AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Toda fuerza es la resistencia que vence || Privado
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Toda fuerza es la resistencia que vence || Privado
por Brün Rothschild Sáb Feb 21, 2015 9:52 pm
“Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.”
— Antonio Machado
— Antonio Machado
Su sombra era como la silueta de un felino, se ocultaba con cierta agilidad que parecía un don innato. Sus vestimentas eran cubiertas por un grueso manto negro, que llegaba hasta sus pies, ayudaba a mantenerla a una temperatura agradable. No agonizaría por frio nocturno del otoño transeúnte, la estación muy pronto terminaría, pero las bajas temperaturas no se irían. Los días pasarían, el invierno llegaría, el clima de parís alcanzaría a un estado crítico, en el cual los más pobres serian lo que más llegarían a sufrir. La clase baja, tenía poca capacidad de recursos para obtener el calor necesario que les podría ayudar a sobrevivir en invierno. ¿Qué pasaría? Morirán congelados, transitarían los días y más días temblando, hasta que su cuerpo no soporte la hipotermia y la blanca muerte venga a reclamarlos.
Brünhilde alzo su rostro hacia el cielo nocturno. Encontró pequeños puntos dispersos por el cosmos, que ayudaban a la luna a iluminar el cielo, ella se preguntaba que podrían llegar a ser esos puntos. Los libros la llamaban estrellas, pero la bruja se preguntaba en muchas ocasiones porque estaban en ese exacto lugar. ¿Habían nacido? ¿Tenían un tiempo de vida? ¿Morirían? Tal vez nadie se haría aquella pregunta o posiblemente estaba simplemente fantaseando mucho. La gente parecía; en ocasiones. Estrellas dispersas en el mundo, ubicadas en un lugar con exactitud, de las cuales nunca se moverían. ¿Abría un colapso si llegara a suceder?
— ¿Qué ha sucedido Zuriñe? — Estaba tan concentrada en su análisis, que no se había fijado que un ave de aspecto conocido había sobrevolado muy cerca de ella. Fue hasta que el ulular de la misma ave la saco de su transe, que bajo la mirada hacia el suelo, mientras con cierta molestia de su interrupción buscaba respuestas de aquella ave. Cualquiera que la hubiera visto preguntándole tal cosa al ave podria haberla catalogado como una demente, pero por suerte estaban alejados, escondidos en un pequeño callejón, lejos de los chismosos.
El ave no era cualquier creatura, en segundos tomo la forma de una joven de pequeña estatura, cabello rubio y ojos celestes. Era una cambiaformas que había encontrado cierta satisfacción ayudar en la caza de inquisidores que efectuaba de vez en cuando Brünhilde. Para las dos eran enemigos comunes que debían ser erradicados, pero la joven cambiante poco le gustaba la violencia por sus propias manos, así que solamente servía de informante y vigilante de las próximas presas de la bruja. — Ha entrado a un burdel a cinco cuadras de aquí — respondió la jovencita. — Pero lo veo todo muy sospechoso Brün, no creo que debe…—
— ¿No me digas que te estás acobardando? — Chasqueo la lengua mientras fijaba una dura mirada en ella. La cambiante tembló un poco, parecía que deseaba volverse pequeña otra vez. Negó suavemente y Brünhilde sonrió — Entonces Guíame… — le ordeno, con una dulce voz. El cambiante obedeció guiándola desde los cielos al lugar en donde estaría la presa de la bruja. Era una casa concurrida, muchas mujeres semidesnudas rondando en buscas de un hombre dispuesto a dar unos pocos francos. Zuriñe la había perdido de vista cuando entro a ese lugar. Estaba algo preocupada, revoloteaba con poco que hacer más que observar y esperar que volviera a salir otra vez.
La bruja de cabellos rojos estaba concentrada en su presa, se movía ágilmente en aquella marea de gente y pronto pudo sujetar en sus garras al hombre que buscaba; un inquisidor amante de la investigación y la quema de inocentes jovencitas, que acusaban como algo que realmente no eran. Los encantos de aquella joven, eran naturales, pronto encontraron una forma de conversación muy amena y los dos se entrelazaron. Al final de todo, se trataba de una forma de atraparlo en sus garras, para poder hacerlo pagar por todos sus crímenes. El hombre la invito a levantarse y se ofreció para acompañarla a donde ella quisiera ir, encantada acepto. Esperaba poder estar lo suficientemente lejos de las miradas para poder acabar con aquel hombre, pero mientras ella esperaba que la gente se dispersara, no se había dado cuenta que dos hombres más estaban detrás de ella y con mucha cercanía los seguían.
