sus "negocios" y por así decirlo, expresarle quien llevaba la batuta en el trato, sin él no existía inmortalidad. -He de admitir, que me gusta ese carácter tuyo, tan indómito. Pero se precavida a la hora de soltarlo. -Su tono divertido junto con su mirada se torno en una peligrosa advertencia, sus pupilas el color de sus ojos por un momento parecieron oscurecerse, y la curva de sus labios le dieron un aspecto de depredador de un modo efímero.
Luego vino la pregunta y Lucciano calló por unos segundo que parecieron eternos.
Miro a través de la ventana del carruaje pensativo, dejando el balanceo de a misma carroza que los meciese, desatando aquel brazo que había rodeado a Lilith.
Por un momento recordó lo que había pasado en aquellos días, demasiadas cosas que asimilar en tan poco tiempo, demasiados frentes abierto contra los que enfrentarse. Todo parecía ir demasiado rápido, más de lo que había previsto. Él que había ganado una increíble paciencia, le parecía el mundo presente vertiginoso, y a pesar de ello, se moría de impaciencia por hincarle el diente a aquellos que le traicionaron.
-Digamos que he estado muy ocupado por negocios, llevo demasiado tiempo enterrado y tengo que hacerme rápido con esta ciudad dentro de mi mundo y parte del vuestro... Puede que también tardase porque me encontré con alguien que no veía en siglos... -Su voz sonó extraña. Por un momento recordó el teatro, el pequeño y breve encuentro con su Sire, su premoniciones... "Recuerda: Una vida por miles.... Ella será tuya y tu serás suyo... Una mujer mortal te llevará a la perdición" Había dicho, y recordarlo le hizo estremecerse. ¿Él perderse por un mortal? El mundo debía de estar loco al pensar que un vampiro que se creía de una raza superior, se rebajase a ello. Un vampiro sin corazón ni alma. Tenía más de depredador que humanidad. -Yo no me olvido nunca de los compromisos más importantes. -La miro a los ojos con tranquilidad. Hacía referencia a ella. La carroza se detuvo y él le dio un golpecito en la barbilla y la miro con cierto deje de deseo. -Divirtámonos,y conozcamosnos más profundamente.
-Creo que no lamentaré para nada lo del reloj, puedo conseguir otro igual de caro si lo deseo y llega un momento que solo hay pocas cosas materiales que tienen valor. Te prometo que el próximo reloj será silencioso, aunque es difícil. Puede que algún día los inventen sin cuerda, ¿no crees? -Le sonrió pasándole el brazo sobre los hombros y enredando sus dedos en los cabellos de ella distraído. -Te encerré simplemente, para tenerte vigilada, para que comenzases a aprender que quien lleva las riendas en nuestro trato. -Para nada Lucciano sujeto su lengua, era como si no tuviese un filtro para sus palabras. Le gustaba poner bien claro sus "negocios" y por así decirlo, expresarle quien llevaba la batuta en el trato, sin él no existía inmortalidad. -He de admitir, que me gusta ese carácter tuyo, tan indómito. Pero se precavida a la hora de soltarlo. -Su tono divertido junto con su mirada se torno en una peligrosa advertencia, sus pupilas el color de sus ojos por un momento parecieron oscurecerse, y la curva de sus labios le dieron un aspecto de depredador de un modo efímero.
Luego vino la pregunta y Lucciano calló por unos segundo que parecieron eternos.
Miro a través de la ventana del carruaje pensativo, dejando el balanceo de a misma carroza que los meciese, desatando aquel brazo que había rodeado a Lilith.
Por un momento recordó lo que había pasado en aquellos días, demasiadas cosas que asimilar en tan poco tiempo, demasiados frentes abierto contra los que enfrentarse. Todo parecía ir demasiado rápido, más de lo que había previsto. Él que había ganado una increíble paciencia, le parecía el mundo presente vertiginoso, y a pesar de ello, se moría de impaciencia por hincarle el diente a aquellos que le traicionaron.
-Digamos que he estado muy ocupado por negocios, llevo demasiado tiempo enterrado y tengo que hacerme rápido con esta ciudad dentro de mi mundo y parte del vuestro... Puede que también tardase porque me encontré con alguien que no veía en siglos... -Su voz sonó extraña. Por un momento recordó el teatro, el pequeño y breve encuentro con su Sire, su premoniciones... "Recuerda: Una vida por miles.... Ella será tuya y tu serás suyo... Una mujer mortal te llevará a la perdición" Había dicho, y recordarlo le hizo estremecerse. ¿Él perderse por un mortal? El mundo debía de estar loco al pensar que un vampiro que se creía de una raza superior, se rebajase a ello. Un vampiro sin corazón ni alma. Tenía más de depredador que humanidad. -Yo no me olvido nunca de los compromisos más importantes. -La miro a los ojos con tranquilidad. Hacía referencia a ella. La carroza se detuvo y él le dio un golpecito en la barbilla y la miro con cierto deje de deseo. -Divirtámonos,y conozcamosnos más profundamente.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
“Aquello que mata es lo que me hace sentir viva siempre...”
Sentía sus dedos jugueteando con mi cabello mientras gozábamos de aquella plática placentera y su brazo rodeando por detrás de mi cuello, recordaba lo desagradable que eran hasta los abrazos en aquel burdel en donde trabajaba y lo mas apartada que trataba de mantenerme de los clientes, tan solo los seducía por un rato hasta que me daba cuenta que eran unos simples humanos con vidas tristes y aburridas lo cual me hacía apartarme inmediatamente de ellos y pasar al siguiente hombre hasta poder localizar a mi vampiro.
Ahora que lo tenía justo a mi lado… ¿Porque habría de alejarme si él iba a darme todo lo que yo quería?, ¿Hace cuanto tiempo tenía que no era yo quien disfrutaba de buena compañía en vez de brindarla? Dejé que me abrazara y tan solo relajé mi cuerpo mientras seguía en la charla.
-Si los relojes dejaran de tener cuerda un día, voy a estar ahí para verlo. –le dije muy segura de mis palabras, la inmortalidad era mi meta y aunque durante las lecciones de Lucciano lo dudaba, al terminar cada una de ellas volvía a estar segura de que realmente lo quería.
Al escuchar tremenda declaración del vampiro y ver como lo decía sin cuidado y con tanta prepotencia me hizo enfurecer de un momento a otro, sabía que parte de lo que decía era verdad pero eso no significaba que mi vida era suya ni que podría mantenerme vigilada siempre que quisiera aunque fuera él quien me diera mi tan deseada vida eterna. Me enderecé rápidamente y me alejé de su brazo que me había estado abrazando para mirarle fijamente a esos ojos desiguales, normalmente no lo hacía y en ocasiones su mirada me intimidaba, pero mi molestia había sido tanta que esta vez lo encaré sin miedo ni pena y mi cara no sabía ocultar mi molestia.
-Espero que recuerdes que también YO soy parte de ese trato... –le solté bruscamente. -…pues más que tu aprendiz también acepté ser tu compañera y sí, te seré fiel eternamente… mas no por eso eres dueño de mi vida Lucciano. –Lo ‘tuteé’ descaradamente sin medir mis palabras y el posible peligro que mi reacción provocaba, él era un vampiro y si lo deseaba podría haberme matado en ese instante de una simple bofetada o haberse terminado de alimentar de mi y callarme, pero a pesar de todo ese peligro en ese momento yo no le tenía miedo, prefería morir ahí mismo como una simple humana dueña de mi propia vida a que alguien más quisiera venir y obligarme a hacer algo que yo no quería.
Seguí con mi mirada retadora viendo la cara de Lucciano aún sabiendo que la mirada de el vampiro me estaba advirtiendo que tenía que cuidar más mis palabras y mi carácter, por un momento pude haberlo considerado y relajarme, pero aquel tonito de voz al hablarme tan seguro de lo que decía me seguía molestando porque sabía que eso lo hacía pensar que podría dominarme como si fuera su esclava cuando él lo deseara.
¿Precavida? No lo creo, primero defendería lo único que tengo y esa era mi vida… la cual era solo mía y nadie más que yo la manejaría.
Verlo mirar por la ventana me hizo sentir ignorada y yo no quería bajar la guardia del todo hasta estar segura de que el vampiro entendiera que no controlaría mi vida y que si hacía todo lo que él me pedía era porque yo así lo quería y no porque él me lo pidiera, sin embargo escucharlo mencionar a ese “alguien” que no veía desde hace siglos y con ese tono de nostalgia me hizo sentir lo suficientemente curiosa como para detener mi pelea.
¿Quién habría sido aquella persona? Pensaba que por ser un vampiro tan viejo, la mayoría de quienes él conocía ya estarían muertos, desaparecidos o quizás hasta regados por el resto del mundo. ¿Pudiera haber sido un familiar de él?
¿Un amor viejo tal vez?
Al pensar esto último me sentí muy tonta, un vampiro no podría enamorarse nunca al ser seres tan despiadados y sin alma que son capaces de matar por poder conservar intacta su propia vida, otra razón para querer ser mas como una de ellos… no volvería a sufrir nunca más como cuando me enamoré de aquel brujo que prometió volver mientras escapaba de esos asesinos y tan solo volví a mirarlo entre mis recuerdos.
Me mantuve callada mientras lo observaba mirar el camino por la ventana con una mirada pensativa y tan profunda, extrañamente parecía preocupado por algo aún cuando el siempre actuara como si todo lo tuviera bajo control. Yo todavía no era capaz de leer su mente, pero aún sin poder hacerlo estaba casi segura de que muchas palabras pasaban por su cabeza como si él no las entendiera y tratara de descifrarlas.
Traté de imaginar quien sería capaz de hacer que Lucciano actuara por un momento de manera tan extraña, ¿acaso me equivocaba y si era capaz de que seres como ellos tuvieran esa clase de sentimientos?
Me sentí celosa por unos segundos al pensar en que probablemente existía por ahí afuera alguien más importante de lo que yo pudiera llegar a ser para él algún día...
El transporte en donde viajaba se detuvo al mismo tiempo en que mi maestro dejó la ventana para observarme y hacerme sentir segura de que nuestro trato seguiría en pie, sin querer una sonrisa se dibujó en mi rostro y olvidé repentinamente toda molestia que minutos antes había provocado en mi.
-Me encantaría continuar con la plática… ¿Podemos beber algo? –pregunté mientras me bajaba de la carroza con ayuda de él. –Tiene tiempo que no bebo, aun recuerdo la última vez que entré a una taberna. -Me reí al recordar como aquella rubia de ojos de mar había intentado correrme de su negocio por haberme embriagado tanto y como finalmente terminé durmiendo dentro de su oficina. -...espero no le moleste si llego a marearme un poco.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Confianzas fueron tomadas, y los límites que él había creado con el miedo rotos. Por un momento parecía que se iban a tratar como iguales.
En el estudio privado del vampiro pocos candelabros habían sido encendidos, más la luz de la monstruosa chimenea era llama iluminadora de la elegante y lustrosa estancia. Una mesita con el mejor vino, Luciano desde su existencia había tenido gusto por éste, desde el pasado los viñedos habían sido fruto de su riqueza.
-Bebe, bebe puede que nos riamos un rato y a mi también me dé sed de otro estilo. -Dijo susurrante con mirada de deseo y ferocidad, desnudándola con la mirada. Tomando una copa vacía y otra llena, está ultima se la ofreció a Lilith con una sonrisa divertida mientras se quitaba la chaqueta y se dejaba caer sobre el diván. -Y juguemos. Hay un juego que descubrí entre las estancia de las hijas de un socio, cuentan verdades y mentiras, y su oponente considera que no cumple sus palabras le obliga a tomar bebida.
Que te parece su probamos? Para mejor conocernos. Empiezo yo, una mentira... Nunca tuve esposa e hijos... Te toca.
En el estudio privado del vampiro pocos candelabros habían sido encendidos, más la luz de la monstruosa chimenea era llama iluminadora de la elegante y lustrosa estancia. Una mesita con el mejor vino, Luciano desde su existencia había tenido gusto por éste, desde el pasado los viñedos habían sido fruto de su riqueza.
-Bebe, bebe puede que nos riamos un rato y a mi también me dé sed de otro estilo. -Dijo susurrante con mirada de deseo y ferocidad, desnudándola con la mirada. Tomando una copa vacía y otra llena, está ultima se la ofreció a Lilith con una sonrisa divertida mientras se quitaba la chaqueta y se dejaba caer sobre el diván. -Y juguemos. Hay un juego que descubrí entre las estancia de las hijas de un socio, cuentan verdades y mentiras, y su oponente considera que no cumple sus palabras le obliga a tomar bebida.
Que te parece su probamos? Para mejor conocernos. Empiezo yo, una mentira... Nunca tuve esposa e hijos... Te toca.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Me adentré a la mansión a lado de Lucciano con una reacción muy diferente a la de la primera vez, pues en el poco tiempo que había estado ahí y al tenerme encerrada por algunos días ya me la había aprendido de memoria y sabía cuántos cuartos tenía cada pasillo, algunos por supuesto eran prohibidos como su estudio y otros incluso estaban cerrados con llave los cuales eran un misterio para mi… Pero no dudaría en cuanto pudiera colarme en alguno de aquellos lugares prohibidos cuando estuviera aburrida o quisiera averiguar algo y tener una nueva aventura.
