AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
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Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
Las cuatro noches habían pasado más lentamente de lo que jamás pude imaginar. Cada noche había pasado como una eternidad, una eternidad llena de dudas y de preguntas que no sabía como responderme.
¿Qué iba a pasar cuando llegara el día? ¿Tendría visiones? ¿Qué pasaría si las tenía? Y lo más importante de todo... ¿recordaría algo de mi pasado?
El miedo había ido inundándome aquellos días, frustrando mi capacidad de pensar con claridad. El miedo a descubrirme a mí mismo me atemorizaba, a descubrir que había sido un monstruo siendo humano... el miedo, sin duda, a no saber qué hacer de mí cuando supiera finalmente quién era.
Después de la charla con aquel chico, todo pareció volverse confuso en mi mente. La propia idea de saberme ayudado por alguien me resultaba chocante. A pesar de todo, intenté entrentenerme los días siguientes buscando alguna fiesta de alta sociedad y un traje para asistir a una de esas. Pero todo fue demasiado fácil, y las preguntas aparecieron de nuevo en mi mente, haciendo que la espere se alargase aún más de lo necesario.
Con todo esto en la cabeza, sin darme cuenta, llegué al lugar de encuentro. La plaza Tertre. Suspiré, ni siquiera me había dado cuenta de que había llegado ya. Me atreví a preguntarle a un señor que hora era, y aún faltaban varios minutos para las nueve de la noche.
Caminé dando vueltas, de una lado para otro, esperando que aquel joven que se había atrevido a ayudarme apareciese, pues por una razón u otro, todo parecía ser más sencillo si alguien que ya sabía quién era y que me había ocurrido, estaba conmigo en un momento así.
Me sacudí el traje varias veces, odiaba aquellas ropas, pero no me quedaba otra que llevarlas si queríamos entrar. Había logrado encontrar un par de invitaciones y solo tendría que darle una de ellas a mi acompañante, y todo estaría listo.
Todo, claro, menos yo.
[Siento si no es gran cosa este inicio xD! El orden sería: Eric, Anuar, Soren...]
¿Qué iba a pasar cuando llegara el día? ¿Tendría visiones? ¿Qué pasaría si las tenía? Y lo más importante de todo... ¿recordaría algo de mi pasado?
El miedo había ido inundándome aquellos días, frustrando mi capacidad de pensar con claridad. El miedo a descubrirme a mí mismo me atemorizaba, a descubrir que había sido un monstruo siendo humano... el miedo, sin duda, a no saber qué hacer de mí cuando supiera finalmente quién era.
Después de la charla con aquel chico, todo pareció volverse confuso en mi mente. La propia idea de saberme ayudado por alguien me resultaba chocante. A pesar de todo, intenté entrentenerme los días siguientes buscando alguna fiesta de alta sociedad y un traje para asistir a una de esas. Pero todo fue demasiado fácil, y las preguntas aparecieron de nuevo en mi mente, haciendo que la espere se alargase aún más de lo necesario.
Con todo esto en la cabeza, sin darme cuenta, llegué al lugar de encuentro. La plaza Tertre. Suspiré, ni siquiera me había dado cuenta de que había llegado ya. Me atreví a preguntarle a un señor que hora era, y aún faltaban varios minutos para las nueve de la noche.
Caminé dando vueltas, de una lado para otro, esperando que aquel joven que se había atrevido a ayudarme apareciese, pues por una razón u otro, todo parecía ser más sencillo si alguien que ya sabía quién era y que me había ocurrido, estaba conmigo en un momento así.
Me sacudí el traje varias veces, odiaba aquellas ropas, pero no me quedaba otra que llevarlas si queríamos entrar. Había logrado encontrar un par de invitaciones y solo tendría que darle una de ellas a mi acompañante, y todo estaría listo.
Todo, claro, menos yo.
[Siento si no es gran cosa este inicio xD! El orden sería: Eric, Anuar, Soren...]
Invitado- Invitado
Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
La cabeza le habia dolido gran parte de la mañana, sentía punzadas, como si algo en su interior intentase manar y no hubiese otra forma sino de abrir su cabeza por la mitad, sentía que el cerebro se le engrandecía de una forma dolorosa, tenia nauseas y un mareo poco propio en el, no debía volver a tomar como lo habia hecho las secuelas no eran nada agradables, pasar medio dia en cama cuando debía terminar de arreglar la ropa que le quedaba unos palmos mas chica de lo debido, habia conseguido ropa de porte y calidad unas cuantas tallas mas chica, suerte era que supiese de costura y ese tipo de cosas que a segundas de algunas personas solo las féminas debían conocer.
Habia emprendido pues el camino con los pantalones de tela importada y camisa…era tan suave como una que nunca hubiese portado, llevaba el moño en el bolsillo por lo ridículo que creía le hacia lucir aunque y sin temor para mentir podia decir cualquiera que lucia mejor que en otras ocasiones pese y a que suponía y se esmeraba en decir que la belleza difería, era sugestiva y efímera, la belleza que captaba el corazón esa era la que realmente jamás se extinguía.
Andaba sobre el empedrado clap-clap escuchaban sus oídos, el sonido retumbándole en los tímpanos aun con un mal sabor de boca se habia hecho jurar a si mismo que no volveria a beber por olvidar porque si bien no recordaba gran parte de la noche anterior el malestar no le alegraba en lo absoluto. Olvidando aquellas cosas se enfoco en lo que aquel dia haría, acompañaría a Eric a suponer recordar su pasado porque nadie le aseguraba que asi fuese a ser, se colarían en una fiesta si esque el vampiro habia conseguido entradas, estarían un rato, quizá lograría cuchichear con algunos ilustres hipócritas de la alta sociedad y después se marcharían.
Llego hasta el lugar acordado a la hora acordaba dejando que su mirada rondara el lugar, intentando ubicarlo para andar hacia el, tardo algunos minutos en reconocer la figura que impacientemente se movia de un lado a otro como en un baile al compas de una inaudible orquesta, se acerco con tranquilidad bufando –me siento ridículo- le indico una vez cercano a el, con la camisa exuberante y llamativa, con telas por aquí y por alla, abombachada, con el pantalón lustroso y el rostro afeitado aunque tampoco esque tuviese que afeitarse muy seguido era como decía su madre “lampiño”.
Saco el moño del bolsillo mostrándoselo –no se como ponerlo- confeso torciendo los labios, no le agradaba llegar y saludar a las personas cuando ya las conocían y tenían un encuentro arreglado, mas fácil era y hacer algo productivo.
Habia emprendido pues el camino con los pantalones de tela importada y camisa…era tan suave como una que nunca hubiese portado, llevaba el moño en el bolsillo por lo ridículo que creía le hacia lucir aunque y sin temor para mentir podia decir cualquiera que lucia mejor que en otras ocasiones pese y a que suponía y se esmeraba en decir que la belleza difería, era sugestiva y efímera, la belleza que captaba el corazón esa era la que realmente jamás se extinguía.
Andaba sobre el empedrado clap-clap escuchaban sus oídos, el sonido retumbándole en los tímpanos aun con un mal sabor de boca se habia hecho jurar a si mismo que no volveria a beber por olvidar porque si bien no recordaba gran parte de la noche anterior el malestar no le alegraba en lo absoluto. Olvidando aquellas cosas se enfoco en lo que aquel dia haría, acompañaría a Eric a suponer recordar su pasado porque nadie le aseguraba que asi fuese a ser, se colarían en una fiesta si esque el vampiro habia conseguido entradas, estarían un rato, quizá lograría cuchichear con algunos ilustres hipócritas de la alta sociedad y después se marcharían.
Llego hasta el lugar acordado a la hora acordaba dejando que su mirada rondara el lugar, intentando ubicarlo para andar hacia el, tardo algunos minutos en reconocer la figura que impacientemente se movia de un lado a otro como en un baile al compas de una inaudible orquesta, se acerco con tranquilidad bufando –me siento ridículo- le indico una vez cercano a el, con la camisa exuberante y llamativa, con telas por aquí y por alla, abombachada, con el pantalón lustroso y el rostro afeitado aunque tampoco esque tuviese que afeitarse muy seguido era como decía su madre “lampiño”.
Saco el moño del bolsillo mostrándoselo –no se como ponerlo- confeso torciendo los labios, no le agradaba llegar y saludar a las personas cuando ya las conocían y tenían un encuentro arreglado, mas fácil era y hacer algo productivo.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
Debía aceptar que desde que Gerard estaba durmiendo en su casa, sus noches se habían vuelto mucho más divertidas. Desde que había llegado a Paris, se había sumido en una monotonía que le agradaba, de su casa a la Universidad y de ella a la tienda, sin mucho espacio para socializar, porque a él no se le daban bien esas cosas, pero ahora que el joven Gerard dormía en su casa, por lo menos tenía alguien con quien conversar por las noches, le gustaba escuchar las aventuras y desventuras de Gerard durante su día como estudiante en la Universidad, sentía que podía vivir através de sus palabras, lo que el astro rey no le permitía gracias a su condición.
De no haber sido por él, no alcanzaba a imaginarse lo dificil que hubiera sido regresar a casa luego de haber peleado ¿peleado? con Anuar. Aunque para ser francos, Anuar estaba enojado por culpa de Gerard. Lo cual era infinitamente irónico. Mientras se acomodaba la camiza de algodón blanco y se la abotonaba parsimoniosamente, Soren se preguntaba si algún día lograría comprender los sentimientos de las personas y más importante aún, si llegaría a sentirlos. Quería ser esa persona perfecta e idónea que Anuar creía ver en él. ¿lo era? No, claro que no. Nunca podría ser como un humano de verdad, él había muerto hacía mucho tiempo. Pero se esforzaba, realmente lo hacía, con cada gesto y con cada palabra, se esforzaba por agradarle.
Patético Soren, sólo buscas las migajas de cariño que crees que Anuar te lanza.
Se organizó el pañuelo verde oliva en el cuello y posteriormente el chaleco y la capa, como dictaba la moda de la alta sociedad. ¿Y que demonios hacía él vistiendose elegantemente? Aquello era tan extraño, como el hecho mismo de que estuviera añorando tanto volver a ver a una persona, cuando se había pasado la existencia, sólo preocupándose por si mismo. Pero así era como funcionaban las cosas en la universidad muy a su pesar, había leído la carta que el decano le había entregado la semana pasada en la reunión y el decano le había pedido asistir a una suntuosa fiesta con reconocidas personalidades de la ciudad, con la intensión de que hicieran donaciónes para la facultad de Artes.
- Mierda - Murmuró saliéndo de su casa, Gerard se había quedado dormido en el sofá mientras leía (o a lo mejor se había emborrachado), odiaba esas fiestas ridículas e hipócritas y lo peor de todo era que su puesto como profesor estaba en juego y debía jugar sus cartas debidamente si quería conservarlo. Salió de la casa con el sombrero de copa negro debidamente puesto y un bastón que nunca usaba en su mano derecha, quien lo viera diría que se trataba de un distinguido caballero.
- ¡Mierda! - Exclamó de nuevo, saltando al techo, para emprender camino hacía el lugar de la fiesta.
(( Más o menos así va vestido Soren, como en estas dos imagenes:
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/8c/Inman_Henry_A_Gentleman_Of_The_Wilkes_Family.jpg
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/96/S%C3%B8dring.jpg ))
De no haber sido por él, no alcanzaba a imaginarse lo dificil que hubiera sido regresar a casa luego de haber peleado ¿peleado? con Anuar. Aunque para ser francos, Anuar estaba enojado por culpa de Gerard. Lo cual era infinitamente irónico. Mientras se acomodaba la camiza de algodón blanco y se la abotonaba parsimoniosamente, Soren se preguntaba si algún día lograría comprender los sentimientos de las personas y más importante aún, si llegaría a sentirlos. Quería ser esa persona perfecta e idónea que Anuar creía ver en él. ¿lo era? No, claro que no. Nunca podría ser como un humano de verdad, él había muerto hacía mucho tiempo. Pero se esforzaba, realmente lo hacía, con cada gesto y con cada palabra, se esforzaba por agradarle.
Patético Soren, sólo buscas las migajas de cariño que crees que Anuar te lanza.