Fue hasta cuando salieron a una pequeña y poca concurrida calle que se dio cuenta que la puerta detrás de su espalda se cerró con dos personas más de lo adecuado — ¿Quiénes son ustedes? — pregunto a la defensiva. Su compañero ayudo a cerrar un pequeño círculo alrededor de ella. Supo que había sido una trampa, el miedo recorrió su espina dorsal, sus piernas temblaron, pero ya no era necesario analizar, todo estaba muy claro. La sujetaron entre los tres, mientras ella pataleaba y forcejeaba, tratando de alertar a alguien, pero la fuerza bruta del hombre la venció y terminaron escodándola hasta un carruaje que esperaba en la calle.
Zuriñe fue la única testigo de aquella patraña. Escondida en el techo, ignorada por ser una simple ave, pudo ver como Brünhilde luchaba para poder escapar, pero todo había sido inútil. Alzo vuelo cuando la carreta comenzó a moverse, la siguió hasta que se detuvo en un lugar alejado del primer encuentro. Habían puesto un saco en su cabeza y ahora con la bestia mas domada podían hacerla caminar. La habían amarrado de manos y la pobre bruja caminaba teniendo de guía a los inquisidores. La desesperada cambiante no sabía qué hacer, intentar ayudarla ella sola sería inútil. En su mente solamente apareció un rostro que posiblemente podría ayudarlas y salió en búsqueda de aquella aura esperando que no estuviera muy lejos.
Sobrevoló media hora en los bosques de parís cuando una pequeña mancha de aura conocida se le apareció, sin pensarlo cayó en picada y teniendo una acertada coordinación detuvo al transeúnte que montando en su caballo mantenía un trote moderado. El caballo se exalto, pero Zuriñe pronto lo calmo — “Mis disculpas no quise asustarlo” — El animal se calmo, bufando suavemente. Dejo que se posara en su crin, para estar al frente de su jinete. Debía volverse a trasformar y lo hizo con la rapidez que pudo, su cuerpo se deslizo hasta quedar al frente del hombre, tan cerca que tuvo que poner sus pequeñas manos en el amplio pecho del caballero para no quedar totalmente pegados — Señor Rosa Negra — Musito con voz llorosa y preocupada — Necesito su ayuda… no me la niegue… se lo suplico… Sálvela — estaba a punto de llorar, pero se contenía para poder explicarle. — Se la han llevado a Notre Dam y la van a matar si no hacemos algo — sin poder evitarlo rompió en llanto en brazos de aquel brujo.
Brün Rothschild- Hechicero Clase Media
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Localización : ¿Paris?
Re: Toda fuerza es la resistencia que vence || Privado
por Eliphas Leví Dom Jun 21, 2015 12:28 pm
Día, noche, positivo, negativo, la creación y sus divisiones. Rosa negra llevaba el día entero buscando “algo” entre los gruesos libros que poseía. Horas y minutos, breves suicidas que no hacían notar su extinción en aquella habitación, rodeada de velas, incienso, un peculiar altar y otro montón de símbolos y sellos que por la pared se podían ver. Pero en cuanto a libros se tratarse, eran un total desastre. Ese hombre que estaba desgreñado, de rostro hambriento tenía un inmenso afán… Ignoraba toda necesidad fisiológica, no saldría de allí sin obtener lo que buscaba, algo que hasta ahora quizá solo Dios y su Ángel guardián sabían. ¿Bueno?, ¿Malo? Sabrá quien…
La jaqueca ya era insoportable, así que ya agotado de tanto buscar y no encontrar prefirió dejarlo para otro momento, tomo un baño con sales, hierbas y esencias. Se sentiría como nuevo después de ello, luego que comió lo suficiente se dedicó a pasear un rato y despejar su mente, olvidarse de él y de todo. Vistió sus pantalones, camisa manga largar blanca y grueso abrigo de piel, pues el frio se hacía cada vez más intenso. Días continuos de estrés y hermetismo le habían hecho adelgazar, por ello no debía tardarse mucho a no ser que quiere enfermar.
La tímida luna escondía su menguante silueta entre las pomposas nubes frías, traviesas y gordas, ancianas y risueñas, las que dejaban ver las estrellas eran más jóvenes e inocentes más dulces y dispersas, fría noche, tierna y melancólica, meditativa y femenina, misteriosa y hechicera, peligrosa y santa. Leonardo no se aguantó las ganas y ensilló al Troyano, anduvo cerca de la ciudad, hablaría con algunos espíritus, a veces son buenos consejeros. En su andar entonaba un canto triste y oscuro: ˜Cae la noche niebla eterna, ocultarse ya la luz, frio yelmo rompe hiela… Lagrimas del corazón, sueña la vida que se ve morir, en trozos de miedo es duro vivir, sueños de miedo desvélate, santa condena auto de fe˜˜
Algunos minutos hablando con el ente del bosque fueron suficientes, algunas ideas se habían aclarado, otras se habían destrozado, sin embrago él le advirtió sobre el camino el cual debía tomar para regresar a su hogar, de no obedecerle se trancarían muchas oportunidades, de no obedecerle las líneas de tiempo tomarían un curso bastante errático y le sería poco posible cumplir con su atroz y noble propósito, todo indicaba que el universo posiblemente pretendía inclinar la marea a su favor. Esas palabras retumbaron por todo el camino en su mente. Siguió por el sendero alerta, a paso lento, cual cazador. Pero pasaba tiempo y nada sucedía, ni algún animal de la noche asomaba su silueta, alguna señal, algún aviso, sonido… ¡Nada! Insistió, persevero, más tarde se hacía y nada ocurría, ya estaba cerca de su casa. Faltando pocos metros se olvidó de insistencia y acelero su andar. Menuda sorpresa.
