Maxine Bilodeau

por **Maxine Bilodeau** Vie Abr 17, 2015 5:02 pm

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Maxine Erin Bilodeau

▲EDAD▲

20 años aparentes y 23 años reales

▲ESPECIE▲

Vampiro

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase social alta.

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual.

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Paris, Francia.

▲HABILIDADES/PODERES▲

Poderes innatos: Sanación acelerada y Percepción del aura.
Otros poderes: Telepatía, Bloqueo mental y Persuasión

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Extrovertida sería quedarse extremadamente corto, Maxine posee una lengua capaz de cortar el papel más grueso, dice siempre lo que piensa sin cuestionárselo dos veces y de la forma más brutal y aguda posible. Para ella el meterse con la gente y lanzar puntadas es como una forma de vida, prácticamente define su forma de ser como la más alta manera de ingenio, y puede llegar a ser muy ingeniosa. Es impulsiva y convincente, desde el momento en que se le mete algo en la cabeza que para ella es necesario o importante no para hasta conseguirlo.

Del mismo modo que expresa lo que piensa en voz alta también expresa su hostilidad o su afecto, cuando alguien le cae mal no se dedicará a sonreír con falsedad, sino que directamente le lanzará una dentellada a la primera provocación. Es orgullosa, tanto que a veces incluso puede parecer desagradable. Ese aspecto de su carácter siempre le ha llevado a tener problemas, especialmente con los hombres, ya que no es muy habitual conocer a una mujer joven que tenga un concepto tan elevado de sí misma. Además de su actitud desinhibida también tiene una vena de fiereza, no soporta reprimir sus sentimientos y callarse ante algo que en cualquier otro momento diría con toda la calma del mundo.

Su carácter sarcástico y a veces un tanto brusco está salpicado de rebeldía, detesta que le den órdenes y que la traten como a una niña, ni siquiera se lo consiente a su “padre adoptivo”, el cual sabe cuánto lo detesta y parece disfrutar de ello. Controladora y bastante celosa, ve sus pertenencias como precisamente eso, suyo y de nadie más, hay determinadas cosas que nunca le ha gustado compartir con nadie, por nada del mundo.

En cuanto a los humanos, al solo llevar 3 años como vampiro, los considera simplemente el desayuno, el almuerzo y la cena. A veces, pueden llegar a ser incluso un tentempié. No tiene reparos a la hora de matar, aunque, con el paso de los años ha aprendido a controlarse un poco y a esconder todas las pruebas que la delatarían tanto a ella misma, como a su raza. Sin embargo, a espaldas de su padre adoptivo y maestro, de vez en cuando le gusta “jugar con la comida”. Según ella, y aunque pueda parecer un tanto masoquista, adora cuando éste la regaña, a pesar de que muestre lo contrario, pues le hace sentir “viva”.

HISTORIA

Nacida el 27 de Mayo de 1777, en una familia con propiedades y riquezas. Hija única de un político revolucionario, fue criada estrictamente para seguir los pasos de su padre, a pesar de pertenecer al sexo inferior. Desde su nacimiento tuvo un gran número de instructores, los cuales se convirtieron en su nueva familia ya que disfrutaba más de su compañía que la de sus progenitores. A la edad de 4 años, ya sabía leer y escribir, así como a hablar fluidamente francés, inglés, español y alemán. Aprendió a tocar varios instrumentos, aunque su favorito siempre fue el piano. Se decía que era la niña más feliz de la tierra, pues nunca perdía la sonrisa y todos quedaban cautivados por ella. Fueron muchos los que presentaban a sus hijos para que fueran el futuro marido de Maxine, pero su padre los rechazaba con un simple gesto de su mano. Desde que Jean Bilodeau vio el sexo de su hija, hizo un trato con su mayor confidente y mejor amigo, el Conde Delacroux: el hijo de éste, que por aquel entonces tenía 2 años de vida, sería el esposo de la niña. Es por eso que, los niños pasaban casi todas las vacaciones juntos, conociéndose y jugando pero, los sentimientos que desarrollaron nunca fueron los esperados. Siempre se trataron como hermanos, pero jamás como prometidos, aunque la palabra boda nunca les abandonó.