Se organizó el pañuelo verde oliva en el cuello y posteriormente el chaleco y la capa, como dictaba la moda de la alta sociedad. ¿Y que demonios hacía él vistiendose elegantemente? Aquello era tan extraño, como el hecho mismo de que estuviera añorando tanto volver a ver a una persona, cuando se había pasado la existencia, sólo preocupándose por si mismo. Pero así era como funcionaban las cosas en la universidad muy a su pesar, había leído la carta que el decano le había entregado la semana pasada en la reunión y el decano le había pedido asistir a una suntuosa fiesta con reconocidas personalidades de la ciudad, con la intensión de que hicieran donaciónes para la facultad de Artes.
- Mierda - Murmuró saliéndo de su casa, Gerard se había quedado dormido en el sofá mientras leía (o a lo mejor se había emborrachado), odiaba esas fiestas ridículas e hipócritas y lo peor de todo era que su puesto como profesor estaba en juego y debía jugar sus cartas debidamente si quería conservarlo. Salió de la casa con el sombrero de copa negro debidamente puesto y un bastón que nunca usaba en su mano derecha, quien lo viera diría que se trataba de un distinguido caballero.
- ¡Mierda! - Exclamó de nuevo, saltando al techo, para emprender camino hacía el lugar de la fiesta.
(( Más o menos así va vestido Soren, como en estas dos imagenes:
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/8c/Inman_Henry_A_Gentleman_Of_The_Wilkes_Family.jpg
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/96/S%C3%B8dring.jpg ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
Seguía con las vueltas inquieto, no tenía reloj y no podía saber la hora que era. Para más inri, la ropa me molestaba y me hacía sentirme más que incómodo. Odiaba aquellos trajes de alta costura, siempre solía llevar trajes normales, oscuros... pero tendría que acatarme a las normas de la alta sociedad si no quería que descubrieran que Anuar y yo no éramos, precisamente, de alta sociedad. Y la idea me preocupaba más por el chico que por mí, ya que el castigo sería peor para él que para mí, que apenas lo sufriría... suspiré agitando la cabeza, ¿desde cuando un chico que acabas de conocer te preocupa tanto?, pensé torciendo la boca ligeramente. Desde que tienes sentimientos, Eric, susurró otra, desarmándome.
–Me siento ridículo.- escuché que decía Anuar, llegando a mi lado bufando. Le miré arqueando una ceja y se me escapó una risita. Sacó un moño de su bolsillo y me lo acercó mostrándomelo –No sé como ponerlo.- confesó casi en un susurro torciendo los labios. Volví a reírme y cogí el moño para colocárselo.
-¿Así está bien?.- pregunté mirándole al terminar de colocárselo. Rebusqué entonces en mi bolsillo para sacar las invitaciones de la fiesta. -No creo que nadie haga preguntas....- le entregué una de las invitaciones y miré sus ropas divertido. -Esto no encaja para nada contigo....
Ni conmigo, añadí mentalmente, riéndome irónicamente. Observé sus ropas y su, ahora ya colocado, moño... un momento, ¿yo se lo había colocado tan bien? Pero... si yo jamás me había puesto uno de esos... agité la cabeza llevándome una mano a a frente y miré a Anuar. -¿Estás listo?
Estaba más nervioso de lo que jamás había estado, y no entendía porqué. Di unos pasos pensativo y giré la cabeza para mirar a Anuar, esperando que ya estuviera listo y pudierámos irnos.
–Me siento ridículo.- escuché que decía Anuar, llegando a mi lado bufando. Le miré arqueando una ceja y se me escapó una risita. Sacó un moño de su bolsillo y me lo acercó mostrándomelo –No sé como ponerlo.- confesó casi en un susurro torciendo los labios. Volví a reírme y cogí el moño para colocárselo.
-¿Así está bien?.- pregunté mirándole al terminar de colocárselo. Rebusqué entonces en mi bolsillo para sacar las invitaciones de la fiesta. -No creo que nadie haga preguntas....- le entregué una de las invitaciones y miré sus ropas divertido. -Esto no encaja para nada contigo....
Ni conmigo, añadí mentalmente, riéndome irónicamente. Observé sus ropas y su, ahora ya colocado, moño... un momento, ¿yo se lo había colocado tan bien? Pero... si yo jamás me había puesto uno de esos... agité la cabeza llevándome una mano a a frente y miré a Anuar. -¿Estás listo?
Estaba más nervioso de lo que jamás había estado, y no entendía porqué. Di unos pasos pensativo y giré la cabeza para mirar a Anuar, esperando que ya estuviera listo y pudierámos irnos.
Invitado- Invitado
Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
No se movio cuando Eric tomo el moño y se lo coloco sobre el cuello como si aquello fuese cosa de todos los dias, tan usual como respirar aunque dudaba enormemente que para un vampiro la necesidad de inhalar y llenar sus pulmones fuese tan necesaria como podría serlo en el mismo, a los pocos minutos fallecería de asfixia de no ser asi. El saco negro cubria hasta sus muñecas*con aquel negro solo comparable con algun carbón resplandeciente, como una perla negra o algun parecido pues no era de un negro opaco sino casi vivido con luz propia.
Asintio no sabiendo si estaba bien o no, lo movio un poco con sus manos aflojándolo en la medida de lo posible sin bordear en la falta de etiqueta, quizá nunca hubiese asistido a alguno de esos lugares pero la educación era algo que se le habia fomentado y cimentado a puño y regla en su infancia –a decir verdad no- le indico tomando la invitación y observándola unos instantes como si pudiese ser un sueño. La guardo a fin de cuentas en sus bolsillos asintiendo.
-mas el problema no es que yo este listo sino que usted lo estes- le indico ubicándose a su lado con rapidez, comenzando a andar con tranquilidad no con prisa de llegar a aquel lugar, tendrían toda la noche para esperar a que los recuerdos acudiesen o no solo se cuestiono si…de alguien intentar charlar con ellos sospecharía de su falsedad al estar en aquel lugar tanto por su falta de invitación como su nulas similitudes con esas personas cuando minimo el nos e creía asid e hipócrita sabia bien que las palabras estaban llenas de falsedad y de arte pero eso no quitaba la verdad en medida.
Suspiro revolviéndose el cabello para seguidamente acomodarlo con sus alargados dedos de una forma adecuada, con los cristalinos ojos color de miel revoloteando de aquí a alla, observándolo todo con interés aun antes de llegar al salón porque aquella noche seria memorable sin importar que ocurriese, su primera aventura, su primer engaño cuando minimo a sabiendas, la primera vez que asistiría a una reunión de aquella magnitud. Si el estaba asi de ansioso no quería ni pensar como se sentía Eric.
Le miro de soslayo –si en algun momento llega a sentirse incomodo…podríamos irnos que vamos por usted y no por mi- le indico con naturalidad, como si del clima estuviese hablando, relamiéndose los labios y acomodándose el moño.
*se me habia olvidado mencionarlo
Asintio no sabiendo si estaba bien o no, lo movio un poco con sus manos aflojándolo en la medida de lo posible sin bordear en la falta de etiqueta, quizá nunca hubiese asistido a alguno de esos lugares pero la educación era algo que se le habia fomentado y cimentado a puño y regla en su infancia –a decir verdad no- le indico tomando la invitación y observándola unos instantes como si pudiese ser un sueño. La guardo a fin de cuentas en sus bolsillos asintiendo.
-mas el problema no es que yo este listo sino que usted lo estes- le indico ubicándose a su lado con rapidez, comenzando a andar con tranquilidad no con prisa de llegar a aquel lugar, tendrían toda la noche para esperar a que los recuerdos acudiesen o no solo se cuestiono si…de alguien intentar charlar con ellos sospecharía de su falsedad al estar en aquel lugar tanto por su falta de invitación como su nulas similitudes con esas personas cuando minimo el nos e creía asid e hipócrita sabia bien que las palabras estaban llenas de falsedad y de arte pero eso no quitaba la verdad en medida.
Suspiro revolviéndose el cabello para seguidamente acomodarlo con sus alargados dedos de una forma adecuada, con los cristalinos ojos color de miel revoloteando de aquí a alla, observándolo todo con interés aun antes de llegar al salón porque aquella noche seria memorable sin importar que ocurriese, su primera aventura, su primer engaño cuando minimo a sabiendas, la primera vez que asistiría a una reunión de aquella magnitud. Si el estaba asi de ansioso no quería ni pensar como se sentía Eric.
Le miro de soslayo –si en algun momento llega a sentirse incomodo…podríamos irnos que vamos por usted y no por mi- le indico con naturalidad, como si del clima estuviese hablando, relamiéndose los labios y acomodándose el moño.
*se me habia olvidado mencionarlo
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
Llegó al lugar 5 minutos antes de lo acordado, la puntualidad era algo que como profesor valoraba al máximo, entró por la puerta principal y por unos momentos se deslumbró con la elegancia del salón, todo estaba tan impecable que daba la impresión que con sus pies dejaría espantosas manchas. A pesar de ir vestido para la ocación, Soren no pudo evitar sentirse como un enorme mosco nadando entre blanquecina leche. Ensuciando todo a su paso.
- Profesor Kaakarogf - Exclamó una voz y Soren levantó el rostro para reconocer al decano de la facultad de Artes y humanidades de la Universidad, su cabeza sin cabello brillaba con la iluminación del lugar - Que bueno que ha llegado temprano, hay alguien que quiere conocerle - Soren caminó hasta su jefe preparándose mentalmente para sonreír, aunque eso le costaría caro.
Al lado del hombre había una mujer vestida con suntuosa elegancia, un largo vestido azul cristalino con enormes boleros y encajes calléndo suavemente hacía el suelo como una cascada fina, la mujer parecía tener al rededor de 30 años, era un poco más morena de lo standar y sus ojos negros parecían atravezar las paredes. - Su excelencia, Duqueza Depaul - Comentó el Decano con un gesto elegante - Monsieur Soren Kaarkarogf, profesor de artes - Soren se inclinó como era debido y muy a su pesar tomó la mano de la mujer para besarle el dorso. Como odiaba tocar a los humanos, maldito el día en que había decidido mudarse a un país en donde la gente se tocaba por todas partes. En momentos como ese extrañaba la frialdad cultural de Suecia.
- Profesor Kaarkarogf - Comenzó la dama - Un placer -
- El placer es mio su excelencia - Respondió Soren retirando sus labios de la mano de la joven. El decano parecía muy contento con la situación.
- La duqueza Depaul está muy interesada en nuestros proyectos artisticos en la facultad, espero pueda acompañarle durante la noche y resolverle las dudas - Le ordenó amablemente, si, era una orden porque después de todo era su jefe. Le gustara o no tendría que ser el perrito faldero de la duqueza por esa noche.
Una muy larga noche.
Joder.
- Acompañeme profesor - Le indicó la dama abanicándose y comenzando a subir por las escaleras de marbol hacía la plataforma del segundo piso en donde se sentarían los invitados más distinguidos. Soren no tuvo más remedio que seguirla.
- Profesor Kaakarogf - Exclamó una voz y Soren levantó el rostro para reconocer al decano de la facultad de Artes y humanidades de la Universidad, su cabeza sin cabello brillaba con la iluminación del lugar - Que bueno que ha llegado temprano, hay alguien que quiere conocerle - Soren caminó hasta su jefe preparándose mentalmente para sonreír, aunque eso le costaría caro.
Al lado del hombre había una mujer vestida con suntuosa elegancia, un largo vestido azul cristalino con enormes boleros y encajes calléndo suavemente hacía el suelo como una cascada fina, la mujer parecía tener al rededor de 30 años, era un poco más morena de lo standar y sus ojos negros parecían atravezar las paredes. - Su excelencia, Duqueza Depaul - Comentó el Decano con un gesto elegante - Monsieur Soren Kaarkarogf, profesor de artes - Soren se inclinó como era debido y muy a su pesar tomó la mano de la mujer para besarle el dorso. Como odiaba tocar a los humanos, maldito el día en que había decidido mudarse a un país en donde la gente se tocaba por todas partes. En momentos como ese extrañaba la frialdad cultural de Suecia.
- Profesor Kaarkarogf - Comenzó la dama - Un placer -
- El placer es mio su excelencia - Respondió Soren retirando sus labios de la mano de la joven. El decano parecía muy contento con la situación.
- La duqueza Depaul está muy interesada en nuestros proyectos artisticos en la facultad, espero pueda acompañarle durante la noche y resolverle las dudas - Le ordenó amablemente, si, era una orden porque después de todo era su jefe. Le gustara o no tendría que ser el perrito faldero de la duqueza por esa noche.
Una muy larga noche.
Joder.