-A buena hora te apareces, te estaba esperando… Creo.- Abrazo a su linda y tierna Zuriñe mientras besaba su frente, deseaba consolarla. Sabía bien que no debía preguntar mucho, que no debía abrir su boca curiosa para cosas innecesarias, solo debía ser y listo. Solo pregunto lo necesario y le pidió a Albina que lo acompañase, desde luego; entonces cabalgó hasta Notre Dam a toda prisa. Unas cuadras antes de llegar dejo a su equino atado de manera improvisada, el sonido de los cascos lo delataría con facilidad.
Zuriñe había cambiado de forma, antes de elevarse miro al hombre con vivida angustia, expresada a través de aquellos místicos ojos del ave, como quien dice “por favor, esta vez no me falles”.
Pasos sigilosos se acercaron al templo, el pillar de Zuriñe le indicaba prisa, las pupilas de Leonardo se dilataron y su semblante se enfureció, ya no era un simple interés. Era justicia lo que debía hacerse. Con la voz de la mente se comunico con su aliada -¡Zuriñe, acercate, esto es lo que haremos!-
La jaqueca ya era insoportable, así que ya agotado de tanto buscar y no encontrar prefirió dejarlo para otro momento, tomo un baño con sales, hierbas y esencias. Se sentiría como nuevo después de ello, luego que comió lo suficiente se dedicó a pasear un rato y despejar su mente, olvidarse de él y de todo. Vistió sus pantalones, camisa manga largar blanca y grueso abrigo de piel, pues el frio se hacía cada vez más intenso. Días continuos de estrés y hermetismo le habían hecho adelgazar, por ello no debía tardarse mucho a no ser que quiere enfermar.
La tímida luna escondía su menguante silueta entre las pomposas nubes frías, traviesas y gordas, ancianas y risueñas, las que dejaban ver las estrellas eran más jóvenes e inocentes más dulces y dispersas, fría noche, tierna y melancólica, meditativa y femenina, misteriosa y hechicera, peligrosa y santa. Leonardo no se aguantó las ganas y ensilló al Troyano, anduvo cerca de la ciudad, hablaría con algunos espíritus, a veces son buenos consejeros. En su andar entonaba un canto triste y oscuro: ˜Cae la noche niebla eterna, ocultarse ya la luz, frio yelmo rompe hiela… Lagrimas del corazón, sueña la vida que se ve morir, en trozos de miedo es duro vivir, sueños de miedo desvélate, santa condena auto de fe˜˜
Algunos minutos hablando con el ente del bosque fueron suficientes, algunas ideas se habían aclarado, otras se habían destrozado, sin embrago él le advirtió sobre el camino el cual debía tomar para regresar a su hogar, de no obedecerle se trancarían muchas oportunidades, de no obedecerle las líneas de tiempo tomarían un curso bastante errático y le sería poco posible cumplir con su atroz y noble propósito, todo indicaba que el universo posiblemente pretendía inclinar la marea a su favor. Esas palabras retumbaron por todo el camino en su mente. Siguió por el sendero alerta, a paso lento, cual cazador. Pero pasaba tiempo y nada sucedía, ni algún animal de la noche asomaba su silueta, alguna señal, algún aviso, sonido… ¡Nada! Insistió, persevero, más tarde se hacía y nada ocurría, ya estaba cerca de su casa. Faltando pocos metros se olvidó de insistencia y acelero su andar. Menuda sorpresa.
-A buena hora te apareces, te estaba esperando… Creo.- Abrazo a su linda y tierna Zuriñe mientras besaba su frente, deseaba consolarla. Sabía bien que no debía preguntar mucho, que no debía abrir su boca curiosa para cosas innecesarias, solo debía ser y listo. Solo pregunto lo necesario y le pidió a Albina que lo acompañase, desde luego; entonces cabalgó hasta Notre Dam a toda prisa. Unas cuadras antes de llegar dejo a su equino atado de manera improvisada, el sonido de los cascos lo delataría con facilidad.
