AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
2 participantes
Página 1 de 1.
Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Las noches transcurrieron con algún que otro acontecimiento, mi tránsito efímero en ciertos lugares se prestaba a que hincase mis colmillos en otro "cervatillo". Sin embargo, más allá de aquella figura a la que mis agujas perforaron el cuello bajo la luna de plata, no se podía decir que mis instintos estuviesen lo suficientemente apaciguados.
Me había relamido con los hilos de sangre resbalando por las comisuras de mis labios y, tras observar brevemente aquellos ojos que me miraban asustados y en trance, le borré la memoria. A su expresión acudió el apaciguamiento y al alejarse su sombra reflejada por la luz nocturna le olvidé de inmediato.
A mis manos llegaba alguna que otra noticia interesante que leía en el periódico, el cabaret destruido por mi se iba reconstruyendo. Sonreí con lentitud al leerlo antes de dejar el periódico a un lado, mi mente incisiva deambuló por mis hermanos ponderando una decisión que promoviese una reunión, ya iba siendo hora de un encuentro.
Según los pensamientos corrían por mi mente, escribiría unas líneas con ese propósito a uno de ellos, pero me dedicaría a tal asunto cuando el tiempo fuese indicado.
Por ahora la doncella me ayudaba a terminar de colocarme de forma correcta el corsé, tironeando con fuerza de cada una de las cintas para atrapar mi caja torácica y de esa manera dibujar con su contorno mis curvas femeninas. De haber sido humana lo habría considerado una tortura, pero no siéndolo y al no causarme real molestia podía gozar de las ventajas del encierro de mi silueta.
-Tira bien de esas cintas.- Mi mirada oscura fulguró al decirlo. Habían transcurrido tres noches desde el incidente acontecido al duque en el palacio real. Por supuesto la invitación a tomarme la declaración no se hizo esperar aquella noche en la cual el mariscal me contemplaba en la habitación, mostrándose respetuoso como pocos, e intentando salvaguardar una rectitud que hasta ahora no viera en la ciudad cuando se encontraba involucrada la promesa de unos labios que podían mantener el desvelo del más reticente.
Lo había despedido con una sonrisa, al día siguiente envié una nota con uno de mis criados, por medio de la cual postergaba el encuentro indicándole que mi tobillo aún estaba resentido y que debido a ello era imprescindible postergar.
Así fue como esta noche la dama eterna entró en el restaurante, atrayendo las miradas de los presentes que no se decidían con respecto a que era exactamente lo que les mantenía inmediatamente cautivados.
¿La piel de porcelana? ¿Los rasgos de ángel? ¿La manera en que algunos mechones oscuros escapaban del peinado que recogía el cabello en alto para caer suavemente sobre la piel del cuello? ¿O los ojos que de un pardo sobrenaturalmente intenso brillaban bajo aquellos que enmarcaban la frente?
Por mi parte ignoré el asunto, acostumbrada como estaba a la sucesión de muestras de admiración. El caballero y yo nos habíamos citado a las 9 en punto. Ahora que me presentaba en escena podría contemplar exactamente qué tanto de aquello que mostraba tendía a ser cierto.
Respeto, responsabilidad, nobleza… en su caso eran producto del fingimiento o una demostración de características genuinas. La serpiente tendría su tiempo para decidir si ofrecía la manzana.
Eran las nueve menos cinco cuando atravesé la puerta, me dirigí al uniformado que se encontraba de pie a pocos pasos de ella y di el nombre del mariscal anunciando que existía una reservación para los dos.
Me había relamido con los hilos de sangre resbalando por las comisuras de mis labios y, tras observar brevemente aquellos ojos que me miraban asustados y en trance, le borré la memoria. A su expresión acudió el apaciguamiento y al alejarse su sombra reflejada por la luz nocturna le olvidé de inmediato.
A mis manos llegaba alguna que otra noticia interesante que leía en el periódico, el cabaret destruido por mi se iba reconstruyendo. Sonreí con lentitud al leerlo antes de dejar el periódico a un lado, mi mente incisiva deambuló por mis hermanos ponderando una decisión que promoviese una reunión, ya iba siendo hora de un encuentro.
Según los pensamientos corrían por mi mente, escribiría unas líneas con ese propósito a uno de ellos, pero me dedicaría a tal asunto cuando el tiempo fuese indicado.
Por ahora la doncella me ayudaba a terminar de colocarme de forma correcta el corsé, tironeando con fuerza de cada una de las cintas para atrapar mi caja torácica y de esa manera dibujar con su contorno mis curvas femeninas. De haber sido humana lo habría considerado una tortura, pero no siéndolo y al no causarme real molestia podía gozar de las ventajas del encierro de mi silueta.
-Tira bien de esas cintas.- Mi mirada oscura fulguró al decirlo. Habían transcurrido tres noches desde el incidente acontecido al duque en el palacio real. Por supuesto la invitación a tomarme la declaración no se hizo esperar aquella noche en la cual el mariscal me contemplaba en la habitación, mostrándose respetuoso como pocos, e intentando salvaguardar una rectitud que hasta ahora no viera en la ciudad cuando se encontraba involucrada la promesa de unos labios que podían mantener el desvelo del más reticente.
Lo había despedido con una sonrisa, al día siguiente envié una nota con uno de mis criados, por medio de la cual postergaba el encuentro indicándole que mi tobillo aún estaba resentido y que debido a ello era imprescindible postergar.
Así fue como esta noche la dama eterna entró en el restaurante, atrayendo las miradas de los presentes que no se decidían con respecto a que era exactamente lo que les mantenía inmediatamente cautivados.
¿La piel de porcelana? ¿Los rasgos de ángel? ¿La manera en que algunos mechones oscuros escapaban del peinado que recogía el cabello en alto para caer suavemente sobre la piel del cuello? ¿O los ojos que de un pardo sobrenaturalmente intenso brillaban bajo aquellos que enmarcaban la frente?
Por mi parte ignoré el asunto, acostumbrada como estaba a la sucesión de muestras de admiración. El caballero y yo nos habíamos citado a las 9 en punto. Ahora que me presentaba en escena podría contemplar exactamente qué tanto de aquello que mostraba tendía a ser cierto.
Respeto, responsabilidad, nobleza… en su caso eran producto del fingimiento o una demostración de características genuinas. La serpiente tendría su tiempo para decidir si ofrecía la manzana.
Eran las nueve menos cinco cuando atravesé la puerta, me dirigí al uniformado que se encontraba de pie a pocos pasos de ella y di el nombre del mariscal anunciando que existía una reservación para los dos.
Última edición por Kishar Black el Mar Ene 08, 2019 5:24 am, editado 4 veces
Kishar Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Hice mis deberes en esos tres días que la dama Black se tomó para volver a citarse conmigo, por supuesto en un restaurante cuando el sol había caído, la dama era bella ¿mas que demonio que se precie no lo era? Tenía que ir con cuidado, Landry me había informado de los Black, eran demonios de la noche, seres oscuros que si un día fueron humanos Cain convirtió en los primigenios, los primeros vampiros que poblaron este mundo.
Eran ponzoña, sabían mas por viejos que por demonios, peligrosos para la humanidad querían destacar sobre todos los demás.
Frente al espejo anudé la corbata que estrangulaba mi cuello aquella noche como una soga, de algún modo sabía que la dama Black bien podía entregarme la manzana y yo debía estar firme para no morderla o pecaría.
Dejé escapar el aire lentamente tratando de infundirme ánimos, respiré contra el espejo, necesitaba centrarme en otra cosa que no fuera su belleza y fue en el marco que sujetaba el retrato de mi hijo en quien lo hice, esa mujer era despiadada, si vencía muchos niños pagarían por la gloria de los Black.
Llegué al restaurante donde nos habíamos citado, uno de los mas selectos de París a las 8. 45, el uniformado camarero me guió hasta la mesa que tenía reservada para ambos. El lugar destilaba riqueza y opulencia no solo por los bordados de las paredes en oro como por las pinturas que decoraban aquel lugar.
La mesa quedaba frente a la chimenea, presidia el local, con aquel mantel blanco y servilletas que la engalardonaban. El metre trajo una cubitera con una botella de champan para que fuera haciendo boca mientras la doncella llegaba para poder acompañarme y elegir cena.
La Black llegó puntual, me alcé para recibirla y tomé su mano con la propia para besar su dorso de forma galante.
-Os veis realmente hermosa -aseguré llevándola hasta la silla.
Moví la misma para que se sentara y una vez la dama se colocó bordeé la mesa para tomar asiento frente a ella, supongo que el juego empezaba, yo debía tomarle declaración pero algo me decía que eso era lo de menos en este encuentro de dos.
-¿espero todo sea de su agrado señorita Black ¿champan? -pregunté llenandole la copa del dorado liquido tras su afirmación -¿mejor del tobillo?
Eran ponzoña, sabían mas por viejos que por demonios, peligrosos para la humanidad querían destacar sobre todos los demás.
Frente al espejo anudé la corbata que estrangulaba mi cuello aquella noche como una soga, de algún modo sabía que la dama Black bien podía entregarme la manzana y yo debía estar firme para no morderla o pecaría.
Dejé escapar el aire lentamente tratando de infundirme ánimos, respiré contra el espejo, necesitaba centrarme en otra cosa que no fuera su belleza y fue en el marco que sujetaba el retrato de mi hijo en quien lo hice, esa mujer era despiadada, si vencía muchos niños pagarían por la gloria de los Black.
