El lobo ataca al segundo acto || Privé.

por **Elizabeth of York** Dom Feb 08, 2015 2:38 pm

Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas, una vez en la vida.
—Rene Descartes—

Noche, calmada con ligeros toques de humedad por la estación otoñal pero que se ve calmada por unas ligeras brisas frías. Tras las calles transitadas las miradas de los ricos se posan sobre los edificios más ostentos de todo Paris, bailes, fiestas, ceremonias y más celebraciones con comida y bebida que alimentaría a todo el mundo, pero no solo se desperdicia tirando todo a la basura ya ni a los animales les convidan un poco. Soberbia y orgullo maneja ahora los corazones de las personas, la ambición ha corroído sus almas y la pureza los ha abandonado.

Entre tanto bajo las luces de aquel teatro los mismos nobles ansían la llegada de alguien, una jovencita a la cual pretender, pero no por no por amor si no por el dinero y el apellido de ella; quien no se volvería loco con un apellido que está arraigado a una realeza extinta capaz de poder reclamar el título de Lord of York y sus propiedad, habría que estar ciegos. ¡Pobre oveja que camina cabizbaja a su muerte!, los hombres de edad con algunos jóvenes esperan en la puerta para hacerle de acompañante y así tener más oportunidad de seducir a la tonta oveja. Los segundos se van haciendo minutos y estos se convierten en horas pero no hay rastro de aquella jovencita. No se han dado cuenta que ha pasado por ahí en su carruaje pero ha hecho que el cochero siga dando la vuelta hasta que aquellos hombres se cansen ¿lo harían?, sí, porque no les gusta esperar.

Uno a uno va desapareciendo en las sombras de las puertas al espectáculo con sonrisas, la entrada ahora se ve despejada completamente, solo subsisten uno que otro transeúnte que pasa por el lugar sin tomar importancia de este. ¡Los buitres han alzado el vuelo! Quizás, pero entre esos y otros que perduran, sería mejor haber enfrentado a los codiciosos. Se anuncia el segundo acto, la joven lady baja de su transporte con sus zapatos resonando levemente por la calzada, la tela de aquel vestido turquesa con apliques negros apenas si toca la empedrada calle, la mano delicada cual seda es atendida por un hombre de mayor edad que busca los ojos de la lady pero solo los logra divisar a media gracias a un sombrero que negro con malla que cubre el rostro delicado, su labios apenas tocados con un color coral muy delicado que delinean suavemente los finos labios.

Da dos pasos y su respiración se acelera, no es buena en los eventos sociales, aún es muy joven e inocente. Tres pasos más pero se ve irrumpida por unos jóvenes que le cierran el paso, uno de ellos le toma el brazo jalándola contra sí, pero la fuerza y la resistencia solo logran que caiga de bruces al suelo junto a la risa de los seudos caballeros que se burlan de la pobre ave caída y lastimada. No llora solo se levanta decidida a hacerles frente, alisa su vestido mirándoles con una sonrisa en los labios junto a una leve reverencia, aun cuando la maldad se presenta a ella solo responde con bondad.

–Señores de buena fe si lo que quieren es dinero no tenían por qué maltratarme, se los hubiera dado con tan solo pedir amableme…–

No termina la frase cuando una bofetada le llega cual rayo a su rostro volviéndola al estado de antes solo que esta vez su mejilla brilla en un rojo cálido y las lágrimas ahora si amenazan a salir por las palabras de los jóvenes en cuanto a abusar y matar a la pobre ave que se encuentra en el suelo con esa mirada que acepta su cruel destino.

VESTIDO
SOMBRERO

por **Casper Jean-Sébastien** Vie Abr 03, 2015 9:28 am

“Lord of York”

Casper se ajustó el traje frente al espejo; aquella era una noche importante. Escuchó el jolgorio provenir de la entrada del teatro aun cuando la distancia era considerable. Miró su reloj de bolsillo; llegaba antes de la hora.

Sin cruzar la calle, contempló los buitres que sembraban la entrada al edificio de las artes; todos esperaban a su mismo objetivo, la llamada Elizabeth of York, una muchacha demasiado joven para el poderío que había heredado, demasiada inexperta. Sin duda había ríos de hombres que deseaban sacar provecho de la situación, pero ninguno había sido tan meticuloso como Casper a la hora de observarla. La había contemplado durante semanadas, casi meses. A pesar de la inocencia de la joven, no era tonta, por lo que no caería en las redes de cualquier hombre apuesto. La apariencia no sería lo único en lo que la muchacha se fijaría.

Probablemente sería difícil de cortejar, pero a Casper le encantaban los retos y ya se había encaprichado de ella y de su estatus.

Vio el carruaje de ella pasar por la calle del teatro una, dos, tres veces…Las suficientes como para hacer volar a los buitres menos perseverantes. Cuando al fin se dignó a descender de su carruaje, tan solo quedaban los carroñeros de picos más letales. Casper esperó.

Cuál fue su sorpresa cuando una de aquellas ratas se dignó a ponerle una mano encima a la muchacha. Estuvo a punto de echarse a reír como un energúmeno. No tenía palabras para describir la estupidez humana ¿Dónde había quedado la sutileza y la clase?