Zuriñe había cambiado de forma, antes de elevarse miro al hombre con vivida angustia, expresada a través de aquellos místicos ojos del ave, como quien dice “por favor, esta vez no me falles”.
Pasos sigilosos se acercaron al templo, el pillar de Zuriñe le indicaba prisa, las pupilas de Leonardo se dilataron y su semblante se enfureció, ya no era un simple interés. Era justicia lo que debía hacerse. Con la voz de la mente se comunico con su aliada -¡Zuriñe, acercate, esto es lo que haremos!-
Eliphas Leví- Hechicero Clase Alta
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Re: Toda fuerza es la resistencia que vence || Privado
por Brün Rothschild Dom Ago 02, 2015 7:26 pm
Era una pesadilla que nuevamente parecía revivir, como todas las noches lo hacía, pero esta vez era real, volvía a sentirlo en carne propia la desgracia de su procedencia. Volvía a escuchar otra vez esas risas ensordecedoras en el aire, que iban acompañados por bulliciosos aplausos de la gente dichosa por su infortunio. Muchos de los devotos pensarían que era lo justo, se trataba de una vil pecadora, hija de sata y amante del diablo. Nada armonioso estaba sucediendo, la había arrastrado hasta Notre Dame; en donde una vez estuvo atada en la plaza que daba justo al frente de la entrada del templo sagrado para los cristianos. La casa del señor era testigo de otro tipo de espectáculo y aunque ella estaba con su cabeza cubierta por una tela negra, sabia donde estaba, era fácil de descifrar.
Recordaba el crujir de la madera quemándose y su cuerpo se estremecía de temor, no quería volver a ser quemada viva. Aun recordaba como el fuego subía desde sus pies, mientras ella estaba atada de pies a cabeza, con una soga en su cuello, que le cortaba el aliento, no podía hacer casi nada para liberarse. ¿Volvería a revivir aquella pesadilla? ¿Apreciaría nuevamente el calor de las llamas consumir la madera y su cuerpo? con terror percibía su propio final de una manera horrorosa — No, No... Piedad, pido clemencia —comenzó gritar con todo lo que daba su alma desesperada. Pero para los inquisidores, era apenas chillidos grotescos, llamados de auxilio de una amante de Satán, quien buscaba la ayuda del señor de la noche.
Pobre niña en desgraciada, que parecía que había venido a este mundo a recibir sufrimiento y desprecio. Ahora sentía el mayor dolor, que dejo hecho cenizas a sus tormentos pasados. Podía comenzar a oler su misma carne quemada y eso la desesperaba cada vez más. Su cuerpo seria consumido por las llamas y ella lo único que podía hacer era maldecir el día en que la engendraron. Tal vez la partera hubiera sido una buena samaritana si la hubiera dejado morir apenas había nacido y toda esta penuria no la estuviera pasando.
—¿ Ahora si pides piedad bruja?— uno de los inquisidores hablo. La mantenían caminando guiándola entre empujones y patadas — Primero te torturaremos para que admitas todos tus pecados y luego te quemaremos al frente de todos — Brünhilde se estremeció, trato de gritar pero un golpe en la boca del estomago la dejo sin aire. La sujetaron y la terminaron arrastrado, llevándola a lo que aparentemente seria el calabozo de aquel lugar.
— ¡Brünhilde! — Grito Zuriñe desde uno de los pasillos. La cambiante estaba a varios metros atrás de ellos, no poseía ninguna vestimenta y vagaba por los pasillos del templo sagrado cometiendo miles de pecados. La bruja levanto la cabeza al escuchar su nombre, naturalmente se preocupo por la cambiaformas ¿Estaba loca? No se podía enfrentar a aquellos hombres, era un acto suicida — Dejen a mi amiga y tal vez le tengamos un poco de piedad — reprocho la joven, pero los inquisidores parecieron simplemente bufar y dos de los hombres que acompañaban a la bruja fueron en búsqueda de la cambiante, pero les tenían una pequeña sorpresa, la cambiaformas se trasformo en ave y salió huyendo, haciéndolos que la persiguieran…
Recordaba el crujir de la madera quemándose y su cuerpo se estremecía de temor, no quería volver a ser quemada viva. Aun recordaba como el fuego subía desde sus pies, mientras ella estaba atada de pies a cabeza, con una soga en su cuello, que le cortaba el aliento, no podía hacer casi nada para liberarse. ¿Volvería a revivir aquella pesadilla? ¿Apreciaría nuevamente el calor de las llamas consumir la madera y su cuerpo? con terror percibía su propio final de una manera horrorosa — No, No... Piedad, pido clemencia —comenzó gritar con todo lo que daba su alma desesperada. Pero para los inquisidores, era apenas chillidos grotescos, llamados de auxilio de una amante de Satán, quien buscaba la ayuda del señor de la noche.
