Il quarto giorno... [Anuar & Soren]

Recuerdo del primer mensaje :

Las cuatro noches habían pasado más lentamente de lo que jamás pude imaginar. Cada noche había pasado como una eternidad, una eternidad llena de dudas y de preguntas que no sabía como responderme.
¿Qué iba a pasar cuando llegara el día? ¿Tendría visiones? ¿Qué pasaría si las tenía? Y lo más importante de todo... ¿recordaría algo de mi pasado?
El miedo había ido inundándome aquellos días, frustrando mi capacidad de pensar con claridad. El miedo a descubrirme a mí mismo me atemorizaba, a descubrir que había sido un monstruo siendo humano... el miedo, sin duda, a no saber qué hacer de mí cuando supiera finalmente quién era.

Después de la charla con aquel chico, todo pareció volverse confuso en mi mente. La propia idea de saberme ayudado por alguien me resultaba chocante. A pesar de todo, intenté entrentenerme los días siguientes buscando alguna fiesta de alta sociedad y un traje para asistir a una de esas. Pero todo fue demasiado fácil, y las preguntas aparecieron de nuevo en mi mente, haciendo que la espere se alargase aún más de lo necesario.

Con todo esto en la cabeza, sin darme cuenta, llegué al lugar de encuentro. La plaza Tertre. Suspiré, ni siquiera me había dado cuenta de que había llegado ya. Me atreví a preguntarle a un señor que hora era, y aún faltaban varios minutos para las nueve de la noche.
Caminé dando vueltas, de una lado para otro, esperando que aquel joven que se había atrevido a ayudarme apareciese, pues por una razón u otro, todo parecía ser más sencillo si alguien que ya sabía quién era y que me había ocurrido, estaba conmigo en un momento así.
Me sacudí el traje varias veces, odiaba aquellas ropas, pero no me quedaba otra que llevarlas si queríamos entrar. Había logrado encontrar un par de invitaciones y solo tendría que darle una de ellas a mi acompañante, y todo estaría listo.

Todo, claro, menos yo.


[Siento si no es gran cosa este inicio xD! El orden sería: Eric, Anuar, Soren...]

Como era de esperarse, Erkki se había quedado inmovil con su mano posada sobre la frente de Eric, Soren sabía que aunque ambos hombres se encontraban aparentemente relajados, en otro plano existencial muchas cosas ocurrían, cosas que a él se le dificultaba bastante en comprender, a veces se sentía verdaderamente afortunado de tener una buena relación con su mentor, había conocido vampiros que no se llevaban bien con sus mentores, que les odiaban o en otras ocaciones, como en la del mismo Erkki, el mentor les había abandonado. Aúnque hubieran pasado 200 años, y aunque Soren fuera tan independiente, saber que en algún lugar del planeta estaba Erkki en lo suyo, le reconfortaba.

Giró su rostro hacía Anuar y entonces lo que vio hizo que el corazón le diera una vuelta canela en el pecho, sendas lágrimas rodaban por las mejillas de Anuar. Apretó la mano del chico entre las suyas con expresión compujida, algo le debía doler demasiado, porque en todo ese tiempo de conocerle nunca le había visto llorar, ni siquiera cuando había sido golpeado por el lobo meses atrás.

- ¿Lo sientes? - Exclamó aturdido con sus primeras palabras ¿Sentir que? ¿de que hablaba? también se había disculpado en la fiesta y él seguía sin entender - ¡Dime primero si algo te duele! - Se quejó con expresión dolida y preocupada - ¿Sientes las piernas? a ver, mueve el dedo gordo del pie derecho y dime cuantos dedos tengo aquí - Agrega extendiendo su mano con 3 dedos levantados.

No sabía ni lo que decía, el no era doctor y de esas cosas no tenía ni idea, pero no podía evitar preocuparse sobre manera, sentir todas esas cosas revolviéndose en su interior y... y no se aguantó más, sus manos le rodearon por los costados y escondió su rostro en el cuello, la herida ya había comenzado a cicatrizar, el olor a sangre seca resultaba perturbantemente tentador. - Dios... deja de darme estos sustos...-

Parpadeo varias veces aturdido por sus altas palabras aun sintiéndose con un sosiego mayor de lo usual, le observo con seriedad mientras su cansina mente analizaba las palabras que como ecos rebotados llegaban a su mente intentando ser comprendidas, dándoles un orden coherentes –estoy bien- aseguro suponiendo que asi debía ser, de estar mal no se encontraría ya en aquel lugar quizá cielo y averno se hubiesen abierto para el, quizá el mismo limbo…no creía que su padre era demasiado creyente para no haberle bautizado ya aunque, no le sorprendería si a aquel hombre fornido y grande le venia valiendo menos que nada donde terminaba después de muerto si en vida no le importaba.

Observo sus dedos contando con esfuerzo, enfocaba la mirada mas no asi lograba hacerlo demasiado tiempo, los parpados parecían cerrársele por fuerza ajena como si también ellos se viesen afectado por la mismísima gravedad. El sentir aquel cuerpo de marfil cernirse contra el le obligo a contener la respiración, relamió sus labios rodeándolo con sus brazos, estrechándolo queriendo olvidar el punto en que su cuerpo terminaba y daba paso el de Soren –no son intencionales…no e querido causarte problemas- aseguro en voz baja encarnando con la nula fuerza que aun poseía sus dedos entre las ropas del vampiro. El luciendo aun el ostentoso traje manchado con su sangre.

-en verdad…te cause problemas- murmuro recordando…realmente no sabia cuantos problemas le habia dado porque desconocía el motivo de la presencia de Soren en aquel lugar ¿era acaso que se pavoneaba entre esas personas? ¿le habia invitado algun amigo u alumno?¿le habia llevado Gerard? No, no estaba en aquel lugar, quizá se habia marchado, no sabia el porque y todo aquello lo habia inducido el mismo, con sus alejamientos inoportunitos, con su falta de expresión, por la falta de comunicación, sus ojos color de miel se fijaron en un punto distante del suelo, avanzando por el lugar hasta topar con dos cuerpos conocidos. Si sabia que habia estado mal ¿por qué le agradaba tanto saberse la preocupación de Soren?

Se refugio contra el cuerpo de Soren al reconocerles, mas a uno que otro, con mas temor y falta de comprensión por el mayor, aquel que le perforaba el alma con su mirada, con escarabajos por ojos, piedras duras y secas, si lo pensaba y en efecto Eric y Erkki parecían tener similitudes…ambos con mas de un individuo viviendo dentro de ellos…lo habia comprobado ya…

Anuar se veia espantosamente debil, lo sujetó entre sus brazos temiéndo que se desmayaría de nuevo, no quería verle con esa expresión inerte, porque le producía una sensación demasiado desagradable y no podía evitar pensar en lo inevitable: Su muerte. Le atrajo contra si mismo, hacíendose de medio lado y sentándose en la camilla junto a él, permitiéndole recostarse sobre su hombro, aún con sus manos agarradas a las del humano.

- No te preocupes por los problemas ahora - Comienza a decir llevándo sus dedos a su mejilla izquierda para tomar una pestaña que se le había caído - Ya... los enfrentaré mañana en la Universidad... si es que aún sigo teniendo el trabajo - Comentó dejando escapar un suspiro cargado de frustración, agarrándo la pequeña pestaña entre sus dedos y tirandola al suelo con un movimiento rápido. - Fui invitado a esa fiesta por el mismisimo Decano de la facultad de Artes ¿Recuerdas la nota que tenía conmigo el día de la feria? -

Se llevó una mano a la frente y se tiró de los cabellos con expresión consternada - Me presentó a una tal Duqueza no se que, quería que la atendiera durante la noche porque estaba interesada en apoyar ciertos proyectos artisticos de nuestra facultad, estaba teniendo una conversación bastante aburrida con ella sobre como su familia había conseguido unas obras de Michelangelo... y entonces fue cuando te vi llegar con Monsieur Eric... y no pude soportarlo...no-

Hizo una pausa porque entonces toda la rabia y el instinto asesino que sintió en ese momento lo sobrecogió como un olejaje enfurecido, había perdido el control que sólo el frenesi de la sangre le hacía perder, su deseo de destruir a Eric había pisoteado su moralidad, ética y filosofía, había puesto en riesgo todo lo que era y deseaba ser como individuo... ¿por Anuar?.