- Acompañeme profesor - Le indicó la dama abanicándose y comenzando a subir por las escaleras de marbol hacía la plataforma del segundo piso en donde se sentarían los invitados más distinguidos. Soren no tuvo más remedio que seguirla.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
–A decir verdad no.- escuché que decía aún un par de pasos por detrás. Le miré y vi como observaba la invitación para luego guardarla, era mejor que no preguntara de donde la había sacado. Sonreí casi de forma invisible ante la idea y observé como Anuar se colocaba a mi lado con rapidez. -Más el problema no es que yo este listo sino que usted lo este.
Le miré sin saber bien que responder, no sabía si realmente estaba o no listo. El miedo parecía estar ganándome la batalla, no podía evitar sentirme asustado ante la idea de llegar a tener alguna visión reveladora. ¿Qué haría si así fuera? ¿Que pasaría? Y sobre todo, ¿qué me mostraría la visión?
Sentí una mirada clavándose en mis ojos de soslayo. –Si en algun momento llega a sentirse incomodo…podríamos irnos que vamos por usted y no por mi.- dijo con toda naturalidad.
Una pequeña sonrisa de agradecimiento se dibujó dificultosamente.
-Lo tendré presente....- dije casi en un murmullo. -Si te soy sincero, estoy más nervioso de lo que creía... tengo miedo, no sé qué va a pasar, si tendré visiones... y me da miedo lo que éstas puedan mostrarme... .- se me escapó una irónica risa. -Temo que en mi otra vida fuera más monstruo de lo que ahora soy... ¿y si esto es un castigo? Una maldición...
Me sumí momentáneamente en mis palabras y seguí caminando con Anuar a mi lado, sintiendo el cortante frío de la noche golpeando contra mi cara. Caminamos un buen rato sintiendo aquel frío, hasta que entrecerrando los ojos, divisé una gran mansión iluminada, delante de la cual había numerosos y ostentosos carruajes. Busqué la invitación en mi bolsillo y comprobé la dirección, ¿sería allí?
Le miré sin saber bien que responder, no sabía si realmente estaba o no listo. El miedo parecía estar ganándome la batalla, no podía evitar sentirme asustado ante la idea de llegar a tener alguna visión reveladora. ¿Qué haría si así fuera? ¿Que pasaría? Y sobre todo, ¿qué me mostraría la visión?
Sentí una mirada clavándose en mis ojos de soslayo. –Si en algun momento llega a sentirse incomodo…podríamos irnos que vamos por usted y no por mi.- dijo con toda naturalidad.
Una pequeña sonrisa de agradecimiento se dibujó dificultosamente.
-Lo tendré presente....- dije casi en un murmullo. -Si te soy sincero, estoy más nervioso de lo que creía... tengo miedo, no sé qué va a pasar, si tendré visiones... y me da miedo lo que éstas puedan mostrarme... .- se me escapó una irónica risa. -Temo que en mi otra vida fuera más monstruo de lo que ahora soy... ¿y si esto es un castigo? Una maldición...
Me sumí momentáneamente en mis palabras y seguí caminando con Anuar a mi lado, sintiendo el cortante frío de la noche golpeando contra mi cara. Caminamos un buen rato sintiendo aquel frío, hasta que entrecerrando los ojos, divisé una gran mansión iluminada, delante de la cual había numerosos y ostentosos carruajes. Busqué la invitación en mi bolsillo y comprobé la dirección, ¿sería allí?
Invitado- Invitado
Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
Lo que descubriese y como reaccionase no estaba ya en sus manos sino sencillamente brindarle su compañía y un hombro sobre el cual apoyarse porque comenzaba a entender que era absurdamente caridadoso en algunos ámbitos como aquel la curiosidad habia estado de la mano con la preocupación y ahora con el acompañamiento.
-sea lo que sea…voy a estar ahí, si las cosas se salen de control yo mismo lo sacare del lugar y si todo sale bien…saldremos sabiendo usted de donde viene y quien es- su taciturna voz se perdió entre las calles dejándole solo pensando, pensando en lo que podia y no ocurrir, pensando en no probar ni una gota de alcohol, pensando en no dejarle solo y mucho mas importante que ello sacarlo si entraba en algun frenesí ¿habia dico que cuando tenia visión la sangre era lo que le calmaba no? Creía que asi era, suspiro preguntándose si seria capaz de entregarse por su tranquilidad…
Cual fuese el caso observo la mansión con carruajes frente a ella, de estos bajaban renombradas personas, mujeres con pomposos vestidos en vivos colores, rosas, pardos, azules bajos, verdes esmeraldas y un sinfín de colores mas, la mayoría iba acompañada de algun hombre no menos elegantes que ellas, se sintió desubicado unos instantes observando su ropa de soslayo no lucia tan mal…a decir verdad su ropa si bien diferente a la de los demás no perdia aquel ostentoso porte.
-vamos- aclamo ansiosamente tirando con suavidad de la manga de sus vestimentas, avanzando algunos pasos de aquella forma y soltándolo a fin de cuentas no queriendo presionarlo, observo los carruajes cuando pasaron a sus lado, caballos rechonchos, con correas brillantes y pelaje perfecto, sonrio al pensar que recibían mas cuidados de los que el mismo podia brindarse. Se acerco a la entrada mostrando la invitación luciendo sereno, como si todo el tiempo asistiese a ese tipo de reuniones y su rostro ayudaba en lo necesario, sus facciones letárgicas y sus labios estaticos…avanzo una vez le dejaron la entrada libre buscando a Eric por encima de su hombro, se sentía perdido entre el mar de gente, los grupos bien formados de personas cuchicheando, las miradas regaladas a los recién llegados, le observaban…aunque la atención rápidamente des desvio a quien se hacia paso detrás de el y a quien iba detrás de aquel, una rápida hojeada de cada presente como si asi descifrasen como eran o quizá, para contarse chismes de todo mundo.
Se pregunto entonces que iban a hacer en aquel lugar, donde no conocían a nadie.
-sea lo que sea…voy a estar ahí, si las cosas se salen de control yo mismo lo sacare del lugar y si todo sale bien…saldremos sabiendo usted de donde viene y quien es- su taciturna voz se perdió entre las calles dejándole solo pensando, pensando en lo que podia y no ocurrir, pensando en no probar ni una gota de alcohol, pensando en no dejarle solo y mucho mas importante que ello sacarlo si entraba en algun frenesí ¿habia dico que cuando tenia visión la sangre era lo que le calmaba no? Creía que asi era, suspiro preguntándose si seria capaz de entregarse por su tranquilidad…
Cual fuese el caso observo la mansión con carruajes frente a ella, de estos bajaban renombradas personas, mujeres con pomposos vestidos en vivos colores, rosas, pardos, azules bajos, verdes esmeraldas y un sinfín de colores mas, la mayoría iba acompañada de algun hombre no menos elegantes que ellas, se sintió desubicado unos instantes observando su ropa de soslayo no lucia tan mal…a decir verdad su ropa si bien diferente a la de los demás no perdia aquel ostentoso porte.
-vamos- aclamo ansiosamente tirando con suavidad de la manga de sus vestimentas, avanzando algunos pasos de aquella forma y soltándolo a fin de cuentas no queriendo presionarlo, observo los carruajes cuando pasaron a sus lado, caballos rechonchos, con correas brillantes y pelaje perfecto, sonrio al pensar que recibían mas cuidados de los que el mismo podia brindarse. Se acerco a la entrada mostrando la invitación luciendo sereno, como si todo el tiempo asistiese a ese tipo de reuniones y su rostro ayudaba en lo necesario, sus facciones letárgicas y sus labios estaticos…avanzo una vez le dejaron la entrada libre buscando a Eric por encima de su hombro, se sentía perdido entre el mar de gente, los grupos bien formados de personas cuchicheando, las miradas regaladas a los recién llegados, le observaban…aunque la atención rápidamente des desvio a quien se hacia paso detrás de el y a quien iba detrás de aquel, una rápida hojeada de cada presente como si asi descifrasen como eran o quizá, para contarse chismes de todo mundo.
Se pregunto entonces que iban a hacer en aquel lugar, donde no conocían a nadie.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
- Y entonces cuando la corona pasó al rey Enrique quinto, la familia viajó a Italia para adquirir las obras de... - Soren nunca creyó que algún día sentiría lo que era tener 'sueño' por cansancio, pues su condición inmortal y su cuerpo muerto no le pedía precisamente 'dormir' - Mi padre, habló directamente con el coleccionista y el Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni de 1508 pasó a manos del duque de...- Soren sintió que los ojos se le cerraban peligrosamente y apoyó su cabeza en la palma de la mano y su codo en la mesa, luchando interiormente para no caer en el sopor que la aburrida historia de como la familia nose-que había adquirido nose-que obras.
Desvió su mirada al broche de oro que la mujer llevaba en el cuello, ¿Cuantos años tendría? seguro lo habría usado hasta su abuela, era increible como los objetos trasendían en el tiempo y las personas se encargaban de darle connotaciones inexistentes para justificar su presencia en el mundo, a veces pensaba que él era como un objeto también, una cosa imperecdedera que adquiría valor en los ojos de otros. Ahora era un profesor, respetado ¿en serio? y lo era gracias las palabras de Gerard.
Ahora me falta ser un individuo, un amigo, un amante...No sólo un profesor
Perdió por completo el hilo de la conversación, para desviar la mirada por el balcón hacía la gente que comenzaba a llenar el salón y entonces fue cuando lo vio. Por unos instantes creyó que el sopor de la conversación le estaba afectando realmente el juicio, parpadeó unos instantes incredulo, pero la visión no se fue.
Cabellos de fuego y cojos de sol.
Anuar caminaba entre el resto de mortales como una aparición fantasmagórica, vestido con una elegancia que jamás había visto en él, ataviado como un pavo real macho que exibía sus plumas en un cortejo. Hermoso. El adjetivo llegó a su boca antes de que pudiera evitarlo y el corazón pareció dar un brinco imaginario dentro de su pecho. Y allí estaba Anuar acompañado de un hombre, agarrándole por la manga, parpadeó de nuevo deseando que la visión de ese acompañante desapareciera, pero siguió ahí para su desgracia.
- ¿Profesor Kaarkarogf? - La voz de la mujer, lo trajo de nuevo al mundo real - ¿Me está escuchando? - Su tono era ahora molesto. Soren giró su rostro con lentitud.
- Disculpe, creí reconocer a alguien - Murmuró con un nudo en la garganta.
Desvió su mirada al broche de oro que la mujer llevaba en el cuello, ¿Cuantos años tendría? seguro lo habría usado hasta su abuela, era increible como los objetos trasendían en el tiempo y las personas se encargaban de darle connotaciones inexistentes para justificar su presencia en el mundo, a veces pensaba que él era como un objeto también, una cosa imperecdedera que adquiría valor en los ojos de otros. Ahora era un profesor, respetado ¿en serio? y lo era gracias las palabras de Gerard.
Ahora me falta ser un individuo, un amigo, un amante...No sólo un profesor
Perdió por completo el hilo de la conversación, para desviar la mirada por el balcón hacía la gente que comenzaba a llenar el salón y entonces fue cuando lo vio. Por unos instantes creyó que el sopor de la conversación le estaba afectando realmente el juicio, parpadeó unos instantes incredulo, pero la visión no se fue.
Cabellos de fuego y cojos de sol.
Anuar caminaba entre el resto de mortales como una aparición fantasmagórica, vestido con una elegancia que jamás había visto en él, ataviado como un pavo real macho que exibía sus plumas en un cortejo. Hermoso. El adjetivo llegó a su boca antes de que pudiera evitarlo y el corazón pareció dar un brinco imaginario dentro de su pecho. Y allí estaba Anuar acompañado de un hombre, agarrándole por la manga, parpadeó de nuevo deseando que la visión de ese acompañante desapareciera, pero siguió ahí para su desgracia.
- ¿Profesor Kaarkarogf? - La voz de la mujer, lo trajo de nuevo al mundo real - ¿Me está escuchando? - Su tono era ahora molesto. Soren giró su rostro con lentitud.
- Disculpe, creí reconocer a alguien - Murmuró con un nudo en la garganta.
Última edición por Soren Kaarkarogf el Miér Sep 15, 2010 11:48 pm, editado 1 vez
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
-Sea lo que sea…voy a estar ahí, si las cosas se salen de control yo mismo lo sacare del lugar y si todo sale bien…saldremos sabiendo usted de donde viene y quien es.- su voz recorrió cada espacio de mi mente, alborotándola por completo. ¿Estaba preocupándose aquel chico por mi? ¿Podía realmente estar sucediendo algo así? ¿Podía alguien apiadarse de un monstruo transtornado como yo?