Pobre niña en desgraciada, que parecía que había venido a este mundo a recibir sufrimiento y desprecio. Ahora sentía el mayor dolor, que dejo hecho cenizas a sus tormentos pasados. Podía comenzar a oler su misma carne quemada y eso la desesperaba cada vez más. Su cuerpo seria consumido por las llamas y ella lo único que podía hacer era maldecir el día en que la engendraron. Tal vez la partera hubiera sido una buena samaritana si la hubiera dejado morir apenas había nacido y toda esta penuria no la estuviera pasando.
—¿ Ahora si pides piedad bruja?— uno de los inquisidores hablo. La mantenían caminando guiándola entre empujones y patadas — Primero te torturaremos para que admitas todos tus pecados y luego te quemaremos al frente de todos — Brünhilde se estremeció, trato de gritar pero un golpe en la boca del estomago la dejo sin aire. La sujetaron y la terminaron arrastrado, llevándola a lo que aparentemente seria el calabozo de aquel lugar.
— ¡Brünhilde! — Grito Zuriñe desde uno de los pasillos. La cambiante estaba a varios metros atrás de ellos, no poseía ninguna vestimenta y vagaba por los pasillos del templo sagrado cometiendo miles de pecados. La bruja levanto la cabeza al escuchar su nombre, naturalmente se preocupo por la cambiaformas ¿Estaba loca? No se podía enfrentar a aquellos hombres, era un acto suicida — Dejen a mi amiga y tal vez le tengamos un poco de piedad — reprocho la joven, pero los inquisidores parecieron simplemente bufar y dos de los hombres que acompañaban a la bruja fueron en búsqueda de la cambiante, pero les tenían una pequeña sorpresa, la cambiaformas se trasformo en ave y salió huyendo, haciéndolos que la persiguieran…
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Re: Toda fuerza es la resistencia que vence || Privado
por Eliphas Leví Mar Jun 14, 2016 11:17 am
No es que lo habría planeado todo, pero el Mago Rosa Negra a menos ya había improvisado algo inteligente: una entrada imprevista, provocar la confusión de las idiotas ovejas y largarse con la supuesta amiga de Zuriñe a salvo, nadie lastima a nadie, todos felices, nadie muerto. Pero Zuriñe estaba desesperada y no atendió, fue muy imprudente de su parte provocar a la chusma, encima de ello que se había transformado frente a todos, y estando desnuda (…) ¡Por Odín! No es más bestia porque una parte de ella es humana. Después de todo el peor error fue decir que era su amiga. Si las cosas no salen bien Zuriñe también moriría.
Era una gran multitud, y por el alboroto se hacían cada vez más. Leonardo aun fuera de la vista de todos se hallaba desestabilizado, le dolería de gran manera si le pasara algo Zuriñe, si se la llevaba a ella y dejaba a su amiga podrirse sería para ella sería el peor tormento. ¿Podria?... Sí, si podría llevarse a su lechuza, encerrarla y mantenerla a salvo hasta que la calma llegara, pero jamás podría curar la herida que dejaría en su corazón.
-¡¡BANG!!-
El estruendo de un disparo quebró el pensar de Leo, por muy rápido que se recuperase la podrían mal herir, el dolor siempre estará presente. Era ahora o nunca... Con la genialidad de un desesperado Leo opto por quitrarse el camison y cubrirse el rostro, ante todo debia ser discreto y cauteloso, aun no era el tiempo de revelarse contra el sistema, aun no era el tiempo de darse a conocer. Su pecho quedo descubierto, mas su rostro era irreconocible. Monto al troyano y aunque el peligro era barbaro no podia quedarse de brazos cruzados - Amigo mio, necesito todo de ti, es todo o nada- Hablaba el mago a través de la telepatía al equino, quien con relinchar dio a entender que tambien estaba dispuesto, con una euforica palmada Leo arrancó al sitio; en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en medio de la muchedumbre, las personas, lanzaban palos y piedras al aire, su objetivo con claridad era Zuriñe.
Leo empezaba trabajar en su persuación que sin duda es una de las más agudas, entre la multitud paso desapercibido, aun no atacaba, esperaba el momento preciso, tal cual bestia sigilosa. -¡BANG!- el tronar de un segundo disparo se volvio a escuchar, leo alzo la vista frenando al troyano quien estaba incomodo con la gente alborotada y gritona. -¡Le dio!- una ola de alegria invadio a la masa presente, pues solo el hombre se goza del dolor ajeno. -¡¡Dejadmela a mi, yo voy por ese demonio hermanos!!- grito Leonardo con alagarabia, quien a su vez empezaba a esparcir vibraciones mentales impregnadas con energia pesada, oscura. Poco a pocoy de manera muy sutil iba provocvando entre los mas debiles el estrees, la apatia, el cansancio; mientras fueran menos con los que tuviese que liar mejor. -¡¡¡Vamos ve!!!- el odio parecia exitarlos, y por supuesto cayeron en la primera trampa, un punto a favor.