Conforme se acercaba se prometió a si mismo que no usaría la persuasión sobre ella.
La segunda vez que el buitre levantó la mano para golpear a la chica, él la atrapó en el trayecto. Sonrió con calma.

— Os sugeriría que dejarais a la muchacha tranquila.

Él desconocido elevó una ceja con expresión arrogante y bruta. Escupió a los pies de Casper, que mantuvo la compostura.

—¿Me habláis a mí paliducho?

—Sí, hablo con vos. Vuestra masculinidad debe de ser mínima si tenéis que demostrarla golpeando a una muchacha.

Tan pronto como hubo terminado de hablar, el buitre le propinó un puñetazo. Casper se dejó golpear, pero con maña, le batió el rostro y hundió el codo en sus costillas. El buitre dejó escapar un quejido rabioso ¡Vaya por Dios! Ahora se parecía a un perro con la rabia. Con un movimiento de cabeza indicó a sus amigos que aferraran a Casper. Él se dejó hacer, y también permitió que el buitre-perro hundiera su puño en el estómago una y otra vez en su estómago mientras le insultaba. De pronto el vampiro se había transformado en el héroe caído que había ayudado a una muchacha contra unos cuantos malhechores. Pero que afortunado era él que había reparado en que los agentes de la ley andaban cerca minutos antes. Estos no tardaron en acudir al alboroto. La banda de buitres escapó entre torpes pasos perseguidos por los agentes. Casper, se dejó caer al suelo con aires, sujetándose el estómago donde nada le dolía pero supuestamente debería.

Con ojos inocenetes y perdidos buscó la mirada de la joven. Esbozó una triste sonrisa.

—¿Estáis bien señorita? —preguntó con aparente cansancio.

por **Elizabeth of York** Jue Abr 30, 2015 10:32 pm

Las grandes masas caerán más fácilmente víctimas de una mentira grande que de una pequeña
—Adolf Hitler—[/b]

La violencia generada contra la pobre jovencita no genera nada negativo en ella, solo una sonrisa que brinda a sus asaltantes, tiembla llena de miedo por lo que pueda ocurrirle dejando a sus pequeños solos sin nadie que los cuide y los guie por el camino del bien, reza en su mente las plegarias para que alguna alma generosa se apiade de ella al brindarle la ayuda que requiere.

Ten cuidado con lo que deseas.

Ahí iban sus lágrimas a punto de romperse en el llanto silencioso de la noche, la mejilla roja y sus labios temblando siendo acallado por sus dedos que trataban de tranquilizarla, pero en su más oscuro ser, una parte de ella deseó que eso no ocurriera así que alguien les mostrara el dolor que le habían causado a ella y aunque al instante se arrepintió, sintió un rayo que le cayo cuando un extraño hombre al parecer venía a evitar que la lastimasen, un joven que mostro bondad por la desconocida y sobre todo que mostró realmente no conocerla, no saber quien era eso la alivió; un alivio que no duró mucho cuando en su pecho su corazón sintió un dolor agónico al ver como golpeaban al valiente caballero.

Ojos cándidos cristalinos a punto de romper en un llanto silencioso el cual es devorado por su dueña que presurosa acerca las manos a la pobre alma caritativa que ha acudido a su rescate sin esperar nada a cambio “aún existe gente bondadosa” pensaba aquella avecilla de ojos claros que corre a su salvador para ayudarle. Aquellas manos las coloca sobre los hombros del joven quedándose ella por detrás de él con un rostro de preocupación y consternación ante los actos violentos que tuvo que presenciar.

–Se encuentra bien, joven, oh por Dios y los santos apóstoles, que le han hecho, permítame que le ayude –

Cae con la sonrisa en sus labios presurosa a brindarle la ayuda requerida, sus dedos retiran los cabellos del joven de la frente de él mostrándose un apoyo en agradecimiento, pobre tonta, pobre oveja que cae en las fauces de los lobos, pero no se le puede culpar a alguien que solo piensa en brindar amor a los demás, en alguien que no ve la maldad del mundo y no cree en ella.

–Estoy muy bien gracias a usted, Señor, pero me siento mal al verlo herido, dígame que puedo hacer, le llevaré a un médico, al hospital, por favor dígame que puedo hacer para aliviar su dolor joven–

Su voz se quiebra como si estuviese a punto de llorar, y realmente lo está al ver el estado en el que han dejado al joven, su corazón y alma se desgarran porque ella deseo que alguien la salvara pero no deseo que lastimaran a esa persona,

–Es mi culpa y lo siento mucho en verdad, desee que alguien me ayudará creo que debí pedir bien las cosas, que tonta de mí, usted se arriesgó por alguien a quien no conoce y pudo terminar muerto todo por mi culpa–

Sus dedos rozan ligeramente la mano del joven encontrándolo algo frío pero no le toma importancia alguna es más la retira rápido pensado que lo ha lastimado con su roce. El pánico se apodera de ella sin saber qué hacer, por vez primera se siente al a deriva y las palabras que tanta gala hacía ahora se han ido y todo por un joven que se ha arriesgado al enfrentarse al peligro que representaba ella con su apellido, algo que rogaba que aquel joven no supiera.

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