Llegué al restaurante donde nos habíamos citado, uno de los mas selectos de París a las 8. 45, el uniformado camarero me guió hasta la mesa que tenía reservada para ambos. El lugar destilaba riqueza y opulencia no solo por los bordados de las paredes en oro como por las pinturas que decoraban aquel lugar.
La mesa quedaba frente a la chimenea, presidia el local, con aquel mantel blanco y servilletas que la engalardonaban. El metre trajo una cubitera con una botella de champan para que fuera haciendo boca mientras la doncella llegaba para poder acompañarme y elegir cena.
La Black llegó puntual, me alcé para recibirla y tomé su mano con la propia para besar su dorso de forma galante.
-Os veis realmente hermosa -aseguré llevándola hasta la silla.
Moví la misma para que se sentara y una vez la dama se colocó bordeé la mesa para tomar asiento frente a ella, supongo que el juego empezaba, yo debía tomarle declaración pero algo me decía que eso era lo de menos en este encuentro de dos.
-¿espero todo sea de su agrado señorita Black ¿champan? -pregunté llenandole la copa del dorado liquido tras su afirmación -¿mejor del tobillo?
André- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 01/08/2018
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Observé el líquido dorado mientras el mariscal servía el mismo en mi copa. -Al parecer sabe cómo causar una impresión André. ¿Está bien que le llame André a secas?- Sonreí de medio lado al alzar la copa en mi mano. -Sé que estamos aquí por un asunto oficial, no quisiera ofenderle por la familiaridad con la que pueda tratarle, aunque permítame agradecerle nuevamente por haberme mantenido lejos del precinto para llevar a cabo estos asuntos oficiales.-
Habiéndose dado como se dieron los sucesos la noche del baile en el palacio real todo el papeleo relacionado podía resultar sumamente engorroso para mí, teniendo en cuenta el tipo de perfil que por ahora prefería mantener en París, uno lo suficientemente discreto como para no causarme problemas, pero lo suficientemente llamativo para abrirme las puertas que me interesaban. –No llevo mucho tiempo de regreso en la capital y prefiero mantenerme exenta de murmuraciones y escándalos.-
Lo observé al hablar, si bien el soldado había demostrado tener cierta agudeza para mover las piezas en un juego de dos, no era posible que pudiese comprender el tablero que constituían todos los Black. -Me he mantenido alejada de mis hermanos desde mi llegada a la ciudad, por ahora prefiero movilizarme sola y ser conocida por quien soy, no por quienes conformen el resto de mi familia.-
Mis pensamientos deambularon un momento sobre ese punto, dejando en el aire la respuesta a su pregunta sobre mi tobillo. El mesero se acercó oportunamente desviando el tema de la conversación al colocar un par de vasos y cubiertos sobre la mesa y darnos la bienvenida, expresando su deseo de que la velada fuera del agrado de los dos. Colocó ambos menús frente a cada uno y se inclinó de forma cortés antes de volver a dejarnos solos.
Aproveché esa interrupción para ahondar un poco más en mis percepciones sobre mi acompañante. -¿Cree que le será posible formarse su propia opinión con respecto a mi?-
Las luces de las velas jugaron con el brillo de mis ojos al anclarse en el par de pozos azules y mis labios se curvaron en una sonrisa más bien enigmática. -No todo es lo que parece, en su línea de trabajo seguramente no ha de pasar por alto los detalles.-
Dejé la copa a un lado para ser algo más directa y estando su mano a mi alcance puse la mía sobre la suya. -Dígame, ¿cuántas veces pensó en mi en estos días?- Mis ojos deambularon sobre su rostro y mis sentidos se abrieron a la percepción de cada una de sus reacciones, notándole tensarse bajo mi tacto, y aunque no lo quisiera de forma consciente, alterándose sus pulsaciones.
Mi pulgar deambuló despacio sobre su muñeca mientras mis ojos le miraban tornándose más oscuros a través de mis pestañas. –Le huye a todas las mujeres o sólo yo le causo ese efecto?-
Habiéndose dado como se dieron los sucesos la noche del baile en el palacio real todo el papeleo relacionado podía resultar sumamente engorroso para mí, teniendo en cuenta el tipo de perfil que por ahora prefería mantener en París, uno lo suficientemente discreto como para no causarme problemas, pero lo suficientemente llamativo para abrirme las puertas que me interesaban. –No llevo mucho tiempo de regreso en la capital y prefiero mantenerme exenta de murmuraciones y escándalos.-
Lo observé al hablar, si bien el soldado había demostrado tener cierta agudeza para mover las piezas en un juego de dos, no era posible que pudiese comprender el tablero que constituían todos los Black. -Me he mantenido alejada de mis hermanos desde mi llegada a la ciudad, por ahora prefiero movilizarme sola y ser conocida por quien soy, no por quienes conformen el resto de mi familia.-
Mis pensamientos deambularon un momento sobre ese punto, dejando en el aire la respuesta a su pregunta sobre mi tobillo. El mesero se acercó oportunamente desviando el tema de la conversación al colocar un par de vasos y cubiertos sobre la mesa y darnos la bienvenida, expresando su deseo de que la velada fuera del agrado de los dos. Colocó ambos menús frente a cada uno y se inclinó de forma cortés antes de volver a dejarnos solos.
Aproveché esa interrupción para ahondar un poco más en mis percepciones sobre mi acompañante. -¿Cree que le será posible formarse su propia opinión con respecto a mi?-
Las luces de las velas jugaron con el brillo de mis ojos al anclarse en el par de pozos azules y mis labios se curvaron en una sonrisa más bien enigmática. -No todo es lo que parece, en su línea de trabajo seguramente no ha de pasar por alto los detalles.-
Dejé la copa a un lado para ser algo más directa y estando su mano a mi alcance puse la mía sobre la suya. -Dígame, ¿cuántas veces pensó en mi en estos días?- Mis ojos deambularon sobre su rostro y mis sentidos se abrieron a la percepción de cada una de sus reacciones, notándole tensarse bajo mi tacto, y aunque no lo quisiera de forma consciente, alterándose sus pulsaciones.
Mi pulgar deambuló despacio sobre su muñeca mientras mis ojos le miraban tornándose más oscuros a través de mis pestañas. –Le huye a todas las mujeres o sólo yo le causo ese efecto?-
Kishar Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Debía reconocerle al demonio una gran verdad, era ademas de bella inquietante, esa mujer era hipnótica, cada movimiento parecía estudiado para atrapar en su red a la mosca, así que me limité a restar importancia al hecho de haberle tomado declaración en aquel lugar, a fin de cuentas, era lo mínimo que podía hacer dado su heroico acto en el baile.
-¿os mantenéis lejos de vuestros hermanos por voluntad propia? -pregunté recogiéndole el guante cuando la doncella habló de la famosa e infame familia Black -Por lo que se sabe de ellos, vuestros hermanos son poderosos y siempre andan batallando en esa delgada linea entre el bien y el mal.
Yo apostaría mas a lo contrario a que se movían en el mal, pero tenían el dinero y la capacidad suficiente como para que eso no lo percibiera la humanidad.
El camarero sirvió los menús, pero yo no lograba despegar mis ojos de los ajenos.
-en eso estamos ¿no? En lo de crearme mi propia opinión sobre vos ¿que pensáis que debería opinar? Ademas de lo evidente, que sois una mujer poderosa, bella y con mas armas de las que soy capaz de ver a simple vista.
Cuando su mano se colocó en la mía, mi cuerpo se tensó, mis labios se entreabrieron y mi boca se seco, algo que remedie dando un buen trago a la copa de vino.
-vos lográis ponerme un poquito nervioso -confesé uniendo el dedo indice y el pulgar en un gesto tan infantil como el de mi hijo para decir eso de “ un poquito” -reconozco que no acostumbro a cenar con mujeres tan bellas, mi trabajo me consume.
También mi voto de castidad y obediencia reconocí para mi mismo mientras daba otro sorbo al vino.
-Vos por contra debéis andar muy acostumbrada a esto ¿cierto? Opulencia, cenas, hombres -alcé la mano dando me cuenta de lo mal que había sonado esa palabra -no quiero llamaros libertina, nada mas lejos de mi intención, mas parecéis una mujer con tablas.
La doncella Black me miraba fijamente, como si se fuera dando cuenta de que poco a poco yo solo iba entrando en un laberinto sin salida mientras ambos íbamos apurando la botella y saboreando la cena.
-¿os mantenéis lejos de vuestros hermanos por voluntad propia? -pregunté recogiéndole el guante cuando la doncella habló de la famosa e infame familia Black -Por lo que se sabe de ellos, vuestros hermanos son poderosos y siempre andan batallando en esa delgada linea entre el bien y el mal.
Yo apostaría mas a lo contrario a que se movían en el mal, pero tenían el dinero y la capacidad suficiente como para que eso no lo percibiera la humanidad.
El camarero sirvió los menús, pero yo no lograba despegar mis ojos de los ajenos.
-en eso estamos ¿no? En lo de crearme mi propia opinión sobre vos ¿que pensáis que debería opinar? Ademas de lo evidente, que sois una mujer poderosa, bella y con mas armas de las que soy capaz de ver a simple vista.
Cuando su mano se colocó en la mía, mi cuerpo se tensó, mis labios se entreabrieron y mi boca se seco, algo que remedie dando un buen trago a la copa de vino.