Mientras el ave iba en picada, Leo junto al troyano aceleraron la marcha a todo dar, por lo que se veía a lo lejos, le dieron en un ala. Zuriñe cayó a unos cuantos metros del pelígro, se prodría decir que era la distancia perfecta, era lamentable para Leo no poder haber llegado a tiempo y atajarle; al llegar inmediatamente se bajó y cogió a Zuriñe, que por una buena razon no había vuelto a su forma humana, un chillido lloroso salio de su pico, un chillido que expresaba el mero dolor y tristeza, un chillido que pedía ayuda, las lagrimas brotaban de sus ojos. -Estarás bien mi Zuri- musitó Leo melancólico. La bala lastimó, mas no se incrustó. -por favor zu, sigueme la corriente, y por favor, no cambies de forma hasta que te suelte- el ave parecia haberle respondido con aquella mirada fija pero desvanecida a la vez, con aquel lenguaje del alma que decía: ¿qué es lo que harás?
Leo tomo a zuri por las patas, como y la alzó a los ojos de los demás, como quien toma a una presa. Enviaba flujo de energía a tra vez de sus patas, en la mayoría de las especies los pies o patas suelen estar conectados mediante nervios a todo el cuerpo pues en esa zona concluye la ramificación del sistema nervioso, es lo que se conoce como la reflexología, de ser así el proceso de sanación de Zuriñe con la ayuda de Leo sería mucho más acelerado de lo acostumbrado. Ya era hora de una segunda jugada, que los Dioses colmen de astucia a Rosa Negra; -Troyano, ve a paso lento, cuando estemos mas cerca rompe en carrera, y salta sin importar a quien aplastemos, nuestro proximo destino será la condenada...- El sonido del troyano al cabalgar era un tanto tétrico, cada vez que su marcha iba en la dirección planeada era sinónimo de que se acercaban a lo desconocido, cada *clack clack* se hacia mas seguido, la gente se empezaba a extrañar de la mirada de Leonardo, era fija y decidida, como la de un cazador, algunos simplemente quedaban embelezados por la vibraciones que a travez de sus ojos emitía, sus ojos eran como un par de faros, un par de lunas llenas que embrujaban y hechizaban, el era como una llama andante que el calor que emitía aunque incoherente enfriaba el animo de los demás, los hacia pensar en las cosas cotidianas que debian hacer, en las deudas y preocupaciones que tenian, les dejaba los ojos fijos y perdidos como quien está soñando despierto; lamentable era que el diario de muchos ahí presentes era acabar con los hijos de lucifer. -Miradlo...- decian algunos que quedaban boquiabiertos a favor de Leo.
-¿Por que viene más rapido cada vez, no piensa detenerse?- los segundos parecian congelarse -¡¡¡CUIDADO!!!- se esparcieron como cucarachas mientras el ginete descendía al suelo, algunos cayeron, otros con simpleza se apartaron con anticipación, Leo miró a los lados con prisa, revisó a zuriñe y para milagro estaba mucho mejor, aleteaba ansiosa, sus fuerzas eran mayores, parecía felicitar a leo por la locura que había hecho. Lo bueno de esto es que las personas siempre quedan en un breve estado de shock a tales sorpresas, esta vez Leo esondió a zuriñe en su regazo mientras ordeno nuevamente al troyano a correr. Y justamente cuando iba unos metros adeante un hombre se levantó y gritó: -¡¡¡TRAIDOOR!!!-
Leonardo a lo lejos pudo al fin observar quien era aquella mujer por la cual Zuriñe estaba arriesgando tanto, vió sus llorosos ojos celestes desesperados y rebosantes en llanto, su espelndida cabellera roja maltratada , desordenada, el rostro golpeado y algunos rastros de sangre, pero aun más sorprendenete su vibra, su aura, eso que la difereciaba de los demás ese poder que tienen algunas personas, sin duda aguna era una bruja, y no una cualquierqa. Ya estaban a pocos metros de disancia, Leo miro hacia atrás y soltó a Zuriñe -Hazlo por favor, necesito tu ayuda Zuri- era necesario que zuriñe empezara a desatarla, pues tras ellos venía una ola de ciego odio, un deseo efervecente de vengaza y sed de sangre.