Cada cosa seguía en su lugar, desde los sillones hasta aquellas veladoras que siempre me parecieron formaban un camino directo hacia los escalones lo cual los hacía ver más elegantes. Seguí al vampiro el cual sacó una llave y abrió su estudio privado, uno de los lugares a los que yo jamás había entrado. Crucé lentamente la puerta tratando de marcar con mi curiosa cada espacio, por lo menos los más importantes para conocer cada rincón.
-Así que… esto es lo que había detrás de la puerta, un estudio. –susurré mientras caminaba lentamente hacia la chimenea y acariciaba suavemente con la yema de mi dedo índice el mueble de suave madera fina y brillante. -…lindo lugar.
Di media vuelta y de inmediato me encontré con Lucciano sirviendo en unas copas de vino mientras me miraba con sus ojos intimidantes. Por segunda vez en todo el tiempo en que lo conocía me sentí atraída por su mirada, la primera vez había sido en el burdel cuando me atrajo con su físico tan perfecto y movimientos elegantes lo cual me había hecho querer seducirlo para averiguar si era un vampiro.
-Gracias. –contesté con una sonrisa coqueta escondida entre mis labios al entender sus palabras al mismo tiempo en que tomé la copa de vino y me quedé observando como la chaqueta resbalaba suavemente por sus brazos y escuchaba las reglas de su juego. -¿Enserio? Lo de los hijos puede que lo crea pero… ¿Acaso nunca estuviste enamorado como para llegar a casarte? La verdad es que no te creo eso. –me reí luego de tal afirmación y finalmente di un pequeño trago a mi copa para probar aquel vino, era dulce y delicioso como de los pocos que había probado, seguramente era de los más caros y de los viñedos más viejos de los que yo alguna vez pude probar a mi corta edad ni aún trabajando en la Taberna por tantos años.
-Entonces... yo diré una verdad. Hmm… -me recargué sobre el mueble de la chimenea mientras mi mano izquierda sostenía el tallo de la copa y con mi dedo medio de la mano contraria acariciaba lentamente la boca del mismo recipiente. -…son tantas las personas que se han enamorado de mi, que si fueras un simple mortal como yo quizás deberías preocuparte ya que no les agradaría la idea de que esté contigo ahora. –aunque mi cara y el tono de mi voz se mostraba segura de aquellas palabras, algo dentro mi pecho se hizo un poco pequeño pues bien era cierto que tanto en la taberna como en el burdel muchos eran los hombres que habían querido tenerme y unos cuantos hasta se habían peleado entre ellos sin embargo, no porque realmente me hubieran querido. Yo no sabía con exactitud lo que era sentirse querida por alguien, ni siquiera mi familia lo había hecho.
Supongo que… ya no lo necesitaba, tenía que aprender a vivir con ello. Como un ser odiado.
Cada cosa seguía en su lugar, desde los sillones hasta aquellas veladoras que siempre me parecieron formaban un camino directo hacia los escalones lo cual los hacía ver más elegantes. Seguí al vampiro el cual sacó una llave y abrió su estudio privado, uno de los lugares a los que yo jamás había entrado. Crucé lentamente la puerta tratando de marcar con mi curiosa cada espacio, por lo menos los más importantes para conocer cada rincón.
-Así que… esto es lo que había detrás de la puerta, un estudio. –susurré mientras caminaba lentamente hacia la chimenea y acariciaba suavemente con la yema de mi dedo índice el mueble de suave madera fina y brillante. -…lindo lugar.
Di media vuelta y de inmediato me encontré con Lucciano sirviendo en unas copas de vino mientras me miraba con sus ojos intimidantes. Por segunda vez en todo el tiempo en que lo conocía me sentí atraída por su mirada, la primera vez había sido en el burdel cuando me atrajo con su físico tan perfecto y movimientos elegantes lo cual me había hecho querer seducirlo para averiguar si era un vampiro.
-Gracias. –contesté con una sonrisa coqueta escondida entre mis labios al entender sus palabras al mismo tiempo en que tomé la copa de vino y me quedé observando como la chaqueta resbalaba suavemente por sus brazos y escuchaba las reglas de su juego. -¿Enserio? Lo de los hijos puede que lo crea pero… ¿Acaso nunca estuviste enamorado como para llegar a casarte? La verdad es que no te creo eso. –me reí luego de tal afirmación y finalmente di un pequeño trago a mi copa para probar aquel vino, era dulce y delicioso como de los pocos que había probado, seguramente era de los más caros y de los viñedos más viejos de los que yo alguna vez pude probar a mi corta edad ni aún trabajando en la Taberna por tantos años.
-Entonces... yo diré una verdad. Hmm… -me recargué sobre el mueble de la chimenea mientras mi mano izquierda sostenía el tallo de la copa y con mi dedo medio de la mano contraria acariciaba lentamente la boca del mismo recipiente. -…son tantas las personas que se han enamorado de mi, que si fueras un simple mortal como yo quizás deberías preocuparte ya que no les agradaría la idea de que esté contigo ahora. –aunque mi cara y el tono de mi voz se mostraba segura de aquellas palabras, algo dentro mi pecho se hizo un poco pequeño pues bien era cierto que tanto en la taberna como en el burdel muchos eran los hombres que habían querido tenerme y unos cuantos hasta se habían peleado entre ellos sin embargo, no porque realmente me hubieran querido. Yo no sabía con exactitud lo que era sentirse querida por alguien, ni siquiera mi familia lo había hecho.
Supongo que… ya no lo necesitaba, tenía que aprender a vivir con ello. Como un ser odiado.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Mientra se desabrochaba los primeros botones de la camisa, Lucciano observaba todos los movimientos de Lilith por el estudio con una sonrisa satisfactoria, por un momento le dio la sensación de que los pies de la mortal se había vuelto ligeros ante su tremenda comodidad y soltura en la situación, y por un instante él la compartió sintiéndose se él mismo. Borrando la máscara de frialdad y de persona de negocios que había llevado durante demasiados días.
-Tres hijos exactamente, dos varones y una fémina... -Se levanto de su asiento dejando atrás la chaqueta, balanceando la copa vacía mientras se acercaba a ella. Una sonrisa extraña y demasiado humano había aparecido en sus labios, era como si un feliz recuerdo se hubiese venido a la mente. -Te concederé dos verdades, la primera es que, estuve verdaderamente casado hasta que ella murió. Era una belleza, la conocía desde niño, nunca la ame, pero la quise a mi manera. -Lucciano dejo la copa vacía sobre el mueble de la chimenea, se acerco a Lilith tanto que por un instante la obligo a pegar su cuerpo a la pared cerca de la chimenea. -Segunda verdad, admito que me apetece saborearte. -Lo último sonó dulce en sus labios, como un susurro que se perdía en aquel silencio.
Sus ojos dispares la miraron directamente a los suyos, con cierto ardor y hambre. Un movimiento de agarrarla por el cuello, y luego el suave movimiento de su pulgar levantando el mentor de ella. Sonrisa que asomaba aquellos feroces colmillos, rostro que se inclino hacia su garganta y labios que rozaron su piel acariciantes y posando un leve beso en su clavícula, antes de soltarla con otro movimiento violento.
-Una verdad que me has dicho, demasiada arrogante la tuya, ¿no? -De nuevo se dejo caer en el diván, por un instante parecía actuar como el humano que aparentaba, y no el anciano que verdaderamente era. -Si yo fuese mortal, no me preocuparía por esos hombres enamorados de ti, ya que si viniesen a mí molestos, estarían arriesgando sus vidas. No serían los primeros ni los últimos.
-Hablaba con tal seguridad, que debía de ser cierto su afirmación. La verdad, es que tal y como había dicho, su esposa había sido bella y en el pasado había tenido alguna que otra disputa con hombres recelosos que había terminado bajo su espada. Lucciano había sido criado en el mundo de violencia que solo podía encontrarse en los antiguos campamentos romanos, arrebatar vida para él era lo de menos. -Muchos hombres enamorados, ¿y a ti nunca te robaron el corazón, no ha habido nadie al que amases a parte de ti misma?
-Tres hijos exactamente, dos varones y una fémina... -Se levanto de su asiento dejando atrás la chaqueta, balanceando la copa vacía mientras se acercaba a ella. Una sonrisa extraña y demasiado humano había aparecido en sus labios, era como si un feliz recuerdo se hubiese venido a la mente. -Te concederé dos verdades, la primera es que, estuve verdaderamente casado hasta que ella murió. Era una belleza, la conocía desde niño, nunca la ame, pero la quise a mi manera. -Lucciano dejo la copa vacía sobre el mueble de la chimenea, se acerco a Lilith tanto que por un instante la obligo a pegar su cuerpo a la pared cerca de la chimenea. -Segunda verdad, admito que me apetece saborearte. -Lo último sonó dulce en sus labios, como un susurro que se perdía en aquel silencio.
Sus ojos dispares la miraron directamente a los suyos, con cierto ardor y hambre. Un movimiento de agarrarla por el cuello, y luego el suave movimiento de su pulgar levantando el mentor de ella. Sonrisa que asomaba aquellos feroces colmillos, rostro que se inclino hacia su garganta y labios que rozaron su piel acariciantes y posando un leve beso en su clavícula, antes de soltarla con otro movimiento violento.
-Una verdad que me has dicho, demasiada arrogante la tuya, ¿no? -De nuevo se dejo caer en el diván, por un instante parecía actuar como el humano que aparentaba, y no el anciano que verdaderamente era. -Si yo fuese mortal, no me preocuparía por esos hombres enamorados de ti, ya que si viniesen a mí molestos, estarían arriesgando sus vidas. No serían los primeros ni los últimos.
-Hablaba con tal seguridad, que debía de ser cierto su afirmación. La verdad, es que tal y como había dicho, su esposa había sido bella y en el pasado había tenido alguna que otra disputa con hombres recelosos que había terminado bajo su espada. Lucciano había sido criado en el mundo de violencia que solo podía encontrarse en los antiguos campamentos romanos, arrebatar vida para él era lo de menos. -Muchos hombres enamorados, ¿y a ti nunca te robaron el corazón, no ha habido nadie al que amases a parte de ti misma?
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Me sorprendí ante tal afirmación y mis ojos no pudieron ocultarlo al abrirse sorpresivamente cuando me enteré sobre los tres hijos del vampiro, no dije ninguna palabra y tan solo lo observé acercarse a mi pues por naturaleza yo era un ser muy curioso sobretodo con mi maestro así que quise saber más sobre aquella vida que tanto había estado escondiendo desde que lo había conocido.
A partir de ese momento al notar la sonrisa que salía de entre sus recuerdos, había olvidado que estaba frente a una bestia y sentí como si estuviera frente a un atractivo y hermoso ser humano.
Recordé a la madre que nunca había conocido cuando escuché acerca de su esposa. Aunque mi tutora me había dicho que mi madre era una mujerzuela aprovechada que tan solo se había casado por dinero con aquel hombre que me tiró a la calle, yo sabía en el fondo que las cosas no eran realmente como me las contaba, estaba casi segura que así como a todas en esta época la habían obligado a casarse por dinero con alguien a quien realmente no amaba ni él a ella, llevándola el mismo amor a su hija y a mi verdadero padre hasta la muerte.
Quise hacer algún comentario respecto a eso, pero apenas levanté la mirada y abrí mis labios para soltar alguna palabra la presencia del hombre ya estaba frente a mis ojos haciendo que rozaran nuestras miradas. Algo extraño pasaba y mi piel se erizó por un instante al caer en cuenta de la cercanía de ambos cuerpos y el calor que emanaban. Las palabras de Lucciano parecían volar en el aire y adentrarse suave y profundamente por entre mis oídos y recorrer el resto de mi cuerpo, de pronto mis ojos se entrecerraron y era capaz de escuchar las respiraciones de ambos y sentí como mis brazos flotaban en el aire hasta acomodarse sobre su pecho tocando ligeramente con la yema de mis dedos por la parte desabrochada de su camisa mientras sentía su boca tibia sobre mi cuello. Acaricié suavemente su pecho por fuera y un poco por dentro de la camisa con la mano contraria a donde tenía la copa mientras entregaba mi cuello mas el vampiro tan solo se limito a depositarme un dulce beso el cual sin poder controlarlo hizo que me robara un ligero suspiro mientras mis ojos lentamente se abrían y notaba como el hombre se alejaba.
-¿Cómo? –pregunté un poco perdida de la conversación, mi mente parecía que había viajado a otro lugar por algunos segundos así que de inmediato quise traerla de vuelta a la habitación donde el vampiro y una sencilla mortal humana platicaban. -¿Acaso ya habías matado a alguien antes? –reí inmediatamente al notar lo estúpida que había sonado mi pregunta después de haber presenciado más de una muerte desde que había conocido a Lucciano aunque sabía que me refería a su antigua vida. -…perdona, olvida eso ¿quieres? –finalicé entre risas mientras bebía otro gran trago de mi copa de vino y caminaba hacia él para sentarme a su lado en el diván.