- N...no te preocupes por Monsieur Eric - Logró decir tragándo saliva, de repente le temblaban las manos - Erkki le está ayudando con esas visiones que le atormentan... se pondrá bien... -

Sus parpados se cerraron nuevamente mas ya no por desvanecimiento de su cuerpo sino por compunción de sus sentimientos, arrugo el entrecejo escuchando sin desear saber que lo que de sus labios afloraba era la verdad, le habia costado entonces el trabajo quizá un posible aumento o alguna mejora significativa para la universidad lo cual si, muy posiblemente le costaría el trabajo –te dije que buscaríamos la forma de resolverlo…no retracto mis palabras- asevero con su voz en una delicadeza que rozaba algo que no era el mismo.

Porque tenia en mente vender a precios bajos sus cuadros, los objetos que mantenía aun de su casa en Rumania, el plato de porcelana, la sabana tejida a mano todas aquellas reliquias de otro país, por las cuales quizá le llegasen a dar mas que por los mismísimos cuadros de un don nadie, porque hasta la fecha aquello era. Fue entonces que sus palabras le hicieron reaccionar –tu causaste la visión ¿cierto?- le cuestiono tranquilamente no le culpaba el hubiese algo mucho menos razonado quizá por cuando se trataba de actuar rápido el raciocinio no abandonaba dejándole errático a su suerte.

-eso espero- murmuro observándoles con detenimiento, quizá Erkki no era tan ruin después de todo quizá el mismo propiciaba todos y cada uno de los problemas en los que se metia…suspiro ampliamente alzando el rostro para poder ver el avivado a diferencia del propio de Soren –gracias- las palabras habían cambiado de una disculpa a un agradecimiento, inusualmente sentía que debía pronunciar ambas palabras. Beso fugazmente sus labios habiendo anhelado desde días atrás, le tomo por la cintura apartándole un tanto –quiero levantarme- murmuro no deseando pasar mas tiempo sobre la camilla, no queriendo convertirse en el estorbo que ya era.

Con que facilidad habia logrado Eric morderle y cuanto empeño habia puesto en intentar quitarlo, se pregunto entonces ¿Qué pasaría el dia que otro vampiro le mordiese y Soren no estuviese ahí? Debía comenzar a investigar cosas al respecto volverse la cena de uno era lo que menos anhelaba.

-La mente es un ente complejo y subestimado por la mayoría.- resonó la voz de Erkki en el lugar, sacándome un momento de mis pensamientos y haciendo que le mirase justo cuando se atrevió a cruzar la puerta sin ninguna dificultad. -Vivimos en el mundo que creemos real y latente allá afuera, pero ignoramos el universo de conexiones existente aquí en este plano dimensional.- comenzó a caminar a través del corredor oscuro. ¿Como podía hacerlo con tanta naturalidad? Yo no podría... no podría. Agité la cabeza... debía poder. -No tenemos control de lo que aquí se manifiesta, tampoco entendimiento del mismo... pero he aprenido algo en mi larga existencia..- se detuvo de pronto y apoyó sus manos en la espalda, girando ligeramente su cabeza para mirarme. -Si luchas contra ella nunca ganas... porque no existen cosas como perder o ganar aquí.- pude distinguir entre toda aquella oscuridad como cerraba los ojos un momento.-Este lugar no obedece las leyes de la física, tampoco las leyes de la moralidad o la ética, lo que vez aquí es consciencia pura... sin límites.- dijo, y volvió a caminar. -Y como no existen los límites... no hay razón para no poder controlarlo, el entendimiento de esta realidad y la aceptación de la misma es el primer paso para que tu 'yo' consciente y tu 'yo' inconsciente vallan de la mano. No es un paso fácil y puede tardar años, pero eres inmortal, así que... tomate tu tiempo.- agregó llevándose la mano al mentón. Casi al final del corredor, Erkki se paró. . - Cuando regresemos al mundo real. - dijo a modo de advertencia pero con una sonrisa en los labios. - Es cuando comenzará tu verdadera lucha por aceptar esto que has visto

¿Acaso iba a ver algo al recorrer aquel callejón? ¿Qué me deparaba todo aquel vacío? ¿El fin? ¿O era acaso el comienzo de una nueva realidad? ¿Recordaría por fin quien era? Deberías preguntarte más bien si quieres..., susurró una voz en mi, tan débil como la que yo tenía en aquellos momentos. Era cierto, aquello era cierto, debía preguntarme si quería o no recordar. Si quería o no vivir sin mis tormentos. ¿Qué sería yo sin todo aquel dolor? ¿Podría vivir sin una meta? ¿A sufrir y vivir en una eterna tortura le llamas tu meta?.
Suspiré riendo entre dientes, a veces sentía que aparte de mi mente y de mí, había otra pequeña parte en mi cabeza que me animaba a seguir adelante. Y le creí, caí en sus redes y dí el primer paso. El segundo y el tercero. Ya estaba en el corredor, en medio de un corredor oscuro que de pronto se iluminó con miles de imágenes que quemaban en mi piel como la luz del astro sol.
Comenzaron a oírse mil voces inconexas y que no podía comprender. No podía atar los cabos y lograr entender que decía. Me tapé los oídos asustado y tembloroso. ¿Llegaría al final?
Las voces comenzaron a oírse más fuerte y quise retroceder, volver al cuarto y cerrar aquella puerta para siempre para no volver a sentir aquella angustia, aquel sentimiento de estar perdido en medio del todo y la nada. El miedo volvía a vencerme y no pude evitar retroceder hasta donde antes estaba la puerta, pero estaba cerrada y era imposible abrirla.
-¡Ábrete, joder!.- grité desesperado golpeando la puerta. Demasiado tarde
No me quedó otra que girarme y enfretarme de nuevo a aquellas imágenes y voces que no dejaban de torturarme.
Todo aquello era como una metáfora de Odiseo y las sirenas, una tentación demasiado bella... pero demasiado dolorosa. Yo no tenía un mástil al que atarme y donde protegerme, no tenía una Atenea que me ayudara y me guiase en el camino. Quizá Erkki era una metáfora de Atenea, pero él no podía hacer más por mi de lo que ya estaba haciendo. No podría salvarme, ni ayudarme a enfrentar todo aquello. Ni Anuar, ni Soren, el otro vampiro... nadie podría, estaba solo. Allí solo enfrentandome a mis miedos, a la mayor tortura con la que podría toparme.
Cerré los ojos respirando profundamente, estaba siendo un cobarde, un maldito cobarde que no se atrevía a luchar. ¿Eres un hombre o un maldito perro con el rabo entre las piernas?
Apreté los ojos angustiado, me sentía débil, sin posibilidades de llegar al otro lado, pero tenía que hacerlo... debía hacerlo. Suspiré para luego erguirme y comenzar a caminar, muy lentamente, a través de aquel comedor.

Gritos, risas y llantos.
Mansiones, pinturas, prados verdes, perros y niños
Pobres, una familia que llora al ver como un hombre abraza a un chico muerto, ensangrentado, llorando.

.