-vos lográis ponerme un poquito nervioso -confesé uniendo el dedo indice y el pulgar en un gesto tan infantil como el de mi hijo para decir eso de “ un poquito” -reconozco que no acostumbro a cenar con mujeres tan bellas, mi trabajo me consume.
También mi voto de castidad y obediencia reconocí para mi mismo mientras daba otro sorbo al vino.
-Vos por contra debéis andar muy acostumbrada a esto ¿cierto? Opulencia, cenas, hombres -alcé la mano dando me cuenta de lo mal que había sonado esa palabra -no quiero llamaros libertina, nada mas lejos de mi intención, mas parecéis una mujer con tablas.
La doncella Black me miraba fijamente, como si se fuera dando cuenta de que poco a poco yo solo iba entrando en un laberinto sin salida mientras ambos íbamos apurando la botella y saboreando la cena.
André- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 01/08/2018
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Al parecer el mariscal estaba bastante interesado en el resto de los Black, ya que no quitó el dedo del renglón e insistió en preguntar más acerca de ellos, asunto que me resulto fastidioso. No era de mi gusto dar detalles sobre quienes llevaban mi apellido y el tema de conversación comenzaba a tornarse insulso para mi.
-No es el primero ni el último que se acerca para preguntarme sobre ellos. Espero ese no sea el motivo de sus gentilezas para conmigo, porque de ser así me causaría más que una simple decepción.-
Retiré mi mano de la suya para tomar la copa y moverla lentamente entre mis dedos observando las ondulaciones del champán. -No haberme acercado a ellos desde mi retorno a París le parece a usted suficiente voluntad propia?-
Mis pestañas cayeron lentamente al desviarse hacia él. -Hay un tiempo para todo, como usted sabrá, y cuando se carecen de ciertas motivaciones que impulsen a un acercamiento no cabe comenzar a contar los minutos que puedan llevar a cambiar de opinión.-
Ladeé la sonrisa con lentitud cuando preguntó que debía de opinar de mi. -Es demasiado truculento preguntar eso, ¿va a creerse lo que le diga? Podría decirle la verdad o podría mentirle descaradamente, y cómo sabría usted la diferencia cuando al mirar mis labios no lo hace precisamente para escuchar mis palabras.-
Mi sonrisa se afiló y mis ojos se tornaron de un pardo tan intenso que ardían en un infierno mayor al de las velas que adornaban la mesa. Milenaria, impredecible, nadie me conocía, cualquier cosa podría suceder y él aún no se percataba.
Lo observé un momento antes de soltar la carcajada por su gesto infantil al juntar los dedos para indicar que le ponía nervioso. -Ya nos vamos sincerando.-
Mi sonrisa terminó borrándose cuando agregó que seguramente me sobraba la experiencia y el libertinaje, aunque se apresuró a excusarse por el comentario. -Qué más da eso señor mariscal, ¿no hacen los hombres lo mismo? ¿Con cuántas mujeres se ha acostado usted?- La pregunta fue directa, y para que nos íbamos por las ramas si era él quien tocaba el tema.
Miré hacia un lado e hice una ligera señal con mi cabeza a unos de los meseros. Bastó mi indicación para que siguiendo mi mandato, llamase él a dos más del personal y se apresurasen a despedir a los demás clientes que se encontraban en el restaurante. En tan solo cuestión de minutos el mariscal y yo nos habíamos quedado a solas.
Apuré otro trago de mi copa antes de moverme de la silla con velocidad sobrenatural y antes de que se percatara ya me había sentado sobre su regazo, encontrándome a horcajadas sobre él, sin darle tiempo a atinar a comprender como es que ya estaba allí.
Me deslicé entre sus piernas abiertas, con mis pupilas brillantes clavadas en las suyas. -Veamos de qué esta hecho usted realmente, deje de comportarse como si estuviera viendo al demonio, admita que no es tan santo como quiere creer.-
Me deslicé un poco más y nuestros sexos se rozaron mientras le contemplaba. Uno, dos, contaba los segundos que le llevaran a mostrarme realmente quien era. No solía prestar mi atención a humanos porque eran demasiado monótonos y no lograban sorprenderme.
Como hacía con la champaña, dilaté mis fosas nasales mientras veía pulsar su yugular, como si pudiera olerle la sangre, dejando mis sentidos divagar y a mis oídos escuchar el incesante bombeo de su corazón.
-No es el primero ni el último que se acerca para preguntarme sobre ellos. Espero ese no sea el motivo de sus gentilezas para conmigo, porque de ser así me causaría más que una simple decepción.-
Retiré mi mano de la suya para tomar la copa y moverla lentamente entre mis dedos observando las ondulaciones del champán. -No haberme acercado a ellos desde mi retorno a París le parece a usted suficiente voluntad propia?-
Mis pestañas cayeron lentamente al desviarse hacia él. -Hay un tiempo para todo, como usted sabrá, y cuando se carecen de ciertas motivaciones que impulsen a un acercamiento no cabe comenzar a contar los minutos que puedan llevar a cambiar de opinión.-
Ladeé la sonrisa con lentitud cuando preguntó que debía de opinar de mi. -Es demasiado truculento preguntar eso, ¿va a creerse lo que le diga? Podría decirle la verdad o podría mentirle descaradamente, y cómo sabría usted la diferencia cuando al mirar mis labios no lo hace precisamente para escuchar mis palabras.-
Mi sonrisa se afiló y mis ojos se tornaron de un pardo tan intenso que ardían en un infierno mayor al de las velas que adornaban la mesa. Milenaria, impredecible, nadie me conocía, cualquier cosa podría suceder y él aún no se percataba.
Lo observé un momento antes de soltar la carcajada por su gesto infantil al juntar los dedos para indicar que le ponía nervioso. -Ya nos vamos sincerando.-
Mi sonrisa terminó borrándose cuando agregó que seguramente me sobraba la experiencia y el libertinaje, aunque se apresuró a excusarse por el comentario. -Qué más da eso señor mariscal, ¿no hacen los hombres lo mismo? ¿Con cuántas mujeres se ha acostado usted?- La pregunta fue directa, y para que nos íbamos por las ramas si era él quien tocaba el tema.
Miré hacia un lado e hice una ligera señal con mi cabeza a unos de los meseros. Bastó mi indicación para que siguiendo mi mandato, llamase él a dos más del personal y se apresurasen a despedir a los demás clientes que se encontraban en el restaurante. En tan solo cuestión de minutos el mariscal y yo nos habíamos quedado a solas.
Apuré otro trago de mi copa antes de moverme de la silla con velocidad sobrenatural y antes de que se percatara ya me había sentado sobre su regazo, encontrándome a horcajadas sobre él, sin darle tiempo a atinar a comprender como es que ya estaba allí.
Me deslicé entre sus piernas abiertas, con mis pupilas brillantes clavadas en las suyas. -Veamos de qué esta hecho usted realmente, deje de comportarse como si estuviera viendo al demonio, admita que no es tan santo como quiere creer.-
Me deslicé un poco más y nuestros sexos se rozaron mientras le contemplaba. Uno, dos, contaba los segundos que le llevaran a mostrarme realmente quien era. No solía prestar mi atención a humanos porque eran demasiado monótonos y no lograban sorprenderme.
Como hacía con la champaña, dilaté mis fosas nasales mientras veía pulsar su yugular, como si pudiera olerle la sangre, dejando mis sentidos divagar y a mis oídos escuchar el incesante bombeo de su corazón.
Kishar Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
La señorita Black tenía el escote casi tan largo como su lengua y sin perder los modales dejo claro lo que pensaba, que si los hombres podían ser libertinos y eso no los ponía en la palestra para ser juzgados ella podía hacer lo mismo.
Humedecí mis labios con una copa de vino mientras la contemplaba fijamente, no le faltaba razón a la dama, pero quizás conmigo había dado en hueso duro.
-¿Es acaso ese tema conversación para una dama? ¿sería oportuno que os preguntara yo quizás por cuantos varones han pasado pro la de vos? - pregunté contemplando sus labios carmesí.
Un gesto basto para que mesero y metres abandonaran el loca, antes de que pudiera reaccionar Krisha estaba sobre mi, a horcajadas, tan tentadora como la misma sierpe que convenció a Eva de probar el fruto envenenado que para mi eran sus labios.
Mi aliento golpeó en ellos bañado en alcohol mientras nuestros ojos se anclaban desafiantes contra los del otro. Ahí estábamos ambos sin mascaras, el demonio y el templario que como bien decía no era el santo del que presumía.
-¿Y por que tengo la sensación de que estoy viendo a Lucifer de frente? -pregunte con la voz ronca por el roce incesante de nuestros sexos -no puedo -susurré contra sus labios en una respuesta clara de lo que no podía suceder entre ambos -Tu eres una Black, una de los primero, hija de Cain, yo soy un templario, sirvo a Seth.
Su sonrisa se afilo, ahí empezábamos a entendernos los dos, la verdad, algo tan complicado de hayar en esta sociedad.
-Somos enemigos, solo trato de descubrir por que en esta guerra que se tercia en París no estas aun del bando de tus hermanos,
La joven Black seguía restregándose contra mi cuerpo, como si notar mi dureza impaciente golpeando su hendidura en un claro gesto de ansiar clavarse en ella fuera mas que suficiente para ganarme la partida.
-Como arma porto mi fe ¿no crees es suficiente? -pregunté tomando la copa para dar un nuevo trago que esperaba bastara para relajarme.
Humedecí mis labios con una copa de vino mientras la contemplaba fijamente, no le faltaba razón a la dama, pero quizás conmigo había dado en hueso duro.