No podía entender como aquel chico, aquel joven al que solo conocía de unas cuantas noches atrás se estuviera ¿preocupando? por mí. Se estaba portando tan bien conmigo que un extraño sentimiento de culpabilidad en mi interior, no supe bien si se trataba de culpa por todas mis maldades, o bien por no poder darle nada a cambio a aquel chico. ¿Qué podría ofrecerle yo? ¿La eternidad en un mordisco? Me reí tontamente ante mis propios pensamientos, estaba claro que Anuar no parecía estar buscando eso. Además yo no me veía capaz de transformar a nadie, nunca lo había hecho, ¿por qué había de hacerlo con él? Si quería agradecerle realmente lo que estaba haciendo por mí, lo último que debía hacer era transformarlo, aquello no podía llamarse "regalo" precisamente.
-Vamos.- dijo la voz ansiosa de Anuar, tirando con suavidad de mis ropas, sacándome de mis pensamientos y mis paranoias. Me soltó al cabo de un rato y se adentró antes que yo en la mansión, dejándome un momento atrás.
Recorrí con la mirada cada uno de los ostentosos carruajes, con aquellos preciosos pero maltratados caballos, las mujeres bajando de ellos con sus llamativos trajes y los hombres tomándolas de la mano para acompañarlas dentro. Lo extraño de todo aquello, no eran los carruajes, los trajes de los hombres y mujeres o simplemente los cocheros, lo extraño, era que todo aquello no me resultaba raro. Era como si ya estuviera acostumbrado, y yo no estaba acostumbrado a aquello. Odiaba a todo aquel que se creía superior por tener dinero y me trataba como un "pobre".
Mientras avanzaba, sentí la mirada del joven buscándome por encima de su hombro, y me apresuré para colocarme a su lado.
-No dejo de sentir que todo esto es completamente normal para mí... es como cuando te coloqué el moño, salió solo....- agité la cabeza algo confuso y posé una mano sobre su hombro con tranquilidad. -Aguarda aquí.- le susurré casi al oído. -Creo que sé que debemos hacer para pasar desapercibidos aquí....- mis labios se encorvaron en lo que pareció ser una media sonrisa.
Me alejé unos pasos de él hasta encontrar un camarero con una bandeja llena de copas de vino. Tomé una con seguridad, sin mirar al camarero a los ojos ni mudar mi fría expresión. Ya con las copas en las manos, me giré para volver con Anuar, cuando la presencia de otro vampiro alertó a mi mente.
Recorrí el lugar con la mirada velozmente, buscando a alguien que llamara la atención, pero no pude encontrar a nadie. No estaba acostumbrado a buscar y encontrar vampiros, con lo que era inútil hacer nada. Solo mi mandíbula se tensó, aunque intenté disimularlo al volver con Anuar.
-Creo que no soy el único vampiro aquí....- me sinceré en un susurro, dándole su copa de vino. -No sé ni donde está ni cual de todas estas personas es, pero estoy seguro de que hay otro más...
No podía entender como aquel chico, aquel joven al que solo conocía de unas cuantas noches atrás se estuviera ¿preocupando? por mí. Se estaba portando tan bien conmigo que un extraño sentimiento de culpabilidad en mi interior, no supe bien si se trataba de culpa por todas mis maldades, o bien por no poder darle nada a cambio a aquel chico. ¿Qué podría ofrecerle yo? ¿La eternidad en un mordisco? Me reí tontamente ante mis propios pensamientos, estaba claro que Anuar no parecía estar buscando eso. Además yo no me veía capaz de transformar a nadie, nunca lo había hecho, ¿por qué había de hacerlo con él? Si quería agradecerle realmente lo que estaba haciendo por mí, lo último que debía hacer era transformarlo, aquello no podía llamarse "regalo" precisamente.
-Vamos.- dijo la voz ansiosa de Anuar, tirando con suavidad de mis ropas, sacándome de mis pensamientos y mis paranoias. Me soltó al cabo de un rato y se adentró antes que yo en la mansión, dejándome un momento atrás.
Recorrí con la mirada cada uno de los ostentosos carruajes, con aquellos preciosos pero maltratados caballos, las mujeres bajando de ellos con sus llamativos trajes y los hombres tomándolas de la mano para acompañarlas dentro. Lo extraño de todo aquello, no eran los carruajes, los trajes de los hombres y mujeres o simplemente los cocheros, lo extraño, era que todo aquello no me resultaba raro. Era como si ya estuviera acostumbrado, y yo no estaba acostumbrado a aquello. Odiaba a todo aquel que se creía superior por tener dinero y me trataba como un "pobre".
Mientras avanzaba, sentí la mirada del joven buscándome por encima de su hombro, y me apresuré para colocarme a su lado.
-No dejo de sentir que todo esto es completamente normal para mí... es como cuando te coloqué el moño, salió solo....- agité la cabeza algo confuso y posé una mano sobre su hombro con tranquilidad. -Aguarda aquí.- le susurré casi al oído. -Creo que sé que debemos hacer para pasar desapercibidos aquí....- mis labios se encorvaron en lo que pareció ser una media sonrisa.
Me alejé unos pasos de él hasta encontrar un camarero con una bandeja llena de copas de vino. Tomé una con seguridad, sin mirar al camarero a los ojos ni mudar mi fría expresión. Ya con las copas en las manos, me giré para volver con Anuar, cuando la presencia de otro vampiro alertó a mi mente.
Recorrí el lugar con la mirada velozmente, buscando a alguien que llamara la atención, pero no pude encontrar a nadie. No estaba acostumbrado a buscar y encontrar vampiros, con lo que era inútil hacer nada. Solo mi mandíbula se tensó, aunque intenté disimularlo al volver con Anuar.
-Creo que no soy el único vampiro aquí....- me sinceré en un susurro, dándole su copa de vino. -No sé ni donde está ni cual de todas estas personas es, pero estoy seguro de que hay otro más...
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
La idea de que de alguna forma sus recuerdos inexistentes se ligaban a la alta sociedad se hacia cada vez mas real, no podia sino poder haberle colocado el moño con tal naturalidad, o andar por entre el gentío sin verse turbado, como el mismo podría llegar a verse, las grandes aglomeraciones de personas no le causaban gracia mucho menos si sabia que el no pertenecía a aquellos lugares suerte habia sido conseguir un atuendo que pasase desapercibido ante los demás aunque, el mismo no asi lo hacia sus cabellos si bien no de un rojo intenso eran diferentes a los de la mayoría de las personas, negros, rubios y castaños por doquier, ojos azulados y verdes, obscuros y del color de la canela no asi de la miel…suspiro ampliamente tranquilizándose mas los nervios no eran perceptibles suponía para nadie mas que no fuese Eric, con su siempre taciturno rostro.
Le observo irse y observo en derredor no reconociendo a nadie, bufo, claro que no iba a reconocer a nadie, nadie con quien llevase una comunicación frecuente se encontraría en aquel sitio quizá su nuevo alumno aunque era aun demasiado joven para asistir suponía a esos lugares, y no porque el lo creyese sino porque suponía que entre esas personas los estatus y reglas de sociedad eran tan preciadas como para un religioso la biblia, ambas a su parecer igual de absurdas. Aguardo pues sin anda mas que hacer escuchando el barbullo de los demás grupos de personas procurando no topar su mirada con la de más nadie en realidad no deseaba que nadie se acercara preguntándole quien era y a que se dedicaba ¿Qué diría?¿que mentira inventaría?
Tomo la copa torciendo imperceptiblemente los labios –gracias- murmuro sujetándola sin beber de ella después de la noche anterior no tenia ganas de volver a beber ni una gota del alcohol, observo nuevamente el lugar buscando disimuladamente con la mirada encogiéndose al final de hombros –supongo que como muchos intentan pasar desapercibidos llevando vidas “normales”…quizá no sea nada de que preocuparse- aseguro percatándose de los tenso que se encontraba, le observo unos instantes con curiosidad –en todo caso eso no es lo importante…¿esperaremos hasta ver si sucede algo? – cuestiono azorado por el gentío esforzando por Eric -¿o quieres hablar con alguien?...quiza eso te ayude- le indico buscando algun candidato con la mirada.
Llevo inconscientemente la copa hasta sus labios dándole un sorbo ¿era acaso que se estaba haciendo un adicto? No muy posiblemente fuese para apaciguar sus sentidos, arrugo suavemente el puente de la nariz -¿bailan en estas reuniones?- le cuestiono el recordaba haber asistido cuando niño a un reunión del pueblo si bien su padre no le habia permitido separarse de su hermana habia visto a los humildes bailar al son de los tambores y griterío, el nunca lo habia intentado pero la incógnita se formulo asi sin mas quizá era solo una reunión para hablar.
Le observo irse y observo en derredor no reconociendo a nadie, bufo, claro que no iba a reconocer a nadie, nadie con quien llevase una comunicación frecuente se encontraría en aquel sitio quizá su nuevo alumno aunque era aun demasiado joven para asistir suponía a esos lugares, y no porque el lo creyese sino porque suponía que entre esas personas los estatus y reglas de sociedad eran tan preciadas como para un religioso la biblia, ambas a su parecer igual de absurdas. Aguardo pues sin anda mas que hacer escuchando el barbullo de los demás grupos de personas procurando no topar su mirada con la de más nadie en realidad no deseaba que nadie se acercara preguntándole quien era y a que se dedicaba ¿Qué diría?¿que mentira inventaría?
Tomo la copa torciendo imperceptiblemente los labios –gracias- murmuro sujetándola sin beber de ella después de la noche anterior no tenia ganas de volver a beber ni una gota del alcohol, observo nuevamente el lugar buscando disimuladamente con la mirada encogiéndose al final de hombros –supongo que como muchos intentan pasar desapercibidos llevando vidas “normales”…quizá no sea nada de que preocuparse- aseguro percatándose de los tenso que se encontraba, le observo unos instantes con curiosidad –en todo caso eso no es lo importante…¿esperaremos hasta ver si sucede algo? – cuestiono azorado por el gentío esforzando por Eric -¿o quieres hablar con alguien?...quiza eso te ayude- le indico buscando algun candidato con la mirada.
Llevo inconscientemente la copa hasta sus labios dándole un sorbo ¿era acaso que se estaba haciendo un adicto? No muy posiblemente fuese para apaciguar sus sentidos, arrugo suavemente el puente de la nariz -¿bailan en estas reuniones?- le cuestiono el recordaba haber asistido cuando niño a un reunión del pueblo si bien su padre no le habia permitido separarse de su hermana habia visto a los humildes bailar al son de los tambores y griterío, el nunca lo habia intentado pero la incógnita se formulo asi sin mas quizá era solo una reunión para hablar.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
No podía evitar que su mirada se desviara constantemente hacía el balcón, comenzaba a sentirse como un acosador de colegialas, de esos que se escondían tras los arbustos a las salidas de los claustros educativos. Pero no podía evitar que sus ojos se clavaran en el rojizo cabello de Anuar y el estomago se le revolviera como si hubiera comido algo en mal estado. No habían hablado en días y sus instrucciones de que 'Cuando estuviera preparado le buscaría donde Erkki' habían sido ambiguas. Gerard le había pasado el mensaje y Soren se había quedado pensando en que quizás esa preparación de la que hablara pudiera durar meses o inclusive años. Que extraño se sentía añorar ver a alguien cuando se estaba acostumbrado a velar sólo por si mismo.
El tiempo nunca había significado mucho para él, pues al ser inmortal, el concepto temporal deja de tener el mismo sentido y continuidad que para las creaturas condenadas al envejecimiento, así que había llegado a pensar que podría esperarle años si era lo que necesitaba. La duqueza se había levantado por unos momentos para retocarse o algo así, con otras damas que habían llegado al lugar, por lo que ahora se encontraba sólo en el sofá, observó aún con el rostro apoyado en la palma de su mano, como Anuar hablaba con el otro hombre de traje elegante.
Algo le llamó la atención en el hombre, quizás su palidez, ahora que lo reparaba bien, tenía esa aura misteriosa propia de los de su clase, cerró los ojos y los volvió abrir, activando su técnica de detención de auras, todo el lugar apareció en escala de grises y las personas brillaron en colores dependiendo de los estados de su alma, Anuar brillaba de color azul claro, estaba calmado, pero algunas motas violeta le indicaban que estaba un poco nervioso también y su interlocutor... el color de su alma hizo que Soren abriera los ojos de par en par, pálida, desagradable, un vampiro y las vetas negras como manchones, un vampiro que habías cometido bastantes atrocidades, en otras palabras un vampiro peligroso que podría atacar en cualquier momento.
