Il quarto giorno... [Anuar & Soren]

por Invitado Lun Sep 13, 2010 1:42 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Las cuatro noches habían pasado más lentamente de lo que jamás pude imaginar. Cada noche había pasado como una eternidad, una eternidad llena de dudas y de preguntas que no sabía como responderme.
¿Qué iba a pasar cuando llegara el día? ¿Tendría visiones? ¿Qué pasaría si las tenía? Y lo más importante de todo... ¿recordaría algo de mi pasado?
El miedo había ido inundándome aquellos días, frustrando mi capacidad de pensar con claridad. El miedo a descubrirme a mí mismo me atemorizaba, a descubrir que había sido un monstruo siendo humano... el miedo, sin duda, a no saber qué hacer de mí cuando supiera finalmente quién era.

Después de la charla con aquel chico, todo pareció volverse confuso en mi mente. La propia idea de saberme ayudado por alguien me resultaba chocante. A pesar de todo, intenté entrentenerme los días siguientes buscando alguna fiesta de alta sociedad y un traje para asistir a una de esas. Pero todo fue demasiado fácil, y las preguntas aparecieron de nuevo en mi mente, haciendo que la espere se alargase aún más de lo necesario.

Con todo esto en la cabeza, sin darme cuenta, llegué al lugar de encuentro. La plaza Tertre. Suspiré, ni siquiera me había dado cuenta de que había llegado ya. Me atreví a preguntarle a un señor que hora era, y aún faltaban varios minutos para las nueve de la noche.
Caminé dando vueltas, de una lado para otro, esperando que aquel joven que se había atrevido a ayudarme apareciese, pues por una razón u otro, todo parecía ser más sencillo si alguien que ya sabía quién era y que me había ocurrido, estaba conmigo en un momento así.
Me sacudí el traje varias veces, odiaba aquellas ropas, pero no me quedaba otra que llevarlas si queríamos entrar. Había logrado encontrar un par de invitaciones y solo tendría que darle una de ellas a mi acompañante, y todo estaría listo.

Todo, claro, menos yo.

[Siento si no es gran cosa este inicio xD! El orden sería: Eric, Anuar, Soren...]

por Invitado Jue Sep 30, 2010 10:41 am

Esperaba distante alguna respuesta, algún gesto de él. Alguna mirada, fría, triste, apenada, no sabía bien cómo podía reaccionar... pero necesitaba una reacción.
-¿Por qué debería estar haciendo esto esperando recibir algun bien? Quizá mi bien mismo sea ayudarte, quizá sea algun creyente poco cuerdo que busca la absolución salvando almas, quizá sencillamente estoy tan loco para no verme suficiente con mis problemas quizá, quizá.- dijo finalmente, haciendo que suspirase aliviado por un momento. Su voz, al menos, ya no sonaba tan dura... ¿pero sería porque me entendía o porque estaba cada vez más débil?. -Claro está…tiempo- continuó con voz calma, ahora casi ausente. Tiempo. Se me antojó tan extraña la palabra. Tan banal, tan vacía de significado... ¿qué era el tiempo para un inmortal que vivía atormentado por sus propios miedos? Me perdí en mis pensamientos cuando oí de nuevo la voz de Anuar. -No quiero tus gracias.- otra vez su voz sonaba tan tajante, tan fría... otra vez sentí que me inundaba aquella tonta culpa a la que no veía explicación lógica.
-Pero por el momento me basta, no pretendo hacerte mal, no quiero dañarte con lo que te digo, pero unas palabras reconfortantes ahora no parecen lo ideal…no puedes rendirte ante tu mente…no debes sentir pena de ti mismo deja que sean los demás quienes se compadezcan y no tu porque entonces estaras perdido.- sus palabras me sacaron de aquella culpa y me hicieron sentir, que por un momento, sí me había entendido, sí había comprendido mi tormento. No pude evitar sonreír de medio lado, observándole cuando se levantó de la camilla mientras me acercaba por si se desmayaba o se caía debido a la debilidad que debía sentir en aquel momento.–Supongo que quieres pensar en lo que ha ocurrido asi que los mejor será irnos de aquí…que pases una buena noche.- un breve abrazo me sacó de la realidad y miré a Anuar atónito, pero para cuando quise reaccionar, ya había salido por la puerta con rapidez.

-¡Anuar!.- exclamé intentando alcanzarle.

Demasiado tarde. Se había ido. Y allí me quedaba yo, con aquellas mil dudas en la mente, con mil preguntas que nadie iba a responder por mí. Pero, ante todo, con aquel dolor interior inexplicable, más poderoso que el dolor de cabeza que me invandía tras las visiones. El dolor de haber perdido a Flavio, otra vez. Aunque no le recordase bien, sentía algo demasiado fuerte por aquel ¿recuerdo? Sí, solo era un recuerdo... un recuerdo que se había instalado en mi pecho con profundo dolor e impotencia. Suspiré, mirando las heridas que yo mismo me había hecho en los brazos. ¿Qué iba a hacer yo ahora? ¿Qué iba a ser de mí desde entonces?

[TEMA CERRADO]

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