Mis risas se fueron agotando lentamente al escuchar la última pregunta del vampiro.
-Sí… eso creo, la verdad es que fue hace mucho, era una niña. –contesté mientras en mi cabeza aún rondaban las imágenes de aquel joven brujo de larga cabellera negra que había conocido mientras viví en las calles del cual no sabía ahora si quiera de su existencia. ¿Aún tendría vida? No era capaz de imaginarme como luciría ahora si es que todavía vivía. –…pero eso jamás va a volver a pasar. –dije con una sonrisa mientras alzaba mi copa mirando su rostro y tratando de ocultar mi mirada llena de melancolía.
¿Para qué quería yo enamorarme de nuevo? Era el mismo amor del que todos esos soñadores hablaban el que había matado a mis padres y me habían impedido tener una familia condenándome a las calles ya que nadie más me quería. Ya había aceptado mi destino hace mucho, condenándome a un amor propio porque desde niña me había dado cuenta que si no era yo la que luchaba por mi ni se preocupaba nadie más lo haría, aunque me acusaran de ser una egoísta.
A partir de ese momento al notar la sonrisa que salía de entre sus recuerdos, había olvidado que estaba frente a una bestia y sentí como si estuviera frente a un atractivo y hermoso ser humano.
Recordé a la madre que nunca había conocido cuando escuché acerca de su esposa. Aunque mi tutora me había dicho que mi madre era una mujerzuela aprovechada que tan solo se había casado por dinero con aquel hombre que me tiró a la calle, yo sabía en el fondo que las cosas no eran realmente como me las contaba, estaba casi segura que así como a todas en esta época la habían obligado a casarse por dinero con alguien a quien realmente no amaba ni él a ella, llevándola el mismo amor a su hija y a mi verdadero padre hasta la muerte.
Quise hacer algún comentario respecto a eso, pero apenas levanté la mirada y abrí mis labios para soltar alguna palabra la presencia del hombre ya estaba frente a mis ojos haciendo que rozaran nuestras miradas. Algo extraño pasaba y mi piel se erizó por un instante al caer en cuenta de la cercanía de ambos cuerpos y el calor que emanaban. Las palabras de Lucciano parecían volar en el aire y adentrarse suave y profundamente por entre mis oídos y recorrer el resto de mi cuerpo, de pronto mis ojos se entrecerraron y era capaz de escuchar las respiraciones de ambos y sentí como mis brazos flotaban en el aire hasta acomodarse sobre su pecho tocando ligeramente con la yema de mis dedos por la parte desabrochada de su camisa mientras sentía su boca tibia sobre mi cuello. Acaricié suavemente su pecho por fuera y un poco por dentro de la camisa con la mano contraria a donde tenía la copa mientras entregaba mi cuello mas el vampiro tan solo se limito a depositarme un dulce beso el cual sin poder controlarlo hizo que me robara un ligero suspiro mientras mis ojos lentamente se abrían y notaba como el hombre se alejaba.
-¿Cómo? –pregunté un poco perdida de la conversación, mi mente parecía que había viajado a otro lugar por algunos segundos así que de inmediato quise traerla de vuelta a la habitación donde el vampiro y una sencilla mortal humana platicaban. -¿Acaso ya habías matado a alguien antes? –reí inmediatamente al notar lo estúpida que había sonado mi pregunta después de haber presenciado más de una muerte desde que había conocido a Lucciano aunque sabía que me refería a su antigua vida. -…perdona, olvida eso ¿quieres? –finalicé entre risas mientras bebía otro gran trago de mi copa de vino y caminaba hacia él para sentarme a su lado en el diván.
Mis risas se fueron agotando lentamente al escuchar la última pregunta del vampiro.
-Sí… eso creo, la verdad es que fue hace mucho, era una niña. –contesté mientras en mi cabeza aún rondaban las imágenes de aquel joven brujo de larga cabellera negra que había conocido mientras viví en las calles del cual no sabía ahora si quiera de su existencia. ¿Aún tendría vida? No era capaz de imaginarme como luciría ahora si es que todavía vivía. –…pero eso jamás va a volver a pasar. –dije con una sonrisa mientras alzaba mi copa mirando su rostro y tratando de ocultar mi mirada llena de melancolía.
¿Para qué quería yo enamorarme de nuevo? Era el mismo amor del que todos esos soñadores hablaban el que había matado a mis padres y me habían impedido tener una familia condenándome a las calles ya que nadie más me quería. Ya había aceptado mi destino hace mucho, condenándome a un amor propio porque desde niña me había dado cuenta que si no era yo la que luchaba por mi ni se preocupaba nadie más lo haría, aunque me acusaran de ser una egoísta.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
-A eso me dedicaba ya antes de recibir la inmortalidad. -Lucciano rió con aquella voz tan suya, un tono más alto de lo que habitualmente hacía a lo que le pareció una broma por parte de su protegida, con su pregunta sobre matar.
Desde aquel lugar comenzó a servirse una copa de vino, y con aire distraído agitaba la copa mientras la escuchaba.
La situación de risas había cambiado por un momento a total seriedad, por un momento y mientras saboreaba aquel vino que solo le otorgaba goce pero que en su organismo poco podía proporcionarle que una leve embriagación si se excedía, le parecía escuchar bajo el sonido de la voz apagada de Lilith el fuego seco ondularse en interminable baile.
Ella se había enamorado, ya decía él que era imposible que aquella chica no se hubiese visto nunca alcanzada por una flecha de Eros, nadie se libra de ello y las consecuencias, tanto los momentos de delirio agradable como el sufrimiento que traía. Lucciano podía contar con los dedos de una de sus manos las veces que había sentido similar sentimiento. Bueno, más buen le sobraban dedos, porque a lo mejor en su juventud había sido algo pasajero y no era amor, y luego estaba el tema de su Sire, ciertamente que sentía algo por ella, pero no era algo como un amor puro, era algo extraño mezclado con una devoción ciega y una atracción física fatal que se resumía en el mero sexo, y luego estaba esa historia... Esa dolorosa historia en la que había terminado con traición y el encerrado en una tumba de plata durante unos cuantos siglos.
Por un momento hubo un silencio un tanto incomodo, él se había enfrascado en pensamiento, y tras despertar de ellos de un trago impaciente vació la copa, para luego volver a llenarla con la botella que dejo cerca de él en el mismo suelo.
-Eso que dices es demasiado triste, incluso para mí que carezco por así decirlo "corazón", me lo parece. Pongo en duda tu afirmación sobre ese "jamás", todo los que no lo deseamos con fuerza somos tan necios de caer ante otros y con más posibilidades que quienes con fuerza sueñan con ello. Volverá a pasar, más tarde o más temprano, y más sobre todo cuando vivas a través de los siglos. Así que ven aquí, olvida y dime esa "verdad o mentira", es tu turno, y tu copa sigue llena, te empiezo a coger carrerilla. -Otro sorbo de la copa casi agotada.
Desde aquel lugar comenzó a servirse una copa de vino, y con aire distraído agitaba la copa mientras la escuchaba.
La situación de risas había cambiado por un momento a total seriedad, por un momento y mientras saboreaba aquel vino que solo le otorgaba goce pero que en su organismo poco podía proporcionarle que una leve embriagación si se excedía, le parecía escuchar bajo el sonido de la voz apagada de Lilith el fuego seco ondularse en interminable baile.
Ella se había enamorado, ya decía él que era imposible que aquella chica no se hubiese visto nunca alcanzada por una flecha de Eros, nadie se libra de ello y las consecuencias, tanto los momentos de delirio agradable como el sufrimiento que traía. Lucciano podía contar con los dedos de una de sus manos las veces que había sentido similar sentimiento. Bueno, más buen le sobraban dedos, porque a lo mejor en su juventud había sido algo pasajero y no era amor, y luego estaba el tema de su Sire, ciertamente que sentía algo por ella, pero no era algo como un amor puro, era algo extraño mezclado con una devoción ciega y una atracción física fatal que se resumía en el mero sexo, y luego estaba esa historia... Esa dolorosa historia en la que había terminado con traición y el encerrado en una tumba de plata durante unos cuantos siglos.
Por un momento hubo un silencio un tanto incomodo, él se había enfrascado en pensamiento, y tras despertar de ellos de un trago impaciente vació la copa, para luego volver a llenarla con la botella que dejo cerca de él en el mismo suelo.
-Eso que dices es demasiado triste, incluso para mí que carezco por así decirlo "corazón", me lo parece. Pongo en duda tu afirmación sobre ese "jamás", todo los que no lo deseamos con fuerza somos tan necios de caer ante otros y con más posibilidades que quienes con fuerza sueñan con ello. Volverá a pasar, más tarde o más temprano, y más sobre todo cuando vivas a través de los siglos. Así que ven aquí, olvida y dime esa "verdad o mentira", es tu turno, y tu copa sigue llena, te empiezo a coger carrerilla. -Otro sorbo de la copa casi agotada.
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
El ruido de la madera ardiendo invadió por un breve momento el cuarto mientras ambos se perdían en sus pensamientos, no fue hasta que el vampiro vació su copa bruscamente cuando me di cuenta de que a la mía le había tomado muy poco así que bebía otro gran sorbo dejando una mínima cantidad en la copa antes de volver a hablar.
-Entonces… ¿también tu deseas no volver a caer en ese juego peligroso del amor? –pregunté muy curiosa mientras dejaba caer disimuladamente mi mano sobre la pierna de mi compañero. –Está bien, dejaré de pensar en esas cosas pero mi pensamiento sigue siendo el mismo. El día en que yo me enamore de nuevo será el mismo día en que tú desees estarlo también. –me reí burlándome de nuestra mutua frialdad con ese sentimiento y tomé el último sorbo que quedaba dentro de mi copa.
-La verdad es que me la estoy pasando tan bien que hasta he descuidado mi copa. –arrastré suavemente la mano que tenía sobre su rodilla por toda su pierna hasta llegar a su muslo y rápidamente alejé mi mano para poder acercarle mi copa de vino para que pudiera servirme. –…te confieso que tenía muchísimo sin tener una charla agradable con alguien. Creo que la última vez que la tuve fue con un hombre al que traté de seducir en el burdel ya que tenía mis dudas sobre si él era un vampiro, pero este no dejaba de hablarme sobre la iglesia y el catolicismo. –me detuve un momento muy extrañada al tratar de recordar aquella noche en la que conocí a Burke Eichmann y la confusión que me traía al acordarme de su cara, por más que intentaba no recordaba cómo nos habíamos despedido o si habíamos salido aquella noche a dar una caminata por la calle como habíamos acordado, era como si fragmentos de mi memoria hubieran sido borrados. –…habré bebido un poco de más ese día porque no recuerdo algunas cosas ni lo volví a ver. –Aquella noche había sido algo confusa, en el fondo estaba segura que no había ingerido tanto alcohol como para poder olvidar algo y a lo que había aprendido hoy con Lucciano sobre que los vampiros podían hacer con las mentes me hacía dudar en estos momentos si ese hombre obsesionado con la iglesia era realmente un ser inmortal el cual había alterado mi memoria pero, si realmente aquel hombre era un vampiro estaba segura que me lo volvería a topar en el club nocturno del que me había hablado mi nuevo maestro. Bebí un gran trago de mi copa de vino para olvidarme de eso.
-Oh… por cierto, aquel club del que me hablaste, ¿Crees que pueda seguir bailando? es lo que más me gusta hacer, es mas… -Me puse de pie rápidamente y me bebí todo el vino que quedaba, quizás había sido muy rápido que me había acabado la copa esta vez pero la idea de volver a bailar me emocionaba tanto como si fuera una niña pequeña. Solté la copa a lado de la botella de vino que tenía Lucciano y le acerqué mi mano -¿Por qué no bailamos? La verdad... nunca he bailado en pareja, pero estoy segura que no debe ser tan dificil, vamos ven. -sonreí entusiasmada mientras esperaba que él tomara mi mano.
-Entonces… ¿también tu deseas no volver a caer en ese juego peligroso del amor? –pregunté muy curiosa mientras dejaba caer disimuladamente mi mano sobre la pierna de mi compañero. –Está bien, dejaré de pensar en esas cosas pero mi pensamiento sigue siendo el mismo. El día en que yo me enamore de nuevo será el mismo día en que tú desees estarlo también. –me reí burlándome de nuestra mutua frialdad con ese sentimiento y tomé el último sorbo que quedaba dentro de mi copa.