Su cuerpo se tensó e inevitablemente cientos de preguntas llegaron a su mente en cuestión de segundos ¿Anuar se relacionaba con otros vampiros? ¿Anuar mezclándose con la alta sociedad? La teoría más obvia era que el vampiro en cuestión había tomado a Anuar como su humano, su mascota y le estaba luciéndo en su circulo social. Soren conocía a muchos vampiros que hacían eso, la gran mayoría a decir verdad, se obsecionaban con un humano por su belleza o sangre o lo que fuera y se apropiaban de ellos como si fueran sus amos. Y bueno, lo eran, en teoría. Eso explicaba perfectamente las ropas elegantes de Anuar y el que estuviera bebiendo vino, cuando le había dicho que lo odiaba.
Una poderosa sensación de rabia lo embargó. No era celos lo que sentía, era verdadera rabia, por el vampiro en cuestión que se había atrevido a robarle su humano.
¿Un momento... 'su' humano? ¿Desde cuando lo consideraba de su propiedad?
Soren, Soren, no lo nieges, eres igual que los otros, ahora, luchemos por lo que nos pertenece, oh si... deja que la ira fluya...
(( perdonad. me quedó larguisimo y no hice nada -_- pero habrá acción pronto lo prometo! Dx ))
El tiempo nunca había significado mucho para él, pues al ser inmortal, el concepto temporal deja de tener el mismo sentido y continuidad que para las creaturas condenadas al envejecimiento, así que había llegado a pensar que podría esperarle años si era lo que necesitaba. La duqueza se había levantado por unos momentos para retocarse o algo así, con otras damas que habían llegado al lugar, por lo que ahora se encontraba sólo en el sofá, observó aún con el rostro apoyado en la palma de su mano, como Anuar hablaba con el otro hombre de traje elegante.
Algo le llamó la atención en el hombre, quizás su palidez, ahora que lo reparaba bien, tenía esa aura misteriosa propia de los de su clase, cerró los ojos y los volvió abrir, activando su técnica de detención de auras, todo el lugar apareció en escala de grises y las personas brillaron en colores dependiendo de los estados de su alma, Anuar brillaba de color azul claro, estaba calmado, pero algunas motas violeta le indicaban que estaba un poco nervioso también y su interlocutor... el color de su alma hizo que Soren abriera los ojos de par en par, pálida, desagradable, un vampiro y las vetas negras como manchones, un vampiro que habías cometido bastantes atrocidades, en otras palabras un vampiro peligroso que podría atacar en cualquier momento.
Su cuerpo se tensó e inevitablemente cientos de preguntas llegaron a su mente en cuestión de segundos ¿Anuar se relacionaba con otros vampiros? ¿Anuar mezclándose con la alta sociedad? La teoría más obvia era que el vampiro en cuestión había tomado a Anuar como su humano, su mascota y le estaba luciéndo en su circulo social. Soren conocía a muchos vampiros que hacían eso, la gran mayoría a decir verdad, se obsecionaban con un humano por su belleza o sangre o lo que fuera y se apropiaban de ellos como si fueran sus amos. Y bueno, lo eran, en teoría. Eso explicaba perfectamente las ropas elegantes de Anuar y el que estuviera bebiendo vino, cuando le había dicho que lo odiaba.
Una poderosa sensación de rabia lo embargó. No era celos lo que sentía, era verdadera rabia, por el vampiro en cuestión que se había atrevido a robarle su humano.
¿Un momento... 'su' humano? ¿Desde cuando lo consideraba de su propiedad?
Soren, Soren, no lo nieges, eres igual que los otros, ahora, luchemos por lo que nos pertenece, oh si... deja que la ira fluya...
(( perdonad. me quedó larguisimo y no hice nada -_- pero habrá acción pronto lo prometo! Dx ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
Observé el rostro de Anuar tras mis palabras. Al tomar la copa en su mano un gesto apareció casi de forma fugaz por sus labios, como si la idea de tener cerca el alcohol le perturbase.
-Gracias.- murmuró sujetando la copa sin acercarla a su boca en ningun momento. Su mirada recorrió la estancia y sus hombros se encogieron ligeramente.–Supongo que como muchos intentan pasar desapercibidos llevando vidas “normales”…quizá no sea nada de que preocuparse.- asentí distante, esperaba que las palabras de Anuar se cumplieran, aquella noche mi mente no estaría preparada para enfrentarse a nadie. Mi mente se enfrentaba a mi cuerpo de forma casi directa, dándole órdenes que yo jamás habría dado, manejándome a su antojo, como una marioneta en manos de un genial maestro.
La mirada del chico me sacó de mis conflictos mentales por un momento, un observé como me miraba con curiosidad. –En todo caso eso no es lo importante…¿esperaremos hasta ver si sucede algo?.- asentí muy débilmente, ni siquiera estaba seguro de que fuera a pasar algo, y si así era, la idea de tener una visión allí me asustaba demasiado. ¿Pordría controlar a mi mente? ¿Podría matar a mis instintos por unas horas?
-¿O quieres hablar con alguien? Quizá eso te ayude.- continuó, sacándome de nuevo de mis miedos. Otra vez me quedé sin contestación, y parpadée aturdido bajando ligeramente la mirada.
Le observé, percatándome de que parecía buscar a alguien en la sala con quien poder hablar, llevándose la copa a la boca después, dando un pequeño trago y arrugando el puente de la nariz, como si el vino le desagradara o algo parecido. -¿Bailan en estas reuniones?.- dijo de pronto, cambiando el tema de conversación por completo.
-Imagino que en cuento terminen de llegar los invitados y los anfitriones saluden a la gente más importante, nos llevarán a un salón donde cenaremos y después, sí, habrá baile.- cuando terminé de decir todo esto mis ojos se abrieron de par en par, como si acabase de ver un fantasma. Fruncí el ceño echándome la mano a la frente y cerré los ojos un instante. -Maldita sea, esto no puede ser normal....- murmuré entre dientes, lo suficientemente bajo para que solo Anuar me escuchase. Apreté los dientes y me acerqué la copa a la boca, con intención de dar un pequeño sorbo, pero cuando lo hice, una asquerosa sensación inundó mi boca y tragué de mala manera. -Al menos, ya he sacado algo nuevo de todo esto... no me gusta el vino.- lo dije tan tranquilamente que me fue inevitable echarme a reír. Quizá fueran los nervios, o aquella extraña sensación de no sentirme fuera de lugar en ningún momento, pero mi risa sonó mucho menos fría de lo habitual.
Miré a Anuar con una extraña tranquilidad que me inundó por un segundo, un corto segundo interrumpido por mi mente, de nuevo. Como comenzaba a odiarla aquella noche...
-Deberíamos esperar a que alguien nos salude en lugar de hacerlo nosotros, ya que nadie nos conoce y así podremos fingir que somos nobles de algún lejano país... .- no pude evitar estirar los labios un momento, no entendía de donde sacaba todas aquellas ideas. -Normalmente en estas fiestas se saluda primero a quien conoces, y luego, si eres nuevo te presentan al anfitrión... ¡ah!.- exclamé molesto apretando los dientes un momento, bajando duramente la mirada. ¿Cómo podía saber yo todo aquello? Me eché la mano a la frente de nuevo y froté suavemente intentando poner calma a todos mis pensamientos. -Porca miseria.- dije irritado entre dientes, y me bebí todo aquel asqueroso vino de un trago.
La copa cayó precipitadamente al suelo, rompiéndose en mil pedazos de cristal esparcidos por todo el suelo.
-Gracias.- murmuró sujetando la copa sin acercarla a su boca en ningun momento. Su mirada recorrió la estancia y sus hombros se encogieron ligeramente.–Supongo que como muchos intentan pasar desapercibidos llevando vidas “normales”…quizá no sea nada de que preocuparse.- asentí distante, esperaba que las palabras de Anuar se cumplieran, aquella noche mi mente no estaría preparada para enfrentarse a nadie. Mi mente se enfrentaba a mi cuerpo de forma casi directa, dándole órdenes que yo jamás habría dado, manejándome a su antojo, como una marioneta en manos de un genial maestro.
La mirada del chico me sacó de mis conflictos mentales por un momento, un observé como me miraba con curiosidad. –En todo caso eso no es lo importante…¿esperaremos hasta ver si sucede algo?.- asentí muy débilmente, ni siquiera estaba seguro de que fuera a pasar algo, y si así era, la idea de tener una visión allí me asustaba demasiado. ¿Pordría controlar a mi mente? ¿Podría matar a mis instintos por unas horas?
-¿O quieres hablar con alguien? Quizá eso te ayude.- continuó, sacándome de nuevo de mis miedos. Otra vez me quedé sin contestación, y parpadée aturdido bajando ligeramente la mirada.
Le observé, percatándome de que parecía buscar a alguien en la sala con quien poder hablar, llevándose la copa a la boca después, dando un pequeño trago y arrugando el puente de la nariz, como si el vino le desagradara o algo parecido. -¿Bailan en estas reuniones?.- dijo de pronto, cambiando el tema de conversación por completo.
-Imagino que en cuento terminen de llegar los invitados y los anfitriones saluden a la gente más importante, nos llevarán a un salón donde cenaremos y después, sí, habrá baile.- cuando terminé de decir todo esto mis ojos se abrieron de par en par, como si acabase de ver un fantasma. Fruncí el ceño echándome la mano a la frente y cerré los ojos un instante. -Maldita sea, esto no puede ser normal....- murmuré entre dientes, lo suficientemente bajo para que solo Anuar me escuchase. Apreté los dientes y me acerqué la copa a la boca, con intención de dar un pequeño sorbo, pero cuando lo hice, una asquerosa sensación inundó mi boca y tragué de mala manera. -Al menos, ya he sacado algo nuevo de todo esto... no me gusta el vino.- lo dije tan tranquilamente que me fue inevitable echarme a reír. Quizá fueran los nervios, o aquella extraña sensación de no sentirme fuera de lugar en ningún momento, pero mi risa sonó mucho menos fría de lo habitual.
Miré a Anuar con una extraña tranquilidad que me inundó por un segundo, un corto segundo interrumpido por mi mente, de nuevo. Como comenzaba a odiarla aquella noche...
-Deberíamos esperar a que alguien nos salude en lugar de hacerlo nosotros, ya que nadie nos conoce y así podremos fingir que somos nobles de algún lejano país... .- no pude evitar estirar los labios un momento, no entendía de donde sacaba todas aquellas ideas. -Normalmente en estas fiestas se saluda primero a quien conoces, y luego, si eres nuevo te presentan al anfitrión... ¡ah!.- exclamé molesto apretando los dientes un momento, bajando duramente la mirada. ¿Cómo podía saber yo todo aquello? Me eché la mano a la frente de nuevo y froté suavemente intentando poner calma a todos mis pensamientos. -Porca miseria.- dije irritado entre dientes, y me bebí todo aquel asqueroso vino de un trago.
La copa cayó precipitadamente al suelo, rompiéndose en mil pedazos de cristal esparcidos por todo el suelo.
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
¿Cómo sabia tanto sobre aquellas cosas? Claramente su pasado se remontaba haber asistido a ese tipo de reuniones, a haberse colocado un centenar de moños y haber bebido de forma desagradable de copas de vino, de haber entablado conversaciones con anfitriones y haber bailando y gozado de una cena digna de un rey por lo menos a los ojos humilde de un marginado pintor como el nisiquiera tenia hambre habia comido un trozo de pan en las ultimas horas y con eso si estomago se habia conformado que triste era pensar que mientras la gente humilde, no hablando ya de el, se morían de hambre en las calles aquel grupo adinerado lo desperdiciaban como si de algun mal se tratase como si repartiéndolo a diestra y siniestra en lujos innecesarios satisficiesen alguna necesidad propia, algo que no estaba completo y que con aquel desperdicio lograría estarlo.
-podríamos decir que tu eres un noble y yo…tu ¿sirviente? - aunque sus ropas no eran las dignas de uno no quería tener que contestar incógnitas lanzadas a su persona siendo un basayo seguramente nadie se sentiría atraído a dirigirle la mirada ademas Eric parecía mucho mas tranquilo de relacionarse con aquellas personas mucho mas de lo que el podría estarlo no conociendo aquel mundo de esplendores y falsas necesidades –pero no conocemos a nadie…supongo que entonces habrá que esperar- le indico tranquilamente terminándose la copa sin siquiera caer en cuenta de sus acciones.