-Zuriñe apresúrate por favor, en el peor de los casos escapen con el troyano a mi hacienda, bien sabes dónde está y ahí te conocen, no dudes en escapar y por favor no mires hacia atrás; si es necesario dejarme hazlo, yo podré arreglarmelas, ustedes no haran otra cosa que estorbar- Zuriñe destaba a la mujer con nerviosismo, Leo hablaba con total firmeza y decisición. El mago llevo su mano izquierda a su boca y la derecha frente a él mientras recitaba algunas palabras que no eran posibles oir, solo se detectaban las "s" y el movimiento de los labios; sus ojos se incendiaron, levanto la mano izquierda al cielo como si fuera una pistola y la mano derecha la puso en frente haciendo la seña de la mano cornuda, potente mudra para la canalización, gritó: -¡Fiat Lux, muros de fuego a mi alrederor!- Una fugaz brisa conmovió el espacio, el fuego que estaba destinado para quemar a la pelirroja se elevo en el aire como en forma de torbellino luego con la figura de lo que parecía un aguila de fuego, un ave fenix o un angel quizá, descendió para así impactar el suelo con la velocidad y explosividad de un cañón, con la misma potencia llamas con la altura de unos cinco metros protegía a Leo zuriñe y a la desconocida; era una luz brillante, al punto de la incandesencia, más el calor a pesar de fuerte a ellos no les quemaba, era un fuego suave, limpio, puro, amoroso, un fuego protector, que llenaba de vitalidad a sus protegidos y consumía a sus enemigos sin piedad alguna.
Era una gran multitud, y por el alboroto se hacían cada vez más. Leonardo aun fuera de la vista de todos se hallaba desestabilizado, le dolería de gran manera si le pasara algo Zuriñe, si se la llevaba a ella y dejaba a su amiga podrirse sería para ella sería el peor tormento. ¿Podria?... Sí, si podría llevarse a su lechuza, encerrarla y mantenerla a salvo hasta que la calma llegara, pero jamás podría curar la herida que dejaría en su corazón.
-¡¡BANG!!-
El estruendo de un disparo quebró el pensar de Leo, por muy rápido que se recuperase la podrían mal herir, el dolor siempre estará presente. Era ahora o nunca... Con la genialidad de un desesperado Leo opto por quitrarse el camison y cubrirse el rostro, ante todo debia ser discreto y cauteloso, aun no era el tiempo de revelarse contra el sistema, aun no era el tiempo de darse a conocer. Su pecho quedo descubierto, mas su rostro era irreconocible. Monto al troyano y aunque el peligro era barbaro no podia quedarse de brazos cruzados - Amigo mio, necesito todo de ti, es todo o nada- Hablaba el mago a través de la telepatía al equino, quien con relinchar dio a entender que tambien estaba dispuesto, con una euforica palmada Leo arrancó al sitio; en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en medio de la muchedumbre, las personas, lanzaban palos y piedras al aire, su objetivo con claridad era Zuriñe.
Leo empezaba trabajar en su persuación que sin duda es una de las más agudas, entre la multitud paso desapercibido, aun no atacaba, esperaba el momento preciso, tal cual bestia sigilosa. -¡BANG!- el tronar de un segundo disparo se volvio a escuchar, leo alzo la vista frenando al troyano quien estaba incomodo con la gente alborotada y gritona. -¡Le dio!- una ola de alegria invadio a la masa presente, pues solo el hombre se goza del dolor ajeno. -¡¡Dejadmela a mi, yo voy por ese demonio hermanos!!- grito Leonardo con alagarabia, quien a su vez empezaba a esparcir vibraciones mentales impregnadas con energia pesada, oscura. Poco a pocoy de manera muy sutil iba provocvando entre los mas debiles el estrees, la apatia, el cansancio; mientras fueran menos con los que tuviese que liar mejor. -¡¡¡Vamos ve!!!- el odio parecia exitarlos, y por supuesto cayeron en la primera trampa, un punto a favor.
Mientras el ave iba en picada, Leo junto al troyano aceleraron la marcha a todo dar, por lo que se veía a lo lejos, le dieron en un ala. Zuriñe cayó a unos cuantos metros del pelígro, se prodría decir que era la distancia perfecta, era lamentable para Leo no poder haber llegado a tiempo y atajarle; al llegar inmediatamente se bajó y cogió a Zuriñe, que por una buena razon no había vuelto a su forma humana, un chillido lloroso salio de su pico, un chillido que expresaba el mero dolor y tristeza, un chillido que pedía ayuda, las lagrimas brotaban de sus ojos. -Estarás bien mi Zuri- musitó Leo melancólico. La bala lastimó, mas no se incrustó. -por favor zu, sigueme la corriente, y por favor, no cambies de forma hasta que te suelte- el ave parecia haberle respondido con aquella mirada fija pero desvanecida a la vez, con aquel lenguaje del alma que decía: ¿qué es lo que harás?