-¿Es acaso ese tema conversación para una dama? ¿sería oportuno que os preguntara yo quizás por cuantos varones han pasado pro la de vos? - pregunté contemplando sus labios carmesí.
Un gesto basto para que mesero y metres abandonaran el loca, antes de que pudiera reaccionar Krisha estaba sobre mi, a horcajadas, tan tentadora como la misma sierpe que convenció a Eva de probar el fruto envenenado que para mi eran sus labios.
Mi aliento golpeó en ellos bañado en alcohol mientras nuestros ojos se anclaban desafiantes contra los del otro. Ahí estábamos ambos sin mascaras, el demonio y el templario que como bien decía no era el santo del que presumía.
-¿Y por que tengo la sensación de que estoy viendo a Lucifer de frente? -pregunte con la voz ronca por el roce incesante de nuestros sexos -no puedo -susurré contra sus labios en una respuesta clara de lo que no podía suceder entre ambos -Tu eres una Black, una de los primero, hija de Cain, yo soy un templario, sirvo a Seth.
Su sonrisa se afilo, ahí empezábamos a entendernos los dos, la verdad, algo tan complicado de hayar en esta sociedad.
-Somos enemigos, solo trato de descubrir por que en esta guerra que se tercia en París no estas aun del bando de tus hermanos,
La joven Black seguía restregándose contra mi cuerpo, como si notar mi dureza impaciente golpeando su hendidura en un claro gesto de ansiar clavarse en ella fuera mas que suficiente para ganarme la partida.
-Como arma porto mi fe ¿no crees es suficiente? -pregunté tomando la copa para dar un nuevo trago que esperaba bastara para relajarme.
André- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 01/08/2018
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Me alcé ligeramente de hombros cuando preguntó si esta conversación estaba hecha para una dama. -No fui yo quien dio inicio a la misma, pero ahora recuerda los principios en los que se esconde y se alarma del giro que le ha dado a la conversación.-
Lo observé en silencio, se le notaba bastante tenso, como si en lugar de estar sentada sobre él lo estuviera amenazando con un cuchillo.
-Le pone nervioso el tema y elude dar la razón por la cual no quiere escuchar hablar de amantes, concubinas, meretrices, prostitutas y demás.- Mi mirada se agudizó. -Claro que podría ser que simplemente esté más interesado en el mesero que en mi.-
Siempre podría ser una teoría nada descabellada pensar que sus intereses iban por otro lado, pero eso contradecía las alteraciones que notaba en él cada vez que nos encontrábamos cerca. Esas pequeñas gotas de sudor que le aparecían en la frente y la manera en la que evitaba mirarme directamente, sin mencionar el cambio en su pulso.
Cabe añadir que hasta ahora lo estaba estudiando por tratarse de un mero ejemplar humano, algo que inevitablemente mi psique perseguía estos días, encontrar la respuesta a alguna que otra interrogante que había surgido en mi desde hace unas semanas. Esa incipiente sensación de que algo que ya estaba completamente olvidado intentaba llamarme la atención. Pero ¿a quién se la llamaba? A la demonio, que no tendría otro deseo más que destruirla en caso de confirmarlo, o a lo que fuera que en estos momentos observaba al hombre frente a mi.
-Hace mucho no contemplaba a alguien inocente.- Comenzaba a notar que luchaba consigo mismo en contra de lo que le provocaba.
Muy despacio mis dedos de hielo se fueron acercando a su rostro, coloqué mi mano en su mejilla y acerqué mis labios, estaba segura de que quería tomarlos. Acaso un rostro humano pudiera hacerme recordar la sensación de compasión hacia alguien que no estaba echado a perder del todo, pero hace demasiado olvidé como se hacía, como alguna vez un par de lágrimas lograron resbalar por mis mejillas.
Daba igual de todas maneras, no iba a encontrar nada esta noche ni nunca, aún si fuese un demonio y no tan solo un mortal quien me acompañase. –Ah.- Ya había empezado a soltar verdades, confesando que era un templario. -Eso es lo que dice ser, pero la evidencia que presiona sus pantalones ¿de donde proviene exactamente? ¿De sus principios?-
Mi mirada bailó desde sus ojos concentrados en mi hasta su labio inferior, adonde me detuve a lamer en un gesto casi dulce.
De repente me sentía como un pequeño animal herido, ávida de que se detuvieran a intentar consolarme. La erección del mariscal presionaba mi centro, sus caderas seguían tensas contra la presión de nuestros cuerpos, al parecer se aferraba hasta su última gota de cordura.
Y aún así sentía su miembro palpitando contra la tela que cubría mi sexo. -Es hijo de Seth y yo de Caín ¿y eso le detendrá?- Con mis piernas separadas me froté contra él, sintiendo como el bulto entre sus piernas crecía de forma despiadada.
-¿Se va a privar de descubrir que tan bien encajamos?- Mi sonrisa se fue tornando entre afilada y sombría. -Va a negar que le gustaría echarle la culpa a lucifer cuando lucha contra el deseo de descubrir el color de mis bragas, cuando se aferra al vaso que sostiene en su mano para no deslizarla por mis muslos y apartarlas, y sobre todo para no aceptar que con solo un impulso, con tan solo aceptar lo que desea, ya estaría jadeando al estar adentro mio.-
Mi mirada cambió abandonando el pardo para pasar a otro tono más rojizo.
-No creo que su fe le ampare ahora.- Llevé mis labios hasta su cuello y con un preciso movimiento rompí el sello que separaba mis colmillos de su carne. Me aferré a sus hombros y comencé a tragar del líquido embriagador con tanta vehemencia que pequeños chorros de su sangre resbalaron por las comisuras de mi boca. Le sentí debatirse bajo mi abrazo pero a mi únicamente me importaba saborear la vitae que me obsequiaba, alimentarme de su inocencia y saborear aquello que me entregaba el bombeo insistente de su corazón.
Lo observé en silencio, se le notaba bastante tenso, como si en lugar de estar sentada sobre él lo estuviera amenazando con un cuchillo.
-Le pone nervioso el tema y elude dar la razón por la cual no quiere escuchar hablar de amantes, concubinas, meretrices, prostitutas y demás.- Mi mirada se agudizó. -Claro que podría ser que simplemente esté más interesado en el mesero que en mi.-
Siempre podría ser una teoría nada descabellada pensar que sus intereses iban por otro lado, pero eso contradecía las alteraciones que notaba en él cada vez que nos encontrábamos cerca. Esas pequeñas gotas de sudor que le aparecían en la frente y la manera en la que evitaba mirarme directamente, sin mencionar el cambio en su pulso.
Cabe añadir que hasta ahora lo estaba estudiando por tratarse de un mero ejemplar humano, algo que inevitablemente mi psique perseguía estos días, encontrar la respuesta a alguna que otra interrogante que había surgido en mi desde hace unas semanas. Esa incipiente sensación de que algo que ya estaba completamente olvidado intentaba llamarme la atención. Pero ¿a quién se la llamaba? A la demonio, que no tendría otro deseo más que destruirla en caso de confirmarlo, o a lo que fuera que en estos momentos observaba al hombre frente a mi.
-Hace mucho no contemplaba a alguien inocente.- Comenzaba a notar que luchaba consigo mismo en contra de lo que le provocaba.
Muy despacio mis dedos de hielo se fueron acercando a su rostro, coloqué mi mano en su mejilla y acerqué mis labios, estaba segura de que quería tomarlos. Acaso un rostro humano pudiera hacerme recordar la sensación de compasión hacia alguien que no estaba echado a perder del todo, pero hace demasiado olvidé como se hacía, como alguna vez un par de lágrimas lograron resbalar por mis mejillas.
Daba igual de todas maneras, no iba a encontrar nada esta noche ni nunca, aún si fuese un demonio y no tan solo un mortal quien me acompañase. –Ah.- Ya había empezado a soltar verdades, confesando que era un templario. -Eso es lo que dice ser, pero la evidencia que presiona sus pantalones ¿de donde proviene exactamente? ¿De sus principios?-
Mi mirada bailó desde sus ojos concentrados en mi hasta su labio inferior, adonde me detuve a lamer en un gesto casi dulce.
De repente me sentía como un pequeño animal herido, ávida de que se detuvieran a intentar consolarme. La erección del mariscal presionaba mi centro, sus caderas seguían tensas contra la presión de nuestros cuerpos, al parecer se aferraba hasta su última gota de cordura.
Y aún así sentía su miembro palpitando contra la tela que cubría mi sexo. -Es hijo de Seth y yo de Caín ¿y eso le detendrá?- Con mis piernas separadas me froté contra él, sintiendo como el bulto entre sus piernas crecía de forma despiadada.
-¿Se va a privar de descubrir que tan bien encajamos?- Mi sonrisa se fue tornando entre afilada y sombría. -Va a negar que le gustaría echarle la culpa a lucifer cuando lucha contra el deseo de descubrir el color de mis bragas, cuando se aferra al vaso que sostiene en su mano para no deslizarla por mis muslos y apartarlas, y sobre todo para no aceptar que con solo un impulso, con tan solo aceptar lo que desea, ya estaría jadeando al estar adentro mio.-
Mi mirada cambió abandonando el pardo para pasar a otro tono más rojizo.