En 1789, se desató la Revolución Francesa. Su padre se vio obligado a actuar, por lo que nunca estaba en casa. Su madre y Maxine se mudaron a una villa del Conde y su familia, a las afueras de París con la finalidad de ser protegidas. Sin embargo, una noche, cuando todos estaban durmiendo, un grupo de lealistas asaltó la casa y mató a todos sus integrantes salvo a la pequeña Maxine, que por aquel entonces tenía 12 años y que se encontraba en un lago cercano, observando las estrellas, tras haberse despertado de una pesadilla, la cual le impedía volver a conciliar el sueño. De esta forma, oyó los gritos de su madre desde la lejanía, llamándola con agonía mientras la violaban y la mataban. Maxine, totalmente sola, solo pudo esperar y llorar en la oscuridad, mientras unos extraños hombres la dejaban huérfana y sin prometido, así como sin la familia de éste. Cuando amaneció, se acercó lentamente a la casa, ya desierta. Allí, se encontró con los cuerpos apilados de todos aquellos que amaba. Tras llorar y gritarle a sus padres, deseando que estuvieran dormidos y no muertos, salió huyendo del lugar. En aquel momento, la niña más feliz de la tierra se convirtió en la más desgraciada y su amable sonrisa no volvió a aparecer.

Durante los años siguientes, vagabundeó por las calles de París. Aprendió a robar y vivía en un pequeño callejón oscuro con la única compañía que los gatos callejeros. Se volvió hostil, rebelde, su lengua se volvió viperina debido a las duras palabras que aprendía, la que fue una sonrisa inocente, pasó a ser una de oscura diversión. Sus dedos olvidaron el tacto de la seda, de las teclas del piano y de la buena vida. Su piel delicada pasó a estar llena de durezas debido al trabajo que se veía obligada a hacer. En más de única ocasión tenía que ofrecer su cuerpo a modo de cambio, por unas cuantas monedas. En su adolescencia, su belleza se hizo bastante notable, a pesar de la suciedad que cubría todo su cuerpo, y la cual no dudaba en usar con algunos hombres ricos para robarles. Usó sus habilidades con los idiomas para engañar y seducir a extranjeros. Pronto Maxine, la niña buena pasó a ser Max, la joven ladrona.
En 1796, comenzó a sentirse extraña y no tardó en darse cuenta que la tuberculosis la había alcanzado. Maldiciendo y luchando con las escasas fuerzas que le quedaban, fue llevada por algunos amigos vagabundos que se había ganado con los años, a un hospital revolucionario. Allí, simplemente la limpiaron y un cura le dio la noticia de que pasara lo que pasara, la enfermedad estaba demasiado avanzada y que iba a morir. Max, recibió la noticia con una cansada sonrisa, “justo cuando mi vida no podía ir mejor” le susurró con ironía al cura, rechazándolo pues, desde la muerte de sus padres, se prometió a sí misma que nunca volvería a rezar y a creer en Dios, pues él la había abandonado al llevarse a todos sus seres queridos.