Aquella última imagen había sido demasiado demoledora, y para cuando llegué al otro lado mantener el equilibrio era un esfuerzo demasiado grande. Apoyé una mano en el hombro de Erkki y cerré los ojos con fuerza. Temblaba, temblaba como una hoja movida por el viento, como el cabello de una jovencita, como las velas de un barco. Temblabla, temblaba y tenía ganas de arrancarme la piel a tiras para cesar aquel dolor mental que estaba sufriendo. No sabía si quería entender todo lo que acababa de ver, no sabía si quería comprender o si simplemente lograr que el dolor cesase por fin.
Apreté el hombro de Erkki con suavidad e intenté susurrarle que salieramos de allí ya, pero no podía, no tenía voz, sentía que tenía un fuerte nudo en la garganta y que mi respiración cada vez más agitada me estaba matando. Apartándole con suavidad caminé hasta aquella leve luz verdosa, y todo terminó de pronto.

Despertarme de todo aquello fue como sentir que me pegaban un tiro en la cabeza y me mataban. Grité, grité de dolor y me arrastré hasta la pared para apoyar allí mi espalda. Encogí las rodillas y oculté mi cabeza entre ellas mientras me movía levemente a causa de los temblores.
-F... Flavio....- susurré casi sin voz, sin saber que significaba aquel nombre.
Pero de pronto algo quemó en mi muñeca: mi tatuaje. Lo destapé lentamente, sabiendo las consecuencias que podría traerme aquello, y lo miré detenidamente dibujando con mi dedo las líneas de aquellas letras.
-Flavio.- repetí cerrando los ojos con fuerza.
No podía ver absolutamente nada a mi alrededor, no sabía si Erkki, Soren o Anuar seguían en aquella consulta, no sabía si Anuar estaba bien o si me miraban con ganas de matarme. No veía nada más que aquello, aquellas 6 letras dibujadas en mi piel cuyo significado desconocía, pero sí lo que decía... ¡al fin...! Al fin...

Soren sonrió débilmente cuando Anuar le dió las gracias, no sabía que más decir, comenzaba a ser consciente de lo que realmente había ocurrido esa noche, de todo lo que había arriesgado sólo por una persona. ¿Como era que había llegado hasta ese punto de debilidad tan patética?. Él siempre había sido débil de caracter, desde vivo nunca había impuesto su voluntado sobre la de otros, aún teniendo el poder de los de su raza, nunca había sido capaz de doblegar la voluntad de otros y seguía siendo el mismo débil y patético de siempre. ¡Pero esto ya era el colmo!.

Era la primera vez que ponía en juego lo que era como individuo, sus sueños, sus espectativas, sus propias reglas morales, había atacado a un vampiro quizás inocente, sólo por no soportar la idea de que pudiera hacerle daño a Anuar. ¿Cómo era que Anuar provocaba todas esas cosas en él? ¡Cómo podía ser tan débil frente a su existencia!

Anuar había dicho que lo resolverían... pero resolverlo no era el punto de la cuestión, la cuestión era que mientras siguiera descontrolándose así, volvería a ocurrir, sólo lograba causarle problemas a Anuar aunque irónicamente intentaba lo contrario, siempre de alguna u otra manera terminaba herido física o mentalmente ¿Merecía ese chico un castigo asi?.

Estuvo mal desde el principio, estuvo mal y lo sabes. Te lo advertí, sabías que abrir tu corazón era un lujo que no te debías dar, ahora el chico paga las consecuencias de tu estupidez.

Su mente tenía razón. Estaba tomando desiciones apresuradas y cometiendo locuras no por culpa de Anuar, sino por culpa de si mismo, por creer que podría abrir su corazón y tener una 'relación' como una persona normal.

Deja de pretender que puedes ser bueno, deja de pretender que eres un humano, porque no lo eres. Perdiste tu oportunidad de amar cuando estabas vivo, ahora no vengas a revolver las cenizas queriéndo ser algo que nunca fuiste.

Soren se levantó de la camilla también, con una mano temblorosa agarró a Anuar por la muñeca y dudándolo por unos segundo se acercó a su mejilla para depositar un suave beso, luego se dirigió hacía Erkki quien parecía volver del trance.

- Dejo todo en tus manos... confío en ti - Comentó y Erkki le observó con curiosidad poniéndose de pie - No me siento bien - Le susurró al oído y el doctor frunció el entrecejo, pero no dijo nada, acto seguido Soren desapareció o más bien, corrió tan rápido que fue como si hubiera desaparecido, saliendo de la habitación.

(( No quería dejar la cosa cortada D: los dejo solos para que Anuar y Eric puedan seguir con la historia y no dependan de mi para postear y me tengan que esperar hasta que regrese de nuevo al foro :3 ))

Se habia levantado de la camilla con esfuerzo sobrehumano, sentía como las piernas le temblaban cuales ramillas sin soporte creía que de un segundo a otro le dejarían caer sobre el frio suelo del despacho de Erkki mas, no pudo asi evitar pensar que entonces los brazos de Soren le rodearían impidiéndole la caída como lo habia hecho ya antes, porque quizá y de no haberle conocido se encontraría ahora como Eric y Erkki, la demencia habia comenzado a tocar a su puerta y la presencia de un tercero la habia ahuyentado era tanto el tiempo compartido que no le habia dejado lugar, le habia salvado y en mas de un sentido.

Sus labios frios le regresaron al lugar en el cual se encontraban, le observo andar hacia Erkki y desaparecer sin mas, no sabiendo que habia ocurrido suponiendo que le veria en algunas noches y le explicaría su repentina huida, las palabras se arremolinaban en sus labios no logrando ser pronunciadas, las habia tenido que tragar y un nudo comenzaba a formarse en su garganta, trago en seco repetidas veces como si asi pudiese al fin pasarlas, su trémula mano se cernía a la sabana que cubría la camilla sobre la cual su cuerpo habia estado inerte por no sabia cuanto tiempo.

Anduvo con paso impreciso hasta donde el cuerpo de Eric se encontraba señalando algo en su muñeca, le observo con curiosidad no sabiendo como aquel vampiro de ojos cuales dagas podría haberle ayudado, era cierto a el también le habia salvado en dos ocasiones mas suponía que solo porque Soren se lo pedia y solo por aquella era su vocación, lo que estaba haciendo con Eric iba mas alla de la responsabilidad quizá aun un ápice de humanidad se guardaba en el, como debía ocurrir con todos los seres, vivos o no.

No le quiso interrumpir ¿Flavio? A quien se refería con aquello, le observo desde las alturas intentando pensar con claridad bamboleándose su cuerpo de atrás hacia adelante y de adelante a atrás, intentando apoyarse de nada, relamió sus labios buscando las palabras adecuadas para decir aunque nada parecía adecuado en aquellos instantes ¿y si seguía en trance recordando?¿y si sus palabras le arrebataban la visión? No mejor seria aguardar a que el regresase completamente en si y se percatase de su presencia.

{te voy a extrañar!!!}

La actitud de Soren no fue del todo tan extraña, le había visto huír de los problemas cientos de veces en el pasado y era algo que siempre le refutaba, su vastago nunca había tenido un caracter fuerte y al parecer habían cosas que no cambiaban con el tiempo, Soren seguiría siendo Soren así pasaran 500 años. Dejaba todo en sus manos, Erkki no pudo más que fruncir el ceño, eso si era raro. Que huyera con el rabo entre las piernas no le sorprendía, pero que no se mostrara autosuficiénte y reaccio a recibir su ayuda si era inusual.

Era un hecho que siempre terminaba salvándole el trasero, pero Soren siempre se mostraba testarudo y terco como un niño pequeño, ese 'confío en ti' tan desprovisto de sarcasmos o bromas, era ciertamente extraño en él. Ese maldito pintor debía ser realmente importante para llevarle a tal extremo, para presionar su personalidad hasta el punto de que cambiara en algún aspecto. Se llevó una mano a la cintura y otra a la cabeza intentando aclarar sus propias dudas, no era el momento de filosofar sobre lo que era o no era Soren. Debía tomar cartas en el asunto.

Y valla mierda de asunto. El vampiro cual infante confundido yacía en el suelo mirándose el brazo y balbuceándo cosas de aparente incoherencia y el humano se tambaleaba cual hoja al viento con más cara de muerto que de vivo. Joder. Se la cobraría cara a Soren cuando lo viera de nuevo, condenado chiquillo.