-No creo que su fe le ampare ahora.- Llevé mis labios hasta su cuello y con un preciso movimiento rompí el sello que separaba mis colmillos de su carne. Me aferré a sus hombros y comencé a tragar del líquido embriagador con tanta vehemencia que pequeños chorros de su sangre resbalaron por las comisuras de mi boca. Le sentí debatirse bajo mi abrazo pero a mi únicamente me importaba saborear la vitae que me obsequiaba, alimentarme de su inocencia y saborear aquello que me entregaba el bombeo insistente de su corazón.
Kishar Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
La señorita Black no era precisamente una dama convencional, a horcajadas sobre mi cuerpo, importándole poco o nada lo que de ella pudiera decir el resto se restregaba como una serpiente contra mi abultado miembro, mi diestra aferraba la copa tan fuerte que no me extrañaría que explotara como yo mismo haciéndose añicos.
Me aferré a mi fe, admito que en silencio entoné un ave María y un padre nuestro tratando de alejar la tentación de mi cuerpo, mas el demonio tenía un poder sobre mi y el resto digno del averno, mi zurda buscó la cruz que reposaba bajo las ropas de mi pecho, casi pude ver como con ese gesto la sonrisa de la dama se afilaba, mis creencias debían resultarle una mofa.
-Soy hijo de Seth y he acabado con muchos de los tuyos -aseveré antes de que su lengua lamiera de forma dulce mi inferior como si mis palabras le supieran bien -no caeré en la tentación -aseguré como si decirlo fuera lo mismo que hacerlo.
Eso no bastó para que la vampiresa cediera en el intento de rezongarse contra mi palpitante miembro, la tela de mi pantalón había quedado impregnada del liquido preseminal delatando cuan excitado estaba en esos momentos y con eso sus ojos se tornaron brasas y los míos fuego.
-Señorita Black, si persiste en su actitud me veré obligado -jadeé con la voz ronca al sentir sus labios en mi cuello, este se ladeó por inercia, odiaba no tener el control absoluto.
Gruñí cuando sus dientes abrieron la carnaza, pronto sentí mi cuerpo bajo el influjo de su abrazo, mis labios se entreabrieron y mis ojos se cerraron dejándome embriagar por aquel excitante mordisco, mi sangre fluía a tirones hacía sus colmillos y esta vez si, aquellas caderas tensas empujaron contra su centro mi estaca ansiosa por adentrarse en los confines del mundo.
-Señor, perdoname -musité jadeando antes de que la cordura regresara efímera, mi diestra atrapó el cuello ajeno y de un tirón la empotré contra la mesa, así liberé mi envergadura del candor de us piernas y mi cuello de aquel mordisco placentero liberándome de ella con una fuerza que seguramente la mujer no esperaba -te he dicho que no -rugí furibundo llevando mi diestra a la espada que en mi cinto me esperaba para dar muerte a criminales o a demonios de la noche que me atacaran -soy hijo de Seth y no caeré bajo el influjo de ninguna mujer.
Me aferré a mi fe, admito que en silencio entoné un ave María y un padre nuestro tratando de alejar la tentación de mi cuerpo, mas el demonio tenía un poder sobre mi y el resto digno del averno, mi zurda buscó la cruz que reposaba bajo las ropas de mi pecho, casi pude ver como con ese gesto la sonrisa de la dama se afilaba, mis creencias debían resultarle una mofa.
-Soy hijo de Seth y he acabado con muchos de los tuyos -aseveré antes de que su lengua lamiera de forma dulce mi inferior como si mis palabras le supieran bien -no caeré en la tentación -aseguré como si decirlo fuera lo mismo que hacerlo.
Eso no bastó para que la vampiresa cediera en el intento de rezongarse contra mi palpitante miembro, la tela de mi pantalón había quedado impregnada del liquido preseminal delatando cuan excitado estaba en esos momentos y con eso sus ojos se tornaron brasas y los míos fuego.
-Señorita Black, si persiste en su actitud me veré obligado -jadeé con la voz ronca al sentir sus labios en mi cuello, este se ladeó por inercia, odiaba no tener el control absoluto.
Gruñí cuando sus dientes abrieron la carnaza, pronto sentí mi cuerpo bajo el influjo de su abrazo, mis labios se entreabrieron y mis ojos se cerraron dejándome embriagar por aquel excitante mordisco, mi sangre fluía a tirones hacía sus colmillos y esta vez si, aquellas caderas tensas empujaron contra su centro mi estaca ansiosa por adentrarse en los confines del mundo.
-Señor, perdoname -musité jadeando antes de que la cordura regresara efímera, mi diestra atrapó el cuello ajeno y de un tirón la empotré contra la mesa, así liberé mi envergadura del candor de us piernas y mi cuello de aquel mordisco placentero liberándome de ella con una fuerza que seguramente la mujer no esperaba -te he dicho que no -rugí furibundo llevando mi diestra a la espada que en mi cinto me esperaba para dar muerte a criminales o a demonios de la noche que me atacaran -soy hijo de Seth y no caeré bajo el influjo de ninguna mujer.
André- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 01/08/2018
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Después de tantos milenios deambulando por la tierra, había aprendido perfectamente a dominar mi hambre. Me había vuelto bastante quisquillosa al respecto y había desarrollado el gusto por la selección, por lo que no clavaba mis colmillos así porque si, ni tampoco me contentaba con la sangre de cualquiera. En el momento en el que tomé su cuello, lo hice por darme el gusto de tomar la sangre de quien se proclamaba casto y se escudaba en una serie de palabras como la de "templario", como si estuviera esgrimiendo una espada en mi contra, esperando fútilmente liberarse de la influencia que podía tener sobre él.
Cuando el primer torrente de su sangre descendió por mi garganta, mis pupilas enrojecidas se dilataron y mis ojos se agrandaron de gusto, mis colmillos clavados en su piel saborearon cada gota que le arrancaba. Pude sentir el cúmulo de vitalidad del templario, como sus órganos sacudidos por el frenesí que le causaba se animaron exponencialmente, su respiración se agitó y el placer y dolor que le confería quedaron expresados en el gemido que llegó a mis oídos, así que me aferré más a su nuca y mi boca succionó produciéndole un goce erótico mientras su vitalidad descendía por mi garganta.
El sonido de placer que produjo mi boca quedo acallado por mis succiones nada delicadas, pero el humano se tomó la libertad de rebelarse y tomándome por el cuello me estampó sobre la mesa. Mi espalda chocó con ella y mis ojos centelleantes le observaron mientras me relamía las gotas de vitae que aún mantenía en mis rojos labios.
-No caeré bajo el influjo de ninguna mujer.- Las palabras me hicieron sonreír despacio. Cualquier vampiro en sus cinco sentidos se la hubiera pensado dos veces antes de intentar algo en contra de la hija de Caín, del demonio destructor de seis mil años.
Pero el humano en su ignorancia hacía lo inimaginable, se había tomado la libertad de mover el alfil, así que lo envolví con mis piernas en un abrazo alrededor de su cintura antes de que le diera por agarrar el juguetito que llevaba en su cinto y con un movimiento audazmente raudo las usé como palanca para lanzarlo por encima de mí provocando que volara por encima de la mesa y cayera violentamente sobre el suelo.
Tomé un cuchillo de cortar que descansaba sobre el mantel y en un parpadeo suyo me encontraba sobre él como una pitón enroscada a su cuerpo. -¿Por qué negar sus instintos?-
Moví la muñeca y con el filo desprendí con facilidad los botones de su camisa. Hice que mis caderas se estrellaran contra las suyas y mis labios descendieron, me abrí paso sobre su pecho entre mordidas y succiones, deslizando mi lengua y dejando una estela húmeda mientras probaba su piel caliente.
-Quien va a enterarse de que el hijo de Seth tiene deseos como cualquier otro.- Mis colmillos rompieron la piel de su clavícula al rasparla y succioné las gotas con gula sintiendo como su miembro palpitaba contra mi sexo.
Mi apetito se había quedado a medias, alcé el rostro para mirarlo entre mis negras pestañas, acoplé mi cuerpo al suyo, y mi mirada deambuló hacia las dos pequeñas incisiones que le produje anteriormente en el cuello, hinchadas me llamaban, palpitaban enloquecidas. Pasé mi lengua sobre ellas y como el depredador que era, mis colmillos le apresaron en mi fría carcel, saboreando cuando cada milímetro volvió a hundirse en su carne.
Cuando el primer torrente de su sangre descendió por mi garganta, mis pupilas enrojecidas se dilataron y mis ojos se agrandaron de gusto, mis colmillos clavados en su piel saborearon cada gota que le arrancaba. Pude sentir el cúmulo de vitalidad del templario, como sus órganos sacudidos por el frenesí que le causaba se animaron exponencialmente, su respiración se agitó y el placer y dolor que le confería quedaron expresados en el gemido que llegó a mis oídos, así que me aferré más a su nuca y mi boca succionó produciéndole un goce erótico mientras su vitalidad descendía por mi garganta.
El sonido de placer que produjo mi boca quedo acallado por mis succiones nada delicadas, pero el humano se tomó la libertad de rebelarse y tomándome por el cuello me estampó sobre la mesa. Mi espalda chocó con ella y mis ojos centelleantes le observaron mientras me relamía las gotas de vitae que aún mantenía en mis rojos labios.
-No caeré bajo el influjo de ninguna mujer.- Las palabras me hicieron sonreír despacio. Cualquier vampiro en sus cinco sentidos se la hubiera pensado dos veces antes de intentar algo en contra de la hija de Caín, del demonio destructor de seis mil años.