Un día, entre sueño y sueño, abrió los ojos y vio un hombre caminando entre las numerosas camas de enfermos, estudiándolos atentamente, con una extraña expresión en el rostro. No parecía asqueado, sino más bien parecía buscar algo concienzudamente. Era tan hermoso que Maxine no podía apartar sus ojos azules de él. Se movía majestuosamente y, a pesar de su juventud, sus ojos mostraban años y años de conocimiento. Cuando éste llegó hasta su cama y sus ojos se encontraron con los suyos, Max no pudo evitar sonrojarse ante la cara de decepción que mostraba. Ella, totalmente humillada, usó parte de sus escasas energías para insultarle cuando este ya pasaba de largo. –Maleducado –El hombre pareció oírla, aunque no es que ella lo hubiera dicho en voz baja, y volvió sobre sus pasos -¿Perdona? –le dijo con voz grave y seductora. –Me has oído perfectamente, pero si quieres lo repito,…Mal-e-du-ca-do –la sonrisa que mostró la joven fue entre orgullosa y rebelde -. Puede que esté a punto de morir, pero me has visto despierta, podrías decir hola, por lo menos. Aunque parece que no soy lo que buscas, lamento que mi moribundo aspecto te decepcione –la expresión del desconocido iba cambiando por momento, primero superioridad, luego sorpresa, pasando por el enojo y, finalmente, la curiosidad. Se arrodilló junto a la enferma y la estudió de arriba abajo. Se detuvo un momento en sus manos, de las cuales cogió una de ellas y la observó atentamente –Tienes manos de pianista. ¿Eres de familia rica como para permitirse un piano? –le preguntó sin apartar los ojos de sus dedos. Maxine no pudo evitar sonrojarse. –Familia, ¿qué es eso? Yo no tengo de eso y, antes de que tu perfecta cara cambie a compasión, déjame decirte que no la quiero, hace mucho de aquello y ya casi me había olvidado de él… hasta que has venido tú y me lo has recordado, muchas gracias –soltó entre enfadada y soñadora, ya que miles de imágenes de su niñez cruzaron su mente. –Eres muy habladora, no te cortas ni un pelo en decir lo que piensas –el hombre parecía tener cada vez más curiosidad –No sirve de nada guardarse las cosas, esconder lo que uno piensa solo nos lleva a construir un mundo falso y carente de sentido –de repente se sentía muy cansada por lo que cerró los ojos e ignoró al deslumbrante hombre que tenía ahora sentado a un lado de su cama. Pasaron unos minutos de silencio antes de que él volviese a hablar por última vez –Dime, Maxine, ¿quieres vivir una vida totalmente nueva, llena de poder, pasión e inmortalidad? –la pregunta hizo que la joven abriera los ojos sorprendida, sin saber qué decir. Sin embargo, él pareció ver la respuesta en su mirada pues sonrió y se agachó sobre ella. Maxine se quedó totalmente quieta y solo dejó escapar un pequeño gemido de dolor cuando sintió unos colmillos clavándose en su cuello.

A partir de ese momento, su mundo cambió. El desconocido, llamado Domenic Vassier, estuvo a su lado mientras ella experimentó su muerte y su renacimiento. Cuando volvió a abrir los ojos de nuevo, se sentía fuerte, poderosa y lo más importante, la enfermedad que antes le había ido arrebatando las energías poco a poco, había desaparecido. Se sentía como nueva y cuando Domenic le explicó lo que le había hecho, no cabía en sí misma del gozo. Le explicó que se había convertido en un vampiro y todo lo que aquello implicaba. Maxine lo escuchaba y aprendía con el paso de los días. Cuando él le dijo que la iba a adoptar como su hija, no pudo evitar sonreír, estaba satisfecha.

Durante los tres años que pasaron hasta el presente, Maxine se trasladó a la casa de su ahora padre, donde éste le enseñó no solo cosas que un vampiro necesita saber, sino también le enseñó el mundo del arte, la música y la cultura. Sin embargo, ella se escaqueaba siempre que podía, pues había cosas que ella ya conocía y prefería ir a la calle y beber sangre, que recibir clases de historia, ganándose numerosas reprimendas por parte de su padre. Aun así, ella siempre le estuvo enormemente agradecida por haberle dado esta nueva vida y sabía que haría cualquier cosa por él, aunque no se lo iba a poner tan fácil.

DATOS EXTRA

- En su tiempo libre se dedica a escribir novelas, es uno de sus grandes hobbies.
- Sólo ha vuelto a mostrar su amable sonrisa y fue cuando Domenic le compró un piano y pudo volver a tocar su melodía favorita.
- A pesar de mostrar un carácter reacio ante la idea de volver a recibir “clases”, ella adora cuando su padre adoptivo la llama para una nueva lección de su nueva vida.
- Adora la sangre humana, desde su transformación, su idea de los humanos, la llevó a pensar que eran seres inferiores, los cuales solo sirven para saciar su sed.
- Le encanta jugar con sus presas, seduciéndolas antes de matarlas. Aunque es algo que le oculta a su padre.

por **Tarik Pattakie** Sáb Abr 18, 2015 12:02 am

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