- Monsieur Eric ha pasado por un difícil estado de trance semi-inconsciente - Comenzó a explicar - Es difícil pero no imposible, si se esfuerza, las cosas irán tomando el curso normal - Giró de medio lado para encarar al joven humano - En cuanto a usted, joven Dutuescu, la pérdida de sangre no fue exagerada, pero si significativa en un cuerpo tan delgado como el suyo, como doctor - Hace una pausa y aclara - Y espero siga mi consejo si no quiere empeorar su situación - Mis indicaciones son las siguientes, debe comer tantas verduras como le sea posible, son buenisimas para la creación de nuevos globulos rojos, también coma pescado, sus proteínas le harán sentir con más fuerza y en un par de días estará como nuevo -

Comenzó a caminar hacía la salida con pasos lentos, pero se detuvo en el marco de la puerta.

- Debo continuar con lo mio, daré una orden para que una enfermera traiga la comida en unos minutos - Le dió una última mirada a Anuar, inquisitivamente, profunda, como si quisiera atravesarlo con sus ojos oscuros - Más le vale comersee todo lo que la enfermera traiga, fui bastante irresponsable con mi comportamiento la primera vez que nos dimos y se que tipo de imagen debe tener de mi, pero eso no me importa, usted es importante para mi vastago y él lo es para mi, cuide de su salud y nos quitará a ambos un problema de encima - Dicho esto, desapareció en el oscuro corredor dejándoles en el consultorio.

Valla nochesita aquella, a este paso le saldrían canas y arrugas ¡y eso si que era una ironía!

En mi letargo, pude escuchar como Soren abandonaba el lugar con pasos apresurados. ¿Qué ocurría? ¿Por qué salía corriendo del lugar? ¿Acaso había pasado algo entre él y Anuar? De él, sentí el aroma a sangre seca proviniente de su cuello. Supuse entonces, que debía estar muy cerca de mí.

-Monsieur Eric ha pasado por un difícil estado de trance semi-inconsciente.- comenzó a explicar la voz de Erkki -Es difícil pero no imposible, si se esfuerza, las cosas irán tomando el curso normal.- luego comenzó a darle ciertas indicaciones a Anuar, y mi mente desconectó momentáneamente para buscar fuerzas en alguna parte. Finalmente, anunció que debía continuar pasando ronda y continuar con su trabajo, que pronto vendría una enfermera o algo así creía comprender.
Cuando Erkki abandonó el lugar, el silencio inundó el lugar y solo mi agitada respiración rompía la armonía allí establecida. Suspiré sonriendo de medio lado, fria y dolorosamente, e intenté alzar la mirada para buscar a Anuar, él seguía allí. Pude distinguir su ropa, y seguí alzando la mirada hasta llegar a su cara. Una media sonrisa se dibujó en mi rostro.

-Estás vivo....- susurré sin poder ocultar un leve deje de alegría en mi voz. -Yo...

¿Tú?, inquirió mi mente en ese habitual tono autoritario que me trataba tan mal. Apreté los dientes incómodo ante su inquisión y aparté la mirada, ¿qué iba a decirle a Anuar? ¿Que lo sentía, que era culpa de mi mente? A fin de cuentas, le había mordido.
Me mordí el labio inferior incómodo, no estaba acostumbrado a tener que lidiar con aquel tipo de problemas. Nunca daba explicaciones, nunca pedía perdón. Pero ahora me sentía en la obligación de ello, de pedir perdón a alguien que me había ayudado desinteresadamente.
Luché por levantarme apoyándome en la pared, y cuando lo logré, me tomé un par de segundos para recobrar el aliento. Me reí entre dientes al percatarme de cuan débil estaba, ¿tan fuerte podía llegar a ser mi mente? Yo no era más que un pobre desdichado dominado por una mente macábra y que me causaba fuertes dolores. ¿Como iba a poder asimilar todo lo que había sufrido aquella noche? ¿Como iba a sacarme de la cabeza aquella imagen de mi mismo sujetando el cuerpo ensangrentado de un joven? ¿Como iba a encontrar respuestas para todo aquello?
Cerré los ojos, frustrado, y miré a Anuar sin saber aún que decirle.

-Anuar... yo....- me olvidé de buscar las palabras que decir y le abracé casi sin darme cuenta de lo que hacía. -Lo siento....- susurré avergonzado cerrando los ojos.
Me alegraba tanto el hecho de que estuviera bien... al menos, que estuviera vivo. Aquella estúpida alegría que no podía ser comprendida atormentaba aún más mi desvalida mente, pero qué importaba. Debía enfrentarme a todo aquel dolor, a todos mis miedos, a todas mis visiones... y eso, indudablemente, era sinónimo de dolor.
Me separé de él al cabo de un rato, sintiendo que la situación se tornaba incómoda por momentos, y volví a bajar la mirada al tatuaje de mi muñeca. Flavio, susurró mi mente a la vez que me atormentaba con la imagen de aquel joven en mis brazos del que me hacía millones de preguntas...

Le observo mientras este seguía en el piso esperando que volviese en si para poder hablar tranquilamente no tenia demasiado que preguntar, en su mente si bien se formulaban un mar de preguntas que cual fugaces estrellas sobrevolaban sus pensamientos dejando estelas de incertidumbre no creía que fuese el mejor momento para hablar al respecto, le habia mordido ya por haberse acercado mas de lo debido aunque y sin miedo a errar ni ser blasfemo podia asegurar que lo haría nuevamente…si no acarreaba con ellos mas problemas a Soren.

Se levantaba con una lentitud que le daba a entender su falta de fuerza, claro que estaba vivo no era asi de débil suponía que no, habia sobrevivido ya a dos ataques de lupinos uno siendo protegido por Soren y el otro protegiendo a otra humana, de clase baje tal cual el, salvándole…o eso creía no habia vuelto a saber mas nada de ella, habia logrado salir ileso, por decir de alguna manera, de los celos insensatos de Erkki, de una casa en llamas, de una paliza…suponía que a fin de cuentas la suerte no estaba tan en su contra por lo menos no en los últimos meses, ¿pero que era aquello? ¿la vida intentaba compensarle dos décadas de sufrimiento?

Sus parpados se abrieron de par en par cuando le rodeo en un abrazo, no estaba acostumbrado a que la gente le abrazara, nisiquiera cuando era infante, y en efecto el único que solia hacerlo era Soren, quizá Sophia también en su forma gatuna, aun asi no tardo en reaccionar rodeando su espalda con sus brazos aunque de forma floja, estrechándolo gradualmente hasta soltarlo, le observo el vampiro no lucia como mejor que el aunque Erkki le habia dado indicaciones ¿desde cuando seguía reglas estipuladas por otros?¿desde cuantos le importaban sus mandatos? No.

Sus orbes del color del sol se fijaron en la muñeca de Eric con curiosidad, propia de un niño en la etapa de los por ques, ¿Qué si el sol era de oro? ¿Qué si las abejas comían flores? ¿Qué como llegaban los bebés? Quiza su curiosidad se debía a la falta de cuestiones contestadas en su niñez, sonaba bastante lógico y sin embargo era algo en lo que antes no habia pensado –Eric…-murmuro no queriendo hablar mas sobre disculpas y perdones que caían en la obviedad del asunto.

-¿las logrado recordar algo?- cuestiono seguidamente con curiosidad y preocupación mal maquillados con un velo de tranquilidad, lo que no tenia en aquellos instantes, su rostro le hablaba de un si mas no sabia si sus labios desearían expresarse para el, narrarle lo ocurrido no podia hacer nada si no era asi.