-La verdad es que me la estoy pasando tan bien que hasta he descuidado mi copa. –arrastré suavemente la mano que tenía sobre su rodilla por toda su pierna hasta llegar a su muslo y rápidamente alejé mi mano para poder acercarle mi copa de vino para que pudiera servirme. –…te confieso que tenía muchísimo sin tener una charla agradable con alguien. Creo que la última vez que la tuve fue con un hombre al que traté de seducir en el burdel ya que tenía mis dudas sobre si él era un vampiro, pero este no dejaba de hablarme sobre la iglesia y el catolicismo. –me detuve un momento muy extrañada al tratar de recordar aquella noche en la que conocí a Burke Eichmann y la confusión que me traía al acordarme de su cara, por más que intentaba no recordaba cómo nos habíamos despedido o si habíamos salido aquella noche a dar una caminata por la calle como habíamos acordado, era como si fragmentos de mi memoria hubieran sido borrados. –…habré bebido un poco de más ese día porque no recuerdo algunas cosas ni lo volví a ver. –Aquella noche había sido algo confusa, en el fondo estaba segura que no había ingerido tanto alcohol como para poder olvidar algo y a lo que había aprendido hoy con Lucciano sobre que los vampiros podían hacer con las mentes me hacía dudar en estos momentos si ese hombre obsesionado con la iglesia era realmente un ser inmortal el cual había alterado mi memoria pero, si realmente aquel hombre era un vampiro estaba segura que me lo volvería a topar en el club nocturno del que me había hablado mi nuevo maestro. Bebí un gran trago de mi copa de vino para olvidarme de eso.
-Oh… por cierto, aquel club del que me hablaste, ¿Crees que pueda seguir bailando? es lo que más me gusta hacer, es mas… -Me puse de pie rápidamente y me bebí todo el vino que quedaba, quizás había sido muy rápido que me había acabado la copa esta vez pero la idea de volver a bailar me emocionaba tanto como si fuera una niña pequeña. Solté la copa a lado de la botella de vino que tenía Lucciano y le acerqué mi mano -¿Por qué no bailamos? La verdad... nunca he bailado en pareja, pero estoy segura que no debe ser tan dificil, vamos ven. -sonreí entusiasmada mientras esperaba que él tomara mi mano.
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Estaba apurando lo que le quedaba en la copa cuando escucho nombrarse su club. Éste dejo la copa en el suelo y se acomodo en el diván.
-Podría... No sé, puedo que no me gustase compartirte con otros de los míos -Bromeo fingiendo celos. -El club es solo dedicado a inmortales, ¿y si algunos de mis hermanos se encaprichase contigo y te ofreciese la inmortalidad como yo? ¿Y si prefirieses esa oferta? Juego peligroso...
-Aquello último quedo en un susurro. -Mis chicas no son como las que puede que hayas conocido en otros lugares, no son vulgares y todas reciben formación, tiene tutores en el campo que toquen. Si lo deseas te daré un espacio para que puedas bailar, tener tu pequeño espectáculo pero deberás recibir lecciones mientras lo hagas. La danza tiene su disciplina y es extensa, puede que te parezca interesante aprender mucho más de lo que ya sabes.
Lucciano se levanto de su sitio atendiendo a la petición de ella y tomando su mano, pronto paso su mano por su cintura y la obligo estrechar su cuerpo contra el suyo, demasiado apretados. Empezó a balancearla al principio como si fuese un pequeño vals, llevándola en todo momento, un calentamiento.
-Entonces, ¿nunca has bailado en pareja? Yo no suelo bailar, si te soy sincero, solo lo hago si me veo obligado y por formalismos en eventos, cosas muy clásicas, es otro modo de comunicarse, es otro tipo de lenguaje más... -Otra vez con cierta violencia la pego a su cuerpo, sus dedos recorrieron el cuerpo de ella -... físico. Los clásicos me aburren, prefiero otra cosa...
Como si de repente hubiesen entrado músicos en la habitación, en la mete de ella comenzaron a sonar los instrumentos en el aire, no era algo de la imaginación o que enloqueciesen, la mete del vampiro estaba recordando una melodía con todo detalle y se la estaba regalando a Lilith al conectarla con él.
Los pasos comenzaron lentos pero intensos llevados por aquella melodía que parecía lamentarse, Lucciano la iba conduciendo paso a paso, cada giro cada contacto piel a piel, labios cerca de labios, se llevaba por una pasión lenta y desenfrenada combinada con cierta violencia puntual, aquel baile era dramático, bello, con un contenido sexual implícito que llevaba a crear un candente deseo por el contrario.
-Podría... No sé, puedo que no me gustase compartirte con otros de los míos -Bromeo fingiendo celos. -El club es solo dedicado a inmortales, ¿y si algunos de mis hermanos se encaprichase contigo y te ofreciese la inmortalidad como yo? ¿Y si prefirieses esa oferta? Juego peligroso...
-Aquello último quedo en un susurro. -Mis chicas no son como las que puede que hayas conocido en otros lugares, no son vulgares y todas reciben formación, tiene tutores en el campo que toquen. Si lo deseas te daré un espacio para que puedas bailar, tener tu pequeño espectáculo pero deberás recibir lecciones mientras lo hagas. La danza tiene su disciplina y es extensa, puede que te parezca interesante aprender mucho más de lo que ya sabes.
Lucciano se levanto de su sitio atendiendo a la petición de ella y tomando su mano, pronto paso su mano por su cintura y la obligo estrechar su cuerpo contra el suyo, demasiado apretados. Empezó a balancearla al principio como si fuese un pequeño vals, llevándola en todo momento, un calentamiento.
-Entonces, ¿nunca has bailado en pareja? Yo no suelo bailar, si te soy sincero, solo lo hago si me veo obligado y por formalismos en eventos, cosas muy clásicas, es otro modo de comunicarse, es otro tipo de lenguaje más... -Otra vez con cierta violencia la pego a su cuerpo, sus dedos recorrieron el cuerpo de ella -... físico. Los clásicos me aburren, prefiero otra cosa...
Como si de repente hubiesen entrado músicos en la habitación, en la mete de ella comenzaron a sonar los instrumentos en el aire, no era algo de la imaginación o que enloqueciesen, la mete del vampiro estaba recordando una melodía con todo detalle y se la estaba regalando a Lilith al conectarla con él.
Los pasos comenzaron lentos pero intensos llevados por aquella melodía que parecía lamentarse, Lucciano la iba conduciendo paso a paso, cada giro cada contacto piel a piel, labios cerca de labios, se llevaba por una pasión lenta y desenfrenada combinada con cierta violencia puntual, aquel baile era dramático, bello, con un contenido sexual implícito que llevaba a crear un candente deseo por el contrario.
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
No estaba segura si aquellas palabras eran a juego, por coqueteo o si realmente el vampiro sentía celos de poder compartirme pero, cualquiera que haya sido la intención no pude evitar ruborizarme. Bajé mi rostro un poco mientras una sonrisa se apoderaba de mis labios, temía cruzarme con su mirada y que notara lo que sus palabras habían causado en mí así que me limité a mirar el suelo mientras lo seguía escuchando y esperando a que mis mejillas volvieran a su estado normal.
La mano de Lucciano pronto se entrelazó con la mía y de un tirón fuerte me pegó junto a su cuerpo mientras me movía por alrededor de la sala. No sabía exactamente lo que estaba haciendo ya que jamás había bailado con alguien, así que uno de mis principales temores era pisarlo o hacer algo incorrecto pero, junto a Lucciano todo parecía ir de la forma correcta como si nuestras mentes se conectaran nuevamente mas allá de sus poderes cómo ya lo había experimentado antes.
Mientras sentía que volaba por el resto del cuarto sentí que teníamos una conexión única, especial y diferente. Pasos lentos y suaves para empezar, recorriendo todos y cada una de las esquinas de aquella habitación mientras lo único que escuchaba era su voz y su mirada parecía quererse apoderar de mi persona, luego un movimiento brusco para robarme un respiro ante la sorpresa que me provocaba sentir sus manos recorriendo mi cuerpo. Sus pasos rápidos me recordaban un poco a los que hacía en el escenario del burdel, uno y dos pasos cortos para después de una media vuelta hacer un paso largo. La música no existía por su puesto en el lugar, mas no era necesaria porque aquella conexión que habíamos formado era suficiente para escuchar el mismo sonido del piano en armonía con los violines los cuales estaban perfectamente sincronizados con el ritmo del sonido de nuestros pasos al pisar por el suelo. Sus dedos recorrieron de nuevo mi cuerpo y yo no dudé en estirarme sobre su brazo mientras mi mano se alzaba de una forma fina y elegante dando paso al deseo. Mi pierna subió hasta su cintura como si le estuviera abrazando mientras la boca del vampiro rozaba la piel de mi cuello y subía lentamente hasta mis labios, mi pie se fue deslizando por la pierna de mi compañero hasta llegar a tocar nuevamente el suelo mientras nuestras miradas conectaron nuevamente al volver a juntarse nuestros cuerpos. Pude sentir su aliento junto a mi cara mientras nuestros pies seguían caminando por toda la sala, nuestros labios se rozaron haciendo que un suspiro escapara de mi garganta, moví lentamente mi rostro tentada a sentir más su boca y sin embargo no me atreví a besarla. El vino quizás aún no me emborrachara pero sin duda tampoco había sido en vano, fui capaz de sentir mi propia sangre recorriendo mis venas como si fuera un líquido ardiente viajando por todo mi cuerpo y estaba casi segura de que también Lucciano lo sabría.
El tiempo se detuvo al mismo tiempo que la tonada de aquél sensual baile y tan solo quedaron los dos cuerpos pegados en medio de la sala sin despegar las miradas, mi respiración ya estaba algo agitada y sus ojos parecían hipnotizarme pues me causaban un poco de nervios… pero nada de miedo. Finalmente me digne a matar el bello silencio solo para poner algunas cartas sobre la mesa.
-Si tú prometes no abandonarme, yo prometo no irme con nadie. –susurré suavemente sin desear estar lejos de Lucciano de nuevo, los rostros estaban tan juntos que al hablar pude sentir mis labios rozándolo de nuevo haciendo crecer más la tentación de besarlo. Mis dedos se soltaron de su mano mas no para abandonarlo si no para arrastrarse por sobre sus brazos hasta llegar a su cuello y acariciarlo. -Solo cumple tu promesa y yo seré solo tuya...
La mano de Lucciano pronto se entrelazó con la mía y de un tirón fuerte me pegó junto a su cuerpo mientras me movía por alrededor de la sala. No sabía exactamente lo que estaba haciendo ya que jamás había bailado con alguien, así que uno de mis principales temores era pisarlo o hacer algo incorrecto pero, junto a Lucciano todo parecía ir de la forma correcta como si nuestras mentes se conectaran nuevamente mas allá de sus poderes cómo ya lo había experimentado antes.
Mientras sentía que volaba por el resto del cuarto sentí que teníamos una conexión única, especial y diferente. Pasos lentos y suaves para empezar, recorriendo todos y cada una de las esquinas de aquella habitación mientras lo único que escuchaba era su voz y su mirada parecía quererse apoderar de mi persona, luego un movimiento brusco para robarme un respiro ante la sorpresa que me provocaba sentir sus manos recorriendo mi cuerpo. Sus pasos rápidos me recordaban un poco a los que hacía en el escenario del burdel, uno y dos pasos cortos para después de una media vuelta hacer un paso largo. La música no existía por su puesto en el lugar, mas no era necesaria porque aquella conexión que habíamos formado era suficiente para escuchar el mismo sonido del piano en armonía con los violines los cuales estaban perfectamente sincronizados con el ritmo del sonido de nuestros pasos al pisar por el suelo. Sus dedos recorrieron de nuevo mi cuerpo y yo no dudé en estirarme sobre su brazo mientras mi mano se alzaba de una forma fina y elegante dando paso al deseo. Mi pierna subió hasta su cintura como si le estuviera abrazando mientras la boca del vampiro rozaba la piel de mi cuello y subía lentamente hasta mis labios, mi pie se fue deslizando por la pierna de mi compañero hasta llegar a tocar nuevamente el suelo mientras nuestras miradas conectaron nuevamente al volver a juntarse nuestros cuerpos. Pude sentir su aliento junto a mi cara mientras nuestros pies seguían caminando por toda la sala, nuestros labios se rozaron haciendo que un suspiro escapara de mi garganta, moví lentamente mi rostro tentada a sentir más su boca y sin embargo no me atreví a besarla. El vino quizás aún no me emborrachara pero sin duda tampoco había sido en vano, fui capaz de sentir mi propia sangre recorriendo mis venas como si fuera un líquido ardiente viajando por todo mi cuerpo y estaba casi segura de que también Lucciano lo sabría.
El tiempo se detuvo al mismo tiempo que la tonada de aquél sensual baile y tan solo quedaron los dos cuerpos pegados en medio de la sala sin despegar las miradas, mi respiración ya estaba algo agitada y sus ojos parecían hipnotizarme pues me causaban un poco de nervios… pero nada de miedo. Finalmente me digne a matar el bello silencio solo para poner algunas cartas sobre la mesa.
-Si tú prometes no abandonarme, yo prometo no irme con nadie. –susurré suavemente sin desear estar lejos de Lucciano de nuevo, los rostros estaban tan juntos que al hablar pude sentir mis labios rozándolo de nuevo haciendo crecer más la tentación de besarlo. Mis dedos se soltaron de su mano mas no para abandonarlo si no para arrastrarse por sobre sus brazos hasta llegar a su cuello y acariciarlo. -Solo cumple tu promesa y yo seré solo tuya...