Pero el humano en su ignorancia hacía lo inimaginable, se había tomado la libertad de mover el alfil, así que lo envolví con mis piernas en un abrazo alrededor de su cintura antes de que le diera por agarrar el juguetito que llevaba en su cinto y con un movimiento audazmente raudo las usé como palanca para lanzarlo por encima de mí provocando que volara por encima de la mesa y cayera violentamente sobre el suelo.
Tomé un cuchillo de cortar que descansaba sobre el mantel y en un parpadeo suyo me encontraba sobre él como una pitón enroscada a su cuerpo. -¿Por qué negar sus instintos?-
Moví la muñeca y con el filo desprendí con facilidad los botones de su camisa. Hice que mis caderas se estrellaran contra las suyas y mis labios descendieron, me abrí paso sobre su pecho entre mordidas y succiones, deslizando mi lengua y dejando una estela húmeda mientras probaba su piel caliente.
-Quien va a enterarse de que el hijo de Seth tiene deseos como cualquier otro.- Mis colmillos rompieron la piel de su clavícula al rasparla y succioné las gotas con gula sintiendo como su miembro palpitaba contra mi sexo.
Mi apetito se había quedado a medias, alcé el rostro para mirarlo entre mis negras pestañas, acoplé mi cuerpo al suyo, y mi mirada deambuló hacia las dos pequeñas incisiones que le produje anteriormente en el cuello, hinchadas me llamaban, palpitaban enloquecidas. Pasé mi lengua sobre ellas y como el depredador que era, mis colmillos le apresaron en mi fría carcel, saboreando cuando cada milímetro volvió a hundirse en su carne.
Kishar Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
La inmortal pronto reveló su naturaleza, ella, una mujer bella como lo es la primavera y tan letal como el eterno invierno nublaba mis sentidos. Si bien la estampé contra la mesa en un acto poco pugno mas no por ello menos digno, ella se rehízo de mi agarré con esa fuerza de la que los hijos de Cain hacen gala y pronto cambiamos las tornas, mi cuerpo como un trapo se estampó contra la pared, el suelo se convirtió en mi lecho sagrado y el cuerpo de la dama en una cárcel inusitada.
Sus caderas bailaron contra mi alzada envergadura y el cuchillo que ahora en su diestra sujetaba le sirvió para desprenderme de la ropa que cubría mis vergüenzas para lamer mi piel incendiándola.
Mis gruñidos la dotaron del poder de entender aquello que me pasaba, me excitaba y mi gran polla contra su sexo se lo gritaba.
-Mi fé es mas fuerte -sentencié mientras su lengua perfilaba esos labios deliciosos que tanto me gustaban mostrando la mas pérfida sonrisa del diablo.
Sentí su gélido aliento en mi cuello, navegar provocando a su paso el deshielo y dejando escarcha sobre cada rastro de mi piel. Sus colmillos rasparon cada centímetro hasta alcanzar los dos agujeros que lamió primero para hundirse en ellos después.
Quise dejarme caer, ceder al pecado de la carne de esa mujer y por un momento juro que mis manos surcaron sus muslos ascendiendo hacia su calidez. Hundirme en ella mientras se embriagaba de mi sería mi mayor placer y sin embargo, recordé que yo era un hijo de Seth, protegía a la humanidad del mal y los cainitas eran justamente eso, la extensión de toda maldad.
No se bien como, mas mi diestra dio con la pata de una mesa y de un tirón brusco arranqué la misma. Astillada se convirtió en arma y acabó contra el pecho de aquella inmortal a pocos centímetros de su corazón pues sinceramente la Black era poderosa, suficiente como para esquivar a tiempo y ahora rodear con su huesuda mano mi cuello apretándolo, dejándome sin aliento.
Gruñí desafiante, nací como hijo de Seth, como templario, muchos como yo habían muerto por proteger el mundo de la ponzoña que portaban en sus colmillos.
-Por que no redimiros, mi señora -susurré con la voz quebrada mientras me ahogaba -no es tarde, pedir perdón a dios y abandonar el milenio de muerte que habéis impuesto a vuestro paso.
Sus rojos fijos en los míos, en su zurda la estaca que se había arrancado del pecho y yo, bajo sus zarpas como un mero juguete y no el caballero templario que era y que nada mas que ostentar mi fe podía hacer contra ella.
-No eres como tus hermanos.
Sus caderas bailaron contra mi alzada envergadura y el cuchillo que ahora en su diestra sujetaba le sirvió para desprenderme de la ropa que cubría mis vergüenzas para lamer mi piel incendiándola.
Mis gruñidos la dotaron del poder de entender aquello que me pasaba, me excitaba y mi gran polla contra su sexo se lo gritaba.
-Mi fé es mas fuerte -sentencié mientras su lengua perfilaba esos labios deliciosos que tanto me gustaban mostrando la mas pérfida sonrisa del diablo.
Sentí su gélido aliento en mi cuello, navegar provocando a su paso el deshielo y dejando escarcha sobre cada rastro de mi piel. Sus colmillos rasparon cada centímetro hasta alcanzar los dos agujeros que lamió primero para hundirse en ellos después.
Quise dejarme caer, ceder al pecado de la carne de esa mujer y por un momento juro que mis manos surcaron sus muslos ascendiendo hacia su calidez. Hundirme en ella mientras se embriagaba de mi sería mi mayor placer y sin embargo, recordé que yo era un hijo de Seth, protegía a la humanidad del mal y los cainitas eran justamente eso, la extensión de toda maldad.
No se bien como, mas mi diestra dio con la pata de una mesa y de un tirón brusco arranqué la misma. Astillada se convirtió en arma y acabó contra el pecho de aquella inmortal a pocos centímetros de su corazón pues sinceramente la Black era poderosa, suficiente como para esquivar a tiempo y ahora rodear con su huesuda mano mi cuello apretándolo, dejándome sin aliento.
Gruñí desafiante, nací como hijo de Seth, como templario, muchos como yo habían muerto por proteger el mundo de la ponzoña que portaban en sus colmillos.
-Por que no redimiros, mi señora -susurré con la voz quebrada mientras me ahogaba -no es tarde, pedir perdón a dios y abandonar el milenio de muerte que habéis impuesto a vuestro paso.
Sus rojos fijos en los míos, en su zurda la estaca que se había arrancado del pecho y yo, bajo sus zarpas como un mero juguete y no el caballero templario que era y que nada mas que ostentar mi fe podía hacer contra ella.
-No eres como tus hermanos.
André- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 01/08/2018
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Deshielo.
La sangre del templario resultaba más cálida de lo que pude haberme imaginado. Mantuve mis dedos sobre su garganta, sentía las duras fibras de los músculos debajo de mis heladas yemas. Tenía todos mis sentidos fijos en él, olía a juventud y a verano, tenía el pulso desatado, le llegaba hasta la garganta, llamándome de esa forma.
Sentía su calor provocándome el deshielo, como si las frías corazas sobre mi cuerpo pudieran encontrar manera de derretirse bajo un sol que ya hace milenios olvidé.
Desprendí mis delgadas agujas unos centímetros, lo suficiente para relamerme. Reencontré con mis labios el excitado pulso y con ardor manipulé la cálida arteria con los labios y la lengua. Su cuerpo se relajó pegado al mío, perdida su cordura en el éxtasis mientras chorros de su sangre se derramaban por las comisuras de mi boca.
La estaca apareció rauda, elevándose en el aire, rompiendo nuestra simbiosis, el aire a nuestro alrededor se enturbiaba con el aroma metálico cuando mi naturaleza sobrenatural se movió con rapidez evitando que me traspasara el corazón.
Arranqué con rapidez la estaca de mi pecho, sosteniéndola con mi diestra y con la siniestra presioné las fibras de su cuello, manteniendo mi pulgar sobre su tráquea. Apreté con saña y con fuerza, la ira de la hija de los milenios le mantuvo inmovilizado.
-Así es como el verano se esconde del invierno, y el mundo continúa su ciclo, recordándole al demonio lo que este es, lo que siempre será, para que no se olvide de que su lugar está en las tinieblas y que no debe aspirar a la luz.-
Empujé con la estaca debajo de sus costillas, atravesándole con ella, la tibia sangre comenzó a manar sobre mis dedos, sangre del templario que en unos segundos había hecho lo que todos antes de él, procurar extinguirme, querer reclamar mi vida y acabar del todo con un alma que murió en un tiempo inmemorial en sus humanos inicios.
-Vanas han sido tus ilusiones si creías que a través de mi encontrarías a mis hermanos.- Mi sonrisa se abrió paso de forma agridulce. -¿Los ves aquí? ¿Crees que les importa lo que me acontezca? -
Ejercí más presión sobre su cuello, dificultándole la respiración, sintiéndole ahogarse mientras sus ojos buscaban los míos y su pulso se iba ralentizando.
-¿Tienes idea de cuan acostumbrada estoy a esto?- Me acerqué a su boca y le rocé los labios, cálidos, suaves, se iban amoratando al no poder respirar.
-¿Alcanzas a imaginar cuántas veces han intentado destruirme?- Los recuerdos afloraron y regresaron, ráfagas atravesando mi mente, milenios en los que de una forma u otra tuve que mantenerme siempre alerta, sujeta a las vanas esperas y las traiciones que poco a poco terminaron de extinguir mi eternidad.
Miré hacia sus ojos y vi algo que me removió un recuerdo de otro rostro. Uno antiguo y gentil al que habían aniquilado y cuya última mirada se detuvo en mis gélidas facciones al morir en mis brazos.