No entendía porqué le había abrazado, ¡yo que tanto odiaba el contacto físico! Pero había sido un impulso, ¿una necesidad? No entendía nada, y estaba demasiado agotado y débil para torturarme con mil pensamientos. No podía buscar respuestas en aquel momento, seguramente iba a recibir una y otra vez repeticiones de mis propias visiones. Es lo que mereces.
Había vuelto, ya estaba de vuelta. Mi mente y sus habituales ganas de dañarme. Y como siempre, sabía bien por donde atacarme. ¿Había perdido otra vez la batalla al no poder mantenerla a raya?
Una de mis manos se fue a mi frente para masajearme las sienes con suavidad, mientras mi mirada se decidía a regresar a los ojos de Anuar. Su mirada se perdía llena de curiosidad a mi ahora visible tatuaje.
Flavio, repitió mi mente a voz de grito, haciendo que cerrase los ojos por un instante. ¿Quién era Flavio? ¿Era, como creía, aquel chico que aparecía muerto en mis brazos dentro de mis visiones? ¿Le había matado yo? ¿Qué le había pasado? ¿Por qué me dolía tanto aquella imagen? ¿Por qué sentía que el corazón se encogía dolorosamente cada vez que recordaba aquello?

–Eric…- me interrumpió la voz de Anuar en un murmullo. Dirigí mi mirada a sus ojos, esperando sus palabras. -¿Has logrado recordar algo?.- continuó con curiosidad.

¿Eso era lo único que le importaba? ¡Le había mordido! No lo entendía, ¡no podía entenderlo! ¿Qué había hecho yo para que aquel chico se preocupara tanto por mí? ¿Acaso le había dado algo en especial? Sabía bien que la respuesta a esa pregunta era un rotundo "no".
Agité la cabeza lentamente intentando centrarme en buscar las palabras indicadas para responderle ¿como iba a explicarle lo del trance vivido escasos minutos antes? ¿Cómo iba a explicarle el poder que mi propia mente tenía sobre mí y el dolor que podía llegar a hacerme? Acaricié inconscientemente el dorso de mi muñeca, justo donde se encontraba mi tatuaje. El frío de mi mano calmó aquel calor que parecía desprender el tatuaje, y me sirvió para encontrar las palabras que quería decir.

-Sí....- murmuré con una dolorosa sonrisa en los labios. -Ha sido muy nítido... demasiado. Soren ha tenido que ver y... que importa ahora....- cerré los ojos cansado y me tomé un momento para recobrar el aliento. -Ya había tenido antes esta visión... pero no podía ver quien era el hombre al que la vampiresa atacaba. Ahora lo entendí. Era yo, yo era su victima. Al parecer, la rechacé de algún modo y furiosa decidió atacarme hasta casi matarme... finalmente decidió transformarme. ¿Por qué? No lo sé, por pena, o simplemente como castigo....- me reí amargamente y fijé mis ojos en los de Anuar. -Ha sido la peor experiencia de mi vida... he sentido todas las sensaciones que sentí en aquel momento, la angustia, la impotencia, el dolor... la muerte abriendo sus puertas para mí... no es una excusa, ni una razón, pero fue eso lo que me llevó a atacarte. Mi mente tomó el control en mí por todo esto y lo única que pensaba era en sangre... juro que intenté detenerme, lo juro, pero era imposible....- tuve que apoyarme en la camilla por las sensaciones que revivían al narrar todo aquello. -Ahora sé como es, ahora tengo en mente su pelo, sus ojos, su ataque... mi muerte. Al llegar aquí Soren me dijo que ya no estaba en mi mente, así que acabé por perder el control de verdad y... caí en una especie de trance, una especie de ilusión dentro de mi propia mente... estaba dentro de la visión, y ella estaba allí. Apareció el doctor Erkki y me sacó de todo aquello abriendo una puerta que daba a un corredor oscuro. A cada paso que daba, las imágenes de mi pasado me torturaron hasta que el miedo me inundó y quise salir huyendo....- me reí amargamente y volví a mirar a sus ojos. -No podía huír de allí, y tuve que recorrer el corredor hasta el final, viendo todas aquellas imágenes... no puedo unirlas todas aún, no les encuentro sentido... la única que verdaderamente recuerdo con nitidez, me plasma en una calle, con un chico muerto en mis manos... lleno de sangre. Y estaba llorando, llorando de verdad. Al despertarme lo único que he podido decir ha sido "Flavio", y mi tatuaje, al parecer, dice eso, porque no deja de quemar a cada rato que pronuncio ese nombre... no sé quién puede ser, pero debe de ser importante, porque me duele hasta en el pecho al recordar la imagen...

Guardé silencio tras decir todo aquello. Había salido de mi boca casi involuntariamente, quizá por la necesidad de desahogar al fin aquel dolor que me producía. Quizá, por buscar alguna respuesta, pero dudaba que Anuar pudiera dármela... aunque con lo poco que le conocía, sabía que podía llevarme una sorpresa.

Escuchaba con atención las palabras que de sus labios manaban relatando lo ocurrido, Erkki mismo habia dicho que quizá por su ultimo encuentro se habia llegado a formular una mala imagen de el, vaya que si no le habia intentado asesinar ¿y creía que no iba a tener una idea errónea o no de el? Aunque y debía admitir el también habia mal obrado, habia encajado un bisturí en su cuello hasta que la sangre habia brotado no lo habia pensado siquiera solo actuó conforme su instinto le dicto.

-ya veo- murmuro observándole con seriedad, su mente comenzaba a formular mil teorías a la vez, algunas fueran descartadas apenas fueron creadas a algunas otras les dio mas vueltas y al final termino también dejándola aunque habia algunas, unas pocas que podrían ser o no ser la respuesta quizá en ninguna de ellas estaba la verdad –yo no te cuestione al respecto ya lo habías dicho tu, que cuando tenias visiones la sangre te calmaba ha sido mi error acercarme, no se puede hacer mucho contra la naturaleza- le indico encogiéndose de hombros no queriendo seguir hablando al respecto porque sabia que ni uno ni otro cambiaria su idea de la situación y se atormentarían culpándose a si mismo.

Torcio los labios ladeando el rostro curioso, hablando resueltamente –si eras tu quien le sujetaba….- pensó entonces en cuanto hubiese llorado el si Angeliqueé hubiese muerto en sus brazos, un escalofrio le recorrió la espalda tensándose los músculos estaba muerta si mas no en vida sino en pensamientos ¿Dónde estaría? ¿y si seguía viva? Intento no atormentarse con aquello que jamás lograría resolver la vida no era tan piadosa como para ponerla nuevamente en su camino –podria haber sido tu hermano o…tu hijo- le indico pensando, si no recordaba era lógico que no supiese si habia estado casado o no, si habia tenido hijos o si no habia pasado su vida en soledad, se apoyo de la camilla relamiendo sus labios, cansado por todo lo ocurrido y aun asi las ideas dándole vueltas cual fiera enjaulada, la curiosidad carcomiéndole las entrañas.

¿y si era realmente su hijo? Le habia visto morir, habia fallecido en sus brazos cuando la naturaleza misma dictaba que los padres se fuesen antes, bajo la mirada queriendo ayudar, deseando asi hacerlo y no sabiendo como sino solo cuestionándose a si mismo, dejando escapar ideas al aire, a nadie en especial, le observo nuevamente cruzándose de brazos.

Anuar me miraba atento, sin dejar de escucharme ni un solo momento.