Entrecerro los parpados al escuchar el ruido del cristal al romperse, extendió la mano dejando la suya en manos de una dama desconocida, nisiquiera se fijo en su rostro sino que sus iris amielados y pupilas semi dilatadas se fijaron en Eric, le sujeto con firmeza de uno de los brazos acercando sus labios a su oído para que mas nadie pudiese oir -¿Qué recuerdas?- le cuestiono comenzando a ponerse nervioso ¿y si realmente tenia una visión?¿y si terminaba mordiéndolo frente a todo ese gentío?¿y si lastimaba a alguien?
Sus labios temblaron suavemente sobre su lugar, abriéndose paso con cuidado entre el gentío pegándose a una de las paredes para perderse entre el barbullo, le sujetaba con un brazo guiándole, si se iban a montar alguna escena prefería no estar en medio salón, su corazón se acelero en lo minimo de la medida, sentía una curiosidad irreprochable mas preguntar quizá sobraba en aquellos instantes ¿o podría ayudar para hacerle recordar? -¿ves algo?- le cuestiono por lo menos sus recuerdos eran imágenes, sonidos y palabras que retumbando sobre sus oídos parecían pronunciadas de labios de algun cercano ¿estaba bien indagar en la herida ajena?¿le hacia un bien o un mal? Sintió un suave mareo y sus mejillas se tiñeron de un rojo pardo, aguardaría mejor.
-podríamos decir que tu eres un noble y yo…tu ¿sirviente? - aunque sus ropas no eran las dignas de uno no quería tener que contestar incógnitas lanzadas a su persona siendo un basayo seguramente nadie se sentiría atraído a dirigirle la mirada ademas Eric parecía mucho mas tranquilo de relacionarse con aquellas personas mucho mas de lo que el podría estarlo no conociendo aquel mundo de esplendores y falsas necesidades –pero no conocemos a nadie…supongo que entonces habrá que esperar- le indico tranquilamente terminándose la copa sin siquiera caer en cuenta de sus acciones.
Entrecerro los parpados al escuchar el ruido del cristal al romperse, extendió la mano dejando la suya en manos de una dama desconocida, nisiquiera se fijo en su rostro sino que sus iris amielados y pupilas semi dilatadas se fijaron en Eric, le sujeto con firmeza de uno de los brazos acercando sus labios a su oído para que mas nadie pudiese oir -¿Qué recuerdas?- le cuestiono comenzando a ponerse nervioso ¿y si realmente tenia una visión?¿y si terminaba mordiéndolo frente a todo ese gentío?¿y si lastimaba a alguien?
Sus labios temblaron suavemente sobre su lugar, abriéndose paso con cuidado entre el gentío pegándose a una de las paredes para perderse entre el barbullo, le sujetaba con un brazo guiándole, si se iban a montar alguna escena prefería no estar en medio salón, su corazón se acelero en lo minimo de la medida, sentía una curiosidad irreprochable mas preguntar quizá sobraba en aquellos instantes ¿o podría ayudar para hacerle recordar? -¿ves algo?- le cuestiono por lo menos sus recuerdos eran imágenes, sonidos y palabras que retumbando sobre sus oídos parecían pronunciadas de labios de algun cercano ¿estaba bien indagar en la herida ajena?¿le hacia un bien o un mal? Sintió un suave mareo y sus mejillas se tiñeron de un rojo pardo, aguardaría mejor.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
No se dio cuenta si la duqueza había regresado o no, sus ojos estaban ahora fijos en el vampiro sin importarle nada más, su aura le perturbaba demasiado, ese vampiro había cometido atrocidades, era capaz de asesinar a sangre fría si lo deseaba, era instintivo y sus movimientos erráticos no hacían más que preocuparle, entonces había dejado caer la copa al suelo y esta se había quebrado, las personas a su alrededor habían girado sus rostros y comenzado a cuchichear escondiendo sus rostros tras abanicos o guantes, uno de los meseros se acercó a limpiar el desastre y Anuar... se había acercado demasiado a la oreja de Eric, le decía algo y luego, le tomaba, le conducía, le llevaba gentílmente hacía una esquina.
Soren tragó saliva recordando todas las veces en las que Anuar le había alado del brazo en el parque de diversiones, también en el circo, por unos instantes tuvo la visión de estar corriendo a su lado, metidos en algún lio, como un par de niños y ahora ese mismo chico se habría paso conduciendo a otra persona, salvándole del embarazoso momento, preocupándose por él. Había tantas cosas que no sabía de Anuar le que aterraba, ¿Y si ese vampiro era su amigo? ¿Y si le había conocido antes que él? No eso no podía ser, la primera vez que se conocieron, le había dicho que él era el primer vampiro. Se agarró al bordel del balcón apretándolo con fuerza hasta que sus nudillos se volvieron blancos. ¡Quería saltar sobre ellos! Saltar sobre ellos y separarlos como un niño que le arranca de las manos su juguete favorito a un hermano mayor.
Soren, recuerda quien eres y en donde estás. Un paso en falso y estás jodido de verdad. ¿Quieres conservar tu trabajo? ¡Comportate!
No había solución tenía que limitarse a alguna técnica mental, tenía que descubrir la identidad de ese hombre sin ponerse en evidencia, se concentró en presionar su mente, empujar sus sentidos, meterse en su cabeza, tenía que saber... Anuar corría peligro, eso era lo único que sabía. Se quedó mirándo al vampiro con fijesa y todo a su alrededor desapareció, quedó oscuro, solo la figura iluminada del hombre apareció en ese espacio, al parecer el hombre pasaba por un mal momento porque su mente no estaba poniéndo mucha resistencia. Presionó un poco más y entonces una abalancha de visiones lo sobrecogió por unos instantes arrancándole el aliento.
¿Que demonios era todo eso? Escuchó voces, gritos, dos personas, algo borrozo, sentimientos de miedo, ira, frenéticos le envolvían como una vorágine inexplicable.
-¡Suéltame! ¡No te he hecho nada para que te comportes así!.-
Alguien gritaba, oh dios, cuanta angustia. Algo se rompía ¿Era el interior de Eric?...¿Eric? ¿Cómo sabia su nombre?
Soren tragó saliva recordando todas las veces en las que Anuar le había alado del brazo en el parque de diversiones, también en el circo, por unos instantes tuvo la visión de estar corriendo a su lado, metidos en algún lio, como un par de niños y ahora ese mismo chico se habría paso conduciendo a otra persona, salvándole del embarazoso momento, preocupándose por él. Había tantas cosas que no sabía de Anuar le que aterraba, ¿Y si ese vampiro era su amigo? ¿Y si le había conocido antes que él? No eso no podía ser, la primera vez que se conocieron, le había dicho que él era el primer vampiro. Se agarró al bordel del balcón apretándolo con fuerza hasta que sus nudillos se volvieron blancos. ¡Quería saltar sobre ellos! Saltar sobre ellos y separarlos como un niño que le arranca de las manos su juguete favorito a un hermano mayor.
Soren, recuerda quien eres y en donde estás. Un paso en falso y estás jodido de verdad. ¿Quieres conservar tu trabajo? ¡Comportate!
No había solución tenía que limitarse a alguna técnica mental, tenía que descubrir la identidad de ese hombre sin ponerse en evidencia, se concentró en presionar su mente, empujar sus sentidos, meterse en su cabeza, tenía que saber... Anuar corría peligro, eso era lo único que sabía. Se quedó mirándo al vampiro con fijesa y todo a su alrededor desapareció, quedó oscuro, solo la figura iluminada del hombre apareció en ese espacio, al parecer el hombre pasaba por un mal momento porque su mente no estaba poniéndo mucha resistencia. Presionó un poco más y entonces una abalancha de visiones lo sobrecogió por unos instantes arrancándole el aliento.
¿Que demonios era todo eso? Escuchó voces, gritos, dos personas, algo borrozo, sentimientos de miedo, ira, frenéticos le envolvían como una vorágine inexplicable.
-¡Suéltame! ¡No te he hecho nada para que te comportes así!.-
Alguien gritaba, oh dios, cuanta angustia. Algo se rompía ¿Era el interior de Eric?...¿Eric? ¿Cómo sabia su nombre?
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
La necesidad de cerrar los ojos con fuerza se hizo presente con rapidez. Y así lo hizo, los cerré con fuerza, con una fuerza brutal, pues se estaba acercando, otra tortura mental se acercaba. Otra visión. El dolor comenzaba a inundarme y me ví obligado a apretar los dientes con fuerza, tanta, que por un momento sentí como chirriaban.
Una de las manos de Anuar tomó mi brazo con firmeza, y sentí su aliento cerca de mi oreja, preguntándome qué recoradaba.
Era casi imposible responderle, cualquier movimiento suponía el doble de dolor para mí en aquel momento, y aunque me sintiese culpable por no poder contestar a sus preguntas, no hice el esfuerzo de responder. Agradecí el momento en el que Anuar me sacaba del medio de la multitud y me llevaba a una zona más apartada. Golpée con el puño la pared que estaba a nuestro lado, golpeando con fuerza en un amago de infrigirme algún daño físico que cesase aquel dolor mental que me estaba volviendo completamente loco. Pero todo era inútil. ¡Todo! Apoyé la cabeza en la pared, respirando agitado y dolorido, deseando que aquello acabase cuanto antes. Pero en lugar de eso, los dolores empeoraron de pronto, haciendo que me encogiese sobre mi mismo, quedando de cuclillas en el suelo y la cabeza apoyada en aquella pared.
Alguien había entrado en mi mente, alguien parecía controlar las puertas que se abrían y cerraban en mi torturada mente, abriendo puertas de las memorias que jamás habían sido abiertas. Mis ojos se abrieron de par en par por un momento, dando aquel aspecto cadavérico a mi rostro.
Un feroz grito de dolor escapó de mi boca, y desesperado, mis manos se fueron a mi cabeza, aprentándola con fuerza para cesar aquel dolor que me inundaba y torturaba con tanta fuerza.
¡Aquel hombre era yo! ¡Aquel maldito hombre era yo!
Con cada repetición de la visión lo tenía más claro, aquel era yo, podía verlo con claridad. Podría sentir el miedo, la angustia, la impotencia, el dolor... la muerte. Aquella sensación tan agobiante y angustiosa como el propio dolor que me invadía.
-¡B-BASTA..!.- grité a duras penas, notando como algo frío bajaba por mis mejillas y las mojaba lentamente.
Pero aquello no cesaba, alguien parecía haberlo programado abriendo aquella puertas en mi memoria. No podía más, no podía luchar más contra aquel dolor. Deseaba mi propia muerte, el fin de aquel dolor, de aquella sensación, de aquella angustia. Pero mi mente había ganado la batalla, y sin que pudiera evitarlo ni luchar contra aquel impulso, mi cuerpo se levantó y, tras arrancar de cuajo el moño que llevaba, mis colmillos fueron directos al cuello de Anuar.
Aquella sangre era desagradablemente dulce, pero mi mente me decía a gritos que la necesitaba, y yo no podía pararla, yo no podía parar a mi mente, era solo su triste marioneta...
(Lo que me ha costado escribir esta escena, creo que la he reescrito 3 veces...)
Una de las manos de Anuar tomó mi brazo con firmeza, y sentí su aliento cerca de mi oreja, preguntándome qué recoradaba.
Era casi imposible responderle, cualquier movimiento suponía el doble de dolor para mí en aquel momento, y aunque me sintiese culpable por no poder contestar a sus preguntas, no hice el esfuerzo de responder. Agradecí el momento en el que Anuar me sacaba del medio de la multitud y me llevaba a una zona más apartada. Golpée con el puño la pared que estaba a nuestro lado, golpeando con fuerza en un amago de infrigirme algún daño físico que cesase aquel dolor mental que me estaba volviendo completamente loco. Pero todo era inútil. ¡Todo! Apoyé la cabeza en la pared, respirando agitado y dolorido, deseando que aquello acabase cuanto antes. Pero en lugar de eso, los dolores empeoraron de pronto, haciendo que me encogiese sobre mi mismo, quedando de cuclillas en el suelo y la cabeza apoyada en aquella pared.
Alguien había entrado en mi mente, alguien parecía controlar las puertas que se abrían y cerraban en mi torturada mente, abriendo puertas de las memorias que jamás habían sido abiertas. Mis ojos se abrieron de par en par por un momento, dando aquel aspecto cadavérico a mi rostro.