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Tras aquel intercambio de movimiento, lo cal, por un momento hiciese que se olvidase que estaban bailando ella se había detenido por completo.
Ella susurraba como si estuviesen hablando entre secretos, tan cerca de él, por un momento Lucciano sentía su corazón golpear un poco más acelerado de lo normal; movimiento innecesario para el musculo, pero con el ejercicio y la excitación suficientes. Había habido demasiados ademanes que se había quedado contenidos sin estallar, la tensión sexual se notaba candente en el ambiente y Lucciano no paraba de mirar los labios de ella con deseos de devorarlos.
No la soltó entre sus labios, es más la contenía con dolorosa fuerza como si de una presa cazada que no deseaba que escapase se tratase.
¿Promesas? Hacía demasiado tiempo que había dejado de creer en ellas, ¿era tarde para volver a creer?
-Prometo no abandonarte, aunque tú no cumplas con tus palabras porque sé que tú nunca serás mía... -Sus ojos le expresaron la certeza de sus palabras, al igual que la curva de sus labios.
Lilith era un alma libre como él, aunque no lo pareciese, tenían un cierto carácter muy similar a sí mismo, un carácter difícil de domar y que no podría ser encerrado de cualquier modo. Ellos no eran de nadie, ellos eran para sí mismos, eran almas solitarias difíciles de compartir.
Fueron tras las palabras lo que le siguió al impacto violento de sus labios contra los de ella produciendo aquel candente beso; al principio sus manos se aferraron al cuerpo delgado de la muchacha creando una atadura que producía dolor por la excesiva fuerza y salvajismo llevado por aquel animal que deseaba devorar a su presa. Si no se hubiese detenido y controlado en cierto modo, el vampiro estaba seguro que podría acabar con su vida asfixiándola, por ello aflojo el abrazo al igual que el beso, el cual, se transformo en una suave caricia seguida por las de sus manos recorriendo por el cuerpo de ella con deseos de lujuria y posesión.
Ella susurraba como si estuviesen hablando entre secretos, tan cerca de él, por un momento Lucciano sentía su corazón golpear un poco más acelerado de lo normal; movimiento innecesario para el musculo, pero con el ejercicio y la excitación suficientes. Había habido demasiados ademanes que se había quedado contenidos sin estallar, la tensión sexual se notaba candente en el ambiente y Lucciano no paraba de mirar los labios de ella con deseos de devorarlos.
No la soltó entre sus labios, es más la contenía con dolorosa fuerza como si de una presa cazada que no deseaba que escapase se tratase.
¿Promesas? Hacía demasiado tiempo que había dejado de creer en ellas, ¿era tarde para volver a creer?
-Prometo no abandonarte, aunque tú no cumplas con tus palabras porque sé que tú nunca serás mía... -Sus ojos le expresaron la certeza de sus palabras, al igual que la curva de sus labios.
Lilith era un alma libre como él, aunque no lo pareciese, tenían un cierto carácter muy similar a sí mismo, un carácter difícil de domar y que no podría ser encerrado de cualquier modo. Ellos no eran de nadie, ellos eran para sí mismos, eran almas solitarias difíciles de compartir.
Fueron tras las palabras lo que le siguió al impacto violento de sus labios contra los de ella produciendo aquel candente beso; al principio sus manos se aferraron al cuerpo delgado de la muchacha creando una atadura que producía dolor por la excesiva fuerza y salvajismo llevado por aquel animal que deseaba devorar a su presa. Si no se hubiese detenido y controlado en cierto modo, el vampiro estaba seguro que podría acabar con su vida asfixiándola, por ello aflojo el abrazo al igual que el beso, el cual, se transformo en una suave caricia seguida por las de sus manos recorriendo por el cuerpo de ella con deseos de lujuria y posesión.
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Sonreí al escuchar las palabras, pues sabía que él me entendía y que quizás por única vez él había aceptado que jamás me domaría ni me tendría encerrada en su jaulita de oro. También por primera vez yo acepté que a pesar de mi terquedad por no proclamarme propiedad de nadie, en el fondo deseaba que jamás me abandonara y siguiera intentando hacerme suya, por un momento deseaba que me hiciera dudar y me obligase a entregarme. ¿Por qué estos sentimientos tan extraños?
Mi sonrisa se vio interrumpida por aquél fruto prohibido, la humedad del deseo invadió mi boca mientras nuestros labios se abrazaban sin la más mínima necesidad ni ganas de volver a soltarse. Apasionadamente mi respiración iba al ritmo unísono con los latidos de mi corazón el cual parecía bombear sangre sin parar, cerré mis ojos para aferrar mas mis manos sobre su cuello y dejé que por mi cuerpo corrieran con desesperación sus dedos, parecían estar dispuestos a no dejarme ir nunca de ahí y podía sentir casi como estaban a punto de quedarse enterrados en mi piel causándome algo de dolor mas no me importaba, quería mas de eso sin importar la tortura.
Mis manos subieron más por todo su cuello hasta llegar a su pelo, los latidos de mi corazón no cesaban y parecían cada vez más en aumento mientras mis dedos se enterraban sobre su sedoso cabello.
De pronto Lucciano se detuvo por un momento... ¿Por qué siempre tenía yo la necesidad de buscar el peligro?, ¿Qué tenía eso que tanto me emocionaba? Estar con el vampiro era todo lo que deseaba, seguirlo besando y sentir su piel contra la mía sin prestarle atención a la temperatura de su tacto, o los peligros que representara ante la notable fuerza del vampiro contra la mía: una indefensa humana. Tan solo quería sentirlo y dejar que hiciera conmigo lo que deseara, incluso devorarme si es que aún su hambre no saciaba.
Cerré mi mano apretando sus cabellos y empujándole nuevamente hacia mi boca provocándole de nuevo, esta vez parecía tratar de controlar sus fuerzas al sentir como soltó mi cuerpo y convirtió esa violencia con la que se había aferrado anteriormente a caricias, mis manos también entraron en el juego e imitaban a las suyas recorriendo suavemente su cuerpo pasando lentamente por sobre su pecho descubierto aunque la mitad de los botones de esa camisa parecían no estar consientes de que su presencia ahí todavía estorbaba. Mis dedos entraron en guerra con aquél pedazo de tela y rápidamente se deshicieron de los broches que me estaban impidiendo deshacerme de la prenda para poder sentir con las yemas de mis dedos el pecho de la semental figura que tenía ante mi presencia.
Mis piernas se movieron en dirección al diván mas el resto del cuerpo no quiso despegarse así que con las manos aferradas a su espalda lo atraje hasta casi caerme sobre aquel mueble.
Me sentí tan sensible de diferentes maneras que hasta podía sentir las telas sobre mi cuerpo que estorbaban por debajo de las manos de Lucciano y cada parte de los hilos de aquella red que disfrazaban mis piernas.
¿Qué tan peligroso sería este juego siendo yo tan solo una humana?, ¿Podría morir si mas lo tentaba? Quería obtener todo lo que en ese momento pudiera ofrecerme, todo lo que él quisiera darme o hacerme incluso si corría algún tipo de peligro en este juego peligroso y atrevido. Pensar en todo eso en vez de darme miedo tan solo hacía que me excitara.
Mi sonrisa se vio interrumpida por aquél fruto prohibido, la humedad del deseo invadió mi boca mientras nuestros labios se abrazaban sin la más mínima necesidad ni ganas de volver a soltarse. Apasionadamente mi respiración iba al ritmo unísono con los latidos de mi corazón el cual parecía bombear sangre sin parar, cerré mis ojos para aferrar mas mis manos sobre su cuello y dejé que por mi cuerpo corrieran con desesperación sus dedos, parecían estar dispuestos a no dejarme ir nunca de ahí y podía sentir casi como estaban a punto de quedarse enterrados en mi piel causándome algo de dolor mas no me importaba, quería mas de eso sin importar la tortura.
Mis manos subieron más por todo su cuello hasta llegar a su pelo, los latidos de mi corazón no cesaban y parecían cada vez más en aumento mientras mis dedos se enterraban sobre su sedoso cabello.
De pronto Lucciano se detuvo por un momento... ¿Por qué siempre tenía yo la necesidad de buscar el peligro?, ¿Qué tenía eso que tanto me emocionaba? Estar con el vampiro era todo lo que deseaba, seguirlo besando y sentir su piel contra la mía sin prestarle atención a la temperatura de su tacto, o los peligros que representara ante la notable fuerza del vampiro contra la mía: una indefensa humana. Tan solo quería sentirlo y dejar que hiciera conmigo lo que deseara, incluso devorarme si es que aún su hambre no saciaba.
Cerré mi mano apretando sus cabellos y empujándole nuevamente hacia mi boca provocándole de nuevo, esta vez parecía tratar de controlar sus fuerzas al sentir como soltó mi cuerpo y convirtió esa violencia con la que se había aferrado anteriormente a caricias, mis manos también entraron en el juego e imitaban a las suyas recorriendo suavemente su cuerpo pasando lentamente por sobre su pecho descubierto aunque la mitad de los botones de esa camisa parecían no estar consientes de que su presencia ahí todavía estorbaba. Mis dedos entraron en guerra con aquél pedazo de tela y rápidamente se deshicieron de los broches que me estaban impidiendo deshacerme de la prenda para poder sentir con las yemas de mis dedos el pecho de la semental figura que tenía ante mi presencia.
Mis piernas se movieron en dirección al diván mas el resto del cuerpo no quiso despegarse así que con las manos aferradas a su espalda lo atraje hasta casi caerme sobre aquel mueble.
Me sentí tan sensible de diferentes maneras que hasta podía sentir las telas sobre mi cuerpo que estorbaban por debajo de las manos de Lucciano y cada parte de los hilos de aquella red que disfrazaban mis piernas.
¿Qué tan peligroso sería este juego siendo yo tan solo una humana?, ¿Podría morir si mas lo tentaba? Quería obtener todo lo que en ese momento pudiera ofrecerme, todo lo que él quisiera darme o hacerme incluso si corría algún tipo de peligro en este juego peligroso y atrevido. Pensar en todo eso en vez de darme miedo tan solo hacía que me excitara.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Su corazón comenzó a hacerse notable tanto en su pecho como en su mismo labios, sus pupilas dilatadas asomaron una mirada feroz mientras ella le empujaba hacía el diván.
Allí sintió la necesidad de atraerla, de atraparta en aquel instante, porque la impacienciase había hecho con él y el anhelo de él también por querer experimentar con su piel desnuda se hizo notable.
Él la atrajo así, y decidió obligarla a quedar tumbadas a merced de él, atrapándola con su propio cuerpo, tan cálido de repente.
Sus labios se deslizaban por su piel pálida y cálida, tan humana, dejando un rastro de cosquilleo escalofríante en la piel que hacía poco a poco que sus deseos despertasen, en lujuría.
Sus ojos escarlatas encendidos buscaron los de ella de repente, sus labios se posaron efímeramente su sus labios, su mejilla, el hueco entre su rostro y el comienzo del cuello, una mordida al lóbulo de su oreja y un susurro meloso en un idioma desconocido.
Ella se había deshecho de parte de su ropa, dejando la piel del vampiro marcada por las cicatrices humanas y de aquel que otro símbolo creado por la tinta, descubriendo partes de él que nadie solía descubrir. Poco a poco la ropa comenzaba a ir sobrando, y sin darse cuenta esta comenzada a estar desparramada por la sala, Lucciano no tuvo contemplaciones en literalmente arrancarle la ropa a Lilith, dejando al descubierto aquellos pechos que entre sus labios le supieron dulces... Por un momento se detuvo y alzo su mirada a la de ella, sus ojos eran escarlatas y sus colmillos se hacía latentes. Primero sus labios rozaron la punta de sus pechos excitados, y de nuevo saboreándolos, sus colmillos penetraron en la piel rasgándola en una dolorosa y placentera mordida que comenzaba a dejar ríos de rubíes, bebiendo de ella insaciable, mientras una de sus manos se deslizaba entre sus manos acariciantes en su sexo.
Allí sintió la necesidad de atraerla, de atraparta en aquel instante, porque la impacienciase había hecho con él y el anhelo de él también por querer experimentar con su piel desnuda se hizo notable.
Él la atrajo así, y decidió obligarla a quedar tumbadas a merced de él, atrapándola con su propio cuerpo, tan cálido de repente.
Sus labios se deslizaban por su piel pálida y cálida, tan humana, dejando un rastro de cosquilleo escalofríante en la piel que hacía poco a poco que sus deseos despertasen, en lujuría.
Sus ojos escarlatas encendidos buscaron los de ella de repente, sus labios se posaron efímeramente su sus labios, su mejilla, el hueco entre su rostro y el comienzo del cuello, una mordida al lóbulo de su oreja y un susurro meloso en un idioma desconocido.