-Ya veo- murmuró mirándome con seridad –Yo no te cuestione al respecto ya lo habías dicho tu, que cuando tenias visiones la sangre te calmaba ha sido mi error acercarme, no se puede hacer mucho contra la naturaleza- se encogió finalmente de hombros, dando casi por cerrado el tema.
Me reí distante, agotado, y observé como torcía los labios lleno de curiosidad.
–Si eras tu quien le sujetaba….-comenzó pensativo. –Podria haber sido tu hermano o…tu hijo.
-¡¿Mi hijo?!.- exclamé casi a voz de grito. -¿Un hijo? ¡Como iba a tener yo un hijo! Tendría que acordarme... tendría... yo....- mi voz se ahogaba por momentos, y tuve que echarme una mano al pecho para calmar aquel agobio que comenzaba a sentir. Un hijo, ¿podía un monstruo como yo tener un hijo?
Cálmate y piensa con tranquilidad, Eric, me dije a mi mismo cerrando los ojos agotado.
-No puede ser mi hijo... en todas las imágenes no había ninguna mujer a mi lado... ¿si no había ninguna mujer, como podría tener un hijo? Cuando me desperté después de la transformación no tenía un anillo de casado o algo así... nunca he recordado a ninguna mujer a mi lado... a nadie, menos a ella.- apreté los dientes dolorosamente al recordar de nuevo como casi me mataba. -Solo recuerdo a la vampiresa... mansiones, animales, jardines, niños, fiestas... una familia.- recordé dolorosamente, apretando el puente de mi nariz con los dedos. -Una señora de mediana edad, un hombre a su lado, y dos hombres más, uno más jóven que el otro....- abrí los ojos de pronto y busqué la mirada de Anuar asustado. -¿Era mi familia? ¿Eran todos ellos mis familiares? Mi padre, mi madre... ¿mi hermano? Vamos, Eric haz un esfuerzo....- murmuré cerrando los ojos con fuerza, rebuscando en todas las imágenes que había visto a lo largo de corredor. Volviendo al corredor, pude ver de nuevo a aquella familia, y pude reconocer que el jóven que yacía en mis brazos muerto en mi otra visión era el mismo. -Es... es el mismo chico, son la misma persona... el chico joven de la familia y el que estaba muerto en mis brazos....

Agarré con fuerza las sábanas de la camilla cuando sentí que otra visión iba a devastarme.

-A-apártate....- le supliqué con debilidad.

Me tapé los ojos cuando sentí el comienzo de todo aquello, y apreté los dientes cuando la visión apareció en mi mente. Tanto esfuerzo por intentar recordar me había llevado a aquello, ¡maldita mi mente por castigarme así...!


El grito que escapó de mi boca cuando todo aquello terminó fue completamente desgarrador. Clavé las uñas en mis brazos hasta que comenzaron a sangrar, habría arrancado mi piel de haber sido posible, me habría arrancado la cabeza en aquel mismo instante. Grité y golpeé con el puño la pared, notando como se quebraba bajo éste y la sangre comenzaba a manar de la herida que la acción me había producido. No me atreví a mirar a Anuar en aquel momento. Ahora no era mi mente la que estaba fuera de control, no, ella estaba disfrutando mi dolor. Era yo el que estaba fuera de control, el que sería capaz de cualquier cosa en aquel momento.

No quiso decirlo no debía hacerlo pero la verdad era que si no recordaba su pasado ¿Cómo pensaba recordar si tenia o no esposa? Se mordió el interior de la mejilla reprimiendo como pocas veces su palabra era algo que iba contra toda su naturaleza, sentía que la frase le quemaba la lengua escociéndole en la garganta como si de no dejarlas escapar todo en su interior comenzaría a envenenarse causándole un dolor insoportable.

¿Su hermano? Sintió como un nudo le impedía decir nada ¿era su hermano quien fallecía en sus brazos una y otra vez por los recuerdos olvidados? Retrocedió cuando este le indico observándole con atención ¿hubiese el soportado ver fallecer a Angeliqueé? El corazón le dio un vuelco ante el pensamiento aunque suponía habia visto algo peor, entrecerró los parpados alejando aquella imagen de su pupila aquella que se habia fundido para no separarse jamás, mas nunca lograría olvidarla.

Su cuerpo y expresión no se inmutaron por sus acciones aunque sentía el dolor como un propio, la angustia y desesperación no haber podido hacer nada, la furia de no haber recibido ayuda, sus puños se cerraron mientras andaba hacia el sujetándole con fuerza, la poca que le quedaba, tomo su rostro entre sus manos clavando sus iris de miel sobre los obscuros de el –para- exclamo comprendía que le doliese pero habia ocurrido, habia sucedido hace mas de dos siglos y arremeter contra la pared y amedrentar su cuerpo en nada le iba a servir.

Le sujeto sin importar que pudiese o no hacer porque comprendía en parte su dolor y el hubiese dado todo por no haber perdido a su hermana, lo hubiese dado todo sin dudar, su felicidad, su libertad ¿a Soren?...era difícil comparar aquello, no quizá a Soren no –tienes que detenerte…de nada te sirve lo que estas haciendo- le indico con sus antes trémulas manos firmes ahora sobre su marfilado cuello y mejillas, con sus alargados dedos de pintor, delicados cual tacto de mujer. Intentando apaciguar la bestia que se alzaba frente a el.

–Para..- exclamó Anuar acercándose a mí y sujetandándome. –Tienes que detenerte…de nada te sirve lo que estas haciendo.- continuó posando sus cálidas manos sobre mi cuello y mejillas.
Cerré los ojos no queriendo escucharle. ¿Cómo iba a parar? ¿Podría comprender él la impotencia que me inundaba? ¿Cómo iba a sentir él aquella rabia?
Acababa de saber que tenía un hermano y que había muerto en mis brazos, ¿como me pedía que parase?
Ya no podía hacer nada, ¡NADA! ¿Qué iba a hacer casi 200 años después? ¿Cómo iba a vengar su muerte? Me era imposible evitar sentir que aquello me rompía por dentro, a pesar de ser la primera vez en mi nueva vida que veía a aquel chico, a mi hermano, sentía que una parte de mí moría en aquel instante.
Posé una mano sobre el hombro de Anuar y abrí los ojos lentamente, con aquella sensación de que estaban quemándose dolorosamente. ¿Qué iba a decir?

-Esto... esto es demasiado para mi....- susurré clavando mis ojos en los suyos, ¿podría entenderme?. -¿Qué voy a hacer ahora...?.- continué cerrando los ojos, ¿por qué no me iba ya a buscar la forma de parar aquello?

Aparté de pronto los dientes y dirigí velozmente la mirada a las heridas en mis brazos. Comenzaban a regenerarse dolorosamente. Suspiré, ¿qué me quedaba por sufrir aquella noche?
Saber quién le mató.
Apreté con suavidad el hombro de Anuar y me aparté caminando un par de pasos para sentarme en la camilla. No lo hagas, por favor..., susurré con debilidad. No podía más, no resistiría otra visión, no aquella noche.
-No puedo más, Anuar... no puedo.- susurré tapándome la cara con las manos.
Me sentía tan débil, tan patético, ¿como iba a unir todo aquello que sentía? ¿Cómo iba a entender todo aquello que había visto en mis visiones aquella noche? Solo quería morirme... que miserable me sentía.

-Deberías... deberías sentarte y... y esperar a... a que te traigan algo de comer... no sé que se hace en estos casos....- murmuré aún los ojos tapados por mi mano. -Quizá yo... debería irme ya... no sé que debo hacer ahora....- suspiré alzando la mirada para mirarle.

Aún seguía sintiéndome culpable por todo lo sucedido aquella noche, y un sentimiento al que no podía poner nombre. ¿Comenzaban los sentimientos a materializarse? ¿Podía finalmente sentir algo por alguien? ¿Acaso aquello que sentía era algo más que agradecimiento? ¿Era aquello lo que los humanos llamaban cariño?

Apretó la mandíbula escuchándole, observándole conociendo en parte el dolor que debía sufrir queriendo suponer que seria un estado temporal, un efímero dolor mas su actitud sobrepasaba lo que pudiese creer o no, se daba por vencido o a eso sonaban sus palabras estaba dejando que el temor, enojo y su mente le dominasen sin oponer resistencia o quizá estando ya demasiado cansado y adolorido de negarse a ser dominado, el no sabia que ocurria en su mente el no sabia que sucedia y podia exigir nada si el mismo no era capaz de abrirse a otros.