"-¡No puedes hacerme daño, maldito estúpido!.- gritó aquella mujer de cabellos rojizos abalánzandose sobre el hombre, aprisionándolo entre su cuerpo y la cama de éste.
-¡Suéltame! ¡No te he hecho nada para que te comportes así!.- el hombre forcejeaba con la mujer intentando librarse de ella, pero era algo casi imposible.
-¡Rechazarme! ¡¿Quién demonios te crees que eres para rechazarme?!.- gritó ella llena de ira.
Lo siguiente que sentió aquel hombre fueron los colmillos de aquella vampiresa en su cuello, y aunque luchó por apartarla de él, su fuerza le bloqueó por completo. Apenas pudo hacer más que gritar y gemir de dolor en lo que parecía la muerte segura. Lo último que pudo ver aquel hombre fueron los cabellos rojizos de la mujer caer sobre su cara, y sus ojos clavarse en los suyos, justo cuando las puertas de la muerte se abrían ante él."
-¡Suéltame! ¡No te he hecho nada para que te comportes así!.- el hombre forcejeaba con la mujer intentando librarse de ella, pero era algo casi imposible.
-¡Rechazarme! ¡¿Quién demonios te crees que eres para rechazarme?!.- gritó ella llena de ira.
Lo siguiente que sentió aquel hombre fueron los colmillos de aquella vampiresa en su cuello, y aunque luchó por apartarla de él, su fuerza le bloqueó por completo. Apenas pudo hacer más que gritar y gemir de dolor en lo que parecía la muerte segura. Lo último que pudo ver aquel hombre fueron los cabellos rojizos de la mujer caer sobre su cara, y sus ojos clavarse en los suyos, justo cuando las puertas de la muerte se abrían ante él."
Un feroz grito de dolor escapó de mi boca, y desesperado, mis manos se fueron a mi cabeza, aprentándola con fuerza para cesar aquel dolor que me inundaba y torturaba con tanta fuerza.
¡Aquel hombre era yo! ¡Aquel maldito hombre era yo!
Con cada repetición de la visión lo tenía más claro, aquel era yo, podía verlo con claridad. Podría sentir el miedo, la angustia, la impotencia, el dolor... la muerte. Aquella sensación tan agobiante y angustiosa como el propio dolor que me invadía.
-¡B-BASTA..!.- grité a duras penas, notando como algo frío bajaba por mis mejillas y las mojaba lentamente.
Pero aquello no cesaba, alguien parecía haberlo programado abriendo aquella puertas en mi memoria. No podía más, no podía luchar más contra aquel dolor. Deseaba mi propia muerte, el fin de aquel dolor, de aquella sensación, de aquella angustia. Pero mi mente había ganado la batalla, y sin que pudiera evitarlo ni luchar contra aquel impulso, mi cuerpo se levantó y, tras arrancar de cuajo el moño que llevaba, mis colmillos fueron directos al cuello de Anuar.
Aquella sangre era desagradablemente dulce, pero mi mente me decía a gritos que la necesitaba, y yo no podía pararla, yo no podía parar a mi mente, era solo su triste marioneta...
(Lo que me ha costado escribir esta escena, creo que la he reescrito 3 veces...)
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
Sus parpados se abrieron de par en par amenazando con perder la orbita natural de su ojo, el iris resplandeciendo en oro puro, centellante contra la luz del lugar, le observaba preocupado tangiblemente preocupado, sus labios temblaban como dos hojas contra el viento sin soporte alguno, sus manos iban de aun lado a otro, intentando sujetarlo, hacer que parase mas todo era inútil si aquello debía hacer para recordar, para que el dolor cesase ¿Quién era el para evitarlo?
Miro de reojo al gentío algunos le observaban los mas cercanos a ellos, anonadados por la situación ¿Quiénes eran? Parecía escuchar aquella misma cuestión una y otra vez de labios de todos los que prestaban atención a lo que en nada les incumbía, su mirada regreso a Eric cuando algo salió de sus labios profesado como una suplica que habia terminado en un sordo grito, ¿basta? La impotencia comenzó a carcomerle por dentro como alguna sustancia toxica algun mal que no podia controlar.
Observo el cuerpo de Eric levantarse ¿estaba ya bien? Su mirada se fijo en el rostro ajeno esperando alguna oración corta, alguna muestra de que las visiones habían cesado y habia logrado recordar algo mas aquello no sucedió, el moño fue zafado de su cuello con brusquedad el mismo que el habia puesto lo quitaba ahora sin delicadeza alguna, tirando de el, forzándolo contra su tersa piel hasta que la tela habia cesado, sus parpados se abrieron de par en par por la acción no logrando su mente comprender que sucedia.
Sus labios se abrieron dejando escapar un sordo alarido como si la vida misma se le escapase por los labios, sus manos se sujetaron a la cintura de Eric apretándole con fuerza en un vago intento de separarlo, sus parpados se cerraron y su rostro se compungió en un gesto de molestia –para- le rogo en voz baja estaban en una fiesta de sociedad ¿y si les veian? No quería voltear a ver si aquello era verdad si alguien los estaba observando…todo el mundo sabria que Eric era un vampiro…no.
Sus manos soltaron el cuerpo ajeno, una de ellas se apoyo de la pared cuando minimo el lado por el cual le habia mordido no era el mas visible para el gentío, intentaba mantener su respiración tan calma como le era posible mas el bombear de su corazón se habia acelerado de forma notoria, la sangre comenzaba a drenarse terminando en la boca de Eric –Eric basta- bramo apoyando su mano sobre su estomago, empujándole con fuerza intentando alejarlo –detente- murmuro comenzando a sentir su cuerpo mas liviano ¿Quién le iba a detener? ¿iba a frenarse hasta dejarle inerte?
Miro de reojo al gentío algunos le observaban los mas cercanos a ellos, anonadados por la situación ¿Quiénes eran? Parecía escuchar aquella misma cuestión una y otra vez de labios de todos los que prestaban atención a lo que en nada les incumbía, su mirada regreso a Eric cuando algo salió de sus labios profesado como una suplica que habia terminado en un sordo grito, ¿basta? La impotencia comenzó a carcomerle por dentro como alguna sustancia toxica algun mal que no podia controlar.
Observo el cuerpo de Eric levantarse ¿estaba ya bien? Su mirada se fijo en el rostro ajeno esperando alguna oración corta, alguna muestra de que las visiones habían cesado y habia logrado recordar algo mas aquello no sucedió, el moño fue zafado de su cuello con brusquedad el mismo que el habia puesto lo quitaba ahora sin delicadeza alguna, tirando de el, forzándolo contra su tersa piel hasta que la tela habia cesado, sus parpados se abrieron de par en par por la acción no logrando su mente comprender que sucedia.
Sus labios se abrieron dejando escapar un sordo alarido como si la vida misma se le escapase por los labios, sus manos se sujetaron a la cintura de Eric apretándole con fuerza en un vago intento de separarlo, sus parpados se cerraron y su rostro se compungió en un gesto de molestia –para- le rogo en voz baja estaban en una fiesta de sociedad ¿y si les veian? No quería voltear a ver si aquello era verdad si alguien los estaba observando…todo el mundo sabria que Eric era un vampiro…no.
Sus manos soltaron el cuerpo ajeno, una de ellas se apoyo de la pared cuando minimo el lado por el cual le habia mordido no era el mas visible para el gentío, intentaba mantener su respiración tan calma como le era posible mas el bombear de su corazón se habia acelerado de forma notoria, la sangre comenzaba a drenarse terminando en la boca de Eric –Eric basta- bramo apoyando su mano sobre su estomago, empujándole con fuerza intentando alejarlo –detente- murmuro comenzando a sentir su cuerpo mas liviano ¿Quién le iba a detener? ¿iba a frenarse hasta dejarle inerte?
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
(( Cristo señor bendito iluminame (?) ))
Una mujer le atacaba de repente, pero Soren sabía que se trataba sólo de la visión, aunque lo estuviera viendo en primera persona, la mujer gritaba, soberbia, podía ver sus colmillos, una vampireza, el instinto asesino brillando en sus irises, mordía al indefenso hombre con fiereza y este se sumía en la desesperación y el horror. ¿Era ese hombre Eric?, se concentró un poco más, el barandal de metal bajo sus dedos comenzó a ceder y adoblarse amolándose a la forma de sus dedos gracias a la fuerza con la que estaba presionando. Todo seguía oscuro a su alrededor, más negro que la más oscura de las noches, su objetivo fijado, no pastañeaba, no se movía, parecía un depredador escondido en la hierva a punto de saltar.
Eso es Soren, destruye su mente, vamos, vuelvela pedazos, disfruta de su dolor...
Una sonrisa se formó en sus labios de manera inconsciente. Porque ya no era Soren, bueno, si (en teoría) pero no el Soren que se detendría y sentiría piedad, se relamió los labios con cevicia, sus pupilas negras habían crecido tanto que parecían comerse el iris azul que las emvolvía.
Enloquece de dolor, sucio bastardo, vamos, destruyete... siente el miedo apoderarse de tu mente como una araña enorme que te sube por la espalda, saboréalo ¿a que sabe Eric? Oh, si espeso y nauseabundo, como tu corazón muerto... no tienes salida, no tienes a donde correr, porque estoy dentro de ti... sólo destruyéndote podrás destruirme...
- ¿Profesor Kaarkarogf? -
No escuchó la voz.
- ¿Profesor Kaarkarogf? ¿Me está escuchando?-
Sólo podía escuchar los ruidos inconexos de la mente de Eric.
- ¡PROFESOR! -
Una mano le sacudió por la espalda y giró su rostro con intención de arrancar ese brazo de un mordisco, se encontró con el rostro extrañado de la duqueza, había otro par de mujeres elegantes a su lado, Soren volvió su mirada de regreso a su presa, molesto por la interrupción y entonces fue cuando finalmente sus ojos captaron lo que pasaba y no sólo las visiones.
El vampiro mordía a Anuar.
- ¡MIERDA! - Exclamó y la duqueza y las damas, se llevaron las manos a la boca sorprendidas con tan espantosa palabra, en cuestión de segundos Soren se había levantado de la silla y había empujado a la duqueza para quitarla del camino, la mujer calló contra el mantel color pastel y las copas con vino se regaron creando enormes manchones, la duqueza gritó a unisono con las demás mujeres, gritos que se perdieron en el aire, porque Soren ya iba bajando las escaleras del segundo piso abriendose paso a empujones. Ya no escuchaba, ya no veía ya no pensaba... ya no existía el razocinio ni el juicio.
Ese bastardo ha mordido a Anuar.
Su mano se agarró del hombro de Eric como una garra y lo haló tan fuerte hacía atrás que los colmillos del vampiro rasgaron la piel del cuello del humano, levantándola dolorosamente.
¡Ese bastardo debe morir!.
Una mujer le atacaba de repente, pero Soren sabía que se trataba sólo de la visión, aunque lo estuviera viendo en primera persona, la mujer gritaba, soberbia, podía ver sus colmillos, una vampireza, el instinto asesino brillando en sus irises, mordía al indefenso hombre con fiereza y este se sumía en la desesperación y el horror. ¿Era ese hombre Eric?, se concentró un poco más, el barandal de metal bajo sus dedos comenzó a ceder y adoblarse amolándose a la forma de sus dedos gracias a la fuerza con la que estaba presionando. Todo seguía oscuro a su alrededor, más negro que la más oscura de las noches, su objetivo fijado, no pastañeaba, no se movía, parecía un depredador escondido en la hierva a punto de saltar.
Eso es Soren, destruye su mente, vamos, vuelvela pedazos, disfruta de su dolor...
Una sonrisa se formó en sus labios de manera inconsciente. Porque ya no era Soren, bueno, si (en teoría) pero no el Soren que se detendría y sentiría piedad, se relamió los labios con cevicia, sus pupilas negras habían crecido tanto que parecían comerse el iris azul que las emvolvía.
Enloquece de dolor, sucio bastardo, vamos, destruyete... siente el miedo apoderarse de tu mente como una araña enorme que te sube por la espalda, saboréalo ¿a que sabe Eric? Oh, si espeso y nauseabundo, como tu corazón muerto... no tienes salida, no tienes a donde correr, porque estoy dentro de ti... sólo destruyéndote podrás destruirme...
- ¿Profesor Kaarkarogf? -
No escuchó la voz.