Ella se había deshecho de parte de su ropa, dejando la piel del vampiro marcada por las cicatrices humanas y de aquel que otro símbolo creado por la tinta, descubriendo partes de él que nadie solía descubrir. Poco a poco la ropa comenzaba a ir sobrando, y sin darse cuenta esta comenzada a estar desparramada por la sala, Lucciano no tuvo contemplaciones en literalmente arrancarle la ropa a Lilith, dejando al descubierto aquellos pechos que entre sus labios le supieron dulces... Por un momento se detuvo y alzo su mirada a la de ella, sus ojos eran escarlatas y sus colmillos se hacía latentes. Primero sus labios rozaron la punta de sus pechos excitados, y de nuevo saboreándolos, sus colmillos penetraron en la piel rasgándola en una dolorosa y placentera mordida que comenzaba a dejar ríos de rubíes, bebiendo de ella insaciable, mientras una de sus manos se deslizaba entre sus manos acariciantes en su sexo.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Y una vez más, algo mas allá de los poderes sobrenaturales estaba actuando sobre ambos cuerpos, una conexión invisible e intensa parecía que me ayudaba a sentirme parte de aquella figura vampírica y a sentir los latidos de su corazón por debajo de esa piel ardiente, lo único que deseaba ahora era hacerlo disfrutar y perderse hasta agotarse tanto como yo me estaba perdiendo en su aroma, sus manos pero sobre todo en sus besos.
Caí completamente rendida y por primera vez en mucho tiempo ahora yo era la sumisa, en cada una de sus caricias mi piel se erizaba y mis piernas tratando de abrazar las de el hombre se debilitaban, en cada uno de sus besos parecía que se estaba robando mi aliento.
Algunos leves gemidos no tardaron pronto en salir de mi pecho mientras Lucciano besaba mi cuello y mis dedos eran como animales traviesos jugando sobre cada cicatriz de su cuerpo, sin perderme ningún detalle y observando cada centímetro que podía sin necesidad de mirarle más que con la yema de mis dedos.
Ni el vino más añejo que había bebido esta noche había sido tan embriagante como lo estaba siendo el sentir de su boca sobre mi cuerpo, el jugueteo de su lengua con mis pezones, aquella mirada constante cazadora y decidida que posaba sobre mi cara, tan hambrienta de erotismo y tan brillante así como dos joyas preciosas las cuales con el tiempo desde que lo había conocido ya tenía bien sabido que al instante me anunciaban lo que venía. Sabía que esta vez yo sería su siguiente víctima y yo no lo evitaría si no al contrario… me moría de ganas por ser suya.
Aquél doloroso segundo llegó pareciendo que sus colmillos no tendrían ni la más mínima pizca de piedad, por primera vez estaba alimentando al vampiro y mi piel tan sensible perfectamente cuidada estaba sintiendo como Lucciano en cada succion degustaba de aquella línfa, de mi garganta inmediatamente fueron expulsados sonidos y cantos de dolor mientras Lucciano bebía de mi pecho los cuales rápidamente fueron calmados por un cosquilleante tacto de entre mis muslos mientras estos inconscientemente se contraían al sentir su mano hundiéndose entre ellos.
Aquellas manos mías tan traviesas se volvieron más feroces y violentas sin detenerse dos veces a aferrarse a su espalda, podía sentir como mis uñas se hundían en su piel por encima de aquellas marcas de su pasado, todo el dolor y el placer estaba mezclado dentro de mí al grado de que hasta mis propios alaridos eran confusos. ¿Dolor o excitación?
Mi mente poco a poco se iba nublando mientras mis dedos parecían perder la suficiente fuerza como para que mis uñas por fin se desgancharan de su espalda, más aún así eran curiosas. Entre gemidos de placer y agonía aquellas manos parecían ser ágiles como para quitar los botones de la ropa restante ayudando con mis piernas a terminar de desnudar a la criatura que con su piel parecía quemarme.
Caí completamente rendida y por primera vez en mucho tiempo ahora yo era la sumisa, en cada una de sus caricias mi piel se erizaba y mis piernas tratando de abrazar las de el hombre se debilitaban, en cada uno de sus besos parecía que se estaba robando mi aliento.
Algunos leves gemidos no tardaron pronto en salir de mi pecho mientras Lucciano besaba mi cuello y mis dedos eran como animales traviesos jugando sobre cada cicatriz de su cuerpo, sin perderme ningún detalle y observando cada centímetro que podía sin necesidad de mirarle más que con la yema de mis dedos.
Ni el vino más añejo que había bebido esta noche había sido tan embriagante como lo estaba siendo el sentir de su boca sobre mi cuerpo, el jugueteo de su lengua con mis pezones, aquella mirada constante cazadora y decidida que posaba sobre mi cara, tan hambrienta de erotismo y tan brillante así como dos joyas preciosas las cuales con el tiempo desde que lo había conocido ya tenía bien sabido que al instante me anunciaban lo que venía. Sabía que esta vez yo sería su siguiente víctima y yo no lo evitaría si no al contrario… me moría de ganas por ser suya.
Aquél doloroso segundo llegó pareciendo que sus colmillos no tendrían ni la más mínima pizca de piedad, por primera vez estaba alimentando al vampiro y mi piel tan sensible perfectamente cuidada estaba sintiendo como Lucciano en cada succion degustaba de aquella línfa, de mi garganta inmediatamente fueron expulsados sonidos y cantos de dolor mientras Lucciano bebía de mi pecho los cuales rápidamente fueron calmados por un cosquilleante tacto de entre mis muslos mientras estos inconscientemente se contraían al sentir su mano hundiéndose entre ellos.
Aquellas manos mías tan traviesas se volvieron más feroces y violentas sin detenerse dos veces a aferrarse a su espalda, podía sentir como mis uñas se hundían en su piel por encima de aquellas marcas de su pasado, todo el dolor y el placer estaba mezclado dentro de mí al grado de que hasta mis propios alaridos eran confusos. ¿Dolor o excitación?
Mi mente poco a poco se iba nublando mientras mis dedos parecían perder la suficiente fuerza como para que mis uñas por fin se desgancharan de su espalda, más aún así eran curiosas. Entre gemidos de placer y agonía aquellas manos parecían ser ágiles como para quitar los botones de la ropa restante ayudando con mis piernas a terminar de desnudar a la criatura que con su piel parecía quemarme.
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Un quejido al notar el dolor de sus uñas, y una nueva marca creada en la piel de ella con una nueva mordida su pecho.
Poca resistencia había puesto ante dejarle que le desnudase y que su cuerpo mortal quedase inmune ante sus ojos; Vecchio no tenía un cuerpo ni exageradamente grande ni era delgado, más bien su musculatura era fibrada; la inmortalidad había congelado un físico que denotaba que había sido una persona atlética y que se había sometido a esfuerzo físicos; a aquellos rasgos se le añadía cicatrices que ni el estado vampirismo había borrado, marca de armas blancas, marcas de quemaduras, algún número romano y algún que otro símbolo rúnico. ¿Quién había sido Lucciano antes de ser el dueño de un club privado? ¿A qué se habría dedicado en su mortalidad?
Aquellos hilos de rojos comenzaban a recorrer la piel suave y delicada de ella, mancillando su palidez inmaculada y natural, dejando a su paso un olor notable y férreo. Al principio los labios del vampiro se había aferrado dolorosamente por el punto por el que succionaba la sangre, pero poco a poco fue ralentizando aquella ansiedad provocada por aquel agridulce elixir. Su respiración se había vuelto demasiado agitada y más cuanto retiro su boca de la herida la cual lamió apurando la sangre que no se detenía en su escapada. Lucciano no había bebido una gran cantidad, debía de controlarse, debía de hacer la excepción. Habitualmente no tomaba esas considerabas cuando se dejaba embriagar en el acto sexual, prácticamente sus compañeras de juegos terminaban la noche sin volver a ver la luz del día, es decir, sin vida.
Su mano había ralentizado su mano en las caricias de su sexo, dejándole por así decir la miel en los labios, el placer que no terminaba de consumirse contenido.
Volviendo su rostro a acercarse al de ella, sus ojos la miraban con aquel brillo de lujurioso deseo, una sonrisa divertida se dibujo en sus labios mancillados por la sangre ajena, al ver la excitación que en ella encendía.
Tomándola por los muslos la alzo con fuerza cambio las tornas subiéndola encima suya, penetrándola, sintiendo la humedad entre sus muslos incandescente. Un quejido contenido se le escapo entre sus labios tras un largo suspiro al sentirse en el interior de aquel ígneo vientre. Instintivamente él aferro sus manos a sus muslos, cuando comenzó a sentir aquel movimiento entusiasta que le sumía en el mas profundo placer.
Su respiración se agitaba con cada movimiento, sus dedos se hundían en la piel de ella, y su mente quedaba nublada de todo lo externo, solo se centraba en lo que su cuerpo sentía, en como su piel se fundía con la de ella, el sonido de sus jadeos que hacia que su cuerpo se excitará mas, y aquellos escalofríos que sentía recorrer su espalda.
Poca resistencia había puesto ante dejarle que le desnudase y que su cuerpo mortal quedase inmune ante sus ojos; Vecchio no tenía un cuerpo ni exageradamente grande ni era delgado, más bien su musculatura era fibrada; la inmortalidad había congelado un físico que denotaba que había sido una persona atlética y que se había sometido a esfuerzo físicos; a aquellos rasgos se le añadía cicatrices que ni el estado vampirismo había borrado, marca de armas blancas, marcas de quemaduras, algún número romano y algún que otro símbolo rúnico. ¿Quién había sido Lucciano antes de ser el dueño de un club privado? ¿A qué se habría dedicado en su mortalidad?
Aquellos hilos de rojos comenzaban a recorrer la piel suave y delicada de ella, mancillando su palidez inmaculada y natural, dejando a su paso un olor notable y férreo. Al principio los labios del vampiro se había aferrado dolorosamente por el punto por el que succionaba la sangre, pero poco a poco fue ralentizando aquella ansiedad provocada por aquel agridulce elixir. Su respiración se había vuelto demasiado agitada y más cuanto retiro su boca de la herida la cual lamió apurando la sangre que no se detenía en su escapada. Lucciano no había bebido una gran cantidad, debía de controlarse, debía de hacer la excepción. Habitualmente no tomaba esas considerabas cuando se dejaba embriagar en el acto sexual, prácticamente sus compañeras de juegos terminaban la noche sin volver a ver la luz del día, es decir, sin vida.
Su mano había ralentizado su mano en las caricias de su sexo, dejándole por así decir la miel en los labios, el placer que no terminaba de consumirse contenido.
Volviendo su rostro a acercarse al de ella, sus ojos la miraban con aquel brillo de lujurioso deseo, una sonrisa divertida se dibujo en sus labios mancillados por la sangre ajena, al ver la excitación que en ella encendía.
Tomándola por los muslos la alzo con fuerza cambio las tornas subiéndola encima suya, penetrándola, sintiendo la humedad entre sus muslos incandescente. Un quejido contenido se le escapo entre sus labios tras un largo suspiro al sentirse en el interior de aquel ígneo vientre. Instintivamente él aferro sus manos a sus muslos, cuando comenzó a sentir aquel movimiento entusiasta que le sumía en el mas profundo placer.
Su respiración se agitaba con cada movimiento, sus dedos se hundían en la piel de ella, y su mente quedaba nublada de todo lo externo, solo se centraba en lo que su cuerpo sentía, en como su piel se fundía con la de ella, el sonido de sus jadeos que hacia que su cuerpo se excitará mas, y aquellos escalofríos que sentía recorrer su espalda.
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Mi piel blanca parecía haberse convertido en rojiza, de aquellos dos agujeros no dejaba de salir el líquido que me daba la vida y que al vampiro tanto parecía fascinarle. Sin duda él podría matarme… yo lo sabía, y mas segura estaba al saber del hambre por el que había estado pasando todos estos días, un niño vampiro no le había sido suficiente y el probar la sangre mortal de una joven podría ser demasiado embriagante y adictiva. El peligro estaba presente y sin embargo no me importaba, empezaba a confiar ciegamente en aquella bestia sin entender ni yo misma el porqué lo hacía. ¿Qué tenía Lucciano de diferente?
Un movimiento rápido hecho por Lucciano me hizo ponerme en la cima, nuestros cuerpos ahora estaban unidos y aquella humedad dentro de mí hacía más fácil provocar el placer que entre ambos existía. Como si de la más sensual y lujuriosa danza que jamás antes había interpretado se tratara mis caderas instintivamente se menearon para aumentar el sentimiento que todo aquello provocaba haciendo aquellos gemidos que salían desde el fondo de mi garganta se escucharan más audibles y sonoros en cada bombeo.
Con ayuda de sus manos mi cuerpo seguía saltando y bailando por encima del suyo, los senos marcados sobresalieron de mi cuerpo mientras más me estiraba para poder sentir ese electrizante placer recorriendo por el resto de mi cuerpo naciendo desde la entrepierna hasta subir por mi espalda y muriendo en mis labios al grito del orgasmo inducido.
Mi cuerpo agitado y rendido cayó por encima del suyo rodeando mis brazos alrededor de su cuello, pero mi boca aún deseaba tenerlo.