Me negué a reparar en ese brillo de humanidad y apreté con más fuerza, tan solo un ápice más de presión terminaría de destrozarle la tráquea.
-Te dejaré vivir si juras que me darás lo que te pida. ¿No soy un demonio frente a tus ojos? Acepta y salva tu vida.-
Mis dedos se introdujeron en el orificio que le produje con la estaca y removí con él su carne desde adentro. -Un pacto conmigo a cambio de tu vida. Un juramento por tu Dios es algo que nunca podrás quebrantar, jura que cumplirás y saldrás esta noche por la puerta de este lugar.-
La sangre del templario resultaba más cálida de lo que pude haberme imaginado. Mantuve mis dedos sobre su garganta, sentía las duras fibras de los músculos debajo de mis heladas yemas. Tenía todos mis sentidos fijos en él, olía a juventud y a verano, tenía el pulso desatado, le llegaba hasta la garganta, llamándome de esa forma.
Sentía su calor provocándome el deshielo, como si las frías corazas sobre mi cuerpo pudieran encontrar manera de derretirse bajo un sol que ya hace milenios olvidé.
Desprendí mis delgadas agujas unos centímetros, lo suficiente para relamerme. Reencontré con mis labios el excitado pulso y con ardor manipulé la cálida arteria con los labios y la lengua. Su cuerpo se relajó pegado al mío, perdida su cordura en el éxtasis mientras chorros de su sangre se derramaban por las comisuras de mi boca.
La estaca apareció rauda, elevándose en el aire, rompiendo nuestra simbiosis, el aire a nuestro alrededor se enturbiaba con el aroma metálico cuando mi naturaleza sobrenatural se movió con rapidez evitando que me traspasara el corazón.
Arranqué con rapidez la estaca de mi pecho, sosteniéndola con mi diestra y con la siniestra presioné las fibras de su cuello, manteniendo mi pulgar sobre su tráquea. Apreté con saña y con fuerza, la ira de la hija de los milenios le mantuvo inmovilizado.
-Así es como el verano se esconde del invierno, y el mundo continúa su ciclo, recordándole al demonio lo que este es, lo que siempre será, para que no se olvide de que su lugar está en las tinieblas y que no debe aspirar a la luz.-
Empujé con la estaca debajo de sus costillas, atravesándole con ella, la tibia sangre comenzó a manar sobre mis dedos, sangre del templario que en unos segundos había hecho lo que todos antes de él, procurar extinguirme, querer reclamar mi vida y acabar del todo con un alma que murió en un tiempo inmemorial en sus humanos inicios.
-Vanas han sido tus ilusiones si creías que a través de mi encontrarías a mis hermanos.- Mi sonrisa se abrió paso de forma agridulce. -¿Los ves aquí? ¿Crees que les importa lo que me acontezca? -
Ejercí más presión sobre su cuello, dificultándole la respiración, sintiéndole ahogarse mientras sus ojos buscaban los míos y su pulso se iba ralentizando.
-¿Tienes idea de cuan acostumbrada estoy a esto?- Me acerqué a su boca y le rocé los labios, cálidos, suaves, se iban amoratando al no poder respirar.
-¿Alcanzas a imaginar cuántas veces han intentado destruirme?- Los recuerdos afloraron y regresaron, ráfagas atravesando mi mente, milenios en los que de una forma u otra tuve que mantenerme siempre alerta, sujeta a las vanas esperas y las traiciones que poco a poco terminaron de extinguir mi eternidad.
Miré hacia sus ojos y vi algo que me removió un recuerdo de otro rostro. Uno antiguo y gentil al que habían aniquilado y cuya última mirada se detuvo en mis gélidas facciones al morir en mis brazos.
Me negué a reparar en ese brillo de humanidad y apreté con más fuerza, tan solo un ápice más de presión terminaría de destrozarle la tráquea.
-Te dejaré vivir si juras que me darás lo que te pida. ¿No soy un demonio frente a tus ojos? Acepta y salva tu vida.-
Mis dedos se introdujeron en el orificio que le produje con la estaca y removí con él su carne desde adentro. -Un pacto conmigo a cambio de tu vida. Un juramento por tu Dios es algo que nunca podrás quebrantar, jura que cumplirás y saldrás esta noche por la puerta de este lugar.-
Kishar Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
“Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama el diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él. 10”
Esa frase retumbaba en mi cabeza cuando sentí como la carne de mi vientre se resquebrajaba dando paso a la estaca, su mirada, violenta, roja como las llamas del averno se mantuvo anclada a mis ojos orgullosos, sabía que era el fin y a mi fe me agarré mientras gemía de dolor ahogado por como la bestia apretaba mi cuello con saña causándome dolor.
Mareado, intentando salvar mi vida con burdos manotazos y a la vez completamente extasiado por esa mujer de belleza única, tan engatusarte como una serpiente y sentí como sus palabras de piedad era la oferta de la manzana sin mas, ella me ofrecía la vida pero a cambio sería su lacayo.
Mis labios amoratados, mi rostro rojo y ante mis ojos claros pasó una vida llena de sucesos, mi hijo admito que era lo mejor que había tenido, por él deseaba vivir, por él deseaba aceptar y si bien notaba dolor en la voz de aquella hembra que se reflejaba en mi iris como el monstruo que era comprendí pronto que aceptar significaría morir ante dios y emerger ante el dragón.
-Matamé -rugí con autosuficiencia o al menos eso pretendí porque mi voz sonó débil, ahogada, mi voz era trémula, ningún hombre quiere morir, ningún hombre esta exento de pecado y bien sabía que en mi juicio final no necesariamente saldría bien pagado.
Odio, en su mirada se reflejaba el odio de no doblegar al hombre, el miedo de que aun moribundo su fe se alzara sobre la sierpe y pude ver también el dolor de quien es lo que no quiere ser, habla de sus hermanos con cierto desdén.
-O no me mates y abraza mi luz. Apocalipsis 13:14
Además engaña a los que moran en la tierra a causa de las señales que se le concedió hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia que tenía la herida de la espada y que ha vuelto a vivir.
Esperanza, la de cambiar, la de abandonar la oscuridad y que simplemente hiciera una obra buena que pudiera redimir todos sus actos impios.
Entreabrí la boca tratando de dar bocanadas como un pez fuera del agua.
Esa frase retumbaba en mi cabeza cuando sentí como la carne de mi vientre se resquebrajaba dando paso a la estaca, su mirada, violenta, roja como las llamas del averno se mantuvo anclada a mis ojos orgullosos, sabía que era el fin y a mi fe me agarré mientras gemía de dolor ahogado por como la bestia apretaba mi cuello con saña causándome dolor.
Mareado, intentando salvar mi vida con burdos manotazos y a la vez completamente extasiado por esa mujer de belleza única, tan engatusarte como una serpiente y sentí como sus palabras de piedad era la oferta de la manzana sin mas, ella me ofrecía la vida pero a cambio sería su lacayo.
Mis labios amoratados, mi rostro rojo y ante mis ojos claros pasó una vida llena de sucesos, mi hijo admito que era lo mejor que había tenido, por él deseaba vivir, por él deseaba aceptar y si bien notaba dolor en la voz de aquella hembra que se reflejaba en mi iris como el monstruo que era comprendí pronto que aceptar significaría morir ante dios y emerger ante el dragón.
-Matamé -rugí con autosuficiencia o al menos eso pretendí porque mi voz sonó débil, ahogada, mi voz era trémula, ningún hombre quiere morir, ningún hombre esta exento de pecado y bien sabía que en mi juicio final no necesariamente saldría bien pagado.
Odio, en su mirada se reflejaba el odio de no doblegar al hombre, el miedo de que aun moribundo su fe se alzara sobre la sierpe y pude ver también el dolor de quien es lo que no quiere ser, habla de sus hermanos con cierto desdén.
-O no me mates y abraza mi luz. Apocalipsis 13:14
Además engaña a los que moran en la tierra a causa de las señales que se le concedió hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia que tenía la herida de la espada y que ha vuelto a vivir.
Esperanza, la de cambiar, la de abandonar la oscuridad y que simplemente hiciera una obra buena que pudiera redimir todos sus actos impios.
Entreabrí la boca tratando de dar bocanadas como un pez fuera del agua.
André- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 01/08/2018
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
-Basta de mentir.- Noté perfectamente como se debatía, no solo entre mis manos, si no internamente. Un humano no era nada más que un miserable e insípido gusano, uno al que con facilidad podía destripar. Eso es lo que la demonio de seis mil años pensaba, porque con los milenios se había deshumanizado del todo, se había desprendido de lo que alguna vez fue, y entre sangre, llanto y despojos aprendió su nueva naturaleza de la mano de Caín, quien se encargó de dejar bien marcadas sus enseñanzas en sus seis demonios.
-¿Crees que me importa lo que digas? ¿Lo que me refutes? ¿Que que no he escuchado antes esas palabras?-
Apreté con más fuerza su garganta, tanto que por momentos se le cerraban las vías respiratorias, se sacudía en un esfuerzo vano por sobrevivir y casi se hundía en la nada.
Pero aún se resistía, aún tenía ganas de vivir, lo demostraba al no rendirse del todo, aunque retorcí la estaca muy dentro, sin escatimar en torturarle profundamente de esa manera, si hubiera podido gritar sus lamentos hubieran adornado la lúgubre noche.