- ¿Profesor Kaarkarogf? ¿Me está escuchando?-
Sólo podía escuchar los ruidos inconexos de la mente de Eric.
- ¡PROFESOR! -
Una mano le sacudió por la espalda y giró su rostro con intención de arrancar ese brazo de un mordisco, se encontró con el rostro extrañado de la duqueza, había otro par de mujeres elegantes a su lado, Soren volvió su mirada de regreso a su presa, molesto por la interrupción y entonces fue cuando finalmente sus ojos captaron lo que pasaba y no sólo las visiones.
El vampiro mordía a Anuar.
- ¡MIERDA! - Exclamó y la duqueza y las damas, se llevaron las manos a la boca sorprendidas con tan espantosa palabra, en cuestión de segundos Soren se había levantado de la silla y había empujado a la duqueza para quitarla del camino, la mujer calló contra el mantel color pastel y las copas con vino se regaron creando enormes manchones, la duqueza gritó a unisono con las demás mujeres, gritos que se perdieron en el aire, porque Soren ya iba bajando las escaleras del segundo piso abriendose paso a empujones. Ya no escuchaba, ya no veía ya no pensaba... ya no existía el razocinio ni el juicio.
Ese bastardo ha mordido a Anuar.
Su mano se agarró del hombro de Eric como una garra y lo haló tan fuerte hacía atrás que los colmillos del vampiro rasgaron la piel del cuello del humano, levantándola dolorosamente.
¡Ese bastardo debe morir!.
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
–Para.- rogó de pronto la voz de Anuar. Había intentado separarme de él pero era algo casi imposible. Cerré los ojos con fuerza. Tenía que parar, ¡tenía que hacerlo! Anuar era el último que se merecía lo que le estaba haciendo. –Eric basta.- otra vez una de sus manos intentaba alejarme de él inutilmente –Detente.- murmuró su voz cada vez más débil.
El único que podía pararme era yo mismo, tenía que ganarle la batalla a mi mente. Sí, aquello dolía, dolía a rayos, acababa conmigo y me hacía desear mi propia muerte, ¿pero y él? ¿Acaso él merecía ser víctima de mis torturas? ¿Acaso la única persona que se había preocupado por mí merecía ser torturada de esa manera?
Vamos Eric, ¡basta!
Cerré los ojos en un intento por vencer a mi mente, por vencer a aquella maldita mente que me obligaba a morder a aquel chico, el único que se había molestado en conocerme... ¡Vamos Eric, PARA! ¡PARA!. Pero todas las palabras sonaban demasiado sordas en mi interior.
Y volvió, aquel dolor volvió, intensificándose aún más si era posible, y todo aquel resto de mi mismo que quedase fue devastado por aquel dolor que me llevaba a desear la muerte misma. Tenía que acabar, era Anuar o yo, y mi mente, que ya había tomado el control, parecía decantarse por la muerte de Anuar y no la mía propia.
Aquello era demasiado poderoso, era demasiado devastador. Por primera vez sentí como todos mis sentidos desaparecían, como toda parte de mí moría y sacaba toda la maldad que mi transtornada mente tenía.
Eric había dejado de existir, aquel Eric que intentaba separarse de Anuar había muerto, y solo quedaba una mente transtornada dispuesta a hacer lo que fuera por cesar su dolor.
De pronto una mano sujetó mi hombro con tanta fuerza que de haber sido humano estaría completamente roto. Con fuerza, aquella mano me tiró hacia atrás, provocando que mis colmillos se separasen del cuello de Anuar y con ellos, se abriese una herida en su cuello.
Sentí como entonces el dolor se intensificaba, y mis manos volvían a mi cabeza para apretarla con fuerza en un intento de cesar aquel dolor. Volvía a encogerme sobre mí mismo y gritar, gritar tan fuerte que mis propios gritos me ensordecían. Aquello no paraba, no quería parar, y no podía hacer más que desear mi propia muerte. Así todo acabaría para siempre: las visiones, el dolor, el sufrimiento que yo provocaba a los demás. Tenía que acabar con aquello, tenía que cesar con mi maldita existencia. Estaba claro por mis visiones que yo estaba destinado a morir, aquella vampiresa había querido matarme y seguramente, para alargar mi maldita existencia, me había condenado a esta vida.
No podía pensar, no tenía la minima posibilidad de idear alguna forma de acabar con todo aquello. Alguien debía hacerlo por mí, alguien debía parar aquel dolor... o acabar con mi vida.
El único que podía pararme era yo mismo, tenía que ganarle la batalla a mi mente. Sí, aquello dolía, dolía a rayos, acababa conmigo y me hacía desear mi propia muerte, ¿pero y él? ¿Acaso él merecía ser víctima de mis torturas? ¿Acaso la única persona que se había preocupado por mí merecía ser torturada de esa manera?
Vamos Eric, ¡basta!
Cerré los ojos en un intento por vencer a mi mente, por vencer a aquella maldita mente que me obligaba a morder a aquel chico, el único que se había molestado en conocerme... ¡Vamos Eric, PARA! ¡PARA!. Pero todas las palabras sonaban demasiado sordas en mi interior.
Y volvió, aquel dolor volvió, intensificándose aún más si era posible, y todo aquel resto de mi mismo que quedase fue devastado por aquel dolor que me llevaba a desear la muerte misma. Tenía que acabar, era Anuar o yo, y mi mente, que ya había tomado el control, parecía decantarse por la muerte de Anuar y no la mía propia.
Aquello era demasiado poderoso, era demasiado devastador. Por primera vez sentí como todos mis sentidos desaparecían, como toda parte de mí moría y sacaba toda la maldad que mi transtornada mente tenía.
Eric había dejado de existir, aquel Eric que intentaba separarse de Anuar había muerto, y solo quedaba una mente transtornada dispuesta a hacer lo que fuera por cesar su dolor.
De pronto una mano sujetó mi hombro con tanta fuerza que de haber sido humano estaría completamente roto. Con fuerza, aquella mano me tiró hacia atrás, provocando que mis colmillos se separasen del cuello de Anuar y con ellos, se abriese una herida en su cuello.
Sentí como entonces el dolor se intensificaba, y mis manos volvían a mi cabeza para apretarla con fuerza en un intento de cesar aquel dolor. Volvía a encogerme sobre mí mismo y gritar, gritar tan fuerte que mis propios gritos me ensordecían. Aquello no paraba, no quería parar, y no podía hacer más que desear mi propia muerte. Así todo acabaría para siempre: las visiones, el dolor, el sufrimiento que yo provocaba a los demás. Tenía que acabar con aquello, tenía que cesar con mi maldita existencia. Estaba claro por mis visiones que yo estaba destinado a morir, aquella vampiresa había querido matarme y seguramente, para alargar mi maldita existencia, me había condenado a esta vida.
No podía pensar, no tenía la minima posibilidad de idear alguna forma de acabar con todo aquello. Alguien debía hacerlo por mí, alguien debía parar aquel dolor... o acabar con mi vida.
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Re: Il quarto giorno... [Anuar & Soren]
Sus manos golpeaban inútilmente el torso del vampiro siendo cada vez menor la fuerza del impulso, la mirada se le extravió comenzando a ver poco mas que figuras borrosas y manchones indelimitados escuchaba algunos cuchicheos cercanos a ellos ¿sabrian que ocurria o sencillamente se limitaban a criticar su cercanía? Quizá aquello lucia a ojos de ignorantes un beso que no debía existir, que mas deseaba que aquello se tratase de una muestra de afecto cuando muy por el contrario la acción parecía encaminada a arrebatarle hasta el ultimo aliento de vida, se sujeto a el con el corazón aminorando su ritmo mas pareciendo querer saltar de su pecho.
Su dedos se afianzaron de su camisa no teniendo ningun soporte para seguir en pie mas que los colmillos del vampiro sujetando su cuello, sentía como la sangre se colaba por dentro de su vestimenta humedeciendo su cuerpo, manchando su cuerpo y a la vez sus prendas, no logro ahogar aquel grito causa del dolor. Sus manos se posaron con rapidez en la herida dejándole caer, palpo con sus dedos su cuello aquella delicada y frágil piel humana que ahora se alzaba a tajos dejando correr la sangre aquella preciada tanto para vampiros como para el, su rostro palideció mas de lo normal.
Su mirada cansina se poso sobre Eric, su cabeza apoyada sobre la pared, de lo contrario esta comenzaría a darle vueltas, terminaría en el suelo inconsciente eso era seguro –Soren- murmuro reconociendo a aquel vampiro de cenizos cabellos y azulados iris –Soren- repitió no logrando analizar la información ¿Qué hacia el en aquel lugar?¿y que importaba aquello? Le habia salvado…apretó los parpados reprimiendo toda lagrima que amenazase con escapar, estaban en una fiesta de sociedad debían salir del lugar cuanto antes.
Se levanto con ayuda de la pared acercándose tambaleándose como un muñeco de trapo, intentando contener la sangre con una mano, aquel liquido escarlatino que encontraba camino por entre sus dedos corriendo cual fluvial rio hacia la nada, dio un traspié apoyándose de la pared, con su mano teñida en un rojo vivo –Soren tienen que irse de aquí- murmuro a su espalda con las lagrimas asomándose por sus ojos y no asi logrando salir, le aterraba la idea de que alguien supusiera lo que eran y decidieran darles caza, no le importaba si el mismo era enjuiciado y llevado a la flagelación no podían acusarle de algo aparte de colarse en una fiesta mas ellos…ellos eran vampiros.
- sacalo de aquí…vete- exclamo con la voz tintineante inmersa por primera vez en un miedo real, el miedo de perderle, su mano se cerro sobre la herida con fiereza, su mandíbula se tenso sintiéndose inútil, el mundo entero le daba vueltas, sintió una mano ajena sobre su hombro, alejándola con rapidez de un manotazo, separándose a gatas de aquella persona que si bien amable no estaba causando ningún bien, debían irse, debían irse, su mente no razonaba ya la sangre no llegaba adecuadamente, no quedaba otro pensamiento sino el temor de perderles ¿a ambos? Quizá…
Su dedos se afianzaron de su camisa no teniendo ningun soporte para seguir en pie mas que los colmillos del vampiro sujetando su cuello, sentía como la sangre se colaba por dentro de su vestimenta humedeciendo su cuerpo, manchando su cuerpo y a la vez sus prendas, no logro ahogar aquel grito causa del dolor. Sus manos se posaron con rapidez en la herida dejándole caer, palpo con sus dedos su cuello aquella delicada y frágil piel humana que ahora se alzaba a tajos dejando correr la sangre aquella preciada tanto para vampiros como para el, su rostro palideció mas de lo normal.
Su mirada cansina se poso sobre Eric, su cabeza apoyada sobre la pared, de lo contrario esta comenzaría a darle vueltas, terminaría en el suelo inconsciente eso era seguro –Soren- murmuro reconociendo a aquel vampiro de cenizos cabellos y azulados iris –Soren- repitió no logrando analizar la información ¿Qué hacia el en aquel lugar?¿y que importaba aquello? Le habia salvado…apretó los parpados reprimiendo toda lagrima que amenazase con escapar, estaban en una fiesta de sociedad debían salir del lugar cuanto antes.
Se levanto con ayuda de la pared acercándose tambaleándose como un muñeco de trapo, intentando contener la sangre con una mano, aquel liquido escarlatino que encontraba camino por entre sus dedos corriendo cual fluvial rio hacia la nada, dio un traspié apoyándose de la pared, con su mano teñida en un rojo vivo –Soren tienen que irse de aquí- murmuro a su espalda con las lagrimas asomándose por sus ojos y no asi logrando salir, le aterraba la idea de que alguien supusiera lo que eran y decidieran darles caza, no le importaba si el mismo era enjuiciado y llevado a la flagelación no podían acusarle de algo aparte de colarse en una fiesta mas ellos…ellos eran vampiros.
- sacalo de aquí…vete- exclamo con la voz tintineante inmersa por primera vez en un miedo real, el miedo de perderle, su mano se cerro sobre la herida con fiereza, su mandíbula se tenso sintiéndose inútil, el mundo entero le daba vueltas, sintió una mano ajena sobre su hombro, alejándola con rapidez de un manotazo, separándose a gatas de aquella persona que si bien amable no estaba causando ningún bien, debían irse, debían irse, su mente no razonaba ya la sangre no llegaba adecuadamente, no quedaba otro pensamiento sino el temor de perderles ¿a ambos? Quizá…
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/06/2010
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