Mis ojos se posaron en los de Lucciano, esta noche más que de la ropa el vampiro me había despojado de todo… me había convertido en alguien dócil y había borrado mi orgullo por una noche, como si aquellas paredes se hubieran desaparecido y la Lilith fría, valiente e indomable se hubiera ido por un instante. Fue entonces cuando mi mirada se profundizo y se hundió más en los ojos de él, por primera vez no presté atención en aquellos ojos desiguales ni en la mirada carmín que anunciaba su hambre o sus ganas de tenerme.
Por primera vez y aunque fuera tan efímero el momento vi al Vecchio humano… y le besé como nunca lo había hecho esa noche y no sabría si volvería a besarle después.
Un movimiento rápido hecho por Lucciano me hizo ponerme en la cima, nuestros cuerpos ahora estaban unidos y aquella humedad dentro de mí hacía más fácil provocar el placer que entre ambos existía. Como si de la más sensual y lujuriosa danza que jamás antes había interpretado se tratara mis caderas instintivamente se menearon para aumentar el sentimiento que todo aquello provocaba haciendo aquellos gemidos que salían desde el fondo de mi garganta se escucharan más audibles y sonoros en cada bombeo.
Con ayuda de sus manos mi cuerpo seguía saltando y bailando por encima del suyo, los senos marcados sobresalieron de mi cuerpo mientras más me estiraba para poder sentir ese electrizante placer recorriendo por el resto de mi cuerpo naciendo desde la entrepierna hasta subir por mi espalda y muriendo en mis labios al grito del orgasmo inducido.
Mi cuerpo agitado y rendido cayó por encima del suyo rodeando mis brazos alrededor de su cuello, pero mi boca aún deseaba tenerlo.
Mis ojos se posaron en los de Lucciano, esta noche más que de la ropa el vampiro me había despojado de todo… me había convertido en alguien dócil y había borrado mi orgullo por una noche, como si aquellas paredes se hubieran desaparecido y la Lilith fría, valiente e indomable se hubiera ido por un instante. Fue entonces cuando mi mirada se profundizo y se hundió más en los ojos de él, por primera vez no presté atención en aquellos ojos desiguales ni en la mirada carmín que anunciaba su hambre o sus ganas de tenerme.
Por primera vez y aunque fuera tan efímero el momento vi al Vecchio humano… y le besé como nunca lo había hecho esa noche y no sabría si volvería a besarle después.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
Sus labios ya no eran caricias, ahora eran devoradores de los suyos, suave pero sin dejar atras su lado salvaje y placentero.
Sus dedos se hundían en la piel de ella, aferrandose a su cuerpo, pegándola mas a él para que el contacto permaneciese mas intenso con cada una de sus embestidas, mas profundo en sus penetraciones.
Ella también parecía corresponder con aquella necesidad, porque ya podía ser llamada como necesidad adictiva, de sentir su cuerpo fundiendose en aquel ardor que ambos habían creado juntos, uniéndose en uno solo, movido por un deseo lujurioso y algo mas allá.
Su respiración aceleraba y los jadeos que no podía evitar dejar escapar de entre sus labios se escapaba entre la celda que ella había creado para atraparlos entre sus labios. De vez en cuando separaba sus labios, de los de ella buscando el ansiado un aire innecesario pero que sus pulmones pedía desgarrados por la actividad
tan intensa.
Colocó su rostro junto al de ella, rozándolo a cada momento, de vez en cuando sus ojos ahora brillante y encendido se encontraban con los de ella, él le miraba no solo con lujuría sino como si estuviese hechizado por el cuerpo de ella, como si ella hubiese creado un deseo en su interior que lo hubiese convertido en un adicto a éste, y hacia que su cuerpo resistiese y sintiese la necesidad de extasiarla del mismo modo que él se sentía ya extasiado por ella misma.
Sus dedos pasaron de sus muslos a su trasero, y con sus brazos termino por alzarla, así profundizando con cada penetración mas en su vientre que quemaba y le llevaba al mas placentero de los cielos, a un estado en el que la mente no era nada sino las sensaciones del cuerpos era lo que valía, elevándole por encima de todo.
Sus sudor se mezclaba en el de ella, motivo todo de él calor que desprendía ambos cuerpos en su conjunto.
Su cuerpo estaba extasiado llegando al nirvana conteniéndose para no rozar él límite el cual se aproximaba, con la intención de que ella quedase saciada.
Sus embestidas continuaron a pesar de que ella parecía haber llegado a su cenit, él había aguantado en todo momento esperando a que ella obtuviese aquel placer que le proporcionaba aquel acto. Un quejido convertido en suspiro y él sintió su limite ceder, y como su cuerpo le transportar al mas maravilloso de los clímax. Finalmente se derramo dentro de su vientre, y sintió como la atadura de las piernas de ella se aflojaba.
Sus movimientos dejaron de ser intensificados, ralentizaron, hasta llegar a detenerse. Él, sintió como su respiración aun continuaba acelerada al igual que su corazón a pesar de que todo había terminado para ambos.
No se separo de ella, ya que la envolvió entre sus brazos, así apoyando su rostro en su frente, clavando sus ojos aun escarlatas en los de ella sin decir nada. Él le sonrió satisfecho. No sabía porqué pero por un momento se sentía feliz, de aquella manera que hacia mucho tiempo que no sentía. Era como por si pudiese ser él mismo, relajar sus tensiones.
Ella estaba viva, había conseguido controlar sus instintos y quedar lleno por ello saciando su lujuria de aquel modo tan sencillo
Sus manos cálidas se deslizan por su piel que aun ardía aunque poco a poco sentía que el sudor que cubría su cuerpo se enfría lentamente haciendo que su piel se volviese mas tibia.
El tiempo parecía haberse detenido o al menos para él que continuaba ajeno al mundo exterior, ahora mismo su centro del mundo era ella, sus ojos, su cuerpo, su todo.
Un beso suave y lento, en sus labios, solo fue lo que él le comunico en silencio.
Sus dedos se hundían en la piel de ella, aferrandose a su cuerpo, pegándola mas a él para que el contacto permaneciese mas intenso con cada una de sus embestidas, mas profundo en sus penetraciones.
Ella también parecía corresponder con aquella necesidad, porque ya podía ser llamada como necesidad adictiva, de sentir su cuerpo fundiendose en aquel ardor que ambos habían creado juntos, uniéndose en uno solo, movido por un deseo lujurioso y algo mas allá.
Su respiración aceleraba y los jadeos que no podía evitar dejar escapar de entre sus labios se escapaba entre la celda que ella había creado para atraparlos entre sus labios. De vez en cuando separaba sus labios, de los de ella buscando el ansiado un aire innecesario pero que sus pulmones pedía desgarrados por la actividad
tan intensa.
Colocó su rostro junto al de ella, rozándolo a cada momento, de vez en cuando sus ojos ahora brillante y encendido se encontraban con los de ella, él le miraba no solo con lujuría sino como si estuviese hechizado por el cuerpo de ella, como si ella hubiese creado un deseo en su interior que lo hubiese convertido en un adicto a éste, y hacia que su cuerpo resistiese y sintiese la necesidad de extasiarla del mismo modo que él se sentía ya extasiado por ella misma.
Sus dedos pasaron de sus muslos a su trasero, y con sus brazos termino por alzarla, así profundizando con cada penetración mas en su vientre que quemaba y le llevaba al mas placentero de los cielos, a un estado en el que la mente no era nada sino las sensaciones del cuerpos era lo que valía, elevándole por encima de todo.
Sus sudor se mezclaba en el de ella, motivo todo de él calor que desprendía ambos cuerpos en su conjunto.
Su cuerpo estaba extasiado llegando al nirvana conteniéndose para no rozar él límite el cual se aproximaba, con la intención de que ella quedase saciada.
Sus embestidas continuaron a pesar de que ella parecía haber llegado a su cenit, él había aguantado en todo momento esperando a que ella obtuviese aquel placer que le proporcionaba aquel acto. Un quejido convertido en suspiro y él sintió su limite ceder, y como su cuerpo le transportar al mas maravilloso de los clímax. Finalmente se derramo dentro de su vientre, y sintió como la atadura de las piernas de ella se aflojaba.
Sus movimientos dejaron de ser intensificados, ralentizaron, hasta llegar a detenerse. Él, sintió como su respiración aun continuaba acelerada al igual que su corazón a pesar de que todo había terminado para ambos.
No se separo de ella, ya que la envolvió entre sus brazos, así apoyando su rostro en su frente, clavando sus ojos aun escarlatas en los de ella sin decir nada. Él le sonrió satisfecho. No sabía porqué pero por un momento se sentía feliz, de aquella manera que hacia mucho tiempo que no sentía. Era como por si pudiese ser él mismo, relajar sus tensiones.
Ella estaba viva, había conseguido controlar sus instintos y quedar lleno por ello saciando su lujuria de aquel modo tan sencillo
Sus manos cálidas se deslizan por su piel que aun ardía aunque poco a poco sentía que el sudor que cubría su cuerpo se enfría lentamente haciendo que su piel se volviese mas tibia.
El tiempo parecía haberse detenido o al menos para él que continuaba ajeno al mundo exterior, ahora mismo su centro del mundo era ella, sus ojos, su cuerpo, su todo.
Un beso suave y lento, en sus labios, solo fue lo que él le comunico en silencio.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
La cera de las velas que alumbraban el despacho parecía agotarse, una a una y a diferentes ritmos se fueron apagando hasta quedar solo con un par de ellas en distintos lugares, pero pronto parecía que esas velas tampoco tardarían en apagarse. No había ningún otro ruido más que el sonido recio de ambas respiraciones tan agitadas tratando de recuperar el ritmo cardíaco de cada uno después de ese duro y tan placentero ejercicio sexual que había acontecido.
Mi piel se erizó al sentir cada gota de sudor recorrer mi cuerpo lentamente cayendo y la temperatura de mi piel descendiendo para volver a su calidez normal. Aquel beso tan puro y sincero parecía haber movido algo dentro de mi pecho, algo diferente a los besos lujuriosos compartidos anteriormente y parecían hacerme sentir querida como nunca antes lo había sentido.
De mis brazos enredados en su cuello uno de ellos se fue desenrollando para dejar mis dedos caer por todo el lateral de su cuello hasta llegar a su hombro y bajar lentamente por su pecho, ya había sentido su cuerpo antes, sin embargo quise hacerlo nuevamente y esta vez apreciar cada detalle con mis dedos.
Como si de las ramas vacías de un árbol en época de otoño se tratara, el cuerpo del hombre parecía cubierto por estas marcas. Mientras mi otro brazo aferrado a su cuello estaba, el índice de mi mano recorría el paisaje de esos bellos árboles sin hojas, algunas gruesas y otras delgadas, todo su pecho y su espalda estaba cubierta por cicatrices que simulaban ramas. Las cicatrices cuentan historias, y sin duda las historias de las marcas de Lucciano eran las que me intrigaban así como todo lo que a él le rodeaba.
Esa noche sentía que nada existía ahora porque tan solo había “nada” y en medio de toda esa nada estábamos nosotros.
-Lucciano… ¿Eras feliz antes de todo esto? –pregunté casi en un susurro mientras mis dedos seguían recorriendo las ramas de su pecho. Quería saber más del humano que había existido –Creo que… yo no lo había sido en mucho tiempo. –volví a hablar para después reírme algo avergonzada al darme cuenta de mis palabras. ¿Cómo podía asegurar tal cosa tan solo por un frenesí que estaba teniendo?
Mi piel se erizó al sentir cada gota de sudor recorrer mi cuerpo lentamente cayendo y la temperatura de mi piel descendiendo para volver a su calidez normal. Aquel beso tan puro y sincero parecía haber movido algo dentro de mi pecho, algo diferente a los besos lujuriosos compartidos anteriormente y parecían hacerme sentir querida como nunca antes lo había sentido.
De mis brazos enredados en su cuello uno de ellos se fue desenrollando para dejar mis dedos caer por todo el lateral de su cuello hasta llegar a su hombro y bajar lentamente por su pecho, ya había sentido su cuerpo antes, sin embargo quise hacerlo nuevamente y esta vez apreciar cada detalle con mis dedos.
Como si de las ramas vacías de un árbol en época de otoño se tratara, el cuerpo del hombre parecía cubierto por estas marcas. Mientras mi otro brazo aferrado a su cuello estaba, el índice de mi mano recorría el paisaje de esos bellos árboles sin hojas, algunas gruesas y otras delgadas, todo su pecho y su espalda estaba cubierta por cicatrices que simulaban ramas. Las cicatrices cuentan historias, y sin duda las historias de las marcas de Lucciano eran las que me intrigaban así como todo lo que a él le rodeaba.
Esa noche sentía que nada existía ahora porque tan solo había “nada” y en medio de toda esa nada estábamos nosotros.
-Lucciano… ¿Eras feliz antes de todo esto? –pregunté casi en un susurro mientras mis dedos seguían recorriendo las ramas de su pecho. Quería saber más del humano que había existido –Creo que… yo no lo había sido en mucho tiempo. –volví a hablar para después reírme algo avergonzada al darme cuenta de mis palabras. ¿Cómo podía asegurar tal cosa tan solo por un frenesí que estaba teniendo?