-¿no puedes mas? ¿es acaso que te estas escuchando?- le cuestiono andando hacia el con firmeza y molestia en su rostro ¿molestia? El quien siempre ignoraba a los demás ahora se sentía ofuscado por su intento de ayuda no servia de mucho su intento de hacerle recordar y salir adelante era mal despreciado con un ya no puedo ¡si asi de fácil fuese rendirse hacia tanto lo hubiese hecho ya!

-no me voy a quedar a esperar, no quiero recibir sus cuidados- gruño molesto como pocas veces, ofuscado por lo que ocurria, rechazaría toda ayuda porque se sentía inútil de aquella forma, que le dijesen raquítico, no lo estaba por deseo sino porque el dinero no le permitia consumir mas y no asi se quejaba se habia acostumbrado a ello -¿Qué planeas hacer? – le cuestiono con firmeza -¿deprimirte por tus visiones?...- sus palabras salian escupidas no deseaba ya acallarlas.

-¿es que acaso asi de débil eres?- le cuestiono con rudeza mas aquello solo demostraba la preocupación que dentro de el se cernia su ser y no sabiendo como demostrarla habia dejado explotar otros sentimientos, la impotencia era uno de aquellos –te dije que te ayudaría no creyendo que te darias por vencido…- le indico negando apoyándose de la camilla mientras suspiraba tranquilizándose, usualmente los momentos en que se expresaba duraban efímeros momentos, era un arranque que se disipaba después como si jamás hubiese ocurrido.

-yo también perdi a una hermana Eric…no puedes detenerte por eso, ahora no hay mucho que puedas hacer…a pasado demasiado- murmuro ¿era acaso que se veía a si mismo en Eric? Aquellas noches en llanto amargo, aquellas ganas de arrojar la vida mas no habia problemas grandes sino gente débil, si gente débil como el, como Eric, como todos pues la fortaleza era solo debilidad convertida en heroismo a ojos ajenos, la necesidad de verse engrandecido, la necesidad egoista del ser.

Me perdí por un momento en mis pensamientos, pensando en lo que podía y no sentir, pensando en por qué le estaba diciendo todo a un chico que solo quería ayudarme, preguntándome, otra vez, porqué Anuar hacía aquello.

-¿No puedes mas? ¿Es acaso que te estas escuchando?.- la dura voz de Anuar me sacó de mi letargo, caminando hacia mí y mirándome molesto, ¿qué le había hecho yo?. -No me voy a quedar a esperar, no quiero recibir sus cuidados.- dijo casi gruñendo, como si estuviera realmente enfadado. ¡pero que le había hecho yo...! Me angustié frunciendo el ceño preocupado, ¿qué le pasaba? -¿Qué planeas hacer? – me echó en cara con un tono de voz que aumentaba su rudeza por momentos. -¿Deprimirte por tus visiones?....- cada palabra que decía era como una daga que se clavaba en mi pecho. -¿Es que acaso asi de débil eres?.- aquello solo me dolió más de lo esperado, mucho más de lo esperado... ¿por qué me decía todo aquello? –Te dije que te ayudaría no creyendo que te darias por vencido….- negó con la cabeza y se apoyó en la camilla, suspirando finalmente. Bajé la mirada y cerré los ojos con fuerza, ahora quemaban más que antes.

Anuar tenía razón, claro que la tenía. ¿Realmente era tan débil? ¿Estaba compadeciéndome de mi propio dolor para negarme a luchar? Exacto, era justo lo que estaba haciendo... o eso creí pensar ante sus palabras, que comenzaban a bloquearme poco a poco. Yo no quería decepcionarle... ¡pero por qué demonios sentía que debía rendirle cuentas o simplemente no defraudarle!

-Yo también perdi a una hermana Eric…no puedes detenerte por eso, ahora no hay mucho que puedas hacer…ha pasado demasiado.- interrumpió con voz débil mis pensamientos y mi mirada se clavó en la suya velozmente, ¿era aquella la razón de sus tormentos? Tenía que ser aquello.

Me quedé sin palabras cuando vi en sus ojos una tristeza que no podría explicar ni con mi mejor cuadro. ¿Qué podría hacer yo para calmar su pena? Nada, si aún no sabes cesar la tuya, maldito bastardo. Bajé la mirada ante aquellas palabras, era verdad, la pura y miserable verdad.
¿Sentiría él el mismo vacío que me inundaba ahora? ¿Sentiría aquella rabia, aquella impotencia? Tenía que sentirla, aunque al menos él... ¿podría vengar aún a su hermana? Suspiré, de que sirve la venganza si ya te han arrebatado a alguien que amas... ¿amaba yo tanto a Flavio para sentirme ahora tan vacío? ¿Le quería tanto en vida? ¿Había llegado a amar tanto a alguien que aún en aquel entonces me dolía tanto su pérdida?

-Soy un cobarde....- murmuré con debilidad, arrastrando las palabras. -Pero tengo miedo... sí, lo tengo....- me atreví a mirarle a los ojos antes de continuar. -He vivido todo esto desde el principio yo solo... sin nadie que mire más allá de mi monstruosidad... y no sé que tengo que hacer ahora, ya no sé que debo hacer, decir... ¿voy a tener fuerzas para continuar? ¿Voy a poder resistir? Mi mente siempre ha sido más poderosa que yo... no va a dejarme en paz ahora.- me encogí de hombros y desvié la mirada a la puerta, distante y sin saber qué más decir. -Ahora no dejo de preguntarme si quiero saber más, si quiero volver a sufrir lo que he sufrido esta noche... por un momento he deseado mi muerte. Y yo jamás la había deseado. No sé si estoy preparado para enfrentarme a todo lo demás, no sé si podré enfrentarme otra vez a la imagen de Flavio muerto en mis brazos....- mi mirada se perdió en ninguna parte y mis pensamientos recalcaron una y otra vez aquel nombre: Flavio.

Sí, era un maldito cobardo, lo era y Anuar tenía toda la razón.

-como todos- le indico después de su primera y diminuta frase era un cobarde si, al igual que el y el mundo entero, el hombre convencional era cobarde por no revolucionar nada, el nombre revolucionario era cobarde de vivir en una monotonía cobarde por no poder vivir en el mismo ámbito toda su vida, el artista era cobarde de no poder guardar sus pensamientos para si mismo, el critico era cobarde por deber y tener que juzgar las cosas ajenas y no asi las propias, todos los eran y nadie asi pretendía serlo.

-todos lo tenemos- aseguro aun ceñudo, el temia de lo que podría o no llegar a ser, lo que el futuro le deparase si uno mejor o mas ruin que su pasado, el niño temia de los monstruos bajo su cama, la esposa temia de que su marido no regresara o en consecuencia que la encontrase con su amante, la anciana temia de la sociedad decadente cada vez menos moralizada, el creyente temia del pecado y el pecador de no tener ante que sucumbir, se temia por naturaleza y no asi por convicción.

-uno es tan poderoso como quiere serlo ademas…la fuerza se saca de donde menos uno lo espera solo puedo asegurarte que…si no te esmeras no lo conseguirás y no pretendo verte caer- puntualizo ¿Por qué? ¿Por qué se preocupaba asi por el? ¿Por qué se mantenía a su lado? Quizá, era el reflejo de lo que el hubiese deseado, de un hombro en el cual apoyarse, unas palabras de aliento y rudeza, cruda realidad por que la verdad no pecaba pero incomoda y quemaban quemaban por el simple echo de ser verdad.