Leo tomo a zuri por las patas, como y la alzó a los ojos de los demás, como quien toma a una presa. Enviaba flujo de energía a tra vez de sus patas, en la mayoría de las especies los pies o patas suelen estar conectados mediante nervios a todo el cuerpo pues en esa zona concluye la ramificación del sistema nervioso, es lo que se conoce como la reflexología, de ser así el proceso de sanación de Zuriñe con la ayuda de Leo sería mucho más acelerado de lo acostumbrado. Ya era hora de una segunda jugada, que los Dioses colmen de astucia a Rosa Negra; -Troyano, ve a paso lento, cuando estemos mas cerca rompe en carrera, y salta sin importar a quien aplastemos, nuestro proximo destino será la condenada...- El sonido del troyano al cabalgar era un tanto tétrico, cada vez que su marcha iba en la dirección planeada era sinónimo de que se acercaban a lo desconocido, cada *clack clack* se hacia mas seguido, la gente se empezaba a extrañar de la mirada de Leonardo, era fija y decidida, como la de un cazador, algunos simplemente quedaban embelezados por la vibraciones que a travez de sus ojos emitía, sus ojos eran como un par de faros, un par de lunas llenas que embrujaban y hechizaban, el era como una llama andante que el calor que emitía aunque incoherente enfriaba el animo de los demás, los hacia pensar en las cosas cotidianas que debian hacer, en las deudas y preocupaciones que tenian, les dejaba los ojos fijos y perdidos como quien está soñando despierto; lamentable era que el diario de muchos ahí presentes era acabar con los hijos de lucifer. -Miradlo...- decian algunos que quedaban boquiabiertos a favor de Leo.
-¿Por que viene más rapido cada vez, no piensa detenerse?- los segundos parecian congelarse -¡¡¡CUIDADO!!!- se esparcieron como cucarachas mientras el ginete descendía al suelo, algunos cayeron, otros con simpleza se apartaron con anticipación, Leo miró a los lados con prisa, revisó a zuriñe y para milagro estaba mucho mejor, aleteaba ansiosa, sus fuerzas eran mayores, parecía felicitar a leo por la locura que había hecho. Lo bueno de esto es que las personas siempre quedan en un breve estado de shock a tales sorpresas, esta vez Leo esondió a zuriñe en su regazo mientras ordeno nuevamente al troyano a correr. Y justamente cuando iba unos metros adeante un hombre se levantó y gritó: -¡¡¡TRAIDOOR!!!-
Leonardo a lo lejos pudo al fin observar quien era aquella mujer por la cual Zuriñe estaba arriesgando tanto, vió sus llorosos ojos celestes desesperados y rebosantes en llanto, su espelndida cabellera roja maltratada , desordenada, el rostro golpeado y algunos rastros de sangre, pero aun más sorprendenete su vibra, su aura, eso que la difereciaba de los demás ese poder que tienen algunas personas, sin duda aguna era una bruja, y no una cualquierqa. Ya estaban a pocos metros de disancia, Leo miro hacia atrás y soltó a Zuriñe -Hazlo por favor, necesito tu ayuda Zuri- era necesario que zuriñe empezara a desatarla, pues tras ellos venía una ola de ciego odio, un deseo efervecente de vengaza y sed de sangre.
-Zuriñe apresúrate por favor, en el peor de los casos escapen con el troyano a mi hacienda, bien sabes dónde está y ahí te conocen, no dudes en escapar y por favor no mires hacia atrás; si es necesario dejarme hazlo, yo podré arreglarmelas, ustedes no haran otra cosa que estorbar- Zuriñe destaba a la mujer con nerviosismo, Leo hablaba con total firmeza y decisición. El mago llevo su mano izquierda a su boca y la derecha frente a él mientras recitaba algunas palabras que no eran posibles oir, solo se detectaban las "s" y el movimiento de los labios; sus ojos se incendiaron, levanto la mano izquierda al cielo como si fuera una pistola y la mano derecha la puso en frente haciendo la seña de la mano cornuda, potente mudra para la canalización, gritó: -¡Fiat Lux, muros de fuego a mi alrederor!- Una fugaz brisa conmovió el espacio, el fuego que estaba destinado para quemar a la pelirroja se elevo en el aire como en forma de torbellino luego con la figura de lo que parecía un aguila de fuego, un ave fenix o un angel quizá, descendió para así impactar el suelo con la velocidad y explosividad de un cañón, con la misma potencia llamas con la altura de unos cinco metros protegía a Leo zuriñe y a la desconocida; era una luz brillante, al punto de la incandesencia, más el calor a pesar de fuerte a ellos no les quemaba, era un fuego suave, limpio, puro, amoroso, un fuego protector, que llenaba de vitalidad a sus protegidos y consumía a sus enemigos sin piedad alguna.
Eliphas Leví- Hechicero Clase Alta
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