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
La noche que cerca estaba de morir, de repente parecía plena en su quietud. Silencio absoluto, calma envolvente, y en sombras envolvía la habitación a causa de las ya consumidas velas.
Lucciano se movió ni un ápice, es más no hizo ningún esfuerzo por separarse de ella, simplemente la envolvió con sus brazos suavemente, obliáandola a apretar levemente sus redondos pechos contra su cuerpo, así un beso poso sobre su hombro y apoyo su barbilla un momento sobre ella, reflexivo en cuanto la pregunta de ella rompió el silencio creado.
Pasaron segundos que parecieron eternos, y de nuevo dejo su cuerpo caer hacia atrás en el diván, calmo y pesado. Sus ojos dispares por un momento la evitaron. Era como si los recuerdos perturbasen aquel muro inhumano que era él.
La verdad sabía perfectamente como ella misma se sentía ahora, es más compartía ese sentimiento, era una mezcla de despreocupación y satisfacción plena que lo embriagaba y elevaba como hacía mucho tiempo nada le hacía sentirse así, era como volver a saborear una manzana que antes se devoraba pero que en la boca se hacía cenizas al carecer de un sabor, que simplemente ella le devolvió por un instante, haciéndolo intenso.
-Lo fui, y lo he sido por rachas, pero puede que la mayor felicidad la viviese antes de todo el cambio. -Se silencio un momento, y sus labios sonrieron con amargura. -Si, fuí muy dicho cuando era humano, lo tenia todo... Pero el carácter se me agrio después del "accidente", cuando perdí éste. -Señalo su ojo dispar, ahora había perdido su brillo y el color oscuro que antes tenía se había nublado blanquecino, señal de que se estaba volviendo inútil y era hora de cambio. -Tenía muchos dolores, me volví un gruñón por así decirlo, un amargado y por eso decidí volver a la guerra, pensé que en tierras extranjeras me calmaría, pero ya ves... -A su lado tiro de la camisa arrugada sobre el diván y distraído se lo poso sobre los hombros a la bella y comenzó a abrocharle los primeros botones. -Regrese con un ojo nuevo, inmortal, con un hijo menos y una mujer, a la que todos temía, y que invadió el lecho que ocupaba mi esposa. Imagina la gracia que ella le hizo todo ésto, lo bueno es que nunca se marcho de mi lado, aunque me odiaba.
Besándola de nuevo en los labios, la cogió en brazos levemente y la dejo sobre el diván. El vampiro se levanto paseándose por la habitación sin importarle estar desnudo, el reloj comenzó a sonar anunciando la aurora cerca y automáticamente Lucciano se acerco a un armario el cual abrió y comenzó a encender velas alrededor de una figura pequeña, pétrea, primitiva.Parecía una figura humana muy desgastada, alrededor de su cuello tenia una pequeña cuerda, una soga, como la de los ahorcados.
-¿Lilith, eres feliz ahora? ¿Aquí?
Lucciano se movió ni un ápice, es más no hizo ningún esfuerzo por separarse de ella, simplemente la envolvió con sus brazos suavemente, obliáandola a apretar levemente sus redondos pechos contra su cuerpo, así un beso poso sobre su hombro y apoyo su barbilla un momento sobre ella, reflexivo en cuanto la pregunta de ella rompió el silencio creado.
Pasaron segundos que parecieron eternos, y de nuevo dejo su cuerpo caer hacia atrás en el diván, calmo y pesado. Sus ojos dispares por un momento la evitaron. Era como si los recuerdos perturbasen aquel muro inhumano que era él.
La verdad sabía perfectamente como ella misma se sentía ahora, es más compartía ese sentimiento, era una mezcla de despreocupación y satisfacción plena que lo embriagaba y elevaba como hacía mucho tiempo nada le hacía sentirse así, era como volver a saborear una manzana que antes se devoraba pero que en la boca se hacía cenizas al carecer de un sabor, que simplemente ella le devolvió por un instante, haciéndolo intenso.
-Lo fui, y lo he sido por rachas, pero puede que la mayor felicidad la viviese antes de todo el cambio. -Se silencio un momento, y sus labios sonrieron con amargura. -Si, fuí muy dicho cuando era humano, lo tenia todo... Pero el carácter se me agrio después del "accidente", cuando perdí éste. -Señalo su ojo dispar, ahora había perdido su brillo y el color oscuro que antes tenía se había nublado blanquecino, señal de que se estaba volviendo inútil y era hora de cambio. -Tenía muchos dolores, me volví un gruñón por así decirlo, un amargado y por eso decidí volver a la guerra, pensé que en tierras extranjeras me calmaría, pero ya ves... -A su lado tiro de la camisa arrugada sobre el diván y distraído se lo poso sobre los hombros a la bella y comenzó a abrocharle los primeros botones. -Regrese con un ojo nuevo, inmortal, con un hijo menos y una mujer, a la que todos temía, y que invadió el lecho que ocupaba mi esposa. Imagina la gracia que ella le hizo todo ésto, lo bueno es que nunca se marcho de mi lado, aunque me odiaba.
Besándola de nuevo en los labios, la cogió en brazos levemente y la dejo sobre el diván. El vampiro se levanto paseándose por la habitación sin importarle estar desnudo, el reloj comenzó a sonar anunciando la aurora cerca y automáticamente Lucciano se acerco a un armario el cual abrió y comenzó a encender velas alrededor de una figura pequeña, pétrea, primitiva.Parecía una figura humana muy desgastada, alrededor de su cuello tenia una pequeña cuerda, una soga, como la de los ahorcados.
-¿Lilith, eres feliz ahora? ¿Aquí?
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Carpe Corpus [Lilith O´Hara ]◊◊
A pesar de que aquella danza pasional de nuestros cuerpos había terminado, sus brazos seguían envolviendo mi piel. Seguí jugando con las marcas de su pecho mientras escuchaba la respuesta a la pregunta que le había hecho y al mencionar su ojo pude notar como ya casi el color estaba desapareciendo.
-Cierto, había que buscar uno nuevo… -dije entre sonrisas coquetas como si de jugar a las escondidas o si de buscar cualquier atuendo atrevido y divertido se tratara.
¿En qué momento había sucedido aquel cambio? La muerte de los humanos me perturbaba todavía hasta esa tarde y de pronto ya hablaba tan natural del asesinato de cualquier pobre hombre o mujer que se cruzara en el camino de Lucciano y aunque no sabía si este sentimiento inexistente de piedad por las vidas de aquellas personas duraría para siempre, la realidad es que en ese preciso instante no me importaba ninguna de sus vidas mientras no fuera la de el vampiro. Por estos momentos parecía que podría entenderlo todo… solo el más fuerte ganaría en el campo de batalla a la media noche y mientras yo pudiera me encargaría de que ese fuera Lucciano.
Permití que me vistiera con su camisa mientras me seguía contando un poco más sobre su pasado y al terminar de abrochar los botones de la prenda acaricié su rostro. Por alguna razón no me sorprendía que en su otra vida hubiera sido casado, su edad aparente reflejaba que había sido un hombre ya muy maduro y con la vida hecha como si estuviera en el momento justo y perfecto de su vida en la que todos desearían quedarse eternamente sin rejuvenecer ni envejecer nunca más. Los 30 era la edad que todos desearían congelar ya que era perfecta para vivir al límite una vida ya realizada y tan solo Lucciano lo había conseguido.
-…vaya, parece que eres experto en hacer que las mujeres te detesten. –me reí juguetonamente al recordar que apenas hace unas horas yo lo odiaba. Había estado enojada con ese hombre y en el fondo quizás aún lo detestaba por su pensamiento tan posesivo hacia mi persona, ese tipo de actitud era de las que yo mas odiaba, sin embargo había preferido dejar tan solo por un momento ese odio para retomarlo otro día y entregarme a su cuerpo esta noche.
En medio del beso un leve suspiro parecía nacer de mi cuerpo, el momento era perfecto y tan bello que casi sentí algo de lástima al sentir que me dejaba y se alejaba. Por segunda vez en aquella noche maldecía a los relojes y su perverso plan de querer controlar el tiempo, ¿Acaso los relojes de esa casa estaban en contra mía desde ahora? Escucharlo sonar me contó de inmediato lo que aquello significaba y me preguntaba si pronto tendría que retirarme para que él pudiera descansar y protegerse de los rayos del alba.
Me acomodé en el diván dejando el resto de mi cuerpo aún desnudo reposando sobre el mueble y mi cabeza recargada sobre uno de mis brazos mientras observaba a Lucciano. Toda aquella especie de ritual me parecía extraño sin embargo me gustaba verlo realizarlo de forma tan seria y decidida.
-¿Uhm…? –solté de mis labios al salir de mi trance entre toda la curiosidad de lo que el vampiro hacía. –Bueno… a decir verdad mis momentos felices han sido muy contados, creo que hasta efímeros. –contesté dejando escapar una risa al final.
Había aprendido a burlarme de mi misma y de toda esa mala suerte que parecía rodearme, la soledad que me acechaba desde pequeña y como ya me había acostumbrado a ella. Sin duda reía presumiendo mi amada libertad y como nada me ataba, pero en el fondo eran sonrisas pintadas llenas de nostalgia al nunca sentirme amada.
–Me he sentido a gusto viviendo contigo en este lugar pero, si quieres saber si este rato ha sido de mis momentos más felices… -bajé la mirada mientras hice un breve silencio antes de volver a mirarle a los ojos. -...sí, este es uno de ellos.
-Cierto, había que buscar uno nuevo… -dije entre sonrisas coquetas como si de jugar a las escondidas o si de buscar cualquier atuendo atrevido y divertido se tratara.
¿En qué momento había sucedido aquel cambio? La muerte de los humanos me perturbaba todavía hasta esa tarde y de pronto ya hablaba tan natural del asesinato de cualquier pobre hombre o mujer que se cruzara en el camino de Lucciano y aunque no sabía si este sentimiento inexistente de piedad por las vidas de aquellas personas duraría para siempre, la realidad es que en ese preciso instante no me importaba ninguna de sus vidas mientras no fuera la de el vampiro. Por estos momentos parecía que podría entenderlo todo… solo el más fuerte ganaría en el campo de batalla a la media noche y mientras yo pudiera me encargaría de que ese fuera Lucciano.
Permití que me vistiera con su camisa mientras me seguía contando un poco más sobre su pasado y al terminar de abrochar los botones de la prenda acaricié su rostro. Por alguna razón no me sorprendía que en su otra vida hubiera sido casado, su edad aparente reflejaba que había sido un hombre ya muy maduro y con la vida hecha como si estuviera en el momento justo y perfecto de su vida en la que todos desearían quedarse eternamente sin rejuvenecer ni envejecer nunca más. Los 30 era la edad que todos desearían congelar ya que era perfecta para vivir al límite una vida ya realizada y tan solo Lucciano lo había conseguido.
-…vaya, parece que eres experto en hacer que las mujeres te detesten. –me reí juguetonamente al recordar que apenas hace unas horas yo lo odiaba. Había estado enojada con ese hombre y en el fondo quizás aún lo detestaba por su pensamiento tan posesivo hacia mi persona, ese tipo de actitud era de las que yo mas odiaba, sin embargo había preferido dejar tan solo por un momento ese odio para retomarlo otro día y entregarme a su cuerpo esta noche.
En medio del beso un leve suspiro parecía nacer de mi cuerpo, el momento era perfecto y tan bello que casi sentí algo de lástima al sentir que me dejaba y se alejaba. Por segunda vez en aquella noche maldecía a los relojes y su perverso plan de querer controlar el tiempo, ¿Acaso los relojes de esa casa estaban en contra mía desde ahora? Escucharlo sonar me contó de inmediato lo que aquello significaba y me preguntaba si pronto tendría que retirarme para que él pudiera descansar y protegerse de los rayos del alba.
Me acomodé en el diván dejando el resto de mi cuerpo aún desnudo reposando sobre el mueble y mi cabeza recargada sobre uno de mis brazos mientras observaba a Lucciano. Toda aquella especie de ritual me parecía extraño sin embargo me gustaba verlo realizarlo de forma tan seria y decidida.
-¿Uhm…? –solté de mis labios al salir de mi trance entre toda la curiosidad de lo que el vampiro hacía. –Bueno… a decir verdad mis momentos felices han sido muy contados, creo que hasta efímeros. –contesté dejando escapar una risa al final.
Había aprendido a burlarme de mi misma y de toda esa mala suerte que parecía rodearme, la soledad que me acechaba desde pequeña y como ya me había acostumbrado a ella. Sin duda reía presumiendo mi amada libertad y como nada me ataba, pero en el fondo eran sonrisas pintadas llenas de nostalgia al nunca sentirme amada.
–Me he sentido a gusto viviendo contigo en este lugar pero, si quieres saber si este rato ha sido de mis momentos más felices… -bajé la mirada mientras hice un breve silencio antes de volver a mirarle a los ojos. -...sí, este es uno de ellos.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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