-lo has hecho ya una vez y el deseo no es malo…supongo mientras no lo lleves acabo- se apoyo con mas fuerza de la camilla sintiendo la habitación dándole vueltas en derredor, mareándole y hastiándole –no creo…que tu hermano deseara algo asi, quizá…- murmuro con un hilo de voz quebrándole por la mitad ahora bien sabido tenia que Angeliqueé…quizá ella hubiese deseado que llorase por ella una y mil noches que terminase su vida y se encontraran en otra porque era caprichosa y egoísta cierto era aquello pero era también su hermana a quien habia adorado por encima de todo, por encima de si mismo –quiza dese algo mejor- se llevo una mano a la cabeza negando observándole nuevamente –te acompañare a la próxima puerta si tienes el valor, cargare una vela por ti…mas no pretendo abrirla en tu lugar…asi que tu decides ya que tampoco deseo verte caer en una fosa que capaz con ansias- le indico adquiriendo nuevamente aquella seriedad y frivolidad que sus palabras solian tomar, siendo solo pronunciadas por la convicción del aprecio y la preocupación.

-Como todos.- murmuró rompiendo el silencio que se había instalado entre nosotros. -Todos lo tenemos.- continuó con el ceño aún fruncido, con cierta dureza que hizo que volviese a bajar la mirada. ¿Qué me pasaba? Me sentía demasiado débil como para buscar una explicación mejor a todo lo que Anuar me echaba en cara, ¿qué podía hacer si mi mente transtornada solo pedía a gritos una cosa? Ya era muy fuerte por mi parte el simple hecho de no haber salido de allí en busca de una cura. -Uno es tan poderoso como quiere serlo ademas…la fuerza se saca de donde menos uno lo espera solo puedo asegurarte que…si no te esmeras no lo conseguirás y no pretendo verte caer.- puntualizó con tono más calmado. Otra vez todas aquellas preguntas sobre por qué aquel chico se preocupaba tanto por mí si yo no le había dado nada a cambio. Bueno, sí, un mordisco en el cuello ¿eso contaba en las cosas positivas que sacaba juntándose con alguien como yo?

–Lo has hecho ya una vez y el deseo no es malo…supongo mientras no lo lleves acabo. - oí de pronto el sonido de la camilla moviéndose ligeramente ante el leve peso de Anuar, que se apoyaba en ésta. Dirigí mi mirada rápidamente hacia él y observé la palidez de su rostro. No estaba bien por mucho que se empeñase en fingir que así era. –No creo…que tu hermano deseara algo asi, quizá…- su voz ensordeció en medio de la frase, sin más. Imaginé por un momento que él también estaría pensando en su hermana, ¿acaso aquella extraña coincidencia nos unía? ¿Acaso el dolor de haber sentido una pérdida tan cercana nos hacía sentir menos solos? Tú no sabes lo que es el dolor, no aun. Suspiré, otra dura aparición de mi mente me tomó desprevenido, con las guardias bajas, y solo pude sentir como devastaba las fuerzas que había logrado juntar con las palabras de Anuar. ¡Por qué jamás me dejaba en paz! ¡Por qué tenía que revelarse contra mí de aquella manera una y otra vez!

–Quiza dese algo mejor.- continuó sacándome de mi ensimismamiento momentáneo. –Te acompañare a la próxima puerta si tienes el valor, cargare una vela por ti…mas no pretendo abrirla en tu lugar…asi que tu decides ya que tampoco deseo verte caer en una fosa que capaz con ansias..- su tono de voz volvía a sonar tan maduro y serio como de costumbre, pero había algo en sus palabras que me había hecho sentir fuera de lugar.

Él no tenía por qué soportar todo aquello, a fin de cuentas, no podría darle nada a cambio, ¿con qué iba a contentarse, con la vuelta de mi memoria? No, aquello no iba a hacerle feliz, no iba a cambiarle la vida, no iba a aportarle nada. Por un momento sentí ganas de salir de allí, de alejarme por completo, de no volver a verle para no causarle más conflictos, a fin de cuentas, ahora ya sabía, al menos en parte, que le trastornaba a él.
Suspiré, y con las pocas fuerzas que me quedaba le obligué a sentarse en la camilla.

-¿Qué ganas tú con todo esto, Anuar? Nada, solo quebraderos de cabeza... yo no tengo las fuerzas suficientes para nada esta noche, y no haré que seas tú quien me las de. Eso sí sería cobarde... ojalá pudieras sentir un momento lo que es estar en mi cabeza y sentir como una fuerza más poderosa que yo mismo me aplasta cada vez que encuentro las fuerzas suficientes... siento que lo único que deseo ahora mismo es no sentir nada, porque todo esto duele demasiado... sé que puedes entenderlo... .- suspiré cerrando los ojos con fuerza. -No quiero quedarme aquí... no quiero quedarme sin saber qué le pasó a mi hermano o sin saber quién soy realmente... pero necesito poder asimilar todo esto... o acabaré volviendo más loco de lo que ya estoy.

La culpa me inundó un momento y el silencio me torturó el resto del tiempo. No podía darle nada, no podía ofrecerle nada. Lo poco que le había dado, había sido dolor. Ojalá pudiese decir más, darle una sola señal de agradecimiento, pero no salía.

-Gracias.- murmuré de forma involuntaria. Aquello era justo lo que necesitaba decir. Sí, era aquello. Una sola palabra que pudiera expresar lo que sus palabras me hacían sentir, aunque mi mente devastara poco a poco lo que éstas creaban. Sacaría fuerzas de donde hiciera falta, podía prometérselo si lo necesitaba. No iba a quedarme allí, sin saber lo demás... pero necesitaba que comprendiera mi miedo. Mi miedo al dolor, a no poder vencer a mi mente, mi miedo a enfrentarme a mi pasado y sentir la impotencia de no poder hacer nada.

No reprocho cuando Eric le hizo sentarse en la camilla, desvio la mirada completamente por sus orbes eran los únicos que sabían bien como echar abajo todo lo que sus labios querían hablar hacer pasar por verdad cuando no eran mas que blasfemas palabras, palabras llenas de hipocresía o arte y aunque no fuese asi jamás lograría enseñarle a sus pupilas el arte del engaño porque el alma no estaba diseñada para engañar.

¿Qué gana a el? Ademas de nada…-¿Por qué debería estar haciendo esto esperando recibir algun bien? Quizá mi bien mismo sea ayudarte, quizá sea algun creyente poco cuerdo que busca la absolución salvando almas, quizá sencillamente estoy tan loco para no verme suficiente con mis problemas quizá, quizá- le dijo aun viendo el suelo aunque fuese una senda falta de educación en lo le veria.

-claro esta…tiempo- aseguro ante su mención todos necesitaban tiempo para comprender, tiempo para saberse y hacer saber, para asimilar su pasado caótico y a su difunto hermano aunque si la persona no era tan fuerte como para asimilar aquello no le parecía que valiese la pena arriesgar la mucha o poca cordura que se estableciese aun en su mente aquella parte que se aferraba y negaba a llegar a la locura.

-no quiero tus gracias- aseguro tajante esas palabras de nada le servían le estaba despreciado acaso, no, quería que se esforzara mas, que doliera mas, que recordara y comprendería que se encontrara en el camino de perderse, que le ganara a asu mente y pudiese asi habitar su cuerpo tranquilamente sin necesidad de depender de ella sin tener que escucharle constantemente echándole las fuerzas abajo, queriendo verle sobre el suelo rogando por misericordia o en su defecto en el cuello de un ajeno bebiendo de el.

-pero por el momento me basta, no pretendo hacerte mal, no quiero dañarte con lo que te digo, pero unas palabras reconfortantes ahora no parecen lo ideal…no puedes rendirte ante tu mente…no debes sentir pena de ti mismo deja que sean los demás quienes se compadezcan y no tu porque entonces estaras perdido- se levanto de la camilla no aguardando por las enfermeras de Erkki no queriendo ya estar en aquel lugar buscaría fuerzas en su propia vivienda –supongo que quieres pensar en lo que ha ocurrido asi que los mejor será irnos de aquí…que pases una buena noche- le indico abrazándolo con rapidez andando hacia la puerta con paso lento aunque firme, no le iba a dejar a nadie verle flaquear.