Las flamas de las velas continuaron iluminando la escena, él versus la hija de los milenios. -Dime, si tanta fe tienes en ofrecerme la redención, con que finalidad has usado la estaca en mi contra.-
Sonreí lúgubremente, podía jugar al mártir, pero sus palabras eran engañosas, envueltas en un atractivo paquete. Me hablaba de la posibilidad de abrazar la luz al verse al borde de la muerte porque no encontraba escapatoria. -Hace unos instantes te convertiste en mi juez y verdugo, dime, ¿por qué habría de ser yo diferente?-
Saqué mi mano ensangrentada de su costado y pasé mis dedos por mi boca y mi rostro, manchándolos de su sangre. Sangre dulce de un verano que condenaba al invierno a continuar envuelto en un manto negro.
-Sabes a mentira.- Pasé mis dedos por sus labios para que probara el sabor ferroso de su propia realidad.
Y aún noté ese brillo, uno en sus ojos que rezumaba una vulnerabilidad que en algún momento vi, hace tanto tiempo, como el cervatillo ante el lobo, y que por efímeros segundos hizo que casi deseara soltarlo.
-Porque no puedes ser menos cruel…- Mi frente se pegó a la suya y cerré los ojos. En ese instante no era la demonio si no otra Kishar, una que se encontraba en el pasado, en otra época, en otra presencia. Podía notar los despojos de su limitada respiración acariciándome los labios mientras revivía algo perdido, deseos olvidados.
Abrí los ojos de golpe y estos centellaron, con un leve movimiento de cabeza le indiqué a una pareja de meseros, hombre y mujer, que se acercaran. -Tomad los cuchillos y ponedlos contra vuestras gargantas.-
Ambos siguieron mis instrucciones sin titubear, el miedo se hundió en sus orbes al seguir la orden.
El brillo de mis insondables infiernos aún recordaba como ser cruel y se negaba a creer en el templario. -Acepta mis términos sabiendo que un día te pediré que pagues o… rechaza mi oferta y carga en tu consciencia la muerte de dos seres inocentes.- Pruebas… ¿no consistía en eso la realidad? No palabras… si no hechos. Aún ahora, aún en medio de una parodia llena de actores que no revelaban sus máscaras y que sangraban por dentro.
-¿Crees que me importa lo que digas? ¿Lo que me refutes? ¿Que que no he escuchado antes esas palabras?-
Apreté con más fuerza su garganta, tanto que por momentos se le cerraban las vías respiratorias, se sacudía en un esfuerzo vano por sobrevivir y casi se hundía en la nada.
Pero aún se resistía, aún tenía ganas de vivir, lo demostraba al no rendirse del todo, aunque retorcí la estaca muy dentro, sin escatimar en torturarle profundamente de esa manera, si hubiera podido gritar sus lamentos hubieran adornado la lúgubre noche.
Las flamas de las velas continuaron iluminando la escena, él versus la hija de los milenios. -Dime, si tanta fe tienes en ofrecerme la redención, con que finalidad has usado la estaca en mi contra.-
Sonreí lúgubremente, podía jugar al mártir, pero sus palabras eran engañosas, envueltas en un atractivo paquete. Me hablaba de la posibilidad de abrazar la luz al verse al borde de la muerte porque no encontraba escapatoria. -Hace unos instantes te convertiste en mi juez y verdugo, dime, ¿por qué habría de ser yo diferente?-
Saqué mi mano ensangrentada de su costado y pasé mis dedos por mi boca y mi rostro, manchándolos de su sangre. Sangre dulce de un verano que condenaba al invierno a continuar envuelto en un manto negro.
-Sabes a mentira.- Pasé mis dedos por sus labios para que probara el sabor ferroso de su propia realidad.
Y aún noté ese brillo, uno en sus ojos que rezumaba una vulnerabilidad que en algún momento vi, hace tanto tiempo, como el cervatillo ante el lobo, y que por efímeros segundos hizo que casi deseara soltarlo.
-Porque no puedes ser menos cruel…- Mi frente se pegó a la suya y cerré los ojos. En ese instante no era la demonio si no otra Kishar, una que se encontraba en el pasado, en otra época, en otra presencia. Podía notar los despojos de su limitada respiración acariciándome los labios mientras revivía algo perdido, deseos olvidados.
Abrí los ojos de golpe y estos centellaron, con un leve movimiento de cabeza le indiqué a una pareja de meseros, hombre y mujer, que se acercaran. -Tomad los cuchillos y ponedlos contra vuestras gargantas.-
Ambos siguieron mis instrucciones sin titubear, el miedo se hundió en sus orbes al seguir la orden.
El brillo de mis insondables infiernos aún recordaba como ser cruel y se negaba a creer en el templario. -Acepta mis términos sabiendo que un día te pediré que pagues o… rechaza mi oferta y carga en tu consciencia la muerte de dos seres inocentes.- Pruebas… ¿no consistía en eso la realidad? No palabras… si no hechos. Aún ahora, aún en medio de una parodia llena de actores que no revelaban sus máscaras y que sangraban por dentro.
Kishar Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Re: Black versus mariscal. Segundo acto. [privado]
Si bien estaba dispuesto a morir a manos de una hija de Cain, si bien mostrarle la luz no pareció dar fruto alguno y solo la oscuridad albergaba en su corazón roto, ahora, cuando ella controló a esas dos pobres personas forzandolas a colocarse en su cuello un cuchillo y a esperar su orden para darle uso.
-Esta bien -susurré alzando las manos aun carente de oxigeno que llevar a mis pulmones -lo haré.
Acababa de sellar un pacto con el diablo, fuere o no licito, era mejor que poner en peligro la vida de inocentes que no había pedido ser parte de esta guerra milenaria entre Cainitas y Sethianos.
-Lo haré, sea lo que sea lo que quieras lo haré, pero deja que esas personas bajen el cuchillo, lo aparten de su cuello y se vayan a salvo, por favor.
Ella aceptaría, no tenía motivo para no hacerlo, nada le importaba la vida de esos dos humanos, solo quería someterme a mi.
-No hay para ti redención -sentencie esperando que cumpliera lo prometido y lo hizo, con una mueca de haberse salido con la suya, aun sobre mi cuerpo contempló en mis ojos aquello que ellos llamaban debilidad y que por contra yo valoraba como sacrificio y fortaleza, fe lo llaman algunos -¿y ahora que deseas? -pregunté a la serpiente que con un gesto de mano mandaba a los dos empleados a su sitio torciendo la sonrisa ante mis ojos.
Era hermosa, por Seth que lo era, digna de ser admirada y era por eso seguramente que ella podía ser aun mas letal que sus hermanos, porque una caída de pestañas de esa mujer bien te podía hacer pecar y volverte loco.
-¿que vas a hacer conmigo?
Yo tenía un hijo, un inocente por el que preocuparme, no ansiaba este tipo de vida para él, porque bien sabía que era un camino demasiado empinado para cualquiera.
-Rindete ante el bien, yo te ayudare.
Su risa golpeó mis tímpanos dejándome claro que pensaba que era un mentiroso que la odiaba y ciertamente no erraba en ninguna afirmación pues en el fondo también tenía debilidades.
-Esta bien -susurré alzando las manos aun carente de oxigeno que llevar a mis pulmones -lo haré.
Acababa de sellar un pacto con el diablo, fuere o no licito, era mejor que poner en peligro la vida de inocentes que no había pedido ser parte de esta guerra milenaria entre Cainitas y Sethianos.
-Lo haré, sea lo que sea lo que quieras lo haré, pero deja que esas personas bajen el cuchillo, lo aparten de su cuello y se vayan a salvo, por favor.
Ella aceptaría, no tenía motivo para no hacerlo, nada le importaba la vida de esos dos humanos, solo quería someterme a mi.
-No hay para ti redención -sentencie esperando que cumpliera lo prometido y lo hizo, con una mueca de haberse salido con la suya, aun sobre mi cuerpo contempló en mis ojos aquello que ellos llamaban debilidad y que por contra yo valoraba como sacrificio y fortaleza, fe lo llaman algunos -¿y ahora que deseas? -pregunté a la serpiente que con un gesto de mano mandaba a los dos empleados a su sitio torciendo la sonrisa ante mis ojos.
Era hermosa, por Seth que lo era, digna de ser admirada y era por eso seguramente que ella podía ser aun mas letal que sus hermanos, porque una caída de pestañas de esa mujer bien te podía hacer pecar y volverte loco.
-¿que vas a hacer conmigo?
Yo tenía un hijo, un inocente por el que preocuparme, no ansiaba este tipo de vida para él, porque bien sabía que era un camino demasiado empinado para cualquiera.
-Rindete ante el bien, yo te ayudare.
Su risa golpeó mis tímpanos dejándome claro que pensaba que era un mentiroso que la odiaba y ciertamente no erraba en ninguna afirmación pues en el fondo también tenía debilidades.
André- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 01/08/2018
Temas similares
» Black versus Mariscal. Primer acto (privado)
» Entre el Primer y Segundo Acto [Privado]
» El lobo ataca al segundo acto || Privé.
» No one is ever needed... except now // Privado - Joe Black, Nihm Black, Bavol, Esmeralda y Saphire
» Una última mirada, y llega el adiós ** Leophrand **
» Entre el Primer y Segundo Acto [Privado]
» El lobo ataca al segundo acto || Privé.
» No one is ever needed... except now // Privado - Joe Black, Nihm Black, Bavol, Esmeralda y Saphire
» Una última mirada, y llega el adiós ** Leophrand **
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour